La Argentina desde antaño se encuentra sometida por sutiles y funestas
abstracciones que, de generación en generación, han producido una obnubilación en el razonamiento de los argentinos que ha logrado derrotar, hasta ahora, a una Nación que en excepcionales períodos de su historia ha demostrado ser una Patria pujante, firme y poderosa. Pero lamentablemente no tardó en emerger esa mentalidad decadente y resentida que llevó a la autodestrucción de lo que pudo haber sido una potencia mundial. Así como en una época los cañones ideológicos se esforzaban en demoler la obra y la memoria del Restaurador Juan Manuel de Rosas (defensor de la Soberanía Nacional, reconocido por el Libertador Gral. San Martín al legarle su sable); ahora se trata del Gral. Perón (“todo” lo malo que le pasa al país es culpa de Perón, el peronismo o de los autodenominados “peronistas”), que en sus gobiernos la Argentina alcanzó un grado de desarrollo y progreso que eran ejemplo en el mundo, sin contraer deuda externa, como sí hicieron sin excepción TODOS los gobiernos; han destruido a un partido político que utiliza su foto hasta el hartazgo fetichista, pero que sus dirigentes no siguieron ni siguen ni por lejos la doctrina política que logró la Justicia Social en la Argentina; intentan por todos los medios desprestigiarlo con frivolidades, desmerecer su obra, han mutilado su cadáver, etc. No hacen otra cosa que cumplir el mandato de Winston Churchill: “….no hay que darle cuartel (a Perón) ni después de muerto”. Y sucede que los símbolos que fueron la vanguardia de nuestra Independencia, que guiaron con su fulgurante presencia el camino hacia la Libertad, ahora ocultan bajo su sombra a una Patria derrotada, que mientras sostiene sus símbolos con manos agonizantes, a sus espaldas la desangran y la esclavizan. Un ejemplo de ello, fue en los comienzos de este siglo, cuando por ley 25.636 (agosto de 2002) ordena que todas las radiodifusoras y cadenas de televisión nacionales….comiencen sus emisiones con la transmisión del Himno Nacional Argentino (art. 1), a partir de las cero horas del nuevo día para aquéllas difusoras que operan en forma continuada (art. 2). Hasta ahí, es loable y correcto, pero unos meses antes, en mayo de ese año, se derogó la ley de subversión económica, por expreso pedido del FMI, tal como lo refleja la crónica periodística: “El secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, afirmó esta noche que "el Gobierno no vive la derogación de la Ley de Subversión Económica como un triunfo futbolístico, sino como uno de los puntos que debía cumplirse" para cerrar un pacto con el Fondo Monetario Internacional (FMI)” (http://www.lanacion.com.ar/400910-el-senado-derogo-la-ley-de-subversion-economica). Clarísimo el ejemplo de la funesta realidad de la dependencia, que nuestros símbolos patrios se terminan convirtiendo en los oropeles del sojuzgamiento. Como siempre la dependencia se asienta sobre las “crisis”, porque nuestra desgracia es su pedestal, en donde se vale para atizar las medidas y/o decisiones de gobierno contra los intereses nacionales; SIEMPRE se tratará de menos industria, menos trabajo, mas pobreza, mas miseria, porque somos ese “inquilino” que molesta. Por el fruto se los conoce, los gobiernos de la dependencia actúan como enemigos del Pueblo con mas impuestos para los que trabajan y mas garantías para los que nos saquean sistemáticamente todos los días. EL LUCERO Pensamiento Nacional
JULIO 2017
En la actualidad ese proceso sigue ejecutándose sin descanso; mientras se realizan
desfiles militares queriendo mostrar una especie de “cambio de actitud” para con las FF.AA., éstas son objeto de un salvaje y humillante ajuste (insignificante en términos financieros para el presupuesto de un país), lo que desmiente esa errónea percepción con la contundencia de los hechos; o se nos endeuda por 100 años (como si ya no lo hubiéramos estado) colocando de fondo una gigantografia de la bandera nacional. Años atrás, el denominado “Fondo del Bicentenario”, cuyo pomposo nombre podría haber inducido a una mente ingenua que se trataba de un fondo especial que, conmemorando el Bicentenario de la Revolución de Mayo, se destinase para las siempre necesitadas y sensibles áreas de salud y educación, en realidad no, sólo se trató de un fondo para seguir pagando la eterna deuda externa, ilegal, ilegítima y fraudulenta. Mientras se declaraba fanfarronamente que el superávit era histórico, se aprecia hoy que el empobrecimiento y la decadencia argentina NUNCA SE INTERRUMPIÓ. El presidente Perón decía que la “UNICA VERDAD ES LA REALIDAD” y el Gral. Quiroga: “….ante la posteridad, sólo los hechos hablan, y puedo invocarlos con confianza”. Por ello se declaró la Independencia Económica aquél 9 de julio de 1947, porque se gobierna sobre REALIDADES en las que se actúa con HECHOS. La Argentina de esa época tenía un gobierno que fue el UNICO en trazar políticas de Estado en materia económica, financiera, social, educativa, sanitaria, de defensa, etc; lejos de los gobiernos recientes de la Argentina donde se enseñorea la ineptitud, la traición y la improvisación. La única realidad actual de la Argentina es la DEUDA EXTERNA, que de mas está de decir, es filosófica y políticamente CONTRARIA A LA INDEPENDENCIA ECONÓMICA declarada hace 70 años. Los gobiernos del Régimen celebran con pompa y un patriotismo vacio y simulado una “Independencia” que ya ni siquiera es política, pues se encuentra seriamente condicionada por carecer el Estado de una Conducción Política con VOLUNTAD y CAPACIDAD de instrumentar los medios que materialicen la SOBERANÍA DE LA NACIÓN ARGENTINA. Para este objetivo, el Gral. Perón formuló en su tercer presidencia el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, que dotaría a la Argentina de una estructura verdaderamente REPUBLICANA, y no un país devastado como tenemos hoy, cuyos poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) son notoriamente ineficientes; cuyos tres órdenes de gobierno (nacional, provincial y municipal) son muchas veces absolutamente incapaces de articular soluciones concretas a la sociedad; con una crisis de representatividad tal, que motiva que el Pueblo, o es indiferente o de debe recurrir a la acción directa para ser siquiera escuchado. La Argentina comenzó muy mal este siglo XXI, retrocediendo en cuestiones que se pensaban resueltas o encaminadas, discutiendo perogrulladas o hundiéndose en trivialidades que se creían superadas y enfrentamientos inútiles entre fatuos. Los males y calamidades que padece el Pueblo de la Nación Argentina, no son hechos de la naturaleza, o inevitables, son todas producto de la impericia, negligencia, ineptitud y estulticia por parte del sector político y dirigencial que gusta de las veleidades del poder, pero le huyen a la RESPONSABILIDAD y al TRABAJO. “Con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes”.