de Organizaciones
de la Comunidad
Prólogo
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Voluntariado Social
Un compromiso con los otros
para transformar la realidad
E
n el marco del paradigma asumido en 2003 por el Gobierno nacional, en la Ar-
gentina las Políticas Sociales hacen eje en la persona como sujeto de derecho
y en la familia. No se trata de situaciones aisladas, sino que tienen su anclaje en
el territorio, la promoción de derechos, la organización y la participación, a través de un
Estado activo, presente y promotor.
Sin embargo, más allá de sus connotaciones positivas, aún persiste cierta ambigüedad
en torno al concepto de voluntariado.
Como bien define el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación “el neoliberalismo re-
saltó hasta el cansancio las supuestas bondades del sector privado en políticas sociales,
fortaleciendo el onegeismo en detrimento del sector público. Mientras el primero era, su-
puestamente, eficiente, honesto, transparente, moderno, el segundo era corrupto, inefi-
ciente, antiguo. La marcha de las políticas sociales y la transparencia en la forma en que
eran llevadas adelante estaban a cargo de consultoras, la mayoría dependientes del poder
especulativo… Además, muchas de ellas son integradas por dirigentes locales autopro-
clamados asépticos, éticos e independientes”1.
Pero también somos conscientes de que los conceptos jamás pueden dar cuenta en
su totalidad de la complejidad y la diversidad que caracteriza a la realidad; por caso, la
experiencia en nuestro país es mucho más rica que las definiciones dadas y el voluntariado
incluye prácticas diversas, aunque éstas siempre implican el sentido del bien común, la
gratuidad, la dedicación al otro y el enriquecimiento personal mutuo.
Naciones Unidas considera que las acciones de voluntariado pueden agruparse en cuatro tipos:
zz Ayuda mutua, cuando la ayuda o colaboración se brinda entre pares.
zz Filantrópico, cuando la ayuda se ofrece a terceros.
zz Acción cívica, que comprende las acciones de militancia o cooperación en la
gestión de los asuntos públicos.
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zz Movilización o campaña temática, cuando las actividades están orientadas
a difundir un tema o sensibilizar sobre una problemática específica.
Durante los últimos años el voluntariado se vio favorecido por un impulso renovador y
creativo a partir de la incorporación de jóvenes, tanto pertenecientes a grupos de base (en
algunos casos vinculados a lo confesional), como así también aquellos que se dedican a la
política.
Si bien una encuesta realizada por la consultora Gallup en 2010 señala que en la
Argentina un 20 por ciento de la población total participa de acciones voluntarias, desde
el Estado se maneja otra información según la cual ese porcentaje sería aún mayor, lo
cual nos da una pauta de la gran cantidad de ciudadanos y ciudadanas organizados que
participan en todo el territorio por diferentes reivindicaciones.
Por el momento, la Argentina, Uruguay, Perú, Chile y Colombia, han promulgado leyes
concernientes a la práctica del voluntariado. Son normas diferentes en sus contenidos,
pero que en general promueven el desarrollo y capacitación de esta práctica.
El CENOC trabajó para reconocer las diversas tareas que llevan a cabo las regiones en
relación a la temática, a partir de Encuentros Regionales, bajo el lema “El voluntariado
social ¿una herramienta de transformación?".
Los mismos tuvieron como objetivo recuperar las experiencias, compartir diferentes vo-
ces y miradas que pudieran dar cuenta de las acciones emprendidas a lo largo del país
por las provincias, así como también los cambios y resultados que se plasmaron en el
Voluntariado Social.
En este sentido, se puso en discusión el rol del voluntariado y, de algún modo, el de las
organizaciones en donde se desarrolla la tarea voluntaria. Como resultado de estas jorna-
das de intercambio, los participantes sostuvieron que a raíz del cambio de paradigma en la
implementación de diferentes políticas del Estado nacional, el Voluntariado Social funciona
como una herramienta de transformación de la realidad.
Como los participantes tenían pertenencias organizacionales muy diversas, que van
desde lo religioso hasta lo político, el desafío fue poder pensar cómo la práctica voluntaria
es una práctica que articula y contiene esa diversidad.
A partir de la socialización de las prácticas, surgieron relatos sobre los que se pudo
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reflexionar acerca del cambio que se ha producido en el país a partir del año 2003. Apre-
ciaciones como “ahora ninguna quiere ir a lavar las ollas como voluntaria, ahora con
la Asignación Universal por Hijo nadie quiere ser voluntario…”, permitieron abrir el
debate acerca del sentido de la práctica voluntaria, es decir, reflexionar si quien iba a lavar
la olla lo hacía porque era voluntaria; si formaba parte de una especie de contraprestación
por la comida para sus hijos; si lo hacía movilizada por la solidaridad o por el miedo a que
no le “den” más la comida, entre otras interpretaciones.
A su vez, esta reflexión abrió la posibilidad de otros intercambios entre los participantes,
quienes expusieron la relevancia de la comensalidad familiar, resaltaron la importancia de
que la propia participante fuera la que hiciera la comida en su casa, además comentaron
sobre la pérdida de costumbre de cocinar y la falta de utensilios, entre otros aspectos.
Estos ejemplos prácticos de la vida cotidiana de los participantes permitieron visualizar de
qué manera el país había cambiado, a través de la implementación de políticas públicas
diferentes y cómo la acción voluntaria debía cambiar en la medida que el contexto se mo-
dificaba. En este sentido, resultaba imposible sostener el argumento “nadie de los que
antes pedían comida ahora es voluntario para limpiar las ollas”, después de visibilizar
que no era necesario sostener un comedor.
El mismo grupo orientó la reflexión y juntos se pusieron a pensar qué cosas podían
hacer para “transformar” su acción voluntaria. De este modo, surgieron propuestas
como clases de cocina, ver qué utensilios o equipamiento faltaban en las cocinas y podían
gestionarse. Con este simple y concreto ejemplo pudo verse la necesidad de complemen-
tariedad del trabajo voluntario con las políticas de Estado y cómo necesariamente debe
articularse para que no se produzca un desfasaje entre el accionar de uno y el otro.
Por otra parte, otro concepto ampliamente trabajado es el de militancia política vin-
culada al voluntariado social. En este punto se encontraron dos resistencias, por un lado,
la de los militantes, ya que no se auto referenciaban con el término voluntariado, al estar
muy vinculado a la década del 90; y por otro lado, se ubicaban los que se denominaban
voluntarios, pero aclarando que ellos no hacían política.
En este contexto, categorías como filantropía o ayuda mutua no permitían definir con
claridad las acciones que desarrollan las organizaciones en nuestro país. Se planteó la
imposibilidad de encasillarse en alguna de ellas, confirmando la lejanía con las característi-
cas que tienen el voluntariado en nuestro país. Si el voluntariado no era definido desde el
territorio, difícilmente pudieran “dársele” desde afuera definiciones e identidad.
En todas las regiones con las que se trabajó y abordó la reflexión de la práctica volun-
taria, no fue posible identificar una por una las categorías tal como las define la Asamblea
General de las Naciones Unidas, ya que las prácticas en nuestro país, generalmente, se
encuentran atravesadas por todas ellas.
El trabajo voluntario es diverso, “multifunción”, y los voluntarios son capaces, con más
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o menos herramientas, de sobrellevar cualquier desafío que se les haya presentado. Un
aspecto que se destacó en los encuentros es la imposibilidad de analizar por separado
las prácticas de los voluntarios de las prácticas de las organizaciones, lo que fortalece la
idea que los mismos construyen y refuerzan con su accionar el sentido, la forma de ver y
entender la realidad de sus organizaciones.
Los voluntarios que participaron de los encuentros reconocieron que hay un proceso
de cambio que pasa de una lógica de mantenimiento del status quo hacia una lógica de
transformación social, poniendo en cuestionamiento la naturaleza de las acciones volun-
tarias, incorporando una lectura más crítica de la realidad y demandando fuertemente
capacitación.
Además, se expuso un camino que pasó del “paternalismo” de las personas que te-
nían buena situación económica y/o mejor educación y que “les daban” a aquellos que
menos tenían, a la idea de que cualquiera puede ser voluntario, que esa práctica está al
alcance de todos, cuestionando de esta manera al voluntariado “modelo” y fortaleciendo
el trabajo para que todos sean titulares de derechos.
En los trabajos grupales de los talleres, otros temas relevantes que surgieron fue trans-
formar la demanda en proyecto; considerar a la persona como sujeto de derecho y cam-
biar el sentido de la beneficencia por el de ciudadanía activa. Con relación a esto, se busca
recuperar el valor del trabajo, ya que muchas veces la tarea voluntaria funcionó como el
ordenador y el recurso a partir del cual se esperaba satisfacer necesidades y/o mejorar las
propias condiciones de vida.
A modo de síntesis, en nuestro país hay un vasto despliegue de diversos tipos de activi-
dades, modos de intervención, población con la que se trabaja, modalidad de ejercicio del
voluntariado, que se agrupan bajo el amplio concepto de Voluntariado Social. El campo de
las organizaciones donde actúan los voluntarios es heterogéneo y allí se vinculan tanto las
organizaciones entre sí como con el Estado.
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CONTRATAPA
Centro Nacional
de Organizaciones
de la Comunidad