Você está na página 1de 1

II XVIII

Oh tú, Danzarina, cómo te ofrendas


Al transferir a lento movimiento lo mudable.
¿Del tremor no formas equilibrio, como ondulante árbol?
¿No floreció de repente tu corona plena de silencio
A poco de ondular estremecida de temblores? Y sobre ti,
¿No irradiaba el sol, no esparcías solaz, no vertías calor,
Incesante calidez fluida de tu entraña?
Pero tanto más donó tu árbol, tanto más se desgajó en éxtasis.
¿No son tuyos acaso los apacibles frutos: el cántaro de canto
Sosegado y el más pulido y consentido vaso?
Y en las imágenes, ¿no son ostensibles aún acaso los diseños
Que con trazo del pincel de tu oscura ceja
Escribieras al tornar en torno a tu propio contorno?

Você também pode gostar