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BALCONES DE LIMA

Nunca en la ciudad de repetía el mismo diseño de los balcones


Había tantos balcones, que nunca lo concibieron como algo fuera de lo común. Sencillamente, Lima era considerada
por todos los extranjeros como la ciudad de los balcones. Es así como la historiadora alemana Bárbara Dalheimer
describía en uno de sus libros el viaje que hizo al Perú y su estancia en Lima, una ciudad que siempre le atrajo por lo
que había escuchado hablar de ella a fines del siglo XIX.
Según los historiadores, los nobles y las personas adineradas que llegaban a la capital del virreynato construían sus
casonas y mansiones con estilos similar a la arquitectura árabe-morisco española.
Dentro de las costumbres de estos inmigrantes no se veía con beneplácito que sus mujeres salieran a pasear por las
calles. Por ello, balcones y ventanas cumplían su rol enmarcado dentro de las normas sociales de la época, permitiendo
a las señoras de alcurnia observar la vida de la ciudad sin tener que salir de sus casas, al tiempo que ofrecían la
discreción necesaria. Su ornato correspondía al típico enrejado del norte de África, que agregaba frescura y sombra a
un clima cálido y sin lluvias, común en Lima y Marruecos.

Lujo y ostentación de los balcones


Tal era el lujo y la ostentación de la arquitectura de estos balcones que nunca dentro de la ciudad se repetía el mismo
diseño: algunos abiertos sin cerramientos, otros de cajón, cerrados o esquineros, la mayoría con celosías que
contribuían a la necesaria discreción de la mirada indiscreta.
A su vez, la mayoría de ellos fueron decorados con cerámicas y mosaicos sevillanos, que a través de los años, el
deterioro del tiempo, los múltiples temblores y terremotos que azotaron Lima, fueron finalmente reemplazados por
criollos de igual finura.
Pequeñas bancas eran instaladas dentro de los balcones para que las coquetas y curiosas limeñas pudieran observar
sentadas cómodamente lo que acontecía fuera sin ser vistas. El Padre Jesuita Bernabé Cobo, historiógrafo de Lima,
escribía, censurando, el abuso que las curiosas damas de la sociedad limeña hacían de estos balcones.
Eran tantos los balcones de diferentes diseños y dimensiones que parecían verdaderas calles aéreas, dándole a Lima
una nueva y peculiar característica urbana
Al hablar de estos hermosos balcones no se puede dejar de mencionar a Bruno Roselli, quien luchó para evitar su
destrucción, afirmando que eran a Lima como la Torre Eiffel a París, la Estatua de la Libertad en New York o Trafalgar
Square a Londres.
Actualmente, la Municipalidad Metropolitana de Lima está ejecutando una campaña para la recuperación de los
balcones limeños, convocando a la empresa privada para que, bajo el lema "adopte un balcón", sean restaurados,
haciendo que luzcan con toda la magnificencia de su época de oro. Esta propuesta es llevada adelante por empresas
como TELE 2000, telefónica del grupo Bell South, la constructora Graña y Montero o las cadenas comerciales Wong y
Santa Isabel.

LOS BARRIOS ALTOS


Pegado a la Lima cuadrada, solo separado de ella por la Av. Abancay, se encuentra un barrio que antiguamente gozó
del esplendor de los mejores años del virreinato peruano. Se trata de los Barrios Altos. Se le otorgó ese nombre por
estar más elevado que el resto de la ciudad y para diferenciarlo de las otras zonas de Lima.
Hasta la década del 60 del siglo XX fue el refugio de músicos, intelectuales y bohemios que llevaron a su expresión
máxima la música criolla limeña. Hoy es un espacio donde parece que el tiempo se ha detenido.
Forma parte del Cercado de Lima y no es propiamente un distrito.
A diferencia de Lima cuadrada, la mayor parte de sus calles no están trazadas de acuerdo al rígido sistema de damero.
Esta cualidad la cubre de un encanto muy especial. En las últimas décadas esas calles y sus edificaciones no han
recibido mantenimiento alguno.
Sin embargo, aún es posible contemplar algunas extraordinarias muestras de arquitectura colonial y republicana. Es
necesario destacar que poco a poco, gracias al esfuerzo de algunas instituciones, se están remodelando algunos
solares que se hallan en peligro de derruirse.
Sus monumentos más representativos son la Quinta Heeren, con su encantadora plazuela; la Casa de las Trece
Monedas, residencia del siglo XIX; la iglesia de las Trinitarias y el Molino de Santa Clara.
Colindante con el Mercado Central, el Barrio Chino ofrece salones de té, pastelerías y restaurantes, delicias de la cocina
oriental afincada en el Perú.
Para iniciar un periplo por esta antigua zona solo se cruza la Av. Abancay por el lado de los jirones Amazonas, Ancash,
Junín, Huallaga, Ucayali, Miró Quesada, Cusco, Puno y la Av. Nicolás de Piérola.
Técnicas usadas son muy antiguas

Estudiar antiguas construcciones y explicar su procedencia, no es tarea fácil, ni


siquiera para expertos como Juan Gunther, uno de nuestros más destacados
urbanistas y director de proyectos del Patronato de Lima. Sin duda, una de las voces
más autorizadas para hablar del tema.

"Es muy difícil hacer una descripción clara o saber exactamente las características
de los restos encontrados. Esto, porque la arquitectura limeña tiene la virtud de ser
muy dinámica, y los terremotos han hecho que la gente aprenda a usar o reusar los
elementos y reciclar las cosas", responde de primera intención el experto que
estudió arquitectura en la UNI, Geografía Urbana, en la Sorbona, y Urbanismo, en el
Instituto de Urbanismo de París.

Y es que en el Perú no hay una arquitectura pura como podríamos apreciar en la


griega del Paternón, o la incaica, hecha sobre piedra. La limeña, es una arquitectura
de adobe, de quincha, que facilita el cambio de estilos y de colores. Con el interés de
todo acucioso investigador, Gunther afirma que lo más reciente de los restos
encontrados es el piso, que luce una mezcla de cemento y debe ser del siglo XIX. Lo
más seguro, dice, es que debajo haya restos más antiguos. Las molduras, unos
adornos horizontales que se han encontrado, y tienen una armadura de caña y
"diablo" (yeso con cemento), también serían de finales del siglo XIX o comienzos
del XX, de acuerdo al arquitecto.

Con respecto al muro del sótano del Legislativo, señala que data de dos épocas
distintas. Supone que ha sido reforzado con las ideas de la época, cuando se creía
que mientras más grueso era el muro, más resistían las cosas. Y añade que al
engrosar el muro, se cortó unas columnas, que serían de madera, para adosarlas a
una cara de la pared.

Los empapelados encontrados serían del siglo 20; mientras que las pinturas que
están debajo, tendrían algunos siglos de anterioridad a los papeles que los cubren.
Hay otro detalle que llama la atención al experto: el dibujo geométrico de las
pinturas encontradas en el muro, podrían revelar que son del período neoclásico,
pues las formas anteriores eran rococó, barrocas, que eran más curvas y con dibujos
en espirales. Esos dibujos geométricos podrían ser de finales del siglo XVIII o
comienzos del XIX. Esa es la parte más antigua, dice.

Para Gunther, es difícil pensar en restos del siglo XV o XVI. "Es difícil, quizás en
algunos cimientos, que se expresan en la piedra cerro traída de Amancaes o del cerro
San Cristóbal. Eso puede ser muy antiguo, pero no se puede decir que sea una cosa
definitiva, porque en un inicio se intentó construir a la forma española, y los
españoles no usaban el canto rodado".

El canto rodado se comenzó a usar a partir del primer tercio del siglo XVII, cuando
la arquitectura adquirió ya una forma limeña y se desligó de la arquitectura
extremeña. Entonces, se pasó a usar piedras curvas o redondas sacadas del río
Rímac. "Aquí hay una mezcla, unos bolos que podrían ser muy antiguos", expresa el
arquitecto, sin dejar de lado la hipótesis, según la cual los restos contienen material
de la época fundacional de Lima. "No hay que olvidarse que aquí ha habido tres
terremotos terriblemente destructivos. Se dice que, en 1746, de las 6 mil casas sólo
25 quedaron en pie. No quedó en pie ninguna iglesia, ningún edificio público, o sea
que en 1746 esto quedó destruido también, y quizás el proceso de todo lo que hemos
visto ahora se inicie en 1746. La base de la columna podría ser del siglo anterior,
ellos las han reusado, reutilizado".

Al explicar la tesis de que a partir del siglo XVII surgió una arquitectura típicamente
limeña, Gunther recuerda que el terremoto de 1568 se trajo abajo todas las bóvedas
de piedra y de ladrillo existentes. El convento de Santo Domingo, que tenía arcos de
piedra y bóvedas de ladrillo, se cayó. Otro terremoto se produjo en 1605. Esto
obligó al arzobispo de entonces a reunir a los alarifes más importantes, y se decidió
construir de una manera distinta. Así, se comenzó a usar madera y quincha, más
flexible, más resistente, a los terremotos.

El arzobispado sostuvo reuniones con los alarifes, para decidir cómo reconstruir la
catedral, después de los terremotos de 1605, 1686 y de 1746. Después del último, a
la catedral se le disminuyó 6 metros de altura y se reemplazó las columnas, que eran
de adobe, por ases de madera amarrados; y se los forró con yeso. Incluso se convocó
al famoso padre Nolasco Mere para que escribiera un libro sobre cómo construir con
quincha, en los años 1687-8. "Esto es paradójico, porque la quincha (caña y barro)
se usó en el Perú hace 10 mil años", indica Gunther.

Es más, en 1646 se definió hacer los primeros pisos de adobe; y los segundos pisos,
de quincha. El primer piso tenía una altura de 24 hiladas de abobe, la misma altura
que tenían los edificios Wari. "Yo no quiero hacer ninguna comparación histórica,
pero las construcciones Wari que se han encontrado en Cajamarquilla o Pachacámac
son de 24 hiladas; y el reglamento de Lima dice 24 hiladas de adobe (unos 3 metros
40)".

En todo caso, los restos encontrados formaron parte de un edificio que se fue
modernizando; y debió ser parte del Congreso en algún momento. Sobre lo que no
hay duda es que los restos encontrados se encuentran sobre el actual edificio
construido por el arquitecto francés Robert, quien se encargó de construir lo que es
hoy la Cámara de Diputados. La del Senado, fue hecha por Malachoswki. Gunther
destacó, finalmente, la importancia que tiene que el Congreso convoque a
especialistas para que den su opinión sobre los restos encontrados. Los mismos que
deberán dar su veredicto luego de los estudios realizados.

LA MADRE DE TODOS LOS ESTILOS

¿Existía una forma característica de construir en Lima?

La arquitectura en Lima se estandarizó muy rápido. Todas las casas eran iguales.
Todas tenían zaguán, patio principal, cuadra, segundo patio, servicios y la huerta al
fondo. Y tenían la misma distribución. No importa si la casa era pequeña o grande.
Se estandarizó. Además, la reglamentación muestra que lo único que le interesaba a
la municipalidad era que se mantuviera cierta uniformidad en la fachada.

¿Y eso es bueno?

Eso es bueno. Desgraciadamente, nuestros historiadores han comenzado a ponerle


adjetivos como para engrandecerlo. Dicen "patio sevillano", pero usted se pasea por
Sevilla, por la parte antigua, y no va a encontrar un patio nunca. El patio limeño era
casi una prolongación de la calle. Allí entraban los ambulantes, el buhonero y los
vecinos, para sacar agua de la fuente; allí se reunían cuando el dueño de la casa
estaba agonizando o cuando la hija del dueño se iba a casar. Allí se hacían las fiestas
de todo el barrio. En cambio, en Sevilla, no. Sevilla era un mundo musulmán y el
patio es un espacio de las mujeres; por eso, en Sevilla el patio está al fondo. ¿Por
qué?, porque allí crían a sus hijos, cocinan, lavan y practican la chismografía.
También hemos puesto "balcón morisco", que tampoco tiene nada de morisco,
porque en los países moros no se encuentran balcones limeños. En fin, los limeños
siempre hemos menospreciado lo nuestro; y para mejorarlo, le hemos puesto
adjetivos.

¿La arquitectura limeña ha tenido relevancia sobre la de otros países?

Sí, por supuesto. La arquitectura limeña ha sido la madre de todos los estilos en
América Latina, salvo México. Desde Nicaragua hasta Tierra del Fuego, existe una
influencia tremenda. Y esto no ha querido ser interpretado adecuadamente. Siempre
se ha considerado que Lima ha sido refugio de gentes venidas de todas partes y que
construían como les daba la gana. Aquí están las grandes construcciones, de aquí
salían los alarifes para Colombia, para Chile, para el Cusco, para Quito. Aquí se
formaban, esto era el centro del virreynato. Aquí estaba el dominio político,
religioso, económico, todo estaba acá. Sería muy raro que no estuviera el artístico.
Acá estaba la única imprenta, la única universidad, los únicos colegios reales. ¿La
ciudad tenía color? Sí, tenía color, se permitían todos los colores, salvo el blanco. Y
eso que Andalucía está pintada todo de blanco. Se decía que era demasiado brillante,
que no era bueno para los ojos. También prohibieron los balcones en 1872. Incluso
hubo juicios, pues se afirmaba que no permitía la libre circulación del aire por las
calles. El rojo era un color común, pero también el verde, el amarillo. Lo único que
tenía que respetarse era el zócalo, que debía pintarse de un solo color para darle
cierta uniformidad.

Con su experiencia, ¿usted cree que el Estado debe proteger la parte antigua de la
ciudad?

Hay una responsabilidad del Estado que éste no cumple. La parte antigua fue
declarada patrimonio nacional por el propio Estado, a través del INC, pero le ha
dado las espaldas. Yo creo que hay muchas maneras de recuperar el centro histórico,
si es que el Estado cooperara. Por ejemplo, en el centro de Lima hay alrededor de 53
edificios nuevos o relativamente nuevos, hasta con ascensores y que están vacíos.
Muchos se podrían reciclar. El problema es que nadie quiere vivir en el centro.
Entonces, habría que crear demanda, y allí podría intervenir el Estado.

¿Esto se hace en otros lados?

Esto se hace en Chile, en Burdeos, se hace en un montón de sitios. El Estado


subvenciona al que quiere vivir en el centro con parte de la cuota inicial. Esto
crearía una demanda. Se tiene que comprender que el Estado tiene responsabilidad
en recuperar el centro histórico, declarado Patrimonio Universal de la Humanidad.
Y, además, es mucho más barato construir en el centro que construir a 20 o 25
kilómetros de distancia. Creemos que algunas casas que son declaradas patrimonio
histórico tienen que respetarse, pero se pueden remodelar para que algunas familias
puedan vivir allí. Si el Estado subvenciona la cuota inicial, la demanda va a ser muy
grande, y la iniciativa privada se pondría a trabajar para hacer frente a esa demanda,
respetando el perfil urbano.
BALCONES DE LIMA WIKIPEDIA

Los balcones de Lima son parte del patrimonio arquitectónico construido tanto en la época
virreinal como durante la República y que subsiste pese a los años prioritariamente en el centro
histórico de Lima (distritos de Lima y el Rímac).

En el centro histórico abundan los balcones, originalidad que conjuntamente con los monumentos
de esta parte de Lima, le ha valido para ser declarada por la UNESCO como patrimonio de la
humanidad.

RESEÑA HISTORICA

El historiador Antonio San Cristóbal basándose en los conciertos de obra (registro efectuado en la
fecha en que se realizaba la edificación) distingue dos períodos en la construcción de los balcones.

 Primer período: en las fachadas de las casas limeñas del siglo XVI y principios del siglo
XVII se alzaron los balcones llanos abiertos y las galerías abiertas y alargadas por toda la
fachada de la calle.

 Segundo período: a principios del siglo XVII empezaron a aparecer los balcones cerrados
de cajón imponiéndose su predominio desde la década de 1620 en adelante y desplazando
gradualmente a los balcones abiertos llanos.

TIPOS DE BALCONES
 Balcones abiertos: sólo contaban con el antepecho sobre la plataforma pero carecían del
cerramiento alzado entre el antepecho y la cubierta. Su altura era de una vara y cuarta, su
anchura como para que quepa una silla dentro y en algunos de ellos se alzaba un guarda
polvos de madera para protección de la lluvia.

 Balcones rasos: no sobresalen del muro de la fachada, el vano del muro se rasga hasta el
suelo de la habitación pero no existe la plataforma exterior volada. El antepecho cierra la
parte baja del vano sin sobresalir en un volumen antepuesto a la fachada.

 Balcones de cajón: surge como una derivación externa de los corredores volados de madera
alzados en los patios limeños, variando el modo de cerramiento en todo el frente visible mas
no en la estructura del piso, la cubierta y la de los soportes. Se le atribuía la misma anchura
que los corredores volados o bien un ancho de una vara y cuarta

Balcones largos de cajón: inicialmente como galerías corridas abiertas, la introducción de


los vidrios los transformó diferenciándolos en dos tipos, como balcones abiertos en las casas
de múltiples usuarios y balcones de cajón corrido en las casas de un solo vecino.

CARACTERISTICAS

En los balcones de cajón anteriores al terremoto de 1687 se impuso la conformación de tres estratos
superpuestos.

 Antepecho: compuesto básicamente de tableros cerrados o abiertos y también de alguna


andana de balaustres o jarrillas.
 Celosías: varillas de cedro entrecruzadas.

 Balaustres: unidos con arquillos, a veces seguía una faja estrecha de pequeños tableros
sobre la que se asentaban los canecillos entablados que recibían la torta de barro de la
cubierta.

ESTRUCTURA
La plataforma del balcón era similar a la de los corredores y se formaba por cuartoncillos
salientes del muro, a veces sobre canecillos, que soportaban una viga sobre la que se
asentaban los soportes verticales de la cubierta. La estructura básica del balcón limeño se
mantuvo invariable a pesar de su evolución. El panel externo recubría la armadura
estructural con el ensamblaje de trabajos de carpintería propios de la arquitectura virreinal.

CONSERVACION

Entre los años 1996 y 1998 la Municipalidad Metropolitana de Lima promovió un singular
programa, dentro del Plan de Recuperación del Centro histórico de Lima, para recuperar y devolver
a su estado original estos valiosos componentes de la escena urbana. Este programa consistió en
invitar a diversas instituciones públicas y privadas a "adoptar" un balcón, de modo que asuman la
inversión que significaría su restauración. El monto global de la inversión llegó en dicho período a
los 800.000 dólares.1

NOTAS
Beingolea, Anuario de la Arquitectura Peruana 1998, pág. 46.
BIBLIOGRAFIA
 Beingolea Del Carpio, José Luis (1999). Anuario de la Arquitectura Peruana 1998. Lima: DE
editores.
 San Cristóbal Sebastián, Antonio (2003). La casa virreinal limeña de 1570 a 1687, Tomo II. Lima:
Fondo Editorial del Congreso del Perú. ISBN 9972-755-92-4.

Luego de de la fundación de Lima, en lo que se conoce como el Damero de Pizarro destacaban


balcones exquisitamente elaborados y cubiertos por celosías. Por esta característica, Lima es
considerada por estudiosos del arte, como una ciudad con un toque morisco, debido a que estos
balcones cargan consigo una fuerte influencia mudéjar, triada por algunos de los colonos
considerados “nuevos conversos” que mantenían la fe y cultura islámica.

Estos balcones forman parte del paisaje urbanístico de Lima, desde los primeros años de la
conquista. En aquella época, mas allá de ser artísticos ornamentos, ofrecían el espacio para
instalarse para reposar y poder observar discretamente el ir y venir de la ciudad. Y de la misma
manera permitió a la mujer limeña, observar sin ser vista e inspirar los más alocados romances, que
como escribiera Ricardo Palma, nuestro ilustre tradicionista, eran “capaces de tentar al mismísimo
general de los padres belethmitas”.

Entre los tipos de balcones mas destacados se pueden citar; Balcón abierto, que solo cuenta con
una baranda sobre la plataforma y está descubierto; Balcón raso que no sobresale de los muros de
la fachada, no tiene plataforma y la baranda no sobresale de la estructura; Balcón de cajón, es una
variación externa de los corredores volados de madera de los patios limeños, pero este está cubierto
por las discretas celosías.

Se pueden considerar como los principales balcones de la ciudad a los de la Plaza Santo Domingo,
el de la Casa del Oidor es más antiguo de Lima, están también los balcones del Palacio Arzobispal,
la Casa de Osambela y los del Palacio Torre Tagle. Los Balcones de Lima son para Lima y sus
ciudadanos un sello emblemático cargado de historia, belleza y orgullo.

LOS BALCONES DE LIMA


Los Balcones de Lima son para los limeños lo que la Torre Eiffel
es para París (Francia), o La Estatua de La Libertad para New
York (EE.UU), o los leones de Trafalgar Square para Londres : Un
sello característico cargado de una importante unicidad.

Los balcones constituyen el paisaje urbanístico de Lima, desde los primeros años
cuando los conquistadores españoles llegaron a estas tierras, en el siglo XVI. En ese
entonces, estos elementos artísticos eran amplios, tanto que se podía colocar una silla
atravesada; había lugar para sentarse o estar de pie y atisbar a través de la discreta
celosía. Años después de la fundación de Lima, en el Damero de Pizarro resaltaban los
típicos balcones limeños, cerrados y con celosías, también llamados “de cajón”. Es así
como Lima es considerada por muchos estudiosos del arte una ciudad de sello morisco,
pues fue diseñada a la andaluza y, por tanto, llegaron fuertes influencias mudéjares.

En el siglo XVI los balcones se tallaron en madera fina, siempre en el segundo piso, y
delineaban la perspectiva de las calles limeñas. En el siglo XVII se dividían comúnmente
en cuatro partes: el apoyo o cuerpo inferior, un friso calado y bajo, los tableros o
recuadros tallados y las celosías coronadas por una cornisa. La profusión de estos
monumentos fue tal que el padre Antonio de la Calancha, autor de las Crónicas
moralizadoras, exclamó: “Son tantos y tan largos que parecen calles en el aire”.

En la primera mitad del siglo XVIII, los balcones tienen, por lo general, en el centro de
su parte inferior recuadros curvos que con frecuencia terminaban en un friso entre dos
fajas de pequeños paneles. Durante los años previos a la República, el balcón adopta
un estilo clásico, con pilastrillas corintias o jónicas entre las ventanas.

El aumento de la población capitalina, a mediados del siglo pasado, produjo la


ocupación de nuevos espacios urbanos y la tugurización de viviendas del Centro
Histórico, situación que aceleró el deterioro estructural y ornamental de los clásicos
balcones.

Entre los principales balcones de estilo republicano se pueden mencionar los de la Plaza
Santo Domingo. En la Casa del Oidor se aprecia el balcón más antiguo que se conserva
en Lima. Y el del Palacio Arzobispal es un ejemplo del típico balcón cerrado.

CALLES EN EL AIRE
El paso corrosivo del tiempo y la desidia ciudadana, entre otras razones, determinaron que los balcones limeños perdieran su
antiguo esplendor. En 1997 la Municipalidad de Lima Metropolitana, por intermedio de ProLima, impulsó el programa Adopte un
balcón, iniciativa muy bien recibida en su dos primeras etapas. Debido a motivos de diversa índole, el programa se paralizó. Sin
embargo, con nuevos aires en el panorama, la comuna limeña retomará la tarea de devolver al paisaje urbano uno de los símbolos
arquitectónicos más emblemáticos de la Lima de ayer.
Balcones de estilo republicano en la Plaza Santo Domingo (a); Casa del Oidor, con el balcón más antiguo que se conserva en Lima (b); típico
balcón cerrado del Palacio Arzobispal (c); y casa Courret (d); Palacio Torre Tagle (e).

AL PASAR DE LOS AÑOS

Aunque en cada época de nuestra historia variaron ligeramente su decoración y estilo, los balcones limeños conservan aún su
encanto.
Son, pese al tiempo transcurrido, el elemento vital e irremplazable de la arquitectura urbana. En el siglo XVI ya adornaban
graciosamente el segundo piso de esas casas limeñas con paredones de adobe.
Entonces, los balcones –que estaban al ras de la fachada– tenían pequeños balaustres o caladas con entrepaños y tableros
horadados. Esta variante fue la que más se difundió en las colonias españolas y era conocida como ajímez.
Un siglo después –XVI– los balcones se tallaron en madera fina, siempre en el segundo piso, y delineaban la perspectiva de las
calles limeñas.
En el siglo XVII se dividían comúnmente en cuatro partes: el apoyo o cuerpo inferior, formado por canes o ménsulas llanas o
labradas; un friso calado y bajo; los tableros o recuadros tallados o en casetones; y las celosías y la sobreluz de pequeños balaustres
torneados coronados por una cornisa.
La profusión de estos monumentos fue tal que el padre Antonio de la Calancha, autor de las Crónicas moralizadoras, exclamó: “Son
tantos y tan largos que parecen calles en el aire”.
En la primera mitad del siglo XVIII, los balcones tienen, por lo general, en el centro de su parte inferior recuadros curvos que con
frecuencia terminaban en un friso entre dos fajas de pequeños paneles.
Debido a la importación de estilos franceses, en la plenitud de aquel siglo, los balcones adquieren influencia gala. Así aparecen los
paneles Luis XV, medallones en los campos centrales, guirnaldas con frisos y graciosos vanos ovalados.
Los años previos a la República –fines del siglo XVIII y comienzos del XIX–, el balcón adopta un estilo clásico, con pilastrillas corintias
o jónicas entre las ventanas.

Ora mirando a la calle, ora mirando al patio, los balcones constituyen el paisaje urbanístico de Lima, acaso desde los primeros años
cuando los conquistadores españoles sentaron sus reales en estas tierras del Señor.
El historiador Jorge Fiol dice en su libro El balcón limeño que en 1555 esta “Tres Veces Coronada Villa” ya tenía casas de dos pisos
con balcones, que sobresalían de la pared “una media vara”.
Estos elementos artísticos, entonces, eran amplios, “tanto que se podía colocar una silla atravesada; había lugar para sentarse o
estar de pie y atisbar a través de la discreta celosía”.
Y es en este reducido espacio donde la mujer limeña –quien sin ser vista miraba– inspiró los más arrebatadores amoríos, según
Ricardo Palma, “con un palmito y un donaire y un aquel capaces de tentar al mismísimo general de los padres belethmitas”.
Tesoros “colgados”. Las artes y costumbres hispanas fueron adoptadas en estas tierras desde aquella mañana del 18 de enero de
1535, cuando Pizarro fundó la ciudad sobre el trazo del Damero, que encargó a uno de sus escribanos.
En ese ajedrezado y geométrico plano, los conquistadores levantaron sus residencias con referencias de arte mudéjar, gótico y
renacentista.
Años después en esas construcciones resaltarían los típicos balcones limeños –cerrados y con celosías, también llamados “de
cajón”–, lugares propicios para la intimidad, la tertulia, el goce del fresco mañanero o de las plateadas noches de Luna.
El clima suave y sin lluvia de Lima –tan parecido al de Egipto y otras regiones africanas– fue propicio para que sus nuevos
habitantes, venidos de allende los mares, edificaran estas hermosas joyas arquitectónicas como en El Cairo, Damasco, Tenerife o las
Islas Canarias.

Adopción oportuna
Así, en diferentes épocas y durante tres siglos, en esta ciudad se construyeron y reconstruyeron balcones, algunos de los cuales han
sobrevivido hasta nuestros días.
El aumento de la población capitalina, en los pasados 60 años, produjo la ocupación de nuevos espacios urbanos, así como la
tugurización de viviendas en la jurisdicción del Centro Histórico.
En este nuevo contexto social, el uso clásico de los balcones se distorsionó a tal punto que eran utilizados como baños o depósitos,
situación que aceleró su deterioro estructural y ornamental.
Por estas razones, con el propósito de recuperar estos elementos arquitectónicos del pasado, el municipio limeño –a través del
Programa Municipal de Recuperación del Centro Histórico de Lima (ProLima)– lanzó en 1997 la campaña Adopte un balcón.
La mencionada campaña estuvo destinada a sensibilizar a la comunidad y convocar su participación en la tarea de recuperar estas
piezas que, en gran cantidad, aún se mantienen en las casas antiguas.
En total, ProLima identificó 320 balcones en mal estado (gran parte en peligro de desaparecer), de los cuales preparó un diagnóstico
y un proyecto de recuperación.
La acogida del programa fue positiva. Decenas de instituciones, empresas y vecinos respondieron a la convocatoria y colaboraron
económicamente.
El arquitecto Raúl Zamalloa, director de Recuperación Inmobiliaria de ProLima, manifiesta que desde entonces se recuperaron 75
balcones con una inversión cercana al millón de dólares.

Balcones huérfanos. Esta recuperación se realizó en dos etapas –desde fines de 1997 a 1999–, de las cuales se
rehabilitaron 50 balcones en la primera y 24 en la segunda. “El 2000 sólo recuperamos un balcón”, agrega Zamalloa.
Los graves problemas económicos y políticos (léase recesión e ingobernabilidad), vividos en el último año, detuvo la recuperación.
Zamalloa afirma que hay 245 balcones “huérfanos” a la espera de benefactores, los cuales, de no ser intervenidos a tiempo, corren el
peligro de desaparecer.
“Existe el caso, incluso, que muchos de los ya restaurados no tienen el mantenimiento adecuado”, añade el funcionario de ProLima.
Esto es –afirma Zamalloa– porque los propietarios de los inmuebles no cumplen con su parte en el “acta de compromiso”.
En dicha acta la municipalidad, como promotora de la campaña, se encarga de la mano de obra y de los materiales de refacción, el
benefactor otorga el dinero, mientras que el propietario asume la responsabilidad de mantenimiento y cuidado del balcón.

Reactivación en marcha.
Sin embargo, Zamalloa afirma que en el presente año la campaña Adopte un balcón se retomará con fuerza. “Existe el ofrecimiento
de instituciones públicas y privadas para recuperar más balcones”, agrega.
Es más que seguro que, a propósito del aniversario de la ciudad, el alcalde Alberto Andrade haga anuncios importantes al respecto.
La tarea de seguir con la recuperación de los símbolos urbanos más preclaros de Lima (no por algo se le conoce como La ciudad de
los balcones) es indesmayable.

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