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Apuntes sobre pobreza, cultura y políticas sociales en el uruguay actual.

La etnologización de los pobres 89

Apuntes sobre pobreza, cultura y políticas sociales


en el Uruguay actual. La etnologización de los
pobres

Marina Pintos García*1

La Reforma Social (CNPS, 2011) y la Estrategia por la Vida y la Convivencia (Presidencia


de la ROU, 2012) que constituyen la orientación política y teórica de las políticas públicas asis-
tenciales y punitivas del Uruguay en el período 2010-2015, y que se presentan como sucesoras
de estrategias ya definidas en el primer gobierno de la coalición de izquierda (2005-2010), seña-
lan que nos encontramos ante una “subcultura de la pobreza”, en vista de la cual estas políticas
deben ofrecer respuestas. A través de la lectura de documentos que orientan la acción política
y técnica en ambos escenarios, el texto reflexiona sobre la etnologización de la pobreza en las
políticas sociales, a saber, la tendencia a concebir a los pobres como pertenecientes a una “cul-
tura diferente”, recurso que supone la confusión entre desigualdad socioeconómica y diversidad
cultural e implica respuestas públicas aparentemente contradictorias en la articulación de las
políticas asistenciales y punitivas. Se abordan algunos efectos posibles de este expediente, en
Uruguay, desde el inicio del gobierno de la coalición de izquierda (2005 a 2014).
Se plantea que la etnologización de la pobreza implica distintas formas de individualizar
a grupos sociales afectados por la desigualdad social en tanto que “culturalmente” diferentes,
que oculta relaciones de violencia estructural, que debilita perspectivas sistémicas de protec-
ción social y que despoja a los fenómenos de su naturaleza política.
Palabras clave: pobreza, cultura, desigualdad social, diversidad cultural, políticas sociales

Introducción Los vecinos del espacio libre ubica-


En agosto de 2013 la Junta Departamen- do sobre Pedro Trápani, entre Bayona
tal de Montevideo votó la desafectación de un y Comandiyú […] concurrieron ayer al
“espacio verde”, para realojar a dieciséis fa- Plenario de la Junta Departamental a
milias provenientes del asentamiento Las Du- presenciar lo que sabían era “una muer-
ranas. La situación generó el enfrentamiento te anunciada”. El barrio no quiere que
entre ediles y vecinos. El diario El País reco- parte del asentamiento Las Duranas sea
ge el episodio: realojado en ese espacio verde. Y el FA
sostiene que las viviendas que allí se ins-

* Estudiante del Diploma de Especialización en Políticas Sociales del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de
Ciencias Sociales de la UDELAR. Licenciada en Ciencias Antropológicas por la Facultad de Humanidades y Ciencias de
la Educación de la UDELAR. correo electrónico: marinaxpintos@gmail.com
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talarán forman parte de la “integración” tural, que determinaría buena parte de sus
que debe darse en la sociedad. […] prácticas (Fraiman y Rossal, 2011a). Se trata
El edil Pablo González fue blanco de la de una exotización de los pobres, producida
mayoría de las críticas de los vecinos. por una culturización de la pobreza: es decir,
“Yo estaba haciendo uso de la palabra no se trata ya de una naturalización de las di-
cuando se pararon y empezaron a agre- ferencias; las diferencias no se sitúan ya en
dirme verbalmente. Simplemente hablé la naturaleza, sino en la cultura, pero no por
de la integración social y de que muchas ello pasan a comprenderse mejor, no por ello
veces se hablaba de la pobreza asociada dejan de constituir unas identidades o unida-
con la delincuencia. […]. Expliqué que des esenciales, sustanciales o fijas, no por ello
yo viví en un rancho de lata y cartón y pasan a ser permeables sus fronteras.
que no me consideraba de otra cultura El tema es importante porque este expe-
por haber estado en esa situación de po- diente que sirve para etnologizar a los pobres
breza” (López, 2013) [La cursiva es mía] genera un desplazamiento del problema y por
La nota es significativa, en primer lugar, tanto, de las respuestas públicas asociadas
porque representa una actitud conservadora a la pobreza. Esta situación implica el ocul-
de la sociedad uruguaya que tiene como te- tamiento de las relaciones de desigualdad
lón de fondo el tema de la inseguridad y que estructural, en nombre de la atención a los
puede entenderse como parte de una matriz aspectos subjetivos de los pobres, de la nece-
de interpretación predominante sobre las ma- sidad de intervenciones que elaboren “trajes a
nifestaciones de la violencia y la criminali- medida” de sus necesidades, y de la demanda
dad. En segundo lugar, porque actualiza un de intervenciones “territoriales”, orientadas a
expediente común en las políticas públicas: fortalecer presuntas identidades locales o co-
el recurso a la etnologización de la pobreza, munitarias, herederas de la matriz neoliberal.
es decir, la tendencia a concebir a los pobres El artículo plantea la reflexión sobre al-
como pertenecientes a una cultura diferente. gunas variantes de la etnologización de la po-
El tema se vincula con la antropología no breza, sus efectos de sentido y de realidad en
tanto porque cada vez más se integran antro- las políticas sociales en Uruguay, desde el ini-
pólogos a los llamados “técnicos sociales”, cio del gobierno de la coalición de izquierda
sino porque remite a los usos de la noción de (2005 a 2014). Para ello aborda algunos dis-
cultura y porque descubre campos problemá- cursos que aparecen instalados en ámbitos de
ticos comunes de la disciplina: el enfrenta- definición, coordinación e implementación de
miento entre el etnocentrismo y el relativis- políticas sociales desde el año 2005, a partir
mo cultural; la relación de la antropología de la lectura de documentos institucionales.
con la “mitología blanca” (Derrida, 1971), la Constituye un avance de la monografía
proyección equívoca en la que concurren las del Diploma de Especialización en Políti-
ciencias sociales desde la visión etnocéntrica cas Sociales, Facultad de Ciencias Sociales,
del hombre occidental de clase media; y las Universidad de la República. Procura llamar
críticas al multiculturalismo – la ideología del la atención sobre los efectos perniciosos de
capitalismo global -, con sus usos de la diver- algunos usos de la noción de cultura y con-
sidad cultural, el énfasis en las trayectorias tribuir al diálogo entre la antropología, el tra-
individuales y la reivindicación de particula- bajo social y las políticas públicas, a través
rismos. de la identificación de campos problemáticos
El recurso a la etnologización de la po- comunes.
breza deriva de una confusión entre desigual- La estrategia metodológica supuso la
dad socioeconómica y diversidad cultural e lectura de documentos elaborados por el Mi-
implica considerar a los pobres como porta- nisterio de Desarrollo Social (MIDES) – pu-
dores de una alteridad radical, de orden cul- blicaciones, informes de evaluación, términos
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de referencia – y documentos producidos en hay que entender por culturas diferentes? La


otros ámbitos de elaboración, ejecución y idea de “diversidad” está indefectiblemente
seguimiento de las políticas sociales en Uru- asociada a una noción de cultura como el con-
guay en el período considerado: entre ellos, junto de “rasgos distintivos” de un grupo so-
la Reforma Social (CNPS, 2011), el Plan Sie- cial determinado (Unesco, 2001). Pero, como
te Zonas (Ministerio del Interior & MIDES, advierte Lévi-Strauss (1999: 38-40), más que
2013) y la Estrategia por la Vida y la Convi- el producto de la continuidad de una serie de
vencia (Presidencia de la ROU, 2012). rasgos propios, esa diversidad es el resultan-
El trabajo es tributario de las contribu- te de los contactos directos e indirectos entre
ciones de Bourdieu y Wacquant (1995) a sociedades.
la comprensión de la violencia simbólica, La actitud más antigua consiste en re-
noción que atraviesa todo el texto. En rela- pudiar las formas culturales más alejadas de
ción con la confusión entre las nociones de aquellas con las que nos identificamos. Los
diferencia (cultural) y desigualdad (socioe- otros se veían representados como grupo
conómica) remitimos a la distinción que ha- indiferenciado, marcado por su diferencia
cen Fraser (2000) y Fraser y Honneth (2006) respecto a nosotros, diferencia que siempre
entre políticas de reconocimiento y políticas jugaba en contra suya (eran supersticiosos,
redistributivas, como correlato del orden de perezosos, promiscuos, no controlaban sus
status y la desigualdad de clase weberianos, emociones). Así confundía la Antigüedad
respectivamente, sin dejar de considerar las todo lo que no participaba de la cultura griega
advertencias de Wacquant (2013) sobre la con el nombre de bárbaro y, más adelante, la
falsa oposición entre clase y etnicidad, opo- civilización occidental con el término salva-
sición que busca garantizar sea a la cuestión je. “En ambos casos rechazamos admitir el
social, sea a la cuestión racial, la preferencia mismo hecho de la diversidad cultural. Prefe-
analítica y la prioridad política. rimos expulsar de la cultura a la naturaleza”
El desafío en este sentido no es sopesar la (Lévi-Strauss, 1999: 40) Pero – sigue Lévi-
atención a la reducción de las desigualdades Strauss – “el bárbaro, en primer lugar, es el
sociales en relación con la lucha en nombre hombre que cree en la barbarie” (íbid)
de las diferencias culturales (sabemos que En lo que respecta a la noción de cultura,
diversidad cultural y desigualdad social van más que retomar algunas de las distintas defi-
de la mano y que, evidentemente, existen “as- niciones conocidas1, remitimos al trabajo de
pectos culturales” en la reproducción de la Kuper (2001), que muestra que las mayores
pobreza), sino preguntarnos en qué medida y dificultades en torno a los usos de la cultu-
de qué forma, en consonancia con los reza- ra se encuentran no tanto cuando se la quiere
gos institucionales (y disciplinares) de la vie- describir o explicar, sino cuando la cultura se
ja matriz neoliberal, ciertas políticas acaban constituye ella misma en el origen o fuente de
configurando (y subjetivando) desde lejos y las explicaciones.2 Entendemos, además, que
desde afuera, “otros culturales” allí donde no
los hay. 1 En 1952, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn compilaron
una lista de más de ciento cincuenta definiciones de
cultura en Culture: a critical review of concepts and
definitions (Kroeber & Kluckhohn 1978). En 1871, Ed-
1. La cultura como problema ward B. Tylor en Primitive Culture, realiza una de las
definiciones más ampliamente aceptadas de la cultura,
como el “todo complejo que incluye el conocimiento, las
“Los hombres han elaborado culturas di- creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y
ferentes en función de la lejanía geográfica, cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por
de las propiedades particulares del medio y el hombre”. (Tylor 1995:29)
de la ignorancia que tenían del resto de la hu- 2 Es interesante considerar la situación de Kuper
manidad” (Lévi-Strauss, 1999: 60). Pero ¿qué en relación al tema, en ocasión de los abusos
de la teoría de la cultura en Sudáfrica, donde
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el problema que nos concierne no es tanto la general por todos los casos de psicopatología
definición de la cultura, sino la idea de una (Lewis 1982).
cultura, que es siempre relacional. La delimi- Sin duda, estos rasgos no son más que
tación de una cultura no puede establecerse efectos, respuestas o “soluciones” a proble-
sino en función de las propiedades que se atri- mas que el Estado, la familia, el mercado y
buyen a sus factores internos (que para el an- la comunidad no han resuelto. Siguiendo a
tropólogo son de origen social) y que resultan Wacquant (2010), se trata de verdaderas re-
de las particularidades que, desde el punto de acciones socio(lógicas) a las violencias es-
vista de la prospección, presenta en relación tructurales que han sufrido, en el marco de
con otras culturas. carencias económicas, familiares, sociales y
Fue Oscar Lewis el que, desde la antro- afectivas, aunque la idea de una “cultura de la
pología, describió la “cultura de la pobreza”. pobreza” con frecuencia es reeditada a pesar
En 1966 publicó The Culture of Povery, ha- de sus críticas (por ej. Golovanevsky, 2004;
biendo estudiado familias pobres en las ciu- Midré, 2008).
dades de México, Nueva York y Lima (1961- En Uruguay, en el marco de las políticas
1966). La noción fue criticada duramente por sociales, los técnicos apelan al acompaña-
intelectuales de izquierda de Estados Unidos miento familiar y a la proximidad para abor-
porque estigmatizaba y responsabilizaba a los dar los aspectos subjetivos y culturales de los
pobres de su pobreza, facilitaba el abandono pobres; los políticos insisten en la necesidad
de la atención a la explotación económica, las de un cambio cultural para resolver los pro-
diferencias de clase y la desigualdad estruc- blemas de la pobreza, las drogas, los deli-
tural y promovía un cambio cultural entre los tos, la seguridad y la violencia. Se alude a la
pobres, al ideal de los blancos de clases me- “cultura de la participación” y la “cultura del
dias (Valentine, 1970). consumo”, así como a “culturas callejeras” en
Los rasgos económicos característicos México (Indesol, 2010), a una “cultura de la
de la “cultura de la pobreza” incluían la lucha cronicidad” (Wolch et al., 1988, apud Ciapes-
constante por la supervivencia, el subempleo soni, 2013:15) o “cultura de la calle” (Am-
o la alternancia de períodos de desocupación ster, 2011; Hopper, 2003; Ravenhill, 2008;
y subocupación, bajos salarios, ocupación en Snow & Anderson, 1993; apud Ciapessoni,
tareas no calificadas, trabajo infantil, falta de 2014). Algunos programas quieren resolver
ahorros, escasez crónica de dinero, empeño la segmentación territorial con intervenciones
de objetos personales, compras pequeñas y tendientes a la promoción de la “cultura” y
diarias, pedido de préstamos a prestamistas la memoria local (Uruguay Integra, 2010);
locales, etc. También asume la existencia de los técnicos hablan del “choque de culturas”
unos rasgos “sociales y psicológicos”, tales en la relación del agente comunitario con los
como vivir en barrios de gran densidad de usuarios de los programas orientados a fami-
población, falta de intimidad, espíritu de gre- lias vulnerables (CIESU, 2010: 129) y de las
garismo, alcoholismo, recurso a la violencia “serias barreras culturales” que impiden a los
como medio para solucionar las disputas, cas- más pobres “aprovechar la estructura de opor-
tigos corporales a los niños, violencia contra tunidades” y comprender las ofertas públicas
las mujeres, iniciación precoz en la sexua- existentes (íbid: 136).
lidad, frecuente abandono de mujer e hijos, Con el telón de fondo que ofrece la dificul-
predisposición hacia el autoritarismo, creen- tad para pensar lo extremadamente fuera del
cia en la superioridad masculina, preferencia común (Gatti, 2011), señalemos que nuestro
por el presente; y por último, una tolerancia país, y fundamentalmente Montevideo (donde
la pobreza se concentra con más dureza), no se
un argumento benigno en América podría caracteriza por una diversidad cultural signifi-
haberse convertido en una desesperada justi- cativa. Como señalan Fraiman y Rossal:
ficación del apartheid (Kuper, 2001: 13-14).
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No es la nuestra una ciudad multiétnica 2. Pobreza, cultura y mano izquierda


ni se caracteriza por la existencia de una
gran diversidad cultural, tampoco es fá- En Uruguay, las trayectorias políticas,
cil advertir comunidades fuertemente di- económicas y sociales que se desarrollaron
ferenciadas, aunque existen sí grupos de desde la salida de la dictadura militar hacia
estatus y sectores sociales diversos, con mediados de los años ochenta tuvieron, como
una adhesión diferenciada a moralidades en otros países de la región, una impronta
a veces divergentes. […] en relación a un neoliberal, productora de una mirada que per-
canon que emana de los dispositivos es- siste todavía hoy en las políticas sociales4. La
tatales (Fraiman y Rossal, 2011a: 29-30). intensa recesión económica de los años seten-
Podemos asociar esos usos de la cultu- ta y ochenta configuró un escenario favora-
ra con los cambios en las formas de concebir ble a nivel regional para el desarrollo de una
la llamada “cuestión social”, en un país que reestructuración capitalista, con ampliación
sigue buscando construir el lugar común de de bienes y servicios mercantilizados y aban-
la “clase media generalizada” (Gatti, 2011). dono de las orientaciones que estructuraron
La crisis que conoció Uruguay entre 1999 el modelo de regulación social de bienestar.
y 2003 acaba configurando una matriz dife- Si bien el país se caracterizó por una fuerte
rente de sociedad, marcada por la fragmenta- presión social ejercida sobre todo por el actor
ción social (De Armas, 2005). Le siguen diez sindical (PIT-CNT), con el apoyo del Frente
años de crecimiento económico, durante los Amplio y otros actores, que lograron impe-
gobiernos de izquierda, con ampliación del dir una serie de privatizaciones de empresas
Estado y expansión de las políticas sociales, públicas, el nuevo paradigma de bienestar so-
pero marcados por la escisión entre una po- cial se caracterizó por una reducción de las
blación de ciudadanos de clases medias y otra funciones del Estado y por la formulación
que había quedado radicalmente fuera. “Es de de políticas sociales residuales, sustentadas
tal calibre esa escisión – señala Gatti (2011: en la privatización de servicios sociales, en
14) - que para los que quedaron fuera no sirve la tercerización de acciones y recursos, en la
la categoría de pobres”. Con la expansión de descentralización de la gestión y administra-
las nuevas formas de actuar sobre la pobreza ción de los programas sociales, y en la partici-
(conceptos de vulnerabilidad y exclusión, en- pación de organizaciones de la sociedad civil
foque de capacidades, etc.) se expande la idea en la provisión del bienestar, como socias del
de una “otra pobreza”, una pobreza cuyas Estado. En materia de política económica, la
estructuras distan de estar plenamente dilu- orientación fue a la búsqueda de equilibrios
cidadas, aunque comparte las características macroeconómicos, con políticas ortodoxas de
de masividad, cronicidad o condición extre- reducción y ajuste del gasto público, acom-
ma en ciertos grupos de población, la preca- pañadas de una gran apertura de la economía,
rización e informalidad de las condiciones de y procesos de desregulación y liberalización
trabajo, la acumulación de múltiples priva- del mercado interno. En las políticas socia-
ciones en los mismos hogares y su visibilidad les, los efectos fueron la focalización en los
pública, visibilidad que se asocia sin embargo sectores más vulnerables y la casi ausencia de
a la segregación territorial y la marginalidad políticas de ampliación de derechos sociales
urbana.3 universales (Narbondo, 2013).

4 Se entiende por Estado neoliberal, aquel cuya “lógica


de acción dominante tiene por objetivo central y orde-
3 Cuando nos referimos a “otra pobreza” no hacemos re- nador contribuir a construir y garantizar un orden políti-
ferencia necesariamente a los “nuevos pobres” o a las co, económico, social y jurídico que permita garantizar
características de nuevos grupos empobrecidos , en re- y fomentar – tanto en el sector privado como en el sector
lación con la “pobreza estructural”, con la que Kessler y público – la mayor ampliación posible de los bienes y
Di Virgilio(2008) comparan la “nueva pobreza”. servicios mercantilizados […]” (Narbondo, 2013: 3).
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La crisis económica que sufrió Uruguay pobreza extrema, red que incluye a los pro-
en los años 2001 y 2002 implicó la alteración gramas Cercanías, Jóvenes en Red, Uruguay
del modelo dominante en la década del no- Crece Contigo y el Plan Siete Zonas, éste úl-
venta, con consecuencias sociales graves en timo, con la orientación política de la Estrate-
materia de pobreza, desempleo y segmenta- gia por la Vida y la Convivencia.
ción territorial, coyuntura que sienta las ba- Las políticas públicas activas concernie-
ses del triunfo electoral del Frente Amplio en ron a la acción sobre los salarios y las jubila-
2004. Los veinte años transcurridos desde el ciones, el mercado de trabajo, y las políticas
inicio de la transición democrática en 1985, de acceso a los “servicios sociales”, sobre
hasta este triunfo, marcan cambios radicales la base de concebir la política social focali-
en la historia política uruguaya: el programa zada e “integral” como un medio para acce-
del Frente Amplio se presentaba como una der a prestaciones universales y con el afán
alternativa en el marco del capitalismo al mo- de conjugar intervenciones socioeducativas,
delo de economía y de Estado neoliberal y promocionales o de apoyo psicosocial (acom-
planteaba impulsar un sistema de bienestar de pañamiento familiar o individual, talleres
tipo universalista5. grupales, etc.) con transferencias monetarias
La creación del MIDES significó un o prestaciones “materiales” (Asignaciones
cambio importante en la configuración insti- Familiares o Tarjeta Uruguay Social), que den
tucional de las responsabilidades de protec- cuenta de la “complejidad” de la pobreza.
ción social, ya que pasó a coordinar el con- Por otra parte, a pesar de la ampliación
junto de prestaciones sociales estatales, en de la acción del Estado y aunque la Reforma
un contexto de alta dispersión (Amarante & concibe la acción focalizada en su función de
Vigorito, 2012). Se respondió exitosamente facilitar el acceso a prestaciones de carácter
a la emergencia social resultante de la crisis permanente y universal, no ha resultado fácil
con políticas transitorias de transferencia mo- “tender puentes” hacia la universalización ni
netaria focalizada a través del Plan Nacional superar la construcción de soportes transito-
de Emergencia Social (PANES) y, una vez rios para el accionar de los servicios sociales.
resueltos los problemas más graves se pasó a En esta línea, se han identificado algunos cam-
un sistema de carácter permanente - Plan de pos problemáticos, en relación con tendencias
Equidad, 2007 (CNCPS, 2008) -, en el que las que avanzan en las políticas asistenciales lati-
políticas focalizadas debían articularse y dar noamericanas, a saber: la individualización
acceso a prestaciones universales. de lo social (Castel, 2010, Ortega y Vecinday,
La Reforma Social (CNPS, 2011), fi- 2010), con el correlato de ocultamiento de los
nalmente, constituye el marco conceptual de factores estructurales6; una concepción equív-
las políticas sociales en la etapa 2011-2015. oca del territorio como potencialmente inte-
Establece la intención expresa de avanzar en grador, a pesar de la segmentación residencial
la construcción de una nueva matriz de pro- que actúa como resultado de la concentración
tección social, implicando reformas estructu- geográfica de la pobreza; y la creciente de-
rales de carácter universal y la consolidación satención a las condiciones materiales de
del proceso de construcción de una red de existencia de los pobres, recurso que genera
asistencia e integración social – de naturale- también la “desmaterialización” de las respu-
za no contributiva – como sistema de accio-
nes focalizadas en situaciones de pobreza y 6 Castel (2006) alude a la pérdida de soportes colectivos
del individuo en la sociedad salarial, que ahora debe
5 Midaglia y Antía (2007) identifican en el gobierno que hacerse responsable de sus propios riesgos. Siguiendo
se inicia en 2005 tres tipos de orientaciones políticas en a Fitoussi y Rosanvallon (1997: 37), si es innegable que
relación a la reformulación del sistema de bienestar uru- la individualización fue en parte una historia de eman-
guayo: restauradora (Consejos de Salarios), innovadora cipación, la libertad y la responsabilidad se convierten
(Plan Nacional de Emergencia Social, Plan de Equidad, en pesados imperativos que acaban por hundirnos en un
Salud y Reforma Tributaria) y de manejo cauteloso (se- double bind, una forma de vínculo contradictorio con las
guridad Social y educación Pública). personas y las cosas.
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estas públicas a partir de la minimización del de ascenso social no le llegan o dejaron


factor económico y un desplazamiento de la de operar, primando las estrategias de so-
atención hacia los aspectos subjetivos de los brevivencia en la pobreza (CNPS, 2011:
pobres (Baráibar, 2011: 39-43) 7. 13). [El subrayado es mío]
Este recurso a la (sub)culturización de
los pobres radicaliza y devalúa la concep-
3. La etnologización por izquierda ción de la “cultura de la pobreza” de Lewis.
Es coherente con la tendencia de las políticas
La Reforma Social, cuando alude a la asistenciales a desplazar la atención desde
pobreza, supone que nos encontramos ante las causas de la pobreza hacia las conductas
un “fenómeno distinto y nuevo” que debe ser de los pobres y, en consecuencia, a proponer
abordado con políticas específicas: intervenciones sociales focalizadas en estos
La pobreza presenta en nuestro país algu- sectores. Así por ejemplo, el acompañamien-
nas características relevantes, algunas de to familiar y las “estrategias de proximidad”,
larga data y otras que se han hecho más con lo que se alude al trabajo de los técnicos
remarcables luego de las transformacio- en los domicilios de los usuarios, son inter-
nes ocurridas en los años noventa: los venciones personalizadas, en las que el nú-
hogares pobres son por lo general más cleo de intervención es el operador social.
numerosos, y lo son cuánto más extrema Procuran adaptarse a una multidimensiona-
es la pobreza; los niños, niñas y adoles- lidad de situaciones de exclusión y se basan
centes están sobrerrepresentados en estos en una serie de acuerdos entre el técnico y el
hogares; las personas adultas poseen bajo usuario con el fin de que éste retome el poder
nivel educativo; los perceptores de ingre- sobre su propia vida, defienda sus derechos y
sos del hogar son proporcionalmente me- logre emanciparse de una situación de aliena-
nos que en los hogares no pobres, y esto ción (Pérez, 2014). Tanto el acompañamiento
se agudiza en la pobreza extrema; los tra- familiar como la técnica de mediación de con-
bajadores del hogar tienen una inserción flictos, empleada en el marco de las llamadas
precaria o informal en el mercado de tra- “perspectivas sistémicas” o vinculares para
bajo; residen en las periferias urbanas, en la asistencia a los pobres, se ven facilitadas
viviendas con carencias de diverso tipo, por la adopción de modelos de prácticas no
propias y del entorno; y por todo ello se directivas, orientados hacia la comunicación,
trata de una pobreza más homogénea y más que a la búsqueda directa de soluciones.
más débil en sus interacciones con otros Más allá del componente contractual, carac-
sectores sociales. El efecto combinado terístico de los sectores privados, el acompa-
de todas estas dimensiones de la pobreza ñamiento familiar y la mediación consideran
se ha expresado con fuerza creciente en al individuo como “portador de su propia pa-
el territorio y en la conformación de una labra” (Faget, 2012). Ambos se integran en
subcultura de la pobreza, dado que las un proyecto individualista que, cuando pro-
personas perciben que los mecanismos clama la no responsabilización de los pobres,
lo hace en función de posiciones relativistas
7 En un estudio sobre los supuestos implicados en el (¿qué derecho tenemos nosotros de juzgar
diseño, planificación, implementación y evaluación de
cuatro programas sociales, en el marco del convenio como viven ellos?), ocultando cualquier refe-
entre el Departamento de Trabajo Social de la Facultad rencia a los procesos de violencia simbólica
de Ciencias Sociales y el MIDES, Leopold y González
hacen referencia a los problemas de la focalización, la
que nos someten, desde donde se construyen
sobrevaloración de lo local y una tendencia a la “desma- deseos, voluntades o creencias.
terialización de las prestaciones sociales basadas en la La relación entre ese “fenómeno nuevo”
orientación de la palabra técnica, con la consecuente in-
dividualización de los problemas sociales que esta pers- que postula la Reforma y un cierto tipo de po-
pectiva de intervención social supone […]” (Leopold y líticas sociales culturizantes y focalizadas - la
González, 2013: 50-51).
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focalización a veces crea subcomunidades allí 2010). Y, desde luego, el multiculturalismo es


donde no las hay (Lo Vuolo, 1997)- es más o la forma ideal de la ideología del capitalismo
menos clara. El recurso a la culturización de global, esa actitud que -desde una suerte de
la pobreza implica sobre todo una confusión posición global vacía- trata a cada cultura lo-
entre desigualdad socioeconómica y diferen- cal como el colonizador trata al pueblo colo-
cia cultural. La aceptación de una “cultura de nizado: como “nativos”, cuya mayoría debe
la pobreza” plantea entonces un problema a ser estudiada y “respetada” (Žižek, 1998: 22).
sus reediciones: es deseable intentar eliminar Se entiende, con Fraser (2000), que no
la pobreza, pero no sus atributos de “cultura”, todas las políticas de la identidad o del re-
que - como toda “cultura” - hay que respetar conocimiento cultural son igualmente perni-
y preservar. Paradójicamente, además, por vía ciosas. La cultura constituye un terreno de
del relativismo y el particularismo que pro- lucha legítimo, incluso necesario, en el que
mueve, esta versión de la pobreza y sus res- se asienta la injusticia y en el que ésta aparece
puestas, también son variantes de procesos de profundamente imbricada con la desigualdad
individualización de lo social, con la tenden- económica y social.8 Tampoco se trata de
cia a centrar la cuestión del riesgo en compor- conceder prioridad a la clase social por enci-
tamientos asociados a “estilos de vida” de los ma del género o la etnicidad, sino de conocer
pobres: la protección frente a los riesgos no es las consecuencias adversas de las políticas
susceptible de socializarse (Ortega y Vecin- culturizantes y evitar la confusión natura-
day, 2010). Esto constituye precisamente un lizada entre las desigualdades sociales y las
campo problemático común al multicultura- diferencias de orden cultural, atendiendo a la
lismo, a saber, esa “situación” que supone la falsa oposición entre clase y etnia, y evitando
coexistencia de varias culturas en un mismo que la desigualdad venga a concebirse como
espacio territorial y nacional, pero también, efecto superestructural de la desvalorización
y sobre todo, la forma ideal de la ideología cultural de la “identidad” de los pobres.
del capitalismo global (Žižek, 1998). El mul-
ticulturalismo supone que ya nada puede ser
socializado, sino solo narrado (así por ej. a 4. Seguridad, convivencia y mano derecha
las víctimas de violencia doméstica o las per-
sonas en situación de calle solo les queda “na- Como apuntan Fraiman y Rossal (2009:
rrar” su experiencia única, sus “trayectorias 131), hay dos versiones igualmente pernicio-
individuales”). Como muestra Žižek (2004), sas de la pobreza:
el límite de la narrativa multiculturalista pos- Lo que aparece como bastante extendido
moderna es no tener nada que decir. El pro- entre los agentes de la “mano izquierda”
blema fundamental del “derecho a narrar” del Estado es una consideración de la
es que se refiere a la experiencia particular pobreza como productora de una cultu-
única como argumento político: sólo una mu- ra otra. Frente a esta “alteridad cultural”,
jer negra lesbiana puede experimentar y decir frente a esta “cultura otra” se pueden
lo que significa ser una mujer negra lesbiana. distinguir dos posiciones complemen-
Este recurso a la experiencia particular que tarias, equivocadas y de consecuencias
no puede universalizarse es siempre y por negativas para las políticas públicas: a)
definición un gesto político conservador: en Estamos frente a una cultura que encie-
última instancia, todo el mundo puede evocar rra características negativas, una cultura
su experiencia única para justificar los actos problema, si siguiéramos las consecuen-
que realiza (aspecto paradójico, porque junto cias de esto, caeríamos en una posición
con el multiculturalismo, las políticas socia- inconscientemente “etnocida”, fascista; o
les y la sociedad en general con frecuencia b) si entendemos a dicha “cultura” como
tienden a culpabilizar a la víctima (Wacquant,
8 Así también la etnicidad o el género.
Apuntes sobre pobreza, cultura y políticas sociales en el uruguay actual. La etnologización de los pobres 97

una cultura a la que hay que, meramente, La “convivencia ciudadana” pasa a ser “el co-
preservar y respetar, nos encontraremos razón del problema que la sociedad uruguaya
colaborando con la posición conservado- toda (Estado y ciudadanos) debemos enfren-
ra que confunde desigualdad económica tar” (Presidencia de la ROU, 2012: 1). La ex-
con diferencia cultural. plicación de la criminalidad y el delito “por
Mientras la Reforma alude a una pobre- los factores sociales y económicos derivados
za con rasgos de “subcultura”, el Plan Siete del impacto de las políticas neoliberales” se
Zonas, que nace como uno de los puntos de proclama como insuficiente. El “quiebre cul-
la llamada Estrategia por la Vida y la Convi- tural” supone, otra vez, la explicación “por la
vencia, supone que la existencia del “núcleo cultura”: subcultura de la exclusión, cultura
duro” de pobreza -los protagonistas de la frac- de la criminalidad, cultura de la intoleran-
tura social- es la prueba de un problema “de cia.9 La respuesta pública es territorial, una
mayor alcance” que el de la desigualdad: ha “modalidad de intervención urbana integral”
consolidado una “subcultura de la exclusión”, (íbid: 7). No podemos dejar de relacionar este
con expresión territorial, que amerita despla- dispositivo de intervención con el discurso de
zar el problema de la desigualdad al problema la descentralización y la participación local,
de la seguridad ciudadana y la convivencia: que sigue siendo hegemónico en las políticas
Los datos muestran que luego de ocho sociales. Esas políticas apelan a la partici-
años de caída sistemática de la pobreza pación de la “comunidad”, cuyo sujeto es el
y la indigencia en todo el país, el año “vecino”. La “participación comunitaria” es
2012 registra una luz de advertencia: por el resultado de un desplazamiento ilegítimo:
primera vez la pobreza no desciende y la la concepción protestante de la participación
indigencia crece (aunque levemente) en -que domina en el discurso de las agencias
Montevideo. Este ritmo diferencial de trasnacionales que la promueven– se impri-
Montevideo da cuenta de un problema de me en una sociedad marcada por la historia
mayor alcance: en el área metropolitana de una participación política, una sociedad de
se ha consolidado una subcultura de la origen católica y con un proceso de secula-
exclusión que denota fuertes dificultades rización temprano que aunó laicismo a esco-
de incorporarse al mercado de trabajo y larización y ciudadanización. La sustitución
a la educación (Ministerio del Interior & apócrifa implica la confusión de la comuni-
MIDES, 2013). dad con la sociedad, generando la figura del
Las siete zonas en otros lados, estuvo “vecino” como una categoría “nativa”10.
con mayúscula, unificar fueron seleccionadas El Plan también es producto de un giro
a través del análisis de datos georreferencia- individualizador (Vecinday, 2013: 377) en la
dos sobre delitos y pobreza. El Plan implica la explicación del delito: la pobreza y la des-
instalación de un “dispositivo combinado” de igualdad estructural pierden importancia en la
trabajo de la policía comunitaria en los terri- comprensión del problema mientras se desta-
torios, un sistema de patrullaje intensivo y un can las expectativas de consumo, la distorsión
reforzamiento de acciones de investigación de los valores, el consumo de drogas, las nue-
sobre el crimen organizado y tráfico de dro- vas formas de crimen organizado, la violen-
gas, con la intervención de equipos de trabajo cia en los espacios públicos y los niveles de
social, que trabajan en contacto con los jóve- reincidencia. La articulación de las medidas
nes, familias, niños y niñas, madres y emba- asistenciales y punitivas implica el trabajo
razadas (Presidencia de la ROU, 2012b). coordinado de los profesionales de los servi-
La Estrategia, precisamente, inicia su
9 “El problema no es sólo el delito, sino también la cultura
fundamentación con la constatación de que de intolerancia, crispación y violencia cotidiana que ha
estamos ante la emergencia de “la violencia” construido la sociedad uruguaya en los últimos años”
como problema prioritario para la población. (Presidencia de la ROU 2012: 7).
10 Véase al respecto Fraiman y Rossal (2011b:151-167).
98 Marina Pintos García

cios sociales con la institución policial, que orden público y la gobernabilidad. Por
es quien ejerce el monopolio legítimo de la tanto se prioriza la seguridad como norte
fuerza física (Bourdieu, 1997). Y la permea- de la política orientada hacia el discipli-
bilidad de las fronteras entre las formas de namiento de los pobres. Como contra-
violencia física y simbólica es un riesgo in- partida, se plantea una integración social
manente a este tipo de propuestas articuladas vía mercado estimulando la movilización
de la gestión de la pobreza (Vecinday, 2013: del potencial económico de los activos y
378). La articulación problemática entre las capital social de los pobres (Serna; 2011:
manos derecha e izquierda del Estado se in- 145-146).
tensifica en barrios en los que se implementa- El Plan se configura como un ejemplo
ron “megaoperativos”11 y ocurre también con de la revinculación que hace Wacquant (2011,
la ley de Faltas12, visiblemente, en el trabajo 2013) de las políticas punitivas y asistencia-
del Programa de Atención a personas en Si- les, con el fin de comprender nuevas formas
tuación de Calle13. de neoliberalismo. El avance de la lógica
Paralelamente, apunta la Estrategia (Pre- punitiva en la gestión de la pobreza, preci-
sidencia de la ROU, 2012:10): samente en el transcurso de dos gobiernos
Una acción decidida y sistemática de de izquierda, no debe sorprender: Wacquant
prohibir el uso del espacio público para (2011) advierte que la penalización de la po-
dormir o acampar debe concebirse como breza no es exclusiva de los políticos neocon-
una estrategia que apunta a garantizar los servadores. Se tiende a participar así de una
derechos humanos, en primer lugar de hegemonía conservadora (Paternain, 2012) y
quienes duermen y viven en la calle. […] se confirma el “triunfo cultural del neolibera-
Pero también, hay que concebirlo como lismo” (Grassi 2003), en el marco de un “Es-
una decisión de hacer valer los derechos tado centauro”, a decir de Wacquant (2013:3),
de todos los ciudadanos. liberal en la cima y punitivo en la base.
Al priorizar la seguridad pública, la sín- Lo que oculta el recurso a la etnologiza-
tesis de las políticas de la mano derecha y la ción es que la pobreza debe pensarse como
mano izquierda se resuelve a favor de la pri- una relación social. Pero hay algo más: como
mera. En el marco de la herencia de la matriz ilustra la nota en la introducción, a los pobres
neoliberal: se les obliga a reconocerse en la imagen este-
[…] se parte de una percepción conser- reotipada que las prácticas asistenciales y pu-
vadora de la cuestión social como ame- nitivas les devuelven. El resultado es un gru-
naza de conflicto y cuestionamiento del po de individuos estigmatizados cuya única
posibilidad es vestir el traje que se les fabricó
11 Se llamaron megaoperativos a un conjunto de interven-
ciones policiales intensivas de corte territorial que se a medida. La metáfora del “traje a medida”,
realizaron principalmente entre los años 2009 y 2011 por precisamente, usada con frecuencia por téc-
iniciativa del Ministerio del Interior, en barrios pobres,
donde se presumía se concentraban grupos de delin-
nicos sociales para referirse al tipo de inter-
cuentes. vención que busca ofrecer un paquete de res-
12 Se trata de la Ley No 19120, Ley de faltas y conser- puestas específicas a cada persona o familia,
vación y cuidado de los espacios públicos, aprobada en es expresiva de la subjetivación14 a la que se
agosto de 2013 y promulgada por el Poder Ejecutivo a
partir de la preocupación por la seguridad ciudadana. El 14 El término subjetivación es utilizado como efecto de la
artículo 368 refiere a la ocupación indebida de los espa- influencia del psicoanálisis francés. Remite a la noción
cios públicos, estableciendo que aquel que pernocte o lacaniana de sujeto, pero siguió un camino que lo separa
acampe en éstos será sancionado con la realización de de este origen. En términos generales, la noción apunta
trabajo comunitario, luego de haber sido intimado en dos más bien a destacar la instauración de un núcleo autóno-
ocasiones, y en caso de incumplimiento será penado con mo del sujeto, lo cual es en cierto modo una forma de ser
prisión. infiel a la influencia de Lacan, luego de que desacredi-
13 Ver Camejo, S. et al (2014). Se trata de un trabajo rea- tara la idea de una autonomía del yo y de sus procesos
lizado por un grupo de estudiantes y egresados que de adaptación (Bernardi 2006). El concepto también se
trabajan como técnicos del Programa de Atención a las relaciona con la idea de “subjetivar a alguien”, siempre
personas en Situación de Calle del MIDES. otro, a la creación de un espacio entre dos sujetos en el
Apuntes sobre pobreza, cultura y políticas sociales en el uruguay actual. La etnologización de los pobres 99

somete a los usuarios, que se ven obligados a forma compleja y según un principio tan
asumir el estigma. básico como obvio: todo individuo busca
Volvámonos finalmente al campo de los recursos necesarios para la supervi-
producción de conocimiento. La academia vencia de su hogar por los medios que
también produce versiones etnocentristas y/o encuentre disponibles (íbid: 177-178).
busca explicar fenómenos a partir de esque- Pues bien, ese principio que Bogliaccini
mas aplicados a contextos totalmente aleja- describe como “básico” y “obvio”, al pare-
dos de aquellos para los cuales fueron con- cer, heredero de un racionalismo ingenuo que
cebidos. Un ejemplo de estas versiones se supone que opera en todas las esferas de la
encuentra en la apelación al rigor de la “ló- vida, no es un principio válido en el mundo
gica” para explicar la pobreza (o la apelación social. No es simplemente verdad que “todo
a una suerte de “lógica de la pobreza”). Bo- individuo busque los recursos necesarios para
gliaccini (2005: 179) habla de una “cultura de la supervivencia de su hogar por los medios
la criminalidad”, que asocia al desajuste entre que encuentre disponibles”, en principio15,
el mundo adulto y joven, a la vez que postula porque la definición de lo que cada sociedad
la existencia de “dos lógicas de superviven- considera “disponible” no es una verdad sim-
cia”: una del trabajo y otra de la oportunidad: ple y mucho menos evidente (pensemos en el
El trabajo analiza el conflicto entre dos ejemplo clásico de las vacas en India, o en la
lógicas alternativas de supervivencia: la prohibición de comer la carne del tótem: no se
lógica del trabajo frente a la lógica de la comen porque no son para comer, porque “no
oportunidad. Se profundiza especialmen- están disponibles”). El error de proyectar ex-
te en el fenómeno de la juvenilización de plicaciones “científicas” para explicar objetos
esta última lógica, que articulando dro- y contextos diferentes a aquellos para los cua-
gas y delincuencia es percibida por los les fueron elaboradas las teorías, constituye el
colectivos barriales como la principal mismo equívoco de un etnocentrismo meto-
causa de inseguridad (Bogliaccini, 2005: dológico inadmisible, principalmente cuando
170). sus enunciados sirven a la decisión política.
Y más adelante: Señalemos que la construcción de es-
Estas zonas asisten a una innegable dis- tos problemas – y sus respuestas públicas –
puta interna entre dos lógicas diferentes generan sus propios profesionales y técnicos
de socialización, ambas con vocación de que, en su lucha contra la pobreza subjetiva
control sobre las pautas de convivencia (o contra la violencia subjetiva, para volver
colectiva y estructuración de las redes de con Žižek [2009]), devienen agentes de la po-
vínculos sociales. La lógica del trabajo breza (y la violencia) estructural, en el marco
tiende a desaparecer a consecuencia del de un discurso hegemónico en dos escenarios.
precario vínculo con el mundo laboral, Por una parte, el de una hegemonía conser-
pero a su vez es el único canal habilitado vadora (Paternain, 2012; 2013) 16, asociado
para transitar el camino de regreso al ma-
instream. La otra es la lógica de la opor- 15 No vamos a profundizar en este tema para lo cual remito
tunidad, surgida de la necesidad de ge- a otras lecturas (Lévi-Strauss, 2001).
nerar recursos por parte de poblaciones 16 “En definitiva, las conversaciones sobre la inseguridad son
relaciones sociales que modelan una ‘hegemonía conser-
que vienen siendo derrotadas en la bata- vadora’. Esta debe ser entendida como el predominio de
lla, cada vez más difícil, por mantener- una determinada matriz de interpretación sobre las mani-
festaciones de la violencia y la criminalidad. Las deman-
se en las vías de integración. […] Estos das punitivas de la ciudadanía, la activación de todos los
tres procesos operan simultáneamente en resortes de la estigmatización, la búsqueda de argumentos
en razones morales o patológicas y la reivindicación de la
que uno de ellos constituye su self apoyado en la mira- acción policial reactiva en espacios ‘feudalizados’ (así se le
da del otro. Foucault (2001) se refiere a los modos de llama a la segregación urbana), son algunos de los insumos
subjetivación para dar cuenta de las prácticas donde se con los cuales se constituye el “consenso” contemporáneo
constituye el sujeto. (Paternain, 2012: 7).
100 Marina Pintos García

a las respuestas de la mano derecha del Es- puestas, que se combinan en los modos de
tado, que promueve una “cultura” devaluada atribuir a los pobres una alteridad cultural
(una “subcultura” o una cultura de la crimi- y que tienden a generar respuestas públicas
nalidad), una “cultura problema” (Fraiman complementarias, de clara orientación puni-
y Rossal, 2009:131). Por otra parte, en la tiva en el tratamiento social de la pobreza.
mano izquierda, se instala la idea de que a Por un lado, se ubica en un escenario cons-
la pobreza solamente se responde desde in- truido con los restos de la matriz neoliberal
tervenciones que den cuenta vis a vis de las (que actualiza los principios que dominaron
particularidades (Baráibar, 2011). Se apela al la década del noventa), que aparece asociado
conocimiento de las trayectorias individuales a las políticas de la “mano izquierda” del Es-
(o de comunidades inexistentes de orden lo- tado (Bourdieu, 1999). Por otro lado, remite
cal) que inspiran micro intervenciones a ima- al escenario de una hegemonía conservado-
gen y semejanza del problema, generando ac- ra (Paternain, 2012), donde se encuentran
ciones en reconocimiento de la diversidad (y las demandas dirigidas a las agencias de la
de unas identidades – particulares, sociales, “mano derecha”, el Ministerio del Interior es-
locales, etc.), que aportan al desmonte de los pecialmente, orientadas a la gestión punitiva
componentes universales de las políticas so- de la marginalidad.
ciales (íbid). Como señalamos, ambos escenarios son
representativos de una etnologización positi-
va (en nombre de la conservación de la diver-
5. Consideraciones finales sidad cultural y el respeto por las diferencias)
y otra negativa de los pobres (que tiende a la
Hemos abordado algunas implicaciones criminalización de la pobreza), expediente
de lo que llamamos etnologización de la po- que en ambos casos estigmatiza, oculta situa-
breza, buscando contribuir a la identificación ciones de violencia estructural y despoja a los
de algunos campos problemáticos, en relación fenómenos de su naturaleza estructural, social
a respuestas públicas asistenciales. Por etno- y política.
logización de la pobreza entendimos distintas El tema es importante porque a pesar de
formas de individualizar a grupos sociales la ampliación del Estado y las políticas so-
afectados por la desigualdad social, en tanto ciales en los dos períodos de gobierno de iz-
que culturalmente diferentes, sean llamados quierda, en el terreno de las políticas asisten-
“culturas” o “subculturas”: de la pobreza, de ciales, subsisten -con frecuencia disimulados
la exclusión, de la intolerancia, de la crimina- por la generosidad de los principios que los
lidad, etc. inspiran o por la imprecisión del vocabulario
Mencionamos el afán de “conservación” que los sostiene- prácticas que naturalizan
de la cultura, que define una etnologización una herencia (o una inercia) de la matriz neo-
“positiva” de la pobreza, pero con efectos liberal, enraizada en antecedentes y rutinas
negativos similares, al ocultar relaciones de institucionales o en trayectorias profesionales
violencia y desigualdad estructural, en nom- asociadas a estas temáticas, en el marco de las
bre de particularismos y presuntas diferencias cuales se debilitan perspectivas sistémicas de
culturales. Por otra parte, aludimos a una et- protección social y avanza la lógica punitiva.
nologización “negativa”, parte de una visión
predominante del mundo que descansa en la
indignación moral y en la afición moralizante Bibliografía
por las nociones patológicas o subculturales
(Paternain, 2013). Amarante, V. & Vigorito, A. (2012) La
El tema se situó en dos escenarios pro- Expansión de las Transferencias no Contri-
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