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ESCUELA SECUNDARIA TECNICA 233

IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO

ALUMNA: BRENDA CARRILLO BELLO


PROFESOR: CARLOS MENDOZA IBARRA
GRADO: 1
GRUPO: A
MATERIA: CIENCIA 1 FACIL BIOLOGIA
INDICE

INTRODUCCION ................................................................................................................................... 3
DESARROLLO ....................................................................................................................................... 5
MÉTODO DE TRABAJO ..................................................................................................................... 5
Aplicaciones actúales de la manipulación genética: panorama general ........................................ 6
LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS YA ESTÁN EN NUESTROS CAMPOS Y ........................................... 10
EN NUESTROS PLATOS .................................................................................................................. 10
CONCLUSIÓN ..................................................................................................................................... 11
PREGUNTAS Y RESPUESTAS .............................................................................................................. 12
INTRODUCCION
Hace unos años la bióloga Mónica Fernández-Aceytuno escribió que una de las
razones para que existiera desconfianza y miedo hacia los alimentos transgénicos
era precisamente su nombre: la palabra «transgénico» basta para erizar los pelos
del bigote hasta al más pintado.
La utilización de tecnologías transgénicas para mejorar la producción de
determinados cultivos está desatando una psicosis y una oposición que lejos de
perjudicar a las multinacionales norteamericanas que controlan estas producciones,
a medio y largo plazo, les va regalar el negocio, resulta paradójico que cuanto mayor
control alimentario existe, los consumidores tienen más miedo.
En la actualidad se comercializan diversos productos de este tipo en todo el
mundo, la gran mayoría de ellos desarrollados en Estados Unidos, Australia,
Canadá y Japón
Las investigaciones en biología molecular y en genética han experimentado
un espectacular desarrollo en los últimos veinte años. Tanto en el campo de la
Medicina, como en la Agricultura, estas técnicas ofrecen ya al Mundo expectativas
tan sorprendentes como inquietantes. La manipulación genética de los seres vivos
es un hecho que puede proporcionarnos tanto beneficios históricos (curación
definitiva de enfermedades hasta ahora crónicas e incluso letales), como dilemas
éticos difícilmente superables.
En el terreno de la agricultura, la Biotecnología nos ofrece, aparentemente,
un menú excelente de soluciones para la alimentación. Así tenemos las
investigaciones encaminadas a crear variedades de cereales resistentes a las
enfermedades, como es el caso del arroz, alimento básico para casi 2.000 millones
de personas, 1/3 de la población mundial. Los campos de arroz suponen una
superficie de 145 millones de hectáreas. Aun reconociendo los increíbles avances
en los sistemas de regadío, como el japonés, que proporciona cosechas dobles
anuales, las enfermedades hacen que se siembre mucho más de lo que se recoge.
El primer alimento transgénico fue el tomate "Flavr Savr", obtenido mediante
la inserción de un gen que inhibe la síntesis de una enzima (la poligalacturonasa),
responsable del ablandamiento y senescencia del fruto maduro. Al no ser activo,
este proceso es muy lento, y los tomates pueden recogerse ya maduros y
comercializarse directamente. Los tomates normales se recogen verdes y se
maduran artificialmente con etileno antes de su venta, por lo que su aroma y sabor
son inferiores a los madurados de forma natural.
En 1996 se introdujeron en el mercado algodón, patata y maíz transgénicos.
La eficiencia de estas nuevas especies manipuladas genéticamente parece ser muy
superior a las variedades normales, debido a su resistencia a plagas "per se". El
desarrollo de la Biotecnología ha sido sencillamente espectacular. Hasta 1997 se
habían llevado a cabo en el mundo 3.647 pruebas de campo con cultivos
transgénicos (maíz 28%, patata 10%, tomate 9,5%, entre otros). Todos ellos están
ya comercializados.

OBJETIVOS
Con este trabajo se pretende poner de relieve los aspectos positivos y
negativos que ofrece el tratamiento, cultivo, comercialización y consumo de los
productos transgénicos. Con los diferentes datos manejados se intenta dar una
visión objetiva, en primer término, para en segundo lugar, concluir con una opinión
subjetiva sobre el controvertido tema. Y de ese modo procurar arrojar alguna luz
sobre los principales aspectos que comporta el tratamiento de los transgénicos,
pudiendo así emitir un juicio de valor apoyado documentalmente.
DESARROLLO
MÉTODO DE TRABAJO
Para la elaboración del trabajo se han empleado fuentes de distinta tipología
y tendencia (detractores y seguidores de los productos transgénicos: libros
especializados, hemerotecas, web´s, revistas, etc.
Se confrontaran las distintas opiniones y tendencias, independientemente de
que estén a favor o en contra de la alteración de los productos alimentarios mediante
su manipulación genética. Al tiempo, se pretende dar una visión retrospectiva
general y cómo se perciben los productos transgénicos en la actualidad.
Con toda la documentación aportada, se podrá establecer de un juicio de
valor objetivo, ante las soluciones que puede plantear la ingeniería genética en un
mundo como el de hoy, con numerosas carencias (alimentarias, sanitarias,
biológicas, etc.), y que nos deparará ante un futuro a medio y largo plazo.

1. ¿QUÉ ES LA INGENIERÍA GENÉTICA Y LOS TRANSGÉNICOS?


Denominamos ingeniería genética al conjunto de técnicas y métodos que se
utilizan para construir moléculas de ADN recombinante, y luego introducirlas en las
células receptoras. El proceso tiene dos fases principales: la primera en tubo de
ensayo es la extracción de ADN de las células de un organismo donante, y la
construcción de una molécula portadora un vector que contiene el gen que interesa.
La segunda fase consiste en implantar el vector (normalmente plásmidos o virus)
en el organismo receptor. Las técnicas del "recortar y pegar" ácidos nucleicos han
ido perfeccionándose desde que en 1973 los genetistas Herbert Boyer y Stanley
Cohén crearon el primer organismo transgénico en el laboratorio (insertando genes
de un sapo africano en bacterias).
Uno de los vectores mas usados en manipulación de plantas procede de una
bacteria parásita, Agrobacterium tumefaciens, que infecta plantas, inyectándoles un
plásmido que se integra en los cromosomas vegetales. De esta forma, consigue
alterar el metabolismo vegetal en su propio beneficio.
Los nuevos genes insertados no funcionarán, a menos que se inserte con ellos un
promotor, una especie de "interruptor génico" para activarlos. El promotor que se
usa más es un gen viral, procedente del virus del mosaico de la coliflor: lo
encontraremos en el 90% de los cultivos transgénicos.
El ADN recombinante es una secuencia nueva de ADN, creada por la unión
en laboratorio de porciones de ADN con orígenes diferentes. Los primeros
ingenieros genéticos hablaban también de ADN quimérico. Acudiendo a la imagen
de la quimera, el monstruo mitológico que solía representarse con cabeza de león,
cuerpo de cabra y cola de dragón.A un organismo cuyo material genético ha sido
modificado artificialmente con el fin de que su comportamiento, funciones o rasgos
que se adapten a unas condiciones que no poseen las especies naturales (por
ejemplo, insertándole ADN foráneo) lo llamamos organismo modificado
genéticamente (OMG), o bien organismo transgénico.
Un caso particular interesante de animal transgénico son los ratones knock-
out, en los que se ha provocado una mutación nula para eliminar un gen
determinado. Se utilizan ampliamente en investigación genética (generalmente para
saber cuál es la función del gen que se ha anulado).

Aplicaciones actúales de la manipulación genética: panorama general


• Síntesis de compuestos: hormonas, antibióticos, interíerón, ciclosporina,
fármacos diversos.
• Xenotransplantes: "cultivo" de órganos animales que no provoquen rechazo
en el ser humano.
• Vectores para terapia génica.
• Vacunas: suministro de sólo los componentes necesarios paro estimular el
desarrollo de la inmunidad.
• Producción de anticuerpos monoclonales.
• Farmacología de diseño.
• Predadores o parásitos contra microbios productores de enfermedades.
• "Nutracéuticos": expresión de vacunas y otras sustancias de interés médico
en plantas y animales.
- Agro-olimentodón.
- Producción de nuevas variedades o estirpes que:
• Sobrevivan a sequías, heladas y otras condiciones ambientales adversas.
• Resistan a plagas y enfermedades (virales, bacterianas, fungias...).
• Toleren herbicidas y plaguicidas.
• Carezcan de ciertas toxinas o alérgenos.
• Incorporen valor añadido (contenido modificado en proteínas, vitaminas,
aceites, almidón...).
• Tengan menores costes de almacén, transporte, etc.
• Aumenten su rendimiento.
• Puedan ser cultivadas industríalmente en interiores.
• Sean productos auxiliares sustitutos de los tradicionales.
Medio ambiente
• Biotratamiento {descontaminación biológica): limpieza ambiental, bacterias
comedoras de petróleo, eliminación de residuos orgánicos y químicos...
• Bioindtcadores: acoplando a los organismos capaces de metabolizar el compuesto
de interés un marcador de fácil identificación.
• Biolixiviado (JhíobacilliK ferrooxidans) y bioabsorción (eliminación del cianuro
asociado al oro...).
Industria
• Combustibles alternativos al petróleo.
• Minería por biolixiviación mediante microorganismos transgénicos.
• Nuevos materiales producidos en bacterias o plantas: aceites, fibras,
polímeros.
• Árboles modificados para facilitar su procesamiento por la industria papelera
(con más celulosa y menos lignina...).
Guerra biológica
• "Superpatógenos" transgénicos para armas ofensivas.
• Armas étnicas (agentes de guerra biológica que afectarían diferencialmente a
diversas poblaciones).
• Clonación de genes para producir masivamente toxinas biológicas.
Críticas suscitadas por parte de los distintos agentes sociales españoles a la
directiva del Parlamento Europeo y del Consejo sobre patentes
biotecnológicas, de junio de 1998: resumen.
Supone un grave paso adelante en la evolución hacia la privatización de la
vida y los procesos biológicos en curso desde hace algunos años. Permite esta-
blecer derechos monopólicos sobre la vida que constituye la base de la alimentación
y la salud de toda la humanidad: los microorganismos, plantas, animales y el propio
material genético humano. Está cortada a la medida de las exigencias de las
grandes transnacionales biotecnológicas (agroquímicas y farmacéuticas), pero
contraria los intereses sociales generales. Si el principio de patentar genes se
aplicase a la química, habría que permitir patentar el oxígeno, el nitrógeno, el
carbono; si se aplicase a la protección de los textos literarios, habría que dejar
patentar el alfabeto. Es un despropósito.
El sistema de patentes puede ser una herramienta útil e importante para
estimular la invención, manteniendo un equilibrio entre los intereses económicos del
inventor y los intereses generales de la sociedad. No debe extenderse al material
biológico, incluyendo los genes de seres humanos, animales y plantas, que son algo
esencialmente diferentes de las invenciones técnicas para las que se creó el
derecho de patentes. No debe erosionarse la distinción entre invención y
descubrimiento, y no debe progresar en el ámbito de la vida el proceso general de
mercantilización y privatización que impulsa el capitalismo por doquier, los genes
no deberían ser mercancías".
Tal texto es inaceptable porque:
• Permite patentar material biológico prácticamente sin restricciones, y con
ello desdibuja la diferencia entre invención y descubrimiento, básica en todo
el entramado legal de la protección de la propiedad industrial.
• Permite patentar secuencias genéticas humanas, siendo falso que esto
vaya a redundar en avances médicos.
• Legaliza la "biopiratería" en contra de la justicia, la adecuada protección de
la biodiversidad y los intereses del Sur, sin haber recogido siquiera, por
ejemplo, la mínima cautela del consentimiento previo informado de la
persona a quien se extrae material genético para patentarlo.
• Permite patentar variedades de plantas y animales y sus componentes, en
contra de las leyes europeas de patentes y de los intereses generales de la
sociedad.
• Mina el "privilegio del agricultor (su derecho a reutilizar la simiente).
• Deja peligrosas puertas abiertas en relación con la clonación humana y la
utilización de embriones, en la formulación final, por ejemplo, permite
patentar los productos de la clonación de seres humanos, o los usos de
embriones humanos que no estén destinados a propósitos comerciales o
industriales.
• No tiene en cuenta adecuadamente la necesidad de deliberación y
valoración ética de las difíciles cuestiones planteadas por las patentes sobre
la vida.
LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS YA ESTÁN EN NUESTROS CAMPOS Y
EN NUESTROS PLATOS
Entretanto, con escasísima o nula participación pública se toman decisíones
pasos irreversibles, y en general los acontecimientos avanzan a una velocidad que
corta la respiración.
La era de los cultivos transgénicos comerciales se inauguró en 1992, y en
China (tabaco). Los agricultores de EE.UU. sembraron su primer cultivo transgénico
comercial en 1994, y en 1996 siguieron otros países: Canadá, Argentina, Australia...
En 1999, sólo tres países americanos, EE.UU., Canadá y Argentina albergan el 99%
de los cultivos transgénicos comerciales del mundo. Se cultivan además áreas
significativas en China (300.000 hectáreas), Sudáfrica (100.000) y Austria (otras
100.000), y cantidades menores en otros seis países (Méjico. España, Francia,
Portugal, Rumania y Varania). La progresión ha sido espectacular: menos de
200.000 hectáreas en todo el mundo en 1995; 2 millones en 1996; 11 millones en
1997; 28 millones en 1998; y 40 millones en 1999. En todo el mundo se están comer-
cializando en 1999 unas cincuenta variedades de plantas transgénicas, y se calcula
que existen unos 300 alimentos transgénicos más que están, bien en las últimas
fases de experimentación, bien en las primeras fases de solicitud de permiso de
comercialización.
CONCLUSIÓN
A modo de conclusión final, señalar que todo lo desarrollado se podría
resumir en las siguientes preguntas:
En conclusión hay que señalar que el cultivo de la gerbera y el lilium son cultivos
muy rentables y que permiten al pequeño agricultor obtener unas altas rentas,
siempre y cuando este al día en cuanto a las mejoras que se producen en su cultivo.
Ya que estos cultivos –como bien nos indico el agricultor- están en continua
investigación y todos los años surgen semillas o bulbos mejorados y que el agricultor
debe probar con anterioridad en sus explotaciones para ver si son rentables frente
a las variedades que el cultiva, ya que los pedidos los ha de realizar con casi un año
de antelación.
Frente a esta realidad una tela de incertidumbre cubre al agricultor en cuanto
al tema del agua, ya que es vital para su cultivo. Esto posiblemente se solucione
con las mejoras en las infraestructuras y si un día no muy lejano llega, quilas con el
trasvase de las aguas del Ebro.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS

¿Qué?
Los cultivos transgénicos están muy concentrados en apenas 6 países, en
unos pocos cultivos y en unas pocas características. Aunque hay muchas plantas
transgénicas, sólo unas pocas se cultivan. La soja transgénica, con 41,4 millones
de hectáreas en 2003, representó el 61% del área transgénica mundial; el maíz, con
15,5 millones de hectáreas, el 23%. El resto corresponde al algodón, con 7,2
millones de hectáreas y el 11% del total mundial, y a la colza, con 3,6 millones de
hectáreas y el 5% del total mundial.
En el año 2003 el 55% de los 76 millones de hectáreas de soja cultivadas en
el mundo correspondió a la soja transgénica, el 21% de los 34 millones de hectáreas
cultivadas de algodón, el 16% de la colza de los 22 millones de hectáreas cultivadas
en el mundo, y el 11% de los 140 millones de hectáreas de maíz cultivadas en el
mundo correspondió al maíz transgénico. Si se suman los cuatro cultivos citados, el
25% de los 272 millones de hectáreas correspondió a los cultivos transgénicos.

¿Quién?
Monsanto tiene el 80% del mercado de las plantas transgénicas, seguida por
Aventis con el 7%, Syngenta (antes Novartis) con el 5%, BASF con el 5% y DuPont
con el 3%. Estas empresas también producen el 60% de los plaguicidas y el 23%
de las semillas comerciales.

¿Cómo?
La práctica totalidad de los cultivos transgénicos han sido manipulados para
reemplazar a sustancias químicas de amplio uso, sobre todo insecticidas (Bacillus
thuringiensis) y herbicidas (glifosato o glufosinato, fabricados también por las
mismas empresas que venden las semillas). La mayoría de las plantas transgénicas
incorporan un gen de resistencia a los antibióticos (gen marcador). Cerca del 18%
por ciento de los cultivos transgénicos mundiales son variedades Bt (Bacillus
thuringiensis), sobre todo de maíz (9,1 millones de hectáreas, 13% del total mundial
en 2003), manipuladas para producir una toxina contra los insectos (12,2 millones
de hectáreas en total), y el 73% son cultivos transgénicos de soja (41,4 millones de
hectáreas, 61%), maíz, colza y algodón diseñados para resistir a herbicidas como
el glifosato o el glufosinato (67,7 millones de hectáreas). El resto llevan ambas
características, Bt y resistencia al glifosato.
¿Dónde?
Estados Unidos (63%), Argentina (21%), Canadá (6%), China (4%), Brasil
(4%) y Suráfrica (1%) representan el 99% de la superficie plantada con transgénicos
en 2003, aunque en el resto del mundo, afortunadamente, no pasan de ocupar un
lugar marginal. No obstante, ha aumentado el número de países con cultivos
transgénicos, 6 en 1996, 9 en 1998, 13 en 2001, y 18 en 2003. Los transgénicos se
cultivan en 7 países industrializados (Estados Unidos, Canadá, Australia, España,
Alemania, Rumania y Bulgaria) y en 11 países en desarrollo (Argentina, China,
Suráfrica, México, Indonesia, Brasil, India, Uruguay, Colombia, Honduras y
Filipinas).
El ISAAA prevé que en los próximos cinco años 10 millones de agricultores
de 25 países sembrarán 100 millones de hectáreas de cultivos transgénicos, y el
valor del mercado mundial de transgénicos pasará de los actuales 4.500 millones
de dólares de este año a 5.000 millones en el año 2005.
Estados Unidos sembró 42,8 millones de hectáreas con cultivos
transgénicos, un 10% más que en 2002, representando el 63% del total mundial
(básicamente maíz Bt y soja tolerante a herbicidas). Argentina plantó 13,9 millones
de hectáreas, un 3% más que en 2002 y un 21% del total mundial (maíz Bt, y casi
el 100% de la superficie de soja). Canadá cultivó 4,4 millones de hectáreas, el 6%
del total mundial y un 26% más que en 2002 (colza, maíz Bt y soja tolerante a
herbicidas).
Brasil, que en 2003 sembró soja transgénica legalmente por primera vez (ya
se importaban semillas de soja transgénica de contrabando, procedentes de
Argentina), a pesar de las promesas electorales del presidente Lula y de la oposición
de buena parte del PT, plantó 3 millones de hectáreas, un 4% del total mundial (en
su totalidad soja resistente al herbicida glifosato, que vende Monsanto, al igual que
las semillas transgénicas).
China plantó 2,8 millones de hectáreas de algodón transgénico (58% del
cultivo nacional de algodón), con un aumento del 33% respecto a 2002 y el 4% del
total mundial. Suráfrica sembró 400.000 hectáreas, un 33% más que en 2002 y un
1% del total mundial (maíz Bt, algodón y soja). En Australia disminuyó la superficie
cultivada, que fue de sólo 100.000 hectáreas de algodón transgénico. India plantó
algodón Bt por segundo año, llegando a 100.000 hectáreas en 2003. Uruguay plantó
60.000 hectáreas de soja y maíz Bt, y Rumania sembró 70.000 hectáreas de soja
transgénica.
España siguió siendo el único país de la Unión Europea que sembró una
superficie importante con cultivos transgénicos, 32.000 hectáreas de maíz Bt, con
un aumento del 33% respecto a 2002, aunque deberá dejar de cultivarlo, por la
utilización de antibióticos, que inducen a resistencias, tras la resolución del
Parlamento Europeo. En el resto de Europa, Alemania sembró una pequeña
superficie con maíz Bt, y Bulgaria siguió cultivando unos pocos miles de hectáreas
de maíz tolerante a herbicidas.
Filipinas sembró por primera vez cultivos transgénicos en 2003, unas 20.000
hectáreas de maíz Bt. En Indonesia los agricultores sembraron una pequeña
superficie con algodón Bt en Sulawesi. Colombia aumentó las plantaciones de maíz
Bt hasta unas 5.000 hectáreas, y Honduras plantó 2.000 hectáreas de maíz Bt en
2003 (500 hectáreas en 2002). México cultivó 25.000 hectáreas de maíz Bt y 10.000
hectáreas de soja tolerante al herbicida glifosato.
¿Cuándo?
La progresión ha sido espectacular, desde el primer cultivo transgénico de
tabaco en 1992 en China, y las primeras plantaciones comerciales en Estados
Unidos en 1994. En 1995 se cultivaron apenas 200.000 hectáreas, en 1996 se pasó
a 1,7 millones de hectáreas, en 1997 a 11 millones, en 1998 se cultivaron 27,8
millones, en 1999 se plantaron 39,9 millones, 43 millones en 2000, 52,6 millones en
2001, 58,7 millones en 2002 y en el año 2003 se alcanzaron los 67,7 millones de
hectáreas, con un crecimiento mundial del 15% (11% en los países industrializados
respecto a 2002 y un 28% de aumento en los países en desarrollo).

¿Cuánto?
En 1983 se creó la primera planta transgénica, y en 20 años los cultivos
transgénicos, impulsados por unas pocas multinacionales, pasaron de la nada a
más de 67,7 millones de hectáreas en el año 2003, sin que aún se conozcan sus
consecuencias sobre la salud y el medio ambiente, y en contradicción con el más
elemental principio de precaución. Según el Servicio Internacional para la
Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA), el área mundial de
cultivos transgénicos se multiplicó por 40 desde 1996.

¿Por qué?
Las plantas transgénicas son mayoritariamente resistentes a los herbicidas,
y se venden formando parte de un "paquete de tecnología" que incluye la semilla
transgénica y el herbicida al que es resistente. Los dos productos principales son
actualmente el "Roundup Ready" de Monsanto que tolera su herbicida "Roundup"
(glifosato), y el "Liberty Link" de AgrEvo que tolera su herbicida "Liberty"
(glufosinato).
Puede parecer contradictorio y demagógico, pero un objetivo declarado de
tales plantas transgénicas es reducir el uso de herbicidas. Al diseñar cultivos
tolerantes a niveles muy altos de exposición a un herbicida (que es un producto
químico tóxico para la mayoría de las plantas), las empresas ofrecen a los
agricultores la opción de usar potentes aplicaciones de herbicidas en la estación de
crecimiento, en lugar de la práctica normal que requiere una serie de aplicaciones
de varios compuestos diferentes. A pesar de lo que pregonan las empresas
fabricantes, en la práctica aumenta la cantidad de herbicidas aplicados, al no afectar
a las plantas cultivadas, pero su simplicidad facilita el trabajo de muchos
agricultores.
Otro beneficio potencial pregonado por Monsanto es que pueden permitir "el
mínimo laboreo", las técnicas de cultivo que reducen la necesidad de arar o incluso
lo eliminan completamente. Una de las razones para arar es eliminar las malas
hierbas, pero al dejar la tierra desnuda, el arado agrava la erosión del suelo fértil.
Las plantas transgénicas resistentes a los herbicidas, al igual que los cultivos
Bt, son una extensión del modelo actual basado en los plaguicidas. Pueden permitir
una reducción del uso de los herbicidas a corto plazo, pero su adopción
generalizada promoverá la dependencia de los herbicidas.

Además podríamos preguntarnos, ¿por qué no?


En muchas partes del mundo en desarrollo, donde hoy apenas se usan
herbicidas, el hábito de su uso podría agravar la crisis ambiental: los herbicidas son
tóxicos para muchos organismos del suelo, contaminan las aguas subterráneas y
pueden tener efectos a largo plazo en las personas y en la fauna. Y, por supuesto,
la resistencia aparecerá, pues se favorece la dependencia de unos pocos herbicidas
de amplio espectro (glifosato y glufosinato), por lo que la resistencia se desarrollará
más rápidamente, y la agricultura será más vulnerable. En EE UU el uso
generalizado de Roundup (glifosato) en la soja Roundup Ready ha promovido varias
especies de malas hierbas resistentes a ese herbicida.
El Bacillus thuringiensis (Bt) transgénico reemplaza a un insecticida, que
antes se rociaba sobre las plantas, por otro dentro de la misma planta. La resistencia
de las plagas al Bt podría aparecer en pocos años, afectando no sólo a los cultivos
transgénicos, dado que el Bt también se usa en los cultivos convencionales. Los
agricultores verán cómo uno de los plaguicidas más benigno ambientalmente dejará
de ser útil. Los cultivos Bt son un retroceso a los peores días del empleo masivo de
plaguicidas químicos, cuando se animaba a que los agricultores rociaran sus
campos con plaguicidas cuya toxicidad no tardó en aparecer. El Bt está programado
para atacar a la plaga durante todo el periodo de crecimiento de la planta,
aumentando la probabilidad de resistencia, al aumentar al máximo la exposición.
En 1997, un año después de su primera plantación comercial en Canadá, un
agricultor informó, y las pruebas de ADN confirmaron, que la colza Roundup Ready
se había propagado, por polinización, a una especie silvestre cercana, que crecía
en los márgenes del sembrado, produciendo una mala hierba con resistencia al
herbicida. El gen con resistencia al herbicida había "escapado." Había aparecido
una grave contaminación, la genética, al abrir la caja de Pandora transgénica.
Si un cultivo transgénico es capaz de reproducirse sexualmente (y
generalmente lo es), la fuga de "transgenes" es inevitable, lo que puede tener
graves consecuencias en las zonas de gran diversidad agrícola. El algodón de
Monsanto, mezcla de Roundup Ready y Bt, está en el mercado desde hace varios
años. En el futuro podría difundir una amplia variedad de potentes genes en la
naturaleza.
Todas las semillas transgénicas están patentadas. Hasta ahora los
agricultores podían comprar las semillas, incluso las patentadas, y podían usarlas
posteriormente en sus propios cultivos e incluso cambiarlas por otras semillas. Pero
con las nuevas leyes de patentes, todas esas actividades son ilegales; el comprador
paga por usar una sola vez el germoplasma.
El derecho a poseer genes es un fenómeno nuevo en la historia mundial y
sus efectos en la agricultura, y en la vida en general, todavía es muy incierto. Las
multinacionales argumentan que la propiedad intelectual es esencial para que
prospere su industria. Para otros se trata de un nuevo neofeudalismo, que convierte
a los agricultores en los nuevos siervos de las multinacionales, que les venden
semillas y plaguicidas y les compran la producción a muy bajos precios, sin dejarles
ni oficio ni beneficio, con el único consuelo de la propiedad formal sobre la tierra que
cultivan. En la práctica, una especie de franquicia de Monsanto. Las multinacionales
de las semillas transgénicas han iniciado una nueva era, cuyo fin es controlar la
industria más importante y básica (todos comemos todos los días, y la mayoría tres
veces), una industria que factura más de 2 billones de dólares, la industria
alimentaria.
Las patentes son un ingrediente importante en la expansión de la industria.
Las ventas globales de plantas transgénicas crecieron de 75 millones de dólares en
1995 a 4.500 millones en 2003. Se espera que las ventas alcancen los 5.000
millones en 2005 y 25.000 millones en el año 2010. Las patentes dan a las
multinacionales un enorme poder sobre los agricultores. Para defender sus
derechos sobre las patentes, las cuatro o cinco multinacionales del sector exigen a
los agricultores que firmen "contratos de semillas", un fenómeno totalmente nuevo
en la agricultura. Los contratos pueden estipular qué marca de plaguicidas debe
usar el agricultor, una especie de mercado cautivo para algunos herbicidas en estos
"paquetes tecnológicos."
La lucha para reforzar las patentes no se detendrá con este tipo de contratos.
La llamada "tecnología de protección de los genes", popularmente denominada
"terminator", puede hacer que los contratos sobre las semillas sean una realidad
biológica, al igual que los actuales desarrollos tecnológicos. La tecnología
terminator o similares (traitor) impiden que las semillas recolectadas vuelvan a
germinar. La tecnología terminator aumentará la uniformidad de los cultivos al
restringir la práctica de guardar y cruzar semillas de un año para otro por los
agricultores.
Y en cuanto al potencial de la biotecnología para alimentar a la población
mundial, las tendencias actuales no son muy alentadoras. El problema del hambre,
que afecta según la FAO a 842 millones de personas, es un problema de distribución
y de desigualdades, y no de falta de alimentos, que sobran. Las plantas
transgénicas están hechas para dar beneficios a las 4 multinacionales que las
fabrican, y no para alimentar a los pobres del mundo. Pretender adornar con el
supuesto altruismo de alimentar a los hambrientos lo que es una apropiación y un
oligopolio sobre la alimentación, es uno de los mayores escarnios contemporáneos.
La agricultura ecológica, con mezcla de cultivos, sin empleo de herbicidas y
otros plaguicidas ni abonos químicos, con mezcla de ganado y cultivos de
leguminosas, permite obtener mejores resultados a largo plazo, y es el nuevo
paradigma agrícola de la sostenibilidad, muy diferente al enfoque tecnocrático que
hoy domina el pensamiento.
El rechazo de los consumidores y de los fabricantes y grandes
comercializadores de alimentos en Europa ha reducido el consumo de los alimentos
transgénicos. Las exportaciones estadounidenses de soja y maíz a la Unión
Europea han caído estrepitosamente.
Los consumidores podemos y debemos rechazar los transgénicos, por
razones de salud (alergias, resistencia a los antibióticos), de la calidad de los
alimentos, de los riesgos ambientales (contaminación genética, pérdida de
biodiversidad, resistencias) y de los riesgos económicos y políticos que se
derivarían de poner nuestra alimentación en manos de cinco grandes
multinacionales. El
rápido lanzamiento de los cultivos transgénicos es muyparecido al del DDT y a las
centrales nucleares, hoy en crisis. La combinación de oposición pública y crisis
financiera forzó a la paralización del desarrollo de estas tecnologías, después de
que sus efectos en el medio ambiente y en la salud humana demostraran ser más
complejos, difusos y duraderos que las promesas que acompañaron a su rápida
comercialización. En un esfuerzo para evitar este mismo ciclo con la introducción
de cada nueva tecnología "revolucionaria", se ha propuesto la adopción del principio
de precaución, al que se oponen las multinacionales citadas.
La transición a una agricultura y ganadería ecológica es una necesidad
imperiosa, y así empiezan a entenderlo los consumidores y los propios agricultores.
En 2002 la agricultura ecológica certificada se extendió por 23 millones de
hectáreas, aunque una cantidad muy superior no etiquetada se cultivó sin
agroquímicos ni transgénicos.
Los transgénicos tendrán consecuencias mucho más graves y prolongadas
que los plaguicidas tóxicos, y suponen el último eslabón de un modelo insostenible,
que empobrece a los agricultores y perjudica a los consumidores, beneficiando sólo
a unas pocas empresas multinacionales, con un enorme poder de manipulación e
influencia sobre algunos gobiernos, como el de Estados Unidos, que a su vez
presionan a la Unión Europea y a otros países donde el rechazo a los transgénicos
es cada vez mayor.

Es importante tener en cuenta una cosa: el hombre le está "haciendo


cosquillas" a la Naturaleza en su rincón más íntimo, el código genético, y lo que el
hombre no sabe (los empresarios que arries¬gan grandes cifras de capital mucho
menos y acaso no les inte¬rese saberlo) son las consecuen¬cias a largo plazo. Es
el proble¬ma de la "sensibilidad" (reac¬ción global de un sistema a míni¬mas
variaciones de uno de sus elementos). Un ejemplo es esclarecedor: nadie podía
pensar ni imaginar que gases traza, que en la atmósfera no alcanzan ni dos partes
por millón, podrían gene¬rar un agujero en la capa de
ozono y las gravísimas consecuencias que puede llegar a tener - nos referimos a
los clorofluorocarbonados o CFC -. Pues bien, hoy en día nadie es capaz ni siquiera
de intuir cuál es el nivel de sensibilidad de la Naturaleza a la manipulación gené¬tica
de los seres vivos. Más allá de los riesgos que se han men¬cionado y podemos
intuir, están las desagradables sorpresas que nos deparará la Naturaleza por la vía
de las inimaginables reacciones explosivas y fuera de control que una pequeña
modificación genética puede provocar en los ecosistemas. El problema no es, por
tanto, lo que sabemos, sino lo que aún desconocemos y que descubriremos, acaso
cuando sea dema¬siado tarde.
En principio, no es posible cruzar sexualmente un tomate con una patata,
pero se pueden expresar genes de tomate en patatas, o viceversa. Esta última
diferencia tiene claras repercusiones éticas. Por ejemplo, un hipotético vegetal
transgénico que porte un gen de un animal, puede ser un problema para un
vegetariano de dieta estricta.
Desde hace años, se ha investigado sobre los posibles riesgos sanitarios,
concediendo prioridad, a la elaboración de los principios científicos de evaluación.
Los alimentos transgénicos que han obtenido el permiso de comercialización, han
sido evaluados en base a tres criterios: contenido nutricional, potencial alérgico y
toxicidad. Sin duda, son los alimentos más evaluados en toda la historia.
Actualmente no hay datos científicos, que indiquen que los alimentos transgénicos
representen un riesgo para la salud del consumidor. Las cosas son menos claras
en el terreno medioambiental, porque no existe un conocimiento y metodologías
capaces de analizar este tipo de riesgos. Y es que podría ser un problema para la
biodiversidad. El déficit de evaluación afecta no sólo a las plantas transgénicas, sino
también a las convencionales. Un riesgo muy claro es la llamada «contaminación
transgénica», es decir, la transferencia de los genes desde estos organismos
genéticamente modificados, a las variedades silvestres. Sabemos que dicha
circunstancia se puede producir, si existe una compatibilidad sexual.
También se critica a los transgénicos desde muchas ONGs, ante sus repercusiones
socioeconómicas en los países en vías de desarrollo, por la dependencia que se
crea frente a patentes de multinacionales.
Otra cuestión, es la opinión del consumidor en relación a estos productos.
Aunque se han llevado a cabo muchos estudios, la variabilidad de las poblaciones
investigadas, del tipo de encuesta, o de las preguntas, han dificultado la obtención
de tendencias entre consumidores de distintos países. A pesar de esto, hay
desconocimiento sobre qué son estos alimentos, existiendo cierto rechazo a los
alimentos transgénicos animales y una mayor aceptación de los vegetales. Lo que
resulta evidente es que los consumidores están unánimemente a favor, que el
etiquetado de estos alimentos los identifique claramente. Y que es necesario seguir
evaluando e investigando, especialmente las repercusiones medioambientales, e
intentar trasladar información veraz a los consumidores finales.
La ingeniería genética es, en cierto sentido, la tecnología más pode¬rosa que
nunca hayan desarrollado los seres humanos; y está cre¬cientemente bajo el
control de las mismas transnacionales gigan¬tescas que han producido un desastre
social o ecológico tras otro en el último medio siglo. Aún estamos a tiempo de sacar
las lec¬ciones adecuadas de esa triste historia. Por primera vez en la histo¬ria de
la humanidad, científicos y tecnológos tienen la capacidad técnica para diseñar la
vida mediante intervenciones deliberadas-, pero es muy probable que las
consecuencias negativas a medio y largo plazo sean más importantes que los
beneficios esperables a corto plazo. Ése es el terreno donde se juega ahora nuestra
res¬ponsabilidad, y particularmente la responsabilidad de los investi¬gadores, tanto
individual como colectiva.

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