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Murámonos, Federico es una novela del escritor costarricense, miembro de la Academia

Costarricense de la Lengua y Premio Nacional de Cultura Magón Joaquín Gutiérrez Mangel


(1918-2000). Publicado en 1973, el libro recibió en ese mismo año el premio de novela de la
Editorial Costa Rica y el premio nacional de novela Aquileo J. Echeverría. Ha sido declarada por
la crítica como una de las mejores novelas de Joaquín Gutiérrez. La novela se divide en 14
capítulos, narrados con abundantes analepsis, monólogos interiores y diálogos.

Argumento Se cuenta la historia de Federico García, un abogado de buena familia, casado


con Estebanita Lizaurzábal, hija de un Magistrado de la Corte Suprema. En su juventud, para
poder casarse con ella, Federico la rapta de su casa y se la lleva para El Jorco, donde tienen
relaciones sexuales por primera vez. Luego regresan por un tiempo a San José hasta que
Federico decide irse para Limón para no vivir subordinado a don Ignacio, su suegro. Allí,
mientras Federico desarrolla la producción de banano dentro de su finca, llamada “El Zafiro”,
nacen sus dos hijos: Flor de María y José Enrique. En “El Zafiro” trabajan con él Josefina y El
Zambo, un peón sin nombre, pues es hijo de un nicaragüense y una cocinera que, siendo él un
niño, se lo regala a Federico con tal de que se haga cargo de él.

Cuando sus hijos van entrando en la adolescencia, Estebanita comienza a sospechar que
Federico la engaña, se lo dice y comienza a distanciarse de él. Efectivamente, Federico la
engaña con la Nicoyana, una mujer que conoció en el tren de camino a su casa. Estebanita
deja de hablarle. Federico le cuenta sus problemas a su amigo Colacho, un hombre reflexivo
que no deja de hacer referencias a la filosofía griega (Heráclito, Parménides, Zenón), que a
Federico le parece inútil. Mientras esto sucede, un gringo de alto rango en la compañía
bananera le ofrece a Federico una suma de dinero por su finca. Federico, intentando proteger
su dignidad y la de su país, ofrece un canje: le cambia a Mr. Brooks “El Zafiro” por su gringa.
Como no vende la finca, la Compañía comienza a actuar en contra de Federico: no le llevan el
banano en los trenes y presionan a los bancos para que no le presten dinero, además de que
ya no puede pagar el que debe. Sumado a esto, la finca ahora tiene una bacteria que destruye
las cosechas. Epifanio, un finquero cercano, pierde su finca y es llevado preso.

Así, paulatinamente, también Federico va perdiendo su finca y su familia. Estebanita cae en un


estado de depresión histérica a causa de una gran represión religiosa, pues en su mente el
divorcio es un pecado que debe evitarse a toda costa. José Enrique ingresa a la Universidad,
donde lleva una vida liberal. Vive en casa de sus tíos y tiene una novia con la que se escapa
continuamente para tener sexo. Colacho le cuenta a Federico que tiene un quiste en un
pulmón y va a morirse. Flor de María se casa con un técnico mecánico de la Northern con
posibilidades de irse a vivir a Europa. Federico sobrevive a un infarto.

En este punto, ya nadie le presta dinero y, cuando finalmente decide venderle a la Compañía,
ya esta no le compra al mismo precio. Colacho hace su testamento y le pide a Federico que
busque a un hijo suyo del que nunca había hablado y a la madre para entregarles el dinero de
la venta de su farmacia. La Nicoyana se deshace de Federico y tiene dos hijos con un turco.
Como Federico no puede pagar sus deudas, su finca se va a remate. Mientras tanto, Colacho
muere. Federico se despide de “El Zafiro” acostándose una vez más con Josefina, por despecho
de la Nicoyana, y se venga de la compañía cortando los árboles para esparcir el hongo. Acaba
derrotado y soñando con comprar la finca donde tuvo su luna de miel con Estebanita.
Personajes

Federico García: abogado, dueño de la finca "El Zafiro", hombre impulsivo,


machista y luchador.

Estebanita Lizaurzábal: esposa de Federico, abnegada, reprimida, religiosa,


histérica.

Nicolás (Colacho): boticario amigo de Federico, reflexivo, alegre, socarrón. Alude


constantemente a los filósofos griegos.

Flor de María García: hija mayor de Federico. Cuida de su madre la mayor parte del
tiempo. No sigue su código de conducta.

José Enrique García: hijo de Federico. Sensible, aficionado a la lectura, liberal.

Ignacio Lizaurzábal: padre de Estebanita, adinerado, machista, conservador.

Padre Schongauer: religioso que confiesa a Estebanita. Figura de la represión


religiosa.

El Zambo: trabaja para Federico.

Josefina: cocinera de Federico.

Epifanio: finquero cercano a Federico.

Nicoyana: amante de Federico.

Mr. Brooks: estadounidense, alto funcionario de la compañía bananera.

Solera y Peralta: trabajadores de Mr. Brooks que llegan a ofrecerle dinero a


Federico por su finca.

Tom: jamaicano. Comprador final de la finca después del rema

La novela Murámonos Federico, de Joaquín Gutiérrez, relata la historia de Federico García,


quien posee una finca bananera en el Caribe de Costa Rica, finca llamada “El Zafiro”. En la
novela se muestra cómo García es presionado por la “Compañía” bananera para que éste
venda “El Zafiro”, con la finalidad de agilizar el proceso de producción de la bananera,
presiones a las que Federico resiste durante muchos años. A pesar de que al final del relato, el
personaje principal ha claudicado en su negativa de vender su finca, dado que su banano no
es comprado por la “Compañía” y los bancos nacionales rechazan cualquier posibilidad crédito,
Joaquín Gutiérrez presenta a un personaje lleno de dignidad, incapaz de renunciar a la defensa
de su tierra, e incapaz de sentirse derrotado frente a la “Compañía”. Seguidamente se
presenta un extracto de la novela, en donde desde la dignidad enarbolada por Federico, éste
enumera las razones por las que se niega a vender su finca:
“...Primero, a ver si nos entendemos, que yo no he pensado jamás en vender “El Zafiro”. No
quiero, no me da la gana. No tengo por qué. Segundo, que si ustedes me alegan que la
Compañía ya compró todo por aquí y ya es dueña de todas las tierras de esta ribera y que sólo
le falta “El Zafiro” para redondear un fincón, un enorme fincón, eso, y perdonen la originalidad,
con eso me limpio. Porque si fuera por eso también los ticos tendríamos algún día que
venderles el río, o un pedazo de cielo, o qué sé yo qué. Y si me alegan que por culpa de mi
finca la Compañía va a tener que dar largos rodeos con líneas de tranvía o con los cablevías y
que todo eso va a salir carísimo, pues eso, como decía mi abuelo, que con su pan se lo coman
y que más bien se queden contentos y agradecidos de tener algo en qué gastar los millones
que les sobran. Y, por último, lo que no debería olvidar nadie, nadie al que todavía le quede un
poquito de patriotismo o de decencia, es que estos cuatro potreros alrededor de cinco volcanes
se llaman todavía Costa Rica. Todavía no se llaman Costa Rica & Company Incorporated!...”
(Gutiérrez, 2011: 34-35). La tercera novela que escribió Joaquín Gutiérrez Mangel la llamó
Muramos Federico y la publicó en 1973.1 Obtuvo dos importantes premios nacionales, el
primero fue el premio de novela Editorial Costa Rica y el segundo, el premio de novela Aquileo
J. Echeverría, ambos en el mismo año de su publicación. Esta novela continúa la tendencia
inicial del autor de enfatizar el relato en los personajes, su hablar, su diálogo, su discurrir, su
pensar, su decir. Poco a poco va rompiendo con la novelística monofónica para ir abriendo paso
a la novela polifónica (términos que acuñamos en 1986 y que otros se han apropiado, sin
señalar la referencia bibliográfica). Esto quiere decir que el autor opta por los personajes, no
en el hacer sino en el pensar y decir, hasta llegar a niveles importantes del discurso. Su mismo
título se inclina por ello: "Murámonos Federico", es una invitación cordial, una interpelación a
su receptor inmediato, Federico de parte de Colacho, más como provocación, como ira por que
la Compañía no quería pagarle la finca y todavía Federico pensaba que tal vez le diera el
dinero justo por ella. La que termina aceptando la muerte es su esposa, como única salida a su
situación amorosa. El mundo interior de los personajes se abre sin tapujos, sin cortapisas y el
lector poco a poco va conociendo sus temores, sus anhelos, su desolación, su soledad y
tristezas y todo ello desde cada perspectiva del personaje que desaparece como bueno y malo
y se convierte en un ser humano con todas las debilidades, virtudes, defectos y su carga
ideológica y cultural, sus prejuicios y estereotipos y se abre paso a la lucha por metas
mayores, sobre todo políticas, sin borrar su complejidad humana. De una u otra forma el autor
permite que los personajes se den a conocer con sus propias voces y se presentan diferentes.
Apuesta eso sí al estudio, a la preparación como una vía posible para resolver tanto la
problemática individual, como la social, sobre todo en el ámbito político.

Una novela así, lograda a través de las voces de los personajes y las escasas intervenciones
del narrador omnisciente, no puede ni debe verse como una serie plana, continua y lineal de
acontecimientos. El lector no encontrará esto, a pesar de que los personajes se ubican en
espacios concretos y tiempos reales. Esos elementos se tornan secundarios porque lo más
importante es la problemática vital de los personajes que les toca vivir determinada sociedad,
dividida en los dueños del poder, los ricos y poderosos y los pobres y asalariados y, esto
deseamos destacarlo las relaciones patriarcales de la familia que alienan al individuo, lo
enajenan y le impiden el desarrollo humano deseado, en un sistema económico injusto, donde
unos tienen todo y otros casi nada.
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La novela plantea a estos personajes bajo dos grandes conflictos, uno individual, el de
Estebanita y Federico, familiar, hasta con triángulo amoroso con la Nicoyana y el otro político,
social, Federico y la Compañía Bananera. El espacio concreto es Limón con referentes breves a
otros lugares del país como San José. Del matrimonio de Federico y Estebanita nacen dos hijos
Flor de María y José Enrique. Federico no sólo lucha contra la bananera que trata de apropiarse
de sus tierras sino con su esposa que sabe y cree que él la engaña y como venganza decide
quedarse en la cama y no hacer otra cosa que esperar la muerte. Ninguno de los dos conflictos
se resuelve favorablemente a los personajes, pero muestran la dureza que enfrentan en una
sociedad como la que vivían. Federico favorece la entrada en las fincas bananeras del moko,
For de María comunica a su padre el deseo de casarse, la enfermedad de su madre y la de
Colacho y la historia de Víctor Julio y el diario intercalado de su hermano José Enrique. Este
mosaico de situaciones permite al lector entrar en lo más profundo de la tragedia humana, sus
debilidades y aspiraciones, así como sus luchas y fracasos. Al final conocemos a seres
humanos viviendo la realidad de un país y sus propias limitaciones.

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