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consagración es el servicio.
Si Él quiere que usted se haga a un lado, usted se hace a un lado; y si Él quiere que usted
corra, usted corre de inmediato. Esto es lo que significa atender a Dios.
Dios requiere que todos los cristianos presenten sus cuerpos para servirle a Él. Esto no
significa necesariamente que Él quiera que usted use un púlpito o vaya a evangelizar a un
lugar remoto. Lo que esto significa es que usted lo atienda a Él.
Si Dios envía a alguien al púlpito, esa persona no tiene otra alternativa que obedecer y
hablar. Si Dios envía a alguien a tierras remotas, esta persona no tiene otra opción sino ir.
Todo nuestro tiempo es para Dios, pero la labor que llevamos a cabo se caracteriza por su
flexibilidad.
Todos debemos atender a Dios, pero la labor específica que debemos realizar es
flexible. Debemos aprender a atender a Dios, al presentar nuestros cuerpos para servirle a
Él.
Si somos cristianos, tenemos que servir a Dios por el resto de nuestras vidas. En el
momento en que una persona se consagra, debe comprender que desde ese instante, lo
primordial es lo que el Señor requiera de ella. Servir a Dios es una misión para el resto de
nuestra vida. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros y nos muestre que nuestro
servicio a Él es nuestra obligación.
Debemos hacer ver a todos los creyentes que de ahora en adelante somos personas al
servicio del Señor. Tenemos que comprender que, por ser cristianos, ya no podemos actuar
irresponsablemente. No estoy diciendo que ya no debamos ejercer nuestros
correspondientes oficios con lealtad y seriedad, ni tampoco que podamos estar ociosos.
Ciertamente esto no es lo que quiero decir.
La consagración no estriba en lo mucho que uno puede darle a Dios, sino en ser
aceptados por Dios y tener el honor de servirle.
La consagración no está reservada para todos, sino exclusivamente para los cristianos. Sólo
quienes han sido salvos, los que pertenecen al Señor, pueden consagrarse.
No debemos rogarle a los demás a que se consagren; en lugar de ello, debemos decirles que
el camino está abierto para que lo hagan. Así pues, se ha abierto el camino para servir a
nuestro Dios, el Señor de los ejércitos. Debemos entender que nuestra meta es servir al
Señor de los ejércitos. Es un gran error pensar que la consagración es un favor que le
hacemos a Dios.
Ciertamente es un gran gozo para el hombre ser salvo, pero es aún mayor gozo el participar
en el servicio de Dios. ¿Quién creen que es nuestro Dios? ¡Tenemos que ver Su grandeza y
Su gloria para poder entender la enorme importancia y el gran honor de este servicio! ¡Qué
maravilloso es recibir Su gracia y ser tenidos por dignos de servirle a Él!
La Consagración a Dios
La Consagración a Dios
Si una persona se consagra o no dependerá de cuán saludable haya sido su experiencia
de salvación. Si una persona considera que su fe en el Señor Jesús es un favor que le
hace, y su fe en Dios es un acto de cortesía hacia Él, será inútil hablarle de la
consagración
LA CONSAGRACIÓN
Lectura bíblica: Éx. 28:1-2, 40-41; 29:1-25; Lv. 8:14-28; Ro. 6:13, 16, 19; 12:1; 1 Co.
6:19-20; 2 Co. 5:14-15
Es igualmente vano hablar de consagración con una persona que cree estar promoviendo la
causa cristiana y que considera su conversión como un honor para el cristianismo. Estas
personas no han tenido un buen comienzo en la fe cristiana y, por ende, es imposible
esperar que se consagren.
LA BASE DE LA CONSAGRACIÓN
En 2 Corintios 5:14-15 se nos muestra claramente que el poder para constreñir que tiene el
amor del Señor es la base para que los hijos de Dios vivan para Aquel que murió y resucitó
por ellos.
El hombre vive para el Señor por haber sido constreñido por el amor del Señor. Según el
idioma original, la palabra constreñir se puede traducir como “presionar por todos los
lados”, lo cual quiere decir, sentirse limitado, restringido y fuertemente atado. El amor del
Señor nos ha cautivado y no nos podemos escapar.
Cuando una persona está enamorada, se siente atada. Nosotros hemos sido atados por
Él y no hay escape; Él murió por nosotros, y nosotros debemos vivir para Él. Así que el
amor es la base de la consagración. Un hombre se consagra al Señor porque ha sentido Su
amor.
Sin esta experiencia nadie puede consagrase al Señor,es decir, una persona debe
experimentar el amor del Señor para poder consagrarse a Él. Cuando sentimos el amor del
Señor, espontáneamente nos consagramos a Él.
La consagración no sólo se basa en el amor que el Señor tiene por nosotros, sino
también en que Él ha adquirido ciertos derechos sobre nosotros. Como se revela en 1
Corintios 6:19-20: “Y que no sois vuestros ... Porque habéis sido comprados por
precio”.
Nuestro Señor dio Su vida por nosotros, incluso Él se dio como rescate a fin de adquirirnos
de nuevo para Sí mismo. Somos los que han sido comprados por el Señor. Debido a que el
Señor nos redimió; por eso voluntariamente le cedemos nuestra libertad. Ya no nos
pertenecemos a nosotros mismos, sino que le pertenecemos a Él, somos Suyos, y debemos
glorificar a Dios en nuestros cuerpos.
El Señor nos compró por un precio, y ese precio es la sangre que Él derramó en la
cruz. Así que le pertenecemos al Señor porque Él adquirió ese derecho sobre nosotros.
Así pues, tenemos que tener bien claro que somos personas que han sido compradas por el
Señor. El Señor nos compró pagando el más elevado de los precios. Él no nos compró con
oro o plata, sino con Su propia sangre. En esto vemos tanto Su gran amor como el derecho
que Él tiene sobre nosotros.
Servimos al Señor porque Él nos ama y le seguimos porque Él tiene derecho sobre
nosotros. Este amor y este derecho obtenido mediante la redención nos constriñen a
entregarnos a Él.
La consagración está basada tanto en el derecho que Él tiene sobre nosotros como en
Su amor por nosotros. Este es un derecho legal, y va más allá del sentimental amor
humano. Es por estas dos razones que tenemos que entregarnos a Él.
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Debido a que el Señor nos constriñe con Su amor y basándonos en que Él nos ha comprado,
nos separamos de todo lo demás y vivimos, a partir de ese momento, por Él y para Él.
Después de leer Éxodo 28:1-2 y 29:1, 4, 9-10, vemos que la consagración es algo muy
especial. Israel fue la nación escogida por Dios (19:5-6), pero no llegó a ser una nación
consagrada. Si bien Israel estaba compuesto por doce tribus, no todas ellas recibieron el
servicio santo: sólo la tribu de Leví recibió tal servicio.
La tribu de Leví fue escogida por Dios (Nm. 3:11-13); sin embargo, no toda la tribu estaba
consagrada, ya que entre los levitas, sólo se asignó el servicio santo a la casa de Aarón. El
servicio santo no se les fue dado a todos los israelitas, ni tampoco a todos los levitas, sino a
la casa de Aarón.
Ella fue la única que recibió el servicio santo. Así que, para poder consagrarse, uno tenía
que pertenecer a esta casa. Sólo los miembros de la casa de Aarón eran aptos para ser
sacerdotes y para consagrarse a Dios. Damos gracias a Dios que hoy nosotros somos los
miembros de esta casa. Todo aquel que cree en el Señor es miembro de esta familia.
Todo aquel que ha sido salvo por gracia es sacerdote (Ap. 1:5-6). Dios nos escogió para
que fuésemos sacerdotes. Al principio, sólo los miembros de la casa de Aarón podían
consagrarse, y si alguien que no pertenecía a esta casa se acercaba al Lugar Santísimo,
moría (Nm. 18:7).
Debemos recordar que sólo aquellos que son escogidos por Dios como sacerdotes pueden
consagrarse a Dios. Así que, únicamente los miembros que pertenecen a dicha familia
podían consagrarse.
Hoy, Dios nos ha escogido para ser sacerdotes; por consiguiente, somos miembros de
esta casa y somos aptos para consagrarnos. De esto podemos ver que el hombre no se
consagra porque él haya escogido a Dios, sino porque Dios lo ha escogido a él y lo ha
llamado.
Aquellos que piensan que le están haciendo un favor a Dios por el hecho de haberlo dejado
todo son advenedizos; realmente no se han consagrado. Debemos darnos cuenta de que
nuestro servicio a Dios no es un favor que le hacemos a Él ni una expresión de bondad para
con Él.
No tiene que ver con que nos ofrezcamos voluntariamente para la obra de Dios, sino que
Dios nos ha concedido Su gracia, dándonos una porción en Su obra y así, concediéndonos
tal honra y hermosura.
La Biblia afirma que las vestiduras sagradas de los sacerdotes les daban honra y
hermosura (Éx. 28:2).
La consagración es la honra y la hermosura que Dios nos da; es el llamado que Dios
nos hace para servirle. Si nos gloriamos en algo, debemos gloriarnos en nuestro
maravilloso Señor.
Que el Señor nos tenga a nosotros por siervos, no constituye ninguna maravilla; pero que
nosotros tengamos un Señor como Él, ¡esto sí que es maravilloso! Debemos ver que la
consagración es el resultado de haber sido escogidos, y que servir a Dios es un honor. No
estamos exaltando a Dios si pensamos que estamos haciendo un sacrificio para Él, o si
pudiéramos gloriarnos de nosotros mismos.
La consagración equivale a que Dios nos glorifica a nosotros. Debemos postrarnos ante
Él y exclamar: “¡Gracias Señor porque tengo parte en Tu servicio! ¡Gracias porque entre
tantas personas que hay en este mundo, me has escogido a mí para participar en Tu
servicio!”.
Pero Dios no descansó de Ia fatiga. Lo que esas palabras quieren decir es que toda la obra
creadora estaba cumplida y terminada. La misma figura de lenguaje se usa con respecto al
Redentor. Hebreos 1:3 dice asi: “habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados
por medio de si mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. . .” Ningún otro
sacerdote pudo sentarse. Los sacerdotes del Templo tenían que ministrar de pie, porque su
ministerio era provisional, preparatorio, y no se daba nunca por acabado. Era una figura y
una profecía del sacerdocio inmutable de Cristo que habría de venir.
El propio ministerio de Cristo fue parte de Ia preparación para la venida del Espíritu.
Hasta que Él se sentara en la gloria, no podia haber "dispensación del Espíritú". Juan dice
sobre la promesa de nuestro Señor en el Templo: "Esto dijo del Espíritu que iban a
recibir los que creyesen en él; pues aún no había sido dado el Espíritu Santo, porque
Jesús no había sido aún glorificado" (Juan 7:39). El descenso del Espíritu dependía del
ascenso de Cristo a los cielos.
Cuando la obra de redención estuvo completa, fue dado el EspIritu Santo, y cuando El
vino, se "sentó" o se "posó" sobre los Suyos. Él reina en la Iglesia, así como Cristo reina
en los cielos. Esta dispensación en la que estamos viviendo es la dispensación del
Espíritu.
El Espíritu Santo es el Don de Diosa Ia Iglesia que pertenece a Su Hijo. Para efectuar la
obra de la Redención, el Hijo de Dios se vació a Sí mismo de las prerrogativas de su
"estatus Divino", pero el Padre le dio el Espíritu para ejercer Su ministerio. "...y cuál la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a Ia
eficacia de su fuerza, Ia cual ejercitó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole
a su diestra en los lugares celestiales, por encima de todo principado, autoridad, poder y
señorío, y de todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el
venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a
la igiesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo Ilena en todos” (Efesios
1:19-23).
El Espíritu en Ia Iglesia
La esfera del Espíritu está en el Templo Viviente de aquellos que han sido salvos y
regenerados. El no mora en templos hechos de manos. El Templo en Jerusalén fue un
“error permitiddo", así como el reinado en Israel. En la Nueva Jerusalén no hay Templo.
El Tabernáculo era un tipo de Ia realidad celestial.
El Templo tenía solidez, permanencia y magnificencia, pero Dios lo consideraba como algo
temporal. A Dios no le interesan los edificios costosos, sino las almas de los hombres. El
busca a los hombres para salvarles y morar así en sus corazones. Emanuel es la primera y la
última palabra del Evangelio de la gracia. E. M. Bounds, en su libro sobre la oración, dice:
“El plan de Dios consiste en transformar a los hombres. El hombre es Ia esencia de los
métodos de Dios.
La Iglesia busca mejores métodos, pero Dios está buscando mejores hombres”. Dios ha
estabiecido su reino entre los hombres. Ha confiado su precioso Evangelio a los hombres.
La Iglesia es el período ininterrurnpido en el cual se aplican los nuevos métodos, nuevos
planes, nuevos edificios y nuevas organizaciones, pero “los ojos de Jehová contemplan toda
Ia tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con éI” (2.°
Crónicas 16:9).
El Espíritu Santo no desciende sobre los métodos, sino sobre los hombres. El no unge a
la maquinaria, ni obra a través de las organizaciones, sino de los hombres. El no mora en
edificios hechos de manos, sino en los mismos hombres. El mora en el Cuerpo de Cristo,
dirige sus actividades, distribuye sus fuerzas y da poder a sus miembros.
Y todos fueron Ilenos del Espíritu Santo...” (Hechos 2:2-4). El Espíritu había descendido
para reinar sobre cada uno de ellos. El Señor Jesucristo había definido su misión y trazado
su programa. El Espíritu unificaria a los creyentes en un Cuerpo y les guiaría a toda verdad,
fortaleciéndoles para el servicio cristiano. En Ia Iglesia, El es el Suprerno Ejecutivo, pero
tiene su lugar en el alma del creyente.
El dirige todas las cosas desde el centro espiritual que constituye nuestra vida interior. El
cuerpo preparado para el eterno Hijo de Dios nació de una Virgen; el cuerpo preparado
para el Espíritu Santo es engendrado en la fe en Jesucristo, el Hijo del Dios Viviente. La
Iglesia es la esfera de su ministerio, el agente de sus propósitos y el lugar de su Presencia.
"Y se les aparecieron lenguas como de fuego, que, repartiéndose, se posaron sobre
cada uno de ellos. Y todos fueron llenos del Espíritu Santo...” El “todos” es para cada
uno. La historia de Pentecostés revela lo que el don de Dios hizo para con los hombres
individualmente, así como tambien para con toda la compañia de creyentes. Pedro, según
nos muestra la Escritura era un hombre de impulsos buenos y generosos que tenía los
defectos de cualquier ser humano.
Hablaba con una decisión admirable, pero a veces fracasaba en la hora de la prueba.
Pentecostés fue la experiencia que transformó radicalmente a este siervo de Dios. Pedro
supo lo que era tener la seguridad de la verdad revelada en sus palabras, y la confianza de
un poder invencible en su ser.
El hombre que lloraba de angustia por haber negado al Señor, ahora está libre de todo
miedo y cobardía. El temperamento y las aptitudes naturales permanecieron inmutables,
pero el discípulo aparece con una nueva energia, transfigurado con un nuevo Espíritu,
efectivo como nunca con un nuevo poder.
El Espíritu de Cristo le había revestido de si mismo. Pedro hablaba con el mismo acento
galileo, pero el que le daba la iniciativa y la inspiración para pronunciar sus palabras era el
Espíritu. Pablo habla de Ia misma verdad cuando dice: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo
vivo en la fe del Hijo de Dios... (Gálatas 2:20).
El apóstol atribuye toda su efectividad espiritual al poder del Espíritu que mora en él. “No
que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos,
sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos capacitó como
ministros de un nuevo pacto, no de Ia letra, sino del espíritu; porque la letra mata, pero el
espíritu vivifica” (2. Corintios 3:5-6). Hay otras clases de habilidades que aquellas que
vienen de Dios por medio de su Espíritu, pero son temporales y no confieren vida.
El Espíritu es el único que da vida. Todo lo demás fracasa. La letra puede ser perfecta, el
método maravillosamente ingenioso, el hombre tremendamente preparado y eficaz, pero lo
que prevalece únicamente será aquello sobre lo cual el Espíritu se manifiesta. Las
carnalidades no sirven de nada. El poder que puede transformar y perfeccionar pertenece al
Espíritu de Dios. Nunca como en nuestros días hubo tanta perfección humana en Ia Iglesia,
pero la Nueva Jerusalén no está construida por los poderes humanos, sino que desciende de
los cielos directamente de Dios. Los creyentes sin el poder del Espíritu no pueden hacer
un servicio agradable a Dios.
Lo que nos hace falta a los creyentes de hoy es el poder que viene del Espíritu. Para
nuestra santidad y victoria, para nuestro servicio y prosperidad, El es lo único que
necesitamos. El Espíritu Santo es el don de Dios. El poder no puede conseguirse ni con
méritos, ni con dinero, ni con ninguna cosa más. Un don se recibe o se rechaza. Este don es
para todos aquellos que creen y coronan al Señor Jesucristo en sus corazones
Amar a Dios con todo nuestro corazón:
¿Qué significa?
Los fariseos y los escribas muchas veces trataron de tentar a Jesús con varias preguntas. Sin
embargo otros le hacían preguntas genuinas porque buscaban respuestas. Hay una pregunta
la cual fue hecha dos veces por dos personas diferentes, una que quería aprender y otra que
quería tentarle. Se trata de la pregunta de que cuál mandamiento es el más grande de todos.
Vamos a leer los pasajes relacionados:
Mateo 22:35-38
“Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el
gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.”
Marcos 12:28-30
“Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había
respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió:
El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y
amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con
todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.”
Como leemos: amar a Dios con todo nuestro corazón es el mandamiento más importante.
Pero, ¿qué significa? Desafortunadamente vivimos en una época donde la palabra amor a
terminado significando solo un sentimiento. Amar a alguien se confunde con “me cae
bien”. Sin embargo, que alguien “me caiga bien” no necesariamente constituye el amor en
términos bíblicos. Porque en términos bíblicos el amor esta estrechamente conectado con
hacer y específicamente el amar a Dios con hacer lo que Dios quiere, esto es, Sus
mandamientos, Su voluntad. Jesús puso esto muy en claro cuando dijo:
Juan 14:15
“Si me amáis, guardad mis mandamientos.”
Y Juan 14:21-24
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será
amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote):
Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo:
El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no
es mía, sino del Padre que me envió.”
Amar a Dios y guardar Sus mandamientos: la Palabra de Dios, los cuales son cosas
inseparables una de la otra. Jesús lo puso absolutamente claro. ¡El que lo ama guarda la
Palabra de Dios y aquel que no guarda la Palabra de Dios no le ama! Entonces amar a Dios,
el principal mandamiento, no significa que siento bonito sentado en la banca de la iglesia el
domingo en la mañana. Más bien lo que significa es que trato de hacer lo que complace a
Dios, lo que hace feliz a Dios. Y eso es una cuestión diaria.
1 Juan contiene más pasajes que establecen claramente lo que significa amar a Dios.
1 Juan 4:19-21
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y
aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto,
¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él:
El que ama a Dios, ame también a su hermano.”
1 Juan 5:2-3
“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos
sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus
mandamientos no son gravosos.”
1 Juan 3:22-23
“y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus
mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su
mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros
como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios
en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.”
Hay varias falacias corriendo por el cristianismo de hoy. Una muy seria es la falsa idea de
que a Dios no le importa si hacemos o no Sus mandamientos, Su voluntad. De acuerdo a
esta falacia, todo lo que a Dios le importa es ese único momento cuando comenzamos en la
“fe”. “Fe” y “amar a Dios” han sido separados de cuestiones prácticas y son consideradas
ciertas nociones de tipo teórico, estados mentales, los cuales existen separadamente de lo
que uno vive. ¡Pero la fe significa ser fiel! Y el fiel cuida de complacer a aquel al cual le es
fiel, esto es, se ocupa de hacer Su voluntad, Sus mandamientos.
Algo más que se vuelve evidente con lo anterior es que el amor y el favor de Dios no son
verdaderamente condicionales, así como algunos nos han hecho creer. Esto también lo
vemos en los pasajes anteriores. Entonces en Juan 14:23 leemos:
Y en Deuteronomio 5:9-10
“No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que
visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que
me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis
mandamientos.”
En Juan 14:23 hay un “si” y una “y”. Si alguien ama a Jesús, guardará Su Palabra, Y, como
resultado, el Padre lo amará y Él junto con Su Hijo vendrán y morarán en él. También en 1
Juan, recibimos cualquier cosa que le pidamos, porque guardamos Sus mandamientos y
hacemos lo que le complace. También en Deuteronomio, el misericordioso amor de Dios se
demuestra a aquellos que le aman y guardan Sus mandamientos . Hay un claro ligamento
entre el amor y el favor de Dios con el hacer Su voluntad. Por decirlo de otro modo, no
pensemos que desobedecer a Dios, descuidando Su Palabra y Sus mandamientos, no
importan de verdad, porque como quiera Dios nos ama. No pensemos de ese modo, cuando
decimos que amamos a Dios en verdad lo amamos. Yo creo que si amamos a Dios o no se
demuestra mediante la respuesta a la siguiente pregunta simple: ¿Hacemos lo que complace
a Dios, Su Palabra, Sus mandamientos? Si la respuesta es sí, entonces amamos a Dios. Si la
respuesta es no, entonces no lo amamos. Así de simple.
Juan 14:23-24
“Si alguno me ama, guardará mi palabra; …. El que no me ama, no guarda mis palabras...”
Otra área de confusión, cuando se trata de hacer la voluntad de Dios, es la idea de que
deberíamos hacer la voluntad de Dios solo si sentimos hacerla. Pero si no lo sentimos
entonces estamos disculpados porque, supuestamente, Dios no querría que hiciéramos algo
que no sentimos hacer. Pero dime algo: ¿vas a trabajar porque lo sientes? ¿Te levantas en la
mañana pensando en cómo te sientes para ir a trabajar y dependiendo de si lo sientes o no te
paras de la cama o te volteas y te tapas con la colcha? ¿Así es cómo lo haces? No lo creo.
HACES tu trabajo independientemente de cómo te sientas al respecto. Pero cuando se trata
de hacer la voluntad de Dios le hemos dado mucho lugar a los sentimientos. Por supuesto
que Dios quiere que hagamos Su voluntad y que sintamos hacerla, pero aun si no lo
sentimos, es mucho mejor hacerla como quiera. Un ejemplo de lo que el Señor nos dijo: “
Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti...” (Mateo 18:9). No dijo: “Y si tu ojo
te es ocasión de caer y sientes sacarlo entonces hazlo. Pero si no sientes sacarlo entonces
estás disculpado -puesto que no sientes hacerlo, lo puedes dejar ahí produciendo que sigas
pecando”. ¡El ojo podrido debe de ser sacado, aunque lo sintamos o no, hazlo como quiera,
en vez de desobedecerle a Él!
Pero veamos otro ejemplo en Mateo. En Mateo 21, los sumos sacerdotes cuestionaron a
Jesús una vez más. Para responder una de esas preguntas Jesús dio la siguiente parábola:
Mateo 21:28-31
“Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo,
ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido,
fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor,
voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero.
Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al
reino de Dios.”
El segundo hijo, por otra parte, le dijo a su padre -tal vez también ya levantado de la cama-
“Papá, voy a ir”. Pero luego no fue, tal vez se volvió a dormir, luego llamó a un amigo y se
desapareció haciendo lo que él quería. Tal vez por un momento “sintió” hacer la voluntad
de su padre, pero los sentimiento van y vienen. Entonces ese “sentimiento” de hacer la
voluntad de Dios fue reemplazado por otro “sentimiento” de algo diferente y ya no fue.
¿Cuál de estos dos hijos hizo la voluntad de su padre? ¿El que no lo sentía al principio pero
que la hizo como quiera o el que al principio sentía hacerla pero en realidad no la hizo? La
respuesta es obvia. Ahora, ya vimos que amar al Padre significa hacer Su voluntad. Por lo
tanto, podríamos preguntar lo siguiente: ¿Cuál de los dos amaba a su padre? o ¿Con cuál de
los dos estaba el padre complacido? ¿Con el que al principio le dijo que iba a hacer Su
voluntad y luego no la hizo o con el que en realidad hizo Su voluntad? La respuesta es
obviamente la misma: con el que hizo Su voluntad. Entonces concluyendo: Haz la voluntad
de Dios, independientemente de los sentimientos. Incluso si la primer respuesta es “No
siento hacerla”, cambia de opinión y hazla. Por supuesto que es mucho mejor sentir hacer la
voluntad de Dios y hacerla, pero entre no hacer la voluntad de Padre y hacerla sin querer
necesariamente hacerla, la opinión a escoger aquí es: Como quiera voy a hacer la voluntad
de mi Padre, porque lo amo y quiero complacerlo.
3. La noche en Getsemaní
No hay nada de malo en preguntar al Padre si hay alguna salida. No hay nada de malo en
preguntarle al Padre si hoy puedes quedarte en casa y no ir al viñedo. Lo que está mal es
quedarse en casa comoquiera y sin preguntarle. Eso es desobediencia. Pero no está mal
preguntarle por una excepción o por otra alternativa. De hecho, si no hay otra forma, puede
que obtengas una motivación especial para avanzar y hacer Su voluntad, Jesús obtuvo tal
motivación: “Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle”.
Jesús hubiera querido que pasara de Él la copa, PERO solo si esa era la voluntad de Dios. Y
en ese caso no lo era. Y Jesús la aceptó. Como le dijo a Pedro después de que llegó Judas
con la compañía de guardias:
Juan 18:11
“Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado,
¿no la he de beber?”
Jesús siempre hizo lo que complacía al Padre, incluso si no sentía hacerlo. Y por eso,
porque siempre hizo lo que complacía al Padre, el Padre nunca lo dejó solo. Como Él dijo:
Juan 8:29
“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago
siempre lo que le agrada.”
Filipenses 2:5-11
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó
a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es
sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en
los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre.”
Jesús se humilló a sí mismo. Dijo: “que se haga Tu voluntad y no la mía”. ¡Jesús obedeció!
“Por lo tanto, amados míos” esto es, porque tenemos tal ejemplo de obediencia, Jesucristo
nuestro Señor, obedezcamos también cuidando nuestra salvación con temor y temblor de
Dios, es el obrar en nosotros el querer como el hacer por Su buena voluntad. Como
Santiago dice:
Santiago 4:6-10
“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y
él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo,
purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en
lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”
Conclusión
Amar al Señor con todo nuestro corazón es el mandamiento más importante. Pero amar a
Dios no es un estado de la mente, donde “sentimos bonito” respecto a Dios. Amar a Dios es
lo mismo que hacer lo que Dios quiere. No hay tal cosa de amar a Dios mientras que al
mismo tiempo le desobedezco. No existe eso de tener fe y ser infiel. La fe no es un estado
mental. La fe en Dios y Su Palabra es serle fiel a Dios y a Su Palabra. No creamos la falacia
que trata de separar una cosa de la otra. También el amor de Dios y Su favor vuelve a
aquellos que le aman, esto es, a aquellos que hacen lo que a Él le place, Su voluntad.
Además, también vimos que es mejor continuar y hacer la voluntad de Dios aunque no lo
sintamos, que desobedecerle. Esto no nos hace robots sin sentimientos. Podemos
(deberíamos) hablarle al Señor y pedirle otra alternativa para que nos la provea. Él es el
Maestro más maravilloso de todos, misericordioso y bueno con sus hijos. Y si no hay otra
alternativa Él nos fortalecerá para hacer lo que parece muy difícil para nosotros,
exactamente como lo hizo con Jesús aquella noche.
El tentador
Al contrario de las pruebas que proceden del Señor, las tentaciones, las pruebas con maldad
y trampas cuyo propósito es hacernos daño, son cosas que no provienen de Dios, sino de Su
enemigo y el nuestro: el diablo. Esto es lo que la Palabra de Dios nos dice refiriéndose a
quién está detrás de la tentación:
Mateo 4:1
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.”
Mateo 4:3“Se le acercó el tentador y le dijo: --Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan.”
Marcos 1:13
“Y estuvo [Jesús] allí en el desierto cuarenta días. Era tentado por Satanás.”
Lucas 4:2
“por cuarenta días, y era tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días, pasados los
cuales tuvo hambre.”
Lucas 4:13
“Cuando acabó toda tentación el diablo, se apartó de él [Jesús] por un tiempo.”
1 Corintios 7:5
“No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para
ocuparos sosegadamente en la oración. Luego volved a juntaros en uno, para que no os
tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.”
1 Tesalonicenses 3:5
“Por eso también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, pues
temía que os hubiera tentado el tentador y que nuestro trabajo hubiera resultado en vano.”
Apocalipsis 2:10
“No temas lo que has de padecer. El diablo echará a [algunos] de vosotros en la cárcel para
que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. ¡Sé fiel hasta la muerte y yo te daré
la corona de la vida!”
Como hemos dicho, muchos creen que las tentaciones y las pruebas que contienen maldad
vienen de Dios; es decir, que Él trae el mal a nuestras vidas para hacernos mejores. No
obstante, esto no es cierto. El tentador, ése que tienta con la maldad, no es Dios sino el
diablo y lo hace tanto directa como indirectamente. Veamos ahora las formas y significados
que la tentación puede adquirir.
Formas de la tentación
1. Tentaciones que provienen de gente que se opone a Dios y a Su Palabra
Jesús y sus discípulos muchas veces se enfrentaron cara a cara con este tipo de tentación y
pruebas de pensamiento enfermizo:
Mateo 16:1
“Llegaron los fariseos y los saduceos para tentarlo, y le pidieron que les mostrara una señal
del cielo.”
Mateo 19:3
“Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo y diciéndole: —¿Está permitido al
hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?” Mateo 22:18
“Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: —¿Por qué me tentáis, hipócritas?”
Mateo 22:35
“Y uno de ellos, intérprete de la Ley, preguntó para tentarlo, diciendo:”
Marcos 8:11
“Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo
para tentarlo.”
Marcos 10:2
“Se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarlo, si era lícito al marido repudiar a
su mujer.”
Marcos 12:13-15
“Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para que lo sorprendieran en
alguna palabra. Viniendo ellos, le dijeron: —Maestro, sabemos que eres hombre veraz y
que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con
verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no
daremos? Pero él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: —¿Por qué me tentáis?
Traedme un denario para que lo vea.”
Lucas 11:15-16
“Pero algunos de ellos decían: —Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los
demonios. Otros, para tentarlo, le pedían señal del cielo.”
Juan 8:3-6
“Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y,
poniéndola en medio, le dijeron: —Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto
mismo de adulterio, y en la Ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué
dices? Esto decían probándolo, para tener de qué acusarlo.”
Hechos 20:19
“Sirviendo al Señor con toda humildad, con muchas lágrimas y pruebas que me han venido
por las asechanzas de los judíos.”
1 Pedro 4:12-13
“Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido, como si alguna
cosa extraña os aconteciera. Al contrario, gozaos por cuanto sois participantes de los
padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran
alegría.”
Como vemos en esos pasajes, una manera en la que el diablo tienta/prueba a la gente de
Dios, es por medio de otras personas y por medio de la persecución y la aflicción por la
Palabra de Dios. Luego vamos a examinar aquí cómo manejar este tipo de tentación, pero
primero vamos a ver las otras formas que la tentación puede adquirir.
2. Tentaciones provenientes de los propios deseos.
Los deseos carnales son otra vía por medio de la cual alguien puede ser tentado:
Santiago 1:13-15
“Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede
ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
pasión es atraído y seducido. Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el
pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”
1 Timoteo 6:9
“Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y
dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición.”
En esta categoría la fuente de la tentación son los propios deseos del hombre; es decir,
viejos deseos del hombre que lo han seguido a través del tiempo, tales como el deseo de ser
rico. Observe lo determinante de los pasajes anteriores: ellos no dicen que cuando usted es
atraído por sus propias pasiones y es seducido, tal vez caiga en tentación. ¡No! Lo que ellos
dicen es que tú definitivamente serás tentado. De igual manera, ellos no dicen que si tú
deseas ser rico, quizás caerás en una trampa. ¡No! ¡Lo que ellos dicen es que con toda
seguridad caerás en una trampa, la misma trampa que lleva a los hombres a la destrucción y
la perdición! Como Pablo también nos dice:
Gálatas 5:17
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne; y estos
se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais.”
Romanos 8:7
“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la
Ley de Dios, ni tampoco pueden.”
Las tentaciones de esta categoría aquellas en las que nosotros decidimos entrar, atraídos y
seducidos por nuestra carne, el hombre del pasado. ¿El resultado? De nuevo mantengamos
en alto el volumen de las Escrituras: pecado, destrucción, perdición, muerte. Continuar con
los deseos de los hombres del pasado es un asunto muy serio con las más serias
consecuencias. No nos engañemos a nosotros mismos pensando que quizás porque somos
salvados por gracia, eso significa que somos libres de continuar con los deseos del hombre
del pasado y de alguna manera escapar de sus consecuencias. Gálatas 6:7-8 nos dice:
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso
también segará, porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; pero el
que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.”
¿Entonces qué debemos hacer? La Palabra es de nuevo muy clara: Romanos 13:11-14
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está
más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada y se
acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz.
Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y
libertinaje, no en contiendas y envidia. Al contrario, vestíos del Señor Jesucristo y no
satisfagáis los deseos de la carne.”
Efesios 4:20-24
“Pero vosotros no habéis aprendido así sobre Cristo, si en verdad lo habéis oído, y habéis
sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada
manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos
engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
2 Corintios 10:4-5
“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas, 5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.”
Y Proverbios 4:23
“Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida.”
En todos esos pasajes el protagonista principal no es Dios, sino nosotros. Somos nosotros
los llamados a quitarnos al hombre del pasado y ponernos el nuevo. Somos nosotros los
llamados a renovar nuestra mente y somos nosotros los llamados a proteger nuestro corazón
con toda diligencia. Sí, sin la ayuda de Dios no es mucho lo que podemos hacer. Pero la
ayuda de Dios viene a quienes están dispuestos a seguirlo a Él. No nos engañemos a
nosotros mismos con la idea de que de alguna manera seremos Cristianos fructíferos,
mientras que al mismo tiempo nuestros corazones y mentes siguen los deseos carnales del
hombre del pasado. ¡Esto no es posible! Ciertamente es blanco y negro. Es uno (Dios) o lo
otro (el mundo). ¡Una mezcla de ambas cosas no funciona!
En Mateo 4:1-11 encontramos al diablo hablando directamente con Jesús. ¿Pero cómo lo
hizo? La respuesta está en el espíritu, por “revelación”, por así decirlo. Me gustaría
dedicarle algún tiempo a esta categoría, pues, dada la ignorancia que existe, frecuentemente
vemos a individuos atribuyendo a Dios cualquier cosa que proviene del terreno espiritual.
Pero eso no es así. Yo solía creer que por ser Cristiano, el diablo no puede hablarme. Pero
puede –él lo hizo con Jesús. Si decidimos ignorar esta posibilidad y considerar que todo lo
que viene del mundo espiritual proviene de Dios, entonces estamos abriendo una puerta al
diablo para dirigirnos por el mal camino dándonos información falsa en la que nosotros
creeremos, porque pensamos que –ya que claramente proviene del campo espiritual—
procede de Dios. Empíricamente, he observado que esto sucede cuando la gente ansía
alguna cosa; ansían algo con tanta fuerza que cuando oran sobre eso escuchan sólo la
respuesta que ellos desean. En otras palabras, no son neutrales, quieren hacer la voluntad de
Dios, cualquiera que ésta pueda ser. Contrariamente, ellos simplemente quieren una
confirmación de lo que tanto desean. Ellos están codiciando algo, y por tanto, abriendo la
puerta al demonio para que les dé falsa información “espiritual”, que cuando la siguen les
conducirá a grandes problemas. Esa es la razón por la cual usted tiene que juzgar lo que
recibe como información espiritual de acuerdo con La Palabra. ¿Lo que usted
supuestamente ha escuchado del terreno espiritual está alineado con la Palabra de Dios,
tanto en cuanto a su contenido como en la manera en que fluye? Si no es así, entonces debe
rechazarlo sin preguntar. Tristemente, muchos hermanos no comprueban lo que
supuestamente han escuchado del terreno espiritual, para ver si cuadra con La Palabra. Por
ejemplo, he visto gente que dicen ser Cristianos cometiendo adulterio, divorciándose de sus
esposas Cristianas y casándose con otras (quienes también dicen ser Cristianas) y, como si
todo eso fuera poco, ¡justifican sus acciones diciendo que supuestamente Dios les dijo que
lo hicieran! ¿Podría Dios decirles que hicieran algo así? ¡No! ¿Cómo lo sabemos? ¡Porque
un consejo de este tipo es completamente opuesto a la Palabra de Dios! Lo que
verdaderamente sucedió, y la Palabra lo explica clara y plenamente, es que al no estar
vigilantes, fueron atraídos por su propia lujuria y seducción, abriendo por tanto la puerta al
demonio. Si realmente alguien les dijo que actuaran así, ése no fue Dios, sino el demonio.
La Palabra de Dios es por tanto la medida contra la cual cualquier información que
provenga del terreno espiritual debe ser medida y evaluada. Jesús también hizo esto cuando
usó la Palabra de Dios para combatir a Satanás y sus tentaciones. Todas sus respuestas
comenzaban con “está escrito”.
Gálatas 1:8
“Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anuncia un evangelio diferente del que os
hemos anunciado, sea anatema.”
Incluso si un ángel del cielo –y obviamente ese sería un ángel caído, un ángel de la
oscuridad, como exactamente lo es Satanás— baja y comienza a predicar un evangelio
diferente al que Pablo, por revelación de Jesucristo, recibió y les predicó, este sería un
ángel maldito. Obtener información del terrero espiritual no es suficiente. Esta información
también tiene que proceder de la fuente correcta del terreno espiritual. De lo contrario, es
una tentación y un ataque del demonio. Y para conocer la procedencia de la información,
usted tiene que evaluarla según la única medida válida: la medida de la Palabra de Dios.
Mateo 13:20-21
“El que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento la recibe con
gozo, pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la
persecución por causa de la palabra, luego tropieza.”
Lucas 8:13
“Los de sobre la piedra son los que, habiendo oído, reciben la palabra con gozo, pero no
tienen raíces; creen por algún tiempo, pero en el tiempo de la prueba se apartan.”
¡Como podemos ver, la gente de esta categoría oyó La Palabra e inicialmente la reciben con
alegría! En otras palabras, ellos estaban muy entusiasmados por La Palabra. Pero entonces
llegó la tentación, la prueba, y su forma fue de tribulación y persecución por causa de La
Palabra; es decir, debido a La Palabra estas personas fueron perseguidas. Y ahí ellos
perdieron el juego. En vez de perseverar aferrándose a La Palabra que originalmente ellos
habían recibido con tanta alegría, se echaron para atrás y se apartaron de ella. Si tú eres un
joven creyente lleno de fervor hacia Dios: podría parecer que el demonio no está por
ninguna parte a tu derredor, esto no va a durar para siempre. La tentación, la prueba,
llegará. Necesitarás perseverar, aferrarte a la fe y a la Palabra que con tanta alegría has
recibido. Como la Palabra nos dice:
Hebreos 10:35-39
“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa, pues os es necesaria
la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. «Porque
aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; pero si
retrocede, no agradará a mi alma.» Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”
Romanos 16:19-20
“Vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, y por eso me gozo de vosotros. Pero
quiero que seáis sabios para el bien e ingenuos para el mal. Y el Dios de paz aplastará muy
pronto a Satanás bajo vuestros pies.”
Y 1 Pedro 5:8-10
“Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar. Resistidlo firmes en la fe, sabiendo que los mismos
padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Pero el Dios de
toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un
poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”
Aférrate a la fe y hazlo hasta el final. Pon tu vida y situación en las manos de Dios y
disponte a sufrir cualquier cosa que surja; sí, incluyendo el ridículo y la tortura. Dios está
contigo. Él te fortalecerá. Él te dará coraje. Tal y como lo hizo con Jesús en el jardín de
Getsemaní. Tal y como lo hizo con Pablo en la prisión, cuando fue perseguido por los
Judíos (Hechos 23:11). Como Pablo dijo: “así como sois compañeros en las aflicciones,
también lo sois en la consolación.” (2 Corintios 1:7). El consuelo que proviene de Él supera
con creces cualquier ridículo o tortura que un hombre pueda proporcionarnos.
“Los que fueron sembrados entre espinos son los que oyen la palabra, pero los afanes de
este siglo, el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la
palabra, y la hacen infructuosa.”
Y Lucas 8:14
“La que cayó entre espinos son los que oyen pero luego se van y son ahogados por las
preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.”
Esos hombres oyeron la Palabra, la comprendieron, pero ésta quedó sin dar frutos. ¿Por
qué? Porque ellos dejaron la puerta de sus corazones abierta a las espinas de “los afanes de
este siglo, el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas” (Marcos 4:19), las cuales
al entrar, sofocaron la Palabra. Como ya hemos visto a Santiago diciendo:
Santiago 1:13-15
“Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede
ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
pasión es atraído y seducido. Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el
pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”
“Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y
dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición.”
Algo que debemos observar: El mismo efecto que ocurre por la tentación de riquezas y la
codicia de las demás cosas, sucede también con las preocupaciones de este mundo. Ellas
también traen esterilidad. Por tanto, si quieres ser un Cristiano que produce frutos, es decir,
un Cristiano de verdad y no un simple Cristiano de nombre, debes eliminar las espinas de
las preocupaciones, riquezas y placeres de la vida, y evitar que regresen de nuevo Necesitas
tomar acción. Necesitas cambiar, y Dios te ayudará si tú realmente así lo quieres. La
tentación en la tercera categoría de la parábola del sembrador no proviene de la persecución
y aflicción causada por el demonio. Aquí la tentación adquiere formas más sutiles, lo cual
por tanto también requiere de nuestra resistencia. Preocuparse por las cosas que este mundo
se preocupa ("las preocupaciones de este mundo"), querer riquezas o codiciar otras cosas,
es muy peligroso. Éstas son espinas que tienen que ser removidas. Como vimos a Pablo
diciendo:
Romanos 13:14
“vestíos del Señor Jesucristo y no [satisfagáis] los deseos de la carne.”
“No satisfagáis los deseos” significa que no debemos preocuparnos por la carne y sus
deseos. En vez de ello, debemos alimentarnos con la leche pura de La Palabra, de modo que
crezcamos a través de ella. (1 Pedro 2:2).
2 Pedro 2:9a
“El Señor sabe librar de tentación a los piadosos”
La noche en que el Señor Jesús fue capturado, en el jardín de Getsemaní, dijo a sus
discípulos:
Mateo 26:41
“Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la
carne es débil.”
Lucas 22:40
“Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: —Orad para que no entréis en tentación.”
Lucas 22:46
“y les dijo: —¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación.”
La tentación es descrita aquí como algo en lo que los discípulos podrían caer y para ello la
respuesta adecuada sería la oración. Luego, oración y tentación se colocan una contra la
otra. “Oren para que no caigan en tentación”, dijo el Señor. Obviamente, si ellos no oraban
efectivamente caerían en tentación. Oración, comunión con Dios, mantener los canales de
comunicación abiertos y recibir de Él el coraje y apoyo necesario por medio de la oración,
es un escudo de protección contra la tentación. Eso no necesariamente significa que la
tentación no vendrá, pero lo que de seguro significa es que cuando/si llega, nos hallará
inquebrantables en la fe en vez de listos para caer en su trampa.
Juan 14:15-18
“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y
estará en vosotros.”
Aquí, Jesucristo habla sobre el Espíritu Santo y lo describe como otro consolador. Aunque
Jesús se marchaba, Él realmente no los dejaba solos. Él enviaría a OTRO consolador, es
decir, a alguien que lo sustituiría, alguien que haría todo lo que Él hacía cuando estaba con
ellos, pudiéramos hablar de un reemplazo por su ausencia física. Aunque Él ya no estaría
presente físicamente con ellos, estaría presente espiritualmente, mediante el Consolador. En
otras palabras, tener el Espíritu Santo es absolutamente como tener a Jesús. Y el Espíritu
Santo hace para aquellos que siguen a Jesús lo que Jesús hizo para sus discípulos cuando Él
estuvo presente físicamente, es decir, los enseña, los guía, los reprende, los consuela. Por
eso es llamado OTRO consolador. El primer consolador era Jesús en su presencia física.
Sólo unos días después de la ascensión de Jesús, el Espíritu Santo, el segundo consolador,
“otro consolador”, el sustituto de Jesús, el primer consolador, vino. Como Barnes dice en
su comentario:
“Jesús había sido para ellos un consejero, un guía, un amigo, mientras él estaba con ellos.
Él los había instruido, había cargado con sus prejuicios e ignorancia, y les había dado
consuelo en tiempos de desaliento. Pero Él estaba a punto de abandonarlos ahora. Debía ser
dado el otro Consolador como una compensación por su ausencia, o para realizar las
funciones que Él habría hecho si hubiera permanecido personalmente con ellos. Y de esto
podemos aprender, en parte, lo que es la función del Espíritu. Su función es la de proveer a
todos los cristianos la instrucción y consuelo que daría la presencia personal de Jesús..”
(Albert Barnes' Notes on the Bible)
Por lo tanto, querido hermano y hermana en Cristo: no estamos abandonados. Jesús no está
en algún sitio lejos de nosotros. Él está muy cerca de nosotros. ¡Jesús, mediante el
Consolador, está en nosotros! Como nos dice en Colosenses 1:26-27:
“el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido
manifestado a Sus santos. A ellos, Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este
misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza de gloria.”
Cristo está EN USTED, querido hermano y hermana. ¡El Consolador está en usted! ¿Y por
qué está el consolador ahí? Para hacer todo lo que Cristo haría si él estuviera presente
físicamente. Aquí está el ministerio del Espíritu Santo según lo describió Jesús:
Juan 14:26
“Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
Juan 15:26
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad,
el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”
Juan 16:7
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el
Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré.”
¡Tener el Espíritu Santo es más beneficioso para nosotros que si Jesús se quedara
físicamente en la tierra!
Juan 16:8-15
“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado,
por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre y no me veréis más; y de
juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aún tengo muchas cosas
que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad,
él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo
lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará
de lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de
lo mío y os lo hará saber. ”
Muchas personas realmente no creen en un Espíritu Santo que está trabajando) en la vida de
los discípulos. Por lo tanto, ellos aseguran fundamentalmente que nos hemos quedado
huérfanos, sólo con nuestras mentes tratando de entender cómo vivir para él! Pero tal y
como dijo Jesús: ¡no nos quedaremos huérfanos! El Espíritu Santo lo sustituye, siendo
“otro consolador”, o sea, un consolador en el lugar de Jesús, el primer consolador.
Otros atribuyen cosas al Espíritu Santo que nunca vemos a Jesús hacer y que no tienen
ningún respaldo en las Sagradas Escrituras. ¿En verdad son estas cosas hechas por El
Espíritu santo? La respuesta es NO. Lo que el Espíritu Santo hace siempre está en línea con
la Palabra de Dios. Si algo no está en línea con la Palabra, entonces no es hecho por el
Espíritu Santo.
Para culminar este artículo: Jesús al ir a su Padre no nos dejó solos. Él nos envió un
reemplazo que hace lo que Jesús haría si Él físicamente estuviera presente con cada uno de
nosotros. Este sustituto es el Espíritu Santo y su misión es, entre otras, la de enseñar y
recordarnos lo que Él nos ha dicho (Juan 14:26), instruir, guiar (Hechos 16:6-10) y
fortalecer (Hechos 9:31). No es un “espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio.” (2 Timoteo 1:7). Este es el maravilloso regalo que el Padre, debido a Su
amor, dio a aquellos que creen en Su Hijo y en la resurrección de los muertos.
Romanos 5:5
“el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue
dado.”
Efesios 2:10
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
Dios ya ha preparado las obras que tiene para nosotros, y lo hizo con el propósito de que
caminemos en ellas. Por lo tanto, no somos nosotros los que preparamos las buenas obras,
sino Dios quien ya las ha preparado para nosotros. Sin embargo, nosotros necesitamos
caminar en ellas, es decir, realizarlas, hacerlas.
Algas también muy importante: cuando creímos en nuestro corazón en el Señor Jesucristo y
Su resurrección fuimos nacidos de nuevo y nos volvimos nuevas creaturas. Como 2 de
Corintios 5:17 dice: “si alguno está en Cristo, nueva creatura es”. Aunque no fuimos salvos
por obras, siendo nuevas creaturas, para lo cual fuimos creados, hechos paras las buenas
obras que Dios ha preparado para nosotros. Observa este “creados para” (marcado en rojo
en la cita de Efesios 2:10) o el “para”. Las mismas palabras usaríamos para decir por
ejemplo: “un carro está hecho (creado) para viajar”. “Un teléfono está hecho (creado) para
hacer llamadas”. “Un radio está hecho (creado) para recibir señales de radio”. En otras
palabras, Dios, al decirnos que “fuimos creados para, [hechos para] buenas obras que ya ha
preparado para nosotros”, Él nos está diciendo que nos hizo completamente capaces, que
nos ha creado para, hechos para; está en el ADN de nuestra nueva naturaleza el hacer esas
buenas obras que Él ha preparado para nosotros. Haciendo estas buenas obras es algo
natural para nosotros, para nuestra nueva naturaleza, porque fuimos creados para ellas. De
lo contrario, el no caminar en estas buenas obras sería como no hacer para lo que fuimos
creados. Sería como tener un teléfono que no hace llamadas o un radio muerto.
Vamos a entender mejor este significado de buenas obras que Dios ha creado para nosotros
yendo a 1 de Corintios 12, donde dice:
1 Corintios 12:27
“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.”
Y 1 Corintios 12:18
“Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.”
Cada uno de nosotros es miembro del cuerpo de Cristo con una función particular que le
fue dada por Dios. Dios nos ha puesto en el cuerpo con un rol específico y como Él quiso.
Y como en el cuerpo físico el responsable en dar las órdenes es la cabeza, el cerebro, así
también en el cuerpo espiritual el responsable en dar las órdenes es la cabeza, la cual es:
Cristo (Efesios 5:23). Los miembros del cuerpo de Cristo, así como los miembros del
cuerpo natural, tienen la misión de hacer lo que la cabeza les ordene. Nosotros no somos los
que decidimos las buenas obras, el rol que tenemos en el cuerpo de Cristo. Dios ya las ha
decidido y preparado para nosotros. Nuestra misión es la de caminar en estas buenas obras,
ejecutarlas, funcionar para lo que fuimos creados. Si ignoramos esto, si escogemos cerrar
los ojos, entonces nuestra misión nunca será completada. Lo que quiero decir hermanos y
hermanas es que aunque Dios ya ha preparado las buenas obras para nosotros que tenemos
que hacer y aunque nos ha puesto en el cuerpo con un rol específico, una función, somos
NOSOTROS los que caminamos en estas obras: somos NOSOTROS los que tenemos que
ejecutar lo que la cabeza diga. Si no lo hacemos, entonces en el cuerpo nadie lo hará por
nosotros. Si no llevamos a cabo nuestro rol en el cuerpo, entonces como el cuerpo natural
sufre cuando alguno de sus miembros no funciona bien, así también el cuerpo de Cristo
sufre. La cabeza que es Cristo es el único que da las órdenes. Él da las órdenes, pero
depende de los miembros para su ejecución. Muchos hermanos tienen un significado
distorsionado de lo que la iglesia es y creen que el ministerio, hacer la obra de Dios, las
obras que Él ha preparado para nosotros, es algo que le pertenece al clero, a los llamados
“profesionales”. Para el resto, nuestra única misión parece ser el llenar las bancas los
domingos. Este es un gran error. En la Palabra de Dios no hay tal cosa como clero y
laicado. Lo que hay es un cuerpo y cada hermano o hermana ha sido puesto en ese cuerpo
por Dios con una función específica. Tu, hermano o hermana que lees este artículo tienes
una función específica en el cuerpo. ¿La sabes? ¿Haces lo que Dios te ha puesto a hacer en
el cuerpo, las buenas obras que ha preparado con anticipación para que camines en ellas? O
¿solo pasas el tiempo en las cosas de este mundo (que ahogan la Palabra de Dios y la hacen
infructuosa-Marcos 4:19), ya que el ministerio le pertenece, supuestamente, a los…
profesionales? Si tú, hermano y hermana, no estás haciendo lo que Dios te ha creado para
hacer, para lo que te ha puesto en el cuerpo, entonces nadie lo va a hacer. Tú eres único en
el cuerpo de Cristo, así como cada miembro de tu cuerpo lo es y absolutamente necesario
también. Por lo tanto, si no has encontrado lo que Dios ha preparado para ti, es
absolutamente necesario que lo encuentres. Es necesario que dejes el sofá y busques al
Señor. Es hora de decirle: “aquí estoy, ¿qué quieres que haga?” Te ha creado, te ha alistado,
capacitado completamente para las buenas obras que ha preparado para ti. Pero necesitas
estar disponible; necesitas querer caminar en ellas. Si tú no estás disponible para Dios
entonces no va a pasar nada. En este caso vas a ser como un miembro del cuerpo que
aunque absolutamente esta en el cuerpo, no se comunica con la cabeza. Ese es un miembro
enfermo, un miembro que no funciona bien. La imagen opuesta - la imagen de esa mera
imagen vívida de 1 de Corintios 12 con el cuerpo, los miembros y la cabeza – es la imagen
un miembro sano que reacciona al llamado de la cabeza inmediatamente. Es esta imagen de
hombre de Dios que pone sus ojos en la cabeza para ver lo que ella quiere y reacciona de
acuerdo y sin ninguna duda. Es esta imagen del cristiano la que CAMINA, lleva a cabo las
obras que Dios ha preparado para él, llevando fruto y sin permitir que la Palabra caiga
victima de los afanes de este mundo, el engaño de las riquezas o el deseo de otras cosas
(Marcos 4:19). Tales cristianos Dios quiere que seamos. Cristianos que llevemos fruto y
glorificar al Padre a través de él.
Juan 15:5-8
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será
echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os
será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis
discípulos.”
En segundo lugar, debes estar preparada para ser la animadora del grupo. Tu energía y
entusiasmo hacia la tarea propuesta pueden servir de inspiración. También pueden animar a
otras a consagrarse más a su estudio personal y participar en el grupo de estudio.
Tercero, debes ser la amiga, aquella que demuestra un interés sincero por los miembros del
grupo. Tú eres la persona que creará el ambiente del grupo. Si tú ríes y te diviertes, las
participantes también reirán y se divertirán. Si abrazas, ellas abrazarán. Si te interesas, ellas
se interesarán. Si compartes, ellas compartirán. Si amas, ellas amarán. Por consiguiente, ora
cada día para amar a las mujeres que Dios ha puesto en tu grupo. Pídele que te muestre
cómo amarlas con su amor.
Por último, como líder, tendrás que ser árbitro en algunas ocasiones. Eso significa que
debes cerciorarte de que todas tengan la misma oportunidad de hablar. Es más fácil
hacerlo cuando funcionas bajo la suposición de que cada participante tiene un aporte
valioso. Confía entonces en lo que el Señor ha enseñado a cada persona durante la semana,
y actúa conforme a ese supuesto. Experta, animadora, amiga, y árbitro son las cuatro
funciones de la líder que podrían hacer ver la tarea como algo abrumador. Pero eso no está
mal, si es lo que te mantiene de rodillas orando por tu grupo.
Un buen comienzo
Empezar a tiempo, saludar con entusiasmo a cada persona, y empezar con una oración
constituyen un buen principio para el estudio bíblico. Ten presente lo que quieres que
ocurra durante la reunión y cerciórate de que se cumplan los objetivos. Ese tipo de orden
hace que las participantes se sientan cómodas.
Establece un formato y comunícalo a los miembros del grupo. A las personas les agrada
participar en un estudio bíblico que se centra en la Palabra. Procura entonces que la
discusión se centre en el tema y anima al grupo a continuar con las preguntas del estudio.
Con frecuencia, es difícil evitar desviarse del tema, y aún más difícil controlar la discusión.
Por consiguiente, asegúrate de centrarte en las respuestas a las preguntas acerca del pasaje
específico. Después de todo, el propósito del grupo es el estudio de la Biblia.
Para terminar, como alguien comentó con acierto: "El crecimiento personal es uno de los
resultados de todo grupo pequeño que funciona bien. Este crecimiento se logra cuando
las personas reciben el reconocimiento y la aceptación de los demás. Cuanto más respeto,
simpatía, confianza mutua y calidez se expresen, más probable será que cada miembro se
esfuerce por lograr las metas del grupo. El líder eficaz procurará reforzar los rasgos
deseables" (fuente desconocida).
1. Llega temprano, lista para centrarte por completo en los demás y dar de ti misma. Si
tienes que hacer algún preparativo, revisión, reagrupamiento, o una oración de último
minuto, hazlo en el auto. No entres de prisa, sin aliento, apurada, tarde, ajustando aún tus
planes.
3. Saluda calurosamente a cada persona por su nombre a medida que llega. Después de
todo, has orado durante toda la semana por estas mujeres, y cada persona especial debe
saber que te alegras de su llegada.
4. Al menos durante las dos o tres primeras reuniones, usa etiquetas con los nombres de las
participantes.
5. Empieza a tiempo sin importar lo que pase, ¡incluso si solo ha llegado una persona!
6. Piensa en una declaración de inicio agradable, pero firme. Podrías decir: "¡Esta lección
fue grandiosa! Empecemos de una vez para que podamos disfrutar todo su contenido!" o
"Vamos a orar antes de comenzar nuestra lección".
7. Lee las preguntas, pero no dudes en reformularlas cuando sea necesario. Por ejemplo, en
vez de leer un párrafo completo de instrucciones, podrías decir: "La pregunta 1 nos pide
mencionar algunas formas en las que Cristo demostró humildad. Margarita, por favor cita
una de ellas".
11. Está atenta a tu reloj, coloca un reloj frente a ti, o considera el uso de un temporizador.
Organiza la discusión de tal forma que cumplas con el tiempo que has establecido, en
especial si quieres dedicar un tiempo para orar. Detente a la hora señalada incluso si no has
terminado la lección. Recuerda que todas han estudiado ya la lección, y que se trata de un
repaso.
12. Termina a tiempo. Solo puedes hacer amigas en tu grupo de estudio si terminas a
tiempo, e incluso antes. Además, las participantes de tu grupo también tienen actividades
programadas en su agenda y que deben atender: recoger a los niños de la guardería, de la
escuela o de la niñera; volver a casa para atender asuntos allí; hacer diligencias; acostarse; o
pasar tiempo con sus esposos. ¡Déjalas ir a tiempo!
2. El chisme. La Biblia dice con claridad que el chisme es malo, así que no desearás
permitir esto en tu grupo. Establece una norma elevada y estricta diciendo: "No me siento
cómoda con esta conversación" o "Señoras, estamos [no estás] chismeando. Sigamos con la
lección".
3. La participante habladora. Estos son tres escenarios y algunas posibles soluciones para
cada uno:
a. La participante que causa el problema tal vez hable porque ha hecho su tarea y está
emocionada por algo que desea comunicar. Quizá también sepa más acerca del
tema que las demás y, si le prohíbes hablar, el grupo se perjudicaría.
SOLUCIÓN: Responde diciendo algo como:"Sara, haces aportes muy valiosos al grupo.
Veamos si podemos escuchar lo que las demás piensan al respecto", o "Sé que Sara puede
responder esto, porque ha hecho su tarea a conciencia. ¿Qué tal si otras nos cuentan acerca
de su estudio?"
b. La participante podría mostrarse habladora porque no ha hecho su tarea y quiere aportar
a la discusión, pero carece de límites.
SOLUCIÓN: Desde la primera reunión, fija la norma de que quienes no han realizado su
lección no podrán hacer comentarios, excepto en preguntas de opinión o aplicación. Tal vez
sea preciso recordar esta norma al principio de cada sesión.
c. La participante habladora quizá desee ser oída a pesar de no tener siempre algo que valga
la pena aportar.
SOLUCIÓN: Después de varios recordatorios sutiles, habla de manera más directa: "Betty,
sé que te gustaría comentar tus ideas, pero demos a otras la oportunidad de hacerlo. Me
gustaría oírte más adelante".
a. La participante callada quiere aportar, pero de alguna forma no logra encontrar la ocasión
para hablar.
SOLUCIÓN: "Mariana, ¿qué respuesta tienes para la pregunta 2?" o "¿Qué piensas acerca
de...?" Por lo general, cuando una persona tímida ha hablado unas pocas veces, se sentirá
más confiada y dispuesta a seguir haciéndolo. Tu función es proveer la oportunidad sin
riesgos de respuestas equivocadas. Sin embargo, en algunas ocasiones habrá una
participante que te diga que en realidad prefiere no intervenir. Respeta su posición, pero de
vez en cuando pregúntale en privado si se siente lista para aportar a las discusiones del
grupo. De hecho, brinda total libertad a las participantes de aportar o no. En la primera
reunión, explica que si alguna prefiere no exponer su respuesta, puede decir "paso" en
cualquier momento. Sería útil repetir esta norma al principio
de cada sesión grupal.
SOLUCIÓN: Pregunta si alguien más tiene una respuesta diferente, o formula preguntas
adicionales que hagan surgir la respuesta correcta. A medida que las participantes se
acercan a ella, puedes decir: "Nos estamos acercando. Sigamos pensando, casi hemos
encontrado la respuesta". Aprender de la experiencia tan pronto como finaliza cada sesión
de estudio bíblico, evalúa el tiempo de discusión grupal con esta lista de control. Tal vez
también quieras que un miembro del grupo (o un asistente, un aprendiz, o un observador
externo) te evalúe de manera periódica.
Que Dios te fortalezca y aliente en tu servicio a otros para que descubran las abundantes y
maravillosas verdades que Él ofrece.
Si uno escucha hablar a un grupo de esposas de pastores, tendría la impresión que somos
las personas más
perseguidas, maltratadas y sobrecargadas de trabajo. Pero consultar a otras mujeres, con
maridos dedicados a otras
tareas, me enseñó varias cosas.
Una de las quejas más comunes de la esposa del ministro es que su mando no tiene
suficiente tiempo para estar con
ella y los hijos. Sin embargo, otras mujeres también tienen este problema. Un cirujano, en
cuyo hogar mi esposo dirige
una clase bíblica, no se había acostado antes de las tres de la mañana por tres días
seguidos, ¡y debía estar en el
hospital a las siete todas las mañanas! Su esposa me dijo que antes de eso había estado en
casa para cenar sólo tres
veces en dos semanas. La esposa de un siquiatra me contó que no sólo debía enfrentar el
constante riesgo de que las
pacientes se enamoraran de su esposo y procuraran cautivarlo, sino que ella y su familia
tenían que "medir" cada
palabra antes de hablar con él; en más de una oportunidad él interpretaba los
pensamientos y acciones de la familia a
la luz de su profesión. Un contador público pasó por nuestra casa a la hora de cenar para
darle un mensaje a mi
esposo. Hablando sobre su trabajo, nos dijo que no había cenado en su casa por dos
semanas y sólo regresaba
temprano esa noche porque su esposa estaba enferma y tenían niños de corta edad. Dijo
que se iba de casa a la
mañana, antes de que se levantaran los hijos y que no había regresado antes de que se
acostaran durante varias
semanas. Su hijo mayor llegó a preguntar "¿Ha llegado carta de papá recientemente,
mamá?" Pensó que su padre
estaba de viaje.
Un diácono de nuestra iglesia abrió un negocio. Su esposa trabaja varias horas con él,
además de atender a sus hijos
y el hogar. Varios hombres de nuestra iglesia son viajantes, vendedores en otras ciudades
y muchos de ellos sólo
pueden estar en casa los fines de semana; algunos de ellos se ausentan por dos semanas
cada vez. También están
los pilotos aéreos que tienen horarios muy difíciles; a veces se ausentan por varios días,
luego están en casa dos o
tres; cuando ya están acostumbrándose a cierta rutina, sus horarios cambian y todo el
orden de la vida de hogar tiene
que acomodarse de nuevo. Las esposas de granjeros trabajan de sol a sol junto a sus
maridos y, a menudo, no tienen
todas las ayudas para hacer el trabajo hogareño que tenemos nosotras que vivimos en la
ciudad.
Pero, quizás, el caso más difícil que observé fue el de un hombre que acababa de
comprarse una estación de servicio,
una gasolinera. Por cuestión de fondos, sólo podía tener un empleado. Eso significaba que
debía trabajar desde las
cinco de la mañana hasta las diez de la noche. Su hijos menores estaban en la escuela
secundaria y su esposa se
había empleado para ayudar con los gastos hasta que el negocio fuera rentable. ¿Se
imaginan qué vida familiar?
Todos estos hombres de que hablamos suelen ser también muy generosos en el tiempo que
dedican gratis al trabajo
en la iglesia. Tienen el mismo problema de darle más tiempo a sus esposas e hijos como el
ministro. Sin embargo,
fue interesante notar que ninguna de las personas entrevistadas sobre este tema se quejó o
estaba resentida. Las
largas horas de trabajo eran aceptadas como una parte necesaria de la vida.
Debemos admitir que existen dos diferencias. La esposa laica sólo trabaja para su marido,
mientras que la esposa del
pastor procura complacer a cientos de personas. Hay también otra diferencia: la esposa
del comerciante o profesional
gana dinero directamente de su trabajo, o recibe el beneficio económico de ayudar a su
esposo. En cambio, pocas
parejas pastorales gozan de remuneración económica acorde con la educación requerida
para su trabajo y la cantidad
de tiempo que dedican.
Este último tema, los ingresos limitados, es la segunda queja en importancia que la esposa
del pastor tiene. A
menudo, sus quejas surgen del hecho de que no pueden vivir al nivel de las personas que
los rodean. Muchas no
tienen problema en mencionar la remuneración aparentemente pequeña que reciben de la
iglesia, pero están las que
omiten decir que no pagan alquiler por su casa y muchas veces con luz, gas, etc. incluidos.
Tampoco consideran los
ahorros que les representan los regalos que reciben de la congregación, las niñeras que no
les cobran, las
contribuciones para sus vacaciones. Estos beneficios varían, por supuesto, de acuerdo a la
situación económica de la
iglesia y la sensibilidad de los miembros.
Hemos recibido tantas atenciones de la iglesia que a menudo pienso que debería escribir
un libro de memorias con
todas ellas. Mi oficina es un rincón de nuestro lavadero y pieza de planchado. Al escribir
esto, levanté la vista para ver
las cosas que estaban en el cuarto y que había recibido de los miembros de la iglesia. La
máquina de escribir me la
dio una familia; el archivo, que está a mi derecha, nos lo dio un ejecutivo; el plato de
adorno que cuelga encima de la
cómoda lo recibí de una maestra; un florero pintado a mano por la esposa de un anciano,
el infaltable almanaque
sobre la pared del comercio de otra señora, el cuadro de manos orando que me dio otra
familia, así como los arbustos
en flor y los árboles que veo por la ventana también los recibí de la congregación. ¡Con
cuánta facilidad nos olvidamos
de los maravillosos amigos que Dios nos ha dado en la iglesia!
La tercera queja, la más seria, se refiere a la salud quebrantada de la esposa del ministro.
Ya sé que hay muchas que
se sienten cansadas, trabajadas y enfermas, esto es comprensible pero no se justifica.
Nadie quiere oír acerca de la
salud de otro, aunque es costumbre preguntar: "¿Cómo estás?" Invariablemente se
responde: "Muy bien", y nada más.
Si una amiga más cercana insiste más, dile lo menos posible acerca de tu estado de salud.
Nadie quiere oir "un recital
de órgano" aunque sea necesario para mostrarlo verídico. Recuerda 2 Corintios 4.16. Aun
cuando el "hombre exterior"
esté produciendo mucho dolor, el "interior" debe ser renovado por el Señor, cada día, en
la medida que se lo
permitamos. Debemos oír detalles de la salud de muchos miembros de la congregación,
querámoslo o no. Ellos
necesitan que alguien los escuche y conforte y quizá seas la única persona a quien pueden
recurrir. Admito que
nosotras necesitamos la misma ayuda, pero debemos buscar nuestros consoladores fuera
de la iglesia. Nuestros
esposos deben ayudamos en esto, pero, como tienen que escuchar tantos problemas
durante el día, no me parece
justo ni acertado descargar nuestras quejas sobre ellos ni bien lleguen a casa.
Un compañero del seminario de mi esposo se casó con una hermosa chica; prometía ser
una buena esposa de pastor.
Sin embargo, ella se quejaba constantemente de su salud de tal modo que tenían que
cambiar de iglesia a menudo.
Su reputación de quejosa era tan notoria que ninguna iglesia deseaba tenerlo a él como
pastor. Su ministerio terminó
arruinado porque ella no pensaba en otra cosa que en sí misma, y sólo hablaba de cómo
sufría físicamente.
Consideremos las circunstancias que nos son contrarias, pero tengamos cuidado de no
estar echando la culpa a Dios
por los problemas, quejándonos y rebelándonos contra lo que, en definitiva. El ha
permitido, en su voluntad, para
nuestro bien. Es bueno leer y releer la historia de Números 21 para recordar cómo le
disgustan a Dios las quejas. La
terrible plaga de serpientes venenosas que El envió a los hijos de Israel nos debe enseñar
una solemne lección.
EXIGENCIAS
Muchas esposas de pastores se ofenden porque tienen que ser aprobadas por la
congregación antes de que sus
esposos sean llamados a pastorearla. Sienten que tal proceder sólo se cumple en su caso.
Sin embargo, muchas
empresas no emplean a un hombre hasta que algunos de los directores hayan tenido
oportunidad de conocer a su
esposa para ver si es apta para el tipo de vida que él tendrá que llevar. Esperan que ella
encuadre dentro de las
normas que la compañía ha establecido para las esposas de sus empleados. Si no reúne las
condiciones, el hombre
no obtiene el empleo. O si ya está empleado, a menudo no se le toma en cuenta para
promociones o ascensos por
causa de su esposa. Y no estoy analizando si está bien o no, sólo señalo que no somos las
únicas en pasar por ese
tipo de filtro.
Las esposas de los ejecutivos, al igual que las de los pastores, tienen el mismo problema en
cuanto a ofrecer
hospitalidad, aunque quizá en diferentes maneras. Nosotras estamos limitadas por falta de
fondos y de ayuda en la
casa, pero podemos dar hospitalidad a cristianos o por lo menos a los que se comportan
como tales cuando están en
la casa pastoral. Muchos cristianos comprometidos están obligados a invitar a sus hogares
a otros hombres de
negocios y clientes que están de visita o con los cuales deben desarrollar relaciones
sociales ligadas al trabajo; de
pronto encuentran que sus hogares son invadidos por humo de cigarrillo, a veces palabras
obscenas y personas de
carácter indecente, lo que a veces deben tolerar por varias horas. Uno de nuestros
ancianos se niega a servir bebidas
alcohólicas de modo que, por respeto a su testimonio cristiano, las visitas ya no llevan sus
botellas con ellos, pero
llegan bien "rociados" de antemano. Nosotras, las esposas de pastores, ofrecemos
hospitalidad al pueblo de Dios y
recibiremos nuestra recompensa de El, mientras que otros cristianos tienen que hacerlo
sencillamente por su trabajo.
A veces tienen la dicha de poder hablarles de Cristo, pero muchas veces no.
ASI ES LA VIDA
Claro que hay particularidades y diferencias, pero, sustancialmente, así es la vida. Y más
aun, así será siempre la vida
ministerial, por lo que debemos entenderlo como tal y desarrollar madurez en función de
eso. No somos las únicas en
tener poco a nuestro marido en casa y no sólo nosotras soportamos situaciones ajustadas;
a muchas familias de la
iglesia les ocurre algo parecido. Si nos quejamos "de nuestra particular situación",
muchas mujeres compararán que lo
que a ellas les toca no es diferente y ya no tendremos autoridad para con ellas.
El damos cuenta de esto tiene también su aporte al ministerio. En primer lugar, nos ayuda
a no sentimos tan "únicas"
en la desdicha. Si bien hay un dicho popular que dice: "Mal de muchos, consuelo de
tontos", en este caso tiene mucho
que ver el saber que lo que me sucede no es "particularmente a mí" sino que es algo más
general. Como decía antes,
así es la vida para muchas mujeres, igual que para nosotras. Tratar de cambiarlo
totalmente es buscar lo imposible. Sí
debemos, como parejas pastorales, administrar bien el tiempo, la agenda, el dinero y lo
demás, evitando excesos
innecesarios o tareas que bien puede (y debe) hacer otro.
Por otra parte, las situaciones como éstas nos capacitan para entender mejor las penurias
y situaciones de esas otras
mujeres que quisiéramos ver crecer más rápido en la iglesia o a las que quisiéramos "ver
en todas las reuniones de
mujeres" que nos toca programar. Esta realidad nos anima a buscar soluciones de
aplicación más general, ya que
deben ser aprovechadas por más mujeres de lo que al principio creíamos.
TENGAMOS VALOR
Gritos, golpes, llantos, agitación? luego un silencio espeso y aterrador. ¿Qué pasará
dentro de esa casa? Se
preguntan los curiosos vecinos. Al otro día, la señora sale sin hablar con nadie, con blusa
de manga larga y anteojos
oscuros, aunque el día esté lluvioso. ¡De nuevo se cayó por las escaleras!
Casos como este, o muchos otros. donde el moretón está en la cara de un estudiante de
primaria o en el corazón de
un hombre ignorado e irrespetado, nos revelan una realidad dolorosa y desafiante. Miles
de personas a lo largo de
nuestro continente están siendo agredidas física, emocional o sexualmente en el mismo
seno de su hogar.
La familia que fue diseñada por el Señor como fuente de bendición y sostén, además de
muchos propósitos
provechosos para las personas que la componen, de pronto se convierte en un núcleo
amenazante y peligroso para la
salud, en todas sus acepciones y ángulos. La esperanza de ser aceptado, alimentado,
amado incondicionalmente se
diluye en una marejada de insultos, agresiones u olvidos e indiferencia.
Pero, ¿porqué no sale de esa situación?, ¿es que nos se da cuenta? Podemos preguntarnos
desde afuera. Culpamos
a la víctima por no hacer algo que cambie la terrible realidad en que vive. A veces
hablamos a la ligera de un
fenómeno complejo y profundamente lesivo para quienes lo sufren. Existen razones
teológicas originadas en una
interpretación equivocada de la Palabra; razones emocionales como una pobre autoestima
y la cruel sensación de
«merecer» el castigo; razones económicas que limitan la posibilidad de sostenerse a sí
mismas y a los hijos, además
de la vergüenza y una ingenua esperanza de que un día todo cambiará.
El abuso no es una forma válida ni aceptable para expresar la ira y la frustración; es más
bien, una forma equivocada
de las relaciones de poder y una expresión de dominación; por lo tanto es nuestro deber,
urgente e ineludible,
oponernos en las maneras que podamos a su «legitimidad cultural». Los cristianos
debemos traducir el sueño de Dios
para este mundo adolorido y confundido; su sueño de paz, de inclusión, de compasión y de
amor para todos: mujeres
y hombres por igual.
Es necesario revestirse de valor. Valor para pronunciarse en contra, valor para buscar
alternativas eficaces para las
víctimas, valor para llamar a las cosas por su nombre; valor, que puede ser una semilla de
transformación.
Cada quien debe evaluar su propia forma de vivir y ajustar sus actuaciones a lo que el
Señor espera. Cada uno toma
del buen tesoro de su corazón lo que ha guardado y lo expone a los demás a través de su
vida. Roguemos al Dios
Altisimo que nos ayude a erradicar de nuestra vida los pequeños y grandes actos de
violencia que humillan y dañan, a
veces, hasta a quienes más amamos.
EL PAPEL DE LA MUJER EN LA
IGLESIA
Hace cuarenta y nueve años inicié una pequeña congregación integrada por un puñado de
niños y unas pocas
mujeres. Tiempo después, en zonas muy rurales, las congregaciones a mi cargo siempre
tenían un porcentaje
aproximado de seis o siete mujeres por cada hombre; el resto eran niños. Por lo general
los pocos hombres, salvo
algunas excepciones, no eran muy comprometidos en las cosas del reino de Dios. De esta
manera, en la tarea
evangelizadora eran las mujeres quienes daban el aporte principal, así como en la
enseñanza y la administración
básica de las iglesias. Aunque fueron pasando los años, no puedo olvidar que en
movimientos nacionales de
evangelización en diferentes países lo que siempre observé fue que las damas, así como los
jóvenes, eran los más
prestos para entrar en acción.
Desde luego que mi lector ya puede adivinar mi respuesta a la pregunta que encabeza este
artículo. El estado de las
congregaciones cristianas evangélicas ha cambiado mucho en los últimos veinticinco años.
Hoy, sus poblaciones
muestran más igualdad numérica entre hombres y mujeres, así como también en el grado
de compromiso en la obra.
Con todo, sin emabrgo, sigue siendo un tema teológico controvertido. De mi parte, creo
que un acercamiento pastoral
es más adecuado.
En primer lugar, en la obra de Dios hay muchos elementos que se aprenden en la práctica
misma. Considero que
muchos pastores, especialmente aquellos con bastantes años de servicio ?a pesar del
machismo que a algunos
caracteriza? tenemos que reconocer con honestidad que en la viña del Señor, en cualquier
parte del mundo, las
mujeres han sido y siguen siendo importantes labradoras. Hay ejemplos que valen la pena
considerar, como el de la
Iglesia del Evangelio Cuadrangular en Panamá, la cual tiene cerca de una tercera parte de
su cuerpo pastoral
constituido por reconocidas, calificadas y consagradas siervas de Dios. Años atrás, vi que
una de ellas supervisaba
más de ochenta iglesias. A Costa Rica llegó una mujer neozelandesa que evangelizó y
estableció iglesias en una
extensa, dura y difícil zona, al punto que la misma gente la llegó a llamar «la apóstol del
Guanacaste». Como estos, se
podrían mencionar muchos casos de otros organismos eclesiásticos en los cuales las
mujeres han tenido un papel
muy destacado.
Hoy día, en las iglesias de América Latina, las mujeres están en todo; esto no solo por la
buena voluntad que por lo
general ellas poseen, sino porque Dios les ha dado capacidades naturales. También a ellas
el Espíritu las ha dotado
con sus dones sobrenaturales, al igual que lo hace con los varones. Esta capacitación es
parte de la razón por la cual
la obra avanza con fuerza y poder. El pastor que menosprecia o relega a un segundo lugar
la participación femenina
por lo general tiene una iglesia con muchas limitaciones, mas el que sabe canalizarla
sabiamente, cuenta con grandes
recursos y posibilidades.
En segundo lugar, hay algo que no podemos quitar ni impedir, y es que el Espíritu Santo es
dado por igual a los
varones como a las mujeres que conocen a Jesucristo como Salvador y Señor, y que en su
voluntad derrama sus
dones a unos y a otras, pues así dice la Palabra: «Vuestros hijos y vuestras hijas
profetizarán.... de cierto sobre mis
siervos y sobre mis siervas, en aquellos días derramaré de mi Espíritu.» (Hch 2.17?18) El
Espíritu es Señor en la
Iglesia ( 2 Co 3.17) y la función de un pastor o líder no es impedir la gracia del Espíritu,
sino dejarla que fluya y
emplearla bien. Así, entonces, la realidad de la iglesia es que tanto los varones como las
mujeres somos vasos para
ser empleados por el Señor, y si cada uno «se limpia de estas cosas, será instrumento para
honra, santificado, útil al
Señor y dispuesto para toda buena obra» (2 Ti 2.21). De manera que debemos dar gloria
al Señor, porque Él santifica
y capacita a sus hijas para que le sirvan en todas las dimensiones, operaciones y tareas
requeridas por su obra.
Hemos visto además muchos casos en los cuales las esposas de algunos pastores predican,
enseñan, presiden y
desarrollan un tipo de liderazgo aun mejor que el de sus maridos. A la vez, cultivan una
vida espiritual mucho más
profunda que la de ellos mismos. Una parte de la realidad también es que la gran mayoría
de las congregaciones son
sostenidas en privado por las oraciones, súplicas y ayunos de mujeres que buscan estar en
el «secreto de Jehová».
Todo esto se da, no por ser mujeres simplemente, sino porque el Espíritu Santo las unge y
necesita para el bien de la
Iglesia. Por tanto, conviene reflexionar a la luz de estas realidades, no tanto en si pueden o
no las mujeres tomar parte
en la obra, sino cómo desarrollar mejor su vida en el Señor y cómo desplegar su potencial.
En tercer lugar, al lado de lo dicho, es necesario ver otra cara del asunto. Todos hemos
visto mujeres muy conflictivas
en algunas congregaciones. Pablo supo de esto con dos insignes ayudantes. (Fil 4.2?3)
También vemos profetisas
falsas, quienes en realidad son como adivinas y se meten en la vida ajena usando ciertas
«profecías» como pretexto.
Algunas, como Jezabel, han dañado y destruido vidas y congregaciones. (Ap. 2.20). Otras
profetisas se dedican a tener
poder y mando sobre personas e iglesias. Escuché el caso en la que una de ellas puso al
pastor de «cuatro patas» y
anduvo encaramada sobre él «profetizando» mientras los hermanos miraban impasibles.
He visto también varios
casos de hombres y mujeres que a cada rato hablan de sus visiones y han resultado con
anormalidades psicológicas.
¿Qué decir de todo ello? Por un lado, que es fundamental reconocer que nada es exclusivo
de las mujeres, sino que
hay muchos hombres que también hacen y dicen cosas semejantes; por ende, no se les
puede acusar solo a ellas.
Por otro lado, es necesario seguir las recomendaciones apostólicas para quienes ejercen
dones y funciones en la
iglesia, porque así como fluye la gracia del Espíritu, también obra la carne, la mente
mundana y el mismo Satanás.
Pablo lo resume así: «Seguid el amor... y procurad los dones espirituales ... hágase todo
para edificación.... los
profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen ... los espíritus de los profetas estén sujetos
a los profetas ... procurad
profetizar y no impidáis el hablar en lenguas; pero hágase todo decentemente y con
orden.» (1 Co 14.1, 26, 29, 32, 39?
40) Y que cada cual se dedique a hacer lo que le es dado: «el de servicio, en servir; el que
enseña, en la enseñanza; el
que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside con
solicitud; el que hace misericordia,
con alegría.» (Ro 12.7?8) Estas reglas son iguales para mujeres y para hombres.
Así que, a toda mujer que profetice, predique, cuente una revelación, enseñe, administre
bienes o ministre
necesidades espirituales, físicas o emocionales, al igual que con los hombres, requiere
capacitación, supervisión,
discernimiento de su actitud, llamarla a cuentas y señalarle lo que procede o no del Señor,
a fin de no pasar las
fronteras entre la fe y la superstición, entre la doctrina sana y el engaño, entre lo ético y lo
inaceptable. Puesto en
lenguaje popular, la «salsa que es buena para el ganso es buena para la gansa». De
manera que en la Iglesia se debe
dar libertad y oportunidad a la mujer como igual en Cristo con el varón, pero a la vez
deben existir las mismas reglas y
fronteras para ellas y para ellos (Gá 3.28).
Cada vez que leo el capítulo 16 de Romanos y me encuentro con los nombres de mujeres a
quienes Pablo honró,
dejándolas presentes para la memoria histórica de la Iglesia, como Febe, Priscila, María,
Trifena, Trifosa, Pérsida, la
madre de Rufo, Julia, la hermana de Nereo, y otras también mencionadas en el Nuevo
Testamento, mi teología
sistemática y mi teología pastoral son impactadas frontalmente. Si en aquel primer soplo
glorioso del Espíritu Santo en
el primer siglo d.C. la gracia divina cayó por igual sobre hombres y mujeres, a pesar de
las culturas dominantes, y
ellas fueron también instrumentos valiosos para el avance del reino de Dios, considero que
Dios, siendo hoy el mismo
de ayer, tiene lugar en su obra para que lo ocupen por igual, sus siervos y sus siervas.
LA SOLTERIA
¿Por qué será que puede haber dos mujeres con la misma edad, ambas son solteras, una
parece muy satisfecha y la
otra no?? La autora ofrece algunas pautas que pueden ayudar a las líderes a relacionarse
positivamente con las
mujeres solteras.
¡Huy! ¡No sé cómo tratar a esa soltera! El otro día le dije: ?A ver si aprovechás el
próximo campamento y te enganchás
con algún muchacho? y se enojó. Un día encontré un buen candidato para ella, los
presenté? pero ¡no pasó nada! ¿No
sé que hacer! Me gustaría presentarle algún otro candidato, pero? no encuentro ninguno.
Es una lástima, una buena
chica, pero parece muy triste. Sin embargo su amiga es distinta: tienen la misma edad, son
solteras las dos, una
parece muy satisfecha y la otra no? ¿Por qué será?"
¡Nació una nena! ¡Qué alegría en el hogar! Es hermosa, tierna, suave. Todos la cuidan y
la llenan de cariño. Y la nena
empieza a crecer. Juega con las muñecas, se disfraza con la ropa de mamá y juega "a la
mamá". Sigue creciendo.
Ayuda a la mamá a poner los cubiertos y platos en la mesa, a cocinar, a cuidar a su
hermanito. A medida que continúa
creciendo aprende muchas otras cosas que tienen que ver con su rol de mujer, de esta
forma va internalizando
actitudes, habilidades, conductas que hacen a su femineidad. Y la nena sigue creciendo?
Ya tiene 20 años, 21, 22,? ¡Y
todavía no tiene novio! Todos empiezan a preocuparse: los padres, los tíos, los hermanos
mayores, el pastor, la
esposa del pastor y, por supuesto, ¡la nena!
Ella no es la única responsable de lo que siente o piensa. Ella ha aceptado los valores de
la sociedad y sufre por las
presiones que esa sociedad le impone. Tanto ésta como la iglesia están formadas por
familias, mal o bien
constituidas, pero familias al fin. A una persona soltera, muchas veces le resulta difícil
hallar un lugar aceptable y
digno.
Hablemos de la iglesia. ¿Qué pasa cuando una mujer soltera tiene 30 ó 40 años? ¿Dónde
la ubicamos? Con los
jóvenes no va, pues son muy chicos para su edad; con las mujeres casadas de su edad tiene
muy pocas cosas en
común, generalmente sólo hablan de sus niños. ¿Qué opción le queda? ¡Ser maestra de
escuela dominical! No es
que estoy en contra de esto, pero: ¿Qué pasa si no tiene el don de enseñar? ¿O si le gustan
los niños o le resulta difícil
tratar con los adolescentes? A algunas mujeres esto les causa bastantes problemas,
problemas que seguramente
podrían evitarse: la iglesia debe ser una comunidad en la que todos los miembros, solteros
o casados, grandes o
jóvenes, hombres o mujeres, se sientan aceptados y puedan encontrar su lugar. Debe ser
una comunidad en la que
cada miembro pueda dar y recibir amor, ejercer sus dones, crecer y ayudar a crecer
espiritualmente por la interacción
mutua (Ef. 4.11-16).
Otra cosa que también afecta a muchas mujeres solteras son las bromas y comentarios que
muchas veces tienen que
escuchar: "Pobrecita, ¿no tenés novio?"; "Vos no te casaste porque sos muy pretensiosa";
"Yo no sé que miran los
muchachos": "Estoy esperando a quedarme viudo para casarme con vos"; "¿Tenés 25 años
y no te casaste? No, vos
ya no?" La mayoría de las personas que hacen estas bromas no las hacen con la intención
de herir, pero el hecho es
que muchas veces hieren. Muchas mujeres solteras al escucharlas se sienten presionadas,
autocompadecidas o no
aceptadas como personas realizadas.
Si bien el matrimonio es el plan general de Dios para la mayoría de las personas, el plan
especial para algunas puede
no serlo. Toda mujer soltera, para ser feliz, debe poder aceptar que el propósito del Señor
para ella puede ser que no
se case, ya sea por un tiempo determinado o por toda la vida. Su felicidad no puede
depender de su estado civil sino
de aceptar y disfrutar del plan de Dios para su vida. Para ello es importante que crea
sinceramente que Dios la ama y
que El está deseando lo mejor para ella, que puede suplir todas sus necesidades y ayudarla
a vivir una vida plena (Ro.
8.28-29). La mujer soltera se realiza plenamente cuando cumple su vocación en el mundo
como ser humano. Para
algunas esto se da dentro del matrimonio. Para otras no, ya sea por decisión propia o por
diferentes circunstancias.
Pero, sea casada o soltera, cualquier mujer puede llegar a ser una persona completamente
realizada y satisfecha si
acepta el propósito de Dios para su vida.
La mujer soltera es una persona como todas. Si bien vive una circunstancia distinta de la
suya, pues usted se ha
casado y ella no, es una persona que tiene básicamente las mismas necesidades que
cualquier mujer. Trátela en
forma espontánea y natural, aceptando el hecho de que es soltera como algo bastante
normal, si se tiene en cuenta
que hay más mujeres que hombres en el mundo y que esto se da en una proporción muy
grande en la iglesia
evangélica latinoamericana.
Si usted le tiene lástima, está evidenciando que no comprende que se puede ser feliz sin
estar casada, y por lo tanto
no la va a ayudar, sino que la va a empujar a que ella se autocompadezca, angustie, rebele
o frustre por ser soltera.
Anímela y acéptela como es, con sus defectos y virtudes, con sus temores y ansiedades, con
sus proyectos y
aspiraciones. Comprenda que hay momentos en los que puede sentirse sola y ansía un
compañero. Ayúdela a ver
que es natural que esto suceda, que este deseo es una evidencia de que es una mujer
normal y que le dé gracias a
Dios por eso. Pero es importante que este deseo no se convierta en una obsesión alrededor
de la cual gire toda su
vida. Ayúdela a llevar este deseo al Señor en oración y encontrar en El la paz y
satisfacción que necesita (Fil 4.4-8).
Comparta con ella algunos de los problemas o frustraciones que tiene como mujer casada,
de este modo la ayudará a
no idealizar el matrimonio y creer que éste es el remedio universal para todos los males.
Es muy importante para una mujer soltera ser amiga de distintos tipos de personas:
hombres y mujeres, solteros,
casados, jóvenes, adultos. Esto enriquecerá su vida al tiempo que brinda y recibe amor, y
que escucha opiniones y
puntos de vista variados.
Algunas mujeres están tan adentradas en las desventajas o problemas que tienen que
resolver por ser solteras, como
la soledad, tener que enfrentar solas la vida, no poder tener hijos, etc., que no son capaces
de disfrutar de las ventajas
que esta situación tiene. Por este motivo aumentan más sus problemas y no son capaces de
aceptar y gozar la vida.
Por eso es fundamental que la ayude a comprender y sacar el mejor partido de su
situación, por ejemplo:
Y ahora un poco de humor, para que vea que las solteras también lo tenemos: espero que
después de leer este
artículo no lamente haberse casado, sino disfrute de las ventajas de ser casada. Lo
importante para toda persona,
hombre o mujer, soltera o casada, es aceptar y disfrutar del plan del Señor para su vida.
Sentirse realizada a pesar de
los muchos deseos no realizados.
Texto base:
Salmos 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus
manos”.
1 Cierto los cielos cuentan la Gloria de Dios, pero ¿Realmente cual es la Gloria de Dios?
2 Entonces ¿Qué o Quién es la gloria de Dios?
3 Jesús hace una declaración muy enfática.
3.1 Relacionado
Juan 11:4 “Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria
de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.
Ah, entonces para que Dios sea glorificado tiene que ser glorificado el Hijo.
Jesús mismo lo está diciendo que la gloria del Padre es la gloria personal e inmediata del
Hijo.
2 Corintios 4:6 “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el
que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria
de Dios en la faz de Jesucristo”
Juan 1:9-13 “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo
suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
El mensaje central de toda Biblia es Jesucristo, este día oí a un pastor decir que el propósito
de la venida de Cristo al mundo, no fue para morir por nuestros pecados, para morir como
el cordero perfecto que expió el pecado del mundo, sino para mostrar la gloria de Dios.
Hermanos es un poco difícil entender este punto de vista porque todo el tiempo hemos
estudiado y leído que el propósito del sacrificio de Cristo en la Cruz fue traernos la
Salvación eterna, pero si tiene razón este pastor, porque con la encarnación de Cristo en la
tierra mostro la gloria de Dios, que es Él mismo. Lo dice claramente:
Juan 14:7-11 “7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le
conocéis, y le habéis visto. 8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe?
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10
¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las
hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las
mismas obras”.
Él es la Resurrección y la Vida. Todo el que ve a Cristo por fe, ve al Padre en Él. A la luz
de la doctrina de Cristo vieron a Dios como Padre de las luces y, en los milagros de Cristo
vieron a Dios como el Dios del poder. La santidad de Dios brilló en la pureza inmaculada
de la vida de Cristo. Tenemos que creer la revelación de Dios al hombre en Cristo; porque
las obras del Redentor muestran su gloria, y a Dios en Él. [2]
Mat 26:38 “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos
aquí, y velad conmigo”.
Pero en su divinidad:
Marcos 15:2 “Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo:
Tú lo dices.
Juan 18:33-36 “33 Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo:
¿Eres tú el Rey de los judíos? 34 Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han
dicho o
tros de mí? 35 Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales
sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36 Respondió Jesús: Mi reino no es de
este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no
fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 37 Le dijo entonces Pilato:
¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido,
y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la
verdad, oye mi voz.
Jesús lo dice enfáticamente: “Para eso he nacido, y para esto he venido al mundo“Si para
revelar al Padre por medio de Él mismo, por su poder, sus milagros, por su magnificencia,
por su amor eterno, para salvarnos, para darnos vida eterna, para establecer su reino aquí en
la tierra. Su primera venida, no vino con poder, sino como cordero perfecto, pero nos
promete su regreso, su segunda venida con poder, para reinar con vara de hierro.
El propósito de la encarnación de Cristo es lo más grande en toda la historia de la tierra, y
debemos sentirnos felices de su venida, pero especialmente del propósito especial por el
que vino. DEBEMOS SER SENSIBLES A ESTE MENSAJE Y RECIBIRLO COMO
NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR PERSONAL, PUES EL ES EL RESPLANDOR DE
LA GLORIA DE DIOS, Y TIENE EL PODER DE PERDONAR NUESTROS PECADOS
Y DE DARNOS VIDA, Y VIDA EN ABUNDANCIA.
Apocalipsis 21:23 “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;
porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.