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6429-2.
(I) Evolución del concepto de esquizofrenia. En el siglo XIX los clínicos (Morel,
Kraepelin) se dieron cuenta que muchos enfermos mentales en los asilos (un 30%)
tenían una fisonomía clínica particular. Los llamaron ‘dementes precoces’ por su
debilitamiento más o menos demencial en jóvenes con deterioro profundo de la
actividad (describiendo 3 formas clínicas heterogéneas: hebefrenia, catatonía y delirante
paranoide).
Posteriormente se cuestionó el carácter ‘demencial’ de esa Demencia Precoz
entendiendo que se caracterizaba por una ‘discordancia psíquica’ (Chaslin), una ataxia
intrapsíquica (Stransky). E. Bleuler la designó como ‘esquizofrenia’ por la dislocación
de las funciones psíquicas (pérdida de la unidad, extravagancias, incoherencia en las
ideas, en los sentimientos y en los actos). Habló del ‘grupo de las esquizofrenias’
reuniendo así un gran número de psicosis caracterizadas vagamente por una disociación
de las funciones psíquicas y una evolución deficitaria.
Esa concepción de los dementes precoces de Kraepelin convertidos en los
esquizofrénicos de Bleuler llevó a una patología más dinámica, variable y matizada de
la esquizofrenia, pero la extendió al campo de las neurosis. Los psicoanalistas y la
psiquiatría anglosajona (Sullivan) hicieron hincapié en los mecanismos inconscientes y
la regresión a estados genitales y pregenitales del desarrollo de la libido. Los estudios de
biotipología (Krestchmer) insistieron como factores de predisposición, en la
importancia de la constitución (tipo asteno-longilíneo y temperamento esquizotímico) lo
que favoreció la extensión del concepto de esquizofrenia.
Es decir, que para definirla, se partió de un grupo de enfermos bien diferentes de los
otros y se terminó por inflar el marco de la Demencia Precoz. De tal modo que haciendo
entrar las esquizofrenias y luego las pre-esquizofrenias, la esquizofrenia corre el riesgo
de explotar por esa inflación…
Los criterios siguientes que dan unidad al grupo constituyen el núcleo clínico de la
esquizofrenia. Son las psicosis caracterizadas por nun síndrome de disociación típica y
de evolución hacia un déficit típico que modifica las relaciones del individuo con la
realidad (autismo). Ese proceso esquizofrénico medio comporta características clínicas
frecuentes pero no constantes.
Pero entonces ¿en qué radica lo típico de los síntomas del cuadro esquizofrénico? La
esquizofrenia es una psicosis porque es un trastorno psicopatológico que altera el
sistema de la realidad, el campo de la conciencia y la persona; y se define
esencialmente: (a) por el aspecto negativo de los trastornos que alteran la vida mental
disminuyéndola (inadaptación para integrarse en el mundo exterior, debilidad,
desinterés y falta de impulso) y que vacían el sistema de la personalidad cada vez más
separado de los otros y del mundo externo; (b) por el aspecto positivo dado por la
liberación, por la creación de un mundo autístico. No hay esquizofrenia sin el delirio
que se caracteriza por el hermetismo, las extravagancias y el simbolismo, con su centro
en medio del individuo y no en el mundo externo.
Ese corte transversal de la esquizofrenia en su período de estado más típico no
implica necesariamente características clínicas como por ejemplo: -la continuidad de la
psicosis con el carácter esquizoide, -los episodios agudos delirantes o catatónicos, -las
formas terminales que son tan poco características que pueden faltar.
¿Cuál puede se el encuentro del médico general con la esquizofrenia? Los psiquiatras
que trabajan en medio hospitalario se ocupan diriamente de la esquizofrenia (un 30-50%
de los pacientes hosptalizados lo son). Esa cantidad disminuye progresivamente aunque
es cierto que las condiciones de la ‘vida asilar’ agregan una dificultad natural para
descubrir los trastornos que son esquizofrénicos, una dificultad artificial por la
atmósfera alienante en la que los pacientes viven.
Ey presenta una estadística de su servicio que es solo de mujeres. De 1921 a 1937
303 esquizofrénicos en 800 ingresos (36%) y en otro período también de 16 años de
1937 q 1954, 218 esquizofrénicos en 1350 ingresos (16%). Esa disminución tiene que
ver con que muchos esquizofrénicos viven o son asistidos fuera del hospital y también
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porque los recursos terapéuticos han posibilitado detener e incluso revertir el proceso
esquizofrénico.
(2) Frente a una crisis aguda mayor aparece la sombra de la esquizofrenia, planteo
que los psiquiatras aumentan cuando se refieren a esas crisis como ‘esquizofrenia
aguda’. Como de hecho hay esquizofrenias que se inician de ese modo y que
evolucionan por crisis es necesario tener un concepto claro de cómo son las cosas. (*)
Cuando se diagnostica una esquizofrenia se pronostica necesariamente un estado
deficitario durable. (*) Hay muchas crisis maníaco-depresivas o delirantes atípicas que
siguen siendo psicosis periódicas; (*) fuera de Francia no se tiene un concepto
nosográfico como el de Bouffée delirante (Magnan) para esos casos de psicosis
delirantes y alucinatorias que no evolucionan a la disociación esquizofrénica. El hecho
es que un 50% de las psicosis agudas evolucionan a la curación: 25% después del
primer episodio y 25% después de varios episodios.
Entonces ¿cómo hacer el diagnóstico y el pronóstico de esquizofrenia? Ey señala la
importancia de algunas características clínicas del potencial evolutivo esquizofrénico: -
la irrupción de los conceptos delirantes, -la conciencia de enfermedad, -la cristalización
de afectos y creencias en un mundo autístico, -la ruptura del sistema de la persona, -el
‘volver’ a afecvtos inconsciente y –una alienación lúcida e indiferente.
que práctico, es delimitar la esquizofrenia en relación con los delirios crónicos. Sin
embargo se abre la posibilidad de que la evolución no sea a la disociación
esquizofrénica.
El médico tiene que saber que en su práctica a veces tendrá que evaluar el riesgo de
esquizofrenia. La esquizofrenia es al mismo tiempo una impotencia y un deseo. Una
impotencia o marco deficitario (negativo) de la afección y un deseo de muerte que se
expresa en las manifestaciones positivas del autismo en su desprenderse de la realidad y
en amortajarse en su mundo propio y cerrado.