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TRASTORNOS DE LA ATENCIÓN

La atención es el proceso por el cual podemos seleccionar del ambiente los estímulos y
separarlos de los otros. La concentración es la capacidad de mantener la selección del
estímulo durante un mayor período de tiempo. La atención puede ser activa o voluntaria
y pasiva o involuntaria.

La inatención o hipoprosexia, es la disminución en la capacidad de atención y el sujeto


necesita ser estimulado con más intensidad para poder captar la información. Se observa
en trastornos orgánicos, en las depresiones y algunas formas de esquizofrenia. En el
trastorno por déficit de atención el niño presenta dificultad para mantener la atención en
un estímulo y responde en forma automática a los diferentes estímulos ambientales.

La distractibilidad o disprosexia, es una falla en la estabilidad de la atención, con


fluctuación ante diversos estímulos externos o internos, produciéndose cambios
constantes en su focalización. Este síntoma es propio de la excitación maníaca, pero
también se presenta en la intoxicación por psicoestimulantes, en trastornos metabólicos,
estados infecciosos y en el período posquirúrgico.

TRASTORNOS DEL PENSAMIENTO

El pensamiento es la abstracción de los datos sensoriales concretos. Asociado al lenguaje


es la función conocida como cognoscitiva o ideación. El núcleo del pensamiento está
constituido por conceptos que se desarrollan en un sistema complejo para formar juicios.
Con frecuencia se hacen juicios o ideas no fundamentadas en la realidad como las
supersticiones y los prejuicios. En principio estos fenómenos no son patológicos.

El prejuicio es un juicio apriorístico formado sin suficiente realidad. Carece de base


fáctica e implica un conocimiento parcial de los hechos. Tiene influencia familiar y
colectiva, por lo cual se manifiestan en actitudes sociales y hacen parte de grupos étnicos
y religiosos.

Las supersticiones son creencias nacidas de la dificultad de comprensión o explicación


de los fenómenos naturales. Dependen del ámbito cultural o el nivel educacional, y
forman parte del llamado pensamiento mágico, según el cual lo semejante produce lo
semejante o hay relación entre una persona y partes separadas de ella. Para algunos
individuos o grupos se acepta que se causa un maleficio a otra persona al dañar una silueta
o un retrato.
Las ideas sobrevaloradas no son necesariamente apreciadas como falsas por el individuo,
pero son sostenidas por su notable sobrecarga afectiva. Prevalecen sobre todas las otras
ideas y pueden ser consideradas como infundadas luego de una considerable discusión.
En algunos casos pueden llegar a transformarse en ideas delirantes. Se ejemplifican en la
hipocondría en donde se expresa como una preocupación excesiva por la salud incluso se
puede llegar a la convicción absoluta de padecer una severa enfermedad. Son también
sobrevaloradas las ideas de desesperanza en la depresión con la creencia firme de que
todo saldrá mal en el futuro. En estos mismos cuadros aparecen las ideas de desvalimiento
con la convicción de que nadie puede prestarles ayuda. Algunos autores consideran
también como idea sobrevalorada la dismorfosis y las ideas de alteración del esquema
corporal en la anorexia nerviosa.

Trastornos del contenido

Ideas obsesivas. Son pensamientos o imágenes que a diferencia del delirio el individuo
las considera intrusas y absurdas, pero son insistentes y repetitivas. El paciente reconoce
los pensamientos como propios de él mismo. Los temas son diversos pero generalmente
son de duda, contaminación, prohibición, agresión o de imágenes sacrílegas. Pueden dar
lugar a actividad compulsiva, como sucede en la mayoría de los casos. Son típicas del
trastorno obsesivo compulsivo.

Idea delirante o delirio. Es un juicio falso mantenido con especial convicción a pesar de
la experiencia o evidencia lógica, por lo cual se aparta de las creencias Una de las
cualidades fundamentales de la idea delirante es la oposición a la realidad, sin embargo,
podemos tomar como delirante lo que no está de acuerdo con la opinión de los sanos,
aunque la idea delirante llega a apartarse de la verdad pública y es en este sentido
desocializante. Abandonar lo real no es siempre delirar, pero delirar es siempre salir de
lo real.

La certeza subjetiva es una convicción absoluta que hace que el delirante juzgue su
afirmación como evidente sin necesidad de demostración. Se establece así una barrera
que impide reconocer la falsedad de la apreciación o se buscan falsas explicaciones para
confirmar este convencimiento.

La experiencia o la crítica destruyen o atenúan el error común, pero resultan incapaces


de modificar a la idea delirante que permanece incorregible ante la argumentación lógica
o la persuasión.
Por estas razones, las personas de la misma clase social, igual religión, y educación
similar consideran las ideas delirantes del paciente absurdas o erróneas en su contenido.

Las ideas delirantes pueden aparecer sin ninguna circunstancia biográfica que las
explique, aunque pueden estar precedidas por algunos fenómenos predelirantes (humor
delirante y percepción delirante). En este caso se habla de delirio primario. Cuando las
ideas delirantes tienen su origen en otros fenómenos patológicos u orgánicos se llaman
secundarias o deliroides.

Las temáticas delirantes son propias de algunos cuadros clínicos, aunque no en forma
exclusiva. Por ejemplo, en la depresión son características las ideas delirantes de:

Culpa o indignidad. Los actos más banales son considerados como pecaminosos o
indignos, con reproches continuos que llevan a la convicción de ser alguien despreciable
y pecador.

Hipocondría. El temor de tener una enfermedad (hipocondriasis) cristaliza en el


convencimiento de padecerla. Este tipo de idea delirante se puede observar también en la
esquizofrenia.

Ruina o pobreza. Se piensa en la pérdida de todos los bienes con total empobrecimiento
personal o de la familia.

Negación o nihilismo. Se niega el funcionamiento o existencia de los propios órganos,


los individuos sienten que están muertos, o que el mundo ya no existe.

Minusvalía. Es una falsa disminución de capacidades o exageración de los defectos


llegando al autodesprecio. En la manía, la esquizofrenia y los estados delirantes se
presentan las siguientes ideas delirantes.

Ideas de grandeza. Están relacionadas con mayor poder, riqueza, conocimiento o


situación social. Aparecen en los maníacos como un elemento más en su grandiosidad,
pero pueden ocurrir en la esquizofrenia y otros estados delirantes, y en ocasiones tomar
visos místico-religiosos.

Ideas de persecución. Son vividas como amenaza contra la vida o con el convencimiento
de recibir un daño físico, o se manifiestan como el temor a ser atacado en la reputación o
el prestigio.
Ideas de auto-referencia. Los actos de las otras personas se refieren o hacen alusión al
paciente, quien cree que los comentarios, risas o miradas de los otros tienen significación
personal.

Ideas de influencia. El sujeto se siente influido por fuerzas mágicas o naturales, puede
creer que está siendo sometido a la brujería o que recibe ondas magnéticas, rayos láser o
irradiaciones.

Ideas obsesivas. Son pensamientos o imágenes que a diferencia del delirio el individuo
considera intrusas y absurdas, pero son insistentes y repetitivas. El paciente reconoce los
pensamientos como propios de él mismo. Los temas son diversos, pero generalmente son
de duda, contaminación, prohibición, agresión o de imágenes sacrílegas. Pueden dar lugar
a actividad compulsiva en la mayoría de los casos. Son típicas del trastorno obsesivo
compulsivo, pero pueden aparecer en la esquizofrenia, después de lesiones cerebrales o
ser secundarias a un cuadro depresivo. En esta última circunstancia se llamarán ideas
obsesivoides, pues desaparecen al mejorar la enfermedad de base.

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