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México tiene cuentas que rendir en el tema de la violencia contra las mujeres. Los esfuerzos
realizados a diferentes niveles de gobierno para abordar esta problemática dejan mucho que
desear. Esto quedó absolutamente claro el 7 de agosto del 2012, cuando el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas entregó a México
su evaluación sobre el desempeño de México con respecto al acatamiento a las normativas
internacionales dispuestas en la Convención para la Eliminación de toda forma de
Discriminación contra las Mujeres (CEDAW). Aunque en esta evaluación se reconoce
positivamente la reforma del 2011 en materia de derechos humanos, que da rango
constitucional a los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por el Estado
parte, incluida la Convención, la evaluación hace serias críticas a la manera en cómo se ha
abordado la situación de violencia que viven las mujeres.
La Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para el Estado de Baja
California (Ley de Acceso de BC), de fecha 25 de junio de 2008, define los tipos y
modalidades de violencia, dictamina los lineamientos para órdenes de protección y refugios
para víctimas y la normatividad para constituir el Sistema Estatal y el Programa Estatal de
prevención, sanción y erradicación de la violencia en Baja California. Esta ley también se
rige a los gobiernos municipales. La Ley de Acceso de BC establece puntualmente lo
siguiente:
El corazón del proyecto, son los protocolos de actuación para la prevención, atención,
sanción y erradicación de la violencia de las mujeres. De acuerdo al documento elaborado
por el núcleo de investigación del proyecto “se entenderá por protocolo de actuación como
una herramienta que orienta las acciones, procedimientos, actitudes y perfiles del personal
que debe cumplir en este caso con las disposiciones de la Ley General de Acceso y su
Reglamento” (Núcleo Multidisciplinario “Celia Loria Saviñón”, 2011:269).
a) La mujer que es víctima y sus necesidades, de tal manera que con estos documentos
pueden ser atendidas todas las mujeres que lo requieran, vivan en zonas urbanas o rurales,
sean indígenas o mestizas, nacionales o migrantes. Con independencia del tipo o modalidad
de violencia que hayan sufrido, de su religión, clase social, edad u opción sexual.
b) La acción de justicia con reparación del daño que implica la garantía de no repetición y
esto, a su vez, el trabajo con los agresores.
c) El cuidado y protección de las personas que atienden las necesidades de las mujeres que
son víctimas de violencia.
Cada protocolo define claramente el tema que aborda y la normatividad sobre la que
descansa. Asímismo, establece objetivos y los procedimientos propuestos para la
realización de éstos. Además, cada protocolo tiene un glosario de términos. Los protocolos
propuestos, son los siguientes (Núcleo Multidisciplinario “Celia Loria Saviñón, 2011: 271-
272):
El arranque del proyecto para Baja California, fue la invitación del Centro de Políticas de
Género de la UAS para participar en la capacitación para académicas y académicos. A esta
capacitación asistieron 10 miembros de la academia adscritos a diversas instancias de la
Universidad Autónoma de Baja California, en el área de ciencias sociales. El grupo de Baja
California compartió la capacitación con el grupo de Sonora, compuesto de académicas y
además, funcionarias de diferentes instancias de ese estado.
Otra parte del trabajo en el diplomado, fue la adecuación de los protocolos al marco
normativo de las respectivas entidades. En el caso de nuestro equipo, implicó indagar de
manera concienzuda, las leyes y reglamentos pertinentes para cada protocolo e identificar
las dependencias de gobierno que poseían atribuciones de acuerdo a la legislación federal y
estatal.
Esta fue la primera dificultad con la que nos enfrentamos. Si bien, la investigación
documental sobre el marco normativo en Baja California era accesible para nosotras/os, nos
dimos cuenta que no teníamos conocimiento profundo de cómo se estaba ejerciendo la Ley
en Baja California. ¿Existía un Sistema Estatal en el estado? ¿Cumplía cada dependencia
con todas las funciones que la ley le asigna? ¿Qué dificultades enfrentaban? Era muy claro:
estábamos partiendo de la teoría y de la legislación, pero teníamos que aceptar el hecho de
que no nos habíamos acercado a cómo las instancias de gobierno operan en el mundo
social.
De regreso a Baja California, la primera tarea fue hacer visitas a las dependencias que de
acuerdo a la Ley de Acceso de BC, tienen atribuciones de ley. Se visitó a INMUJERES de
BC, la Secretaria de Desarrollo Social, la Procuraduría General de Justicia del Estado, la
Secretaría de Seguridad Pública y la Secretaría de Salud.
En estas visitas, hablamos con personal que atendía directamente a las mujeres que
buscaban atención, y nos dieron un panorama de las acciones y los programas que se están
implementando en el estado. Estas visitas proporcionaron un panorama general que nos
indicó varias cosas: primero, había instancias, como la Secretaría de Salud, que apuntaba
hacia una armonización entre lineamentos federales y estatales, y que poseían un programa
de atención integral, bien estructurado, que se ejecutaba en función de los recursos
humanos y monetarios con los que se contaba. Había otras, como la Secretaria de
Desarrollo Social, que aunque tenían atribuciones específicas de acuerdo a la Ley de
Acceso, no habían hasta ese momento implementado acciones específicas contra la
violencia de género.
La visita a la Secretaria General del Estado probó ser un encuentro fortuito, ya que
en ese momento se estaba convocando al Sistema Estatal para diseñar el Programa Estatal
para la Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres.
Estaban en ese momento disponiendo un calendario para armar mesas de trabajo con
representantes de las dependencias pertinentes y con representantes de la sociedad civil.
Aquí es necesario señalar que estas mesas de trabajo fueron, en gran medida,
producto del trabajo de la Coalición de Grupos para el Monitoreo de la Ley de Acceso de
las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en Baja California1. Esta coalición, formada por
17 organizaciones no gubernamentales de Baja California, funciona como una contraloría
ciudadana para evaluar y dar seguimiento a las acciones emprendidas por las 8 instancias
del estado y los gobiernos de los 5 municipios que integran el Sistema Estatal.
Este proceso no fue sencillo. La primera dificultad que con la que nos encontramos
fue que los procesos para el diálogo y la conciliación con los diferentes actores
participantes eran accidentados. Era difícil tender puentes entre la exigencia de un
cumplimiento puntual de la Ley por de los representantes de la Coalición, y las limitaciones
presupuestales y operativas con las que los representantes de las dependencias tenían que
lidiar. Fue un proceso de estira y afloje para llegar a acuerdos y entendimientos que se
concretaran en un Programa Estatal. Es importante abundar en esto. Si bien, la Ley de
Acceso de BC, fue publicada en 2008, al 2012 todavía no se creaba un Programa Estatal y
el Sistema no había tenido muchas reuniones. Esto quiere decir que las dependencias
estaban trabajando sin una coordinación interinstitucional y que además, el cumplimiento
de las atribuciones que la Ley marca no se llevaba cabalmente en todas las dependencias.
Nos dimos cuenta que esto dependía de que el personal operativo, esto es, los funcionarios
y funcionarias que trabajaban directamente con las mujeres victimas, tuvieran una
sensibilización adecuada y un compromiso claro con un trabajo con perspectiva de género,
pero sobre todo, en que los directivos asumieran compromisos reales frente a la
problemática y dirigieran recursos humanos y económicos a la realización de estos
programas y acciones. La atención integral y de calidad para estas mujeres estaba en
función de compromiso y la buena voluntad del personal, y no de la obligación legal a la
que todas las instituciones competentes están sujetas. Obviamente, esto se reflejaba en
limitadas posibilidades de acción dependiendo de la asignación de recursos que se les
otorgaban.
El trabajo en las mesas de trabajo fue una labor ardua, un ejercicio de comprensión
y negociación, que para nuestro proyecto particular brindó frutos. El 6 de agosto del 2012,
en las instalaciones del IIC-Museo de la UABC, se realizó una ceremonia para formalizar
un convenio específico de colaboración, firmado por el Dr. Felipe Cuamea, rector de la
UABC y el Lic. Francisco Antonio García, Secretario General de Gobierno y Presidente del
Sistema Estatal. El 19 de Septiembre del 2012, en sesión ordinaria del Sistema Estatal, los
protocolos fueron presentados ante los representantes y puestos a consideración por
votación. En esta sesión, por votación unánime, los 5 protocolos de actuación fueron
aceptados para ser integrados dentro del Programa Estatal.
Esta diplomado fue un experiencia muy fructífera para todas y todos los
participantes. En nuestro caso, fue muy útil para entender las perspectivas desde las cuales
las funcionarias y funcionarios estaban realizando su trabajo. Encontramos que a este nivel
operativo, muchas mujeres y hombres estaban sensibilizados y capacitados en la
perspectiva de género y que esta mirada permeaba sus acciones y decisiones en el trabajo
con las mujeres y los hombres. Por otro lado, a este nivel había un entendimiento muy claro
de la importancia de trabajar tanto como las victimas como los agresores, y fue muy
importante conocer el modelo de trabajo de la Secretaria de Salud está implementando en el
trabajo con estos hombres. Sin embargo, había una pluralidad de pensamientos muy
interesante, que reflejaba, desde nuestro punto de vista una de las dificultades más serias
para poder ejercer plenamente la Ley de Acceso en nuestro estado. Entre los asistentes
había también voces que ponían en tela de juicio la perspectiva de género, porque desde su
opinión, subvertía los valores tradicionales de la familia. Habría que entender que un estado
como Baja California, que se mantiene como bastión del Partido Acción Nacional, el
pensamiento conservador permea a muchas y muchos de los miembros de gobierno, sobre
todo en las cúpulas de poder. Esto implica una barrera muy importante para cualquier
iniciativa de política pública que se propugne desde una perspectiva de género.
Las últimas etapas del proyecto fueron la realización de un Seminario Local, cuyo
objetivo fue la presentación de resultados y la socialización de las experiencias del equipo
de trabajo de Baja California. En este evento además, invitamos a agentes de la Unidad de
Violencia Intrafamiliar de la Dirección de Seguridad Pública de Mexicali para que
compartieran sus experiencias de trabajo y también al Dr. Juan Agustín Franco de la
Universidad de Extremadura para que impartiera una conferencia magistral. Finalmente, en
octubre del 2012, presentamos los resultados del año de trabajo al Seminario Nacional,
junto con las otras entidades federativas participantes.
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http://www.tendederos.org/
Conclusiones
Nos parece que es importante recuperar el sentido del diálogo como una pilar para la
construcción de nosotras mismas y de nuestro mundo. Para Mijail Bajtín, “el ‘yo’ sólo
existe en la medida en que está relacionado a un ‘tú’: ‘Ser significa comunicarse”, y un ‘yo’
es alguien a quien se le han dirigido como a un ‘tú’”. (Bajtín en Bubnova, 2006:201). Ante
el urgente y difícil panorama de la violencia contra la mujer en México, la construcción de
alternativas más equitativas, más justas para todas y todos, sólo puede hacerse en el diálogo
de saberes. La posibilidad de juntar esfuerzos entre gobierno, sociedad civil y academia
también es parte de un proceso de transformación sociocultural que es absolutamente
necesario para la erradicación de la violencia en nuestro país. Sin embargo, es importante
alejarnos de posturas ingenuas cuando se propone el diálogo como vía. El diálogo no
siempre es apacible, dentro del diálogo hay espacio para el disenso, para el debate y
también para la crítica, siempre y cuando, permee la voluntad de escuchar y comprender.
Marta Torres Falcón considera que “la violencia de género es una realidad universal que se
alimenta de la desigualdad que las mismas sociedades patriarcales han cubierto con un
manto de naturalidad. Así, si la desigualdad se presenta como inevitable, la violencia será
simplemente su colofón” (2010:82). Desde nuestra mirada, es un síntoma negativo ver la
poca o nula participación de funcionarios en puestos directivos. En la elaboración del
Programa Estatal, un temar de preocupación recurrente era la etiquetación de recursos para
implementar los programas y acciones que la ley exige. Esto no es posible sin la voluntad
política de las personas en puestos de toma de decisiones. Es preocupante también ver que
no se está cumpliendo con lo establecido en la LGAMVLV y en la Ley de Acceso de BC a
partir del poco interés y la negligencia de funcionarias y funcionarios para los que la
equidad de género es un tema sin importancia o peor aún, una amenaza para su idea de
sociedad. Esto se transparenta en todas las deficiencias ya referidas por el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas.
Ana María Tepichin opina que “la perspectiva de género tiene un enorme potencial de
transformación cultural al cuestionar la concepción de lo femenino y masculino en la
sociedad, las normas de convivencia entre los sexos, así como los mecanismo de
construcción de subjetividades diferentes, abriendo al espacio público lo que hasta entonces
se consideraba privado” (2010:43). Agregaríamos que este potencial sólo liberará su poder
transformativo cuando, en el diálogo de saberes, todas y todos los actores sociales
trabajemos juntas/os en la erradicación del machismo y la violencia.
Aún falta camino que recorrer, hay muchas tareas pendientes. Necesitamos marcos
normativos, estrategias metodológicas y acciones concretas que reconozcan que las
políticas públicas asistencialistas que naturalizan las desigualdades entre los sexos, no son
suficientes para provocar cambios reales en las vidas de las mujeres. También deben
reflejar la comprensión de que si en la sociedad incrementa cada vez más la violencia
contra las mujeres, no sólo es porque vivimos en condiciones injustas de pobreza y
negligencia social, además es porque estamos inmersos en un sistema de opresión basado
en género. Si esto está presente a cada paso del proceso de gestión de las políticas públicas,
se podrán vislumbrar posibilidades reales para que hombres y mujeres, tengan una vida
digna y la oportunidad para trazar su destino.
Bibliografía
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Organización de Estados Americanos.
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Núcleo Multidisciplinario “Celia Loria Saviñón” (2011) Aplicación práctica de los
modelos de prevención, atención y sanción de la violencia contra las mujeres. Protocolos
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UNAM.
ONU, (1979). Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer. Washington: Asamblea General, Organización de las Naciones Unidas.
ONU (2012). México ante la CEDAW. Washington: Comité para la Eliminación de la
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Tepichin, A.M. (2010). “Políticas públicas, mujeres y género”, en Los grandes problemas
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Gutiérrez de Velasco (coords.), 1ª edición. México, DF: El Colegio de México. pp. 23-58.
Torres Falcón, M. (2010). “Cultura patriarcal y violencia de género. Un análisis de
derechos humanos”, en Los grandes problemas de México, vol. VIII Relaciones de género.
Ana María Tepichin, Karine Tinat y Luzelena Gutiérrez de Velasco (coords.), 1ª edición,
DF: El Colegio de México. pp. 59-83.