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ARGUEDAS, EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS

José María Arguedas, escritor y antropólogo peruano. Es recordado por


su labor al tratar de incorporar la cultura indígena a la literatura peruana
(escrita en español), traduciendo y difundiéndola. La cuestión
fundamental que plantean sus obras, es la de un país dividido en dos
culturas (la andina de origen quechua, la urbana de raíces europeas), y el
poder que ejerce una sobre otra. Propone un mensaje de armonía, de
igualdad entre las dos culturas y una revalorización de la cultura
indígena. Los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto
plantea, es la temática de sus obras.

Nace en Andahuaylas, la zona andina más pobre y olvidada del país,


estuvo en contacto desde la cuna con los ambientes y personajes que
incorporaría a su obra, de hecho los personajes principales de cada una
de sus obras son una representación de su persona. La muerte de su
madre, las frecuentes ausencias de su padre abogado, y después el
casamiento con su madrastra, quién lo despreciaba y lo trataba como un
sirviente, le obligaron a buscar refugio entre los siervos campesinos de la
zona, cuya lengua, creencias y valores adquirió como suyos, es por eso
que muestra un dominio en el conocimiento de la cultura de los indios,
habilidad que lo hace diferente a otros autores. La circunstancia especial
de haberse educado dentro de dos culturas, la europea y la indígena,
unido a una delicada sensibilidad, le permitieron comprender y describir
como ningún otro peruano la compleja realidad del indio nativo, con la
que se identificó de una manera desgarradora. Su vida y su creación se
nutrieron de su tierra y del pueblo peruano, especialmente de
campesinos, artesanos, músicas y artistas populares. Tal como el mismo
José María Arguedas afirmaba “Recorrí los campos e hice las faenas de
los campesinos bajo el infinito amparo de los comuneros quechuas”.

Como estudiante universitario en San Marcos, empezó su difícil tarea de


adaptarse a la vida en Lima sin renunciar a su tradición indígena, viviendo
en carne propia la experiencia de todo trasplantado andino que debe
aculturarse y adaptarse a otro ritmo de vida, como lo demuestra en su
obra Agua, la historia de un mestizo que se ve obligado a aprender la
lengua española. Ese proceso nunca fue del todo completado por
Arguedas, traumas acarreados (la sensación de marginalidad entre el
mundo indígena y el mundo europeo sin pertenecer realmente a ninguno,
el fracaso de su matrimonio, el no poder tener hijos, la pérdida temprana
de la madre, el supuesto maltrato por parte de su madrastra, la repetida
ausencia del padre viajero), lo debilitaron psíquicamente para culminar la
lucha que se había propuesto, no sólo en el plano cultural sino también
en lo político. Esto y la aguda crisis nacional que el país empezó a sufrir a
partir de 1968, lo empujaron al suicidio, que lo convirtió en una figura
mítica para muchos intelectuales y movimientos empeñados en la misma
tarea política.

Arguedas siempre mostró un cariño muy especial por la lengua indígena


(Quechua), considerada por él mismo como su lengua materna. Debido a
que el quechua es un idioma prácticamente ignorado por los peruanos, y
hasta a veces les avergüenza. Arguedas quiso manifestar a través del
español la cultura indígena y los pensamientos de sus pobladores, para
ello también Arguedas empleó palabras en quechua.

Él en sus obras no busca necesariamente el uso de un estilo formal y


estético, sino que por encima de eso busca resquebrajar esos muros que
han mantenido oprimidos a los indígenas por tanto tiempo. Es así como
Arguedas lucha por la preservación de la pluriculturalidad y
multilingüismo en el Perú empleando en sus obras las dos lenguas de las
cuales él tiene conocimiento y que no busca imponer una sobre otra, sino
que trata de que éstas traten de complementarse, pues si bien son
lenguas distintas, ambas muestran una sola sensibilidad: la del peruano.
Para ello, creó un lenguaje literario propio y especial, una expresión
castellana entremezclada con palabras y expresiones quechuas. El hecho
de poder mezclar el castellano y el quechua, para hacer entendible
algunas palabras quechuas analizando sólo el contexto, es una habilidad
muy grande que poseía Arguedas. Y no sólo eso sino que también
fusionar dos mundos completamente distintos culturalmente, y, a partir
de eso transmitir un mensaje multicultural que incluye las tradiciones, las
costumbres de todas las personas que describe.

A lo largo de toda la carrera literaria de José María Arguedas, él recogió


fuentes orales indígenas (cantos, mitos, cuentos, etc.) para después
ponerlas de manifiesto a través de los géneros occidentales como la
novela, el cuento y el ensayo. Sus textos están caracterizados por la
presencia de lenguas y culturas, y descripciones vividas. A éste gran
hombre se le considera como un traductor cultural, pues si bien trabajó
con la diversidad de culturas que hay en nuestro país, en ningún
momento trato de que una esté por encima de la otra, sino que de alguna
forma traten de ser similares al ser traducidas a una de ellas. Es
precisamente esa naturaleza bilingüe y multicultural de Arguedas lo que
lo lleva y lo legitima como traductor cultural, lo que da muchas
probabilidades de que sea éste el camino para salvar esa distancia
grande que separa a las lenguas y culturas contrapuestas entre sí
mismas.

José María optó por esa traducción, y ¿por qué no por otra cosa? Pues
simple, debido a que mediante ella pudo representar la lucha de los
indígenas y mestizos por ser escuchados y que oigan sus protestas esos
hombres que solo se ocupan y preocupan por la modernización de su
país, acabando con la cultura indígena. A la vez emplea sus propias
vivencias como un pequeño puentecillo que permita unir el mundo
quechua y español, y si no los puede unir del todo, al menos que no
permita su rompimiento.

El mensaje de Arguedas era uno solo: el proyecto de su vida y de su obra.


Lo primero que deseaba era la revalorización de la cultura quechua que
por tanto tiempo había sido aislada de las demás, y como segundo punto
quería que haya un diálogo entre los de la clase criolla y la indígena, ya
que entre ellos siempre ha habido una serie de acontecimientos que los
ha mantenido distanciados, pues siempre la clase criolla estuvo por
encima de la indígena a los cuáles los utilizaba como sirvientes, por no
decir esclavos ya que los maltrataban, no los consideraban como seres
humanos sino como bestias que no sienten ni piensan. Durante todos
esos años rara vez algún presidente (generalmente surgido de la clase
media o alta) se preocupó por brindarle una mejor calidad de vida a los de
la clase pobre, pues solo escuchaba las necesidades de la clase a la cual
pertenecía, ese hecho hizo que haya un mayor resentimiento de los
indígenas, pues eran ignorados. Como si el Perú tan sólo fuera Costa, o
Lima como casi siempre ha sido, sino que es la costa, la sierra y la selva
que juntos forman este gran país. José María Arguedas anhela que ambos
mundos al menos mantengan el debido respeto el uno por el otro.

Su novela “Los ríos profundos” nos muestra una especie de


autobiografía, de todas las experiencias que vivió cuando niño,
adoptando en la novela el nombre de Ernesto, un chico melancólico, que
a través de su figura se manifiesta el legado serrano, mitad racional,
mitad mágico. Su crecimiento a lo largo del relato representa el de un
pueblo. Transitó desde la infancia hasta la madurez asumiendo por
primera vez la compleja responsabilidad de hacerse hombre”.

En obras como “Yawar Fiesta”, Arguedas exalta la determinación del


indio, mientras las autoridades se empecinan en ejecutar órdenes
gubernamentales, haciendo que muchos de sus personajes, en el caso de
la obra, como don Pancho Jiménez diga “Cuando los indios se deciden
no hay caso”, se refiere a que para poder, los indios celebrar las fiestas
patrias, organizando una especie de corrida de toros, tenían que arrear al
“Misitu”, un toro considerado por ellos como de origen sagrado, que vivía
en la puna. Además narra con muchos detalles, en casi un capítulo
completo la construcción de una carretera desde Puquio hasta Nazca por
parte de los indios, tan solo 28 días. Por otra parte nos muestra cómo es
que las personas de raza blanca, en este caso representada en la figura
de don Julián de Arangüena, subestiman a los indios, tratándolos con
menosprecio y haciéndolos sentir inferiores a cada momento, en los
peores casos abusando de su buena voluntad y humildad,
maltratándolos. Arguedas, a través del relato de la Yawar Fiesta celebra la
victoria cultural indígena forjada a través de la voluntad de mantener en
alto la dignidad de raza.
“El Sexto” que es la cuarta novela de José María Arguedas publicada en
1961, basada en su experiencia carcelaria en la prisión limeña del mismo
nombre, entre los años de 1937 y 1938 está ambientada en un contexto
urbano y con personajes mayoritariamente costeños y criollos, no deja de
tener elementos en común con sus anteriores novelas, en especial con
Los ríos profundos, pues su protagonista-narrador (que usa el
sobrenombre de Gabriel) es también un ser marginal, sensible e idealista,
escindido entre dos mundos (el serrano-andino y el costeño-criollo) y
entre dos culturas (la quechua y la castellana).

Arguedas siempre defendió lo tradicional, lo folklórico, lo andino y la


cultura del indio que fue lo que a Arguedas le gustaba mostrar en sus
obras, así como en su obra “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, uno
pertenece al mundo de arriba (andes), el otro pertenece al mundo de
abajo (costa), En éste diálogo se narra las vivencias de estos dos
mundos, éste último le cuenta al de arriba lo que sucede en la ciudad
pesquera de Chimbote. Esta obra fue el último respiro del gran José María
Arguedas terminada la obra se termina la vida de Arguedas.

En conclusión José María Arguedas fue uno de los escritores andinos


más importantes de América, que nos quiso dejar en cada una de sus
obras el mensaje: la revalorización de la cultura indígena,
enorgullecernos de lo nuestro y nunca dejar que nuestra cultura se
apague. Y que se pueda dar la articulación entre esos dos mundos. Ese
problema que no hemos resuelto hasta el día de hoy. Ese encuentro entre
lo hispano y lo indígena, lo viejo y lo nuevo. En realidad, el problema es
que está en nosotros el deber de resolverlo.

Seudónimo: EVEREST

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