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Material de entrenamiento

de la Carrera de
Especialización en
Terapias Cognitivas

Técnicas cognitivas:
Flecha descendente

Andrés Fernando López Pell & Ana Clara Palumbo

Universidad Católica de Santa Fe 2012


Soporte conceptual para entrenamiento en el uso de
Flecha descendente
Descripción de lo que implicaría la adecuada ejecución de la técnica objeto
de entrenamiento
El objetivo principal de dicha técnica es lograr dilucidar la cadena de inferencias que guían a la persona para
establecer una conclusión a partir de un hecho concreto (Burns, 1980), con el propósito final de “develar una
creencia subyacente” (Beck, 2000, p. 140). Partiendo de la identificación del nivel más superficial de la cogni-
ción (i.e., los Pensamientos Automáticos), se sigue esta cadena de inferencias o asociaciones, para llegar a la
identificación de supuestos e inferencias, con el propósito final de develar la creencia nuclear básica. Para lo-
grarlo, el terapeuta debe poder:
• Identificar un pensamiento automático concreto que sobreviene a un hecho determinado
• Interrogar ese pensamiento automático a partir de una serie de preguntas sobre su significado. La res-
puesta a estas preguntas darán otro nivel de significado más profundo, otros pensamientos o valori-
zaciones hasta identificar alguna creencia nuclear básica.
• Seguir aplicando la misma forma de interrogación a esos nuevos pensamientos o valorizaciones, identi-
ficando supuestos e inferencias consecuentes.
Fundamento teórico
El modelo cognitivo, sustento de la TC, sostiene que “la interpretación de una situación, más que la situación
misma, a menudo expresada en forma de pensamientos automáticos -PA-, influye sobre las emociones, el
comportamiento y la respuesta fisiológica subsiguiente” (Beck, 2000, p. 103).
A partir de la infancia, las personas desarrollan ciertas creencias acerca de ellas mismas, las otras personas y
el mundo (i.e., tríada cognitiva). Estas creencias, también denominadas esquemas, son estructuras profundas
que organizan, filtran y seleccionan la información del entorno, otorgándole significación. Las creencias centra-
les o esquemas son ideas fundamentales y profundas que no se suelen expresar, ni siquiera ante uno mismo y
que son consideradas por la persona como verdades absolutas (Beck, 2000). Estos esquemas determinan la
forma de percibir y significar la realidad, ya sea de modo adaptativo o distorsionado. Las creencias centrales
constituyen el nivel más esencial de la creencia. Son globales, rígidas y se generalizan en exceso. A su vez,
inciden en el desarrollo de una clase intermedia de creencias, que consisten en actitudes, reglas y presuncio-
nes (i.e., creencias intermedias), a menudo no expresadas. Finalmente, en el nivel más periférico, operan los
pensamientos automáticos, que constituyen el nivel más superficial de la cognición y son específicos para cada
situación (Beck, 2000).
El Modelo de Aaron Beck explica que las creencias centrales son cogniciones que no se expresan, de las que
no se tiene clara conciencia, pero que son tomadas por la persona como verdades absolutas. Tales creencias
básicas se expresan a través de Pensamientos Automáticos -PA-. Son dos niveles de procesamiento de la
información que, en el caso de los trastornos mentales, resultan disfuncionales (Wright & Beck, 2000).
Los PA coexisten con un flujo más manifiesto de pensamientos, aparecen espontáneamente y habitualmente
son aceptados por la persona como si fueran verdaderos, sin reflexionar sobre ellos ni evaluarlos, de ahí la
denominación automáticos. Pueden aparecer en forma verbal, visual (i.e., imágenes) o de ambas maneras.
Suelen ser breves y “el paciente a menudo está más consciente de la emoción que experimenta como conse-
cuencia del pensamiento que de este en sí mismo” (Beck, 2000, p. 105). En estos casos es importante estar
atentos a la emoción que experimenta el paciente, porque “está conectada de manera lógica con el contenido
del pensamiento automático” (Beck, 2000, p. 105), que es lo que al terapeuta cognitivo le interesa identificar.
Para lograrlo, es necesario desarrollar la competencia para observar, atender e indagar sobre aquellos cambios
emocionales que puedan evidenciar PA negativos.
Los PA “suelen aparecer en forma fugaz, pero generalmente el paciente logra expresarlos en cuanto el tera-
peuta pregunta por el significado de ese pensamiento” (Beck, 2000, p 105). Preguntar al paciente qué significa
para él un pensamiento a menudo hace aparecer una creencia intermedia. Las preguntas acerca del significado
de la creencia intermedia suelen dejar al descubierto una creencia central. Ahora bien, ¿cómo podemos identi-
ficar creencias centrales para proceder a su modificación?
En la mayoría de las ocasiones, el mejor método para descubrir nuestras creencias personales que nos pre-
disponen a reaccionar de un determinado modo, se inicia a partir del análisis de los pensamientos automáticos.
Al darse cuenta de los pensamientos automáticos ante una determinada situación y de cómo se relaciona con
los propios sentimientos y las conductas, se está en una buena posición para iniciar el descubrimiento de las
creencias personales subyacentes.
La técnica de la flecha descendente, llamada de este modo por la forma en que se ilustra en el papel (con ca-
da creencia sucesiva señalando con una flecha hacia abajo la siguiente creencia que le da sustento), busca
seguir la cadena de inferencias que lleva a determinadas conclusiones partiendo de los PA, pasando por las
creencias intermedias, con el objetivo final de develar creencias nucleares. Identificar y poner a prueba tanto
los pensamientos automáticos, como las creencias nucleares básicas que los sustentan, son los principales
objetivos de la terapia cognitiva. La técnica que aquí nos ocupa posibilitará conocer e identificar los pensamien-
tos automáticos y esquemas desadaptativos para, en otra fase del tratamiento, modificarlos por otros más
adaptativos. No sólo es importante que el terapeuta pueda identificarlos; es igual de importante que el paciente
tome conciencia de ellos.
En términos generales, la técnica de la flecha descendente se utiliza para comprender cómo se relaciona un
evento con su implicaciones emocionales, cognitivas y conductuales, examinar el proceso de inferencias del
cliente en sus propios términos, identificar las reglas tácitas de implicación que guían la conexión entre ‘eviden-
cia’ y ’conclusión’ (i.e., elicitar la cadena de inferencias que lleva a la persona a una determinada conclusión a
partir de un hecho concreto) para, en última instancia, develar los constructos nucleares o valores centrales que
están en lo más profundo de la cadena explorada de inferencias. Permite identificar creencias nucleares bási-
cas y consiste en una especie de sondeo o profundización progresiva en sus significados, una especie de aso-
ciación de ideas a partir de los pensamientos automáticos (Ruiz Sánchez & Imbernon González, 1999).
Por medio de esta técnica, el terapeuta explora las cogniciones del paciente, pero al mismo tiempo, busca
que se haga explícita su cadena de asociaciones y su razonamiento causal, con el objetivo de que reconozca
sus procesos de construcción de significados y las suposiciones subyacentes (Caballo, 1997). Asimismo, busca
sacar a la luz el modelo de explicación de la persona (i.e., esquemas, creencias básicas y estilo atribucional),
los sesgos en su búsqueda de información y en sus hábitos de selección.
En última instancia, se busca la reestructuración de la organización de su forma de significación personal. El
método para alcanzarlo consiste en que el paciente identifique y comprenda las reglas con que organiza y se
explica su experiencia de vida, lo que lo conducirá a aquellos importantes aspectos de su experiencia inmediata
que antes quedaban fuera de su conciencia. Dicha ampliación de la conciencia es lo que dispara la reestructu-
ración de la organización de su significado personal en una dimensión de coherencia más plástica, flexible y
abstracta, que implica una modificación en la auto percepción de las perturbaciones que lo llevaron a la consul-
ta y, consecuentemente, una nueva forma de percibirse a sí mismo (Balbi,1994).
Toda la información que se cree haber identificado sobre el sistema de creencias del paciente debe ser pre-
sentada a este como un conjunto de hipótesis. Ya que si no está de acuerdo con la formulación del terapeuta,
será necesario analizar los datos a favor y en contra de la particularidad y el conjunto de la información para
que a posteriori sea posible su modificación.
Indicaciones
La flecha descendente resulta de suma utilidad para la fase de exploración de casos, siendo una de las técni-
cas de elección a los fines de la formulación o conceptualización cognitiva. Por este motivo, será recomendable
su utilización en el período de “sondeo cognitivo”, ya que permitirá identificar, mediante una interrogación hábil,
cuál es el punto de partida o esquema nuclear que moviliza el pensamiento que sobreviene a un acontecimien-
to identificable por el paciente.
Se indica su aplicación cuando surgen en sesión emociones intensas, ya sean positivas o negativas; en situa-
ciones preparadas para facilitar dichas emociones; o mientras el paciente mantiene una imagen perturbadora
en su cabeza.
Indicada para el trabajo con adolescentes y adultos. Para pacientes con depresión, ansiedad generalizada y/o
con tendencias a pensamientos catastróficos.
Contraindicaciones
No recomendable en el tratamiento de personas que presenten déficit cognitivos severos que dificulten el de-
sarrollo de las asociaciones necesarias para su desarrollo. Esta técnica está contraindicada en: momentos de
excitación psicomotriz, episodios maníacos, psicosis, demencia y/o retraso mental.
Suspender su aplicación si se detecta poca colaboración, escasa concentración o que la técnica despierta ex-
cesiva ansiedad.
Forma de ejecución y posibles complicaciones
La correcta utilización de esta técnica implica identificar los pensamientos automáticos, para luego identificar
los esquemas nucleares básicos, buscando la cadena de inferencias que lleva al cliente a una determinada
conclusión a partir de implicaciones o significaciones de su pensamiento. De igual forma, se descubren las
creencias subyacentes con el objeto de explicitarlas para trabajarlas en etapas posteriores. Generalmente, el
terapeuta puede suponer que el paciente ha develado creencias intermedias importantes o una creencia central
cuando este comienza a mostrar un cambio activación emocional.
La lógica de la técnica radica en que el pensamiento sigue una cadena inferencial: un pensamiento automáti-
co deriva de otras creencias más profundas que están sustentadas y reforzadas en creencias intermedias. To-
do esto termina configurando un supuesto consecuente que es central para dar significado perturbador a de-
terminadas situaciones. Por lo tanto, es pertinente hacer sucesivas preguntas trazando flechas descendentes,
para, en última instancia poder identificar las creencias disfuncionales que tiene el paciente y lo hacen mante-
ner los pensamientos automáticos ante una determinada situación.
La aplicación de la técnica debe realizarse en un ambiente particular: el paciente debe estar relajado, atento a
lo que el terapeuta le dice, libre de otras posibles fuentes de estimulación y predispuesto a colaborar. Consiste
en preguntar al paciente sobre el significado o las implicaciones de su pensamiento, asumiendo que dicho pen-
samiento es verdadero.
Para llevar a cabo el método de la flecha descendente se deben seguir los siguientes pasos:
1. Se ubican terapeuta y paciente uno enfrente del otro.
2. Pedir al paciente que identifique una situación problemática. Preguntar a partir de cuándo em-
pezó a sentirse mal y que fue lo que pasó por su mente ante dicha situación. Identificar el pen-
samiento automático. Establecer junto con el paciente la conexión entre el evento y las impli-
cancias emocionales, cognitivas y conductuales.
3. Comenzar a realizar un sondeo o profundización progresiva en sus significados. La práctica de
la Terapia Racional Emotiva Conductual propone averiguar las creencias por encadenamiento
de inferencias con frases como: “Supongamos que esto fuera cierto, ¿qué significaría para
vos?”; (ante la respuesta del cliente) “Supongamos que (ese pensamiento automático) fuese
cierto, ¿qué sucedería?, ¿qué pasaría entonces?”; “Si éste pensamiento fuera verdad, ¿qué
habría de perturbador en ello?”. Ruiz Sánchez y Imbernon González (1999) explican que es
conveniente seguir interrogando hasta llegar a expresiones con valoraciones de obligación o
necesidad absolutista o exigencias personales (e.g., “Debo...", "No debo...", "Tengo que...." "No
tengo que...", "Necesito de...."). Es importante utilizar el lenguaje del cliente al nombrar las si-
tuaciones. El proceso continúa de la misma manera hasta que el cliente es incapaz de dar una
nueva respuesta o no cree en la que ha dado, o sucede una manifestación conductual de una
emoción intensa (e.g., llanto) que podría sugerir la revelación de un esquema nuclear, el cual
de este modo resultará accesible a la modificación.
4. Detectar el supuesto consecuente que está operando para sostener la perturbación.

Ejemplos de forma de ejecución


1. Ubicación de terapeuta y paciente uno enfrente del otro, en ambiente tranquilo. En ocasiones
es recomendable que el paciente cierre los ojos y recuerde la situación perturbadora
2. Explicitar el pensamiento que suscitó un hecho determinado, es decir, el pensamiento auto-
mático:
Cliente: “Nunca soy divertido en las fiestas”.
3. Preguntar al cliente qué significaría esto, si aceptamos que es cierto:
Terapeuta: “Supongamos que nunca seas divertido en las fiestas, ¿qué significaría eso para
vos?”
Cliente: “La gente no estará conmigo”.
Terapeuta: “Supongamos que la gente no esté con vos porque no sos divertido en las fiestas,
¿qué significaría eso para vos?”
Cliente: “Significaría que no les gusto”.
Terapeuta: “Asumiendo que todo lo anterior sea verdad ¿cuáles serían las consecuencias?”
Cliente: “Que mi carrera está en peligro, ya que soy vendedor y dependo que le caiga simpático
a las personas para poder vender”.
Terapeuta: “Y si tu carrera estuviese en peligro ¿cuáles crees que serían las últimas conse-
cuencias?”
Cliente: “Podría perder mi casa, mi trabajo y mi familia”.
4. Identificar el supuesto: “Mi casa, mi trabajo, y mi familia están en peligro por mi culpa”.
PENSAMIENTO QUE SUSCITÓ UN HECHO DETERMINADO

“No merezco tanto”

Supongamos que esto fuera cierto, ¿qué significaría esto para vos?

“Los demás piensan que soy mejor de lo que realmente soy”

Supongamos que esto fuera cierto, ¿qué significaría esto para vos?

“No mantengo una relación sincera de amistad”

Supongamos que esto fuera cierto, ¿qué significaría esto para vos?

“Los tengo engañados aún sin pretenderlo”

Supongamos que esto fuera cierto, ¿qué significaría esto para vos?

“Algún día se darán cuenta y me dejarán”

Supongamos que esto fuera cierto, ¿qué significaría esto para vos?

“Me quedaré sola”

Supongamos que esto fuera cierto, ¿qué significaría esto para vos?

“No merezco ser querida”

Posibles complicaciones
Puede suceder que el terapeuta quede atascado mientras aplica la técnica de la flecha descendente, porque
el paciente da una respuesta de “sentimiento”, como por ejemplo, “eso sería terrible” o “creo me angustiaría
mucho”. El terapeuta debe demostrar empatía y luego tratar de encauzar la búsqueda.
Demasiadas preguntas pueden percibirse por el paciente como avasalladoras o sentirse atacado. Para esto
debe seguirse el ritmo de los relatos y el tiempo del cliente. Evitar persistir en preguntas o argumentos que son
convincentes para el terapeuta, pero no para el paciente (Bados López & García Grau, 2010). Para disminuir la
posibilidad de que el paciente reaccione negativamente ante el interrogatorio, el terapeuta le explicará las razo-
nes de sus preguntas repetidas y tratará de introducir variaciones por medio de preguntas como las siguientes:
“¿Y qué hay si eso es verdad?”
“¿Por qué es tan malo…?”
“¿Qué es lo peor de…?”
“¿Qué significa eso respecto de tu persona?”
La aplicación de esta técnica a veces no es fácil y suele despertar resistencias a la hora de activar los pen-
samientos que tienen las personas ante sus experiencias. La técnica puede aumentar la ansiedad y el terapeu-
ta debe estar atento a estas cuestiones. Hay que tener en cuenta que el paciente estará viendo cuestionada su
manera típica de valorar las cosas, y ese análisis suele despertar una especie de "resistencia" ante cualquier
intento de cambio de hábito de pensamiento. Para esto es importante no inducir al paciente a abandonar rápi-
damente las explicaciones de que dispone y a adoptar otras que el terapeuta considera más adecuadas.
Puede complicarse su aplicación si el paciente no ve la necesidad de explorar sus cogniciones. En ese caso
será necesario enfatizar en la socialización del paciente con los fundamentos de la terapia cognitiva, emplean-
do ejemplos relacionados que le hagan ver cómo las emociones y la conducta están influidas por lo que piensa.
Referencias
Bados, A. & García Grau, E. (2010). La técnica de la reestructuración cognitiva. Departamento de Personalidad,
Evaluación y Tratamientos Psicológicos: Facultad de Psicología, Universidad de Barcelona. Barcelona, Espa-
ña.
Balbi, J. (1994). Terapia Cognitiva Post Racionalista. Buenos Aires: Biblos.
Beck, J. (2000). Terapia Cognitiva. Conceptos básicos y profundización. Barcelona: Editorial Gedisa S.A.
Burns, D. (1980). Sentirse bien. Nueva York: Signet.
Caballo, V. (1997). Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos (Vol.1). Ma-
drid: Siglo XXI de España Editores.
Ruiz Sanchez J. & Imbernon Gonzalez J. (1999). Sentirse mejor: Como afrontar los problemas emocionales con
la terapia cognitiva. Equipo de Salud Mental de Ubeda (Jaén). I.S.B.N: 84-931075-1-1. (www.psicologia-
online.com)
Wright, J. H. & Beck, A. T. (2000). Terapia Cognitiva. En R. R. Hales, S. C. Yudofsky & J. A. Talbott (Comp)
DSM IV, Tratado de Psiquiatría, 3º edición (Tomo II, cap. 31, pp. 1203-1240). Barcelona: Masson.
Tareas a realizar por el entrenado
Para que este entrenamiento tenga mejores resultados es necesario que usted pueda ir generando por sus
propios medios alternativas de solución a las dificultades que aparezcan durante este proceso.
Concretamente, se espera que en lo inherente al uso de la técnica de flecha descendente, usted traté de arbi-
trarse medios para:
• Inducir expresión emocional adecuada.
• Activar e identificar pensamientos automáticos, creencias intermedias (i.e., actitudes, reglas y supues-
tos) y creencias nucleares del paciente.
• Poder detectar complicaciones esperables y proponer distintas alternativas de solución.

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