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Mondragón García Cynthia

8/02/2018
#3
Resumen de Los 1001 años de la lengua española1

La familia indoeuropea: El apartado inicia con una breve explicación sobre el árbol
genealógico del autor para llegar al tema principal “la familia indoeuropea”, comienza
explicando que varias palabras tienen su historia, sus antecedentes, su origen, pone por
ejemplo a la palabra “rosa” de latín y griego.

La lengua madre, el latín, no fue sino uno de los muchos pimpollos del indoeuropeo. Una
de las más brillantes hazañas de la lingüística, llevada a cabo a lo largo de más de dos
siglos, ha sido la reconstrucción minuciosa de ese idioma que no se escribió nunca; varias
generaciones de lingüísticas lo han sacado a la luz desde las tinieblas de la prehistoria.

Los primeros indoeuropeístas, alemanes sobre todo, creían que el indoeuropeo había
nacido en la porción germánica de Europa y esto propició el mito de os “arios”,
superhombres rubios y ojiazules que llevaron su cultura hasta la India, mito que les vino de
perlas a los nazis, inventores de la swástika. La primera teoría situó la cuna del indoeuropeo
entre el Mar Negro hasta el Cáucaso y las fuentes del Eufrates, o sea la porción oriental de
la península Anatolia o Asia Menor.

A los anatolios se les designa el nacimiento de las lenguas indoeuropeas, ya que tenían la
necesidad de nombrar sus actividades. Identificar el anatolio con el protoindoeuropeo
podría ser posible siempre y cuando se tenga en cuenta las transformaciones,
contaminaciones y fragmentaciones que inmediatamente deben de haber comenzado, por
lo cual y hasta el momento se han delimitado cuatro ramales primigenios: Anatolio, Greco-
armenio-indo-iranio, celto-ítalo-tocario y Balto-eslavo-germánico.

El parentesco que une a las lenguas romances o neolatinas salta a la vista, si bien el grado
de semejanza que las lenguas hermanas tienen con la nuestra varía mucho: el portugués
es mucho más fácil que entender que el rumano.

1
Alatorre, Antonio (2002). Los 1001 años de la lengua española. Fondo de Cultura Económica. México: DF.
En nuestros días las lenguas indoeuropeas son habladas aproximadamente por media
humanidad, y en ellas se escribe mucho más de la mitad de cuanto se imprime y publica en
el planeta.

Para un hispanohablante no es cosa del otro mundo aprender, si no la lengua madre, sí las
lenguas hermanas, y puede ver que la continuidad de español respecto del latín es
exactamente la misma.

La historia de la lengua española no se inicia 1001 años, sino hace muchos más. Nuestra
lengua es el indoeuropeo. Aun cuando a lo largo de los siglos hayamos alterado las
palabras, y olvidado muchas y adoptado oras muchas, el núcleo de nuestro vocabulario
sigue siendo el mismo.

El lenguaje obedece a un hábito innato: todos poseemos una red neuronal hecha ad hoc
para articular y estructurar el lenguaje hablado. Ya no resulta atrevido decir que los millares
de idiomas del mundo, al igual que los miles de millones de seres que lo habitan, tienen un
origen común.

Lenguas ibéricas preromanas: En este apartado se encuentra una investigación a las


diferentes ruinas, tumbas, vasijas, monedas, etc. cualquier objeto de estudio para llegar a
algunas interpretaciones sobre la España primitiva. El autor hace mención a varios pueblo
de Estrabón indicando una historia de las lenguas que se hablaron.

La palabra Hispania con que los romanos llamaron el país recién conquistado, parece ser
latinización del nombre púnico que los cartagineses le habían dado, y que significa “tierra
de conejos”. Por primera vez la totalidad de la península tenía un nombre unificador.

Adrede quedó al final los habitadores de Hispania el pueblo de los “vascones”, se dice que
fue la única lengua que el latín no logró derrotar. Nadie asegura que el vasco fue la lengua
hablada por la mayoría de los pobladores preromanos de la península, el vascuence es una
más de las lenguas romances. Se tiene muchos rasgos de tal lengua en la pronunciación,
morfología y vocabulario que distinguen al castellano de los demás.

Los vascos so uno de esospueblo europeos que por modernizados que estén, siempre has
fascinado a los estudiosos por su arcaísmo, por su resistencia a las corrientes culturales
exteriores.
A mediados del siglo XIX se inventó en Francia el término “Latinoamérica” para designar a
todas las regiones americanas en que se hablan lenguas hijas del latón, no solo los países
de idioma español, sino también Brasil, Haití y Canadá.

Iberia es la cuna del español del portugués. Si hubiera en el mismo continente americano
regiones de habla catalana y vasca, serían asimismo parte de Iberoamérica.

La lengua de los romanos: En este apartado se abordan los primeros documentos que datan
de hace 1001 años, los cuales dejan ver palabras escritas en español. Los documentos
mismos están escritos en latín. Las palabras españolas son glosas marginales que explican
o traducen tal cual palabra difícil. La palabra glosada pertenece a una lengua muerta. La
glosa a una lengua viva: el español.

Uno de esos documentos es cierto sermón atribuido a san Agustín, escritor que tuvo una
influencia enorme en la cultura medieval. El latín de san Agustín es sustancialmente el
mismo de Cicerón.

Ninguna lengua ha durado tanto tiempo sin cambios. Lo que pasa es que el latín agustiniano
es una lengua escrita. La lengua hablada por el propio santo a la hora de decir sus
sermones, y no digamos la de los oyentes, no era ya el latín de tiempos de Cicerón.

Así como el latín ciceroniano fue el modelo de la lengua en que escribió san Agustín, así
mismo fue uno de los modelos de la lengua que siguió escribiéndose durante siglos en toda
la Europa de cultura románica.

La porción del imperio en que predominó la lengua de Roma se la Romania. La romania


actual abarca solo cinco naciones europeas. Pero en los primeros siglos de nuestra era
incluía un territorio mucho más amplio. El latín era la lengua dominante en provincias como
Cartago y como Panonia.

Latín Hablado y latín escrito: La lengua literaria y la lengua hablada pueden estar muy cerca
la una de la otra, alimentándose y guiándose mutuamente y pueden también estar a enorme
distancia una de otra; pero en cualquier caso, el lenguaje de la literatura suele ser una
selección y una estilización, una especie de lenguaje aparte, mediante el cual se dicen
cosas que no se han dicho en el idioma común y corriente, o se dicen cosas conocidas en
una forma en que nadie las había dicho.

La literatura latina estuvo, desde sus comienzos, especialmente divorciada de la lengua


hablada por el común de la gente. La literatura latina no nació lentamente del pueblo,
decidió por así decir, abreviar camino sin excluir la religión, se dedicó durante siglos a beber
en esas fuentes ilustres.

La diferencia entre latín clásico y latín vulgar: El español y las demás lenguas romances no
proceden del latín empleado por los supremos artífices del lenguajes, sino del latín de la
gente corriente y moliente, el latín hablado en las casas, en las calles, en los campos, en
los talleres, en los cuartetos, etc.

La ciencia lingüística moderna nació en el momento en que los filólogos y dialectólogos del
siglo XIX profesionalizaron la voluntad de no horrorizarse de nada, o sea la voluntad de
entender. El lenguaje quedó entonces como purificado. Tan cien por cierto hablante de un
idioma es el campesino más inculto como el académico más refinado. Al lado de un texto
de fray Luis de León puede ponerse una expresión vulgar de Cespedosa de Tormes.

Latín vulgar: Los romanistas han escrutado minuciosamente las comedias de Plauto y
trataron de encontrar el latín vulgar en el escrito. La simplificación del diptongo au es rasgo
propio del latín vulgar. Es imprescindible tener aunque sea una sumaria de ciertos aspectos
fonéticos y léxicos del latín vulgar. De los seis casos del latín clásico no sobrevivió sino el
acusativo. Los cambios de pronunciación que figuran en la lista no son difíciles de
entender.Hay sonidos que se pierden, sonidos que son sustituidos por otros, acentos que
se desplazan, etc.

El latín vulgar anuló esas silabas penúltimas. Las únicas desinencias que se salvaron fueron
las de género y número. Uno de los rasgos característicos del latín vulgar es su tendencia
a decir analíticamente lo que el latín clásico decía sintéticamente.

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