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Be ey

LA VIDA
~DELDRAMA

.. ~

PAlDOS HrUDIO
Indice

PRIMERA PARTE

ASPECTOS DE UNA OBRA


Título original: The life 01 (he drama
Publicada en inglés por Atheneum, Nueva York 1 TRAMA
La materia prima de la trama 15. La imitación d
vida 21. Asombro y suspenso 23. La imitación de la
Traducción castellana autorizada por Atheneum de Alberto Vanasco ción 25. El prejuicio contra la trama 28. La incitacié
prejuicio 30. Shakespeare 35. Una trama no es una
de teatro 39.
Cubierta de Julio Vivas
2 PERSONAJE
La materia prima del personaje 43. Del hecho a la
3" Reimpresián en México, 1988 ción 45. En alabanza de los tipos 49. Tipo y arquetip
Tipología y mitología 58. El moderno drama psicológic
Más allá de tipos e individuos 64. La sustancia de
sueños 73.
© 1964 by Eric Bentley
3 DIALOGO
© de todas las edicionesen castellano, "[Hablar!" 77. El autor dramático como hablador 8{
Editorial Paidós, SAICF; elocuencia en el diálogo 83. Naturalismo 86. Prosa
rica 89. Verso retórico 92. Poesía 93. Anti-poesía 99. J
Defensa 599, Buenos Aires. piezas 101.

4 IDEA
© de esta edición
Editorial Paidós Mexicana, S.A. Idea y sentimiento 105. La pasión del pensamiento
Malas ideas 111. Propaganda 112. Una pieza de teat:
Guanajuato 202-302 un producto intelectual 114. El teatro español 118. El
06700 México, D.F. tro alemán 122. Shaw 126. Pirandello 131. Brecht 13·
Te!. 564-56-07. 564-79-08 dignidad del significado 139.

5 INTERPRETACION
ISBN: 968-853-039-5
Literatura contra teatro 145. Personificar, observar'
observado 146. Sustituciones 153. Identificaciones'
Empatía y alienación 156.Lo adulto y lo infantil 156..
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La materia prima de la trama

La experiencia viva de una obra de teatro, como la de una


novela o una composición musical, es un río de sentimientos
que fluye dentro de nosotros, a ratos caudaloso y en otros
momentos lento, deslizándose ya plácidamente entre amplias
orillas, ya torrentosamente entre márgenes estrechas, ora
descendiendo un declive, ora precipitándose en rápidos, a ve-
ces cayendo en una cascada y otras deteniéndose en una re-
presa, a veces desembocando en un océano. Extrañamente, po-
co tienen que ver con esto -con la experiencia inmediata-
la erudición profesoral, la crítica y la pedagogía. Los profe-
sionales sustentan teorías acerca de Hamlet y tienen la segu-
ridad de que las mismas son correctas. Pero preguntémosles
por qué van a ver un espectáculo o una película los sábados
por la noche y los hallaremos mucho menos seguros. Ahora
bien, parecería un tanto sospechoso pretender haber resuelto
los problemas superiores cuando uno no ha solucionado toda-
vía los elementales, aunque a éstos ¿los hemos resuelto alguna
vez? Las cuestiones más fáciles son las más dificultosas. Y
uno debe abordar aquéllas del mismo modo que éstas: des-
componiéndolas en sus partes constitutivas, entrando a con-
siderar sus elementos en bruto y abriéndose camino hacia los
menos crudos.

¿A qué llamamos trama? El producto acabado que se presenta


al espíritu es en extremo intrincado y sutil. ¿De dónde proviene
a materia prima con que se ha elaborado este producto? De
la vida, podemos aventurar confiadamente, de la diversidad
de la vida, sin dejar de lado sus peores aspectos. Pero puede
no haber respuestas, ni siquiera aventuradas, cuando las pre-
guntas se formulan con tanta amplitud .. El análisis de los ma-

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teriales de la trama no puede iniciarse mientras no se haya
logrado aislar alguna unidad menor que la "vida" y, prefe- que llega a ser César, son todos episodios novelísticos a
rentemente -ya que el asunto que nos ocupa es la trama o ar- los cuales podríamos asignarles un título y que han sido
gumento teatral-, una unidad que sea característica del teatro elucubrados por un infatigable periodista que no se preocu-
en particular. Para hallar tal unidad sigo una sugerencia tácita pa mucho por la verosimilitud de los hechos.
en una observación formulada por George Santayana en el
sentido de que, en tanto que el novelista puede mostrarnos Estas líneas fueron escritas en la cuarta década de este siglo
los acontecimientos a través de la mente de otros hombres por Robert Brasillach 1, y fácilmente podrían referirse a "dra-
el dramaturgo "nos permite ver la mente de otros hombres a mas" semejantes relatados en los periódicos de las décadas del
través de los acontecimientos". Si la trama es un edificio, los cuarenta, del cincuenta y del sesenta. La vida, tal cual se la
ladrillos con que está construido son entonces acontecimientos, muestra en los periódicos, es dramática. ¿Qué otra cosa puede
sucesos, eventos, incidentes. hacer que los diarios sigan saliendo?

Los hechos no son dramáticos en sí mismos. El drama requiere Pero aun así, podría objetarse que Lindbergh, como héroe
el ojo del espectador. Ver el aspecto dramático de un aconte- nacional, constituía una excepción, y que los malhechores tam-
cimiento significa tanto percibir los elementos en conflicto bién como tales eran excepcionales. Los periódicos se dirigen
como reaccionar emocionalmente ante ellos. Esta respuesta a los otros, a aquellos que sueñan con ser héroes nacionales
emocional consiste en conmoverse, en sentirse embargado de o que suspiran con alivio por el hecho de que sus hijos no
asombro ante el conflicto. Pero ni siquiera el conflicto es hayan sido raptados. Para bien o para mal, la vida de los
dramático por sí mismo. Aun en el caso de que llegáramos a demás -de los millones que son los demás- es considerada
perecer todos en una guerra nuclear, los conflictos subsisti- convencionalmente carente de dramatismo, y la opinión con-
rían, por lo menos en el terreno de la física y de la química. vencional, como corresponde a toda convención, se atiene a
No se trataría entonces de un drama sino tan solo de un pro- lo externo del caso. Nos limitamos a soñar con ser héroes
ceso. Si el drama es algo que se ve, debe haber alguien que nacionales. Pero esto es solo una manera diferente de decir
vea. El drama es un hecho humano. que en nuestros sueños somos héroes nacionales. Una vez que
se comprende que la mayor parte del tiempo nos dedicamos
¿En qué medida esta vida nuestra es dramática? Existe, por a soñar, solo resta invertir el punto de vista convencional y
cierto, la opinión de que los elementos dramáticos son escasos declarar que nuestras vidas, al fin y al cabo, son dramáticas.
y que la experiencia cotidiana es aburrida, carente de con-
flictos. Podría decirse de la vida, en general -y así se ha Freud escribió un Iibro revelador titulado Psicopatología de
dicho-, que las cosas se suceden en ella indefinidamente en la vida cotidiana, donde demostraba que ciertas formu1acio-
un circulo incesante. Lo mismo se ha dicho con respecto a nes verbales carentes en apariencia de contenidos encubrían
ciertas épocas y lugares en particular. en realidad un cúmulo de significaciones. Bajo una trivial su-
perficie intelectual se hallaban al acecho poderosos conflictos
Pero si la materia dramática no consiste tan solo en los hechos emocionales. ¿Acaso no podemos, en un sentido análogo, ha-
mismos sino también en nuestra respuesta emocional, entonces blar del drama de la vida cotidiana, aun allí donde el drama
la pregunta: ¿en qué medida la vida es dramática? constituye, parece estar ausente por completo?
en parte, una cuestión subjetiva. Lo que una persona puede
sentir como aburrido quizás a otra le resulte conmovedor. He empleado el término sueños con toda amplitud. Me re-
Aun aquellos que consideran a la vida, en general, exenta fiero tanto a los sueños en estado de vigilia como a los que
de dramatismo, admitirán excepciones. tenemos cuando dormimos. Me refiero a todas nuestras fan-
tasías, a eso a que aludían nuestros antepasados cuando afir-
Un banquero que huye en un avión, los malhechores que maban, como lo hacían tan frecuentemente, que la vida es
sacrifican al hijo de un héroe nacional, una jovencita que un sueño. Estas fantasías son la expresión directa o indi-
se transforma en un muchacho, un pintor de brocha gorda
L .Brasillach, Robert: Pierre Comeille. París, Fayard, 1938.
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la imaginación y son forjados a semejanza, precisamente, de
recta de nuestros deseos, que a su vez representan el com-
los grandes dramas descriptos en los diarios. De este modo
bustible en el mecanismo humano. No se trata tan solo de que
las obras dramáticas tratan en general de gente descollante,
la vida nos parezca dramática: deseamos que así sea y, por
aunque lo que dicen es aplicable a la gente común. Y esta
lo tanto, lo es; y este deseo particular es insistente e im-
proposición tiene su reverso: cuando un gran drama+ .rgo,
perioso. Aun nuestra constante protesta por lo tedioso de
como Chejov, nos presenta la insignificancia de la vida coti-
la vida es una terminante comprobación de nuestra repulsa
diana, pretende sugerir con ello, por cierto, la grandeza de la
a acatar el tedio. Exigimos que cada día sea un drama en
existencia diaria, las proporciones de aquellas fantasías que
veinticuatro actos. Hasta el mismo rechazo de la vida -como
los seres humanos suelen rechazarla- es un drama. En abarcan desde la vida secreta de W-alter Mitty hasta las cavi-
laciones caballerescas de Don Quijote.
todo caso de suicidio es posible descubrir un intento de des-
quite y un último y patético gesto de exhibicionismo. La
falta de dramatismo en el comportamiento humano -como En cierta ocasión Virginia Woolf se refirió a la novela consi-
puede observarse en los modales de los anglosajones- es derándola como una extensión de la categoría de nuestras
un recurso, precisamente, para poner énfasis en ciertas co- charlas. El teatro, por tratarse en general de un fenómeno más
sas no concediéndoles importancia. La carencia de drama- violento, puede ser juzgado como una extensión de la cate-
tismo es su drama particular. goría del escándalo. Ambos géneros son testimonios del amor
que sienten los hombres por la información sobre otros se-
La opinión convencional sostiene que la vida carece de dra- res humanos, en particular por esa clase de información que
matismo hasta que un periodista o un dramaturgo "drama- habitualmente se silencia, y el autor dramático es en esto,
tiza" los acontecimientos. Afirmar esto es dejar de lado como en muchas otras cosas, un extremista, un hombre que
aquello en que se basa principalmente un periodista o un en otras circunstancias hubiera podido ser un espía o un so-
dramaturgo, es decir, nuestra insaciable avidez por el drama. plón de la policía. Si no se acepta esto desde un comienzo,
Piense en esa actividad que denominamos no hacer nada. corremos el riesgo de confundirnos más adelante, como con-
Considere que está demasiado cansado aun para soñar des- sidero les ha ocurrido a algunos críticos, muy sutiles por otra
pierto. Usted está en su sillón, dormitando. Tal vez se parte, como por ejemplo a Edwin Muir 2, quien sostenía en su
siente relativamente en calma mientras cabecea. Pero ape- libro sobre la novela:
nas se ha dormido cuando, como se dice, "el infierno se
desencadena". Luchas titánicas, terribles acosamientos, frus- Lo que nos subyuga en la novela de accion es el placer
traciones mortales desfilan ante el ojo recóndito de sus libre de responsabilidad que experimentamos ante los he-
sueños. chos vigorosos. Por qué la simple descripción dellla
acción violenta puede llegar a cautivarnos, es una cues-
¡Si al menos terminaran cuando despertamos! Pero el es- tión que atañe a los psicólogos.
tado de ánimo de esos sueños continúa, como es muy pro-
bable, si consideramos que encarnan nuestras ansiedades Esta segunda frase pone de paso en evidencia que un hombre
fundamentales. Nos descargamos con nuestra mujer. ¡Una de letras puede desear eludir los hechos más elementales de
pieza de Strindberg! Nuestra irritación es proporcional a la la experiencia literaria. Pues con toda seguridad Muir no
intensidad de nuestra pesadilla. Suena el teléfono. Un pe- quiso dar a entender que el poder de atracción que poseen
queño problema se ha suscitado en la oficina. Pero en aquel
las acciones violentas es difícil de explicar. ¿Por qué aun una
momento lo pequeño es enorme. El problema de la oficina
mala descripción de una acción violenta nos resulta agrada-
crece hasta alcanzar las dimensiones de un bombardeo aéreo.
ble? ¿Cómo podria no serIo? Tenemos propensión a sentir
Colgamos en un arranque de ira. ¡Un drama social!
que a nuestras vidas les falta violencia y nos gusta ver aque-
Por un lado, los grandes dramas de los Lindbergh y los Hitler;
2 Muir, Edwin: The Structure oi the Novel. Londres, The Hogarth
por el otro, los pequeños dramas de cada día de cada uno de Press, 1928.
nosotros. Pero estos pequeños dramas se hacen enormes ante
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110de que carecemos. Somos proclives al aburrimiento y nos
La imitación de la vida
agrada sentirnos transportados con la excitación de algún
otro. Somos agresivos y gozamos con la contemplación de la
agresión. (Si no sabemos que somos agresivos, gozamos aún ¿Qué relación existe entre estos elementos de violencia y la
más con su contemplación.) Nunca lo pasamos tan mal y nos trama una vez concluida?
complace ver a otros que lo pasan aún peor. Y hasta en el
caso de hallarnos en una época de guerra y de llevar una El arte refleja la vida. La palabra empleada por Aristóteles
vida realmente violenta, exterminando al "enemigo" o apu- es mímesis. Pecaríamos de sofisticados si no concediéramos
ñalando a nuestros "camaradas" por la espalda cuando nues- a la palabra su significación literal: mera reproducción. ¿Exis-
tros oficiales no nos ven, aun en ese caso, al atardecer, cuando tiría acaso el arte si los hombres no desearan vivir dos veces
cada cosa? Tenemos nuestra vida; y sobre el escenario vol-
las luces amenguan, nos gusta encender la televisión y ver
vemos a vivirla. Esto es sencillo pero no por eso menos
cómo los norteamericanos se matan unos a otros displicen-
válido. Los helenistas nos están explicando siempre que para
temente en algún western entretenido. De este modo podemos
Aristóteles imitación no significaba imitación. Y, sin em-
estar seguros de que la violencia en nuestras vidas no se
bargo, así era.
interrumpirá en ningún momento, pues proseguirá, por cierto,
también durante la noche, mientras soñamos. El instinto de imitación es ínsito al hombre desde su
niñez [escribe Arístótelesj; una de las diferencias entre él
Esta, por lo tanto, es la respuesta a la incógmta planteada por y los demás animales reside en que es el más imitador de
Muir: la violencia nos interesa porque somos violentos. Y los seres vivientes ... Objetos que contemplamos en sí
los más suaves exteriormente pueden ser, en 10 interior, los mismos con pena nos causan placer cuando los vemos re-
más turbulentos. Esta posibilidad ha sido extendida hasta el producidos con escrupulosa fidelidad ... Así, la razón por
punto de que en la actualidad sospechamos que en cada Mil- la cual los hombres sienten gozo en apreciar una seme-
quetoast se oculta un reprimido Torquemada, que cada Jekyll janza es ... que se encuentran a sí mismos ... diciendo ...
es una simple máscara de algún Hyde. Pero la violencia no "Sí, es él"·.
se circunscribe a las personas de conducta no violenta. Se
halla presente en todos salvo, por una parte, en los extrema- "Objetos que contemplamos en sí mismos con pena nos causan
damente débiles y, por otra, en ciertas clases de santos. Y placer cuando los vemos reproducidos con escrupulosa fide-
mientras la debilidad puede ser congénita, la santidad no vio- lidad." En otras palabras, una cruda tajada de vida puede ser
lenta es adquirida. La violencia ha ardido en un santo hasta ofrecida como arte. Lo que disfrutamos no es nada que se
desvanecerse mediante una incesante acción moral. Los san- aleje de ella. El acto de la imitación basta para transformar
tos no tienen necesidad del drama; y los débiles de cuerpo y la pena en deleite.
de espíritu no pueden acceder a él. Toda otra persona se
complace ante la violencia propia del drama. Y yo me he Todo intento de sentar las bases para una psicología del arte
preguntado a veces si no sería más sensato enseñar a los dra- dramático debe empezar por reconocer este impulso que lleva
maturgos en cierne tan sólo dos reglas fundadas en la natura- a la mera imitación. Lo que puede alegarse en contra de
leza humana, en lugar de la usual Técnica Dramática, a sa- dicho remedo servil no es que, como principio, sea discutible,
ber: si desea atraer la atención del público, sea violento; si sino tan solo que sus posibilidades son en extremo limitadas
desea retener su atención, sea otra vez violento. Es verdad en la práctica. Empezamos a vislumbrar qué otras posibili-
que las malas obras de teatro se basan en tales principios, dades existen en el momento en que aceptamos alejarnos de
pero no es verdad que las buenas obras hayan sido escritas la estricta fidelidad. Seguirá siendo un error rechazar la
transgrediéndolos. materia prima. Los "hechos vigorosos" y "la acción violenta"

o En este y otros pasajes de la Poética se ha seguido la interpretación


de Bentley [T.].

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de que hablaba Muir no son elementos que deban ser relega- su cámara en una relación nada habitual con la acción vio-
dos a los niveles más bajos del arte. Pueden ser bajos en sí lenta pero esa acción estaba presente y era todavía decisiva.
mismos, pero tan solo como el suelo es bajo: de él nacen las Solo 'su hábil prestidigitación impide que el público tome con-
flores. Las flores .del arte dramático echan sus raíces en la ciencia de que el profesor Serebriakov, Natacha y Madame
acción cruda. Ranevsky son animales de rapiña ... son los villanos de la
obra, y Chejov les otorga una acción de horrenda y tradicio-
Un crítico teatral de The New York Times dijo en cierta nal destructividad.
ocasión que un dramaturgo debía ser hasta cierto punto un
charlatán. Esto no es verdad, pero hay una verdad implicada El drama, con respecto a la poesía lírica y a la novela, es más
en ello. Un dramaturgo no es una vieja solterona. Rara vez crudo en este sentido: ni siquiera trata de disimular su cone-
olvida la parte animal de nuestra naturaleza. No tratará de xión con aquellos elementos en bruto que nos interesan "irres-
mejorar en sus creaciones la índole humana, aunque esté in- ponsablemente". Esta es la explicación del conocido hecho de
teresado, por otra parte, en el mejoramiento de la humanidad. que una buena obra de teatro puede ser disfrutada en distin-
Tal vez Fedra sea la gran tragedia más civilizada que se haya tos niveles por auditorios a los que corresponden diferentes
escrito, aunque Fedra fuese medio hermana del Minotauro e grados de refinamiento. Es importante recordar cuál es el
hijastra, por así decirlo, de un toro. Por más que a algunos más necesario de todos esos planos: el suelo puede subsistir
lectores anglosajones el tipo de drama cultivado por Racine sin la flor; pero la flor no puede existir sin el suelo.
les parezca estrecho y en exceso especializado, en realidad se
extiende desde las más altas cumbres del espíritu humano
hasta los abismos de la animalidad. Si bien es ultracivilizado, Asombro y suspenso
también es ultrabárbaro.
El arte dramático se halla firmemente arraigado en la natu-
Luego está Shakespeare. Hay cosas en Shakespeare que sal- raleza humana, y ser humano significa solazarse con desven-
tan a la vista, pero que nosotros no podemos o no queremos turas y desastres. Aristóteles agrega que el placer puede
ver. La moderna respetabilidad se parece al gusto neoclá- obtenerse del mero remedo de tales desventuras y desastres.
sico: es una forma de ceguera. Si uno no comparte "el pla- Pero la simple imitación -la imitación llevada a cabo tan
cer libre de responsabilidad" que experimentaba Shakespeare llanamente- nunca constituirá una trama. Por cierto, la
"ante los hechos vigorosos", se es entonces demasiado refinado brecha que separa la vida natural de la vida tal como nos la
como para apreciar lo que él hace con semejantes sucesos. presentan los grandes dramaturgos es tan ancha que pode-
Una comedia de Shakespeare es mucho más terrena de lo que mos preguntarnos cómo ha podido ser traspuesta alguna vez.
los directores modernos pueden admitir, y sus tragedias mu- Por ello, apenas puede sorprendernos que algunos supongan
cho menos regularmente sublimes. Algunas recientes produc- que la vida cruda pueda ser dejada totalmente de lado.
ciones europeas, influidas según se dice por el comunismo,
han sido mejores que las producciones norteamericanas e in- Hay una casa a mitad de camino entre la vida y la trama: tal
glesas que hemos visto, y ello se debe, en gran parte, a que es el cuento. Si uno posee un conjunto de incidentes, todo
están influidas, en primer lugar, por la vida cruda que nos lo que precisa para confeccionar con ellos un cuento es la con-
rodea y, en segundo término, por el arte crudo que nos cir- junción y. La psicología de los cuentos es primitiva. Todo se
cunda (películas de bandoleros, literatura barata y demás). basa en ese interés por las acciones violentas que Muir con-
sideraba con menosprecio. Pues si usted tiene tal interés en
Ningún autor dramático se atemoriza ante la acción cruda como habladurías, escándalos, accidentes y catástrofes, todo lo que
lo hacía Muir. Hasta el mismo Maeterlinck la emplea en yo debo hacer es contarle a usted el incidente A, y usted que-
Monna Vanna casi hasta el punto de la pornografía. Shaw se rrá saber el incidente B. Luego, a medida que yo recorra el
declaraba contrario a la trama, pero introducía una acción alfabeto su apetito se acrecentará con la comida, y ya no me
intensa en la mayoría de sus obras y, paraalgunas de sus me- permiti;á detenerme. Es semejante al apetito que se sie.nte
jores piezas, elaboró un intrincado asunto. Chejov colocaba por ciertos alimentos. Tal vez a uno no le gustan especial-

22 23
mente, pero no puede dejar de comerlos. Ese es el secreto de Hay un argumento para privarse del teleteatro que viene
Scheherazada en Las mil y una noches. Ella logra captar el aquí particularmente al caso. Podemos pasarnos sin él, en su
interés del rey a tal punto que éste se abstiene de hacerla forma pura y elemental, porque podemos recuperarlo como
decapitar a fin de oír C y D. Este rey personifica la "resis- parte integrante de una forma más compleja y desarrollada.
tencia" de todo lector; y Scheherazada a todos los cuentistas La gran narrativa no es lo opuesto a la narrativa de pacoti-
y dramaturgos. lla: es teleteatro plus. Un crítico francés se tomó el trabajo
de demostrar que las historias de las piezas de Corneille eran
¿Qué es lo que provoca el suspenso? Desde luego, no es las mismas con que se hacían las películas en la época de
sólo la ignorancia de lo que va a suceder a continuación sino
Rodolfo Valentino. Que a uno le guste Valentino no es una
más bien el activo deseo de llegar a sarerlo, un deseo que ha
prueba presuntiva de que le gustará Corneille, pero Cor-
sido suscitado por un estímulo previo. La primera de las pa-
neille nos disgustará si lo leemos, por así decirlo, solo con la
siones, ha dicho Descartes, es el asombro (admiratio). El in-
cidente A debe despertar asombro en nosotros previamente a cabeza, si le impedimos al espectador de cine que hay en
que nos sintamos ansiosos de conocer el incidente B. El ma- nosotros descubrir y saborear en Corneille lo que tiene en
terial crudo o violento a que me he venido refiriendo es común con Valentino. Cierta afectada superioridad, que aún es
indicado para ello desde todo punto de vista a causa de una tradición en el mundo académico, aun en estos tiempos de
nuestro interés en el mismo. El paso del primer incidente al campos de exterminación, tiende a dividir, no solo a la
segundo requiere un mínimum de aplicación del arte del na- sociedad sino también a cada individuo, en una parte ex-
rrador. quisita y otra vulgar.

Tales son los dos elementos constitutivos del suspenso en la


narrativa. Ambos son suficientes para componer las más La imitación de la acción
rudimentarias ficciones, tales como las propias del radio-
teatro o de las series de westerns de la televisión, y nueva- Por un lado está la vida, con sus acontecimientos, aparente y
mente hago alusión a estas formas elementales no con la in- realmente vasta, vida que es totalmente drama, aunque su
tención de burlarme de ellas sino a fin de comprenderlas. drama no se halle escrito ni escenificado ni representado. Por
Como otros síntomas de puerilidad o neurosis, no deben ser otro lado está la narrativa, que he ejemplificado en su forma
execradas por las personas adultas o relativamente sanas, más rudimentaria: su fuerza motora reside en el suspenso y
sino que han de ser incluidas, más bien, en las definiciones su método consiste en el ordenamiento cronológico de los
de madurez y salud. Como dice Nietzsche, uno no debe desem- eventos. Por último, está la trama, que no es sino la narra-
barazarse de los desperdicios; tenemos que ser como un océa- ción con algún "retoque" y algo añadido. El retoque estriba
no, y poder contenerlos. en una nueva disposición de los sucesos en el orden más
conveniente para conseguir el efecto deseado. Lo añadido es
La fórmula de las telenovelas o de las series de westerns es un principio en virtud del cual los incidentes adquieren un
eficaz. Si no nos pasamos los días y las noches mirándolas, sentido: hasta el principio de causalidad puede transformar
se debe tan solo a que tenemos otras cosas que hacer. Tal una historia en una trama. Tal como lo explica E. M. Forster
vez parezcan monótonas al cabo de un rato, aunque es posible en su ensayo Aspectos de la novela, "el rey murió y luego mu-
que, como los maníes 'o los cigarrillos, no nos resulten así. rió la reina" es historia, pero si escribimos "el rey murió y
Aun en la pantalla televisiva la acción violenta y el suspenso luego la reina murió de tristeza", se convierte en una trama.
del relato raramente dejan de captar nuestro interés. La
psicología es infalible y cada hombre es un ser humano -una La trama, por lo tanto, es ante todo artificial. La trama es
muestra de la psicología humana- antes que un erudito o un una resultante de la intervención del intelecto del artista,
caballero. que consigue hacer un cosmos con los hechos que la natura-
leza presenta en forma caótica. Para decirlo con las palabras

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conclusiones con las teorías particulares de Jung. Su opmion todo artificio, y la expresión "todo atmósfera" al disgusto
básica, por ciento, sostiene que en arte el reconocimiento es con que se aprecian actualmente las acciones violentas.
preferible al conocimiento: UDa buena historia es aquella que
ya hemos oído antes; es decir, un buen narrador es el que Así como Edwin Muir constituye un ejemplo de los críticos
procura alcanzar el efecto de lo que se vuelve a contar; un que desdeñan la literatura de acción vigorosa .Y .hec~os vio-
buen dramaturgo, de lo que se vuelve a representar. Aquí lentos, E. M. Forster es un crítico, igualmente distinguido, que
es donde interviene el rito: lo ritual es lo que se representa se siente incómodo ante la historia terminada y la trama
de nuevo. Gilbert Murray (como Maud Bodkin reconoce) ha concluida. "Sí", dice con fastidio, "oh, querido, sí, la novela
dicho lo siguiente sobre la 'atracción que ejercen las historias cuenta una historia". Y estima que el precio que Henry Ja-
primitivas sobre el hombre contemporáneo: mes debe pagar por el virtuosismo con que entreteje sus mo-
tivos argumentales es que "gran parte de la vida humana
. . . sospecho que, en parte, se debe a la mera repeti- desaparece antes de que pueda entregarnos una novela" .
ción ... estas historias y situaciones .,. se hallan ."
profundamente arraigadas en la memoria de la raza ... Forster ha dicho, también, que el drama se halla dominado
algo dentro de nosotros brota al exterior en presencia de debidamente por la trama:
ellas, un grito de la sangre que nos dice que las hemos
conocido desde siempre. En el teatro todas las dichas y miserias humanas toman,
y así deben hacerla, la forma de la acción. De otro I?odo
su existencia quedaría sin manifestarse, y esto constituye
y si las viejas historias son siempre nuevas, las nuevas histo-
la gran diferencia que hay entre el drama y la novela.
rias deben ser a su vez siempre viejas para acaparar nuestro
interés; todo ello porque solo somos capaces de aprender
Pero agrega:
aquello que sentimos como ya conocido, porque es inútil el
conocimiento sin comprensión, porque todo saber es un Re- El drama puede dirigir su mirada hacia las artes plásticas,
conocimiento (anagnórisis), ya sea consciente o inconsciente. puede admitir que Aristóteles le dicte normas, puesto que
no se halla tan profundamente supeditado a los reclamos
Decía Santayana en El sentido de la belleza, siguiendo a Aris- de los hombres. Los seres humanos tienen su gran opor-
tóteles, que la trama es "el aspecto más dificultoso del arte tunidad en la novela.
dramático". Esta es la razón por la que ha sido el menos
explorado y sigue siendo el menos comprendido. ¿Por qué Como consecuencia del habilidoso tratamiento de los inci-
ha llegado a ser, en nuestros tiempos también, el menos res- dentes, el dramaturgo -y Henry James- alcanzan la be-
petado? lleza ... , pero a costa de la verdad. Y en un arranque impul-
sivo E. M. Forster aplica esta teoría a Racine:

El prejuicio contra la trama En las obras de teatro -en las piezas de Racine, por
ejemplo- [la Belleza] puede justificarse pues suele llegar
Algunos sienten fastidio por la vida; otros, por el arte. Ambos a ser una gran emperatriz sobre el escenario, compen-
resentimientos se ponen de manifiesto en el prejuicio susten- sándonos por la pérdida de los hombres que conocemos.
tado contra la trama. Los materiales crudos de la trama son
rechazados por su crudeza. La trama terminada es resistida ¿Puede alguien -no arrebatado momentáneamente por una
por su falta de crudeza, por su artificialidad. Ambos senti- idea- concebir a Racine, entre todos los autores dramáticos,
mientos de repulsa pueden ser experimentados por la misma como sacrificando "a los hombres que conocemos" para lo-
persona. El difunto John van Druten decía: "Mi preferencia grar un efecto de belleza?
se inclina por aquellas obras teatrales que son todo atmósfera,
sin ninguna trama en absoluto." La preferencia por ninguna E. M. Forster ha dejado muchas cosas sin especificar. Por
trama corresponde al desagrado que produce en la actualidad ejemplo, aunque la trama es importante en toda buena pieza

28 29
de teatro, no siempre se trata de una trama en el sentido que las otras como en ese período. Todo lo contrario sucedió con
se le da popularmente de una intrincada combinación de 1 teatro isabelino y el español. Nadie intentó imponer en el
episodios. Racine habría asociado más bien esta definición mundo los métodos o sistemas de creación de Shakespeare o
popular con la obra de su rival, Corneille; pues él, particular- Lope de Vega. No solo nadie trató de imponerlos, sino que
mente, aspiraba a una Acción reducida al menor número po- fueron olvidados. Lo que aquí debemos considerar es la pa-
sible de incidentes y en la que cada uno de éstos se relacio- sión de los franceses por la publicidad cultural y su afán por
nara con los demás en la forma más directa y sencilla. Difícil- dictar leyes en esa esfera.
mente podría considerarse a esta clase de trama un obstáculo
para retratar fielmente a los hombres, tal como aparente- Habría menos que deplorar si esta campaña publicitaria se
mente Forster cree que ha de ser toda trama. Difícilmente hubiera llevado a cabo en beneficio de Corneille, Racine o
también puede hablarse de Racine y de Henry James en con- Molíere, pero los componentes de esta gran trinidad -aunque
junto, ya que este último acostumbra, en efecto, a emplear S vieron influidos por las teorías de la época- se some-
una complicada urdimbre de incidentes. Y en el caso de Ja- tieron muy poco a sus normas y fueron censurados por sus
mes es necesario especificar algo más. E. M. Forster puede transgresiones. A lo que me refiero cuando hablo de la idea
tener razón cuando dice que algunas veces este autor a 'francesa sobre el teatro es a la obra realizada por críticos,
fuerza de ingenio deseca sus historias. Habría que pregun- L óricos y practicantes menores, la que no alcanzó su forma
tarse si esto sucede con la necesaria frecuencia como para más influyente y acabada hasta el siglo XVIII con los comen-
llegar a constituir una característica de su obra. Al parecer, tarios de VoItaire.
Forster se ha dejado seducir por una posibilidad: es posible,
dando preponderancia a la trama -al "aspecto puramente La teoría dramática neoclásica o volteriana es una reducción
intelectual de la acción"- perder contacto con la parte no de la aristotélica. Si la doctrina de Aristóteles es llevada más
intelectual o emocional de la misma; es decir, es posible que Ilá en algún punto, lo es solo en una estrecha dirección.
la trama pierda contacto con sus propios materiales en bruto. Aristóteles había dicho que la trama o argumento era el alma
Pero lo mismo puede esperarse que la flor pierda contacto de la tragedia. Voltaire dice que el alma de la tragedia reside
con sus raíces; y las obras completas de Henry James están n la prolongación, durante todo el tiempo posible. de una
allí para demostrarnos que el Maestro muy raramente perdía incertidumbre, lo cual suena a Aristóteles adaptado para
contacto con su propio daimon. Es más acertada la tesis de nuestros modernos cursos de dramaturgia,
Jacques Barzun 6: que James tenía el corazón de un autor
de melodramas. Una tragedia [dice Voltaire] ha de ser solo acción ... Cada
escena debe servir para atar y desatar la intriga, cada
parlamento ha de presentar un obstáculo o ser la pre-
La incitación al prejuicio paración de lo que sigue.

Los primeros en desacreditar a la trama fueron precisamente El abad d' Aubignac ha declarado llanamente que la ley fun-
sus sostenedores. Los grandes defensores de la trama han damental del teatro es el suspenso. Pero fue otro crítico neo-
sido los franceses. No todos los franceses, claro está, pero sí clásico -Marmontel- quien expuso los medios y recursos:
la gran mayoría de sus teóricos y autores dramáticos a lo la celeridad, pensaba -como todo crítico de Broadway-, es
largo de doscientos fundamentales años de teatro, aproxima- sine qua non y, en cuanto al suspenso, aconsejaba al autor
damente desde 1650 a 1850. Y lo que los franceses dijeron sostener el creciente interés del espectador desarrollando las
e hicieron con respecto al drama sentó las normas teatrales situaciones gradual y cuidadosamente.
para el resto del mundo. Nunca, quizá, en toda la historia del
teatro se ha insistido tanto en una determinada forma de es- Un corolario de esta concepción teatral puede hallarse en el
cribir para la escena y se han menospreciado hasta tal punto desdén puesto de manifiesto por los franceses del siglo XVIII
hacia la obra de Shakespeare, actitud por la que se hicieron
(l Barzun, jacques: The Energies of Art. Nueva York, Harpers, 1956. famosos. Que la doctrina francesa se expandió más allá de

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las fronteras de Francia, se desprende con bastante claridad dil ámico que la impulse, y no hay esquema dinámico porque
de las declaraciones de Federico el Grande, de Prusia -dis- I moción creadora está ausente de todo el intento.
cípulo de Voltaire-, quien describía las obras de Shakespeare K t clase de drama menos intelectual -este teatro para no
como "farsas dignas de los salvajes del Canadá". El mismo nLlectuales- adolece de una falta, no de cerebración, sino
Voltaire ha sido citado con frecuencia en ese sentido y con
ti emoción. Por cierto, consiste en una estratagema para
similar menosprecio consideraba los dramas griegos, los cua-
('(' ar una emoción -la punzadura del suspenso-, pero le es
les, con sus danzas y poemas corales, apenas parecían perte-
necer al género en aquella época. Ni siquiera las obras mposible acceder a las demás emociones. Y es organizado
maestras del clasicismo francés parecían lo suficientemente I por la inteligencia, si es lícito involucrar en el concepto
clásicas: dice Voltaire que son todas ellas demasiado exten- ti "inteligencia" la posesión de una destreza teatral. Con
11\ yor frecuencia empleamos la palabra "destreza" para refe-
sas, y agrega, dando un ejemplo, que el último acto completo
de Horacio, de Corneille, es superfluo. rlrnos a una habilidad mecánica, y la Piez·a Bien Hecha es
(lit borada a partir de un esquema mecánico, y no, como ocu-
A comienzos del siglo XIX el rostro del teatro cambia. La rr realmente con las obras de arte auténticas, a partir de
prosa sustituye cada vez más a los alejandrinos y la moderna 1(1\ squema orgánico.
puesta en escena reemplaza a la antigua. Pero la idea del I ,1 trama imita una acción, dice Arístóteles. Remeda un mito,
drama no ha cambiado tanto, "La acción de un poema [dra-
" supuesto que replicaba Lord Raglan. En ambos casos no
mático] -había escrito Marmontel- puede ser considerada
(\ trata de toda la obra sino de una de sus partes. Y no
como una especie de problema que encuentra su solución en
19oaparte del sentido general de la obra: por el contrario,
el desenlace". La observación sirve de testimonio no solo
de una teoría sino además de un estado de ánimo. Suspenso. 'ollLri:buyea ese sentido y, a su vez, es conformado por él.
Tempo. Creciente interés. Desarrollo gradual. Prolongación l':, tra manera en que la trama difiere de la simple imitación
de incertidumbres. Los nudos atados y desatados de la intriga. la vida.
¡Acción,acción, acción! Hoy acudimos todavía a este vocabu- La trama creativa (dice Ramón Fernández 7) no consiste
lario con bastante presteza. Lo escuchamos a la salida de los tan solo en una fiel transcripción de un hecho probable.
cines y lo leemos en las crónicas teatrales de los periódicos. El interés que puede suscitar, su efecto, su integridad,
Unicamente lo de "atar y desatar la intriga" suena un tanto dependen de su sentido.
obsoleto. Sin embargo, aún estaba en boga cien años después
de haber sido escrito. El teatro del siglo XIX fue el teatro de • ntribuye a esa visión de la vida que la obra, como un todo,
la Pieza Bien Hecha, y la Pieza Bien Hecha es una forma de 1\0 ofrece.
la tragedia clásica, una forma de ella que puede ser consi- A I, pues, como la Pieza Bien Hecha monopolizó durante
derada como su declinación o consumación, según los puntos (' rto período los escenarios del siglo XIX, no es difícil com-
de vista. pr nder por qué la trama llegó a ser considerada una palabra
(1isagradable.
Esta clase de teatro es "todo trama", y aun cuando uno no
conozca Piezas Bien Hechas, puede comprender por qué el Cuando los críticos (escribía Bernard Shaw en su co-
género terminó por ganarse enemigos entre los intelectuales. lumna de crítica músícal) se llenaban la boca hablando
Siendo todo trama, nada le quedaba para apresar en su red de la "construcción" de una pieza de teatro, yo sostenía
o para chocar contra ello. Estaba lleno de agitación, pero no firmemente que una obra de arte era un desarrollo, y no
se movía en una dirección particular. No nos transmite el una construcción. Cuando autores como Scribe y Sardou
"sentimiento de algo que nace y se desarrolla y luego de- nos entregaban limpias y ostentosas cunas, los críticos de-
clina". Aplicando la cuádruple fórmula de Bergson, podemos
decir que no llega a ser plenamente drama, pues carece de una Fernández, Ram6n: La Vie de Moliere. París, Gallimard, 1929. [Hav
Acción integradora, y no hay Acción porque falta un esquema v rsíón castellana: Moliere. Buenos Aires, Schapire, 1945.}

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cían "¡Con cuánta exquisitez ha sido construida!" Y yo illlllllltLurgoque los campeones franceses de la trama desde-
preguntaba: "¿Dónde está la criatura?" I Ullllll .onaiderándolo un bárbaro, era el supremo maestro del
11111 do la trama. Pero se trataba de una maestría distinta de
Ahora bien, Shaw no estaba realmente en contra de la cons- 1111111llos, y de una manera diferente de plantear la trama.
trucción; mucho menos era inoapaz de construir sus piezas.
Los recursos tipo Scribe pasan inadvertidos en sus obras de-
bido a que les hace cumplir una función, los pone al servicio
de un propósito. El error en la clase de Piezas Bien Hechas
estribaba en el aislamiento de su trama con respecto a los Illli'IIt1L los últimos ciento cincuenta años Shakespeare ha
demás elementos de la obra, y lo que Shaw hacía era nada Ido 1111 autor popular, pero ¿por qué razón? Parecería que,
más que rectificar las cosas. El hecho de que él hablase de 11111 Lodo,por su Poesía y sus Grandes Personajes. La Poe-
sus obras como si carecieran totalmente de trama pudo, por 1I nu de ser separada del contexto, Los Personajes pueden
supuesto, dar una impresión equivocada. II IlIlHalzadosen libros donde se los abstrae de las obras a
11111 p ·t necen y se inventa para ellos lo que el poeta ha
Shaw hallaba el sentido de la trama en su artificialidad. La ulv dnct mencionar. Este modo de discurrir ha sido criticado
usaba satíricamente estableciendo un incesante contraste entre 11l' IIlIt mente, pero no por ello ha desaparecido, Y la ten-
lo-que-sucede-en-Scribe y lo-que-sucede-en-la-vida-real. Ib- d, lit' 1\ a disociar la poesía del resto de una obra se ha visto
sen podía tolerar las tramas de Scribe tal cual, pues eran jus- 11111'01 orada todavía por el interés suscitado por la imagen en
tamente lo que precisaba. Si él es el primero de los mo- 1111,1,1'0siglo.
dernos, también es el último exponente del clasicismo francés.
1)11I/UtLtoda la época moderna se ha dado por sentado
Pero Ibsen y Shaw representaban excepciones. La corriente r-unndo no se ha dicho expresamente- que la forma en que
principal en el teatro era el naturalismo, y éste era contra- huk speare narraba una historia no era digna de ser tenida
rio a la trama. Preconizaba en su lugar la concepción do- IlIt 1'11nta. Pequeñas chanzas a propósito de sus argumentos
cumental. La reacción que sobrevino en contra del natura- I hnn onvertido en lugares comunes del periodismo semi-
lismo en el teatro se llamó Expresionismo, pero en un aspecto 1 11111 íto. La irreverencia hacia sus tramas se ha puesto de
importante -el único que aquí nos interesa- constituyó una IllItllr sto en el cercenamiento de sus obras llevado a cabo
prolongación del naturalismo. Aspiraba también a un drama )111" nlgunos directores de cine o de teatro, ¿Alguien hubiese
sin argumento. Lo mismo había ocurrido con una corriente 1111111<1 comprender el filme de Olivier basado en Hamlet, de
que se desarrolló paralelamente al naturalismo en la última 1111 hober conocido ya la piez-a? Y debemos preguntar, con
década del siglo pasado: el Simbolismo. Un representante de 11 Il ,to a las puestas en escena más completas de Hamlet:
esta tendencia, Maeterlinck, propugnaba un teatro no solo ,1 omite la mayor parte de la historia de Fortinbrás solo
carente de trama sino también de acontecimientos, un drama 1IIII'I1,U la obra es demasiado extensa? ¿O porque nos falta
que ya ha "perdido el nombre de acción". 1\11bilidad para captar la relación entre una parte de la
11111'1'1\ ión y la otra? Si es por esto último, somos hostiles,
El hombre que recuperó el concepto de trama teatral para 1111, n s, al método narrativo de Shakespeare.
el siglo xx fue Bertolt Brecht. No propuso un retorno a la
Pieza Bien Hecha. Uno de los aspectos más lamentables de 1111ntre los especialistas y críticos, solo unos pocos parecen
las denominadas Piezas Bien Hechas es que limitaban la IlId)r onsiderado a Shakespeare un talentoso urdidor de tra-
imagen que cada uno podía hacerse de la trama a esa parti- 11\l/i. Oímos hablar de todos los demás aspectos de sus crea-
cular especie de la misma. Brecht no concebía un teatro que \' un fl, pero, en cuanto a los 'argumentos, se nos engaña con
fuese "todo trama", ni aspiraba a crear una estructura cerrada 111uñrmacíón de que los tomaba de otros autores, Con fre-
y opresiva como las de Scribe. Su concepto de la acción 1'I1tn ia tomaba las historias de las obras de otros escritores,
procedía directamente de Büchner y, por lo tanto, indirecta- pl 1'0habitualmente las modificaba y siempre tenía su propia
II'/UIU!. para ellas. Aun cuando dicha trama consistia solo en
mente, de Shakespeare. ¿Podría tener un modelo mejor? El

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la ensambladura de dos historias, era un artificio sutilmente En la actualidad el asunto de Ricardo III les ha parecido a
ideado. Shakespeare hacía de la interacción de dos historias muchos demasiado crudo, ¡tan crudas son las cosas que suce-
una elevada muestra de arte y una expresión de profundo den en esta obra! Pero se nos revela como una expresión su-
sentido. prema del arte de "hacer teatro" cuando reconocemos sobre
qué esquema es hecha la pieza, cuando advertimos -según
Me parece provechoso -y tal vez hasta necesario- conver- las palabras de Richard Moulton- "el intrincado plan en que
tirse nuevamente en una criatura y leer a Shakespeare como el motivo recurrente es Némesis". Moulton pudo demostrar,
si no lo conociéramos todavía, lo cual significa, ante todo, creo que definitivamente, que esta obra, considerada a me-
prestar atención a lo que pasa. Parece algo sencillo, pero nos nudo tortuosa y deshilvanada, es rigurosa y coherente. Los
encontramos, por lo menos, con dos inconvenientes. Primero, cálculos de Shakespeare resultan matemáticamente exactos y
hemos sido pervertidos y no nos entregamos tan fácilmente a obtienen como efecto estupendos logros argumentales, tales
la narrativa pura. Y en segundo lugar, lejos de ser simples, como una situación culminante que produce inmensa conmo-
las tramas de Shakespeare son intrincadamente complejas, ción porque ha sido preparada y ubicada de manera infalible.
hasta el punto, a veces, de resultar desconcertantes. ¿Cuánta
información se supone que debemos obtener del primer acto Tomemos, por ejemplo, una escena que ha sido impugnada
de Hamlet? Al no tomarla en cuenta, no hacemos más que se- con frecuencia en la época moderna a causa de su improba-
guir la línea de menor resistencia. ¡No nos debemos asombrar, bilidad: el cortejamiento de Lady Ana. La obra nos presenta
por lo tanto, de que después no queramos oír hablar de For- una guerra civil. Los yorquistas se toman venganza sobre los
tinbrás! partidarios de Lancaster, una y otra vez, y luego éstos sobre
aquéllos. Lady Ana es quien más ha sufrido entre todos los
He aquí una obra sobre la cual se han escrito cientos si no Lancaster por culpa de los de York, y Ricardo es quien le
miles de libros, y en la que es dable esperar que cada detalle ha infligido los mayores padecimientos. Esta es la razón por
haya sido analizado ad nauseam. No obstante, me pregunto la que Lady Ana considera su casamiento con él como una
si lo que se ha examinado siempre no han sido los mismos posible vía hacia l-a paz y la reconciliación. Pero a causa de
cuatro o cinco puntos, ilustrados con las mismas veinte o ste mismo arbitrio con el que intentaba acabar con el infor-
treinta escenas o alocuciones. Yo he leído una porción de tunio, ella cae víctima del mismo. Lo que aquí constatamos es
esta literatura sobre Hamlet y pienso que hay muchas expe- un arreglo de escenas sumamente hábil, acontecimientos y
riencias primarias que se viven con la obra, las cuales, pese confrontaciones resueltos con audaz imaginación, y todo ello
a no ser elementales, son mencionadas muy raramente. Para n función de la idea central, la cual ha sido puesta de re-
mí, una de las más enigmáticas partes de Hamlet ha sido siem- lieve notoriamente en el encuentro inicial. Tal es la forma
pre la que sucede al regreso de Hamlet desde Inglaterra. que cobra la relación dramática en manos de un maestro.
¿Cuál es ahora la relación que une a Hamlet con Claudio? ¿A
qué se debe ese estado de ánimo vehemente en grado ex- Dice Moulton, refiriéndose otra vez a Ricardo III:
tremo? Según una lógica familiar, el asesinato final de Claudio
se debe a una situación accidental. ¿Qué hubiese ocurrido de La trama presenta un encadenamiento de hechos en la
no darse esta circunstancia casual?.. Pueden leerse miles vida humana, que ·adoptan la forma de un crimen y su
de páginas de las que se consideran las mejores críticas sobre némesis, un vaticinio y su cumplimiento, el ascenso y la
Hamlet sin hallar las preguntas primordiales que se refieren caída de un individuo, o aun simplemente de una historia.
a estos supuestos interrogantes planteados en la trama.
En las tramas de los grandes maestros ningún detalle es de-
Puede ser que las tramas de Shakespeare no sean debidamente masiado insignificante como para no tenerlo en cuenta en un
apreciadas justamente porque son excelentes y resultan así análisis, y es mucho lo que puede aprenderse observando la
invisibles, porque en todo momento se relacionan con. el tema forma en que Shakespeare o Lope de Vega unen cada inci-
y la caracterización, y no es posible hablar de ellas Sin tomar dente con el que sigue. No obstante, esto no es, de ningún
en cuenta estas últimas. modo, lo único que hacen. Las grandes tramas no se logran

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sumando una unidad a otra y luego otra, sino mediante la su confirmación. Pero psicológicamente el procedimiento suele
aplicación de determinados principios integradores. Un oráculo, prestarle al dramaturgo un servicio similar. El final se halla
por ejemplo, y su consumación constituyen uno de esos prin- prefigurado en el comienzo. Aun cuando la caída no haya
cipios. En el teatro, las profecías no se mencionan porque sÍ. sido previamente anunciada, se trata de una de esas cosas
Lo que se profetiza en el Primer Acto va a hacerse más ade- que el público presiente; y el autor dramático se apoya en
lante, y los espectadores lo saben. Como es lógico, en una gran medida en cosas tales como el presentimiento de los es-
proposición semejante hay algo de pueril. Pero se trata jus- pectadores. Ahorran tiempo y explicaciones. Y lo que es más
tamente de eso: es el chico que llevamos en nosotros el que importante: tienen ese efecto estremececi.or de todo lo que
reacciona ante una historia, y la aversión moderna por la na- parece inevitable y fatal. Y esto se consigue, como ya he
rrativa es, con mucho, una actitud demasiado exclusivamente dicho, sin destruir el suspenso.
o:dulta para un artista. En todo público sano (como lo
opuesto a un grupo de doctrinarios) uno puede confiar en la Si alguien ha podido deducir de lo dicho que un recurso
apropiada actitud infantil hacia algo así como una profecía: cualquiera es capaz de realizar el trabajo del artista en lugar
una vez que ésta ha sido hecha, el espíritu infantil se inte- de él, tal ilusión puede ser disipada con solo comparar la obra
resa por comprobar su cumplimiento. de un artista con la de otro, como por ejemplo alguna ascen-
sión y caída de los inicios del período isabelino con una
¿Qué ocurre, entonces, con el suspenso? Por supuesto, tener muestra suprema del género como Macbeth. El artista menor
conocimiento de la conclusión es algo que se opone directa- se ve obligado a apoyarse con demasiada dureza en los mo-
mente a que uno esté en suspenso. Lógicamente así es, pero tivos (es decir, en el trabajo de los demás). Por ejemplo,
no psicológicamente. No se trata de la anticipación del sus- tiende simplemente a incrementar la velocidad de la caída.
penso, sino de su complicación. Aunque no tenemos motivos
para dudar del desenlace, abrigamos dudas todavía, y quere- De ese modo puede resultar convincente para aquellos que
mos comprobar si la profecía realmente, verdaderamente, se coinciden con Voltaire en que el dramaturgo debe elegir
llega a cumplir. Lo que deseamos no es tanto información siempre el camino más corto que conduce a su meta. Esto nos
para la mente como certidumbre para el corazón. Algo aná- hace pensar en fórmulas populares como De Cabeza A Su
logo sucede con las muchas situaciones de la vida en que se Perdición y, desde luego, en todas esas frases empleadas en la
nos ha advertido lo que sucedería, pero aun cuando sucede, publicidad de películas y cualquier otro tipo de ficción su-
nos sorprendemos diciendo: "todavía no lo creo". Habría que perflua. La superioridad de Shakespeare se constata en su
tener presente esta verdad psicológica cuando oímos decir que modo de emplear, no el acelerador, sino el freno. La caída de
los griegos conocían siempre las historias de las obras dra- Macbeth tiene una fuerza enorme. Tales caídas se hacen más
máticas que presenciaban. Y el hecho de conocerlas esta- tremendamente impresionantes si, de alguna manera, su ím-
blecía una diferencia. Empero, esta diferencia no era una petu se ve contrarrestado. Recibimos entonces el efecto de un
inversión de la situación psicológica anotada anteriormente, hombre que cae, no a plomo desde lo alto de una pared, sino
sino una complicación de ella. Un equilibrio inestable se r sbalándose centímetro a centímetro por una roca escarpada.
establece en el espíritu, el cual oscila entre la certeza y la y éste es el efecto que logra Shakespeare.
incertidumbre. (Pienso que la apreciación de este hecho se ha
incorporado a la crítica y a los estudios específicos a través
de la filosofía. Con frecuencia, refiriéndose al sentido de la Una trama no es una obra de teatro
tragedia griega, los críticos han señalado que un delicado
equilibrio se establece entre lbiertad y necesidad, entre libre La materia prima de la trama es la vida, pero no ese común
albedrío y determinismo. En otras palabras, el resultado es t rmino medio del diario vivir en su trivialidad exterior, sino
una conclusión anticipada, y al mismo tiempo no lo es.) más bien las situaciones extremas de los raros momentos
culminantes de la vida o de la existencia cotidiana en sus
El ascenso y caída de un individuo puede dar la impresión a íorrnas secretas y no del todo conscientes. La perspectiva que
primera vista, de tener muy poco en común con un oráculo y r chaza estas situaciones extremas es antidramática.

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Hacer una trama es introducir un orden en ese material. Ello es evidente que Aristóteles tiene en mientes algo más que la
implica la aplicación de un principio racional en el caos de simple curiosidad. Imaginaba una audiencia que "se estreme-
lo irracional. De allí que toda trama posea un doble carác- ciera de horror y se condoliera de piedad". Horror (o temor)
ter: está hecha de una materia crudamente irracional, pero la y piedad son, desde luego, los sentimientos a que se refiere
"hechura" en sí misma es racional e intelectual. El interés Aristóteles en su más famoso, si bien no el más lúcido, de
que despierta una trama -aun la más rudimentaria- de- sus pronunciamientos: que la tragedia provoca mediante la
pende de esos dos factores y más aún, tal vez, de su interac- piedad y el temor "la propia catarsis de estas emociones".
ción. Nos resistimos a aceptar que haya un elemento intelec- Nos basta aquí con el hecho -pese ·a las distintas interpreta-
tual en las series radiales o televisivas y en cualquier otro ciones que se han dado a esta sentencia- de que nadie ha
tipo de melodrama. Es el reverso de nuestra repulsa a ad- tratado nunca de reducirla a una mera defensa del teatro
mitir un elemento crudamente emocional en las artes supe- como simple "interés" (o curiosidad).
riores. No obstante, el elemento intelectual en el arte infe-
rior interviene solo en forma muy limitada. Lo hace en la ¿En qué consiste una buena trama? La pregunta presenta sus
misma medida que en los juegos infantiles, aunque se re- dificultades, porque una trama no es buena en sí misma sino
quiere un verdadero ingenio para solucionar los pequeños como parte de una estructura mayor. Al decir que la trama
problemas que estos juegos plantean. Una trama es como un es el "alma" de la tragedia, Aristóteles quería significar, tal
tablero de damas: la atracción que ejerce y el desafío que vez, que a su entender constituye el principal instrumento del
parece proponer se deben, en gran parte, al amor que sentimos dramaturgo, entre otros muchos. Si el drama es el arte de
por la práctica del ingenio. las situaciones extremas, la trama es el medio que emplea el
autor dramático para introducirnos en tales situaciones y
"Todos los hombres", dice Aristóteles, "por su propia natura- (si lo desea) sacarnos otra vez de ellas. La trama es el pro-
leza, desean saber." En una historia policial queremos descu- cedimiento mediante el cual el autor crea las colisiones nece-
brir "al asesino desconocido", y por el hecho de desearlo ya sarias, como un perverso policía que, dirigiendo el tránsito,
somos filósofos. La emoción implícita es la comezón de lanzara los autos unos contra otros en lugar de facilitarles el
descubrir algo: la llamamos sed de conocimiento cuando la paso. Las colisiones suscitan curiosidad, y pueden ser dis-
aprobamos, indiscreción cuando desaprobamos y curiosidad si puestas como para provocar suspenso. Hasta aquí tenemos un
somos neutrales. Sentimos curiosidad cuando nos sorprenden vigoroso teatro de segunda clase. Se ha sugerido también, en
y no nos explican la razón. Estamos en ascuas hasta que nos este capítulo, algo de 10 que la trama puede hacer para con-
enteramos. Sobre esas ascuas se cocinan los dramas simples. tribuir a la creación de un teatro de primera categoría. Nos
Su nombre es suspenso. La expresión "hábil urdidor de tra- queda por señalar lo que los personajes, el diálogo, la idea
mas" se refiere al ingenioso manipulador de sorpresa y y la interpretación pueden aportar a este tipo de teatro.
suspenso.

Pero no todo drama se distingue por su "hábil intriga" en ese


sentido, y los que tal hacen son, en su gran mayoría, de se-
gunda categoría. Si el fin que se persigue es un drama de
primera clase, ese fin no es entonces la sorpresa ni el suspenso,
no es una trama. La teoría que supone lo contrario "pro-
cede" de Aristóteles, pero contrariando su propia intención
expresa. Hasta cuando habla de Peripecia * y Reconocimiento
como "los elementos más poderosos del interés emocional",

•• El autor emplea,siguiendola definiciónque da Aristótelesde "pe-


ripecia",la palabra Reversal, vuelco de los acontecimientosen un
sentidocontrario[T. J.

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