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El oído está formado por tres secciones diferentes: el oído externo, el oído medio y el oído
interno.
Esta formado por dos componentes el pabellón auricular que capta los sonidos a manera de
cucurucho, y lo conduce hasta el segundo componente, que es el conducto auditivo externo, y
con este a la cadena osicular al oído medio.
Se extiende des la concha auricular hasta la membrana timpánica la pared externa del oído
medio, se dirige hacia adelante, hacia adentro y un poco hacia abajo. Y tiene una extensión
aproximadamente de 25mm.
Arterias
El oído medio: Tiene como función convertir las ondas sonoras en vibraciones.
La función del oído medio es conducir las ondas de sonido que recibe del oído externo,
convertirlas en vibraciones y llevarlas hasta el oído interno. Esto lo hace usando el
tímpano (que en realidad separa el oído externo del oído medio) y los tres huesos más
pequeños y delicados del cuerpo llamados “Maritillo”, “Yunque” y “Estribo”. El
tímpano es una membrana delgada adherida al Martillo. El martillo está unido a otro
pequeño hueso llamado yunque. Y finalmente, el yunque está unido al hueso más
pequeño de todo el cuerpo, el estribo.
Cuando las ondas de sonido llegan hasta el conducto auditivo externo y al tímpano,
éste empieza a vibrar. Las vibraciones pasan por los tres pequeños huesos -el martillo,
el yunque y el estribo. Estos tres huesos transfieren estas vibraciones a la parte más
profunda del oído: el oído interno.
El oído medio también tiene otra funsión. ¡Ayuda a que el tímpano soporte la presión!
El oído medio está conectado a la parte posterior de la nariz por un conducto estrecho
llamado Trompa de Eustaquio. La trompa de Eustaquio y el oído medio mantienen la
misma presión del aire en ambos lados del tímpano. Normalmente el conducto
permanece cerrado a menos que bostecemos
El oído interno: Tiene como función convertir las vibraciones en impulsos nerviosos
Después de que las ondas sonoras se conviertan en vibraciones en el oído medio,
entran en el oído interno. Las vibraciones llegan a la cóclea, (Caracol), un conducto
pequeño y enroscado en el oído interno. La cóclea está llena de líquido y recubierta de
células con miles de pelitos en la superficie. Estos pelitos no son como los que
tenemos en la cabeza o en los brazos -son más pequeños y sólo pueden verse con un
microscopio.
Cuando las vibraciones del sonido tocan el líquido de la cóclea, el líquido empieza a
vibrar. Y cuando lo hace, esos pelitos se mueven. Los pelitos convierten entonces las
vibraciones en señales nerviosas para que el cerebro pueda comprender el sonido.
Una vez que las señales nerviosas llegan al cerebro, éste puede interpretarlas.
Las tres escuchas: Willems: escucha sensorial (oír), escucha afectiva (escuchar) y
escucha intelectual (comprender).
Para alcanzar ese grado de absorción total que representa la acción de integrar, es
preciso una cierta toma de conciencia; gracias a ella se puede registrar, memorizar,
reproducir y como consecuencia imitar.
Fig. IV.3. Umbrales de audibilidad para el 10%, 50% (umbral promedio) y 90% de una
población.
Umbral minimo: es la intensidad mas baja de estimulación que se necesita, para activar los
receptores sensoriales.
Umbral máximo: es aquella intensidad que por encima de la cual, el organismo no esta
capacitado para percibir.
El entorno de contaminación sonora: Hoy en día el mundo nos demuestra como el ruido es un
elemento nocivo para nuestro vivir. El ser humano lamentablemente no es consciente de las
diferentes consecuencias físicas y no físicas que puede generar el no cuidar nuestro sistema
auditivo. Todos conocemos el significado de ruido, e inclusive de forma natural nuestro cuerpo
envía mensajes de advertencia cuando estamos expuestos a elementos sonoros nocivos. Hoy
en día nuestra cultura nos obliga a ignorar “el que tan fuerte es demasiado fuerte un sonido” y
“cuanto tiempo es demasiado tiempo la emisión de éste”, resultando daños permanentes en la
audición.
La mayoría de personas conocen los efectos auditivos cuando estamos en un espacio donde
genera demasiado ruido, pero pocas personas conocen sus efectos no auditivos. Nuestro oído
es un órgano muy inteligente, recuerden que tiene una conexión directa con nuestro cerebro
gracias a sus nervios auditivos y el conducto endolinfático.
e. Gracias a sus elementos de protección, el sistema auditivo es capaz de crear barreras para
proteger nuestro órgano de escucha reduciendo el nivel de recepción hasta un 60%, este
porcentaje se trabaja en diferentes tiempos, dando oportunidad de que una persona se aleje
de la fuente sonora lo más pronto posible. Un buen ejemplo para recordar los efectos
auditivos generados por una sonido excesivo es cuando una persona sale de un lugar con
niveles de presión sonora alta (Discoteca, concierto musical, etc…) y siente el fenómeno de
reducción de escucha o la reacción de: "Oidos tapados" (Esta es una buena explicación de ¿qué
tan fuerte es demasiado fuerte?). Esta reacción física es la protección que ha empleado
nuestro oído para proteger el sistema de escucha. En la mayoría de casos, el hombre ignora la
advertencia del sistema de protección y deja prolongar el tiempo de emisión, dando como
consecuencia a un desplazamiento permanente del umbral de audición y como resultado
nuestro sistema de protección de escucha genera el reconocido "Pitico agudo", dando a
entender que nuestro oído alcanzó el umbral del dolor (120 dB) o estaba a más de dos horas
con 92 dB, a más de 30 minutos a 98 dB, 3 minutos a 110 dB ó 30 segundos a 116 dB.
También resulta muy importante el destacar los efectos no auditivos en forma psicopatológica.
Las consecuencias que tiene nuestro cuerpo humano a más de 60 dB con un tiempo de
emisión largo dan como resultados a diferentes reacciones: dilatación de las pupilas, parpadeo
acelerado, agitación respiratoria, aceleración del pulso, aumento de la presión arterial, dolor
de cabeza, poca irrigación sanguínea, mayor actividad muscular especialmente en el cuello y la
espalda dando como resultado tensión y dolor. Si nuestro cuerpo está recibiendo niveles de
presión sonora mayores de 85 dB, tenemos como consecuencias procesos físicos más
complejos: disminución de la secreción gástrica, riesgo cardiovascular, aumento de glucosa en
la sangre, entre otros. Si juntamos todos estos fenómenos no auditivos también tenemos una
reacción desde un punto psicológico como es: fatiga, estrés, depresión, ansiedad, irritabilidad,
histeria y hasta una falta de deseo sexual. Recordemos que nuestro oído es el órgano más
importante de la comunicación, gracias a él recibimos emociones y sensaciones. El cuidar
nuestro oído no solamente ayuda mantener un buen escucha, sino también nos ayuda a tener
una buena orientación espacial, previniéndonos de un peligro cercano o lejano y el disfrutar,
entender, asimilar y el sentir el mensaje expresado por el emisor.