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Reflexión

por Edgardo José Soto Brito

Texto bíblico: 1 Corintios 11:17-34

Movimiento #1: La división de las mesas en el comedor escolar y en la

cafetería de la universidad

¿Quién aquí no ha entrado al comedor de la escuela o a la cafetería de la

universidad? Ambos son unos de los lugares más divididos bajo un solo techo. Por un lado

están los nenes malos, por otro las nenas bonitas. En una mesa separada se encuentran los

rockeros, en otra están los estofones. En la universidad la cosa es más complicada, pero los

rockeros siempre están, también se juntan los deportistas, los “pariceros” y los profesores.

Tal vez algunos se ustedes no se sentarían en “X” mesa por cómo se ven los que allí

están. O quién sabe, tal vez son muy alborotosos o, por el contrario, muy callados y

aburridos. El asunto es que cada vez que entramos en un espacio con mucha gente,

automáticamente intentamos ubicarnos entre personas que nos acepten como somos pero

que también representen lo que apreciamos o lo que queremos llegar a ser. Por eso me hago

la pregunta: ¿es inevitable que estemos diviDIdos?

Movimiento #2: Las divisiones en la iglesia en Corinto

Las cartas a la iglesia en Corinto nos muestran una iglesia con profundos problemas.

A estos nuevos creyentes se les estaba haciendo muy difícil abandonar los patrones de

conducta que habían definido su vida fuera de Cristo. Pablo en 1 Corintios trata asuntos de

inmoralidad sexual, de peleas entre creyentes que llegaban a tribunales, de una hyper

espiritualidad que devaluaba el cuerpo, entre otros asuntos. Pero el tema que sale una y otra

vez, todas las veces con diferentes matices, es el de las divisiones.


Los corintios estaban divididos porque se habían formado bandos dentro de la

iglesia, cada uno reclamando para sí a un líder. Unos decían ser de Pedro, otros de Pablo,

un grupo era de Apolo y otros de Cristo (lo que eso signifique). Además de esa división,

también los corintios se habían divido porque había un grupito que se creía que sabía más

que los demás y exaltaba el conocimiento sin importar el efecto que sus acciones tuviesen

sobre otros creyentes. Los corintios también estaban divididos porque había un grupo de

hombres que se creían “la imagen y la gloria de Dios”, exigiéndole a las mujeres que

durante el culto se pusieran algo sobre la cabeza para mostrar su sumisión a ellos.

Movimiento #3: La iglesia en Corinto y la Cena del Señor

¿Eso es todo? ¡No! El famoso texto de la Cena, el que tradicionalmente leemos los

domingos cuando se celebra en nuestro culto… ese texto se escribe porque en la Cena del

Señor los corintios también estaban divididos. Tan grave era el problema que Pablo les dice

en 1 Cor 11:20: “Cuando ustedes se reúnen, la verdad es que no les interesa la Cena del

Señor” (NTV). La NVI lo dice así: “cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del

Señor”. Una traducción literal diría: “cuando os reunís, esto ya no es comer la cena del

Señor” (LBLA). Dicho de otra forma: tan desenfocados estaban los corintios que, aunque

desde un punto de vista formal celebraban la Cena del Señor, en realidad no era así. ¿Qué

pasaba esta vez?

Según algunos académicos, cuando los corintios se reunían en la casa de algún

hermano para celebrar el “banquete” del Señor, el anfitrión invitaba a los miembros más

reconocidos y de mayor estatus social a sentarse a la mesa. Los demás tenían que quedarse

afuera por un asunto de espacio. Pero esto no es todo. Parece ser que, conforme a la

costumbre de la época, a los de mayor honor se les servía la mejor comida y el mejor vino.
Los hermanos y hermanas pobres recibían porciones de menor calidad o incluso nada.

Pablo nos dice que en ocasiones ni siquiera cenaban juntos. Los más ricos cenaban primero

sin esperar a los más pobres.

Pablo responde a la situación diciéndoles dos cosas fundamentales a los corintios:

(1) La Cena es para hacer memoria de la salvación dada en Jesús, no para establecer quién

tiene dinero y quién no, quién es popular y quién no, a quién la sociedad admira y a quién

no. Recordar la obra de Jesús hasta que el regrese es el motivo primario de la celebración.

(2) Aceptar la obra de Jesús implica participar de un nuevo pacto, que incluye beneficios

pero también obligaciones… obligaciones hacia Dios y hacia el hermano y la hermana.

Recuerdo las palabras de Jesús en Juan 15:12: “Este es mi mandamiento: que os améis los

unos a los otros, así como yo os he amado” (LBLA).

Movimiento #4: El reto de la Mesa del Señor

La Mesa del Señor entonces representa un profundo reto para nosotros y nosotras.

La Mesa nos obliga a ver a Cristo en el hermano o en la hermana que no habla como yo, no

viste como yo, no le interesan las mismas cosas que a mí y que parece. La Mesa es un

espacio de reconciliación, de encuentro entre aquellos que no estarían unidos si nos

dejáramos llevar por nuestros prejuicios y por la sociedad.

Mira a tu lado, ¿a quién ves? La Cena te dice algo que va debajo de las apariencias:

ves a un ser amado por Dios; ves a un hijo o a una hija de Dios; ves a tu hermano o

hermana; ves a una persona con dones y talentos que Dios quiere utilizar para edificar a su

iglesia. Cuando miramos a nuestro prójimo vemos a Cristo. Por esa razón: abandona los

conflictos; cesa las malas miradas; deja atrás las discusiones vanas; dile ¡No! a la

murmuración y al chisme. No separes lo que es uno en Cristo Jesús. No celebres la Cena


indignamente. Es decir, no separes, no desvalores, no humilles a tu hermano o hermana en

la fe.

Movimiento #5: Llamado a la Cena del Señor

Toma un momento para meditar en esta palabra. ¿Hace falta que perdones a un

hermano o hermana en la fe? ¿Viene a tu mente algún hermano o hermana que hayas estado

evitando o rechazando por alguna razón? La Mesa te invita a la reconciliación.

¿Habrá alguien que ha experimentado el rechazo dentro de la iglesia? ¿Has sentido

que te dejan de lado, que no te consideran? El Señor y su iglesia te reciben en este tiempo

especial. Yo les invito, de modo simbólico, a dar un abrazo a quienes están a su lado.

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