Você está na página 1de 37

"Las Lecciones de las Represas del Bío Bío para el Manejo Alternativo

de Conflictos Etnoambientales en Territorios Mapuche de Chile"


(CFP-1 P-80)

INFORME FINAL

José Aylwin Oyarzún, Abogado, Coordinador Proyecto.


Elías Paillán Coñoepan, Periodista.
Cristián Opaso Balbontin, Periodista.

INDICE

1. ANTECEDENTES DEL PROYECTO.

2. DESCRIPCION DEL CONFLICTO.

a. Represas del Alto Bío Bío y los mapuche pehuenche.


b. El "by pass" de Temuco y los mapuche de Xuf Xuf.
c. La carretera de la costa y los mapuche lafkenche.
d. Expansión forestal y los mapuche de Lumaco.

3. PROCESO DE INVESTIGACION ACCION.

4. RESULTADOS DE LA INVESTIGACION.
4.1. Conclusiones de la investigación.
a. Las lecciones del Bío Bío
- Falta de institucionalidad y voluntad
- Debilidades de la organización de las comunidades
b. Lecciones de los otros casos de conflicto abordados en el estudio.
- Institucionalidad ambiental e indígena.

4.2. Alternativas futuras para el manejo de conflictos etnoambientales en el


territorio mapuche.
a. Necesidad de ampliar los mecanismos tradicionales (actuales y
potenciales)
b. Mecanismos alternativos (actuales y potenciales)
c. Elementos para un manejo alternativo de conflictos etnoambientales en
territorio mapuche.
- Marcos jurídicos nacionales.
- Negociación global entre los mapuche y el estado chileno.
- El rol de la sociedad civil
- Relaciones con la comunidad internacional.
- La democratización de los medios de comunicación
- Reconstitución del pueblo mapuche

5. REFLEXIONES FINALES.

a. El manejo alternativo de conflictos en realidades socioculturales diversas


como el territorio mapuche en Chile.
b. Observaciones y recomendaciones.

BIBLIOGRAFIA.

1. ANTECEDENTES DEL PROYECTO.

El sur de Chile y Argentina constituye el territorio ancestral del pueblo


mapuche. La población actual de este pueblo en Chile ha sido estimada en
1.3 millones (Censo de Población y Vivienda, 1992), constituyendo el 10
por ciento de la población total del país. Luego de serle reconocida por
España su autonomía política y territorial a través de los parlamentos, el
estado chileno decidió ocupar militarmente su territorio a finales del siglo
XIX. A consecuencia de ello, los mapuche fueron relegados a vivir en
reducciones en un cinco por ciento de su territorio ancestral al sur del
histórico río Bío Bío.

Desde entonces hasta la fecha el estado ha promovido la división de las


tierras reduccionales comunitarias, política que incidió en su partición, así
como en al apoderamiento de muchos de los lotes resultantes de la división
por no indígenas.

Es en ese contexto que en 1993, luego del termino de la dictadura militar en


1990, el pueblo mapuche, al igual que los demás pueblos indígenas del país
(aymara, atacameño y rapa nui, entre otros), lograron la aprobación por
parte del Congreso Nacional de una ley (Ley 19.253 de 1993 sobre
Protección, fomento y desarrollo de los indígenas). Dicha ley, aunque
insuficiente en relación a las demandas indígenas, significó que, además de
reconocerse el carácter pluriétnico del la sociedad y el estado chileno, se
estableciera una serie de normas orientadas a la protección y a la
ampliación de las tierras indígenas. La protección que la ley otorgaba a las
tierras, declarándolas inalienables, inembargables, imprescriptibles, sin
embargo, no alcanzó a los recursos naturales que se encuentran en ellas,
recursos que no obstante ser de carácter público, se encuentran sometidos a
un régimen de concesiones que posibilita su control por particulares.
Por otro lado, la democratización del sistema político, coincidió en el
tiempo con un proceso de transformaciones económicas, que llevaron a
Chile a insertarse de un modo acelerado a los mercados internacionales. En
el sur del país, en el espacio ancestral mapuche, ello incidió en la
materialización de una serie de proyectos de inversión hidroeléctricos,
carreteros, forestales, pesqueros y turísticos afectando a tierras de
propiedad y/o reclamadas por comunidades e individuos mapuche, así
como a recursos naturales que se encuentran en ellas (o sectores aledaños)
que han utilizado desde tiempos inmemoriales.

Para el estado y las compañías privadas, nacionales o extranjeras que


ejecutan estas iniciativas, se trata de proyectos de modernización
económica, cuyos beneficios para las comunidades indígenas, tales como la
generación de fuentes de trabajo, ingresos, apertura de vías de
comunicación, superan los impactos negativos que ellos puedan causar.
Para los mapuche se trata de una nueva ofensiva sobre su territorio
ancestral, la que ha sido comparada por sus representantes con aquella
ocurrida a fines del siglo XIX.

Los mapuche alegan que la mayor parte de estos proyectos han sido
impuestos en contra de su voluntad, que no han respetado las tierras
reconocidas y protegidas por la ley (Ley 19.253 de 1993) por su carácter
indígena, y que amenazan con la destrucción de recursos naturales (aguas,
bosques, fauna, etc.) y recursos culturales (cementerios, canchas de
nguillatun, sitios sagrados) que son fundamentales para su existencia y
desarrollo.

La ley indígena obliga a los servicios de la administración del Estado a


escuchar y considerar la opinión indígena cuando se traten materias que les
atañen (art. 34). En la práctica, sin embargo, la opinión adversa a estos
proyectos expresada por comunidades indígenas no ha impedido su
materialización. La normativa ambiental (Ley 19.300 de 1994) contempla
la participación informada de la comunidad organizada en el procedimiento
de evaluación de impacto ambiental de proyectos o iniciativas que
requieren tales estudios (arts. 26 a 31). Se trata, sin embargo, de un
mecanismo de participación muy frágil. Es así como a pesar de los reparos
presentados a estos proyectos por la ciudadanía desde la puesta en marcha
de esta ley hasta 1998, el 95 % de los proyectos sometidos a estudios de
impacto ambiental en el país habían sido aprobados (Castillo, 1998).

Chile además es uno de los pocos países en América Latina que no ha


ratificado el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.
Dicho Convenio contiene normas que podrían ser de gran interés en la
resolución de este tipo de conflictos, tales como aquellas referidas a la
protección de las tierras y territorios indígenas, así como las relativas a la
participación indígena en la utilización, administración y conservación de
los recursos naturales existentes en ellas (arts.13 a 15).

En Chile tampoco han tenido gran desarrollo los sistemas alternativos de


resolución de conflictos como aquellos existentes en otros contextos, en
especial en Canadá y Estados Unidos. En contraste con el litigio y otras
modalidades de confrontación generalmente utilizados para abordar los
conflictos en nuestro país, métodos colaborativos que incluyen la
conciliación (en ellos una tercera parte neutral intenta lograr un acuerdo
entre las partes en disputa), la negociación (proceso voluntario en que las
partes en conflicto buscan directamente una solución mutuamente
aceptable) y la mediación (intervención de un mediador que ayuda a las
partes en conflicto a alcanzar un acuerdo), han encontrado creciente
reconocimiento legislativo, cultural y social en estos contextos (Buckles y
Rusnak, 2000). Se trata de herramientas orientadas más que a eliminar el
conflicto, cuestión bastante improbable y tal vez indeseable, a lograr su
manejo de modo que no conduzca a la violencia sino que pueda permitir
cambios en situaciones determinadas (Brown, 1983). Existe evidencia de
que es el fracaso en la transformación de un conflicto el que lleva a la
violencia (Galtung, 1998). La aplicación de estas herramientas en
conflictos que involucran a pueblos indígenas y sus tierras y recursos
naturales esta bien documentada (OIT, 1998).

Finalmente, debe señalarse que el sistema político chileno, aunque


democrático en lo formal, tiene una serie de limitaciones establecidas en la
Constitución Política que fuera elaborada durante el régimen militar de
Pinochet (1980), las que dificultan el ejercicio de los derechos ciudadanos.
Es así como en razón del sistema electoral binominal existente, las fuerzas
conservadoras, a pesar de constituir poco más de un tercio del electorado,
tienen una representación cercana al 50% en el Congreso Nacional, hecho
que se ha transformado en un impedimento a las transformaciones jurídicas
y políticas necesarias para la construcción de una sociedad más equitativa.
La concentración de la riqueza en unos cuantos grupos económicos, el
control que ellos ejercen sobre la prensa, también son factores que impiden
la existencia de una sociedad plenamente democrática en el país, en que los
intereses de los sectores desprotegidos, como los pueblos indígenas, tengan
un peso real en las decisiones políticas, económicas y sociales.
2. DESCRIPCION DEL CONFLICTO.

La consecuencia de las limitaciones del marco institucional y político para


resolver las disputas que han emergido en esta parte del país entre el
estado, las empresas privadas y los mapuche por los proyectos antes
referidos se han hecho evidentes en los últimos años. Comunidades
mapuche afectadas por estos proyectos de inversión se han organizado y
movilizado activamente en contra de lo que consideran una imposición
contraria a sus intereses.

Es así como a contar de inicios de la década de los noventa, pero con


mayor intensidad desde 1997 en adelante, se han verificado una serie de
acciones por parte de dichas comunidades, y en ocasiones también, con la
participación de organizaciones no indígenas (organizaciones de derechos
humanos, indigenistas, ambientalistas, estudiantiles, entre otras) que
solidarizan con ellas, para hacer ver su descontento con estas iniciativas e
intentar detenerlas. Dichas acciones han incluido marchas, huelgas de
hambre, bloqueos de camino, acciones en contra de bienes de las empresas
involucrada en sus territorios, ocupaciones de predios y tala de bosque
reclamados por comunidades, así como iniciativas judiciales en contra de
estos proyectos.

Las autoridades de gobierno, junto con reprimir estas acciones a través del
uso de la fuerza pública y de condenarlas por ser atentatorias contra el
"estado de derecho", han amenazado con excluir a dichas comunidades de
los programas de gobierno tales como el fondo de tierras y aguas y el fondo
de desarrollo administrados por la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (CONADI) de conformidad a la ley de 1993. Además, han
iniciado acciones legales, utilizando en reiteradas ocasiones la Ley de
Seguridad Interior del Estado.

Los inversionistas privados detrás de los proyectos de inversión en


territorio mapuche han condenado estos hechos como lesivos de su derecho
de propiedad, instando al gobierno a garantizar lo que han denominado
como "el estado de derecho". Su disposición al dialogo y al acuerdo con las
comunidades mapuche afectadas por proyecto, salvo excepciones, ha sido
casi nula. Dicha actitud queda demostrada en la política de la Corporación
de la Madera, entidad que agrupa a los empresarios de la madera, los que
han solicitado al gobierno aplicar frente a los mapuche que reclaman por la
expansión forestal en su territorio una política de "tolerancia cero"
(CORMA, 2000). Junto con lo anterior, los empresarios privados han
iniciado un proceso de autodefensa a través de la contratación de guardias
de seguridad privados que han sido protagonistas de una serie de hecho de
violencia en contra de los mapuche. Todo ello ha creado un clima de
confrontación y violencia cada vez más intenso en el territorio mapuche,
que hasta la fecha sigue vigente.

A continuación describiremos los cuatro casos de conflictos abordados en


este proyecto de investigación acción, así como los actores involucrados en
ellos:

a. Represas del Alto Bío Bío y los mapuche pehuenche.

En la parte alta de la cuenca del río Bío Bío, río localizado a unos 500
kilómetros al sur de Santiago, la Empresa Nacional de Energía (ENDESA),
empresa pública privatizada durante el régimen militar y hoy controlada
por capitales españoles, está construyendo una serie hidráulica de 6
represas, con el fin de abastecer la demanda de electricidad de la región
centro sur del país. Corriendo 380 kilómetros desde la cordillera hasta el
mar, en la ciudad de Concepción, este río que da agua potable a más de un
millón de personas, es el mas importante curso fluvial del país, tanto desde
el punto de vista económico, como desde el punto de vista histórico-
cultural (fue la frontera entre el pueblo mapuche y la colonia española por
casi 300 años). Se ubica también allí un ecotono de gran valor ecológico. El
Alto Bío Bío constituye el territorio ancestral de los mapuche-pehuenche,
los que con una población cercana a los 10 mil han habitado allí desde
tiempos inmemoriales. Tras 500 años desde la conquista, vuelven a
enfrentarse allí los intereses del pueblo mapuche con intereses externos
(esta vez empresas privadas avaladas por el estado chileno) que constituyen
una amenaza para su territorio y su supervivencia económica, social y
cultural como pueblo.

A fines de los 80 comenzaron a implementarse las medidas para construir


la primera central de la serie, la central Pangue de 450 megawatts, que
fuera autorizada durante el primer gobierno democrático post dictadura (
Aylwin, 1990-1994). Dicha aprobación se dio en un contexto en que no
existía una legislación relativa a derechos ambientales e indígenas que
pudiesen impedir la construcción de esta central. No obstante lo anterior,
dado su emplazamiento en tierras reclamadas históricamente por los
pehuenche y sus impactos ambientales, esta represa gatilló un amplio
movimiento ciudadano que cuestionó el proyecto hidroeléctrico del Alto
Bío Bío en varias esferas, incluyendo el gobierno en el ámbito nacional y a
las instituciones financieras en el exterior.

Los pehuenche se agruparon a comienzos de los 90 en el Centro Mapuche


Pehuenche del Alto Bío Bío, entidad que agrupaba a las autoridades
tradicionales e integrantes de las hasta entonces siete comunidades
identificadas en el área, constituyendo el proyecto hidroeléctrico una de sus
principales preocupaciones. Por otro lado, el naciente interés por el medio
ambiente a nivel de la ciudadanía, junto al clima político de apertura de la
transición, posibilitó la creación de una amplia coalición de individuos y
ONGs (siendo la entidad que lideró esta coalición el Grupo de Acción por
el Bío Bío, GABB) que logró que el proyecto se cuestionara en el
ejecutivo, el parlamento, el gobierno regional, e incluso en los tribunales.
Esta articulación de personas y entidades, incluidas ONGs extranjeras,
convirtieron a Pangue en una conflicto mayor para el gobierno y para el
Banco Mundial, cuya Corporación Financiera Internacional avalara
ambientalmente el proyecto y lo financiara con un préstamo propio y
sindicado de U$150 millones.

Sin embargo, en el trabajo desarrollado por esta coalición entre 1989 y


1996, sólo hubo victorias parciales. En 1994 la Corte de Apelaciones de
Concepción declaró en primera instancia el proyecto como ilegal, fallo más
tarde revertido por la Corte Suprema. Por otra parte, en el Banco Mundial
se desató un proceso de cuestionamiento e investigaciones que llevó a
imponer a la empresa ciertas compensaciones ambientales y sociales, las
que no se han implementado adecuadamente hasta el día de hoy.

La represa Pangue comenzó a operar a fines de 1996 bajo la administración


de Frei(1994-2000), y la segunda represa, Ralco, la que inundaría 3.500
has. y obligaría a la relocalización forzosa de 98 familias Pehuenche
(aproximadamente 500 personas) se encuentra hoy completada en un 35%,
a pesar de no contar aún con la totalidad de los permisos requeridos. En
efecto, hasta ahora la empresa solo cuenta con los permisos ambientales y
la recomendación de la Comisión Nacional de Energía, permisos obtenidos
bajo presión durante la administración Frei. Sin embargo la empresa no
cuenta con el consentimiento de la totalidad de las familias pehuenche a ser
relocalizadas exigido por la ley indígena, siete de las cuales se oponen a
abandonar sus tierras hasta la fecha.

El proyecto Ralco ha sido enfrentado con movilizaciones no-violentas por


parte de dirigentes pehuenche acompañados de simpatizantes de otras
comunidades mapuche y de no indígenas. Estas movilizaciones, junto a una
acción judicial lograron detener temporalmente las obras. Asimismo,
lograron que la empresa ofreciera como compensación tres predios
adicionales para la relocalización de los pehuenche. Sin embargo, se
mantiene la resistencia por parte de un grupo de familias que según ellos,
amparados en la nueva Ley Indígena, tienen derecho a no ser desalojados
forzosamente de sus tierras. Destaca aquí el rol asumido por mujeres
pehuenche, las que han constituido una organización (Mapu Domuche
Newen) para resistir a Ralco.
Actualmente se espera el fallo de los tribunales de justicia, donde se
recurrió cuestionando la legalidad tanto de la autorización ambiental dada
en junio de 1997, como de la concesión eléctrica de marzo de 2000, esta
última que permite que la empresa grave los terrenos indígenas sin su
consentimiento. Los pehuenche y sus aliados exploran una demanda por
genocidio en España en contra de los ejecutivos de Endesa-España que
ahora controlan Endesa-Chile. Asimismo, exploran posibles acciones ante
el sistema interamericano de derechos humanos.

b. El "by pass" de Temuco y los mapuche de Xuf Xuf.

Desde los años ochenta que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) ha


estado promoviendo la construcción de una variante a la carretera
Panamericana Sur a la altura de la ciudad de Temuco, identificando el
sector de Xuf Xuf, área de alta densidad de población mapuche, como la
alternativa económicamente más viable para ello. Dada la resistencia que
en esa época el proyecto encontró en comunidades indígenas del sector, en
alianza con los sectores opositores al régimen militar, el proyecto fue
entonces archivado ( Quidel, 2001).

A comienzos de los noventa, en el contexto de un proyecto para el


mejoramiento de la carretera panamericana y la construcción de doble vía
en un tramo de aproximadamente 1.500 kilómetros de norte a sur, el MOP
repuso la iniciativa de construir este by pass frente a la ciudad de Temuco (
ciudad por donde actualmente pasa la carretera) identificando nuevamente
al sector de Xuf Xuf como la alternativa más adecuada para ello.

La propuesta de trazado entonces formulada por el estado según el MOP


afectaba a un total de 17 comunidades mapuche (Astorga, 2001) y según
los mapuche del sector a 30 comunidades (Quidel, 2001). Basados en los
lineamientos de la recientemente aprobada ley indígena de 1993 (Ley
19.253), y en un intento por modificar la actitud con que el MOP habría
actuado en el pasado en sectores indígenas, imponiendo sus proyectos sin
consulta, dicha entidad habría desarrollado una estrategia de "acercamiento
paulatino y respetuoso a las comunidades, cuyo objetivo principal fue de
informarlos a cabalidad en forma individual y comunitaria sobre la
iniciativa y escuchar sus legítimos temores, reticencias, necesidades y
expectativas. " (MOP, 2000).

Las comunidades del sector reaccionaron nuevamente frente al proyecto


constituyendo un Comité de Defensa Contra el By Pass. Luego de
documentarse sobre las implicancias sociales y culturales del proyecto y de
entrevistarse con las autoridades (incluido el Ministro de Obras Publicas de
la época, hoy Presidente de la República), manifestaron su oposición
señalando alternativas para su trazado en otros sectores. A juicio de los
dirigentes del Comité, el gobierno comenzó a intervenir en el área,
utilizando para ello a entidades y ONGs antiguos aliados de los mapuche,
logrando conformar una nueva organización que involucraba
exclusivamente a los afectados directos por la carretera y no al resto de las
comunidades, reconociendo que ello termino por dejarlos aislados (Quidel,
2000).

Fue así como en abril de 1997 se suscribió un acuerdo con las comunidades
directamente afectadas, el gobierno regional y el MOP, en el cual se
establecía la intención de llegar a un acuerdo para posibilitar el paso de la
carretera por el área. Producto de este acuerdo, se reestudió el trazado del
by pass, lográndose que el total de comunidades directamente afectadas
disminuyera a 10. Según el MOP, la estrategia a través de la cual habría
sido desarrollada esta iniciativa - hoy en plena ejecución - habría consistido
en lo central en una expropiación pactada con quienes serían afectados por
el proyecto, considerando un monto de indemnización que considerase un
"plus cultural" y no solo el valor de mercado de las tierras; la no
disminución del territorio indígena inmediato; la no relocalización forzada
de ninguna familia; la creación de un fondo de etnodesarrollo
autogestionado; y la focalización de recursos del Estado en la zona (o
creación de un área de desarrollo indígena conforme a la ley) (MOP; 2000).

Para los representantes de gobierno esta habría sido una negociación


exitosa, un esfuerzo honesto que piensan se podría replicar en otros casos,
que significó para el MOP un salto cuantitativo en su relación con los
pueblos indígenas (Astorga, 2001). Para aquellos que se opusieron desde
un inicio a este proyecto y no participaron de las negociaciones con el
estado, en este caso no hubo negociación real, por cuanto la negociación
supone la existencia de dos partes en igualdad de condiciones que se
sientan a la mesa a discutir sobre sus puntos de vista, y eso aquí no habría
existido. Lo que habría ocurrido en este caso es que, con atractivas sumas
de dinero, la gente habría cedido sus tierras. Y aunque el trazado
efectivamente disminuyo el impacto de 30 a 10 comunidades, los
detractores de este proyecto ven la carretera como un tumor que su instaló
en su territorio y que ya está teniendo múltiples consecuencias al interior de
este espacio mapuche. Ello porque la mitigación, desde el punto de vista
cultural mapuche, no existe, y el impacto que una obra de este tipo causa
sobre los sitios sagrados mapuche, no puede compensarse con dinero
(Quidel, 2001).
c. La carretera de la costa y los mapuche lafkenche.

En un estudio presentado por el entonces Presidente Pinochet a la


Academia de Guerra en julio de 1984 se daba a conocer un catastro
nacional en que se identificaban 29 zonas cuyo desarrollo era prioritario
(Pinochet, 1994).

Conforme a este estudio, el régimen militar (1973-1990) propone la


construcción de una carretera que atraviese el país por su sector costero con
el objetivo conquistar esta "fronteras interior" del país, de dotar de una
infraestructura que permitiese la integración de la población que habita en
esas zonas al desarrollo nacional, así como permitir la explotación de los
recursos naturales en ellas disponibles.

En su trazado sur, dicha carretera se emplazaría entre las ciudades de


Concepción y Puerto Montt, afectando los territorios de los mapuche
lafkenche y los mapuche huilliche. En el territorio huilliche, además,
afectaría el último remanente de bosque costero templado de grandes
dimensiones que queda en Chile.

La construcción de esta parte de la carretera costera (Eje sur) comenzó a ser


ejecutada por el Cuerpo Militar del Trabajo en 1995, sin la existencia de
estudios de preinversión ni evaluaciones de impacto ambiental de acuerdo a
las normas que entonces regían proyectos de esta naturaleza (ley de Bases
del Medio Ambiente). A pesar de la oposición que esta iniciativa ha
encontrado en los mapuche lafkenche y huilliche en razón de la ausencia de
consulta previa, así como por los impactos sociales, culturales y
ambientales que esta obra provocará en sus comunidades, la carretera se
continúa construyéndo hoy por tramos, estando vigentes en la actualidad
cuatro contratos entre el Ministerio de Obras Públicas y el Cuerpo Militar
del Trabajo, para su ejecución.

En el sector lafkenche, donde existe el área de desarrollo indígena del Lago


Budi constituida en 1996 por el gobierno para focalizar su acción a favor
del "desarrollo armónico" de los indígenas y las comunidades que allí viven
(art. 26 Ley 19.253), la Comisión de Defensa de los Derechos de los
Lafkenche viene manifestando desde hace seis años su oposición a este
proyecto cuya concreción consideran como "el inicio de la extinción
cultural " realizando gestiones frente a las autoridades del gobierno local,
regional y del MOP para detener esta obra. Para esta organización la
carretera los viene a dividir, a poner a disposición de las transnacionales, de
las empresas turísticas y pesqueras las tierras indígenas. (Rain, 2001)
Numerosas organizaciones, comunidades y lideres lafkenche del área Budi
también han manifestado su crítica al proyecto y a la actitud del Estado en
su ejecución. Consideran en general que este tipo de proyectos no los
benefician a ellos sino a la sociedad chilena o "wingka", no responden al
concepto de desarrollo que ellos tienen, no valoran su cultura ni su
ambiente. Por otro lado afirman que no se ha consultado con los afectados,
y por ello es una imposición. Sostienen que ha habido desinformación de la
gente. En relación a las indemnizaciones ofrecidas consideran que no hay
credibilidad ni confianza (planteamientos de dirigentes lafkenche
realizados a Elias Paillan, 2001).

Más recientemente (2000), en el sector Budi se constituyó, a instancias del


gobierno regional de la Araucanía una entidad denominada "Contraparte"
que reúne a las organizaciones del área, instancia que tendría una
representación de las comunidades lafkenche frente las autoridades en este
proyecto. No obstante la participación en esta instancia de lideres
reconocidos de las comunidades, algunos dirigentes la han cuestionado
como organización por cuanto ella respondería al interés de las autoridades
de buscar representantes "genuinos", concepto que no responde al sentir de
los mapuche (Rain, 2001)

Otro actor relevante del área es el nuevo Alcalde mapuche de Puerto


Saavedra, Domingo Ñancupil, quien desde su elección el 2000 habría
facilitado el espacio municipal para la discusión de este proyecto, y se
manifestaría a favor del mejoramiento de caminos pero no de la
construcción de la carretera (Contreras, Municipio Saavedra, 2001).

Producto de la protesta de las comunidades, el gobierno encargó el 2000 un


estudio de impacto cultural y ambiental de este tramo. Por otro lado, ha
señalado que la carretera de la costa sería emplazada por otro trazado
alternativo por la vertiente oriental del lago Budi, y que las obras en el
trazado original solo serían de mejoramiento del camino en la medida en
que las comunidades lo aceptasen (Astorga, Sandoval, 2001). Las
comunidades afectadas desconfían de estos anuncios, y han manifestado
que el gobierno estaría manipulando a las comunidades para proceder a la
construcción de dicha carretera contra su voluntad (Rain, 2001).

Más al sur, los lideres tradicionales huilliches se han integrado a la


Coalición para la Conservación de la Carretera de la Costa, una entidad que
agrupa a organizaciones de la sociedad civil y ambientalistas, tanto
nacionales como extranjeras (WWF), que viene desarrollando,
infructuosamente hasta ahora, una serie de acciones, estudios, etc. para
impedir la construcción de esta obra en un área de importante riqueza
cultural y forestal. Los huilliche sostinenhaber realizado múltiples
gestiones con las autoridades sin resultados hasta la fecha. Denuncian que
este proyecto significaría el exterminio de sus comunidades, la usurpación
y muerte del patrimonio de su pueblo, y por lo mismo sostienen seguirán
luchando creando alianzas con otros sectores para resistir este proyecto
(Paillamanque, 2001).

Integrantes de la Coalición manifiestan su decepción respecto a las


autoridades, por cuanto confiando en una estrategia de participación
ciudadana, han recurrido a las autoridades con alternativas de trazado que
podrían haber evitado los impactos de la carretera en la zona huilliche, pero
el gobierno no ha cumplido con sus compromisos (Solis, 2001). En efecto,
a pesar del compromiso adquirido por las autoridades durante el 2001 de
estudiar el trazado de la carretera en el sector huilliche por la vertiente
oriental de la cordillera de la costa, el MOP ha reiniciado recientemente las
obras en el tramo norte del sector huilliche, y ha anunciado que someterá
dichas faenas a un estudio de impacto ambiental. El conflicto, por tanto,
sigue sin resolverse, siendo los próximos meses claves para las decisiones
que se tomaran al respecto.

d. Expansión forestal y los mapuche de Lumaco.

Durante los últimos treinta años, las plantaciones de monocultivos con


especies exóticas de rápido crecimiento ( Pinus Radiata y Eucaluptus
Globulus) en la zona centro sur del país han crecido de manera
exponencial, constituyendo hoy una de las actividades económicas más
importantes del modelo chileno de exportación. Si bien dichas plantaciones
comenzaron antes del gobierno militar, fue durante este período que las
inversiones forestales crecieron más rápidamente. Ello en razón de la
política de contrareforma agraria verificada a contar de 1974, la que
posibilitó la adquisición por parte de empresas forestales de grandes
predios expropiados durante la reforma agraria (1966 -1973) que no fueron
devueltos a sus propietarios. Por otro lado, el gobierno creo un mecanismo
para el fomento de la forestación, subsidiando hasta el 75% del costo de las
plantaciones y eximiendo de impuesto territorial las propiedades plantadas
(DL 701 de 1994).

Como consecuencia de ese proceso, se estima que a 1999 existía en el país


un total de 1.8 millones de has. plantadas con pino y eucalyptus (INFOR,
1999). Parte importante de estas plantaciones se encuentran ubicadas en el
territorio ancestral mapuche, entre el Bío Bío y la Isla grande de Chiloe. Se
estima que las empresas forestales poseen en ese territorio 1.5 millones de
has. , en contraste con las 500 mil has. que les fueron reconocidas a los
mapuche por el estado chileno luego de la ocupación de su territorio a fines
del siglo XIX. Dos empresas, Forestal Miminco y Forestal Arauco, poseen
más de un millón de has., la mayor parte de ellas en territorio mapuche
(Instituto Forestal, Conaf, en La Tercera, 2001)

Para efectos de este estudio, analizar las innumerables situaciones de


conflictos existente entre empresas forestales y el pueblo mapuche
resultaba muy difícil. En razón de lo anterior, y de la relación previamente
existente con la organización mapuche de Lumaco, la Asociación
Ñancucheo, es que se decidió abordar los conflictos existentes entre ambas
partes en el área mapuche nagce de Lumaco, comuna ubicada en el sector
norponiente de la región de la Araucanía.

Los conflictos de los mapuche con las forestales que hoy rodean sus
comunidades son múltiples. El primero de ellos tiene que ver con la
propiedad de la tierra. Los mapuche de Lumaco reclaman que las tierras
hoy ocupadas por las forestales y plantadas con especies exóticas les
pertenecen (Raiman, 2001) Los momentos en que se produjo la usurpación
de las tierras mapuche en el área, al igual que en otras partes del territorio
mapuche fueron la radicación, en que no se reconoció a los longko su
espacio territorial antiguo; la división y posterior enajenación de la
comunidad en base a las leyes de división promovidas por el estado durante
el siglo XX; y la expulsión de los mapuche de las tierras recuperadas
durante el proceso de reforma agraria (Aylwin, 2000). El último momento
aparece como de particular gravedad, puesto a que fue entonces que los
mapuche, con apoyo del Estado forestaron con pino las tierras que les
fueran entregadas durante la reforma agraria, tierras que después perdieron.

Por otro lado, el conflicto se agrava dados los impactos sociales, culturales
y ambientales provocados por las empresas forestales. Como señalan sus
dirigentes, las empresas no dejan ni aportan nada en la comuna. Tampoco
dan trabajo, ni tributan allí La sustitución del bosque nativo por el bosque
exótico ha significado, además de el desecamiento y contaminación de las
aguas, el deterioro de la tierra, la perdida de la flora y fauna a la cual esta
asociada la cultura mapuche, la perdida de los remedios que utilizan las
machi para sanar a los enfermos. (Raiman, 2001). La desecación de los
cursos de aguas es tal, que en épocas de verano la municipalidad esta
obligada a transportar agua potable a las comunidades que no tienen agua
para sus necesidades básicas (Municipio de Lumaco, 2001). A pesar de lo
anterior, y paradojalmente, las empresas forestales no están obligadas a la
realización de estudios de impacto ambiental por las plantaciones.

Es por ello que las comunidades se han organizado en defensa de sus tierras
y medio ambiente. Desde 1997, fecha en que comuneros mapuche queman
tres camiones de Forestal Miminco en protesta por esta situación, se han
realizado un sinnúmero de acciones que persiguen la restitución de las
tierras hoy ocupadas mayoritariamente por forestales, ya sea a través de
negociaciones directas con sus propietarios, y/ o a través de su adquisición
por el fondo de tierras indígenas de CONADI. A raíz de hechos tales como
ocupaciones de predios, tala de bosques en poder de las forestales, etc., los
mapuche han sido duramente reprimidos por la fuerza pública, y los lideres
de sus organizaciones detenidos y procesados.

Las empresas forestales, sin embargo, han mostrado poca disposición al


dialogo con las comunidades en conflicto, reclamando al estado garantizar
el estado de derecho y la propiedad sobre sus predios. Alegan que dichas
acciones les están causando graves perdidas . Entre otros factores
explicarían estas perdidas, el corte anticipado de los arboles, los incendios,
y los costos de defensa legal y de seguridad que se ven obligados a realizar
(Díaz, 2001). Según versiones extraoficiales de la empresa Mininco, el
56% de los incendios forestales del verano del 2001 fueron provocados
intencionalmente y la compañía mantiene unas 4.500 hectáreas
despobladas, que no han podido ser plantadas luego de ser cosechadas
(Miminco, 2001).

Una actitud un tanto diferente es la asumida por la empresa forestal


Millalemu, de capitales europeos, empresa que ha manifestado disposición
a llegar acuerdo con las comunidades en conflicto. Millalemu, aunque
abierta al dialogo, insiste, sin embargo, en que dicho dialogo debe hacerse
reconociendo la existencia de un estado de derecho y el respeto a la
propiedad (Figueroa, 2001).

La Asociación Ñancucheo, por otro lado, ha iniciado un proceso de


negociación de tierras directo con el Ministerio de Planificación, instancia
que en el 2000 se comprometió a adquirir para varias comunidades en
conflicto, una superficie de alrededor de 4 mil has. La negociación, sin
embargo, ha sido criticada por otras organizaciones mapuche y por la
propia CONADI, las que han sostenido que estas han pasado a llevar los
procedimientos establecidos por la ley indígena para la adquisición de
tierras indígenas.

Los hechos de violencia que ocurrieran en el área en años anteriores han


cesado por el momento, probablemente a la espera del cumplimiento del
gobierno de su compromiso adquirido con los mapuche. El conflicto entre
los mapuche y las forestales, sin embargo, esta lejos de resolverse, puesto a
que sustancialmente, se mantienen las condiciones que gatillaron el
conflicto en 1997.
3. PROCESO DE INVESTIGACION ACCION.

La gravedad de los conflictos antes descritos, la inexistencia de instancias


de dialogo y reflexión en torno a ellos, así como en torno a los mecanismos
necesarios para su manejo o resolución, nos llevo en el año 2000 a un
grupo de profesionales comprometidos con los derechos indígenas en Chile
a postular a la convocatoria del Programa Conflicto y Colaboración en el
Manejo de Recursos naturales en América Latina y el Caribe de la
Universidad Para la Paz con al auspicio de Centro Internacional de
Investigaciones para el Desarrollo.

Somos un equipo de profesionales a los que, por distintos motivos, nos ha


tocado ser testigos y/o participantes activos (como acompañantes externos
o como miembros de las comunidades afectadas) en varios conflictos
etnoambientales que se han desarrollado en Chile en los últimos años
involucrando al pueblo mapuche. Dos de nosotros (Aylwin y Opaso) hemos
sido parte del Grupo de Acción por el Bío Bío, coalición que acompaño a
los mapuche pehuenche desde comienzos de los noventa en su intento por
defender sus tierras y ecosistemas amenazados por el proyecto de centrales
hidroeléctricas que ENDESA lleva adelante en el Alto Bio Bío. El
coordinador de esta investigación es además parte del Instituto de Estudios
Indígenas de la Universidad de la Frontera desde 1994, habiendo tenido
desde allí una relación y seguimiento cercano de otros conflictos que a raíz
de proyectos de inversión se verifican hoy en parte importante del territorio
mapuche. El tercer integrante del equipo (Paillan) es un estudiante
mapuche de periodismo proveniente del área del Lago Budi, afectado por la
carretera de la costa. Como productor y conductor del principal programa
radial mapuche en la ciudad de Santiago (Wixage Anai) ha tenido un
seguimiento no solo del conflicto que involucra a su comunidad, sino que
de todos los conflictos que involucran a su pueblo.

Dada la relevancia que el caso de las represas del Alto Bio Bío había tenido
en la última década en la lucha de los mapuche por sus derechos nos
pareció interesante reflexionar sobre las lecciones que este caso dejaba para
el manejo de conflictos etnoambientales en Chile. Conscientes, sin
embargo, de la magnitud adquirida por los otros conflictos que hoy
involucran a los mapuche, nos pareció necesario reflexionar más allá del
primer caso, y analizar también las lecciones que estos otros casos de
conflictos etnoambientales dejaban para el mundo mapuche y la sociedad
chilena.
Metodologías utilizadas y aprendizajes.

Las principales metodologías utilizadas en el desarrollo de la investigación


fueron:

- La entrevista a las comunidades involucradas en los casos en conflicto. Se


trato de entrevistas bilingües realizadas mayoritariamente en las áreas
indígenas específicas, facilitadas por la relación que los investigadores
teníamos con sus dirigentes, así como por la existencia de un hablante de
mapudungun en el equipo. Cada una de estas entrevistas fue grabada y
multicopiada para conocimiento de todo el equipo.

- La entrevistas a las empresas o entidades públicas que llevan adelante


dichos proyectos. Se trató de entrevistas efectuadas con personeros de
dichas empresas o entidades, concertadas previamente para tales efectos.
La dificultad mayor la encontramos en las empresas forestales, dado que
solo una de ellas (Millalemu) accedió a conversar formalmente con
nosotros, en tanto que otra lo hizo informalmente (Mininco).

- Entrevistas con funcionarios de entidades de gobierno a cargo de la


aprobación de estas iniciativas. Incluyeron, entre otras, las instancias
gubernamentales a cargo de la política vial, forestal, indígena y ambiental.

- Recopilación y sistematización de la literatura existente sobre los


conflictos en particular y sobre los sistemas de manejo alternativo de
conflictos en general. En relación a este último tema pusimos énfasis en el
análisis de los sistemas de manejo tradicional de conflictos en el mundo
mapuche (Ñanculef, 1989; 1990) así como los sistemas de resolución de
conflictos utilizados en el caso de Chile ( Sabatini y Sepulveda, 1999;
2000; Castillo, 1998; Renace, 2001). Ello en razón de que creemos que la
resolución alternativa de conflictos depende del contexto político e
institucional de cada país. También analizamos la literatura existente sobre
manejo de los conflictos en otros países, en especial en conflictos que
involucran a pueblos indígenas (OIT, 1999; Buckles, 2000).

- Realización de talleres periódicos internos del equipo del proyecto, con


algunos invitados externos, a objeto de avanzar en la elaboración de una
visión común sobre el tema del manejo alternativo de conflictos, sus
implicancias en la realidad mapuche, así como sobre las lecciones que nos
iba dejando el análisis de los casos abordados en el estudio.

- Realización de seminario "Conflictos socio-ambientales y pueblo


mapuche; alternativas para su resolución " (Temuco, 21 a 23 de agosto de
2001). Aunque inicialmente previsto como una actividad más del proyecto,
en la práctica se convirtió en una actividad central que contó con una gran
concurrencia nacional e internacional y dio difusión a la reflexión hecha
por el equipo del proyecto. En efecto, con el copatrocinio del Instituto de
Estudios Indígenas de la Universidad de la Frontera, el proyecto Crea de la
Escuela de Derecho de la Universidad Católica de Temuco, y el auspicio de
la Universidad para la Paz y la Fundación Ford, este evento congrego a más
de 200 personas durante tres días. En el participaron como expositores
representantes del sector publico y mapuche involucrados en los conflictos
socio ambientales analizados en el proyecto. Lamentablemente, el sector
privado, aunque inicialmente había aceptado participar en este evento, no
se hizo presente en el, en una actitud que resulta consistente con aquella
adoptada en los casos de conflictos analizados en el proyecto. Participaron
junto a los miembros del proyecto, académicos de distintas universidades
que reflexionaron sobre el tema de la convocatoria. Además de los
expositores nacionales, contamos con la presencia de representantes
mapuche de Neuquen, Argentina y de representantes indígenas del Oriente
Boliviano (estos últimos con el apoyo de VOS Belgica) quienes
compartieron su experiencia de negociación con las compañías petroleras
presentes en sus territorios. El debate allí generado entre los distintos
sectores, así como el taller interno realizado por los dirigentes indígenas,
todo lo cual fue registrado, dará objeto a una publicación que esperamos
sacar a fin de año con el apoyo del Instituto de Estudios Indígenas y la
Fundación Ford.

- Elaboración de guión del cassette bilingüe contemplado en el proyecto,


orientado a dar difusión tanto en el mundo mapuche como en la sociedad
chilena de las lecciones que dejan los conflictos etnoambientales aquí
señalados. Solo resta para la elaboración de este cassette la edición de las
grabaciones ya efectuadas, lo que será realizado la primera quincena de
noviembre en la ciudad de Santiago en un estudio comprometido para estos
efectos.

- Estrategias de trabajo aprendidas.

Aunque los integrantes del equipo teníamos experiencia de trabajo en


comunidades mapuche, no fueron pocos los aprendizajes que se produjeron
en el contexto del trabajo realizado. Entre ellos destacan:

a. Importancia de la investigación participativa. Aunque concebida desde


un inicio como una investigación orientada a apoyar a las comunidades
afectadas por proyectos de inversión, en el trabajo desarrollado hasta ahora
nos hemos dado cuenta que si las comunidades no se involucran en la
investigación de un modo activo, esta corre el riesgo de no lograr captar el
sentir de sus integrantes, y por lo mismo, no aportar a su empoderamiento
como se pretendía. Este reflexión ha cruzado nuestro trabajo, y reafirma
nuestra opción por este tipo de investigación.

b. Relevancia del trabajo interdisciplinario e intercultural. Cada uno de


nosotros había realizado trabajos con comunidades indígenas en conflicto.
Sin embargo, lo había realizado desde la perspectiva de su respectiva
disciplina. La convergencia de disciplinas tan diversas como el derecho y el
periodismo, permiten abordar el tema de investigación desde perspectivas
diversas que se enriquecen mutuamente. Pensamos que estos distintos
enfoques disciplinarios permitirán el logro de los objetivos del proyecto,
cuales son el análisis de las lecciones del Bio Bío, y su difusión posterior a
través de los mecanismos identificados en el proyecto. Lo mismo cabe
decir de la perspectiva intercultural, la que ha permitido acceder a los dos
mundos en conflicto, y generar espacios de encuentro y dialogo entre ellos.
c. Relevancia del análisis comparado. Aunque el estudio planteado dice
relación con la realidad y conflictos etnoambientales que afectan a los
mapuche de Chile y sus formas de manejo, la lectura de la literatura
relativa a experiencias similares que involucran a pueblos indígenas en
otras partes del mundo, así como la participación de representantes
indígenas de países vecinos en el seminario organizado por el proyecto, han
sido una gran contribución. Ellas nos han permitido tener una visión más
amplia de las estrategias desarrolladas en otros contextos en el manejo de
conflictos, alternativo o no, así como han dado fuerza a las organizaciones
mapuche con las que trabajamos.

d. Necesidad de adaptar conceptos desarrollados en otros contextos a la


realidad nacional y local. Si bien las experiencias en el manejo alternativo
de conflictos existentes en otros contextos son muy enriquecedoras,
estamos conscientes de que ellas deben ser adaptadas al contexto cultural,
social y político de cada lugar como desarrollaremos más adelante. Sino se
corre el riesgo de estar imitando modelos que pueden no tener adecuación e
impulsar soluciones a los conflictos que no tendrán bases sólidas.
e. Devolución de los resultados de la investigación. Si bien también un
objetivo del proyecto, hemos reforzado nuestra convicción de que la
información recabada a lo largo del proyecto debe ser devuelta a las
comunidades con las que se trabaja. Ello no solo como forma de tener
credibilidad ante ellas, sino como un mecanismo para su empoderamiento
en los conflictos que deben enfrentar.
4. RESULTADOS DE LA INVESTIGACION.

4.1. Conclusiones de la investigación.

a. Las lecciones del Bío Bío

El caso de las centrales hidroeléctricas del Bío Bío, en particular el caso de


la central Ralco, se ha convertido en un caso emblemático para Chile. Mas
que a la resolución de un conflicto en el que aun no se ha dicho la ultima
palabra, Ralco ha estado asociado para muchos con impotencia, frustración,
dolor.

No son pocas las lecciones que hemos aprendido en estos años del caso
Ralco, muchas de las cuales hemos podido sistematizar a la luz de este
proyecto. La principal de estas lecciones es que no ha habido aquí, así
como en los otros casos de conflicto etnoamabiental analizados en este
estudio, ni manejo alternativo de conflictos, ni resolución del mismo, sino
imposición de una de las partes en conflicto sobre otra. Ellos se debe a
entre otras razones:

- No existe la institucionalidad ni la voluntad por parte de la clase política


chilena ni del empresariado que permita el manejo alternativo del conflicto
aquí planteado con las comunidades mapuche pehuenche.

Ya nos hemos referido a las limitantes del marco jurídico y político


vigente, en particular a las limitantes de la legislación indígena y ambiental
para permitir una participación real, en igualdad de condiciones, de las
comunidades involucradas en la resolución de esta clase de conflictos.

No nos hemos referido en profundidad, sin embargo, a la falta de voluntad


política de las autoridades para considerar efectivamente la participación de
las comunidades afectadas por este proyecto en el manejo y resolución del
conflicto planteado. El caso de Ralco es ilustrativo al respecto, ya que la
institucionalidad ambiental e indígena fueron sobrepasadas a través de la
intervención del ejecutivo, el que hizo imponer su voluntad, aun contra la
voluntad y decisión de los propios organismos gubernamentales.

Fue así como en el Estudio de Impacto Ambiental (EIA), las comunidades


afectadas por el proyecto, incluyendo las comunidades pehuenche así como
los habitantes de la ciudad de Concepción, las organizaciones ambientales
y sociales, manifestaron en forma contundente, con fundamento cultural en
el caso de las primeras y con fundamento técnico en el caso de las
segundas, su voluntad contraria al proyecto en el proceso de participación
ciudadana contemplado en la ley ambiental. La Comisión Nacional del
Medio Ambiente CONAMA, la agencia ambiental del estado, en base a
estos planteamientos y a la opinión de los servicios públicos, se inclinó
inicialmente por rechazar el proyecto. Sin embargo, la presión ejecutivo,
así como de la poderosa ENDESA, llevó a esta entidad a solicitar más
estudios y a la postre, a autorizar el proyecto.

En el caso de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena CONADI, la


agencia indígena del estado, el ejecutivo impuso el proyecto a través de la
remoción, en dos oportunidades, de su Director Nacional, hecho que
aseguró su mayoría en el consejo que debía aprobar las permutas de las
tierras indígenas por tierras ofrecidas por el empresa, según lo requerido
por la ley indígena.

Por otro lado, los tribunales de justicia donde se encuentran radicados los
juicios interpuestos por los pehuenche y otros sectores en contra de Ralco,
han sido extraordinariamente lentos en actuar. A pesar de haber uno de los
juicios paralizado la obra por un par de meses, esta decisión luego fue más
tarde revocada. Un recurso de protección interpuesto por comuneros
pehuenche en marzo del 2000 que de acuerdo a la ley debe resolverse en 15
días, lleva 18 meses de tramitación. La experiencia anterior en el caso de
Pangue, así como en la mayor parte de los juicios que los tribunales llevan
relativos a proyectos de inversión en áreas indígenas, es que estos son
vulnerables a los intereses del estado y de los inversionistas.

El empresariado ha demostrado también una seria incapacidad para


considerar en este caso a las comunidades indígenas afectadas como un
interlocutor valido con el cual se pueda negociar en igualdad de
condiciones en un conflicto de esta naturaleza. Si bien se trata de una
actitud que es favorecida por la debilidad institucional antes referida, esta
es también una actitud fundada en una cultura de ignorancia y de desprecio
hacia los pueblos indígenas que se encuentra arraigada en nuestro país.
Lejos de intentar establecer un dialogo respetuoso con las comunidades
afectadas, aceptando sus formas de organización colectiva tradicional,
ENDESA desarrollo una estrategia de convencimiento individual a cada
familia dueña de tierras, estrategia que utilizando el dinero y el engaño,
logro desarticular la forma de organización tradicional mapuche, y mermar
su resistencia al proyecto Ralco. Para los representantes de ENDESA la
oposición al proyecto no vino de los propios afectados directos, sino de
agentes externos.

Cabe señalar que las únicas modificaciones que se han introducido al


proyecto de ENDESA se hicieron como consecuencia de la intervención de
a International Finance Corporation y del Banco Mundial, así como por la
presión ejercida por las comunidades afectadas y sus aliados, y no como
consecuencia de un dialogo respetuoso con ellas. Es así como acciones no-
violentas que con diversos objetivos se realizaron a lo largo del proceso
fueron una herramienta efectiva para la causa antirepresa, así como para la
difusión de la realidad pehuenche ante la comunidad nacional e
internacional.

Por ello es que pensamos que las alternativas tradicionales de resolución de


conflictos que contempla la legislación chilena han fracasado en el caso de
Ralco. Las autoridades políticas y judiciales no han ejercido un rol
mediador que garantice la igualdad de las partes en conflicto, sino que han
privilegiado los intereses de las empresas por sobre el de las comunidades
afectadas. Los empresarios han aprovechado de este marco y no han
mostrado una actitud de dialogo respetuoso con las comunidades afectadas.

- Debilidades de la organización de las comunidades afectadas para la


defensa de sus intereses amenazados , así como de su articulación con otras
entidades representativas de distintos intereses ciudadanos que pudiesen
haber ejercido mayor contrapeso en el conflicto, favoreciendo una
resolución del mismo más adecuada a sus intereses comunes.

Si bien los pehuenche directa e indirectamente afectadas por las represas


han estado organizados desde tiempos inmemoriales como pueblo y desde
su radicación en sus actuales tierras como comunidades, manteniendo hasta
hoy sus autoridades tradicionales, no generaron formas de articulación
interna entre ellos suficientemente fuertes como para resistir el proyecto de
ENDESA. En efecto, no obstante la creación en 1992 del Centro Mapuche
Pehuenche del Alto Bío Bío, salvo momentos específicos, los pehuenche
han tenido dificultades para hacer valer su peso como comunidades dueñas
de un territorio ancestral y relativamente continuo hasta la fecha. A ello
contribuyo la dificultad de conexión geográfica existente entre ellos, el
surgimiento de nuevos lideres comunitarios al alero de la ley indígena, y la
presión ejercida por la empresa, que como se señaló, privilegió la
negociación individual por sobre la negociación colectiva. También ha
contribuido a esta situación, la presencia de distintas entidades externas,
tanto mapuche como no mapuche, que han promovido la creación de
distintos referentes organizacionales que han dividido la fuerza de los
pehuenche.

En cuanto a su articulación y coordinación con otros sectores de la


ciudadanía, ya se ha señalado el rol desempeñado en este conflicto por el
Grupo de Acción por el Biobío (GABB), el principal grupo de apoyo a la
causa pehuenche en contra de las represas. Si bien este grupo contribuyó
hasta hace poco a denunciar la situación creada con la construcción de las
represas en el área, a investigar y sistematizar información y hacer cabildeo
nacional e internacional en contra de este proyecto, la diversidad de los
actores que lo integraban y su confusa conducción de la lucha antirepresas,
determinaron que el masivo apoyo a los pehuenche existente en la
ciudadanía se quebrara y diluyera. Hubo también un desproporcionado
protagonismo público y manejo centralizado de información y de fondos
por parte de esta entidad conformada por profesionales de fuera de la zona,
hecho que resulto en descuidar el protagonismo y el liderazgo pehuenche
en la defensa de sus propios intereses.

De esta experiencia se desprenden múltiples lecciones que podrían servir


para la resolución de conflictos en otros casos de conflictos
etnoambientales que involucren al pueblo mapuche.

b. Lecciones de los otros casos de conflicto abordados en el estudio.

- Institucionalidad ambiental e indígena.

De los otros tres casos de conflicto que hemos investigado, dos (el de las
forestales en Lumaco y el de la carretera de la costa) se encuentran
plenamente vigentes, mientras el tercero, el caso del by pass de Temuco, se
encuentra en etapa de ejecución de las obras y difícilmente se podrá detener
allí los planes del estado.

En cuanto a los mecanismos tradicionales de resolución de conflictos


vemos que tanto en el caso de las forestales como en de la carretera de la
Costa, la situación es muy compleja, tanto o mas que en el caso del Bío
Bío. No existe hoy en estos dos casos obligación de los ejecutantes de
dichos proyectos de realizar estudios de impacto ambiental (EIA). En el
caso de las plantaciones sólo se requiere planes aprobados cuando hay
sustitución de bosque nativo, cuestión que rara vez ocurre. En el caso de la
carretera se da la paradoja de que dichos estudios son obligatorios para
autopistas, pero no para caminos como el de la costa, a pesar de los
impactos que provocaría su construcción.

En cuanto a la ley indígena, si bien ella está vigente, el gobierno ha


intentado utilizar en casos de conflicto la ley de expropiaciones,
interpretándola como superior a la ley indígena. Esta controversia legal, sin
embargo, no ha sido aún resuelta por los tribunales de justicia. En el caso
del Bío Bío, el fallo del recursos de protección presentado por los
pehuenche en que se debate la primacía de la ley indígena sobre la ley
eléctrica (1981) que consagra la expropiación para obras eléctricas, podría
sentar un precedente en este sentido.
Hasta ahora, por una parte el gobierno ha insistido ante las comunidades en
la validez de la ley indígena. Sin embargo, para la ejecución de algunos
proyectos, avala la expropiación de las tierras indígenas, como en el caso
de la carretera de la costa.

Es importante hacer notar que, si bien la ley no exige EIA para


plantaciones y carreteras, las empresas detrás de estos proyectos están
buscando dar legitimidad ambiental en sus acciones. Es así como en el caso
de las forestales, varias de las grandes empresas están buscando, a solicitud
de sus clientes en el extranjero, el sello verde para sus productos, tanto a
través de la I.S.O. 14.001 como la certificación por parte de la Forest
Stewardship Council (FSC). Se da la paradoja que la FSC, entidad
compuesta por ONGs, ha certificado a la forestal Monteaguila, de capitales
extranjeros, la que aparte de mantener extensas plantaciones de especies
exóticas, tiene problemas con comunidades mapuche de las zonas adonde
opera.

Lo mismo ocurre con la carretera de la costa, donde si bien no se ha hecho


un EIA de todo su trazado, se están realizando estudios para determinados
tramos como antes señalaramos. Además, el Ministerio de Obras Publicas
(MOP) ha creado recientemente una Unidad Ambiental para incorporar
más activamente esta dimensión en sus proyectos. Se trata de espacios que
a futuro, como veremos más adelante, podrían ser utilizados para un
manejo o resolución no convencional de los conflictos planteados por estos
proyectos.

En el caso de las forestales, también, aún esta pendiente el cumplimiento de


los acuerdos suscritos con el actual Presidente Ricardo Lagos siendo
candidato a la presidencia. En dicha ocasión se comprometió con dirigentes
mapuche a elaborar un proyecto de ley para la regularización de la
actividad forestal y al desarrollo de una política estatal que garantice la
reparación de los actuales daños sociales y a la biodiversidad en territorios
indígenas y los evite a futuro.

Constatamos que en el caso del conflicto con las empresas forestales, las
comunidades mapuche han utilizado en forma recurrente desde 1997
acciones directas tales como ocupación de predios y caminos, tala de
arboles en predios en poder de las forestales, etc., que son consideradas
como ilegales por el ordenamiento jurídico. Es evidente que estas acciones
han resultado efectivas en términos de generar espacios de negociación con
las empresas y el gobierno, así como en la socialización de sus demandas
territoriales y ambientales. Dichas acciones, como señaláramos
anteriormente, han llevado al gobierno a negociar la adquisición de tierras
reclamadas por las comunidades en el área de Lumaco. Sin embargo, las
empresas forestales han aprovechado esta circunstancia, cobrando por las
tierras de su propiedad precios excesivos que los hacen difícil de adquirir
por la CONADI. Nuevamente el marco legislativo se transforma en una
limitante para la resolución del conflicto aquí planteado.

- Alianzas entre comunidades indígenas y la sociedad civil

Tal como antes se señalara , en la parte sur de la carretera de la costa se ha


constituido la Coalición para la Conservación de la Cordillera de la Costa,
entidad integrada por comunidades huilliche, ONGs chilenas y extranjeras,
y científicos. Esta coalición podría constituir un precedente en la lucha en
contra de este tipo de proyectos, cuya fuerza podría suspender o variar
radicalmente el trazado de esta carretera.

Sin embargo habría que estar atentos para que no se repitieran algunos de
los errores del movimiento en contra de las represas del Alto Bío Bío. La
necesidad de un trabajo coordinado entre comunidades huilliche y otros
sectores de la ciudadanía preocupados por los derechos indígenas y
ambientales es clave. La democratización de la información y recursos que
allí se manejen es fundamental para que esta alianza pueda consolidarse. La
recopilación y entrega de información a los directamente afectados es uno
de las funciones más importantes de estas coaliciones.

El desarrollo de una alianza más profunda de las comunidades en conflicto


con sectores de la sociedad chilena y el desarrollo de estrategias
alternativas que permitan crear mejores condiciones de negociación y
dialogo que las actualmente existentes podría explorarse. Un ámbito en que
la alianza con sectores de la sociedad chilena, ongs, académicos, etc., sería
de gran relevancia es el de la sistematización y recolección de mayor
información respecto a los impactos ambientales y sociales que las
empresas forestales producen. Existen pocos estudios en este sentido en
Chile a pesar de las quejas casi unánimes de los afectados por la desecación
y contaminación de las aguas que producen las plantaciones forestales.

Otro ámbito en que la participación de la sociedad chilena resulta clave es


en las campañas de boicot ciudadano a los productos de las forestales y la
presión a los socios internacionales. En Chile, a diferencia de otros países,
hay poca experiencia en este sentido. La alianza con sectores
internacionales por otra parte puede abrir puertas interesantes, como pudo
verse en el caso del Bio Bío con la intervención del Banco Mundial.
4.2. Alternativas futuras para el manejo de conflictos etnoambientales en el
territorio mapuche.

a. Necesidad de ampliar los mecanismos tradicionales (actuales y


potenciales)

- Marcos jurídicos nacionales.

El respeto por los derechos que la legislación vigente (ley indígena y la ley
ambiental) establece, por precarios que sean, resulta un primer paso
fundamental para avanzar en el manejo de los conflictos etnoambietales en
territorio mapuche. Ello implica la consideración efectiva de la opinión de
las comunidades afectadas por parte de las autoridades publicas y el sector
privado al tomar decisiones con relación a estos proyectos. Ello implica
también el respeto por a las normas de protección de las tierras indígenas
aprobadas hace tan solo unos años por el Congreso Nacional.

Se requiere, además, de modificaciones más sustanciales que permitan a los


mapuche un mayor control sobre sus vidas, sobre los procesos económicos,
sociales y culturales que se verifican en sus territorios ancestrales,
poniendo fin a la marginación de la que hoy son objeto. Se requiere de
mayores niveles de reconocimiento y protección de sus derechos políticos y
territoriales en las áreas en las que su población tiene un peso demográfico
significativo. Se requiere de mayor participación mapuche en las instancias
en que se decide sobre los problemas que les atañen.

Conflictos socio ambientales entre pueblos indígenas y los estados o


particulares por proyectos de inversión ocurren hoy en todo el mundo.
Ellos son el resultado de un proceso de expansión de las economías
nacionales, siempre en relación con las economías transnacionales, hacia
las llamadas ultimas fronteras, como la amazonia en América latina, o las
tierras del circulo polar Artico, donde los pueblos indígenas, de acuerdo a
sus culturas, han mantenido los recursos naturales en ellos existentes.

Interesa saber como son resueltos, o más bien, como señalan algunos
teóricos, como estos se manejan, estos conflictos en otros contextos y
aprender de ellos. En contraste con Chile donde no se reconoce a los
indígenas derecho sobre los recursos naturales existentes en sus tierras, en
muchos otros países, de acuerdo a la tendencia hoy dominante en la
materia, si se les reconoce, al menos sobre los recursos naturales de
carácter renovable. Es el caso de Bolivia, Brasil y México en A Latina, y de
Canadá y Estados Unidos en Norteamérica. Esto tiene gran importancia a la
hora de dirimir conflictos generados a raíz de proyectos de inversión que
tratan sobre la explotación de dichos recursos.

Por otro lado, tratándose de este tipo de proyectos, las legislaciones


vigentes en diversos países obligan a los estados a desarrollar procesos de
consulta y participación de los pueblos indígenas afectados más intensivos
que los existentes en Chile antes de proceder a su autorización. Es el caso
por ejemplo de Colombia y Nicaragua, donde tales derechos de
participación y consulta están resguardados en la Constitución.

Cabe mencionar, por último, la importancia que tiene la existencia de


mecanismos institucionales para atender las reclamaciones indígenas de
tierras y recursos naturales para la resolución de conflictos que involucran a
sus comunidades. Ello por cuanto parte importante de los conflictos socio
ambientales que involucran a pueblos indígenas están relacionados con
disputas sobre derechos relativos a las tierras y recursos que reclaman para
sí. Seria muy largo mencionar aquí todos los casos. A pesar de la
resistencia que estos mecanismos institucionales han encontrado en algunos
sectores, es indudable que una vez que los derechos indígenas sobre las
tierras y recursos que reclaman han sido delimitados a través de ellos, los
conflictos con terceros no indígenas en dichas áreas han disminuido
sustancialmente.

- Convenciones y directrices internacionales

Relacionado con lo anterior, debe mencionarse el Convenio 169 de la OIT,


el que a la fecha ha sido ratificado por 10 estados en América Latina, pero
no por Chile. Este Convenio contiene normas de gran importancia para la
resolución o manejo de este tipo de conflictos, tales como aquellas
referidas a la protección de los derechos indígenas sobre sus tierras y
territorios, así como las relativas a la participación indígena en la
utilización, administración y conservación de los recursos naturales
existentes en ellas (arts.13 a 15). El mismo Convenio dispone con relación
a los derechos de los indígenas sobre los recursos del subsuelo, la
obligación de los estados de consultar a los pueblos indígenas antes de
autorizar su explotación, así como el derecho que estos tienen a
beneficiarse de tales actividades y a ser indemnizados por los daños
ocasionados (art. 15 b).

A ello cabe agregar también algunas directrices, como las del Banco
Mundial, relativas a proyectos de inversión en áreas indígenas, las que
disponen que los proyectos de desarrollo que afectan a los pueblos
indígenas no pueden realizarse en desmedro de los pueblos indígenas y sin
su consentimiento. Dichas legislaciones y directrices, si bien no impiden
los conflictos, otorgan a los pueblos indígenas mayor fortaleza en su
relación con el estado y con los particulares presentes en sus territorios,
permitiendo una resolución o manejo más adecuado de los mismos.

También al amparo de convenciones internacionales, emerge en la región


con como un espacio al que los indígenas pueden recurrir para la mediación
de conflictos etnoambientales, el sistema interamericano de derechos
humanos. Si bien se trata de una mecanismo tradicional para la resolución
de conflictos, en el caso chileno aparece como un mecanismo alternativo.
Existe una interesante jurisprudencia de resoluciones de la Comisión y la
Corte Interamericana que han condenado a estados por la violación de
derechos individuales indígenas. Recientemente la corte fallo un caso
referido a un pueblo indígena de Nicaragua que reclamó sus derechos sobre
recursos naturales, resolviendo a favor de los indígenas ( septiembre 2001).
En el caso chileno, los mapuche han recurrido al sistema interamericano en
defensa de derecho al debido proceso, siendo su demanda acogida por esta
instancia.

Finalmente cabe mencionar la posibilidad de recurrir a otras instancias


jurisdiccionales extraterritoriales, cuando se trata de empresas que tienen su
asiento fuera del país. En el caso de las represas del Bío Bío, por ejemplo,
hay quienes han sostenido la factibilidad de intentar una demanda judicial
en contra de esta empresa en España por el delito de genocidio considerado
en el ordenamiento jurídico de ese país. Baste recordar el impacto que tuvo
en Chile y el mundo el procesamiento por violaciones de derechos
humanos en España del general Pinochet y su consiguiente arresto en
Inglaterra para ver las posibilidades que brindan estas acciones
extraterritoriales.

b. Mecanismos alternativos (actuales y potenciales)

De acuerdo a lo que hemos indagado en este proyecto, no se han aplicado


en el caso de Chile, debido a la falta de condiciones jurídicas y políticas y a
falta de voluntad por parte del empresariado y el gobierno, mecanismos
alternativos para el manejo o resolución de los conflictos etnoambientales
en Chile. Como señaláramos anteriormente, se trata de mecanismo surgidos
en contextos económicos y culturales distintos al de Chile que intentan
sustituir el escenario de la confrontación y el litigio por el de la
colaboración para la resolución o manejo de conflictos.

Es importante señalar, sin embargo, que el gobierno ha generado en los


últimos años espacios de encuentro con las comunidades en conflicto,
conocidas como "mesas de dialogo" o "grupos de trabajo sobre pueblos
indígenas". Se trata, a nuestro entender de instancias que no han cumplido
las condiciones necesarias para convertirse en espacios para el manejo o
resolución de los conflictos aquí analizados, sino más bien han intentado
apaciguar los conflictos, generando muchas veces incertidumbre y división
al interior del movimiento mapuche. En la práctica dichas instancias no han
logrado detener las movilizaciones de los mapuche en torno a los conflictos
aquí analizados. Tampoco se han cumplido muchos de los acuerdos en
ellos adoptados.

Un ejemplo de lo anterior fue la "mesa de diálogo" establecida en el caso


del Bío Bío en 1998, tras las movilizaciones que paralizaron temporalmente
las obras. Dicha mesa fue aprovechada por el gobierno para "negociar" con
ENDESA y obtener algunos beneficios adicionales para las comunidades
indirectamente afectadas por el proyecto Ralco. En ella, sin embargo, no se
trató el conflicto de fondo que afecta a las comunidades pehuenche, que
dice relación con la construcción de un proyecto en contra de su voluntad y
en contradicción con la ley indígena que protege sus tierras.

Otro ejemplo fueron las recomendaciones del grupo de trabajo de pueblos


indígenas, el que propuso la modificación de la legislación vigente de
modo de garantizar a los pueblos indígenas derechos sobre los recursos
naturales que se encuentran en sus tierras o aguas colindantes
(MIDEPLAN, 2000), cuestión que hasta la fecha no se cumple. Está por
verse el cumplimiento de los acuerdos alcanzados por algunas
organizaciones - como la Asociación Ñanacucheo de Lumaco - con
representantes de gobierno para la adquisición de tierras en conflicto para
las comunidades que la integran.

Otra instancia creada recientemente por el estado es la Comisión para el


Nuevo Trato y Verdad histórica constituida por el gobierno en enero del
2001. Se trata de una comisión cuya creación fue propuesta por los
mapuche para discutir los temas de fondo que les afectan (en
contraposición a los temas de forma abordados en las mesas y grupos
anteriores), que tienen que ver con su contexto pasado y presente, así como
con la definición de las bases para un nuevo trato del estado para con los
pueblos indígenas de Chile. En ella deberían abordarse temas como el de
los proyectos camineros y forestales hoy presentes en sus territorios, los
derechos que a los mapuche corresponden frente a estas iniciativas (
derechos sobre recursos naturales, consulta y participación en los
beneficios), así como las compensaciones que les corresponden por los
perjuicios que estos provoquen. Sin embargo, esta aún por verse el alcance
que tenga esta Comisión, así como el impacto que para el manejo de
conflictos etnoambientales puedan tener las conclusiones de su trabajo. En
gran medida ello dependerá del involucramiento de los representantes del
pueblo mapuche en ella, los que hasta ahora no han decidido su
participación.

Un obstáculo para el desarrollo de instancias de este tipo, que podrían


llegar a convertirse en mecanismos de manejo alternativo de conflicto,
sigue siendo la represión que el gobierno, a través de sus agentes policiales,
comete en contra de comunidades, organizaciones o personas mapuche en
conflicto, como lo demuestran los hechos ocurridos en Tirúa, comuna de
importante presencia de forestales, en el mes de mayo pasado, y aquella
ocurrida en Temuco en el mes de julio luego de la movilización convocada
por el Consejo de Todas las Tierras.

Lamentablemente, mientras no se avance en la dirección de crear espacios


de dialogo verdadero, en igualdad de condiciones, tanto el gobierno como
los empresarios seguirán imponiendo su voluntad en los conflictos
etnoambientales con comunidades mapuche como ha ocurrido en los
últimos años.

c. Elementos para un manejo alternativo de conflictos etnoambientales en


territorio mapuche.

Es evidente que la expansión de la economía nacional y transnacional hacia


los territorios indígenas en Chile seguirá incidiendo en una presión sobre
los mapuche y sus comunidades. Tampoco se requiere de mucha intuición
como para saber que, de no introducirse cambios significativos en la forma
en que estos proyectos de inversión se han venido realizando a la fecha -
incluyendo la posibilidad de que estos proyectos no sean ejecutados - el
enfrentamiento entre los mapuche y el sector publico y privado involucrado
en ellos seguirá incrementándose.

Entre las condiciones que pensamos son necesarias para posibilitar un


manejo alternativo de los conflictos que involucran a los mapuche, y para
revertir el clima de enfrentamiento hoy existente en el sur de Chile, cabe
mencionar:

- Negociación global entre los mapuche y el estado chileno.

Una constatación central de nuestro estudio es que los casos de conflicto


abordados no son simples disputas de recursos naturales, sino que
sobretodo, conflictos étnicos entre pueblos. Esta visión, planteada con
fuerza durante las dos últimas décadas por parte de las organizaciones
indígenas a nivel mundial, implica en el caso de Chile, que a mediano o
largo plazo tendrá que haber una negociación global entre la sociedad
chilena y el pueblo mapuche que permita el reconocimiento de sus
derechos políticos y territoriales, que parte del poder hasta hoy ejercido por
el estado chileno en los territorios ancestrales de los mapuche tendrá que
ser ejercido por este pueblo, todo lo cual deberá manifestarse en una
reforma del estado a través de la constitución y las leyes.

Solo en este contexto, podrán tener vigencia en nuestro país los llamados
mecanismos alternativos de resolución de conflicto, que suponen mayores
niveles de igualdad entre las partes en conflicto para su aplicación.

Las palabras de Jorge Pichuñual, dirigente del lago Budi e integrante de la


Comisión de Defensa de los Lafkenche (2001), hablan de lo que hasta
ahora ha acontencido en la relación entre el estado y los mapuche y de los
cambios que debería haber en dicha relación:

"Si escucharan, si se generaran buenos diálogos, si por ambos lados se


generara conversación; Tanto por las autoridades de gobierno,
representantes del estado chileno y autoridades del pueblo mapuche; si nos
escucharan nuestro pensamiento a nosotros, estas cosas no sucederían. Este
tipo de peleas no habría. Pero aquellos que tienen el poder, el estado
chileno, el gobierno, no quieren. No han manejado bien el conflicto. No se
la pueden. Por eso sigue así esta cuestión. -Que sigan así no mas- dicen.
También se reúnen con otros gobiernos. Y algunos países donde también
existen pueblos originarios en Sudamérica, algunos han sabido tratar el
tema, pero no todos. Y en Chile, el estado y el gobierno no lo han sabido
tratarlo. Porque además es un problema complejo. Ya que nosotros
tenemos una sabiduría propia, un idioma, una espiritualidad, una forma de
saludarnos, de rogar. Tenemos una forma de bailar nuestra música, que aún
existe. Tenemos expresiones deportivas, es decir, estamos como un estado,
somos una nación. Por eso entendemos que el gobierno le cuesta mucho
solucionar este conflicto. Porque los extranjeros que llegaron después,
también dicen que las tierras que actualmente ocupan, les pertenece. Pero
sabemos que no es así. Como dije, existen mapas, documentos que
acreditan que esas tierras son nuestras. Si nos juntáramos a conversar
mapuche y no mapuche, se enderezaría el asunto. No estaríamos así,
estaríamos mucho mejor. Ese es mi pensamiento".

- El rol de la sociedad civil

La intervención más activa de sectores conscientes de la sociedad chilena


que puedan ejercer presión política y social frente al estado y las empresas
involucradas en conflictos etnoambientales, es fundamental en un escenario
futuro para un manejo alternativo de conflictos. Hasta ahora estos sectores
se han limitado a servir de puente de información, sin alterar drásticamente
la relación de las fuerzas en conflicto. Este rol de la llamada sociedad civil
es especialmente importante en el caso chileno dado las fuertes
limitaciones del actual sistema democrático heredadas de los mecanismos
institucionales implantados por el gobierno militar.

Pensamos que en la medida que sectores importantes de la sociedad chilena


hagan alianzas y articulen metas comunes con los mapuche, puede
modificarse la relación de fuerzas entre el estado y los mapuche. Ello puede
hacer ver al estado la necesidad de entrar en una negociación más profunda
con las comunidades, considerando ya no solo la visión desarrollista
predominante en su discurso hasta ahora, sino también la perspectiva
cultural propia de las indígenas.

- Relaciones con la comunidad internacional.

Otro actor crecientemente presente en los conflictos que involucran a los


mapuche y a otros pueblos indígenas son los grupos de apoyo
internacional. Las alianzas con grupos externos con el fin de utilizar
mecanismos institucionales nuevos, así como mecanismos alternativos de
presión, será de creciente importancia. Cabe hacer notar que uno de los
únicos megaproyectos que se han paralizado en Chile en el último tiempo
(por lo menos temporalmente) fue un proyecto forestal (Cascada) que se
paralizó luego del retiro de los inversionistas extranjeros, tras una larga
campaña que culminó con una acusación formal en contra del gobierno
chileno en la instancia creadas a raíz del Tratado de Libre Comercio entre
Chile y Canadá.

Otra acción posible, tal como ya se señaló, es la presión que se puede


ejercer sobre las empresas forestales, cuya producción mayoritariamente se
exporta a otros países, a través de los nuevos procesos de certificación
ambiental y/ a través del boicot ciudadano en el exterior a productos que
atentan sobre el medio ambiente y los derechos humanos.

- La democratización de los medios de comunicación

Tradicionalmente se considera, con razón, a los medios de comunicación


como mediadores de distintos intereses y visiones de la sociedad. El
espacio de lo público, la visión del mundo de muchos de nosotros está
fuertemente condicionada por estos mediadores, que lamentablemente, han
dejado de cumplir con su papel. En Chile los medios no sólo niegan el
punto de vista mapuche de los conflictos, sino que niegan también los
argumentos de sus aliados en la sociedad chilena, concentrándose en
difundir los argumentos empresariales y de gobierno. La democratización
de los medios y la creación de medios alternativos de difusión a nivel local,
nacional e internacional resultan claves para que en el futuro se creen
condiciones verdaderas de negociación entre el pueblo mapuche y los
actores presentes en sus territorios.

- Reconstitución del pueblo mapuche

La reconstitución que hoy se verifica al interior del pueblo mapuche, tanto


a nivel de sus comunidades, como entre sus organizaciones a nivel
territorial y nacional, es un proceso que resulta fundamental para posibilitar
la existencia de formas de resolución o manejo alternativo de los conflictos
en que hoy están involucrados.

Esta reconstitución tiene que ver con muchos ámbitos. En el plano


organizativo, hoy emergen las entidades territoriales mapuche por largo
tiempo negadas por el estado chileno. Asimismo, dichas entidades
territoriales se articulan entre si para dar mayor fuerza a propuestas y
acciones comunes. Ello podría permitir la superación de algunos de los
problemas detectados en el estudio tales como la falta de propuestas
unitarias, tanto entre los miembros de las comunidades, como entre las
diversas organizaciones mapuche y entre éstas y sus aliados en la sociedad
chilena.

La reconstitución mapuche también esta ligada al desarrollo iniciativas que


buscan la autosuficiencia económica de las comunidades. Estas últimas
iniciativas intentan revertir la grave situación socioeconómica en que hoy
viven muchas de ellas, situación que las pone en un plano de desigualdad
con los inversionistas públicos y privados. Ello ha determinado en muchos
de los casos de conflictos antes analizados, que el dinero que los
inversionistas se convierte en una herramienta de presión que distorsiona la
relación entre las partes en conflicto. Cabe señalar que la aceptación del
dinero por las personas directamente afectadas no significa necesariamente
conformidad con el proyecto. Tampoco significa desde el punto de vista
cultural, e incluso material, la mejor solución para los mapuche.

5. REFLEXIONES FINALES.

a. El manejo alternativo de conflictos en realidades socioculturales diversas


como el territorio mapuche en Chile.

A lo largo del proyecto hemos reflexionado lo más abiertamente posible


sobre el MAC y sus implicancias para el manejo de conflictos
etnoambientales en territorio mapuche. Hemos analizado la literatura sobre
este concepto en Norteamérica, su lugar de origen, así como en otros
contextos en que ha sido utilizado a favor de los intereses de pueblos
indígenas. También hemos intentado analizar la forma en que el pueblo
mapuche tradicionalmente ha resuelto sus conflictos. Como ya hemos
señalado, pensamos que el MAC, tal como fue concebido en su lugar de
origen, no ha tenido aún gran impacto en los casos de conflictos abordados
en este estudio. Ello se debe fundamentalmente, como lo hemos señalado, a
que en el país no existen aún condiciones jurídicas, políticas y culturales
para su aplicación, al menos en los términos en que este ha sido concebido
en otros contextos.

En efecto, no existe en los casos de conflicto abordados en este estudio la


igualdad mínima entre las partes que es requerida para poder hacer posible
la negociación entre ellas. Tampoco existe la institucionalidad que permita
hacer efectiva en estos casos la conciliación, la mediación entre dichas
partes, u otras formas de resolución alternativa de los conflictos.

Por otra parte no existe una cultura ciudadana que permita el ejercicio de
estos mecanismos. Cabe destacar, como lo hemos señalado, que se trata de
una situación que esta cambiando, con particular intensidad en el mundo
mapuche, el que precisamente por la amenaza que representan los
proyectos de inversión en sus territorios, ha iniciado un proceso
organizativo que hoy no se da en otros sectores de la sociedad chilena. Es
precisamente esta organización la que, a raíz de su movilización y presión
en defensa de sus intereses, ha logrado, por vías no institucionales, algunos
avances en la negociación de sus derechos con actores las empresas
presentes en sus territorios. Ello nos hace pensar en la potencialidad que a
futuro puedan tener los mecanismos alternativos para el manejo de
conflictos etnoambientales en esta parte del territorio de Chile.

Por otro lado, pensamos que, aunque nunca fue el objetivo del proyecto el
introducir el MAC como sistema de resolución de conflictos
etnoambientales en Chile, esta iniciativa, en su articulación con
organizaciones indígenas, estado y empresarios, contribuyó a sensibilizar a
algunos de estos actores sobre la necesidad de un cambio de actitud en los
conflictos aquí analizados, abriendo a futuro alternativas para su manejo a
través de mecanismos diferentes de los tradicionales actuales.

De especial relevancia fue en este sentido la realización del seminario en el


marco de este proyecto, donde tanto a través de las presentaciones teóricas
sobre el MAC efectuadas por los integrantes del proyecto, así como por las
experiencias de MAC compartidas por los representantes indígenas
deArgentina y Bolivia, se difundió y sensibilizó, en particular al sector
público, sobre las potencialidades de esta modalidad de manejo de
conflictos generados por los megaproyectos en el territorio mapuche.
No cabe duda que este mecanismo tiene gran potencialidad en el manejo de
conflictos etnoambientales en Chile como señaláramos en la parte final de
nuestras conclusiones. Su aplicación requiere, sin embargo, de los cambios
que allí se han identificado para su concreción. No debe descartarse , sin
embargo, la posibilidad de ir avanzando en la utilización de este
mecanismo sin mediar dichos cambios. Ello a través de la movilización y
presión organizada de las comunidades en conflicto, en alianza con los
sectores conscientes de la sociedad civil. Aunque con un costo muy
elevado para los mapuche, dicha movilización ha demostrado en algunos de
los casos en estudio ser un camino que ha abierto puertas para su
resolución, aunque sea parcial, lo que no ha sido posible hasta ahora a
través de los mecanismos tradicionales de resolución de conflictos.

Cabe destacar por último la importancia que, en un contexto de


globalización económica como el que vive el mundo hoy, han adquirido las
instancias internacionales de solución de disputas, como el sistema
interamericano de derechos humanos (Comisión y Corte), el Banco
Mundial, entre otras instancias. Dado que varias de las inversiones que
generan conflictos en territorio mapuche son extranjeras o provienen de
entidades multilaterales, y en atención a la relevancia adquirida por el
sistema internacional de protección de los derechos humanos e indígenas,
es dable presumir que estas y otras instancias que promueven la mediación,
la negociación y otras mecanismos de manejo alternativo de conflictos, van
a ir teniendo cada vez mayor poder de intervenir en ellos, en beneficio de
los intereses indígenas desprotegidos en el ámbito nacional.

Ello sin perjuicio de la necesidad de realizar cambios internos en la


institucionalisdad nacional que permitan avanzar en el establecimiento de
una relación mas justa entre mapuche y estado y empresas, condición
fundamental para permitir la aplicación del MAC.

b. Observaciones y recomendaciones.

En el ámbito metodológico, y como una autocrítica, pensamos que fue muy


ambicioso de nuestra parte pretender abordar cuatro casos de conflicto en
este proyecto de investigación. Las características de cada caso, las
dificultades para acceder a cada una de las áreas en conflicto identificadas,
así como lo escaso de los recursos existentes, sin duda dificultaron el
cumplimiento de los objetivos trazados en este proyecto. En la práctica,
ello ha significado que uno de los productos del proyecto, cual es la
elaboración de un cassette bilingüe que de cuenta de las lecciones de los
cuatro casos de conflicto abordados en el, va a ser finalizado con algo de
retraso, previendose su conclusión durante el mes de noviembre de 2001.
En cuanto al Programa Conflicto y Colaboración en el Manejo de Recursos
Naturales en América Latina, pensamos que este ha realizado una gran
contribución al permitir el análisis, desde una óptica diferente de la
tradicional, de las múltiples situaciones de conflicto de este tipo que hoy se
viven en la región y de sus formas de manejo o resolución. No obstante lo
anterior, hacemos las siguientes observaciones al Programa a efectos de
contribuir a su proyección futura:

Pensamos que faltó una difusión de los marcos teóricos y experiencias de


aplicación del MAC en otros contextos con el objeto de enriquecer la
investigación propuesta. No obstante la literatura distribuida (Buckles ed.,
2000), pensamos que se pudo haber desarrollado otras iniciativas (talleres,
conferencias electrónicas, etc.) que permitiesen un conocimiento y
comprensión más adecuado de las modalidades alternativas de manejo de
conflictos hoy comunes y conocidas en otros contextos geográficos pero no
en la región, o al menos en Chile.

Por otro lado, pensamos que el proyecto requiere de un mayor


acompañamiento por parte del Programa de modo de permitir una mayor
inserción de la investigación en un proyecto de carácter regional. En efecto,
en el caso de nuestro equipo tuvimos un contacto muy tangencial con el
Programa. Dicho contacto estuvo más relacionado a los aspectos formales
del proyecto, que a un acompañamiento de nuestra investigación en los
temas de fondo. Quisiéramos de todos modos valorar la visita de Rosario
León, así como de Jacques Chevalier, quien nos visitó y compartió con
nosotros sus conocimiento en el ámbito del análisis de actores, lo que fue
de gran utilidad para la investigación . Asimismo, valoramos la invitación a
participar en el seminario global del Programa en Costa Rica en septiembre
pasado.

Finalmente, pensamos que una investigación sobre una temática como la


abordada, requiere de un período mayor de un año para su desarrollo. En
efecto dado que el marco teórico de análisis era nuevo para nosotros, lo que
determinó que tuviésemos que destinar mayor tiempo para su comprensión,
y en atención a la complejidad de las situaciones de conflicto etnoambiental
analizadas, es que el tiempo para la ejecución de esta iniciativa se hizo
corto. Si se quisiera lograr mayores niveles de impacto con estos estudios,
lo que es deseable en el caso de una investigación acción como esta, podría
considerarse al menos un segundo año de ejecución del proyecto. Ello daría
oportunidad para socializar las conclusiones de la investigación, y
eventualmente, contribuir al empoderamiento de las comunidades
involucradas en estos casos de conflicto para su manejo o resolución
alternativa.
No podemos concluir este informe sin reconocer y agradecer el apoyo
brindado por el Programa Conflicto y Colaboración a nuestro proyecto. Sin
lugar a dudas esta iniciativa nos ha permitido, y pensamos tambien a las
comunidades con las que hemos trabajado, reflexionar sobre lo que hoy
está ocurriendo en el espacio territorial mapuche, sobre los impactos
ambientales y culturales que los proyectos de inversión están teniendo en
sus comunidades, sobre el rol que los distintos actores, incluída la sociedad
civil, desempeñan en este contexto, así como sobre los mecanismo más
adecuados para el manejo y resolución de los conflictos etnoambientales en
favor de los intereses de los indígenas.

BIBLIOGRAFIA.

Astorga, Eduardo (MOP), Principios y criterios para el desarrollo de


proyectos en territorios indígenas (El caso del by-pass de Temuco),
documento inédito, 2000.

Aylwin, José, "Los conflictos en el territorio mapuche: antecedentes y


perspectivas", Perspectivas, vol. 3 No 2 , Santiago, 2000.

Barsh, Russel y Krisma Bastien, Negociaciones eficaces por parte de los


pueblos indígenas, Turín, OIT, 1998.

Buckles, Daniel, ed., Cultivar la paz. Conflicto ycColaboración en el


manejo de los recursos naturales, Ottawa, CIID, 2000.

Castillo, Marcelo, Análisis crítico del sistema de evaluación de impacto


ambiental, Santiago, Renace, 1988.

CEPAL, El derecho de los pueblos indígenas a la tierra en los


ordenamientos jurídicos de América Latina, Santiago, CEPAL, 2001 ( en
publicación).

Concertación de Partidos por la Democracia "Crecer con Igualdad",


Compromiso para un Nuevo Trato del Tercer Gobierno de la Concertación
con los Pueblos Indígenas de Chile, Documento firmado entre candidato a
la Presidencia Ricardo Lagos Escobar y Dirigentes, Representantes y
Autoridades Tradicionales de los Pueblos Indígenas, Temuco, 7 de
diciembre de 1999

Forestal Mininco. Memoria 1999, Santiago, 2000.

Ingeniería Cuatro Ltda. Consultores, Estudio de Ingeniería Mejoramiento


de Camino Costero Sur Sector: Tranapuente-Puerto Saavedra-Porma IX
Región. Proyecto Definitivo Informe de Impacto Ambiental., Santiago,
Dirección de Vialidad, Ministerio de Obras Públicas, Volumen 1 Memoria,
Marzo, 1997,

Ñanculef, Juan, "La autonomía y la organización social del pueblo


mapuche", en NUTRAM, 2, 1990.

Pinochet, Augusto, Discurso del Comandante en Jefe del Ejercito con


Ocasión de la Clausura del Seminario "Conquista y Consolidación de las
Fronteras Interiores: Una Tarea del Ejército", Santiago, julio 1984.

Programa Manejo Alternativo de Conflictos et al. eds, Seminario


Conflictos socio ambientales y pueblo mapuche: alternativas para su
resolución. Temuco, agosto 2001 (Intervenciones de ponenecistas
transcritas y en vías de publicación)

Sabatini, Francisco et al., Participación ciudadana para enfrentar conflictos


ambientales, Santiago, CIPMA, 2000.

Entrevistas a dirigentes mapuche de los cuatro territorios considerados en


este estudio

Você também pode gostar