Você está na página 1de 5

INSTITUTO ÁGAPE

Ximena Prado Dagnino


Séptimo Año Básico

HISTORIA
La Civilización Inca y su Vida Cotidiana

(11 de Oct. de 2017)


Nombre del estudiante

Instrucciones /Actividades
1. Leer atentamente el texto
2. Realizar las siguientes actividades
a. Construye un cuadro comparativo entre tu vida y la vida de las
personas del Imperio Inca
b. Comenta los aspectos que más te llamaron la atención
c. Representa a través de seis dibujos cómo era la vida diaria
durante el Imperio Inca
3. Entrega las actividades resueltas en una hoja aparte.

La mayor parte de los incas ubicados en el territorio o Tahuantinsuyo, era rural, Vivian de la agricultura
como sustento trabajando para el estado, así también realizaban sus ritos o ceremonias religiosas. Cada
grupo étnico debía usar una vestimenta distinta como distintivo.

Pero también había un número importante de población urbana, fundamentalmente en la capital Cuzco
y sus alrededores. En estas ciudades, la gente habitaba casas de piedra con techos de paja, estas casas
eran entregadas a quienes contraían matrimonio.

Las urbes también albergaban edificios públicos, plazas y calles angostas y rectas. El día de los cuzqueños
se iniciaba cuando las mujeres se levantaban una media hora antes que sus maridos a machacar el maíz
en el metate. Como a las siete y media, el hombre se ponía uno de sus dos trajes de lana de llama que el
estado entregaba a todos los recién casados. A continuación tomaba un frugal desayuno y se dirigía al
trabajo. Mientras tanto, las mujeres tenían muchas obligaciones: recoger leña, telar, cocinar, cuidar a los
niños y mantener el orden en la casa. Como a las seis de la tarde finalizaba la jornada laboral de los
hombres, sin descanso desde la mañana.

Cuando se hacían presentes el cansancio o el hambre, se masticaban hojas de coca que permitían
recuperar las energías. Una vez en casa, la familia compartía la comida del día, acompañada a menudo
de chicha. En los días más fríos, se conversaba alrededor del fogón y se contaban historias o sucesos
ocurridos en la ciudad. Las fiestas en que participaba la familia eran animadas con instrumentos

Jerarquización social
Organizada en torno a las demandas y mandatos del Estado, la sociedad incaica conoció estrictas reglas
de convivencia, cuya violación estaba severamente penada. La vida social toda transitaba por sendas
prefijadas, asignándose a cada individuo un rol definido en la pirámide ocupacional y jerárquica de la
sociedad.

Realeza
Sapa Inca: líder absoluto de la sociedad incaica, todas las estructuras del Estado estaban bajo su
administración.
La Coya: era la esposa del Inca, colla era un título de nobleza entre los antiguos incas, para diferenciar a
las mujeres de familia imperial como la esposa del emperador, la señora soberana o las princesas.
El Auqui: en el Tahuantinsuyo no actúo el elemento de primogenitura para la sucesión del trono, sino
que se convertía en Inca aquel hijo que parecía poder ser mejor gobernante.

Dos linajes principales existieron en el Imperio Inca, los Hanan Cuzco y los Hurin Cuzco, de los cuales
provenía el Inca. Aunque la política incaica parece haber sido estable y progresiva siempre hubo
fricciones entre estos dos linajes, principalmente por la descendencia del último monarca por el poder,
cuando el Inca moría.

“El mandamiento es lámpara, la enseñanza es luz y la disciplina es el camino a la vida” 1


INSTITUTO ÁGAPE
Ximena Prado Dagnino
Séptimo Año Básico

Nobleza
Nobleza de sangre: llamados “panacas”, eran los miembros directos de la familia del Inca reinante y por
ende pertenecientes a uno de los dos linajes del imperio. Formaban la élite cuzqueña. Este grupo
cerrado de familiares del Inca se hallaba en la cúspide de la pirámide social y cumplía funciones en el
gobierno. El Willaq Umu “el que tiene la palabra” (sumo sacerdote) era pariente cercano del Sapa Inca,
ya fuera un hermano o tío, y realizaba el cargo hasta su muerte.

Nobleza advenediza o nobleza de provincia: La nobleza advenediza estaba conformada por aquellos
curacas sometidos al poder incaico que juraron fidelidad y sometimiento al Sapa inca. Eran los
responsables de recibir los tributos de los ayllus, que luego entregaban al Estado incaico.

Nobleza de privilegio: estaba formada por personas del pueblo que se habían destacado en el ejercicio
de sus ocupaciones y, que a sabiduría del inca fueron ascendidos a nobles. Entre ellos resaltan los
amautas (sabios y educadores), los administradores contables que eran llamados Quipucamayoc, y los
guerreros más valerosos que ganaron territorios para el imperio incaico.

Pueblo
Se calcula que la población total del Imperio incaico fue de entre 16 a 18 millones de habitantes, en su
mayor esplendor. El pueblo estaba conformado por los hatun runa, los mitimaes o mitmacuna, los
yanaconas y los piñas.

Hatun runa: era el grueso de la población organizados en ayllus. Hatun runa significa “hombre mayor” lo
que indicaba que la persona ya estaba preparada para cumplir una función en la sociedad sirviéndole al
Estado. Eran la fuerza de trabajo, agricultores principalmente, pescadores y artesanos, eran la base
económica del imperio.

Mitimaes o Mitmacuna: "el que se va". Eran conjuntos de familias separadas de sus grupos por el Estado,
se trasladaban fuera de su territorio para cumplir un servicio por un periodo de tiempo como colonos,
enseñando a otras comunidades sus costumbres o cualquier labor que se le haya asignado. Conservaban
los vínculos de reciprocidad y parentesco. En ciertos casos la población era trasladada como muestra de
confianza y en otros como castigo, la diferencia radicaba en las condiciones de vida de los castigados y de
los premiados.

Yanaconas: según la leyenda los “yanas” fueron una población que se rebeló y a la que se le perdonó su
vida a cambio de servir eternamente al soberano incaico, se cuenta que justo cuando iban a ser
ejecutados Mama Ocllo intercedió por ellos y pidió que estuvieran a su servicio. Por ello, cuando una
aclla contraía matrimonio eran entregados como sus servidores. También se les confería a una persona o
institución y su condición servil era hereditaria.

Pinakunas
Piñas: los “pinakunas” eran prisioneros de guerra y ocupaban un nivel inferior en la escala incaica. Su
realidad era extensiva para sus parejas e hijos, siendo propiedad del Estado. A ellos se les enviaba a
trabajar en campos agrícolas muy precarios, de difícil acceso y con las peores condiciones, o dentro de
las ciudades en los trabajos más forzosos.

Vida cotidiana
El matrimonio y la familia constituyeron la puerta de acceso a la adultez, tanto de varones como de
mujeres, además de un reconocimiento pleno en la comunidad. Tareas domésticas, formas de vestir y la
relación misma con el cuerpo, la enfermedad y sus tratamientos, revelan el desarrollo de una cultura que
hizo de la organización colectiva y su funcionalismo su principal norte.

El matrimonio
El varón tenía la obligación de constituir una familia. Si no hallaba mujer de manera personal, el Estado
se encargaba de ofrecerle un elenco de solteras para su elección. La institución matrimonial era tan
importante que no se consideraba completamente adulto a aquel que no lo hubiera contraído. También
contemplaron el divorcio, aunque en situaciones extremas, como la infidelidad comprobada.

“El mandamiento es lámpara, la enseñanza es luz y la disciplina es el camino a la vida” 2


INSTITUTO ÁGAPE
Ximena Prado Dagnino
Séptimo Año Básico
Los campesinos no podían casarse an-tes de los 24 años y las muchachas, antes de los 18. Sociedad
monógama, sólo el In-ca tenía varias esposas a la vez. Las per-sonas de una misma clase social debían
casarse sólo con sus pares y estaba termi-nantemente prohibida la mezcla de san-gre. Tampoco podían
unirse con parejas de otros pueblos, asegurándose de esta manera que cada habitante de un pobla-do
fuera pariente directo de los demás. Según las tradiciones llegadas por inter-medio de los cronistas, la
forma de es-coger pareja comenzaba con la visita ha-bitual del pretendiente a la casa paterna de la
escogida, participando activamente de las tareas hogareñas.

Luego se realizaba una suerte de matri-monio de ensayo (servinacuy) para constatar que los futuros
cónyuges se enten-dían plenamente. Superada la prueba, se consagraba la unión definitiva e indisoluble,
salvo casos excepcionales como el adulterio femenino o la infertilidad. Si los pretendientes no llegaban a
un acuerdo, la muchacha regresaba a su hogar. Si aca-so hubiera quedado embarazada, la cria-tura se
quedaba con la madre.

Mama Huaco Coya y sus sirvientas, por Guamán Poma de Ayala. La diferencia de tamaño entre las
personas señala que Mama Huaco tenía gran poder. Es ella quien marca el comienzo de las reinas coyas
esposas de los Incas.

El Estado se encargaba de adjudicarle un rol social y económico a la mujer inca. Al cumplir diez años se
las clasificaba para quedarse en la aldea o para servir en los actos ceremoniales, al Inca y la nobleza. Las
primeras aprendían tareas domésticas, como hilar y coci-nar, además de trabajar en los campos de
cultivo. Las seleccionadas, recluidas en casas especiales, eran instruidas en los rituales religiosos y en
tareas domésticas más refinadas, teniendo en cuenta a quiénes servirían.

Las mujeres del pueblo desarrollaban su vida en el ayllu, aunque algunas de ellas, portadoras de alguna
habilidad especial o de una belleza destacada, podían ser trasladadas a la capital regional para
convertirse en la mujer de un funcionario e, incluso, en la concubina del Inca. A estas mujeres se las
llamaba “acllas”, y eran reclutadas entre los ocho y doce años, para ser educadas de una manera más
esmerada. En general eran consideradas como objetos de lujo y servían como preciados obsequios a
curacas, guerreros y nobles. Algunas de ellas asistían al Inca e incluso servían de amantes durante sus
viajes por el imperio.

Las acllas constituían un grupo sumamente estratificado según sus funciones, como las cantantes o las
servidoras de las demás acllas (yanas acllas). Un pequeño grupo era a su vez seleccionado para rendir
culto al Sol (yurac acllas), debiendo permanecer vírgenes. También tenían la misión de instruir a las
futuras sacerdotisas del culto.

Acllas
El vestuario que utilizaban las acllas era como el de los demás habitantes, aunque con algunas
singularidades: al ser seleccionadas su cabello era rapado, pero luego se lo dejaba largo, adornado con
una vincha.

Su valor era tan alto que estaba seriamente penado cometer adulterio con una de ellas, siendo colgados
los amantes de los pies hasta que muriesen en una ceremonia pública. En ocasiones se les colgaba
también de los cabellos. Incluso se consideraba razón suficiente para esta condena el que un hombre
hablase con ellas o les enviase mensajes con la intención de seducirlas. A veces se incluía en este castigo
también a los porteros y guardianes por su negligencia.

El parto
Las embarazadas solían tener a sus hijos sin otra asistencia médica que la de otras mujeres
experimentadas, salvo cuando existía riesgo de pérdida o aborto. Entonces se convocaba al hechicero,
quien practicaba una comple-ja ceremonia sobre el cuerpo de la mujer. El ritual consistía en colocar
encima de su vientre una pasta pre-viamente masticada por jóvenes vírgenes que no hubieran ingeri-do
durante la prepara-ción ni sal ni pimienta.

Medicina inca

Los incas creían que algunas enfermedades eran causadas por malestares divinos, conductas
transgresoras, o por el ataque de un hechicero malintencionado, razón por la cual los médicos
dominaban las artes de la adivinación y la magia. En ocasiones, durante la curación, intervenían personas
“El mandamiento es lámpara, la enseñanza es luz y la disciplina es el camino a la vida” 3
INSTITUTO ÁGAPE
Ximena Prado Dagnino
Séptimo Año Básico
que habían pasado por la misma dolencia, ya que se suponía habían adquirido las armas necesarias para
combatirla. También era común el uso de hierbas y pociones naturales. La cirugía les fue conocida, y
utilizaron el tumi (cuchillo de sacrificio, hecho en plata, utilizado en las ceremonias) para realizar las
incisiones.

La trepanación es una práctica médica que consiste en agujerear el cráneo, los paracas, cultura
preincaica fueron expertos en este arte heredado a los incas.

Donde mejor queda reflejada la relación entre creencias y vida cotidiana es en el ámbito de la medicina
incaica. La mis-ma estuvo estrechamente ligada a la ma-gia y la religión, ya que creían que las
enfermedades se generaban a partir del desprendimiento del espíritu del cuer-po por la acción de un
maleficio o una contravención de las leyes y códigos mo-rales de la comunidad. No obstante, su creencia
mítica acerca del origen de la enfermedad, los médi-cos incas alcanzaron un desarrollo científico que les
permitió realizar interven-ciones quirúrgicas. Se sabe que la coca o abundantes cantidades de chicha
fueron utilizadas a manera de anestesia. También atendie-ron numerosos tipos de dolencias con una
variedad importante de hierbas o brebajes naturales.

El pecado entre los incas


Una cultura tan estructurada alrededor del culto a sus dioses no podía dejar de tener una marcada
conciencia del pe-cado. En la cumbre de los pecados se hallaba el crimen, seguido por el ro-bo y la
desobediencia al emperador. Otras acciones, como el estupro (relación sexual entre un anciano y una
adolescente), por ejemplo, también constituían un delito duramente censurado y castigado moralmente,
al grado de prohibirle al que lo cometiera participar de cere-monias y festivales si acaso aún no se
hubiera purificado y confesado ante un sacerdote a cargo de una huaca, quien finalmente le imponía un
cas-tigo según la gravedad de la falta. Si la falta era mayor, po-día corresponderle la muerte o la
inmediata expulsión del ayllu; si en cambio la falta juzgada era menor, algunos días de ayuno y rezos
podí-an bastar para que el castigado se reintegrase a la co-munidad, purificado tras bañarse en agua
corriente y libre de pecados. La norma moral de los incas era: no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas
ocioso.

La vivienda
Las casas de los campesinos incas guardaban una misma forma, con una única planta rectangular para
toda la familia. Los muros eran de piedra bruta y barro o adobe, y los pisos, de tierra apisonada. Tenían
una falta casi completa de ajuar doméstico, limitándose a los utensilios necesarios para preparar la
comida. En la ciudad, donde había menos espacio, algunas casas tenían dos plantas, siendo el acceso al
piso superior una escalera de soga y, a veces, de madera.

El manejo y trabajo de la piedra no fue una incógnita para los incas, aun en las de gran tamaño, y pulían
sus lados para lograr un encastre perfecto. Las casas de los nobles tenían terminaciones más cuidadas,
sobre todo en el pulimiento de la roca.

La monogamia generalizada en el imperio inca redundaba directamente en el plano y disposición de su


recinto conyugal. Tanto en la costa como en la zona andina, ya sea de quincha, pirca o adobe, tenían un
espacio limitado, lo suficiente para albergar a una familia nuclear simple o una familia nuclear
compuesta, siempre cortas. Las casas cuadrangulares de la costa y redondas en la zona andina,
habitualmente tenía una dimensión de cinco o seis metros de diámetro, con techos formados de varas
de madera que se juntaban en el vértice, cubierto con paja. No eran raras las viviendas cuadrangulares
con cobertizos de dos aguas.

Vivienda inca
Mientras tanto, en las moradas en los hogares poligámicos (curacas y otros privilegiados), tenían que
responder a las necesidades creadas para dar alojamiento a varias esposas y numerosos hijos. Por esa
razón la residencia de los capacs (señores poderosos) ostentaban mayor tamaño, disponiendo de cuatro
y más habitaciones. La edificación de cualquier vivienda demandaba ritos propiciatorios.

Vestimenta inca
La vestimenta cumplía un rol funcional, pero también de jerarquización social. Los mejores hilados se
utilizaban para el vestido de la élite cuzqueña, al igual que mantos y tocados. A pesar de las enormes
cantidades de oro, los incas no valoraban los metales preciosos o piedras preciosas con fines monetarios.
Ellos valoran la tela por encima del oro y las joyas debido a la cantidad de trabajo necesario para la
“El mandamiento es lámpara, la enseñanza es luz y la disciplina es el camino a la vida” 4
INSTITUTO ÁGAPE
Ximena Prado Dagnino
Séptimo Año Básico
producción de textiles verdaderamente finos. La tela valía tanto que nunca se cortaba, las prendas
usadas encontradas en las tumbas fueron tejidos intactos. Cuanto más fino y más intrincadas de la tela,
mayor era su valor.

Tejedoras incasTejedoras incas


El tejedor utiliza un servicio de transporte para ejecutar los hilos de trama por encima y debajo de los
hilos de la urdimbre, trabajando desde el cuerpo hacia adelante.

Las mujeres hilaban y tejían todos los días, incluso como uso de su tiempo libre. Se tejía en telar de
cintura unida al cuerpo. Un telar tiene una urdimbre (los hilos verticales) y una trama (los hilos
horizontales). Con un telar de cintura, la urdimbre se mantiene tensa entre un anclaje (una puerta o un
árbol, por ejemplo, o incluso de otra persona), y el cuerpo de la tejedora. El anclaje del cuerpo se llama
cintura. Algunos hombres y mujeres se convirtieron en expertos tejedores, empleados por el gobierno
para producir telas que podrían ser utilizadas como regalos o al negociar la rendición del enemigo. La
tela se convirtió en una parte integral de los rituales religiosos realizados a los dioses.

El gobernante Inca vestía una túnica ricamente tejida de cumbi, una tela de lana de vicuña usado sólo
por nobles. En la cabeza llevaba una "llautu" corona trenzada con flecos y plumas. Así vestido y sentado
en un taburete de oro, el Sapa Inca celebrará audiencias para su pueblo

“El mandamiento es lámpara, la enseñanza es luz y la disciplina es el camino a la vida” 5

Você também pode gostar