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AMOR MIO, VEN TEMPRANO.. i | | j | Z DOR FELIDE ALAIZ | Amor mio, ‘| ven temprano - FELIPE ALAtZ uit i haere pe ea ee ee ee ee ‘Talleres Grilicos Modernor,-JOSH SOLA GUARINOLA Sénoca, -=Teléfees a4gn ().-Bareelonn 508/4lhymmmnenuanmg warn Amor mio, ven temprano... mee en la Argentina, de padres ) emigran- tes de Espa Su_infancia, entre muchos ermanos y po- ore haberes, fué ripida y calida: desgaire callejero, picar- dia incipiente,. audacias ena que se siente mimada Hay cores de mira tas muchachas prefieren al xe porque Ja vida co) pee aldara al capons oan ttt a Se agitan temprano, pone la opinién total. Gustaba Maria de ofr a sus pretecclonias como quien res a cubierto, Se interesaba poco por ae antes que trataran de reducir su gustoso vuelo Eslacioes convenidas. Preferia el coro que se expresa por boca del conversador casual, del vecino, del admirador — pasa. A la edad del crecimiento, su movilidad pajaril no se sentia muy capaz de apasionarse por cualquier ente que Peee er bizeo, © tener una conversacién tan pesada, como — = Be eer arcs Obit; aia derivacitn hacia: cl caso: laxity = Seo. Palidez avida y risa anbelante. Se desarrollé, aquedando en Ip estatura chiquita, aunque no mucho. Ya iT e eee se prende a los fees de un | Fequiebro: que se bla argenti 1 duros, ‘acento’ del Romancero ue no hablan podido ene de los labios castellanos, Poco pasaba de los catorce afios, cuando entré de apren- diza en una gran casa de modas, dedicada a la confeccién de géneros blancos. Allf gand la predileecién de la maestra, una francesa redicha y escudlida, que recargaba las facturas con melosos cumplimientos, mezclando el calculo y el aban- dono, para interesar alas matronas en los compromisos mo- disteriles y avivar Ia estudiada languidez de la clientela calificada. Conocia las suficientes historietas para sospechar que el desdefioso empaque oficial de la aristocracia, no es mas que un contrapeso obligado por las violentas arreme- tidas del vicio cultivado en fe inlonidad Cuando leyé esta observacién tan justa en una novela de los hermanos Gon- court, supuso que los autores hubieran podido regentar con gran provecho una casa de modas. Maria eta un pequeno prodigio en la confecciin de ge- neros blancos. Madame Garvin, la directora, seguia con- cienzudamente la costumbre parisién de dar solemnidad a las mayores tonterias, La burguesia de Buenos ee rabia por ocultar su sangre criolla, se aviene a modas de Francia con devocién servil. Madame Garvin aprovechd Ia circunstancia para extremar Ia escenografis como estuche de sus “creaciones”. Sp trataba de equipar a In novia: madame Garvin Pee paraba, tg Gepoe ee en la casa nupcial. Encajes fiidos; miniaturas iandas; velos para envolver a la desposada en humo bendito; prendas.intimas, docenas de docenas de medins, y Ins inevitables camisas obscenas; tramas de cor- dén, formando rectingulos platerescos; gorros de dormir, que cumplen su misién de alcahuetes del rostro y hacen gui- fios a la flor de azahar, ajandola un poco; juegos de ca- racter vetusto, con puntillados, sacados de las albas de la: clerecia y destinados a recatar sorpresas; tejitlos sutiles, hi- Jos desgravados, nipis japonés; combinaciones de combi- naciones; pyjamas manoseados hasta el delirio; quitasles de seda cruda y decoracién celestial, mas utiles para quitar el hipo que para q el sol. Toda aquella’ co: inutilidad se exponia amte un cen- tenar de papanatas, entre los que habia algin cincnentén de los que acaban rae con la criada, y enjambre de —5— colegialas, predestinadas algin dia q ensefiar sus camisas al gran mundo. Aprendié Maria a vestirse y a desnudarse y a volverse a vestir, Sabix “lo que sc leva” y tambien “cémo se Ie- va’. Demostré disposiciones admirables para la directora, a la que sustituia con alguna frecuencia, porque Jas so- lemnidades se propagaban en nimero y calidad. No se tra- faba ya de “trousseaux” virginales, sino de yerdaderas fe- i leseadas por la vanidad de mujeres maduras, destiladas y chamuscadas de puro maduras, que abrian les salones al principio de una SemPOEAC ty para que sus relaciones vieran montones de trapos blancos. A la fiesta asistian los vastagos y el marido, sue pagaria Ja factura con aire fe gales obli- gato a saltar la cucrda, ¥ que, sin embargo, contento, angustiosamente contento. i] amante concurria muy peri- puesto, ostentando una i de pens Soe ¥ convencido de que era de aque) gallinero, pr para abrir el apetito, Habia también exposiciones para natalicios, b hasta, ae solterones arrepentidos, no de solteria, sino od mala. vida. Las pacientes y entretenidas cominerlas de las labores, eran para Maria ejercicios suscitadores de inyentiva, y se entregaban por complelo a costuras de fantasia, hasta que se entregd a un ne del comercio, que no era alto ni rubio, como los ingleses de novela, pero era un sinver- gienza. ores pe ecelom® ih Tenia entonces Maria, cerca de yeinte afios, y el inglés veinte mis que ella. Poco durd aquel episodio, El inglés vivid cun Maria unos meses tan sdlo, y di ib hacia el pais del carb6n y de la mermelada, solicitado por una boda de ventaja, Maria quedé en Buenos Aires, instalada en un departamento caro, con los pesos escasos para no ladearse cn un trimestre de vida normal, sin plaza en Ja casa de mo- das, separada de Ia familia, que sufria un ataque de pun- a ae calderoniano, y en el vértice un escin- O. Quito suicidarse, vender los muebles, irse a cualquier parte ao Ilorar metédi Bar = on ct chtecelot een ake de las viudas, por supuesto —, arrodillarse ante madame Garvin, para que [a diosa del pespunte tuyiera a bien reponerla en la situacién anterior. Como ocurre cuando se tienen muchos propdsites, no formalizi ninguno. |¥ todo habia ocurrido en um cuarto de hora de distraccin! Empezaba a comprender que la marcha del inglés era cosa. mas meritoria para é| que el acercamiento. Habia “caldo" como tértola sin herir, por la tonteria oscilante, cansads de las tandas de yalses, de los encajes. Estaba fal- samente triste, queriendo Ilorar sin poder, y mas guapa que antes. Entre sus admiradores habia® un italiano, ladino y san- guines, que se arruinaba periddicamente, desaparecia de la ck habitual, y volvia al poco tiempo con plata, para arruinarse de nuevo. Tenja la manig de organizar com- paiiias de cémicos y danzantes, que atravesaban el Atlin- tico sree el hambre, y se presentaban acd tan mal como podian. El hambre que habia sido aglutinante, alslaba a unos de otros cuando Hegaba el fracaso, bajo el encan- tador cielo de Espafia, hecho va a encubrir miserias. —— El eet ‘Se Scales a eee ¥ nadie se creia capaz averiguar cémo enjugaba sus peérdidas, por la vida de laberinto que Mevaba. Vid en Marin ce oe ocasidin de arruinarse, y quiso aprovecharla, puesto que vivia él de irse arruinando, y !o pasaba en grande. Mien- tras decrecia el capital, era un sultan, y cuando Ilegaba el desastre, no tardaba en proveerse de fondos para trepar otta vez y descender foeg Pepa abajo. La compaiia estaba haciendo el equipaje para embar- car rumbo a Europa, El empresario italiano, queria difun- dir el americanismo de danzones, vidalitas y murga por- tefia, sentimental y eléctrica, con ribetes franceses, estilo bulevar exterior, tarantelas y bulerias, intermedios enfer- mizos y apachescos, El delirio... Una cota completamente inscrita en el estntuto de intercambio, cuyas caracteristicas son la piranda, «l diplomatico-pocta, que igual podria ser peluquero, los bailes gesteros, los banquetes y la prensa de alli, hidrépica de topicos de Europa. ¢Cémo corresponds Europa a tanta ramploneria? Enviando a América una calamidad que las resume todas; el conferenciante. Il Azar por azar, Maria acepté al italiano, hombre de Tete inagotables, quien no existia el fracaso dlti- sin gegen ta curiosidad del yiaje, la novedad. de cooacet ol pala de sas padre, sobre toda, Por escaparse del cerco de murmullos y chismes, marea mal- diciente que ayuda a caer, y chee los_naufragios. Tal vez, dejandose Hevar de la iusién viajera, se mostré Sige te ois aes estaba. Tampoco amaba 4 se creia fatalmente condenada a “seguir do” Pertti cada dia mas el soterrado, el fondo ah su ee Tendria que ofr el canto del carrero, Ilori- quitos de Milonguita, alu alusiones al ombi gallardo y soli- tario de la pampa, msica de martillos y sierras, serenatas de ocasién y canciones rimadas, con melaza, todo ello ame- nizado coh “matesitos™ y recepcinnes consulares, E! italiano procoré que el personal admiti¢ra a Maria como nifia mimada, y lo fmé sin grandes esfuerzos, por la avenida y perezosa “sumisiin de la compafiia, La buena de cuidados pacientes, demostrado en Ts casa de ; tra un matiz del carécter de Maria, que S@ reprodiici en el trato con todos aquellos artistas, tonta- mente exquisitos, convictos y confesos de adhesién a la nueva sultana, Esta, por su pate no eéxtremé la emisiGn del vaho fe an consentida, que desprenden tantas hembras Maria no tenia ain la fijeza parada de estatua, masa hecha, distribuida, amat: de planos y flances defi nitives. Era su movilidad acentuada, aunque menos pajaril que antes. Sentia listima viendo el escorzo primerizo de las baila- tinas, muy jévenes, que svefan iertas en miserables vicotiss estantes'y prodigan atcereceaine que mis bien — 6 — son suplicas, hacienda pensar en lo util que seria para ellas estar a las horas de sarao, arropaditus en una cama’ inmaculada y blanda. Tenian contentar al coro, Otelo exigente que se refecila con platos fuertes y sabe acomo- darse a la moral del escondite, con pretensiones granujien- tas, viscosas y tiernas — termura de noche de io, ternura de marisco podrido —. Han de soportar el creti- nismo laminero del empresario, la pegajosa insistencia de los admiradores, sonreir con deje melancélico de “consué- lese usted", cuando no hay nada que pueda consolarlas. Prueban noches imposibles. relinchos. Viven en vilo. Chicoleos, cartas, indirectas, flechazos, articules de envite. No tienen mis horas suyas que las que pierden sin ton ni son, Cada estudiante malferide de amor, imagina una iota novela lamartiniang o un a demoniaco, que chorrea ajenjo y papeletas de eapelenica viejos babean. Banque- tes con brindis picantes. Trenes que madrugan — siempre hay un tren que madruga y ¢s el que hay que tomar —. Pobres maletas. Cuestiones de etiqueta que surgen al re- dactar el cartel. Cronistas y literatos muertos hambre que asplran a la plaza de chulo mantenido regentan la irecciém -artistica, copiando revistas de la Gaité y apelan al truco de dar conferencias a los pardillos trasn: lores. Fotografias dedicadas. Sonetos. Juergas eruditas con bo- hemios que quieten ser fueces, con jueces que quieren ser bohemios. Con maridos escapades una noche del apes- foso regazo conyugal, arrostrando Ins iras mas grasientas de la provincia. Alcaldes y negociantes. J’ lores, Politica de camerino. Colmos. Lids. Mas. colmos. Mas Ios. Algdin intermedio sentimental que acaba en No. Miradas almido- nadas. Sed nes, El que cobra con sordina. Frio nuevo, abrigo viejo, Cuando se puede comprar abrigo, hace calor. Chicos de Ja Prensa, ere lo que sabe todo ¢l mundo. Medias quimé . “Bibelots”, muchos “bibelots”. Alegria falsa y no tener otra. {Paris-Clichy! eee aes! Iv Maria sentia el escalofrio lastimoso, pero reaccionaba, jAl fin y al cabo ellas se lo querfan! Si, si... Y ‘callaba, pero callaba-para ponerse més triste, La compatiia se vid en trances angustiosos y el! italiano abandond la hueste en Valencia, sin gritar siquiera que se salvara quien pudiera; desde luego, sin pagar, ‘para salvarse solo, Si Marla tenia la cabeza Mena de pajaros, que se arreglara con ellos y con los artistas, Asi debié pensar el ftallano, que desaparecié clandestinamente, arramblandg con. la recaudacién de la taquills y con la taquillera. Cosa explicable. Porque Maria estaba siempre triste y algo enferma, y no acompanaba al italiano en sus osten- tosis demostraciones, en sus rapifias, ni en su ruido de botellas y copas, . No produjo desilusiones la escapatoria. Maria tuvo la visién de un puente de plata y del enemigo que huye. Todo se arreglaria una vez pasados los primero’ encontronazos, Al fin y al cabo, el italiano cra un parisito. El grupo rodeo a Maria, que propuso una eontencion resetvada y prometié buscar ocasién para celebrar aquella huida, que podria ser una liberacién, Llego a tener solvencin el cartel en época de ferias. Im- poniéndose Maria una disciplina intransigente con ella misma, se avino a danzar para-sustituir a una de Ins mu- chachas. Lo hizo tan bien, que se adivind como estrella posible. Fué: una noche de angustia y sobresaltes y unm eppoenis de equilibrios, sorpresas y alientos. pagé el viaje hasta Ia Argentina a algunos artistas que prefirieron marchar. Ademis de Maria, quedé una pareja y la cancionista — Eulalia — que habla culminado durante la administracién del italiano. ‘Acudian todes a los ensayos con la soltura animada y C.0.A.S.-A.6,P. Parcelona Se solidaria que se propone vencer, y lo que ¢s mas raro en 105 heal con puntualidad. laron reserva de jcaraa dormida. No tenian joyas que Seal émpefiaban sus mejores propésitos estudiando. [Si Fob que, como. Maria, guardaban un tesoro inédito! No tenian que obe- decer a la batuta del empresario y aprovechaban con tino las iniciativas, Suprimieron las horas que se pierden y orga- nizaron e] tiempo con acierto, hasta con parsimonia. Maria, que habia vivido ignorante de ella misma, se elevaba con impetu. Ni madame Garvin, ni el inglés, ni el jtaliano, podian influir.en su persona de Ja manera que in- fluyeran antes. Lejos de la captacién ajena y destrulda In relacién convencional, Maria adguiria dominio sobre si misma. Sentia por primera vez, la integral libertad creadora. Las compafieras no excitaban ya su lastima mi sentia la enfermiza: languidez de odalisca exclusiva del placer. EL cuerpo, en plena efusién, buseaba- perspectivas nuc- vas; con preferencia, cl rasgo risuetio contenido en lim- piss cadencias, ;Como repercutia las intimas complacen- cias- en el arte! No era Ia bailarina. literaria que copia posturas clisicas de anforas y frisos. No, no. a algin intento, Salomé y Cleopatra eran tan de guarda- rropla, que interesaron a los almacenistas igsrcoloncaiee ya Jos escritores plagados de pedanterla y-de concupiscencis pobre. Las mismas academias de danza clisica, mas pare- cen de circo malo. No Ee inibiee una tanica para: tras- ladarse a Grecia, y la discreci6m acouseja gastar pocas bro- mas con los frisos yenerables. El pretencioso empefio clasi- cista destruye, por imitacién, los valores de autenticidad que puede tener una disculpa antes de ir a clase. Con razin ha dicho un autor, que ¢l mejor intérprete de la guerra de Troya, ser quien. vea hoy: continuados sus motives en las pedreas de los aldeanos contra sus’ vecinos y rivales, Sree Vy Tampoco gustaba Maria de Jos teados macionales_ En los dos anos de estdle y tonratiess, hizo renovar el decorado, prefiriendo a los pliegues de terciopelo y al cor- tinaje repetido, el color plano, y abierto, con , simples y destacados: un chico barco ro, Una robusta’ columna, un Arbol l estilizacio, 9 parte de su copa, Yy 7 En lugar de ira los museos para actitudes y telas, buscaba en los medios mis asequibles y de primer plano, la tlinica de camblantes, sin desconocer la sabiduria de los florentinos nila dorada gracia flamenca’ o el des- garre de Goya que era un idolo para Maria. :Cémo halla- ba los colores nuevos? En Ia piel de la fruta, en las nubes, Sas BAG aeuminie montis cslloon © bare au una a ul , amarilla, ina ¥ la que se Hama pects y estuvo de moda en la Tondaties, en los juguetes de los nifios mas revoltosos, que son los mas sanos. Colores nuevos, porque no tienen historia come la esmeralda de trigal en invierno, el oro de espiga y el ver- hiiimeda, todo “consabido” y de diccién precaria, semanarios de todos los pueblos. Un color nuevo ja ‘con él cuadro de los mufiecos o con las ondulaciories lentas dela danza portorriqueiia. El otro era nada menos que el capricho rico y caliente de un sacrosanto garrotin, o Ja auténtica presentacién de wn interior gaucho resumido a los medios mis elementales, Habia decoraciones que cran de humor y hacian pensar en la piedra filosofal del humor que es la que encuentra un —_ —m— vacilante payaso de tres afios, cuando alcanza la pelota azu) y verde, colores fiiusticos, exaltades por Spengler; que atraen al nifo, plagiado induidablemente por el taler- Maria era una sensitiva para el color agradecido, el inocente, el travieso, el agresiva verde-billar, ¢l color vina- gre, en atmosiera de cierzo, el verde que se ve en alguna ee leumar, el cascara tierna de almendra, los envol- joleta de la Hama, que convient a un convaleciente, ae cohninate, el de ciertos metales secos y brufiidos, el de cristal tallado — aquel amarillo liquido del rombo —, el cinico y encubridor achocolatado del zicalo de Ios juzgados, el plomo-bala de tas celdas carcelarias. Recordaba sus afios entretenides entre marafias de: blan- ¢o y reaccionaba contra la azucarada, opaca y lechosa consistencia de Ins prendas de escaparate. Nada de gris- io, o celeste-caporal, saturado de esencias, blancas, inanimadas. Nada de telas de ordenanza 0 de col- chén, we es lq bandera norteamericana, ni tampoco fran- jas cosidas de otras banderas, Amaba ef color mas que se ama la cocaina, y el color correspondia mejor que la - que enerva y mata. Si hubiera droguerias de aren-iris, Maria hubiera entrado alli a arruinarse y hacer otros pédidos: el blanco y negro de juego de damas, o las telas de 1876, sua- yes. y silenciosas, como ocultando la furia lasrimal de los galanes ociosos de entonces—chaleco pasa, pantalén verde integra y levitilla azul ultramar — o el color “eminencia” de un racimo, o las mantas sh en algin rincén de mun- do, en telares domésticos, con lanas aie ‘0 los colores erales, alcaloides de ‘tonalidades usadas por los detora- dores. rusos, o el color clegiacn de las rosas octubre. No era partidaria de azulejeria industrial ni antigua en el teatro, La escena es un arte sintético y no una exposicién en la que esti bien el portico tallado porque puede con- de cerca y contentar el fervor y el anlisis. confesé Maria, regocijada que sus danzas {an atra- yentes para ella misma, encontraban eco, pera en otro publico. Los admiradores no eran los de antes, cuyos aspa- viento se reducian a querer acostarse con ella o con Eula- lia, una chica de Valparaiso, estrella de la “troupe”, en la —5— época del italiano, causa de que un ateneista usara tres especificos para remediar la calvicie. Por el estilo era la ad- miracién del inglés y la del empresario, que empexé sus- — nunca creyé’ Maria que pudiera = ‘ar un re de mundo —, y estaba a punto, cuando huyd, de animar a Maria para que fomentara amorios multico- Ya no habia proposiciones lagrimales, ni exelamacio- es amorosas, relucientes como un fntrax. El hipo inmun- do se habla yolatilizado, sin duda al desaparecer el italiano, y apenas Hegaban cartas cinicas, como la del marsellés enri- uecida a Ja guerra, o la de aquel ecuatoriana, que pare- cia un jilguero mojado. x oan publica antiguo se iba a las weladas faciles, cataratas piernas, pirdmides: de pechu- gas, rumbas y rotaciones picantes. Tenla amigos Marla, a los que podia tratar, sin que ellos vieran exclusivamente en Ja bailarina, un armazén para justificar el Utero; amistades excelentes, interesadas en las novedades que tban imponiéndose a la vulgaridad. Marla no hallé en sus nuevos amigos adulacién ni rencor. La bailarina se athicaba,se anifiaba, vestiase con ‘sencillez. Sabia usar la cordialidad inteligente que siempre reserva algo para mafiana, manteniendo fresco y diligente el dnimo de Jo3 otros y esperanzado ¢] propio. En aquellas tertulias, nadie tenfa por qué recordar a Nand, muerta en tm frfo cuarto de hotel, infecta por _cx- plosiones gangrenosas, ni a la Nand que hubiera ser feliz con poseer un noche libre para ella sola, sin tener que oir resoplidos de macho.

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