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Examen PAU junio 2013

Propuesta de solución
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@Juan Torralba

Opción A

En el año 1709, en el palacio romano del cardenal Ottoboni, tuvo lugar un singular
torneo musical entre Georg Friedrich Haendel y Domenico Scarlatti. Ambos tenían la
misma edad, veinticuatro años, pero ya eran maestros en su arte. Y solo contaban para su
cotejo con dos armas incruentas: un clave y un órgano. El sajón era cosmopolita; el latino,
exuberante y mediterráneo. Aunque se mantuvieron magníficamente parejos durante largo
tiempo, parece que finalmente el órgano inclinó la balanza a favor de Haendel. Luego cada
cual siguió su camino, pero esta rivalidad nunca enturbió la recíproca admiración que los
dos artistas se profesaron. Casi medio siglo después, ya al final de su vida, el viejo Scarlatti
siempre se santiguaba al oír mencionar el nombre de Haendel: en señal de respeto.
Me conmueve mucho esta anécdota dieciochesca (cuya noticia debo a Stefano
Russomanno, en el número 109 de la revista discográfica Diverdi). Primero, porque en estos
tiempos en que se llama “competitividad” al intento feroz de eliminar al adversario, o sea,
de suprimir la competencia, nos recuerda que la verdadera emulación engrandece al rival y
quiere mantenerlo como refrendo de la excelencia. Y en segundo (pero principal) lugar,
porque se refiere a la más hermosa disposición que suscita el arte, la capacidad de admirar.
Quien no la conoce, aunque parezca ser un gran artista, carece de un registro esencial
de la sensibilidad que produce el arte y a la que el arte interpela. Desconfío hondamente de
la aparente superioridad de los perpetuos desdeñosos, de la insobornable “objetividad” de
los cicateros profesionales y de los desmitificadores del mérito ajeno que siempre se las
arreglan para barrer la fama hacia casa. Creo que admiramos con lo de admirable que hay
en nosotros y nunca he tropezado con nadie verdaderamente admirable que no supiese
también ser sinceramente admirador. (Fernando Savater, Mira por dónde, 2003)

CUESTIONES
1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las
preguntas siguientes:

a) Enuncie el tema del texto (0,5 puntos);


Este texto trata sobre la importancia de saber valorar el mérito ajeno.

b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25


puntos);
Este texto está dividido en dos partes bastante diferenciadas. En el primer párrafo (y
principio del segundo) domina la función referencial del lenguaje, ya que se nos relata una
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anécdota. Es por eso que hay rasgos lingüísticos propios de esta función: nombres propios
completos (“Georg Friedrich Haendel”, “Domenico Scarlatti), datos precisos (“1709”,
“veinticuatro años”, "número 109"), exclusiva presencia de la 3ª persona verbal y además
en las formas de pretérito perfecto (“tuvo lugar”, “se mantuvieron”, “enturbió”) y de
imperfecto (“tenían”, “contaban”…), que son las más frecuentes en el texto narrativo.
En el segundo párrafo, sin embargo, es donde se concentra el carácter argumentativo del
texto, por lo que la función del lenguaje que domina es la expresiva. En consecuencia,
encontramos ejemplos de la 1ª persona y además en verbos de opinión ("creo", "desconfío",
o de aquellos que implican subjetividad ("me conmueve"). También es característico de esta
función el léxico modalizado o valorativo, de adjetivos como "aparente", "feroz", adverbios
("hondamente", "sinceramente"), sustantivos ("desdeñosos", "cicateros"), etc.
En todo caso, y como corresponde al texto de un escritor, hay numerosos rasgos
estilísticos que denotan un esfuerzo por expresarse de manera original y bella, es decir,
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rasgos de la función poética. En este sentido hay que mencionar un vocabulario culto e
incluso difícil ("cotejo", "incruenta", "emulación", "refrendo") que se ve compensado por
una tendencia a la aclaración mediante expresiones directas ("o sea") o parentéticas ("(cuya
noticia...)", "(Pero principal)"...). Es llamativa la presencia de figuras retóricas como la
metáfora ("armas incruentas"), paralelismos ("la sensibilidad que produce el arte y a la que
el arte interpela"), o juegos claros juegos de palabras ("admiramos", "admirable",
"admirador"). Y tampoco podemos olvidar el uso de la ironía, marcada a menudo con
comillas, en ejemplos como "La insobornable "objetividad"", "En estos tiempos en que se
llama "competitividad".
Para terminar, hay que decir que es un texto que combina un exigente estilo culto
(vocabulario, culturalismo) con una tendencia a la claridad, ya que es un texto muy
cohesionado con marcadores del discurso ("Primero", "en segundo lugar"), nítida estructura
externa (dos párrafos) y frecuentes aclaraciones.

c) indique qué tipo de texto es (0,25 puntos).


Por los rasgos lingüísticos y estilísticos analizados así como por las funciones del
lenguaje presentes, podemos afirmar que se trata de un texto argumentativo de carácter
ensayístico.

2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto)


En este texto, el autor defiende la capacidad de admirar la obra de quien puede ser un
rival como rasgo imprescindible del verdadero artista. Para ello, relata la anécdota de
Haendel y Scarlatti, que pese a disputarse el trono del mejor organista de su época, se
respetaban y admiraban mutuamente. Termina el autor rechazando la actitud de los críticos
siempre severos que en el fondo esconden su propia soberbia.

3. Elabore un texto argumentativo a favor o en contra de que tener un carácter


competitivo sea una virtud. (1,5 puntos)
Nuestra sociedad ha avanzado vertiginosamente en los últimos tiempos y somos capaces
de pisar la luna, curar el cáncer o fabricar sandías sin pepitas. Pero nada de eso nos impide
ser en muchos aspectos el primate que fuimos, el animal que lucha por su supervivencia
contra sus rivales y en un entorno hostil.
Hoy no vivimos en cuevas ni comemos carne cruda, pero los recursos siguen siendo
escasos y todos preferimos vivir mejor que peor. Eso implica un esfuerzo, una batalla que se
llama competencia. Hoy, como entonces, aquellos individuos mejor preparados tendrán más
oportunidades. Oportunidades quizá no de sobrevivir, porque afortunadamente hemos
establecido unos mecanismos que permiten llegar a una media de 80 años a todas las
personas, pero sí de tener una vida más cómoda, más rica, más estimulante. Visto así, la
competitividad solo puede ser una virtud. Aquellos que se esfuercen en sacar el máximo
partido a su talento multiplicarán sus éxitos: sacarán mejores notas, lograrán mejor sueldo,
una casa más grande, un coche más rápido, una mujer más bonita… Definitivamente, un
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carácter más competitivo nos lleva, estadísticamente hablando, a triunfar en la vida. Pero no
todo es tan fácil. La felicidad es un animalito muy esquivo y muchas veces no se esconde en
el triunfo, en los metros cuadrados de una casa o en los números de una cuenta corriente.
Hay muchas personas realmente poco competitivas cuya existencia está gobernada por
valores como la solidaridad, la tranquilidad, la equidad y poseyendo menos, disfrutan más,
son más felices.
En conclusión, un carácter competitivo puede ser en algunos aspectos una virtud, una
ventaja para desenvolvernos en la vida, pero no es la llave de la felicidad. Creo que
conviene compensar ese carácter con otros rasgos que nos hagan más humanos, menos
depredadores.

4.a. Analice sintácticamente: Desconfío hondamente de la aparente superioridad de


los perpetuos desdeñosos que siempre barren la fama hacia casa. (1,5 puntos)

Suj. om: yo
Desconfío hondamente de la aparente superioridad de los perpetuos desdeñosos i quei siempre barren la fama hacia casa.
_____ _____ _____ _____
art/det N/Nú P/E N/T
_______ ______ ___________ ____________
Adv/CC V/Nú SN/CD SP/CC
_____ __________________________________________
pro/suj SV/P
_____ ________ ___________ _______________________________________________
art/det Adj/CN Adj sustant/Nú Prop. Sub Adj. /CN
___ _________________________________________________________________________
P/E SN/T
_____ ________ ___________ _____________________________________________________________________________
art/det Adj/CN N/Nú SP/CN
___ _______________________________________________________________________________________________________
P/E SN/T
_________ ___________ ___________________________________________________________________________________________________________
V/Nú Adv/CC SP/CR
_________________________________________________________________________________________________________________________________
SV/P
_________________________________________________________________________________________________________________________________
Oración compleja
i: marcas de correferencia

4.b. Indique a qué categoría gramatical o clase de palabras pertenece engrandece


(línea 12), analice su estructura morfológica y señale a qué proceso de formación de
palabras responde. (1 punto)
“Engrandece” es una palabra que pertenece a la categoría de los verbos. Está formada
mediante un proceso de parasíntesis (grande > engrandecer) ya que no existen *engrande ni
*grandecer. También se podría hablar de derivación si entendemos que en- -ec forman uno de
los llamados morfemas discontinuos. En todo caso, su estructura sería la siguiente:

EN GRAND EC E
______ ________ _____ __________
prefijo lexema sufijo m. flex. TAMPN

5.a. La literatura del siglo XVIII. Ensayo y teatro. (2 puntos)


Es tradicional afirmar que el siglo XVIII no fue el de mayor esplendor de nuestras
letras. Pese a ello, tampoco es cierto que sea un siglo monolítico, donde el
Neoclasicismo, con sus virtudes y defectos, lo ocupara todo, sino que hubo distintas
corrientes y una evolución que últimamente ha merecido la atención de la crítica.
A lo largo del siglo, tanto en Europa como en España se dejaron sentir las conquistas
de la Ilustración. En ciencia, en economía y sobre todo en política. El ascenso al poder
de la clase burguesa a costa de la nobleza, la Iglesia e incluso de la Monarquía terminó
en la convulsa Revolución Francesa, que acabó para siempre con el llamado Antiguo
Régimen, con el absolutismo monárquico y el despotismo. En literatura, este siglo
llamado “de las luces”, en vehemente reacción contra los excesos barrocos, se inclinó
por el buen gusto, por una vuelta a los modelos clásicos y a sus normas, por el
equilibrio. Se trataba de hacer literatura útil, racional, que enseñara deleitando. Quizá
por ello se dejó más bien de lado la lírica y la prosa de ficción, mientras se revalorizó el
ensayo, las fábulas, la comedia de costumbres o la tragedia.
En la primera mitad del siglo, dejando aparte a Diego de Torres Villarroel, quien
siguió admirando a Quevedo y cultivando en obras tan personales como su “Vida” la
estética barroca, la figura principal es Benito Jerónimo Feijoo. Tanto en su “Teatro
crítico universal” como en las “Cartas eruditas”, con una prosa sencilla y limpia va
recorriendo una miscelánea de temas con espíritu ilustrado, defendiendo por ejemplo el
papel de la mujer en la sociedad o el estudio de idiomas extranjero, y atacando las
supersticiones y otras costumbres hipócritas de la sociedad. También es de destacar, por
su influencia posterior, la “Poética” de Francisco Luzán, manual relativamente estricto
sobre lo que debe ser la buena literatura: sencilla, útil, respetuosa con las normas, fruto
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del trabajo y del conocimiento y, en resumidas cuentas, bien hecha. Especial


importancia dará el teatro, en el que ve, como todos los lustrados, una herramienta vital
para la educación del pueblo. Conceptos como el decoro, la separación de géneros o el
respeto a las unidades de espacio, tiempo y acción se desarrollan a través de su ensayo
Pero va a ser en la segunda mitad del siglo donde el Neoclasicismo tenga sus
mejores exponentes. Figura principal será Melchor Gaspar de Jovellanos, que aunque
autor también de poesía y teatro, vio a estos como un divertimento superfluo y prefirió
la prosa ensayística. Obras suyas como el “Informe sobre la Ley Agraria” o la Memora
sobre los espectáculos públicos” son perfectos ejemplos de prosa ilustrada, sencilla,
directa y bien construida. Amigo suyo y autor bajo su influencia fue José Cadalso, quien
destacó por sus “Cartas marruecas”, obra epistolar inspirada en las “Cartas persas” de
Montesquieu, entre la ficción y el ensayo, de la que se sirve para describir la sociedad,
criticando sus vicios y muchas de sus costumbres. Muy distintas son sus “Noches
lúgubres”, relato escrita en forma de teatro, donde reina un tono desesperado y
pesimista con abundantes motivos nocturnos y decadentes que han permitido a la crítica
incluirla dentro del prerrománticismo.
Enorme atención de los ilustrados mereció el teatro, por su poder como vehículo de
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instrucción del pueblo. Sus esfuerzos se dirigieron primero a erradicar las comedias de
magia y de figurón barrocas, así como los autos sacramentales, muy degradados a esas
alturas de siglo. Cultivaron por un lado la tragedia, género extraño a nuestra cultura y
que fue siempre ignorado por el público. La mejor obra sería “Raquel”, de Vicente
García de la Huerta, quien recupera un asunto extraído de nuestra historia, los amores de
Alfonso VIII con la judía de Toledo, con final ejemplarizante. Por otro, intentaron con
las comedias la censura de vicios sociales, también con muy poco éxito. Nos referimos
a sátiras, como “La petimetra”, de Nicolás Fernández Moratín, o la denominada
“comedia sentimental”, que inauguró Jovellanos con “El delincuente honrado”. Ajeno al
didactismo ilustrado, el público prefería los sainetes divertidos y castizos de Ramón de
la Cruz. El único autor que logró reunir la estética ilustrada y el favor del público fue
Leandro Fernández Moratín. Sus comedias de costumbres, sobre todo “El sí de las
niñas”, todavía hoy se dejan leer (representar no tanto) con gusto, siendo perfectos
ejemplos de teatro neoclásico: decoro, verosimilitud, respeto a la división de géneros, a
las unidades de espacio, tiempo y acción, didactismo, etc. Choca ver cómo empleó casi
todo su talento teatral en un tema relativamente circunstancial como los matrimonios
concertados.
Podemos concluir diciendo que el XVIII fue un siglo cuya literatura perdió brillo
por su carácter didáctico y racional, que la aleja de los gustos de hoy. Sin embargo, la
prosa directa y clara, el estilo equilibrado y sobrio o el gusto por la verosimilitud, rasgos
propios de la literatura contemporánea, hunden en estos autores sus primeras raíces.
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5.b. Comente los aspectos más relevantes de la obra del siglo XX anterior a
1939 que haya leído en relación con su contexto histórico y literario. (1 punto)
“Yerma”, es una obra escrita por Federico García Lorca y estrenada por la compañía de
Margarita Xirgu en 1934. Con “Bodas de sangre”, forma parte de la que iba a ser la “Trilogía
dramática de la tierra española”, una serie de tragedias que quedó inconclusa por el fusilamiento
del autor en 1936.
Son años convulsos en los que la II República trata de consolidarse en un contexto de crisis
permanente y de radicalización de las posturas políticas que terminarán pronto en la Guerra
Civil. Lorca posee a estas alturas una sólida formación teatral: ha dirigido la compañía La
Barraca, con la que acercaba las obras clásicas a los pueblos de España, y ha dejado en un
segundo plano su poesía para regenerar el teatro, que a sus ojos estaba en un estado lamentable.
Consciente de que su teatro imposible, vanguardista y libre, jamás tendría éxito, tuvo que
someterse a los gustos del público y eligió el exitoso drama rural para hacerse un hueco en el
circuito comercial. Por fin pudo empezar a vivir de la literatura, pero además, con su talento
desbordó las convenciones de este estrecho género para lograr algunas de sus mejores obras y
de las mejores de todo el siglo XX.
Yerma es la historia de una mujer por la que pasan los años sin que le lleguen los hijos. Esta
insatisfacción irá transformándola hasta enloquecerla. Acudirá a múltiples remedios pero en
vano y terminará por hacer culpable a su resignado marido. Es una tragedia moderna, en el
sentido de que la muerte o la deshonra de los protagonistas es fruto de un destino que está más
allá de sus posibilidades.
Son muchas los elementos sobresalientes de la obra. Es de admirar el sutil cambio que se va
produciendo en la psicología de Yerma o de Juan, su marido. También las posibilidades del
espectáculo donde el baile, las coreografías o el cante flamenco pueden jugar un gran papel. La
tensión dramática asciende poco a poco, aunque sin un momento de desmayo, hasta el final
trágico. Pero por encima de todo sobrecoge el lenguaje, la poesía, la original y poderosa palabra
de Lorca que cuando nombra “sangre”, “clavel”, “bronce”… parece que lo escuchamos por
primera vez. No hay descanso para un espectador que es avasallado con metáforas, símbolos,
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imágenes de una altura inigualable, de una calidad todavía hoy no superada. Yerma es, en
definitiva, una obra maestra de nuestra literatura.
OPCIÓN B

Comencé a vincularme con la lectura en casa de una maestra, doña María.


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Vivíamos en Cruz del Eje, al noroeste de la provincia de Córdoba. En esa época recién
se ingresaba a la escuela primaria con seis años de edad. No había jardín de infantes.
Doña María enseñaba en su galería cubierta por un techo de cinc. Éramos varios
estudiantes de diversas edades, y la mayoría recibía lecciones para superar sus
dificultades en la escuela. Las primeras hojas de mi cuaderno mostraban una
avergonzada torpeza. Las volvía a mirar para cerciorarme de mis progresos. Hasta que
esa mujer de cabellos blancos me enseñó que cada sonido podía ser dibujado y luego
identificado mediante un dibujo específico. Por eso a la "m" le decía "mmm", no "eme".
Tanto me impresionó el descubrimiento que lo mostré a mis padres. Ellos sonrieron y
pusieron delante de mí libros y periódicos que apoyaban esa revelación.
Pero después me negaba a leer. Una impaciencia exagerada me hacía abandonar el
esfuerzo. Mi madre era una persona a quien no la asustaba ningún esfuerzo, y menos si
debía aplicarse para la conquista de la cultura. Una tarde dijo que me llevaría a la
biblioteca pública. ¿La qué? No entendí y fui arrastrado de la mano, por no decir de las
orejas.
Éramos muy pobres, pero cuando ingresé a la biblioteca junto a mi madre, me
pareció haber cambiado de mundo. Paredes tapizadas con enjoyados lomos de libros
sobre los cuales se cerraban grandes ventanas de cristal. Pisos de mosaicos brillantes.
Mesas de dos aguas para los diarios. Una enorme mesa horizontal cargada de revistas. Y
el escritorio de la señorita Britos. Mamá me presentó, ella sonrió con ternura y me
invitó a tomar asiento, mientras me entregaba revistas con ilustraciones infantiles. Su
técnica fue simple. Me entusiasmó con las historietas y luego con breves aventuras,
cada vez menos cortas, hasta que recalé en autores que no podía abandonar.
Entre los 16 y 14 años devoré casi todas las maravillas de ese santuario. Le debo
más de lo que me atrevo a confesar.
(Marcos Aguinis, en La Nación (Buenos Aires), 21/04/2012)

CUESTIONES

1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las


preguntas siguientes:

a) Enuncie el tema del texto (0,5 puntos);


El texto trata del proceso que siguió el autor hasta descubrir de niño la lectura.

b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25


puntos);
El texto que analizamos pertenece al tipo narrativo y los rasgos lingüísticos que se
desprenden de él lo confirman. Podemos encontrar en él los elementos característicos de
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este tipo de texto: un narrador, personajes, una acción, un espacio y un tiempo. Por ese
orden, hallamos la presencia de verbos en primera persona, ya que el narrador lo es:
“comencé”, “Éramos”, “me negaba”. Su voz atraviesa y vertebra el texto dándole
cohesión. Otro elemento importante son los personajes, que aparecen aludidos: la
maestra “doña María”, “mi madre”, “la señorita Britos”. Respecto de la acción, hay que
indicar el uso del tiempo verbal específico de los textos narrativos: el pretérito perfecto
simple (“comencé”, “me enseñó”, “fui arrastrado”, “devoré”) con el que podemos ir
reconstruyendo la historia. Respecto del espacio, hay que mencionar la presencia de
algunos datos que permiten la localización física (“Cruz del Eje”, “noroeste de la
provincia de Córdoba”). Además, hay alusiones a dos lugares importantes para el relato:
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la escuela y la biblioteca. Por último, en cuanto al tiempo, fundamental en todo texto


narrativo, hay que decir que el relato sigue un orden estrictamente cronológico y bien
cohesionado, dividido en párrafos y con marcadores que favorecen la comprensión
(“comencé”, “Pero después”, “cuando ingresé”, “Entre los 16 y 14 años”). Llama la
atención la división en dos momentos temporales marcada por los verbos: todo el texto
hasta la última frase utiliza el pasado y la última utiliza el presente (“debo”, atrevo”).
En el texto sobresalen también algunos rasgos estilísticos. En primer lugar, la
abundante presencia de adjetivos calificativos: “blancos”, “exagerada”, “tapizadas”... y
muy especialmente, en busca quizá de cierto lirismo, antepuestos al nombre:
“avergonzada torpeza”, “enjoyados lomos”, “grandes ventanas”, “breves aventuras”.
Pese a la brevedad del relato, hay una tendencia a la descripción detenida: “galería
cubierta por un techo de cinc”, que resuelve con enumeraciones de sintagmas
nominales: “Paredes tapizadas con enjoyados lomos de libros sobre los cuales se
cerraban grandes ventanas de cristal. Pisos de mosaicos brillantes. Mesas de dos aguas
para los diarios. Una enorme mesa horizontal cargada de revistas”. Los diálogos, por su
parte, son relatados por una variedad de estilos: directo (“¿La qué?”), indirecto (“dijo
que me llevaría a la biblioteca”) o referido (“Me presentó”, “Me invitó a tomar
asiento”). También hay que mencionar la presencia de algunas figuras retóricas como la
metáfora: “ese santuario” (la biblioteca), “devoré” (leí febrilmente); o la enumeración
antes aludida. Por último, no puedo dejar de señalar algunos rasgos propios del habla
argentina que se notan en el léxico: “recién” (por “justo”), “se ingresaba” (“se entraba”),
“jardín de infantes” (“guardería”), “Pisos” (“suelos”); e incluso en construcciones
sintácticas: “lo mostré a mis padres” (“se lo mostré”).

c) indique qué tipo de texto es (0,25 puntos).


Por los rasgos analizados podemos afirmar que se trata de un texto de tipo narrativo. Por
su extensión y el lugar donde fue publicado parece ser una columna de opinión.

2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto)


El autor relata cómo dio sus primeros pasos en el aprendizaje de la lectura. Al principio
fue un descubrimiento en la escuela relacionar unos signos con unos sonidos y que a
partir de ahí los textos, con esfuerzo, cobraran significado. Más adelante, su madre le
llevó a regañadientes a conocer una biblioteca, que terminó desarrollando en él un
hambre voraz por los libros.

3. Elabore un texto argumentativo a favor o en contra de la opinión de que


aprender a leer sea uno de los acontecimientos más importantes de la vida. (1,5
puntos)
Somos muchos, lo que quiere decir que, a la fuerza, somos muy distintos. Es un
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tópico entre los intelectuales, profesores, padres bienintencionados incluso decir que
leer es muy importante, muy valioso para el desarrollo de una persona. “Que lea, que
lea; da igual qué, pero que lea”. Es el discurso frecuente de los maestros a los padres.
¿Es eso cierto? Leer es un aprendizaje feliz en muy pocos casos y penoso en la
mayoría. La “b” con la “a”, “ba”, y todo eso. No nos acordamos, pero es seguro que el
proceso en sí placentero no fue. Que es imprescindible no lo duda nadie. Ser analfabeto
hoy es casi como ser leproso, un estigma y además una reliquia del pasado. Pero leer,
leer, es decir, disfrutar con la lectura de novelas, no digamos ya de ensayos o de poesía,
¿es verdaderamente algo importante en la vida de todo ser humano? ¿Es un
acontecimiento, como pueden ser el amor, el sexo, un hijo, el carné de conducir...?
Conozco personas muy capaces, útiles a la sociedad y sanas, que jamás han leído un
libro. No les dio por ahí. Prefirieron vivir la vida y sus aventuras en primera persona, en
carne propia, no relatada por ningún narrador ajeno. ¿Son peores? ¿Les falta algo?
No, no son peores y no les falta nada importante, quizá, pero yo estoy muy contento
de no pertenecer a ese grupo. Para mí sí fue un verdadero acontecimiento. Una ventana
al mundo, un billete para viajar al infinito, para conocerme a mí mismo, para admirar la
belleza de que otros son capaces, la chispa, la inteligencia, la cultura. Leer es, por
encima de todo, un placer. Un placer del que he disfrutado hasta hoy y que en su día
viví como una conmoción. Aunque costara: la “b” con la “a”, “ba”...

4.a. Analice sintácticamente: “Ellos sonrieron y pusieron delante de mí libros y


periódicos que apoyaban esa revelación”. (1,5 puntos)
Suj. om.: i
Ellosi sonrieron y pusieron delante de mí libros y periódicos que apoyaban esa revelación
_______ __________
dem/det N/Nú
_________ __________________
V/Nú SN/CD
___ ____ _______ ______ __________ ______ _____________________________
P/E pro/T Núcl.1 conj/nx Núcl.2 pro/suj SV/P
_______ __________ _______________________________ _____________________________________
Adv/Nú SP/CAdv Núcleo compuesto coord. copul. Prop. Sub. Adj/CN
__________ _________ __________________ ______________________________________________________________________
V/Nú V/N SAdv/CC SN/CD
______ _________ ______________________________________________________________________________________________________
pro/suj SV/P SV/P
_________________ ______ _______________________________________________________________________________________________________
Proposición 1 conj/nx Proposición 2
_________________________________________________________________________________________________________________________________
Oración Compuesta

4.b Explique el concepto de metáfora y el sentido metafórico de la siguiente


expresión del texto: “Devoré casi todas las maravillas de ese santuario” (penúltima
línea). (1 punto)
Una metáfora es una figura literaria que consiste en sustituir un elemento por otro
con el cual guarda alguna relación conceptual. Normalmente, se sustituye un concepto
abstracto por otro más concreto. Su función es sorprender al lector (u oyente) para
cautivar su atención. No es un recurso exclusivo de la literatura, en el lenguaje
convencional aparecen frecuentemente, pero sí es en ella donde son más originales y
novedosas. La expresión que analizamos se podría traducir como “Leí todos los libros
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de esa biblioteca”. Así, podemos entender que hay varias expresiones metafóricas:
devorar = leer, maravilla = libro, santuario = biblioteca.

5.a. La novela y el cuento hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX.


Tendencias, autores y obras principales. (2 puntos)
Este tema pretende abarcar la enorme variedad de autores, corrientes y países que
en esta segunda mitad del siglo XX, por cantidad y calidad, han colocado al continente
americano en la élite de la literatura universal. América, que durante siglos se nutrió de
lo que “venía de Europa”, supo emanciparse a finales del XIX con el movimiento
modernista, con unas Vanguardias vividas intensamente y con la vuelta al realismo en
lo que se llamó “novela de la tierra”. Pero va a ser a partir de los años 40 cuando
comienza su verdadero esplendor.
Quizá haya que empezar por el género fantástico, que vivió un gran desarrollo en
estos años en el área rioplatense. Son importantes Adolfo Bioy Casares (“La invención
de Morel”) y Julio Cortázar (“Las armas secretas”), pero quien alcanzará mayor
proyección universal será Jorge Luis Borges con sus dos colecciones de relatos,
“Ficciones”, de 1944, y “El Aleph”, de 1949. En ellos, el argumento puede deslizarse
hacia mundos ficticios o fantásticos, pero poseen un desarrollo sujeto a unos principios
narrativos muy rigurosos. Objetivo común a los tres autores es utilizar la literatura para
mostrar la inconsistencia de eso tan sólido que llamamos realidad. Por su parte, el
uruguayo Juan Carlos Onetti (“El pozo”, “la vida breve”) y el argentino Ernesto Sábato
(“El túnel”, “Sobre héroes y tumbas”) cultivan un tipo de novela denominada
existencial con la que representan de modo más bien dramático el carácter radicalmente
absurdo de la realidad. Son novelas urbanas, protagonizadas por hombres atormentados,
que buscan inútilmente una salida a su angustia.
No obstante, el movimiento, nacido también en estos años 40, más original,
fecundo e influyente de todo el siglo será el llamado “Realismo Mágico”. Lo iniciará el
cubano Alejo Carpentier al trasladar a la literatura lo que el entendió como verdadera
esencia americana: la convivencia pacífica de mitos y creencias antiguas, junto al
progreso de la colonización. Ello habían dado lugar a lo que él llamaba lo “real-
maravilloso”, que se convirtieron en novelas como “El reino de este mundo” o “Los
pasos perdidos”. En ellas descubrimos una naturaleza exuberante, el mestizaje de
culturas, explicaciones míticas dentro de relatos verosímiles y realistas aunque
desmesurados. Parecida actitud cultivó el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, a quien
el contacto con el surrealismo le hizo mirar de forma diferente a su tierra y descubrió en
la cultura prehispánica una forma de reivindicar a toda América. Su narrativa, “El señor
Presidente”, “Leyendas de Guatemala”, se mueve en niveles de consciencia irracionales,
pero altamente expresivos. Otro autor magistral y único, de obra breve pero capital,
encuadrado también en esta concepción mágica e irreal de Hispanoamérica, es el
mejicano Juan Rulfo. “Pedro Páramo”, su única novela, forja un universo narrativo
autónomo y un territorio irreal, Comala, que simboliza el infierno y donde tiene lugar la
decadencia de Juan Preciado, símbolo del destino terrible y fatal de todo el continente.
Una segunda generación de autores surgen en los años 60 dentro del Realismo
Mágico, cuya calidad les hizo desbordar los límites del continente americano. Quizá sea
el colombiano Gabriel García Márquez quien de modo más efectivo e internacional
haya acaparado el protagonismo de este movimiento. Un talento privilegiado para la
narración y una imaginación prodigiosa han dado lugar a una serie de obras magníficas:
“La hojarasca”, en 1955 o “El coronel no tiene quien le escriba”, de 1961, culminaron
en 1967 con su obra definitiva, “Cien años de soledad”, que sirve tanto de paradigma
como de cierre del ciclo del realismo mágico. Relatados con mano exquisita, asistimos a
acontecimientos sobrenaturales con la mayor naturalidad, tiempos recurrentes, sagas
que se multiplican, espacios asfixiantes... García Márquez ha creado en Macondo un
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territorio autónomo en el que cabe toda Latinoamérica.


Autores que merecerían un tratamiento en profundidad, pero que solo podemos, por
razones de espacio, mencionar, son el mejicano Carlos Fuentes (“La muerte de Artemio
Cruz”), el paraguayo Augusto Roa Bastos (“Yo, el Supremo”) o el peruano Mario
Vargas Llosa (“La ciudad y los perros”, “Conversaciones en la catedral”), quien además
desencadenó el fenómeno –menos literario que editorial– conocido como “Boom
hispanoamericano”. El momento álgido del realismo mágico terminó con “Cien años de
soledad”.
Hoy, autores como el chileno Antonio Skarmeta o el peruano Adolfo Bryce
Echenique prescinden de cualquier referencia a lo mágico y vuelven sus ojos a la
intimidad del ser humano. Otra formula nueva es la denominada “novela de
testimonio”, en un intento de mostrar la realidad suramericana excluyendo la
intervención del autor: hechos desnudos con toda su crudeza. Un ejemplo sería la
mejicana Elena Poniatowska o el cubano Miguel Barnet o el chileno Roberto Bolaño.

5.b. Comente los aspectos más relevantes de la obra del siglo XIX que haya leído en
relación con su contexto histórico y literario. (1 punto)
La obra de la que voy a hablar es “El estudiante de Salamanca”, escrito en 1840 por
José Espronceda, aunque partes del texto habían ido apareciendo ya desde 1837. Se trata
de un relativamente extenso poema narrativo que trata el mito del don Juan desde una
perspectiva romántica.
Aparece en un momento en que la poética del Romanticismo más exaltado está en
su esplendor. Con la muerte del rey Fernando VII en 1833 termina el absolutismo en
España. A pesar de los problemas de sucesión que darán lugar a varias guerras civiles,
Isabel II va a permitir la vuelta de los políticos liberales exiliados y con ellos llegará
este nuevo movimiento estético que ya triunfaba por toda Europa. Su apogeo durará
pocos años, pero transformará de manera radical la forma de entender el arte. Pasión,
sentimientos exaltados, rebeldía, amores imposibles, anhelos de libertad, insatisfacción
vital o naturalezas violentas poblarán sus páginas, que se volcarán hacia la poesía, el
drama o la novela histórica.
“El estudiante de Salamanca”, es una versión radical y violenta del mito del don
Juan. Félix de Montemar, su protagonista, posee los rasgos que se exigen a un héroe
romántico. Es valiente hasta la temeridad, desprecia a los hombres y desea a toda mujer,
se burla del amor, del honor y hasta de Dios. Tras batirse en duelo, encuentra por las
calles a una mujer enigmática que le atrae. Descubrirá con horror que es el cadáver de
Elvira, quien murió de amor por él, y quien le conducirá tras una macabra boda a los
infiernos. En ningún momento él sentirá miedo, compasión o arrepentimiento.
Son muchos los elementos llamativos de la obra. En primer lugar, ya que es un
relato en verso, el uso marcado de la polimetría: hay una gran pluralidad de estrofas,
escogidas además de acuerdo a la tensión del relato. Es sorprendente, por moderno, el
tratamiento del tiempo, ya que la linealidad de las partes 1ª y 5ª se interrumpe con flash
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backs de los demás actos. Es notable la capacidad de suspense que logra Espronceda,
con sus ambientes nocturnos y la presencia de espectros y seres fantasmagóricos,
incluido el episodio de la visión de su propio entierro. Por último, hay que aplaudir la
figura de don Félix, un héroe muy contemporáneo en su soledad, en su valor frente al
infierno y frente al propio Dios, alejado del melifluo don Juan de Zorrilla.

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