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Contenidos:
Transferencia y contratransferencia
Límites
El cuidado del cuidador
Material:
Libre de temor
La segunda premisa para esta comprensión es una actitud libre de temor. El que siente
miedo de lo que la realidad saca a la luz, se pone anteojeras. Y el que siente miedo ante
lo que otras personas pensarán y harán si él comunica lo que percibe, se está cerrando
ante cualquier comprensión ulterior. Y quien, como terapeuta, tiene miedo de encarar la
realidad de un cliente, por ejemplo la realidad de que sólo le queda poco tiempo, acaba
infundiendo miedo al otro, porque éste ve que el terapeuta no está a la altura de esa
realidad.
La concordancia
Una actitud libre de intenciones y de temor permite la concordancia con la realidad tal
como es, también con su lado temible, arrollador y terrible. Por tanto, el terapeuta está
en concordancia con la felicidad y la desdicha, con la inocencia y la culpa, con la salud
y la enfermedad, con la vida y la muerte. Pero justamente de esta concordancia gana la
comprensión y la fuerza de enfrentarse también a la fatalidad, y en concordancia con
esta realidad, a veces puede darle un giro.
La fuerza
RAIMUND Realmente eres bastante fuerte.
HELLINGER Sí, lo soy. ¿Sabes por qué? Porque el mundo me parece bien tal como es,
también lo espantoso. Puedo asentir a ello, tal como es. Así, también puedo decir estas
cosas, porque asiento a ello. Todo lo grande saca su fuerza de lo espantoso; y quien
pretende apartar la vista de este hecho se hace castillos en el aire.
-Hace dos años, estuve en Viena, en un curso sobre guiones familiares, donde
configuré la Constelación de mi familia actual. En la primera imagen que configuré, mi
hijo menor, bastante más joven que sus dos hermanos, se encontraba entre mi marido y
yo. La realidad era que muchas veces aún dormía con nosotros y que era imposible
sacarlo de nuestro dormitorio, es decir, sólo a duras penas y cerrando la puerta a llave.
Cuando volví a casa ...
La interrumpí preguntando:
La participante:
-Se le puso al pequeño al lado de los mayores. Cuando volví a casa, pensé:
‘¿Qué haré ahora?’ Pero desde ese momento él mismo no dijo nunca más que quería
venir a nuestra habitación. Yo no dije nada, y él ya no viene, sino que se va a su propia
habitación.
Exige una disciplina interior especial confiar en la imagen interior acertada, sin
interferir en el proceso, hablando u obrando precipitadamente. De esta manera puedes
actuar sin obrar.
HELLINGER Sí, siempre, en cada caso. Por tanto, nadie tiene que creer simplemente lo
que digo o hago. Sin embargo, no le dejo la iniciativa al cliente, ya que no encontraría la
solución por sí sólo. Si supiera hacerlo, no necesitaría acudir a mí. Una vez encontrada
la imagen de solución, le pido al cliente que ocupe su lugar en la constelación tomando
la posición que su representante tenía. De esta manera tiene la posibilidad de comprobar
por sus propias reacciones si la solución es la correcta para él.
Ir hasta el límite
LINZ Muchas veces, partiendo de la imagen de solución, le haces ver al cliente
consecuencias aparentemente muy duras.
HELLINGER Que la persona en cuestión renuncie a sus exigencias. Una madre, por
ejemplo, que dio a su hijo ya no tiene ningún derecho sobre él. En un caso así, tiene que
marcharse y dejar el hijo con el padre.
Éstas son intervenciones terapéuticas de gran trascendencia y pide mucho valor hacerse
responsable de un paso así. Pero sólo confrontando a la persona con todas las
consecuencias de su comportamiento y con las condiciones para una solución, la
decisión se hace inevitable y posible.
Quedarse con la realidad aunque sea chocante
LINZ En tus grupos terapéuticos, sin embargo, ¿una y otra vez habrá participantes que
se mostrarán chocados de la manera tan directa en que los confrontas?
HELLINGER Y que el otro, por supuesto, conoce. Únicamente es chocante para aquéllos
que no quieren ver lo que es.
Así, por ejemplo, en un curso hubo una mujer con una enfermedad mortal incurable; es
decir, ya no le quedaba mucho tiempo de vida. Ella quería configurar a su familia, pero
yo le dije:
Eso es chocante para alguien de fuera. Para esa mujer, sin embargo, no fue así, ya que
sabía que iba a morir. Eligió a una mujer más baja como representante de ella misma, y
una mujer más alta para la muerte. Colocó a las dos mujeres una en frente de la otra,
muy cerca, pecho a pecho. La mujer más baja que representaba a la cliente levantó la
vista, se quedó mirando a la muerte y dijo:
Le dije a la mujer que representaba a la cliente que le dijera a la muerte: “Te doy la
honra.” Así lo hizo, y la muerte y la mujer se cogieron de las manos muy suavemente,
de ambas manos, mirándose con gran cariño.
Ésta es la realidad que sale a la luz, la realidad que actúa precisamente porque pudo salir
a la luz. Pensando, sin embargo, que la muerte es algo horrible, se tiene miedo de sacar
a la luz esta verdad. Cuando yo saco a la luz un asunto de esta índole, siempre se trata
de una realidad que se presenta de la manera que es, con toda seriedad. Es algo que no
se contradice, es decir, el cliente no lo contradice. Quizás, a otros les infunda miedo esta
realidad, por lo que intentan resistirse diciendo que la enfermedad no será tan grave y
que aún debería haber algo más que enfrentarse con el final. Es este tipo de comentarios
que yo no permito, aunque parezca duro en ese momento.
HELLINGER En primer lugar me considero una persona que saca a la luz determinadas
realidades, siendo éstas realidades las que ayudan y curan, no yo. Sea cual fuere la
decisión que se toma después, no tiene nada que ver conmigo.
LINZ ¿Qué ocurre en el interior del cliente cuando encara la realidad de esta manera?
HELLINGER Ya no se hace ilusiones. De esta manera, su visión y sus actos cobran otra
seriedad y otra fuerza. Así, aún actuando en contra de su conocimiento, sabe lo que
hace, ya no actúa por un mero impulso.
TEN HÖVEL ¿Por qué no le dice gran cosa la palabra terapeuta? Por su propia historia
ud. mismo conoce el campo del cura de almas, y conoce el campo del terapeuta porque
fueron terapeutas los que le formaron y lo tuvieron en terapia. ¿Ahora se encuentra en
medio de estos dos grupos?
HELLINGER Incluso eso me parece demasiado. En el fondo, tan sólo me alío con los
padres, o con otras personas que sufrieron una injusticia, para hacerlas entrar en juego.
Aquello que sana emana de ellos, no de mí. Al mismo tiempo me opongo a todos
aquéllos que se inmiscuyen, crean una carga para el sistema y lo trastornan con su
arrogancia, obstaculizando así las fuerzas sanadoras. No hago nada más.
TEN HÖVEL ¿De dónde saca ud. la seguridad de que ese sistema encontrará su orden?
HELLINGER Los sistemas familiares tienen tal fuerza, tal poder de vinculación y algo
tan conmovedor para todos -cualquiera que sea su actitud ante la familia-, que me fío
plenamente de ellos. La familia le da la vida al individuo. De ahí proviene, con todas
sus posibilidades y limitaciones. A través de la familia llega a un pueblo determinado, a
una región determinada; a través de ella es involucrado en determinados destinos y tiene
que llevarlos.
No hay nada más fuerte que la familia. Si pretendo intervenir considerándome superior
a esa familia, interfiero en el orden. Por tanto, me acerco a la familia como alguien que
la valora.
En cambio, cuando el terapeuta piensa que debería proteger al cliente, que no debería
decir lo que percibe, el cliente acaba sintiendo miedo del terapeuta, y con razón. Ya que
ese terapeuta le engaña. Ése sería un amor que engaña, si es que podemos llamarlo
amor. Muchas veces no es más que cobardía.
La claridad únicamente se da para aquél que ha superado el temor, como tan bien lo
describe Castaneda en sus libros del chamán don Juan. El miedo más grande de los
terapeutas es: “¿Qué pasa si digo lo que sé?”, o: “¿Qué dicen mis compañeros
terapeutas si digo lo que sé?”. Y así se crea una comunidad de cobardes conspirados.
Eso, sin embargo, es un desprecio de la grandeza de la realidad y de la grandeza del
destino, y del alma de todos los implicados.
El rayo
PARTICIPANTE El país está lleno de terapeutas que constelan familias, en parte, a un
precio carísimo. ¿Es posible también que una persona cause daños si no trabaja con el
suficiente cuidado y la suficiente competencia?
HELLINGER El rayo únicamente cae sobre aquél que levanta la mano. Se requiere un
gran arte para poder dañar a otra persona. Quien dice que le causaron un daño, en
cualquier momento es libre de dejar todo eso atrás y de seguir viviendo en un sentido
positivo. Cuando se les reprocha a determinados terapeutas el haber perjudicado a
alguien, por parte del cliente significa una negación de tomar su vida en sus propias dos
manos.
Ir con el alma
El alma se mueve paso a paso. Por eso, el que ayuda sólo da un paso con ella en cada
momento. Después, el alma sigue trabajando sola y cuando se ha preparado el siguiente
paso, el que ayuda la acompaña de nuevo. Así, también la interrupción de un trabajo es
una intervención terapéutica que le devuelve su fuerza al alma. Cuando da señales de
nuevo, el terapeuta puede abordarlos. Él responde a aquello que le llega desde el alma.
De esta forma sigue en diálogo con ella.
Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus
pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es
nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca
lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el
hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se
convierte en un campo de batalla.
Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo
terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del
camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr,
su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.
Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su
primer enemigo natural.
Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan
difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega.
Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto
se le antoje, porque todo lo que ve lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene
claridad, y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error; es
como si viera algo claro pero incompleto. si el hombre se rinde a esa ilusión de poder,
ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando
debía ser paciente, o será paciente cuando debería apurarse. Y tonteará con el
aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.
- ¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en
consecuencia?
Sabrá entonces que el poder tanto tiempo perseguido es suyo por fin. Puede hacer con él
lo que se le antoje. Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla. Ve claro y parejo
todo cuanto hay alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡el poder!
Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de
pronto, sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado
en un hombre cruel, caprichoso.
- ¿Perderá su poder?
- No, nunca perderá su claridad, ni su poder.
- ¿Entonces qué lo distinguirá de un hombre de conocimiento?
- Un hombre vencido por el poder muere sin saber realmente cómo manejarlo. El
poder es sólo una carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de sí mismo,
ni puede decir cómo ni cuándo usar su poder.
El hombre estará, para entonces, al fin de su travesía por el camino del conocimiento, y
casi sin advertencia tropezará con su último enemigo: ¡la vejez! Este enemigo es el más
cruel de todos, el único al que no se puede vencer por completo; el enemigo al que
solamente podrá ahuyentar por un instante.
Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede entonces
ser llamado hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por esos momentitos en que
logra ahuyentar al último enemigo, el enemigo invencible. Esos momentos de claridad,
poder y conocimiento son suficientes.
¿Qué significa ayudar?
Bert Hellinger
Por tanto, una buena solución para un cliente siempre parte del respeto
hacia las demás personas con las que se encuentra vinculado.