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El amor de los Ángeles 1

El amor de los ángeles

¿Puede un ángel enamorarse? Me paso el día intentando contestar a esa pregunta, una y
otra vez, una y otra vez la misma pregunta y no soy capaz de contestarla. Porque
realmente, los ángeles no se enamoran, al menos no como lo hacen los mortales... Los
ángeles estamos para cuidar, proteger a las personas, no para amarlas, no para desearlas
con esta intensidad que hace que casi me cueste ser capaz de respirar, suponiendo que
pudiéramos hacerlo...

Soy Esther, o al menos, lo fui. Nací en 1920, en el seno de una familia acomodada, no
pasamos penurias, por el contrario, vivíamos bastante bien. Mis padres habían amasado
una fortuna que tenían intención de dejarme en herencia. Viví y crecí como una niña
feliz, con todos los lujos y los caprichos que deseaba, con el amor incondicional de mis
padres...

Algunos podrían pensar que era una... niña rica... que no se preocupaba por nada... sin
embargo, muy por el contrario, a medida que iba creciendo y tomando consciencia del
mundo en que vivíamos yo me interesaba más en las personas que pasaban penurias, o
que necesitaban ayuda... Por eso, decidí estudiar enfermería en la universidad para
señoritas de la época. Me encantaba ayudar a la gente, me sentía realizada viendo como
un paciente se recuperaba de sus heridas gracias a mis cuidados...

En el 39, como bien sabréis, estalló la segunda guerra mundial y con ella, se
convulsionó toda la tierra. Nadie, por muy lejos que estuviera quedó indiferente... Cada
día estábamos pendientes de las noticias sobre el frente, sabíamos que muchos jóvenes
militares morían cada día en una guerra absurda que aún hoy, muchos no son capaces de
explicarse

Por ésta época yo contaba con 19 años, aún me quedaban tres años para la mayoría de
edad y solo podía pensar en ir al frente y ayudar a quien lo necesitara. Estaba a punto de
diplomarme como enfermera y en lo único que pensaba, en contra de las ideas de mi
familia, era en poder ir allí y salvar la vida, si era posible, a aquellos jóvenes que morían
por nosotros

En el 42, con mis 21 años recién cumplidos, hice mis maletas y me fui al frente, con el
consiguiente drama que aquello creó en mi familia, pero todos sabían cómo era yo,
nadie podría nunca quitarme algo de la cabeza si se me metía... Así que finalmente,
cumplí mis deseos

Pasé tres años atendiendo heridos de guerra. No fue fácil, muchos murieron, niños que
no tenían más edad que yo. Fue duro, por momentos hasta imposible de vivir, pero
había momentos dulces, momentos buenos, momentos en los que veía como un soldado
El amor de los Ángeles 2

salía andando por su propio pie, con una sonrisa en los labios y agradecido por haberle
salvado la vida. Era en esos momentos en los que sentía que todo lo que hacía allí, que
todo mi trabajo valía la pena

Al acabar la guerra, en el 45, volví a Madrid y allí, comencé a trabajar en un hospital


cuidando de enfermos, les di todo lo que pude, trabajé durante años en aquel hospital,
llegué a ser la jefa de las enfermeras, me sentí realizada como profesional, hacía lo que
me gustaba

No me casé, nunca me enamoré, sentí atracción, química, que dicen ahora, pero nunca
llegué a sentir ese temblor, esas mariposas en el estómago por nadie. Realmente, creo
que tampoco me preocupé demasiado por sentirlo. Viví una vida llena y plena pero no
conocí el amor

En 1999, a la edad de 71 años, una insuficiencia cardíaca me arrebató la vida. Rodeada


de amigos y compañeros, de algunos familiares algo lejanos, dejé el mundo terrenal
para pasar a aquel otro en el que vivo desde entonces y en el que, ¿por qué no decirlo?,
he vuelto a ser joven

Es curiosa la percepción que tienen los mortales de los ángeles, todos nos han descrito
siempre como seres superiores, capaces de volar, iluminados por una luz pura que ciega
a quien la mira, con esplendorosas alas blancas en alguna ocasión... otros simplemente
nos ven como una energía intensa, algo del tipo del sol, solo que más blanquecina, más
pura

Sin embargo la realidad es muy distinta. No somos energía, no vamos rodeados de una
luz blanca e intensa y tampoco tenemos alas... al menos, no de momento. A los ojos de
los mortales, si es que pudieran vernos, somos como ellos, personas normales, que
visten de manera normal, tal vez con un armario más reducido pero de una manera
informal. No vamos de blanco, ni con túnicas, vestimos de manera simple, algunos
dirían que un tanto desfasado de la moda de hoy en día... pero tampoco es que nos
importe mucho si vamos a la moda o no, como ya he dicho, nadie nos ve...

Mi... trabajo, si puede considerarse así, consiste en seguir haciendo lo que hice en vida.
Ayudar a los demás, protegerlos, cuidarlos... no es muy diferente de lo que hacía cuando
vivía, salvo por el hecho de que nadie me ve, nadie me escucha, y yo, ya no siento el
tacto, o el sufrimiento

Con los años, comienzan a olvidarse los sentimientos humanos... no me entendáis mal,
no es que seamos unos insensibles, pero no nos dejamos llevar por los sentimientos, no
sentimos dolor físico, no sentimos el dolor del alma, no enfermamos, no necesitamos
comer, incluso hay algunos que se han olvidado del sabor de algunas cosas... yo, que en
este... mundo... aún puedo considerarme... joven... intento aferrarme a los, ya algo
lejanos, recuerdos de lo que fue mi vida... como el sentir la brisa del viento sobre el
rostro, o el mar bajo mis pies, o el sabor de un helado de chocolate...

Lo único que sentimos es una inmensa paz envolviéndonos, una calma eterna que nunca
desaparece, y la necesidad de hacer el bien y ayudar a quien lo requiera
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Sin embargo, desde hace algunos meses, siento algo nuevo, algo que no había sentido
jamás, ni estando viva, algo que, por mucho que lo intente, no logro describirlo... todo
empezó una mañana como otra cualquiera, una en la que mi... trabajo... me había hecho
seguir a un chico de no más de ocho años que iba a necesitar mi ayuda...

Aquel niño, David, era un pequeño terremoto, un pillo, un travieso chiquillo que
siempre estaba maquinando alguna nueva trastada. Como todos los niños de su edad, el
ir al colegio era una mezcla de diversión y aburrimiento. Realmente le gustaba ir a la
escuela, le gustaba ir para poder jugar con sus amigos, pero le aburría, como a la
mayoría de los chavales de su edad, estar metido en un aula

Los seguía a poca distancia, su madre lo llevaba de la mano, él con un balón bajo el
brazo miraba de vez en cuando hacia atrás. Yo sabía que me veía, o, como mínimo, me
sentía. Es lo que tienen los niños, que con sus alma, tan puras, tan poco dañadas por el
devenir de la vida, son capaces de vernos o sentirnos en algún momento, al menos,
hasta que empiezan a crecer y sus almas se olvidan un poco de la pureza

Ya me había pasado en alguna ocasión, no tantas como sé que les ha pasado a otros,
pero sí era consciente de que aquello ocurría. La primera vez quizás fue la más
inquietante, cuando, una niña de no más de tres años me señaló desde el carrito con el
que su padre la paseaba. Con el paso del tiempo me fui acostumbrando a que algunos
pequeños me sonrieran y que incluso, me saludaran con sus lenguas de trapo. Así que
no me preocupé demasiado cuando David, se volvió y me miró directamente

Los seguí hasta la puerta del colegio y me quedé parada en la acera del frente, los estuve
observando durante todo el tiempo que permanecieron allí. La madre de David hablaba
con alguna otra madre mientras que él, olvidándose de mi presencia comenzaba a jugar
con uno de sus compañeros. Quedaban aún unos diez minutos hasta que el timbre
sonara, los niños jugaban cerca de sus madres. Comenzaron a dar patadas al balón, su
compañero, le dio más fuerte de lo que debía y David, salió corriendo tras la pelota. Ahí
comenzó mi trabajo

David saltó a la carretera sin ver el coche que se le echaba encima. Los gritos y los
llantos no se hicieron esperar, el chico permanecía tumbado sobre el asfalto y la sangre
salía de alguna parte de su cuerpo

Me acerqué, lenta y pausadamente, mientras que la madre de David comenzaba a gritar


y llorar desesperada. Miré al chico, inconsciente, en el suelo. Volví la vista hacia un
costado, su madre respiraba con dificultad, volví mis pasos hacia ella y me coloqué a su
espalda

E: Tranquila... (susurré poniendo mis manos en sus hombros, sabiendo que no me oía
pero sintiendo el temblor que le provocó mi contacto) calma... calma...

En esas circunstancias, era natural que no lograse tranquilizarse, pero al menos, dejó de
hiperventilar. Con la mirada absolutamente rota veía como alguien intentaba recuperar
las constantes de su hijo
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La ambulancia no tardó en llegar. Los paramédicos se afanaron por estabilizarlo y


cuando creyeron que ya lo tenían, lo subieron al vehículo y se lo llevaron, junto a su
madre, hacia el hospital

Los seguí, porque mi trabajo no había terminado. Llegué al hospital antes que la
ambulancia, es lo que tiene ser un Ángel, no podemos volar, es cierto, pero podemos
movernos como queramos y aparecer en el sitio que deseemos tan solo con pensarlo

Las urgencias de un hospital siempre me han resultado demasiado frías. En todo este
tiempo, muchas han sido las ocasiones de visitarlas. Los moribundos son los que más
ayuda necesitan y más, si su cercana muerte llega de manera inesperada, así que no es
raro que yo tenga que... pasear... por allí intentando guiar a las almas que se pierden...

Miré hacia el interior, a un costado de lo que llaman... muelle... viendo el ir y venir de


médicos y enfermeras, escuchando leves palabras y sí, algún que otro pensamiento...

(“M: vas a salvarle la vida a ese chaval...”)

Aquel pensamiento, me hizo fijar la vista al fondo, una chica joven, morena, de ojos
marrones como la miel y con una seriedad profesional se terminaba de coger una coleta
para luego ponerse con rapidez los guantes... no sé qué fue, pero de pronto, no podía
apartar mis ojos de ella

Samur: Varón, ocho años, accidentado por atropello (me eché a un lado cuando la
camilla pasó justo por el lugar donde yo me encontraba, volví a mi trabajo, al lado de
ese niño inconsciente que era atendido ya, por aquella pediatra que leía el informe del
Samur y pedía un montón de pruebas)

En el box, una enfermera le cogía una vía, mientras que la pediatra, Maca, miraba sus
pupilas y palpaba su vientre al tiempo que seguía dando órdenes, metida de lleno en su
profesionalidad y con el único pensamiento, tan fuerte y claro, de salvar a aquel niño

M: Tiene el vientre en tabla (le decía) puede tener una hemorragia, tenemos que llevarlo
a quirófano... ¡Ya!

Los seguí hasta el quirófano, en poco tiempo ya estaban metidos de lleno en una
operación demasiado complicada. Yo, que en esos momentos no podía hacer nada más,
intentaba crear un halo de tranquilidad alrededor de todos los que asistían a la
operación. Sin embargo, no podía dejar de estar pendiente de ella, quien, de entre todas
las personas que allí había, era la única a la que no lograba calmar

M: Sangra demasiado, joder (decía mientras intentaba mantenerlo con vida)

Enfermera: Se está quedando sin tensión (pronunció una enfermera mirando un


monitor)

M: No encuentro el punto de sangrado (continuó diciendo más nerviosa aún)


Enfermera: Taquicardia ventricular (soltó la misma enfermera en el momento en que
una de las máquinas comenzó a pitar) se está parando
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M: ¡Mierda! (soltó todo el instrumental y acodándose en la misma mesa de operaciones


comenzó a darle un masaje cardíaco al chico) ¡Palas pediátricas! ¡Carga ochenta!
(ordenó)
Enfermera: Ochenta, cargado
M: ¡Fuera! (gritó mientras que aquella máquina soltaba una descarga sobre el cuerpo
dormido de David)

Yo me quedé ahí, a su lado, mientras otra descarga hacía que el cuerpo de aquel niño
volviera a convulsionarse y no podía dejar de fijarme en ella, en ella y en su afán por
salvarlo, en todo lo que estaba haciendo por salvarlo...

Enfermera: No reacciona, lo perdemos


M: ¡No! (dijo convencida) a mí no se me mueren los pacientes (dijo categórica)

Y por un segundo, quizás por una milésima de segundo sentí y creí que me lo decía a
mí, parecía que me había mirado, tan fijamente como alguna vez lo hizo algún niño,
pero bien sabía yo que aquello no era cierto, simplemente era imposible. Volví la vista a
David, la miré por última vez y me posicioné tras el cristal que separaba el quirófano de
la zona séptica. Con la vista puesta en ella, solo en ella

M: Carga ciento diez (ordenó sin dejar de hacer el masaje cardíaco) vamos... vamos no
me hagas esto (le decía al chico) venga cariño, no me hagas esto... (seguía diciendo, y
tal vez yo no podía sentirla como si fuera mía, pero sí era consciente de su angustia)
Enfermera: Maca no hay nada que hacer (le dijo la chica que la asistía en la operación,
mientras que la máquina que antes pitaba intermitente ahora lo hacía dejando ver una
línea continua)
M: No (seguía obcecada) carga 120 (ordenó)

A este lado del cristal yo no podía dejar de mirarla. Lo peor de mi trabajo quizás sea
esto, este momento, el momento en que todo acaba y todo empieza, el momento en que
se termina una vida... sí, esto es lo peor de mi trabajo. La verdad es que no lo había
pensado nunca. No me había parado a pensar en las consecuencias que esto tenía para el
resto de las personas, pero lo cierto era que de una manera extraña, sobre todo porque
no me había pasado nunca, resultaba bastante duro verla allí, dejándose el alma por
salvarlo, sabiendo yo, que no podría

David: ¿Por qué no lo deja? (me preguntó David, a mi lado y pendiente también de lo
que pasaba dentro)
E: Porque tiene que hacerlo (le contesté) quiere salvarte...
David: Pero ya no se puede hacer nada (me volvió a decir, mirándome interrogante)
E: Pero ella no quiere saberlo (le respondí sin dejar de mirar a la doctora) y tiene que
seguir intentándolo... es su trabajo...

Enfermera: Maca... llevamos veinte minutos en parada (le dijo cautelosa, mientras
Maca seguía encaramada a la mesa de operaciones oprimiendo el pecho de aquel chico
intentando que volviera a latir por sí solo) tienes que dejarlo ya... (la pediatra parecía no
oírla) Maca (dijo poniendo sus manos sobre las de Maca y ahí fue cuando la médico
paró)
M: Hora de la muerte, 10:45 (dijo con la voz tomada por la emoción y el cansancio. Se
quitó la mascarilla, miró a su enfermera y salió corriendo de aquel quirófano)
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Yo la vi salir, la vi salir y por primera vez desde que soy lo que soy, no supe qué hacer.
Me quedé parada, sin reacción alguna, hasta que sentí, de una manera efímera, que
alguien movía mi mano. Bajé la cabeza, David tomaba con su mano la mía. Le miré, me
sonreía algo triste. Había llegado la hora

De su mano caminamos por el pasillo de aquel hospital, sin hablar, sin decirnos nada,
no había nada que decir, llegados a este punto, David sabía perfectamente lo que había
pasado y aceptaba lo que venía. Nos cruzamos con su madre, quien llorando con
amargura esperaba noticias de su hijo. David la miró y luego se volvió hacia mí

David: ¿Mamá estará bien? (preguntó)


E: Sí... lo estará (contesté) tú vas a cuidarla (le dije, él sonrió levemente y continuamos
andando para alejarnos así, de este mundo terrenal...)

Tras guiar y acompañar a David, volví. Volví y no sé por qué lo hice, pero allí estaba,
de nuevo en aquel hospital. Supongo que lo hice porque había encontrado una nueva
alma perdida, esta vez no era ningún moribundo, ni tampoco un Alma propiamente
dicha, ni nadie que necesitara que le guiase. Sino que era ella, ella y lo perturbada y
perdida que parecía estar

No tardé mucho en encontrarla. Simplemente, cerré los ojos y aparecí en los vestuarios.
Allí, sentada en una de las bancas, con la cabeza gacha y claramente llorando en
silencio, Macarena intentaba por todos los medios buscar las respuestas que se
agolpaban en su mente

Me quedé allí, frente a ella, la miraba e intentaba, de algún modo, sentir su dolor, pero
no podía, yo no lo sentía... solo podía mirarla, quería sentir empatía con ella, y de algún
modo lo sentía, se suponía que eso era lo que yo hacía, solo que no podía imaginarme ni
por un instante el dolor que ella padecía

M: Tenía que haberlo salvado (escuchaba que decía en pensamiento) era mi paciente...
tenía que haberlo salvado...

Yo sabía que no hubiera podido, yo sabía que era el destino de ese niño. Y también
sabía que esa chica, esa hermosa alma que se presentaba ante mí, había hecho todo
cuanto había podido por salvarlo...

Me senté a su lado, la miraba algo confundida, lo cierto era que no entendía demasiado
bien por qué le estaba afectando tanto, es médico, se suponía que, por desgracia, ya
debía estar acostumbrada. Pasé un brazo por sus hombros, sentí un ligero temblor, como
si al yo tocarla, ella hubiese sentido un escalofrío. Solo quería reconfortarla, calmarla,
hacer que sintiera un poco de paz, de eso se trataba mi trabajo y sin embargo, segundos
después de que mi mano tocase su cuerpo, como si de un electrizante calambre se
tratara, ella se levantó

Una vez más, como pasara en quirófano, creí que me veía, creí que sabía que estaba allí
pues, al levantarse de esa manera tan brusca había vuelto a mirar al lugar en el que yo
estaba sentada. Me quedé de piedra de nuevo, alcé una ceja y una vez más, me di cuenta
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de que estaba en un error, ella no me sentía, ni me veía, ni tan siquiera podía imaginarse
que yo estaba allí

Y de pronto se recompuso. No supe cómo, ni porqué lo hizo, solo la vi dejar de llorar,


volver a mostrar un rostro profesional, secarse las lágrimas, inspirar profundamente y
salir de aquel vestuario. No puedo apuntarme el tanto, yo no fui quien le dio las fuerzas,
ni la calma para hacerlo, ella misma se transformó de nuevo en la médico que llevaba
dentro. He de reconocer, que, esa actitud, esa fuerza que sentía dentro de ella, había
despertado mi curiosidad

Salí de los vestuarios y la seguí. Andaba por los pasillos con la cabeza alta, sin
embargo, no miraba a nadie, no se distraía con nada, era como si su cuerpo anduviese
pero su corazón y alma se hubieran quedado lejos. Me di cuenta en seguida de que
aquella fortaleza que me había parecido ver en el vestuario no era más que una simple
fachada

Llegó a lo que llaman... gabinete... una sala de reuniones para médicos, y allí,
esperándola nerviosa, la madre de David. Me posicioné tras la madre, sabía que en ese
instante era la que más me necesitaba. Macarena quedó en pie, con las manos en los
bolsillos de su bata y mirando a aquella mujer que le pedía a gritos pero sin hablar que
le dijera cómo estaba su hijo

M: Soy Macarena Fernández, pediatra de urgencias (se presentó con la voz monótona,
sin querer dejar salir por su boca ni uno solo de sus sentimientos) yo he operado a su
hijo

Debe ser difícil eso de dar tremendas noticias. Sí, debe serlo, lo cierto es que no
recuerdo muy bien esa sensación. Cuando vivía, sé que había visto un montón de veces
escenas como aquella, sé, que durante la guerra, hasta yo misma en alguna ocasión tuve
que dar a algún militar la noticia de la muerte de un compañero, pero no recuerdo el
sentimiento, ni lo que se me pasaba por la cabeza, no... no soy capaz de rememorarlo...
Supongo que ya voy teniendo algunos añitos en este mundo, pocos a diferencia de otros
sí, pero voy perdiendo mis recuerdos y mis sensaciones. Quizás por eso no podía dejar
de mirarla, porque buscaba en ella las respuestas que yo no tenía, tal vez intentaba
reflejarme en ella, intentaba recordar gracias a ella...

Maca estaba tensa, se le notaba, era como si luchara contra ella misma para que esa
madre no pudiera predecir lo que vendría. Y lo conseguía, porque justo delante de mí, la
madre de David esperaba que dijera algo

M: David ha... (y se le quebró la voz, durante un instante dejó que sus defensas cayeran.
Inmediatamente puse mis manos sobre los hombros de esa pobre mujer) Ha llegado
muy mal (consiguió decir. Yo apreté los hombros de la madre de David y ésta se
encogió) lo siento mucho (dijo bajando la mirada, era incapaz de mirarla) no hemos
podido hacer nada por él...

E: Calma (le pedí a aquella señora) shhh... David está bien (le susurré al oído) David
está bien ahora...
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La madre lloró, quedamente, calladamente, no fue como algunas otras veces en la que
los familiares gritan y maldicen, pero fue igual de triste, igual de doloroso para aquella
pobre mujer. Macarena comenzaba a darle explicaciones técnicas, supongo que es lo
que se hace en este tipo de situaciones, explicar qué ha pasado y por qué ha pasado.
Pero me di cuenta, sorprendentemente, que se le olvidó decir algo, y es que ella había
hecho todo lo que pudo, se había quedado sin fuerzas intentando reanimarlo... sin
embargo, eso no se lo dijo

En un movimiento estaba a su lado, tenía que decirlo, tenía que comunicarle cuánto
tiempo estuvo intentando reanimarle, debía hacerlo, no solo por esa mujer sino por ella
misma, porque no hacerlo solo podía significar que pensaba que era culpa suya y no lo
era... ella había luchado contra algo con lo que no se puede luchar, pero había plantado
cara y a pesar de no lograrlo, había hecho todo cuanto estuvo en su mano. Y tenía que
decírselo, tenía que convencerse a ella misma de que así había sido. Me decidí; si ella
no lo hacía yo le daría el empujoncito para que lo hiciera, Maca tenía que escuchárselo a
sí misma, tenía que hacerlo. Levanté una mano, y cuando casi toqué su hombro para
darle las fuerzas para hacerlo, ella se movió, alejándose de mí... una vez más, por
tercera vez en ese día, me rehuía... la miré confusa, era como si sintiera que estaba allí...
juraría que lo sentía y me rehuía cada vez que intentaba ayudarla, una vez más, tras una
fracción de segundo, me reí de mí misma y de mis tontas conclusiones, claro que no me
sentía, simplemente eran casualidades...

Durante una larga media hora estuvieron hablando, o al menos haciéndose compañía,
hasta que el marido de aquella mujer llegó y ambos se marcharon de aquel hospital. Me
quedé allí, observándola, estudiándola. Sentada en una de las sillas y apoyando las
manos sobre la mesa. Volví a acercarme, por estúpido que parezca necesitaba
cerciorarme de que ella no sabía que yo estaba allí. Me posicioné a su espalda. Toqué
sus hombros. Ella tembló, como todos tiemblan cada vez que los toco, pero no se
movió, no reaccionó

E: Has hecho todo lo que has podido (le susurré) no ha sido culpa tuya... no ha sido
culpa tuya, Maca (continué susurrando) tú has hecho lo que has podido (repetí) eres una
buena médico... eres una buena profesional...

La sentí respirar profundamente, encogerse un poco sobre sí misma para luego, echar su
cuerpo hacia atrás, acomodándose más en la silla, como necesitando que alguien la
acunara, que la abrazara... yo lo habría hecho, solo que no podía. Supe en ese momento
que estaba haciéndole bien lo que yo decía, supe, como siempre sé, que mis palabras
hacían el efecto deseado, ella parecía ir calmándose, y yo continuaba inspirándole
tranquilidad

La puerta del gabinete se abrió y una chica alta, rubia y lo que los mortales definen
como bastante atractiva, entró y se sentó con rapidez frente a ella. Maca la miró y bajó
la cabeza, como si no quisiera que la viera en ese estado, como si quisiera evitar por
todos los medios, que se diera cuenta de sus debilidades

Vero: Me acabo de enterar (dijo Verónica intentando coger sus manos, Maca la rehuyó)
¿Cómo estás?
M: Jodida (fue lo único que contestó)
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Yo me eché a un lado, las observaba a ambas, veía entre ellas algo más que una simple
amistad, no sabía identificar qué era... pero sabía que algo las unía: un lazo más fuerte
que la amistad pero no tanto como el amor. Había visto, a lo largo de todo este tiempo,
millones de uniones, de diversos tipos, y sabía identificarlas por el modo que tenían los
que estaban unidos de mirarse, de tocarse y de hablarse. No me hacía falta mucho
tiempo para identificar a un matrimonio consolidado a lo largo de los años, o un par de
amigos de la infancia, o una pareja que comienzan a enamorarse o algún tipo de
conexión familiar... Sin embargo, por más que lo intentaba, no sabía decir qué tipo de
unión tenían ellas... era algo extraño, algo que yo, no había visto jamás

Vero: Maca no ha sido culpa tuya (le dijo y yo sonreí, al menos esa chica le decía lo
que tenía que escuchar. Maca la miró un tanto... ¿furiosa?)
M: Tenía que haberlo salvado (soltó haciendo palabras sus pensamientos)
Vero: No habrías podido (continuó ella) he leído el informe, ese chico estaba muy mal
(seguía intentando animarla) tú no has podido hacer nada por él... no tienes que
torturarte (le seguía diciendo y yo afirmaba levemente con la cabeza, eso era lo que yo
quería que sintiera, y ahora había alguien que se lo decía en voz alta) no ha sido culpa
tuya... no te culpes, Maca
M: Vero (la cortó) deja el psicoanálisis para tus pacientes (soltó de manera borde,
estaba claro que Maca tenía un carácter fuerte)
Vero: Cielo... (dijo de una manera más cariñosa de la habitual, yo alcé una ceja al
escuchar aquel apelativo) es normal que te sientas así... es el primer paciente que se te
muere... pero no puedes culparte (volvió a repetir)

¿Así que era por eso? Era por eso por lo que se sentía tan hundida, porque por primera
vez en toda su carrera se le había muerto un paciente... La miré, realmente debía estar
destrozada... se suponía que tenía que salvar vidas, que las salvaba cada día y justo hoy,
David no soportó la operación... ahora entendía su reacción, sus intentos por salvarlo...
ahora entendía por qué se encontraba tan triste...

M: Voy a... a tomar un poco el aire (le dijo levantándose de la silla)


Vero: Cariño... (la paró tomándola del brazo. Mi ceja se volvió a alzar)
M: Vero (se soltó de una manera un tanto brusca) necesito estar sola... (dijo con
seriedad)
Vero: Está bien (lo aceptó, yo la miré confusa... ¿es que no se daba cuenta que dejarla
sola no era la solución? ¿Es que no veía que estaba pidiendo a gritos un abrazo?)
¿Quieres que esta noche me pase por tu casa? Podemos cenar y... charlar un rato... (le
propuso)
M: No lo sé (contestó sin ganas) luego te llamo...

Y sin decir nada más salió del gabinete y yo volví a seguirla. A pocos pasos tras ella,
salimos ambas hacia el exterior. Se quedó parada en mitad del parking, miró al cielo,
preguntaba por qué... preguntaba qué salió mal, preguntaba mil cosas de las cuales yo
tenía la respuesta pero no podía decirlas...

Claudia: Maca (dijo alguien tras su espalda y al instante supe la relación que las unía,
eran amigas, muy buenas amigas. Sonreí, Maca necesitaba un amigo) Lo siento, Maca...
(dijo algo compungida)
M: No sé qué ha salido mal, Claudia (le dijo nada más verla, con los ojos cristalinos y
la tristeza emanando por cada poro de su ser. Aquella reacción me sorprendió, fue
El amor de los Ángeles 10

bastante diferente a la que tuvo con esa otra chica, como si no le importara que Claudia
la viera así, como si con ella, sí fuese capaz de dejar a la vista sus vulnerabilidades...)
Claudia: Ven aquí (le pidió, brindándole ese abrazo que necesitaba)

¡Por fin! ¡Por fin alguien se daba cuenta! Las vi allí, abrazadas y sonreí. Maca dejaba
escapar un par de lágrimas silenciosas, pero era lo que necesitaba. Claudia apretó el
abrazo que las unía y Maca se dejó consolar por su amiga

Mi trabajo había acabado. Bueno, realmente, acabó cuando guié a David, así que ya no
tenía más que hacer allí. Maca no estaba sola, tenía gente a su alrededor que, según
parecía, la querían y la ayudarían. Ya no me necesitaba, o al menos eso creí. Tenía que
irme, debía irme y sin embargo, no sé qué era, algo no me dejaba marcharme

Claudia: ¿Mejor? (preguntó separándose un poco de ella)


M: Sí (contestó) gracias Claudia

Y ahí fue, en ese instante, donde comenzó todo, donde comenzaron mil preguntas,
donde comencé a replantearme muchas cosas. Maca le sonrió a Claudia agradecida. Y
ahí, en su sonrisa, en su maravillosa sonrisa, todo lo que yo era, todo lo que yo hacía,
dejó de ser lo más importante...

Es curioso cómo pasa el tiempo, como se acelera o se frena la vida en momentos


puntuales, como se perciben agónicas las horas cuando no terminan de pasar, o como se
desea que se pare el reloj en un momento determinado. Yo, que tengo todo el tiempo del
mundo, que tengo toda la eternidad, no me había preocupado del pasar de las horas, no
necesito un reloj que me marque el tiempo, no me preocupo de si es de noche o de día.
Yo, que no sabía lo que es esperar ansiosa a que llegue una determinada hora, ni
tampoco qué se siente cuando los segundos parecen semanas, yo que no me preocupaba
del paso del tiempo, ahora me veo esperando que llegue ese momento. El momento en
que saltan todas las preguntas, en que todo vuelve a ser confuso... el momento de verla

Han pasado, si no me equivoco, un par de meses desde que viera su sonrisa, dos meses
en los que no dejo de preguntarme una y otra vez lo mismo. ¿Qué me está pasando?
¿Por qué me está pasando? ¿Puede ser cierto lo que está ocurriendo? ¿Puede un Ángel
enamorarse?

No tengo respuestas, y lo cierto es, que no sé si quiero obtenerlas. Y sin embargo, aquí
estoy otra vez, como cada día, a las puertas del hospital, mirando desde lejos, esperando
que aparezca. No debería estar aquí, ella no me necesita, no como me necesitan otros,
pero aquí estoy, queriendo cerciorarme de que realmente está bien, aunque sé, que no lo
está. Sigue triste, decepcionada con ella misma, y aunque tiene quien la cuida, quien
intenta animarla, ella no lo quiere y no deja que la ayuden

Sé que se hace la fuerte, sé que intenta hacerles ver a todos que está bien. Sonríe cuando
la miran, se intenta divertir cuando está en alguna reunión, disimula ante todos y todos
la creen. Pero yo sé que es solo una fachada, yo sé, que cuando está a solas, cuando
nadie la ve, es entonces cuando vuelven sus fantasmas, cuando se deja llevar por la
pena, cuando llora en silencio
El amor de los Ángeles 11

Está pasando por lo que los mortales llaman... un momento de bajón... una mala racha...
como lo calificarían otros. Sigue afectada por la muerte de David, no llega a estar
deprimida, al menos no hasta el punto de llegar a ser demasiado preocupante. Es
cuestión de tiempo que se recupere y vuelva a ser la que era, es cuestión de tiempo, que
confíe de nuevo en ella misma. Yo sé que lo logrará, sé que, sin ayuda de nadie, ni
siquiera la mía, volverá a ser ella, y su sonrisa será sincera de nuevo

Llega puntual a su trabajo, como siempre, ni un minuto antes y ni un segundo después.


La observo aparcar su moto. No sé qué tienen los mortales con esos caballos de acero,
supongo que será la sensación de libertad que deben darles... La veo bajar y quitarse el
casco. Saluda con la mano a un compañero que pasa por su lado y le sonríe levemente.
Yo no dejo de mirarla. Ella se gira ante alguien que la llama y yo desvío mi mirada
hacia ese lugar. Verónica llega a la vez que ella. Se acerca y la toma de las caderas para
besarla. Maca se deja besar

Vero: Qué guapa vienes ¿No? (le pregunta con una sonrisa. Sí que está guapa, es
verdad)
M: Me apetecía arreglarme un poco (contesta de manera tranquila)
Vero: Me alegro (y Vero vuelve a sonreír y yo también lo hago, al menos es un paso.
Después de dos meses, Maca vuelve a arreglarse un poco más de lo que venía haciendo
hasta ahora) ¿Tomamos un café? (le propone) te he echado de menos esta noche...
M: Estaba algo cansada (contesta guardando los guantes en el casco)
Vero: Ya lo sé, tonta (dice como si se hiciera cargo de la situación) pero no me vas a
negar ese café ¿verdad?
M: No, claro que no...

Andando juntas las veo entrar por fin al hospital. Yo me quedo quieta, ya tengo lo que
había ido a buscar, ya la he visto, ahora, como siempre, debo irme. Me alejo con
lentitud, comienzo a caminar por las calles y me... mezclo... entre la gente. Esto me
gusta, andar por la calle, cruzándome con distintas personas, sí, esto me gusta. Sonrío al
ver a una pareja joven ir andando con las manos entrelazadas y contándose
confidencias. Me vuelvo al verlos pasar y los sigo con la mirada; él está muy
enamorado de ella y ella... ella aún no puede creer que estén juntos. Cierro los ojos y
una imagen ilusoria se crea en mi mentE: Maca y yo, de la mano, caminando por la
calle. Ella ríe y yo la miro perdida en sus ojos. Definitivamente, tengo que alejarme de
ella

Sí, tengo que hacerlo, he de hacerlo puesto que no es correcto lo que hago. No debo
hacer lo que estoy haciendo, como ya he dicho, Maca, en estos momentos no me
necesita, pero sí hay quien lo hace y puede que los esté descuidando

Pero quizás hay una razón más importante por la que alejarme y es que, en este mundo,
como en cualquier otro, también hay ciertas... normas... reglas no escritas que todos
debemos cumplir, la más importantE: Nunca debemos inmiscuirnos. Debemos
mantener las distancias, actuar sólo cuando es necesario y alejarnos para dejarles que
continúen con su aprendizaje, con su vida sin intervenir en ella. Ésta es la base de todas
la... leyes... (si queréis considerarlo así) que tenemos. Una norma que se ha vuelto algo
más estricta desde que... bueno, se ha hecho más estricta
El amor de los Ángeles 12

Es por eso que tengo que dejar de hacerlo, tengo que dejar de verla, he de dejarla seguir,
continuar hacia adelante pues sé, que si sigo por el camino en el que voy, terminaré
queriendo hacer algo más, y algo más, y finalmente, sin darme cuenta, ya me habré
inmiscuido en su vida... sí, tengo que hacerlo, he de hacerlo... pero la verdad es, que no
sé si podré

He logrado, a duras penas, mantenerme alejada. He conseguido, con bastante esfuerzo


no ir a verla, me he volcado en mi trabajo, guiando a quien lo requiere, ayudando y
cuidando a quien me necesita, he dejado de hacerme preguntas... y he conseguido no
pensar tanto en ella

Mentiría si dijera que no he vuelto a saber de ella, puesto que, de alguna manera, no sé
cómo ni porqué, puedo sentirla, sentir su alma. Cierro los ojos y sé cómo está y aunque
ahora lo hago mucho menos, aunque, como ya he dicho, he conseguido no pensar todo
el tiempo en ella, a veces, en la soledad que este mundo, mi mundo me brinda, me
concedo ciertas licencias... apenas unos segundos son los que necesito para saber que
está bien... luego, simplemente sigo con mi cometido

Hoy está despejado, el sol brilla tan claramente, tan directamente, que estoy segura de
que más de uno tendrá demasiado calor. Les observo ir y venir, unos con prisa, otros de
una manera más lenta. La vida sigue su curso, las personas continúan con sus rutinas...
Miro al cielo, el sol da directo en mi rostro. No siento su calor, ni me ciega su luz, pero
siempre me ha gustado hacerlo, sé que suena estúpido pero siempre que hace tan buen
día como hoy, acabo haciendo lo mismo

Cierro los ojos, como si con ello pudiera sentir la calidez de los rayos solares, me
concentro en todo lo que pasa a mi alrededor... sé que alguien me requiere, sé que hay
alguien que me necesita... me concentro en eso, y comienzo a escuchar sus
pensamientos

... - ¿He dejado puesta la freidora? ¡Mierda, otra vez a volver a casa!...

... - ¡Será imbécil...! se cree que no sé qué me está engañando...

... - ¿Y si la invito a un café? Seguro que me manda bien lejos... joder, es tan guapa...

... - Uff... ha sido el mejor polvo de mi vida...

... - Café, leche, zumo, cola-cao, galletas, espinacas, judías, manzanas... ...

... - Necesito que me den el trabajo... necesito que me lo den... la entrevista no ha ido
tan mal pero...

... - Tengo el examen dentro de dos días y aún me quedan tres temas por estudiar...

... M: No sé qué quiere de mí... ¿por qué no puede seguir como hasta ahora? ¿No se da
cuenta que no puedo darle más?...
El amor de los Ángeles 13

Y es ahí donde abro los ojos, donde dejo de escuchar, es ahí, donde sin poder
remediarlo voy en su busca... algo va a pasar, lo sé, estoy convencida de ello. Las veo
en la calle, airadas, parecen discutir al lado de la moto de Maca

Vero: ¡Es que no te entiendo, Maca! (le dice elevando la voz, sin importarle quien
pueda escucharla)
M: Pues siempre te lo he dejado bien claro, no sé a qué viene esto ahora (le contesta en
un tono más bajo)
Vero: A ti es que todo te da igual (sigue ella y parece mucho más enfadada que Maca)
te importa una mierda lo que los demás sintamos
M: Eso no es así y tú lo sabes (se defiende) te lo dejé muy claro, no busco una relación
seria y si sigues así, creo que será mejor que lo dejemos
Vero: Siempre igual... siempre lo que quiera Maca (está dolida, quiere algo más de lo
que Maca le ofrece, quiere algo más serio, algún tipo de compromiso) ¿Y lo que quieren
los demás? ¿Te has parado a pensar en alguien más que no seas tú alguna vez? (miro a
Maca y de pronto, parece ida, muy ida, como si aquellas palabras estuviera realmente
haciéndole daño) solo te quieres a ti misma, Maca... a los demás que nos jodan.
Empiezo a pensar que nunca has querido a nadie...
M: Vete a la mierda Verónica (le suelta para subirse a la moto y alejarse de allí cuanto
puede, está huyendo, no sé si de Verónica o de ella misma)

Me doy cuenta de que quizás he pasado algo por alto, quizás no me he dado cuenta de lo
que le pasa realmente y es ahora cuando me doy cuenta... no sé qué es, pero sé que hay
algo, algo que la tiene en ese estado, algo más allá de la muerte de David, algo más
profundo, más doloroso quizás

Corre demasiado, debería bajar la velocidad... mientras acelera deja caer un par de
lágrimas... ¿qué es lo que no veo? Las palabras de Vero le han hecho daño, bastante
daño, y no sé qué es... no encuentro el porqué

E: Frena, Maca (le pido en un susurro, tiene que parar y tiene que hacerlo ahora...)

Pero no me hace caso, muy por el contrario acelera aún más... el semáforo va aponerse
en rojo...

E: Frena, frena de una vez Maca...

Y lo hace, ve el semáforo en rojo y se pone nerviosa, aprieta el freno pero la velocidad


que lleva era bastante más elevada. Las ruedas chirrían en el asfalto fruto del intento que
hacen por detenerse... no le da tiempo...

Veo todo lo que ocurre, en cuestión de segundos, la moto de Maca se arrastra hasta la
intersección, justo en el momento en que un coche acelera... no lo pienso, ni siquiera me
lo planteo, en un instante estoy junto a ella, la... abrazo... protegiéndola, atenuando el
golpe con mi cuerpo. El coche nos embiste, siento como nos zarandeamos, creo que
incluso volamos al menos un metro. Caemos al suelo. Amortiguo su caída

E: No es tu hora (le digo mientras la miro, tumbada en el suelo) no te toca, no es tu hora


(continúo diciendo. Tiene los ojos cerrados) Vamos Maca, no es tu hora (le sigo
hablando susurrándolo al oído) vamos... vamos Maca...
El amor de los Ángeles 14

Acaricio su rostro, levemente, a penas con las yemas de mis manos. Siento su temblor y
sonrío cuando la veo abrir los ojos e incorporarse con algo de dificultad... respiro... con
tranquilidad, está bien, ella está bien

E: Genial, Esther (me digo a mí misma sin dejar de mirarla) para no querer inmiscuirte,
lo estás haciendo muy bien...

Como si no hubiera pasado nada, recuperándose un poco de la caída, con algunos


rasguños y molestias en el brazo derecho, Maca comienza a arreglar los papeles con el
dueño del otro vehículo y una vez terminan emprende camino a casa. Yo la miro
estupefacta... ¿A casa? ¿No sería mejor ir a un hospital, que te miraran las heridas y te
hicieran algún tipo de prueba por si tienes una lesión en la cabeza? Pues al parecer, para
ella no

Así que llegamos a su casa, obviamente la sigo, ahora no puedo alejarme, no puedo
irme como si no hubiese pasado nada. Me quedo cerca, observando cada uno de sus
movimientos. Se le ve en el rostro que está aguantando el dolor que siente en la muñeca.
Intenta curarse ella misma un par de arañazos que desde ahora adornan en el brazo
izquierdo pero no puede ni siquiera comenzar. El dolor, parece hacerse más agudo
conforme se enfría el golpe

E: Deberías ir al hospital (le digo desde un costado, sé que no me oye, sé que no sirve
de nada que yo le diga, le suplique e incluso le grite que vaya de una buena vez por
todas a urgencias, ella no me oye y yo no puedo hacer nada)

Tras un buen rato, cuando al fin se da cuenta de que ella sola no puede, llama por
teléfono, la escucho hablar con Claudia, su amiga parece confusa y preocupada pero ella
se encarga de tranquilizarla. Yo me cruzo de brazos... ¿Qué es esto que me pasa? ¿Por
qué de pronto quisiera meterle un grito por su cabezonería?

M: Que no, Claudia... que no me hace falta ir al hospital (le dice con tono cansino) si
solo son un par de arañazos pero con la mano izquierda no puedo curarlos y la verdad es
que no dejan de sangrar (mientras dice esto se mira en el espejo...) vale... sí, te espero
aquí

Bueno, a falta de hospital, una médico no viene mal. Así que consigo pausarme,
calmarme un poco mientras espero que llegue Claudia. Maca emite un quejido de dolor
al intentar coger algo y yo aparezco a su lado...

E: ¡Como te hayas roto la muñeca y no quieras ir al hospital, verás! (suelto sin ser capaz
ni de pensarlo. Maca sigue a lo suyo)

Finalmente y ¡Por fin!. Llega Claudia que entra como un elefante en una cacharrería,
haciendo mil preguntas y queriendo tocar las heridas de Maca, ésta protesta ante su
acción y después de casi darle un grito se sientan una junto a la otra en el sofá. Esto de
verlas así es divertido
El amor de los Ángeles 15

Claudia comienza a limpiar los rasguños, uno de ellos necesita al menos un punto de
aproximación, así que tomando una pequeña tira de un esparadrapo une la herida ante
un nuevo gesto de dolor de la pediatra

E: Te aguantas (suelo sin dejar de mirarla) eso por no querer ir al hospital (me cruzo de
brazos y me dejo caer en la pared)

Claudia: Sabes que deberías ir al hospital ¿verdad? (le pregunta Claudia)

E: ¡Gracias! (vuelvo a soltar) Al menos hay alguien con coherencia

M: No hace falta, ya te lo he dicho (repite Maca mientras no deja de observar qué hace
Claudia, quien sonríe)
Claudia: Cabezota (pronuncia con cariño)

E: Eso le he dicho yo (continúo yo) pero ni caso que hace... aunque claro, a mí no me
oye

M: De verdad, Claudia estoy bien... ha sido una tontería (intenta defenderse)


Claudia: Por lo que me has contado, de tontería nada (contesta ella poniéndose algo
más seria) y tú deberías saberlo, hemos visto un montón de accidentes de ese tipo y
muchos de ellos son bastante trágicos
M: No seas exagerada (le dice con un poco molesta)
Claudia: No exagero y lo sabes (contesta ella con más energía) es más, hay quien diría
que más que suerte es que tienes un ángel protector que te ha salvado de esta (dice de
manera chistosa, yo elevo una ceja... ¿Se está cachondeando?)
M: Tú y tus cosas, Claudia (Maca sonríe... y yo con ella)
Claudia: Bueno, esto ya está, a ver, déjame ver una cosa antes de ver la muñeca
(continúa la neuróloga sacando una pequeña linterna, Maca se resiste un poco) Maca...
(le advierte) sigue la luz con los ojos
M: Claudia...
Claudia: Maca (la corta de una manera algo más autoritaria)
M: Vale (termina por aceptar, sabe que su amiga no se quedará tranquila hasta que no
se quede satisfecha)
Claudia: A ver (se acomoda un poco más y da con la luz directamente en sus pupilas)
¿Perdiste el conocimiento? (quiere saber)
M: No...

E: Sí (rebato yo, de manera enérgica)

Claudia: ¿Estás segura? (le pregunta queriendo cerciorarse... Maca baja la mirada un
instante)
M: Tan solo un segundo (acepta por fin)
Claudia: Bien (apaga la lucecita) aunque sigo pensando que deberías hacerte algunas
pruebas parece que todo está bien (comenta mientras guarda la linterna)
M: Uff... llevaba casco, no me golpeé la cabeza, no llegué realmente a perder el
conocimiento, simplemente me asusté... (se defiende) y no tengo más que un dolor en la
muñeca, ya está (dice con bastante seriedad)
El amor de los Ángeles 16

Claudia: Está bien, no insisto (contesta ella sabiendo como sabe lo cabezota que es,
debe ser mejor dejarlo estar y realmente, tampoco ha pasado nada) dame la mano (le
pide para examinársela) ¿Y me vas a contar qué ha pasado para que condujeras así?
M: Discutí con Vero (dice de manera escueta)
Claudia: ¿Qué ha pasado esta vez? (yo la miro confusa, ¿es que ha habido más
discusiones cómo esa?)
M: Lo de siempre (pues sí que las ha habido, sí) quiere más de lo que tiene...
Claudia: Ya... no sé, Maca... tal vez podrías intentarlo (le dice con cautela)
M: Claudia... no estoy preparada (contesta de una manera que me deja algo fría...)
Claudia: Cariño... han pasado ya...
M: Cuatro años (termina de decir) mañana hace cuatro años (mi vista se vuelve hacia
ella, quedándose tan solo en ella, ¡claro!... ¿Cómo no me di cuenta antes? Ese dolor, esa
herida que lleva en el alma solo puede significar una cosa. Miro a mi alrededor,
descubriendo un montón de fotografías en todas ellas, una chica, de pelo castaño, sonríe
ante la cámara... a veces sola, otras con Maca... y parecían muy felices...)

Claudia ha intentado que hable del tema pero Maca no está dispuesta a hacerlo, ha
cambiado de tema, se ha cerrado en banda y no hay manera de que diga absolutamente
nada, ni cómo se siente, ni qué se le pasa por la cabeza, nada...

Me paseo por la casa, mirando con más atención las fotografías, hay un montón de ellas
y en todas, esa chica, debió quererla mucho, al menos eso es lo que me dice su tono de
voz. No sé qué pasó entre ellas, ni qué le ocurrió a la chica, lo que sí sé, es que ya no
está y Maca no lo ha superado

Ahora entiendo ese dolor, ese profundo vacío en sus ojos, ahora entiendo por qué le
afectan de ese modo ciertas cosas y por supuesto, ahora sí soy capaz de ver la
vinculación que tiene con Vero. Está claro que no quiere abrirse del todo a ella, no
quiere involucrarse más de lo que ella misma se permite, no quiere enamorarse...
Supongo que el hecho de que mañana se cumplan cuatro años de lo que ocurrió, hace
que ese sentimiento que tiene se acentúe por estas fechas. No debe ser fácil... no, no
debe ser nada fácil...

Cuando vuelvo a mirarlas las veo sentadas mirando la televisión. Están en silencio,
supongo que Maca no para de darle vueltas y Claudia, intenta pensar en la manera en la
que hablarle. La neuróloga cambia de canal dejándolo en un programa donde una...
médium... dice hablar con los espíritus. No sé por qué lo deja puesto, ni siquiera sé por
qué han comenzado a ver la televisión...

M: Menudo fraude (comenta Maca, saliendo de sus pensamientos)


Claudia: ¿No te lo crees? (la mira un tanto interrogante)
M: Pues no (dice convencida de ello) venga ya, es absurdo... hablar con espíritus...
Claudia: Hay gente que puede (comenta ahora Claudia pendiente de la televisión,
donde esa tal Anne Germain le comunica a alguien que su familiar está bien)
M: ¿Tú te lo crees? (Claudia se encoge de hombros) ¿En serio?
Claudia: ¿Por qué no? (esta Claudia me desconcierta a veces) no sé... da demasiados
datos, datos muy íntimos y...
M: Datos que ha podido conseguir hablando antes con ellos... esto está preparado
seguro...
El amor de los Ángeles 17

Claudia: Vale... supongamos que por un momento es verdad (sigue diciendo, es como
si de verdad, quisiera que Maca creyera en todo esto) supongamos que existe la más
mínima posibilidad de que sea verdad (Maca la mira con una ceja alzada) ¿No te
gustaría hablar con ella?

Yo la miro, y quedo pendiente de su respuesta, Maca cierra los ojos, como si le doliera
con tan solo pensar en ello, finalmente, mira a Claudia quien como yo, también espera
una respuesta, pero no se la va a dar... claro que no

M: Creo que voy a acostarme un rato, Claudia (le dice invitándola cordialmente a que
se marche)
Claudia: Está bien (acepta sin más, lo ha intentado y no lo ha logrado y sabe que no lo
logrará) llámame luego para ver como sigues y... sigo pensando que deberías ir al
hospital (vuelve a decir y yo recuerdo entonces porqué está aquí, con tanta información,
se me había olvidado)
M: Solo es una torcedura y ya me la has vendado (contesta con pasotismo) no pasa
nada...
Claudia: Vale... no insistiré más (dice levantándose. Se acerca, le da un abrazo, sabe
que Maca lo necesita. Se despide con un hasta luego y antes de salir se para un segundo)
gracias (pronuncia)
M: ¿Por qué? (pregunta Maca un tanto desconcertada)
Claudia: Por... (sonríe levemente) por estar aquí (termina de decir ¿Perdón?)
M: No pensaba irme a ningún lado (contesta algo confusa por todo aquello... ¿Y quién
no?)
Claudia: Bueno... pero podría haber sido peor (vale, está contenta de que no le haya
pasado nada. La mira, sonríe de medio lado y termina por marcharse)

Cuando Claudia se marcha, yo no sé qué debo hacer. Maca parece andar como un
fantasma por la casa, va a la cocina, se toma un vaso de agua y se queda apoyada en la
encimera de la cocina. Sé que está haciendo un esfuerzo por no llorar, lo que no sé es
por qué no se deja llevar por lo que siente...

Va hacia la habitación, yo como siempre la sigo. Se tumba en la cama, en el lado


derecho y mirando hacia el lado izquierdo, se acurruca sobre ella misma. No puedo
evitarlo, algo me... obliga... a hacerlo y me tumbo junto a ella, en el lado izquierdo y
mirándola. Es guapa, no me había fijado en lo guapa que es... una lágrima recorre su
mejilla, alargo la mano, como si quisiera limpiársela, no llego a rozarla cuando siento su
temblor. Cierra los ojos con fuerza, vuelve a abrirlos y me mira... bueno, en realidad no
me mira a mí, simplemente mira al frente, pero yo no sé por qué, deseo que me mire a
mí...

Y a partir de ese momento, cuando sin que ella lo sepa ya me he perdido en su mirada,
cuando tumbada junto a ella lo único que quiero es abrazarla, es entonces cuando
entiendo, cuando acepto, que no es que me vaya a ser realmente difícil alejarme de
ella... es que simplemente no lo voy a hacer

Los cementerios siempre han sido objeto de leyendas, de historias para no dormir.
Durante décadas han sido y son, escenario obligado en películas de terror, descritos
como lugares lúgubres y oscuros donde vagan los espíritus, donde seguramente, más de
El amor de los Ángeles 18

uno, viendo una de esas películas, habrá saltado de su butaca pues siempre el mayor
momento de... angustia... y de... miedo... en un film de esas características se suelen dar
en los cementerios

Sin embargo, esa visión, está bastante distorsionada de la realidad. Los cementerios no
son tétricos ni en ellos habitan las almas perdidas. Son lugares de paz, donde reina el
silencio, donde descansan los cuerpos de las personas que ya no están, sí, solo los
cuerpos pues sus almas ya no están en este mundo

Me sorprende la visión que tiene la gente de estos lugares, unos no pisan jamás un
cementerio por miedo, por el miedo que les provocan tantos años de irrealidad que se
cierne sobre este lugar. Si ellos supieran realmente lo que aquí se respira, esta
tranquilidad, esta sensación de serenidad, posiblemente vinieran más a menudo a...
visitar... a quienes han perdido

No puedo obviar la tristeza que reina en un cementerio, cualquier lugar de culto hacia
familiares o amigos que ya se han ido siempre es triste, es algo natural, no es
reprochable, pero también es cierto que un cementerio es tan solo un escenario, un sitio
donde recordar, donde visitar a quien ya no está... muy por el contrario de lo que
directores, guionistas o productores del cine de terror han querido mostrar al mundo

Camino a unos dos pasos tras ella. Hoy hace sol, el cielo está despejado y el verde de la
hierba parece brillar bajo nuestros pies. Paseamos con lentitud entre las lápidas,
buscando aquella a la que ha ido a ver. Miro hacia la derecha, a varios metros, una
señora cambia unas flores que se han marchitado en una de las lápidas, tras ella, alguien
me mira y yo le miro, es un Ángel, uno de los míos. No me extraño al verlo allí y él no
se extraña al verme a mí, es normal que estemos, que acompañemos a quienes vienen,
es normal nuestra presencia aquí. Me sonríe levemente y mueve su cabeza a modo de
saludo, yo hago lo mismo y continúo mi camino tras Maca

Llegamos a nuestro destino. Maca se para frente a una de las lápidas, respira
profundamente, baja la mirada y vuelve a levantarla. Yo al miro, la miro y sé que sufre,
que le cuesta estar ahí, pero también sé que es algo que hace cada año, una manera de
aferrarse a lo que fueron, a lo que tuvieron... una manera de volver a estar con ella

M: Hola...

Y no pronuncia nada más, no dice ni una sola palabra, no puede, no tiene palabras que
decirle. Se quita las gafas de sol, se acerca a la tumba y acaricia la lápida que se
mantiene impoluta, el guarda del cementerio se encarga de limpiarlas cada día, es un
buen hombre y entiende lo que este lugar significa, por eso se afana en que todo esté
como debe estar

Me acerco a ella, no la toco, en estos momentos sé que no debo hacerlo. Vuelvo mi


vista hacia aquella lápida que no deja de mirar y leo lo que tiene inscrito

... Irene Sánchez Pérez


1977-2007
Amada y añorada compañera de viaje...
El amor de los Ángeles 19

De nuevo vuelvo la vista hacia Maca, quien deja que una lágrima recorra su rostro. Mira
al cielo, como si quisiera adivinarla entre las nubes, como si la buscara en esa bóveda
celeste que nos rodea. Baja la mirada, se acerca levemente, acaricia la lápida por unos
segundos, una segunda lágrima rueda por su mejilla y yo sé, que la echa de menos...

Nos quedamos allí un rato, quizás una media hora. No hay palabras, ni llantos ruidosos,
no, no hay nada de eso, hay una tensa paz, una calma algo tormentosa, lo cierto es que
es raro describir las sensaciones que ella está teniendo, no soy capaz de entenderlas. Es
como si una parte de ella, en el fondo, hubiera aceptado aquello y sin embargo, otra
sigue aferrada a lo que tuvieron, sin dejarla avanzar

Finalmente se pone las gafas de sol y comienza a alejarse de manera lenta. Yo tardo un
poco en seguirla, intento aclarar un poco las ideas. De nuevo la acompaño, la sigo a un
par de metros y cuando llegamos a la puerta del cementerio, Maca se para en seco. La
miro extrañada y dirijo mis ojos hacia el lugar donde va su mirada. Allí, esperándola y
bastante nerviosa Vero la mira con cautela

M: ¿Qué haces aquí? (le pregunta con la voz tomada)


Vero: Claudia me contó lo que pasó y me dijo que estarías aquí (dice ella y en su tono
puedo identificar que está preocupada y que se siente algo culpable) sé que no te gusta
que nadie te acompañe, que siempre has querido venir sola, así que por eso no he
entrado... he preferido esperar a que salieras (le explica y lo cierto es que no tenía por
qué darle explicaciones, al menos desde mi punto de vista sobra cualquier explicación si
vienes a acompañar a tu novia en un momento como este ¿no? Pero, la verdad es, que
esta relación es tan extraña que me pierdo en los detalles)
M: Ya... (contesta mirándola y sin añadir nada más)
Vero: Maca... quiero pedirte disculpas (continúa ella) ayer dije cosas que... me pasé (y
se la ve afectada) lo siento...
M: Yo también lo siento (dice aceptando su parte de culpa) tampoco estuve muy fina...
pero Vero... yo... (baja la cabeza) yo no... no quiero hacerte daño y... de verdad que aún
no estoy preparada para que nos vayamos a vivir juntas (mi ceja se alza ¿vivir juntas?)
necesito algo más de tiempo...
Vero: Lo entiendo (dice ella, es como si quisiera conformarse con lo poco que le da) lo
entiendo y... perdóname, por favor...( se acerca a ella y Maca deja que se acerque)
M: No creo que este sea el mejor lugar para hablar de eso (no, lo cierto es que no lo
es...)
Vero: Podemos ir a mi casa (le propone) allí hablaremos más tranquilas

Maca acepta y ambas se marchan. Las veo irse y no sé por qué las sigo, sé cómo va a
terminar esto, sé lo que va a pasar, no debería ir con ellas pero ya estoy aquí. Sentadas
en el sofá de la casa de Verónica se miran sin hablarse. He visto lo que las miradas
hacen en algunas personas, he visto gente que tienen la capacidad de comunicarse, de
hablarse tan solo con mirarse, ellas no tienen ese vínculo, no sienten esa conexión. No
están enamoradas...

M: Vero (comienza a hablar) yo de verdad que no quiero hacerte daño (le repite como
le ha dicho en el cementerio) y si a ti esta situación te hace sufrir, creo que lo mejor será
que lo dejemos...
El amor de los Ángeles 20

Vero: No (corre a decir) Maca no... no quiero dejarlo... estamos bien así, me precipité al
decirte eso, pero de verdad que estoy bien así... lo pasamos bien juntas y... bueno,
tenemos una buena relación (¿No está actuando de una manera algo superficial?)
M: Vero... (pronuncia a modo de advertencia)
Vero: Te lo digo en serio (y el registro de su voz ha cambiado totalmente) no sé por qué
te propuse aquello, fue una tontería de verdad. Si yo tampoco estoy preparada para vivir
con nadie, sabes cuánto me gusta mi libertad (yo sé que miente, Vero sabe que miente y
Maca sabe que miente, pero ninguna de las dos dirá la verdad, no quieren hacerlo)
además... si lo pienso, eso del compromiso no va conmigo (intenta bromear y Maca
sonríe, parece que funciona) así que... será mejor que sigamos como ahora,
aprovechando el momento y haciendo lo que queramos ¿vale?

No sé por qué acepta, no entiendo por qué sigue con esta historia, pero las veo
acercarse, veo a Vero acortar peligrosamente el camino hacia sus labios. Veo a Maca
cerrar los ojos y dejar que la bese... y yo desvío mi mirada, no puedo verlo... no quiero
verlo, así que simplemente, me marcho dejándoles intimidad

Han pasado un par de semanas y parece que todo vuelve a la normalidad, o, como
mínimo, a la normalidad en la que se ha instalado su vida. Yo sigo pendiente de ella,
parece que está bien. Trabaja, sale de copas alguna vez con... con Vero, a veces duerme
en su casa, la mayoría lo hace sola en la suya, yo termino acostándome a su lado. He
descubierto lo mucho que me gusta verla dormir. Me da más paz de la que siento
habitualmente

Pero tengo que seguir con mi trabajo así que, he decidido alejarme un poco. No
demasiado, el tiempo suficiente para hacer mi trabajo y volver con ella. Y mi labor hoy
me ha llevado a una azotea, donde un chico, de no más de 28 años amenaza con tirarse.
Está sentado en el muro y me siento a su lado. Lo miro, tiene miedo. Lo cierto es que no
está demasiado convencido de lo que hace pero está tan deprimido que le da igual lo que
pase

Cierro los ojos, necesito saber qué le ha pasado para llegar hasta ahí. Alargo el brazo y
le toco, él tiembla y se aferra al muro en el que está sentado. Ahora sé lo que le pasa: ha
perdido su trabajo y su novia le ha dejado a tres días de la boda

Alguien más entra en la azotea, un policía y otro chico que parece ser un negociador, un
psicólogo o algo parecido, van a intentar que recapacite. Él se pone nervios y vuelve a
amenazar con tirarse

E: Cálmate (le digo al tiempo que vuelvo a tocarle) escúchale... (le pido y siento que de
manera leve él se relaja)

El psicólogo se acerca con cautela, intenta hacerle hablar, distraerle... le pregunta su


nombre y él se lo dice. Yo continúo a su lado. Atenta a todo lo que pasa, lo único que
puedo hacer es conseguir que lo escuche. Si salta no podré evitarlo, no puedo pararlo, es
su elección y yo no puedo intervenir en eso. Pero no lo hará, o al menos, tengo la
esperanza de que no lo haga

Psicólogo: Mi nombre es Carlos (le dice) y solo quiero charlar contigo


El amor de los Ángeles 21

J: ¡Como te acerques más me tiro! (amenaza de nuevo Javier viendo su cercanía)


Carlos: Vale... vale... me quedo aquí ¿ves? No me acerco... pero habla conmigo...
cuéntame qué ha pasado

Javier no contesta, no quiere hablar de ello, yo vuelvo a centrarme en él. Aprieto un


poco su hombro, el tiembla de nuevo, le transmito toda la calma que puedo y me acerco
a su oído

E: Tienes toda la vida por delante (le susurro)

Carlos: ¿Qué puede ser tan grave como para que quieras tirarte? (le pregunta Carlos)
J: ¡Cállate! (suelta con algo de rabia) me tiraré

E: Vas a hacer grandes cosas (sigo susurrándole) no tienes por qué hacerlo... no tienes
que hacerlo...

Carlos: Venga Javier... solo quiero ayudarte (continúa con su labor el psicólogo)
cuéntame qué ha pasado...

E: Cuéntaselo... te ayudará (le digo)

J: Me... me ha dejado... íbamos a casarnos y me ha dejado (dice angustiado)

E: Shhh... lo estás haciendo muy bien (continúo) no tienes que tirarte... hay gente que te
quiere...

Carlos: ¿Y qué es lo que ha pasado para que te deje? (le sigue preguntando, mientras yo
vuelvo a apretar su hombro)
J: ¡No lo sé! (le grita) lo peor es que no lo sé... (y llora como si fuera un niño)

E: Volverás a enamorarte... te casaras y tendrás una familia (le susurro) pero tienes que
vivir...

Carlos: ¿Y no quieres saber lo que ha pasado? (vuelve a preguntar) porque si te tiras no


lo vas a saber nunca... ¿O es que quieres castigarla? (Javier se vuelve para mirarlo)

Lo mira dudando, yo me quedo tranquila, esa duda es todo lo que necesitan para
acercarse a él, cogerlo entre el policía y Carlos y alejarlo del borde. Javier se abraza a él
y comienza a llorar con angustia

Y me voy. Mi trabajo aquí ha terminado. Ahora a Javier le espera un buen tiempo de


terapia, superar sus inseguridades, recuperarse y volver a tomar las riendas de su vida.
Pero yo ahí, ya no puedo hacer nada. Así que me alejo, los dejo sabiendo que él se
recuperará, que ha tomado la decisión correcta

No puedo evitarlo y aparezco en el hospital. La encuentro en la cafetería, hablando con


Claudia, me quedo fuera, separada de ellas por un cristal. No dejo de mirarla, es
imposible dejar de mirarla
El amor de los Ángeles 22

Claudia: Entonces has arreglado las cosas con Vero (le dice continuando con la
conversación que venían manteniendo)
M: Sí, bueno... supongo que sí (se eleva de hombros) volvemos a estar como antes...
Claudia: Ya... (niega levemente con la cabeza) supongo que no darás el paso...
M: Por ahora no, Claudia... (dice como si quisiera disculparse por su comportamiento)
me gusta estar con ella y... le tengo mucho cariño pero... no estoy enamorada de ella...
Claudia: Pero tampoco podéis estar así toda la vida
M: Ya lo sé (dice jugando con una servilleta) pero no quiero pensar demasiado en ello...

Se quedan calladas. Claudia parece un tanto... ¿incómoda? Mira a su alrededor y vuelve


a mirar a su amiga... Maca continúa rompiendo esa pobre servilleta, parece que busca la
manera de contarle algo y no la encuentra. Finalmente eleva la mirada y arranca

M: Últimamente me está pasando algo extraño (dice y tanto Claudia como yo,
prestamos atención) cuando estoy sola en casa... no sé, es como... como si no estuviera
sola (todos mis sentidos se ponen alerta... ¿Es que me siente?) sé que suena estúpido y
posiblemente pienses que estoy loca pero... cuando me acuesto... es... tengo la... la
misma sensación que cuando estaba ella... me siento... acompañada... (Claudia la mira
sorprendida y yo mucho más que ella) es una estupidez lo sé...
Claudia: No, no lo es (contesta y yo la vuelvo a mirar confusa) es normal que te sientas
así... supongo que... no sé, lo estarás superando... quien sabe...
M: Ya... Claudia... tú eres la que siempre salta con algún tipo de broma paranormal (le
suelta, y es como si esperara que le diera una explicación sobrenatural a lo que le pasa)
Claudia: ¿Y qué quieres que te diga? (le pregunta) no creo que haya nada paranormal
en eso... de hecho, creo que es un proceso normal... poco a poco vas aceptando lo que
pasó y no te sientes tan sola (¿Por qué me suena tan raro todo lo que está diciendo?)
M: Sí... quizás sea eso (y lo acepta, porque como buena escéptica que es, le vale mejor
eso que cualquier otra explicación)

El busca de Claudia suena, lo coge del bolsillo de su bata y lo mira, una urgencia la
reclama. Se levanta, disculpándose con Maca quien le sonríe haciéndole saber que no
pasa nada. Le da un último sorbo a su café mientras se levanta y sale de la cafetería. La
veo tomar el camino por el que se cruzará conmigo. Yo vuelvo a mirar a Maca, quien
parece ausente del mundo. Y algo pasa, algo raro, extraño, que jamás me había pasado.
Sin mirar sé que Claudia se ha parado a mi lado. La escucho suspirar, se posiciona a mi
derecha y como yo, mira a Maca. Vuelve a soltar otro suspiro... Está preocupada por su
amiga... mucho... está...

Claudia: No deberías estar aquí (y yo me quedo asombrada, absolutamente


sorprendida, me lo ha dicho a mí, sé que me lo ha dicho a mí... cuando voy a mirarla
ella ya camina de espaldas a mi posición, alejándose de la cafetería y yo no entiendo
nada de lo que ha pasado)

Por más que busco no le encuentro lógica ni explicación alguna. No sé cómo ha pasado,
ni por qué ha pasado, no tengo ni la más remota idea de cómo Claudia podía saber que
yo estaba allí. Porque de eso sí estoy segura, estoy completamente segura de que eso me
lo dijo a mí, no sé si fue como una advertencia o para que supiera que ella me percibía
pero sí sé que sabía perfectamente que yo estaba allí
El amor de los Ángeles 23

Pero no logro saber cómo lo hizo, tras aquella conversación pensé que había alguna
posibilidad de que de pronto la gente me sintiera, no sé cómo ni por qué, pero creí que
podían sentirme. Así que me he pasado varios días vagando entre la gente, acercándome
a ellos más de lo necesario para ver si alguno reaccionaba, si alguien sentía algún efecto
de mi cercanía, pero nada, no he encontrado ni a una sola persona que pueda sentirme
más allá de lo normal, no, nadie me siente, ni me ve, ni me oye, nadie sabe que estoy
cerca o lejos, o tocándolos o simplemente observándolos... entonces, ¿Cómo es posible
que Claudia supiera exactamente dónde estaba?

Lo cierto es, que si lo pienso detenidamente, no ha sido un hecho puntual, no es que de


alguna manera justo en ese instante y en ese lugar, Claudia pudiera sentirme, no... muy
por el contrario ahora que recuerdo creo que ya me ha sentido antes, incluso, si leo entre
líneas o hilo un poco fino, creo que hasta me ha hablado...

Claudia: Vale... no insistiré más (dice levantándose. Se acerca, le da un abrazo, sabe


que Maca lo necesita. Se despide con un hasta luego y antes de salir se para un
segundo) gracias (pronuncia)
M: ¿Por qué? (pregunta Maca un tanto desconcertada)
Claudia: Por... (sonríe levemente) por estar aquí (termina de decir ¿Perdón?)

¡Claro! Ahora entiendo por qué me resultó tan extraño ese... gracias... ahora sé por qué
tanto Maca como yo quedamos bastante descolocadas... no hablaba con ella, lo hacía
conmigo y si rememoro mejor la escena, puedo ver con claridad que sus ojos durante un
instante, durante una fracción de segundo se desviaron a mi posición antes de seguir
hablando con Maca... Sí, me lo dijo a mí, estoy completamente segura, me lo agradeció
a mí, me dio las gracias por haber estado en el accidente y evitar males mayores... sí...
sí,... ella sabía que yo estaba allí, pero... ¿Cómo? ¿Por qué?

Tengo que saberlo, necesito saber cómo es posible, porque es que simplemente no
puede ser verdad, todo esto debe tener una explicación, pero no consigo dar con ella. Es
imposible que ella me sienta, es imposible que sepa que estoy cerca... no puede ser y sin
embargo, cuanto más lo pienso, cuanto más rememoro el momento más convencida
estoy de que es así

Cierro los ojos y aparezco frente a ella, en su casa, junto a su marido y su hijo. Tiene un
hijo, entonces... es mortal, es humana, vive una vida terrenal, no es un ángel ni nada
parecido... entonces, ¿Cómo es posible?

Me posicioné frente a ella, la observo minuciosamente, esperando un gesto, un


movimiento que me diga que sabe que estoy aquí, pero Claudia no hace nada, no
reacciona, no se mueve ni mira a su alrededor, no parece que sepa que estoy frente a ella

Su hijo, de no más de tres años comienza a reír, él sí me siente, como muchos niños de
su edad, me quedo mirándola a ella, esperando una reacción ante la risa del niño, pero
actúa con total normalidad... ¿Entonces qué es lo que ha pasado?

Me paso el día entero tras ella, esperando que haga o diga algo que la delate, pero no
ocurre nada, absolutamente nada. Incluso me atrevo a tocarla y simplemente pasa lo de
siempre, un ligero temblor, el mismo que sienten todos, nada más. No cambia su rutina
El amor de los Ángeles 24

porque yo esté aquí, no mira hacia la nada, no dice nada, no pasa nada... y yo, yo no
entiendo nada

Han pasado tres días desde aquello, tres días en los que me he pasado la mayor parte del
tiempo escrutando sus movimientos, sus gestos y sus palabras, tres días en los que he
intentado ver en otros lo que he visto en ella, en los que he buscado mil excusas para
que me hablara directamente a mí. Han pasado tres días en los que se han agolpado en
mi mente un millar más de preguntas...

Dada su nula reacción ante mí, he decidido que mejor dejarlo pasar, está claro que nada
de lo que se me ha pasado por la cabeza es cierto y, si lo fuera, no tengo forma de
demostrarlo. Así que he vuelto a la normalidad, o bueno, mejor dicho, a la normalidad
en la que vivo desde que Maca se cruzó en mi camino

De nuevo estoy en el hospital, con todo esto de Claudia, no he visto a Maca y lo cierto
es que... de una forma que ignoro, la echo de menos... así que aquí estoy, viéndola
trabajar, metida de lleno en uno de sus casos, con una niña a la que hace sonreír y yo no
puedo no hacerlo al mirarla. Es increíble lo buena que es con los niños y estoy
completamente segura de que va a ser una gran madre cuando decida serlo

Vero aparece junto a Claudia por un costado del pasillo, se acercan a ella y charlan
sobre algo de una cena esa noche. Veo a Vero abrazar por la cintura a Maca y cómo ésta
se separa un tanto incómoda al hacerlo delante de un paciente. La neuróloga no parece
estar demasiado metida en la conversación y eso, una vez más, hace que salte mi
curiosidad

Se despide de ellas y se acerca hasta mi posición, viene directa hacia mí, yo me quedo
algo tensa y cuando ya está a mi lado la veo continuar andando, hubiera sido del todo
normal, nada extraordinario si no fuera porque ha mirado justo al lugar donde me
encuentro y ha mantenido la mirada hasta que ha pasado de largo. Ahora lo sé, ahora sí
estoy segura, Claudia sabe que yo estoy aquí y estos días que la he estado
acompañando, es que simplemente ha ignorado mi presencia

Decido seguirla, ahora que tengo la certeza quiero cerciorarme más aún. La veo tomar el
ascensor, sé dónde va y me adelanto. Salgo a la solitaria terraza del hospital, me acerco
hasta la baranda y miro el paisaje. La ciudad se presenta ante mis ojos con el sol en su
declive colándose entre los edificios. Me gusta ver el atardecer, la gama de colores que
se crea en el cielo siempre me ha parecido esplendorosa. Escucho el sonido de los
coches, sirenas de alguna ambulancia recorrer la ciudad, y el ruido de la puerta cerrarse
tras de mí se hace más fuerte entre el ruido de la ciudad

Me quedo quieta, quiero ver qué hace. Escucho sus pasos y finalmente la veo pararse
justo a mi lado, como yo se apoya sobre la barandilla y mira hacia el horizonte. Yo la
miro interrogante, no sé qué está pensando, podría averiguarlo pero no voy a hacerlo, no
quiero intervenir en ella. El silencio inunda de nuevo la azotea y yo, voy perdiendo la
esperanza de que diga algo. Tal vez he vuelto a equivocarme... quizás he distorsionado
la realidad de las cosas, quizás simplemente es que todo esto está en mi imaginación

Claudia: No te veo, ni te oigo, pero sé cuándo vienes, sé cuándo apareces, sé cuándo


estás cerca (comienza a decir y yo la miro prestándole atención, entonces es cierto... es
El amor de los Ángeles 25

cierto...) no puedo verte ni oírte pero sí te siento, así que muéstrate, deja que te vea
porque no voy a hablar con un Ángel fantasmal (concluye y yo no puedo dejar de
mirarla... sabe que soy un Ángel, ella sabe lo que soy. También sabe que estoy aquí y
quiere que me muestre... pero... ¿Cómo se hace eso?)

Vale, llegados a este punto creo que es necesario que os explique algo. Veréis, cuando
te conviertes en Ángel, si es que tienes la suerte de convertirte en uno, puesto que no
todas las personas que mueren lo hacen, nadie te da un manual del comportamiento
Angelical (por decirlo de alguna manera), ni tampoco te dicen cuáles son tus nuevas
cualidades, ni qué cosas puedes o no hacer

No hay una guía que te enseñe el camino, que te muestre la vida de un Ángel, ni cómo
será tu existencia a partir de ese momento. Simplemente, lo sabes, sabes qué hacer en
cada momento, sabes a quién tienes que ayudar o quien necesita que lo hagas. Digamos
que, renacer como Ángel, conlleva también, renacer sabiendo cuáles serán tus
funciones. Pero nadie te enseña, nadie te dice lo que no debes hacer... y mucho menos te
enseñan a mostrarte a la gente y eso, es de las pocas cosas que con las que no nacemos
aprendidas

Por eso, ahora estoy sintiéndome muy, pero que muy fuera de lugar. Es la primera
noticia que tengo sobre esto, no tenía ni la más remota idea de que podíamos hacernos
ver. Es más, es que ni tan siquiera me lo había imaginado. Así que la miro extrañada, no
sé cómo se hace eso, ni tampoco sé si puedo hacerlo

Sí es cierto que como en todo, aquí también existen historias, mitologías si queréis
llamarlo así, sí es verdad que alguna vez se ha “escuchado” hablar sobre la posibilidad
de que te puedan ver, más allá de los animales o los niños pequeños, pero nunca han
dejado de ser eso, historias, mitos que más bien han sido creado por los mortales y
mostrados en un sinfín de obras tanto literarias como cinematográficas... o eso creía yo,
porque las palabras de Claudia le dan veracidad a todo aquello que yo creía cuentos

Puede que los mayores, aquellos ángeles que llevan en esta vida eterna mucho,
muchísimo más tiempo que yo, sepan la manera de hacerlo, seguro que “los sabios” por
denominarles de algún modo, saben cómo se hace, pero no puedo ir y preguntarles,
porque eso sería delatarme, hacerles ver hasta qué punto llega mi vinculación con un
mortal y... no, eso no puede ocurrir

Veo a Claudia que se mantiene a la espera y sé, que si no aparezco pronto, si no me dejo
ver, se marchará y puede que no vuelva a tener la ocasión de hablar con ella, soy
consciente de que me ha dado una sola oportunidad pero que no está demasiado cómoda
con esto, sé que no habrá otra como esta para comunicarme con ella

Así que, sintiéndome bastante ridícula, sin tener ni la más remota idea de lo que estoy
haciendo, cierro los ojos con fuerza, intentando concentrarme en hacerme ver, como
cuando quiero “escuchar” a quién me está pidiendo ayuda, aprieto los ojos e incluso
cierro los puños, si Claudia pudiera verme, pensaría que estoy haciendo cualquier otra
cosa en lugar de esto. Sonrío para mí y viendo que pierdo la concentración, intento
volver a recuperarla
El amor de los Ángeles 26

Pero no noto nada, no parece que haya algún cambio en mí, y la confirmación me la da
el suspiro que suelta Claudia. Abro los ojos, no me ve... sigue sin verme y no sé qué
tengo que hacer para que me vea

Claudia: Como quieras (dice ella y yo dejo de hacer el tonto, está claro que así, no es
como se hace) pero deja en paz a Maca... te has acercado demasiado, sabes que no debes
hacerlo... y es mejor que la dejes seguir adelante... tienes que dejar que siga su propio
camino

Sin decir nada más se aleja y vuelve al hospital. Y yo... yo me quedo en el mismo metro
cuadrado en el que he estado todo este tiempo. Tiene razón, sé que Claudia tiene razón,
yo misma me lo he repetido mil veces... Maca no me necesita, no tendría que estar
aquí... Escucharlo de sus labios hace que lo sienta más real, que me dé cuenta de que es
cierto, sin embargo, ya es demasiado tarde, yo ya estoy perdida... me perdí en sus ojos
sin quererlo y no he encontrado aún la salida

El resto del día me lo paso pensando en ese “semi-encuentro”, no puedo evitarlo y


vuelvo a intentar eso de hacerme visible a los ojos de los mortales. Pero no hay manera
y de tanto intentarlo creo que me encuentro un poco cansada. Cosa que por otra parte es
bastante absurdo pues se supone, que yo no debería cansarme nunca

Tampoco he podido dejar de pensar en sus palabras, lleva razón en todo lo que ha dicho.
Yo hice mi trabajo con David, le guié hasta su destino y debí irme, nunca debí volver al
hospital. Maca tiene todo lo que una mujer necesita, tiene trabajo, se siente realizada
como profesional y en su vida personal, tampoco le va tan mal. Sí es cierto que tiene un
dolor grande en el alma, pero no es algo que requiera mi presencia ni mi ayuda. Es un
proceso normal de los humanos, llorar a sus seres queridos y aunque siempre la va a
extrañar, no es algo por lo que yo deba mantenerme aquí... Por otro lado tiene amigos
que la cuidan, que se preocupan por ella y tiene... tiene a Vero...

Es cierto que yo no pinto nada aquí... es cierto que me he acercado demasiado, es


absolutamente cierto que estoy rompiendo una de las “reglas”: Me estoy inmiscuyendo
en su vida, lo hice cuando volví al hospital ese día, lo hice cuando amortigüé el golpe
que le daba aquel coche y por supuesto lo hago cada noche cuando me acuesto junto a
ella... me he acercado tanto, tantísimo, que ha llegado a un punto en el que casi es capaz
de sentirme, aunque poco se imagina ella lo que siente en realidad

Sí, Claudia tiene razón, por mucho que yo ande perdida en sus ojos, por mucho que crea
que no puedo alejarme de ella, por mucho que ya lo haya dicho antes y que incluso lo
haya intentado, sé que ha llegado el momento de hacerlo de veras. Debo irme, irme de
su vida, olvidarme de todo esto, olvidar esa locura de hacerme ver, sí, tengo que
marcharme y debo hacerlo ya...

Cierro los ojos y me voy, me voy queriendo poner distancia, me marcho sabiendo que
mi vida, mi eternidad, ya no va a ser la misma... No, claro que no volverá a ser igual,
porque en este corto período de tiempo he aprendido muchas más cosas de las que he
ido experimentando desde que soy lo que soy. Ya nada va a volver a ser lo que era, nada
volverá a ser como antes, porque ahora, ahora sé que los Ángeles sienten... ahora sé que
los Ángeles añoran, ahora sé que los Ángeles celan, ahora sé que los Ángeles se
pierden, se confunden, se equivocan... Ahora... ahora sé que los Ángeles se enamoran...
El amor de los Ángeles 27

**********

Era una sensación cálida, era una sensación de bienestar, de tranquilidad, de calma. Una
sensación que hacía ya demasiado tiempo que no sentía. Algo que me arrebataron hace
ya cuatro años, esa sensación de plenitud completa, de sentirme de nuevo segura... esa
sensación que se fue con ella y que ahora, tras estos años, creí recuperar

Pero ha sido demasiado corto, demasiado efímero, de nuevo me encuentro con ese vacío
que creí colmado... de nuevo el frío ha vuelto a mi vida, de nuevo, cada noche, la
soledad me inunda, la calidez se ha ido, esa sensación de compañía ya no está y yo... yo
vuelvo a sentirme... desamparada...

Es extraño, no dejo de pensar en todo esto. Quizás le doy más importancia de la que
tiene, no lo sé. Tal vez simplemente ha sido mis ganas de volver a sentirme bien del
todo lo que ha creado la ilusión de que así era y ahora, que me doy cuenta de que no es
real, vuelvo a ese estado de desánimo y desolación en el que he vivido todo este tiempo

Si lo pienso es hasta absurdo estar así. Se supone que debería estar bien, todo el mundo
me dice que ya ha pasado demasiado tiempo y es cierto... sí, tienen razón, ya no duele
tanto como antes, ya... ya no la recuerdo con dolor, pero también es cierto que la
soledad que me dejó, sigue conmigo, que no se ha marchado y que, cuando creí que lo
hacía, volvió con más fuerza

En teoría, yo tendría que estar feliz, no sintiéndome de esta manera. En teoría, mi


“relación” con Vero, si es que se puede llamar relación, va bien, o al menos, va. Sé que
ella espera de mí más de lo que le doy, pero no soy capaz de dárselo. Simplemente, no
me sale. No estoy enamorada de ella y ella... ella tampoco lo está de mí. Esas cosas se
notan y a Vero le falta el brillo en la mirada cuando me mira, le falta esa sonrisa tonta,
no, claro que no está enamorada de mí y sin embargo quiere estarlo...

Debería dejarla, sí, sé que debería hacerlo y estoy siendo egoísta, sé que lo estoy siendo
pero, sí tengo que reconocerle una cosa y es que... desde que empezamos con lo que sea
que tenemos, sonrío más, me siento algo más tranquila. Supongo que me hace bien
saber que tengo a alguien, que hay alguien a mi lado, que se preocupa por mí... aunque
cuando llego a casa y me encuentro a solas, la soledad me vuelve a inundar el alma

Quizás esto tan solo es un momento de bajón, uno de esas rachas en las que me siento
un poquito más baja de ánimos. Tal vez es que necesito darme un respiro, no sé,
tomarme unos días para mí... pero a decir verdad, lo que realmente necesito es estar
ocupada, trabajar y mantener la mente distraída... sinceramente no lo sé, lo único que sé,
a ciencia cierta, es que esa sensación que he sentido estos días ya no está, no sé por qué
y que me siento algo más sola que antes

Claudia: ¡Ey! (me saluda Claudia sentándose a mi lado) ¿Qué tal llevas la guardia?
M: Bien, la verdad es que bastante tranquila... (le contestó con desgana) yo que le
cambié el turno a Salinas para estar algo entretenida y mira (señalo la mesa) es el tercer
café que me tomo desde que entré
El amor de los Ángeles 28

Claudia: Ya veo... (me dice mirando alrededor) lo cierto es que está bastante tranquilo
(la miro y no sé qué es, pero desde hace unos días Claudia está bastante rarita... bueno,
más rarita de lo que puede llegar a ser a veces...)
M: ¿Te ocurre algo? (le pregunto directamente)
Claudia: No (me contesta encogiéndose de hombros) ¿y a ti? Últimamente... no sé,
estás como un poco... ida (yo la miro sorprendida, mira que he intentado disimularlo...
pues con Claudia jamás me ha servido)
M: No... es una tontería (y tanto que lo es, porque lo que estoy a punto de decirle no me
lo creo ni yo) verás... ¿recuerdas lo que hablamos el otro día?
Claudia: Maca... que hablamos de muchas cosas (me dice para que le recuerde qué
conversación exactamente)
M: Vale... lo que te comenté que me pasaba algunas veces (le recuerdo, ella niega,
joder, me lo va a poner difícil y se lo voy a tener que contar todo) ya sabes... esa
sensación que tenía... esa sensación de... de compañía (¿se ha puesto tensa de repente?)
Claudia: Sí, ¿Qué pasa con eso? (me pregunta) creí que había quedado claro... tienes
que vivir ese proceso y...
M: Lo séeee, lo sé (la corto, porque no me deja terminar de hablar) pero la cosa es que...
pues que desde hace días ya... ya no está esa sensación... ya no me siento acompañada
ni... déjalo (le digo avergonzada, porque escucharme a mí misma en voz alta diciendo
todas estas tonterías es absurdo) es una idiotez
Claudia: Ya (¿Y qué coño está pensando ahora?) ¿Sabes qué creo, Maca? (niego con la
cabeza) pues creo que te comes demasiado el coco, y que... deberías empezar a vivir de
verdad de nuevo, en serio, estás anclándote al pasado y eso no es bueno... te lo digo de
verdad (¿Y esta es mi amiga, esa que cree tanto en... en cosas extrañas? Pues menuda
decepción...)
M: Claudia... (no me gusta esta conversación...)
Claudia: Te lo digo totalmente en serio, Maca (sigue diciendo un poco seria) Ya ha
pasado tiempo y tienes que mirar hacia el futuro, no dejar que una “sensación” (y hace
el gesto de entrecomillado, como si lo que le he dicho fuera una estupidez, y lo es, claro
que lo es) maneje tu vida, tienes que ser tú la que tome las riendas y piense en su
futuro... en lo que quiere para su vida en...
Vero: Hola, chicas (aparece Vero, mirándonos a ambas y más concretamente a mí, yo le
sonrío y ella me guiña un ojo coqueta) ¿De qué habláis?
M: De nada... tonterías (intento quitarle importancia)
Claudia: Del futuro (suelta ella y yo la miro medio increpándola) y mira qué casualidad
que has aparecido tú (me mira) ¿No te parece una señal? (termina por susurrarme, y en
su tono sí reconozco a mi amiga, a la que le gustan las cosas raras, a la que habla de
seres “superiores”, la que cree en lo “sobrenatural”)

Supongo que Claudia tenía razón; supongo que debía seguir con mi vida, bueno,
realmente, debía tomar de nuevo las riendas de mi vida. Sí, era lo mejor que podía
hacer, volver a pensar en mí, en mi futuro e intentar seguir adelante. Así que lo hice, lo
hice a pesar de mis miedos, de mis soledades, decidí tomar las riendas y dejar el pasado
atrás

Y aquí estoy, no es que sea la mujer más feliz del planeta pero tampoco estoy tan mal.
Me va bien con Vero, nuestra relación se ha estabilizado un poco. Supongo que es mi...
mi novia... Es raro volver a ponerle ese apelativo a alguien, desde Irene, no volví a
ponérselo a ninguna mujer, pero Vero se lo ha ganado y yo... bueno, me dejo llevar por
El amor de los Ángeles 29

ella, me he dejado llevar por ella hasta que hemos llegado a este punto en el que hemos
dejado de ser una “distracción” la una para la otra para convertirnos en “pareja”

Tal y como lo cuento puede que parezca horrible, y sería normal que alguien pensara
que no estoy actuando de la manera correcta, pero... ¿qué es realmente lo correcto?
¿Hay algún libro de buenas conductas? No, claro que no lo hay, y yo intento hacerlo lo
mejor que puedo, quiero a Vero, a mi manera la quiero e intento demostrárselo. Sí,
reconozco que no es el gran amor de mi vida, reconozco que no tengo un sentimiento
muy profundo hacia ella pero, de momento, a ambas, nos basta con lo que tenemos y
con lo que sentimos. Sé que a ella le pasa lo mismo y tal vez, puede que simplemente
nos hayamos acostumbrado a estar juntas, es una manera de no sentirnos solas, de
sentirnos cuidadas y queridas por alguien... vale, suena conformista y algo triste pero...
es lo que nos ha tocado vivir y supongo que habrá que hacerlo

A decir verdad, hay veces que no me reconozco ni yo misma, soy una contradicción
constante, yo nunca fui una conformista, siempre luché por lo que quería y no me
conformaba con lo que venía, aceptándolo de esta manera tan... tan pasota, por decirlo
así. Pero eso cambió en una tarde, en una tarde donde ella se fue y yo tuve que empezar
a vivir con lo que tenía, tuve que empezar a conformarme con la vida que tenía... así que
me convertí en lo que soy ahora, una mujer que ya a penas lucha por nada, que
simplemente acepta las cosas tal y como vienen sin rebelarse ante nada. Total... ¿para
qué? Si al final, rebelarse solo lleva a sufrir y yo... yo ya he sufrido bastante

Quizás si aquella tarde no me hubiera comportado de la manera en que lo hice... quizás


si no hubiera discutido con Sotomayor, quizás, si no hubiera pagado mi enfado con ella,
tal vez, Irene no hubiera salido cabreada de casa, tal vez nunca hubiera cogido el coche
y tal vez... tal vez mi vida sería diferente... Si me hubiera mordido la lengua antes de
decirle lo que le dije, si hubiese dejado el trabajo en el trabajo, si me hubiese calmado
antes de llegar a casa y le hubiese contado lo que había pasado... Si ella no hubiera
insistido en eso de salir, si yo hubiera aceptado en salir con ella...

Irene solo quería ir al cine, yo llevaba días demasiado estresada en el hospital, Javier se
había convertido en el nuevo director, destituyéndome a mí como Jefa de Urgencias y
tocándome las narices a cada paso que daba... y me rebelé, me rebelé contra él, le dije
un montón de cosas, incluso le tiré a la cara el turno de guardias que yo había
estructurado y que él se había encargado de cambiar... y cuando llegué a casa, Irene me
“recriminó” el poco caso que le había estado haciendo durante esos días, me
“recriminó” que no le contara lo que me pasaba, que no hablara con ella sobre lo que
estaba sucediendo. Me “recriminó” mi mal humor, mis ganas de mandarlo todo al a
mierda... y discutimos... porque yo no quería salir y ella, ella solo quería ir a ver esa
estúpida película...

Lo último que oí de ella fue un escueto, frío y seco “haz lo que te dé la gana”. Lo último
que oyó de mí fue un serio y tenso “Eso haré”. La última vez que la vi, salía de casa
dando un portazo. La última vez que me vio, yo me había quedado sentada en el sofá sin
tener intención de ir tras ella. Y mi vida se paró aquella tarde, cuando me llamó Teresa
desde el hospital diciéndome que había habido un accidente. Mi vida quedó en un
suspenso denso en el que he estado viviendo desde entonces
El amor de los Ángeles 30

Si no me hubiera “rebelado” contra Javier aquella tarde, si no hubiera discutido con él y


hubiera llegado a casa calmada... tal vez... tal vez Irene seguiría conmigo y yo... yo no
me habría convertido en esta mujer conformista que soy ahora, y que tan solo se deja
llevar por los acontecimientos que rodean su vida

Pero por mucho que yo lo quiera no puedo volver el tiempo atrás. Por mucho que yo lo
desee el reloj sigue incesante pasando las horas, los días, los años... Y ya han pasado
cuatro años, cuatro largos años, y como dice Claudia, ha llegado el momento de seguir
adelante, de vivir mi propia vida... de intentar “olvidar” el pasado, de intentar volver a
ser la que fui sabiendo que no lo seré nunca más

Vero: Cielo, ¿qué haces aquí? (me pregunta entrando en el salón, con signos evidentes
de haberse despertado en mitad de la noche)
M: No podía dormir (le contesto mirándola pero sin moverme de donde estoy)
Vero: ¿Estás bien? (me pregunta acercándose, está preocupada... sonrío para quitarle
hierro al asunto, no quiero preocuparla más...)
M: Sí, es solo que me desvelé (me levanto y me acerco a ella, le doy un suave beso en
los labios, demasiado corto para ella, suficiente para mí) vamos... estás muerta de sueño
(le digo llevándola conmigo hasta el dormitorio)

Nos tumbamos en la cama, una a lado de la otra y sin tocarnos. No me abraza, yo


tampoco lo hago... ahora que lo pienso, en el tiempo que llevamos “juntas” nunca lo
hemos hecho, nunca hemos dormido abrazadas, ni siquiera tras hacer el amor hemos
terminado por quedarnos dormidas una en brazos de la otra...

Vero: A veces me gustaría tanto saber qué pasa por esa cabecita tuya (me suelta y
siento en el fondo de sus palabras hay algo de frustración y también la esperanza de que
en algún momento, algún día, yo me abra a ella del todo y le cuente mis sentimientos...
mis dudas... mis secretos)
M: Abrázame (le pido, porque necesito que lo haga, necesito sentirme bien, sentir que
alguien me acompaña, que no estoy sola y desamparada. Veo la sorpresa en su rostro, sé
que no se lo esperaba y yo tampoco creí ser capaz de pedírselo. Pero me abraza al
instante, es como si hubiera estado esperando la “autorización” para hacerlo en todo este
tiempo. Me abraza y yo me cobijo en sus brazos, cierro los ojos con fuerza y de nuevo,
me dejo llevar por esta relación que no sé muy bien donde nos llevará...)

**********

Los primeros días tras mi marcha fueron bastante raros. Tenía que obligarme a no
pensar en ella, tenía que obligarme a no buscarla, a no intentar sentirla, tenía que
mantenerme realmente ocupada para evitar que mis pensamientos fueran a su encuentro

No ha sido nada fácil, pero he logrado mantenerme alejada de ella, he conseguido no


“sucumbir a la tentación” y por momentos, concentrada en mi trabajo, he conseguido
incluso, olvidarme de ella por unos segundos

Pero la realidad es que, pese a estos pequeños logros, tengo demasiado tiempo. Mi vida
es eso, tener todo el tiempo del mundo y la mayor parte de él lo paso en soledad, lo que
hace que mis “sentimientos” hacia ella crezcan aún sin verla, ni oírla, tengo que
El amor de los Ángeles 31

aprender a vivir con estos sentimientos y sobre todo, aprender a vivir como lo estoy
haciendo ahora, echándola terriblemente de menos

Se supone que un Ángel, como ya os conté, nunca pierde la calma, que precisamente es
su calma y su paz lo que nos da todo cuanto necesitamos, se supone que un Ángel no
conoce lo que es estar nerviosa o tensa. Y sí, digo “se supone” porque en este tiempo he
aprendido que todo lo que yo suponía, todo lo que yo sabía, no era del todo cierto, o al
menos, no como se suponía que tenía que ser. Porque un ángel, se supone, no se
enamora como lo hacen los mortales y yo lo he hecho. Así que llegados a este punto, ya
no me sorprende encontrarme nerviosa, incluso hasta podría decir que algo tensa, pues,
como he dicho, he aprendido que los ángeles podemos sentir más allá de calma y paz

¿Qué por qué estoy nerviosa? Simple, porque hoy, después de no sé exactamente cuánto
tiempo, puede que vuelva a verla. Hay una anciana, María, por la que he estado velando
desde hace ya varios años. Casi fue mi primera “protegida” desde que me convertí en
ángel, una señora a la que le tengo cierto cariño y que hoy, va a necesitar que la guíe.
Hoy es su día, el día en el que va a dejar este mundo, y yo, tengo que estar allí con ella

Como estoy convencida de que ya os lo supondréis, os lo confirmaré: Sí, María está en


el hospital Central, hace un par de días ingresó y hoy es el día en el que tengo que ir
para acompañarla y guiarla. Así que de ahí mis nervios. Maca tiene turno, o eso
supongo, así que el no-verla va a ser más complicado estando las dos en el mismo
edificio, por muy grande que sea este. La tentación será demasiado grande, pero debo
intentar no cruzarme con ella, debo seguir alejada y si vuelvo a verla, se me hará mucho
más difícil volver a desaparecer

Frente a las puertas del hospital veo su moto y por tanto, como suponía, ella está aquí.
Inspiro profundamente, es un acto reflejo de cuando aún era mortal, uno de los pocos
que aún me quedan, no me hace falta respirar pero es como si con ello obtuviera la
“fortaleza” que “necesito” para entrar y no buscarla

Aparezco directamente en la habitación 403, en la cuarta planta, donde María, en la


cama se despide de su familia. Es una gran mujer, es una buena mujer, ha dado todo en
su vida por sus hijos, no ha tenido una existencia fácil. Su marido les abandonó cuando
el pequeño apenas tenía cuatro años y desde entonces se puso el mundo por montera y
logró sacarlos ella sola adelante a todos

No será un Ángel, no se convertirá en alguien como yo, pero sí sé que le espera algo
bueno, algo que le recompensará por todo el bien que ha hecho en su vida. Su hija
mayor llora a su lado, todos saben que le queda poco, el médico que la atiende ha sido
muy claro en eso y ellos lo agradecen, al menos van a tener la oportunidad de
despedirse y eso, no todo el mundo lo tiene

Decido dejarles un poco de intimidad. Estos momentos son demasiado íntimos para los
mortales y yo me siento una intrusa en ellos, así que decido salir de la habitación. Mis
nervios vuelven a aparecer en el instante en que salgo al pasillo. Sé que está aquí, la
noto cerca, debo darme prisa... debo...

Mi cuerpo se tambalea, unas manos rodean mi cintura y otro cuerpo chocar con el mío.
Es apenas un instante, es un choque fortuito, como cuando alguien va por la calle y
El amor de los Ángeles 32

choca contra otro alguien. Es... es... es increíble. Abro los ojos absolutamente
sorprendida ¿qué está pasando? ¿Cómo es posible? Aún no he podido reaccionar ante lo
que ha ocurrido cuando su voz, su maravillosa voz inunda mis oídos

M: Disculpa, no te he visto (me dice, y me lo dice a mí, me lo dice directamente a mí,


mirándome y tocándome... yo no reacciono, no soy capaz y cuando consigo volver a
moverme ella ya se aleja...)
Vero: Menudo viaje que le has dado a la chica (comenta Vero mientras continúan
hablando)
M: Joder, ¿qué quieres? No la he visto, ha salido de la nada (contesta ella y yo sigo
petrificada en el mismo lugar)
Vero: Eso, o que estás atolondrada hoy (bromea con ella sacándole una sonrisa)
M: Eso también (contesta Maca igualando su registro)

Aún sigo intentando explicarme qué ha pasado, cómo es posible que, de repente, no solo
me vea sino que hasta me haya tocado, aún sigo parada por la sorpresa cuando levanto
la mirada y ella, en ese mismo momento, se da la vuelta y sus ojos se clavan en los
míos. Nos miramos, tan solo por un segundo, quizás menos, pero ahora entiendo lo que
dicen los mortales, esa sensación en la que el mundo se para, en la que todo,
absolutamente todo queda en el aire y yo... yo me quedo preguntándome cuánto tiempo
tardaré en volver a poder “respirar”

No entiendo nada, no sé cómo ha pasado ni por qué, pero lo que sí es cierto es que de
buenas a primeras todo aquel que pasa a mi lado me ve, me oye y hasta puede tocarme,
y yo estoy tan “nerviosa”, tan “excitada” con todo esto que no soy capaz ni de moverme

Cuando consigo que mi cuerpo deje de parecerse a una columna de mármol parada en
mitad del pasillo, salgo a pasos ligeros hasta algún lugar en el que estar a solas. Me
refugio en los baños, no quiero que me vean, al menos no quiero que la familia de María
me vea... no sé qué hacer, no sé cómo reaccionar ante esto que en este instante es hasta
un problema, yo tengo que llevarme a María, tengo que guiarla y así... así no puedo
hacerlo...

Intento buscar respuestas, cierro los ojos e intento mirar dentro de mí misma intentando
hallar las razones que me han llevado a “hacerme visible” ante los mortales sin darme
apenas cuenta. Pero no hay nada que me diga el por qué o el cómo y mucho menos qué
es lo que tengo que hacer ahora. En cambio, al cerrar los ojos la imagen de Maca
mirándome directamente a mí, solo a mí vuelve para golpearme una vez más. Si fuera
mortal, si mi corazón siguiera bombeando estoy segura de que daría más de un brinco
dentro de mi caja torácica, estoy convencida de que se saldría de mi pecho sin poder
controlarlo

No me paro a pensar en las dimensiones que esto tiene, no, no es el momento de hacerlo
pues, lo que necesito es volver a mi estado “natural”, en un rato, en apenas media hora,
el corazón de María dejará de latir y debo estar con ella, debo estar allí, pero así no
puedo... así es imposible que yo pueda cumplir con mi trabajo

Doy vueltas y vueltas por el baño, ni siquiera me fijo en si me reflejo en el espejo, lo


cual, si no es así, me va a causar más de un problema si alguien entra. Intento pensar en
cómo ha ocurrido esto y entonces, algo hace click en mi cabeza, solo hay una persona
El amor de los Ángeles 33

que pueda darme las respuestas. Claudia... ella sabía lo que yo era, ella fue la que me
dijo que esto podría pasar, ella debe saber lo que ha ocurrido y por qué

Con prisas me dirijo a su despacho, sé que está en el hospital, sé que no ha salido de su


despacho lo cual me facilita mucho más las cosas. Llamo un par de veces a la puerta
mientras miro a ambos lados, nadie parece reparar en mí y eso, es un alivio

Claudia: Adelante (escucho que me dice al otro lado de la puerta)

Abro con cautela y asomo la cabeza, está concentrada en un informe y no se para a


mirarme, entro del todo y cierro la puerta, me quedo parada a un metro de la mesa, tiene
que decirme qué ha pasado, tiene que explicarme qué es lo que ocurre

E: Ho... hola (saludo de manera cauta, no sé cómo va a reaccionar)


Claudia: Hola (me devuelve el saludo sin apenas mirarme y cuando ve que no le hablo,
continúa ella) ¿en qué puedo ayud...? (se corta ella misma cuando levanta la cabeza para
mirarme. Su ceño se frunce, me mira detenidamente, sé lo que está pensando) ¡Oh vaya!
(suelta y yo sé que sabe quién soy)
E: Sí (es lo único que le digo, contestando a la pregunta que verbalmente no ha hecho
pero que se ha repetido un par de veces en su cabeza)
Claudia: Te dije que no deberías estar aquí (me habla con una tranquilidad que me
“asusta” no es lógico que alguien se tome esto con tanta... tanta calma...)
E: Lo sé (le contesto sin añadir nada más)
Claudia: ¿Y entonces qué haces aquí? (no pretende hacer un juicio con sus preguntas,
simplemente intenta entender, al igual que yo, todo esto)
E: Trabajo (le contesto)
Claudia: ¿Así? ¿Dejándote ver? (me pregunta dejándome claro que sabe mucho más de
esta vida que yo tengo de lo que pensé en un momento)
E: Por eso he venido a verte (le digo mirándola y pidiéndole que me entienda) no sé
cómo ha pasado, no sé por qué de pronto la gente me ve...
Claudia: La gente te ve, porque en el fondo quieres que te vean (me dice y esta
alucinando un poco por mi falta de información) ya deberías saberlo
E: No, lo cierto es que no lo sé (le contesto y ella vuelve a mirarme asombrada) ni
siquiera sabía que podía hacer esto hasta que no me lo dijiste...
Claudia: Espera (se levanta y se queda frente a mí) ¿Me estás diciendo que no sabías
que podías dejar que te vieran? (me pregunta y yo afirmo con la cabeza) Pues sí que han
cambiado las cosas por ahí arriba... (susurra dándose la vuelta pero no lo bastante bajo
como para que yo no la escuche)
E: ¿Cómo...?
Claudia: Nada, no importa (corta mi pregunta, ¿por qué no quiere hablar de eso? ¿Qué
es lo que le pasa?) Bueno... ¿y por qué estás aquí?
E: No sé cómo ha pasado (le repito) ni como volver a...
Claudia: Ya (vuelve a cortarme haciéndose cargo de la situación) Por lo que dices es la
primera vez que te pasa (dice mientras va pensando en sus palabras, yo vuelvo a asentir)
¿Qué ha sido el detonante? (quiere saber)
E: ¿El... el detonante? (le pregunto confusa)
Claudia: Sí, ha tenido que pasar algo para que te pase esto (me suelta y yo me quedo
pensando en eso...)
El amor de los Ángeles 34

E: No... no lo sé (le digo) estaba esperando a que... bueno, estaba aquí (me corto a mí
misma, por mucho que ella parezca saber, hay cosas que nadie debe conocer) y... salí al
pasillo y de pronto todo el mundo me veía...
Claudia: Tiene que haber algo que haya hecho que eso ocurra (insiste y yo noto que
ella sabe que he rectificado en mis palabras pero no insiste en ello, lo cual me dice que
conoce bien lo que es esta vida... ¿sería ella un... un ángel?) no es lógico que
simplemente pasara, algo tuvo que motivarlo
E: Maca (le digo bajando la mirada, ella en cambio me mira más profundamente)
Claudia: Maca... (repite ella pensando en eso, es como si supiera lo que ella significa
para mí)
E: Sí... (afirmo) no sé qué es lo que pasa con ella, pero sabía que estaba cerca... solo sé
que me puse... no sé cómo me puse, pero... creo que al saber que estaba cerca yo...
Claudia: Ahí lo tienes (me vuelve a cortar y yo la miro interrogante) te pusiste
nerviosa... eso es el detonante
E: Pero... es... absurdo (le contestó) ni siquiera sé si lo que me pasaron fueron nervios...
yo no siento nervios... (me lo digo más a mí misma que a ella)
Claudia: Claro que los sientes (dice con una media sonrisa) solo que no es lo habitual...
Tú vives en un estado constante de calma y paz y cuando eso desaparece, cuando tus
nervios saltan, entonces todo cambia (tiene sentido lo que dice, sí, claro que lo tiene) y
eso ha hecho que ahora mismo yo pueda verte y estemos aquí hablando...
E: Pero... eso es... (no sé ni lo que decir)
Claudia: Sé que suena asombroso, pero es así (y lo dice tan tranquila, tan contundente
que su calma hace que yo me calme también) solo tienes que volver a ese estado...
entonces volverás a lo que tu naturaleza es (sigue diciendo) pero eso sí, deberías
aprender a controlarlo... no es plan de ir apareciendo y desapareciendo a los ojos de la
gente como si nada...

Y la verdad es que sus palabras, su tono de voz, su comunicación no verbal, y sobre


todo sus explicaciones, hacen que poco a poco vaya calmándome. Siento que la paz
vuelve a mi cuerpo, de nuevo entro en un estado de tranquilidad que reconozco, sé que
vuelvo a ser yo... de nuevo vuelvo a mi estado normal... Claudia se ha dado la vuelta un
segundo y antes de que pueda volver a preguntarle cómo es que sabe tanto de lo que es
mi vida, ella ya no me ve

Claudia: ¿Ves lo que te decía? (pregunta al darse la vuelta y no verme) ahora vuelves a
ser tú...

Si antes tenía mil preguntas, ahora tengo un millón más. Me quedo mirándola,
esperando que siga hablando pero ella vuelve a ignorar mi presencia. No sé por qué
actúa de esta manera, veo dentro de ella como una parte desea “ayudarme”, explicarme
todo y sin embargo, hay otra parte en la que no quiere hablarme, no sé por qué pero lo
que sí sé, es que no voy a lograr nada de ella ahora mismo

Siento como María “me llama”, ha llegado su hora y debo volver a mi trabajo. Así que
olvidándome un poco de todo esto, aparezco junto a ella. María me sonríe, sabe quién
soy y a dónde vamos. Ella siempre ha sido muy creyente y ahora tiene la confirmación a
toda su fe. Miramos un segundo a sus hijos, los “acaricia” una última vez y simplemente
toma mi mano para dejarse llevar a donde sea que vayamos
El amor de los Ángeles 35

Llevo días en los que no dejo de pensar en todo lo que ha sucedido. Llevo días en los
que apenas consigo concentrarme en mi trabajo y es que, eso de “hacerme visible” ha
sido toda una sorpresa para mí

Aún y pese a las explicaciones de Claudia, se me hace bastante difícil entenderlo,


porque por mucho que ella diga, es bastante raro volver a ser “persona”, materialmente
hablando. Tal vez no lo entendáis muy bien y lo cierto es que yo tampoco termino de
entenderlo, pero la realidad es que yo, no tendría que tener esta “capacidad” por decirlo
de algún modo. Ni yo, ni ningún otro Ángel, porque eso es darnos la capacidad de
inmiscuirnos muchísimo más en las vidas de los mortales y eso, eso no puede o no debe
pasar

Pero sí tiene Claudia razón en una cosa y es que, debo aprender a controlarlo. No puedo
ir por la calle y de buenas a primeras aparecer o desaparecer ante la gente. Eso, no solo
nos delataría, delataría nuestra existencia sino que además, también causaría demasiada
confusión. Así que sí es cierto que debo controlarlo, debo aprender a controlarlo

He intentado, ponerme “nerviosa” en más de una ocasión sin necesidad de buscar a


Maca. He buscado algo que altere mis nervios, pero parece que nada surte efecto. No
hay nada que me ponga excesivamente nerviosa, muy por el contrario, allá donde voy
solo encuentro calma, a toda aquella persona que me acerco tan solo me da paz, paz por
hacer bien mi trabajo, por ayudar a los demás, esa paz y esa calma que tan bien conozco
y con la que vivo desde que soy lo que soy

Así que tan solo me queda una opción si quiero controlar esto. Solo me queda una
opción si quiero aprender a vivir con esto. Algo que he estado evitando, algo que he
intentado con todas mis fuerzas evitar... tengo que volver a ver a Maca...

A decir verdad... ¿para qué nos vamos a engañar? Quiero verla, tengo ganas de verla, la
echo de menos, no puedo seguir alejada de ella de esta manera... no es solo por la
excusa de querer “controlar” mis nervios. No, sinceramente no creo que me haga falta
pues, si los nervios solo me los provoca ella, con no verla sería suficiente para no verme
de nuevo en una situación parecida a la que ocurrió en el hospital

Debo ser honesta, tengo que ser honesta conmigo misma y admitir que quiero volver a
sentir su mirada en la mía... sí, eso es lo que quiero...

Así que aquí estoy de nuevo. Una vez más en este hospital que tanto estoy conociendo
desde que Maca apareció en mi vida. Es curioso cómo Maca ha aumentado sus turnos
de guardia. Debería bajar el ritmo y descansar de vez en cuando

El hecho de saber que voy a verla, que está a unos metros de mí, ya hace que me ponga
nerviosa. Aprovecho esto, evoco cada uno de mis encuentros con ella, y siento, como
algo nuevo en mí, una calidez que se va recorriendo todo mi cuerpo. Cierro los ojos y de
un modo que no llego a comprender, cuando los abro, sé que pueden verme... es
curioso, con la sorpresa de la primera vez no me había dado cuenta, pero es una
sensación bastante reconocible, por lo especial y lo extraña que es, por eso puedo
reconocerla...
El amor de los Ángeles 36

Está en quirófano, por tanto, no me es posible ir en su busca. Pero tampoco puedo


quedarme aquí como un pasmarote, ahora que me ven, supongo que debo actuar como
ellos. Voy a la cafetería y me siento en una de las mesas. Y ahí me quedo, viendo entrar
y salir a médicos y familiares de pacientes, viendo como sigue la vida, me gusta esto,
me gusta verlo

Veo como Verónica entra en la cafetería y tras servirse un café, se sienta en una de las
mesas mientras lee el periódico. La miro, queriendo adivinar qué pasa por su mente.
Ella levanta la mirada, seguramente se siente observada por mí. Me sonríe levemente,
yo hago lo mismo y vuelve a su lectura

Apenas diez minutos después mi cuerpo se mueve agitado, mis manos tiemblan de una
manera en la que no lo hacen nunca y al levantar la mirada, la veo. Entra hablando con
una enfermera que tras escuchar sus indicaciones la deja sola, se acerca a la mesa de
Vero quien la mira con una sonrisa. Está preciosa, simplemente maravillosa. Va a tomar
un café, mis ojos la siguen, es imposible que yo logre quitar mis ojos de ella. Cuando se
sirve su café, al volver a la mesa, gira su cabeza y me mira

Y de nuevo esa sensación de que todo se para, de nuevo esa sensación de que todo
queda suspendido. Su mirada se clava en la mía y creo que es lo más bonito que me ha
pasado jamás. Sonrío levemente, casi sin que se note, ella mueve ligeramente la cabeza,
casi pareciera que me está saludando. Frunce su cejo y desvía la mirada para finalmente
sentarse junto a Vero

Comienzan una conversación sobre la operación. Según dice Maca, el chico en cuestión
va a tener una rehabilitación larga y dura pero se recuperará sin problemas. Yo la miro y
me siento orgullosa de ella, es una gran médico. Veo que de vez en cuando sus ojos se
desvían hacia mi posición, lo que hace que, mis nervios no terminen por calmarse y eso,
me permite más tiempo estando aquí

Finalmente se levanta de nuevo, disculpándose con Verónica que se queda sorprendida


y más me sorprendo yo al ver que viene hacia mí directamente, vuelvo a removerme en
mi asiento e intento recuperar la capacidad del habla

M: Perdona... ¿Te encuentras bien? (me pregunta directamente, debo parecer una loca
aquí sentada sin dejar de mirarla)
E: Sí (le contesto y no puedo apartar mis ojos de ella) ¿Y tú? (le pregunto)
M: ¿Puedo ayudarte en algo? (insiste ella, sí, definitivamente debo parecer una
auténtica loca, pero me es imposible actuar de esta manera)
E: ¿Puedo ayudarte yo a ti? (le devuelvo la pregunta, y veo como me mira confusa)
perdona... pareces... algo casada y un poco triste (le suelto, y es cierto, yo sé, que
aunque lo disimula sigue estando triste)
M: Es... estoy bien (contesta sorprendida por mi percepción)
E: No es malo estar triste, Macarena (sigo diciéndole, tengo que intentarlo, tengo que
intentar que se sienta bien y que suelte lo que en el fondo de su corazón, le hace estar
así)
M: ¿Nos conocemos? (pregunta confusa)
E: No... (respondo yo sonriendo, sé que me va a preguntar cómo es que sé su nombre...)
M: ¿Cómo sabes mi nombre? (¿veis?)
E: La... la placa identificativa (la señalo) dice que te llamas Macarena
El amor de los Ángeles 37

M: Sí (vuelve a mirarme, está intentando estudiarme, intenta saber qué hago aquí y
quién soy) ¿Seguro que no nos conocemos? (vuelve a preguntar y siento que es como si
ella creyera que ya me conoce)
E: Seguro... (sigo mirándola. Tras ella, Vero nos mira y no con muy buena cara) creo
que tu novia no está muy contenta (le comunico) de hecho creo que se pregunta por qué
estás aquí...
M: Ya... (dice mirando un segundo hacia la posición de Vero quien baja la mirada) la
verdad es que yo tampoco sé por qué estoy aquí (termina de decir, mis ojos vuelven a
buscarla, ella clava su mirada en la mía, y me doy cuenta, que sus ojos, su mirada, me
dan calma, me dan paz, mucha paz... y sé lo que va a pasar...)
E: He de irme ahora (digo levantándome, ella sigue algo perpleja, la entiendo, es
normal) Ha sido un placer, Macarena (le digo despidiéndome, sé que tengo poco tiempo
pero quiero apurarlo al máximo) Eres una persona espléndida que merece toda la
felicidad del mundo (termino de decirle y me alejo, supongo que alucinada es poco para
cómo se habrá quedado, pero tengo que irme, sí, he de irme si no quiere alucinar más de
lo que está alucinando. Antes de salir finalmente de la cafetería me vuelvo hacia ella y
volvemos a unir nuestras miradas. Sonrío, ¿Cómo no hacerlo? Bajo la mirada y termino
de marcharme antes de desaparecer...)

Esa noche, sin poder evitarlo, vuelvo a su casa, vuelvo a observarla, vuelvo a querer
hacerle compañía, esa noche, como aquellas anteriores, vuelvo a tumbarme junto a ella.
Y ahí me quedo, mirándola durante horas, vigilando su sueño y teniendo que hacer un
esfuerzo por no “acariciarla”

Es preciosa, ¿lo había dicho ya? Es posible que unas mil veces, pero mil veces más
volveré a repetirlo y más, si cuando la miro es de esta forma. Relajada, dormida, con esa
media sonrisa en los labios que hace que yo... que yo me sienta tan... tan... tan
increíblemente bien que no puedo dejar de mirarla

No puedo reprimirme más, y una de mis manos se acerca peligrosamente a su cuerpo...


“solo un segundo” me repito una y otra vez, “solo un segundo” vuelvo a repetirme
cuando mi mano ya llega a su rostro

Sé que yo no voy a sentirla, sé que yo sentiré el tacto de su piel, como ya os dije,


nosotros no notamos el contacto físico, así que realmente no sé muy bien por qué lo
hago. Tal vez es que realmente quiero comprobar que no sentiré nada, después de todo,
no todo lo que yo sabía era del todo cierto...

Mi mano llega finalmente a su mejilla. Ella tiembla, se remueve en sueños, y yo... yo no


dejo de mirarla. Como ya sabía no siento el tacto de su piel, no sé si es suave o no,
aunque sí parece serlo... de todos modos no aparto la mano, sino que le dejo una leve
caricia, lo cierto es que, aunque yo no la sienta, saber que ella, de alguna manera, sí lo
hace, es más de lo que podía imaginar, es más de lo que podía esperar, es... es perfecto...

Su sonrisa se hace algo más ancha aún en la inconsciencia del sueño, se remueve ante
mi caricia. Yo sonrío, me “acomodo” más en la cama, sin darme cuenta me he acercado
más a su cuerpo. Bajo mi mano, acariciándola con la yema de los dedos por el cuello,
Maca respira algo más fuerte. Acaricio ahora su brazo, recreándome en sus respuestas,
El amor de los Ángeles 38

me gusta, me gusta saber que lo está “sintiendo”, sé que lo está sintiendo, sus leves
temblores así me lo dicen y su sonrisa me lo confirma

Está dormida, mañana no recordará esto, y si lo hace, lo verá como un sueño, y es


precisamente eso, lo que me da la confianza suficiente como para seguir tocándola. Ella
se mueve quedando boca arriba, la camiseta que lleva se ha levantado un poco y ha
dejado a la vista parte de su vientre. Es tan hermosa... tanto...

No puedo evitarlo, no quiero evitarlo y llevo mi mano hacia allí, hacia ese vientre terso
que se presenta ante mí como si me llamara a gritos. Vuelvo a mirar su rostro, sigue
dormida y relajada. Paso las yemas de mis dedos por esa barriguita que tanto me está
gustando y ella de nuevo tiembla. Sonrío, como si estuviera cometiendo una travesura y
vuelvo a tocarla. Ella vuelve a removerse, su rostro se mueve para quedar de cara a mí,
y así, sin dejar de observarla, de mirarla, yo poso toda mi mano en su vientre, y la
acaricio con algo más de profundidad... es increíble ver sus reacciones, sus sensaciones,
es increíble verla de este modo, es... es... es casi adictivo...

M: Uhmmm (la escucho y como si alguien me hubiera dado una descarga eléctrica salto
quedándome al otro lado de la habitación. La miro, ¿qué ha sido eso? ¿Por qué ha hecho
eso? Siento cómo vuelvo a ponerme nerviosa y antes de que vaya a más, desaparezco de
su casa, preguntándome qué ha pasado y lo más increíble... ¿Cómo y cuándo podré
volver a hacerlo?)

No he vuelto a atreverme a tocarla de nuevo. En estos días, me he limitado a verla


dormir, cuando lo hace sola, pero sin tocarla. La verdad es que me ha dejado muy, pero
que muy confusa, ella soltó, lo que creo que los mortales llamáis un gemido y eso es
algo que a lo que no estoy para nada acostumbrada. Es más, no sé ni siquiera si yo
debería causar eso en alguien...

Así que mantengo mis manos quietas, a pesar de que su piel me llama, toda ella me
llama a acariciarla yo me mantengo a raya. Simplemente verla, verla dormir, ya es
suficiente para mí

O por lo menos hasta hace poco lo era, y es que ahora quiero ir un poco más allá, no, no
me refiero a tocarla sino a que, bueno, quiero volver a hablar con ella, quiero que vuelva
a mirarme, quiero... quiero que me conozca... o que como mínimo, conozca esa pequeña
parte de mí que yo puedo mostrarle

Entro en la cafetería donde Claudia y ella llevan un rato de charla y compañía. Están
solas, Vero está de guardia y no ha podido acompañarlas. Me siento en una mesa que
queda a un par de la de ellas y me quedo mirándola como una boba. No sé cuánto
tiempo pasa cuando la camarera se acerca a mi mesa. No había contado con que ahora
soy una clienta, pero lo cierto es que yo, no he venido a tomar nada... aunque supongo
que debo pedir algo, no puedo estar aquí sin consumir...

Ah, sí, se me olvidaba, en estos días, he avanzado muchísimo más en eso de dejar que
los demás me vean. Realmente es bastante fácil una vez le pillas el tranquillo, así que
ahora, puedo controlarlo, aunque sí es cierto que hay situaciones en las que se me hace
El amor de los Ángeles 39

un poco difícil, sobre todo cuando los nervios me asaltan por sorpresa, pero con
ocasiones contadas, el resto de las veces, puedo hacerlo cuando yo quiera

Finalmente le pido a la chica un refresco que sé que se quedará enterito en su vaso.


Cuando la camarera se marcha yo sigo mirándolas. Claudia es la que parece darse
cuenta de que las observo porque vuelve la vista hacia atrás para mirarme. Su gesto
refleja la sorpresa que le causó y veo como niega mínimamente, baja la mirada y al
levantarla hace un gesto afirmativo, también de manera muy sutil

Claudia: Perdona un momento, Maca (le dice y yo sé que va a acercarse hasta a mí,
como así pasa segundos después) Hola (me saluda)
E: Hola (contesto y tras ella, veo como Maca nos mira, confusa y bastante sorprendida
al verme allí)
Claudia: ¿Qué haces aquí? (me pregunta y es normal que lo haga)
E: Yo... solo... (la verdad es que no puedo explicarle por qué estoy aquí, si lo pienso, ni
tan siquiera yo misma puedo darme una explicación coherente, no cuando sé que no
debería estar tan cerca)
Claudia: Ya... (y la miro, es como si de nuevo, se hiciera cargo de la situación. Algo
me dice que ya ha vivido algo como esto, algo me dice que comprende mis actos mucho
más de lo que reconoce)
E: Sabes perfectamente lo que me pasa, ¿verdad? (le pregunto directamente)
Claudia: Vamos, siéntate con nosotras (me dice ignorando mi pregunta y yo la miro sin
saber muy bien qué hacer) vamos (insiste y yo me levanto)

Cuando llegamos a la mesa en la que están sentadas, Maca no aparta su mirada de mí, sé
que se está haciendo mil preguntas y también sé, que no puedo responderlas. Claudia se
sienta y yo lo hago a su lado. El silencio es bastante abrumador en este momento

M: ¿Os conocéis? (pregunta confusa)


Claudia: Sí (contesta ella adelantándose a mí) es una vieja amiga (le dice y yo la miro
agradecida) nos hemos encontrado hace poco...
M: Ya... (me mira, adoro que me mire) ¿Por eso estabas el otro día en el hospital? (me
pregunta, Claudia disimula su sorpresa por esa nueva información)
E: Sí (le contesto y no puedo dejar de mirarla) quería verla...
M: Ya...

Claudia me echa un capote, intentando monopolizar la conversación. Ambas sabemos


que Maca no termina de creerse la explicación que le ha dado y no es momento de
preguntas. Finalmente ella parece ceder, y se internan en una charla en la que yo poco
puedo opinar, hablan del hospital, del trabajo y de poco más

M: ¿Cuánto hace que os conocéis? (cambia drásticamente de conversación, yo sonrío,


estaba esperando que lo hiciera)
Claudia: Desde la facultad (vuelve a contestar por mí)
M: Uau... pues nunca me habías hablado de ella (le dice) y mira que me has hablado y
me has dado la chapa con tus andanzas universitarias
Claudia: Ya... lo que pasa es que perdimos el contacto (continúa ella) nos hemos vuelto
a ver hace muy poco tiempo...
M: ¿Y de dónde eres? (me dice directamente a mí)
E: Eh... del Norte (contesto tras una mirada fugaz a Claudia)
El amor de los Ángeles 40

M: ¿Y qué te trae a Madrid? (sigue preguntando. Tiene curiosidad hacia mí, es lógico)
E: Trabajo... (contesto escuetamente)
Claudia: Sí, ella es... representante de material quirúrgico (vuelve a ayudar en mi
respuesta al ver que Maca esperaba de mi parte una más amplia) viene a Madrid de vez
en cuando

Durante un buen rato seguimos hablando con calma, Maca hace un montón de preguntas
sobre mí, pero no llega a preguntar lo que quiere cuestionar de verdad. Sé lo que es, está
intentando buscar la manera de preguntar por lo que ocurrió en el hospital

Claudia: Maca... voy a tener que irme (dice Claudia al cabo de una media hora) tengo
que ir a recoger al niño... ¿te vienes conmigo?
M: Eh... (mira a su amiga, me mira a mí) ¿Tú tienes algo que hacer ahora? (me
pregunta)
E: Yo... yo... (Claudia niega mínimamente con la cabeza, intenta que esto se acabe
aquí... pero parece que Maca no lo quiere así y yo tampoco) no... la verdad es que no
M: Pues entonces voy a quedarme con ella un rato más, Claudia (le dice, y veo que
Claudia suspira, sé que no está de acuerdo con esto... pero tampoco hace nada por
evitarlo)
Claudia: Como quieras (dice aceptándolo) llámame luego ¿vale?
M: Sí (le promete antes de que se marche)

Y ahí nos quedamos, las dos a solas, mirándonos... yo me pierdo en su mirada, sus ojos
son dos imanes que me atraen sin remedio. Ella baja la mirada y yo quedo de nuevo
parada. No sé a dónde nos llevará esto, no sé hasta qué punto estoy actuando bien... solo
sé, que estar con ella, es lo mejor que me ha pasado nunca

M: Lo que dijiste el otro día en el hospital... (comienza a decir, y yo sé que iba a


hacerlo, lleva todo este tiempo pensando en cómo llevar la conversación hasta este
momento) ¿Por qué lo dijiste? (pregunta, aunque sé que la cuestión real no es esa, sino
¿cómo lo sabías?)
E: Fue una simple percepción (le contesto, sí, tal vez estoy tirando balones fuera, pero
no puedo decirle la verdad)
M: Creo que eso fue más que una simple percepción (está claro que ella no me lo va a
poner fácil)
E: Digamos que soy una persona observadora (le vuelvo a decir, aunque sé que no se va
a contentar con esa respuesta) no sé, supongo que sé ver más allá de las personas (elevo
los hombros queriendo quitarle importancia)
M: Ya... (no termina de convencerle, lo sé) Pero, no sé, por ejemplo... ¿Cómo sabías
que Vero era... es mi... mi novia? (no penséis que no ha pasado desapercibido para mí
esa corrección y esa duda, pero voy a dejarla pasar)
E: Tiene una forma de mirarte bastante particular (le contesto con sinceridad) es la
típica forma que tienen dos personas que comparten cierto grado de intimidad... por no
hablar de la miradita que me echó cuando te levantaste a hablar conmigo
M: Entiendo... (niega con la cabeza) Vero es... bueno, a veces ella no... no controla
demasiado la...
E: No pasa nada (la corto porque ni ella misma sabe qué decirme) supongo que es
normal
M: ¿Y eso de que soy una persona espléndida que se merece toda la felicidad? (sigue
preguntando, necesita respuestas y yo voy a intentar darles las que pueda. Pero sigue
El amor de los Ángeles 41

resultando curioso que se acuerde palabra por palabra de esa conversación, aunque
bueno, yo también la recuerdo) eso no es algo que se sepa de alguien a quien no
conoces... (termina de decir mirándome)
E: Bueno (sonrío mirándola yo a ella del mismo modo que la he mirado siempre, quizás
con demasiada profundidad, ella vuelve a apartar la mirada, es como... como si yo la
intimidara) salvas vidas... solo por eso ya sé que eres excepcional... (sí, es una respuesta
demasiado... simple, demasiado superficial quizás, pero es la única que puedo darle)
M: Ya... (mueve las manos... ¿está nerviosa?) no sé, pareces conocerme bien y... yo ni
siquiera sé tu nombre (¿No es adorable?)
E: Esther (le contesto) me llamo Esther (ella sigue mirándome, supongo que necesita
algún tipo de explicación por todo lo que le dije, la verdad es que no lo sé) Mira (sigo
diciendo, no quiero que se sienta así, parece incómoda, y aunque no sé si es lo que
espera, tampoco es que pueda decirle otra cosa) siento si te incomodé, siento si... si te
causé algún tipo de confusión, así que te pido perdón por eso (le digo) pero no creo que
dijera nada que no fuera cierto

Levanta la mirada y la vuelve a clavar en mis ojos, intenta leer en ellos lo que yo me
callo, yo, sé que hay algo que no ha preguntado de aquella conversación, el por qué yo
sabía que estaba triste y tampoco lo hará, no quiere hacerlo, simplemente porque no
quiere saber la respuesta...

Me mantiene la mirada, por primera vez en todo este tiempo, me mantiene la mirada, y
es... precioso, simplemente hermoso este momento, el momento en que no hablamos, en
que ni tan siquiera nos movemos... solo nos miramos directamente a los ojos...

Nunca entendí demasiado bien eso que dicen los mortales sobre las miradas, nunca
llegué a comprender cómo alguien puede “hablarse” tan solo con fijar sus ojos en los
ojos de otros, nunca, hasta ese momento, porque ahí, ahora, es cuando, como otras
veces desde que la conozco, aprendo algo nuevo, aprendo lo que es hablar sin palabras,
aprendo la fuerza que puede tener una mirada... su mirada

M: Ya sé de qué te conozco (suelta sin dejar de mirarme y yo me sorprendo, ¿cómo que


me conoce?)
E: ¿Qué? (le pregunto algo descolocada)
M: Me choqué contigo (me dice y yo “suspiro”. Se refiere a eso... al momento en que
me vio por primera vez, algo que sé, que jamás podré olvidar. Supongo que nos hemos
vuelto a mirar como aquella vez, supongo que por eso se ha acordado, la verdad es que
no lo sé demasiado bien) Antes de la cafetería, unos días antes, me choqué contigo
(repita como queriendo cerciorarse de que está en lo cierto)
E: Sí, nos chocamos en el hospital (le contesto confirmándoselo)
M: Lo siento (se vuelve a disculpar) pero apareciste de la nada (dice a modo de excusa)
E: Jeje (río) de la nada no... solo que tú no me viste...
M: Eso también... (sonríe ella tras una pausa. Y me doy cuenta que yo estaba
equivocada, sí hay algo más bonito que su mirada y es su sonrisa, esa que me está
regalando ahora mismo y que se ha convertido en un tesoro para mí)

Seguramente alguien diría que esta conversación es un tanto... ¿tonta? No lo sé y lo


cierto es que tampoco me importa demasiado la opinión que nadie tenga de este
momento porque para mí, para mí es simple y llanamente perfecto
El amor de los Ángeles 42

Pero todo tiene un final y el final de este “encuentro” llega en forma de llamada.
Alguien me llama, hay alguien que me necesita y yo debo irme. Me hubiera gustado
quedarme aquí para siempre, en esta cafetería, o en mitad de un desierto, siempre y
cuando fuera con ella. Pero tengo que atender mi trabajo, no puedo dar de lado a nadie
que me necesite así que, debo marcharme

E: Se me está haciendo tarde (le digo llamando su atención, ella parece un poco
¿decepcionada por mi marcha?) debo irme
M: Sí... ehh... yo... yo también debería irme (contesta ella) tengo que... he quedado con
Vero y (mira su reloj) creo que voy a llegar algo tarde (se lamenta)
E: Siento haberte retrasado (me disculpo con ella)
M: ¡No! (dice con rapidez) tú no has tenido la culpa... (rebaja el tono)
E: Bueno (me levanto al fin) supongo que ya nos veremos...
M: Sí... supongo (me mira, es como si no quisiera que me fuera, aunque quizás, esto tan
solo sea un anhelo mío) Claudia va a hacer una cenita el vienes por la noche (me dice y
yo la miro preguntándole) ¿te veré allí? (pregunta directamente) siendo su amiga digo
yo que te invitará...
E: Aún no lo ha hecho pero... en caso de que lo haga, intentaré ir (le contesto) aunque
aún no sé si podré
M: Bien pues... (se queda callada un segundo, una vez más vuelve a mirarme y vuelve a
deslumbrarme con su sonrisa) espero verte el viernes
E: Sí, ya veremos (no puedo darle una confirmación a eso) Ahora debo irme (vuelvo a
decir, porque la “llamada” la siento cada vez más fuerte)
M: Sí claro (hace un mínimo movimiento que no entiendo pero que se corta en un
instante, es como si hubiera hecho amago de acercarse a mí y se hubiese parado antes de
llegar a moverse del todo) hasta luego
E: Hasta luego (termino de decir y finalmente me marcho, y lo hago con una sonrisa
enorme en mis labios y sintiéndome totalmente plena)

Hoy es viernes, hoy es el “gran día” de la famosa cena. No sé si voy a ir, Claudia no me
ha dicho nada, aunque tampoco es que haya habido posibilidad de que me lo diga,
simplemente, porque no me he acercado a ella como para que lo haga. Sé que mi
presencia no le agrada demasiado, sé que cuando estoy cerca de ella intenta evitarme,
ignora mi presencia, aunque no me ve, sabe perfectamente cuando estoy, intenta irse
cuando aparezco, solo para no tener oportunidad de estar en el mismo lugar que yo

No lo entiendo demasiado bien, a veces me parece que “juega a dos bandas”, por un
lado por momentos parece ayudarme, entenderme, por otro, es como si deseara tenerme
muy lejos... no llego a encontrar una explicación lógica y sé que no la obtendré si no es
porque ella me lo cuente

La cena, la ansiada cena va a ser una reunión de amigos en los que encenderán la
barbacoa que Claudia y su marido tienen en el jardín. Parece un plan divertido, y
además, hace un buen tiempo, no va a hacer frío lo que les dará más comodidad y les
alentará a quedarse allí por más tiempo

Maca se está arreglando, hoy no ha trabajado, parece nerviosa, incluso diría que un
tanto tensa. Ha quedado en recoger a Vero, van a ir juntas a la cena, bueno, es normal...
antes de terminar de arreglarse se queda un poco parada. Es como si estuviera pensando
El amor de los Ángeles 43

en algo y finalmente coge el teléfono y comienza a marcar una serie de dígitos para
esperar después a que contesten al otro lado

M: Hola (saluda cantarina, me gusta verla tan animada) ¿qué tal van los preparativos?
Claudia: Pues aquí, que Gimeno me está volviendo loca... ahora dice que quiere
pescadito frito... ¿Te lo puedes creer? ¡Es una barbacoa de carne! ¿Cómo va a meterle
pescado frito? (protesta Claudia y yo sonrío al escucharla)
M: Es gaditano, Claudia (le dice como si fuera la única explicación posible) siempre
querrá pescadito frito
Claudia: Frita me tiene a mí (murmura) bueno... ¿A qué hora pensáis aparecer?
M: Pues... he quedado con Vero en media hora... (mira el reloj) así que el tiempo que
tarde en recogerla e ir a tu casa
Claudia: Vale (parece hacer cávalas sobre el tiempo en su cabeza)
M: Sí... estoo... quería preguntarte (le dice) Esther... ¿Cómo va hacia allí? ¿Hay que
recogerla o...? (la miro con una ceja alzada. No esperaba que se acordara de mí de esta
forma, ni por supuesto que lo que la tuviera tan nerviosa fuera yo. En estos días no me
ha nombrado, tan solo una vez para preguntarle a Claudia si yo iría pero ésta había
escurrido el bulto sin llegar a contestarle)
Claudia: ¿Quién? (pregunta algo extrañada)
M: Esther, Claudia (le dice como si fuera obvio) tu amiga Esther... digo yo que la
habrás invitado (continúa) porque vamos... si haces una cena para amigos y ella es tu
amiga, debes haberla invitado (sigue sin darle opción a contestar)
Claudia: Ya... (yo cierro los ojos y aparezco en casa de Claudia. Ésta suspira al
sentirme) supongo que vendrá ella, no hace falta que nadie la recoja... (niega con la
cabeza, como si se quisiera auto-regañar a sí misma por lo que está haciendo)
M: Vale... (la escucho y su tono de voz me parece un poco más vivo) entonces nos
vemos luego. Hasta ahora (dice colgando el teléfono)
Claudia: Hasta luego (cuelga ella. Se queda con el aparato en la mano y vuelve a
suspirar) pues ya lo sabes (dice a la nada, aunque me lo está diciendo a mí) estás
invitada... tienes media hora para aparecer...

Dicho esto se levanta y desaparece por el pasillo. Y yo me quedo allí parada, lo cierto es
que en estos días, no había contado con que me llegara a invitar, había asumido que no
lo haría y me había propuesto mantener las distancias, pero ahora debo aparecer y como
siempre que sé que estaré cerca de Maca, mis nervios hacen acto de presencia

Tan solo quince minutos después estoy llamando a su puerta. Al abrir me mira
escudriñándome, como si quisiera estudiarme. Yo le sonrío levemente, intentando darle
algo de calma. Ella hace un gesto para que entre y yo lo hago con lentitud

Claudia: ¿No tenías otra cosa que ponerte? (me dice y yo me miro a mí misma,
definitivamente, mi vestimenta está bastante pasada)
E: Bueno... no es que tenga posibilidad de abrir un armario (le contesto y ella afirma
con un leve mohín... no lo entiendo, si le molesta tanto, ¿por qué me ayuda?)
Claudia: Ven, a ver si encontramos algo que puedas ponerte (me dice haciendo que la
acompañe)

Entramos en su habitación y abre el armario, no sé si va a encontrar algo que me valga,


ella es mucho más alta que yo así que, todo cuanto me deje, me va a quedar grande
El amor de los Ángeles 44

Saca un par de faldas y una camiseta bastante mona. Yo la miro un tanto confusa... no
entiendo nada...

E: ¿Por qué me ayudas? (decido preguntarle directamente) está claro que no te hace
ninguna gracia que yo esté aquí

Me mira un segundo, y durante unos minutos se mantiene en silencio, yo espero una


respuesta que no llega y finalmente se vuelve a dar la vuelta buscando algo más en su
armario. Saca unos pantalones cortos y una falda que claramente es una talla más
pequeña. Lo deja sobre la cama y yo pierdo toda “esperanza” de que me responda

Claudia: Pruébate eso (me dice desde la puerta) espero que algo te quede bien... (hace
amago de salir de la habitación, yo me quedo mirando la ropa que me ha dejado y sigo
preguntándome por qué actúa así. Me mira, se apoya en el marco de la puerta y
finalmente contesta a mi pregunta) me recuerdas a alguien... (dice saliendo al fin de la
habitación, para que pueda cambiarme y dejándome con más preguntas en la mente)

Los primeros en llegar son Héctor con Alicia, una pareja que acaban de decidirse por fin
a estar juntos. Saludan a los anfitriones y cuando Claudia me presenta, les saludo yo
extendiendo mi mano. Veo que me miran algo extrañados, supongo que están
acostumbrados a los “dos besos” de rigor, pero yo prefiero darles simplemente la mano.
Alicia es joven, más que Héctor y aun así, tengo la percepción de que es más madura
que él. Se quieren, les ha costado decidirse pero no me hace falta verlos más para saber
que será para toda la vida

A penas unos minutos después de ellos llegan Rai y Lola, los saludo de la misma
manera y todos comienzan una conversación en la que me siento un tanto fuera de lugar.
Les miro interactuar entre ellos y veo lo que les une. Todos son buenos amigos, más allá
de ser compañeros de trabajo, se respetan y se quieren unos a los otros

Lo de Rai y Lola es especial, muy especial, tienen un lazo de unión demasiado fuerte,
de esos que pocas personas consiguen, se aman... se quieren muchísimo, y aunque
llevan casi todo el tiempo discutiendo, esas “discusiones” no son más que fachada, se
comen con la mirada y se divierten “discutiendo”. Rai la mira de una forma que poca
gente mira, hay tanto amor en esa mirada, tantos sentimientos envolviéndolos... es casi
abrumador. Lo va a pasar mal, sé que lo va a pasar mal. La quiere demasiado y Lola lo
ama a él... sí, y lo quiere tanto que es incapaz de hacerlo sufrir, es incapaz de decirle que
está enferma... es incapaz de causarle ese dolor, el dolor de saber que en unos meses...
ya no estará. No lo sabe nadie, tan solo ella y su médico, y ahora yo... Va a ser duro para
Rai, va a ser bastante duro...

Les observo hablar, bromear, discutir y disfrutar de su compañía, Lola está haciendo
todo lo que puede por hacerlo feliz, quiere que estos meses sean los más felices de su
vida. Se ha olvidado incluso de su enfermedad, él hace que la olvide... Es... es bonito,
ver lo que es capaz de hacer eso del amor...

Y la casualidad quiere que, en el momento en que pienso en el amor, en el momento en


que reconozco lo que es el amor, es entonces cuando siento su presencia. Maca acaba de
llegar. Me doy la vuelta, está saludando a Gimeno y al hijo de ambos cuando la miro.
El amor de los Ángeles 45

Mi sonrisa aparece y del mismo modo en que lo hace, se queda congelada al verla entrar
al jardín de la mano de Vero

La verdad es que no sé por qué he reaccionado así al verlas entrar. De hecho, debería
estar acostumbrada, las he visto en situaciones un poco más comprometidas, las he visto
besarse, las he visto juntas más veces así que no sé por qué hoy, precisamente hoy me
he quedado un tanto paralizada, supongo que será porque una cosa es verlas a ellas dos
a solas que verlas de esta forma rodeadas de gente, es una tontería, lo sé, pero creo que,
el hecho de que se dejen ver juntas ante más gente, le da más realidad a su relación

Es lógico que lleguen juntas, es natural que lo hagan de la mano, son pareja y así va a
seguir siendo. Así que simplemente desvío mi mirada y cuando vuelvo a levantarla
Maca me está mirando. Ahí se me olvida todo y vuelvo a sonreír

M: Hola (me saluda acercándose mientras Vero habla con Rai) has venido...
E: Sí... he venido (le contesto sin poder dejar de sonreír)
M: Me alegro de verte (me dice, y sé que es sincera, he escuchado mil veces cómo la
gente miente, como alguien no es del todo sincero, cómo dice o hace algo simplemente
para quedar bien, pero Maca no, ella lo siente de verdad)
E: Yo también (y tanto que me alegraba, no de verla, pues yo la había visto hacía una
escasa hora, sino de que ella pudiera verme)
Vero: Cielo (llega Claudia hasta nosotras, yo le sonrío con amabilidad)
E: Hola (saludo tranquila)
M: Ella es Esther, es una vieja amiga de Claudia (le explica) de la facultad
Vero: Vaya, hola (me dice acercándose para dejar dos besos en mis mejillas, es la
primera que lo hace, y es simplemente porque me ha pillado desprevenida. No noto,
nada, simplemente veo el movimiento de su cuerpo, por eso sé que me está besando)
E: Ehhh... encantada (digo un tanto descolocada)
Vero: Igualmente (contesta ella) oye cariño (se vuelve hacia Maca) que Rai quería
preguntarte no sé qué (dice señalándole)
M: Vale, ahora voy (dice ella, y vuelve a mirarme. Vero parece esperar para volver con
su compañero y al ver que Maca no se mueve, le da un pequeño toque en la cadera) sí,
vamos (termina de decir, disculpándose conmigo y acercándose hacia Rai)

La sigo con la mirada y al volver el rostro hacia la derecha me encuentro con un


pequeño terremoto que no deja de mirarme algo alucinado. Sé lo que ve y sonrío, me
acuclillo frente a él, sonríe enormemente. Se parece a su madre, es un niño precioso.
Acaricia mi rostro, y ríe con más fuerza

Pequeño: Nita (dice con una vocecita adorable y una lengua de trapo)
E: Guapo (le digo haciéndole una carantoña)
Pequeño: Ohh nita, nita (repite, alzando los brazos para que lo coja. Miro a mi
alrededor un segundo, nadie parece reparar en nosotros, así que lo cojo en brazos. El
niño es feliz al verse sobre mí... está claro que él ve algo más allá de mi cuerpo...

No puedo evitar sonreír, me encantan los niños, esta inocencia que tienen por el mundo,
esta manera de ver lo que nadie más ve. Esa pureza de sus almas, sí, los niños son lo
más puro y lo más bonito que hay en el mundo, ellos no tienen maldad, no ven la
maldad, no, y por eso, por su inocencia, por su pureza, es por lo que pueden ver más allá
de sus narices
El amor de los Ángeles 46

Cuando me doy la vuelta, aún con el niño en brazos me encuentro con la mirada más
tierna que he visto nunca. Maca me mira de un modo en que no conocía, es como...
como si hubiera ¿orgullo? ¿Dulzura? No sé lo que es, pero la adoro

Pequeño: Mamaa, nita (dice a su madre que llega a mi lado, mira a su hijo, sabe lo que
está viendo, yo sé que ella lo sabe. Acaricia su rostro con dulzura) nitaa, mami, ella
nita...
Claudia: Sí mi amor (contesta ella) es bonita (le corrobora, yo la miro una vez más con
preguntas y ella simplemente toma a su hijo en brazos y lo acurruca sobre su pecho. El
pequeño no tarda en quedarse dormido y con cuidado lo lleva hacia la cama)

Con el niño ya en la cama, llega la hora de que los adultos comencemos a cenar.
Salimos al jardín, donde Gimeno se afana, junto a Rai en la barbacoa, aunque la verdad,
más bien pareciera que están en una operación a corazón abierto en lugar de una
barbacoa... es gracioso verlos así

Las conversaciones van y vienen, yo hablo con unos y otros, pero a penas escuetamente,
tampoco tengo mucho que decir... nos sentamos y poco a poco las conversaciones se
van enlazando unas con otras. Intento no mirarla directamente, intento no centrarme
solo en ella, pero me está resultando realmente difícil

Vero: Y dime... Esther (dice Vero en un momento en el que la mesa se ha quedado


prácticamente en silencio) ¿Dónde trabajas? (pregunta apoyando la barbilla sobre sus
manos)
E: Soy representante de material quirúrgico (contesto aprovechando la coartada que me
dio Claudia días antes)
Vero: Ah... ¿En qué empresa? (sigue preguntando)
E: En... en... (miro a Claudia pero está bastante entretenida hablando con Lola, Maca
me mira como si también estuviera esperando una respuesta) WertyMedical Material (le
contestó y me alegro de haber “conocido” a uno de los empresarios de dicha empresa)
Vero: ¿En serio? (pregunta con interés) tengo una amiga que trabaja allí... Begoña, ¿la
conoces?
E: No... lo cierto es que no (respondo con calma) hay... hay mucha gente trabajando allí
Vero: Claro, qué tontería (sonríe levemente) ¿Y en qué sucursal estás? Mi amiga estuvo
trabajando en Barcelona muchos años, ahora la han cambiado a Madrid
E: Yo... estoy en... en Madrid también (afirmo, con lentitud)
Claudia: La acaban de trasladar (me encanta cuando Claudia me echa estos capotes) de
hecho hace tan solo unos días que ha llegado a la ciudad (la miro agradecida) de hecho,
aún no tiene ruta y no sabe qué hospitales les va a tocar (dice antes de que Vero pueda
hacer alguna otra pregunta, pues con esa matización, ya le ha dejado claro que no
conozco a nadie y que no sé en qué hospitales voy a tener que visitar)
E: Creo que voy a ir a por más pan (les digo mientras me levanto, no sé por qué pero
algo me dice que tengo que alejarme un poco de esa mesa) se ha terminado

Entro en la cocina, y comienzo a cortar el pan. Vero tiene algo que no me gusta. Quizás
sea su manera de hablar, tal vez el leve y bien disimulado rintintín con el que dice las
cosas, pero hay algo, no quiero calificarlo de maldad, pero hay algo que no termina de
gustarme... no, que nadie piense mal, no tiene nada que ver con Maca, absolutamente
El amor de los Ángeles 47

nada que ver con ella. Es algo que no me había parado a pensarlo antes, pero sí es cierto
que tiene algo, un halo raro que la rodea... no, no me gusta...

M: Perdona a Vero (escucho que dice Maca a mi espalda y yo paro de cortar) a veces
puede ser un poco... intensa, en su forma de hablar (intensa... ha tenido que buscar el
adjetivo...)
E: No pasa nada (contesto mientras sigo cortando)
M: Sí, sí pasa, no me gusta que sea así con la gente y menos con la que no conoce...
E: Cada cual es como es (continuo yo) y estoy segura de que tiene muchas cosas
buenas, si tú estás con ella... (no sé por qué tenía que soltar este comentario)
M: Sí, supongo que las tiene (dice de manera conformista)
E: Entonces no la disculpes (le digo y cometo el error de mirarla, su sonrisa vuelve a
paralizarme, mi mano sigue cortando una rebanada de pan y de paso, se lleva mi dedo
con ella. Miró hacia abajo, veo claramente el cuchillo atravesando mi dedo. Elevo la
mirada un segundo, y muevo el cuchillo con la esperanza de que Maca no lo haya visto)
M: ¿Te has cortado? (Sí, lo ha visto... a ver qué hago ahora) déjame ver (termina de
decir y antes de que pueda reaccionar, ya ha tomado mi mano...)
E: No me he cortado, Maca (le digo aunque ella ya está examinando mi dedo)
M: He visto como el cuchillo te lo ha atravesado (dice algo alucinada al ver que no
tengo ni un rasguño)
E: Jejeje (me río) ¿Qué has visto qué? (le pregunto intentando parecer sorprendida)
mira mi dedo, Maca (se lo enseño, no hay nada en él) no ha pasado nada, has debido
verlo mal...
M: Sí (dice y aunque algo contrariada, acepta que se ha confundido) está claro que no
ha pasado nada...

Mientras lo dice no suelta mi mano, ya ni siquiera la mira, me mira a mí y yo la miro a


ella. Deja una caricia en la palma, lo sé porque veo como mueve sus dedos sobre mi
mano. Su mirada no se aparta de mis ojos, intentando ver mis reacciones

El silencio se ha hecho protagonista, no sé cómo hemos llegado hasta este punto, el


punto en el que el contacto “físico” es real, el punto en el que ella parece absorta en la
caricia que me deja y yo... yo simplemente dejo que lo haga

E: Estoy bien (digo en un susurro, no aparto mi mano...)


M: Lo sé (contesta sin dejar de mirarme y sin dejar de acariciarme)

No sé cómo ha pasado pero de pronto es como si no existiera nada más que esa cocina.
Es como si nadie más estuviera en el jardín, ya no escuchamos las risas, ni las charlas
que a pinceladas, llegaban a nuestros oídos. Tan solo estamos ella y yo, y nuestras
miradas buscándose. No decimos nada, es como si no lo necesitáramos, es como si no
quisiéramos destrozar el momento con palabras absurdas

M: No... (comienza a decir en el mismo tipo de susurro con el que yo he hablado antes)
no te has hecho nada...
E: No...

Suelta mi mano, dejando caer su brazo, yo me quedo en la misma posición. Ninguna


nos movemos, es como si no pudiéramos hacerlo... es... perfecto... simple y llanamente
El amor de los Ángeles 48

perfecta esta situación, en la que no hay nada extraordinario, en la que no pasa nada, en
la que simplemente estamos aquí, paradas una frente a la otra

E: ¿Puedo yo? (le pregunto. Yo también quiero tocarla, desde que lo hice por primera
vez aquella noche he anhelado hacerlo pero he mantenido mis deseos a raya. Hoy,
teniendo la oportunidad de volver a hacerlo y con su consentimiento, no puedo
reprimirme más)
M: ¿Qué? (contesta ella en forma de pregunta, como si no hubiera escuchado lo que le
he dicho)
E: Tu mano... (la señalo) ¿puedo yo? (vuelvo a preguntar)

Posiblemente, otra persona se habría quedado un tanto extrañada por mi petición,


posiblemente otra persona se habría preguntado qué estaba pasando en esa cocina. Ella
no, o al menos no lo verbaliza, simplemente eleva su mano, dejándola a mi disposición.
Sin apartar los ojos de ella la tomo entre mis manos. Y con la yema de mis dedos
acaricio toda su palma

E: ¿Lo sientes? (le pregunto, ha cerrado los ojos, si mi corazón bombeara, en este
momento tendría una taquicardia bastante importante)
M: Sí...
E: ¿Qué sientes? (quiero saber, no dejo de mirarla, no quiero perderme ni una sola de
sus reacciones)
M: Tu dedo... acariciando mi palma (parece como si estuviera sintiéndose realmente
bien, como si estuviera... ¿Embriagada? No sé qué es demasiado bien...)
E: Descríbelo (le pido en un murmullo. Es tan bonita...)
M: Es... es cálido... dulce... lento (me dice y vuelvo a repetir la caricia, de arriba abajo
por toda su palma, por toda su mano...) siento un... un cosquilleo... es muy agradable y...
me... me da calma... es...

En ese momento vuelve a abrir los ojos, una vez más, como tantas otras, volvemos a
perdernos en la mirada de la otra. Y el silencio vuelve a envolvernos, nunca pensé que
un silencio dijera tanto. No hay nada mejor que esto, no puede haber nada mejor que
esto... Maca me mira algo confusa, supongo que no sabe demasiado bien qué es lo que
le está pasando. Nuestras manos continúan unidas, ninguna hace ni el intento por
separarlas

Y así nos encuentra Vero que entra en la cocina en ese instante, posiblemente buscando
a su... su novia. Así nos ve y se queda algo parada. Es Maca la que primero desvía la
mirada hacia ella, yo no lo hago, quiero mirarla un poco más, unos segundos más.
Suelta mi mano y se recompone al ver a Vero. Yo bajo mi mirada una vez ella comienza
a andar hacia su... su chica

Vero: Venía a ver si habíais ido a hacer vosotras mismas el pan (dice contrariada por lo
que ha visto)
M: Sí, ya está (reacciona Maca) es solo que creí que Esther se había cortado y le estaba
mirando la mano
Vero: Ah... (me mira un tanto extrañada) ¿Te has hecho daño?
E: Ehh... no, no me he cortado (contesto yo, como Maca, “recomponiéndome”) Maca
ha visto mal
El amor de los Ángeles 49

Vero: Ya... nos están esperando todos ahí fuera (nos dice, aunque más bien se lo dice a
Maca)
M: Sí, vamos (contesta, mirándome por última vez antes de salir de la cocina con la
mano de Vero alrededor de su cintura)

Yo me quedo allí, parada en mitad de la estancia. No sé qué ha pasado, bueno,


realmente, no sé cómo he permitido que pasara, que llegara tan lejos... El ambiente que
se ha creado alrededor de nosotras en un instante ha sido demasiado para mí, al menos
por esta noche. No me encuentro con “fuerzas” para volver a la cena, yo no debería
estar aquí... esto que me pasa no debería estar pasando... Así que, una vez más, quizás
huyendo de todo esto que me está ocurriendo, cierro los ojos y me marcho... sin
despedidas, sin avisos, simplemente, me voy

Han pasado cinco días, cinco días en los que no he tenido las... narices, de volver a
aparecer ante ella. No sé qué voy a decirle, no sé cómo voy a explicar mi repentina
huida, ni esa forma de marcharme, de irme sin más, desapareciendo sin importarme ni
lo más mínimo si pudiera levantar sospechas...

Pero sí es cierto que no podía quedarme, no pude hacerlo, porque aquel momento fue
demasiado para mí. Esto me viene grande, demasiado grande. A mí, a un ángel, de
pronto todo me parece demasiado como para manejarlo

Se supone que yo debería ser capaz de controlar las cosas, se supone, que siendo lo que
soy, debería saber qué hacer o cómo actuar en cada momento, y sin embargo, cuando se
trata de ella, cuando se trata de Maca, no sé nada, no sé qué hacer, ni cómo hacerlo, y sé
que seguramente estoy metiendo la pata en más de un sentido

Debí hacer caso a Claudia la primera vez que me advirtió, debí hacerme caso a mí
misma la primera vez que sentí que esto se me podría ir de las manos. Debí haberme
mantenido firme y no volver a inmiscuirme en su vida, pero ya... ya es demasiado
tarde...

Y ya no solo es a mí a la que esto se le está “yendo de las manos”, a Maca también. Sé


que mi presencia ha alterado su vida, sé que aparecer en su vida la ha cambiado, de una
manera u otra, de una forma más débil o más fuerte, no lo sé, pero de lo que sí estoy
segura es de que desde que “me conoce” ya no es la misma

Despierto en ella algo, algo que no sé identificar aún, pero que ha comenzado a trastocar
sus planes, su vida y su cotidianeidad. A penas me ha visto unas pocas veces, tan solo
dos o tres, pero han sido suficientes como para que no deje de pensar en mí. Sé que lo
hace, la he visto hacerlo. Cuando está a solas se pregunta quién soy, cuándo volverá a
verme y cómo acercarse algo más a mí. No sé qué tipo de sentimientos despierto en ella,
tal vez solo curiosidad o simple simpatía pero lo que sí sé, es que ella, al igual que yo,
está cambiando...

Fue ayer cuando me di cuenta de ello, cuando confirmé mis sospechas. Ayer, durante el
turno de noche, en uno de los descansos, entró en la sala de médicos, allí, Vero leía una
revista de no sé qué. Se sentaron juntas, comenzaron a hablar de algún caso. Nada fuera
de lo normal, algo tan natural como siempre. Hasta que Vero la miró con una mirada un
El amor de los Ángeles 50

tanto cuestionadora. Maca desvió su mirada hacia el suelo, era como si no quisiera
mantener sus ojos en ella

Vero: ¿Qué te pasa, Maca? (le preguntó directamente) llevas unos días rara... como
ausente (yo la miré y esperé impaciente su respuesta, también me había dado cuenta de
ello)
M: Nada (le contestó intentando quitarle importancia) solo son unos días raros...
demasiado trabajo y estoy algo cansada

Y aunque sé que Vero no se quedó contenta con aquella respuesta simplemente la


aceptó. Esta chica sí que es un tanto “rarita” no sé porqué se conforma con esto si sabe
que Maca no le va a dar más de lo que le ofrece... cualquier otra persona buscaría algo
más, ella es que simplemente acepta estas “migajas”, por decirlo así, que Maca le da

Vero: Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿Verdad? (le dice tomando su mano)
M: Sí (contesta y mira sus manos unidas)

En ese momento fue cuando todas mis sospechas se confirmaron, cuando vi, claramente
que no le soy para nada indiferente a Maca. Seguía mirando la mano de Vero entre las
suyas, seguía con la mirada fija en esa unión, cuando pasó

M: Cierra los ojos (le pidió, y pese a que su... su chica, la miró extrañada finalmente lo
hizo. Tomó su mano, dejándola con la palma hacia arriba y comenzó a acariciarla con
sus dedos) dime qué sientes (le dijo, y yo no sé cómo no aparecí ante ellas debido a
cómo mis nervios volvieron a saltar)

Vero: Pues tu dedo (contestó con total normalidad, ¿casi indiferencia?)


M: Ya... pero... descríbelo (le pidió, mientras volvía a acariciarla)
Vero: Pues... yo que sé, Maca, es tu dedo acariciando mi palma, no sé qué quieres que
describa (soltó sin más, Maca dejó de acariciarla. Vero abrió los ojos confusa por aquel
“experimento” de Maca) ¿Seguro que estás bien? (quiso saber)
M: Hagámoslo al revés (le dijo extendiendo su mano)
Vero: ¿Pero qué quieres hacer? (le preguntó sin entender nada de lo que allí pasaba)
M: Acaricia mi mano (contestó, una vez más Vero la miró con una ceja alzada) solo un
segundo Vero

Y la psiquiatra aceptó a hacerlo. Vi cómo Maca cerró los ojos y yo imité su gesto. Vero
comenzó a acariciar la palma de su mano, de manera lenta, con la yema de los dedos, si
lo pienso, desde fuera era una caricia bonita, tranquila y pausada, dulce y tierna... al
menos, eso hubieran pensado algunos... menos ella

“M: No noto nada (la escuché pensar) no es lo mismo...”

Abrí los ojos y la miré, mantenía los ojos cerrados y se esforzaba por sentir lo mismo
que debió sentir cuando yo la acaricié

“M: ¿Por qué no siento lo mismo que con Esther?” (la seguí escuchando en
pensamiento)
“M: Solo es una caricia... es la misma caricia y a la vez son tan diferentes...”
El amor de los Ángeles 51

¿Entendéis ahora porqué me di cuenta de que yo no le era indiferente? Sus


pensamientos lo decían todo, esa acción, ese momento lo dijo todo... y yo... yo volví a
no saber qué hacer, ni a cómo comportarme, ante este nuevo descubrimiento

Vero: ¿Todo bien? (le preguntó Vero dejando de acariciarla)


M: Sí... todo bien (sonrió y yo sé que lo hizo de una manera forzada) tengo que ir a ver
a un paciente...
Vero: Vale... luego nos vemos y nos vamos a mi casa ¿vale?
M: Sí... claro (terminó de decir saliendo del gabinete y sin dejar de pensar en qué era lo
que le pasaba)

Así fue como lo supe, y ahora, no tengo ni idea de cómo debo actuar yo. Una cosa es lo
que yo pueda “sentir” o “dejar de sentir” por ella. Otra muy diferente es lo que ella está
sintiendo. Porque esto enreda muchísimo más las cosas, esto, hace que todo sea
complicado, demasiado complicado

Aun así, como ya os he dicho, he dejado de controlarlo todo, y hoy, tras ver esa escena,
mis ganas por verla, porque me vea, se han elevado a la enésima potencia, hoy quiero
hablar con ella, o ni tan siquiera hablar, simplemente pasar un instante a su lado, pero
sabiendo que ella también me ve...

Aquí estoy, en este supermercado enorme, donde ella ha entrado hace unos minutos
para hacer la compra, la verdad es que no he encontrado otra forma de volver a aparecer
ante ella, no hay una excusa lo bastante sólida como para que yo vuelva a entrar en su
vida, así que, un encuentro “casual” no está tan mal ¿no?

¿Sabéis? Los supermercados siempre me han resultado algo graciosos a la vez que un
tanto desorganizados, sobre todo si es de este tipo, una enorme nave industrial con
numerosos pasillos y secciones, donde puedes comprar algún tipo de embutido mientras
decides qué lencería te gusta más, o, donde los juguetes para niños se mezclan con la
sección de zapatería. Sí, creo que deberían distribuir mejor las secciones, es un tanto
chocante esta manera de hacerlo...

Pero supongo que no os interesa demasiado mi opinión sobre los grandes almacenes...
Así que seguiré con lo que os quiero contar. Bien, pues, como he dicho, esto es tan
grande que puedes “perderte” o “perder de vista” a alguien en el momento que quieras.
Yo llevo como unos diez minutos buscando la manera más “natural” de encontrarme
con Maca. Camino por uno de los pasillos y la veo andar hacia mi dirección, mientras
empuja un carrito y lee algo en lo que supongo que será la lista de la compra

Levanta la vista del papel y me ve. Yo, siento como mis nervios se disparan... ¿qué voy
a decirle? Ella parece que no le importan demasiado mis nervios pues deja a un lado su
intención de comprar para acercarse a mí. Intentando disimular cojo lo primero que pillo
de uno de los estantes

M: ¡Ey, hola! (me saluda y me quedo nuevamente paralizada por esa sonrisa que
ilumina su rostro. He de decir, que, la sorpresa de verme, es directamente proporcional a
la ilusión que siente por habernos encontrado)
E: Hola (contesto de un modo más calmado)
M: Qué casualidad (uy sí, una casualidad tremenda, la verdad...) ¿qué haces por aquí?
El amor de los Ángeles 52

E: Pues... comprar (le digo enseñándole el artículo que tengo entre mis manos y el cual,
por cierto, ni tan siquiera he mirado)
M: Ah... (mira lo que tengo entre mis manos y se queda algo confundida) ¿Condones?
E: ¿Eh? (mi vista baja hacia mis manos donde sí, hay una caja de doce preservativos)
¡No! Qué tonta (digo nerviosa, ¿en qué pasillo estoy? Lo dejo con rapidez en la
estantería) no sé... no sé cómo he...
M: No tienes que darme explicaciones (me corta) y tampoco avergonzarte... los
preservativos son lo mejor para mantener una vida sexual sana (¿De qué está hablando?
¿Y por qué de pronto su tono de voz parece más tosco?)
E: No es lo que... (no sé ni qué decirle en este momento)
M: No te preocupes (me corta) como te he dicho no tienes que darme explicaciones
(baja la mirada un segundo) en fin... voy a seguir con mis compras...

Y simplemente se va, desaparece del pasillo en el que nos encontramos y yo no dejo de


preguntarme cómo he podido ser tan torpe... a esto me refería cuando decía que no
controlo lo que hago, que esto me viene grande. Cuando estoy con ella, cuando ella está
conmigo, soy absolutamente lo más tonto que hay en este planeta, ya sea siendo mortal
o un ángel

No me he movido de mi posición cuando Maca vuelve a aparecerse ante mí, no sé muy


bien por qué ha vuelto, por qué ha deshecho el camino que la alejaba de mí. Supongo
que, al igual que yo no puede evitar aparecerme ante ella, ella tampoco debe poder
evitar volver hacia mí. En su mirada puedo ver algo de “vergüenza” por su actitud y me
parece vislumbrar un poco de disculpa. Yo sonrío queriendo que sepa que no ha
ocurrido nada, ella lo hace y vuelvo a quedarme prendida en su sonrisa

M: ¿Te apetece que quedemos luego y no sé... tomemos algo? (me pregunta con algo de
duda, yo no puedo creerme esto... no sé qué es lo que la ha llevado a volver y hacerme
esta proposición, pero me da igual, porque simplemente, me encanta que lo haya hecho,
yo, no habría sido capaz de hacerlo)
E: Cla... claro (contesto lentamente, Maca ensancha su sonrisa... ¿cómo algo como una
sonrisa puede hacer que yo me quede tan paralizada?)
M: Vale... pues... ¿quedamos en una hora? (me pregunta) así las dos podremos terminar
nuestras compras
E: Sí (es lo único que le digo, porque no puedo casi hablar)
M: Hay una cafetería aquí al lado (me informa) ¿Nos vemos en la puerta?
E: Perfecto (¿se sentirá incómoda por mi forma de mirarla?)
M: Bien (afirma con la cabeza mientras lo dice, y no se mueve, yo tampoco lo hago, es
como si no pudiéramos hacerlo) pues... voy a... a seguir con la compra... (termina de
decir, para mirarme por última vez y seguir con su camino)

Una hora más tarde, estoy en la puerta de la cafetería pactada. Mirando a mi alrededor,
la gente hace su vida, siguen con sus cosas, con sus rutinas y yo siento que mi rutina, mi
“vida”, nunca, jamás será igual. Y ese “sentimiento” se hace muchísimo más fuerte
cuando de lejos, con gafas de sol impidiendo que los rayos solares le molesten, Maca
viene directa hacia mí, absolutamente maravillosa. Mi corazón, si bombeara, se habría
parado con el simple hecho de verla caminar hacia mí

M: Hola de nuevo (me dice con esa sonrisa que tiene, esa tan bonita que hace que yo
pierda el juicio)
El amor de los Ángeles 53

E: Hola (le contesto del mismo modo)


M: ¿Entramos? (me pregunta pues estamos aquí en mitad de la calle en lugar de entrar
al local...)
E: Eh... esto... ¿Te apetece que mejor demos un paseo? (le devuelvo la pregunta, entrar
ahí... no es que sea una de mis prioridades... ¿qué voy a decirle cuando no pida nada?
¿O cuando llegue la hora de pagar? Son preguntas que ahora mismo, no quiero
examinar, no quiero cuestionarme eso, ahora, lo único que quiero es estar con ella un
rato) es que... no me apetece tomar nada ahora (le termino de decir a modo de excusa)
M: Claro (contesta ella, parece que también le da igual el sitio) vamos...

Comenzamos a andar calle abajo, sin dirección fija, sin saber muy bien donde nos
dirigimos, creo que a las dos, nos da un poco igual. Ninguna guiamos a la otra sino que
tan solo caminamos a la par sin saber dónde vamos

M: ¿Qué tal todo? (pregunta para cortar el hielo) ¿mucho trabajo?


E: Sí... bueno, lo normal, supongo (le contesto, la verdad es que no puedo decirle otra
cosa) ¿Y tú?
M: Pues he tenido unas guardias bastante tranquilas, la verdad (me contesta sin apenas
mirarme) parece que los niños han decidido que no quieren estar malitos...
E: Eso es bueno... (no sé qué decirle, no sé qué me pasa que ni tan siquiera parece que
sepa hablar)

Volvemos al silencio. Uno que por lo que parece, le gusta, más que nada porque parece
bastante tranquila. ¿Os he dicho ya lo mucho que me gusta mirarla? ¿No? Pues sí, me
gusta mirarla, ese gesto de paz que tiene en el rostro, esa media sonrisa que aparece en
sus labios... es... perfecta...

M: Desapareciste (suelta bajando un poco la mirada, y yo también lo hago, temía esto,


temía que hiciera preguntas puesto que no puedo darle respuestas) en la cena de Claudia
(sigue diciendo al ver que no contesto, como si necesitara una explicación) de pronto te
fuiste y no te despediste...
E: Ya... esto... (¿y ahora qué le digo?) tuve que...
M: Tranquila (me corta, yo la miro con una ceja alzada) Claudia nos dijo que te había
surgido algo importante (gracias, Claudia) que te tuviste que marchar rápidamente...
E: Sí... me surgió algo (esto no está bien, yo no debería mentirle de esta forma, se
supone que yo no puedo ni debo mentir, pero ¿qué otra cosa puedo hacer para que no
sepa lo que soy? Ella no está preparada para saberlo... y yo no puedo contárselo) tuve un
imprevisto y...
M: Un imprevisto (repite ella) la verdad es que suena a excusa que da miedo (dice
sacando una nueva y pequeña sonrisa y yo sé, que si sigo prendada en ella, le contaré
todo, todo lo que soy, todo lo que hago y todo lo que está despertando en mí de una
manera increíble)
E: No es una excusa (rebato con calma) de verdad me surgió algo... siento no haberme
despedido...
M: Está bien (sé que no termina de creerlo, sé que quizás, esperaba otra cosa, pero no
insistió, fue como si supiera que no debía insistir y yo lo agradecí)

Continuamos caminando, mantenemos una distancia prudencial entre las dos, hay como
medio metro de separación. Y sin embargo, no sé qué le parecerá a ella, pero a mí, me
parece que está cerca de mí, muy cerca, como si este medio metro no existiera...
El amor de los Ángeles 54

E: ¿Puedo preguntarte algo? (le digo, porque hay cosas que aun no entiendo)
M: Claro (contesta dándome pie a ello)
E: Tú y... Vero (comienzo a decir, ella me mira interrogante) ¿Estáis bien? (pregunto
por fin y ella me mira, creo que es la última pregunta que se esperaba que yo le hiciera)
M: Pues... sí (contesta mientras piensa en ello) supongo que sí... aunque, bueno...
depende del concepto que tú tengas de “estar bien” (esta respuesta es... un tanto
¿ambigua?)
E: Supongo que... si estás con ella... no sé, debes quererla (continúo y no sé por qué he
comenzado esta conversación)
M: Sí... la quiero (contesta ella tras pensarlo un segundo) a mi manera supongo que la
quiero (¿supone?)
E: ¿La amas? (¿es que no puedo quedarme calladita? ¿Por qué tengo que hacerle estas
preguntas?)
M: Es más complicado que eso (ella evita responder...)
E: ¿Complicado? (la miro extrañada, ¿complicado? No lo entiendo, ¿Dónde está la
complicación?) ¿Por qué es complicado?
M: Las relaciones son complicadas (me responde y yo sigo sin comprenderlo)
E: Pero no... (tengo que intentar entenderlo...) no sé... ¿cómo puede ser una relación
complicada? Si estás con la persona que quieres, todo debería ser fácil...
M: ¿Cuántas relaciones has tenido? (me pregunta como si no pudiera creer lo que le
estoy diciendo)
E: Bueno... yo... (bajo la mirada) la verdad es que... ninguna...
M: ¿En serio? (está muy sorprendida)
E: Sí...
M: No puede ser (me mira como estudiándome) vale, te estás quedando conmigo
(sonríe)
E: No es tan raro... ¿No? (¿en serio es tan raro que no haya tenido ninguna relación?)
M: ¿Me lo estás diciendo en serio? (yo afirmo con la cabeza) bien... pues... no sé, sí es
algo raro (sigue diciendo) teniendo en cuenta lo guapa que eres y...

Stop, alto, para, frena... ¿¡Qué!? ¿Ha dicho que soy guapa? ¿En serio piensa eso de mí?
Ahora sí que no puedo creerlo... ella, la mujer más bonita, maravillosa y perfecta que he
conocido en toda mi existencia piensa que yo, un ángel, soy guapa como mujer... ya ni
tan siquiera escucho lo que dice, básicamente porque mi mente se ha quedado parada en
cuanto he escuchado cómo decía eso, sé que seguimos andando, sé que ella ya ha
cambiado de tema, no sé cuánto tiempo llevo ausente, no puedo dejar de repetirme una
y otra vez, que yo a ella, le parezco guapa...

M: ¿Qué me dices? (¿qué?)


E: Perdona... (la miro intentando volver a ponerme en situación) no te he oído...
M: Digo que... podríamos quedar otro día (mira su reloj) se me está haciendo tarde y
debería llevar la compra a casa... si sigue mucho tiempo más en el coche, se me va a
estropear...
E: Eh... claro, sí (acepto, porque simplemente sé, que no puedo negarme) me encantaría
M: Vale... (saca su teléfono móvil) dime tu número y te llamo... (¿y ahora qué?)
E: Es que... no... no tengo teléfono (su cara de alucine es bastante chistosa)
M: ¿No tienes teléfono? (entiendo que no se lo crea... ¿qué persona normal, en ésta
época no tiene móvil?)
El amor de los Ángeles 55

E: No... se... se me estropeó (una mentira más... esto no es bueno... claro que no) y...
bueno, tampoco es que sea muy aficionada a eso de los móviles...
M: Vale, pues dame el de tu casa y te llamo (repito ¿y ahora qué?)
E: Ya... tampoco tengo teléfono... vamos, de hecho, no tengo casa (su cara de alucine
vuelve a aparecer, no sé cómo aguanto la sonrisa que está a punto de salir de mis labios)
estoy... estoy en un hotel... (ya que estamos buscando excusas absurdas sigamos con
ello ¿no?) Acabo de venir a Madrid y... bueno, aún no tengo piso... (ni lo tendré)
M: Entiendo (parece que se lo cree, o al menos lo acepta sin más) Aunque no puedes
quedarte en un hotel eternamente (me dice y yo debería darle la razón, aunque no puedo
dársela) seguro que te estás gastando una fortuna (¡Ja!) Hagamos una cosa... te ayudaré
a buscar piso (dice convencida)
E: No hace falta, Maca (corro a decir, sé que me estoy metiendo en un buen lío... lo sé,
y no tengo ni idea de cómo voy a salir de él) estarás muy ocupada y... no quiero causarte
problemas...
M: Insisto (continúa ella y sé, que diga lo que diga o haga lo que haga, no voy a
conseguir quitarle esa idea de la cabeza)
E: Como quieras (le contesto, no puedo hacer más, así que llegado el momento, ya me
buscaré una nueva excusa)
M: Perfecto (y todo merece la pena, meterme en este tremendo lío merece la pena tan
solo por ver esa enorme y maravillosa sonrisa) tengo un amigo que trabaja en una
inmobiliaria, hablaré con él hoy mismo (¿es ilusión lo que veo en sus ojos?) ¿Te parece
que quedemos en un par de días? Espero que para entonces al menos ya tenga un par de
pisos que enseñarnos
E: Claro (no puedo negarme, debería hacerlo, pero no puedo negarme, cuando me mira
así, sé que no podré decirle “No” a nada)
M: Genial, pues nos vemos pasado mañana (me mira) ¿te viene bien pasarte por el
hospital? Tengo turno y así me recoges y ya vamos juntas...
E: Sí (afirmo una vez más, ¿Cómo decirle que no a algo que me diga? No tengo ni la
más remota idea)
M: Vale, pues nos vemos entonces (¡adoro su sonrisa!) Hasta luego (hace amago de
darme dos besos, yo no me muevo y al ver que no lo hago, aborta su movimiento, me
hace un gesto con la mano y comienza a andar hacia el lugar en el que tiene aparcado el
coche)

Y una vez más, como siempre me pasa cada vez que la veo, me quedo parada en el sitio
en el que me deje. Esto no está bien, esto se está complicando más por momentos. Y sin
embargo, me gusta que se complique... me gusta estar con ella y lo que vendrá... ya
buscaré la manera de solucionarlo... pues ahora mismo, la verdad, es que no me importa
demasiado

Ha pasado un mes... un mes en el que llevo inventando excusas absurdas día sí, día no,
para no delatarme. No tengo ni la más remota idea de cómo aún no se ha dado cuenta,
de cómo sigue creyendo a pies juntillas todo cuánto le digo... Un mes en el que casi a
diario, en el que he conocido su faceta cómica, seria, estresada, calmada, contenta,
bromista... Un mes, a pesar de mi actitud bastante reprochable, que ha sido maravilloso

Durante estos 30 días, han pasado algunas cosas... no demasiadas, la verdad, pero creo
que son, alguna de ellas, un poco interesantes, la primera, quizás la de más peso, es que
El amor de los Ángeles 56

Vero, tuvo que irse hace dos semanas a un viaje para un curso de psiquiatría en
Barcelona y que la tendrá allí, según me contó Maca, durante un par de meses más

Su relación, sigue como hasta ahora, entre estancada y hacia adelante, la verdad es que
no sé muy bien hacia donde van, por lo que cuenta Maca, ella tampoco. Claudia ha
vuelto a insistirme en que debo marcharme, pero sigo aquí, y he de agradecerle la ayuda
que me da, lo cierto es que, si no fuera por ella, tal vez no habría podido continuar con
esta... “farsa” en la que creo que se ha convertido mi existencia

Mi... relación, con Maca, si es que puede llamarse así, es cada vez mejor, cada día
pasamos más tiempo juntas, cada día me deja ver partes de su vida que sé, que a nadie
más le permite acceso. He dejado de hacerme preguntas, he dejado de pensar en ello y
simplemente, intento “vivir” esto que estoy viviendo de la mejor manera que puedo

Hace algunos días la noto algo extraña. Por momentos parece ausente y al segundo
siguiente está eufórica, la verdad que, desde que la conozco, nunca la había visto de esta
manera. Es raro, me desconcierta a veces, en un segundo pasa de regalarme la sonrisa
más bonita del mundo a mostrarse huidiza, casi borde y algo distante

Hoy tenemos que ver otro piso y lo cierto es que se me están acabando las excusas para
rechazarlos todos. Creo que ya no me vale eso de que uno es muy oscuro, el otro
demasiado luminoso, o demasiado grande o muy pequeño, o demasiado caro... ya he
usado esas excusas y ya, no se me ocurre ninguna otra...

Así que aquí estoy, esperando que termine su turno, como siempre hemos quedado paso
a recogerla para ir a donde quiera que me lleve... podría llevarme al fin del mundo que
iría con ella sin pensarlo dos veces

M: Hola (me saluda y simplemente con eso sé que le pasa algo, está decaída, está
triste...)
E: Hola (contesto yo mirándola levemente) ¿Qué te ocurre? (le pregunto y ahora es ella
la que me mira algo perpleja)
M: Nunca me acostumbraré a que seas tan perceptiva (sonríe de lado, la verdad es que
ya ha pasado más veces, pero es lo que tengo... sé exactamente cuándo le pasa algo y no
puedo evitar preguntarle, quiero ayudarla... necesito ayudarla) he tenido un turno
bastante malo (me dice mientras respira hondo) una chica... ha tenido un accidente y
está bastante mal la verdad (vale, ya sé qué la tiene así... esa chica, ese accidente ha
debido removerle cosas, ha debido recordarle a Irene)
E: Se pondrá bien (le digo, una vez más, me estoy saltando las reglas, ella lo escucha
como si fuera una pregunta)
M: No lo sé (contesta y vuelve a respirar hondo) no lo sé...
E: Maca (me acerco a ella, más de lo que habitualmente nos acercamos. No os lo he
dicho, pero en este tiempo, no nos hemos tocado ni una sola vez) se pondrá bien (le
repito y ahora ella sí capta la afirmación)
M: ¿Cómo estás tan segura? (pregunta con algo de angustia... yo poso mis manos en sus
mejillas, es el primer contacto físico que tenemos y siento como ella tiembla
ligeramente, para luego clavar su mirada en la mía)
E: Simplemente lo sé (le contesto dejando una caricia en su rostro...)
El amor de los Ángeles 57

M: No sé cómo lo haces (comenta en un susurro) pero cuando estoy contigo... siempre


me siento en paz (sigue susurrando, yo no dejo de mirarla) es... es una sensación que
hacía mucho tiempo que no tenía (continúa diciendo)
E: Yo... solo... solo intento ayudarte (le digo yo y casi me cuesta hablar)
M: No sabes hasta qué punto lo estás logrando (vuelve a decir y su tono suena más
ronco, algo más tomado por la emoción que siente)
E: Creo que... deberíamos ir a ver ese piso (le digo separándome de ella de manera
lenta, sin querer importunarla pero dejando una distancia prudencial entre las dos)
M: Sí (contesta volviendo a mostrarse algo distante, no me gusta nada cuando se
muestra así) vamos...

Subimos a su coche, cuando queda conmigo tiene la deferencia de venir en coche, le


dejé claro que no me subiría al trasto ese que llaman moto. Durante el trayecto va
demasiado callada, no sé qué está pensando pero sé que hay algo a lo que no deja de
darle vueltas. Cuando me doy cuenta del camino que ha tomado, la miro algo confusa

E: Maca por aquí no se va... (le digo mirando hacia el exterior)


M: Lo sé (contesta sin apenas mirarme) pero antes quiero llevarte a un sitio

No me dice nada más y yo no pregunto tampoco. Continuamos de esta manera todo el


trayecto hasta que llegamos a donde quería llevarme. Miro a mi alrededor, de todos los
sitios que podía haber imaginado, este es el que menos me esperaba

Aparca el coche y se queda unos minutos, parada con las manos sobre el volante. Sé que
necesita este tiempo para ella. Finalmente me mira, me hace un gesto con la cabeza para
que la acompañe y ambas bajamos del vehículo

Me mantengo a un paso tras ella, sé que se está preparando para algo y no sé para qué.
Andamos por este remanso de paz y silencio, por este cementerio que visita cada año.
No me ha ce falta preguntar y a estas alturas supongo que no hará falta que os cuente
hacia donde nos dirigimos

Quedamos paradas frente a su lápida. El silencio nos envuelve, ella está tensa, pensando
en las palabras que debe usar. Al mirar a mi derecha un Ángel me mira algo confundido.
Bajo la mirada y presento mis respetos a Irene

M: Ella fue la primera mujer a la que quise (comienza a decir y yo la miro un instante
para volver la vista al frente) fue la que... la que me enseñó todo lo que el mundo podía
ofrecerme, fue... mi primer amor... (sonríe levemente, pero esta vez, es una sonrisa
triste) la quise mucho... y perderla fue lo más duro por lo que he pasado jamás
(continúa) y es más duro saber que la última vez que nos vimos discutimos (se le corta
la voz, le duele... le duele demasiado) la cuestión es que... desde que... desde que se fue,
nunca he vuelto a sentir nada parecido (baja la mirada, se queda callada, yo la miro sin
entender demasiado nada de esto. Vuelve a elevar la cabeza mirando aquella lápida y
sonríe mínimamente) Nunca he venido con nadie aquí (me dice, yo ya lo sabía, pero
escucharlo de sus labios es... diferente) es algo... muy mío, este momento es tan mío
que... nunca he querido que nadie viniera conmigo (sigue diciendo ella) pero... ahora es
distinto (se le vuelve a cortar la voz) quería... no sé, supongo que quería hacer esto aquí,
frente a su tumba, creo que se lo debo (me mira, tan solo un instante, una fracción de
segundo y sé lo que va a decir... sé lo que va a pasar y no puede hacerlo... No, no puede
El amor de los Ángeles 58

hacerlo... antes de que yo pueda reaccionar, ella pone en palabras sus pensamientos) No
he vuelto a sentir nada parecido (repite sin dejar de mirar hacia el mármol de la
lápida)... Hasta ahora... (suspira como tomando fuerzas. No, no lo digas, Maca, no lo
digas) Me estoy enamorando de ti, Esther (yo cierro los ojos con fuerza al oírla...
¿Cómo he podido permitir que las cosas lleguen hasta aquí?)

No contesto, no digo ni una sola sílaba, porque aún no puedo creerlo, no puedo
entenderlo... ¿cómo ha pasado esto? Ella no puede enamorarse de mí... no, claro que no
puede, ¿qué futuro le espera conmigo? Ninguno, ¿qué vida podría darle yo? Ninguna.
Así que esto es un error y yo y solo yo, he sido la culpable, por acercarme tanto, por
inmiscuirme de esta forma en su vida... ahora entiendo por qué existe esa regla, esa
norma, es por esto por lo que existe, para evitar eso... porque sé, que enamorarse de mí
solo le hará daño, porque yo... en algún momento me tendré que ir, porque no puedo
darle las explicaciones que necesita, porque no puedo decirle la verdad... ¿Cómo he
dejado que pasara esto?

M: ¿No dices nada? (me pregunta y me mira directamente por primera vez)
E: Maca... no puedes enamorarte de mí (le suelto y puedo ver como su rostro va
cambiando de expresión lentamente, creo que esto era lo último que se esperaba)
M: ¿Qué? (está confusa, muy confusa)
E: Esto no puede estar pasando (le repito) no puedes dejar que pase, Maca... (baja la
mirada, supongo que esperaba otro tipo de respuesta y esta ha debido dejarla sin habla)
Estás con Vero... quieres a Vero (insisto, debo quitarle esa idea de la cabeza) tú y yo...
solo somos... Amigas (sigo diciendo) esto no puede pasar... no puedes dejar que ocurra
Maca
M: Yo no controlo de quién me enamoro (me contesta levantando la mirada y su voz, es
tan seria, tan hosca que sé que no solo le duele lo que le digo sino que además, se está
enfadando conmigo) ¿Cómo puedes decir todas esas estupideces? (me suelta) te estoy
diciendo que me estoy enamorando de ti y ti solo dices que es una insensatez...
E: Porque lo es, Maca (ella parece alterarse por momentos, yo, como siempre, continúo
calmada, nunca me altero y creo que eso es algo que a ella, en este momento, debe
ponerla un poco más histérica) es insensato, es absurdo y... no puede ser...
M: Dime por qué (me dice cruzándose de brazos) dime por qué es absurdo, por qué no
puede ser (repite mis palabras)
E: Porque tú y yo, nunca podremos estar juntas (le digo y no puedo creer que yo esté
haciéndole daño a alguien, yo, un Ángel, en lugar de dar paz, causo angustia en la
persona que se ha convertido en lo más importante... esto no está bien... claro que no)
M: Creí que tú sentías lo mismo (suelta en un susurro, está confusa por todo esto)
E: Es mejor que dejemos de vernos, Maca (sí, es lo mejor, es lo que tenía que haber
hecho hace mucho tiempo, antes de que esto llegara tan lejos, antes de que... de que
pasara esto... Ella levanta la mirada y tiene los ojos cristalinos, no puedo creer lo que
está pasando) es mejor que... que no volvamos a vernos más (le repito)
M: Esther... (su voz suena estrangulada, acongojada, no lo entiende y yo no puedo
explicárselo)
E: Ha sido un placer conocerte (continúo diciendo) pero es mejor que acabe aquí... no
podemos dejar que vaya a más... (no me mira) debes ser feliz, Maca, debes buscar tu
felicidad, pero... no conmigo...

Espero unos segundos, esperando que me regale su última mirada, pero no lo hace, tiene
los ojos clavados en el suelo, no va a mirarme, no lo va a hacer y supongo que no me lo
El amor de los Ángeles 59

merezco... sin decir ni una sola palabra más, me alejo de ella, no miro atrás, sé que si lo
hago no me iré y ahora sí, ha llegado el momento de hacerlo. Esto no tenía que ocurrir y
no sé cómo he dejado que pasara. Ahora solo me queda alejarme, dejarla seguir con su
vida, que busque su felicidad allí donde esté. Lo logrará, será feliz, y yo no volveré a
inmiscuirme, no volveré a acercarme tanto...

Tres semanas más tarde vuelvo al hospital, no para verla, no para aparecer ante ella. Me
prometí alejarme y eso estoy haciendo. No he dejado que vuelva a verme. A veces, me
presento frente a ella, en su casa, en soledad, quiero saber que estará bien y que seguirá
con su vida. Está triste, me echa de menos y no entiende nada de lo que ha pasado. Pero
yo tengo que seguir por este camino, ella tiene que olvidarme y yo... yo debo seguir con
mi “trabajo”

Y es precisamente trabajo lo que hace que vuelva al hospital, evito cruzarme con ella,
evito verla y voy directamente a hacer mi trabajo. Lola está a punto de dar su último
aliento y yo... yo estaré con ella

Con lo que no contaba, era con la gran congregación de compañeros y amigos en su


habitación. Sé que es normal, todos quieren despedirse, así que no debería
sorprenderme, pero sí es cierto que no había pensado en ello. Entro y Rai está a su lado,
le habla en susurro, está prometiéndole mil cosas, es hermoso ver el amor que
desprende, Lola le sonríe escuchándolo y yo... yo solo puedo esperar

Están todos, Claudia junto a Gimeno, Teresita con Alicia y Guille, casi todo el personal
médico de urgencias está en esa habitación. Todos menos ella. Maca, al parecer, está
ventilándose ella sola toda la pizarra de pacientes que tienen en el servicio, sin
importarle en lo más mínimo que sean niños o no, por lo que sé, desde mi
“desaparición” se ha volcado en el trabajo, supongo que es una forma como otra
cualquiera de mantenerse ocupada y no pensar en mí y, si eso le ayuda, entonces
bienvenido sea

Sé que Claudia sabe que estoy aquí, lo sé por el movimiento que hace al entrar yo, lo sé
porque por un segundo, mira hacia mi posición. No se sorprende, supongo que esperaba
que alguno de nosotros llegáramos en cualquier momento. Tiene los ojos rojos, a todos
le duele la situación en la que se encuentra su compañera y amiga

“Claudia: Ve a mi despacho, tenemos que hablar” (su pensamiento, dirigido


directamente a mí, hace que la mire, veo como le dice algo a su marido y sale de la
habitación perdiéndose en el pasillo. Yo miro a Lola, aún le queda un ratito, supongo
que puedo ir y volver para guiarla...)

Me dejo ver, sé que ella quiere hablar conmigo así, que debo dejar que me vean. Entro
en su despacho y la encuentro sentada en el sillón, con las manos tapándose la cara, está
triste, todos están tristes, pero la tristeza de Claudia va más allá de lo que le pasa a Lola,
también está triste por Maca, por mí... más que triste, puede ser que esté frustrada... lo
cierto es que no lo sé

Claudia: Intenté evitar que esto ocurriera( dice aún sin mirarme) intenté evitar que
llegarais a esta situación... te pedí que te marcharas y no lo hiciste... mira en qué
El amor de los Ángeles 60

situación estáis ahora (me dice y se lamenta de no haber insistido más para que me
fuera, se lamenta incluso de haberme ayudado. Está bien, Claudia, ha llegado la hora de
hablar de verdad)
E: No pudiste evitarlo, porque ni yo misma pude (le digo y consigo que me mire
directamente, sé que hay algo, sé que Claudia me conoce, conoce lo que yo soy mejor
que nadie. Ahora sé por qué. Ahora, cuando me mira de esa manera, sé cómo es posible)
Yo te recordaba a ti, ¿verdad?

Su silencio me lo confirma, su mirada esquiva me da la razón. Le recuerdo a ella, le


recuerdo a ella... entonces, fue un ángel. Sí, tuvo que serlo, porque solo un ángel
conocería tantas cosas de nosotros como ella, solo un ángel sería capaz de sentirnos con
tanta claridad, solo un ángel sabe en qué consiste nuestro trabajo y no pregunta sobre
ello... y ella, ella conoce lo que es mi vida mucho mejor que nadie, y lo sabe, porque la
ha vivido...

Claudia: ¿Sabes lo duro que va a ser esto? (evita responder, aunque yo ya sé la


respuesta, pero ella no contesta) ¿Sabes lo mal que lo va a pasar? (me pregunta, sé que
no es un reproche, simplemente se está lamentando por haber dejado que las cosas
vayan tan lejos) no debiste acercarte tanto... tu trabajo no es ese (niega con la cabeza)
¿Y qué vas a hacer ahora? (me pregunta y yo no tengo respuesta) ¿Vas a desaparecer de
su vida sin dar más señales, dejando que se pregunte qué ha hecho mal o por qué ha
pasado todo esto?
E: No lo sé (le contesto y es cierto, me he alejado de Maca sin darle ni tan siquiera una
explicación, y se lo merece, aunque no sé qué le voy a decir)
Claudia: ¿Vas a seguir en su vida, sabiendo que nunca podréis estar juntas y haciéndole
daño por eso? (y también tiene razón, porque por eso me fui, porque seguir cerca de ella
no lleva a nada bueno... Vuelve a taparse la cara con las manos, se ve que está bastante
agobiada por todo esto) he intentado que no ocurriera esto... quise advertirte, sabía lo
que estaba pasando y temía que llegara este momento... el momento en que mi amiga
sufre, y yo... yo entiendo lo que le pasa, entiendo lo que te pasa a ti, y sin embargo no
puedo decir nada... no puedo explicar nada, no puedo ayudar a mi mejor amiga porque
se ha enamorado de un imposible, tan imposible que se ha enamorado de un Ángel... y
te aseguro, Esther, que cuando alguien se enamora de alguien como tú, es para
siempre... jamás podrá olvidarlo y siempre sufrirá por ello... amar a un ángel es otro tipo
de amor... más grande, más fuerte y también más doloroso...
E: Fuiste un Ángel (afirmo y aún no puedo creer lo que estoy viendo. Ella es mortal,
es... es humana, lo es, no comprendo cómo ha podido hacerlo) por eso sabes tanto... y
alguien se enamoró de ti (le afirmo... sigo sin poder creer lo que veo)

Claudia no dice nada, no habla y de hecho, sé que no quiere hablar de ello, pero yo
necesito hacerlo, necesito que me cuente todo, tengo que entender cómo es posible esto,
tengo que saber cómo ha llegado a ser mortal...

E: Claudia (le digo, y ella capta mi tono, me mira y veo en sus ojos lo mucho que le
cuesta hablar de ello, pero también veo que va a hacerlo. Me siento frente a ella,
dispuesta a escuchar todo aquello que quiera contarme e impaciente porque empiece)
Claudia: De eso hace ya demasiado tiempo (y su voz suena entrecortada, al menos así
me lo parece a mí, no le gusta hablar de esto, eso lo sé desde la primera vez que me
habló, pero yo... necesito que me lo cuente)
El amor de los Ángeles 61

E: No lo comprendo (murmuro) ¿Cómo es posible? (le pregunto directamente, ella


suspira, sabe que tiene que darme respuestas, sabe que ya no puede evadir mis
preguntas, no después de lo que sé)
Claudia: Libre albedrío, Esther (me contesta y parece más obvio de lo que es) todos,
sin excepción tienen derecho al libre albedrío...
E: ¿Cómo? (no puedo creerlo) ¿Libre albedrío?
Claudia: Sí... libre albedrío, libre elección (repite ella) libre capacidad de elegir y tomar
decisiones...
E: Sé lo que es el libre albedrío (la corto porque enumerarme las distintas definiciones
no va a hacer que lo entienda más) pero sigo sin entenderlo...
Claudia: Esther (se acerca un poco más a la mesa) como todo el mundo... como
cualquier persona, nosotros... vosotros (se corrige) también tenéis la capacidad de
decidir... puedes decidir vivir como mortal o continuar siendo un ángel...
E: ¿Así de simple? (no puedo creer que sea tan fácil)
Claudia: No (contesta volviendo hacia atrás, y es ahí donde cambia su tono, donde
vuelve a estar incómoda) no es tan simple... claro que no lo es... (me mira, durante un
minuto no dice nada, sé que está buscando la manera de decirme las cosas sé) ¿qué
recuerdas de tu vida, Esther? (me pregunta) de tu vida como mortal (matiza)
E: Pues... poco... muy poco (contesto yo mientras intento recordar lo que fue mi vida)
apenas un par de pinceladas muy generales... pero nada más...
Claudia: Ya (ella ya sabe lo poco que recuerdo, ella ya sabía de antemano mi respuesta)
sin embargo, si decides... si decidieras volver a ser mortal te aseguro que eso iba a ser
muy distinto... recordarías toda tu vida como Ángel, cada uno de tus días como Ángel,
recordarías la sensación tan intensa de paz que sientes cada vez que ayudas a alguien,
recordarías esa calma extrema que sientes siempre... el bienestar en el que vives... lo
recordarías todo, Esther... y te aseguro que es muy difícil vivir con ello (ahí está el por
qué, ahí esta la razón por la que le cuesta tanto hablar de esto) Esta vida, ser mortal... no
es nada fácil... tú no sientes dolor, ni físico y lo más importante, tampoco sientes el
dolor del alma... la contrario, vives en un completo estado de paz que no volverás a
sentir jamás... no sabes lo que es esta vida, Esther, las sensaciones que sientes en esta
vida... el dolor, que te causa esta vida... no lo sabes... y no sé si podrás vivir con ello...
(termina de decir... y yo no dejo de pensar en eso)
E: A ti no te ha ido tan mal (le contesto y ella sonríe, es como si ya esperaba ese
comentario)
Claudia: No... no me ha ido tan mal, es cierto... tengo un marido que me quiere con
locura y un hijo que es lo mejor de mi vida... pero tuve que pasar por mucho para llegar
hasta aquí (me cuenta) a veces, por mucho que se ame, las cosas no salen como
queremos y el dolor hace que no puedas casi respirar... yo perdí mucho antes de conocer
a Gimeno (no quiere ahondar en ese tema, pero sí sé, que es algo que le hace demasiado
daño) y cuando le conocí volví a ser feliz... pero también es verdad, que cada día tengo
que hacer un esfuerzo por levantarme... vivo intentando olvidar lo que tú sientes ahora
mismo... y te aseguro que hay días en los que no es fácil... nada fácil... hay días en los
que no compensa, no me entiendas mal, soy feliz, tengo una vida feliz, mi hijo es lo
mejor que me ha pasado jamás, pero no he vuelto a sentir esa felicidad completa que tú
sientes... (se queda callada un segundo, creo que esta conversación está haciendo mella
en ella) Cuando sientes el dolor, cuando tu alma se rompe, cuando tu corazón se
desgarra, entonces te das cuenta de lo que has perdido... entonces querrás volver y no
podrás... y es ahí cuando peor lo vas a pasar... (me mira, sé que intenta hacerme
entender, pero la verdad es que no comprendo nada de lo que dice, no sé qué es ese
El amor de los Ángeles 62

dolor del que habla, no entiendo esos sentimientos, no los he sentido) hay quien no lo
soporta, Esther, y han terminado haciendo una locura...
E: Hablas de...
Claudia: Del suicidio, sí (¿entonces hay más como ella? Sí, los hay, y por lo que dice,
no todos lo consiguen) por eso no me gusta hablar del tema, a ninguno de nosotros nos
gusta hablar de ello. Por eso intenté ignorarte la primera vez que te sentí... porque haces
que recuerde todo lo que tú sientes, toda esa intensa paz, esa intensa felicidad, esa calma
tan extrema y me resulta muy duro...
E: No sabía que eso pudiera hacerse (digo como pensamiento pero poniéndolo en
palabras)
Claudia: Esther... (me mira con algo de tristeza, sabe lo que estoy pensando) he vivido
esas dos vidas y te aseguro que la que tú tienes, supera con creces esta que tengo yo...
E: Algo bueno debe tener (contesto alzando una ceja, me lo pinta tan “negro” que no le
veo la parte positiva a eso de volver a ser mortal... quizás es que no la tiene...) tú diste el
paso...
Claudia: Tampoco nadie me advirtió de lo que perdía (me contesta y sé que es lo que
está haciendo, está intentando hacerme ver lo que puedo perder si yo pensara... si yo
decidiera...) hay cosas buenas, claro que sí... pero también hay cosas demasiado malas...
y casi nunca la balanza está equilibrada...

Antes de que pueda decir nada más, antes de que pueda preguntar más, Maca abre la
puerta del despacho y nos encuentra juntas. Su mirada, esa que tanto me gustaba se
muestra vacía y fría como el hielo cuando clava sus ojos en mí debido a la sorpresa que
siente al verme...

Su mirada se aleja de la mía tras recuperarse de la sorpresa, yo, sin embargo, no puedo
dejar de mirarla. Solo su presencia hace que me olvide de todo, de lo que estaba
hablando con Claudia, de por qué me encontraba en el hospital, no tengo ni idea de qué
hago aquí y tan solo puedo pensar en lo guapa que es, en lo bonita que está aun con esa
mirada fría, en los momentos que hemos pasado juntas... en todo lo que tenga que ver
con ella

M: Es Lola (le dice a Claudia ignorando mi presencia) está peor (le anuncia. Y yo
recuerdo qué me ha traído hasta aquí. Lola, claro, yo venía a guiar a Lola... ¿Cómo es
posible que lo haya olvidado?)

Tal como ha aparecido vuelve a marcharse, sin una palabra, sin una de esas miradas que
tanto me encandilan... pero no es momento de pensar en esto, ahora, debo ir con Lola...
Claudia se levanta y yo lo hago a su vez, basta solo ese gesto para que sepa lo tengo que
hacer...

Claudia: Dile que todos la queremos (me pide, aunque sabe que eso no debe hacerse)
dile que ha sido una compañera ejemplar y una gran amiga (está triste, está sufriendo
por la inminente muerte de su amiga, sus ojos, llorosos, así me lo cuentan) dile que
todos cuidaremos de Rai...
E: Claudia... (le digo con un poco de advertencia, sabe que no puedo hacerlo, sabe que
los “mensajes” no me corresponde darlos... y sin embargo, es tanta la tristeza que veo en
sus ojos, es tan fuerte el dolor que debe estar sintiendo, que, una vez más, sé que voy a
saltarme las reglas) lo haré...
El amor de los Ángeles 63

Me deja sola, sabe que debe hacerlo para que yo pueda “desaparecer”. Cuando cierra la
puerta yo cierro los ojos y ya me encuentro en la habitación de Lola. Lo que veo, es
igual y distinto a todo lo que he visto en este tiempo. Igual porque he presenciado estas
escenas mil veces, amigos y familiares llorando por un allegado, todos sufriendo por la
pérdida. Distinto porque esta vez, esta vez yo tengo un vínculo con ésta gente, con
Claudia... con... con Maca... una razón más por la que tuve que haber puesto tierra de
por medio, hoy, quizás, de una manera algo absurda y bastante extraña, es más difícil

Lola aparece ante mí, como muchos otros algo desorientada, desubicada, es lo que les
pasa, les cuesta un poco acostumbrarse a la nueva situación. Me mira y se sorprende al
verme, yo sonrío levemente y me acerco...

Lola: ¿Esther? (me pregunta y supongo que intenta no alucinar mucho)


E: Hola Lola (le contesto inspirándole calma)
Lola: Pero... ¿tú y Maca no estabais juntas? (¿perdón? ¿y esto a qué viene?)
E: No (contesto un tanto contrariada) soy un ángel Lola...
Lola: Pues qué pena... hacéis una pareja muy bonita (me dice y yo no puedo creer que
en una situación como esta, sea capaz de hacer este tipo de comentarios... pero bueno, es
Lola... es así. Sonrío y no contesto a su comentario, tras unos segundos parece que se da
cuenta de lo que ha ocurrido de verdad y mira a Rai, quien llorando desconsolado, está
apoyado en la pared) ¿Puedo? (me pregunta y sé lo que pretende hacer)
E: Sí...

Veo como se acerca a él, veo como “acaricia” su rostro y veo como “deja un beso” en
sus labios. Hay tanto amor en ese gesto... es maravilloso verlo, Rai parece reaccionar, ha
sentido algo, no sabe lo que es pero sabe que viene de parte de Lola y le basta eso para
sentirse menos solo, para sonreír muy, muy levemente entre lágrimas

Lola vuelve a mi lado y las dos nos marchamos... le cuento lo que Claudia me ha dicho
y me hace prometer que los cuidaré a todos. “Te lo prometo” le digo, porque sé, que
pase lo que pase, siempre estaré cuidándolos

Solo han pasado un par de días, desde que me llevé a Lola y su ausencia está haciendo
mella en todos sus compañeros. Rai no parece Rai, vaga por el hospital como si fuera un
fantasma y se niega a tomarse unos días. Gimeno ya no hace bromas y Claudia apenas
habla. Teresa no deja de llorar cada vez que se acuerda de ella y Maca... Maca no parece
ni la sombra de lo que fue...

Sé que tengo parte de culpa. Sé que no es solo lo que ha pasado con Lola, lo que ha
pasado conmigo también la tiene así... y yo... yo no puedo dejar de pensar en lo
diferentes que serían las cosas si no hubiera aparecido en su vida... en lo distintas que
serían si me hubiera alejado cuando debí... en lo mucho que me gustaría abrazarla para
consolar su pena, en lo mucho que me gustaría volver aparecer ante ella, olvidar lo que
ha pasado, y seguir disfrutando de su compañía

Claudia tenía razón en una cosa y con el paso de los días lo veo más claro. No podrá
seguir adelante si no sabe qué ha pasado, sé lo que hace la duda en las personas, sé lo
que les pasa cuando no saben qué ha pasado o por qué ha pasado. Recuerdo a aquel
chico que pensó en suicidarse por no saber por qué la mujer de la que estaba enamorado
El amor de los Ángeles 64

le había dejado. A veces, la ignorancia es peor que la peor de la explicaciones... y


Maca... ella merece saber por qué tuve que tomar esta decisión

Así que una vez más, quizás la mil, la dos mil o la millón, voy a saltarme las normas,
voy a contarle lo que soy, voy a contarle por qué no podemos estar juntas, hoy, voy a
delatarme frente a ella con el fin de que pueda seguir con su vida... quizás es que
necesito contárselo...

Toco el timbre, sé que está en casa, he estado a su lado hace un momento. Espero algo
“impaciente” que abra... tarda un poco en hacerlo, creo que ha debido verme por la
mirilla y debe estás decidiendo si abrirme la puerta o no... finalmente lo hace, y ni ella
misma sabe por qué

M: ¿Qué haces aquí? (suena dura, seria y borde, supongo que es normal, aunque eso me
hace bajar la mirada)
E: Necesito hablar contigo (le digo con calma) quiero explicarte por qué me fui de esa
manera...
M: No tienes nada que explicarme, creo que ha quedado muy claro (me dice y sé que
está enfadada por mi “huida” así que ahora pienso que es más necesario que le explique
todo)
E: No es lo que crees (le digo, mientras ella cierra la puerta tras de mí... Bueno, al
menos me ha dejado pasar, que ya es un logro)
M: Nooo, claro (dice de manera irónica) ¿Y qué tengo que creer si cuando te digo que
me estoy enamorando de ti, simplemente te largas? (pregunta dolida) porque
sinceramente, hubiera esperado cualquier cosa, yo que sé, con que me dijeras que no
sentías lo mismo hubiese bastado, pero no... tú tenías que irte sin decir nada... y no solo
eso, sino que además, haces que todo lo que yo siento parece una idiotez, tú misma lo
dijiste (su enfado va en aumento según habla, creo que necesita soltarlo todo) dijiste que
era insensato y absurdo... ¿cómo crees que me siento después de escuchar eso? Te abrí
mi corazón, después de mucho tiempo he vuelto a ser capaz de enamorarme y no solo
eso, sino que además, cuando consigo reunir los... cojones (hasta diciendo tacos está
guapa) de decirlo, de declararme, tú vas y me sueltas que es una insensatez... ¿qué tengo
que creer?
E: Soy un Ángel (fiiiiiuuuuuuuu ¡BUM! Vale, ya he soltado la bomba, debería haberlo
hecho de otra manera pero verla de ese modo a ella, no me ha dejado hacerlo de otro
modo)
M: Ya lo sé (me contesta y yo la miro alzando una ceja, ella parece algo más calmada,
pero solo es apariencia, lo sé) y no solo eres un ángel, eres un cielo, por eso me he
enamorado de ti, pero no entiendo cómo has podido reaccionar así...
E: Maca... (la corto, tomo sus manos y ella queda callada, hago que se siente frente a
mí, creo calma y tranquilidad a su alrededor, necesito que esté calmada) quiero que
tengas la mente abierta (le digo y ella me mira cuestionándome) Soy un Ángel...
literalmente...

El silencio inunda toda la estancia. Me mira como si estuviera procesando la


información que acabo de darle. Como si intentara entender lo que acabo de decirle. Yo
me reprendo a mí misma, no es así cómo tenía que contárselo, no es así como quería
hacerlo... pero ya, no hay marcha atrás...

M: Jumm... jum jeje (¿se ríe?) jeje jajaja jajaja (Sí, se ríe) jajajajajajajajaja
El amor de los Ángeles 65

E: Te hace gracia... (pues nada, que se ría...)


M: Jaja es que es jajajaja es bastante gracioso jajaja (y de pronto toda su risa se corta y
vuelve su seriedad) es bastante gracioso que me consideres tan estúpida
E: ¿Qué? (ahora soy yo la que no puede creer lo que oye)
M: ¿De verdad piensas que soy tan imbécil como para creerme eso? ¿Es que no te ha
bastado con enamorarme y desaparecer de esa manera que ahora tienes que darme la
peor y más estúpida excusa del mundo? (es increíble la ira que sale de sus ojos... no me
gusta nada, absolutamente nada...)
E: No es una excusa... (le contesto con calma)
M: Nooooo, claro (suelta de manera grandiosamente irónica) no es una excusa... eres un
ángel, claro y mira por donde yo soy un demonio (suelta y yo “suspiro” bueno, en
realidad solo hago el gesto) no, mejor, no soy un demonio, soy... un fantasma... o no,
espera, espera, soy Dios, sí, soy Dios (en fin... supongo que tengo que aguantar esto, no
me queda otra) ¿Te estás escuchando?
E: Sí... sé muy bien lo que estoy diciendo (mi tono es monótono y pausado, como
durante toda esta conversación)
M: Eres un Ángel (repite) pero un Ángel, ángel (yo afirmo) vamos de esos celestiales y
con... con alas y todo eso (está cachondeándose, lo sé, es su forma de defenderse ante lo
que no entiende)
E: Ya... respecto a lo de las alas... (es absurdo lo que digo y cómo lo digo) está claro
que no llevamos...
M: Pero... ¿pero es que tú estás loca? (pregunta ahora con algo más de seriedad) ¿De
verdad te crees un... un Ángel? (vuelve a preguntar) de verdad te lo crees (ahora lo
afirma y no sabe ni qué pensar)
E: No es que lo crea... lo soy (vuelvo a decir y no entiendo por qué estoy actuando así...
¡Joder! Tenía que estar explicándoselo todo con un poco más de... de tacto)
M: Ya... (me mira como quien mira a un loco, a un trastornado que necesita ayuda... no
aguanto esa mirada y por primera vez desde que la conozco, desvío mis ojos de ella)
mira... vamos a hacer una cosa (vuelve a hablarme con cariño) voy a... a llamar a
Carlos, ¿Vale? Y se lo cuentas a él...
E: ¿A quién?
M: A Carlos... (contesta sin apenas mirarme cogiendo ya el auricular) es un amigo mío,
psicólogo, uno de los mejores... te ayudará, ya verás...

No puedo creer esto... lo estoy haciendo todo mal, tan mal que va a llamar a un
psicólogo para que me... psicoanalice... mierda... esto no tenía que ser así... quién me
mandaría a mí a meterme en estos berenjenales...

Mientras ella intenta localizar al tal Carlos, yo voy a la cocina, cojo un cuchillo, uno que
supongo que usará para cortar la carne, vuelvo con él al salón y el rostro de Maca refleja
la sorpresa y el miedo que siente al verme con él

M: Esther... Esther, ¿qué haces? (pregunta dejando le teléfono en su lugar y alzando las
manos como si quisiera defenderse... ¿Es que piensa que voy a atacarla?)
E: Sé que eres muy escéptica (comienzo a decir de manera lenta) sé que esto es muy
fuerte para ti... para cualquier mortal lo es, así que de verdad necesito, Maca que tengas
la mente abierta... que mires más allá de lo que ves... necesito que lo hagas (y
terminando de decir esto, agarro el cuchillo con más fuerza y me hago un largo y
profundo tajo en la palma de la mano izquierda...)
El amor de los Ángeles 66

M: ¡Joder! (exclama saliendo escopetada hacia mí, cogiendo mi mano y quedándose


petrificada) pero... pero... ¿cómo... cómo es posible? (se pregunta mientras estudia mi
mano, la cual no tiene ni un solo rasguño...)
E: Maca...
M: ¿Qué coño eres? (dice alejándose de mí, mirándome con los ojos desorbitados, y
algo con lo que no contaba... miedo... le doy miedo...)
E: Escúchame...
M: Lárgate de mi casa (me dice señalando la puerta, ni tan siquiera es capaz de moverse
para echarme ella) lárgate de mi casa, no quiero volver a verte...

La miro, y sé que quiere que la deje en paz, no lo dice solo por toda esta situación... y
yo tengo que aceptar lo que ella quiere, lo que ella desea, así que... bajo la mirada, la
miro una última vez y busco su mirada sin hallarla...

E: Como quieras (le digo y me “siento” derrotada, por no haber sabido explicarle bien
las cosas, por no haber sabido hacerlo de otro modo, por causar ese dolor y ese miedo
que he visto en sus ojos... Y finalmente, me marcho, ella así lo quiere y yo... yo tengo
que aceptarlo...)

**********

Bien, vale, Maca, cálmate, esto tiene que tener una explicación... sí, debe tenerla,
porque es surrealista, es absurdo, no es más que eso, esto... esto está sacado de una peli
de ciencia ficción...

¿Qué coño ha pasado? ¿Cómo lo ha hecho? He visto como se ha cortado, he visto como
se ha rebanado la mano con el cuchillo... ¡Dios santo! ¡Debo estar delirando!

¡Alucinógenos! Eso es, son alucinógenos, sí, he debido tomar algún tipo de droga,
alguien ha debido suministrarme algún tóxico que me hace ver cosas raras... no... nadie
me lo ha podido dar... entonces qué... ¡las setas! ¡claro! El revuelto de setas que me
tomé anoche, sí debe ser eso, tengo que estar teniendo una reacción tóxica a las setas,
seguro que estaban en mal estado... voy a denunciar a la compañía que las distribuye...

Me levanto, aún con el rostro desencajado y voy hacia la cocina, busco el envase del
revuelto de setas que cené anoche, sí, no tiene otra explicación, deben estar mal... lo
tomo entre las manos y lo miro con bastante meticulosidad. Aún no ha pasado la fecha
de caducidad. Y tampoco es que huela mal, al menos el envase no tiene un olor
extraño... y el sabor... recuerdo que no me pareció diferente a otras veces. Lo que no
encuentro es el tipo de setas que son, pero deben ser de esas tóxicas, de esas que crean
alucinaciones... sí, deben serlo...

Vuelvo al salón y enciendo el ordenador, quiero comprobar si puedo estar en lo cierto.


En google escribo “setas alucinógenas” y lo primero que veo es una noticia del 2005
donde el titular reza “Intervienen en Sevilla una partida de setas alucinógenas que
intoxicaron a varios jóvenes” O sea que es verdad, ahí tengo mi respuesta, aunque esto
pasara en 2005, fácilmente han podido colarse una de esas setas en mi revuelto pre-
cocinado e igual de fácilmente he podido ingerirlas yo, sí, claro es eso, porque otra
explicación... otra explicación es imposible
El amor de los Ángeles 67

Me quedo algo más tranquila... bueno, todo lo tranquila que puede quedarse una persona
sabiendo que la mujer que ama está total y absolutamente loca... porque Esther está muy
loca, se cree un Ángel... ¡Joder! Anda que ya me vale a mí, han tenido que pasar cuatro
largos años para que vuelva a sentirme enamorada y precisamente voy a hacerlo de una
mujer trastornada...

Y parecía un cielo, la mujer más maravillosa que he conocido... joder, parecía una
persona normal... ufff... está claro que ya no puedo fiarme de nadie... ¿quién me
mandaría a mí a enamorarme? ¡Mierda! Era tan... tan... tan maravillosa... cada vez que
estaba con ella me sentía plena... y ahora... ahora lo único que quiero es tenerla lo más
lejos posible de mí...

El resto del día lo paso en un estado de shock constante, aunque la explicación de las
setas me ha dejado algo satisfecha, hay una parte de mí, una vocecita interior que me
dice que puedo estar equivocada... la ignoro, no puedo estar equivocada, lo que dice ser
Esther no es más que un delirio... porque es imposible, es estúpido y absurdo, de hecho
es la peor excusa que alguien puede darle a otra persona para justificar que no la quiere
del mismo modo... está enferma, no tiene otra explicación... y la verdad, si la hay, no
quiero buscarla, no estoy preparada para nada de esto

Paso la noche en vela, no soy capaz de cerrar los ojos, cada vez que lo hago, la imagen
de Esther acuchillándose a ella misma me martiriza... no consigo calma, esa calma que
encontraba a su lado, ¿cómo no me he dado cuenta antes? ¿Cómo no he podido ver si
enfermedad siendo una buena médico?

Intento concentrarme en el trabajo, mantener la mente ocupada para no pensar en ello,


pero estoy realmente cansada, he pasado tan mala noche, que voy vagando por el
hospital como un fantasma... llevo ya dos cafés, mis nervios han aumentado
considerablemente y para más INRI, he vuelto a fumar...

Es en uno de mis “descansos” en los que salgo al jardín del hospital para una nueva
dosis de nicotina cuando Claudia me encuentra. Se acerca a mí con cautela, no sé por
qué, pero parece que al mirarme, sabe lo que ha pasado. Se sienta a mi lado y ninguna
decimos nada. La escucho suspirar, no sé qué le pasa por la cabeza pero no tengo ganas
de hablar de nada...

Claudia: Creí que habías dejado de fumar (me dice mientras yo le doy una nueva
calada al cigarro)
M: Hace seis años que no fumaba (contesto yo y vuelvo a darle otra calada)
Claudia: Ah... ¿Y desde cuando has vuelto?
M: Desde que Esther se rebanó la mano con un cuchillo delante de mis narices (le
suelto en un susurro, pero no lo suficientemente bajo como para que no lo escuche)
Claudia: ¿Qué Esther ha hecho qué? (pregunta tan alucinada como yo)
M: Nada... olvídalo (le contesto mordiéndome el labio, no tenía que haberle dicho nada)
Claudia: No, Maca, espera (me frena al ver que intento levantarme) cuéntame qué ha
pasado
M: Ha pasado que he descubierto que la mujer de la que me he enamorado está loca
(contesto y sigo sin poder creer lo que vi) eso ha pasado... o eso, o que soy yo la que me
estoy volviendo loca o...
El amor de los Ángeles 68

Claudia: Para, para (me corta) explícamelo todo (dice interesada, quiere que se lo
cuente todo y conociendo a Claudia y esa inquietud y esa curiosidad que tiene por todo
lo “paranormal” estoy segura de que intentará liarme con sus cosas)
M: Olvídalo, de verdad (le pido, no quiero hablar de esto, solo quiero olvidarlo,
olvidarme de ella y seguir con mi vida)
Claudia: No, va, Maca, cuéntamelo (insiste ella y bueno, tal vez contándoselo a alguien
hace que encuentre la verdadera explicación, supongo que haciéndolo palabras
encontraré las respuestas)
M: Está bien (suspiro, tiro el cigarro y lo apago dándole un pisotón) ayer vino Esther a
casa... y dijo un montón de estupideces (la miro y no contesta, supongo que está
esperando que le siga contando todo) vale... llegó diciendo que quería explicarme
porqué había desaparecido de esa manera (ella afirma con la cabeza dándome pie a
seguir hablando) bien, pues su explicación es que es un Ángel (es ahí cuando sus ojos se
abren como platos) sí, creo que esa fue también la cara que debí poner... al principio creí
que era una forma de excusarse por su comportamiento, pero Claudia, te juro que ella de
verdad se cree un Ángel, pero un Ángel literal, vamos de esos que salen en las películas,
con túnicas blancas, alas y todo eso (vale, Esther nunca ha aparecido ante mí con una
túnica blanca, ni con alas, pero ahora que lo pienso... su ropa es... un tanto...
¿anticuada?)
Claudia: ¿Pero cómo se le ocurre? (se pregunta Claudia)
M: Eso mismo digo yo (contesto a su pregunta) pero solo tiene una explicación, está
enferma... está claro, y necesita ayuda, así que por favor, si tan amiga suya eres, búscale
un buen psicólogo porque lo necesita
Claudia: No me lo puedo creer (sigue murmurando. Ya, Claudia, ya, si yo tampoco me
lo podía creer)
M: Pues imagínate cómo me quedé yo (le contesto) es que además, Claudia, que se
rebanó la mano con un cuchillo, te juro que lo vi, y cuando fui a ver qué se había hecho
no tenía nada... ni un solo rasguño
Claudia: Ya, claro (¿perdona? ¿alucinas por lo que dice pero no por esto que te cuento?
Vale, Claudia, como yo, piensa que esto debe ser una mala jugada de mi mente, no tiene
otra explicación)
M: No sé cómo lo hizo (sigo diciéndole yo) la única explicación que le veo, es que o
hizo la mejor jugada de su vida y el cuchillo ni llegó a rozarla, o que yo estaba
alucinando. De hecho había cenado setas la noche anterior, así que supongo que sería
por eso...
Claudia: Ya... las setas (¿Qué cojones está pensando?)
M: De verdad, Claudia (la miro, a decir verdad estoy bastante preocupada por Esther)
búscale un psicólogo, en serio, tienes que ayudarla... porque tiene unos delirios bastante
arraigados...
Claudia: Sí... esto... Maca (¡Oh no! ¡No pienso dejar que me líes la cabeza con tus
frikadas!) tal vez, Esther...
M: Claudia... como me digas que la crees te busco un psicólogo a ti (la corto, no puedo
creer que vaya a decir lo que creo que va a decir) una cosa es que te guste todo lo
sobrenatural, has hablado conmigo de esas cosa mil veces y vale que suelo tomármelo a
broma, pero respeto que a ti eso te guste, es un hobbie como otro cualquiera... pero de
ahí a que vayas a decirme que la crees...
Claudia: Pero... es que...
M: Mira, será mejor que dejemos el tema aquí (esto es surrealista, macho) voy a volver
al trabajo, pero hazme un favor, ayuda a tu amiga... lo haría yo, pero estar cerca de ella
me hace daño sabiendo que no siente lo mismo que yo... (es cierto, saber que no me
El amor de los Ángeles 69

quiere, que no está enamorada de mí como creía, creo que es mucho peor que saber que
está enferma) tengo que seguir con mi vida, tengo que olvidarla y solo lo lograré si no la
veo...

Me levanto y me voy antes de que pueda decir nada, no voy a dejar que diga nada,
porque no pienso darle más importancia a esta historia. ¡Un Ángel! Joder, es tan
absurdo... tan... tan... ¡Ni siquiera sé cómo describirlo!

Claudia: ¿Cómo se te ocurre hacer algo así? (escucho que dice Claudia y la miro con
una ceja alzada... ¿está hablando sola? No, claro que no, si ni siquiera ha hablado. ¡Me
cago en la leche! No, si ya verás, al final la loca yo... Decidido: No vuelvo a comer setas
en lo que me resta de vida)

¿Sabéis qué? Si ponéis en Google, Yahoo o el buscador que utilicéis la palabra


“Ángeles”, os aparecen aproximadamente 1.030.000.000 resultados y aunque
seguramente muchos de esos resultados no tendrá nada que ver con la búsqueda inicial;
la mayoría de ellos hablan de seres celestiales, entes sobrenaturales, y cuentan un sinfín
de mitos y leyendas a cual, desde mi punto de vista, más inverosímil. Cuentan historias
antiguas, cuentan curiosidades, cuentan cómo visten, como viven, qué hacen, cuál es su
cometido... te dan nombres, les ponen “caras” que posiblemente hayan sido inventadas
por algún antiguo pintor algo aburrido... incluso hay algunas páginas en las que algunos
“creyentes” de los ángeles dicen haberlos visto... Si buscáis en Google encontraréis
miles de fotografías, la mayoría de ellas provienen de cuadros, dibujos o montajes
gráficos hechos por ordenador... Miles de resultados absurdos, miles de páginas algo
“raras” miles portales de cada vez más surrealistas que el anterior

La verdad es que no sé por qué he empezado a buscar esto, ni por qué llevo toda la tarde
mirando páginas en internet, ni tampoco por qué llevo toda esta semana sin dejar de
pensar en ello... Ya se me ha debido pasar el efecto de las setas, así que no entiendo
demasiado bien qué me está pasando...

En estos siete días, su ausencia se ha hecho demasiado dura, la echo de menos, la busco
sin darme cuenta, me siento sola y triste sin ella... quizás por eso estoy entrando en este
“mundo irreal” de los Ángeles, quizás por eso estoy empezando a “obsesionarme” con
ello. No lo sé. Pensé que, tal vez, si no la veía, si me seguía convenciendo de lo loca que
está, que lo está, y mucho, entonces sería más fácil olvidarme de ella. Pensé que, si me
“enfadaba” con ella, no me costaría tanto dejar de pensarla...

Pero me equivoqué, no porque ahora de pronto la crea, no porque de buenas a primeras


piense que dice la verdad y es un ángel, sino porque no es fácil... olvidarme de ella no
está siendo nada fácil... cada día, cada minuto que pasa su ausencia me golpea... Echo
de menos su mirada, esa que tanta calma me daba, echo de menos su manera de hablar,
tan pausada, tan fina, tan... tan llena de paz. Echo de menos las charlas con ella sobre,
bueno, sobre todo un poco, incluyendo “lo divino, para llegar a lo humano”... Añoro su
sonrisa, esa que nunca se le borra de la cara, esa que me ha estado acompañando en
sueños desde que la conozco... En definitiva... La echo de menos a ella

Esta semana ha sido algo rara, hasta llegué a pensar que era yo la que me había vuelto
loca, pues, no sé por qué, no he dejado de pensar en eso que me dijo, en esa locura que
El amor de los Ángeles 70

soltó por la boca, en ese momento en el que mi mente me debió pasar una mala jugada
al hacerme creer que ese cuchillo la había cortado... Es cierto que sigo pensando que es
la mayor locura jamás contada, pero también es cierto que... hay ciertos detalles, ciertos
momentos en los que todo es demasiado extraño... es una locura... no sé ni lo que estoy
diciendo

Vero me llamó ayer para decirme que volvía a Madrid. Una parte de mí se alegró de
saber que de nuevo estaría aquí... la otra parte me recriminó no haberla echado de
menos en todo este tiempo. No sé qué voy a hacer con ella... supongo que tendría que
dejarla pero, egoístamente, ahora mismo no me siento con fuerzas para hacerlo. Siempre
ha estado ahí, siempre ha estado conmigo, ha tenido una paciencia increíble y... ha
aguantado muchos de mis “arrebatos” de mis prontos... no se merece que yo le haga
daño... no, claro que no

A mi manera, la quiero... le tengo muchísimo cariño y sé que llegaría a ser feliz con ella.
Supongo que jamás sentiré por Vero lo que he sentido y siento por Esther, no es
comparable, sé que nunca lo será... pero mentiría si digo que Vero me es indiferente,
porque no lo es. Nunca lo ha sido y sienta más o menos por ella, sé que siento algo...

Puede que esté actuando de manera egoísta, muy egoísta, lo sé, pero en este momento
no puedo hacerlo de otra manera, no puedo pensar con claridad, no cuando no sé ni lo
que tengo que hacer... Quizás Vero finalmente se convierta en el amor de mi vida, tal
vez solo necesito un poco más de tiempo para enamorarme de ella... Sí, vale, quizás solo
sea una excusa, un modo de seguir adelante, de intentar seguir con mi vida... pero
también es cierto que, tras todo este tiempo, tras todo lo que ha pasado, ella ha sido la
única que no me ha fallado, que no me ha “dejado sola” que no me ha dado de lado
desapareciendo sin más o inventándose cualquier historia estúpida... es la única que
siempre ha estado ahí, que siempre ha estado a mi lado a pesar de que yo... yo la he
tratado bastante mal

E: Debes ser feliz, Maca, debes buscar tu felicidad, pero... no conmigo...

Supongo que tiene razón... debo buscar mi felicidad, y ¿quién sabe? Tal vez esté al lado
de Vero, quizás... quizás con ella encuentre la felicidad que Esther se niega a darme... o
tal vez no... lo cierto es que no lo sé... no tengo ni idea

El timbre suena, miro el reloj, no sé quién será y mi corazón da un vuelco pensando en


que pueda ser Esther, aunque sé que no va a ser ella, no ha dado señales de vida en estos
días, no creo que los dé ahora. Miro por la mirilla y suspiro apoyando la frente en la
madera. Saco, con algo de esfuerzo, una sonrisa y finalmente abro la puerta

Vero: ¡Hola cariño! (me dice cantarina mientras me abraza fuertemente) te he echado
mucho de menos (me dice antes de besarme y yo dejo que lo haga... sintiéndome algo
menos sola... algo menos triste)

**********

El tiempo es efímero y a la vez, tan constante, tan eterno como mi vida. No puedo creer
que ya hayan pasado seis meses. Parece que fue ayer, y sin embargo, valga la
redundancia, se me ha hecho eterno
El amor de los Ángeles 71

Los primeros meses fueron un tanto... caóticos. No me alejé de ella, muy por el
contrario siempre estuve cerca, quise ver con mis propios ojos que todo aquello que yo
le había soltado de una manera tan... tan poco inteligente por mi parte no había causado
demasiados estragos en su vida

Fueron unos días duros para ella, con mil cosas en la cabeza que no la dejaban seguir
adelante, preguntándose una y otra vez, cómo era posible que se hubiera enamorado de
una loca... Una loca... supongo que es normal, cualquier mortal tiende a racionalizar lo
que no entiende, a buscar excusas por muy absurdas que sean, por muy alejadas de la
realidad que estén para así, no permitir pensar que aquello que “les da miedo” pueda ser
verdad

Hasta cierto punto es lógico que hubiera actuado así, al fin y al cabo, lo que yo le dije,
lo que yo hice fue demasiado fuerte para cualquiera. No puedo reprocharle nada, claro
que no, actuó como cualquier persona actuaría para no volverse loca...

A pesar de repetirse mil veces que no vio lo que vio, a pesar de buscar explicaciones y
llegar a creérselas, sí es cierto que, en este tiempo, ha estado buscando cosas sobre
Ángeles, se ha informado vía internet, encontrando un montón de cuentos e historias
que no son reales, pero no ha dejado de pensar en ello. Tengo la sensación de que,
aunque no quiere reconocerlo, en el fondo de su corazón, sabe que yo decía la verdad...
pero es tan tremendamente escéptica, tan cabezota cuando quiere que aún no se permite
reconocerlo

Finalmente y, contra todo pronóstico, decidió darle una oportunidad a su relación con
Vero... yo creo que es lo mejor, al fin y al cabo, conmigo no iba a llegar a ningún
lugar... “me alegro” de que les vaya bien. Parece que están bien, se compenetran, se
acompañan, se ríen juntas... se... se... se quieren... están buscando piso, supongo que es
otro paso en su relación, irse a vivir juntas. Será feliz con ella... lo sé

Sin embargo, también sé, que aún hoy, seis meses después, me sigue echando de menos.
Claudia tenía razón, cuando un mortal se enamora de un ángel lo hace para siempre,
pase el tiempo que pase no dejará de echarme de menos, de quererme. Con los meses
esos sentimientos se han dormido, pero siguen ahí... y me gustaría poder borrarlos solo
para que pueda seguir con su vida sin el “lastre” de amarme en silencio estando con
Verónica

Yo, en este tiempo, no he podido dejar de pensar en lo que ocurrió, he buscado e


imaginado mil formas diferentes de contarle todo esto y ninguna de ellas es como pasó,
sé dónde estuvo mi error, sé en qué me equivoqué pero, no vale de nada pensar en cómo
podría haber sido, pues no puedo volver el tiempo atrás...

No penséis que no he pensado en lo que me contó Claudia, en la “opción” de “volver”,


pero la verdad es que, ahora mismo, no me parece una opción... No estoy preparada para
eso, ella no está preparada para eso y además, hay cosas que... que no le he contado,
sobre todo una de ellas, y que sé, que solo serviría para... para separarnos más, pues si le
está costando asumir esto que soy, mucho más le costará asumir lo que no conté...
El amor de los Ángeles 72

Por las noches, de vez en cuando cierro los ojos y la escucho, no he vuelto a su piso, no
he vuelto a acercarme tanto pero sí he querido “estar pendiente” de ella, saber que está
bien, es una de mis prioridades y me doy el lujo de escucharla en la distancia. Hay días
en los que está bien, sonriente, contenta con Vero... muchos otros en los que sigue
sintiéndose sola, sobre todo cuando no están juntas, es entonces cuando su soledad se
acentúa y es ahí, cuando vuelve a pensar en mí... me reprocha haberme marchado de
esta manera, me reprocha que la haya abandonado así, pero, sinceramente, después de
todo ¿Qué otra cosa podía hacer? Conmigo no iba a ser feliz, así que... debía hacerlo

Esta vez Claudia no me ha ayudado, la entiendo, como yo, ella también sabe que la
mejor opción era alejarme de ella, y aunque ha tenido que morderse la lengua en
algunos momentos, también sé que, en cierta manera, se ha sentido algo “aliviada” al
marcharme yo. Supongo que es normal, si yo despertaba en ella todos esos
sentimientos, entonces... es lógico que se “alegre” por mi marcha...

No sé si me estoy explicando con claridad, sinceramente, hace tiempo que no soy capaz
de expresar con palabras lo que ocurre a mi alrededor, supongo que simplemente, la
echo de menos... no hay más, no hacen falta grandes explicaciones, simple y
llanamente, la echo de menos. Y supongo que, todo esto se acentúa hoy, cuando tras
varios meses alejada de ella, voy a tenerla cerca

Un terrible accidente en cadena a la salida de Madrid, con un montón de coches


implicados ha hecho que todas las urgencias de varios hospitales se colapsen. El Central
no iba a ser menos y sus médicos trabajan a destajo, a contrarreloj y sin descanso por
salvar la vida de los más graves y atender a los más leves

Yo llego acompañando a un chico de unos 21 años desde el lugar del accidente, lo han
estabilizado en la ambulancia pero ha de ir directamente a quirófano nada más entrar al
hospital. Cuando llego, me doy de bruces con los nervios y el caos reinante. Miro a mi
alrededor, hay varios Ángeles por aquí, todos junto a quien lo necesita, uno “consuela”
a una mujer que llora esperando noticias, otro acompaña a una mujer que en una silla de
ruedas parece padecer un ataque de ansiedad y que se calma en cuanto él la toca. Otro
ángel busca a alguien a quien ayudar... hay muchos y todos están haciendo lo que
hacemos, lo que debemos hacer y lo que nos toca hacer... cuidar, ayudar y acompañar a
los mortales... creo que, ahora que lo pienso, Claudia debe estar de lo más histérica...

Pero volvamos a lo que os contaba, el chico entra en el muelle mientras que los médicos
del SAMUR gritan su estado a pleno pulmón y yo me quedo parada al ver quién es uno
de los dos médicos que va a atenderlo. Debía haberlo imaginado, con tanto caos, con
tanta gente que está llegando, han debido de pedir ayuda a todos los médicos sin
importar su especialidad y por eso, Maca, la pediatra, va a ayudar a Héctor en este caso

Me repongo de mi primera impresión dándome cuenta de que he llamado la atención de


algún que otro Ángel por mi reacción. Intento aparentar que no ha pasado nada y les
sigo hasta el quirófano

Inmersos en la operación, me quedo parada junto a Héctor, frente a ella y sin dejar de
mirarla. Es increíble lo guapa que es, es increíble lo hermosa que sigue siendo a mis
ojos. Mis “sentimientos” no han cambiado ni un ápice en este tiempo y es ahora cuando
me doy cuenta. Está tensa, nerviosa por la operación pero yo sé que saldrá bien. No ha
El amor de los Ángeles 73

cambiado nada y casi puedo verla como la primera vez que lo hice, en un quirófano
como este y en una situación parecida... y con la misma mirada algo vacía que tenía
entonces... esa que no había vuelto a ver en mucho tiempo...

Y de pronto algo ocurre, algo que no debería estar pasando, una máquina se vuelve loca
y Héctor pide un desfibrilador. En un instante soy testigo de todo desde el otro lado del
cristal que separa el quirófano de la zona séptica, ¿qué está pasando? Esto no debería
ocurrir...

-: ¿Qué me ocurre? (me pregunta le chico justo a mi lado, yo lo miro de soslayo y


vuelvo la vista hacia el frente, él imita mi gesto) ¿Me estoy muriendo?
E: Supongo que depende de ti (le contesto) no deberías estar aquí, no es tu hora (le
comunico y él me mira bastante extrañado)
-: Pero... me estoy muriendo, ¡míralo! (me dice y es cierto, a ojos de cualquier mortal,
de cualquier médico, el chico ya ha fallecido, lleva como un minuto en parada, Maca no
deja de hacerle el masaje cardíaco y él no parece reaccionar) ¡No puedo morir! (exclama
nervioso)
E: Y no vas a hacerlo (le digo intentando que se calme) pero debes ayudarles, ellos
solos no pueden...
-: ¿Y cómo lo hago? (está perdido, no entiende nada, es lógico)
E: Debes tranquilizarte y luchar, lucha por vivir, lucha por salir de esta operación
porque te quedan muchos años y muchas cosas por hacer (le digo con una sonrisa) pero
solo depende de ti... si de verdad quieres vivir, lucha por hacerlo...

Veo como se concentra en lo que le digo, sonrío porque sé, que se ha calmado y que
está luchando, lo va a lograr, sé que lo va a lograr y antes de que vuelva a desaparecer,
algo me obliga a pararlo. Sé que no debería hacer esto pero... no puedo evitarlo

E: ¿Me harías un favor? (le pregunto y él afirma, debo darme prisa, no me queda
tiempo, él va a volver) Esa médico (la señalo y él la mira) dile que nunca estará sola...
que siempre estaré cuidándola (y dicho esto, antes de que pueda arrepentirme de lo que
acabo de hacer, el chico desaparece ante mis ojos. La máquina deja de emitir un pitido
continuo para decirle a los médicos que hay pulso)

H: Menos mal, creí que lo perdíamos (comenta Héctor mientras que Maca lo mira con
una ceja alzada)
M: Estaba muerto, Héctor (le contesta segura de lo que está diciendo) lleva demasiado
tiempo en parada... estaba muerto...
H: Pues parece que no (le dice feliz al ver que el chico tiene un pulso estable, que van a
poder terminar la operación) tiene un buen Ángel de la guarda este chico (lo dice con
toda la inocencia del mundo, sin segundas intenciones, sin que conlleve ningún tipo de
doble intención. Lo dice como muchos mortales alguna vez lo han dicho, sin tener ni
idea, sin poder ni tan siquiera imaginarse que lo que dicen es cierto)

Sin embargo, Maca lo mira perpleja, yo la miro a ella y sé lo que se está preguntando...
lleva razón, ese chico estaba muerto, aunque no era su hora, por eso han podido
salvarlo, pero, las palabras de su compañero hace que ella se quede parada, como si
comenzara a creer, como si... como si quisiera creer en lo que dice...
El amor de los Ángeles 74

Durante las siguientes dos horas, las paso acompañando a quien me necesite, unida a
otros Ángeles intentamos que todo sea lo menos doloroso posible para ellos. A veces lo
logramos, otras, como es lógico no conseguimos darles la calma que necesitan

Maca va de un paciente a otro pero sé, que su mente está en ese quirófano. Ella sabe, al
igual que todos los presentes, que ese chico no tenía que haber salido adelante, al
menos, médicamente hablando. Para ellos, como profesionales, no hay explicación
alguna a lo que ha ocurrido, se les había ido, el chaval se había quedado en esa mesa de
operaciones y cuando casi estaban a punto de certificar su muerte, volvió a tener pulso.
No encuentra explicaciones, es lo que los mortales llaman “un milagro” y aunque
intenta, como siempre, buscar una razón lógica, se le ha pasado bastantes veces por la
cabeza esa última frase de Héctor

Las cosas se han calmado bastante en el hospital y se supone que debemos irnos. Pero
como ya podréis imaginar yo no puedo marcharme, no después de haber metido la pata
tantísimo como lo he hecho al pedirle al chico que le dijera aquello... espero que no se
acuerde, o que no le de importancia, espero que no se lo diga, porque así, no conseguiré
dejarla vivir su vida...

Ya ha salido de la anestesia y parece que se encuentra bastante bien. Una enfermera ha


venido para quitarle el tubo y mirar de primeras sus constantes, ahora toca que venga el
médico. Está empezando a “recordar” lo que ha pasado, y en su rostro se puede leer la
sorpresa, se acuerda... puede que lo vea como un sueño pero se acuerda...

M: Hola (entra Maca en la habitación y yo cierro los ojos reprochándome mis actos)
¿Qué tal te encuentras? (le pregunta mientras lee el informe)
-: Algo... algo desorientado (le dice mirando a su alrededor)
M: Es normal (contesta sin dejar de mirar los papeles que lee) has tenido un accidente y
estabas bastante mal (por fin lo mira, cerrando le informe) pero no te preocupes (sonríe,
es la sonrisa más bonita del mundo) te pondrás bien...
-: ¿Han avisado a mis padres? (le pregunta el chico)
M: Sí, están en la sala de espera... en un rato les diré que pasen (no deja de sonreírle,
como queriendo darle tranquilidad) luego vengo a verte (termina de decir firmando el
informe)
-: Gracias (el chico se queda mirándola, sé que está “reviviendo” ese momento. Yo
niego con la cabeza... ¡por favor, por favor no le digas nada! Supongo que aún no
termina de creérselo porque su mirada es bastante extraña) ¡ehh!... perdona (no, no, no,
no)
M: Dime (dice dándose la vuelta antes de marcharse)
-: Sí... esto te va a parecer extraño, pero... ¿qué tipo de droga me habéis dado? (le
pregunta y Maca lo mira extrañadísima por esa pregunta)
M: ¿Droga? (el afirma confirmándole la pregunta) ninguna... ¿cómo puedes pensar que
te hemos dado drogas?
-: Sí, ya... lo siento, es que... he tenido un sueño muy extraño y...
M: Bueno... puede ser por la anestesia (le comenta cruzándose de brazos) dependiendo
del tipo de anestesia se inducen sueños que pueden ser un tanto raros
-: Entiendo (parece pensar en ello, quedándose algo convencido, tiene que zanjar esta
conversación) y... ¿ese tipo de sueños incluye verme a mí mismo en la mesa de
operaciones casi muerto? (le pregunta y vuelve a captar toda la atención de Maca)
El amor de los Ángeles 75

M: ¿Qué? (pregunta descolocada)


-: El... el sueño que tuve... (le dice) verá... me... me vi a mí mismo en el quirófano,
estaba usted con otro médico y (comienza a relatar) usted me hacía un masaje cardíaco
(Maca no puede creer lo que escucha)
M: Perdona ¿Qué... qué estás diciendo? (sabe que no es un sueño, porque sabe
perfectamente lo que se vivió en ese quirófano y que el mismo paciente lo cuente es
algo que jamás, nunca le ha pasado)
-: Me estaba muriendo, ¿No es cierto? (le pregunta, porque el rostro desencajado de
Maca le dice que no fue un sueño) casi me muero ¿verdad?
M: ¿Cómo... cómo sabes eso? (cuestiona sin poder creer lo que oye)
-: No lo sé (contesta cerrando los ojos... esto no está bien, ninguno de los dos tendría
que saber esto) había... había una chica conmigo (Maca lo mira más sorprendida aún)
me dijo que tenía que luchar... que... que no había llegado mi hora...
M: ¿Quién... quién te dijo eso? (sé que está pensando en mí)
-: No lo sé (vuelve a decir) le parecerá una estupidez (sonríe levemente, como
avergonzado) pero parecía un Ángel (yo no dejo de mirarla a ella, de estudiar cada una
de sus reacciones, no puede creer lo que oye, no quiere creer lo que oye)
M: Ya... creo que estás aún bajo los efectos de la anestesia (como siempre, intenta
racionalizarlo) será mejor que te deje descansar
-: Me pidió que le dijera algo (vuelve a pararla, yo bajo la cabeza, esto no está bien, no
lo está. Maca queda parada, lo mira pero no dice nada, en estos momentos sé que es
incapaz de unir una palabra con otra, el chico sigue hablando ante su mutismo) quiere
que sepa que no está sola y... que siempre estará cuidándola...

No dice nada, no contesta, ni tan siquiera se mueve. Cuando consigue reaccionar sale de
la habitación como si hubiera visto un fantasma. El chico, descolocado, no sabe ni qué
pensar. Yo la sigo, no sé qué le está pasando. Llega a los vestuarios, anda de un lado
para otro, intentando buscar una buena explicación pero no la encuentra. Esta vez no,
esta vez sabe que no hay razones ni excusas que valgan, no hay ninguna otra
explicación que no sea la real. Y recuerda lo que le dijo Claudia hace algún tiempo,
cuando hablando sobre esas “cosas paranormales” ella le tomaba el pelo: “Que tú no
creas en algo, no significa que no sea cierto”

Alegando un fuerte dolor de cabeza, después de media hora más en el hospital sin poder
concentrarse en nada que no sea lo que le ha dicho aquel chaval, se va a casa. Necesita
estar a solas, necesita pensar con calma lo que ha pasado y buscarle una buena
explicación a todo esto. Vero le comenta algo sobre acompañarla y ella se inventa una
excusa para que no lo haga, no quiere compañía, en estos momentos lo único que quiere
es irse a casa sola y poder buscar algo razonable a todo esto. Llegamos a su piso, anda
de un lado para otro, al igual que lo hizo en los vestuarios. Enciende el ordenador y
comienza una búsqueda casi obsesiva sobre lo que yo soy. Nada la contenta, nada la
deja tranquila. Está histérica... muy histérica

Me quedo a su lado, se ha sentado en el sofá y sé que está reviviendo cada momento que
hemos pasado juntas, no entiende nada, y sin embargo esta vez no se lo cuestiona. Poco
a poco va rememorando pequeños detalles, va recordando pequeñas cosas que nos han
pasado. Como cuando quiso que nos hiciéramos una foto y tras varios intentos lo dio
por imposible pensando que la cámara se le había estropeado. O mi forma de aparecer.
O el hecho de que yo jamás la hubiera invitado a “mi casa” o no darle ningún teléfono
en el que poder contactar conmigo, o que nunca nos hayamos tocado. Empieza a pensar
El amor de los Ángeles 76

en todas esas pequeñas cosas a las que no ha querido darle importancia, todas esas cosas
en las que no ha querido pensar porque sabía que no tenía explicación para ellas

Yo la toco, intentando que se calme y reprochándome a mí misma esto que está


sucediendo. Ella tiembla, y al temblar se levanta como si de un calambre se tratara...
mira a su alrededor... está confusa, está muy confusa...

M: ¿Esther? (pregunta mirando a la nada, es la confirmación. La confirmación de que


me cree, de que cree en lo que soy... jamás me hubiera llamado de esta forma si no lo
hiciera...)

Me quedo quieta, no sé qué tengo que hacer ahora. Si aparezco, mi idea de dejarla hacer
su vida se verá un tanto trastornada. Si no lo hago, no tendré la oportunidad de contarle
la verdad, de decirle, explicarle por qué lo nuestro no puede ser. Pero la verdad es que
de esas dos posibilidades solo hay una que es la que más deseo. Así que vuelvo a
mirarla, me embriago con su perfil y finalmente cierro los ojos

M: Esther... ¿Estás aquí? (pregunta ella) esto es absurdo...


E: Estoy aquí (contesto saliendo de las sombras que las persianas echadas me conceden.
Ella se da la vuelta y me mira, sorpresa, alucinación, algo de miedo y también...
esperanza... eso es lo que veo en sus ojos)
M: Es cierto... (murmura aún sorprendida) Dios Santo es cierto...
E: Nunca mentiría con algo así (le contesto dando un paso al frente, ella, con un acto
reflejo da un paso atrás) Lamento todo lo que he causado... (le digo con lentitud)
M: Eres un... un... (supongo que, aunque lo crea, le cuesta decirlo en voz alta)
E: Sí...
M: Pero... no lo entiendo (me mira levemente) ¿Cómo es posible?
E: Hay cosas en este mundo que son posibles, Maca, aunque ninguno de vosotros lo
creáis (le respondo tranquila, con este tono de voz que sé, la calma a ella)

Nos quedamos en silencio. Sé que aún, a pesar de todo lo que ha visto, oído y sentido
está intentando buscarle algún tipo de explicación a esto. Sé que le está dando vueltas a
todo, sé que sigue confusa...

E: No lo pienses demasiado (le pido) solo... no sé, no le des tantas vueltas...


M: Pero... es que... esto es...
E: Increíble, lo sé (afirmo y le sonrío, por inercia, ella me regala un esbozo de su
sonrisa) pero es cierto... por eso me marché
M: Entiendo (se sienta de nuevo, y no deja de mirarme. No, no lo entiende)
E: No lo entiendes, Maca (le digo dando un nuevo paso al frente) me marché porque
nunca debí acercarme tanto... nosotros... no podemos... no debemos inmiscuirnos en
vuestras vidas (le cuento y no sé si ella está escuchando lo que le digo) pero no sé qué
me empujó a ti... quería ayudarte... estabas tan triste... tenías esos ojos tan poco llenos
de vida... y luego no pude alejarme... me acerqué demasiado, rompí muchas reglas y...
M: ¿Tenéis reglas? (me pregunta, bueno, al menos sé que me está escuchando)
E: Algunas... (la miro de lado)
M: Tú... tú siempre has... siempre has estado aquí (le cuesta hablar de esto, no es fácil
para una escéptica darse de bruces con algo así) me, me has estado cuidando...
E: Desde hace algún tiempo, sí (no voy a ocultarle nada más, ya no)
El amor de los Ángeles 77

M: Entonces... (mira hacia varios lados, está recordando algo) esa... esa sensación que
tenía... esa sensación de paz y de sentirme acompañada por las noches aún estando
sola...
E: Era yo (le contesto, sus ojos se clavan en los míos y creo que podría quedarme así
toda la eternidad) estuve contigo todo el tiempo
M: ¿Desde cuándo? (quiere saber. Yo “suspiro”)
E: Desde David (le contesto y ella me mira con sorpresa)
M: ¿David? (afirmo con la cabeza) ¿estuviste allí?
E: Tenía que acompañarlo (le contesto con franqueza) ese es mi trabajo...

No sé qué se le está pasando por la cabeza, supongo que recuerda ese momento, el
momento en que murió su primer paciente, el momento en que todo comenzó para mí...
para ella en cierta manera... el momento en que nuestras vidas cambiaron

M: ¿Por qué? (me dice y no entiendo la pregunta, ella me mira y se da cuenta de mi


expresión) ¿Qué hice mal? (me aclara)
E: Nada... (le contesto, ella hizo todo lo que pudo y esa pregunta lo único que me dice
es que aún sigue culpándose) tú no hiciste nada mal. Él tenía que irse, era su hora, Maca
y contra eso no se puede luchar... (ella me mira confusa y yo me siento a su lado, no
evita el acercamiento) hiciste todo lo que pudiste Maca, pero él... su hora había llegado,
no se podía hacer nada
M: Sólo era un niño (contesta y veo que sus ojos se cristalizan)
E: Lo sé (afirmo yo) y un Ángel de lo más travieso según he notado (le digo creyendo
que eso le hará sentirse mejor)
M: ¿Es un... un... como tú? (me hace gracia y me crea ternura que no sea capaz de
decirlo. Creo que guarda la esperanza de que no sea cierto)
E: Un Ángel, sí... (sonrío para darle tranquilidad)

Me mira y deja caer una lágrima. No me gusta que llore, nunca me ha gustado, pero sé
que necesita hacerlo. Me mira a los ojos y veo lo que está pensando. Hay algo que
quiere preguntarme, de entre todas las cosas que quiere saber, hay una por encima de
muchas otras y con la que sé, que quizás yo salga perdiendo

E: Puedes preguntarme lo que quieras (le digo para que sepa que le diré toda la verdad,
por mucho que yo pueda “perder”, ella va a tener todas sus respuestas, no voy a dejar
nada en el tintero)
M: Entonces... ¿tienes que morir para ser un... An... Ángel? (bueno, le ha costado pero
lo ha dicho)
E: Sí...
M: ¿Tú lo hiciste? (me pregunta, pero sé, que no es esto lo que realmente quiere saber)
E: Sí... (vuelvo a responderle. Ella se queda pensando en esto) sé que esto debe ser muy
fuerte para ti... todo lo que has visto, todo lo que has oído... no es fácil de entender. Lo
sé (le sigo diciendo) pero, solo tienes que creer... solo eso...
M: ¿Ella lo es? (me pregunta, como si hubiera ignorado lo que acabo de decirle. Yo
cierro los ojos un instante) ¿Es un Ángel?
E: No... (le contesto y hago amago de acariciar su mejilla, me quedo parada a mitad de
camino) lo siento, cielo... ella no lo es...
M: ¿Por qué? (vuelve a cuestionar, supongo que para ella, desearía que Irene fuera un
Ángel)
El amor de los Ángeles 78

E: No lo sé (y es cierto que no lo sé, para eso no tengo respuestas) no todo el mundo se


convierte en Ángel... no sé por qué unos lo somos y otros no... a eso no te puedo
responder...
M: Comprendo...

De nuevo nos quedamos en silencio. Yo no dejo de mirarla. No puedo dejar de mirarla y


ella... ella está pensando en mil cosas a la vez. Sé qué es lo que no me pregunta, lo que,
quizás, le da miedo preguntarme. Sé lo que es... vuelvo a cerrar los ojos... ella vuelve a
levantar su mirada para verme... me preparo para la gran pregunta

M: ¿Te la llevaste tú? (finalmente ha conseguido las fuerzas necesarias para


preguntármelo)

No sé cómo va a reaccionar. Ni siquiera sé si va a “soportar” esta información... Me


pregunta si me la llevé... sí, lo hice... Aunque al principio, la primera vez que vi aquellas
fotos no lo recordé, son demasiados a los que he acompañado, supongo que no siempre
recuerdo sus caras. Pero luego, con el paso de los días la recordé. Fue un accidente letal.
Murió en el acto. Ni siquiera llegamos al hospital. Recuerdo que estaba confusa, que no
entendía nada, recuerdo que se negaba a ver la realidad de lo que había ocurrido y lo
que ahora con más claridad recuerdo, es que, repetía, varias veces que la quería... que no
podía dejarla sola...

Cuando se calmó, cuando se dio cuenta de lo que había pasado, cuando vio que ya nada
se podía hacer, me miró, me miró y me sonrió, aceptando el hecho de que su vida había
terminado, me preguntó si sus seres queridos estarían bien. Siempre, sin excepción,
todos preguntan lo mismo, lo único que les preocupa son lo que se quedan aquí, cómo
se quedarán y lo único que quieren es que no sufran. Yo le contesté que estarían bien,
que seguirían con su vida, que serían felices. Ahora, delante de Maca, veo que me
equivoqué, porque Maca no ha vuelto a ser feliz desde entonces, al menos, no hasta que
me conoció a mí... le fallé a Irene ese día y le he fallado a Maca en este tiempo. No
volveré a hacerlo

E: Sí (le contesto porque no voy a mentirle en una cosa así. Ella me mira y no soy capaz
de leer lo que dicen sus ojos. Yo vuelvo a cerrar los míos. No sé muy bien cómo va a
reaccionar)

Se levanta y comienza a andar por toda la estancia. Yo la miro desde mi posición. Ella
no deja de dar vueltas, no sabe muy bien cómo tomarse esto y yo no sé qué debo
decirle... creo que esta es la situación más difícil en la que me encuentro

M: Fuiste su verdugo (me dice y yo bajo la mirada, temía esta reacción... la temía) tú...
¡te la llevaste! (eleva la voz, yo niego levemente) ¡me la arrebataste!
E: Maca... yo... yo solo hice mi trabajo (le digo, y su sufrimiento me golpea. Esta es
otra de las muchas razones por las que nadie debe saber nuestra existencia, esta es otra
de las razones por las que nadie debería conocer nuestro trabajo) la acompañé... pero no
tuve nada que ver con su muerte...
M: Podrías haberla salvado (me suelta y yo sé que no pude hacerlo) tenías que haberla
salvado como lo has hecho con ese chico hoy (me recrimina, no lo ha entendido, no ha
entendido nada)
E: Era su hora (le digo) era su destino... ella...
El amor de los Ángeles 79

M: ¡No! (me corta, está enfadada, lo sabía, sabía cuál sería su reacción) ella no tenía
que morir... tenía toda la vida por delante (y de sus ojos brotan lágrimas dolorosas)
¡teníamos planes! ¡Queríamos ser madres! ¡Y tú te la llevaste!
E: Maca... (no puedo decirle nada más, porque no habrá nada que yo le diga, que a ella
la consuele en este momento)
M: Me la quitaste (vuelve a acusarme y sé, que aunque sus palabras suenan rudas, en el
fondo, ella sabe cómo fueron las cosas, al menos eso quiero creer, ella necesita buscar
un culpable y yo... yo tendré que aguantar el temporal...)
E: No se podía hacer nada, Maca (le repito) nadie podía hacer nada, ni siquiera yo...
M: ¿Por qué? (llora y aunque he visto mil veces a la gente llorar, esta vez es diferente.
Ahora es Maca la que llora... no es para nada parecido) ¿Por qué unos sí y ella no?
E: Porque tenía que ser así, Maca (le contesto) yo no dicto las normas, no elijo quién
muere o quien no... solo les acompaño, hago de su “viaje” algo tranquilo, nada
traumático (le explico) intento que se sientan calmados... pero yo no puedo cambiar el
destino de nadie... y su destino...
M: ¡Cállate! (me vuelve a cortar) no puedo creerlo... (se tapa la cara con las manos)
yo... yo tenía que haberme despedido (sé que eso es lo que más le duele) yo tenía que...
que haberle dicho que la quería y se fue después de una bronca entre las dos... (eso es lo
que más daño le ha hecho de todo lo que pasó, que Irene se marchara después de una
discusión entre las dos)
E: Sabía que la querías (murmuro y ella me mira...)
M: Pero yo tenía que habérselo dicho (repite) ¿Por qué no me dejaste despedirme?
E: Murió en el acto (le contesto) lo sabes... y teníamos que irnos... no podíamos
esperar...
M: No... no... (niega con la cabeza mientras vuelve a taparse la cara) debiste dejar que
me despidiera... debiste dejar que le dijera que la quería...
E: Maca... (me levanto y me acerco a ella, intentando darle algo de calma... igual que
cuando aparecí hace unos minutos, ella da un paso atrás...)
M: ¿Y ahora cómo me tomo yo esto? (me pregunta y sé que está perdida, muy perdida...
no me gusta verla así, pero tampoco sé qué puedo hacer) ¿Cómo lo hago? ¿Cómo
entiendo todo esto que me pasa? No solo eres un Ángel sino que te la llevaste y yo... yo
estoy enamorada de ti... ¿Cómo puedo sobrellevar esto sabiendo que la persona que
quiero se la llevó? ¿Cómo puedo mirarte?
E: No lo sé... no lo sé (contesto yo, porque la verdad es que no sé qué debemos hacer
ninguna de las dos, no sé cómo se siente, no entiendo ese sentimiento, no lo siento)
Dime qué quieres que haga, Maca y lo haré...

Se queda callada, clava sus ojos en los míos, su mirada me lo dice todo, no puede con
esto. Al menos no ahora, no lo entiende, no sabe cómo tomárselo... No sé si será
cuestión de tiempo o no, pero lo que sí sé, es que ella, ahora mismo, está demasiado
perdida como para entender algo de lo que ocurre

M: Déjame sola... por favor (me pide y yo ya sabía lo que iba a decir. Acepto sin más,
porque debo hacerlo, porque debo dejarla en paz si no quiere tenerme cerca...)
E: Como quieras (contesto con lentitud y me marcho, lo hago saliendo por la puerta,
creo que en este momento no soportaría verme desaparecer... han sido y son demasiadas
emociones para ella en tan poco tiempo... no voy a acentuarlas desapareciendo sin
más...
El amor de los Ángeles 80

Maca era una persona inteligente y sabía que, cuando lo pensara un poco en frío,
entendería las cosas y comprendería por qué me la llevé, se daría cuenta de que yo no
fui su verdugo sino tan solo su guía. Sabía que Maca comprendería todo, pese a que
todo era demasiado surrealista para ella, terminaría por creer y por entender lo que
ocurría. Así que cuando me fui de su casa, lo hice sabiendo que tan solo necesitaba
tiempo para reflexionar en todo aquello y entenderlo

De eso hace hoy dos semanas y aún no tengo noticias de Maca... supongo que no es
algo que ocurra de un día para otro. Uno no se acuesta escéptico, habiéndose enterado
de todo lo que se enteró ella y al día siguiente se levanta creyente como el que más. No,
claro que no, todo tiene su tiempo, su proceso y supongo que Maca aún está en ese
proceso

No voy a agobiarla apareciendo ante ella, no voy a atosigarla con mi presencia. Si ella
quiere que vuelva a su vida, entonces me llamará, o me lo hará saber, pero no voy a ser
yo la que vuelva a inmiscuirse sin su permiso. Esta vez no, esta vez, quizás por primera
vez, voy a hacer las cosas bien con ella y eso, significa esperar, tener paciencia, que de
eso me sobra bastante, y solo cuando ella quiera, entonces volveré a su lado

No me desespera la espera, no me pongo histérica al ver que pasa otro día y no me


llama, no he cambiado mi “rutina”, no, claro que no, porque mi condición no me lo
permite, ni tan siquiera sé realmente qué es eso de sentirse desesperada o histérica. La
echo de menos sí, pero no es algo que me impida seguir. No sé si lo entendéis. Sé muy
bien los “sentimientos” que tengo hacia ella y siguen intactos, pero yo no tengo esa
capacidad que tenéis los mortales de mezclar sentimientos contradictorios. Yo vivo
siempre serena y calmada, otro tipo de emociones no caben en mí. Así que no me siento
desesperada porque no me quiere a su lado. Al contrario, la entiendo y la respeto, acepto
su deseo y me alejo para que se tome todo el tiempo que necesite

La cuestión es, que sé que esto puede alargarse mucho, mucho tiempo, quizás incluso
nunca más vuelva a querer saber de mí. Tal vez eso sería lo mejor para ella... no sé,
quizás es que yo jamás debí entrar en su vida. Por eso me “sorprende” lo que ocurre ese
día...

Como aquella vez, no sé si os acordáis, estoy en una plaza céntrica y llena de gente.
Hoy el cielo no está tan soleado, pero tampoco creo que haga frío. Aunque tampoco
demasiado calor, pues frente a mí, una chica se pone sobre los hombros una rebeca. La
gente continúa con sus vidas, ajenas a mi presencia, con sus rutinas, sus
cotidianeidades... su vida, simplemente

Cierro los ojos, me concentro en lo que mis sentidos me quieran decir. No sé si alguien
me necesita pero debo hacerlo. Así que comienzo a escuchar sus pensamientos con
tranquilidad

... - Menudo imbécil de jefe que me tiene dando tumbos de un lado para otro, ¡joder!

... - ¿Cuánto hace que no llamo a mi madre? Me va a matar por no hacerlo...

... - Embarazada jajaja ¡Estoy embarazada!


El amor de los Ángeles 81

... M: Esther... aparece... por favor... aparece...

No me hace falta abrir los ojos. Tan solo pensarlo y ya estoy frente a ella. Estamos en la
azotea del hospital y se la ve bastante nerviosa. En sus rasgos puedo leer la confusión, la
necesidad de verme y hablar conmigo...

M: Aparece, por favor (implora, apoyada sobre la baranda y mirando hacia el horizonte)
E: Hola, Maca (digo suavemente a su espalda. Ella no se mueve, sé que me ha oído y
esta vez, a diferencia de las otras veces, no se ha sorprendido, ni ha dado un paso atrás,
ni le ha causado efecto alguno. Es como si hubiera aceptado lo que soy)

Se da la vuelta lentamente, me mira y yo la miro a ella, sonríe levemente al verme


¿cuántas veces he repetido lo mucho que me gusta su sonrisa? ¿Mil millones? La verdad
es que no me importa parecer repetitiva, porque lo cierto es que su sonrisa es lo más
maravilloso que existe en este mundo

M: Hola (me saluda con un tono de voz bajo, emocionado...)

Nos quedamos en silencio sin dejar de mirarlos. Podría pasar una eternidad entera que
sé que no me daría cuenta del transcurso del tiempo mientras esté inmoviliza a sus ojos.
Es ella la primera que desvía la mirada privándome de la luz que desprende, la que se
aleja un poco de la barandilla dando un paso hacia mí

M: Siento todo lo que te dije (comienza a decirme, como ya he dicho, me ha


sorprendido bastante que haya tardado tan poco en dar este paso, mucho más cuando
habla tan directamente, sin ningún tipo de rodeos sobre esto) pero... no lo entendía... y...
saber que tú te habías llevado a Irene era más de lo que podía aguantar en ese momento
E: Lo entiendo (le digo para que se calme, está intranquila y no quiero que lo esté) sé
que es demasiado para cualquiera, todo el mundo habría actuado de esa forma o peor...
M: Ya... (baja la cabeza, no quiero que lo haga) pero te debo una disculpa (vuelve a
decir levantando de nuevo la mirada, mejor así, mucho mejor)
E: No tienes que pedirme disculpas por nada
M: Te dije cosas... un poco horribles (sigue disculpándose)
E: No (le digo) actuaste de la manera más normal, no fue horrible, te lo aseguro
M: Está bien (dice haciendo una larga pausa, como si estuviera buscando las palabras)
¿Sabes? En realidad me alegro de que fueras tú... (yo la miro sin entender lo que quiere
decirme) no encuentro a nadie mejor para acompañarla... tú eres la mujer más
maravillosa que conozco y me alegro de que ella, de algún modo, llegara a conocerte...
(sonríe de lado, yo la imito) ¿Puedo hacerte una pregunta?
E: Sí, claro (le contesto con calma)
M: ¿Te dijo algo? (me pregunta) ¿Algo de mí?
E: Maca... (niego levemente con la cabeza, esto no debería de estar pasando, esto no es
cómo deben ser las cosas, pero la volver a mirarla veo que casi implora una respuesta,
no puedo negársela) me dijo que te quería... y que quería que fueras feliz
M: Feliz... (murmura) Esther yo...
E: Maca (la corto, porque sé cómo va a acabar esta conversación) tienes que buscar la
felicidad...
M: Pero no contigo (termina por mí la frase y yo cierro los ojos) ¿No es eso?
E: Yo... yo... yo... (¿Ahora tartamudeo?) yo no puedo... no podemos, Maca (le contesto,
tiene que entenderlo) tú y yo no podemos estar juntas (ella baja la mirada) Maca... yo...
El amor de los Ángeles 82

no voy a poder darte lo que tú necesitas (levanto la mano y acaricio su mejilla, esta vez
no me arrepiento como lo hice en su casa antes de tocarla. Ella cierra los ojos y ladea la
cabeza para sentir más mi tacto) Eres preciosa (susurro) y ojalá pudiéramos, pero no
podemos...
M: Pero yo te quiero (me dice volviendo a clavar la mirada en mí) y...
E: Lo sé (vuelvo a cortarla) Pero yo no puedo darte la vida que te mereces... cariño... yo
no... no siento el tacto (ella me mira sorprendida) no sé lo que son los sentimientos
humanos... no puedo hacerlo...
M: ¿No me sientes? (me pregunta, yo niego con la cabeza) ¿No sientes esto? (toma mi
mano y acaricia toda la palma, como aquella vez en que yo la acaricié. Niego con la
cabeza) ¿Ni esto? (termina de acercarse a mí y me abraza. No la siento... yo... yo no la
siento) Seguro que esto lo sientes... (y me besa. Une sus labios a los míos, con lentitud,
con calma, con intensidad)

Me gustaría deciros que ocurrió algo mágico. Que de pronto yo sentía el tacto de sus
manos en mi cadera, que pude reconocer el sabor de sus labios. Me encantaría deciros
que sentí una explosión en mi interior. Que de pronto el mundo, este o el otro, me dio la
oportunidad de saber lo que era un beso, de saber lo que se siente con un beso. Me
encantaría deciros que la sentí... pero no fue así. Yo no la sentía, ni saboreaba sus labios,
ni sabía si apretaba el abrazo o no lo hacía. Solo sé que me besaba, pero yo no sentía
nada... absolutamente nada...

Me separé de ella de manera leve. Le costó dejar mis labios, pero finalmente lo hizo con
la esperanza de que yo la hubiera sentido. Me miraba escrutando mis ojos, intentando
ver en ellos todos los sentimientos que ella había puesto en ese beso... pero no ocurrió...
yo no... yo...

M: ¿Lo has sentido? (me pregunto entre esperanzada y miedosa de que no fuera así)
E: No... (murmuré, no iba a mentirle, mucho menos con algo así)
M: Entiendo (dijo derrotada, dándose la vuelta para volver a apoyarse en la barandilla.
No sé qué pasaba por su mente, tampoco quise averiguarlo)

Me apoyé a su lado. No sabía si quería que me quedara o que me fuera pero me apoyé
en la barandilla, como ella lo hacía, a su lado. Durante varios minutos no dijimos nada,
absolutamente nada. Ni una sola sílaba salió de nosotras. Si yo sintiera, si tuviera las
emociones que vosotros tenéis, estoy segura de que este momento me resultaría
doloroso. Pero no era así. Yo seguía en mi estado sereno, repleto de paz, no como ella,
que parecía estar confusa, algo triste y decepcionada

M: Vero me ha pedido que nos casemos (dijo tras un buen rato de silenciosa compañía.
Yo la miré, ella no lo hizo) si... si tú y yo no podemos estar juntas... entonces seguiré
con mi vida y... Vero me hará feliz... (me seguía diciendo, como si quisiera disculparse)
yo la haré feliz... (parecía que más bien se auto-convencía de ello) le he dicho que sí,
que me casaré con ella (terminó de decir bajando la cabeza)

Ya está, todo ha acabado. Lo “he logrado” Maca seguirá con su vida sin mí. Aprenderá
a vivir sin mí. Lo hará, intentará ser feliz sin mí. Se casa con Vero, ha decidido hacerlo
incluso antes de nuestro último encuentro. Ya está, llegó el fin de un hipotético e
imposible “nosotras”. Era lo que yo quería ¿no?
El amor de los Ángeles 83

Sí, era lo que yo quería, que ella pudiera continuar con su vida, con su aprendizaje sin
que mi aparición trastornara su camino. Y lo he logrado, porque la verdad es que, este
final, era un final anunciado. Os lo explicaré:

Maca, antes de “conocerme” ya estaba con Vero, ya mantenían una relación más o
menos estable, ya eran pareja. Quizás al principio ella no quisiera darle más de lo que le
daba porque el “peso” de Irene aún lo llevaba a la espalda, pero eso no quiere decir que
con el paso del tiempo no lo hiciera. Posiblemente, si yo no hubiera aparecido, todo
habría seguido su curso hasta llegar precisamente a este punto. Ellas seguirían juntas,
Vero haría lo que estuviera en su mano para enamorarla, para que Maca le diera lo que
no le daba, se irían a vivir juntas y finalmente terminarían casándose. Sí, sé que eso es
lo que hubiera pasado...

Mi aparición, mi presencia en su vida, tal vez ha trastocado un poco ese futuro. Pero
finalmente ella ha sido más sensata, ha visto que su vida está con Vero y ha llegado al
destino que tenía establecido...

Así que tengo que darme por satisfecha, porque no solo sigue su vida tal y como debe
ser sino que Maca ha aprendido en este tiempo que puede volver a amar... que puede
volver a enamorarse, que puede ser feliz. Ahora solo le resta ponerlo en práctica con...
con... con... Vero...

Sí, era lo que yo quería, es lo que tiene que ser, es... es una ¡mierda! No sé qué me pasa,
no entiendo esto que me ocurre, creo que los mortales lo llamáis celos. Quizás estos
míos no son comparables a los vuestros. Los que sentís vosotros son más viscerales,
más duros, más... más humanos. Estos “celos” que yo siento, si podemos considerarlo
así, son más livianos, menos intensos, más “pacíficos” pero no me gusta nada. Nada
nadita nada...

No penséis, ni por un instante, que he dejado de pensar en aquello que me dijo Claudia,
en la posibilidad de hacerme mortal, en volver a tener una existencia humana como ella
la tuvo. No penséis ni por un segundo que no he barajado la posibilidad de hacerlo.
Incluso sé cómo se hace, yo también he hecho mis deberes... sé lo que debo hacer

La cuestión es... ¿Qué derecho tengo yo a hacerlo? ¿Con qué derecho vuelvo a ser
mortal habiendo disfrutado ya de una vida larga y, por los pocos recuerdos que me
quedan de ella, serena? Yo nací, crecí, tuve amigos, estudié, trabajé, viví... ¿Cómo
vuelvo ahora a volver a hacerlo? Yo no soy Dios, no, claro que no, solo soy un simple
Ángel que vela por almas un tanto perdidas... yo ya tuve mi oportunidad, ¿con qué
derecho reclamo una nueva?

Por no hablar de que, ahora, tras todo lo que ha pasado, no puedo volver a su vida...
¿Verdad? Es decir, ella tiene muy claro cuál va a ser su futuro... un futuro demasiado
próximo he de añadir. Tan próximo como que hoy se casa, en apenas una hora se casa...
¿cómo aparezco yo, después de todo lo ocurrido, después de “romperle el corazón” para
decirle, Maca, estoy aquí, ahora soy humana, ahora sí podemos estar juntas... antes no,
pero ahora sí...? La he mareado tanto, que sé que aparecer ante ella solo causará una
nueva confusión y tal vez un nuevo dolor
El amor de los Ángeles 84

¿Y qué hay de todo lo bueno que hago siendo lo que soy? ¿Qué pasará con esas almas
perdidas que aún espera que yo las ayude, que yo las cuide, las guíe, les haga “más
fácil” su camino si yo me marcho? También sería una forma de fallarles ¿no? Es decir,
hay mucha gente que depende de nosotros, me atrevería a decir que todo ser humano
depende, en algún momento de su vida, de nosotros... ¿qué pasa con ellos si yo doy el
paso? ¿Qué pasará con ellos cuando yo no esté? Sí, sé lo que estáis pensando. No soy el
único Ángel sobre la faz de la Tierra, hay muchos más velando por vuestras almas,
pero... ¿Dónde queda mi “sentido de la responsabilidad”? ¿Qué clase de Ángel sería yo
si desaparezco así como así?

Pero no puedo dejar de pensar en ella. Lo he intentado, juro que lo he intentado. No he


vuelto a prestarle atención, no he vuelto a verla, ni a acercarme, ni a aparecer ante ella,
ni siquiera me he permitido el lujo de averiguar cómo está

Y sin embargo hay algo sobre lo que no puedo dejar de pensar: ¿y si no llega a ser del
todo feliz con ella? ¿Y si yo, con tanto esfuerzo que he puesto en esto, estoy
equivocada? ¿Y si solo será feliz conmigo? Puede que suene pretencioso, pero es algo
en lo que he pensado muchas veces y para lo que no tengo respuesta. Hay algo que,
quizás no tenga demasiada importancia o quizás sí, pero la verdad es que, cuando
“conocí” a Vero, cuando la vi por primera vez, hubo algo que no terminó de cuadrarme.
Creo que os lo comenté, hubo algo de ella, no sé qué era, no sé si fue el fondo de sus
ojos, pero hubo algo que no terminó de gustarme... ¿Y si, en cierta manera, yo he
“empujado” a Maca hacia Vero y no es ella donde está su felicidad? ¿Y si es que
simplemente, tengo que dejar de pensar tantas tonterías porque realmente sí serán
felices y yo debería dejarlas seguir con su vida?

-: Es una difícil decisión, ¿verdad? (escucho tras de mí, encaramada como estoy a esta
azotea en uno de los edificios altos de Madrid. No os lo he contado, pero el “volverse
mortal” significa tener que dar un salto al vacío. Me doy la vuelta, sé quién es, no he
tenido el gusto de conocerla frente a frente, pero sé quién es, no me hace falta conocerla
para saberlo, todos sabemos quiénes somos tan solo con el sonido de nuestras voces)
E: Cruz... (la miro, la verdad es que es increíble. Cruz es una de las más antiguas, para
que me entendáis, si tuviéramos una jerarquía como las que tenéis vosotros en una
empresa multinacional, Cruz es a nosotros lo que un Director general es a vosotros)
C: Hola, Esther (me saluda con cordialidad, con cariño, afable y tranquila) Veo que
estás un poco confusa
E: Tal vez... (le contesto aunque sé que sabe lo que me pasa)
C: Verás (se sienta como a metro y medio de mí en el muro de la azotea) esto no es algo
nuevo, a todos en algún momento nos ha pasado (yo la miro un tanto sorprendida) sí...
es... bueno... digamos que es parte de nuestro aprendizaje (no me hace falta que me
explique de lo que habla porque lo sé perfectamente)
E: ¿Les pasa a todos? (le pregunto, porque la verdad, esto no lo sabía ¿Todos se
enamoran de un mortal?)
C: Sí, Esther, todos, en algún momento de nuestra existencia hemos sentido “amor” por
un mortal (genial... también lee mis pensamientos... La veo sonreír de lado) Como ya he
dicho es parte de nuestro aprendizaje... a todos nos pasa, nos “enamoramos” de un
mortal, aunque bueno, eso habría que matizarlo un poco (se vuelve a sonreír) no es un
“enamoramiento” propiamente dicho, digamos que no es como ellos, no nos
enamoramos como lo hacen ellos, pero sí podemos llegar a sentir un montón de cosas
que no entendemos al principio, que nos parecen que son los sentimientos más
El amor de los Ángeles 85

maravillosos que hemos sentido, y quizás lo sean, pero no es como ellos... nos sentimos
perdidos en cierta manera, y sí, como ya te he dicho es una forma de “enamorarnos”
E: No lo entiendo (es cierto, no lo entiendo, porque yo sí me siento enamorada, y no le
veo ninguna diferencia a este sentimiento que tengo al que sienten los mortales)
C: Ya... digamos que un ángel, siente amor por todas las almas, ese es el motor de
nuestra existencia, Esther (me dice con tranquilidad y en ningún momento se acerca a
mí, yo sigo subida al bordillo, ella no hace ni el intento de hacer que me baje de él) pero
hay almas, un tipo de alma en concreto que hace que ese Amor se magnifique, y eso es
lo que te ha pasado, es lo que nos ha pasado a todos, has encontrado ese Alma que te ha
hecho, sí, vale, digámoslo así, enamorarte
E: ¿A ti también te ha pasado? (le pregunto, porque casi no puedo creerlo... ¿si ha
sentido eso, como es posible que lo dejara marchar?)
C: Claro (dice con una enorme sonrisa) como ya te he dicho es parte de nuestro
aprendizaje... pero debemos dejarlos ir (vuelve a contestar a mi pregunta) nosotros ya
tuvimos una vida, ya pasamos por eso, ya aprendimos todo cuanto tuvimos que
aprender, y por eso estamos aquí... porque ya no hay nada que esa vida pueda darnos
que nosotros no hayamos aprendido ya (me mira y veo un enorme cariño hacia mí en
sus ojos) es normal que te sientas así, es normal que quieras... dar el salto... pero tienes
que poner todo en una balanza, Esther... hay mucha gente que te espera, muchas almas
que te necesitan... mucha gente que necesita tu ayuda... y sinceramente... no creo que lo
más correcto sea tirarlo todo por la borda (genial...) no me entiendas mal (creo que ha
captado mi tono) no es que vayas a hacer algo malo, claro que no... pero sí es cierto
que... tienes que aprender la lección de todo esto y seguir adelante...
E: ¿Y si no la aprendo?
C: Ya lo has hecho (me mira de forma maternal) por eso no nos hemos implicado, por
eso hemos dejado que sigas tu camino... tenías que aprender y has aprendido... la has
guiado a su futuro, a su destino, esta era quizás, la prueba más difícil que todos debemos
pasar, y tú lo has hecho, has aprendido y, como dicen los mortales (se sonríe al decir
esto) has madurado
E: ¿Por qué me cuentas ahora todo esto? ¿Por qué no antes? (le cuestiono sin ningún
tipo de reproche)
C: Como ya te he dicho, porque tenías que pasar por ese aprendizaje tú sola... y bueno...
porque has llegado aquí, planteándote saltar o no y... sinceramente, no podemos
perderte (me mira) eres demasiado importante... no solo para nosotros sino para muchos
mortales...
E: ¿Has venido a convencerme de que no lo haga? (le pregunto y estoy un poco
¿Indignada?)
C: No, claro que no (vuelve a sonreír) yo no puedo convencerte de eso... tú puedes
elegir, libre albedrío ¿recuerdas? (me mira y sé que sabe cómo fue aquella conversación
con Claudia) solo intento poner en una balanza lo que tienes, lo que eres y lo que serás...
pero no puedo convencerte de nada... tú eliges...
E: Ya...

Y no digo nada más, porque ya no hay nada que decir. Miro hacia abajo, el mundo
entero bajo mis pies... un solo paso, un solo salto y volveré a ser Mortal, volveré a tener
sentimientos humanos, volveré a ser humana, tendré una nueva vida, podré tener hijos...
podré tener una segunda oportunidad para hacer aquellas cosas que no hice la primera
vez, sean cuales sean...
El amor de los Ángeles 86

Miro a Cruz, que me mira sin ningún tipo de juicio, sin ningún tipo de reproche y siento
la paz, la calma, todo lo bueno que me da este mundo... la gente que he ayudado pasa
ante mí como si de un desfile se tratara... aquel chico que no llegó a suicidarse, aquella
anciana que vio reafirmada toda su fe, aquella madre que se calmó en cuanto la toqué y
recuperó las fuerzas cuando le susurré al oído que su hijo aparecería tras un día entero
en el que el pequeño se perdió... o aquella otra joven que conducía el coche a demasiada
velocidad mientras las lágrimas asomaban por su mejilla porque su chico la había
dejado y que estuvo a punto de tener un accidente serio y a la cual yo tranquilicé, logré
que parara el coche y se calmara antes de continuar... miles de personas, miles de almas,
unas más perdidas que otras pero todas me necesitaban, a todas ayudé... y finalmente
Maca... Maca y su sonrisa... Maca y su maravillosa mirada... Maca y la tristeza profunda
marcada en sus ojos que se fue borrando poco a poco cuando me conoció... Maca y su
bordería... Maca y su sentido del humor... Maca... mi grandiosa Maca...

E: Creo que... (sonrío levemente, ella también lo hace, no me juzga, no me presiona.


Sabe lo que voy a decir) preferiría morir por ese dolor del que me han hablado... que
toda una eternidad sin ella (termino de decir. Miro a Cruz, que asiente con la cabeza,
aceptándolo, sin reproches, sin rencores... yo sonrío y finalmente, salto al vacío)

Voy a intentar explicaros lo que siento en aquella caída. Son tan solo 30 segundos. Los
30 segundos más intensos de mi vida. Mientras caigo, se me vienen a la mente
recuerdos, ahora ya nítidos, de lo que fue mi vida, mi “primera vida”, tras ellos, miles
de imágenes de cuando era Ángel... todo lo que dejo atrás pasaba por mi cabeza... Es
una sensación muy intensa, muy, muy extraña. Supongo que se puede asemejar a eso
que algunos mortales dicen que pasa cuando estás al borde de la muerte, que toda tu
vida pasa por tu mente como si fuera una película...

Juez: Verónica, ¿Consientes en contraer matrimonio con Macarena?


Vero: Sí, consiento

A una velocidad vertiginosa veo acercándose el suelo. No, para quien se lo pregunte, no
tengo miedo. Muy por el contrario, estoy feliz, feliz por esta caída, porque sé lo que
conllevaba. No me da miedo llegar al suelo, no me da miedo el “golpe” no, claro que
no. Lo único que quiero es llegar, llegar al suelo y buscarla, porque lo que me empuja a
esto, lo que me ha empujado a este momento es poder estar con ella

Juez: ¿Eres consciente de que lo contraes en este acto?


Vero: Lo soy

No sé si va a aceptarme, no sé, si después de todo, va a querer estar conmigo pero al


menos, sé lo que se sentirá, porque eso quiero, sentirla, amarla como se merece, poder
tocarla, que me toque y sentir que lo hace... deseo con toda mi alma estar a su lado...

Con el paso de los metros voy sintiendo le aire en mi cara, un aire que por la velocidad
que tomo, casi podría decirse que me corta el rostro, es increíble esta sensación. Lo
El amor de los Ángeles 87

siento, siento el golpe de aire en mi rostro... por fin lo siento... y es... es una de las cosas
más maravillosas del mundo

¿Sabéis esa sensación de que podéis hacer todo lo que queráis? Pues así me siento. Me
siento fuerte, me siento... llena de vida, tengo ganas de hacer mil cosas, tengo ganas de
probarlo todo, quiero vivir, vivir con todas las letras, saber lo que es el amor, hacer el
amor, besarla, tocarla, quiero todo lo que nunca he tenido...

Soy... soy una persona normal... soy mortal... y también frágil

Juez: Macarena, ¿consientes en contraer matrimonio con Verónica?

En los últimos metros de la caída siento miedo. Un sentimiento que no he sentido


nunca. Tengo miedo, mucho miedo, de hecho, puedo decir que estoy total y
absolutamente aterrada. Por lo que va a pasar, por lo que está pasando, porque no sé qué
me espera, que voy a sentir... porque no sé si la he perdido...

El suelo se acerca a mí, o yo al suelo, con una velocidad rápida, demasiado rápida. La
imagen de Maca sonriéndome me calma un poco, demasiado poco y es lo último que
veo antes de estrellarme con el suelo. A partir de ahí: Oscuridad

-: ¿Puedes oírme? (escucho a lo lejos. Abro mínimamente los ojos, un hombre que no
reconozco está casi tumbado sobre mí) ¿Puedes oírme? (me repite pero no puedo
contestar ¿qué me pasa?)

-: Tranquila (escucho de nuevo, cuando mis ojos parecen volver a abrirse menos de un
centímetro) tranquila... vamos hacia el hospital (es el mismo hombre de antes... ¿al
hospital? ¿Por qué? Levanto el brazo un poco y veo algo rojo recorrer mi mano ¿Eso es
sangre?) No... no te muevas (aborta mi movimiento)

-: Quiero placas, analítica, TAC craneal y pide quirófano (escucho de nuevo y todo es
demasiado confuso. Ahora hay otro hombre junto a mí, examinándome... ¿por qué me
examina? Yo estoy bien, yo no me hago daño) no se preocupe (me dice, yo casi ni
puedo moverme, no entiendo qué me pasa) vamos a operarla... se pondrá bien...
El amor de los Ángeles 88

Sé que estoy tumbada, sé que tengo los ojos cerrados, cosa rara pues yo, no acostumbro
a cerrarlos nunca si no es para escuchar a quien me llama. No sé muy bien qué ha
pasado y hago el esfuerzo por recordarlo... Yo estaba en aquella azotea... hablaba con
Cruz... salté, ¡sí, salté! Entonces... ¿he dejado de ser un Ángel? ¿Soy mortal otra vez?
Me concentro en mi cuerpo, se supone que tras una caída así, debería sentir dolor, pero
lo cierto es que, o todos son unos exagerados a cuenta del dolor o yo no siento nada...
¿De verdad soy mortal? No hay ningún signo evidente ahora mismo de que lo sea...

Abro los ojos, me cuesta hacerlo, vale, este es el primer signo evidente, no es que me
cueste, es que es una tarea imposible hacerlo. ¡Ja! ¡Soy mortal! Casi no puedo creerlo...
es... es... increíble... vale, tengo que levantarme e ir a buscar a Maca... Consigo abrir los
ojos y tengo que volver a cerrarlos ¡JOOOOODEEERRR! ¿Pero a quién se le ha
ocurrido ponerme una bombilla en los ojos? ¡¡¡Dios!!! ¡Me duele la cabeza! No, no me
duele, ¡Me va a explotar! ¡Literalmente me va a explotar! ¿¡Pero cómo lo aguantáis!? Es
imposible... joder, joder, joder... Definitivamente ya no soy un Ángel

Claudia: Esther... (¿eh?) Esther... soy Claudia... (ah, vale... Claudia... ¡CLAUDIA!
¡Mierda, recordadme que no me grite a mí misma!) abre los ojos, Esther (sí, claro, en
eso estaba yo pensando, para que me vuelva a matar la luz esa... ) Vamos... abre los
ojos, Esther...
E: Cla... (¡coño! Ni siquiera puedo hablar, es más, termino tosiendo por el esfuerzo
DIOSS ¡Como me duele el pecho! ¡¡¡Esto es el infierno!!! ¿Es que me han mandado al
infierno por querer dejar de ser un ángel?) Clau... dia (bueno... al menos sé que puedo
hablar)
Claudia: Soy yo (me dice y en su tono siento cariño) abre los ojos... (vale, está bien...
lo intentaré)
E: Claudia (digo una vez abro los ojos, al menos ha tenido la delicadeza de apagar la
luz, enfoco la mirada, me cuesta un poco hacerlo) ¿Dónde... dónde estoy? (le pregunto y
siento la boca absolutamente seca... diría que casi apelmazada)
Claudia: Estás en el hospital (me contesta situándose a mi lado)
E: Soy... soy... (joder cómo cuesta hablar con la lengua así de seca...)
Claudia: Sí, eres mortal (me dice intentando sacarme una sonrisa) espera, te traeré un
poco de hielo picado... seguro que tienes la boca seca (menos mal que me entiende...)

Soy mortal... soy mortal... vuelvo a vivir... a vivir como vosotros... jejeje ¡Auch! ¿No os
he dicho que me recordéis que no grite? Pues tampoco que me ría... Uff... pues... joder,
sí que duele... Vale, Esther, relájate, respira... ayy, no tan fuerte... venga, otra vez,
respira... así, sí... venga, vamos a lo importantE: Maca... tengo que verla, tengo que ir a
verla y decirle lo que está pasando... tengo que...

Enfermera: Hola, Esther (¿y tú quién eres?) Ya me ha dicho Claudia que te has
despertado (sonríe amable, yo le devuelvo al sonrisa) voy a sacarte sangre ¿vale?
(afirmo con la cabeza y ella se posiciona a mi lado toma mi brazo y me pincha)
E: ¡Ayyy! (duele, duele, duele, duele ¡De amable no tienes nada! Joder, cómo duele...)
Enfermera: Tranquila... solo es un momento (uff uff uff uff uff) ya está... ¿No ha sido
para tanto verdad? (¡Já que no!) ahora vuelve Claudia... (sí, sí, vale pero yo lo que
quiero es irme para ver a Maca...)
El amor de los Ángeles 89

De nuevo me quedo sola y no sé muy bien cómo me siento. Obviamente dolorida, no,
muy dolorida... tampoco, inmensamente dolorida, terriblemente dolorida, sí, más o
menos así... pero lo que me importa es Maca... solo quiero ver a Maca... sé que cuando
la vea, todo este dolor desaparecerá...

Claudia: Ya estoy aquí (dice entrando y poniendo un poco de hielo picado en mi boca.
¡Joder qué frío está esto! Pero qué bien me sienta... ya no tengo la boca como si fuera un
estropajo usado...) bien... a ver, Esther, escúchame (me dice y yo la miro con
curiosidad) estás en el hospital... llevas aquí una semana ( ¿Tanto?) la caída fue un pelín
bastante fuerte... te has roto las dos piernas, así que vas a tener que estar con silla de
ruedas al menos un mes y medio (¿Qué yo me he roto qué?) y hemos tenido que
operarte un par de veces... lo peor fue el golpe en la cabeza pero por suerte no ha pasado
nada malo (me dice con cariño en la voz, es como si supiera cómo me siento,
desorientada, confusa y algo perdida ¿Cómo puede alguien tener estos sentimientos?
¡Son tan desoladores!) te vas a poner bien (me anima) ya verás...
E: ¿A... a ti te... te pasó lo mismo? (le pregunto con bastante esfuerzo)
Claudia: Bueno... mi caída no fue tan grave... claro que yo no me tiré desde la azotea
de un edificio tan alto como tú (dice intentando bromear) Todos piensan que es un
milagro que estés aquí (sé que ella no, porque más leve o más grave, sé que sabe que no
morimos en la caída) cuando llegaste estabas indocumentada (me sigue contando) y
hasta que no entré el lunes a trabajar nadie supo quién eras... me llevé una enorme
sorpresa al verte... y bueno... hablé con Ángel, es un amigo mío, también fue un ángel,
de ahí su nombre (muy propio, sí) trabaja en el registro civil... te ha conseguido
documentación nueva (saca un montón de papeles que no tengo ni idea de lo que son)
en cuanto podamos sacarte una foto te haremos el DNI, pasaporte y demás... (sí vale,
pero no es eso lo que me interesa... ¿por qué no ha mencionado a Maca en todo este
tiempo? ¿Por qué Maca no está aquí?)
E: ¿Y Maca? (le pregunto y ella desvía su mirada... malo, eso debe ser malo... baja la
cabeza y al mirarme lo hace con algo de tristeza y consternación...)
Claudia: Está de luna de miel (me contesta con suavidad... yo la miro, la miro y veo
que no me miente... no llegué a tiempo... Maca se ha casado... Dios se ha casado... y yo
que me quejaba del dolor físico... ¡Esto es infinitamente peor!)

Se ha casado... se ha casado... se ha casado... se ha casado... mi mente lo repite una y


otra vez, torturándome... duele mucho... joder ¡Duele demasiado! No tenía que haber
sido así... ella no... no tenía que haberse casado... se supone que yo debí llegar a tiempo
y... no sé, impedir la boda o decirle que la quiero o... ¡Ni siquiera sé qué era lo que tenía
que hacer! Pero ahora ya... ya se ha acabado... ella se ha casado y yo... yo estoy en esta
cama sin poder moverme... Me duele... me duele mucho...

Claudia: Shhh (escucho a Claudia que se acerca a mí con cuidado) no llores, Esther

¿Estoy llorando? Me toco la cara y siento como me mojan las lágrimas, sí, estoy
llorando... y no me gusta, no me gusta llorar, no me siento bien así y sin embargo no
puedo parar... ni siquiera sé de donde salen tantas lágrimas, no termino de limpiarme
una cuando ya tengo otra surcando mi cara...

Claudia: Venga... Esther, cálmate (me pide y yo no puedo, no puedo hacerlo... quiero...
quiero dejar de sentir esto quiero... quiero dejar de llorar...)
El amor de los Ángeles 90

E: Me duele (le digo con la voz rota, casi hasta me cuesta reconocer mi voz)
Claudia: Lo sé (y me abraza, es la primera vez que siento el contacto con alguien, es...
reconfortante, es una buena sensación, siento su abrazo de una manera maternal y sigo
llorando en su hombro mientras Claudia susurra palabras de ánimo y consuelo...)

Claudia me acoge en su casa. Ya me han dado el alta y no tengo donde ir, mucho menos
así como estoy. Se está portando genial conmigo... no sé por qué lo hace, supongo que
entre nosotras siempre habrá un vínculo, por lo que fuimos y lo que hicimos...

Han pasado dos semanas... las dos semanas más horribles de mi vida, bueno de lo que
se puede considerar que llevo de vida, de esta nueva vida que me la veía feliz y se está
convirtiendo en un infierno. Estoy triste. Lloro demasiado. Me duelen las piernas, me
duele el pecho, me duele la cabeza pero sobre todo... me duele el alma... No sé cómo
voy a poder con esto, no sé cómo voy a sobrevivir así... antes todo era fácil, antes todo...
todo era diferente... antes... Claudia dice que no piense en el “antes” o me volveré loca,
supongo que tiene razón pero os aseguro que es muy difícil no hacerlo

Maca la ha llamado un par de veces, Claudia no le ha contado nada, supongo que no es


algo que deba contarse por teléfono. Mi corazón da un vuelco enorme cada vez que sé
que están hablando por teléfono. La sola idea de escuchar su voz me altera y siempre
termino con lágrimas en los ojos...

Siempre pensé, cuando era un ángel que lo peor que podrías sentir sería un fuerte dolor
físico. Hoy sé, con absoluta certeza, que me equivocaba. El dolor físico no es nada, que
me duelan las piernas no es nada, que de vez en cuando me cueste respirar no es nada...
no, nada es comparable con este dolor que siento, es como si me hubieran roto el alma,
como si tuviera el corazón hecho añicos y creo que nunca se recuperará...

Apenas hablo de ello, si lo hago, terminaré llorando una vez más y creo que Claudia ya
está demasiado preocupada como para preocuparla más... Gimeno, su marido, intenta
animarme, su hijo no deja de hacerme carantoñas, es como si todos supieran lo mal que
me siento y quisieran ayudarme... tengo que agradecerles tantas cosas a esta familia...

Estoy viendo la tele, con el hijo de Claudia sentado a mi lado. Intentando pensar en otra
cosa que no se en Maca y su... su... su mujer... ¡Dios, su mujer! Hasta ahora no la había
reconocido como tal pero es lo que es, es su mujer... están casadas... están...

El timbre suena, Claudia va a abrir y todo mi cuerpo se queda tenso, mi corazón bombea
con fuerza y rapidez, ¡creo que me va a dar un infarto! Es su voz... es... es su voz... es
Maca, está aquí... Maca está en esta casa, a pocos metros de mí... no puedo dejar que me
vea así... Intento ir a mi habitación, intento ocultarme pero soy demasiado torpe con esta
silla de ruedas y antes de que ni tan siquiera pueda empujarla Claudia ya la ha invitado a
entrar...

¿Habéis sentido alguna vez que el mundo se para y que no hay nadie más a vuestro
alrededor, o que todo ocurre a cámara lenta? Yo siempre pensé que eso eran, en cierta
medida, exageraciones de gente enamorada, siempre pensé que es absurdo que alguien
sienta eso pues ¿cómo va el mundo a pararse por ver o estar junto a una persona? Pues
he de decir que, una vez más, yo me equivoqué, he de decir que las cosas que yo creí
El amor de los Ángeles 91

exageraciones no son, para nada, exageradas. Porque mi mundo se paró en cuanto ella
apareció ante mí. Porque no había nadie más a mi alrededor, porque todo ocurrió a
cámara lenta. Solo escuchaba el sonido de mi corazón, nada más, cuando la miré,
cuando levanté la cabeza y la miré, sus ojos se clavaron en los míos y juro que todo lo
que yo sentía cuando la miraba siendo un Ángel no es nada comparado con esto... es la
mirada más bonita del mundo... por muy sorprendida que esté

M: Es... Esther (consigue pronunciar y yo casi me caigo de esta silla al oírla)


E: Ho... ho... hola (logro decir yo, y me cuesta muchísimo hacerlo)

Creo que es entonces cuando se fija en mi estado, cuando ve mis escayolas, los rasguños
que aún me quedan de un par de heridas, creo que es ahora cuando comprende lo que
ocurre, sus ojos se abren como platos no puede creerlo... yo sonrío levemente, es una
sonrisa triste, pero en estos momentos es la mejor que puedo dedicarle

M: ¿Qué te ha...? (dice inmóvil y alguien la corta...)


Vero: Maca, mi amor, Claudia dice que... (Vero también se corta, entrando en el salón y
mirándome sorprendida...)

Y yo... yo descubro, con dolor y en cuestión de segundos, lo que es subir al cielo, para
bajar de un golpe al mismísimo infierno...

Vero: ¿Pero qué te ha pasado? (me pregunta bastante asombrada al ver el estado en el
que me encuentro)
E: Hee... he tenido un accidente (le digo y no la miro a ella, bueno, durante un segundo
sí, pero los ojos de Maca son tan atrayentes, tanto que no puedo dejar de mirarlos)
M: ¿Por qué...? ¿Por qué... no me habéis avisado? (pregunta mirándome a mí e
intermitentemente a Claudia, ella sabe lo que ha pasado, que yo tenga estas
magulladuras y las piernas rotas es más que una prueba evidente para ella de lo que ha
pasado. Le cuesta hablar y en sus ojos hay curiosidad y ¿culpabilidad? No lo sé, la
verdad es que esto de intuir los sentimientos de la gente se me daba mejor antes...)
Claudia: No queríamos molestaros en vuestra luna de miel (contesta Claudia por mí, ya
que yo soy incapaz de decir ni una sola palabra ahora mismo. Claudia nos mira,
mientras que nosotras no podemos apartar nuestros ojos la una de la otra, Vero
comienza a poner una mirada de extrañeza y curiosidad) Ehh... Vero, ¿Me acompañas a
la cocina? Preparamos café, sacamos unas pastas y ya que estáis aquí nos contáis que tal
ha ido vuestro viaje
Vero: Bu... Bueno no sé si (no deja de mirarnos de manera intermitente, yo bajo mi
mirada)
Claudia: Venga, y así me vas adelantando cositas, que me muero por saber qué tal las
Islas Griegas (Vero es como... no sé cómo describirla, quizás un tanto superficial... no
sé si es la palabra, pero es tocarle un tema que le guste más de lo que está haciendo o
viendo y es como si nada más existiera. Claudia parece conocerla demasiado bien...)
Vero: Bueno, no te lo vas a creer... son una maravilla, unas playas y... (y de esa forma
describiendo las cuantiosas cualidades de las famosas Islas Griegas, Claudia y Vero
entran en la cocina dejándonos a solas...)

Nos quedamos quitas, mirándonos, como antes, pero es... es mejor, es más intenso y
también, dada la situación en la que nos encontramos ambas, más dolorosa. Me siento
nerviosa, muy nerviosa, pero no es como antes. Antes, cuando era Ángel, mis nervios
El amor de los Ángeles 92

no eran tan evidentes, estaba calmada dentro de mi nerviosismo ahora... ahora me


tiembla todo, mi voz seguramente sonará temblorosa y mi corazón va a mil por hora...

M: ¿Qué... que has hecho, Esther? (me pregunta, tomando fuerzas para hablar, me mira
sin poder creer lo que ve, es tan... tan... tan hermosa...)
E: No lo sé (como os he dicho, mi voz suena temblorosa y tomada) no lo sé, Maca...
yo... yo... (¿Por qué no puedo dejar de llorar?)
M: Shh... sh... shh... (me sisea mientras se va acercando a mí, acuclillándose ante mí...
¡Dios, qué bien huele!) ¿Cómo... cómo es posible?
E: Maca... (no me atrevo a tocarla... ahora no quiero preguntas, ni respuestas, solo
quiero tenerla cerca... pero no me atrevo a tocarla...)
M: Esther... (a ella parece que le ocurre lo mismo porque se olvida de preguntarme, se
olvida de mis respuestas... sonríe, sus ojos están vidriosos, como yo, seguro que tiene
ganas de llorar...)

Toma mi mano entre las suyas... es cálida, muy cálida, me sonríe cuando la miro con
sorpresa, sabe que la siento... y quiere que lo haga. Con delicadeza, tan lentamente que
parece una agonía lleva mi mano a su rostro. Yo la acaricio y ella cierra los ojos al
contacto. Imito su gesto... es tan suave... tan dulce, es tan... tan... tan perfecto...

M: ¿Lo sientes? (me pregunta con la voz tomada, emocionada)


E: Te siento (le contesto del mismo modo, mientras que mis lágrimas surcan mis
mejillas...)
M: Esther... (susurra... veo que quiere acercarse, veo sus ojos bajar de los míos a mis
labios, creo que sé lo que quiere hacer...)
E: Estás casada (es lo único que digo y ella aborta el movimiento, me mira a los ojos,
supongo que ve la tristeza en los míos, lo mismo que yo veo en los suyos...)

Y la magia se pierde, Maca se separa de mí, se levanta de nuevo. Cuando va a decir algo
se queda callada al escuchar las voces de Claudia y Vero cada vez más cerca. Poco
tardan en entrar. Claudia nos mira confusa, supongo que se ha dado cuenta de la tensión
que existe en este momento en el ambiente. Vero, sin embargo, se acerca a su mujer y la
besa para sonreírnos después a las dos. Y yo desvío mi mirada incapaz de verlo...

Llevo toda la noche sin dormir. No consigo hacerlo. Cierro los ojos, sí, pero no consigo
relajarme lo suficiente para dormirme y me siento cansada, muy cansada, pero no
puedo... además, me duele todo...

La tarde y parte de la noche ha sido dura, porque no solo se han quedado toda la tarde
sino que finalmente se han quedado a cenar, Gimeno se ha empeñado en cuanto ha
vuelto del hospital. La conversación se ha centrado en su viaje, en el estupendo,
maravilloso, perfecto y romántico que ha sido el viaje... Vero no ha parado de relatarnos
lo bien que se lo han pasado, lo felices que son estando juntas y lo mucho que les ha
gustado las Islas Griegas y por descontado, la habitación del hotel

Yo me he quedado callada durante todo el tiempo, apenas he sido capaz de levantar la


mirada o de sacar una mínima sonrisa. Las pocas veces en las que las he mirado, Vero
aparecía ante mí con una sonrisa enormemente amplia, y Maca intentando guardar las
El amor de los Ángeles 93

formas pero sé que se sentía incómoda. La conversación, como os podéis imaginar, la


monopolizaron Claudia, Vero y Gimeno... Ha sido horrible... terriblemente horrible...

Así que aquí estoy, tumbada en la cama, sintiéndome bastante incómoda, en toda la
noche no he conseguido encontrar una postura en la que no me molestaran ninguna de
las piernas... así que imaginaos lo que he dormido... Nunca pensé que necesitara dormir,
pero la verdad es que lo necesito, porque estoy realmente cansada. Claudia se ha
despertado hace rato, creo que tiene turno esta tarde en el hospital, pero la noto
nerviosa, quiero decir, que no para de dar vueltas por la casa, como si estuviera
esperando a alguien...

El timbre suena, lo que hace que me dé cuenta de que estaba en lo cierto, está esperando
a alguien. Agudizo el oído en cuanto escucho que Claudia saluda y es Maca quien
contesta. Mi corazón una vez más vuelve a acelerarse. Espero con desánimo oír el
“Saludo estúpido y cantarín de la rubia teñida” pero no llega, al contrario la puerta se
cierra y ellas van hacia el salón. Es una suerte que mi habitación quede tan cerca de él...

Claudia: ¿Y Vero? (le pregunta, eso, eso, ¿dónde está tu flamante mujercita?)
M: Ha quedado con su hermana (le dice) querían ir a comprar un sofá nuevo o yo que sé
(pues sí que sabes bien donde está tu mujer...)
Claudia: ¿Va todo bien? (menuda preguntita, Claudia)
M: ¿Cómo está? (le dice directamente sin contestar a su anterior pregunta y yo no
puedo evitar sonreír, está preocupada por mí... ¿no es adorable?)
Claudia: Dolorida... cansada... y adaptándose a esto (le dice Claudia con cautela) ahora
está dormida... creo que no ha pasado buena noche (eso de dormida te lo has inventado
un poco Claudita... aunque claro, para no preocuparla más, cuando ha entrado en mi
habitación yo he fingido dormir)
M: Ya... (por su tono de voz me da que no entiende nada) ¿Qué es lo que ha pasado? (le
pregunta, como yo decía, no entiende nada)
Claudia: Saltó (le contesta, pero es una respuesta demasiado corta, sin explicación
ninguna...)
M: No lo entiendo...
Claudia: Verás... (Claudia se queda en silencio, supongo que está pensando en cómo
decirle todo esto) Existía una posibilidad, Maca... ella podía elegir, podía cambiar su
existencia y lo ha hecho... es mortal... ya no es un Ángel...
M: No lo entiendo (repite y creo que su tono de voz es angustiado) ella no... no me dijo
nada, no me contó nada de eso...
Claudia: No era fácil para ella (le dice) Maca... ella de verdad quería dejarte hacer tu
vida... no sabía qué iba a pasar y... la decisión que ha tomado te aseguro que es una de
las más difíciles a las que ha tenido que enfrentarse (sigue diciendo y por lo que la
conozco, diría que Maca la está mirando con una ceja alzada, preguntándose cómo sabe
Claudia tanto) dejar de ser lo que ella era, no es algo que se tome a la ligera... ha de
haberlo pensado mucho, y ha debido estar muy confusa... supongo que no te dijo nada
porque no sabía si podría hacerlo, es posible que no quisiera darte esperanzas...
M: ¿Cómo sabes todo eso? (le dice y yo, en su situación, también habría preguntado lo
mismo)
Claudia: Porque yo también fui un Ángel (ahí, sin anestesia, sí señora)
El amor de los Ángeles 94

Se han quedado en silencio. Eso o han bajado la voz y no soy capaz de escucharlas...
agudizo mi oído, pero la verdad es que es demasiado complicado... era más fácil cuando
podía estar ahí sin que nadie lo supiera... ojalá pudiera estar ahí

M: ¿Qué? (suena tan fina, tan aguda que estoy segura de que no se lo puede creer)
Claudia: Hace muchos años de eso (le dice intentando quitarle importancia) pero sé por
lo que está pasando... sé por lo que ha pasado y entiendo que no te lo dijera...
M: ¿Por qué no me dijiste nada? (le cuestiona sin poder borrar su asombro)
Claudia: No me habrías creído (apuesto lo que queráis a que Claudia está sonriendo)
eras tan escéptica, Maca... te reías de mí y de “mis cosas raras” como tú las llamabas...
no es fácil decirle algo así a alguien, mucho menos a alguien que no cree en ello...
M: Pero debiste decírmelo... cuando ella me lo contó debiste decírmelo (le reprocha) y
lo único que intentaste era quitarme ideas de la cabeza...
Claudia: Porque no pensé que Esther lo haría (se defiende y yo la entiendo, no puedo
reprocharle nada) no creí que fuera a hacerlo... Esther tenía claro que quería ser un
Ángel, que quería que tú siguieras con tu vida y fueras feliz... yo no podía decírtelo...
(sé que se siente mal y yo me siento culpable, no me gusta sentirme culpable) No quería
verte mal... yo también quería que fueras feliz y creí que no podría ser con Esther...
Cuando me enteré de que estaba en el hospital... tú ya te habías ido de viaje con Vero,
Maca...
M: No sé qué tengo que hacer ahora (murmura y el nudo que tengo en mi estómago se
hace más fuerte, me aprieta más, recordándome que yo tengo la culpa de que se sienta
así... no me gusta sentirme culpable, y es así como me siento) No... no podía imaginar
que esto pudiera pasar... ella me dijo que jamás podríamos estar juntas y... ahora estoy
casada (le dice y creo que... ¿está llorando? No llores, Maca, odio que llores) no puedo
dejar a Vero ahora que nos acabamos de casar y... tampoco sé a qué atenerme con
Esther... no sé qué hacer...

No sé qué están diciendo. Oigo murmullos pero no consigo identificarlos... han bajado
la voz y soy incapaz de oírlas. Sé que Claudia está diciéndole algo y Maca le contesta
pero no sé qué dicen, ni de qué hablan... supongo que si Maca estaba llorando, Claudia
la estará consolando, pero me frustra no saber qué se están diciendo

Escucho pasos que se acercan, Claudia le está diciendo que esté tranquila y ella no le
contesta. La manija de la puerta se mueve, va a entrar... ¿qué hago? ¿Qué le digo? Antes
de que pueda contestarme a mí misma lo único que se me ocurre es cerrar los ojos,
como hice con Claudia fijo dormir, Maca entra y con cuidado se sienta a mi lado

Me acaricia el rostro, tengo que hacer un grandísimo esfuerzo por no moverme. Me


gusta cómo me acaricia, tan suavemente, tan delicadamente... con tanto cariño que es
como... como un bálsamo, como la mejor de las medicinas...

M: Lo siento (susurra con la voz tomada. Siento que se mueve, se agacha y casi me da
un infarto cuando sus labios acarician mi frente. Me está besando... Dios, ¡me está
besando! Deja un par de besos leves en mi frente, es la sensación más bonita del
mundo...) lo siento (vuelve a susurrar, no sé qué es lo que quiere decirme con eso, no sé
qué es lo que siente pero me da igual, en este momento me da igual porque solo el tacto
de sus labios ha hecho que mi corazón vuelva a latir de alegría...)
El amor de los Ángeles 95

Al cabo de unos segundos se levanta y sale de nuevo de la habitación. No he sido capaz


de abrir los ojos y hacerle ver que estaba despierta, porque sus besos me han dejado en
el limbo... pero cuando sale de la habitación, cuando se despide de Claudia diciéndole
que ha quedado con Vero en encontrarse con ella y su hermana, entonces toda mi
alegría se pierde y vuelvo a sentirme terriblemente sola...

Lo que ha pasado en el último mes es bastante simple de contar: Nada. Eso es lo que ha
pasado, absolutamente nada. Me he pasado estos 30 días metida en casa de Claudia,
agradeciendo sus atenciones, por supuesto pero muerta de aburrimiento. Esto de estar
con las dos piernas escayoladas es un auténtico asco. No creí que el aburrimiento fuera
tan... tan... aburrido... me agota no poder hacer nada y mucho más estar así. Creo que he
visto todo lo que ponen en televisión, he escuchado todo lo que dicen en la radio e
incluso he aprendido a usar Internet, algo que es más fácil de lo que pensaba

Me paso el día aquí, sin tener nada que hacer, sin poder hacer nada, Claudia me lleva a
pasear alguna vez, pero no tantas como me gustaría y tampoco puedo pedirle que lo
haga más, ella tiene que trabajar, Gimeno tiene que trabajar y yo... yo no tengo que
hacer nada... la cuestión es que tengo que agradecerle un montón de cosas, me está
cuidando como nadie pero aún así, quisiera poder tener algo de autonomía, poder
moverme como quiera, salir si me da la gana o no hacerlo si no quiero...

Creo que he engordado. Sí, creo que sí, porque no os lo podéis creer pero esto de tener
hambre es una putada... cada pocas horas siento un boquete enorme en el estómago y
necesito algo de comida, bueno, no algo, grandes cantidades de comida y claro, aquí
sentada todo el santo día, pues es lo que tiene, que hace que yo engorde...

Soy patética, no, en serio, miradme, soy patética... Yo antes no me preocupaba por estas
cosas, siempre tenía algo que hacer y por supuesto no engordaba, pero es que me daba
igual hacerlo o no, porque simplemente antes no pensaba en ello. Ahora estoy
mirándome cada dos por tres averiguando cuántos centímetros me sobran... ¡Es
absurdo! Yo no era así... y nadie me dijo que esto fuera a ser así... ¡Quiero una hoja de
reclamaciones! Deberían advertirlo antes del salto, no sé, enviarte una guía de cómo ser
mortal, de todos los nuevos sentimientos que tendrás, de cómo no engordar... una guía,
un memorándum, creo que me hubiese bastado simplemente con una hoja de papel... ni
siquiera una hoja entera, con media cuartilla me valdría... pero no, yo tuve que tirarme a
ciegas y ahora... ahora ya no hay marcha atrás

Sí, sí, ya lo sé, ya sé que no queréis que os cuente esta sarta de chorradas. Supongo que
estaréis impacientes por saber qué ha pasado con Maca en este mes. Bien, pues ahí va,
preparaos: NADA. Sí, así, nada, pero cuando digo nada, es nada de nada de nada de
nada. No he vuelto a verla, no he vuelto a hablar con ella y por supuesto, Claudia se ha
cuidado muy mucho de no mencionarla, yo tampoco es que haya preguntado, la
verdad... pero bueno... así están las cosas

Desde la última vez que estuvo aquí, tras ese precioso beso que me dejó en la frente no
ha vuelto por casa de Claudia. Supongo que ellas quedarán para tomarse algo y hablar
de sus cosas, supongo y es lo lógico que se verán en el hospital, pero Claudia no me ha
contado nada y como he dicho antes, yo no le he preguntado por ella. Lo cierto es que
no quiero hacerlo
El amor de los Ángeles 96

Pero no pasa nada ¿eh? En serio, estoy bien, os lo juro. En este mes he tenido tiempo de
pensar mucho en todo lo que ha pasado y he pasado por todas esas fases de las que
hablan los psicólogos. Las fases del duelo creo que son. Sí, porque yo pasé la negación,
no aceptando el hecho de que dar el salto no había servido para nada, me negaba a
pensar que no había servido para nada, es más, me negaba a hablar del tema. Luego
llegó la ira, y descubrí lo que es sentirse enfadada, irritada y airada durante todo el día.
Estaba enfadada con Maca por haberse casado, por Claudia por no haber hablado antes,
conmigo misma por no haber saltado antes. Tras la ira llegó la negociación y le pedí a
quien fuera que me escuchara que me devolviera lo que había perdido, no, no quería
volver a ser un Ángel, no os confundáis, soy consecuente con mis elecciones. Lo que
quería era que me devolviera a Maca, a mi Maca y nuestra complicidad, nuestra
amistad... nuestros... lo que sea que tuviéramos. Después llegó la depresión... sí, y creo
que no he estado peor en mi vida... lloraba todo el tiempo, no es que no lo hiciera antes,
pero sí lo hacía con más asiduidad. No podía dejar de pensar en mi desgracia y en lo
mal que me sentía. Y finalmente, la aceptación

Sí, he aceptado mi derrota, he aceptado mi nueva vida, mi nuevo “estatus” por decirlo
de algún modo. He aceptado que Maca está casada, que ahora, pese a ser mortal,
tampoco estaremos juntas... he aceptado que... que la besará a ella, la tocará a ella, le
dará su vida a ella, he aceptado que... que... que...

¡Joder! ¿Puede alguien decirme como dejo de llorar? Vale, lo reconozco, no he aceptado
una mierda, ni siquiera he dejado de estar deprimida, mucho menos he negociado con
nadie. Pero sí estoy muy, pero que muy enfadada, porque aún no me creo lo que ha
pasado, aún no puedo creer cómo he llegado a esta situación. La echo de menos... la
echo terriblemente de menos, cada noche sueño con ella, pienso en ella a cada segundo
y no puedo evitarlo, no sé cómo hacerlo. Mi vida era más fácil antes, cuando mi única
preocupación era que la gente se sintiera mejor... ahora... ahora no soy capaz casi ni de
sonreír

Tampoco lo llevo tan mal... bueno, al menos por momentos no lo llevo tan mal.
Supongo que el hecho de no verla puede que ayude... también el hecho de no saber nada
de ella me ayuda... al menos, así, no me estrangulan en corazón como si lo ataran a una
cuerda y apretaran de manera fuerte... ¿Es normal esta contradicción constante en la que
me encuentro? Porque me está volviendo loca la verdad...

Bien, hay una parte “buena” en todo esto. Hoy me quitan una de las escayolas, la otra
tardará al menos unos quince días más, pero ya es un avance ¿no? Bien, esa era la parte
buena, porque ahora viene la mala. Claudia me va a llevar al hospital para que me
quiten la escayola allí, me hagan un par de radiografías e inmediatamente empezar la
rehabilitación que también será en el hospital. Por tanto, voy a volver a verla y estoy
como un puñetero flan

Cuando llegamos al Central, apenas soy capaz de mantenerme quieta, no paro de


moverme, de mirar para todos lados. La busco, la busco y no sé cómo reaccionaré
cuando la vea. Creo que lo mejor será mantenerme fuerte, que no note nada, no quiero
que se vuelva a sentir culpable de nada... al fin y al cabo, el único pecado que cometió
fue querer seguir con su vida una vez que yo le dije que las nuestras debían separarse.
El amor de los Ángeles 97

Pero eso de mantenerme fuerte es realmente difícil. Sobre todo si, la primera imagen de
ella que veo, es cómo su mujercita le roba un beso en el mostrador de admisión

De nuevo un nudo en el estómago, de nuevo me entran ganas de llorar y me dan ganas


de desaparecer cuando se gira y me ve... Echo de menos eso de desaparecer cuando
quisiera... ojalá pudiera hacerlo en este mismo momento, el momento en que nuestras
miradas, tras un mes sin reconocerse, vuelven a mirarse y algo vuelve a estallar en mi
interior...

Decir que está guapísima, preciosa y magnífica se quedaría corto para como en realidad
la vieron mis ojos. El matrimonio, muy a mi pesar, parece haberle sentado de maravilla.
Aún no puedo creerlo, por lo que se ve, es feliz. Al menos esa sonrisa en sus labios así
me lo dice. Supongo que debería alegrarme por ella, o, como mínimo, mi “otro yo” se
habría alegrado por ella, parece que todo le va bien y que está contenta. Pero seamos
sinceras, no creo que nadie se crea a estas alturas que sinceramente me alegre. Yo ya no
soy un Ángel, ya no albergo tantos sentimientos tan “buenos” ni tan felices ni
desinteresados. Ahora también siento rabia, dolor, rencor y sobre todo celos

Y es así como me siento, terriblemente celosa, porque no debería estar con ella... todo
ha salido mal, nada ha salido como quisiera y ahora me veo sufriendo este ataque de
celos que me va a volver loca

Pero tengo que disimularlo, no pienso darle un motivo más para que se siga sintiendo
culpable o para que siga alejándose de mí. Ahora entiendo como debió sentirse ella
cuando yo me alejé aquella vez, no debió ser fácil... como tampoco lo es ahora para mí.
Así que, cuando las veo acercarse, porque por supuestísimo que se acercan las dos,
pongo la mejor y más falsa de mis sonrisas con la esperanza de que ella la vea natural

Vero: ¡Esther! (miradla, qué contenta se pone de verme... puaj, siento ganas de vomitar)
¿Qué tal estás? ¿Te encuentras mejor?
E: Sí gracias (tengo que ser amable, porque yo no soy así, no voy siendo desagradable
con la gente, nunca lo he sido, jamás pensé que pudiera alguien caerme mal y al fin de
cuentas, si quiero a Maca en mi vida, ella viene en el pack, así que debería darle una
oportunidad... aunque no sé, sigue habiendo algo que no me termina de gustar en ella)
de hecho vengo a que me quiten una de las escayolas
Vero: ¡Pero eso es genial! (me dice con una sonrisa y no sé por qué, me resulta más
falsa que la mía) me alegro mucho, así podrás volver a tu vida y a tu trabajo... ¿en
Barcelona era no?
E: Sí... bueno, no (contesto yo, porque Claudia se ha ido a hablar con Teresa y Maca
parece haber perdido la capacidad del habla... así que no tengo a nadie que me eche un
cable ahora mismo) dejé ese trabajo y... no sé, supongo que me buscaré algo por aquí...
Vero: Ah, ¿te vas a quedar en Madrid? (tengo la ligera impresión de que esta
información no le ha gustado, pero claro, solo es una opinión mía, la cual en estos
momentos, tengo que reconocer que no es demasiado objetiva puesto que, todo lo que
ella diga, por el simple hecho de estar casada con Maca, me sonará fatal)
E: Esa es la idea, sí (contesto yo, mirando a Maca para ver su reacción, pero parece que
no va a reaccionar nunca)
Vero: Ya... pues... espero que encuentres algo, porque tal y como está el trabajo... dejar
un puesto como el tuyo así a la ligera (continúa ella) deberías pensártelo mejor, Esther...
si tenías un buen puesto en Barcelona...
El amor de los Ángeles 98

M: Vero (¡Por fin! Ya tardaba en reaccionar) no creo que debamos meternos en su


vida...
Vero: Ya... perdona, no quería importunarte (se disculpa tras una sonrisa a su mujer)
E: No lo has hecho, no pasa nada (le contesto yo con calma)
Vero: Bueno, mi amor, te veo en casa ¿sí? (se acerca a ella, la abraza, le sonríe y la besa
de un modo menos pudoroso del que lo ha hecho instantes antes) no te entretengas
cuando acabes ¿sí? Que te he voy a preparar una cena de esas que tanto te gustan y
luego (eleva las cejas repetidamente) nos tomamos el postre (¡Puaj, puaj, puaj, puaj!
¿He vomitado ya? ¿No? Pues estoy a punto)
M: Sí... luego te veo (dice algo más recatada)
Vero: Adiós, Esther (se despide de mí) encantada de verte y que te mejores (termina de
decir para comenzar a andar hacia la salida)

Una vez más, como tantas otras en las que estamos juntas, el silencio se hace el
protagonista en nuestra presencia. Ninguna es capaz de decir nada para cortar el hielo.
De hecho, yo creo que si abro la boca será para soltar alguna barbaridad y Maca no se lo
merece... a pesar de todo no se lo merece

Evito mirarla, porque si lo hago no sé lo que pasaría. Ella en cambio no deja de hacerlo.
Parece incluso que me busca la mirada. Claudia, por favor... date un poco de prisa...

M: No hagas caso de Vero (me suelta, JA, tócate los cojones... ¿Desde cuándo soy yo
tan mal hablada? Bueno, da igual que me desvío del tema) Seguro que pronto
encuentras un trabajo y...
E: Ya... ¿De lo mío? (le digo irónica... no debería hacerlo pero no puedo evitarlo) creo
que me va a ser un pelín imposible
M: Lo siento (baja la cabeza y yo me siento como una mierda... no quería decir esto, no
quería que ella se sintiera así)
E: No, perdona tú (me disculpo) no tenía que haber dicho eso...
M: Pero es verdad... si no hubieras... ya sabes... saltado... por... por mí (termina de
decir) no estarías así y, supongo que todo sería más fácil para ti
E: Maca (ahora sí la miro, porque me muero de ganas por hacerlo) no me arrepiento de
haberlo hecho (le digo con total sinceridad) porque, pese a todo, solo con, con sentir
todo lo que siento, con... con levantar la mano y poder... poder tocarte (levanto la mano
y ella la toma entre la suya... es tan perfecta esta unión, tan difícil todo esto...) con esto
ya estoy recompensada
M: No debí casarme (murmura, intentando que no la oiga pero la oigo. Sin embargo,
hago como que no la he escuchado)
E: Y... ¿Qué tal has estado? (le pregunto intentando sonar tranquila. Nuestras manos
siguen unidas y siento la leve caricia que de manera inconsciente sus manos dejan en mi
palma)
M: Bien, bien... con lío y eso pero, bien (me sonríe, creo que es la primera sonrisa
sincera que ha salido de sus labios desde que he llegado al hospital) ¿Tú qué tal? ¿Estás
bien? ¿Necesitas algo, Esther? (me pregunta de carrerilla)
E: A ti (¡Mierda! Claudia me dijo algo sobre lo de pensar antes de hablar que debería
ponerlo en práctica más a menudo) quiero decir que... Maca... te he echado de menos
estas semanas... creí que... que éramos amigas y (Dios por qué tiene que mirarme así)
me gustaría que siguiéramos siéndolo así que... no te alejes, por favor (esto último es
más un ruego que una petición, ella me mira, sonríe con demasiado cariño, acaricia mi
mano de una manera más consciente)
El amor de los Ángeles 99

M: Creí que no querías tenerme cerca (¿De verdad no os parece adorable?) no sé,
después de todo lo que pasó, ver que yo estoy... estoy casada... creí que no querías
volver a verme...
E: Pues te equivocaste (digo con energía) siempre voy a querer verte, Maca... somos
amigas ¿no? (¡Como duele decir esto!)
M: Claro que lo somos (y mucho más escucharlo) prometo no volver a dejarte sola...
(pacta conmigo mientras veo cómo intenta guardar la compostura)
Claudia: El médico nos está esperando (dice Claudia que aunque no nos hemos dado
cuenta ninguna de las dos, se ha mantenido en un segundo plano y a la espera para
poder acercarse sin interrumpirnos)
E: Estupendo (sonrío con algo de tristeza por saber que SOLO seremos amigas, pero
con alegría tras su promesa de no desaparecer) ¿Vienes con nosotras? (le pregunto)
M: Me encantaría (está emocionada, lo sé y ella sabe que yo también lo estoy) vamos (y
comenzamos a andar, bueno, ellas andan mientras que Claudia me empuja a mí, y en
este momento me da lo mismo estar en una silla de ruedas, me da igual si Maca se ha
casado o ha dejado de hacerlo, me da igual sentir dolor, rabia, ira y no sentir esa
increíble sensación que tenía cuando era un Ángel porque os aseguro que esto es mucho
mejor y es que, Maca no ha soltado mi mano)

Esto es vergonzoso... no, más que eso, es bochornoso... estoy pasando la vergüenza más
grande de mi vida. Es increíble que todo esto me esté pasando... ¡Tengo pelos en la
pierna! Vale, supongo que en las dos, pero por ahora solo me veo una. Yo nunca he
tenido pelos en las piernas... y ahora que lo veo, queda absolutamente antiestético y
¡antifemenino! ¿Cómo voy a resultarle deseable o guapa con estos pelos? Joder... ¿es
que todo tiene que ser malo en esta nueva vida que tengo?

Genial... encima las miro y las dos están con una sonrisita cómica que hace que me
enfade más y que por supuesto mi vergonzonería hace que aumente, creo que debo
parecer un tomatito y no precisamente feliz

Vale, pasado el bochorno inicial he llegado a la sorpresa y al disgusto. Yo me la veía


feliz y contenta por esto de volver a poder moverme, de dejar la silla de ruedas. Pues
NO. Resulta, que no puedo caminar, a ver, no os confundáis, dejar que me explique.
Poder puedo caminar, vamos que no tengo nada físico que me lo impida, pero claro,
este tiempo sin movilidad, por lo visto, según dice el médico, ha hecho que pierda
musculatura y que por tanto, ahora mismo se me haga imposible caminar... y para
empeorarlo más, me tienen que poner una venda... que está claro que me voy a quitar en
cuanto llegue a casa para depilarme... ¿Duele mucho la cera esa?

En fin, quitando este momento de superficialidad por mi parte, tengo que decir que la
rehabilitación ¡duele UN HUEVO! Sí, tengo a un tío moviéndome la pierna y yo viendo
pajaritos y estrellas a colores... uff. No sé si voy a poder aguantar esto mucho tiempo

¿La parte buena? Que Maca no se ha separado de mí para nada. Suerte que nadie la ha
llamado por algún paciente, sino, no habría podido disfrutar de su mirada, de su sonrisa
y por supuesto del tacto de su mano. Me dice palabras tranquilizadoras al oído cuando
ve que me duele más de lo normal, me anima a seguir un poquito más y me acaricia
levemente el rostro... Estoy en la gloria... ¿Dolor? Qué dolor, ni dolor...
El amor de los Ángeles 100

Claudia sí ha tenido que bajar a Urgencias, lo que nos ha dado más privacidad y, por el
guiño que me ha lanzado antes de irse creo que lo hace encantada... la verdad, no sé si
quiero que esto ocurra. Maca está casada y yo... yo ahora mismo no soy nada para ella,
tan solo... amigas...

M: Cuando te recuperes te voy a llevar a la playa (me dice y yo la miro entre feliz y
recelosa... sí, un bonito cuadro vamos a hacer: Tú, tu mujer y yo... ya lo estoy viendo...
No, ni de coña)
E: No podemos (contesto yo y sé que ve la tristeza en mis ojos)
M: Esther...
E: No, Maca (la corto, el chico que me está moviendo la pierna nos mira un segundo
para volver a lo suyo. Eso, majo, tú a torturarme físicamente que ya me encargo yo de
hacerlo sentimentalmente) No podemos... estás casada Maca y tenemos que aceptar eso,
así que vamos a tener que vivir con ello
M: No puedo vivir con ello (me dice y yo no puedo apartar mis ojos de ella... ¿qué está
diciendo?)
E: Tendremos que aprender (sigo diciendo)
M: Voy a pedirle el divorcio (me suelta de sopetón, yo que no lo espero, no dejo de
mirarla, y creo que es por la sorpresa o yo que sé, pero mi pierna hace un movimiento
brusco dándole una patada al pobre chico que me está ayudando...)
E: Aaahhhgggg (y claro, dejándome a mí un dolor considerable)

**********

Sí, lo sé, no hace falta que nadie me lo diga, yo ya lo sé. He sido una imbécil, una
estúpida y una egoísta. He cometido muchos errores y os aseguro que los estoy
pagando. Sí, lo estoy pagando, porque todos estos sentimientos, este remordimiento y
esta culpa que siento hace que lo pague cada día

Sé que no debí casarme con Vero. Ese fue uno de mis primeros errores, pero solo
intentaba seguir hacia adelante, intentaba seguir con mi vida. Esther me había dicho que
no habría futuro para nosotras, me había dicho que ni tan siquiera me sentía... ¿Qué más
podía hacer? Vero era mi novia, nos iba bien y ese paso sé que lo hubiéramos dado
igualmente si no hubiese conocido a Esther

Me casé, sin saber qué pensaba hacer Esther, me casé porque Vero me ofrecía la vida
que ella no parecía estar dispuesta a darme. Me casé porque es lo que se esperaba de mí,
todo el mundo, a excepción de Claudia, nos decía que ya nos tocaba. Me casé porque en
cierta manera me dejé llevar por todos, por Vero, por la gente, incluso por Esther que,
en algún momento, ya me había dicho que mi futuro estaba con Vero

El día de la boda estaba histérica, realmente nerviosa. Nunca había estado de ese modo,
me he puesto nerviosa muchas veces pero no de esa forma. Ahora, con un poco de
distancia y sobre todo teniendo a Esther delante de mí, sé por qué estaba así. Esperaba
que apareciera. Una parte de mí esperaba que apareciera, ahora lo sé, ahora sé, que en el
momento en que el juez me hizo la pregunta estrella de todas la bodas, yo esperé, por un
segundo que Esther apareciera

Pero no lo hizo, no apareció, y yo contesté uniendo mi vida a Vero. Como ya he dicho


era lo que se esperaba de mí. Era lo que todo el mundo esperaba, podría decirse que, tras
El amor de los Ángeles 101

nuestra “algo inestable” relación, era lo que tocaba. Poco sabía yo lo que Esther estaba
haciendo en ese mismo instante

La luna de miel fue divertida, fue bonita y me olvidé de todo. Yo me había casado, así
que tendría que vivir junto a mi mujer. Decidí hacerla feliz, ser feliz, o al menos todo lo
feliz que podría hacerla y ser. Así que me dediqué a ella, me dejé querer y, seamos
sinceras, lo cierto es que lo fui, creí sinceramente que este matrimonio podría funcionar,
me di cuenta de que Vero me quería de verdad, que una parte de mí también la quería y
simplemente disfruté de nuestro viaje

Pero a la vuelta de nuestro viaje todo cambió. Fue como un jarro de agua fría ver a
Esther herida, pues eso solo significaba una cosa. Ella había hecho un gran sacrificio y
yo sabía que lo hizo por mí. ¿Cómo enfrentarme a esto ahora? Yo creí que lo que hizo
no se podía hacer... si me lo hubiera contado, si me hubiese dicho lo que pretendía o que
eso era posible... tal vez, las cosas serían diferentes

Me sentía tan culpable... tanto... ella había dejado una vida llena de paz y de felicidad
por mí y ahora... ahora yo estaba casada, ella herida y sufriendo... ¿qué debía hacer
ahora? No sabía cómo actuar ante ella y pensé, que tal vez verme le haría más daño, que
tal vez verme le causaría más dolor del que vi en sus ojos que sintió

Así que decidí hacer lo que ella hizo en su momento. Me alejé, evité verla, hablar con
ella, estaba pendiente de su estado por Claudia pero no creí conveniente acercarme a
ella, así solo le haría más daño... quizás también lo hice un poco por mí... yo también
sufría al verla y saber que no estaríamos juntas, al menos no en ese momento... yo
acababa de casarme y no podía hacerle eso a Vero, ella había luchado tanto por nuestra
relación que por una vez, quise hacer las cosas bien... o al menos evitar que alguien más
sufriera

Pero está visto que me equivoqué porque hoy, cuando ha aparecido en el hospital, me he
dado cuenta de lo mucho que la echo de menos, de lo mucho que ella me echa de menos
a mí. Me ha pedido que no me aleje y yo comprendo que, pese a todo, a pesar de todo,
no podré hacerlo jamás. La quiero... de verdad que la quiero y hoy comprendo que no
puedo continuar con esta farsa

Es adorable, está avergonzada por algo, no sé por qué pero de pronto se ha puesto roja...
la quiero... Dios, ¡Como he podido equivocarme tanto! En ese momento, cuando me
mira avergonzada por lo que sea que le da vergüenza me prometo a mí misma que
enmendaré mis errores, que si ella aún quiere, que si ella me acepta, la haré tan feliz que
nunca llegue a arrepentirse de la decisión que tomó al saltar

M: Cuando te recuperes te voy a llevar a la playa (le digo al oído. Sí, la llevaré a la
playa, quiero que sienta el mar, quiero que sienta todo lo que este mundo puede
ofrecerle, ella y yo, solas ella y yo)
E: No podemos (me contesta y la tristeza de sus ojos me mata)
M: Esther...
E: No, Maca (me corta, creo que no quiere escucharme y yo necesito que lo haga) No
podemos... estás casada Maca y tenemos que aceptar eso, así que vamos a tener que
vivir con ello
El amor de los Ángeles 102

M: No puedo vivir con ello (es cierto, no puedo, llevo un mes intentando hacerlo y
ahora comprendo que no podré)
E: Tendremos que aprender (sigue diciendo, pero no puedo permitirlo, tengo que hacer
algo y lo voy a hacer... yo quiero estar con ella, quiero pasar mi vida entera a su lado
M: Voy a pedirle el divorcio (le digo convencida, porque es lo que debo hacer, porque
no puedo seguir con Vero sin quererla, porque no puedo permanecer por más tiempo
alejada de Esther... porque nunca debí casarme)
E: Aaahhhgggg (menuda patada que se ha llevado le pobre chico. Y el rostro de dolor
que tiene Esther me dice que no solo él ha sufrido el golpe de la sorpresa)

**********

¿Divorciarse? ¿De qué habla? No puede hacer eso... no puede... ella... mal que me pese
hizo una promesa, pactó un compromiso, no puede dejarlo, no es ético, ni moral, no,
claro que no lo es. Yo estaba intentando asimilarlo, casi lo tenía asumido; ella y yo solo
seríamos amigas, nada más, me conformaba con eso... no puede hacerlo... claro que no.
Y yo no podría con la culpa de hacer desgraciada a otra persona, no podría, no puede
dejarla por mí... no puede...

E: Maca (le digo y veo en sus ojos que sabe lo que voy a decirle)
M: Espera (me corta, se vuelve hacia el chico que se duele del golpe que le he dado)
¿Le importaría dejarnos a solas un segundo? (le pregunta)
-: Es que... no hemos terminado aún y...
M: Solo será un momento (ataja su explicación) por favor...

El chico la mira, luego me mira a mí. Yo bajo la mirada, es como si me estuviera


acusando, es como si me estuviera juzgando, como si supiera exactamente lo que pasa
entre nosotras, es como si levantara su dedo acusador y dijera con la voz seria “Tú, tú
eres la culpable, eres una destrozafamilias, eres una destroza hogares”. No puedo
mirarlo, ni a ella tampoco... finalmente, el chico asiente con la cabeza y nos deja a solas

El silencio nos inunda, yo casi no puedo mirarla a la cara y ella, ella intenta unir sus
ojos a los míos. No sé si podéis llegar a entenderme, pero después de todo lo que he
experimentado, de todo lo que he visto, de la gente a la que he ayudado y a las que he
visto sufrir por situaciones parecidas a estas, no puedo creer que ahora yo sea la
protagonista

En “mi naturaleza” no está el hacer daño a la gente y supongo que, un divorcio haría
muchísimo daño en Vero... ellas tienen un compromiso y yo no puedo ser la culpable de
que lo rompan, no me sentiría bien con ello. No, no podría...

M: Esther (dice llamándome, yo no levanto la mirada, así que se acerca y me levanta el


mentón con su mano) quiero estar contigo (me mira a los ojos y yo no puedo rehuirlos
como quisiera, ella no me deja) quiero que estemos juntas (repite en un susurro) voy a
dejar a Vero... voy a pedirle el divorcio...
E: No (le contesto con bastante dolor) no puedes hacer eso... (termino de decir) no
puedes divorciarte...
M: ¿Cómo? (suelta mi mentón y se aleja algo contrariada) Claro que puedo, mi amor...
sino, ¿Cómo pretendes que estemos juntas? (sonríe levemente pero con tristeza)
El amor de los Ángeles 103

E: No podemos estar juntas, Maca, estás casada (le contesto) hiciste una promesa, tienes
un compromiso y... (me mira incrédula, supongo que es la última respuesta que se
esperaba por mi parte) no puedes romperlo...
M: Sí, claro que puedo (contesta con más seriedad) el divorcio, que yo sepa, es legal
desde hace muchos años (sigue diciéndome, creo que aún no se cree mi actitud) así que
sí, puedo hacerlo y voy a hacerlo... yo quiero estar contigo (se acerca a mí y yo me
quedo embriagada de su olor) quiero poder estar contigo... poder cuidarte (es tan dulce)
darte todo lo que no te he dado (tan tierna) quiero pasar mi vida contigo (tan linda) te
quiero... (y yo también la amo a ella...)
E: No puedo dejar que lo hagas, Maca (mis lágrimas se agolpan en mis ojos, yo
tampoco puedo creer que esté diciendo esto) yo no... no puedo, ni quiero ser la culpable
de esto... ¿No lo entiendes? No puedes dejarla por mí... ¿Sabes cómo se sentirá? ¿Sabes
el daño que le haríamos? (me mira confusa) no podemos hacerlo... no...
M: ¿Y el daño que nos hacemos a nosotras, Esther? (me pregunta y yo no tengo
respuesta para eso) ¿Y el sufrimiento nuestro dónde queda? (acaricia mis mejillas y yo
cierro los ojos ante su contacto) ¿Qué pasa con eso? Mi amor... (¡qué bien suena eso!)
yo no puedo seguir con alguien a quien no quiero (continúa ella) no solo una persona
sería infeliz, sino tres... tú, ella y yo, porque te aseguro que no puedo hacerla feliz...
E: Tienes que intentarlo (sigo diciendo yo obcecada en ello)
M: No... Esther (vuelvo a cerrar los ojos cuando de nuevo me acaricia) ya lo he
intentado... llevo todo este tiempo intentándolo y solo he logrado ser infeliz... no la
quiero... nunca debí casarme con ella... Te quiero a ti, lo único que quiero es hacerte
feliz, no pienso permitir que sigas sufriendo, Esther
E:... (no digo nada, porque no puedo decir ni una sola palabra, no cuando sus
argumentos son tan sensatos, tan coherentes) No podemos... (consigo decirle, quizás de
una manera automática... pero sobre todo sin ni un ápice de convencimiento)
M: Dime que no me quieres (me dice y yo bajo la mirada, sabe que no puedo decirle
eso, sabe que nunca podré decirlo. Ella vuelve a levantar mi mirada) dime que no
quieres estar conmigo... que no me amas como yo a ti
E: No me hagas esto (no... no me hagas esto Maca, por favor... porque no puedo
meterme en un matrimonio, no quiero meterme en un matrimonio, pero de nada sirve lo
que yo piense o haga, porque ella, ella sabe bien “jugar sus cartas”)
M: Dime que no deseas estar conmigo (sigue diciendo y la muy... “cabroncilla” besa mi
mejilla dejando todas mis defensas por los suelos... ¡Dios! Es tan maravilloso sentirla
así) dime que no quieres tenerme cerca, que no me quieres (sus manos han bajado a mi
cintura, sentada en el filo de la camilla, ella se posiciona entre mis piernas, me está
matando con su cercanía, y lo sabe...) dime que no me quieres, Esther

Y de nuevo ocurre, toda una explosión de sentimientos, más fuerte, más enorme, la
explosión más maravillosa del mundo. Esta vez, al contrario que la otra, sí se da la
magia, sí es mágico el momento. Esta vez, al contrario que la primera vez que se
“atrevió” a besarme, sí puedo decir que siento el tacto de sus manos en mi cadera, que
pruebo y saboreo sus labios, y me encantan, me encanta sentirla así, me encanta esta
sensación. Siento esa explosión de la que tanto habláis, siento que floto, que le mundo
no gira. Que solo estamos ella y yo, y este beso que nos envuelve

Sus labios son suaves, su beso es increíblemente tierno... el roce de su lengua hace que
de mi garganta salga lo que creo que es un gemido. Sus manos aprietan mis caderas al
tiempo que profundiza el beso y me doy cuenta que estoy perdida, me doy cuenta de
El amor de los Ángeles 104

que ella tiene razón, no seremos felices si no estamos juntas, no podremos vivir la una
sin la otra... o, al menos, yo sé, que no podré vivir sin uno más de sus besos...

Existe un momento en la vida de todo el mundo, un instante en el que todas sus


creencias, todas sus convicciones y sus ideales se tambalean. Existe un momento en la
vida de todos en el que todo aquello en lo que creíamos, todo aquello que defendíamos
con devoción ya no tiene tanta importancia. Existe un momento, un segundo, un
instante en el que todo cambia, en el que todo tu pensamiento cambia y todo aquello que
siempre has repetido como una mantra, todo aquello en lo que siempre has creído, ya no
existe...

Lo he visto en infinidad de ocasiones. Miles de veces he visto cómo devotos creyentes


olvidan su fe, cómo fervientes defensores de distintas ideas, cambian de opinión sin tan
siquiera inmutarse, lo he visto. He sido testigo de cómo el más antitaurino de los
antitaurinos un día festeja las fiestas. He visto como el defensor más vehemente de “la
familia tradicional” un día se enamora de un hombre o una mujer, dependiendo del caso,
y tras un tiempo de negación, ocultación y confusión, finalmente acaba siendo el
primero en una manifestación pro derechos homosexuales. He visto, cómo el hombre o
la mujer que jura y perjura fidelidad a su pareja termina engañando... he visto tantas
cosas que no debería sorprenderme de nada...

Y quizás por eso no me sorprendo, quizás por eso no es tan confuso, no me parece tan
raro que pase, pero sí que me pase a mí. Porque todas mis convicciones, todo lo que yo
creía no solo se han tambaleado sino que han caído como si fueran un castillo de
naipes... Y solo bastó un momento, un segundo, un instante... solo bastó un beso, solo
bastó el roce de sus labios para que todo aquello que yo defendía, toda mi “ética y mi
moral” saliera corriendo por la ventana

Sí, como todos yo también he caído en eso de olvidarme de mis convicciones, porque
yo era una defensora nata del matrimonio, para mí, el compromiso adquirido ya sea
delante de un juez o de un sacerdote era absolutamente impenetrable, yo siempre
pensaba que nadie debía interponerse en un matrimonio, por muy mal que este
estuviera... Hasta que me besó

Porque ese beso fue como si me arrancaran todo lo que yo creía y me instauraran
nuevos ideales, ese beso, mi primer beso, fue lo mejor que me ha pasado en la vida y sé
que no podré vivir sin ellos

Así que yo misma, en un murmullo, mientras aún tenía sus labios junto a los míos, yo
misma le pedí que la dejara y su sonrisa al escucharlo, al oír de mi boca que quiero estar
con ella creo que no tiene comparación con nada

Una semana después de aquel gran momento en mi vida, vino el siguiente. Maca llegó a
casa de Claudia para decirme que había dejado a Vero. Lo cierto es que me sentí algo
confusa, porque por mucho que mis convicciones cambiaran, aún mantenía algo de
recelo... pero bastó su abrazo, su beso y esas dos palabras que tanto me gusta escuchar
para que mi sonrisa se ensanchara y no pudiera dejar de reír
El amor de los Ángeles 105

M: Te quiero (me dijo mientras me besaba, sentadas en el sofá y sin dejar de tocarme,
adoro que me toque)
E: Te quiero (contesté yo, atrapando sus labios sin tanta contemplación como ella tenía,
porque la verdad es que se contenía, supongo que para no asustarme)

De ese modo hemos comenzado una relación, la más maravillosa de las relaciones. Me
encanta que me cuide, que me mime, que me bese y sobre todo me encanta ella.
Pasamos gran parte del tiempo en su piso, uno que ha alquilado porque Vero se negó a
irse de la casa que tenían las dos. Pero no nos importa, porque puede ser un apartamento
pequeño pero suficiente para las dos. Mi ropa está en su casa, mis enseres personales,
están en su casa, prácticamente podría decirse que vivimos juntas, aunque en
habitaciones separadas. Maca no quiere asustarme, quiere ir despacio y yo... yo empiezo
a cansarme de tanta cautela

Os lo explicaré. Cuando estamos en el sofá, besándonos de manera tranquila, intento


profundizar el beso, Maca se deja, de hecho hay veces en los que la pasión nos inunda, y
es ahí, cuando comienza a acariciarme más profundamente se levanta como si le hubiera
dado un calambre y se inventa cualquier excusa para marcharse. Por las noches, intento
que duerma conmigo, quiero abrazarla durante la noche, quiero dormir a su lado pero
siempre me dice que es mejor que no lo hagamos pues tiene miedo de que, en cualquier
movimiento que haga mientras duerme pueda hacerme daño en alguna de mis piernas

Al principio aceptaba, lo veía incluso adorable que quisiera ir despacio... ¿Pero tanto?
¿En serio tiene que ir tan despacio? Yo quiero que me toque, quiero tocarla, desnudarla,
tener su cuerpo desnudo junto al mío, quiero que me acaricie, quiero acariciarla,
quiero... ¡Quiero que me haga el amor de una puñetera vez!

Y hoy he decidido que lo hará, ¡Oh SÍ! Claro que lo hará, jeje Porque sé cuánto le
cuesta parar, sé que se da duchas frías cada vez que la cosa se caldea un poco, sé que si
la incito un poco, no podrá parar y no pienso dejar que lo haga. Además, hoy me han
quitado la otra escayola y vale que aún no estoy totalmente recuperada pero al menos mi
movilidad se ha visto incrementada de manera considerable...

Así que aquí estamos, en su casa, ella está recogiendo la cena mientras que yo, he de
decir que bastante nerviosa, busco la postura adecuada en el sofá. Me he abierto un par
de botones de la camisa que me he puesto hoy y espero que se dé cuenta de ello...

M: Cariño, ¿quieres una co...pa? (jejeje sí que se ha dado cuenta, porque esa mirada
hacia mi escote ha sido bastante mal disimulada)
E: No (le digo yo, intentando parecer insinuante y lo cierto es que no sé si lo estoy
siendo, pues la verdad es que nunca lo he hecho) ven aquí (le pido palmeando a mi lado)
M: Espera que... tengo que recoger esto y...
E: Maca, ven aquí (vuelvo a decirle, no quiero que tome fuerzas para alejarse de nuevo)
M: Como quieras (se sienta a mi lado y no le doy tiempo a nada más. La acerco a mí y
atrapo su labio inferior en un beso que profundizo nada más comenzar)

Todas mis terminaciones nerviosas se excitan nada más sentir el tacto de su lengua con
la mía. Me encanta como besa, adoro como besa... es... ummm... es una delicia. La
empujo contra mí para que quede tumbada sobre mi cuerpo, esto es mejor, sí, mucho
El amor de los Ángeles 106

mejor, sentirla pegada a mí, tumbada sobre mí, con su cuerpo moviéndose de una
manera efímera pero tremendamente excitante es muchísimo mejor

Mis manos, se vuelven ansiosas y acaricio su espalda por encima de la ropa, para bajar
hasta el borde de su camiseta y superar la barrera tocando por fin su piel. Ella parece
que se vuelve loca porque deja mis labios pasando al cuello... ¡Dios! ¡Esto es incluso
mejor! Siento un cosquilleo en mi bajo vientre y suelto un quejido que no soy capaz de
controlar. Maca vuelve a mis labios, esta vez en un beso más loco y descontrolado que
el anterior. Cuando cojo una de sus manos y la llevo hasta mi pecho que reclama
atenciones, ella para en seco

M: Deberíamos parar (me dice con la voz enronquecida, está excitada, lo sé) porque no
sé si voy a poder hacerlo si sigues así...
E: Quiero que me hagas el amor (termino diciendo con la voz tomada y veo como sus
ojos echan fuego ante mis palabras...)

He de reconocer que, tan pronto como veo su mirada, todo mi atrevimiento, toda mi
fuerza se diluye como un azucarillo en un café. Es como si me sintiera pequeña de
pronto, como si al verla a ella, yo me viera a mí misma y me siento pequeña, diminuta...
me siento un poco fuera de lugar, simplemente porque no sé qué tengo que hacer...

M: Eres adorable (me dice con una sonrisa porque se ha dado cuenta de mi repentina
vergonzonería mientras acaricia mi mejilla. Yo sonrío de lado, ella se acerca a mi oído y
con la voz más sensual que he escuchado jamás me susurra lentamente) Yo también
quiero hacerlo... (atrapa el lóbulo de mi oreja entre sus labios y tira de él creando en mí
un escalofrío que me recorre de pies a cabeza) pero no haré nada si no estás segura
(sigue diciendo mirándome) quiero que estés segura y tranquila...
E: Lo estoy (me mira y sabe que le estoy mintiendo) vale... estoy un... un poco nerviosa
pero de verdad que quiero hacerlo, Maca (sigo diciéndole, no quiero que esto termine
aquí) quiero que tú seas la... la primera...

Me mira y la emoción de su mirada, ilusionada e iluminada me da tranquilidad. Parece


estar sin palabras y yo sonrío entre avergonzada y a la espera de que haga algo que
calme esta sensación con la que llevo conviviendo desde hace algunos días. Me besa, de
una manera más lenta que la anterior, de un modo mucho más dulce que antes. Yo
intento “acelerar” el beso y no me deja...

E: Maca...
M: Shhh (me corta) escúchame... (dice sin dejar de mirarme) quiero que estés
tranquila... quiero que, si hay algo que no te gusta, que te incomoda, me lo digas. Si
quieres parar, en el momento que sea, me lo dices (yo asiento casi ni me estoy enterando
de lo que me está diciendo porque solo quiero que vuelva a besarme) no voy a hacer
nada que no quieras, ¿vale?
E: Sí...
M: Vale (me besa una vez más) vamos (dice levantándose y haciendo que me levante.
No termino de ponerme en pie cuando ya me abraza por la espalda. Besando mi cuello
de una forma tan sutil, tan ligera que apenas es un roce)

De esa manera llegamos a la habitación, donde tiemblo solo al ver la cama que nos
espera. Ella estrecha el abrazo y me susurra palabras que me calman... es increíble el
El amor de los Ángeles 107

poder que tiene para calmarme. Se posiciona frente a mí y con dulces besos, lentamente,
va quitándome la ropa

M: No tengas vergüenza (dice cuando intenta quitarme la camisa y por instinto yo


intento evitarlo) te quiero... solo quiero demostrártelo (sigue diciendo al tiempo que
desabrocha todos los botones de la camisa y rozando mi piel con la yema de sus dedos
la desliza lentamente por mis brazos hasta que cae al suelo)

Y me gusta, no, me encanta el detalle de seguir mirándome a los ojos, no desvía la


mirada en ningún momento, ni por un instante baja la mirada y eso, vuelve a darme más
confianza. Veo que levanta las manos con una sonrisa pícara y yo, que no he dejado de
temblar, elevo su camiseta hasta sacársela del todo

Me quedo hipnotizada con esa barriguita que ya vi una vez pero que no pude sentir. La
acaricio de abajo arriba, viendo como se le eriza la piel. Evito sus pechos, creo que
ahora mismo no es el momento. La miro y tiene los ojos cerrados... es tan bonita...
tanto... Mis manos se atreven a deslizarse por su pecho, acariciándolo sobre la tela. Ella
se muerde el labio y yo... yo me quedo parada sin saber qué tengo que hacer ahora

M: ¿Estás bien? (me pregunta ¡Es perfecta!)


E: Sí (contesto embriagada, sin dejar de mirarla)
M: Ven...

Toma mi mano, nos tumbamos en la cama, de lado y mirándonos, como cuando por las
noches, aun siendo ángel yo me tumbaba a su lado para mirarla toda la noche, solo que
esta vez no es solo para mirarla. Maca se acerca a mí y atrapa mis labios de nuevo...

Nos enlazamos en un beso que siendo tierno creo que no puede estar más lleno de
pasión. Sus manos acarician mi piel de una forma tan dulce que me está llevando al
cielo... se tumba sobre mí, sin dejar de regalarme besos y cuando noto su mano apretar
mi pecho tengo que cortar el beso que nos damos para tomar aire

M: Shhh (me dice entre besos) Shh... no pasa nada (dice una vez se deshace de mi
sujetador para después hacer que el suyo corra la misma suerte. El roce de sus pechos
contra los míos me vuelve loca) ¿Te gusta?
E: Sí (consigo decir casi sin voz)

Sonríe, de nuevo me besa, sabe que necesito sus besos para mantenerme todo lo
tranquila que pueda así que vuelve a hacerlo. Sus manos aprietan mi piel, mientras que
sus besos viajan desde mi boca al cuello... Ughmm siento su lengua en mi pecho,
cercando el pezón y... Dios... es... es... no tengo palabras...

E: Ummmfff (mi gemido llama su atención, me mira un segundo, sonríe de nuevo para
finalmente atrapar el pezón entre sus labios. En ningún segundo deja de mirarme, quiere
ver mis reacciones y yo... yo no sé ni quién soy, ni donde estoy...)

No sé cómo lo ha hecho, pero de pronto las dos estamos totalmente desnudas, no tengo
ni idea de cuándo ha terminado de quitarme la ropa. Solo sé que, su mano acariciando
mi muslo está haciendo que pierda toda la razón
El amor de los Ángeles 108

M: ¿Estás bien? (vuelve a preguntarme, es tan perfecta... tanto...)


E: Síhh (digo como puedo, me falta el aire, pero quiero que siga... necesito que siga...)

De nuevo estamos de lado, con una de sus manos toma mi pierna y la eleva para
entrelazarla con las suyas. Y de pronto siento un montón de sensaciones juntas, cuando
su muslo roza mi sexo, es... es como morir y volver a vivir. Nuestras caderas se mueven
buscando más contacto, ella sonríe sin dejar de besarme. Dios... estoy... estoy ¡no sé ni
cómo estoy!

M: Te quiero (me dice mientras que ella también se mueve y siento como su sexo se
roza con mi pierna y me estoy volviendo absolutamente loca)
E: Te quiero (le contesto como puedo, porque no sé ni cómo soy capaz de hablar...)

Una de sus manos se pierde entre mis piernas y tengo que cerrar los ojos con fuerza para
no gritar... nunca nadie me había tocado... ahí... y... y... ¡Dios! ¿Siempre es así? Porque
es... es... extraordinario...

E: Agghh (gimo sin poder evitarlo cuando se interna más entre mis pliegues) Maca
M: Dime qué sientes (me susurra al oído de una manera tan ronca que vuelve a erizarme
la piel, atrapando el lóbulo una vez más aumentando mi excitación)
E: A ti (consigo decirle buscando más contacto, cerrando los ojos cuando consigo que
repita la caricia de antes) te siento a ti... uhhmmm me gusta (le digo mordiéndome el
labio) me gusta mucho...
M: Umm y a mí, mi amor (contesta ella, quien por cierto, también respira de manera
entrecortada)
E: Yo también quiero tocarte (no sé ni cómo puedo ser capaz de seguir enlazando una
palabra con otra)
M: Ven... dame... dame tu mano (me dice tras mirarme, sus ojos me envuelven y su
sonrisa ilumina toda la habitación. hago lo que me pide y acompaña mi mano hasta su
sexo... y ohh Dios Mío... Es... es increíble como tiembla todo su cuerpo ante mi
contacto, es increíble como cierra los ojos al sentir cómo la acaricio es... es increíble, no
tengo otra palabra, solo que es increíble esta sensación...)
E: Está... está mojado (¡Premio para la tontería del año en el momento más inoportuno!
Sí, porque la mirada que me ha echado, entre sorprendida y cómica es bastante curiosa...
espero no haber estropeado el momento)
M: Jeje (se ríe, la cabrona se ríe) sí, cariño (contesta tras dejar de reír) está mojado y es
por ti (dice y cierra los ojos con fuerza cuando yo profundizo mi caricia)
E: Me gusta (le digo al oído) me gusta muchísimo (digo mientras sigo acariciándola y
se mueven casi frenéticamente al ritmo de mis dedos, su respiración se entrecorta, no
hace más que gemir y besarme como puede...)
M: Espera, espera (dice parando mi mano) no... no quiero acabar aún (de nuevo nos
fundimos en un beso lento, siento su mano en mi sexo, hurgando, acariciando,
buscando) voy a hacer algo y uff (está intentando contenerse, lo sé y creo que le está
resultando tremendamente difícil... sobre todo si mi mano entre sus piernas imita cada
movimiento de la suya en mi centro) Cariño (su voz es casi un hilo, no tiene apenas
fuerzas para hablar, me gusta tener este poder...) si te duele... me lo dices...
E: ¿Qué... Aghmm ummm (no sabía a qué se refería hasta que no he sentido cómo me
penetraba... uff...) Magg Maca... (no puedo dejar de gemir, casi no puedo respirar...)
M: ¿Te duele? (me pregunta preocupada, abortando el movimiento de sus dedos dentro
de mí)
El amor de los Ángeles 109

E: No (contesto y me muevo, me muevo por inercia buscando el placer que me estaba


dando, y no puedo dejar de gemir, de emitir quejidos, no puedo dejar de moverme y no
quiero que esto acabe nunca...)
M: Hazlo tú (me pide guiándome en su centro) ahí... umm, entra, mi amor (me dice
indicándome lo que tengo que hacer. Lo hago y ella se muerde el labio con fuerza)
uhmm (gime fuerte... demasiado fuerte...)
E: Perdón, perdón (le digo creo que le he hecho daño)
M: No, no, no (corre a decirme mordiéndome el labio) estoy bien... mi amor, no me has
hecho daño... sigue... (se mueve contra mis dedos y de paso mueve los suyos dentro de
mí) sigue... así... así mi amor... así...
E: Ummm (gimo de nuevo al sentir como nos movemos...)

Y todo se apaga, en un segundo no hay nada... ni luces, ni ruidos, nada... tan solo esta
ola de placer extremo que jamás he experimentado, solo este eléctrico escalofrío y ella...
ella y esta explosión de placer, de bienestar, de felicidad que me deja en el cuerpo

E: ¿Que... Qué ha sido eso? (le pregunto confusa por lo que acaba de ocurrir)
M: Tu primera vez, mi amor (contesta ella con esa sonrisa que me vuelve loca) Te
quiero (me dice dejándome besos más suaves, más relajados, más lentos, este es sin
duda, uno de los mejores momentos de mi vida)
E: Y yo a ti (contesto atrapando sus labios en un beso largo y lento, para terminar entre
sus brazos donde me quedo allí, sintiendo sus caricias y sintiéndome la mujer más feliz
del mundo)
M: ¿Cómo estás? (me pregunta tras unos minutos de relajación y silencio y yo vuelvo a
sonreír, me gusta que se preocupe tanto por mí)
E: Bien, muy bien (me doy la vuelta sin deshacer el abrazo para mirarla)
M: ¿Hay algo que te haya molestado? ¿Qué te haya... no sé, incomodado? (es tan
tierna...)
E: Nada (contesto con una enorme sonrisa)
M: ¿De verdad? (insiste ella, supongo que es importante para Maca que yo esté
absolutamente bien)
E: Te lo prometo (digo atrapando levemente su labio inferior)
M: Umm qué rico (dice tras el beso y me saca una nueva sonrisa)
E: ¿Sabes qué? (le digo para llamar su atención, ella me mira expectante) cuando...
cuando aún era Ángel... al poco de verte, me venía aquí (me mira sorprendida) me
tumbaba a tu lado y me quedaba mirándote dormir toda la noche... (bajo la mirada
avergonzada por mi confesión) hubo una noche en la que... no pude contenerme y... te
acaricié (termino de decir y ella sonríe de lado)
M: Me acariciaste (repite con lentitud)
E: Sí... bueno te moviste y... la, la camiseta se subió y vi tu barriguita (la acaricio con la
yema de mis dedos) fue... algo que no pude evitar... (la miro y veo que está pensando en
ello) no te enfades... (le pido en un susurro)
M: Así que... me acariciaste (una vez más lo repite y yo afirmo con la cabeza) entonces
fue por eso ese sueño tan erótico que tuve (dice y ahora soy yo la que la mira
sorprendida)
E: ¿Sueño erótico? (no puedo creerlo)
M: Uff sí (contesta con una sonrisa de lado) muy, muy erótico (dice enrojeciendo la
voz) y además contigo (termina de decir besando mi cuello e intentando destaparme,
debo estás muy pero que muy roja)
E: Maca... (digo avergonzada)
El amor de los Ángeles 110

M: Jajajaja ¿te da vergüenza? (pregunta divertida)


E: Sí...
M: Pero cariño (no deja de sonreír, sigue intentando destaparme y yo no me dejo, más
que vergüenza, es como un juego) no puedo creer que después de lo que hemos hecho
hace un momento ahora te de vergüenza... (y solo con mencionar lo que ha pasado hace
un rato vuelvo a ponerme colorada y me tapo hasta la frente) jajaja ¡pero tontita! Anda
ven aquí (dice intentando abrazarme)
E: No, que te ríes de mí (le digo haciéndome la ofendida)
M: No me río de ti, mi amor (contesta besando mi frente y acomodándome entre sus
brazos) me pareces adorable
E: Ya (refunfuño y al sentir sus besos en mi cuello, por mi oreja, no puedo más que
reír) me haces cosquillas
M: Mi acosadora (vuelve a reírse)
E: ¡Maca! (le regaño y ella suelta una carcajada)
M: Vale, vale, ya (dice dejando de reír por fin) a ver que quiero preguntarte una cosa...
(y se pone seria de pronto, no sé qué se le ha pasado por la cabeza pero prefiero mil
veces que ría a que se ponga así) ¿Te arrepientes? (me pregunta)
E: Claro que no, Maca (le digo) ha sido maravilloso, y nunca podré arrepentirme de
hacer el amor contigo...
M: Ya (sonríe) pero no me refiero a eso (sigue diciendo y yo la miro interrogante) tu...
tu vida, antes... cuando... cuando eras un Ángel (y que aún le cueste decirlo...) era... no
sé, más fácil... más... más bonita y no sé si te arrepientes del cambio o si alguna vez te
arrepentirás y... no sé... temo que alguna vez puedas sentirte infeliz o algo (no me gusta
hacia donde nos está llevando esta conversación, básicamente porque en sus ojos existe
cierta tristeza y algo de miedo)
E: Te voy a contar algo (le digo acomodándome para mirarla de frente) cuando...
cuando eres un Ángel no tienes recuerdos de tu vida anterior (ella me mira
escuchándome con atención) lo único que sabes de la vida de los mortales es lo que
ves... pero no puedes entender sus sentimientos porque no los sientes (le sigo diciendo,
ella acaricia de una manera leve mi cadera desnuda) es cierto que ser un Ángel es una
vida abrumadoramente bonita, no sientes dolor y solo una paz una calma y una felicidad
que nunca se agota y supongo que nunca olvidaré esa sensación (ella baja su mirada, yo
elevo su mentón) pero yo siempre quise poder entender esos sentimientos que veía...
siempre quise saber por qué la gente llora, porqué ríen o por qué están eufóricos, una
parte de mí anhelaba ser mortal, ahora lo sé (me mira) ahora que lo soy sé que durante
toda mi existencia quise serlo... (acaricio su rostro y sonrío) pero supongo que mi
responsabilidad era mayor que cualquier curiosidad (hago una pausa) cuando te conocí,
me enamoré de ti al instante y lo único que quería era estar contigo... Así que no, mi
amor (ella sonríe por mi forma de llamarla) no me arrepiento... y nunca voy a
arrepentirme porque esto es lo que siempre quise... y ahora, estando contigo, tengo todo
cuando necesito, soy feliz, intensamente feliz, me siento calmada, cuidada y amada y te
aseguro que es mucho mejor que cualquier otra cosa...
M: Mi niña (acaricia mi rostro algo emocionada)
E: Te quiero (declaro en un susurro antes de besarla)
M: Y yo a ti (contesta ella profundizando el beso y de nuevo nos enfrascamos en...
bueno, imaginaos vosotr@s en lo que nos enfrascamos que yo estoy muy ocupada en
sus pechos)
El amor de los Ángeles 111

Hemos despertado juntas, abrazadas y desnudas. Entre besos y caricias he abierto los
ojos para encontrarme con su enorme sonrisa iluminándome la vida. Es el mejor
despertar del mundo. Antes de pronunciar ni una sola palabra ya ha atrapado mi labio
inferior entre los suyos. Alargo el beso todo cuanto puedo, poniendo la mano en su nuca
para impedir que se aleje. Ella sonríe contra mis labios y yo la imito

M: Buenos días (me dice cuando el beso se acaba)


E: Hola (contesto y creo que debo sonar muy tonta, porque esta voz de atolondrada
enamorada no la he tenido nunca)
M: ¿Tienes hambre? (pregunta aún sobre mi cuerpo)
E: Un poquito (hago el gesto con los dedos, ella sonríe y atrapa uno en su boca) No
hagas eso... (le pido)
M: ¿Por? (pregunta sonriente sabiendo cuál es la respuesta y repite el gesto)
E: Maca...
M: Ven aquí (su voz, tan ronca como esta noche me prevé de lo que va a pasar)

Sí, me ha vuelto a hacer el amor. No sé cuántas veces lo hemos hecho en esta noche,
pero la verdad es que no quiero que acabe nunca... Dios, adoro esta sensación, todo este
cúmulo de sentimientos que me provoca, no puedo dejar de tocarla y sé que se me va a
hacer muy difícil controlarme cuando salgamos de esta cama

Desayunamos entre bromas, es muy graciosa cuando está así de relajada, me encanta
verla así. Pasamos una mañana entera contándonos confidencias, ella habla de su niñez,
de su vida y yo... ya la escucho embelesada

Nuestra burbuja se rompe a eso de las tres y media de la tarde, cuando tras comer y
arreglarnos tenemos que separarnos. Maca entra a trabajar y yo tengo una “Alucinante”
sesión de fisio... agh esto es horrible... pasar del cielo a la tortura de la rehabilitación no
puede ser bueno

Me acompaña hasta la puerta donde me regala un par de besos sin importarle quién
pueda vernos o no, sonreímos y me promete que pasará por mí en una hora y se
escapará para tomarse algo conmigo

M: Y esta noche (me dice abrazándome por la cintura) te voy a llevar a cenar y luego
vamos a ir a bailar
E: Yo no sé bailar, Maca (contesto con una sonrisa)
M: Bueno... tampoco sabías otras cosas (eleva las cejas y yo la miro sorprendida) y has
aprendido muy rápido
E: ¡Maca! (suelto, no sé cómo puede ser capaz de decirme esas cosas sabiendo que me
dan vergüenza)
M: Jajaja ayss mi amor (me abraza y yo me dejo, que tonta no soy y me encanta que lo
haga) tonta... (me encanta como lo dice) bueno... tengo que bajar cariño, que se me hace
tarde (mientras me dice esto mira el reloj. No quiero separarme de ella)
E: Umm nooo quédate conmigo (le pido volviendo a abrazarla y no puedo evitar
sonreír)
M: Te prometo que subo en cinco minutos. Bajo, firmo miro a ver si tengo algún niño y
subo corriendo ¿sí? (me peina el pelo y me besa una vez más)
E: Vale... no tardes (le advierto dejándola marchar, me quedo mirando como desaparece
ya dentro del ascensor y emito un bufido, a ver quién aguanta ahora la rehabilitación...)
El amor de los Ángeles 112

Cuando termina mi sesión de tortura (vale, rehabilitación) bajamos a la cafetería, Maca


de momento no tiene pacientes y yo no quiero irme a casa aún, quiero pasar más tiempo
con ella. No os he dicho que ya voy solo con una muleta ¿verdad? Pues eso, ya me
quitaron la otra escayola y puedo andar jejeje sí, puedo andar, lo que es todo un avance
debido a cómo estaba antes, tengo más movilidad para todo, así que creo que llega el
momento de empezar a pensar qué voy a hacer con mi vida

En este tiempo he estado pensando mucho en lo que quiero hacer... obviamente tengo
que buscarme un trabajo, no puedo estar pendiente de que me estén ayudando y debería
tener algún tipo de solvencia económica. Quizás tendría que buscarme un piso, aunque
no sé por qué me da que Maca no me va a dejar salir de su casa, cosa que por otra parte
no me importa, pero tampoco hemos hablado de ello y... ¿quién sabe? Lo mismo es
demasiado pronto para estar viviendo juntas... Vale sí, diréis que ya lo hacemos, pero
era una “medida preventiva” de hecho yo tengo mi habitación y Maca la suya... bueno,
hasta anoche, claro jejeje, en fin, supongo que es una tontería lo que estoy diciendo ¿no?

Pero sí es cierto que tengo que buscar un trabajo, empezar a encauzar mi vida, no sé, tal
vez estudiar... me tira mucho la medicina, más bien la rama de la enfermería... creo que
puede deberse a algo relacionado con mi vida anterior, aunque no sé muy bien por qué...
si ya tenía escasos recuerdos de mi vida anterior cuando era Ángel, ahora no tengo
ninguno... así que, puede que fuera enfermera, al menos es una sensación, pero no estoy
del todo segura...

M: Cariño ¿En qué piensas? (me pregunta cuando trae un par de cafés y se sienta a mi
lado viendo mi mirada algo lejos de aquí)
E: Estaba pensando en mi vida (le contesto) en lo que voy a hacer con ella (me mira
esperando que siga) no puedo seguir sin hacer nada... debería buscarme un trabajo y...
no sé, tal vez estudiar algo...
M: Es una idea excelente (me dice y creo que se siente orgullosa) es una idea magnífica
(sigue diciendo) ¿qué quieres estudiar?
E: No sé... había pensado en ¿enfermería? (la verdad es que no estoy muy segura de
ello) no sé por qué pero me tira bastante
M: Pues si te gusta adelante (sonríe) mira, hacemos una cosa, mañana antes de mi turno
nos acercamos a la universidad y nos informamos de todos los trámites. Tendrás que
hacer una prueba de acceso y... contrataré un profesor para que te de clases y puedo
pagarte la matrícula y...
E: Cariño, cariño (la paro, porque no he dicho nada de que ella me pague nada) quiero
pagarlo yo (le digo y ella me mira un tanto interrogante) por eso voy a buscar un trabajo
M: No te hace falta trabajar (sigue diciéndome) yo puedo ayudarte y...
E: Lo sé (la vuelvo a cortar) pero quiero hacerlo por mí misma...
M: Está bien, como quieras (acepta, supongo que entiende lo que quiero decirle) pues
nada, compramos un periódico y te buscamos un trabajo
E: Creo que están buscando una camarera aquí (señalo un cartel que hay tras la barra de
la cafetería, donde se lee claramente que buscan una camarera)
M: ¿Quieres trabajar en la cafetería del hospital? (me pregunta y yo afirmo)
E: Estaría más cerca de ti (le digo bajando el tono y sonriéndole)
M: Me encanta la idea (y a mí, termina de acercarse y me besa de manera lenta)
E: Maca... que hay mucha gente (le digo separándome un poco)
El amor de los Ángeles 113

M: Mejor, para que sepan que nadie puede coquetear con la futura camarera (dice de
manera chistosa y yo no puedo hacer más que reírme)

Tras tomarnos el café hablamos con el encargado de la cafetería que accede a hacerme
una prueba mañana. Así que imaginaos mis nervios a partir de este mismo momento.
Suena el busca de Maca, mientras me acompaña hasta la salida. Se despide de mí con un
beso que alarga todo lo que puede y se vuelve dentro a atender a quien la requiere. Yo
espero en la llegada del taxi que me ha pedido antes de despedirnos y no puedo dejar de
pensar en cómo seré capaz de llevar una bandeja con tres o cuatro cafés, leche y agua
sin que se me caiga...

Vero: Mira quién tenemos aquí (escucho a mi espalda) si es la zorra que se está tirando
a mi mujer

Por favor, no me hagáis repetir la “conversación” que hemos tenido o mejor dicho, todo
lo que ella me ha soltado. No me hagáis contarlo porque no puedo hacerlo, no quiero
hacerlo. Llevo toda la tarde en casa sin poder dejar de pensar en esto, en todo lo que me
ha dicho y no quiero volver a contarlo pues suficiente tengo con no poder quitármelo de
la cabeza

Maca ha llegado hace menos de quince minutos, con una sonrisa enorme, besándome
nada más verme y metiéndose en la ducha mientras me va contando todo lo que tiene
pensado hacer esta noche. Por lo visto ha reservado en un restaurante bastante bueno y
luego quiere que vayamos a una discoteca o algo así. La verdad, no me apetece nada,
sinceramente, después de lo que me ha dicho Vero no tengo ninguna gana de nada, lo
único que quiero es meterme en la cama, que Maca me abrace y me diga que no pasa
nada. Sin embargo, no quiero preocuparla, no quiero decirle nada de lo que ha pasado,
no quiero problemas, y supongo que todo lo que me ha dicho es producto del despecho,
por mucho que me haya fastidiado oírlo

M: ¿Aún estás así? (me pregunta saliendo ya vestida, me mira y ve que algo ocurre)
¿Estás bien? (dice acercándose a mí)
E: Sí (le contesto intentando sacar una sonrisa) voy a vestirme
M: Esther (me para cuando me levanto) ¿Qué pasa?
E: Nada, de verdad... solo estoy algo cansada (le digo acercándome a ella para robarle
un beso)
M: Podemos quedarnos en casa si quieres...

Vero: Tienes una pinta de aburrida que terminará por cansarla, la conozco, en poco
tiempo se dará cuenta de que contigo no se divertirá nunca

E: No, saldremos (sonrío) me apetece mucho


M: ¿Seguro? (quiere asegurarse, yo intento parecer más convincente)
E: Seguro (termino de decir para ir hasta la habitación y ponerme algo que... que le
guste)

Vale, lo reconozco, durante toda la cena he estado de lo más ausente. Contestando con
monosílabos a Maca y casi sin disfrutar de nuestro momento romántico. Ella por
El amor de los Ángeles 114

supuesto que se ha dado cuenta de que algo me pasa pero me las he ingeniado para
hacerle saber que no es nada

Pero sí me pasa algo, claro que sí, porque las cosas que me ha dicho Vero, todo lo que
me ha contado ha hecho que la leve inseguridad que sentía antes se ahora un enorme
precipicio en el que estoy a punto de caer

No quiero decirle nada a Maca, de hecho, creo que no debería de darle mayor
importancia, como he dicho, al fin y al cabo solo es el reproche de una mujer
despechada. La entiendo, de verdad, entiendo que me ataque, yo le he “quitado a su
mujer”, es normal que su odio vaya directamente hacia mi persona

Y aunque no quiera darle importancia a sus palabras he de reconocer que, creo, me ha


dicho grandes verdades. Al fin y al cabo ¿qué sé yo del amor, del compromiso del... del
sexo? Poco, prácticamente nada y ella, ella parece saberlo todo y sobre todo parece
saber exactamente qué y cómo le gusta a Maca... ¡Dios! ¡Es horrible!

Vero: ¿Sabes qué? Si lo pienso no me importa demasiado que te la estés follando...


Porque tarde o temprano Maca volverá conmigo... en cuanto se canse de ti volverá
conmigo, siempre ha vuelto y yo estaré aquí esperándola

¿Y si es cierto? ¿Y si Maca se cansa de mí, de mi inexperiencia? ¿Y si el amor que dice


tenerme no es tan grande como piensa? Lo he visto cientos de veces, personas que
confunden sentimientos por lo excitante, lo atrayente de lo nuevo, lo he visto en
repetidas ocasiones y ¿quién me dice que eso no es lo que le está pasando conmigo?

Vero tiene razón en una cosa, su relación, siempre fue un ir y venir, por muchas cosas
que pasaran entre ellas siempre terminaban volviendo... ¿por qué iba a ser diferente esta
vez?

M: Ven, vamos a bailar (toma mi mano y deja mi copa sobre la mesa en la que estamos.
El bar está lleno de gente, parejas que se besan con pasión, otras que tontean sin ningún
tipo de pudor) venga cariño, no seas vergonzosa (sigue diciéndome al ver que no me
muevo, y me abraza para comenzar a moverse conmigo en la pista)

Vero: Por no hablar, claro, de lo que a ella le gusta en la cama... jajaja, seguro que no
eres capaz ni de darle la mitad... umm aún recuerdo cómo gritaba conmigo... ¿contigo
grita? No, claro que no lo hace, pareces demasiado puritana... apuesto a que no tienes
ni idea de lo que es un francés o un 69... uff... recuerdo cuando ella me lo hacía o yo se
lo hacía a ella... estoy convencida de que dentro de poco vendrá a buscarme para
satisfacer sus deseos...

Fue demasiado borde, incluso obscena al hablar, pero tiene razón... yo... yo no soy así
de pasional y no... no sé qué hacerle para que... ¡Dios, no puedo creer que esté pensando
en esto!

M: Umm... me encanta como hueles (me dice Maca a mi oído, al tiempo que besa mi
cuello con pasión en mitad de la pista de baile, como si no le importara en lo más
mínimo que la gente a nuestro alrededor se dé cuenta de nada) y cómo te mueves (sigue
diciéndome, y creo que se está caldeando el ambiente)
El amor de los Ángeles 115

Vero: Una vez casi lo hicimos en mitad de una discoteca... y fue... súper excitante...
jajaja le he dado a Maca el mejor sexo de su vida y te aseguro que no podrá olvidarlo
nunca... solo tengo que esperar un poco, en cuanto se canse de ti, mojigata, volverá
conmigo...

No sé qué me empuja a tomarla de la mano y llevarla a tras una columna donde la


oscuridad nos resguarda de miradas curiosas. No sé qué es lo que me hace que la bese
con una fiereza que no reconozco en mí. No sé qué es lo que me pide que la toque con
algo de dureza... quizás las palabras de Vero hace que me comporte como lo que no soy
en realidad, pero no quiero que se canse de mí, no quiero que piense que yo soy... soy...

M: Esther (me dice cuando intento abrirle el pantalón) Esther ¿qué haces? (me para
obligándome a mirarla)
E: Quiero hacerlo aquí (le digo con un tono de voz que no soy capaz de describir) ahora
(vuelvo a besarla, metiendo la lengua en su boca sin ningún tipo de miramiento)
M: No, no, Esther, para (dice una vez más cortando mis movimientos) para
E: Quiero... quiero follarte, Maca (le digo utilizando las mismas expresiones de Vero, y
tan solo con decirlo me siento algo sucia... yo no soy así, no sé qué me está pasando)
M: ¿Qué? (creo que ella tampoco puede creerse que esté actuando de esta manera y
cuando aprieto su pecho con una pasión descontrolada alucina más) ¿Qué coño está
pasando? (dice alejándose de mí y yo bajo mi mirada, avergonzada por cómo me estoy
comportando) ¿¡Qué es lo que te pasa!? (pregunta contrariada y parece que algo
enfadada)
E: Yo... creí que... que tú querías y... (¡Joder! ¿Por qué me comporto como si fuera
una... una puta?)
M: Será mejor que nos vayamos a casa (dice mientras se dirige hacia la mesa donde aún
están nuestras cosas. Las recoge y salimos de la discoteca. Por el camino apenas
hablamos. Creo que se ha enfadado... y no lo entiendo, solo intentaba tomar la
iniciativa, intentaba que... no sé, que le gustara que...
E: Maca...
M: En casa hablamos, Esther (me corta, y sí, está enfadada, lo noto en la manera en la
que su ceño se frunce, en la forma en la que contrariada mira hacia la carretera, en la
poca comunicación que tiene conmigo)

Aparca y salimos del coche, entramos en el edificio, aún no ha abierto la boca y no sé


qué tengo que decirle, ¿Debo disculparme? Supongo que sí, sobre todo porque
realmente, ni yo me he gustado a mí misma actuando como lo he hecho

M: ¿Qué te pasa? (me pregunta una vez cierra la puerta) y no me vengas con que no es
nada, porque llevas todo el día bastante rarita
E: Creí que... (estoy temblando, me siento fatal, me siento ridícula, y muy, muy
avergonzada y abochornada) creí que querías hacerlo y yo...
M: ¿Y por eso tienes que comportarte como lo has hecho? (pregunta sin dejarme
acabar) parecías una gata en celo, por no decir algo peor (genial... encima que ya por mí
misma me siento fatal, ella parece no verlo) Dios... ¿de verdad pensabas que quería
hacerlo allí?
E: Ella me dijo que te gustaba (la cagué)
M: ¿Ella? (sí, la he cagado pero bien) ¿quién coño te dijo esa estupidez? (yo bajo la
mirada y parece darse cuenta de mi estado, se queda callada, respira profundamente,
El amor de los Ángeles 116

calmándose, y finalmente se acerca a mí) cariño... (dice de manera más amorosa cosa
que me hace sentir mejor) Cuéntame qué ha ocurrido... por favor...
E: Me encontré con Vero (le digo por fin y ella parece quedarse bastante parada) me
dijo que... que volverías con ella (sigo diciendo sintiendo un nudo enorme en la
garganta) que te cansarías de mí porque no sé darte lo que ella... y...
M: Pero qué tontería es esa (me abraza, porque sabe que necesito que lo haga) mi
amor... eso no va a pasar...
E: Es que... ella me... me dijo cosas que hacíais y... (no puedo creer que esté diciendo
esto) y tú y yo aún no...
M: Espera, espera (se separa de mí y me mira) ¿Vero te habló de lo que hacíamos en la
cama?
E: Sí (bajo la mirada, casi no puedo ni mirarla)
M: No puedo creerlo (y su voz suena bastante cabreada, pero sé que no conmigo sino
con ella) ¡cómo se atreve!
E: Es verdad, Maca (le digo y me mira absolutamente sorprendida por lo que digo)
ella... tiene más experiencia que yo y... seguro que te hacía cosas que... que...
M: Esther, por favor (me corta, no quiere seguir escuchando pero yo tengo que sacar
todo esto que me está reconcomiendo por dentro)
E: ¿Y si no te gusta cómo lo hago? ¿O lo que hago? ¿Y si tienes que buscar en otro
lado? ¿Y si me dejas, Maca? (he ahí todos y cada uno de mis miedos, entre muchos
otros sí, pero ahora mismo los más importantes y el por qué me ha afectado tanto lo que
me dijo Verónica)
M: Ven aquí (me dice sentándose en el sofá y pidiéndome que haga lo mismo. Lo hago
temblando, porque no sé qué pasará ahora, no sé qué piensa ella) Mira, no te voy a
contar cómo ha sido mi vida sexual con Vero ni con ninguna otra mujer, porque
simplemente no me interesa recordarlo (me dice dejando una caricia en mi mejilla) para
mí no existe nadie más que tú, y me da igual lo que haya pasado antes o las relaciones
que yo haya podido tener antes de ti, porque no existen (me repite) tú me das todo lo
que quiero, todo lo que necesito y me siento muy satisfecha contigo... no necesito
buscar nada más...
E: Pero ella... dijo cosas que hacíais que tú y yo aún no... (repito lo mismo que he dicho
antes, quiero que entienda por qué he actuado así, por qué me siento así)
M: Shh (me calla, poniendo un dedo sobre mis labios) no lo pienses más... tú y yo
aprenderemos juntas, poco a poco, haremos lo que vaya surgiendo, lo que nos apetezca,
en ese sentido y en todos los demás... no tienes que hacer nada de lo que no quieras
porque otras lo hagan... tú no eres así, y a mí me gusta que seas tú, como eres, con tu
dulzura, con tu vergonzonería, con todas tus cosas... pero tú
E: Es que no sé si sabré... (insisto yo)
M: No te preocupes (vuelve a decirme, intentando calmarme) poco a poco y además...
después de lo de ayer... creo que sí que sabes hacer muchas cosas (dice de manera
pícara y consigue lo que quiere, sacarme una sonrisa) Escúchame... con Vero, solo era
sexo... no había sentimientos, a ti te hago el amor, me haces el amor y eso es mejor que
cualquier otra cosa que ella haya podido decirte (me besa lentamente) así que olvídalo,
solo quiere hacer daño... nada de lo que dice es cierto, me encanta estar contigo (me
vuelve a besar) no me hace falta nada más que estar contigo para sentirme plena
E: Perdóname (le digo entendiendo lo que quiere decirme y no sé cómo he podido ser
tan tonta de dejar que me afecte lo que Vero me dijo) me he comportado como una...
una...
M: ¿Tonta? (sonríe. Eso también, pero yo iba a decir algo más fuerte)
E: Sí...
El amor de los Ángeles 117

M: Ven aquí (termina de decirme acercándome a ella para besarme lentamente. Sí, esta
forma es mejor que la anterior... aunque... si soy sincera, la otra tampoco estaba tan mal
y a decir verdad, me he quedado con ganas de...)
E: Maca...
M: Dime (contesta pegada a mi cuello, donde se ha perdido hace tan solo un segundo)
E: Que... no sé... podrías... enseñarme más cositas (digo colorada como un tomate)
M: Jajaja (ríe, como me gusta que lo haga) ¿Ves? Así es como eres y así te quiero (me
suelta para volver a mi boca y comenzar a enseñarme todo aquello que yo aún no he
aprendido...)

¿Recordáis eso que os conté, ese acto reflejo de mirar directamente al sol y no sentir ni
su calor ni sus molestos rayos cegándome? En cierta manera, cuando era un Ángel
anhelaba sentirlo, creo que de ahí venía esa manía de mirarlo directamente. Bien, pues
hoy, creo que me gustaría mucho no volver a sentirlo porque el muy cabrón se cuela por
la persiana que olvidamos cerrar anoche para dejar que uno de sus incómodos rayitos
me dé directamente en la cara y despertarme sacándome de este sueño tan profundo y
relajante en el que me encontraba hasta hace unos minutos

Intento arañarle un par de minutos más al sueño y me muevo buscando su cuerpo,


extrañándome de que no me abrace y entonces, tengo que darle las gracias al sol por la
osadía de despertarme para avisarme de que estoy sola en la cama

Me levanto intentando escuchar ruidos fuera de la habitación. Me pongo algo de ropa


encima y salgo del cuarto buscándola. Voy a echarle la bronca, no me gusta nada
despertarme sola en la cama. Me gusta infinitamente más cuando ella lo hace a base de
beso, por mucho que pueda protestar al principio

M: Me da exactamente igual lo que me digas (la escucho hablar y me quedo parada en


el umbral de la puerta que da al salón, está hablando por teléfono y no de muy buen
humor) no, que te quede claro que ya hemos terminado y no pienso volver contigo (le
dice y entiendo que habla con Vero... no quiero que tenga problemas, no quiero que se
pelee con nadie por mi culpa, mucho menos con Verónica...) Mira, quería llevar esto de
la manera más civilizada posible pero si sigues haciendo lo que has hecho vamos a tener
problemas (le advierte, está nerviosa, anda de un lado para otro y yo me escondo
intentando que no me vea) vale... No llores, Vero (dice relajando el tono un poco) no, es
que ¿cómo quieres que me ponga después de todo lo que le has dicho? (sigo escuchando
y la verdad, no me gusta nada esta conversación) sí, vale... bien, espero que así sea
(termina de decir, y tras despedirse de manera fría cuelga el teléfono y se tapa la cara
con las manos, está agobiada, lo sé)
E: Buenos días (digo saliendo de mi escondite, veo como se toma un segundo y se
voltea con una sonrisa en los labios)
M: Buenos días, mi amor (dice acercándose hasta mí para darme un beso) ¿Cómo has
dormido?
E: Umm muy bien (contesto robándole otro beso y abrazándola por la cintura) ¿Y tú?
¿Cuánto llevas levantada?
M: Un ratito, no quería despertarte (contesta moviéndose conmigo lentamente)
E: ¿Hablabas con Vero? (termino por preguntarle, porque no sé qué me pasa que no
puedo estarme calladita)
El amor de los Ángeles 118

M: Sí... la he llamado, quería hablar con ella sobre lo de ayer (me explica y yo la miro
con una ceja alzada)
E: No quiero que discutas con nadie (le digo) y menos por mi culpa
M: Ella solita se lo ha buscado (me contesta) no pienso permitir que nadie te meta
tonterías en la cabeza y menos ella ¿umh? (me dice y sé que no hay discusión posible)
E: Vale (acepto porque la conozco y entiendo que no iba a dejarlo estar)
M: Pues eso (dice separándose de mí) venga, vamos a desayunar que tenemos que irnos
(me comenta y es cierto, ella tiene que trabajar y yo tengo mi prueba como camarera en
la cafetería)

Evito preguntarle sobre lo que le ha dicho Verónica. Tan solo quiero olvidar ese
desafortunado momento, olvidarme de todo lo malo y centrarme solo en lo bueno. Creo
que no merece la pena darle más vueltas al tema y no pienso dejar que me afecte como
me afectó ayer

Terminamos de desayunar y nos arreglamos para ir al hospital. Esta vez no puedo


escaparme y me toca subirme a su moto. Es la primera vez que voy a montar en un
cacharro de estos y lo cierto es que estoy algo asustada. Pero el miedo se borra en el
momento en que Maca toma mis manos para que la rodee por la cintura y entonces
disfruto del momento. Ahora entiendo por qué gustan tanto estos chismes, el viento
golpeándonos y la sensación de libertad es bastante más excitante de lo que pensaba

Cuando aparca nos bajamos de la moto y de la mano entramos en el hospital. Miro a mi


alrededor, temiendo encontrarme con Verónica y que suelte algo más. Maca aprieta mi
mano y me sonríe para calmarme y una vez más, como siempre, lo consigue. Espero que
la conversación que han tenido suavice las cosas. No pretendo ser amiga suya, sé que es
imposible que lo seamos, pero al menos espero que no vuelva a atacarme

Mientras vamos hacia la cafetería siento algo extraño. Mi cuerpo casi se paraliza y miro
hacia atrás, algo ha pasado junto a mí y reconozco perfectamente esa sensación, es solo
un instante, un segundo pero que me recuerda todo lo que he perdido, todo lo que he
dejado atrás... y de nuevo, una vez más, en este camino de aprendizaje que he
comenzado, entiendo por qué a Claudia le incomodaba tanto mi presencia

M: ¿Pasa algo? (pregunta al ver que me he quedado quieta. Y la sensación desaparece al


mirarla)
E: No, vamos (contesto yo, volviendo a la realidad)

Finalmente me dan el trabajo, no es que haya sido la mejor prueba del mundo, pero
parece que ellos necesitan una camarera con urgencia y yo tengo muchas ganas de
aprender. El horario no está mal y siempre puedo intentar que coincida con los turnos de
Maca. El sueldo no es que sea para tirar cohetes pero al menos me dará un poco de
independencia económica

Y de este modo comienzan a pasar los días. En una semana ya me he hecho al trabajo,
ya conozco a gran parte de la plantilla, no demasiado íntimamente pero sé diferenciar a
médicos y enfermeros y del mismo modo sé el nombre de casi todos

Por suerte para mí, Vero no aparece por la cafetería, al menos no lo ha hecho aún y no
sé si lo hará, la verdad, no me interesa demasiado porque no sé qué puede pasar si lo
El amor de los Ángeles 119

hace. Maca pasa gran parte de su tiempo libre apostada en la barra de la cafetería, lo que
hace que por momentos pierda mi concentración, sobre todo cuando me mira fijamente
con una sonrisita en los labios y buscando ponerme nerviosa, como ahora

E: Deja de mirarme así o la próxima vez que me pidan un café seré capaz de regalar la
cafetera a quien me lo pida (le digo cuando termino de atender a un médico que acaba
de entrar)
M: Es que estás muy guapa hoy (contesta poniendo tono y cara de inocente)
E: Ya... pues ya ha estado a punto de caérseme el café que iba a servir dos veces, así
que... no sé (me apoyo en la barra sin dejar de sonreír y acercando mi cuerpo todo lo
que puedo a ella) ¿No tienes enfermos que atender? ¿O algo que hacer fuera de mí
cafetería? (le digo de manera algo cómica)
M: ¿Me estás echando? (pregunta siguiéndome el juego)
E: Educadamente, sí (sonrío más ampliamente)
M: Ya pues... (su busca suena insistente, lo cual quiere decir que ha llegado algún niño,
al mismo tiempo, se escuchan en toda la cafetería varios buscas de distintos médicos de
urgencias, ha pasado algo, algo gordo que necesita a casi toda la plantilla alerta) me
tengo que ir (dice de manera seria, con ese gesto y esa profesionalidad que tanto me
encandilaron en su momento) Cuando termines espérame y nos vamos juntas ¿sí?
E: Claro (le digo) no te canses mucho (le digo viendo cómo termina su café de un
sorbo, me envía un beso volado y yo me quedo atendiendo a los pocos que aún
continúan en la cafetería)

Debí haber supuesto que esto ocurriría en algún momento cuando acepté este trabajo.
Debí haber contado con ello y prepararme para cuando pasara. Sin embargo me pilla
demasiado por sorpresa, casi ni me lo espero porque no he tenido tiempo de pensar en
ello. Así que cuando familiares y heridos del accidente comienzan a llegar, lo hacen
“acompañados”, lo que conlleva un sentimiento de nostalgia, pérdida, pesar y anhelo
que no consigo quitarme de encima

Pensé que sería más fácil de llevar, que no me afectaría tanto, pero lo cierto es que
cuando noto la presencia de varios Ángeles en la cafetería yo me siento demasiado mal,
desolada y bastante nerviosa. No sé muy bien cómo explicaros cómo me siento,
intentaré hacerlo lo mejor que pueda, espero que lleguéis a entenderme...

Imaginaos que sois niños pequeños, que volvéis a tener cinco o seis años, imaginaos
que os dan a probar un caramelo que os encanta, un sabor que no conseguís olvidar y
queréis volver a saborearlo pero sabéis que no lo haréis. Ahora imaginaos que un día,
sin esperarlo, os encontráis delante de un montón de caramelos, todos con el mismo
sabor que tanto os ha gustado, todos delante de vuestras narices y ni tan siquiera sois
capaces de tocarlos. Tal vez es una analogía un tanto absurda pero es una buena forma
de intentar explicar lo que siento

Porque ese “caramelo” para mí es la sensación que ellos tienen, la plenitud, serenidad y
paz que ellos sienten, la felicidad completa, ausente absolutamente de dolor, no hay
nada que les dañe, no hay nada que les duela, solo tienen bienestar, y la capacidad de
ayudar a todo el mundo. Yo lo sentí, viví con esa sensación que no he logrado olvidar
en todo este tiempo... pensé que con el paso del tiempo que acallaría, se apagarían las
ansias de volver a sentirlo. Ayudó el hecho de no haberme cruzado con ningún Ángel en
todo este tiempo, o al menos no el tiempo suficiente para que hiciera mella en mí. Pero
El amor de los Ángeles 120

ahora, ahora que los siento, a todos juntos, a todos cerca de mí, ahora entiendo lo que
Claudia sentía y sinceramente, no sé cómo lo aguantaba

No entendáis mal, no me arrepiento de mi decisión, estoy feliz con Maca, la quiero y es


lo mejor que me ha pasado, pero esta sensación, todo lo que yo sentía era mucho más
grande de lo que nadie puede imaginar... no sé si lo entendéis, creo que, para hacerlo,
deberíais haber vivido lo que yo...

Y todo me sobrepasa, mire donde mire, haga lo que haga los estoy sintiendo y cada vez
son más, es lógico que estén aquí, yo estaría aquí si siguiera siendo un Ángel, tienen que
ayudarlos, tienen que apoyarlos y guiarlos... No los veo, pero su presencia se hace tan
latente, tan fuerte que hace que yo casi sea incapaz de respirar

No lo aguanto, tengo que salir de aquí, porque el recuerdo de lo que fui, de todo lo que
sentí me duele, sé que no volveré a sentirlo y los envidio. Tengo que salir, tengo que
irme, necesito algo de aire... salgo de la cafetería, mi compañera me mira bastante
confusa por mi huida y yo ni siquiera me paro a excusarme. Entro en el baño y me
refugio en uno de los cubículos justo en el momento en que mis lágrimas comienzan a
rodar por mis mejillas

Claudia: ¿Es duro, verdad? (escucho al otro lado de la puerta, suspiro y trago saliva,
nadie como ella para entenderme, nadie como ella para ayudarme)
E: ¿Cómo lo soportas? (le pregunto una vez abro la puerta y la veo, tan entera, tan
tranquila, como si no le afectara y sé que lo hace)
Claudia: Intento no pensar en ello (me contesta y yo no consigo entenderla)
E: Pero no es cuestión de pensar o no en ello (le digo y sabe por dónde voy) es una
cuestión de sentimientos, de sentir todo lo que sienten porque sabes lo que sienten... yo
sé lo que es, tú sabes lo que es y no... no puedo evitar querer volver a sentirlo...
Claudia: Y siempre lo querrás, con el paso del tiempo se atenuará, incluso puede que
en algún momento llegues a no anhelarlo tanto, pero una parte de ti siempre querrá
volver a sentirlo (me dice) es una de las cosas de las que te hablé en su momento y
tienes que aprender a vivir con ello...
E: ¿Y cómo lo hago? (no sé cómo puede hacerlo ella, yo soy incapaz)
Claudia: Piensa en otra cosa... ignórales... simplemente piensa en algo que te haga feliz
ahora, piensa en... no sé, Esther (me dice, a ella también le afecta, está claro) cada uno
lo hace de la mejor manera que puede... lo mejor es no centrarte en ellos, si lo haces, esa
sensación no se irá y puede que vaya a peor...
E: No sé cómo hacerlo (le digo en un hilo de voz, es difícil, realmente difícil)

La puerta de los lavabos se abre y Maca entra con la mirada preocupada. Me mira, no sé
qué dice, creo que algo que mi compañera le ha dicho sobre mi estampida de la
cafetería, se acerca y me acaricia la mejilla, como solo ella sabe hacerlo, Claudia me
mira y luego mira a Maca

M: ¿Estás bien? (me pregunta y me pierdo en sus ojos)

Y comprendo lo que me ha dicho Claudia, entiendo lo que ha querido decirme, porque


todo lo que he sentido hace un momento desaparece en el momento en que nuestras
miradas se unen. Y ya no anhelo lo que ellos siente, ya no deseo volver a sentirlo, no,
claro que no, porque no quiero más que esto, Maca y el amor que nos profesamos... ya
El amor de los Ángeles 121

no quiero nada más, no me hace falta vivir como ellos para saber lo que es la felicidad
completa. Maca me la da cada día, me la ofrece en cada caricia, en cada mirada, en cada
beso y eso... eso es algo de lo que ellos deberían sentir envidia

E: Ahora sí (sonrío, sintiéndome plena, colmada y tan en paz, que me da igual cuántos
Ángeles pueda haber ahora mismo rondando por el hospital)
Claudia: Ahí lo tienes (me susurra Claudia, sabiendo lo que me pasa y lo que estoy
sintiendo) voy a buscar a Gimeno (nos dice para dejarnos solas y yo sé, que lo busca
para sentir exactamente lo que siento yo ahora mismo)
M: ¿Seguro que estás bien? (vuelve a preguntarme, sigue preocupada)
E: Sí (contesto sonriéndole. La amo tanto, por tanto que me hace sentir...) ¿Me abrazas?
(ella sonríe y lo hace y una vez más, siento que no necesito nada más que a ella para
obtener la felicidad más grande que he sentido jamás)

**********

A veces, tengo la sensación de que le hace falta algo más. A veces, cuando la miro y la
veo ausente creo que echa de menos su vida de antes. En esas veces, es cuando más
intento hacerla feliz, que se olvide de todo lo que fue, no voy a dejar que algún día, se
pueda arrepentir de la decisión que ha tomado. Me ha descrito tantas veces esa
sensación, tantas como yo le he preguntado y he visto cierta melancolía en sus ojos que
tengo miedo a que un día, se aleje de mí “culpándome” en cierta forma de ser la
responsable de la decisión que tomó

Sí, lo sé, quizás me estoy comportando de una manera un tanto irracional, debo hacer
caso a lo que me dijo, ella piensa y siente que no se arrepentirá nunca de la decisión que
tomó. Pero sé cómo somos los humanos, sé cómo es la gente, somos, en esencia, una
serie de elecciones y contradicciones, porque siempre anhelamos lo que no tenemos y
cuando lo logramos, vemos que no lo queríamos tanto como pensábamos... sí, somos
así, no lo neguéis, estoy convencida de que en algún momento de vuestra vida habéis
querido tener algo, lo que sea, habéis hecho lo imposible por tenerlo y cuando lo habéis
logrado, tras un par de momentos de euforia por obtenerlo, lo habéis dejado olvidado, os
habéis dado cuenta de que lo idealizasteis o simplemente no es lo que esperabais. Y
tengo miedo de que eso le pase a ella, tengo miedo de que ahora mismo esté en ese
momento de euforia para después, darse de bruces con la realidad de que yo no soy lo
que ella quería, de que quiere volver a sentir lo que sentía... Y por eso, haré todo cuanto
esté en mi mano por hacerla la mujer más feliz del mundo... aunque sé lo difícil es
competir contra lo que ella fue...

El tiempo pasa inexorable y me doy cuenta que todo ese miedo no es más que un
absurdo pues, verla reír cada día, verla feliz a mi lado hace que simplemente, olvide lo
que un día fue para poder disfrutar con ella de todo lo que nos depara

Me encanta verla descubrir el mundo con sus ojos, es maravilloso ver la cara que se le
queda cuando descubre algo nuevo. Como la semana pasada, por ejemplo, cuando
después de cambiar un montón de turnos fuimos a la playa. Os aseguro que fueron los
tres días más felices de mi vida, verla entrar al agua, con esa carita entre emocionada y
algo inquieta no la cambiaría por nada de este mundo
El amor de los Ángeles 122

Perdón, quizás si hay algo por lo que lo cambiaría, por sentir sus caricias cada noche
como las siento ahora... no voy a entrar en detalles, pero la niña aprende rápido y es...
bueno, digamos que es una pequeña fierecilla cuando le da uno de sus arrebatos y...
umm, me encanta...

Si tengo que ser sincera sí hay algo que me preocupa bastantE: Vero. Desde aquello que
pasó entre ellas hace ahora ya casi dos meses he de decir que mi exmujer se ha
comportado, de hecho, incluso un día apareció en la cafetería para pedirle disculpas.
Esther las aceptó, es increíble la bondad que hay en su corazón, otra en su lugar la
habría mandado a la mierda, yo misma estuve a punto de hacerlo, pero ella no, ella le
dijo que lo entendía, le dijo que incluso era ella la que debería pedirle disculpas... Es tan
bonita mi niña...

Así que, por ese lado, creo que las cosas se han calmado, mentiría si no dijera que aún
estoy en alerta por si algo pasa, conozco a Vero y la verdad, que me he quedado
bastante sorprendida con su retirada, supongo que ha madurado en cuanto a relaciones
se refiere, o nuestra separación la ha cambiado, la verdad, no sé qué pensar realmente

Lo que ya no me gusta tanto es que sea tan amable con todo el mundo. Creo que es la
primera vez en mi vida que me siento algo celosa cuando la veo hablando y sonriéndole
a alguna chica que no sea yo, como ahora, por ejemplo, cuando al entrar en la cafetería,
la veo de bromas y risas con su compañera...

M: Hola (le digo algo más seria cortando su charla, ella me mira se disculpa con Susana
y se acerca hasta mí)
E: Hola, mi amor (contesta ella dando un gracioso saltito sobre la barra y besándome de
una manera más leve de la que me gustaría)
M: ¿En serio crees que eso es un beso? (le recrimino y ella alza las cejas de una manera
tan graciosa que me cuesta guardarme la sonrisa)
E: Cariño, estoy trabajando (me dice a modo de excusa)
M: Ya (miro a mi alrededor, la cafetería está prácticamente vacía, vamos que si no es
por ella y por Susana no habría nadie más aquí) aquí no hay nadie (le digo) a menos
claro que lo que no quieras es que tu amiguita te vea besándome...
E: Jajaja (y la tía se ríe) mira que eres tontita cuando quieres( se acerca, yo me preparo
para un súper beso que le quitarán a Susanita todas las ganas de tontear con mi chica)
ahora te quedas con las ganas (será cabrona)
M: ¡Eh! Ven aquí (intento cogerla pero se me escapa) vale, vale, pero esta noche... no
me pidas mimitos (digo bajando el tono, vale, lo reconozco, en realidad no estoy tan
celosa, Susana es una buena amiga y bueno... supongo que me gusta picarla un poco)
E: Jajaja pero si luego eres tú la que no me deja dormir a mí (me dice saliendo de la
barra y acercándose a mi lado)
M: Ya, eso lo dices para no aceptar la realidad (veo de reojo cómo Susana se sonríe al
vernos tontear) qué simpática ella... (murmuro y Esther se da la vuelta para mirarla y
pone los ojos en blanco)
E: Maca... cariño, ya está ¿no? (me dice abrazándome por la cintura(
M: No he dicho nada (contesto de manera inocente mirando hacia otro lado)
E: Mírame (hace que la mire) te quiero... así que deja de decir y hacer estas tonterías
(termina de decirme para besarme como yo quería, y me sonrío para mis adentros, es lo
que buscaba y ella lo sabe) ¿Contenta?
El amor de los Ángeles 123

M: No sabes cuánto (vuelvo a atrapar sus labios entre los míos y por un segundo nos
dejamos llevar)
E: ¿A qué hora llegarás a casa hoy? (me pregunta y la miro un tanto extrañada, no sé ni
de lo que habla, es lo que tiene que me bese de esta manera, que me olvido de todo lo
demás) la cita con la notaría, mi amor (me recuerda y yo me quedo fastidiada, era hoy,
lo había olvidado)
M: Ya... pues, es a las seis y media, así que no sé, como a las siete y media supongo que
habremos terminado (contesto yo)
E: Vale... pues (juguetea con un mechón de mi pelo y me mira coqueta) cuando llegues
podríamos darnos un bañito y luego... salimos a tomar algo ¿no?
M: Nos damos un bañito y luego vemos lo que nos apetece (le corrijo, con mis manos
en sus caderas y volviendo a sacarle una de esas maravillosas sonrisas que tanto me
gusta ver)

Se pone tensa en un instante y yo me volteo para ver qué la ha puesto así. Vero entra en
la cafetería con la mirada algo altiva... yo también me tenso y Esther se separa de mí.
Consigo cogerle la mano, no quiero que nada ni nadie haga que se aleje de mí cuando
estamos así

Vero: Hola (nos saluda a ambas de manera general)


M: Hola (le contesto y Esther hace lo mismo)
Vero: Siento molestaros (apenas mira a Esther) tengo que hablar contigo, Maca (me
dice y yo intuyo que quiere hacerlo a solas. Esther hace el intento de volver tras la barra
y yo la detengo, lo que tenga que decirme que me lo diga delante de ella)
M: Dime
Vero: Eh... vale... que me han llamado de la notaría, que han cambiado la cita a las
cinco (nos mira a ambas y no sé por qué, tengo la sensación de que se está ¿mordiendo
la lengua?) Y... me gustaría hablar contigo sobre una de las clausulas...
M: Vale, lo hablamos allí (contesto yo. Veo como mira a Esther y le saca una sonrisa
que me parece la más falsa del mundo. Mi chica baja la mirada y yo aprieto su mano
para que me mire) ¿Algo más?
Vero: No, eso es todo( contesta y se marcha por donde ha venido)
E: Has sido algo dura con ella (me dice ¿Veis por qué la quiero tanto? A pesar de
sentirse incómoda, es capaz de preocuparse por alguien que no debería de preocuparla
en absoluto, mucho menos después de aquello)
M: Pues que deje de mirarte como lo hace (le contesto yo)
E: Es normal que lo haga (sigue ella en sus trece) no ha debido ser fácil para ella y... no
sé, Maca no me gusta que seas así con la gente
M: Vale, la próxima vez la invitaré a un café (le digo con toda la ironía que puedo
poner)
E: No hace falta que te pongas así (me contesta separándose de mí y volviendo tras la
barra)
M: Es que no entiendo cómo puedes defenderla después de lo que te dijo (sí, yo sigo
resentida, por muy “bien” que se esté comportando ahora, la conozco, y sinceramente,
aún estoy esperando que haga algo)
E: Se disculpó y nunca más ha vuelto a decir nada malo (me sigue diciendo) y no sé, es
bastante educada, entiendo sus miradas, Maca yo también las pondría (no, cariño, tú
jamás actuarías así, no te sale) y no sé, no me gusta que dos personas que se han querido
terminen así...
El amor de los Ángeles 124

M: Esther, no me hagas actuar de otra manera porque no me sale (le advierto) con ella
no
E: No te pido que seáis las mejores amigas del mundo (contesta ella) solo... no sé, que
seas un poco más amable, para ella no tiene que ser fácil nada de esto
M: ¿Y qué me darás a cambio? (le pregunto con una sonrisa cómica)
E: ¿Es que quieres sacar algo de esto? (me pregunta con una ceja alzada, jajaja, encanta
cuando se pone así)
M: Pues claro (contesto yo de manera seria) si quieres que me guarde mis palabras y
actúe de manera educada con ella y sin que se me note lo mucho que me jode que te
mire cómo te mira, yo tendré que sacar algo... (está alucinando) mi amor, en esta vida,
nada es gratis, ya deberías saberlo (le digo para picarla)
E: Vale... a ver, ¿qué quieres? (encaramada a la barra me acerco a ella y le digo algo al
oído entre sonrisas sabiendo cuál va a ser su reacción) ¡Maca! (dice escandalizada)
M: Jajaja (me río por la cara que ha puesto, es adorable)
E: Eres... eres... (hace el gesto de estrangularme y yo le saco la lengua)
M: Va en serio ¿eh? (e advierto) y todas las noches...
E: Maca... (me advierte de nuevo)
M: Si quieres que sea amiguita de ella vas a tener que ganártelo
E: Tampoco te pases ¿eh? (me dice poniéndose algo seria) solo quiero que seas amble,
lo de “amiguita” (iguala mi registro) te lo has inventado tú...
-: Disculpa (le dice un médico que acaba de entrar) ¿Me pones un café con leche y unas
tostadas?
E: Sí, un segundo (le dice al chico y ni se mueve de mi lado) ¿No vas a decirme nada?
(me pregunta esperando que le diga que seré más amable)
M: Que te quiero (sonrío yo y su mirada se ilumina al escucharme)
E: Y yo a ti tontita (el médico refunfuña, ella se acerca hasta mí para besarme y sonríe)
tengo que trabajar un poco (dice entre besos) tenemos trato ¿eh?
M: Lo tenemos (sonrío viendo cómo se aleja para preparar el pedido y yo me quedo
embobada mirándola, hasta que a mi mente viene la “cita” de esta tarde... Hoy firmamos
el divorcio, hoy por fin, enmendaré el error que cometí hace meses

Cuando llego a la notaría son las cinco en punto de la tarde y aparco en una calle
paralela, en el único hueco que parece haber por allí. No me gusta ser impuntual y hoy
mucho menos, pues lo único que quiero es revisar lo que haya que revisar de las
dichosas clausulas, firmar el acuerdo de divorcio y volver con Esther. Me ha costado un
mundo salir de casa, sobre todo al verla tumbada en el sofá y medio dormida. Sonrío
imaginándola ya totalmente rendida al sueño

Miro el reloj. Los abogados se retrasan y la notaría no está abierta aún, miro a mi
alrededor y de lejos veo a Vero que anda hacia mi posición. Me sonríe de lejos, con esa
mirada pícara que mil veces he visto y yo suspiro

Vero: Hola, Maca (me dice muy amable, algo raro teniendo en cuenta lo que hacemos
aquí y me planta dos besos que me dejan algo parada)
M: Hola (contesto yo separándome de ella y recuperando por completo mi espacio
vital) No ha llegado nadie (le comunico cruzándome de brazos)
Vero: Qué raro (dice acercándose a la puerta, Sí, Vero, está cerrada, lo he comprobado)
pues no sé... (mira el reloj) deberían estar aquí
M: ¿Seguro que era a las cinco? (le pregunto un tanto dudosa de la hora)
El amor de los Ángeles 125

Vero: Eso me dijeron cuando me llamaron... (dice y parece confusa e inocente) espera,
llamaré a mi abogado

Yo también saco mi móvil con la misma intención que ella, busco el número de mi
abogado pero el muy imbécil lo tiene apagado o fuera de cobertura. Miro fastidiada la
pantalla y me doy la vuelta para ver qué hace ella, quien parece hablar algo confusa con
su abogado

M: ¿Qué ocurre? (pregunto al ver que cuelga)


Vero: Que parece que al final el notario no puede venir (me dice y parece fastidiada)
dice Jorge (su abogado) que lo dejemos para mañana, por lo visto ha tenido un
problema en casa o...
M: Ya (la corto, no quiero más explicaciones) pues entonces nos vemos mañana
Vero: Espera, Maca (me para cuando empiezo a andar) ¿Por qué no te tomas un café
conmigo? (me sugiere y yo la miro con una ceja alzada) por los viejos tiempos (dice
elevándose de hombros y sonriendo de lado)
M: No creo que...
Vero: Vamos, Maca (insiste) antes éramos amigas... echo de menos a mi amiga...

“E: Se amable” la voz de Esther y su petición se repite en mi mente. En realidad tiene


razón, antes éramos amigas, antes de todo esto Vero y yo éramos buenas amigas y ella
lo está pasando mal por un error que fue solo mío... quizás pueda aclararle las cosas,
incluso pedirle perdón y no sé... con el tiempo tal vez... Además, tal vez consiga que
deje de mirar a Esther como lo hace...

M: Vale (acepto aunque no demasiado convencida)


Vero: Genial (dice ella contenta por mi afirmación) por aquí hay una cafetería... Sí, allí
(continúa señalando dicho local) ¿vamos?

Y sí, vamos hacia la cafetería, mientras andamos no nos dirigimos la palabra, yo,
porque no sé muy bien porqué he aceptado y ella... bueno, supongo que está buscando
las palabras que decirme. Entramos y nos sentamos en una mesa en el centro del local,
esperamos a que el camarero nos atienda y cuando lo hace seguimos en silencio...

Vero: Parece que no tenemos nada de qué hablar (me dice y su voz suena triste, como si
hubiera perdido la batalla)
M: Hay muchas cosas que aún tenemos que hablar Vero (le contesto tras un suspiro, en
cierta manera, me siento culpable de verla así) Yo... bueno, supongo que debería pedirte
disculpas
Vero: Yo solo quiero saber un par de cosas (me dice y su voz me suena sincera y
abatida) si no te importa me gustaría que me dijeras la verdad
M: Pregunta lo que quieras (le digo esperando que me lance algún dardo envenenado)
Vero: ¿Por qué? (me dice y aunque no lleva el veneno esperado, sí se asemeja a un
dardo, sobre todo por su tono de voz bastante vacío) ¿Por qué aceptaste casarte
conmigo?
M: Yo... lo siento (bajo la mirada, supongo que esta conversación teníamos que tenerla
en algún momento y este es igual que cualquier otro) de verdad creí que podría
funcionar (le sigo diciendo y sé que aunque pueda dolerle, se merece la verdad) creí que
podría hacerte feliz, Vero y... quise intentarlo (continúo diciendo y ella baja la mirada)
pero... me di cuenta de que no seríamos felices, ni tú ni yo y no quise hacerte daño, de
El amor de los Ángeles 126

verdad (claro que no, porque no me gusta hacer daño a la gente mucho menos a quien
durante mucho tiempo ha estado a mi lado) siento mucho haberme equivocado...
Vero: Yo... bueno, siento todo aquello que le dije a Esther (me dice y yo la miro
sorprendida, sinceramente, no esperaba una disculpa después de aquella que a
regañadientes le ofreció a Esther) pero... estaba muy dolida y... solté un montón de
estupideces por la boca...
M: Te pasaste bastante...
Vero: Lo sé y lo siento (baja la mirada y parece arrepentida)
M: Pero bueno, ese tema ya está olvidado (le digo y vuelve a levantar la mirada, sonríe
y supongo que la imito de una manera más leve porque ella parece que se ilumina un
poco el rostro)
Vero: ¿Me quisiste alguna vez, Maca? (segundo dardo, directo a la diana y con unas
pequeñas gotas de veneno, pero no es tan mortal como pensé que sería esta
conversación)
M: Te quise (le contesto con sinceridad) pero quizás no como se debe querer a una
pareja, no como se debe querer a alguien con la que vas a compartir toda tu vida... pero
sí, Vero, te quise, fuiste y supongo que serás una parte importante para mí (no sé ni lo
que digo) me ayudaste mucho y estuviste a mi lado en momentos en el que cualquiera
saldría corriendo... por eso lamento mucho lo que te hice... debí cortarlo antes, ser más
sincera contigo y... no sé, hice las cosas mal...
Vero: Supongo que seguiste tu corazón (contesta y creo que entiende lo que quiero
decirle) no debes arrepentirte por eso...

Siempre fue buena con las palabras, siempre supo hacerme sentir mejor, siempre fue
una buena amiga y aunque sé que no lo seremos más, no si ella pretende algo más,
supongo que con esta conversación zanjamos un capítulo que aún no habíamos cerrado

M: Voy un segundo al lavabo (le digo levantándome y yendo hacia el baño sin dejar de
pensar en la conversación que acabamos de tener)

**********

Cuando me despierto son las seis menos cuarto. Maca ya debe haber terminado con el
notario, supongo que habrá duro, un divorcio no siempre es fácil. Recordando la
propuesta que hicimos voy hacia el baño para preparar una tarde de relax y calma que
alivie lo que pueda sentir en este momento. Miro el reloj, no sé muy bien cuánto tardará
así que mejor la llamo para que la temperatura del agua esté perfecta. Cojo el teléfono y
marco su móvil, esperando impaciente escucharla, pues sé que solo con oír su tono de
voz sabré qué tal está

E: Maca, mi amor (digo en cuanto escucho que descuelgan sin tan siquiera dejarla
hablar, estoy nerviosa)¿Qué tal ha ido?
Vero: Uhhmmm ufff ahhh (escucho al otro lado de la línea y me separo el teléfono de la
oreja para mirarlo confusa) lo sien aagghh to (dice alguien) Maca no puede ummmfff
ponerse... esta... está bastante ufff entretenida entre mis piernas (abro los ojos
asombrada por lo que escucho, son los gemidos de... de... ¡DE VERO! Y llegan hasta
mí sin que pueda ser capaz de reaccionar) Así... así... ufff... joder... qué buena eres con
la lengua
El amor de los Ángeles 127

Automáticamente corto la comunicación sin poder oír nada más, no quiero oírlo porque
solo el hecho de escucharlo, de imaginármelas allí, juntas, desnudas y en la cama hace
que me entren ganas de vomitar... No puedo creerlo... no puedo creer que Maca haya
hecho lo que está haciendo. Me dejo caer en el sofá y tapándome la cara con las manos
siento que el mundo se derrumba a mi alrededor

**********

M: Ya estoy aquí, disculpa (le digo sentándome de nuevo en la silla)


Vero: Tranquila (me sonríe y hay algo raro en su mirada) casi no has tardado...
M: Sí... voy a... voy a llamar a Esther (le digo con algo de cautela, ella baja la mirada y
yo me levanto marcando el número de casa. Cinco tonos y nadie responde, sonrío, mi
chica debe seguir durmiendo... aunque es normal. Anoche no la dejé dormir y hoy ha
entrado temprano a trabajar, debe estás derrotada... cuando llegue a casa seré yo quien le
prepare el baño
Vero: ¿No lo coge? (me pregunta cuando vuelvo a entrar a la cafetería, siempre
sonriente y yo... yo no puedo evitar mirarla extrañada)
M: Ehh... no... debe estar dormida (contesto guardando mi teléfono)
Vero: Claro, mujer (contesta ella) no te preocupes tanto (afirma y mira su reloj) bueno...
¿Tomamos otro? Aún es temprano (me dice y yo sé que debería irme)
M: No... la verdad es que voy a marcharme (le digo recogiendo mis cosas)
Vero: Maca... ¿Por qué me lo pones tan difícil? (me pregunta y yo la miro alzando una
ceja) solo quiero pasar un rato con mi mujer... que pronto será exmujer (apunta al ver mi
rostro) te echo de menos, Maca (me vuelve a decir como lo hizo antes y ahora sí, creo
que de verdad es hora de irme)
M: No, en serio, tengo que marcharme (le digo dejando dinero sobre la mesa) otro día...
Vero: Como quieras (dice dándose por vencida y yo salgo de la cafetería con una
sensación extraña... porque todo este encuentro ha sido bastante extraño...)

**********

Cuando Maca llega a casa ni tan siquiera me levanto a recibirla. No puedo, no tengo
fuerzas. Llevo aquí sentada, en la misma posición desde que colgué el maldito teléfono,
no paro de darle vueltas a lo que he oído y aunque una parte de mí, me grita
desgañitándose que todo es una treta más de Verónica hay otra que no me deja pensar
con raciocinio. Solo el hecho de imaginarlas, de recrear en mi mente la escena que Vero
ha relatado entre gemidos me pone enferma. No sé si será cierto o no, pero lo que sí sé,
es que estos celos, estos enfermizos celos que siento ahora no me dejan ni tan siquiera
regalarle una mínima sonrisa cuando entra al salón

M: ¡Ey! Mi amor (me dice y su alegría por verme contrasta bastante con mi cara de
cabreo) ¿Qué tal has dormido? (me pregunta dándome un beso en la mejilla y al tenerla
cerca me llega el aroma de un perfume que no es suyo. Estoy a punto de echar fuego por
la boca)
E: Mal (contesto escuetamente)
M: ¿Y eso? (me dice y parece preocupada, intenta acariciar mi mejilla y yo me aparto)
¿Ocurre algo?
E: No (niego con la cabeza y me levanto del sofá, comenzando a dar pasos de un lado a
otro del salón) ¿Qué tal te ha ido en la notaría? (a ver que respondes, bonita)
El amor de los Ángeles 128

M: Bien (la miro alzando una ceja) bueno, en realidad no tan bien, al final no hemos
podido firmar (¡Ja! Claro que no, no te jode) por lo visto el notario ha tenido un
problema y no ha podido venir
E: Ya claro (trago saliva, me estoy cabreando demasiado, mucho más de lo que me
gustaría, estoy... Aggh ¡quiero matarla! ¡A ella y a Vero! ¡A las dos, lentamente y con
dolor, con mucho dolor!)

Bajo la mirada, intentando calmarme, yo no soy así y nunca he querido serlo, no debería
tener estos sentimientos tan destructivos, tan locos, tan horribles que siento ahora
mismo. Intento pensar con claridad, debe haber una explicación lógica para lo que ha
ocurrido porque como no la haya... como no la haya yo no sé qué voy a hacer...

E: ¿Cómo es que has tardado tanto en volver si al final no habéis ido a la notaría? (le
pregunto inquisitiva cruzándome de brazos)
M: Pues... (se levanta, dándose cuenta, supongo, de que algo no va bien) Mi amor, ¿te
pasa algo?
E: ¿Debería pasarme algo? (le pregunto encarándola, ella me mira sin saber qué es lo
que ocurre o al menos finge que da gusto)
M: No... (dice de manera inocente) pero... no sé, pareces... enfadada y... siento haber
llegado tarde, Vero me lió con sus cosas y...

Se calla porque yo, muerta de celos, enrabietada como nunca y más tras escuchar esas
palabras he cogido la lámpara que reposa al lado del teléfono (una bastante fea la
verdad, y que debe tener más años que yo en “todas mis vidas”) y la he estampado
contra el suelo haciéndola añicos, logrando que Maca enmudezca y que mis ojos
destilen toda la rabia que siento en este instante

E: ¿¡Te crees que soy idiota!? (le grito con todas mis ganas y Maca alucina ante mi
actitud)
M: ¿Pero qué te pasa? (vuelve a preguntarme y creo que está preocupada, ¡Ja!
Preocúpate por lo que yo pueda ser capaz de hacerte)
E: ¿Qué que me pasa? (le pregunto dando un paso hacia ella y por inercia, por miedo o
por la puñetera razón que sea ella da un paso atrás) ¿¡Quieres saber lo que me pasa!?
¡Me pasa que no soy gilipollas como parece que os creéis todos! (le suelto y quizás si no
estuviera tan enfadada su cara de alucine me daría la pista para saber la verdad, pero
estoy tan... tan... tan rabiosa que no soy capaz de ver más allá de mis narices) Puedo ser
inocente como tú dices y un tanto boba pero no soy estúpida (le espeto con fuerza) y no
voy a consentir que nadie me ningunee... ¡ni Vero, ni tú, ni nadie!
M: Esther... cálmate y hablemos de lo que ocurre porque no entiendo nada (me dice de
manera pausada y esa calma que parece sentir me pone a mí más histérica aún)
E: ¡No me toques! (le suelto cuando intenta acercarse a mí) ¡Cómo has podido hacerme
esto! (le digo y creo que ella no tiene ni la más mínima idea de lo que digo) después de
todo lo que he hecho... después de todo lo que... lo que ha pasado... ¡Cómo puedes
hacerme esto! (y toda mi rabia, todo mi enfado se transforma en angustia y un llanto que
me deja sin aliento... lloro como no lo he hecho jamás, Y Maca, viendo cómo bajo mis
defensas me abraza corriendo. Noto su preocupación, noto su angustia al verme así y
también su confusión por lo que ocurre... me da igual, porque no puedo creer lo que
ocurre y aunque esa parte de mí de la que antes os hablé sigue gritándome a viva voz
que me estoy equivocando, aquellas palabras de Vero y escuchar cómo gime siguen
El amor de los Ángeles 129

torturándome sin dejarme ver la realidad) ¿Cómo has podido? (sigo preguntando entre
lágrimas)
M: ¿Qué ha pasado, Esther? (me pregunta obligándome a mirarla y veo que también
llora, Dios... ni aún así, cuando siento que más que quererla la odio, puedo verla llorar)
Qué pasa mi amor, por favor (me implora y yo empiezo por fin a escuchar esos gritos
que recorren mi interior)
E: La escuché (le digo entrecortadamente)
M: ¿A quién? (me insta a seguir contándole) ¿A quién? Esther, por favor, háblame
E: Te... te llamé (le digo y aunque no la veo porque no quiero mirarla, sé que ella está
sorprendida por esto) y... lo cogió Vero y... estaba gimiendo (le digo y siento de nuevo
mi rabia, me separo de ella, creo que incluso le doy un empujón apartándola de mi
cuerpo) Dijo que tú estabas... estabas... Tenías la boca en... en su... ¡AHÍ! (termino de
decirle, ni siquiera soy capaz de reproducir las palabras de Verónica)
M: ¿Pero qué me estás contando? (pregunta asombrada y bastante perpleja)
E: Te llamé y... ¡Te estabas acostando con ella! (suelto de nuevo y veo cómo va hacia
su móvil, supongo que revisando las llamadas, su rostro pasa de la sorpresa a una furia
extrema que hace que ahora sea yo la que me quede parada)
M: ¡Será hija de la gran puta! (suelta y la miro confusa... o está actuando como la mejor
actriz postulante para los Oscar o yo no entiendo nada) ¡JODER! (y doy un brinco al
verla tirar el teléfono contra el suelo. Supongo que mi salto le llama la atención porque
se da la vuelta, respira un par de veces y vuelve a mirarme) Esther... (me dice, su voz
suena aturdida y dolida) ven aquí por favor (tiende su mano y yo, aunque no le doy la
mía me acerco) mírame (no lo hago) Esther mírame (sigo sin hacerlo) Cariño, por favor
(toma mi mentón y me obliga a mirarla) cuéntame exactamente qué ha pasado... (no es
una petición, más bien parece una exigencia)

Se lo cuento, le relato, a duras penas, la leve conversación que mantuve con Vero, le
cuento que la llamé y fue la puta esa la que me cogió el teléfono, le cuento cómo la oí
gemir y ahora sí, soy capaz de decirle todas las palabras que dijo ella... No me atrevo a
mirarla, creo que no soy capaz de hacerlo. Su mano se tensa, agarrándose con fuerza al
sofá, creo que su enfado es infinitamente mayor que el mío

M: Mírame (vuelve a pedirme y esta vez lo hago, su tono de voz no me deja otra
opción) ¿De verdad me crees capaz de algo así? ¿En serio crees que te haría algo así?

Y en el fondo sé que no lo ha hecho, sé que jamás lo haría. Me he dejado llevar por los
celos, me he creído a pies juntillas todo este teatro que ha creado Vero. Al mirarla sé
que no miente, sé que no ha pasado nada y no sé qué debo hacer ahora

M: Dime, Esther (me dice seria) ¿De verdad crees que te haría algo así?
E: No (lo digo tan bajito que casi cuesta escucharme) no (vuelvo a contestar bajando la
cabeza
M: Escúchame (sigue ella) me tomé un café con ella, creía que quería zanjar las cosas,
le di la oportunidad, pero parece que nos la ha vuelto a jugar (sigue diciendo) no ha
pasado nada, me levanté para ir al baño y supongo que coincidió con tu llamada y su
mente enferma creyó quiso hacerte daño de nuevo (la escucho y sé que no me miente)
Nunca haría algo así... jamás te haría algo así (me dice y levanto la mirada porque sé
que está llorando... Dios... cómo he podido comportarme de esta forma) te quiero más
que a nada en este mundo, Esther y jamás cometeré un error como ese...
El amor de los Ángeles 130

E: Lo siento (es lo único que puedo decir, porque sé que mi reacción ha sido
desmedida, pero tenía tanto miedo a que fuera cierto, tanto) lo siento (y lloro con
amargura, ella me abraza y las dos lloramos juntas) lo siento... lo siento... lo siento...
M: Shhhh... Ya, ya (intenta calmarme, no sé cómo lo hace, no sé por qué tiene tanta
paciencia conmigo... otra persona ya me habría mandado bien lejos) tranquila...
tranquila...
E: No sé qué me ha pasado (y es cierto, porque no entiendo cómo he podido ponerme
así, convirtiéndome en algo que no me gusta en cuestión de segundos) no quiero
perderte, Maca... me da miedo perderte (continúo diciéndole)
M: No me vas a perder (sigue calmándome y poco a poco lo vamos consiguiendo. Poco
a poco las dos dejamos de llorar) Esto es lo que quiere (me dice y la miro, tiene en los
ojos una oscuridad que no me gusta) quiere separarnos... quiere que peleemos... pero no
lo va a conseguir, te juro que no lo va a conseguir (no me gusta nada lo que veo en sus
ojos) se va a enterar (dice y siento la amenaza que hay tras esas palabras)
E: No... (acaricio su mejilla para que me mire) no hagas nada, Maca...
M: No voy a dejar que se vaya de rositas (me dice) no voy a permitir que vuelva a
hacerte daño
E: No quiero que hagas nada (le sigo diciendo) no quiero ni que la veas... (y esto último
lo digo algo dubitativa)
M: Esther...
E: Prométeme que no harás nada (le pido, porque sinceramente, me da miedo que haga
algo, me da miedo que Vero pueda... pueda hacer algo más)
M: Est...
E: Prométemelo (la corto antes de que pueda decir nada más)

Me mira, supongo que me conoce tanto como yo a ella y sabe que si no lo hace, no me
quedaré tranquila. Sonríe levemente, casi con miedo a hacerlo y yo hago lo mismo. En
este momento, cuando ambas esbozamos dos sonrisas nos damos cuenta que la tormenta
ha pasado, que podemos con esto y que Vero, no conseguirá lo que pretende

M: Te lo prometo (me dice y vuelve a abrazarme, yo me cobijo en sus brazos y la


aprieto fuerte contra mí...)

Durante unos minutos nos quedamos así, sin movernos, sin decir nada... no sé qué
piensa, no sé qué se le pasa por la cabeza. Por la mía pasan un montón de cosas, un
montón de sentimientos contradictorios, la rabia ha dejado paso a la angustia y ésta le
ha abierto la puerta a la vergüenza por este ataque de celos y esta bronca que he creado
por algo que no ha pasado...

M: Menudo carácter que tienes ¿eh? (me suelta al cabo de unos minutos, queriendo
romper la tensión y riendo lentamente. Yo sonrío, no está enfadada conmigo, y eso me
devuelve toda la calma que he perdido)
E: Ya... siento haber roto tu lámpara (le digo y sin esperarlo me besa. No sé cómo
puede besarme después del numerito que le he montado, supongo que me quiere más de
lo que yo pensaba)
M: Tranquila... si me has hecho un favor (me dice quitándole importancia) Me la regaló
Gimeno y la verdad... era horrible... (ella ríe y yo no puedo dejar de mirarla)
E: Te quiero, Maca (le digo con el alma entera puesta en esas palabras, porque necesito
que sepa cuando la amo)
El amor de los Ángeles 131

M: Y yo a ti, tonta (me contesta y me besa, con una intensa ternura que hace que todos
mis miedos y mis celos desaparezcan sin dejar rastro)

Ahora entiendo por qué dicen que lo mejor de una pelea es la reconciliación. No os
podéis ni imaginar la noche que hemos pasado, ha sido ufff... Una noche espléndida,
una noche mágica, no solo ha sido una noche, más bien diría que ha sido LA NOCHE

Hemos pasado horas haciendo el amor y solo diré que quiero repetirlo, porque todo lo
que hemos hecho hoy ha sido nuevo para mí y ayss... se me ponen los pelos de punta
solo de pensarlo, ¡quiero repetir, tantas veces como sea posible!

Pero no os creáis que ha sido todo sexo. También hemos hablado de lo que ha pasado y
Maca tiene razón, debo empezar a controlar estos celos que me han cegado si queremos
que esto siga adelante. No es que no confíe en ella, que lo hago, pero... supongo que
debería pensar las cosas antes de hacerlas o hablarlas con ella antes de soltar
espumarajos por la boca

En la ducha, sonrío al ver un par de morados cerca del pecho... no sabéis lo fiera que es
mi niña jajaja creo que no se puede contener nunca. Mientras me lavo el pelo siento
cómo la puerta del baño se abre y sonrío porque sé lo que va a pasar. No transcurren
más de dos minutos cuando sus manos rodean mi cintura y muerde levemente mi
hombro

E: ¿No podías esperarte? (sonrío moviéndome ligeramente por los besos que deja en mi
cuello)
M: No (contesta sin salir de donde está)
E: Umhh... ¿Sabes que eres un poco bruta? (pregunto sonriente)
M: ¿Yo? (dice de manera inocente, ¡es que me la comería!)
E: Sí, mira (me giro y señalo los dos muerdos que tengo en el pecho, pero claro, su
mirada no se centra en ellos precisamente)
M: Muy... muy bonitas (dice y hace que me ruborice, en un movimiento suave baja
hasta mi pecho para besarlo y claro, mi respiración ya se está entrecortando)
E: No decía eso (le digo acariciando su pelo mientras me sigue besando)
M: Lo sé (contesta con una sonrisa pícara para, literalmente, comerme la boca mientras
me empuja contra la pared) uhmm mi amor...
E: Ma... Maca... llegaremos (su mano baja hasta mi centro) ufff tarde...
M: Me da igual (termina de decir y yo me dejo llevar por esta pasión arrebatadora que
nos envuelve cada vez que simplemente nos besamos)

Lo que pasa después... bueno, ya os lo imagináis, que no pienso daros detalles

Finalmente, la famosa cita con el notario no será hasta el lunes que viene. Por lo visto,
el abogado de Maca le dijo que la cita de ayer no existía, que la canceló el notario en
lugar de dar otra hora. Una razón más para que el enfado de Maca se acentúe al
descubrir que todo fue una artimaña de Vero

Entramos a trabajar y la verdad es que lo hago con algo de “miedo”. No sé si


entenderéis lo que siento, pero, saber que Vero está por aquí, después de todo lo que
pasó ayer es algo que me tiene en ascuas. No sé cómo va a reaccionar Maca cuando la
El amor de los Ángeles 132

vea, por mucho que me prometiera que no haría nada, es capaz de soltarle cualquier
cosa, tampoco sé qué hará ella, que nueva mentira se inventará y mucho menos sé cómo
voy a reaccionar yo, porque por mucho que yo quiera olvidarme del tema, lo único que
me apetece ahora es darle una buena bofetada

Mientras Maca firma su entrada yo la espero, aún tiene diez minutos y ha decidido
acompañarme a la cafetería y tomarse un café conmigo. Teresa, la recepcionista, nos
mira con una sonrisa en los labios, es de las muchas que se alegran por Maca y de las
pocas, junto con Claudia, que considera en el hospital a Vero como un mal bicho

M: Es que nos sabes lo que es Teresa (le dice a una alucinada Teresa mientras yo me
ruborizo, será cabrona, ponernos a las dos en estos aprietos) mira... mira lo que me ha
hecho (señala un punto concreto de su cuello donde Ups... hay un bonito muerdo que no
he logrado controlar) es una fiera (sonríe ya abiertamente)
T: Mira, a mí déjame en paz (dice Teresa dándose la vuelta mientras bufa sobre lo que
ha escuchado)
E: ¿Cómo eres tan mala? (le digo dándole un golpecito en el brazo)
M: Eso es maltrato, que lo sepas (contesta agarrándome de las caderas) Además, es
divertido picar a Teresa
E: Pero son cosas nuestras (e suelto regañándola) es nuestra intimidad y... me da
vergüenza (digo poniéndome roja)
M: Jajajaja ayss... pues... para darte vergüenza (me roba un beso) bien que me has
dejado marcada...
E: Te recuerdo que yo tengo un par de marcas en un sitio no tan recatado como el tuyo
(contesto y ella sonríe orgullosa de su hazaña)
M: Jejeje sí, y lo que he disfrutado haciéndotelos no tiene precio (responde en un
susurro que hace que tiemble)

Por el rabillo del ojo veo como Verónica entra en el hospital. Mi cuerpo se tensa, y
Maca al notarlo, mira hacia el lugar donde mi mirada se pierde. Suspira, yo intento
separarme y ella me lo impide

M: No hagas eso (me dice) que se joda (termina de decir mientras vuelve a besarme)

El beso, pese a estar en mitad de la entrada de urgencias gana en profundidad sin


importarnos ni lo más mínimo quién nos vea o quién no lo haga. Yo me olvido de la
presencia de Vero y simplemente me dejo guiar por estos labios que tan loca me
vuelven. Cuando el beso acaba, Verónica ya no está y en su lugar, Teresa nos mira con
una sonrisa de oreja a oreja

T: Iba que echaba fuego (nos comenta) y la mirada que os ha echado ha sido para
grabarla
M: Mejor (contesta ella) que se entere de lo que hay y lo acepte de una vez
E: Anda... vamos a la cafetería que al final entro tarde (le digo porque sinceramente, no
me gusta eso de recrearme en el mal ajeno, por muy mal que se porten conmigo)

**********

Durante el turno, no me cruzo con Vero y mejor, porque no sé si seré capaz de mantener
mi promesa y no soltarle las cuatro cosas que quiero decirle. Aguanto las bromas de mis
El amor de los Ángeles 133

compañeros por el morado de mi cuello y sonrío pícara al pensar en lo que Esther tiene,
jejeje, ha sido una noche para enmarcar y nada ni nadie va a conseguir que se me borre
esta sonrisa de boba que adorna mi cara

Me paso bastante tiempo en la cafetería. No tengo niños y meterme en el despacho no es


que me agrade demasiado, así que he cogido las historias que tengo que rellenar y con
ellas bajo el brazo me he sentado en la barra para intentar trabajar un poco. Sí, intentar,
porque la verdad es que los ojos se me van hacia Esther con una facilidad que me
sorprende. Creo que nunca me he sentido así de enamorada, que nunca he sentido que
daría y haría cualquier cosa por alguien. Ni tan siquiera con Irene... sí, quise y amé a
Irene pero este sentimiento que siento es aún mayor de lo que sentí por ella. Me asusta a
veces todo lo que despierta en mí, pero al mismo tiempo, estoy tan feliz de tenerla a mi
lado que no quepo en mí de la dicha que siento

E: Vas a conseguir que me despidan (me dice pasando por mi lado tras llevarle un
pedido a una de las mesas) Me pones nerviosa
M: Si no he hecho nada (le digo de manera inocente, aunque sé a lo que se refiere y mi
sonrisa se ensancha)
E: Ya... pues para no hacer nada, me miras el culo que da gusto cada vez que paso por
tu lado (me dice algo ruborizada, jajaja me encanta cuando quiere ser lanzada pero su
rostro la delata) más de una vez he estado a punto de tirar la bandeja
M: Yo no tengo la culpa de que tú tengas ese culo que me encanta (le digo yo logrando
con ello que me mire de esa manera entre tierna y amenazante que me vuelve loca) No
pases delante de mí si no quieres que lo haga
E: No sé cómo te aguanto (murmura, tras ella veo como su compañera, esa chica taaan
simpática nos mira sonrientes, vuelvo la vista hacia ella, infinitamente más hermosa y le
hago un repaso haciendo que el donut que lleva en las manos se le caiga al sentir mi
mirada) ¿Ves? Ya lo has conseguido
M: Cuando lleguemos a casa me castigas ¿vale? (le digo con segundas y ella al instante
capta mi tono de voz y sonríe)

Mi busca suena, por tanto tengo que irme a trabajar. Me acerco todo lo que puedo a ella,
le doy un beso y le prometo que pasaré antes de marcharme. Ella termina más tarde, así
que he pensado en hacerle una cenita y preparar aceites para darle un masaje que espero
termine de la mejor de las maneras...

M: ¿De verdad no quieres que pase por ti? (le pregunto ya con ropa de calle, después de
un turno que parecía calmado pero que a decir verdad, ha terminado siendo de lo más
ajetreado)
E: No, cariño (me dice mientras prepara no sé qué que le han pedido) tu vete a casa y
descansa que tienes una carita...
M: La verdad es que estoy un poco cansada (le doy la razón, aun así, sigo con la
intención del masaje) entonces te espero para cenar...
E: Sí, intentaré no tardar mucho (me dice saliendo de la barra para regalarme un beso
profundo, lento y lleno de ternura) te quiero
M: Y yo a ti (contesto con una sonrisa y seguramente pareceré una boba con esta cara
de enamorada que debo tener)
El amor de los Ángeles 134

Al llegar a la moto algo hace que pare mis movimientos. A unos metros de mí,
montándose en su coche Vero me mira mientras deja las cosas en el asiento trasero.
Todo el enfado que creí haber dejado atrás vuelve con más fuerza y aunque le prometí a
Esther que no haría nada, que no le diría nada, no pienso permitir que vuelva a hacer
algo como eso. Voy a ponerle las cosas claras de una vez por todas

Dejo el casco sobre el asiento de la moto y me voy directa hacia ella que ya ha entrado
en el vehículo y lo ha arrancado. Sin pensarlo un segundo me meto en el asiento del
copiloto

M: ¿Tú te crees que puedes joderme la vida como te dé la gana? (le pregunto
directamente. Ella me mira entre sorprendida y apenada. No, ni pienses que con esa cara
me vas a ablandar)
Vero: Quería hablar contigo (me dice y su voz parece miedosa) pero no aquí, no quiero
que montemos un numerito en la puerta del hospital

Y sin decir nada más sale del aparcamiento y nos internamos en las calles de Madrid.
No me ha dado tiempo a bajarme del coche y la verdad, debería haberlo hecho. Pero
también es cierto que mi enfado es mayor que mi razón, y quiero ponerle las cosas
claras ya, sin esperar más tiempo

Durante los siguientes diez minutos no le digo nada, esperando que aparque en algún
lugar, mordiéndome la lengua para no hablar aún. Pero cuando enfila la M-30 ya no
aguanto, no sé dónde cojones vamos y no estoy dispuesta a seguirle el juego

M: ¿Vas a parar el coche en algún momento? (le pregunto y mi voz suena tosca, seca y
fría)
Vero: Estoy intentando relajarme (me contesta de manera inocente) sabes que conducir
me relaja
M: Es que me da igual que quieras relajarte (le contesto yo) solo quiero que nos dejes
en paz y que aparques el coche de una buena vez

Pero no lo hace y al contrario, toma una salida que nos alejará de la ciudad. La miro
sorprendida y su rostro relajado, como si no pasara nada, como si fuéramos una pareja
que se va de fin de semana hace que yo me ponga más histérica por momentos

M: ¿Dónde coño vamos? (le pregunto ya bastante enfadada y desubicada)


Vero: Pensé que querrías ir a ese hotelito en la sierra que estuvimos una vez (me suelta
y yo alucino, esta tía está loca) ya sabes, ese con las camas de agua
M: ¿Pero qué cojones dices? (le digo porque esto es absurdo y surrealista) para el
coche, Verónica
Vero: Vero (me corrige) siempre me has llamado Vero... sigue llamándome Vero
M: ¿¡Quieres parar el coche de una vez!? (suelto elevando la voz y en lugar de frenar
acelera más) ¡Verónica!
Vero: ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué has tenido que hacerme esto!? (la miro y está llorando) yo
te quiero, Maca, ¡porqué me haces esto! Éramos felices, hubiéramos sido muy felices
si... si la puta de Esther no se hubiera entrometido

La miro y veo su mirada ida, como si no estuviera allí. Parece enferma de locura, así
que intento calmarme, no pienso alterarla mientras conduce... No sé qué le pasa, ella no
El amor de los Ángeles 135

era así, no se comportaba de esta manera y no sé cómo hacer para que entienda que lo
nuestro nunca fue verdad, que yo me equivoqué, que nunca la quise de verdad sin que
eso nos lleve a una nueva discusión

M: Vero (le digo y ella me mira regalándome una sonrisa que, sinceramente, me asusta)
escúchame
Vero: Eso, ¿ves? (me corta y siento como levanta le pie del acelerador, al menos ha
frenado un poco) soy Vero... soy tu Vero, y me quieres... y seremos muy felices y...
M: No (susurro, pero parece que no me escucha o no quiere escucharme porque sigue
mirando la carretera sin hacer ni un solo gesto) Escúchame, Vero... por favor, entiende
lo que pasa... tú y yo nunca podríamos ser felices...
Vero: Sí podemos (contesta ella y de pronto me parece de lo más tranquila) claro que
podemos, lo tengo todo pensado... (sonríe, ¿por qué esa sonrisa es tan tétrica?) nos
vamos a mudar y... seremos una familia... tendremos hijos y...
M: No, no, no (le digo tapándome la cara con las manos) Vero por favor... para el coche
y hablemos... no podemos hacerlo así
Vero: S podemos (contesta) además, quiero llevarte a un sitio... he comprado una casita
que te va a encantar (¿Pero no decía no sé qué de un Hotel? ¿Qué habla ahora de una
casita?) Ya verás, te va a encantar y allí es donde viviremos...

Me quedo callada, creo que en estos momentos, mejor seguirle la corriente, no es que
me vaya a hacer nada malo, no, claro que no me lo hará, pero parece tan fuera de sí, que
mejor no tentar a la suerte. Con lentitud saco mi móvil, será mejor que llame al hospital,
que me pasen con Esther y explicarle lo que ocurre, no sé por qué, creo que no llegaré a
cenar

Vero: ¿Qué haces? (me pregunta al ver que me llevo el móvil a la oreja)
M: Llamo al hospital, Vero (le contesto calmada)tengo que decirle algo a...
Vero: ¡NO! (y no sé cómo lo ha hecho pero en un movimiento, que incluye un
volantazo y movimiento brusco del coche me arrebata el móvil y lo tira por la ventana)
¿Por qué me haces esto? ¡Es que no entiendes que tú y yo tenemos que estar juntas! (me
grita enderezando el coche)
M: Mira, Verónica (digo ya nerviosa, esto es absurdo) Déjate de gilipolleces y para el
coche (le digo seria)
Vero: Tú y yo tenemos que estar juntas (me ignora)
M: ¡No! (ahora soy yo quien grita) ¡No estaremos juntas! ¡Jamás estaremos juntas! (le
vuelvo a gritar) ¡No te quiero! ¿me oyes? ¡No te quiero!
Vero: ¡Y a la puta de Esther sí! (me suelta ella y de nuevo acelera) ¡Ella tiene toda la
culpa! ¡Ella es la que te ha separado de mí! ¡Es una puta de mierda!
M: ¡No vuelvas a llamarla así porque no le llegas ni a la suela del zapato! (le espeto
furiosa, mi sangre hierve al escucharla, no voy a permitir que siga diciendo esas cosas)
Entérate de una vez Verónica, la quiero, ¡la amo como no he amado a nadie jamás! ¡Y
ni tú ni nadie va a separarme de ella!

Me mira, durante un segundo me mira y lo que veo en su mirada no lo reconozco,


porque esa mirada no es de la Vero que conocí, no se asemeja en nada a la mujer
amable, la psiquiatra intachable, la amiga comprensiva y cariñosa que conocí hace
tiempo. Muy por el contrario, en sus ojos hay oscuridad, frialdad y un odio que me hace
temblar
El amor de los Ángeles 136

Vero: No estarás con ella (afirma y la tenebrosidad de su voz vuelve a hacer que
tiemble) porque si no estás conmigo, no estarás con nadie

Y todo ocurre en un momento. Todo cambia en un instante, todo se vuelve absurdo,


irracional y surrealista cuando su mirada se tiñe de maldad, de una maldad que me hace
saber lo que va a pasar. En cuestión de pocos segundos intento coger el volante, intento
enderezar el coche mientras que Verónica, acelerando y dando un nuevo volantazo guía
el vehículo hacia el borde de la carretera, saltándonos la valla protectora y cayendo
varios metros. El impacto es certero y fuerte en la cabeza... y entonces, todo es negro

**********

La bandeja que llevo se cae al suelo mientras que todo mi cuerpo se tambalea. El
corazón me bombea a mil por hora y un sudor frío me recorre. La mirada de Maca se
cruza en mi mente, su sonrisa se materializa en mis pensamientos y un dolor intenso me
cruza el alma. Algo ha pasado. Algo malo ha pasado. Tiemblo. Mis piernas casi no me
responden. Siento que me mareo, como si perdiera fuerzas. Levanto la mirada, todo el
mundo me mira sorprendido y asustado y yo... yo estoy llorando

E: Maca (susurro y salgo corriendo a recepción, mientras que siento como el miedo se
apodera de mí porque sé que algo ha pasado... Algo muy malo)

Cuando llego a recepción lo hago casi sin poder respirar. Tengo una opresión en el
pecho que me dice que no estoy equivocada, que sí que ha pasado algo y lo único que
pido es que esté equivocada. Teresa me mira preocupada, supongo que mi rostro lo debe
decir todo. Miro a mi alrededor, pero no sé ni lo que busco. Salgo a la calle, no sé por
qué y allí se confirman casi todas mis sospechas, la moto de Maca está aparcada y sobre
ella su casco. Ahora estoy más convencida de que algo ha ocurrido, Maca no dejaría,
jamás, la moto allí y se iría a casa andando y mucho menos deja el casco sobre el sillín
ni el seguro a medio quitar...

Vuelvo sobre mis pasos, quizás se le ha olvidado algo en la taquilla y ha debido volver
al vestuario, aunque sé que no es cierto quiero creerlo con todas mis fuerzas

E: Teresa ¿has visto a Maca? (le pregunto con rapidez y siento que en mi voz se puede
diferenciar mi miedo)
T: Pues... no (me contesta algo asombrada por mi actitud) la vi salir hace ya un buen
rato...
E: Mierda (doy un golpe en el mostrador y vuelvo a darme la vuelta. Miro hacia todos
lados, intento verla por allí pero sé muy bien que no está. Claudia aparece en el muelle
acompañando alguien a quien debe estar dándole el alta. Ni tan siquiera me espero a que
termine, me voy directa a ella) Claudia ha pasado algo (le digo y me mira sin saber de
qué le hablo) a Maca, le ha pasado algo
Claudia: Eh... espera un segundo (me dice descolocada, se vuelve hacia el paciente, le
da un par de indicaciones y con rapidez vuelve hacia mí) ¿Qué ha pasado? (me
pregunta)
E: No lo sé (le digo con angustia) Pero sé que a Maca le ha pasado algo
Claudia: Vale... a ver, Esther cálmate (¡No puedo calmarme!) ¿por qué dices que le ha
pasado algo a Maca?
El amor de los Ángeles 137

E: Porque lo siento (y parece que es todo lo que necesita para creerme, porque se le
cambia la cara y corre hacia el teléfono, marca el que supongo que es el número de
Maca y espera a que contesten)
Claudia: Lo tiene apagado (me dice mirándome y puedo leer en su mirada que siente el
mismo miedo que yo) vale... vale... vamos a calmarnos, no tiene por qué haber pasado
nada (creo que lo dice más para que yo me tranquilice pero ni ella misma se cree sus
palabras)
T: ¿Pero qué ocurre? (nos pregunta Teresa con cara de circunstancia)
Claudia: Nada... (contesta de una manera leve)
Mónica: Teresa, nos vamos (escuchamos que dice Mónica, la enfermera del SAMUR
saliendo de la sala) un tráfico, diles que estén preparados
T: Vale...

Yo miro a Claudia, ella me mira a mí y vuelvo la mirada hacia Mónica... un tráfico... mi


corazón bombea con tanta fuerza que me duele el pecho... Es Maca... sé que es Maca...

E: Es...
Claudia: No tiene porqué (me corta sabiendo perfectamente lo que voy a decirle)
E: Sé que es ella (digo ya bastante histérica) sé que es ella... ¡y tú también lo sabes!
T: Hija pero...
Claudia: Ven (dice cogiéndome del brazo y llevándome hacia la sala de espera,
supongo que no quiere hablar de esto delante de Teresa) Esther, no nos precipitemos
E: Claudia, lo he sentido (le digo y siento que mis lágrimas recorren mi rostro) sé que
es Maca, sé que algo le ha pasado, algo muy malo Claudia...
Claudia: Puede que... te estés equivocando (algo me dice que ella ya lo ha sentido, su
mirada, lo pronto que me ha creído, sé que ha sentido lo mismo que he sentido yo)
E: Tú sabes que es verdad (le suelto) tú ya has sentido esto (ella baja la mirada y su
rostro se entristece al instante, vuelve a mirarme, y afirma con la cabeza) ¿Lo sentiste?
(vuelve a asentir) Entonces es verdad que algo ha pasado (no puedo dejar de llorar pero
intento controlarme para no hacerlo con la intensidad que necesito) ¿Qué pasó?
Claudia: Esther, tienes que tranquilizarte (me dice) no es seguro solo es una sensación
y...
E: ¿Qué pasó? (vuelvo a preguntar, no voy a dejar que evada la pregunta, claro que no)
Claudia: Murió (me contesta con lágrimas en los ojos y a mí se me corta la
respiración...)

No, no puede ser, Maca no puede morir... no tiene porqué ser igual que lo de Claudia y
lo que yo siento no puede ser igual, porque Maca no puede morir, no... no puede hacerlo

Me levanto como una exhalación, llego de nuevo a recepción tomando el teléfono entre
mis manos y marcando de manera compulsiva el número de Maca, tiene que
contestarme, tiene que decirme que está bien... ella no puede morir, no puede pasarle
nada porque si le pasa algo... si algo llega a pasarle yo... yo no voy a poder soportarlo,
no, claro que no...

Claudia: Venga Esther (me dice tomando el auricular después de llamarla en varias
ocasiones, tanto al móvil como a casa, sin recibir ningún tipo de respuesta) vamos a
tomar una tila (yo me dejo arrastrar, porque el simple hecho de saber la posibilidad que
hay hace que me haya quedado sin fuerzas, sin ganas de nada y sin poder pensar en otra
El amor de los Ángeles 138

cosa que no sea ver aparecer a Maca para que me diga que está bien, que no le ha
pasado nada)

En la cafetería, mi compañera me mira y se sorprende al verme en este estado. Claudia


hace que me siente mientras ella va la barra, habla con mi compañera, no sé de qué y
tampoco me importa en estos momentos y viene con una tila

No me la tomo, ahora mismo no puedo tomar nada, porque nada me entra, nada me pasa
por este nudo en la garganta que tengo. La imagen de Maca sonriendo, vuelve a mi
cabeza y este presentimiento, esta sensación o como queráis llamarlo me vuelve a
golpear diciéndome que algo malo le ha pasado

Sé que Claudia me está hablando, incluso que me está acariciando un brazo pero no
tengo ni idea de lo que dice, porque no la escucho, yo... yo no puedo dejar de pensar en
Maca, en Maca y la falta de noticias

T: Claudia que... acaba de llamar el SAMUR (nos dice Teresa llegando hasta nosotras y
yo me pongo en pie)
Claudia: ¿Qué han dicho? (pregunta ella mirándome por un segundo)
T: Pues la verdad que no mucho... y es un poco raro porque siempre intentan dar más
datos para tenerlo todo preparado (dice mirándome y creo que se corta ella misma la
pregunta sobre mi estado) que vienen ya hacia aquí, por lo visto eran dos chicas pero
solo traen a una
Claudia: ¿Eso por qué? (sigue preguntando Claudia y mi corazón se acelera)
T: Una de ellas ha muerto, irá directamente a la morgue (y yo caigo en la silla de nuevo,
porque escucharlo es peor que imaginarlo, escuchar que la posibilidad de la muerte es
tan cierta como real hace que no pueda estar de pie ni un segundo más) Y la otra, a la
que traen, dicen que está muy mal... van a intentar hacer todo lo que puedan pero quizás
no lleguen (siento cómo mi pecho se hace pequeño, no puedo respirar, no puedo) ¿Hija,
estás bien?

No escucho nada más, no siento nada más, ni me preocupo en contestar a Teresa, creo
que Claudia le da una excusa sobre mi estado y algo sobre que estará pendiente para
cuando entre la paciente

Por favor... por favor... por favor... por favor... que no sea ella, por favor, es todo cuanto
puedo repetir en mi mente, una y otra vez imploro porque no sea ella, rezo porque todo
esto que siento no sea nada, yo tengo que estar equivocada... esto no puede estar
pasando

Diez minutos después y aunque Claudia me ha intentado convencer de que no esté aquí,
yo me posiciono en la puerta del muelle, necesito ver quién viene, necesito verlo, así
que en contra de todo lo que me dice Claudia yo no pienso moverme de aquí

Raúl: Mujer, 37 años (escucho que dice Raúl, médico del SAMUR, mientras empujan
una camilla que lleva a la paciente) accidente de tráfico (yo miro a la camilla mientras
que Raúl sigue anunciando el estado de la paciente, no la veo, no sé quién es y no puedo
verla, los médicos han rodeado la camilla. Me muero intentando hacerme un hueco)
Hemos tenido que reanimarla en la ambulancia (escucho de lejos)
El amor de los Ángeles 139

Mónica: No ha recuperado conocimiento en ningún momento desde que la


encontramos, hemodinámicamente inestable (anuncia a Claudia) le hemos puesto
adrenalina, sueros y plasma...
Raúl: Tiene un fuerte traumatismo craneal y...

Mi mundo se para, todo cuanto existe desaparece ante la escena. Consigo hacerme
hueco entre los médicos para ver quién es... y lloro desconsolada cuando descubro de
quién se trata...

Cuando era un Ángel sabía qué tenía qué hacer en cada momento, incluso en instantes
como este tenía muy claro lo que debía hacer, cuánto debía acercarme, cómo debía
acercarme y qué palabras susurrar para calmar un poco la tristeza de quien me hubiese
necesitado. Cuando era un Ángel, a veces me preguntaba, por qué se quedaban los
mortales en esos estados de shock, tan sumamente encerrados en sí mismos en lugar de
liberarse del dolor, del nerviosismo, de la frustración y del enfado. Cuando era un Ángel
yo sabía lo que pasaba, lo que había pasado o lo que iba a pasar. Cuando era un Ángel
todo era sencillo, tan fácil como cerrar los ojos y susurrar un par de palabras
tranquilizadoras... Cuando era un Ángel se supone que lo conocía todo que lo sabía
todo. Ahora que no lo soy, me doy cuenta de tanto que yo ignoraba

No me salen más lágrimas, creo que me he quedado sin ellas. Las manos no dejan de
temblarme, supongo que fruto del nerviosismo. A penas escucho ruidos a mí alrededor,
puede que sea porque no les presto atención. No tengo hambre, de hecho sé que no voy
a poder probar bocado, es probable que tenga el estómago tan cerrado que no vuelva a
ser capaz de comer en días, pero supongo que tendré que hacerlo. Mis músculos no
responden a los estímulos, o al menos, no noto si me están tocando o no, sé que Claudia
lo hace por momentos pero no la noto. Y mi mirada... mi mirada no se ha apartado ni un
segundo del punto al que miro ahora

¿Qué cuánto llevo así? No lo sé, minutos, horas, quizás una eternidad... pero tampoco
me importa, porque ahora mismo no me importa nada un carajo si alguien me toca, si
alguien quiere que coma, si quien sea me habla, me mira, me calma, me abraza o me
besa... no me importa una mierda nada de lo que pase a mi alrededor. Me importa un
bledo si el mundo se para o sigue girando, si a alguien lo contratan o lo despiden, si un
niño nace o si una pareja se divorcia, me importa un comino todo lo que no sea este
punto en el que mi mirada se ha fijado y no deja de mirar... porque ahí, tras esa puerta,
tras ese punto, está la razón de mi mundo. La mujer que le da sentido a esto que dicen
ser vida... la mujer a la que amo y que amaré siempre

Claudia: Tienes que comer algo (de lejos la voz de Claudia llega hasta mí, pero como
lleva pasando desde hace un largo rato, no reacciono a su voz) Esther, tienes que comer
algo (insiste y sé que si no le digo algo no me dejará tranquila... se preocupa... y se lo
agradezco, pero en este momento no hay nada que ella haga que me ayude, no hay nada
que ella me diga que me calme y no hay nada que ella me traiga de comer que me de
algo más de fuerzas...)
E: No (le contesto, y mi voz suena monótona, vacía, lenta y susurrante)
El amor de los Ángeles 140

No dice nada, se queda callada y se sienta a mi lado. Lo cierto es que, en el fondo,


agradezco que esté aquí, sé que ella también lo está pasando mal, es su amiga... su
mejor amiga... ella también está sufriendo

Claudia: Todo va a salir bien (me alienta y yo intento creerla, juro que quiero creerla
pero no es tan fácil...)

Los médicos lo han dejado muy claro... la operación es demasiado complicada. Tienen
muy pocas esperanzas de que salga bien. Han querido prepararme para lo peor cuando
yo quería aferrarme a esa esperanza que ha surgido en mí al verla entrar al hospital. Me
eché a llorar sin consuelo al verla en aquel estado pero al menos estaba viva, y eso fue a
lo que quise agarrarme, lo conseguí, tan solo un rato, hasta que Héctor, Javier y Gimeno
tuvieron la consideración de ser total y absolutamente sinceros, diría que, por las
noticias que portaban, incluso podían considerarse de cruelmente sinceros

A penas tienen esperanzas, ni ellos mismos que son los encargados de salvarle la vida,
tienen esperanza de que así sea... han sido tajantes y claros, hay un 10% de
posibilidades de que la operación salga bien, y un enorme 90% de que no salga de esa
sala que se esconde tras la puerta que no dejo de mirar

Llevan como 3 horas ahí dentro y yo no me he movido de esta silla ni un instante, no


quiero irme, no puedo irme, quiero estar aquí, con ella, aunque ella no sepa que estoy...
si fuera un Ángel estaría allí, susurrándole, alentándola a luchar, ayudándola a
sobrevivir... pero ya no lo soy y la impotencia que siento en este momento es demasiado
grande como para poder salir de este “estado de shock” en el que me encuentro...

Claudia: Maca es fuerte (la oigo de nuevo) va a salir de esta (y puede que me lo esté
diciendo a mí, pero también a ella... Es su tono de voz la que hace que yo desvíe mi
mirada para verla, y lo que veo es como si estuviera reflejándome en un espejo... las dos
nos sentimos igual, frustradas e impotentes por no poder estar ahí dentro para salvar la
vida de la amiga y novia que se está enfrentando a la muerte. Ella me mira y agarra mi
mano, aprieta y asiente, y yo... yo me siento un poco más arropada)

Dos horas después, sale Javier, está cansado, sudoroso y con la mirada algo perdida. Se
acerca con pasos lentos, es como una agonía verlo andar, pareciera un preso caminando
hacia la silla eléctrica a la que ha sido condenado. He visto muchas veces esa mirada y
nunca, jamás, es portadora de buenas noticias

J: Bueno (dice, intenta poner un tono neutral pero le fallan los nervios, quizás los
sentimientos... sí, puede que no se lleven bien, pero según me contó Maca hubo un
tiempo en que fueron amigos, supongo que ahora se está acordando de ese tiempo.
Claudia me ayuda a levantarme, yo sola no puedo) Está... está en coma... (nos dice de
manera directa, como si ya supiera que esto iba a pasar, como si tuviera clara que esta
posibilidad existía. Yo cierro los ojos... estar en coma o muerta, en este momento, para
mí, es casi lo mismo... solo una máquina te dice que quien sea mantiene constantes
vitales, pero esas constantes tan solo son bombeos de sangre del corazón al cerebro y de
este al corazón. Nada más... estar en coma no es nada más)
Claudia: ¿Despertará? (pregunta Claudia, yo soy incapaz de hablar) quiero decir es...
El amor de los Ángeles 141

J: Si te refieres a si es un coma inducido (Claudia asiente) no, no lo es (contesta y


aunque no entiendo mucho de este tema, sé, por sus caras, que eso no es nada nuevo) no
sabemos si va a despertar... es probable que no lo haga
Claudia: Entiendo... (yo no, no lo entiendo, no entiendo cómo me pueden decir que está
viva, para luego decirme que no va a despertar nunca... sí, está viva, su corazón sigue
bombeando... pero no va a poder hablarme, ni besarme, ni tocarme y yo... yo no voy a
poder hablarla, ni tocarla, ni acariciarla... No me va a sentir y yo no volveré a sentir sus
caricias. Entonces decirme vosotros ¿Qué diferencia hay?) ¿Podemos verla? (le vuelve a
preguntar)
J: En un rato (contesta él) pero de una en una y solo cinco minutos

Y a esto es a lo que se ha reducido mi vida, a estos cinco minutos que tengo para verla.
Porque han comenzado a pasar los días y lo único para lo que vivo es para estos diez
minutos al día, repartidos en dos turnos de cinco que tengo para verla. No se me permite
más tiempo, al menos no de momento. Es la tortura más cruel que alguien puede sufrir

Un día os dije que las urgencias me parecían lugares demasiado fríos. La UCI de un
hospital lo es aún más. Una habitación llena de cables, con una máquina que emite un
pitido continuo, único signo evidente de que Maca “Sigue conmigo”. Sin ningún tipo de
decoración, supongo que los enfermos que aquí se encuentran no lo necesitan, una silla
de lo más incómodo en el que es imposible estar más de dos minutos. Y una cama, una
cama donde su cuerpo descansa, donde ella sigue dormida, donde yo me acerco cada día
y tomo su mano para besarla

Hay quien dice que sienten cuando se les toca, que nos escuchan cuando les hablamos.
Los médicos dicen que no, que ni sienten ni oyen... yo no sé qué pensar, pero he visto
tantas cosas, he escuchado tantas cosas que le hablo y la toco por si lo que dicen es
cierto y son los médicos los que se equivocan

Así me encuentro ahora mismo. Con su mano cogida entre las mías, con mi cabeza
apoyada con delicadeza en su vientre, con lágrimas en los ojos y mirando su hermoso
rostro. A pesar de las heridas, de las magulladuras, sigue siendo la mujer más bonita del
mundo. Le dejo un beso en la mano y entonces es cuando tiemblo

Sí, tiemblo y lo hago de una manera muy distinta a como lo he hecho otras veces. No
necesito nada más para saberlo, para darme cuenta... Levanto la mirada y siento mi rabia
fluir por todo mi cuerpo, llegando a mis ojos y por supuesto a mi voz

E: No vas a llevártela (le digo enérgica y muy seria, porque no puede llevársela, no, no
puede) Así que vete de aquí, porque no te las vas a llevar (termino de decir sabiendo que
no importa lo que yo diga, ni cómo lo diga en caso de que su cometido sea ese)

Me aferro más a su mano, como si con ese gesto pudiera retenerla conmigo. Él se acerca
y yo, yo intento impedir que lo haga. No le veo, no me deja que lo haga, no sé por qué
aún no se muestra pero sé que está aquí y más lo siento cuando se queda parado frente a
mí, yo miro hacia su posición, implorándole que no lo haga y aunque sé que no me hará
caso si ha venido por ella, necesito intentarlo con todas mis fuerzas

E: No te la lleves (le suplico) por favor... no te la lleves...


El amor de los Ángeles 142

Dejo de sentirlo y cierro los ojos, que se vayan así, dejando las cosas a medias no es lo
habitual, ni tampoco bueno, o eso creo... Miro a Maca, quien sigue dormida, necesito
que despierte de este estúpido coma que la tiene en vilo, necesito que me mire y me diga
que me quiere...

E: Mi amor (me agacho sobre ella y le susurro al oído) quédate conmigo (le pido) por
favor... quédate conmigo
-: La amas ¿No es cierto? (escucho tras de mí y al darme la vuelta lo veo allí, parado a
medio metro y mirándonos. Se ha dejado ver y no lo entiendo, no sé qué quiere)
E: Sí (le contesto) la amo más de lo que tú nunca podrás llegar a comprender
-: Bueno, quizás pueda entenderlo (dice sin moverse de su posición)
E: No (rebato yo, porque no puede comprenderlo) no lo harás si no lo sientes
-: No pretenderás que yo también dé el salto (me dice un tanto cómico y a mí no me
hace ninguna gracia)
E: Claro que no (le contesto) cada uno toma sus propias decisiones
-: Ya... (se acerca al otro lado de la cama y mira la unión de nuestras manos) ¿Y qué
pasa si un día os dais cuenta de que vuestra relación no funciona? ¿O si ella se enamora
de otra persona y se acaba lo vuestro? (¿a qué cojones viene esto ahora?) Los mortales
son... sois (se corrige) contradictorios por naturaleza, anheláis lo que no tenéis y cuando
lo lográis dejáis de desearlo (yo lo miro con una ceja alzada) el amor que decís
profesaros lo he visto en muchos otros, tú también lo has visto (me dice haciendo una
clara alusión a cuando yo era como Él) y siempre ha terminado igual... en algún
momento, antes o después el amor se acaba y entonces ¿qué? (me mira) ¿Habrá
merecido la pena todo lo que has dejado atrás? (me pregunta y yo no sé a qué viene
esto) Dime, Esther, ¿de verdad merece la pena tanto sufrimiento, tanto dolor por un
amor que puede que tan solo dure unos años?
E: Merece la pena, claro que merece la pena (le contesto) solo por el hecho de sentir sus
labios ya merece la pena (termino de decir y vuelvo mi vista hacia Maca... Merece la
pena solo por ver cómo me mira, y aunque él no puede entenderlo yo seguiré
defendiendo esto que siento sobre todas las cosas)

Durante los siguientes minutos ninguno decimos nada. Yo simplemente la miro a ella, al
amor de mi vida. Él no deja de mirarme, de estudiarme, no sé qué piensa ni qué va hacer
pero si sigue aquí... si sigue aquí es por algo y... solo de pensarlo se me parte el alma

E: No es su hora (susurro levemente, aunque es más un deseo que una afirmación)


-: Tal vez no lo sea (me dice) tal vez sí (no entiendo nada, ¿A qué coño juega?) todo
depende de lo que tú decidas, de tus elecciones
E: No entiendo (lo miro confusa, ¿a qué viene esto?)
-: Me han mandado por una razón, Esther (me dice y yo le presto atención) por ahí
arriba digamos que... estamos un poco faltos de buenos Ángeles (hace un gesto con las
cejas y yo sigo sin entender nada) Tal y como está el mundo ahora mismo, son pocos,
muy pocos los que llegan al fin de su aprendizaje de forma que se les conceda la virtud
de convertirse en un Ángel (no va a decir lo que creo que va a decir, no puede ser)
quieren hacerte una propuesta (me dice y yo lo miro asombrada, eso es imposible)
quieren que vuelvas... (no puede ser) a cambio ellos harán que Maca se recupere...
E: Eso es imposible (le digo porque no puedo creer lo que escucho) vosotros sois
Ángeles, no Dioses y no podéis jugar así con las vidas de las personas (termino de
decirle entre indignada y asombrada por lo que oigo)
El amor de los Ángeles 143

-: No jugamos... (me dice y yo lo miro sin poder creer todo esto) solo intentamos que
todo vuelva a ser lo que era, lo que debe ser... tú debes ser un Ángel, Esther, pero eres tú
quien tienes que decidirlo...
E: ¿¡A costa de su vida!? (me estoy cabreando y mucho) ¿Qué clase de decisión es esa?
¿Cómo pretendéis que yo decida algo así?
-: Eres libre de no aceptar el trato, Esther (y su calma me pone más nerviosa, creo que
ahora entiendo por qué Maca se ponía tan histérica cuando yo le hablaba como me habla
él a mí) puedes elegir...

Sí, puedo elegir, pero las posibilidades que me dan son tan duras, tan extremadamente
dolorosas que no soy capaz de hacerlo. Vuelvo la mirada hacia Maca, la miro y el
recuerdo de lo que hemos sido, de lo que somos, de lo que ella es, de todo cuanto la
amo y me ama, de todo lo que siento por ella hace que comprenda que, un mundo sin
Maca no tiene sentido, que este jodido mundo, esta jodida vida es más fácil, más
hermosa, más divertida e intensamente mejor si Maca está en ella...

Maca tiene que vivir, porque su vida vale más que cualquier otra, incluso más que la
mía... ella tiene que seguir viviendo, no puede morir, no puede permanecer en este coma
para siempre, ella... ella es más importante que cualquier otra cosa...

E: Sí acepto... (me mira) ¿La recordaré? (quiero saber, necesito saber si seguiré
“sintiendo” esto que siento, si se me concederá la oportunidad de no olvidarla...)
-: No (me contesta y yo asiento, en el fondo lo sabía) es mejor que no lo hagas... será
mejor para ti y a ella le será más fácil seguir con su vida si tú no te acercas de nuevo a
ella...
E: Si no acepto... ¿Será un Ángel? (le pregunto, porque si pasa lo que puede pasar,
prefiero saberla un Ángel, porque ella se merece ser un ángel)
-: No puedo responderte a eso (me contesta y yo sé, que esa respuesta esconde un “No”
que no quiere pronunciar

La miro de nuevo, temblando acaricio su rostro, es tan bonita... tan hermosa y me ha


hecho sentir tantas cosas... tantas... la quiero demasiado, más de lo que puedo llegar a
describir con palabras y por tanto que la quiero no puedo dejar que termine de este
modo... no es justo. Por mucho que yo quiera ser mortal, vivir y sentir todo lo que he
vivido y sentido, por mucho que yo siempre, desde que era un Ángel haya anhelado ser
mortal, no puedo dejar que todo termine así para ella. Bajo hasta sus labios y los
acaricio con los míos, no responde, y aun así, siento que este beso que le dejo es
diferente al resto. Está plagado de amor, de ternura, de melancolía, de la promesa eterna
de amarla para siempre... Es diferente este beso porque simplemente, es mi despedida

E: Ella tiene que vivir (le digo y él asiente con la cabeza, sabe que he tomado una
decisión) tiene que vivir (repito entre lágrimas, unas lágrimas que a partir de ahora no
volveré a sentir, tampoco volveré a sentir su tacto, ni su abrazo, ni sus besos... pero todo
merece la pena solo por saber que ella vivirá...) Este mundo es mejor cuando ella está en
él (le digo él sonríe, y al mismo tiempo parece un poco ¿triste? Lo miro y no deja de
mirarme, no sé qué es lo que piensa o lo que no piensa, pero lo que sí sé, es que mi
decisión es la correcta, solo me queda una cosa que preguntarle, la más importante
quizás, porque si la respuesta es negativa, entonces nada de esto tendrá sentido) ¿Será
feliz?
-: Lo será (me contesta y sonríe de una manera que no termino de entender...)
El amor de los Ángeles 144

E: Entonces... si para ello tengo que volver a ser un Ángel, que así sea... (termino de
decir aceptando el trato, haciendo mi elección, eligiendo que ella viva por encima de mí
misma, decidiendo que mi vida no vale tanto como la suya, porque ella, ella es mi vida
y sin ella yo no tengo nada...)

**********

Mi cuerpo se debilita, lo sé, lo estoy sintiendo. Las fuerzas se me agotan y mi lucha por
seguir viviendo es cada vez más dura, más intensa pues, cuanto más me aferro a la vida
más fuerzas pierdo y sé que poco a poco me quedaré sin ellas. La vida se me escapa
entre los dedos sin ser capaz de hacer nada por evitarlo... solo me queda evocar su
mirada, recordar su sonrisa y así, poder intentar seguir viviendo o al menos malviviendo
en este estado en el que me encuentro

No siento dolor, ni frío, ni calor, no sé si me tocan o no lo hacen... sigo en un estado de


ausencia del que no puedo escapar, no encuentro la salida para hacerlo y cada instante
que pasa, siento que no me quedan fuerzas para continuar buscando

E: Mi amor, quédate conmigo. Por favor... quédate conmigo

Su voz me llega lejana, demasiado lejana... es apenas un susurro casi inaudible, es un


murmullo tan leve que me cuesta oír... pero es su voz, es ella, está conmigo y me pide
que me quede a su lado. Me aferro a eso, una vez más saco fuerzas de donde no las
tengo para aferrarme a su voz y vuelvo a debilitarme, de nuevo vuelvo a debilitarme

Algo ocurre. No sé qué es, ni qué ha pasado, ni cómo es posible que de pronto yo me
vea tumbada en la cama, estando de pie junto al lecho y frente a mí, Esther se apoya
sobre mi vientre... está llorando, y me parece que habla con alguien. No escucho lo que
dice, no sé con quién habla, ni porqué veo la angustia en sus ojos

Caigo en la cuenta de que si yo puedo ver esto, es que “he dejado mi cuerpo”, caigo en
la cuenta de que esto no es normal, caigo en la cuenta de que, si ha pasado, entonces es
que yo... yo debo...

-: No estás muerta (escucho a mi lado y al volver la vista una mujer, un Ángel mira la
escena que yo estoy mirando)
M: Entonces qué... (le digo confusa, porque esto es lo más extraño que he vivido nunca)
-: Todo a su tiempo (seguimos mirando la escena, Esther parece airada, enfadada y no
deja de llorar, no me gusta verla llorar, jamás me ha gustado)
M: ¿Qué le ocurre? (pregunto y ella me mira de nuevo)
-: Está tomando una decisión importante (es lo único que me contesta y yo la miro
interrogante) no puedo decirte lo que es, por eso no puedes oírlos
M: No entiendo nada (sigo diciendo y ya no me planteo si esto es real o producto de mi
sueño, he aprendido tras conocer a Esther, que lo más surrealista puede ser una gran
realidad)

Nos quedamos en silencio, yo no dejo de mirar a Esther, está tan triste, tanto, que me
parte el alma verla así... sigue hablando y no entiendo lo que dice, nunca se me dio bien
eso de leer los labios y ahora no iba a ser una excepción. De pronto la veo inclinarse
El amor de los Ángeles 145

sobre mí y besarme, yo llevo las manos a mis labios pero no siento su beso... su mirada
dice algo que no entiendo, sigue llorando... ¿Por qué no deja de llorar?

-: ¿Cuánto la amas? (me pregunta y yo dejo de mirar a Esther para posar mis ojos en
ella)
M: Más que a nada en este mundo (le contesto) aunque creo que no lo entenderías
nunca
-: ¿Qué estarías dispuesta a hacer por ella? (sigue preguntando y a mí esta conversación
empieza a no gustarme)
M: Daría mi vida por ella (le digo con convicción)
-: ¿Y qué pasará si dentro de unos años dejáis de quereros? ¿Si conoces a alguien que te
haga sentir cosas que no sientes con ella? ¿Qué pasará si dentro de un tiempo ese amor
que decís teneros se acaba? (me pregunta de seguido, yo la miro con una ceja alzada)
M: No sabes lo que es el amor (contesto volviendo mi vista hacia Esther) sé que nunca
dejaré de quererla, sé que no hay nadie en este mundo que me haga sentir cosas que ella
no me hace sentir porque solo ella consigue que yo me sienta absolutamente plena,
totalmente feliz, inmensamente feliz...
-: ¿Qué pasa con Irene? (sigue preguntando y yo vuelvo a mirarla extrañada, ¿a qué
viene esto?) ¿No creías sentir por ella lo mismo que sientes ahora? (continúa
cuestionando) y mírate ahora, has olvidado a Irene, ¿quién te dice que no te pasará lo
mismo con Esther?
M: Porque son dos sentimientos diferentes (respondo segura de lo que digo) A Irene la
quise, muchísimo y su pérdida fue terrible, pero ahora sé lo que es el amor verdadero, lo
que es sentir que todo tu mundo se centra en una sola mirada, eso solo lo he sentido con
Esther (la miro y parece que hace amago de sonrisa) Ella es la mujer de mi vida... la
única mujer de mi vida

De nuevo silencio. Una vez más mi mirada se centra en Esther, una vez más la veo
tomar mi mano, no la siento, su presencia me llena de dicha, su rostro triste me duele en
el alma. Intento alargar mi mano y tocarla pero no puedo, no consigo moverme...

M: Me estoy quedando sin fuerzas (susurro lamentándome, quiero seguir luchando y no


puedo)
-: Lo sé (es lo único que me dice y yo comprendo que me estoy muriendo, lo sabía antes
y lo acepto ahora...)
M: ¿Cuánto me queda? (le pregunto, ella me mira sorprendida)
-: ¿Tan pronto quieres dejar este mundo? (me dice con una media sonrisa, no entiendo
nada, ¿a qué viene esto?)
M: ¿Es que no me muero? (vuelvo a preguntar, ¿qué pasa aquí?)
-: No lo sé (sé que lo sabe pero no me lo dice) tal vez no (sigue diciendo) todo depende
de tus elecciones, de lo que tú decidas (y yo no entiendo nada, absolutamente nada)
M: No comprendo...
-: Hay una oportunidad para ti (me dice) pero has de elegir... tienes la posibilidad de
seguir viviendo, tener una vida larga y sana o decidir dejar de luchar...
M: ¿A cambio de qué? (le pregunto porque no sé qué es, pero algo me dice que hay
trampa)
-: Si vives... Esther volverá a convertirse en Ángel... si dejas de luchar, entonces será
ella quien tenga una vida larga como mortal...
El amor de los Ángeles 146

No me lo puedo creer... esto sí que es absurdo, ¡se supone que ellos son los buenos!
¿¡Qué clase de Ángeles son que me ponen en esta encrucijada!? No puedo elegir, no
puedo decidir algo como esto porque en ambas posibilidades la pierdo... ¿Cómo pueden
hacer esto?

M: ¿Qué clase de Ángel da un ultimátum cómo este? (le digo alucinada) ¿Cómo podéis
jugar con la vida de esta manera? (no puedo creerlo, simplemente, no me entra en la
cabeza)
-: No jugamos con la vida, Maca... (me dice de manera calmada y creo que me va dar un
infarto de lo histérica que me estoy poniendo) tan solo queremos cerciorarnos de que
todo es lo que debe ser... pero no jugamos
M: ¿Lo que debe ser? (alucino) ¿Cómo podéis hacer esto? ¿Es que me estáis castigando
por hacer que Esther dejara de ser como vosotros? ¿Me castigáis por amarla como la
amo?
-: Nosotros no castigamos (me suelta la tía y tan pancha se queda, ¡JA! Para no castigar,
bien que me estáis fastidiando) Como he dicho, queremos estar seguros de que todo es
como debe ser... (me mira, mira a Esther y vuelve la vista hacia mí) Tienes que elegir...

Y cuando la miro me doy cuenta de que es en serio. Tengo que elegir, tengo que
decidir... no puedo creerlo yo... no puedo creerlo... ella espera una respuesta y yo no
puedo apartar mis ojos de Esther. No volveré a verla, esta es la última vez que voy a
verla porque decida lo que decida nuestros caminos se separan en este instante

Mi mente reproduce, paso por paso, palabra por palabra cada conversación, cada beso,
cada momento con ella, veo toda nuestra relación como si fuera una película ante mis
ojos, y me doy cuenta de cuánto la amo, más de lo que yo pensaba, más de lo que
imaginaba y muchísimo más de lo que soy capaz de exponer con palabras... La miro, la
miro y lo que veo, lo que siento con tan solo mirarla es más grande que cualquier otra
cosa, la veo llorar y no lo soporto... la miro y sé lo que tengo que hacer

M: Siempre ha querido ser mortal (susurro levemente, ella me mira, creo que sabe lo
que voy a decir) es feliz, mucho más feliz de lo que fue siendo un ángel (continúo) y yo
solo quiero que sea feliz...
-: Entonces estás dispuesta a dejar este mundo solo para que ella siga siendo mortal (me
dice y más que una pregunta lo afirma)
M: Sí (no aparto mi mirada de Esther, quiero llenarme de ella antes de... de...)
-: Eres muy valiente... muchos tienen miedo a la muerte, tú sin embargo...
M: No (la corto porque creo que no ha entendido nada) no le tengo miedo a la muerte...
lo que temo, lo que me da más miedo, es vivir sin ella, sé que no podría... (mientras
hablo mis ojos no se apartan de Esther, es la última vez que voy a verla y quiero grabar
en mi corazón, en mi alma cada gesto, cada pliegue de su rostro para poder recordarla
allí donde vaya...) Solo quiero que sea feliz (susurro por última vez, porque ha llegado
el momento de marcharme)
-: Lo será (me contesta con una sonrisa que no llego a comprender)
M: Entonces guíame, porque mi decisión está tomada (es mi decisión, una decisión que
no dudo en ningún instante, porque no concibo un mundo donde no esté Esther, no
concibo una vida donde no exista ella, y si para eso yo he de morir, entonces moriré
feliz sabiendo que Esther, el gran amor de mi vida, vivirá lo que no ha vivido. Vivirá y
tendrá una vida plena y feliz)
El amor de los Ángeles 147

**********

Apenas puedo creer lo que está ocurriendo, no soy capaz de comprender cómo es
posible que los Ángeles me pongan en esta situación... se supone que tendríamos que
elegir cómo vivir nuestras vidas de manera libre, con la capacidad de escoger lo que
queramos pero sin limitaciones de posibilidades y ellos, ellos me han hecho elegir
sabiendo que haga la elección que haga la pierdo de una manera u otra...

Pero sigo sin arrepentirme de mi elección, porque prefiero mil veces volver a ser un
Ángel que saber que ella no vivirá... al menos, de ese modo sé que le daré el regalo más
grande que puedo hacerle... quizás, algún día, aunque no la recuerde, vuelva a cruzarme
con sus ojos, con su maravillosa sonrisa y entonces, espero, volveré a sentirme tan feliz
como me he sentido este tiempo a su lado...

-: Debemos irnos (escucho a mi lado y lo miro suplicándole que me dé más tiempo,


necesito un poco más de tiempo)
E: Espera... por favor (le pido entre lágrimas y él parece que ni tan siquiera me mira)

**********

No sé qué va a ser de mí, no sé dónde voy ni qué habrá después de esta vida, pero de lo
que sí estoy completamente segura, es de que me voy feliz, me voy llena de dicha, de la
felicidad más completa que haya sentido nunca, porque Esther me ha enseñado lo que es
el amor con mayúsculas, porque Esther ha llegado a mi vida revolviéndolo todo,
dejando entrar el caos a mi corazón y me ha convertido en la mujer más feliz de este
mundo

Y me voy contenta de saber que ella tendrá una vida, no será a mi lado, es cierto, pero al
menos podrá vivir todas esas experiencias que no ha vivido, podrá sentir, reír, llorar y...
también amar... porque quiero que vuelva a amar, quiero que vuelva a enamorarse y sea
feliz con quien esté a su lado, lo único que quiero es que sea feliz

-: Se nos hace tarde, sí (la miro y veo que tiene prisa por marcharse, y yo necesito algo
más de tiempo, tan solo un poco, para “despedirme” aunque sé que Esther no me oye,
necesito despedirme...)
M: Dame un momento más (le pido) por favor, dame un momento más...

**********

La miro, sigue dormida, tumbada en esta cama y llena de cables... no voy a tener la
oportunidad de volver a ver sus ojos, no voy a tener la oportunidad de sentir sus labios
corresponder a mis besos y eso... eso creo que es lo que peor llevo de todo esto. No se
me permite despedirme, no se me permite decirle todo lo que aún no le he dicho y me
duele en el alma irme sin que sepa hasta qué punto es grande mi amor...

**********

La miro y veo como ella mira mi cuerpo, entre lágrimas sin poder ocultar su dolor. No
puedo verla así y no puedo creer que la última imagen que tenga de ella sea así, llorando
y mirándome con tanto dolor en el alma. Sus ojos me dicen cuánto me ama y siento ese
El amor de los Ángeles 148

amor clavarse en mí y llenarme el corazón de colores. Me gustaría tanto tocarla,


abrazarla y decirle cuánto la amo... porque creo que no la he tocado lo suficiente y que
me han quedado abrazos que darle, ya no podré y desearía tanto poder hacerlo...

**********

-: Tenemos que irnos (escucho de nuevo y sé que ya no hay más tiempo, que ya se ha
agotado mi estancia aquí...)

Asiento con la cabeza, entre lágrimas me acerco a su rostro y la beso. La beso poniendo
toda mi alma en este roce, deseando, implorando porque lo sienta. La beso y mis
lágrimas ruedan mientras uno mis labios a los suyos. Es el último beso que le daré y lo
peor de todo, es que ella no lo notará

**********

-: Nos vamos (dice y comprendo que ha llegado el momento, no hay más tiempo, no
hay más segundos, no volveré a verla...)

La veo bajar hasta mí y acariciar levemente mis labios con los suyos. Y la siento, no sé
cómo pero siento su beso, siento sus lágrimas, siento cómo se despide con ese roce que
no puedo responder. Y me maldigo y maldigo a quien sea porque este último beso no lo
sentiré, porque no podré demostrarle cuánto la amo. Cierro los ojos, queriendo retener
conmigo el sabor de sus labios, la dulzura de este beso que ella intenta alargar todo lo
que puede... Dios... cómo desearía poder responderle...

**********

Cuando me separo de sus labios, cuando tomo las fuerzas suficientes para encarar al
Ángel que me acompañará, cuando consigo la fortaleza necesaria para irme, para dejarla
atrás, para separarme de ella me doy cuenta que vuelvo a estar sola en esta habitación.
No sé dónde ha ido el Ángel que me acompañaba y no entiendo nada de lo que ocurre

**********

Siento fuerzas renovabas, su beso me ha dado fuerzas, o no sé quién, ya no soy


espectadora de nada, vuelvo a mi estado anterior, donde sé que estoy tumbada en una
cama, donde mis constantes vitales permanecen estables gracias a una máquina. No
entiendo nada, aunque supongo que debo “volver a mi cuerpo” para morir...

**********

La máquina se vuelve loca, comienza a pitar de una manera descontrolada. Yo me


pongo histérica, esto no tiene que ocurrir, ella no tiene que morir, hemos hecho un
trato... deben cumplir su parte... Miro a mi alrededor, buscando su presencia, necesito
que me dé una explicación porque esto no era lo pactado... Pero no está, el Ángel no
está, no le veo, tampoco le siento, lo que quiere decir que se ha marchado y no lo
entiendo, se supone que debíamos irnos juntos, yo debía irme con él, y esto no tendría
que estar pasando...
El amor de los Ángeles 149

Me pongo histérica, estoy absolutamente desquiciada, casi me tiro encima de Maca


intentando aferrarla a la vida cuando la puerta de la habitación se abre dejando pasar a
un par de enfermeras y a un Gimeno que va directamente a tomarle el pulso. La
máquina ha dejado de emitir pitidos y yo me muerdo las uñas...

E: ¿Qué pasa? (le pregunto angustiada, Claudia entra en la habitación y me agarra...


¿por qué me agarra?)
Gimeno: Tranquila (dice mientras comprueba algunas cosas, ¡Cómo pretende que esté
tranquila cuando no sé qué cojones pasa!)
E: ¿Qué ocurre? (vuelvo a preguntar, soltándome de Claudia y abriéndome paso entre
las enfermeras que franquean la cama...)

Y todo vuelve a llenarse de colores, mi corazón vuelve a sentirse cálido, no puedo


creerlo, lloro de alegría, de emoción, dejando salir la angustia y sintiéndome la mujer
más feliz de este mundo y de todos los mundos que existan... creo que jamás podré
llegar a describir con exactitud todo cuanto sentí al verla... y ver de nuevo sus ojos...

E: Maca (emito un susurro embriagado de emoción)

Me mira, me mira como lo ha hecho siempre. Siento cómo mi corazón casi sale de mi
pecho, apenas puedo moverme y sé que no saldrán más palabras de mi garganta, estoy
absolutamente muda, no sé qué ha pasado ni cómo es posible que esto esté ocurriendo
pero me da igual, me da exactamente igual porque Maca me mira... me mira y sonríe,
me reconoce, sabe quién soy y yo... yo me echo sobre ella abrazándola y llorando...

M: Esther (dice ella con la voz entrecortada, y su voz, de nuevo, hace que yo llore con
más energía) mi amor... (susurra y cuando la miro, también está llorando, nos perdemos
en la mirada de la otra y sabemos, que estaremos juntas por el resto de nuestras vidas.
Que no sé por qué, ni quién lo ha decidido, pero ni ella morirá hoy, ni yo volveré a
convertirme en Ángel...

No he podido estar más tiempo con ella, al menos no por ahora. Gimeno, literalmente,
nos ha echado de la UCI para hacerle unas pruebas así que aquí estoy, sin separarme de
la puerta y esperando poder volver a entrar... Necesito verla, abrazarla y besarla para
cerciorarme de que esto que ha pasado es verdad y no una ilusión... porque ya lo había
dado todo por perdido y tenerla de nuevo a mi lado es... es... indescriptible

En el pasillo, Claudia no deja de sonreír, creo que está igual de contenta que yo al ver
que Maca ha despertado. Supongo que, después de todos los diagnósticos pocos
médicos podrán creer lo que ha pasado pero ella, ella sabe o al menos intuye que ha
habido cierta “ayuda” en su recuperación. La miro y asiente con la cabeza, como si
quisiera decirme que sabe lo que pasa y que se alegra por nosotras. Noto cierta tristeza
en sus ojos, una tristeza antigua y posiblemente tendrá que ver con lo que le pasó a ella.
No debió ser fácil...

Claudia: Creo que te buscan (me dice cuando me acerco para intentar hablar sobre el
tema)
El amor de los Ángeles 150

Yo miro hacia donde señalan sus ojos, y al fondo del pasillo Cruz nos mira en la
distancia, me acerco con pasos lentos. Si soy sincera, no puedo llegar a entender
demasiado bien lo que ha pasado en esa habitación, tenía un trato, había elegido y no sé
qué cambió en el último momento para que todo tuviera este final, sé que Cruz es la
única que puede darme respuestas

E: ¿Qué ha pasado? (le pregunto directamente y ella alza una ceja)


C: ¿Qué tal un “hola, Cruz” para empezar? (me dice y yo no sé ni qué decirle)
E: Hola, Cruz (contesto y ella sonríe) ¿Me vas a contar qué ha pasado?
C: Pues según creo, Maca ha despertado de su coma y tendréis la oportunidad de vivir
vuestras vidas juntas (contesta como si ella no tuviera nada que ver en todo lo ocurrido)
E: Cruz (le advierto con un tono que más que una advertencia podría parecer una
petición) Elegí... hice un... un trato o como quieras llamarlo y no sé qué ha pasado
C: ¿Acaso no te alegra cómo ha terminado todo? (me dice y parece confusa)
E: Claro que sí (contesto con convicción) no sabes hasta qué punto soy feliz ahora, pero
no entiendo entonces a qué venía todo eso... ¿Me estabais poniendo a prueba? ¿Es eso?
C: No nos gusta considerarlo una prueba (contesta ella y creo que por fin va a darme
respuestas) mira... te voy a contar una pequeña historia (me dice y yo no sé qué hacer,
así que la escucho esperando que me dé las explicaciones que necesito) hace tiempo...
cometimos el error de dejar que uno de nosotros se enamorara, cometimos el error de
dejarla dar el salto, nadie se interpuso, nadie le dijo nada, nadie le explicó lo que iba a
perder... ni siquiera hablamos con ella (me mira y yo la verdad es que no lo entiendo
demasiado bien, conmigo tampoco se interpusieron)
E: Conmigo habéis actuado igual (le digo calmada) dejasteis que me enamorara y me
dejasteis saltar
C: Tú elegiste saltar así que nadie podía obligarte a nada más (contesta ella) pero al
menos intenté hacerte ver lo que perdías... ¿Recuerdas nuestra conversación en la
azotea? Con ella no la tuvimos, no nos implicamos y creo que ese fue nuestro error
(continúa diciendo) Ella saltó sin saber lo que dejaba atrás, sin haber... sin haber
aprendido la lección de todo esto (sigue diciendo y yo no sé muy bien a dónde quiere
llegar) tuvo que aprenderlo después, cuando el amor que tanto sentía se acabó, cuando
pasó lo que muchas veces pasa entre los mortales... y lo pasó terriblemente mal... él dejó
de quererla y...
E: Pero... (la corto porque hay algo que no entiendo) Claudia dijo que... cuando un
mortal se enamora de un Ángel es para siempre
C: Lo es (contesta ella) hasta que dejas de ser un Ángel (matiza y yo la miro
asombrada) como ya sabes, los mortales sois muy cambiantes en vuestras ideas y
sentimientos... un día estáis enamorados hasta la médula y al día siguiente todo ese
amor que gritáis a los cuatro vientos desaparece... Él la dejó... desapareció de su vida y
ella... ella sufrió más de lo que nadie es capaz de soportar (continúa con la historia)
Finalmente él tuvo un accidente y falleció...
E: Pero... (no sé qué es, pero hay algo que me resulta familiar en toda esta historia)
C: Sabíamos que habíamos cometido un error, sabíamos que nos habíamos equivocado
al mantenernos tan al margen y... digamos que intentamos cambiar las reglas, quisimos
que ningún ángel se inmiscuyera en las vidas de los mortales pero... no se puede parar
un maremoto con un barrera de dos centímetros de altura y tú... tú te enamoraste como
lo hizo ella y diste todo lo que tenías por Maca
E: ¿Por eso todo esto? (quiero saber) ¿Por eso ésta prueba?
C: Solo queríamos estar seguros de que no volvería a ocurrir... no podemos ver sufrir a
nadie, Esther, eso lo sabes, mucho menos si consideramos que tenemos parte de culpa
El amor de los Ángeles 151

en ello... (y su mirada se vuelve hacia Claudia, la mira y en sus ojos parece que hay algo
de tristeza, algo demasiado extraño considerando quién es ella, es un Ángel no siente la
tristeza y sin embargo en su mirada la hay, comprendo entonces de quién habla... La
protagonista de esa historia que me está contando no es otra que Claudia y ahora, ahora
entiendo todo cuanto me dijo cuando hablamos antes de que yo diera el salto, ahora
entiendo muchas cosas que me dijo cuando aún era un ángel... ahora entiendo esa
melancolía que sentía al vernos juntas, ahora soy consciente del dolor por el que pasó)
E: Fue Claudia... (susurro y Cruz vuelve la mirada hacia mí. Ella no me contesta pero
tampoco me hace falta que lo haga, sé que fue ella la persona de la que habla, ahora me
encaja todo) Pero... ella... ahora es feliz, está casada, tiene un hijo y...
C: Sí (sonríe) es feliz... pero lo pasó demasiado mal, Esther (continúa) nos sentimos en
la obligación de compensarla... al fin y al cabo, nosotros no hicimos nada por evitarle
ese dolor y se supone que de eso se trata nuestro trabajo...
E: ¿Compensarla? (ella asiente) ¿Cómo?
C: Creo que no es necesario que te conteste a eso (me dice y yo también lo creo, mucho
más cuando al volver a desviar la mirada hacia Claudia, veo cómo Gimeno se acerca a
ella y la abraza con tanto amor que es casi sobrecogedor) Perdónanos, Esther (me
vuelve a decir) no queríamos poneros a prueba, pero sí es cierto que debíamos estar
seguros de que lo que sentís no iba a cambiar... necesitábamos saber hasta qué punto es
fuerte vuestro amor... Si te hemos hecho pensar algo distinto, lo sentimos de verdad
E: Y... qué hubiera pasado si... si... (no sé ni cómo puedo estar diciendo esto) si la
respuesta hubiera sido diferente...
C: Sabes tan bien como yo, que la respuesta nunca hubiera sido diferente (sonríe, no va
a contestarme y sinceramente, tampoco quiero que lo haga) Os deseo toda la felicidad
del mundo, Esther (me dice con una enorme sonrisa y sé que ella sabe que lo seremos...)

No dice adiós, simplemente se da la vuelta, no sin antes echar un último vistazo a


Claudia y se marcha por donde había venido. Yo me quedo procesando toda esa
información. Me vuelvo y veo cómo Gimeno besa a su mujer, sonrío, no conocí al otro
hombre de su vida pero... estoy convencida de que a pesar de todo el dolor que sintió, ha
salido ganando con el cambio

E: ¿Puedo entrar a verla? (pregunto cuando me acerco a ellos, y ellos se separan un


poco al verme llegar)
Gimeno: En un momento (me dice sin separarse de su mujer) están haciéndole las
curas...
E: ¿Cómo está? (le pregunto)
Gimeno: Está bien (sonríe) de hecho está muy bien (amplía la sonrisa) aún no me
explico cómo pero, está mejor que tú y yo juntos... Es más, esta misma tarde la
subiremos a planta y si todo va bien yo creo que en una semana podremos darle el alta.
Si no fuera un hombre de ciencias diría que es un milagro

Claudia me mira cómplice y yo le sonrío, ambas sabemos lo que ha pasado, y en el


fondo, por muy hombre de ciencias que dice ser, sé que Gimeno está convencido de que
los milagros existen

Cuando las enfermeras salen de la habitación yo entro y me quedo parada al verla, ya


apenas tiene cables por el cuerpo, tan solo la vía con el gotero puesto, la máquina está
apagada, ya no le hace falta y ella... ella me mira con la sonrisa más bonita que existe en
el universo
El amor de los Ángeles 152

M: ¿Ni siquiera vas a darme un beso? (me dice poniendo morritos y sonriendo a la vez)

Me acerco, lentamente, y bajo hasta sus labios rozándolos apenas, no quiero hacerle
daño y supongo que aún está dolorida. Ella posa su mano en mi nuca para profundizar el
beso y entonces yo me dejo de remilgos y le devuelvo el beso como necesito hacerlo.
Profundizando en su boca y regalándole mi corazón

M: Au (se queja porque creo que le he rozado en una de las heridas)


E: ¡Perdón, perdón! (digo separándome de ella con rapidez)
M: Estoy bien, ven aquí (contesta volviendo a acercarme a ella y ahora es Maca quien
me besa) Te amo (declara sin dejar de besarme)
E: Y yo a ti, mi amor (contesto yo sobre sus labios)

Por fin la han subido a planta, lo que significa que está mucho mejor de lo que todos
pensábamos. La he dejado con Claudia y he venido a casa a darme una ducha y coger
algo de ropa, obviamente me voy a quedar en el hospital con ella

Durante el tiempo que estoy bajo el agua no dejo de pensar en todo lo que nos ha
pasado. No solo lo que ha pasado ahora sino en todo lo que ha ocurrido desde el mismo
día que nos conocimos. Había cosas que en su momento me sorprendieron, como por
ejemplo, esa necesidad de volver a ella cuando ya había guiado a David, o el no poder
dejar de pensar en Maca, o el hacerme “visible” a los demás tan solo para que ella me
viera. Ahora, después de todo lo que ha pasado, con la perspectiva del tiempo puedo
decir, que todo eso, era simplemente el destino. Sí, porque estoy convencida de que su
destino y el mío era encontrarnos, y supongo que no pudo ser en la época en la que nací,
así que, como es así de caprichoso el destino, se las ingenió para que pudiera
conocerla...

Sí, estoy convencida de que yo tenía que conocerla que tenía que enamorarme de ella
con esta intensidad que me estremece, ella tenía que entrar en mi vida y cambiarme
todos mis planes, trastocar toda mi existencia... y ahora sé, que no voy a permitir que
nada ni nadie estropee esto que tenemos

De vuelta al hospital saludo a Teresita que con una sonrisa en los labios me devuelve el
saludo. Voy a la cafetería donde mi compañera me da un abrazo por las buenas noticias
y yo le pido que me cubra un par de días más. Finalmente llego hasta la planta de la
habitación de Maca y elevo una ceja extrañada al pasar por un par de enfermeras que no
dejan de cuchichear

-: Pues yo no pienso volver a entrar (le dice una a la otra) joder, menuda mala leche que
tiene Maca, me ha metido un grito que...
-: Sí, pues e so no es nada, hasta Claudia se ha ido harta de sus cosas...
E: Perdón... (las interrumpo) ¿qué ha pasado?
-: Esther... ufff, menos mal que estás aquí (me dice una de ellas) Maca está insoportable
desde que te has ido, así que entra a ver si tú puedes calmarla...

Bastante sorprendida por esto asiento con la cabeza y me dirijo hacia la habitación, doy
un par de golpes en la puerta y la respuesta de “¡Dejadme en paz” hace que frunza el
El amor de los Ángeles 153

ceño. Abro lentamente y al entrar la veo semisentada en la cama, con los brazos
cruzados, la cara hasta los pies y una revista tirada en el suelo

E: Ya estoy aquí (digo con una sonrisa intentando parecer despreocupada)


M: Ya era hora (dice de mal humor) ¿Por qué has tardado tanto? ¿Qué pasa, que has ido
de ruta turística o qué?
E: Pues sí (le contesto yo mientras saco la ropa que he traído y sonrío al ver su
expresión) he estado en la Cibeles y luego he ido a visitar el prado (continúo diciendo)
ah, sí, también he estado en el museo de cera y...
M: Vete a la mierda (me suelta y yo la miro sorprendida)
E: A ver, Maca, ¿qué te pasa? (le pregunto pacientemente)
M: Nada (dice volviendo la cara hacia otro lado, parece una niña pequeña y a mí, a mí
me encanta)
E: Cariño (dejo lo que estoy haciendo y me acerco a la cama, sentándome en el butacón
e intentando acariciar su rostro, pero no me deja) ¿Maca?
M: Déjame (me dice haciendo pucheros... ¡con mala leche y sigue siendo adorable!)
E: Mi amor... anda, dime qué te pasa (le digo con cariño)
M: Que estoy harta (me dice mirándome) esta cama es muy incómoda, no puedo
dormir, me duele la espalda de estar aquí, me duele un poco la cabeza y la herida del
brazo, las enfermeras solo saben pincharme, ¡parezco un colador! (se sigue quejando) y
tú has tardado mucho... me has dejado sola
E: Pero mi amor (sonrío, porque no es que parezca una niña pequeña, que lo parece,
sino que me acaba de demostrar que es muy, muy, muy mala enferma) acabas de
despertar de un coma, no puedes pretender salir corriendo a la primera de cambio
(acaricio su cara, ahora sí que me deja) y yo no te he dejado sola, he ido a casa a coger
ropa para pasar la noche contigo
M: Ya (vuelve la cara hacia otro lado) quiero ir a casa (me dice) quiero acurrucarme
contigo y no soltarte (¡es tan mona!)
E: Bueno... eso lo arreglamos en un momento (le digo y con cuidado, me tumbo a su
lado en la cama, ella no ha tardado mucho en hacerme un hueco) ¿Mejor?
M: Sí (contesta y sonríe, ya sabía yo lo que quería jajaja) ¿Me das un beso?
E: Claro que sí, mi amor (contesto atrapando su labio inferior entre los míos)
M: Uhmm (se relame y haciendo un par de movimientos que sé que le cuesta se acerca
más a mí) ¿Y si te quitamos la ropa? (me pregunta alzando las cejas)
E: Jajaja ¡Pero Maca! (protesto) no puedo creer que estés pensando en eso (le digo y
ella me mira) anda... vamos a dormir un rato que todo lo que a ti te pasa es que estás
cansada (le sigo diciendo, ella se muerde el labio, sé lo que está pensando) no vamos a
hacer nada aquí, que te quede claro (le advierto)
M: Pues vaya rollo (protesta como una niña enrabietada y se acurruca conmigo)

Yo sonrío, porque verla así es divertido y además me parece muy pero que muy
encantadora y enternecedora. Comienzo a acariciar su pelo, sé que así, poco tardará en
dormirse. Ella se acurruca más en mí y emite un ronroneo que hace que mi sonrisa se
ensanche

M: Esther (dice al cabo de unos minutos en los que yo pensé que se había dormido)
E: Shhh... venga mi amor, duérmete (le pido con dulzura besando su cabeza)
M: Espera... antes quiero hablar contigo (me dice, levanta la cabeza para mirarme, no sé
cómo aún está despierta con la cara de dormida que tiene)
E: Dime (sonrío ahora acariciando su mejilla)
El amor de los Ángeles 154

M: ¿Qué pasó? (me pregunta y yo la miro interrogante) sé que tuve un accidente, pero
nadie me ha contado nada (vale... y ahora ¿qué?) no sé qué ha pasado, ni cómo está
Vero ni...
E: Cariño... no creo que ahora sea el momento de hablar de esto... (contesto yo, acaba
de despertar, necesita descansar y recuperarse, no creo que lo más conveniente sea
hablar de todo esto)
M: Esther... por favor... necesito saberlo (vuelve a decirme y me mira como
implorándome que se lo cuente. Yo suspiro, no sé por qué me da, que esta conversación
va a ser difícil para ella...)
E: Verás cariño (comienzo a decir mientras acaricio de nuevo su pelo) Vero no... ella
no... no ha sobrevivido al accidente (le digo al fin esperando una reacción)

Pero no llega, ella no reacciona. Simplemente se mantiene en silencio durante un buen


rato. Yo la abrazo, le acaricio la cabeza para que sepa que estoy aquí, con ella, y que
siempre va a ser así. Supongo que está pensando en todo lo ocurrido. A pesar de todo
debe dolerle lo que le ha pasado a Verónica, al fin y al cabo, ellas fueron amigas, y
supongo que sintió algo fuerte por ella, lo bastante fuerte como para dar el paso de
casarse... sé que no sintió lo mismo que siente hacia mí, pero sí es cierto que algo sintió
y supongo que esto debe dolerle...

M: Es culpa mía (murmura sin moverse, su tono de voz me dice lo mucho que se siente
culpable)
E: No, cariño (le digo con convicción) no es culpa tuya... no digas eso...
M: Pero lo es (mueve la cabeza para mirarme y sus lágrimas se me clavan en el alma)
yo... era mi amiga... fue una persona muy importante para mí (continúa diciendo y no
puedo negarlo, ni sentir ningún tipo de resentimiento por sus palabras, pues todas son
ciertas, hace tiempo, antes de que yo apareciera, ellas... ellas eran amigas, Vero la ayudó
mucho con lo de Irene, la apoyó cuando lo necesitó) y yo... yo no hice más que cometer
un error tras otro con ella...
E: ¿Error? (supongo que he entendido mal lo que quiere decir, o eso espero, porque
escucharla decir eso hace que yo me sienta fatal) ¿crees que lo nuestro fue un error?
(vale, sí, ya sé que me vais a decir que lo que acabo de preguntarle es una tontería...
pero ¿qué queréis? A decir verdad, aún estoy un poco “verde” en esto de las relaciones
sentimentales)
M: No (contesta con rapidez) claro que no (dice y yo suspiro aliviada) pero sí es cierto
que con ella hice las cosas mal... le di esperanzas, por Dios, me casé con ella sin estar
enamorada (se lamenta y yo aprieto el abrazo) debí... no sé, debí hacer las cosas de otra
forma... si yo no... si yo...
E: Shhh (la corto porque no puedo consentir que se sienta de esta forma, me duele verla
así) mi amor, no es culpa tuya... (desvía la mirada como si no me creyera) No es culpa
tuya (la obligo a que me mire mientras le repito esto) Vero tomó sus decisiones, ella era
libre de elegir, podría haber elegido seguir con su vida y tratar de buscar la felicidad
pero eligió hacerte daño (sigo diciendo) eligió separarnos, fastidiarnos la vida y como
colofón quiso llevarte a ti por delante... (continúo espero que me escuche porque no
puede sentirse culpable) tú no eres la culpable de sus actos... no tienes la culpa de
nada... Maca, intentó matarte (le digo y ella baja la mirada) no te culpes por eso... fue
ella la única culpable de lo que le ha pasado, ella decidió terminar así...

No contesta, no dice nada, supongo que necesitará un tiempo para asimilar todo esto.
No es fácil, claro que no, no debe ser fácil saber que la mujer con la que te casaste, la
El amor de los Ángeles 155

que una vez llegaste a amar intentó matarte. Si soy sincera no sé qué más puedo hacer
yo, no sé cómo consolarla ni qué decirle para que se sienta mejor. Nunca me he visto en
una situación así, por lo que de momento, voy a hacer, lo único que puedo hacer ahora...
Abrazarla más fuerte, darle todo este amor que albergo para ella y estar a su lado para
siempre y espero que de esta forma, al menos, deje de sentirse como se siente

Los siguientes días, la verdad, es que no sé muy bien cómo calificarlos. Maca tiene un
humor algo cambiante. De pronto está sonriente, feliz de estar aquí, cariñosa conmigo a
más no poder y la minuto siguiente está ausente y algo arisca, aunque siempre me busca
para dormir, apenas he ido a dormir a casa una noche y según tengo entendido les dio
tan mala noche a las enfermeras que he decidido no volver a irme. Supongo que es un
proceso normal, tras el accidente y enterarse del desenlace de Vero, tiene lógica que se
sienta así. Intenta seguir adelante pero sé que una parte de ella no volverá a ser la
misma, al menos no por ahora...

No hemos hablado de lo que pasó mientras ella estaba en coma. Maca no ha sacado el
tema y yo tampoco, creo que, ambas, en cierta medida, queremos no pensar en ello, no
hablar sobre ello, supongo que a las dos nos cuesta aún un poco creer todo lo que pasó,
a ella más que a mí, por supuesto, pero tácitamente, las dos sabemos lo que pasó y
porqué pasó, no nos hace falta darle más vueltas y regodearnos en lo que pudo pasar si
la respuesta hubiera sido diferente, eso solo nos llevaría a comernos más la cabeza y no
dejarnos continuar con nuestras vidas

Hoy, después de varios días, se ha despertado de muy buen humor, con los ojos
iluminados de nuevo y sin un ápice de tristeza en su mirada. No sé qué le habrá pasado
por la cabeza estos días pero sí sé, que ha estado pensando mucho en todo lo ocurrido y
supongo que habrá llegado a la conclusión de que ella no fue culpable de nada y que
tiene que seguir viviendo... y ahora parece más viva que nunca. No ha dejado de sonreír
en todo el tiempo y en más de una ocasión he tenido que pararle los pies pues, tras
conseguir robarme un beso, lo ha profundizado y sus manos han cobrado vida de tal
forma que hasta se me ha hecho muy difícil despegarme de ella cuando ha comenzado a
acariciar mis pechos. Sí, definitivamente, Maca está muy recuperada

Los días libres que pedí a causa del accidente han terminado y he vuelto a la cafetería.
Me escapo de vez en cuando para hacerle una visitilla a mi chica y me la encuentro
poniéndome morritos para que no baje de nuevo y la deje allí. ¡Es una cuentista de
cuidado! Pero me encanta verla de esta forma. Ya da paseos, Gimeno le dijo que
comenzara a moverse y por mucho que le repitiese que tenía que ser poco a poco, ella
no está dispuesta a esperar... está visto que la paciencia no es una de sus virtudes porque
el mismo día en el que se puso en pie por primera vez, ya quiso irse a casa y tuvo una
pequeña pataleta cuando le dijeron que era imposible

M: ¿Me pones un café? (escucho a mi espalda y me doy la vuelta sorprendida de verla)


E: ¿Qué haces aquí? (le pregunto cruzándome de brazos, debería estar descansando y
dejar de dar bandazos por todo el hospital)
M: Te echaba de menos (me dice poniendo morritos)
E: Hace menos de cinco minutos que he estado contigo arriba (le contesto) no te ha
dado tiempo a echarme de menos
El amor de los Ángeles 156

M: Pues sí, lista, yo te echo de menos hasta cuando estás conmigo (y su sonrisa hace
que yo tenga que regalarle otra igual... aysss... si es que no puedo con ella) va, ponme
un café...
E: No puedes beber café aún (contesto yo) ya lo sabes
M: Me tenéis amargada (protesta cruzándose de brazos y yo me río) Es en serio, no me
dejáis hacer nada, me tenéis en la habitación más aburrida una ostra, y encima me
quitáis todos mis vicios... no puedo beber café y tú tampoco me dejas que te toque...
E: Jajaja... eres peor que una niña, mi amor (le digo acercándome a ella) anda... sube a
la habitación... sabes que no puedes estar aquí...
M: Es que me aburro (pone morritos de nuevo y yo no sé cómo puedo resistirme)
E: Ayss... ahora subo y te hago un poco de compañía (le contesto para ver si así me
hace algo de caso)
M: ¿Y me vas a dar mimos? (asiento sonriente) ¿Y besitos? (vuelvo a asentir) ¿Y me
vas a dejar tocarte un poquito? (yo sonrío) ¿y me vas a dejar que te quite la camiseta?
(baja el tono, sé por dónde va) ¿Y... vamos a hacer esas cositas que tanto te gustan?
(eleva las cejas varias veces, ¡Es de lo que no hay!)
E: Maca... (le digo porque estoy trabajando y sabe perfectamente cómo sacarme los
colores)
M: Me encanta cuando te sonrojas (¡Será capulla!)
E: Mira... voy a seguir trabajando (le digo dándome la vuelta y poniendo en una
bandeja los tres cafés que me han pedido. Salgo de la barra y antes de coger la bandeja
ella me da un cachete en el culo) ¡Maca! (protesto entre dientes para no elevar la
curiosidad de algunos que ya nos miran con una sonrisa en los labios)
M: ¡Tía buena! (me suelta y yo no puedo más que reírme. Finalmente cojo la bandeja y
comienzo a andar hacia la mesa, está casi al final de la sala, por lo que tengo que
atravesar casi toda la cafetería para llegar a ella. Y si ya me resulta algo complicado
llevar la bandeja sin que se me caiga nada, más cuando siento la mirada de Maca
hacerme una radiografía completa mientras ando. Echo la mirada atrás y la veo
morderse el labio inferior. Niego con la cabeza y continúo andando) ¡Cásate conmigo!

¡Ale, la bandeja al carajo y mi corazón latiendo a mil por hora!

Siempre he imaginado, desde que soy mortal, que, si alguna vez era yo quien le pedía
que se casara conmigo, haría una cena, con velas y música suave, le prepararía su plato
favorito, le diría cuánto la quiero y finalmente le mostraría un anillo que había
comprado con antelación. De igual manera siempre imaginé que, si era Maca quien me
lo pedía, haría algo similar, básicamente porque siempre me ha demostrado que tiene
una parte romántica

Y sin embargo, ahora que ha ocurrido, cuando he escuchado su petición, me he dado


cuenta que no necesito una cena, ni música a nuestro alrededor, ni velas que iluminen
porque su sonrisa ya lo ilumina todo. Me he dado cuenta que no me hace falta crear un
ambiente, que no tiene porqué ser de noche, ni en el restaurante más caro de la ciudad...
porque solo con escuchar esas palabras, solo con ver su mirada expectante, llena de
ilusiones y que destila amor a kilómetros, me doy cuenta que, aunque no lo creáis, no
hay un momento más romántico que este... porque somos nosotros quien creamos el
romanticismo y os aseguro que no me hace falta nada más que verla acercarse, sintiendo
cómo se hace el silencio a nuestro alrededor, para hacer de este, uno de los más
románticos de mi vida
El amor de los Ángeles 157

M: Perdona (me dice ya a mi lado) no quería hacerlo así... No sé... quizás en un lugar
más adecuado, con velas, con un ambiente más romántico... pero... tampoco puedo
esperar mucho más para escuchar tu respuesta

No sé quién se encarga de pronto de bajar las luces de la cafetería, creo que ha sido mi
compañera porque la veo salir del cuadro de luces. Tampoco sé cómo es posible que
alguna enfermera, supongo que contagiada por ese romanticismo del que os hablo, tras
haber escuchado las palabras de Maca, ha sacado un mechero y lo ha encendido, otros
han seguido su acción y de pronto nos vemos rodeadas de cinco o seis llamas que nos
iluminan...

M: Te quiero (me dice tras sonreír a quien le está ayudando) como no he querido nunca
a nadie (continúa, yo, la verdad, es que me he quedado sin habla... ¿decíais que no es
romántico este instante? ¿Creía yo que no lo era? Pues me equivoqué, sí que lo es, y
mucho) quiero pasar el resto de mi vida contigo (continúa ella diciendo) quiero... que
nuestros caminos sigan juntos para siempre... quiero formar una familia contigo (toma
mi mano y en un acto un tanto americanizado he de decir, se arrodilla frente a mí y
sonríe) no tengo anillo... (dice elevando los hombros) pero te puedo comprar uno en
cuanto me den el alta (medio bromea) y aunque sé que soy un desastre... que podía
habértelo pedido de otra forma (yo no puedo dejar de sonreír) te aseguro que nadie te va
a querer como te quiero yo (dice emocionada y yo me emociono con ella) Así que,
Esther García... Mi Ángel... (sonríe y yo río emocionada al escucharla) ¿Te quieres
casar conmigo?
E: Sí (contesto terriblemente emocionada, tanto, que hasta me cuesta pronunciar la
respuesta)
M: Creo que el médico de la esquina no te ha escuchado (me dice en un murmullo y
luego ríe también emocionada, yo suelto una carcajada, ¡es tremenda!)
E: Boba (le suelto) y levántate, que sigues convaleciente (le regaño y la ayudo a
levantarse, nos quedamos abrazadas, muy juntitas y sin poder dejar de sonreír)
M: Nos casamos (dice mientras nos balanceamos, y ni siquiera nos hace falta música)
E: ¡Nos casamos! (exclamo yo con la voz tomada por la emoción) te quiero (digo
mientras una lágrima ilusionada sale de mis ojos)
M: Y yo a ti (contesta ella antes de besarme... Vale, sé os estáis preguntando así que os
contestaré: Sí, la gente aplaude, yo me ruborizo y ella se ríe antes de volver a besarme,
olvidándonos, ahora sí, de toda la gente que hay en esta cafetería y centrándonos solo en
nosotras y este nuevo proyecto de futuro...)

Esto de casarse es más complicado de lo que pensaba. Sí, porque hay que hacer un
millón de cosas y en poco tiempo. Nos han dado fecha para dentro de dos meses en el
juzgado, así que vamos contrarreloj en cuanto a preparativos se refiere

Que si elegir las invitaciones, que si buscar un sitio para celebrarlo, que esté libre y que
sea económico, que si el menú, que si la orquesta, porque tiene que haber orquesta, que
si cuántas horas de barra libre, que si los invitados, que si la colocación de las mesas,
que si la lista de bodas, los trajes, los testigos, la luna de miel, los tradicionales regalitos
para los invitados y un sinfín más de etcéteras que seguramente se me pasarán por alto...
en conclusión: Un montón de cosas por hacer y muy poco tiempo para hacerlas
El amor de los Ángeles 158

Bueno, por mi parte lo de la lista de invitados lo tengo fácil... Mi compañera de trabajo


y Claudia con su marido, aunque bueno, también puede considerarse invitada de Maca
así que... mis invitados se reducen a uno o dos... creo que ahora me doy cuenta de que si
no fuera por Maca estaría más sola que una ostra en este mundo... No tengo familia a
quien invitar, ni me acompañará ningún hermano o mi padre o... Mira, mejor no lo
pienso porque si lo hago me voy a poner un poco triste y no es plan

M: Ya estoy en casa (dice cantarina entrando en casa, yo hoy tenía el día libre y ella
tenía turno, así que me he pasado la tarde aquí solita y mi sonrisa se hace enorme
cuando la veo llegar) Hola, mi amor (dice agachándose hasta donde estoy, sentada en el
suelo, con un chándal puesto y un montón de papeles a mi alrededor, me da un beso que
alarga cuanto puede y vuelve a separarse para dejar la chaqueta) ¿qué haces?
E: Pues aquí (digo con algo de desgana) ahogándome entre tanto preparativo
M: Ujum... (me mira) me doy una ducha rápida y me pongo contigo ¿vale? (sí, que tú
en esto de casarte ya tienes experiencia ¡Joder! Tengo que dejar de pensar en estas
cosas)
E: ¿Has hecho ya tu lista de invitados? (le pregunto cuando la veo alejarse)
M: Ehh... ¡casi! (contesta ella desde dentro)
E: ¡Maca que no nos queda nada y así no podemos terminar de organizarlo! (le digo
medio enfadada)
M: Yaaa (escucho el sonido de la ducha. Genial...)

Quince minutos después, vuelve al salón con tan solo un albornoz cubriendo su
cuerpo... Es mala, muy mala, porque a ver quién se concentra en esto cuando sé que no
lleva nada debajo... me muerdo le labio mientras la miro y ella sonríe al sentarse...
Tápate un poquito hija, que desde aquí te veo perfectamente las...

M: A ver (dice cogiendo algo del suelo) ¿Por dónde empezamos? (no contesto) cariño...
(dice mientras ríe al ver hacia donde se dirige mi mirada)
E: ¿Qué? (se muerde el labio coqueta y sonriente) ¡Ah! Sí, la boda (vuelvo mi mirada
hacia el suelo) tu lista de invitados, Maca...
M: Sí, sí (dice con tranquilidad) ya la tengo casi lista, me falta quitar un par de personas
que no voy a invitar al final y listo (me mira) ¿Y la tuya?
E: Aquí (digo enseñándole un papel en el que tan solo hay un nombre... Joder, qué triste
es esto... no tengo nadie a quien invitar...
M: Mi amor (y claro, ella que parece que me conoce demasiado sabe perfectamente lo
que me pasa por la mente) no estás sola... yo soy tu familia y tú vas a ser la mía... y
sabes que mis amigos ya son tus amigos, así que prácticamente mi lista de invitados es
tu lista de invitados (no sé cómo lo hace, no sé si es por las palabras que dice o por
cómo las dice pero de pronto me siento mejor, tiene razón, no estoy sola, la tengo a ella
y es lo mejor que tengo en la vida. Me acerco y la beso lenta y profundamente, ella lleva
su mano a mi nuca para que no me aleje) ¿Y si dejamos esto para luego? (pregunta con
picardía mientras se pierde en mi cuello)
E: Ehh... no (contesto separándola) vamos a terminar que sino... (se aleja de mí, medio
refunfuñando pero finalmente acepta lo que le digo)

Durante un buen rato decidimos el lugar donde queremos celebrarlo, hacemos el primer
“borrador” de la colocación de las mesas, hemos tenido que cambiar de sitio a varios
invitados varias veces porque, parece que la primera vez que los hemos colocado hemos
puesto a Eva y su novio Rodrigo, ambos compañeros de Maca de pediatría, en la misma
El amor de los Ángeles 159

mesa que a Juan, ex de Eva y nos hemos dado cuenta que la boda puede convertirse en
una batalla campal... por lo visto Juan aún cree que Eva le puso los cuernos, por mucho
que conociera a Rodrigo casi siete meses después de que fuera el mismo Juan quien la
dejara... y eso ha hecho que haya ciertas tensiones entre los dos que no estamos
dispuestas a aguantar en nuestra boda

También hemos decidido la música. Finalmente hemos pasado de la orquesta tradicional


y nos hemos decidido por un DJ que al parecer, en la boda de mi compañera hizo un
trabajo genial y todo el mundo lo pasó de maravilla. Las fotos nos las haremos después
de la boda, justo antes de irnos de viaje, así evitamos tener que hacerlas de prisa y
corriendo el mismo día

Total, que poco a poco y casi un par de horas después tenemos todo medio organizado y
decidido, aunque no sé por qué me da, que seguramente volveremos a cambiar de
opinión en más de una ocasión. Ahora estamos con el menú... y bueno... se nota que ya
estamos algo cansadas de todo esto porque tenemos muy pocas ganas de decidir nada
más

E: Va, Maca, por favor (le pido cuando veo que se echa para atrás, apoyándose en el
sofá)
M: Pero si es que el menú que has elegido me parece bien (me dice) No sé por qué le
das tantas vueltas
E: Pero es que no sé... ¿No es muy típico? (miro el menú que tengo en la mano que nos
ha pasado una empresa de catering) carne o pescado... no sé...
M: Bueno... por mí puedes quitar la carne ¿eh? (me dice y no sé por qué me da que me
va a tomar el pelo) prefiero el pescado... (dice elevando las cejas varias veces)
E: ¿Me vas a decir ahora que no te gusta la carne? (le pregunto yo que no sé por dónde
va)
M: Pues hombre... (dice acercándose a mí de manera juguetona) a mí la carne... no... (se
echa sobre mí haciendo que yo me tumbe en el suelo, no puedo evitar reírme) ¿Y a ti
tampoco verdad?
E: Maca...
M: Si yo sé que a ti te va más el pescado que la carne, tonta (y ataca mi cuello, y es
entonces cuando me doy cuenta de su doble intención)
E: ¡Maca! (le suelto y ella se ríe sobre mí, lo que hace que el movimiento de su cuerpo
sobre el mío me produzca un escalofrío, ¡a la mierda los preparativos!)
M: Ven, que vamos a demostrar que te gusta el pescado (me suelta ya besándome con
pasión y yo, que no puedo evitar reírme por lo que dice, cruzo mis piernas sobre su
cuerpo...

Ejem... ya os imaginaréis cómo hemos terminado... ¡Me encanta!

Bueno... aunque posiblemente haya gente a quien no le interese, o quien al haber pasado
por esto sepa lo que es, os voy a contar lo peor y lo mejor de una Boda. Sí, habéis oído
bien, una Boda, MI boda, porque hoy, después de muchos preparativos, al fin me caso
con Maca

Vale, empecemos por lo peor: Para mí, como opinión personal, lo peor de todas las
bodas es el día antes de que esta se celebre. Sí, porque no entiendo quién fue el listo a
El amor de los Ángeles 160

quien se le ocurrió la absurda idea de pasar la noche antes de la boda separados. A ver,
gracioso, ¿No te das cuenta que, ese día, precisamente por ser la víspera de la boda es
cuando más nervioso se está? Necesitas tener al lado alguien que te calme y ¿Quién
mejor que tu futura mujer? Pero claro, las tradiciones son las tradiciones y ya nos dejó
claro Lidia, una prima de Maca que, si no cumplíamos con todos los clichés, la boda se
iría a la mierda. Obviamente no la creí, pero mejor prevenir que curar

Como os decía, una de las peores cosas de la boda es no dormir con Maca la noche
anterior. Porque dormir, no he dormido una mierda, me faltaba ella para que me
abrazara, así que, por la mañana, voy con unas ojeras que me llegan hasta el suelo y
¡NO ME PUEDO CASAR CON ESTAS OJERAS! Por suerte para mí, viene la
maquilladora en un rato... pero claro, hasta que llega, a mí me ha entrado el pánico
como unas cien mil veces, me he calmado otras cien mil, he repasado toda la boda, he
visto mil y un fallos y los he intentado subsanar mentalmente, cosa que no he podido
hacer. La consecuencia de todo esto soy yo, con una histeria considerable. Tanto que
tengo un tic en el ojo y la chica esta que intenta maquillarme ha tenido que parar ya
como tres veces

Claudia: Te quieres calmar, Esther (me dice mirándome mientras que la chica espera a
que se me pase de nuevo esta ansiedad)
E: ¿Cómo quieres que me calme? (le pregunto un tanto más nerviosa que antes) No me
digas que me calme porque no me puedo calmar (he de decir que aunque no lo hayáis
notado tan borde como ha sonado, la mirada de asesina que he debido ponerle asustaría
a cualquiera)
Claudia: Esther (ella sigue tan calmada como siempre) escúchame (se acuclilla frente a
mí) vas a casarte con Maca (me dice) eso es lo importante, nada va a salir mal porque es
Maca, ¿recuerdas?

Y quizás puede parecer una tontería, pero simplemente de pensar en lo que me ha dicho,
me vuelvo a calmar, porque no hay nada en este mundo que me calme más, que pensar
en Maca. Nos vamos a casar... sí, y es lo mejor del mundo...

Pero la verdad es que, todo lo malo de las bodas, los nervios, las inseguridades e incluso
las dudas, todo lo que puede salir mal, se esfuma en este momento. En este único
momento en el que llego al juzgado y la veo

Como si fuera la única mujer en el mundo. Como si no hubiera nada más que ella en el
universo. Tan hermosa, tan maravillosa, y con esa sonrisa que me vuelve loca, así la veo
cuando bajo del coche, esperándome, con los ojos iluminados y un ligero temblor que
intenta ocultar. Es entonces cuando todos los nervios desaparecen y solo me queda este
momento, en el que ella se acerca a mí, toma mi mano con delicadeza, me besa
ligeramente y aunque no habla, sé lo que está pensando, yo pienso lo mismo, mi amor...
Te amo

M: Es... estás preciosa (me dice y siento como tiene un nudo en la garganta)
E: Tú estás maravillosa (contesto yo sin dejar de mirarla)

Y entonces todo es tan simple, tan fácil a su lado que se me olvida la malísima noche
que he pasado. Porque ir caminando de su mano hasta el juez es el mejor regalo que me
han hecho jamás. Mientras caminamos, vemos algunos compañeros sonreírnos, yo ni
El amor de los Ángeles 161

siquiera les contesto porque todas mis miradas, todas mis sonrisas son para ella. La
mujer de mi vida. El amor de mi vida

Juez: Macarena, ¿Consientes en contraer matrimonio con Esther? (pregunta el juez de


manera formal)
M: Sí, consiento (contesta tras mirarme como si yo fuera la única mujer en el mundo.
Me encanta esa mirada. Sonríe y aprieta mi mano)
Juez: Esther ¿Consientes en contraer matrimonio con Macarena? (claro que sí, menuda
preguntita)
E: Sí, consiento (y no sé cómo he sido capaz de contestar, porque mi voz ha sonado tan
llena de emoción que hasta yo misma me he sorprendido)
Juez: Por el poder que me otorga el cargo que ostento (dice solemne) yo os declaro,
legalmente Casadas

Y aunque sé que todos los invitados han estallado en un aplauso, que hasta el
mismísimo juez está sonriendo olvidándose de su cargo y de su seriedad, yo solo tengo
ojos para ella. Maca, mi mujer. Ella me mira y veo sus ojos cristalizados, está
emocionada, tanto como yo. Sonrío de manera algo nerviosa y ella caricia mi mejilla
con delicadeza

M: Te quiero (dice sin hablar, tan solo moviendo los labios)


E: Te quiero (le contesto yo antes de besarla y ahora, en este momento, cuando nos
damos el primer beso como matrimonio que somos, todos los nervios, toda la histeria
anterior a la boda no es nada, nada comparado con este momento en el que soy la mujer
más feliz de este mundo)

¡¡¡AaaaaGGGGGGGRRRRR!!! ¡¡¡Ufff!!! ¡Uffff! ¡Uffff! ¡Uffff! ¡DIOSSSSS! ¡Duele!


¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡JODER COMO DUELEEEEEE!

M: Fuuu... fuuu... fuuu... (sí, hija sí, tu respira... ¡Me cago en la leche como duele!)
Venga... cariño... fuuu... fuuu... tranquila...

¡Los cojones tranquila! ¡No puedo estar tranquila! ¡Ni siquiera sé cómo es posible que
tú estés tranquila! MIerrrrddaaaa ¡otra vez! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!
¡Como dueleeeee!

M: ¿Estás bien? (me pregunta y al mirarla la veo con una sonrisa en los labios... aysss
¡si es que es tan bonita!)
E: Sí, mi amor (le contesto con una sonrisa igual que la suya) ¿Cómo estás tú?
M: Un poco nerviosa (me confiesa y yo me sonrío aún más, porque ya tiene que estar
histérica para que me confiese que está nerviosa)
E: Todo va a salir bien (le digo apretando un poquito su mano)
M: Lo sé (contesta y lentamente nos besamos... ¡Otra vez NO!)

¡¡¡AaaaaGGGGGGGRRRRR!!! ¡¡¡Ufff!!! ¡Uffff! ¡Uffff! ¡Uffff! ¡JODER COMO


DUELEEEEEE!

H: Bueno (nos dice Héctor mientras examina cómo va todo) esto está genial (continúa
diciendo) has dilatado ya completamente así que nos vamos a paritorio
El amor de los Ángeles 162

Yo la miro, sonrío y ella me mira intensamente feliz, vamos a tener un hijo... sí, vamos
a tener un pequeñín... ¡PERO JODER COMO DUELE!

Los celadores empujan la camilla, yo no dejo de mirarla, nuestras manos están unidas, y
no creo que tengamos ninguna intención de que eso cambie, así que de este modo
llegamos a paritorio donde todo está más que preparado para recibir, por fin, a nuestro
bebé... ¡NO ME LO PUEDO CREER! ¡VOY A SER MADRE!

H: Bien, Maca (le dice) ya sabes lo que tienes que hacer... cuando yo te diga, empuja
con todas tus fuerzas

Maca asiente y yo lo hago con ella... ah sí, perdonar, supongo que habrá habido algún
tipo de confusión, pero Maca, mi Maca es la que está embarazada, y yo... bueno, mejor
dicho mi mano, es la que está sufriendo sus contracciones... SÍ, DUELE QUE TE
CAGAS, QUE NO SABÉIS LA FUERZA QUE TIENE AQUÍ MI SEÑORA ESPOSA,
¡ASÍ QUE NO OS RIÁIS!

AYSSSSS ¡VOY A TENER UN BEBÉ!

H: Vale... a la de tres, Maca... (dice Héctor y yo me posiciono tras ella, ahora cogiendo
sus dos manos y apoyando mi cara en su hombro, beso su mejilla antes de que Héctor
nos dé la orden) ¡Ahora! ¡Vamos Maca, empuja!
M: AGGGHHHGGGGG (grita ella por el esfuerzo y...)
E: AAGGGGGGGHHHHHHHHHHH (¡JODER MI MANO! ¡MI MANO! ¡MI
MANO! ¡MI MANO! ¡¡¡ME VA A ROMPER LA MANO!!!)
H: ¡Muy bien! (¿Ya? ¿Ya? ¿¡Ya!? ¿Somos madres ya? Ay ¡Dios que somos madres!)
Venga, prepárate para cuando te venga la siguiente ¿sí? (¿Ah pero que aún no? Joder,
¡Que quiero verle ya la carita!)
E: Venga, mi amor (beso su mejilla, habrá que animarla a ver si mi pequeñín nace un
poquito antes) tú puedes cariño... Te quiero... te quiero mucho (aunque me estés dejando
sin mano y luego seas tú la que sufras las consecuencias jeje) te quiero mucho mi amor
M: Y yo a ti cariño (contesta ella, le doy un nuevo beso y
JOOOOOOOOODDDERRRRRRR) AAAAGGGGGGGGHHHH
E: AAAGGGHH (de nuevo grito... aysss me va a dejar sin manooo) ¡venga cariño!
¡Venga campeona que tú puedes mi amor!
M: No puedo más (dice cansada. Ya, mi mano tampoco, pero tú sí que puedes)
E: Sí puedes cariño (la animo, acariciándole la frente) claro que puedes mi vida (beso su
mejilla un par de veces)
H: Una más, Maca que ya está aquí (anima Héctor también)
E: Vamos, mi amor, una más (sigo animándola yo y preparándome para que mi mano
vuelva a sufrir)
M: Vale (mi vida... pobrecita, está muy cansada) una más...

Y ¡Ahí vamos! Ufff ufff uff uff ufff...

...

...
El amor de los Ángeles 163

...

...

¡Dios mío! ¡Es el sonido más maravilloso del mundo! Mi hijo... mi bebé... es... es... Es
lo más increíble del mundo...

H: Enhorabuena chicas (dice Héctor con el bebé entre sus manos que llora como un
condenado) tenéis un niño precioso...

Y una enfermera lo pone en el regazo de Maca y yo... yo me he quedado sin habla, mi


capacidad de hablar se ha largado acompañando al dolor de mi mano, porque ya no me
duele, ni la siento y me da igual... dios mío... es precioso...

M: Esther (me dice emocionada con nuestro pequeño entre sus brazos... Joder... lloro de
emoción al verlos... siempre pensé que la sonrisa de Maca y su mirada eran la imagen
más bonita que había visto en la vida pero esto... esto lo supera todo... porque verlos a
ambos, mi mujer y mi hijo juntos... es... es... mucho mejor que cualquier otra cosa...)
mira... mira qué chiquitín...
E:...
M: Cariño (dice alternando miradas al bebé y a mí, sin borrar esa maravillosa sonrisa de
su rostro) mi amor...
E: Te quiero (es lo único que puedo decir en este momento) te amo... te quiero... te
quiero... te quiero... (y la beso entre lágrimas, las lágrimas más emocionadas que he
vertido en mi vida...)
M: Y yo a ti mi amor (contesta ella en un susurro y no puedo evitar reír al ver a mi niño
removerse en los brazos de su madre...)

Maca está dormida... pobre, ha acabado agotada después del parto... pero está preciosa...
nunca, jamás me cansaré de mirarla como sé que a partir de este momento, hay un
pequeño revoltoso al que tampoco podré dejar de mirar... mi pequeño príncipe, mi
duende... mi hijo...

E: Shhh shhh (lo acuno cuando parece que va a empezar a llorar, y quiero disfrutar de él
un momentito a solas, antes de que Maca despierte) hola, peque (le digo entre lágrimas)
soy mami... sí... soy mami... esa que te cantaba por las noches ¿Te acuerdas? Sí, vale,
también soy la que no te dejaba dormir porque agitaba a mamá (emm... creo que esto es
mejor que no se lo cuente) eres precioso cariño (mi niño, qué bonito es) Shhh... que vas
a despertar a mamá... (míralo qué lindo cómo se mueve... ay dios mío... tengo un hijo...)
Mi pequeño...

No puedo dejar de mirarlo... se ha quedado dormidito en mis brazos y es... ufff... no sé


si habréis pasado por esto pero os aseguro que no soy capaz de describiros con palabras
lo que siento en este momento... es una sensación tan grande, tan enorme, que no creo
que nunca, por mucho que diga, pueda describir...

Maca se revuelve en la cama, se está despertando... la miro aún con el niño entre mis
manos y su sonrisa... Madre mía su sonrisa se hace tan enorme al vernos... creo que no
le había visto esta sonrisa nunca y... ¡la adoro!
El amor de los Ángeles 164

M: Hola (me dice iluminando mi vida entera)


E: Ho... hola (contesto sin poder dejar de llorar... soy una llorona ¿verdad?) ¿Cómo
estás? (me acerco con el peque en brazos hasta la cama)
M: Cansada (contesta ella y sí, se la ve cansada, pero también se ve que en este
momento se siente como yo, la mujer más feliz del mundo) ¿Qué tal te llevas con él?
(me pregunta)
E: Muy bien (contesto dejándolo sobre ella) es precioso...
M: Sí (me mira) como tú, princesa (nos quedamos mirando un segundo, sin decir ni una
sola palabra, creo que ninguna de las dos puede hablar, estamos tan emocionadas tanto...
que no podemos articular palabra) ¿Qué tal tu mano? (me pregunta tras un rato)
E: ¿Mi mano? ¿Qué le pasa a mi mano? (miro confusa hacia mis manos, ella se ríe)
estoy bien, tranquila, no me has roto nada (le digo sabiendo que me iba a tomar el pelo)
M: Me alegro (contesta ella y sí, me va a tomar el pelo o me va a soltar una de las suyas
lo estoy viendo) porque en cuanto pase la cuarentena voy a necesitar tus manos (¿qué os
decía?)
E: ¡Maca! (le reprendo) que tienes un bebé en brazos, eres madre, ya no puedes ir
diciendo esas cosas
M: ¡Anda que no! (sonríe) con lo que a mí me gusta picarte (eleva las cejas repetidas
veces, es que no es normal, no lo es... no puedo con ella)
E: Tonta (digo feliz de la vida, porque la verdad, me puede decir mil cosas en este
momento, me da igual, estoy feliz) te quiero...
M: Y yo a ti (contesta ella) eso sí, ¡el próximo lo tienes tú! (me advierte con seriedad)
E: Vale (respondo sin apenas escuchar lo que dice, porque esta imagen que tengo
delante hace que no oiga nada más... tenerlos a los dos, así, hace que me olvide te todo
lo demás) Me has hecho muy feliz (le digo con la voz tomada por la emoción)
M: Y tú a mí (contesta Maca de la misma manera que yo, cogiéndome de la camiseta
con una mano y obligándome a bajar hasta sus labios. Nos besamos lentamente,
tranquilamente, como nos gusta hacerlo, como solo ella sabe besarme y rozando mi
lengua con la suya noto una manita darme un pequeñísimo golpe) jeje, este pequeñín no
quiere que sus madres se distraigan y no le hagan caso (dice volviendo la vista hasta el
peque y yo... yo sonrío siendo la mujer más feliz de este planeta

Me encanta este momento. Creo que, desde hace ya algún tiempo, es el mejor momento
del día, cuando al abrir los ojos, lo primero que me encuentro es esta imagen
maravillosa con la que vivo desde hace casi tres años. Mi mujer y mi hijo, junto a mí,
durmiendo. Me quedo embobada mirándolos, mi pequeñín, Ángel acurrucado entre
Maca y yo, con esa carita tan bonita que tiene y mi mujer, tan adorable cuando duerme
como siempre, tanto, que aún se me hace un poco imposible no despertarla a base de
besos

Mi sonrisa se ensancha cuando Maca comienza a moverse lentamente mientras se va


despertando. La miro enamorada, sé lo que me va a decir, pero no puede recriminarme
nada, porque ella también hace lo mismo

M: Ummm... Hola (dice abriendo los ojos y mirándome con esa mirada que me
enamora cada día)
E: Hola (susurro sin dejar de mirarla, llevo mi mano hasta su mejilla y la acaricio
levemente recibiendo un beso de regalo)
El amor de los Ángeles 165

M: Lo has vuelto a traer a la cama (me dice acariciando el pelo de nuestro hijo)
E: Tenía una pesadilla (me excuso y ella se sonríe)
M: Así no aprenderá nunca a dormir solo (contesta ella intentando “reñirme” pero sin
dejar de sonreír)
E: Sí lo hará (me defiendo yo) pero bueno... tampoco pasa nada porque tarde un poquito
más (vale, no es que sea lo mejor pero no puedo resistirme a su carita cuando se
despierta en mitad de la noche y con algo de dificultad llega a nuestra cama)
M: Lo estás malcriando (suelta y yo la miro sonriente, es que no puedo dejar de
sonreír...)
E: No soy yo quien le da todos los caprichos que pide, ¿sabes? (se la devuelvo, porque
sí, ella tampoco se queda corta)
M: Jeje (sonríe) vale... tienes razón (y tanto que la tengo) Anda, dame un beso (se
acerca todo lo que nuestro niño le deja y yo acorto el camino que nos separa para
besarla levemente en los labios) ¿Tú cómo estás? (me pregunta acariciando mi vientre.)
E: Gorda, pesada y fea (le digo poniendo morritos y ella vuelve a sonreír)
M: Umm... así que tenemos uno de “esos días” (me dice y con “esos días” se refiere a
los muchos días de embarazo que he tenido en los que me he sentido más fea que nunca,
más gorda que un zepelín y más pesada que un yunque, eso sí, lo exagero un poquito
para que me mime jejeje)
E: Sí (contesto poniendo morritos)
M: Tontita, ven aquí (vuelve a acercarse y creo que Ángel corre peligro de asfixiarse,
así que me muevo de tal manera que consigo que mi pequeño no sufra (estás preciosa
con esa barriguita que tienes) me dice y me vuelve a besar, ¡me encanta! y te quiero
mucho

Me dispongo a disfrutar de una serie de besos y mimos mañaneros, sonriendo entre sus
labios y suspirando al escuchar sus palabras cuando... Mierda, mierda, mierda, mierda,
mierda, mierda... Ufff joder cómo duele esto...

M: ¿Qué te pasa? (me dice pegando un salto en la cama)


E: Joder (gimo de dolor) creo que... ¡que he roto aguas! (y todo son nervios, carreras y
prisas por llegar al hospital...)

¿Sabéis? Cuando era un Ángel yo creí vivir la felicidad más absoluta y la paz más
extrema que pudiera existir. Se supone que solo siendo un Ente Celestial eres capaz de
sentir lo que es la verdadera calma, de sentirte totalmente lleno, pleno y en paz con todo
lo que te rodea. Creí que jamás volvería a experimentar un sentimiento como aquel tras
la caída que me llevó hasta aquí

Hoy, cuando tras un parto (bastante doloroso he de añadir) abro los ojos cansada y veo a
mi mujer, con nuestra pequeña princesa en brazos y nuestro niño intentando verle la
carita a su hermana he de decir, que no solo los ángeles son capaces de tener esos
sentimientos porque aquí, en esta habitación de hospital, con mi familia al completo,
vuelvo a sentir esa felicidad extrema, esa paz completa y la plenitud más grande que
jamás he sentido

No echo de menos mi vida como Ángel, nunca la he añorado porque tengo todo lo que
necesito en este mundo para sentirme como ellos. A Maca despertando a mi lado cada
mañana, enseñándome día a día que no hay nada mejor en el mundo que ver sus ojos y
El amor de los Ángeles 166

su sonrisa al despertar. A mis hijos, los dos grandes regalos de mi vida. Y son ellos, los
tres, los que me hacen sentir la felicidad completa de la que tanto hablan los ángeles y
que, os aseguro, que ninguno de ellos conoce

M: Hola (me dice con una sonrisa enorme y los ojos cristalinos debido a la emoción que
siente) ¿Cómo estás? (se acerca con nuestra pequeña en brazos)
E: Algo cansada (le contesto pero no dejo de sonreír) ¿Y vosotros?
M: Muy bien (dice emocionada) Ángel ya conoce a su hermanita y dice que la quiere
mucho (mira a mi príncipe) ¿Verdad mi amor?
Ángel: Zi (contesta él, con la manita en la boca, si es que me lo comería) ez onita como
mamá (suelta con desparpajo y yo me río) y yo la voy a cudar mucho como dice mami
E: Claro que sí, mi amor (beso su mejilla incorporándome un poco, noto que me tiran
los puntos pero me da igual) vas a ser el mejor hermano mayor del mundo
M: A ver (hace un movimiento lento para dejarme a la niña entre los brazos y me quedo
absorta mirándola) aquí, campeón (con cuidado, toma a Ángel entre sus brazos y nos
acoplamos los cuatro en esta cama) Es preciosa cariño (me dice besándome la frente y
haciéndole un par de carantoñas a la peque)
E: Es perfecta (le digo emocionada, mirándola con lágrimas agolpándose en mis ojos y
logrando un beso que me lleva, una vez más, como tantas otras, al cielo)

Nos quedamos así, mirándonos, sonriendo a nuestros hijos, Ángel intenta llamar la
atención de Patricia, la peque duerme tranquila en mis brazos y yo... yo miro a mi mujer
que como siempre, me sigue mirando, años después, como la primera vez

E: Te amo (le susurro...)


M: Yo también te amo (me contesta ella y nos volvemos a fundir en un beso lento)

Y esta es mi historia, la que he querido compartir con vosotros, la que habéis vivido
conmigo. La historia de un Ángel que se enamoró de una mortal y que lo dejó todo para
descubrir que la felicidad más absoluta, por encima de cualquier otra cosa, reside en
compartir tu vida con la persona que amas...

FIN

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