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Leyes Injustas: Se afirma que el derecho es un conjunto de normas dictadas por el Estado
que revisten el carácter de obligatorias, generales y justas, o por lo menos deben tender a
acercarse lo más posible al valor justicia. Un análisis atento de la realidad, pone al
descubierto en muchos casos, la existencia de normas completamente divorciadas de ese
bien común que deben tener e cuenta los legisladores cuando las crean, perdiendo de vista
el valor supremo al cual deben necesariamente apuntar las mismas, que es precisamente la
justicia.
Cuando un juez debe sentenciar una causa que tramita ante su juzgado, y sabe que la norma
aplicable a ese expediente es manifiestamente injusta, se encuentra ante un dilema, en
donde solo tiene dos caminos posibles para resolverlo: o aplica la norma injusta, o
prescinde de su aplicación y la declara inconstitucional por ser contraria a un principio o a
una norma de nuestra Carta Magna. Con respecto a ello, existen en nuestra doctrina dos
posiciones bien diferencias. La primera tiene establecido que “el valor de la seguridad
prevalece sobre el de la justicia cuando ambos se hallan en conflicto. Para dar seguridad,
las leyes se escriben, y por esto, aunque no fueren justas, obligan incondicionalmente a
gobernantes, jueces y ciudadanos. La injusticia no puede ser enmendada judicialmente sino
legislativamente. Cuando el juez, con sus capacidades de interpretación, contradice el texto
claro de normas imperativas excede los límites de su jurisdicción y usurpa atribuciones que
no le pertenecen, aunque lo haga con las mejores intenciones para dar justa solución al
caso, según Orgaz. No es infrecuente que los jueces avancen mas allá de sus límites
constitucionales y asuman, de hecho, funciones de carácter legislativo, sea contrariando el
sentido de una ley explicita, sea introduciendo distinciones que la ley no consiente, sea
dando prevalencia a su sentimiento jurídico sobre las disposiciones de la ley (sentencias
arbitrarias). Resolver casos particulares con justicia pero con menoscabo de la ley y del
orden público, es cumplir el deber menos importante a costa del principal o superior. La
fuente real del desorden y agitación producidos en los tribunales es la mora del poder
público en hacer la indispensable reforma de la normas. En el mismo sendero, se afirmo
que el magistrado es un servidor del derecho objetivo, al que debe hacer vivir y reinar tal
como ese derecho en verdad es. Solo el legislador puede cambiar la ley. La segunda
posición doctrinaria, completamente opuesta, entiende que si se reclama para cada poder la
plenitud de su jurisdicción, el Poder Judicial en cuanto aplica e interpreta la ley no puede
ser un mero mandatario ciego del Poder Legislativo, y continua el autor: “si el poder
judicial es el encargado de velar por la justicia, cuando encuentra que una ley es
flagrantemente injusta, por qué razon ha de ser fiel a la ley y no a la justicia que persigue la
propia Constitución? Siguiendo esta línea de pensamiento, Bidart Campos, manifiesta que
la injusticia intrínseca de una norma vulnera siempre el mandato de afianzar la justicia
contenida en el preámbulo, por cuyo imperio deben los jueces desaplicar dicha norma.
Como el derecho judicial de la Corte tiene establecido que los jueces no pueden prescindir
de las normas vigentes que resultan aplicables a las causas que han de sentenciar, salvo
cuando esas normas las declara inconstitucionales, el autor acepta que el único camino
posible que tienen los jueces para dejar de aplicar una norma vigente es fulminarla de
inconstitucionalidad. Para ello, el primer intento del juez será buscar en la Constitución
algún principio o articulo a los que la norma injusta transgreda, y por tal transgresión
declarar que la norma injusta vulnera a la Constitución en tal o cual parte o dispositivo, si
fracasa en esa tentativa, le basta al juez declarar que la norma injusta viola a la constitución
en su preámbulo, cuando este enuncia la clausula de “afianzar la justicia”. Ninguna duda
cabe que la segunda de las posiciones es la correcta, ya que de lo contrario, los derechos
subjetivos quedarían reducidos a una suerte de espejismo, porque ante su avasallamiento
por una ley injusta, quedarían huérfanos de protección en la sede judicial con el argumento
de que solo el legislador puede cambiar la ley.
La ley marca las fronteras dentro de los cuales los individuos pueden ejercer sus derechos
individuales enumerados en la constitución, si excedemos esas fronteras o cruzamos sus
límites, obramos sin derecho. Y ello es así porque los derechos no son absolutos y están
sujetos a las leyes que reglamenten su ejercicio. Las personas no pueden utilizar sus
derechos constitucionales o subjetivos caprichosa o arbitrariamente, ya que no solo existen
fronteras legales que de ninguna manera pueden atravesar, sino además, siempre el orden
público será otro limite que las acciones humanas no podrán vulnerar. En tal entendimiento,
no solo podría ejercerse un derecho violando la moral, la buena fe, las buenas costumbres o
los fines que tuvo en mira el legislador al reconocerlo, lo que se traduce en la prohibición
de abusar de nuestros derechos.
Principio de razonabilidad: lo único que hace la Constitución es establecer el derecho,
quedando a cargo de la ley fijar los límites del mismo, es decir, predeterminando lo que se
puede y no se puede hacer con ese derecho. Sostenía Alberdi que no alcanzaba con la
circunstancia de que la Constitución contuviese todas las libertades y garantías conocidas.
Es necesario, decía, que contenga declaraciones formales que impidan que la ley, con el
pretexto de organizar y reglamentar el ejercicio de esas libertades, las anule y falsee con
disposiciones reglamentarias. Precisamente el art. 28 es el límite constitucional trazado al
legislador, de modo tal que no le quede la menor duda de que el poder de reglamentar, no
es el poder de alterar o disminuir la libertad, constituyendo el principio en estudio, una
poderosa garantía en favor de la libertad. La regla de la razonabilidad implica impedir que
las leyes, con pretexto de reglamentar un derecho constitucional, en la práctica lo hieran de
muerte o lo reduzcan a su mínima expresión. El art. 28 de la Constitución consagra este
principio de capital importancia en los siguientes términos: “Los principios, garantías y
derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que
reglamenten su ejercicio”. Bidart Campos lo explica: para que una ley sea constitucional
hace falta un cierto contenido de justicia. A este contenido de justicia lo denomina
razonabilidad, siendo su opuesto, la arbitrariedad. Por ellos, lo arbitrario, lo injusto o lo
irrazonable, es inconstitucional. El principio de razonabilidad es mucho más amplio, no se
limita a exigir que solo la ley sea razonable. La razonabilidad es, entonces, una regla
sustancial, a la que también se la ha denominado “principio o garantía del debido proceso
sustantivo”. Esta protección se lleva a cabo gracias a la potestad que tienen los jueces de
realizar el control de constitucionalidad de las leyes. Mediante el cual deben verificar que
las normas inferiores no contradigan o vulneren aquellas jerárquicamente superiores. En
virtud de lo señalado, si un juez al momento de fallar, advierte que la ley aplicable es un
expediente en contraria a la constitución, debe declararla inconstitucional. Por ejemplo: es
inconstitucional la inhabilitación para votar prevista en el art. 3 inc d) del código Electoral
Nacional respecto a los procesados con prisión preventiva, ya que se trata de una restricción
inadmisible a un derecho fundamental, en tanto no guarda relación con los fines de la
detención ni las necesidades de la organización carcelaria.
La supremacía constitucional es sin duda uno de los principios más importantes de nuestro
derecho constitucional, conjuntamente con el de razonabilidad explicado en los párrafos
anteriores. Significa que en nuestro ordenamiento jurídico, la Constitución determina un
orden jerárquico de todas las normas internas, debiendo siempre las de menor rango
guardar coherencia con tal Constitución. Antes de la reforma de 1994, la supremacía se
encontraba regulada por el art. 31 de la Constitución. Ninguna duda existía con relación a la
jerarquía superior de la Constitución, es decir, ella estaba por sobre todo el ordenamiento
jurídico argentino, pero la duda se planteaba en torno a la jerarquía normativa entre las
leyes y los tratados. Doctrina calificada sostenía enfáticamente que los tratados prevalecían
por sobre las leyes nacionales, en virtud del compromiso que había asumido la Republica
Argentina. La otra tesis alegaba que las leyes y los tratados con las potencias extranjeras
tenían el mismo nivel jerárquico, por lo que en caso de conflicto entre ellos, la cuestión se
resolvía aplicando los principios generales, es decir, ley posterior deroga a la anterior. Esta
última posición se convirtió en la doctrina judicial de la Corte hasta el año 1992, en donde
cambia su criterio a partir del precedente “Ekmekdjian”. En efecto, en la causa “Martin y
Cia C/ Administración General de Puertos” afirmo la CSJN que no existe fundamento
normativo para acordar prioridad de rango o superioridad a los tratados con las potencias
extranjeras respecto de las leyes válidamente dictadas por el Congreso de la Nación,
rigiendo respecto de ambos el principio de que las normas posteriores derogan a las
anteriores. Más tarde, en 1992 con el fallo “Ekmekdjian c/ Sofovich, la Corte abandona su
postura anterior otorgándole al derecho internacional primacía por sobre el derecho interno.
En este sendero, decreto que “que la Convencion de Viena sobre el derecho de los tratados,
ratificada por el poder ejecutivo, confiere primacía al derecho internacional convencional
sobre el derecho interno. Ahora, esta prioridad de rango integra el ordenamiento jurídico
argentino. Esto es, un reconocimiento de la primacía del derecho internacional por el propio
derecho interno”. El art. 31 de la Constitución, cuya redacción no ha sido tocada por la
reforma, ha quedado modificado por la incorporación del art. 75 incs. 22 y 24. En primer
lugar, la Constitución sigue estando en la cima de la escala normativa, es decir, sigue
siendo suprema, pero ahora no está sola en ese sitial de privilegio, comparte ese primer
lugar jerárquico con los tratados de derechos humanos mencionados en el inc 22. En
segundo lugar, los tratados de integración y las normas dictadas por organizaciones supra-
estatales, también tienen jerarquía superior a las leyes nacionales. Por otra parte el inc. 22
luego de enumerar los tratados con jerarquía constitucional, aclara que estos no derogan
ningún artículo de la parte dogmatica de la Constitución, y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías allí estipulados.
El control de constitucionalidad presenta las siguientes particularidades en el derecho
argentino: Es siempre judicial, el control lo puede realizar cualquier juez, la declaración de
inconstitucionalidad tiene un efecto especifico, limitado a la causa que se decreto ya que
nunca tal declaración tiene efectos generales, la declaración de inconstitucionalidad puede
ser por petición de parte o decretada de oficio (por ejemplo en el fallo “Rodriguez Pereyra,
Jorge Luis) y con relación a los caminos o vías procesales para provocar el control, existen
dos, la via directa de acción o de demanda, en donde el juicio se inicia con la finalidad
específica de atacar un acto o una norma considerados inconstitucionales, o por otro lado
por via indirecta incidental o de excepción, en donde la finalidad del inicio del proceso no
es la declaración de inconstitucionalidad, sino otro distinto, como por ejemplo, el reclamo
de una indemnización.
La Corte interamericana de Derechos Humanos señalo que cuando un Estado ha ratificado
un tratado internacional como la Convencion Americana, sus jueces, como parte del
apartado del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los
efectos de las disposiciones de la Convencion no se vean mermados por la aplicación de
leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos.
Concluyo que el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad”
entre las normativas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convencion
Americana sobre Derechos Humanos. Recientemente la Corte Interamericana ha insistido
respecto del control de convencionalidad de oficio, añadiendo que en dicha tarea los jueces
y órganos vinculados con la administración de justicia deben tener en cuenta no solamente
el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana.
Derecho Positivo: Conjunto de normas jurídicas escritas por el órgano estatal que ejerza la
función legislativa.
Para diferenciar el derecho público y el derecho privado se han desarrollado tesis que
distinguen según la fuente creadora (el Estado o los particulares, estos últimos por via de la
autonomía de la voluntad); según el interés protegido, entendiendo que el derecho público
estaría destinado a la protección del interés general, y el derecho privado a la tutela de los
intereses de los particulares. Una tercera tesis ubica la distinción en la naturaleza del sujeto
que integra la relación jurídica. Cuando ese sujeto es el Estado u otra persona jurídica
pública (el municipio, la provincia, etc.) la relación jurídica es parte del derecho público;
cuando intervienen los particulares, la relación jurídica quedaría subsumida en reglas del
derecho privado. Sin embargo, bien se advierte que en numerosas oportunidades el Estado
actúa como sujeto de relaciones jurídico-privadas; tal, cuando arrienda un inmueble para
que funcione en él una escuela. Por ello, el criterio que ha obtenido mayor preponderancia
en la doctrina ha sido el de diferenciar el derecho público y el derecho privado según que la
relación jurídica de que se trate presente caracteres de subordinación o de coordinación
entre os sujetos. Así suele leerse que es derecho público aquel sector del Derecho en el cual
una de las partes tiene relación de superioridad respecto de la otra, por participar el Estado
con su imperium en lugar de hacerlo como titular de un derecho subjetivo privado. En
cambio, en el derecho privado, las relaciones jurídicas quedan siempre establecidas sobre la
base de la coordinación o igualdad de los sujetos.
Las ramas del derecho público son: derecho constitucional, derecho administrativo, derecho
financiero, derecho penal, derecho internacional público, derecho ambiental.
Las ramas del derecho privado son: derecho civil y derecho privado patrimonial, es decir, el
derecho de las obligaciones, de los contratos y de los derechos reales.
Positivismo y escuela del Derecho Natural: El positivismo sostiene que el único derecho
que existe es el derecho positivo, se trata de un derecho histórico y “terrenal”, hecho por el
hombre y que varía en las diferentes sociedades. El derecho es tal, en principio, por el solo
hecho de haber sido sancionado por el legislador y estar respaldado por fuerza pública; no
importara si se adecua o no a la moral vigente en la sociedad.
En cambio el derecho natural se apoya esencialmente en la afirmación de la existencia de
una conexión o relación intrínseca entre el derecho y la moral. Es decir, el derecho no
puede ser definido prescindiendo de valores como la idea de justicia misma. La doctrina ius
naturalista sostiene que el orden jurídico se justifica por su conformidad a ciertos principios
morales superiores que deben guiarlo, y cuyo conocimiento permite valorar el contenido de
las normas. Para que la norma tenga valides y fuerza obligatoria no basta que sea expresión
de una voluntad competente, se requiere su conformidad a los preceptos del derecho
natural.
Derechos Subjetivos: En el estudio del ‘derecho’, esta palabra implica, por lo menos, dos
sentidos diferentes. Uno de ellos era el llamado derecho objetivo, concebido como el
conjunto de normas jurídicas dictadas por el Estado con carácter obligatorio, general y en
función de justicia. El segundo concepto de derecho era el subjetivo, entendido como la
prerrogativa de la persona. Los derechos subjetivos son las facultades o potestades que
tiene todo sujeto que le permiten exigir de otro sujeto o del Estado en el cumplimiento de
una prestación. Es importante tener en cuenta, que la constitución y los pactos de derechos
humanos se limitan a reconocer los derechos esenciales o humanos, siendo tarea del
legislador la de regularlos y reglamentarlos. Esto significa que los derechos subjetivos son
relativos y de ninguna manera absolutos, de modo tal que las personas no pueden hacer lo
que se les antoja con ellos, porque es la ley la que establece las fronteras o los límites
dentro de los cuales pueden ejercerlos libremente. A los derechos subjetivos se los clasifica
como “subjetivos” porque son del sujeto, quien es titular o sujeto activo de ellos y debe
vérselos siempre como una potestad o facultad que el derecho objetivo otorga a la persona,
respecto de otras personas o de los bienes, para cuyo cumplimiento le concede acciones y
excepciones que se hacen valer ante los órganos jurisdiccionales pertinentes y, en
determinadas situaciones excepcionales, le da también la posibilidad de emplear la
violencia para lograr el respeto de los mismos.
Ahora bien, los derechos subjetivos se clasifican en dos grupos: patrimoniales y
extrapatrimoniales. Los primeros, (derechos y obligaciones) son aquellos de contenido total
o parcialmente económico que pueden integrar el patrimonio de las personas humanas y el
de las de existencia ideal. Por su parte, los segundos son aquellos que repugnan la
evaluación pecuniaria, quedando fuera del patrimonio. Jurídicamente todo sujeto de
derecho tiene un patrimonio. Valorado en dinero, el patrimonio puede ser negativo, sin que
por ello deje de existir como tal en su acepción jurídica. Todo patrimonio está integrado por
un activo y un pasivo. Cuando hablamos de derechos y obligaciones de contenido
parcialmente económico, aludimos a las relaciones jurídicas susceptibles de apreciación
pecuniaria por que reconocen su origen y están fuertemente influidas por el derecho de
familia o en algún derecho extrapatrimonial no familiar. Lo que integra el patrimonio no es
la cosa, sino el derecho de dominio que se tiene sobre ella y del cual la cosa es su objeto.
A su turno, los derechos patrimoniales están constituidos por tres grupos de derechos, que
si bien comparten la circunstancia de integrar el patrimonio de los sujetos de derecho,
poseen, sin embargo características particulares.
1. Derechos Personales: denominados también derechos creditorios u obligaciones, se
caracterizan por la facultad que se tiene de exigir de otra persona el cumplimiento de una
obligación; en otras palabras, es una vinculación jurídica que une a dos personas (o grupos
de personas) en virtud de la cual el deudor debe satisfacer al acreedor la prestación debida.
Por último, el nuevo código civil y comercial contiene una definición de obligación en su
art. 724 a la que caracteriza como la “relación jurídica en virtud de la cual el acreedor tiene
el derecho a exigir del deudor una prestación destinada a satisfacer un interés lícito y, ante
el incumplimiento, a obtener forzadamente la satisfacción de dicho interés”.
Características de los derechos personales:
Elementos: poseen por lo menos tres elementos: el sujeto activo o acreedor, el sujeto pasivo
o deudor y la cosa.
Libertad contractual y autonomía de voluntad: en este tipo de derechos rige el principio de
autonomía de la voluntad de las partes. En el nuevo CCyC este principio se encuentra
desdoblado en dos artículos: el art. 958 preceptúa que “las partes son libres para celebrar un
contrato y determinar su contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden
público, la moral y las buenas costumbres”. Y el art. 959 dispone que “todo contrato
válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su contenido solo puede ser
modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en que la ley lo prevé”.
Cantidad: su número es ilimitado, esto se traduce en que pueden inventar nuevos contratos
siempre que no se viole la ley o el orden público.
Oponibilidad: son relativos, esto significa que solo pueden hacerse valer ante la persona
obligada.
Normas Supletorias: las normas que los gobiernan son supletorias o interpretativas de la
voluntad de las partes. Pueden ser dejadas de lado por las partes en un contrato sin
consecuencias para ellas.
Temporarios: una vez efectuado el pago de la obligación, esta queda extinguida.
Prescripción: no se pueden adquirir mediante la prescripción adquisitiva ya que no se
ejercen por la posesión.
Publicidad: como los derechos creditorios solo pueden hacerse valer ante el obligado, no
requieren de publicidad o de inscripción en algún registro.
2. Derechos Reales: existe derecho real cuando una cosa se encuentra sometida completa o
parcialmente al poder de una persona en virtud de una relación inmediata que puede ser
invocada contra cualquier otra. Esta definición destaca como carácter esencial del derecho
real, la creación de una relación entre una persona y una cosa. Con esto quiere expresarse
que en todo derecho real no existe intermediario entre la persona que sea su titular y la cosa
a la cual se refiera el derecho. El derecho real no supone más que dos elementos: una
persona, sujeto activo del derecho, y una cosa determinada, objeto de dicho derecho.
Abuso del Derecho: Se afirma que un derecho es absoluto, cuando su titular lo puede
ejercer sin ningún tipo de límite legal, en términos sencillos: con su derecho hace lo que
quiere; por el contrario, el derecho es relativo porque la ley lo regula, lo delimita y
establece prohibiciones a su respecto, de moto tal que su titular no puede traspasar las
fronteras legales, y si ellos ocurriere, estaría cometiendo un acto ilícito. Algunos autores
afirman que existe un pequeño grupo de derechos que revisten el carácter de absolutos,
ilimitados o incausados.
Inicialmente el abuso del derecho constituye un acto lícito, permitido, por lo que no debe
ser confundido con los actos ilícitos, lo que desde el comienzo ya son contrarios a una
norma jurídica. En otras palabras, el acto ilícito civil es una acción humana voluntaria,
realizada con dolo o culpa, contraria al ordenamiento jurídico a la que le corresponde una
sanción que debe estar expresamente prevista por la ley, y que causa un daño mientras que
el abuso del derecho es el ejercicio de una facultad o potestad dentro de las fronteras
legales, pero ocasionando un daño a alguien. Mas allá de la posición que se adopte en torno
a la naturaliza jurídica del acto abusivo, este siempre implica de entrada o inicialmente una
conducta permitida por el ordenamiento jurídico, es decir, el sujeto ejerce un derecho
propio sin violar ninguna norma jurídica. Pero posteriormente, no obstante actuar dentro de
los límites legales, ocasiona un daño a otra persona. Es decir entonces, que en la ilicitud
genérica la contrariedad con el ordenamiento jurídico es inicial, en el abuso del derecho hay
un arranque legítimo, produciéndose luego una desviación de los propósitos.
El abuso del derecho implica una nueva forma de responsabilidad civil, y se configura
cuando un sujeto ejerce un derecho propio sin transponer los límites que la ley le impone,
pero contrariando la buena fe, la moral, las buenas costumbres o los fines que tuvo en
cuenta el legislador al reconocer ese derecho, ocasionando un daño a otro sujeto. Recién
cuando se ocasiona un daño a otra persona, el juez evaluara si el sujeto atentó contra alguno
de los principios señalados en el párrafo anterior.
Art. 10 del Código Civil y Comercial: Abuso de derecho: El ejercicio regular de un derecho
propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede constituir como ilícito ningún
ato. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraria
los fines del ordenamiento jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la
moral y las buenas costumbres. El juez debe ordenar lo necesario para evitar los efectos del
ejercicio abusivo o de la situación jurídica abusiva y, si correspondiere, procurar la
reposición al estado de hecho anterior y fijar una indemnización”
Doctrina: Está constituida por las obras de los juristas, expresada a través de los libros, de
los artículos, los comentarios a las sentencias judiciales, las críticas de la legislación.
APLICACIÓN E INTERPRETACION DE LAS NORMAS: Aplicación de la ley: El
derecho se formula en leyes, normas generales y abstractas; así como en normas
consuetudinarias, y principios generales que también revisten los caracteres de generalidad
y abstracción. Cuando se trata de someter la relación nacida entre las personas a las normas
jurídicas (leyes, costumbres o principios generales) se está aplicando el Derecho.
Normalmente esta aplicación va a tener como resultado final una sentencia, es decir un
mandato particular y concreto, derivado de la aplicación de las normas jurídicas, con efecto
en el caso particular.
Esta tarea de aplicar el Derecho impone:
* Elegir la norma aplicable
* Atribuir sentido a las normas, tanto a aquellas de la cual se extrae el mandato particular
como a aquellas cuya aplicación se excluye en el caso concreto.
Vinculación con la interpretación: Aplicación e interpretación son actividades íntimamente
ligadas, ya que solo pude ser debidamente aplicado lo que es comprendido en su propia
razón de ser. La interpretación precede a la aplicación; expone las razones; la aplicación
convierte las razones en decisión.
Interpretación de la ley: Interpretar es buscar el sentido y valor de la norma para medir su
extensión precisa y apreciar su eficacia en cuanto al gobierno de las relaciones jurídicas,
aparentemente comprendidas en el ámbito de su vigencia. Clases de interpretación: Según
quien las formule: legislativa, judicial, doctrinaria. Se denomina interpretación autentica o
legislativa a la que realiza el mismo legislador al votar una ley destinada a esclarecer su
voluntad, expresada en una ley anterior. De todos modos estas leyes “interpretativas” no
pueden afectar derechos adquiridos ni la cosa juzgada. La interpretación judicial es la
realizada por los tribunales de justicia, como paso previo a la aplicación de la ley a un caso
concreto. Es la verdadera interpretación en tanto y en cuanto es actividad libre destinada a
la fijación del verdadero sentido de la ley. Doctrina es la interpretación realizada por los
autores, que pueden servir incluso como fuente material del Derecho. Elementos de
interpretación: Savigny describió la existencia de cuatro elementos e interpretación:
gramatical, lógico, histórico y sistemático, a lo que definió como siguiente:
* El elemento gramatical tiene por objetivo la palabra, que constituye el medio para que el
pensamiento del legislador se comunique con el nuestro; consiste por consiguiente, la
exposición de las leyes lingüísticas aplicadas por el legislador.
* El elemento lógico tiende hacia la estructuración del pensamiento, o sea hacia la relación
lógica en que se hallan sus diversas partes.
* El elemento histórico tiene por objeto la situación de la relación jurídica regulada por
reglas jurídicas en el momento de la promulgación de la ley. Esta debía intervenir en
aquella de determinada manera; y el mencionado elemento ha de evidenciar el modo de
aquella intervención: lo que por aquella ley ha introducido de nuevo en el Derecho.
* El elemento sistemático, se refiere a la conexión interna que enlaza a todas las
instituciones y reglas jurídicas dentro de una magna unidad.
Utilización de estos elementos: El mismo Savigny enseñaba que no se trata de utilizarlos
separadamente, sino que cada uno de ellos es útil para descubrir el sentido de la ley en un
caso dado. Otro autor alemán dice que el valor de la interpretación se encierra en la plena
ponderación del factor teleológico (resultado de la interpretación) y en su exacta evolución
frente al texto literal y al uso del lenguaje, como asimismo los argumentos sistemáticos e
históricos. La preferencia unilateral del texto y del lenguaje, conduce a la interpretación
literal y al formalismo, enemigo mortal de la ciencia jurídica; la acentuación excesiva de lo
sistemático y lo histórico, lleva al estancamiento; la consideración exclusiva de los
resultados determina una jurisprudencia insegura, oscilante.
REGLAS LEGALES EN MATERIA DE INTERPRETACION DE LA LEY: El art. 2
CCyC es equivalente al art. 16 del viejo Código de Vélez.
* Se diferencian por la claridad del artículo. Ahora la ley es clara. Antiguamente el art. 16
no tenía esa virtud por ende la doctrina era quien hablaba de la interpretación de la ley.
* Estos artículos están dirigidos directamente a los jueces, los cuales fallan en un
determinado caso o conflicto.
* Art. 16 “si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el espíritu de
la ley, se atenderá a los principios de leyes análogas; y si aun la cuestión fuere dudosa, se
resolverá por los principios generales del derecho, teniendo en consideración las
circunstancias del caso”. Art. 2 CCyC “interpretación. La ley debe ser interpretada teniendo
en cuenta sus palabras, su finalidad, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los
tratados sobre los derechos humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo
coherente con todo el ordenamiento”
La distinción que habrá entre los artículos es donde actualmente la interpretación se da a
través de la palabra de la ley, su finalidad; se deja de lado el espíritu de la misma y donde
se mencionan y se hace referencia a los nuevos tratados de derechos humanos.
El art. 2 del CCyC: El Código Civil de 1869 no contenía directivas sobre la interpretación
de la ley, por lo que los criterios jurisprudenciales que hemos venido exponiendo se
construyeron básicamente a partir de los aportes de la doctrinan y de las necesidades
impuestas por la realidad. El CCyC en cambio contiene una norma que es el art. 2 el cual
dice: “interpretación. La ley debe ser interpretada teniendo en cuenta sus palabras, su
finalidad, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre los derechos
humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el
ordenamiento”.
Examen de las reglas de interpretación del art. 2:
a) interpretación gramatical: los Fundamentos explican que “la decisión jurídica comienza
por la palabra de la ley”. Mantiene la vigencia de la doctrina de nuestra Corte Suprema,
conforma la cual las leyes deben interpretarse según el sentido propio de las palabras, sin
violentar su sentido especifico (1976); pero, por encima de lo que las leyes parecen decir
literalmente es propio de la interpretación de indagar lo que ellas dicen jurídicamente; no
sabe prescindir de las palabras de la ley, pero tampoco atenerse rigurosamente a ellas,
cuando la interpretación razonable y sistemática así lo requiere, dado que la misión del
Poder Judicial no se agota con la remisión a la letra, ya que los jueces, en cuanto servidores
del Derecho, y para la realización de la justicia, no pueden prescindir de la ratio legis y del
espíritu de la norma. Es decir, que la Corte en estos procedentes que hemos elegido casi al
azar, destaca el valor del elemento gramatical, como principio mismo de la interpretación,
pero, como ya se ha dicho, vinculado a los demás elementos de la interpretación.
b) Interpretación teleológica: El art. 2 alude expresamente a las “finalidades” de la ley, con
lo cual incorpora el elemento teleológico. Los Fundamentos explican que con ello se deja
de lado la búsqueda de la intención histórica del legislador. La interpretación no debe
hacerse en la búsqueda de la intención “histórica” del autor, sino que habrá de tener en
cuenta la evolución de las circunstancias políticas, sociales, económicas, culturales, etc.,
desde la sanción de la ley hasta el momento de su aplicación. De este modo esas
circunstancias no han cambiado significativamente la búsqueda de la intención del
legislador sigue siendo un elemento útil.
c) Las leyes análogas: En el Código de Vélez las leyes análogas eran tratadas como un
elemento integrador del ordenamiento; esto es, si el juez no encuentra la solución en la ley
ha de buscarla en otros hontanares, entre ellos las leyes análogas (art. 16 del Código de
1869). Ahora el CCyC incluye las leyes análogas como un criterio de interpretación. Ello
no implica una diferencia sustancial con el régimen precedente. En definitiva, la analogía,
era concebida como una forma de interpretación “integradora”. La analogía consiste en la
aplicación a un caso no previsto de la norma que se refiere a otro, que ofrece con el primero
una semejanza que le interprete considera suficiente para que la aplicación este justificada,
por concurrir en uno y otro la misma razón. La semejanza e identidad de razón son las dos
notas en que se funda la aplicación de la analogía. Fundamentos: el fundamento de la
aplicación analógica es el argumento a pari ratione; donde la razón es la misma, idéntica
debe ser la norma del Derecho, pero suponiendo la igualdad de carácter entre dos
situaciones jurídicas. Deriva en definitiva, del principio general de igualdad. Requisitos de
procedencia: para que proceda la analogía es necesario que se den tres requisitos:
* Que haya una laguna legal, de lo contrario no sería aplicación analógica sino
interpretación extensiva
* Que concurra la misma igualdad jurídica esencial entre en supuesto regulado y el que no
lo esta
* Que no exista prohibición legal de recurrir a la analogía.
d) Los Tratados de Derechos Humanos: Los Fundamentos del Anteproyecto exponen que
“Todos los tratados internacionales suscriptos por el país y que resultan obligatorios deben
ser tenidos en cuenta para decidir un caso. Esa es la función que tienen como fuente del
derecho referida en el art. 1. Pero además, cuando se interpreta una norma, tienen especial
relevancia los tratados de derechos humanos, porque tienen un contenido valorativo que se
considera relevante para el sistema. Esta es la función que tiene en materia hermenéutica a
la que se refiere el art. 2”. Señala Lorenzetti en el comentario a este articulo que la Corte
Suprema ha dado valor interpretativo a los tratados de derechos humanos en numerosos
precedentes. El art. 2 del CCyC luce dos omisiones notables en materia de interpretaciones;
nos referimos a la ponderación de las consecuencias de la interpretación y a la equidad
como criterio moderador en la aplicación de las leyes. Sobre la interpretación, la Corte
Suprema de la Nación ha sido constante en señalar que los jueces deben tener en cuenta las
consecuencias de sus fallos. Este criterio ha sido abonado durante años por la doctrina
Argentina. Nada de ello aparece expresado en el art. 2 ni en el resto de los preceptos que
contiene el título preliminar. Los jueces no pueden permanecer indiferentes ante las
consecuencias de sus fallos.
INTERPRETACION INTEGRADORA: Obligación a fallar en materia civil: El art.3 del
CCyC dice: “Debe de resolver. El juez debe resolver los asuntos que sean sometidos a su
jurisdicción mediante una decisión razonablemente fundada”. Este precepto, como lo hacia
el art. 15 del Código de Vélez impone a los jueces la necesidad de encontrar siempre una
solución a todos los casos que se le plantean. Ello nos enfrenta al problema de la plenitud
del ordenamiento y la existencia de lagunas de la ley, así como naturalmente, ante la
necesidad de colmarla para la resolución de los casos particulares que presentan a los
jueces. Ante las lagunas de la ley, el CCyC expone a los art. 1y2 cuáles son las fuentes del
Derecho y como se interpreta la ley. Alude al “ordenamiento Jurídico” como un todo, y
permite al juez recurrir a las leyes análogas y a los principios y valores jurídicos, en los que
el juez deberá encontrar una solución al caso concreto.
EFECTO DE LA LEY CON RELACION AL TIEMPO: PLANTEO DEL PROBLEMA.
1. Cuestiones que suscita la sanción de la ley: Las nuevas leyes han de regir las relaciones
jurídicas y situaciones jurídicas que nazcan con posterioridad a su entrada en vigencia. Pero
no es tan claro que pasa con las relaciones y situaciones jurídicas que existen, que están
constituidas y en curso, al tiempo de esa entrada en vigor de la nueva ley. En teoría pueden
darse tres respuestas a este tema:
* La ley nueva no alcanza a las situaciones jurídicas nacidas al amparo de la legislación
anterior
* La ley nueva rige también para esas situaciones jurídicas
* La ley nueva puede regir algunos aspectos de esas situaciones jurídicas; en principio;
aquellos que no hayan sido concluidos definitivamente bajo la legislación sustituida.
Valores que están en juego: En la solución entran dos tipos de valores: Por un lado, la
nueva ley que considera un avance sobre la derogada, sustituida o modificada legislación
anterior. De allí que sea razonable la pretensión de que la nueva ley tenga el ámbito de
vigencia más extendido posible. De otro lado, si las nuevas leyes afectaran siempre a las
relaciones o situaciones jurídicas constituidas, no habría seguridad alguna. Si las leyes
pudieran reglamentar el pasado, pudieran hacer ilícito lo que era licito, o viceversa, prohibir
lo autorizado, etc.; toda relación o situación jurídica estaría permanentemente en cuestión.
La sociedad no sería posible. La primera idea de Derecho moderno sobre el tema, ha sido la
de la irretroactividad de las leyes, expuesta como principio general para regir la material.
Principio de irretroactividad de la ley: Nuestro Código Civil de 1869 sostuvo la
irretroactividad de principio, vinculada con la noción de derechos adquiridos (art3), y
previo excepciones a favor de las leyes interpretativas y de orden público (art 4y5).
Excepciones a la irretroactividad: a la irretroactividad se le impusieron limites por via de al
menos tres excepciones: Las leyes de orden público; Las leyes interpretativas; Las leyes
expresamente retroactivas. El principio de irretroactividad no es más que una regla
hermenéutica (método de interpretación de la ley) dirigida al juez.
Cuando la ley es retroactiva:
a) Las doctrinas de los derechos adquiridos afirman que una ley es retroactiva cuando
afecta los derechos adquiridos al amparo de la anterior legislación; y no lo es cuando solo
se dirige a las meras expectativas o facultades.
b) Doctrina de los hechos cumplidos: no puede existir conflicto de las leyes sucesivas, cada
una debe regir los hechos cumplidos en el momento en el que se encuentran en vigor. El
conflicto podría existir solo cuando un hecho, que se ah cumplido bajo la vigencia de una
ley, tiene efecto que se prolongan en el tiempo y resultan entonces alcanzados por una
nueva ley de manera diversa como lo hacia la que estaba en vigor cuando ese efecto
comenzó a producirse. ¿Cómo se resuelve este conflicto? La regla es que los efectos deben
considerarse comprendidos en el hecho cumplido, y por lo tanto quedan sometidos a la ley
anterior. Pero si se trata de efectos (o consecuencias) que puedan o no existir como
consecuencia del hecho, y que no tienen relación conexa con el hecho, la ley nueva puede
sujetarlos a su norma, sin que por ello pueda sostenerse que haya retroactividad, porque
tales efectos no tienen las características del hecho ya existente. La importancia de esta
tesis radico en la distinción entre los hechos cumplidos y sus consecuencias, así como entre
retroactividad y aplicación inmediata de la ley. Esos conceptos pasarían a constituir el
material sobre el cual elaboraría Paul Roubier su doctrina, que ha influido directamente en
el nuevo art 3 del CC argentino, hoy trasvasado al art 7 del CCyC.
c) Doctrina de Roubier: El art. 3 es fuente del art 7 del CCyC. Determina que en toda
situación jurídica los aspectos dinámicos son los de la creación o constitución y de la
extinción; cuando una ley nueva no puede volver sobre ella. Pero la situación jurídica tiene
también una fase(que va entre la constitución y la extinción) durante la cual ella produce
sus efectos: los efectos posteriores a la entrada en vigor de la nueva ley son regulados por
ella (principio del efecto inmediato de la ley nueva). El principio de aplicación inmediata
tiene una excepción en la doctrina de Roubier: los contratos que tienen duración en el
tiempo quedan sometidos a la ley en vigor al tiempo de su conclusión, como modo de
respetar la voluntad de los contratantes.
d) Síntesis: cuando una ley es retroactiva. Borda, sintetiza los casos en los que, según la
doctrina de este autor, una ley seria retroactiva. La ley seria retroactiva:
* Cuando vuelve sobre la constitución de una relación jurídica; ejemplo sobre la forma del
matrimonio o los modos de adquisición del dominio.
* Cuando vuelve sobre la extinción de una situación jurídica; por ejemplo, si volviese sobre
los divorcios decretados al amparo de una legislación de lo admitía. * Cuando se refiere a
efectos de una situación jurídica consumida al amparo de la anterior ley
* Cuando atribuye efectos que antes no tenían ciertos hechos o actos jurídicos, si esos
efectos se atribuyen por la vinculación del hecho o acto con un periodo anterior de la
vigencia de la ley.
* Cuando se refiere a las condiciones de validez y a efectos que han producido a los
elementos anteriores de una relación o situación jurídica que se encuentre en curso de
constitución o de extinción en el momento de la entrada en vigencia de la ley, siempre que
estos elementos no tengan un valor jurídico propio.
Fuera de estos casos la ley no tiene efecto retroactivo, y cuando se refiere a las
consecuencias de las situaciones jurídicas en curso, se trata de efectos inmediatos o
aplicación inmediata de la nueva ley.
LA CUESTION EN EL CODIGO CIVIL Y COMERCIAL: EL ART. 7 DEL CCyC:
dispone: “eficacia temporal. A partir de la entrada en vigencia, las leyes se aplican a las
consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. Las leyes no tienen efecto
retroactivos, sean o no de orden público, excepto disposición en contrario. La retroactividad
establecida por la ley no puede afectar derechos amparados por garantías constitucionales.
Las nuevas leyes supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con
excepción de las normas más favorables al consumidor en las relaciones e consumo”. Se
advierte que es la reproducción del art. 3 del viejo código introducido en su momento por la
ley 17.711.
ENUMERACION DE LAS REGLAS QUE CONTIENE EL ART. 7: cinco reglas que son:
* Aplicación o efecto inmediato de las nuevas leyes a las situaciones y relaciones jurídicas
en curso;
* Principio de irretroactividad salvo disposición legal en contrario
* Limites de la retroactividad dado por los derechos amparados por la Constitución
* Subsistencia de las leyes supletorias vigentes al tiempo de la conclusión de los contratos
* Con excepción de las normas más favorables al consumidor en las relaciones de
consumo.
a) Concepto de situación y relación jurídica: Dice Borda que relación jurídica es aquella
que se establece entre dos o más personas, con un carácter peculiar y particular. Las más
frecuentes son así que nacen de la voluntad de las partes como los contratos, de los hechos
ilícitos; en ambos casos nacen obligaciones a cargo del o los deudores. Estas relaciones se
extinguen con el ejercicio de los derechos o cumplimiento de las obligaciones que emanan
de ellas. La situación jurídica es permanente; los poderes que de ella derivan son
susceptibles de ser ejercidos indefinidamente, sin que por ellos desaparezca la situación o
poder; está organizada por la ley, de modo igual para todos. Ejemplos son los derechos
reales (el dominio, la hipoteca, el usufructo) y las situaciones jurídico-familiares. De todos
modos el art. 7y los trata como sinónimos.
b) El efecto inmediato: Siguiendo las enseñanzas de Roubier, adopta de manera expresa la
regla del efecto inmediato de la nueva ley, la que se aplicara a las consecuencias de las
situaciones y relaciones jurídicas existentes en el tiempo de entrada en vigor del nuevo
texto legal.
c) Situaciones jurídicas ya constituidas o ya extinguidas: Se rige por la ley bajo la cual se
constituyeron o extinguieron; de otro modo habría retroactividad.
d) Situaciones jurídicas en curso de constitución: Algunas situaciones jurídicas tienen un
inter constitutivo. Si durante ese proceso de constitución se modifica la ley, la nueva
normativa es aplicable a ese proceso de constitución.
e) Excepciones: La noción del efecto inmediato tiene dos excepciones de distinto sentido.
Por un lado, la ley nueva puede tener efecto retroactivo, si ella misma lo establece. Por otro
lado, puede darse un fenómeno de supervivencia de la ley antigua cuando la ley nueva
contiene disposiciones supletorias, que no se aplican a los contratos en curso de ejecución,
a no ser que se trate de normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo
(art 7).
Los juicios en trámite: Una cuestión muy compleja y que divide a la doctrina es que la ley
se aplica a un caso judicial que comenzó bajo la vigencia de una ley que sustituye a la
anterior. Autores, afirman que las nuevas leyes de fondo se aplican a los procesos judiciales
en trámite. Así, todos los juicios de divorcios bajo la vigencia del Código viejo, fundados
en alguna causal (adulterio, injurias), deberían ser resueltos conforme al nuevo código que
suprime todas las consideraciones de la culpa. Nosotros hemos cuestionado esto por una
serie de razones:
* Las relaciones jurídicas procesales se constituye con la demanda y contestación. De modo
que cambiar el derecho aplicable a esa relación jurídica importaría tanto como volver sobre
su constitución, lo que incluso violentaría el criterio inspirador del art. 7
* La aplicación del derecho “nuevo” no es el mero ejercicio del principio iura curia novit;
este principio opera cuando las partes han conocido y podido invocar al derecho y no lo han
hecho. Pero aquí se trata de un derecho que las partes no conocieron ni pudieron conocer
porque no existía cuando se trabo la litis (enfrentamiento, disputa, discusión)
* Las partes han invocado, alegado, y probado sobre hechos y derechos; yd e acuerdo a ello
han pedido cierto efecto (se condene a pagar, se declare prescripto, se ordene a restituir una
cosa). La sentencia no puede pronunciarse sino sobre esa petición, pues de otro modo se
afectaría el principio de congruencia que integra la garantía de defensa en juicio según la
jurisprudencia de la misma CSN;
* Con mayor razón si la reforma legislativa entra a regir estando pendiente un recurso de
apelación contra la sentencia de primera instancia. ¿Acaso el tribunal superior podría dictar
sentencia con una ley distinta a la que tuvo en cuenta el juzgado de primera instancia?
* Excepcionalmente podría sostener la aplicación de la ley cuando la sentencia a dictarse no
sea declarativa de derecho sino consecutiva. En tal caso parece que el derecho debería
consolidarse, constituirse conforme al derecho vigente a la fecha de sentencia final.
Irretroactividad: El segundo principio establecido por el art.7 es el de la irretroactividad de
la ley. En el derecho vigente la ley será retroactiva cuando pretende a la constitución o
extinción de una situación jurídica constituida o extinguida bajo el amparo de la ley
anterior; o a efecto de una situación jurídica que se han producido también bajo la vigencia
de la ley sustituida. De todos modos en la práctica no es sencillo distingui netre el efecto
inmediato y la retroactividad. Límite de la retroactividad legal: La ley puede ser retroactiva
en tanto no afecte derechos amparados por garantías constitucionales. Algunos autores han
expresado que al establecer el límite “derechos amparados por garantías constitucionales”,
se vuelve a la noción de derechos adquiridos, pues ambos conceptos serian equivalentes. Se
les ha respondido que no es así; la Constitución protege los derechos sin calificaciones de
adquiridos o en expectativas, sino tomándolos en su esencia. La corte ha declarado
constitucionales las leyes de emergencia de locaciones, que prorrogan sus plazos o
congelan sus alquileres, pues consideró que no había afectación del derecho en su esencia,
aunque sin duda había un derecho adquirido. Y seguramente declararía inconstitucional una
ley que conculcase el derecho de adquirir la propiedad aun cuando esta fuera una mera
expectativa.
Subsistencia de la ley antigua: El art. 7 autoriza la subsistencia de la ley antigua en tanto las
nuevas leyes supletorias no se aplican a los contratos en curso de ejecución, por lo que
estos se siguen rigiendo por la ley antigua. Normalmente se entendió que de esta manera se
respetaba la voluntad de las partes expresadas en el contrato.
Excepción: las reglas más favorables al consumidor. La doctrina había puesto en tela de
juicio la subsistencia de la ley derogada particularmente cuando las nuevas leyes se dirigen
a la protección de las partes más débiles del contrato, o se refieren a los contratos tipo o de
adhesión; en tales casos, ellas deben ser de aplicación inmediata a los contratos en curso de
ejecución. Esta idea es la que recoge el nuevo art.7 en el último párrafo al disponer la
aplicación inmediata de la nueva ley a las relaciones de consumo cuando ellas son más
favorables al consumidor.
Entrada en vigencia de las leyes: Art. 5 CCyC: Las leyes rigen después del octavo día de su
publicación oficial o desde el día que ellas determinen. (En el código anterior, art. 2)