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EL CANTAR DE AGAPITO ROBLEZ

El capítulo comienza con Agapito Robles que después de largas jornadas de un portentoso viaje, a lo lejos divisa un pueblo salpicado en
la falda de un cerro morado, llamado Pumacucho. Se podía apreciar un sol resplandeciente en la plaza; allí se encontraban hombres y
mujeres que discutían, y nadie parecía notar su atavió; mientras caminaba se encontró con un acontecimiento peculiar; había un hombre
arrodillado que llevaba en su espalda una cruz de madera adornada con corazones de hojalata; el hombre parecía representar la pasión,
aunque nadie en la plaza pronunciaba palabra alguna; ya se acercaba la luna y nadie parecía tener reacción alguna, de la nada apareció
un llamero y pregunto si ese era un famoso Ángel ; pero la plaza siguió en aparente silencio, Agapito solo sonrió con la prudencia de los
perseguidos; al no conseguir respuesta ,siguió con su camino al igual que Agapito, que se alejó hacia unas parpadeantes luces. Donde
pudo sentir un asombroso olor de unos sabrosos chicharrones; donde se compró dos soles, regresando a la plaza encontró una
muchedumbre, pero una muchedumbre de animales: pájaros, felinos, culebras, peces, tortugas, cangrejos, bestias conocidas y
desconocidas estaban en las laderas; diviso un charco donde sacio su sed, sin asombro comprobó que era una puna. En ese instante
escucho una voz; era una joven que lucía una pollera cortada en tela de arco iris; al frente de ella se encontraban dos muchacho Kurivilca,
el pobre, que lucha con Rumicachi, el rico. En las tres veces que ellos dos se enfrentaron por el amor de la joven, tres veces Kurivilca
gano, pero esta vez Rumicachi lo desafía a construir un palacio en un día. La muchacha resplandeciente confirmo el duelo. Chillando,
piafando, himplando, rugiendo, silbando, zureando los animales edificaron un muro de dos leguas de largo, cimiento de un palacio cuyo
techo lastimaría la luna. A los pumas les tocó levantar el muro oeste. Agapito Robles hubiera querido conversar con los felinos de su
cuadrilla pero el gran puma que dirigía los trabajos no toleró ninguna pausa hasta que concluyeron la tapia. Ahora lo único que faltaba
para el palacio era el techo; que era muy alto para las hormigas y muy bajo para los águilas; entonces ahí Agapito se despertó, estaba en
el mismo lugar abandonado de la noche anterior, de ahí vio un gentío que rodeaba a un indio como todos; cobrizo, pómulos salientes,
ojos rasgados y cabello lacio; en ahí por la esquina entro un criollo con modos de propietario pregunto si era el famoso primo de San
Pedro; entonces un gordo de aire fastidiado replico que solo era un simple cholo de su pueblo, que hasta la semana pasada era carpintero;
entonces una mujer de polleras negras protesto con rabia que San Pedro también era un carpintero y se llama Cecilio Encarnación;
algunos comenzaron a replicar y basilar; y preguntaron si antes era igual a ellos ahora porque es diferente; él dice que camino a Huánuco
se cayó en el rio Huallaga, la corriente lo arrastro y se estaba ahogando cuando lo alzaron de los trinches y lo sacaron del agua, lo
levantaron y se despertó entre los santos del Paraíso .Dios Padre celebraba misa. Cuando acabó, Dios se volvió. Cecilio encegueció. Pero
oía. Dios dijo: Este es Cecilio Encarnación, Primo de Jesucristo y mi sobrino bien amado. Delante de los Arcángeles lo nombró Serafín de
Primera clase, Fiador del Mundo, Salvador de los indios. En la tierra los indios padecen y necesitan alivio y es mi voluntad nombrarlo
Ángel para redimirlos. Serafín Cecilio: desciende a Pumacucho y predica que el tiempo de la salvación de los indios ha llegado. Pero aun
todos en Pumacucho dudaban; y se alejó aquel panzón rezagando, las más ancianas persistían en sus plegarias y mascullaban
Padrenuestros con los ojos cerrados, creyendo que Cecilio era un ángel mensajero; entonces con cólera Cecilio advirtió: ¡Infame
Pumacucho: Yo, Cecilio Encamación, Ángel de Primera Clase, por la voluntad de mi tío el Altísimo, los conjuro a la obediencia y les doy
plazo para que arrepintiéndose de sus crímenes me reverencien y me obedezcan! Aquí ayunaré hasta que los justos comprendan y luego
el rayo de mi cólera fulminará a los incrédulos y a los malvados. ¡Porque yo traigo la Justicia y la Libertad! luego se arrodillo con los
brazos abiertos y comenzó con su ayuno y no pronuncio palabra alguna y allí se quedó a pesar del clima .Al quinto día una mujer se le
acerco y lo abrigo. Al decimoquinto día estallo la más pavorosa tormenta en Pumachuco, lo único que se encontraba a salvo era la Iglesia
ya que lo protegía el rostro del Ángel, ahí fue cuando el pueblo se postro ante él y le rogaron que les perdonaran su blasfemia. Así ocurrió
que el decimoquinto día de su blasfemia el pueblo de Pumachuco comprendió que los implacables brazos del Ángel se abrían sobre su
sacrilegio, los réprobos se incriminaban y la mayoría de mujeres lo alababan; pero aun había hombres incrédulos que apedrearon la
alcaldía para que terminaran esta barbarie. Las autoridades confundidas debatían sobre una resolución, antes que amaneciera un rayo
incendio el forraje de la casa del alcalde publicano, donde rápidamente se postro a los pies del Ángel. La gente le hizo un altar donde
había un único sillón forrado en terciopelo que existía en Pumachuco, de ahí el Ángel señalo el altar, en el Altar el Ángel laqueaba con
su mirada preciosa. Entonces, por primera vez, el Ángel miro a Agapito Robles. El Arcángel Cecilio predicaba la verdad en quechua, lo
cual alteraba su condición angelical ya que era el sonido de la lengua de los opresores, solo los justos, es decir los que comerciaban en
la lengua del Arcángel Cecilio, conocerían si advenimiento, Cecilio era ángel únicamente visible para los abusados. Al anochecer, el
Obispo de Jerusalén cerraba las puertas del templo y solo vírgenes acompañaban su vigía. Él fue quien modifico a las autoridades y
Agapito Robles no terminaba de maravillarse con el espectáculo de aguaceros, el albañil Palacios fue nombrado Gran Arquitecto, él
tendría que construir un templo que tendría una lengua de ancho y alto , pero tenía dudas si cabrían todos los hambrientos allí, y así fue
donde el Arcángel decidió adelantar la construcción y a todos los blasfemos e incrédulos que le reclamaban recibirían un castigo, la gente
se alzaba contra la orden y el Obispo de Jerusalén tembloroso le transmitió la insolencia, entonces el Arcángel sin alterase dijo en español
que ya estaba cansado de predicar a incrédulos y que si no quieren escucharle se iría y que cuando vuele al cielo en la tarde comenzara
un nuevo diluvio. La noticia dio escalofríos a las multitudes, así que abandonando sus sembríos o esquilas, varios acudían a rendirle
pleitesía, pronto la minúscula de Pumachuco amenazó ser tan populosa como Huánuco, ya no era fácil contemplar al Arcángel. El Obispo
de Jerusalén, el Obispo de Huancayo, el Obispo de Madrid y el Obispo de Pekín, suplicaron en vano que se les diera tiempo para convencer
a los herejes. Pero ya no había marcha atrás iba a llover a las doce. Cinco pueblo arrodillados clamaron hasta las doce porque a las doce
en punto una lluvia verde luego amarilla luego roja y después negra que rajo los techos y la mitad de los árboles que gemía en tinieblas
así descendió del altar, salió de la iglesia y sin atender los sollozos comenzó el acenso del monte de Pumachuco, el obispo aterrado
anunciaba que le Ángel volaría a informar a Dios. El único Arcángel indio les dio la mano para que lo siguieran pero la multitud lo
desobedeció. Dos veces abrió los brazos, dos veces la multitud gimió, dos veces los dejo caer. El Obispo de Jerusalén y el Obispo de Pekín
se pusieron de rodillas y rogaron que no vuele y los abandone. Él ya estaba extendiendo sus alas cuando el Obispo de Paris lo detuvo el
grito de los niños, el Ángel se apaciguo; y les hizo hacer prometer que se quedaría si hacían cumplir todas las ordenes que Dios le
comunicaba; el gentío respondió en un rugido de aprobación. Hombres, mujeres y niños bailaban enajenados. Antes que oscureciera, el
sacristán de Llacón consagrado Obispo de Nueva York, escogió las seis vírgenes que acompañarían esa noche al Ángel. Tres días las
conservó. El primero de enero, tres mil hombres comenzaron a cavar los cimientos del Templo de la Abundancia. Cuando lo acabaran,
concluiría también, proclamó el recién consagrado Obispo de Berlín, la época de las tinieblas. El Arcángel dirigiría la Cruzada contra los
blancos. Mientras ocurría esto en Pumachuco, el Obispo de Huánuco emitió un panfleto contra el fiador del mundo, en ahí manifestaba
que en la jurisdicción de Pumacucho, en nuestra diócesis de Huánuco, un indígena llamado Cecilio Encarnación propaga la herejía de que
es un ángel enviado por el Altísimo para salvar de sus sufrimientos a la raza de los indígenas, también que se ha instalado una capilla
valido de satánicas astucias, se hace adorar como santo, además es tan osado al destruir las sagradas imágenes de los santo de la Iglesia
Católica. Incluso proclama la guerra santa contra la raza blanca, y quiere cambiar el idioma oficial de la República del Perú., el panfleto
termina con la Santa Religión Católica es la religión del Estado y tolerando la existencia de esta infame comedia las autoridades políticas
del departamento de Huánuco se hacen responsables de negligencia ante el Estado y de impiedad culpable a los ojos de nuestra Fe. En
este panfleto el Obispo de Huánuco acusa de herejía a Cecilio Encarnación y a todo Pumachuco. Entre tanto este panfleto llego hasta
Pumachuco, donde el Arcángel Cecilio se enteró la insolente excomunión de un obispo al que había destituido, su cólera ni se hizo esperar,
al terminar de leer, llamo al pueblo y exclamo: hoy lloverá agua, mañana lloverá sangre y después fuego y yo volaré ¡Maldita sea la
ciudad de Huánuco! ¡Malditos los que transporten o vendan alimentos a la ciudad que desacata mi voluntad, que es la voluntad de Dios,
de salvar a todos los indios del Perú! , pero la gente sabía bien que el Arcángel no volaría cuando estaban en víspera de la guerra que

FIORELLA PATRICIA CHAPARRO COX 5to A secundaria


acababa de declarar. La hora del gran combate ya se acercaba, ellos ya convocaban a pueblo, autoridades, también a Agapito Robles y
sentenciaron el bloqueo absoluto de la impía Huánuco. Después de ello se enteró el alcalde de Huánuco que al ver esta obstinación y
rebeldía, usando precauciones pretendía entrar en Pumachuco con la luz y así siguieron todo el camino hasta Pumachuco, donde analizo
el terreno y armo una estrategia, al llegar vieron a fieles arrodillados, el capitán Salazar despejo sus tropas , donde bloquearon las
salidas. Con la mitad de sus hombres se dirigieron a la plaza donde un hombre donde le dijo que sabría que ellos vendrían ya que el
Arcángel les había dicho la profecía, pero el capitán incrédulo reviso Pumachuco, su patrulla informo que el anda del Ángel se dirigía a
Llacón, al llegar iniciaron la búsqueda, pero no encontraban al Ángel , sudando y esforzándose pero nada, hasta que uno de sus guardias
dijo: Es Ángel , voló , los guardias se persignaron, en la plaza todos los soldados repetían Es Ángel , hasta que escucho un cric-crac y
sudando el capitán abrió la puerta, y sobre la paja el Arcángel dormía. Lo despertó y lo condujo a la plaza a puntapiés, algunos
comerciantes lo recibieron a vivas, los obispos habían huido y los fieles miraban al Ángel, el capitán mofándose dijo: Si eres Ángel hazme
volar y se subió a su espalda, pero Cecilio solo miraba el cielo azul; el capitán ordeno desnudarlo, el sol brillo sobre su carne de cobre,
las mujeres siguieron con sus rezos. El suboficial jalo una soga que le pusieron en el cuello al Arcángel. Agapito Robles lo miro con
impotente ternura, sus ojos se encontraron y el Ángel le dijo: ¡Solo por la fuerza, Agapito! El personero de Yanacocha se enfrió, nunca
antes había hablado con el Ángel, como sabia su nombre, se le cristalizaron los ojos y a través de la lagrimas miro al Serafín que se
alejaba doblado bajo el peso del capitán, después supo que el comandante de armas de Huánuco ordeno ejecutar al Ángel. Amontonados
en camiones, rumbo al exilio de los cuarteles, todos se voltearon para despedirse de Huanuco.Solo la cabeza rapada del primer y último
Serafín de los quechuas no volvió.

FIORELLA PATRICIA CHAPARRO COX 5to A secundaria

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