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Taller de Análisis de la Imagen - Profesorado en Lengua y Literatura - 1er cuatrimestre 2017

Ram, Gabriela
Pomarico, Carla

EL PRESENTE ESTÁ ENCANTADOR, de Diego Bianchi.


Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

Trabajo Práctico Nº 1: Análisis de una exposición


(en grupos de 2 o 3)

1- En función del espacio donde se realiza la muestra o instalación, la ubicación


de las obras o elementos en ese espacio y la información paratextual (folletos,
cartelería, etc.), ¿a qué público se dirige?, ¿qué objetivos consideran que
pretendieron alcanzar curadores y artistas?

En primera instancia, al intentar responder la pregunta acerca del espacio donde la


instalación se exhibe, consideramos importante tener en cuenta nuestra subjetividad en
cuanto a lo que un Museo representa; o más precisamente a que tipo de público interpela
e invita a visitarlo. En Buenos Aires, las visitas a los museos de arte, como espacios
donde el arte “se encuentra”, son mayoritariamente realizadas por un público que tiene
alguna relación directa con el arte: estudiantes de todos los niveles y turistas. La gratuidad
del acceso a los museos estatales no pareciera ser un motivo de popularización y mucho
menos de masificación, en cuanto al público concurrente. El caso del MAMBA no es la
excepción. En cuanto al Museo como lugar de emplazamiento de la instalación de
Bianchi, entendemos se apela al público anteriormente mencionado. Es interesante tener
en cuenta que es un espacio de legitimación y reconocimiento para los artistas en nuestro
país, y también de referencia en el mundo. Retomando el tema del público, hay una
particular característica en El presente está encantador, que posibilita un espectro mayor
entre los visitantes habituales o característicos del MAMBA. La instalación propone un
recorrido por lo que podríamos denominar el “detrás de escena” de una sala de museo, un
fuera de campo en términos de Aumont, que pasó del imaginario del público a la
observación y experimentación real. El largo pasillo, intervenido por obras, que
desembocará en una sala con las obras de diversos autores que componen la instalación,
es el resto o backstage de una muestra de Picasso que hubo anteriormente en el museo.
Antes de ingresar, una mujer de seguridad invita al público a leer una serie de
indicaciones y contraindicaciones para el ingreso. Las mismas tienen que ver con una
especie de advertencia sobre lo que adentro encontraremos y las aptitudes físicas

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necesarias para ingresar. Es necesario poder pasar por espacios pequeños, subir y bajar
escaleras y algún que otro obstáculo, poder soportar sonidos fuertes, espacios de
oscuridad o de mucha luz e intermitencia de la misma. Entendemos que estas
advertencias operan como tentación y despiertan la intriga de algún visitante del museo
que no se dirigió hacia allí para ver la obra de Bianchi sino los clásicos de muestra
permanente. Es también atractivo para realizar con niños, aunque puede generar
momentos de susto. Incluso, el museo cuenta con una actividad taller, que propone un
recorrido interactivo con las obras y de producción de obra individual y colectiva de los
asistentes. El mismo cuenta con una modalidad para familias y otra para adultos.
Debido a que la instalación consiste en el reagrupamiento e intervención de Diego Bianchi
sobre las obras de diversos artistas que en el pasado expusieron en el MAMBA,
podríamos suponer que los conocedores de aquellos artistas de renombre, acudan para
ver en particular esas obras y no la instalación de Bianchi en sí misma. En este caso se
trataría de un público especializado probablemente.

Por lo que pudimos observar (y prejuzgar) sentadas en el banco frente a la entrada al


pasillo (submundo) de esta exposición, la misma es frecuentada por un público que tiene
estrecha relación con el arte audiovisual contemporáneo. Teniendo en cuenta la
trayectoria del autor y su recorrido, es uno de los públicos más esperables. Al igual que
una gran cantidad de turistas que recorrían el museo en su paseo por San Telmo.
Tanto en el texto de curaduría, la cual fue realizada por Javier Villa, y las citas de Bianchi
que se encuentran en la página del museo (replicadas también por críticos de arte en
medios como La Nación y Página 12), hay una intención de unir el presente con el
pasado. El curador habla de un presente (la instalación) que se devora al pasado (las
obras de los diversos artistas que la integran). También de un pasado que nunca deja de
perseguir al presente como un karma. Es la primera vez en la que Diego Bianchi trabaja
en este museo y con obras de otros. Lo que no es novedad, sino marca de su obra, es la
de responder al contexto (espacio) nutriéndose de él e interviniéndolo. Dice el autor: “En
cada proyecto que se inicia intento escarbar las particularidades del lugar donde voy a
exhibir mi trabajo, como una ocasión para poner en juego mi sensibilidad, mis afinidades
formales y practicar el arte con algún factor externo, desconocido e intrigante. Me interesa
la duración de las cosas en el mundo, el cuidado de los objetos y lo que se decide
preservar de lo existente. Lo vivo como un deseo de desacelerar el tiempo, de ralentarlo”.
Hay un objetivo de fusión, de reutilización como método e introducción del artista en el

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circuito del arte moderno oficial y de referencia, como lo es el MAMBA.


En cuanto a la folletería, el día en el que asistimos, no contaban con stock. Tan solo una
hoja en blanco y negro que referencia las obras que adentro de la instalación veríamos.

2- Descripción de los signos que se repiten o construyen sistema en la obra,


tanto a nivel de la forma (materia, color, textura, técnica, encuadre, etc.) como del
contenido (personajes, objetos, relatos, etc.). ¿Qué nos dice esa reiteración u
organización sobre la obra?

En cuanto a los signos específicos, encontramos abundancia de: maniquíes humanos y


fragmentos de maniquíes intervenidos, espejos, cabezas de muñecos, cables y objetos
característicos de una obra en construcción (guantes, cascos, prendas de trabajo, caños,
ladrillos, etc.). En cuanto a la forma, los signos no específicos, prevalecen los colores
fríos, la iluminación de colores fríos e intermitente, los materiales plásticos, metálicos y
vinílicos. Hay una fuerte saturación lumínica (no tanto en el pasillo de recorrido, sino en la
sala donde convergen las obras), envuelta por sonidos sumamente estridentes durante
todo el recorrido.
En principio la obra dice mucho sobre el recorrido que Diego Bianchi viene realizando
como artista y su marca de estilo. Él trabaja habitualmente con la reagrupación e
intervención de lo urbano y los objetos de consumo que pasan desapercibidos en lo
cotidiano, volviéndolos obra. Trabaja con lo descartable y la reelaboración de lo
deshecho. Como así también, no solo integrando la obra con el espacio, sino más
puntualmente haciendo “nacer” a la obra del mismísimo espacio que la emplaza.

3- ¿Cómo es el universo representado en la obra? ¿De qué nos habla? ¿Cómo


nos interpela como espectadores?

El universo representado nos remite, en una primera instancia, al caos. Un espejo de la


sociedad en la que estamos inmersos, la cultura del consumo que nos apabulla, las
masas dependientes de la imagen exterior que impone el mercado masivo en el abasto
del neoliberalismo. El plástico, las abundantes estridencias -que dejan percibir algunos
sonidos reconocibles entre tantos ruidos- y las sobrecargas lumínicas e intermitentes -
creando un efecto estilo película de terror para quienes contemplan la exposición-,

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saturan el gélido paisaje contemplado durante todo nuestro recorrido y logran que nos
encontremos a nosotros mismos dentro de la obra como un segmento irremediablemente
perteneciente (quizás) a ese montón de seres del mundo, el cual a simple vista nos
resulta confuso, desordenado, absurdo. A modo de metamensaje, somos parte de eso
que vemos, eso que nos sorprende e incluso hasta horroriza.
El artista arma su composición utilizando obras de exposiciones anteriores y elementos
que tranquilamente podríamos encontrar en la basura; muestra así, cómo lo “descartable”
se transforma en vigente y viceversa. Paradoja. Bianchi nos interpela mostrando cómo
todo aquel material de desechos -producto de la infamia del sistema- dispuesto de esta
forma tan singular en el espacio, se configura en una intervención que envía un mensaje
contundente y claro: Arte en nuestra cultura de lo descartable, Arte en el caos del que
somos parte.

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