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El fiscal Anticorrupción investiga un 'pelotazo' urbanístico de Sanz

Determinará si hubo delito en la recalificación de Barajas, que permitirá al presidente del Real
Madrid ganar 2.000 millones

EDUARDO INDA
MADRID.- La Fiscalía Anticorrupción investiga desde hace dos semanas la recalificación urbanística
lograda por Lorenzo Sanz y sus socios seis días después de comprar un terreno en el distrito de
Barajas. El pelotazo fue de los que hacen época: 2.000 millones.
La Fiscalía Especial para la Represión de los Delitos Relacionados con la Corrupción -nombre exacto
de la institución- debe dilucidar ahora si se cometió algún tipo de delito en esta modificación
urbanística.
Tal y como publicó EL MUNDO el pasado 14 de diciembre, el Ayuntamiento de Madrid recalificó la
parcela de 50.000 metros cuadrados de la calle de La Rioja en tiempo récord: seis días después de
que el presidente del Real Madrid la adquiriese.
El retoque urbanístico permitió al grupo liderado por Lorenzo Sanz construir 390 viviendas donde
hasta entonces sólo se podían ejecutar instalaciones deportivas. De hecho, la finca albergó durante
años la piscina en la que se bañaron varias generaciones de madrileños: la Mar Menor.
La operación se consumó el 29 de marzo de 1995, dos meses menos un día antes de las elecciones
municipales.
El terreno, por el que el grupo de Sanz pagó 1.425 millones, se revalorizó en más de 2.000 millones
por obra y gracia del tiralíneas municipal. Y todo ello en 144 horas. Su precio de mercado ronda
actualmente los 4.000 millones, según varios expertos.
El concejal José Ignacio Echeverría -ahora primer teniente de alcalde- y su colaborador Pedro
Areitio, autorizaron la recalificación el mismo día en que se aprobaba el nuevo Plan General de
Urbanismo de Madrid.
Apenas 24 horas después, el 30 de marzo de 1995, este Plan salió a información pública. Hasta
entonces el destino que iba a tener el solar de cinco hectáreas era restringido. Sólo tenían acceso a
esa información los miembros del departamento que elaboró la ley de leyes urbanística y algunos
concejales.
Nadie más podía saber el futuro de una u otra parcela en la ciudad so pena de disponer de
información privilegiada.
O, lo que es lo mismo, la Casa de la Villa se comprometió a la recalificación de Sanz Mancebo un
día antes de que el común de los madrileños -entre ellos, el anterior propietario- supiera qué iba a
pasar con el terreno.
El jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, ordenó la apertura de diligencias de
investigación días después de conocer la operación desvelada por EL MUNDO.
Jiménez Villarejo tomó la decisión después del paréntesis navideño. Acto seguido, los expertos de
la Fiscalía Anticorrupción se pusieron manos a la obra.
Los inspectores de la Agencia Tributaria adscritos a la Fiscalía están realizando estos días las
primeras pesquisas para aclarar esta curiosa operación.
El objetivo último es determinar si se ha producido alguna conducta delictiva: tráfico de
influencias, información privilegiada, prevaricación y/o cohecho.
También se va a escudriñar, como es obvio, desde el punto de vista fiscal.
La apertura de diligencias de investigación no presupone nada: es un acto preliminar. Se pone en
marcha siempre que el ministerio público atisba indicios de delito.
La historia de la venta del terreno es, según su anterior propietario, la historia de «una estafa». El
antiguo dueño del terreno, Luis Moral Peña, traspasó el solar «harto» de que el Ayuntamiento de
Madrid diera la callada por respuesta a su solicitud de recalificación.
«Cara de tonto»

A Luis Moral Peña, un jubilado burgalés de 76 años, se le quedó «cara de tonto». Fue al enterarse
que seis días después de la transacción, la Casa de la Villa daba el significado plácet al cambio
urbanístico que él solicitaba desde 1993 por conducto oficial.
Luis Moral Peña pasó de la estupefacción a la ira cuando a finales de mayo de 1995 recibió una
carta en su casa en la que le denegaban su petición para recalificar la finca. La misiva, pues,
apareció en su buzón casi dos meses después de que el Ayuntamiento hubiera otorgado el cambio
al presidente del Real Madrid.
Lorenzo Sanz gestó la operación a través de dos de sus hombres de confianza: su administrador,
Pascual Gómez Ortega, e Ignacio Silva, que meses más tarde ocuparía la Vicepresidencia del Real
Madrid. Inscribieron la finca a nombre de la compañía Tolop. Fueron meros intermediarios de los
intereses del presidente madridista.
Al saltar el escándalo en diciembre, Sanz negó su participación. Al menos, en la génesis de la
polémica compraventa. Manifestó que él tomó una participación meses después de que se diera el
plácet a la recalificación. «En 1997», para más señas.
Los engaños del interesado
Mintió: la sociedad con la que ejecuta todos los pelotazos urbanísticos, Nuada, estaba en el pastel
desde el principio a través de la instrumental Galiterra.
El dirigente deportivo aterrizó en Galiterra 21 jornadas antes de que se firmase la escritura de
compraventa de la finca y 27 antes de que la recalificación obtuviera carta de naturaleza.
Galiterra era y es la administradora de Tolop. El control de la finca ha ido pasando de mano en
mano por el entorno de Sanz. Ultimamente lo ostentan otras cuatro empresas ligadas a él o a sus
socios: Nuada, Unarba, Barada e Inmesa.
La Fiscalía con sede en Recoletos pisa ahora los talones a otro presidente de club de fútbol: tras
Gil, le toca el turno a Sanz. Más de uno se acordará del célebre refrán de las barbas del vecino.
El pelotazo está ya judicializado en su vertiente administrativa. Sanz también tendrá que rendir
cuentas al Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM).
La sala de lo contencioso del TSJM admitió a trámite hace dos meses el recurso presentado por
tres vecinos de la Alameda de Osuna, que corren el riesgo de tener una mole de seis plantas a 10
metros de sus chalés.
Los vecinos apuntan que la recalificación refrendada por Echeverría es ilegal «y provoca gravísimos
desequilibrios urbanísticos y medioambientales».

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