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Competencias a desarrollar
• Analiza fundamentos y factores del desarrollo físico, cognitivo y psicológico del
ser humano, desde las perspectivas teóricas a fin de identificar causas y conse-
cuencias de psicopatologías relacionadas con retrasos en este desarrollo.
• Aplica conocimientos a la práctica de su profesión.
Objetos de aprendizaje
1.1 Aspectos generales de la psicología infantil
Desempeños esperados
Declarativos
Actividades de enseñanza
• Explica cada uno de los aspectos generales de la psicopatología infantil.
• Organiza y dirige un análisis grupal acerca del concepto de psicopatología infantil.
• Lleva a cabo un panel de discusión guiada acerca de la normalidad y la anorma-
lidad en la niñez.
Actividades de aprendizaje
• Escribe una síntesis de las explicaciones del maestro.
• Lleva a cabo una investigación en internet acerca de los primeros teóricos del
psicoanálisis infantil: Anna Freud, Melanie Klein, Bruno Bettelheim, Donald Win-
nicott, Françoise Dolto, Maud Mannoni, para su discusión en clase, y escribe un
reporte con el resultado de su investigación.
La psicopatología evolutiva fue descrita por Stroufe y Rutter (1984) como “el estudio
de los orígenes y el curso de los patrones individuales de desadaptación conductual,
cualquiera que sea el comienzo, las causas o transformaciones de su manifestación
en la conducta, y cualquiera que sea el curso del patrón evolutivo”.
El objeto de la psicopatología evolutiva, por lo tanto, consiste en dilucidar qué procesos del
desarrollo subyacen a todos los ámbitos del funcionamiento y, en particular, cómo se pro-
duce la compleja integración de los sistemas biológicos, psicológicos y sociales de la perso-
na para explicar tanto la conducta adaptada como la desadaptada. La perspectiva orga-
nizacional que subyace a este enfoque es un potente marco para entender las intrincadas
influencias del curso vital, tanto sobre los estados de riesgo y la psicopatología como sobre
el desarrollo normal. Se supone que la vulnerabilidad para los trastornos psicológicos se de-
riva de las cualidades de la organización entre dichos sistemas, y no tanto de componentes
aislados. Teóricamente, las personas bien adaptadas muestran coherencia en la organiza-
ción de estos sistemas, en contraposición con las personas vulnerables, si bien se supone
que no existe un único prototipo de vulnerabilidad, sino varios.
que pueda suscitar entre sus compañeros y los adultos; la competencia manifiesta y la
autoeficacia percibida; la identificación con modelos que desempeñan roles de compe-
tencia, o la planificación y aspiraciones, factores todos ellos de protección pueden estar
presentes tanto en el individuo como en el ambiente externo, y son muy heterogéneos.
La detección de los signos riesgo o alteraciones del desarrollo tiene como finalidad pro-
porcionar al niño una atención terapéutica precoz, realizar una prevención secundaria
de problemas añadidos y mejorar la calidad relacional padres e hijo, entendiendo que
hablar de evaluación psicológica en el marco de la atención temprana significa hablar
de intervención en el momento en que se ponen de manifiesto o se detectan en el niño
los primeros signos de riesgo de sufrir algún tipo de alteración en su desarrollo.
básicamente de la edad del niño, ya que existen conductas sintomáticas a una determi-
nada edad, pero considerados típicos en otra edad (Ledoux, Michel H., 1992).
El nivel de desarrollo cognitivo del niño influye en forma similar en la percepción, inter-
pretación y valoración de sus conductas por parte del adulto. Por ejemplo, la conducta
agresiva en niños de dos años pocas veces es motivo de consulta; los padres los perci-
ben como bruscos, pero sin implicancias de intención de dañar a otros niños. Entonces
es importante distinguir las conductas aisladas que no necesariamente pueden implicar
la existencia de un trastorno psicológico, y para ello es necesario obtener información
respecto a una serie de síntomas que se correlacionan entre sí y verificar cómo varían
con el tiempo en aquellos individuos que presentan el trastorno (Ollendick 1986).
para decidir las cuestiones relativas a lo normal o las perspectivas futuras, y demuestran de
manera satisfactoria las formaciones y soluciones de compromiso que se han logrado en la
personalidad del paciente, pero no incluyen señales de cuáles son las oportunidades que
existen para mantener, mejorar o disminuir su nivel de rendimiento.
Cuando se abordan las cuestiones referidas al desarrollo psicológico, no hay que plantearse
la necesidad de precisar los procesos que hacen a la normalidad, así como aquellos que
determinan o son determinados por la patología. Cabe señalar que la distinción entre lo nor-
mal y lo patológico hace referencia a un problema de tipo ideológico que no tiene solución
científica si se lo plantea correctamente. En los criterios de salud y enfermedad opera un as-
pecto de la ideología, que hay que tratar de evitar, que es la ideología del valor, determinada
por situaciones históricas, socioeconómicas y culturales (Freud, Anna, 1965).
E. Erikson sostiene que son tres los sistemas de variables que dan cuenta del carácter
único, del estilo de vida de la personalidad de cada niño, los cuales son:
1. Las leyes internas del desarrollo, que por ser procesos biológicos tienen la carac-
terística de ser irreversibles y de mantenerse relativamente inmutables y esta-
bles.
2. Las leyes internas del desarrollo, que por ser procesos biológicos tienen la carac-
terística de ser irreversibles y de mantenerse relativamente inmutables y esta-
bles. El recién nacido llega al mundo con un equipo congénito que es la totalidad
de la dotación filogenéticamente preformada y heredada, tanto física como psi-
cológica. Algunos atributos importantes de este equipo comprenden los meca-
nismos liberadores innatos, como también lo que se llama temperamento, índi-
ces de reacción, respuestas a la tensión y otras dotes presentes en el neonato. El
desarrollo biológico tiene la característica de ser pre-funcional, pre-adaptado,
acumulativo, progresivo y autónomo. Los factores que contribuyen a este tipo de
desarrollo son principalmente constitucionales, intrínsecos al sistema de creci-
miento y, en parte circunstanciales, extrínsecos al mismo, es decir, ambientales.
3. Las influencias culturales, que son las que establecen el índice deseable del de-
sarrollo, favoreciendo la realización de ciertos aspectos a expensas de altos, a
través de los modelos de crianza y de la personalidad de sus padres. Sin lugar
a dudas la interacción particular que desarrolla cada núcleo familiar sirve como
constelación del desarrollo individual. Dice Waelder: “la madre, en su calidad de
primer y máximo representante del ambiente, ejerce una influencia selectiva so-
bre la dotación constitucional del niño, estimulando y alentando algunas cosas, y
desalentando otras”. Cabe agregar que esos primeros intercambios entre la ma-
dre y su bebé están influidos por la interacción conyugal, por las exigencias de los
otros hijos, por las relaciones de los hermanos entre sí, y por la relación del padre
con los hijos. Además, si se acepta que es función de la familia, como expresa T.
Lidz, “transmitir a la descendencia los valores prescriptos, proscriptos y permiti-
dos de la sociedad, y de los medios aceptables e inaceptables de lograr metas...”,
se debe advertir que la familia no está sola, y su marco sociocultural le señala
la orientación que deben seguir las distintas generaciones utilizando las pautas
determinadas en los métodos de crianza.
Cuando el niño encuentra una solución eficaz, al enfrentar una situación de vida, se dice
que triunfa, porque se adecua a las exigencias que le plantea el ambiente, al mismo
tiempo que satisface una necesidad de aprobación.
Cuando no encuentra el modo efectivo de afrontarla, se dice que fracasa en ese inten-
to de adecuación, poniendo en peligro la jerarquía de desarrollo psicológico alcanzado,
dado que necesita regresar a otros niveles de desarrollo que ya parecía haber superado.
Ahora bien, la capacidad de hallar adecuación está determinada por la posibilidad de
poner en funcionamiento los mecanismos yoicos que tienden hacia la estabilización de
la conducta. Progresivamente, aprenderá a tolerar la demora en la satisfacción de sus
necesidades, a ser más paciente, menos hostil con aquellos que le imponen como sus
padres, autoridades u otros; enfrentará y tolerará algunas situaciones de ansiedad, tales
como: las separaciones temporales de su madre, el nacimiento de un nuevo hermano, el
ingreso al preescolar, los requisitos que impone la escolaridad, los éxitos y los fracasos;
utilizará la experiencia en situaciones nuevas; desarrollará los distintos recursos de que
se vale el yo, como la comprensión intelectual, el razonamiento lógico, la aceptación de
cambios estructurales del ambiente, el intento de dominar una situación en vez de sen-
tirse avasallado por la misma.
En otros términos, Jean Piaget expresa que el niño realizará “el esfuerzo cognoscitivo para
hallar un equilibrio entre sí mismo y su ambiente, se adaptará activamente dependiendo de
dos procesos bien conocidos en la Psicología Infantil: la asimilación y la acomodación.
En síntesis: en cada momento del desarrollo el niño debe de afrontar y de intentar supe-
rar los problemas fundamentales que se le presentan. La modalidad elegida difiere en
cada uno, y se modifica hacia la complejidad de acuerdo con las adquisiciones realiza-
das, haciéndose cada vez más estable y definida.
Dado que no todos los niños procesan de igual modo los datos que provienen de la ex-
periencia, ni los utilizan en iguales ocasiones, el conjunto de conductas que despliega
frente a sus “problemas” es su modalidad de aprendizaje, su propio ritmo de expresión
de lo adquirido.
Esa modalidad de aprendizaje, que está implicada en todo el proceso de desarrollo psi-
cológico, es posible registrarla, a pesar de sus fluctuaciones, de sus avances y retrocesos,
y de las distintas circunstancias que influyen en cada etapa. Es característica del desa-
rrollo ser un proceso continuo, unitario, que precisa de las antiguas adquisiciones para
llegar a incorporar las más nuevas; por ello, la modalidad propia del niño puede obser-
varse en épocas muy tempranas de la vida.
Los niños inician sus primeros aprendizajes en el seno de una familia, que representa
a una sociedad que establece los modelos a seguir, valorando las conductas que los
mismos establecen y determinando lo deseable a través de los métodos de crianza. Las
necesidades psicológicas más importantes, como las de afecto, las de estímulo y las de
continuidad ininterrumpida, son satisfechas en el marco de la interacción particular de
las personalidades de los padres y bajo la presión de cultura a que pertenecen.
En esas circunstancias, el niño va aprendiendo a ser lo que sus padres desean que sea, al
mismo tiempo que comienza a ser lo que él mismo quiere y tiene posibilidades de llegar
a ser (Dolto, Françoise, 2010).
El rendimiento de los niños no es estable ni continuo, tiende hacia una mayor estabilidad
con aquellos factores estabilizadores de la conducta. El retorno hacia una conducta más
infantil debe ser aceptado como un signo normal del desarrollo psicológico.
5. En las exigencias del superyó, tales como la honestidad, la justicia con respecto
a los demás, etc.
Hasta ahora, en nuestra teoría psicoanalítica, las secuencias del desarrollo se han es-
tablecido solamente en relación con ciertos aspectos particulares circunscriptos de la
personalidad del niño. Con respecto al desarrollo de los impulsos sexuales, por ejemplo,
poseemos la secuencia de las fases libidinales (oral, anal, fálica, período de latencia,
pre-adolescencia, genitalidad adolescente) que, a pesar de su considerable superposi-
ción, corresponden de manera aproximada con edades específicas. En relación con los
impulsos agresivos somos menos precisos y por lo general nos contentamos con corre-
lacionar las expresiones agresivas específicas con las fases específicas de la libido (tales
como morder, escupir y devorar con la fase oral; las torturas sádicas, golpear, patear,
destruir con la fase anal; la conducta arrogante, dominante con la fase fálica; la falta de
consideración, la crueldad mental, las explosiones asociales con la adolescencia, etc.).
Del lado del yo, las conocidas fases y niveles del sentido de la realidad en la cronología
de la actividad defensiva y en el crecimiento del sentido moral, establecen una norma.
Los psicólogos miden y clasifican las funciones intelectuales por medio de escalas de
distribución relacionadas con la edad, en los diferentes test de inteligencia.
No hay duda de que necesitamos para realizar nuestras evaluaciones algo más que estas
escalas seleccionadas del desarrollo que son válidas solamente para aspectos aislados de
la personalidad del niño y no para su totalidad. Lo que buscamos es la interacción bási-
ca entre el ello y el yo y sus distintos niveles de desarrollo, y también las secuencias de las
mismas de acuerdo con la edad, que en importancia, frecuencia y regularidad son compa-
rables con las secuencias de maduración del desarrollo de la libido o el gradual desenvol-
vimiento de las funciones del yo. Naturalmente, estas secuencias de interacción entre los
dos aspectos de la personalidad pueden determinarse si ambos son bien conocidos, como
sucede por ejemplo en relación con las fases de la libido y las expresiones agresivas del ello
y las correspondientes actitudes de relaciones objetales del yo. Así podemos rastrear las
combinaciones que conducen desde la completa dependencia emocional del niño hasta la
comparativa autosuficiencia, madurez sexual y de relaciones objetales del adulto, una línea
graduada de desarrollo que provee la base indispensable para la evaluación de la madurez
o inmadurez emocional, la normalidad o la anormalidad.
Aunque quizá son más difíciles de establecer, existen líneas similares de desarrollo cuya
validez puede demostrarse para casi todos los campos de la personalidad individual.
En cada caso trazan el gradual crecimiento del niño desde las actitudes dependientes,
irracionales, determinadas por el ello y los objetos hacia un mayor control del mundo
interno y del externo por el yo. Estas líneas, a las que contribuyen el desarrollo del ello y
del yo conducen, por ejemplo, desde las experiencias del lactante con la amamantación
y el destete, hasta la actitud racional, antes que emotiva, del adulto hacia la alimenta-
ción; desde el entrenamiento del control esfinteriano impuesto al niño por las presiones
ambientales, hasta el control más o menos integrado y establecido del adulto; desde la
fase en que el niño comparte la posesión de su cuerpo con la madre hasta la exigencia
del adolescente de su independencia y propia determinación en cuanto a la disposición
de su cuerpo; desde el concepto infantil egocentrista del mundo y de los otros seres
humanos hasta el desarrollo de sentimientos de empatía, mutualidad y compañerismo
con los otros niños; desde los primeros juegos de carácter erótico con su propio cuerpo y
con el cuerpo de su madre a través de los objetos de transición (Winnicott, 1953), hasta
los juguetes, los juegos, los hobbies y finalmente hacia el trabajo, etcétera.
Cualquiera que sea el nivel alcanzado por el niño en algunos de estos aspectos, representa
el resultado de la interacción entre el desarrollo de los impulsos y el desarrollo del yo, del
superyó y de sus reacciones frente a las influencias del medio, es decir, entre los procesos
de maduración, adaptación y estructuración. Lejos de constituir abstracciones teóricas, las
líneas del desarrollo en el sentido que aquí se les atribuye, son realidades históricas que en
conjunto proporcionan un cuadro convincente de los logros de un determinado niño o, por
otro lado, de los fracasos en el desarrollo de su personalidad. (Freud, Anna, 1965)
Se han hecho diversos estudios para analizar las relaciones causales que existen entre de-
terminados entornos socio-familiares, estilos de crianza o experiencias tempranas y algunos
trastornos psicológicos; así, abundan en la literatura referencias al papel que juegan expe-
riencias específicas, como son la pérdida de seres queridos o la de privación afectiva duran-
te la infancia, en el origen de estados de depresión, o la crianza en familias desestructura-
das e inconsistentes en la aplicación de normas, en el origen de la personalidad antisocial.
La realidad dice, sin embargo, que esta asociación entre factores ambientales específicos y
trastornos específicos no siempre se cumple ni con la regularidad ni en la dirección espera-
da, puesto que cualquiera de dichos contextos ambientales específicos muchas veces dan
lugar a diferentes manifestaciones disfuncionales, a la vez que, por el contrario, un trastorno
psicológico específico generalmente parece guardar relación funcional con antecedentes
ambientales notablemente diferentes (Mannoni, Maud, 2000).
En definitiva, a estas alturas parece confirmarse que no es posible establecer una rela-
ción consistente entre contextos ambientales específicos y la aparición de determinados
trastornos. Por ello, se ha señalado que para el estudio del papel que juega el contexto
ambiental en la psicopatología es más conveniente diferenciar entre las influencias del
contexto en el origen de los trastornos y sus influencias en el mantenimiento y evolución
de los mismos (Steinberg y Avenevoli, 2000).
Las reacciones psicofisiológicas frente a los estresores pueden venir determinadas ge-
néticamente o bien ser adquiridas por cambios biológicos en períodos tempranos del
desarrollo, durante los cuales es mayor la plasticidad cerebral neuropsicológica, deter-
minando así la predisposición hacia un tipo u otro de psicopatología. Esto explicaría por
qué experiencias traumáticas durante la infancia o en etapas posteriores, o un ambiente
familiar desestructurado, pueden provocar reacciones de ansiedad y depresión en unos
individuos, mientras que experiencias similares producen, en otros, trastornos de con-
Se ha señalado, por ejemplo, de manera más concreta, que los problemas de impulsivi-
dad y los trastornos de conducta son más probables cuando la exposición a estresores
tiene lugar en un período evolutivo en el que el córtex cerebral pre frontal es muy plás-
tico; y que la predisposición a la depresión resulta con mayor probabilidad de la exposi-
ción al estrés mientras el área pre frontal derecha del córtex es especialmente maleable
(Davidson, 1994; Nelson y Bloom, 1997; Schore, 1997). Si esto es así, puede concluirse
que las diferencias básicas en la psicopatología dependen de las regiones o circuitos del
cerebro que resulten más afectados, o bien de predisposiciones genéticas que dan lugar
a respuestas psicobiológicas concretas.
Aun así, cabe la posibilidad de que la influencia del contexto ambiental en la evolución de la
psicopatología sea muy limitada en determinados trastornos infanto-juveniles en los cuales
su base genética o biológica es más determinante, como son el autismo, el trastorno por dé-
ficit de atención e hiperactividad, la esquizofrenia o el síndrome de La Tourette, entre otros.
Sin embargo para que el psicodiagnóstico sea considerado estudio científico necesita de
la solidez de una teoría y un método de análisis. Son varias las teorías con las que se ha
interpretado este concepto y son: la teoría psicoanalítica, el modelo de rasgos, el modelo
médico y el modelo conductual con sus respectivas derivaciones.
El estudio científico del funcionamiento biopsicosocial engloba los tres tipos clásicos de
variables que permiten el estudio de la personalidad humana:
Actividad de evaluación
Elabora una síntesis sobre las explicaciones del maestro e investiga acerca de los pos-
tulados de los primeros teóricos del psicoanálisis infantil: Anna Freud, Melanie Klein,
Bruno Bettelheim, Donald Winnicott, Françoise Dolto, y Maud Mannoni y del artículo
“Los negros efectos del DMS-I V”, elabora un ensayo.
Criterios
Indicadores Excelente Bueno Suficiente Insuficiente
10 9-8 7 6
El trabajo es pre- El trabajo es El trabajo es pre- El trabajo es pre-
sentado de manera presentado de sentado de mane- sentado de manera
ordenada, coherente manera ordenada, ra no ordenada, desordenada e inco-
y sigue los criterios coherente y sigue incoherente y no herente, no sigue los
de formato y estilo. los criterios de for- sigue los criterios criterios de formato
Desarrolla los temas mato. Desarrolla de formato y estilo. y estilo. No desar-
de forma expresiva. los temas de forma No desarrolla los rolla los temas de
Aporta sus puntos expresiva. Aporta temas de forma forma expresiva. No
Síntesis de vista sobre el de manera lim- expresiva. No aporta sus puntos de
tema e integra reco- itada sus puntos de aporta sus puntos vista sobre el tema.
mendaciones, sug- vista sobre el tema. de vista sobre el Maneja un lenguaje
erencias u opiniones. Maneja un lenguaje tema. Maneja un limitado.
Maneja un lenguaje amplio. lenguaje limitado.
amplio.
Recursos didácticos
• Libros de texto y consulta
• Cuaderno de notas
• Computadora, infocus e impresora
• http://www.psicomundo.com/
• http://www.apa.org/topics/sexuality/index.aspx
• http://www.psych.org/
• http://www.fort-da.org/
• http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1075
• http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2359/pr.2359.pdf