Foucault comienza hablando sobre la actitud crítica, describiéndola
como una cualidad característica de la sociedad occidental moderna. Además, menciona que la crítica, a pesar del deseo de su unificación, de los esfuerzos por unificarla, esta se mueve por naturaleza a la dispersión, a la pura heteronomía. Después de todo, la crítica no existe más que en relación con otra cosa distinta a ella misma.
Luego de explicar cómo la actividad pastoral cristiana, la iglesia
cristiana, constituye la primera forma de gobierno de los hombres. La lógica cristiana promovía la idea de que los hombres y las mujeres debían, en el conducto hacia la salvación divina, ceder al gobierno de la autoridad, sea la eclesiástica o la de Dios, mientras que, al mismo tiempo que obedece, es libre de actuar y de autogobernarse en su camino. Además, esta misión debe venir acompañada de una triple relación con la verdad:
- Verdad como dogma,
- Verdad como práctica individualizante, y - Verdad como técnica reflexiva, con un conjunto de reglas generales, conocimientos, preceptos, métodos como las confesiones, etc.
Después de todo, no hay que olvidar que lo que la iglesia cristiana ha
llamado durante siglos techné technôn, no es más que el arte de gobernar a los hombres.
Luego de la multiplicación masiva de las artes de gobierno y de
autogobierno de las mujeres y hombres desde el siglo XV en adelante, además de su laicización de las figuras religiosas, es decir, luego de que se planteó la pregunta fundamental de la modernidad “¿Cómo Gobernar?” surgió y se hizo parte de la anterior de manera inexorable la pregunta “¿Cómo no ser Gobernado?”. Es aquí donde podemos posicionar, ubicar, la actitud crítica característica de las sociedades occidentales modernas. De la mano con el movimiento de la gubernamentalización de la sociedad y de los individuos, surge, como compañero y adversario a la vez de las artes de gobernar, como manera de recusarlas, de dudarlas, de cuestionarlas, de limitarlas, de transformarlas, de intentar escapar de ellas y como desarrollo de ellas mismas, el arte de no ser gobernado, o más precisamente, el arte de no ser gobernado de tal forma.
Esta es la primera definición de crítica de Foucault: El Arte de no ser
de tal modo gobernado.
Esta forma de Crítica recién mencionada, viene acompañada de lo que
Foucault define como puntos de anclaje históricos:
- Punto de anclaje 1: Otrora cuando el arte de gobernar a los
hombres era una cuestión fundamentalmente espiritual, algo netamente religioso y ejercido a través de una autoridad de la iglesia, la crítica o el no querer ser gobernado de tal forma era esencialmente buscar en la Escritura, en la Biblia, otra relación distinta a la ejercida por la iglesia pero que fuera una enseñanza de Dios de igual forma. Era recusar las actividades de la Iglesia a través del mandato máximo, la Biblia. En ese sentido, la crítica es históricamente Bíblica. - Punto de anclaje 2: No querer ser gobernado de tal forma es no querer tampoco aceptar leyes que son injustas, porque bajo su antigüedad o bajo la tutela de la autoridad correspondiente esconden una ilegitimidad esencial. La crítica en este sentido es oponer a la figura del gobierno estatal y a la obediencia que este exige derechos universales fundamentales e imprescriptibles, a los cuales todo gobierno deba someterser. Aquí surge la crítica en la forma del derecho natural, y por tanto es esencialmente jurídica. - Punto de anclaje 3: No querer ser gobernado es también no aceptar por verdadero lo que una autoridad dice, sea por su conocimiento, por su posición social, por algún cargo político, por cualquier tipo y grado de autoridad que presente. Es el hecho de no aceptarlo porque el o ella lo digan, sino solo cuando uno mismo considera como buenas las razones para aceptarlo. Aquí la crítica adquiere la forma de la certeza frente a la autoridad.
Así, podemos ver cómo el foco de la crítica está posicionado justo en el
haz de relaciones del sujeto en relación con la verdad y el poder.
Si la gubernamentalización es ese movimiento por el cual se trata, en la
realidad misma de una práctica social, como la psicología, de sujetar a los individuos a través de mecanismos de poder que invocan una verdad, pues la crítica es el movimiento por el cual los sujetos se atribuyen el derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder y al poder acerca de sus discursos de verdad.
La crítica tendría como función esencial la desujeción en el juego de la
política de la verdad.
En cuanto a esta definición de crítica, Foucault plantea una relación
entre ésta y la definición que Kant hacía en 1984 de la ilustración (Aufklärung). Es característico que Kant en su artículo “¿Qué es la ilustración?” definiera la ilustración en relación con cierto estado de minoría de edad en el cual la humanidad se encuentra mantenida autoritariamente. Además, Kant ilustró esta minoría de edad como una incapacidad de servirse del propio entendimiento y de actuar sin la dirección de otro. Por último, es interesante que Kant haya mencionado que esta incapacidad característica de la minoría de edad está definida por una correlación entre una autoridad que se ejerce y que sujeta a la humanidad a la minoría de edad y, por otra parte, algo que el considera una falta de decisión y de coraje de parte de los sujetados. Es característico que Kant dé como ejemplos del mantenimiento en minoría de edad de la humanidad a la religión, el derecho y el conocimiento. Aquí se demarca la relación entre lo que Foucault planteaba como la actitud crítica y lo que Kant definía como Aufklärung. Sin embargo, el llamado al coraje que hacía Kant era fundamentalmente con el fin de cuestionar al conocimiento, de conocer los límites de nuestro conocimiento con el fin de tener una idea suficiente para que, si vas a obedecer, sea a plena conciencia y a decisión, y si no, para que cuestiones los discursos de verdad ilegítimos y las formas de poder arbitrarias.