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En 1992, Alfonso Martín del Campo Dodd, entonces estudiante

universitario y de apenas 19 años de edad, fue acusado y sentenciado a 50 años


de prisión por la comisión del delito de homicidio perpetrado en contra de su
hermana y su cuñado.
Alfonso fue torturado física y psicológicamente por agentes ministeriales
durante varias horas -mediante golpes e insultos, entre otras formas de
humillación- hasta arrancarle la confesión por la comisión del delito mencionado.
La declaración fue firmada en circunstancias que violan los derechos
humanos que tiene toda persona detenida durante un proceso de investigación
penal.
Es importante resaltar, además, que Alfonso fue condenado a 50 años de
cárcel, sin haber conocido, ni contado con el acompañamiento y asesoramiento
de un abogado defensor.
Dos años más tarde, los actos de tortura fueron comprobados cuando uno
de los policías judiciales fue sancionado e inhabilitado, después de confesar al
haber golpeado y asfixiado a Alfonso.
Asimismo, en el 2002, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito
Federal determinó que, de conformidad con el Protocolo de Estambul, Alfonso
había sido víctima de tortura y de graves violaciones a sus derechos durante el
proceso penal.
A pesar de lo anterior, la acusación y la sentencia se mantuvieron y, como
resultado, Alfonso permaneció privado de su libertad hasta ahora, acusado de
un delito en el que no existe prueba alguna que lo responsabilice.
Durante todo este tiempo, Alfonso luchó incansablemente por su libertad
y por el reconocimiento de su inocencia.
Desde entonces han sido muchos los medios de defensa que se iniciaron,
buscando una y otra vez, que la voz de Alfonso se hiciera escuchar, reclamando
la tortura de la cual fue víctima.
Se promovieron apelaciones y amparos. Además, diversos organismos
internacionales confirmaron las violaciones y la tortura a las que fue sometido
Alfonso, entre ellos se encuentra el Grupo de Trabajo sobre la Detención
Arbitraria de la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Debe decirse, que este fue el primer caso que México enfrentó en el
sistema interamericano, concluyendo con un informe que recomienda su
liberación.
El pasado 18 de marzo a las 22:30 horas Alfonso abandonó la prisión,
como resultado de la resolución de la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, emitida en el amparo en revisión 631/2013; la historia de
este último procedimiento se remonta al 2010..
Es cierto que la decisión de la Corte no expresa, de manera explícita, que
Alfonso “es inocente”. Sin embargo, esto es sólo un juego de palabras y, por
consiguiente, no debemos dejar de exigir que cualquier persona que haya sido
encarcelada, como resultado de una confesión obtenida bajo tortura, deba ser
liberada de manera inmediata.
De no ser así, permitimos que nuestro sistema de justicia continúe
replicando la violencia, el abuso, la discrecionalidad y la ilegalidad que lo han
llevado a tener resultados de un casi 99% de impunidad.
De castigar y denunciar la libertad de Alfonso, alimentaríamos un sistema
en el que los que se encuentran pagando largas y desproporcionales sentencias,
son aquellos que no cuentan con los recursos para defenderse, en igualdad de
armas, ante un aparato que obedece a estructuras de poder y arbitrariedad,
justificaríamos, de igual forma, a aquellas instituciones que predican la
presunción de inocencia, pero que, en realidad, operan estricta y
obedientemente bajo la presunción de culpabilidad.
Bajo este esquema institucional, la carga de la prueba se sitúa como
responsabilidad de los ciudadanos y de no tener éxito en demostrar nuestra
inocencia, arriesgamos pasar 23 años de nuestras vidas en una cárcel, con la
posibilidad de ser sometidos a golpes para firmar un documento en el que
entregamos nuestra libertad al turbio sistema penitenciario.
Con esto afirmamos que Alfonso no es más culpable, que lo que
pudiéramos ser cualquiera de nosotros por la comisión de los delitos que le
fueron imputados.
El principio de presunción de inocencia establece que somos inocentes
mientras no se demuestre lo contrario y, en este caso, como resultado de la
decisión de la Corte, no se ha demostrado la culpabilidad de nadie.
Además, quienes sostienen que se ha liberado a un criminal olvidan o
desconocen –quizás porque no estudiaron el caso- que los propios juzgadores
del Distrito Federal que confirmaron la sentencia en 1993, reconocieron,
textualmente, que la declaración auto inculpatoria de Alfonso era el único indicio
de prueba relevante existente.
Así, en el contexto de violencia y corrupción que se vive en México, todos
deberíamos celebrar la resolución de la Corte que, en el fondo, cumplió con la
esencia de sus funciones al representar una garantía que busca proteger nuestra
libertad.
Muchas personas más se encuentran en la misma situación que Alfonso
y, sin duda alguna, ninguno de nosotros quisiera ser el siguiente.
Por ello, la sentencia de nuestro máximo tribunal es un avance en el
respeto de los derechos humanos en México.
Recordemos que una de las garantías mínimas en torno a la seguridad de
las personas que viven en un Estado de Derecho, es la existencia de
instituciones de persecución de delitos y de impartición de justicia capaces y
eficientes, que actúen en un marco de protección a los derechos humanos.
Finalmente, los límites y candados que establecen los derechos humanos
al actuar de las instituciones del Estado, implican que las autoridades deban
proteger el derecho a la justicia y a la verdad de las víctimas, imputados y de la
ciudadanía.
Esto es, el saber con certeza y más allá de cualquier duda razonable,
quién y cómo se cometió el delito e imponer la sanción correspondiente.
Por lo que la resolución de este AMPARO EN REVISIÓN 631/2013, donde
se tuvo por; QUEJOSO, a ALFONSO MARTÍN DEL CAMPO DODD,
RELACIONADO CON SOLICITUD DE FACULTAD DE ATRACCIÓN 189/2013,
constituye uno de los pocos precedentes en los que México se ha visto obligado
exitosamente a revisar las actuaciones del Poder Judicial en General, los
operadores de la administración de justicia se han visto compelidos a observar
de manera vinculante, las resoluciones de “LA CORTE INTERAMERICANA DE
DERECHOS HUMANOS”, así como los tratados internacionales de los cuales el
Estado Mexicano es parte, de donde surge la aplicación de la
JURISPRUDENCIA EMITIDA POR LA CORTE INTERAMERICANA DE
DERECHOS HUMANOS. ES VINCULANTE PARA LOS JUECES MEXICANOS
SIEMPRE QUE SEA MÁS FAVORABLE A LA PERSONA. Que en esencia
preconiza:

DERECHOS HUMANOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y EN LOS TRATADOS


INTERNACIONALES. CONSTITUYEN EL PARÁMETRO DE CONTROL DE
REGULARIDAD CONSTITUCIONAL, PERO CUANDO EN LA CONSTITUCIÓN HAYA
UNA RESTRICCIÓN EXPRESA AL EJERCICIO DE AQUÉLLOS, SE DEBE ESTAR A LO
QUE ESTABLECE EL TEXTO CONSTITUCIONAL.
El primer párrafo del artículo 1o. constitucional reconoce un conjunto de
derechos humanos cuyas fuentes son la Constitución y los tratados
internacionales de los cuales el Estado Mexicano sea parte. De la interpretación
literal, sistemática y originalista del contenido de las reformas
«constitucionales» de seis y diez de junio de dos mil once, se desprende que las
normas de derechos humanos, independiente de su fuente, no se relacionan en
términos jerárquicos, entendiendo que, derivado de la parte final del primer
párrafo del «citado» artículo 1o., cuando en la Constitución haya una restricción
expresa al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la
norma constitucional, ya que el principio que le brinda supremacía comporta el
encumbramiento de la Constitución como norma fundamental del orden
jurídico mexicano, lo que a su vez implica que el resto de las normas jurídicas
deben ser acordes con la misma, tanto en un sentido formal como material,
circunstancia que no ha cambiado; lo que sí ha evolucionado a raíz de las
reformas constitucionales en comento es la configuración del conjunto de
normas jurídicas respecto de las cuales puede predicarse dicha supremacía en
el orden jurídico mexicano. Esta transformación se explica por la ampliación del
catálogo de derechos humanos previsto dentro de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, el cual evidentemente puede calificarse como
parte del conjunto normativo que goza de esta supremacía constitucional. En
este sentido, los derechos humanos, en su conjunto, constituyen el parámetro
de control de regularidad constitucional, conforme al cual debe analizarse la
validez de las normas y actos que forman parte del orden jurídico mexicano."

Por lo que está en relación directa con la litis planteada en esta


revisión:

…“La problemática jurídica a resolver en la presente revisión se centra en


la Litis constitucional, atraída por esta Primera Sala de la Suprema Corte de
1
Justicia de la Nación sobre el parámetro de control de regularidad
constitucional del derecho humano a estar libre de tortura.”…

1 El amparo indirecto en revisión fue atraído para su estudio constitucional al resolverse a la SEFA 189/2013, en
sesión de seis de noviembre de dos mil trece, que originalmente se había tramitado bajo el amparo indirecto en
revisión 109/2013, remitido por el cuarto Tribunal colegiado en materia penal del primer circuito.
La importancia y trascendencia por la que se atrajo el conocimiento de este caso se centró en la interpretación
constitucional De la proscripción de la tortura como derecho absoluto en el jus cogens. En ese sentido, se determinó
partir de los lineamientos constitucionales fijados por esta primera Sala para la tortura en sus dos vertientes: (i) Delito
y (ii) Derecho humano en el debido proceso – Tanto en su definición y alcance, en sus consecuencias y efectos – Bajo
el parámetro de control de regularidad constitucional. Conforme a ello, se destacó la relevancia de fijar luego el
estándar probatorio para la tortura. En sendas facetas. Así, quedó definida la oportunidad para sentar precedentes,
así como identificar la forma en que estas situaciones deberán ser acreditadas en el marco, del incidente de
reconocimiento de inocencia materia de la Litis constitucional.

Es por tanto menester mencionar el concepto y definición de la tortura; es:


“todo acto realizado intencionalmente por el cual se inflijan a una persona penas
o sufrimientos físicos o mentales, con fines de investigación criminal, como
medio intimidatorio, como castigo personal, como medida preventiva, como pena
o con cualquier otro fin. Se entenderá también como tortura la aplicación sobre
una persona de métodos tendientes a anular la personalidad de la víctima o a
disminuir su capacidad física o mental, aunque no causen dolor físico o angustia
psíquica”.
Serán culpables de tortura y otros malos tratos los funcionarios públicos
que inflijan o instiguen estos actos, o cuando éstos se cometan con su
consentimiento o aquiescencia. Las autoridades tienen la obligación legal de
hacer que rindan cuentas estos funcionarios, así como cualquier ciudadano
particular que haya infligido tortura a instigación de un funcionario público.
El tortuoso (por extensión) camino que siguieron; no solo el impetrante,
sino la familia, que finalmente fue la que patrocino por todos los medios que tuvo
a su alcance, para poder obtener su libertad, después de habérsele conculcado
sus más elementales derechos humanos, y que de alguna forma acabo este caso
haciéndose mediático, partiendo de la legitima necesidad de demandar de
justicia, suficiente es analizar en los diversos capítulos, como en los:

I ANTECEDENTES DEL CASO

A. Hechos y antecedentes del proceso penal

1. El quejoso fue condenado en sentencia definitiva como penalmente


responsable de los delitos de homicidio calificado, cometidos en
agravio de su Hermana Juana Patricia Martín del Campo Dodd y su
cuñado Gerardo Zamudio Aldaba (En lo sucesivo, las víctimas de
tales delitos)2. Por lo anterior, el quejoso está compurgando cuenta
años de prisión, Desde el 30 de mayo de 1992, en que fue detenido y
confesó ante el ministerio público haber ejecutado los ilícitos.
2. Así, la sentencia definitiva de condena se sustentó en la concesión
obtenida del quejoso, luego de que fuera detenido por los agentes
policiacos que investigaban el suceso criminal. Para constatar la

2
Sentencia de 17 de agosto de 1993, dictada por la octava Sala del Tribunal superior
de justicia del Distrito Federal, en el toca de apelación 454/1993, folio 56/96.
anterior, se presenta la acreditación de los delitos, conforme a dicha
sentencia condenatoria que retomó dicha concesión textualmente:

El día 29 de mayo de 1992 mil novecientos noventa y dos, el hoy


acusado después de haber estado en una reunión en casa de una
amiga de la hoy occisa de nombre violeta Garibay, llegó a su domicilio
ubicado en la calle de amores número 1523, casa 6, colonia del valle,
siendo las 23:00 horas, encontrando en el mismo únicamente a la
sirvienta de nombre Inés, que (sic) en lugar de la reunión y antes de
salir tiempo el hoy occiso a bordo de una motocicleta (sic) lugar donde
también se encontraba Juana patricia Martín del campo y sus tres
hijas, que se dirigía a su domicilio a bordo de la motocicleta de su
cuñado y su Hermana llevaba un vehículo Ford Thunderbird, color
negro, y siendo las 23:30 horas, inmediatamente que llegó se subió
su recámara esperando a que llegaran sus familiares, llegando a
bordo del vehículo mencionado, y se entrevistó con su cuñado en la
sala del inmueble, reclamándole su actitud que mostró días antes para
con el acusado por la pérdida de un dinero, reclamándole de forma
violenta y discutiendo, después Gerardo Zamudio se subió a su
recámara donde ya se encontraba la hoy occisa, el acusado decide ir
a la cocina ya que en esos momentos sentía coraje el hoy occiso
tomando dos cuchillos de un área donde su hermana Patricia los
concentraba y son los que utiliza en la cocina, haciéndose de dos
guantes de hule de color rojo que se encontraban en el fregadero de
la cocina tomándolos con la finalidad de no dejar huellas, subiendo a
su recámara donde espero que su cuñado y su hermana se
durmieran, después de treinta minutos verificó que estuvieran
dormidos, toda vez que la puerta de la recámara estaba abierta,
Regresando a su recámara colocándose los guantes de hule y que
había tomado de la cocina y tomó los cuchillos, para enseguida
penetrar a la habitación de Gerardo y patricia, Quienes se
encontraban acostado sobre su cama, e inmediatamente comienza
(sic) Asestarle puñaladas a su cuñado utilizando para ello los
cuchillos, Y al despertar la hoy occisa quien al percatarse de la
conducta del procesado, se sorprende y al incorporarse el acusado se
le abalanza y comienza (sic) Asestarle diversas cuchilladas sobre su
cuerpo la cual trataba de defenderse de la agresión, golpeándola con
los cuchillos a efecto de que no denunciara los hechos que el acusado
había cometido (sic) Lo que hizo hasta que la occisa se quedó inmóvil,
después procedió a irse de su recámara para cambiarse de ropa ya
que estaban (sic) Manchas de sangre, siendo un pantalón negro de
vestir y zapatos negros sin agujetas, colocándose un pantalón de
mezclilla azul y camisa roja, y antes de cambiarse se quitó los tenis
se dice (sic) los guantes y enseguida comienza a planear la forma de
un robo y un secuestro. Conclusión a la que se llega principalmente
con lo declarado por el procesado, ya que ante la autoridad
investigadora al declarar se condujo en los mismos términos antes
señalados, declaración que se tiene por reproducida en obvio de útiles
repeticiones (…) sin que se atendible lo declarado por el procesado
en su declaración preparatoria rendida ante éste juzgado (tortura)”3.

Lo subrayado y destacado es parte de esta sentencia constitucional.

3. La anterior confesión del quejoso, se reitera, se produjo en sus


términos para sustentar la acreditación de los delitos en la sentencia
de condena. Aquella se obtuvo después de que el quejoso denunció
inicialmente que había sido atacado en el domicilio de los hechos,
secuestrado y llevado en la cajuela de ese mismo vehículo, el cual
chocó en la carretera, lo que provocó que huyeran los agentes
delictivos; después, llegó ante una caseta de cobro de la carretera e
informó lo ocurrido. Por tal motivo, policías y familiares se
constituyeron en el domicilio referido, al que luego fue llevado el
quejoso, mismo que fue abierto por la asistente doméstica y hasta
entonces se detuvo el hallazgo de los cadáveres de las víctimas de

3
La acreditación de los delitos es la transcripción misma de la confesión ministerial del
quejoso. Sentencia de 28 de mayo de 1993, dictada por el Juez Quincuagésimo,
Quinto penal del Distrito Federal, en la causa penal 57/1992, confirmada por la octava
Sala del Tribunal superior de justicia del Distrito Federal, el 17 de agosto de 1993, en
el toca 454/1993.
los delitos. Más finalmente giró la investigación hacia dicha
confesión4.
4. Es importante destacar, desde este apartado, que el quejoso quedó
en calidad de detenido ante el ministerio público, luego de ser
detenido y retenido bajo interrogatorio por policías remitentes, incluso,
colocado y fotografiado durante la reconstrucción de los hechos en el
domicilio citado. Lo relevante es que la única evidencia o medio de
prueba que vincularía al quejoso con la ejecución de los homicidios
imputados fue su sola confesión, la cual fue luego reproducida
textualmente como la única probanza de cargo para sustentar su
plena responsabilidad penal.

5. Así, tramitado el proceso penal, el juez quincuagésimo quinto penal


del Distrito Federal dictó sentencia condenatoria, en la causa penal
57/1992, el veintiocho de mayo de mil novecientos noventa y tres, al
resolver que el quejoso era penalmente responsable en la comisión
de los delitos homicidio calificado, imponiéndole cincuenta años de
prisión5.

6. El defensor particular del quejoso interpuso recurso de apelación en


contra de la anterior sentencia, que fue conformada en sus términos
por la octava sala del tribunal superior de justicia del Distrito Federal,
el diecisiete de agosto de mil novecientos noventa y tres, en el toca
454/19936.

Ante esta serie de violaciones, principalmente de la obtención de la


confesión mediante la tortura, también veíamos como se hacían intentos en
México en 2003.
México prometió implementar una versión adaptada del Protocolo de
Estambul, una norma reconocida internacionalmente para la investigación y
documentación efectivas de la tortura y otros malos tratos.
Sin embargo en la mayoría de los casos de presunta tortura y malos tratos,
no se aplica el Dictamen Médico/Psicológico Especializado para casos de

4
Proceso penal 57/1992, tomo III, folio 143 a 183.

Toca apelación 454/1993, tomo I, folio 56 a 96.


5
Causa penal 57/1992, tomo III, folio 143 a183.
6
Toca penal 454/1993, tomo I, folio 56 a 96.
Posible Tortura y/o Maltrato (dictamen especializado de la PGR), y en los casos
en los que se realiza, suele incumplir la norma establecida en el Protocolo de
Estambul.
Sin embargo, en los últimos años ha habido algunos avances. Las
reformas legales de 2011 incorporaron el derecho internacional de los derechos
humanos en la Constitución de México.
El Protocolo de Estambul, viene contenido en él; “Manual para la
Investigación y Documentación Eficaces de la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes”.
En 2003, la PGR adoptó un procedimiento para la realización de un
examen médico conocido como “Dictamen Médico/Psicológico Especializado
para casos de Posible Tortura y/o Maltrato” (dictamen especializado).
Este procedimiento se basa en el Manual para la Investigación y
Documentación Eficaces de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes (Protocolo de Estambul).
Por otro lado, se han cumplido, al

denuncias de tortura, aunque esto no ha desembocado aún en un


aumento de enjuiciamientos o condenas.
Continuando con el análisis de la relevancia sobre el amparo en revisión
que nos ocupa, se aborda en la parte conducente, el momento cuando se
interpone el amparo directo, que como se puede observar en el engrose de este
sumario que no se transcribe a la letra pero que se sigue en el documento la
información completa, la serie de violaciones y negativas por parte de los
órganos tanto procurador y administrador de justicia, a los más elementales
derechos humanos, que como lo hemos analizado en el ius cogens, siendo el
más relevante el de tortura, aunque desde mi óptica particular se encuentra
también el de debido proceso, puesto que utilizando el criterio en el ámbito penal,
podemos observar que se actualiza la “teoría del fruto del árbol envenenado”,
puesto que si la confesión que de entrada es el único elemento que se utilizó
para sentenciarlo, este fue el origen de que los demás recursos que se
interpusieron dieran como fruto el resultado no esperado, ni justo, para el
impetrante en este caso, y que al final de los 23 años de tortuoso proceso se
aplicara esta figura, es decir combatir de raíz la omisión y transgresión del estado
al haber conculcado los derechos humanos del impetrante.
La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal procedió a
registrar la queja CDHDF/121/98/BJ/N4489.000, El veintiséis de diciembre de
dos mil dos, el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito
Federal emitió la recomendación 13/2002, en la cual concluyó que las
autoridades de procuración de justicia del Distrito Federal infringieron el derecho
a la libertad personal, a la integridad personal y a las garantías judiciales del
sentenciado, Denuncia ante la comisión interamericana de derechos
humanos (admisión del caso 12.228 e informe de fondo 63/02), El diez de
octubre de dos mil uno la comisión interamericana de derechos humanos aprobó
el informe 81/01, que declaró admisible el caso 12.228, El veintidós de octubre
de dos mil dos, la comisión interamericana de derechos humanos aprobó el
informe de fondo 63/02, en el que concluyó el estado mexicano violó los artículos:
1 – deber de respeto a todos los derechos-, 5 – derecho a la integridad
personal-, 7 – derecho a la libertad y seguridad personales-, 8 – derecho a las
garantías judiciales-, y 25 – derecho a un recurso efectivo-, de la convención
interamericana sobre derechos humanos; así como los artículos 6 y 8 – derecho
a la protección judicial efectiva en la investigación de los derechos de tortura-, y
10 (invalidez de las confesiones obtenidas bajo tortura,- de la convención
interamericana para prevenir y sancionar la tortura, el treinta de octubre de dos
mil dos, la comisión interamericana de derechos humanos envió el citado informe
de fondo al estado mexicano, Procedimiento ante la corte interamericana de
derechos humanos. El veintiuno de enero de dos mil tres.
Abundando sobre el tema de la tortura, observamos, las consecuencias
de la tortura pueden ser profundas y duraderas.
Muchos sobrevivientes sufren detención prolongada sin recibir tratamiento
médico adecuado.
Además de las lesiones y traumas inmediatos, algunas personas cumplen
largas penas de prisión impuestas en juicios injustos en los que se admitieron
como prueba declaraciones obtenidas bajo tortura.
También para las familias el impacto puede ser enorme. Las
repercusiones psicológicas duraderas de la tortura pueden afectar gravemente
a la capacidad de la persona para llevar una vida normal.
Para muchas personas, los obstáculos para demostrar su inocencia y salir
de la pesadilla pueden ser insalvables.
Víctimas y familiares suelen ser objeto de amenazas e intimidación para
que no denuncien la tortura y otros malos tratos. Muchas víctimas denunciaron
amenazas contra sus familias.
Existe un temor muy real a que estas amenazas de asesinato, violación y
ataque se hagan realidad si la víctima presenta una denuncia oficial de tortura,
lo que es un importante factor disuasorio para muchas víctimas.
En los papeles, México muestra un amplio compromiso de prevenir y
castigar la tortura.
Sin embargo, esto no se ha traducido aún en unas salvaguardias efectivas
para proteger a las personas de la tortura y castigar a los responsables.
México ratificó en 1986 la Convención de la ONU contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (Convención contra la
Tortura).
También ha ratificado la Convención Interamericana para Prevenir y
Sancionar la Tortura (en 1987) y el Protocolo Facultativo de la Convención contra
la Tortura (en 2005).
En 2008, el Subcomité de la ONU para la Prevención de la Tortura visitó
México; por su parte, el relator especial sobre la cuestión de la tortura visitó el
país en 1998 y de nuevo en abril de 2014.
En marzo de 2014, México se comprometió de nuevo a aplicar las
recomendaciones formuladas por el Consejo de Derechos Humanos para
combatir la tortura, como hizo durante el primer ciclo del examen periódico
universal en 2009.
La tortura y los malos tratos están también prohibidos en la Constitución
mexicana.
Desde 1991 existe una ley federal para prevenir y castigar la tortura que
establece unas disposiciones básicas para el delito de tortura, aunque no cumple
las normas internacionales contenidas en la Convención contra la Tortura de la
ONU ni en la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.
En concreto, la ley federal exige que se demuestre la intención de cometer
tortura y pruebas de que se infligió un dolor grave para obtener un número
limitado de fines concretos.
La Convención contra la Tortura de la ONU exige también que el acto sea
intencionado y con un fin, pero no limita los posibles fines.
Las definiciones de tortura varían en los 32 códigos penales locales de
México, correspondientes a sendos estados, incluido el Distrito Federal.
En general, las leyes de los estados proporcionan menos protección que
la ley federal y no cumplen las normas internacionales, sobre todo en lo relativo
a la lista restrictiva de fines y a la participación indirecta de funcionarios públicos
en la tortura.
Además, en muchos estados, las penas no son proporcionales a la
gravedad del delito.
Dado que no existe un delito específico de malos tratos, si se considera
que los actos no constituyen tortura, se formulan cargos menos graves, como
“abuso de autoridad” o “lesiones”.
Las Comisiones Estatales de Derechos Humanos suelen aplicar este
enfoque, lo que tiene por consecuencia la ocultación del alcance real de la tortura
y los malos tratos.
Según las reformas constitucionales introducidas en 2011, las autoridades
deben aplicar la norma más favorable para proteger a la víctima.
Esto exige que México haga que toda la legislación sobre la tortura sea
compatible con el derecho internacional, en concreto con la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.
Las consecuencias de la reforma se han visto reforzadas por algunas
sentencias de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que han establecido
claramente el carácter vinculante de las convenciones ratificadas por México y
de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuya
jurisdicción reconoció México en 1998. Las sentencias han subrayado también
la obligación de los tribunales inferiores de aplicar estas normas y garantizar que
sus resoluciones con compatibles con ellas.
Los jueces, el ministerio público, la policía, los abogados defensores y la
Comisión Nacional de Derechos Humanos ya no pueden alegar erróneamente,
como era tradicional, que su conducta se atiene a la legislación nacional.
En todos los casos, los representantes de estas instituciones tienen ahora
la obligación legal de aplicar el derecho internacional de los derechos humanos
y de interpretar la legislación nacional a la luz de estas normas para proporcionar
la mejor protección a la persona.
Garantizar que la legislación nacional es compatible con la reforma
constitucional en materia de derechos humanos y, en concreto, impartir
formación a todos los funcionarios públicos y jueces, así como informar a la
sociedad en general de las implicaciones de la reforma son algunos de los
desafíos clave para el gobierno en los próximos años.
Las reformas constitucionales están empezando a tener consecuencias
importantes para comprender las obligaciones legales de México en relación con
la prevención y el castigo de la tortura.
En una reciente sentencia histórica dictada en el caso de Israel Arzate
Meléndez, la Suprema Corte de Justicia desestimó las actuaciones judiciales
seguidas contra él porque los jueces estatales y federales que las tramitaron no
habían tenido en cuenta una serie de violaciones de derechos humanos y del
debido proceso, incluida la tortura.
“Tal como se ha destacado en los estándares nacionales e
internacionales, cuando los órganos jurisdiccionales tengan conocimiento de la
manifestación de que una persona afirme haber sufrido tortura o cuando tengan
información que les permita inferir la posible existencia de la misma, deberán dar
vista a la autoridad ministerial que deba investigar el delito.” SCJN, Amparo en
revisión 703/2012
La Suprema Corte de Justicia desempeña un importante papel en la
promoción de la aplicación de las normas internacionales a los casos de tortura,
ha publicado unas directrices no vinculantes, redactadas en colaboración con la
Asociación Internacional de Abogados, para los jueces federales que aborden
casos de tortura y malos tratos.
También ha impartido la formación prescrita en las sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
En algunos casos, se demuestra con rapidez que las afirmaciones de la
policía sobre las circunstancias de la detención son falsas.
Sin embargo, y a pesar de ello, no se declaran ilegales las detenciones,
pues la policía y los fiscales presentan otras pruebas sobre posesión de armas
y drogas o una confesión.
En estos casos, los fiscales y después los jueces que reciben a las
personas detenidas hacen caso omiso de las pruebas de que los agentes que
practicaron la detención infringieron las normas sobre detenciones, alegando
que quien debe tener en cuenta esas pruebas es el juez del proceso.
La legalidad del arresto se considera secundaria ante las pruebas que
puedan derivarse de la detención.
Esta actitud tan laxa hacia las detenciones fomenta la falsificación de
pruebas, incluidas las declaraciones obtenidas bajo tortura, para justificar
retrospectivamente la detención.
“El principio de presunción de inocencia se proyecta desde las primeras
etapas del procedimiento penal (detención); así, quien afirma la detención por
flagrancia, tiene la carga de la prueba para poder sostenerla.
Luego, el escrutinio posterior a la detención se consideró de suma
importancia, ya que el descubrimiento de que se actualizó una situación de
privación ilegal de la libertad, necesariamente debía desencadenar el reproche
y la exigencia de responsabilidad correspondiente”.
No obstante, la forma en que se desempeñan las funciones y
responsabilidades del ministerio público en México en la práctica incumple las
normas internacionales, y en concreto las Directrices sobre la Función de los
Fiscales de la ONU de 1990, que establecen que: “Cuando los fiscales tengan
en su poder pruebas contra sospechosos y sepan o tengan sospechas fundadas
de que fueron obtenidas por métodos ilícitos que constituyan una violación grave
de los derechos humanos del sospechoso, especialmente torturas, tratos o
castigos crueles, inhumanos o degradantes u otros abusos de los derechos
humanos, se negarán a utilizar esas pruebas contra cualquier persona, salvo
contra quienes hayan empleado esos métodos, o lo informarán a los tribunales,
y adoptarán todas las medidas necesarias para asegurar que los responsables
de la utilización de dichos métodos comparezcan ante la justicia”.
“Todo Estado Parte velará por que toda persona que alegue haber sido
sometida a tortura en cualquier territorio bajo su jurisdicción tenga derecho a
presentar una queja y a que su caso sea pronta e imparcialmente examinado por
sus autoridades competentes.”
Artículo 13, Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes, “cuando exista denuncia o razón fundada para creer
que se ha cometido un acto de tortura en el ámbito de su jurisdicción, los Estados
partes garantizarán que sus respectivas autoridades procederán de oficio y de
inmediato a realizar una investigación sobre el caso y a iniciar, cuando
corresponda, el respectivo proceso penal.”
Artículo 8 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la
Tortura en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, los
Estados tienen la obligación de investigar cualquier denuncia o información
relativa a torturas.
El Estado tiene la responsabilidad de investigar toda información relativa
a malos tratos, sea una denuncia de la víctima u otra información, como señales
físicas o psicológicas o denuncias de familiares o abogados.
Los funcionarios públicos que hagan caso omiso de informaciones que
indiquen la existencia de tortura u otros malos tratos o que no actúen con
diligencia al respecto deberán ser sometidos a investigación y rendir cuentas,
como ha reconocido recientemente la Suprema Corte de Justicia de la Nación:

“a. Las personas que denuncien actos de tortura tienen el derecho a que las
autoridades intervengan de forma expedita para que su acusación sea
investigada y, en su caso, examinada a través de un juicio penal.

b. La obligación de proteger ese derecho recae en todas las autoridades del país,
y no sólo en aquellas que deban investigar o juzgar el caso.

c. Atento al principio interpretativo pro persona, para efectos del mencionado


derecho, debe considerarse como denuncia de un acto de tortura a todo tipo de
noticia o aviso que sobre ese hecho se formule ante cualquier autoridad con
motivo de sus funciones”.

Suprema Corte de Justicia de la Nación, Amparo en revisión 703/2012

La obligación de investigar la tortura y otros malos tratos no depende de


que la víctima haga una denuncia, y toda investigación deberá realizarse con
independencia de las actuaciones penales que se sigan contra la persona
detenida.

EXCLUSIÓN DE LAS PRUEBAS OBTENIDAS BAJO TORTURA

Según el derecho internacional de los derechos humanos, no deberán


aceptarse como prueba las declaraciones obtenidas bajo coacción.
La única excepción es cuando esta prueba pueda usarse para respaldar
el enjuiciamiento de los responsables de la tortura.
La legislación mexicana contiene también esta salvaguardia, y el Código
Nacional de Procedimientos Penales consagra el principio de la inadmisibilidad
de cualquier prueba obtenida por medios que violen derechos humanos
fundamentales.
“Los principios fundamentales de toda investigación viable sobre casos de
tortura son competencia, imparcialidad, independencia, prontitud y
minuciosidad.”
Según el ministerio público, el cuerpo del delito de homicidio y la probable
responsabilidad del señor Alfonso Martín del Campo Dodd, en contra Juana
Patricia del Campo Dodd y Gerardo Zamudio Aldaba, hermana y cuñado,
respectivamente, se comprobó con los elementos de prueba recabados con las
actuaciones del ministerio público en el caso, tales como declaraciones,
informes, puesta a disposición, exámenes, dictámenes, estudios clínicos,
fotografías, certificados médicos, informes clínicos, inspección ocular,
reconstrucción de hechos, fe de lesiones, informe psiquiátrico, entre otros.
Al respecto y conforme al Código de Procedimiento Federal y para el
Distrito Federal, vigentes al momento, donde se establecía las facultades del
Ministerio Publico. Es así que el ministerio público consigna al detenido ante el
órgano jurisdiccional en turno, para que conozca de la averiguación previa en el
ejercicio de la acción penal en contra del señor Alfonso Martin del Campo, por la
comisión de los delitos ya señalados. Fue procesado y condenado a 50 años de
prisión, por el doble homicidio de su hermana y cuñado. El juzgado 55º penal del
Distrito Federal dictó sentencia en primera instancia el 28 de mayo de 1993. En
apelación, la 8º sala penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal,
con fecha 17 de agosto de 1993 confirmó la sentencia en primera instancia.
La defensa presentó un amparo directo número 2004/97-475 en contra de
la sentencia definitiva de la 8º sala penal mencionada; sin embargo, el 4º.
Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito del Distrito Federal, negó
su protección, confirmando la sentencia apelada el 2 de diciembre de 1997.
Después, el señor Alfonso Martín del Campo Dodd, interpuso un Recurso de
revisión contra la sentencia del Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Penal del
Primer Circuito del Distrito Federal, de 2 de diciembre de 1997, por lo que la 1ª
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, desechó el recurso de
revisión por improcedente en febrero de 1998.
Posteriormente, interpuso un incidente de reconocimiento de inocencia
ante la10a. Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal,
misma que lo declaró infundado, con fecha 29 de abril de 1999.7 Los defensores
plantearon un juicio de amparo directo contra la resolución de la Décima Sala
Penal del TSJDF de 29 de abril de 1999 que declaró infundado el reconocimiento
de inocencia, ante el 6º Juzgado Distrito de Amparo en materia penal del Distrito
Federal, el 19 de marzo de 2001, mismo que resolvió sobreseerlo por no haberlo
presentado en tiempo, el 16 de abril de 2001.
En tanto, los defensores interpusieron un recurso de revisión ante el 6º
Juzgado Distrito de Amparo en materia penal del Distrito Federal, contra su
decisión del 3 de mayo de 2001, a lo que el 4º. Tribunal Colegiado en materia
penal del primer Circuito del Distrito Federal, confirmó la sentencia y sobreseyó
el juicio de amparo el 3 de septiembre de 2001. El día 3 de agosto de 2010, el
señor Alfonso Martín del Campo continúa luchando para que las instancias
gubernamentales del Estado le concedan su libertad, por lo cual sus defensores
presentaron un incidente de reconocimiento de inocencia ante el Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal, mismo que le fue adverso.
Cabe señalar que en la vía administrativa se presentó una queja ante la
contraloría interna de la PGJDF, misma que resultó en que el policía Sotero
Galván Gutiérrez era responsable de haber detenido arbitrariamente y violado la
integridad física del señor Alfonso Martín del Campo. Las investigaciones de la
PGJDF, encontraron fundamento en 1994, cuando el policía Sotero Galván
Gutiérrez fue encontrado responsable. Al respecto, se planteó una denuncia por
tortura ante la PGJDF el 11 de mayo de 1995, pero fue archivada.
Los defensores alegaron que el juicio penal que se llevó en contra del
señor Alfonso Martín del Campo, violó el debido proceso, pues la prueba que
sustenta la condena es su declaración bajo tortura. Además, no fue asistido por
una persona de confianza o abogado; asimismo, cabe señalar que se retractó de
su supuesta confesión en la primera oportunidad al comparecer ante el juez, dos
días después de haber sido detenido.
El proceso del caso ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos
El proceso ante la Comisión IDH, comienza el día 13 de julio de 1998,
cuando el señor Alfonso Martín del Campo Dodd, presentó su denuncia, donde
alega la responsabilidad internacional del Estado mexicano por detenerlo de
manera ilegal y arbitraria y por haber sufrido de tortura estando bajo custodia de
los agentes policiales, así como su posterior condena a 50 años de prisión en un
juicio donde no se observó el debido proceso.
En una posterior comunicación ante la Comisión IDH, se manifestaron
como representantes las siguientes tres de las organizaciones no
gubernamentales más importantes, dedicadas a la defensa de los derechos
humanos: Acción de los Cristianos contra la Tortura (ACAT) el Centro por la
Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y el Comité de Abogados por los
Derechos Humanos (Lawyers Committee for Human Rights). Los peticionarios
alegan que los hechos configuran la violación de la Convención ADH, respecto
al derecho a la integridad personal (artículo 5); libertad personal (artículo 7);
garantías judiciales (artículo 8); y protección judicial (artículo 25) y que se han
cumplido todos los requisitos de admisibilidad previstos en el referido
instrumento internacional.
En cambio, el Estado mexicano sostiene que no se configuran violaciones
de la Convención ADH, puesto que el señor Alfonso Martín del Campo Dodd tuvo
acceso a los tribunales y procedimientos en los que se respetaron las normas de
debido proceso y que en ninguno de ellos se estableció que fuera torturado. En
consecuencia, el Estado sostiene que no es responsable por violación de
derechos humanos en su perjuicio.
La Comisión IDH concluye que el señor Alfonso Martín del Campo fue
detenido arbitrariamente el 30 de mayo de 1992 y sometido a torturas y otros
tratos crueles, inhumanos y degradantes por policías de la ciudad de México,
con el objeto de hacerle confesar el homicidio de su hermana y su cuñado.
Asimismo, que no se respetaron las garantías del debido proceso en el derecho
a la presunción de inocencia, pues distintos magistrados ignoraron su denuncia
respectiva y dieron pleno valor a la supuesta confesión obtenida en tales
condiciones; tampoco se garantizó la protección de sus derechos
fundamentales:
Son ‘derechos fundamentales’ todos aquellos derechos subjetivos que
corresponden universalmente a ‘todos’ los seres humanos en cuanto dotados del
status de personas, de ciudadanos o personas con capacidad de obrar;
entendiendo por ‘derecho subjetivo’, cualquier expectativa positiva (de
prestación) o negativa (de no sufrir lesiones) adscrita a un sujeto por una norma
jurídica; y por ‘status’ la condición de un sujeto, prevista asimismo por una norma
jurídica positiva, como presupuesto de su idoneidad para ser titular de
situaciones jurídicas y/o autor de los actos que son ejercicio de éstas.
En consecuencia, los hechos establecidos por la Comisión IDH en el
informe número 63/02 sobre el fondo del caso, acorde al artículo 50 de la
Convención ADH, constituyen violaciones de los artículos 5, 7, 8(1), 8(2), 8(3) y
25 de la Convención ADH, así como de los artículos 6, 8 y 10 de la Convención
Interamericana para prevenir y sancionar la tortura; en violación del deber de
respeto y garantía consagrado en el artículo 1(1) de la Convención ADH.12
En octubre de 2001 la Comisión Interamericana aprobó el Informe No.
81/01 declarando la admisibilidad del caso 12.228 por las presuntas violaciones
de los derechos protegidos en la Convención ADH. La Comisión IDH les
comunicó a ambas partes si deseaban una solución amistosa, acorde al artículo
48 (1) (f) de la Convención ADH, pero las partes no se interesaron. En enero de
2002 la Comisión IDH recibió las observaciones finales sobre el fondo. Ambas
comunicaciones se trasladaron al Estado mexicano, el cual presentó sus
observaciones en el mes de abril de 2002. Y en octubre de 2002, la Comisión
IDH celebró una audiencia sobre el fondo del caso y ambas partes reiteraron los
alegatos de hecho y de derecho que sostuvieron durante el trámite del caso,
esencialmente en las respectivas comunicaciones sobre el fondo.
Las actuaciones del Estado mexicano.
Las actuaciones del Estado se relacionan con las observaciones del caso
sobre el fondo, al describir la situación jurídica del señor Alfonso Martín del
Campo Dodd a partir del 30 de mayo de 1992. La averiguación previa expresa
que resultó responsabilidad del señor Alfonso Martín del Campo Dodd, y el juez
de primera instancia determinó sujetarlo a proceso penal brindándole la debida
oportunidad de defensa y de audiencia, además de respetar el debido proceso
legal. Sin embargo, el Estado alega que los elementos de prueba de la defensa
no desvirtuaron las imputaciones del Ministerio Público, que tuvieron sustento en
las pruebas presentadas en el proceso penal.
El Estado mexicano opinó que la condena de 50 años de prisión, emitida
el 29 de mayo de 1993 por el juez 55º penal de primera instancia, se confirmó
en apelación el 17 de agosto de 1993. Además de la decisión de fecha 2 de
diciembre de 1997, la cual rechazó el amparo interpuesto por Alfonso Martín del
Campo Dodd. El Estado añadió que las decisiones jurisdiccionales, que en este
caso se emitieron, estuvieron apegadas a la ley y que el recurso de
reconocimiento de inocencia fue rechazado por no contar con los requisitos
legales idóneos.
Ahora bien, respecto de los alegatos sobre violación del derecho a la
integridad personal, el Estado mexicano sostiene que la presunta tortura, en
perjuicio de Alfonso Martín del Campo, se investigó y para tal efecto, se llevó a
cabo la apertura de expedientes en la PGJDF, la Comisión de Derechos
Humanos del Distrito Federal y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Como resultado, estos órganos dictaminaron que no había elementos suficientes
para determinar la alegada tortura. El Estado resumió las acciones, luego de la
declaración de admisibilidad del caso, con el Informe 81/01 de la Comisión IDH.
En conclusión, la Comisión IDH afirmó que Alfonso Martín del Campo
Dodd fue detenido arbitrariamente y sometido a torturas y otros tratos crueles,
inhumanos y degradantes por los policías. Además, no se le respetaron las
garantías del debido proceso, especialmente, el derecho a la presunción de
inocencia, pues distintos magistrados otorgaron pleno valor a su supuesta
confesión bajo tortura. Por eso, la Comisión IDH expresó que los hechos
establecidos en su informe constituyen violaciones de los artículos 5, 7, 8(1),
8(2), 8(3) y 25 de la Convención ADH, así como de los artículos 6, 8 y 10 de la
Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura; en violación del
deber de respeto y garantía consagrado en el artículo 1(1) de la Convención
ADH. Así, la Comisión IDH recomienda al Estado mexicano:

1. Impulsar las medidas conducentes para anular la confesión obtenida


bajo tortura en las instalaciones de la PGJDF el 30 de mayo de 1992 y de
todas las actuaciones derivadas de ella; revisar la totalidad del proceso
judicial contra la víctima en el presente caso; y disponer de inmediato la
liberación de Alfonso Martín del Campo Dodd mientras se sustancian tales
medidas.

2. Investigar de manera completa, imparcial y efectiva para determinar la


responsabilidad de todos los autores de las violaciones a los derechos
humanos en perjuicio de Alfonso Martín del Campo Dodd.

3. Reparar adecuadamente a Alfonso Martín del Campo Dodd por las


violaciones de los derechos humanos aquí establecidas.

Las actuaciones posteriores, se tramitaron ante la Comisión IDH que, a


su vez, aprobó el Informe de fondo número 63/02 el 22 de octubre de 2002 y
transmitió sus recomendaciones al Estado mexicano el 30 del mismo mes y año.
Además, le concedió dos meses contados a partir del envío del Informe, para
que comunicara sobre las medidas adoptadas para cumplimentar las
recomendaciones de la Comisión IDH. Así, el día 30 de diciembre de 2002, el
Estado mexicano presentó su respuesta y expresó que:

En relación con la primera de las recomendaciones de la Comisión ‘había


decidido [...] asumir la responsabilidad de impulsar una reforma legislativa en el
ámbito del fuero común a fin de que se posibilite en cualquier momento la
anulación de actuaciones dentro del procedimiento, cuando resulte probada la
obtención de una confesión mediante tortura o cuando se compruebe alguna
circunstancia similar’. Sin embargo, el Estado .argumentó que ‘el proceso por
homicidio en el que fue sentenciado el señor Alfonso Martín del Campo […] es
cosa juzgada, y en términos de la legislación aplicable, por el momento no es
posible hacer valer algún recurso legal que permita revisar la totalidad del
proceso judicial e impulsar las medidas conducentes para anular la confesión
presuntamente obtenida bajo tortura’. El Estado sostuvo que a pesar de lo
anterior, estaba estudiando la posibilidad de establecer algún fundamento legal
que permitiera implementar un mecanismo que diera seguimiento a la
recomendación de la Comisión Interamericana. Respecto de la segunda
recomendación efectuada por la Comisión en su informe, el Estado señaló que
el 26 de diciembre de 2002, el Subprocurador de Averiguaciones Previas
Centrales de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal había
emitido un acuerdo que ordenó la reapertura de la Averiguación Previa
SC/3839/95-03, por la presunta comisión de delitos perpetrados por diversos
servidores públicos en agravio del señor Alfonso Martín del Campo. En cuanto a
la reparación recomendada por la Comisión, el Estado manifestó que, ‘tomando
en consideración el estado en que se encuentran actualmente las
averiguaciones previas y los procesos ya resueltos legalmente, la reparación no
sería del todo adecuada, ya que faltarían elementos por considerar, los cuales
probablemente serían aportados por la averiguación previa recién aperturada’.
De todo lo anterior, se desprende que el Estado mexicano no cumplió las
recomendaciones en el periodo que tenía para hacerlo, esto es, el 30 de
diciembre de 2002, por lo mismo, la Comisión IDH, contando con la autorización
de los familiares de Alfonso Martín del Campo Dodd y sus defensores, decidió
someter el asunto a la jurisdicción contenciosa de la Corte IDH el 30 de enero de
2003, acorde con los artículos 50 de la Convención ADH y 44 del Reglamento
de la Comisión IDH, al mismo tiempo, ésta última emitió copia del expediente a
la Corte IDH y procedió a archivar el expediente original.
Planteamiento del caso ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
El planteamiento del caso ante la Corte IDH, por parte de la Comisión IDH,
guarda relación con el incumplimiento de las recomendaciones al Estado
mexicano, respecto del caso Alfonso Martín del Campo Dodd. Como resultado
de lo anterior, los representantes de las víctimas presentaron sus argumentos,
solicitudes y pruebas el día 31 de marzo de 2003, según el artículo 36 del
Reglamento de la Corte IDH. A su vez, en su contestación a la demanda de la
Comisión IDH y del escrito de los representantes del señor Alfonso Martin del
Campo Dodd, el Estado mexicano interpuso dos excepciones preliminares el día
5 de mayo de 2003.
Excepciones preliminares interpuestas por el Estado mexicano.
Las excepciones preliminares interpuestas por el Estado mexicano, en respuesta
a la demanda de la Comisión IDH sobre el caso Dodd, son las siguientes:

a) La falta de competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos


para conocer de los hechos y actos anteriores al 18 de diciembre de 1998 en el
caso 12.228; e

b) Inobservancia de Ia Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a las


reglas básicas de tramitación de peticiones individuales previstas en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y en los Reglamentos
aplicables; falta de objetividad y neutralidad de la Comisión Interamericana en la
tramitación, admisibilidad, decisión de fondo y presentación de la petición ante
la Corte Interamericana de Derechos Humanos; y afectación al equilibrio
procesal, por parte de la Comisión Interamericana, misma que derivó en
situación de indefensión, que afectó al Estado durante la tramitación de la queja.
Consecuentemente, el día 27 de abril de 2004, se llevó a cabo la audiencia
sobre excepciones preliminares, y derivado de ello, el día 3 de septiembre, la
Corte IDH emitió Sentencia sobre Excepciones Preliminares interpuesta por el
Estado mexicano, y por lo mismo, resolvió acoger la excepción ratione temporis
invocada por el Estado y archivar el expediente. Al respecto, la Corte IDH se
pronunció:
Al ejercer la función de protección que le atribuye la Convención
Americana, la Corte busca un justo equilibrio entre los imperativos de protección,
las consideraciones de equidad y de seguridad jurídica, como se desprende
claramente de la jurisprudencia constante del Tribunal.
En razón de lo anterior, la Corte estima que debe aplicarse el principio de
la irretroactividad de las normas internacionales consagrado en la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados y en el derecho internacional general,
y de acuerdo con los términos en que México reconoció la competencia
contenciosa de la Corte, acoge la excepción preliminar ratione temporis
interpuesta por el Estado para que la Corte no conozca supuestas violaciones a
la Convención Americana ni a la Convención Interamericana contra la Tortura
ocurridas antes del 16 de diciembre de 1998 y declara, en consecuencia, que no
le compete a la Corte analizar la segunda excepción preliminar.
La Corte IDH resolvió, en su sentencia sobre excepciones preliminares,
que no es competente para conocer de los hechos y violaciones presentados por
la Comisión IDH.
Consecuencias de fondo ante la resolución de incompetencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
Las consecuencias de fondo ante la resolución de incompetencia de la
Corte IDH, son relevantes, por los efectos que tiene en el impacto de la demanda
interpuesta por la Comisión IDH en este caso, pues tiene que ver con la
determinación de su incompetencia ratione temporis, para pronunciarse sobre el
fondo del asunto concreto, razón por lo cual fue rechazada la demanda. Por eso,
la Comisión IDH reserva su competencia para dar seguimiento a las
recomendaciones, en tanto no hubo pronunciamiento sobre el fondo que
considere si hubo violación de un derecho o libertad protegidos en esta
Convención, y acorde al artículo 63 de la Convención ADH, la obligación
convencional del Estado mexicano de cumplir de buena fe con las
recomendaciones, a partir de la responsabilidad establecida en el Informe 62/02,
se mantiene.
En el sentido anterior y acorde con la Corte IDH, la Comisión IDH expresó
su posición, respecto de mantener su competencia y dar seguimiento a las
recomendaciones de su Informe 63/02. Al respecto, los peticionarios informaron
que en mayo de 2006, el pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal
adoptó un punto de acuerdo sobre el caso, exhortando al Jefe de Gobierno del
Distrito Federal a proceder a la excarcelación del señor Alfonso Martín del
Campo Dodd, en cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión IDH.
En seguimiento al Acuerdo, el Secretario del Gobierno Federal emitió el
oficio SG/04866/2006 el 17 de mayo de 2006, informando al Director General de
Prevención y Readaptación Social del Distrito Federal, para que cumpla con las
recomendaciones de la Comisión Interamericana. Los peticionarios informaron
que el director respondió con oficio DO/2721/2006 de junio de 2006; expresando
que pese a su disposición de cumplir, no se encuentra dentro de su competencia
e indicaron un punto de acuerdo del Senado ratificado en marzo de 2006,
exhortando al Ejecutivo a que disponga la liberación de Alfonso Martín del
Campo; se identifique y sancione a los responsables de las violaciones y se
repare el daño económico y moral. El acuerdo se envió al Secretario de
Seguridad Pública.
Al respecto, el Estado respondió que se encuentra estudiando la
posibilidad de establecer algún fundamento legal que permitiera implementar un
mecanismo que diera seguimiento a la recomendación. Y agregó que en
noviembre de 2005, la Asamblea del Distrito Federal aprobó la reforma al artículo
614 del Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal estableciendo
el reconocimiento de la inocencia del sentenciado procede [...] IV. Cuando la
sentencia se base de manera fundamental en una confesión obtenida mediante
tortura. Esto, respecto de una parte de la primera recomendación de la Comisión
Interamericana.
En la segunda recomendación, el Estado reitera que en diciembre de 2002
el Sub Procurador de Averiguaciones Previas Centrales de la PGJDF, emitió un
acuerdo que ordenó la reapertura de la Averiguación Previa SC/3839195-03, por
la presunta comisión de delitos perpetrados por diversos servidores públicos en
agravio de Alfonso Martín del Campo, a quien se practicó una evaluación
psicológica que arrojó resultados negativos en cuanto a evidencias de tortura.
Basados en la evaluación, la averiguación previa concluyó en octubre de 2006
estableciéndose otra vez el no ejercicio de la acción penal, al no acreditarse los
actos de tortura. Por eso, el Estado expresó que no puede tomar ninguna acción
en relación a la tercera recomendación. La Corte IDH archivó el expediente y la
Comisión IDH analizó el seguimiento a las recomendaciones de su Informe sobre
el fondo 63/02.
Posteriormente, la Comisión IDH recibió escritos e información adicional
de las partes y pese a los mínimos avances que implican los puntos de acuerdo
de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, así como del Senado que
ordenan medidas para dar cumplimento al Informe de la Comisión IDH, ésta,
después de analizar los alegatos de las partes y los hechos presentados en
cumplimiento las recomendaciones, concluye que no existe una implementación
efectiva de sus recomendaciones, y en virtud del artículo 51(2)27 de la
Convención ADH, subsiste la obligación del Estado de cumplir con ellas. El
Estado opinó que el informe 63/02 está sustentado sobre bases erróneas, y por
lo mismo, no está obligado a cumplir las recomendaciones, añade que es
incompetente para darle seguimiento al Informe, puesto que los artículos 5028 y
51,29 establecen un procedimiento con alternativas excluyentes, y al presentar
el caso a la Corte IDH precluyó su competencia.
Sin embargo, en octubre de 2008, la Comisión IDH resolvió proseguir el
trámite del Informe 63/02 y dar seguimiento a las recomendaciones del mismo.
Además, en el año 2009 emitió el informe de Fondo número 117/0930 donde
confirmó que Alfonso Martín del Campo fue detenido arbitrariamente, sometido
a torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes, para hacerle confesar
los homicidios de Juana Patricia Martín del Campo y Gerardo Zamudio Aldaba.
Añade que no respetaron las garantías del debido proceso, en particular el
derecho a la presunción de inocencia, en virtud del valor conferido por los
magistrados a su confesión obtenida bajo tortura. Además de las violaciones ya
referidas a la Convención ADH y a la Convención Interamericana para Prevenir
y Sancionar la Tortura. Por eso, la Comisión IDH decidió publicar el Informe e
incluirlo en su Informe Anual. Además de supervisar los avances del Estado en
el cumplimiento de sus recomendaciones.
Conclusiones al estudio de caso
Las conclusiones del análisis socio jurídico sobre los derechos humanos
y su eficaz protección en México, estudio de caso: la experiencia de Alfonso
Martín del Campo Dodd, se relaciona con el planteamiento, estudio, análisis y
crítica de los hechos respectivos, acaecidos el día 30 de mayo de 1992, así como
a su detención arbitraria e ilegal, por parte de los agentes policiacos, y a la
supuesta tortura sufrida cuando estaba bajo su custodia, lo mismo que a las
actuaciones del Estado mexicano, en relación al proceso ante la Comisión IDH
y posteriores consecuencias de fondo ante la resolución de incompetencia de la
Corte IDH para conocer el caso concreto, mismo que resultó en la decisión de
que la Comisión IDH conserva sus facultades, para dar seguimiento a las
medidas implementadas por el Estado para el cumplimiento de sus
recomendaciones.
Respecto del caso en cuestión, la Comisión IDH expresó que los hechos
acaecidos en este asunto, constituyen violaciones de los artículos 5,32,7,33
8(1),34 8(2),35, 8(3)36 y 2537 de la Convención ADH, así como de los artículos
6,38, 8,39 y 1040 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la
Tortura; en violación al deber de respeto y garantía consagrado en el artículo
1(1)41 de la Convención ADH. Por lo cual, la Comisión IDH reitera al Estado
Mexicano sus recomendaciones. Y de conformidad con los artículos 51(3)42 de
la Convención ADH y 4543 del Reglamento de la Comisión IDH, decidió publicar
el Informe, aparte de incluirlo también en su Informe Anual a la Asamblea
General de la OEA. En consecuencia, la Comisión IDH continuará evaluando las
medidas adoptadas por el Estado con relación a sus recomendaciones, hasta
que sean cumplidas.
Reiterando al final para concluir con el objeto de este ensayo, cabe
mencionar que el asunto en cuestión comienza en la madrugada del sábado 30
de mayo de 1992, fecha en que la señora Patricia Martín del Campo Dodd y su
esposo el señor Gerardo Zamudio Aldaba, fueron asesinados en su domicilio. La
señora Patricia recibió 29 puñaladas y su esposo Gerardo 37 puñaladas. Al
respecto, Alfonso Martín del Campo Dodd, refiere que vivía con su hermana y su
cuñado en el mismo domicilio, y que fue golpeado y secuestrado por dos sujetos
quienes se cubrían la cara y la cabeza con medias obscuras. Además, los sujetos
referidos robaron un vehículo de la casa de las víctimas, lo metieron a la cajuela
del mismo y lo llevaron hasta la carretera México-Cuernavaca.
De tal manera que Alfonso Martin del Campo Dodd se presentó a la 10ª
agencia del Ministerio Público, a dar parte de los hechos acontecidos en su
domicilio. El personal policiaco lo entrevistó al llegar y después el policía Sotero
Gutiérrez Galván le volvió a preguntar sobre los hechos, y según expresó, se
percató que las respuestas eran contradictorias, así que, a decir del señor
Alfonso Martín del Campo Dodd, los policías lo llevaron a una oficina, donde lo
golpearon, además de ponerle una bolsa de plástico cubriéndole la cabeza, con
el fin de impedirle la respiración. Todo esto, para obligarlo a confesar los dos
crímenes cometidos, y así, los policías consiguieron una declaración auto
inculpatoria.
Una vez que fue puesto a disposición del ministerio público respectivo,
éste inició la averiguación previa correspondiente y, posteriormente puso al
señor Alfonso Martín del Campo Dodd a disposición de la autoridad jurisdiccional
55º penal de primera instancia, quien le dictó auto de formal prisión, para
después procesarlo. Por tal motivo, cabe afirmar que los agentes policiacos
referidos, lo detuvieron de manera ilegal y arbitraria, además de torturarlo, puesto
que no contaban con orden de aprehensión, fundada y motivada por autoridad
competente, tampoco constituía flagrancia ni era caso urgente, y la tortura está
prohibida por la ONU, la OEA y México al formar parte de ambos sistemas de
protección a los derechos humanos.
El 28 de mayo de 1993, el juez, por ministerio de ley, 55º penal de primera
instancia, dictó sentencia condenatoria; pues al juzgar al señor Alfonso Martín
del Campo Dodd, lo encontró penalmente responsable del doble homicidio en
perjuicio de sus familiares ya referidos, y por tal motivo, le impuso una condena
de 50 años de prisión. Por lo mismo, cabe afirmar que el juzgador mencionado
le otorgó total y pleno valor jurídico a las pruebas ilegalmente generadas, y con
eso, acreditó hechos que son violaciones graves al debido proceso legal. Pues
el procesado, en el momento de su declaración preparatoria ante la autoridad
competente, denunció la supuesta tortura sufrida a manos de los policías
ministeriales, y pidió que se revisaran los exámenes médicos que le practicaron
a su ingreso para constatar su estado físico al momento, además, le pidió al juez
que tanto su declaración de la tortura como las lesiones que aparecían en los
exámenes médicos, quedaran asentadas en su declaración preparatoria.
Por lo que una vez procesado y sentenciado por el juez de primera
instancia, Alfonso Martín del Campo interpuso el recurso de apelación ante la
Octava Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF);
con el Toca 454/93. El 17 de agosto de 1993, la sala confirmó la sentencia de
primera instancia. En la confirmación de sentencia, los magistrados de la octava
sala, que conocieron y resolvieron al respecto, expresaron que la declaración
confesoria (…) rendida por el ahora procesado, resulta ser el único indicio de
prueba relevante en cuanto al esclarecimiento de los hechos que nos ocupan
(…).
Lo anterior, repercutió en todas las instancias locales y federales que conocieron
del caso concreto. Porque después de la apelación de sentencia fechado el 17
de agosto de 1993 que confirmó la sentencia en primera instancia, Alfonso Martin
del Campo Dodd presentó varios recursos ante diferentes instancias tanto
locales como federales, entre ellos un amparo directo, un recurso de revisión; un
incidente de reconocimiento de inocencia; un juicio de amparo directo; un recurso
de revisión y un reconocimiento de inocencia, hasta ahora, todos adversos.
Como consecuencia del curso que tomó el caso concreto, despertó un
gran interés tanto para los órganos estatales como para los federales, así como
también para distintas ONG´s, la sociedad civil y la academia.
Finalmente, en sesión de 18 de marzo de 2015 la Primera Sala resolvió,
por mayoría de votos, el amparo en revisión 631/2013, mediante el cual ordenó
la inmediata libertad de Alfonso Martín del Campo Dodd, al haberse comprobado
la tortura de la cual fue objeto para obtener su confesión en la comisión de dos
delitos, sin que hubiera más pruebas en el proceso penal que lo inculpara.
En apoyo a esta decisión se tomaron en consideración los siguientes
elementos: la resolución en el procedimiento administrativo de responsabilidad
QC/0011/FEB-94 de 14 de octubre de 1994 donde se determinó que un agente
de policía era responsable por la detención arbitraria, incomunicación y tortura
de Alfonso Martín del Campo Dodd, el dictamen médico psicológico conforme al
Protocolo de Estambul de 27 de septiembre de 2002, los Informes No. 63/02,
33/09 y 117/09 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de 22 de
octubre de 2002, 20 de marzo de 2009 y de 12 de noviembre de 2009, la
recomendación 13/2002 de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito
Federal de 26 de diciembre de 2002, la opinión No. 9/2005 del Grupo de Trabajo
sobre la Detención Arbitraria de la Organización de las Naciones Unidas de 25
de mayo de 2005, el punto de acuerdo de 9 de marzo de 2006 del Senado de la
República y el punto de acuerdo de 28 de abril de 2006 emitido por la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal.
En virtud de lo anterior, la Primera Sala concluyó que se actualizó el
supuesto previsto en el artículo 641 del Código de Procedimientos Penales del
Distrito Federal que establece que el reconocimiento de la inocencia del
sentenciado procede en los siguientes casos: “(…) VI.- Cuando la sentencia se
base de manera fundamental en una confesión obtenida mediante tortura.”

RESUELVE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN QUE


ALFONSO MARTÍN DE CAMPO DODD FUE TORTURADO, QUE ES
INOCENTE Y QUE NO HAY UNA SOLA PRUEBA EN SU CONTRA.
________________________________________
ENSEGUIDA SE INSERTA EL COMUNICADO DE PRENSA NÚMERO
055/2015 DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN RESPECTO
DE LA DECLARACIÓN DE PROCEDENCIA DEL RECONOCIMIENTO DE
INOCENCIA DE ALFONSO.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Y DE CONSULTA

Averiguación previa número 10/2160/92-05, fojas 59 y 65 del tomo II y 138 a 140


del tomo II.
Caballero Ochoa, José Luis. La cláusula de interpretación conforme y el principio
pro persona (artículo 1º. segundo párrafo de la Constitución. En La reforma
constitucional de derechos humanos: un nuevo paradigma. Coordinadores:
Miguel Carbonel y Pedro Salazar. IIJ. Serie Doctrina Jurídica número 609.
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Carbonell, Miguel. Las obligaciones del Estado en el artículo 1º. de la


Constitución mexicana. En La reforma constitucional de derechos humanos: un
nuevo paradigma. Coordinadores: Miguel Carbonel y Pedro Salazar. IIJ. Serie
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Carmona Tinoco, Jorge Ulises. La reforma y las normas de derechos humanos


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Pedro Salazar. IIJ. Serie Doctrina Jurídica número 609. UNAM, México 2011.
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Humanos. Instrumentos de protección Internacional. Programa de cooperación
sobre Derechos Humanos. México-Comisión Europea. SRE México 2004.

Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.- Artículo 6. En


Derechos Humanos. Instrumentos de protección Internacional. Programa de
cooperación sobre Derechos Humanos. México-Comisión Europea. SRE México
2004.

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García Ramírez, Sergio. Reparaciones de fuente internacional por violaciones a


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Pedro Salazar. IIJ. Serie Doctrina Jurídica número 609. UNAM, México 2011.

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