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Cogito Ergo Sum

Entre la duda, el demonio y la fe.

Una de las muchas preguntas que rondan nuestra mente es si el mundo el cual vivimos es una fantasía,
un sueño o quizá alguna simulación llevada a cabo por un personaje siniestro. Por lo general solemos
desaparecer este pensamiento con otros que quizá nos parezcan mas importantes en nuestro día a día.
Rene Descartes empieza a cuestionar este pensamiento de la existencia y llega a desarrollar el trabajo
más importante de su vida: La única y verdadera manera de encontrar el conocimiento. La cual es eliminar
todo aquello que damos por hecho, y empezar desde el fundamento.

El demonio malvado o genio maligno

La filosofía de Descartes puede verse plasmada en su libro Meditaciones publicada en 1961, en esta se
encuentran 6 meditaciones. La primer de ellas introduce el “método de la duda”. Descartes reconoce que
si se desea crear algo duradero y de relevancia de debe destruir todo lo conocido y empezar desde los
fundamentos. El establece que incluso sus propios sentidos lo han engañado y “la persona prudente no
confía plenamente en una persona que la engañado al menos una vez”. Para justificar esta conjetura
establece la idea de los sueños, donde todo se asemeja a la realidad y parece palpable de tal manera, pero
sigue siendo un sueño. Aunque claro los sueños al igual que una pintura únicamente pueden ser
construidos por elementos reales. Descartes menciona que incluso elementos conocidos (nuestros ojos,
cabeza manos) fuesen imaginarios estos dependerán de cosas simples que son reales. Descartes piensa
que “no hay una de mis creencias de la cual no se puede plantear una duda adecuadamente”. En este
punto:

Supondré entonces que no Dios, que es supremamente bueno y fuente de toda verdad, sino más bien una
clase de demonio de extremo poder y astucia ha usado todas sus energías para engañarme. Yo deberé
pensar que el cielo, el aire, la tierra, colores, formas, sonidos y todas las cosas externar son meramente
ilusiones de seños en los cuales él me ha engañado en oscurecer mi juicio.

Este es el demonio malvado, una vez levantada la posibilidad la única alternativa es protegerse de
cualquier falsedad. Descartes reconoce que es difícil conseguir esto, que la pereza suele traernos de vuelta
a la realidad, pero es un deber intelectual la labor de explorar lo oscuridad que lleva esta tarea.

Cogito, ergo sum

La famosa frase de descartes. La misma que viene de las dudas que él mismo levanto en la primera
meditación. Abrumado piensa en el hecho de que no tiene ni sentidos ni cuerpo. Pero:

¿Sigue ahora que yo tampoco existo? No. Si me convenzo de algo, entonces ciertamente existió. Pero hay
un engañador de poder supremo y astucia que deliberada y constantemente me engaña. En ese caso, yo
también indudablemente existo, si él me está engañando; y aunque me engañe tanto como pueda, nunca
hará que yo no sea nada siempre que crea que soy alguna cosa. Entonces, después de considerar todo muy
a fondo, finalmente debo concluir que esta proposición, yo soy, yo existo, es necesariamente verdadera
siempre que sea presentada por mí o concebida en mi mente.

De ahí la frase tan famosa. Descartes entonces describe que el pensamiento esta conectado a el mismo y
por ende la existencia del pensamiento también significa la existencia del ser. Por lo tanto, este dejara de
“ser” el momento en que deje de pensar.

Para poder abordar el tema de la existencia Descartes describe el experimento de la cera. En esta describe
que la percepción de la cera es meramente una observación mental. Empieza observando la cera en un
estado sólido, implicando su propia existencia y nadie niega esto. Luego la pone al calor y ve que sus
propiedades cambian. Se da cuenta que ya no conserva el mismo sabor, forma, color y que ahora es
líquida. Entonces se pregunta si la misma cera permanece, y lo hace, nadie lo puede negar.

Al observar esto concluye que la percepción que obtuvo a través de sus sentidos fue alterada, pero la cera
sigue siendo la misma. Descartes pule la idea mencionando que:

Ahora sé que incluso los cuerpos no son percibidos estrictamente por los sentidos o la facultad de la
imaginación, pero solo por el intelecto, y que esta percepción no se deriva de ser tocados o vistos pero de
ser entendidos; y en vista de esto, sé claramente que puedo lograr un mejor y una percepción más evidente
de mi propia mente que de cualquier otra cosa.

Así termina la segunda meditación.

El circulo cartesiano

Las 2 primeras meditaciones son clásicos de la filosofía, sobre todo porque estos presentan el método de
la duda, al igual que uno de los experimentos más más famosos. Como lo es el experimento del demonio
malvado.

Pero descartes luego de esto se ve abandonado en un bloque desierto donde no puede crear ningún
argumento, debido a que toda base puede ser puesta por el impostor introducido en la segunda
meditación. Lo único que le queda es el conocimiento de si mismo a través del “Soy”.

Al encontrarse en este estado Descartes se fija en el pensamiento de si mismo. En este observa que tiene
una idea de perfección, y que la misma tiene que tener una causa, aquella que ha causado el efecto de
esta. A esta causa le llama Dios, el mismo que considera perfecto. Cómo este ser es perfecto entonces no
miente, porque mentir no es parte del ser bueno, mucho menos de la idea de perfección.

Pero como juzgar que es perfecto. ¿Como podríamos saber que un experimento es perfecto? Si para
reconocer algo en su perfección tendríamos que saber que es perfecto de antemano. En caso de saber
que un experimento es perfecto de antemano ya lo hubiésemos creado nosotros mismo. Por lo tanto, la
idea de perfección de acuerdo algunas criticas no puede ser concebida como tal.

A esto Descartes se defiende diciendo que una montaña puede ser tocada, pero no abrazada por su
extensión. Así mismo Dios puede ser tocado por el intelecto, para conocerlo. Pero este no puede ser
abrazado para tener un total entendimiento de este.
Descartes ha probado la existencia de Dios. Esto le da la disposición para salir del bloque desolado en el
cual se encontraba y empezar a desarrollar el resto de las meditaciones. Pero según otros pensadores esta
misma idea comprueba que la tarea de Descartes estaba destinada a fallar. De entre las muchas criticas
se destaca la infame idea del circulo cartesiano. Donde se justifica un argumento redundando el mismo.
En este caso, Descartes se convence a si mismo que su argumento es bueno. Ya que Dios es bueno,
entonces es fuente de toda certeza ¿Qué paso con el demonio? ¿Acaso las ideas concebidas no pueden
ser un engaño de este? A esto Descartes recurre a Dios – al Dios que el acaba de probar – para ser el
garante que toda idea claramente distinguida debe de ser verdad.

Para explicar la idea de una manera más clara se puede decir que tenemos una preposición clara y distinta,
por ende, debe de ser verdad. Ahora consideremos la preposición “Dios existe y este no nos engaña”.
Entonces una idea clara y distinta será verdad, siempre y cuando conozcamos que Dios existe y este no
nos engaña. Pero otro punto sostiene que podemos conocer al Dios que existe y no engaña si primero
conocemos una idea clara y visible que es verdadera. Este punto muerto se lo puede ver también al decir
“Necesito café para levantarme por la mañana”, pero “Necesito levantarme para hacer el café”.

Llegar a este punto muerto, donde se justifica a si mismo a sido criticado por muchos filósofos. De esto se
podría aprovechar el espacio para conocer la coherencia donde los argumentos son basados en
fundamentos que ya han sido comprobados o se creen ciertos a simple vista sin necesidad de
comprobación.

Bibliografía
[1] Blackburn, S. (2001). A compelling introduction to philosophy: Oxford University Press.

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