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ILSE ANDREA CARRANZA RAMÍREZ

CUEK
M. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE NIÑOS
METODOLOGÍA II- ENTREGA 2

¿Qué ocurre a nivel estructura con el autista?


¿Cómo nombrar a esa estructura que se genera con el autista?

La relación del niño con su madre tiene una relevancia importante en los avatares
de la constitución subjetiva del niño. La madre en determinado momento puede
presentarse como omnipotente, existiendo para todo niño una determinada
relación de sometimiento por parte de él hacia ella. Pero solo posteriormente está
relación se irá moldeando, dependiendo de la estructura que encara esa madre y
de los recursos con los que cuenta ese bebé, y por supuesto, del lugar que dé ella
al padre.

Aulagnier, P. (2001)1, plantea que las palabras y los actos maternos se anticipan
siempre a lo que el niño puede conocer de ellos, por lo que la oferta precede a la
demanda. Es decir, la madre va a ofrecer al hijo antes de que éste pida, de que
demande, la madre es la primera que va a demandar algo a ese pequeño, ella
constantemente va a estar interpretando lo que ese bebé va a querer, por lo tanto
la madre se presenta como un ser hablante, ubicando al niño en una situación de
destinatario de un discurso.

La madre posee el privilegio de ser para el infans el enunciante y el mediador


privilegiado de un "discurso ambiental", del que le transmite, bajo una forma
predigerida y premodelada por su propia psique, las conminaciones, las
prohibiciones y mediante el cual le indica los límites de lo posible y de lo lícito.

Podemos ubicar que la psique de la madre va actuar como prótesis para la psique
del bebé. Imponiéndosele al niño en un primer momento una elección, un
pensamiento, una acción que están motivados por el deseo de la madre. Es
necesario, la presencia real de un agente que lo reciba en un espacio virtual (el
lugar de su falta), espacio en el cual ese infans se espejea (imaginariza).

Jerusalinsky (1997) 2 ubica la falta de la mujer, en el deseo de un hijo, este lugar


es llenado simbólicamente por el niño, se imaginariza una completud insostenible,
sin embargo, el niño también estará afectado por la falta posteriormente. Este
autor, marca como característico en esta dialéctica de madre-hijo, un infans que
se ve totalizado en un "otro" que lo espeja, y que va a desear lo que desea la
madre, pero solo a través de la intervención de la ley (Nombre del Padre), el niño
se va a constituir como deseante. La función materna por lo tanto, ocupa un lugar
privilegiado en los avatares de la constitución de la subjetividad, ya que desde la

1 Aulagnier, P. (2001). La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado (5° ed.). Argentina: Amorrortu.
2
Jerusalinsky, A. (1997). Psicoanálisis del autismo. Buenos Aires: Nueva Visión.
estructura psíquica de esa mujer-madre es el lugar que le va a dar a su hijo, y por
supuesto también depende de ella, el lugar que le dé a ese padre, por lo que el
concepto de maternidad va más allá de parir y dar vida, dar vida, es ahijar un hijo,
ofrecerlo a la cultura, implica desprenderse de ese hijo para que realice su propio
deseo.

Ahora corresponde dar espacio al lugar que ocupa el hijo en el deseo de la madre,
y desde ahí dar cuenta que sucede cuando no hay un lugar para un hijo como
sujeto, cuando la [unción materna fracasa.

Desde la óptica de Jerusalinsky, en el Autismo no hay captura del hijo, a no ser


que en el deseo de esa madre, está implicado el deseo de muerte: él muerto. No
solamente es esquivado el Otro, la Ley, como en la Psicosis, sino también el
cuerpo del hijo, dando lugar a una muerte psíquica.

En la medida en que es preservada la circulación simbólica, el niño puede quedar


como faltante en una red imaginaria, porque el niño es sustituible por un
significante, él podrá acceder al lenguaje, como lo vemos en la Neurosis. Pero
cuando él no es sustituible, cuando no es facilitado, cuando no puede sustituir un
significante como el Falo, porque su madre es "demasiado mujer", y el espejo que
refleja el espacio materno le devuelve constantemente al campo de lo real, ya sea
por la imposibilidad psíquica de sostener un lugar de circulación simbólica para
este niño, o porque el niño está orgánicamente impedido, lo que dificulta su trabajo
en la constitución subjetiva, él queda fuera de la mirada deseante materna y
paterna, alejado de cualquier circuito de comunicación y de las más elementales
formas de demanda, quedando fuera de lo simbólico, nos encontramos de esta
forma por los escabrosos caminos del Autismo, donde la subjetividad es relegada
y anulada.

Un psicótico entra al Estadio del Espejo, pero para que logre entrar tiene que
haber estado libidinizado, haber adquirido el estatuto de falo; los niños autistas no
entran al estadio del espejo, no fueron Iibidinizados, no hubo inscripción del
significante, se queda ahí el autista, si poder entrar ni de un lado ni del otro, sin
entrar en el universo significante, sin ser facilitado.

"La ausencia de incorporación de falo es un hecho enignlático, pero aclara en


negativo el hecho de que se produzca" (Yankelevich, H. 2002)3.

Cuando existe esta ausencia de incorporación de falo, cuando no logra efectuarse,


el niño en lo real queda con ausencia de toda representación que lo concierne,
como pedazo de cuerpo real, sin ningún significante.
3 Yankelevich, H. (2002). “Lógica del goce”. Argentina: Horno Sapiens
No se genera una estructura psíquica, a falta de la incorporación del falo, ni
siquiera llega, como comenta Jerusalinski:

“La emergencia en la realidad de una significación enorme que parece una


insignificancia ubica al psicótico como anclado en el espejamiento unívoco con la
madre, en el autismo, impediría todo acceso al estadio del espejo. Este último,
marcado por la ausencia de deseo materno, no entra en la ecuación ni siquiera
como falo presente, sino como exclusión total de la función materna. Sucede que
el Otro circula en un imaginario que deja afuera al hijo. Todo significante opera,
entonces, lanzándolo al campo de lo real, dejando al niño sin marca.” (1997)

La hipótesis que indica a continuación, tiene que ver con la imposibilidad de la


madre de dejar caer el objeto real de su castración que daría lugar a la articulación
de su deseo en la función materna.

¿Será posible considerar al autismo, como propone Jerusalinski en una


nueva estructura?
¿Por qué la madre no pudo reconocer a su hijo como sujeto?
¿Qué lugar ocupa ese hijo autista para sus cuidadores (padre y madre)?
¿Desde cuándo el deseo de la madre se va formulando, cómo influye la
historia familiar en el niño autista, cómo es la percepción de los cuidadores?

El deseo de la madre, ha sido, el del falo simbolizado, pero del cual el hijo tiene
salir, y la salida tradicional es del lado del padre, del nombre del Padre. Es preciso
que en algún momento el niño ocupe el ser todo para el otro materno, pero
también será absolutamente necesario, que pueda dejar ese lugar.

"El estatuto del cuerpo imaginario solo será alcanzado merced al soporte deseante
de algún otro que convalide esa representación a quien llamamos madre"
(Aulagnier,2001).

Por lo que el deseo de la madre es estructurante, para que ese infans pueda
subsistir, ya que sin ese deseo puede haber una muerte de ese niño, tanto en lo
psíquico como en lo real, si no existe ese deseo, el hijo corre un gran riego,
arriesga la vida, como lo que sucede en el autismo , hay una ausencia de ese
deseo, el no ser deseado por ella, en tanto sujeto, por lo tanto hay una muerte en
lo psíquico, ya que no se le reserva ningún lugar simbólico y quizás tampoco
imaginario. Es como si ese cuerpo real del niño, esa carne real, no encuentra ese
imprescindible soporte deseante y simbólico.

Podríamos entender que en el caso del Autismo suponemos que ese deseo que
debería de otorgar el trueque de pene hacia hijo, no estuviera presente, el niño no
alcanza el estatuto de falo y por lo tanto la madre no lo puede sostener como
sujeto. En este sentido (Méndez, 2005)4 genera una hipótesis que me parece
congruente para los fines de este trabajo:

“…el niño se pierde porque no hay un sostenimiento por parte de la madre y de


ninguna otra persona; algo desde lo real retoma en el cuerpo del hijo, algo que no
es dicho que no es simbolizado por los padres, aparece casi a modo de delirio en
el cuerpo del hijo, desde lo real.”

Podemos ubicar que la psique de la madre va actuar como prótesis para la psique
del bebé. Imponiéndosele al niño en un primer momento una elección, un
pensamiento, una acción que están motivados por el deseo de la madre.

Aulagnier, por su parte, plantea que algunas madres carecen de significación de la


función materna, quedando obturado el deseo de hijo. La autora describe que
durante el curso del embarazo de éstas madres y la realización del deseo de hijo,
experimentan las consecuencias de una omisión en el discurso de su propia
madre. Es decir, hay algo en la trasmisión de sus propias madres que no es dicho,
no es aprehendido, no es trasmitido el deseo de hijo, el deseo está ubicado en
otro lado, lo que conduce a un silenciamiento de todo deseo de maternidad
manifestándose una negativa a tener un hijo, que según Aulagnier, constituye para
las mujeres la solución más económica para el propio equilibrio de la mujer.

Sin embargo, cuando la maternidad se impone, cuando esta solución fracasa, no


puede reconocer a ese hijo en tanto sujeto, ya que carece de esta trasmisión, por
lo que el niño se ve frente a un discurso en el que no existe ningún enunciado que
dé sentido a su presencia.

Phillipe Gutton (1987)5, retoma que un niño nace de dos historias deseantes, de lo
que no pudo, de lo que no fue, pero también de que alguien se eternice y continué
con un apellido, con un linaje, que esté incluido en una filiación, que esté
asociado, unido la carne a la institución que es el sostén de la cadena genealógica
de lo humano, hay existencia en tanto que se está inscrito en una sociedad, en un
mundo simbólico, algo llamado “historia familiar”.

Aulagnier, constituye para las mujeres la solución más económica para el propio
equilibrio de la mujer. Sin embargo, cuando la maternidad se impone, cuando esta
solución fracasa, no puede reconocer a ese hijo en tanto sujeto, ya que carece de
esta trasmisión, por lo que el niño se ve frente a un discurso en el que no existe
ningún enunciado que dé sentido a su presencia.

4 Méndez, R.(2005) “Autismo y la ausencia del deseo de la madre”, Facultad de Psicología de San Luis Potosí., México.
5
Gutton, P. (1987) “El bebé del psicoanalista”, Amorrortu, Buenos Aires, Argentina.
"La sombra hablada no anticipa al sujeto, lo proyecta regresivamente a ese lugar
que el portavoz había ocupado en una época pasada" (Aulagnier, 2007). Por lo
que la madre viene precedida por una historia que le va a permitir actuar de
determinada manera.

Ahora desde el trabajo retomado por Aráoz, V. & Barrionuevo M.(2004)6,


distinguen el autismo de la psicosis y plantean que existe un fracaso masivo de la
metáfora paterna en el Autismo, donde no hay Otro, ni objeto a, lo que equivale a
decir que no hay inscripción de la falta, y el niño autista se encuentra en relación
con un Otro masivo y total, cuerpo a cuerpo, quedando en lo Real, el Otro se
reduce a una ausencia, lo que quiere decir que el niño se encuentra frente a un
desierto de deseo, faltando la imagen especular.

Como una hipótesis, el niño autista parece quedarse en lo real, en un mundo sin
dimensiones, sin simbólico, el Otro no llega a instaurarse como figura especulante
que da acceso al yo ideal del infans, existiendo una falla en lo imaginario, de
ninguna manera logra instaurarse el enganche de lo real a lo simbólico.

¿Cómo es el “cuidador” del niño con autismo?

Según Werner, Dawson, Osterling y Dinno, (2000) citados por Martinez, Bilbao,
(2008)7 “uno de los aspectos más crueles del autismo infantil es que, para los
padres, es muy lento el proceso de darse cuenta de que a su hijo le pasa algo”.

Morales Orozco (2013)8 comenta que siendo conscientes de que no es fácil


asimilar un diagnóstico de Autismo, es en este proceso del darse cuenta, y aceptar
que su hijo es autista, donde la familia debe estar acompañada por expertos que
le ayuden a comprender la situación, así como a admitir que deberán aprender a
vivir de una forma distinta de la que hasta entonces llevaban, y así hacer más
amena tanto su vida como la de su hijo.

Cuando los padres han aceptado la realidad que ahora los acompaña, deben
tomar decisiones principalmente frente al cuidado de su hijo, quien requerirá de
cuidados especiales y acompañamiento continuo. Aunque la familia se ve inmersa
en un tornado de emociones, estas deberán ser asimiladas para así poder tomar
las decisiones idóneas y asertivas para cada familia según el caso.

6 Aráoz, V. & Barrionuevo, M. (2004, Octubre) Publicado en: Seminario Puntuaciones sobre el Autismo.
Cuestiones preliminares. Disponible en: http: //www.edupsi.com/autismo.htm
7 Martínez, M. Á. y Bilbao, M. C. (2008). Acercamiento a la realidad de las familias de personas con autismo.

Intervención Psicosocial, 17(2), 215-230. Colegio Oficial de Psicólogos, España.


8 Morales Orozco N. (2013). El proceso de cambio, a través de la construcción de narrativas generativas en

familias donde se identifica una integrante autista. Publicado en: Umanizalez. Disponible en:
http://ridum.umanizales.edu.co:8080/xmlui/bitstream/handle/6789/788/Morales_Orozco_Nataly_2013.pdf?sequ
ence=1
Con respecto al cuidado que demandará el niño con autismo puede generar
controversia en la familia, pues partiendo de los mitos que alrededor de dicho
trastorno se han creado podrán existir quienes se limiten a prestarle los cuidados y
atenciones necesarios, tomando la decisión de no recibir ayuda de profesionales
expertos.

Además de requerir de atención en aspectos como aseo y alimentación, la


persona con autismo deberá contar con alguien que se haga cargo de su cuidado
constante ayudándole en sus tareas diarias, acompañándolo en los distintos
escenarios en que esta habrá de desempeñarse y conociendo cada vez más a
profundidad sus necesidades para así poder suplirlas en beneficio de la calidad de
vida, y quiénes mejor capacitados que los integrantes del núcleo familiar, para
decidir quién es la persona idónea para ocupar dicho rol.

Por lo tanto, luego de conocer un diagnóstico de Autismo los familiares de quien


tiene el trastorno, además de tener la necesidad de ir despejando las dudas e
interrogantes que con éste llegan, también deben tener en cuenta que esta
persona deberá permanecer bajo el constante cuidado de quien se convertirá en
su mano derecha para así poder desarrollar sus actividades diarias.

Refiriéndose a los cuidadores, Achury, Castaño, Gómez y Guevara(2011)9,


expresan:

“Estas personas deben poseer características específicas:


responsabilidad, disciplina, paciencia, adaptabilidad a los cambios, al
tiempo que brinda acompañamiento y apoyo emocional al paciente,
pues es su respaldo en el proceso de la enfermedad” (2011)

Pertenezca o no al núcleo familiar, el “cuidador” deberá dedicar gran parte de su


tiempo al servicio de esta persona, debiendo replantear y modificar así las
actividades que comúnmente desarrollaba. El cuidador entra a ser parte clave en
el desarrollo de quien posee el trastorno, por ende se convierte éste en un proceso
de aprendizaje mutuo, donde ambas partes aportan y ganan dependiendo de sus
capacidades.

La labor de cuidar se convierte en un don personal de quien asume dicho rol pues
compartir su vida de esta forma, requiere de habilidades especiales que le
permitan hacer de dicha experiencia una actividad de su diario vivir, donde
además de cumplir una labor sea o no remunerada, se logra un intercambio
emocional y vivencial en la mayoría de los casos para el beneficio mutuo.

9Achury, D., Castaño, H., Gómez, L, y Guevara, N. (2011). Calidad de vida de los cuidadores de pacientes
con enfermedades crónicas con parcial dependencia. Investigación en Enfermería: Imagen y Desarrollo..
Pontificia Universidad Javeriana Colombia.
Consecuentemente al referirnos al cuidado sin importar las circunstancias en que
deba darse el mismo, el ser humano desde el momento de su nacimiento
encuentra refugio en su madre, convirtiéndose esta en promotora de bienestar
para su hijo; razón por la cual se concluye que “en el entorno colombiano es
frecuente que los familiares, en especial las mujeres, asuman el papel de
cuidadores de los enfermos crónicos, mucho más si éste es un niño” (Montalvo,
Flórez, Stavro, 2008)10

En la mayoría de los casos es la madre quien se hace cargo del niño con autismo,
pues siguiendo las creencias y costumbres sociales, es la mujer quien debe
quedarse en casa para cuidar de sus hijos. El cuidador deberá cumplir con la labor
de acompañar y suplir todas aquellas necesidades de las cuales requiera la
persona, convirtiéndose en la pieza fundamental que ayudara en el desarrollo del
diario vivir.

El así llamado cuidador, en un número bastante significativo de casos es la madre


quien se encarga de suplir las necesidades de la persona con autismo; algunas
veces aquel que asume el rol de cuidador no hace parte de la familia, sino que se
trata de alguien externo, y que de igual forma entrega todo de sí para garantizar el
bienestar de quien se encuentra bajo su cuidado.

Los cuidadores suelen presentar dificultades en ámbitos tanto físicos como


mentales, por lo general caracterizadas estas por sentimientos de carga, estrés y
tristeza frente a la labor del cuidado; dichas características se hacen más
evidentes en los cuidadores de índole informal, pues estos al no contar con una
formación profesional frente al cuidado, suelen poseer menos estrategias de
afrontamiento con respecto a las adversidades que en el desempeño de dicha
labor se puedan presentar (Zambrano, Ceballos, 2007)11

Hablamos de un cuidador para referirnos a aquella persona cuya labor se centra


en satisfacer las necesidades físicas de quien así lo requiera. En casos donde la
persona requiere cuidados constantes, éstos deberán modificar sus estilos de vida
para adaptarse a las situaciones según los requerimientos de quien está bajo su
cargo. El rol del cuidador supone importantes repercusiones para su salud física y
mental, hablándose en la actualidad de “síndrome del cuidador” para referirse a
dichas consecuencias negativas (Segui, Ortiz, De Diego, 2008)12

10 Montalvo, A., Flórez, I. y Stavro, D (2008). Cuidado a cuidadores familiares de niños en situación de
discapacidad. Aquichan, 8(2), 197- 211. Universidad de la Sabana
11 Zambrano, R., Ceballos, P. (2007). Síndrome de carga del cuidador. Revista Colombiana de Psiquiatría,

XXXVI (1), 26-39. Asociación Colombiana de Psiquiatría, Colombia.


12 Seguí, J. D., Ortiz-Tallo, M. y De Diego, Y. (2008). Factores asociados al estrés del cuidador primario de

niños con autismo: sobrecarga, psicopatología y estado de salud. Anales de psicología, 24(1), 100-105.
Universidad de Murcia, España.
El cuidador deberá estar dispuesto a modificar su estilo de vida, para de esta
forma adaptarse a los requerimientos exigidos por aquella persona diagnosticada
con TEA, por tanto estará expuesto a experimentar cambios de ánimo bruscos
pues su tiempo para relacionarse familiar y socialmente será limitado; también se
expondrá a la crítica social, pues alrededor de dicho trastorno se tejen
innumerables mitos y creencias erróneas que lo único que consiguen es
estigmatizar no sólo a la persona con autismo sino a su familia en general.

Refiriéndonos al cuidado del cuidador, nos encontraos con el término de Carga,


también denominado: estar quemado, el cual fue descrito en 1974 por
Freudenberguer y hace referencia al agotamiento mental y ansiedad frente al
cuidado manifestados por el cuidador así como también a un deterioro en la salud
física del mismo, esto debido a la acumulación de agentes estresores en el
ambiente en que a diario de desenvuelve dicho cuidador (Zambrano, Ceballos,
2007)

Montalvo, Flórez y Stavro, (2008):

“El cuidador experimenta cambios importantes en el desempeño de


sus roles habituales; el grado de compromiso depende de la demanda
de cuidado que el paciente requiere, así como de las características del
cuidador. En la forma como el cuidador se adapta a estos cambios
influyen factores específicos como sus características personales, la
severidad de la enfermedad del paciente, y los ajustes que debe hacer
en su estilo de vida y en el rol familiar para satisfacer las demandas de
cuidado”.
Entrega 3

A lo largo de esta recopilación teórica sobre el Autismo se enuncian tres


características que considero importantes retomar, en primer lugar el deseo
materno hacia el hijo, en segunda el deseo paterno hacia el hijo y en tercer lugar
la estructura que se forma en el niño con Autismo, ya que según la información
recopilada e investigaciones resientes podemos descartar que el niño con Autismo
tenga características de rasgos psicóticos, ya que no cumple con muchos de los
síntomas que éstos presentan, la similitud del quiebre psíquico relacionado con el
deseo de la madre es estrecho, sin embargo, por lo menos en la psicosis estamos
hablando de una estructura que tomó un camino distinto en cuanto a la relación de
la madre. En el niño con autismo, estamos hablando probablemente de una falta
de deseo, en dónde ni siquiera logra llegar a una etapa edípica, en el autismo hay
un Otro que está implicado en la ausencia, recusa la inscripción, aunque el niño
lleve la marca de esta recusación. El autista queda de esta forma, sin referencias,
no está unido a nada.

Es como si el niño, de repente se quedara atascado en un momento, el desarrollo


había sido “normal”, sin embargo varios padres reportan que siempre vieron que
pasaba algo extraño con él, la característica principal puede variar en dos
generalidades, la primera tiene que ver con que el niño dejó de hacer cosas que
ya hacía, generalmente en el área del lenguaje “empezaba a decir ma, pa, gua,
che, y de repente las dejó de decir, yo creo que nos dimos cuenta cuando lo dejó
de hacer como por tres semanas, desde ahí no lo ha repetido” (Sic. M.C.R.) y la
otra generalidad nos habla sobre un desarrollo “fuera de lo normal” en dónde se
presentan retrasos en el desarrollo, tardó en gatear, caminar, y por supuesto, la
más notable el habla, presentan balbuceos, pero no se logra articular palabra, se
juega un poco con ciertas sílabas, sin embargo esto no genera una adquisición
completa de la palabra. Es como si se quedara sin la posibilidad de articular
palabra, y lo observable es que su principal fuente de comunicación es la no
verbal ¿Qué sucedió, qué sucede con su estructura, se queda encapsulada, el
ensimismamiento característico de niños con Autismo será una forma de mostrar
su deseo de regresar al vientre materno, de mostrar su incomodidad con este
mundo que no comprende lo que quiere comunicar?

Durante práctica clínica, observo en las madres un rendimiento en el que han


tenido que dejar todo por dedicarse a cuidar a su hijo, trabajos, vida social, etc. “y
todo eso para que ni siquiera pueda decirme “MAMÁ” es frustrante y cansado” sic.
C.M.C. Para lograr comprender el qué sucedió ¿dónde quedó el deseo, realmente
había deseo? Existen dos tipos de deseo, el deseo de estar embarazada y el
deseo de ser madre, es por esto que considero de suma importancia considerar la
historia clínica tanto de madre y padre para de ahí poder determinar si realmente
existe un factor en el deseo, y de ahí poder aventurarnos a sugerir a la estructura
psíquica que tiene el Autismo, como una nueva estructura, tal como lo plantea
Jerusalinsky.

El tema con el padre, es como si no figurara en la ecuación, como si no existiera,


ya que generalmente está inmerso en el trabajo o desde el embarazo no figuró. La
cuestión cultural de nuestra sociedad plantea que el hombre proveerá y la mujer
se quedará al cuidado de hijos y casa, en el caso de familias que tienen hijos con
Autismo pareciera aplicar al 100%, ya que al ser un trastorno que actualmente
conlleva un tratamiento que resulta ser elevado en costos, el Padre se dedica a
trabajar para poder pagarlo y la madre, quienes en los casos que he revisado eran
mujeres profesionistas y empleadas, tienen que renunciar a esto por estar al
cuidado del hijo con Autismo, cumpliéndose así esta regla sociocultural.
Tomándose así la decisión de que la madre quedará al cuidado del niño, ya que
ella tiene, supuestamente, mayor capacidad que el padre para esto, pero
¿realmente es así? En este punto me gustaría aclarar que no busco culpables, ni
es mi intención señalar a nadie, quiero entender si el deseo de la madre está
relacionado con el Autismo, y según lo visto hasta ahora entendemos que ese
“deseo del hijo” viene desde los primeros años de vida, el deseo de una madre
hacia sus hijos es una vertiente que marca la estructura de todo sujeto y, por
supuesto también depende de la función que ejerce el Nombre del Padre.
El nombre del Padre.

Complejo de Edipo

Retomando lo planteado por Freud sobre el complejo, podemos decir que es un


como contemporáneo de la llamada fase fálica (entre los 3 y los 5 años) momento
que toma su nombre de la primacía del falo tanto para el niño como para la niña.
Este primado del falo se articula con la amenaza de castración, cuyo papel es
definitivo para la entrada al Complejo de Edipo en el caso de la niña y para su
sepultamiento, en el caso del varón.

Debido a la angustia que le genera la propia falta y la decepción de la castración


materna, la niña cambia de objeto de amor y vira hacia quien sí tiene un pene para
darle, su padre. Espera así que él pueda subsanar el “error” de su madre y ante la
nueva imposibilidad, reconoce la castración renuncia al deseo de un pene
desplazándolo al deseo de recibir un hijo como regalo del padre para lo cual
también cambia de zona erógena, invistiendo, en la adolescencia, la vagina como
continente del pene deseado.

Es esa una de las salidas posibles para el complejo de castración en la niña que
Freud describe como los caminos de la feminidad. Las otras dos son:

1) la inhibición sexual, es decir un apartamiento de toda sexualidad como


consecuencia de la represión y el rechazo de toda condición femenina.
2) el complejo de masculinidad, en el cual se desmiente la castración,
manteniendo el placer masturbatorio y con él la esperanza de poseer (no de
recibir) un pene, identificándose con quien lo tiene.

En el varón, la amenaza de castración es el temor a perder lo más valorado que


posee y es aquello que le permite abandonar el objeto de amor incestuoso para
identificarse con quien lo tiene.

Como se ve, en ambos casos, Freud articula el Complejo de Edipo con el de


castración y lo explicita en la Conferencia 13° “(…) íntimamente anudado a él (se
refiere al Complejo de Edipo) hallamos lo que llamamos complejo de castración: la
reacción frente a la intimidación sexual o al cercenamiento de la práctica sexual de
la primera infancia, que se atribuyen al padre” (Freud, 1915-16).

La “resolución” del Edipo marcará la internalización de la ley y la posición


masculina o femenina que el sujeto adopte en relación al otro sexo, pues no hay
nada en la naturaleza que determine una u otra posición de antemano. Entonces,
la identificación va a jugar un papel fundamental en la formación del superyó que
no solo va a direccionar el deseo del niño hacia su masculinidad sino que va a
instaurar también la ley de prohibición. Freud dirá:

“Su vínculo (el del superyo) con el yo no se agota en la


advertencia: ‘Así (como el padre) debes ser’, sino que
comprende también la prohibición: 5 ‘Así (como el padre)
no te es lícito ser’, esto es, no puedes hacer todo lo que él
hace, muchas cosas le están reservadas” (Freud, 1923).

De todo lo dicho se desprende que Freud le atribuye al Complejo de Edipo,


diversas funciones:

a) El hallazgo de un objeto de amor que deriva de las investiduras de objeto


primarias.
b) La consolidación de identificaciones secundarias que resultan del Complejo de
Edipo tras haber resignado a los padres como objetos incestuosos.
c) el acceso a una genitalidad posterior ya que en la etapa fálica se trataba de la
instauración de la primacía del falo y no de la genitalidad.
d) la constitución de las diferentes instancias, especialmente la del superyó (como
introyección de la autoridad paterna) que marca la prohibiciones de incesto y
parricidio, así como también la constitución del ideal del yo.

Ahora bien, el Complejo de Edipo en la teoría de Freud se trata entonces de una


relación triangular donde se articulan madre, padre y niño. Pero Lacan agrega un
cuarto elemento que es el falo, elemento articulador entre los otros protagonistas.

Lacan deja de lado el Edipo como mito y pasa a ocuparse del mismo en otro nivel,
el estructural. Se trata de una estructura en tanto es una organización con
funciones y donde cada personaje se define en relación al otro y al lugar que
ocupa. El Edipo es entonces entendido como estructura y el falo es el significante
que articula y circula. Este falo que circula como falta en la estructura es el falo
simbólico; mientras que aquel que atiende a la subjetividad del niño del primer
tiempo del Edipo (ya veremos) es el falo imaginario. Por ello, cabe recordar que
un elemento no es imaginario o simbólico en sí mismo sino en relación a su
articulación con otros elementos. Lacan remarca que Freud se basó en un mito y
no en un hecho; y que, por ende, el Edipo no está en el terreno de lo real sino en
el ámbito de lo simbólico. Es decir, es algo que sucede en el ámbito del lenguaje.

En el Seminario de la Psicosis, Lacan dice: “si el Complejo de Edipo no es la


introducción del significante, les pido que me den de él alguna concepción
distinta…” (pg. 263). Edipo entonces, no es algo natural, es un hecho cultural, es
la entrada del significante en el cuerpo. En el Seminario 5, Lacan plantea el
Complejo de Edipo en tres tiempos, esos tiempos son lógicos en tanto tienen
determinada sucesión, pero no guardan una cronología. Una de las diferencias
radicales en relación a Freud está precisamente en el primer tiempo, el que
corresponde al estadio del espejo, ya que para Freud este tiempo, está más en el
terreno de una sexualidad pre-edípica.

"El padre está en una posición metafórica si y solo si la


madre lo convierte en aquel que con su presencia
sanciona la existencia del lugar de la ley" (Lacan,
1958/2001, p.202).

Lacan le atribuye al Complejo de Edipo, efectos tales como: a) un corte en el


vínculo imaginario entre la madre y el niño, b) la aceptación de la ley de
prohibición del incesto, c) la renuncia (a nivel imaginario) al deseo de contacto
genital con el progenitor del otro sexo d) la identificación a un ideal, e) la asunción
del propio sexo, la posibilidad de hacerse sujeto de deseo.

La metáfora paterna consiste en la sustitución de un significante por otro


significante, es decir, la función del padre principalmente en estos tres tiempos del
complejo de Edipo, es la de ser un significante que sustituye al primer significante
introducido en la simbolización, el significante materno.

Cuando la marca del significante del Nombre del Padre opera sobre la madre la
ley que restringe el campo del goce, la madre es deseante, deseante de lo que le
falta –su hijo-, por lo cual el hijo va a pasar como fetiche de una madre neurótica,
quedando por lo tanto el hijo referido al Otro que es portador de la ley, pasando al
significado Falo en el imaginario materno y también como faltante en éste mismo
imaginario.

El Nombre del Padre (portador de la Ley, de la prohibición del incesto), hace una
falta en la madre y la deja deseante pasando como significante, después de esta
operación, el hijo va a desear, lo que desea la madre, por lo que en este juego del
deseo, el hijo va a encontrar, va a descubrir la falta en la madre, va a ver un
restricción de su goce incestuoso con ella. Y esa madre se va a dirigir al Otro que
no es su hijo, ese Otro es el representante de la Ley, es el significante del Nombre
del Padre. Por lo tanto el hijo ya no va a saber que es lo que va a desear la madre,
y quedará una incógnita. A través de esta castración simbólica, la madre va a
cumplir con su función, y de esta forma va a ocurrir el nacimiento de una neurosis.
Aquí el padre sustituye a la madre como significante, el Nombre del Padre entra
por vía metafórica en posesión del objeto del deseo de la madre.

Sin embargo, cuando no hay lugar para la función paterna, para el Nombre del
Padre, cuando el hijo queda completando a la madre, la falta de esta mujer-madre
se sutura, y el deseo materno a través de la forc1usión (Verwerfung) del Nombre
del Padre, va a esquivar al Otro, la Ley, con su deseo, y en este deseo está
implicado, capturado el hijo, se vislumbra una psicosis (Jerusalinsky, 1997).

Lacan, (195712000) plantea que no es lo mismo que un niño venga a ocupar el


lugar de la metáfora, que él sea la metáfora de su amor, a que venga a ocupar el
lugar de la metonimia, de su deseo de falo que no tiene y no tendrá nunca la
madre.

Lacan (1957/2000), al decir que un niño venga a ocupar el lugar de la metonimia,


implica que el niño es metonímico como totalidad, el niño pasa a ocupar el objeto
de satisfacción, se presenta como objeto de placer.

Cuando la metáfora paterna no opera, nos dice Lauret, E. (1993) "la distancia
entre la identificación del ideal del yo y la parte tomada del deseo de la madre, si
no tiene mediación (la que asegura normalmente la función de padre), deja al niño
a merced de todos las capturas fantasmáticas" (p.193)

Ese deseo que se mantiene en la estructura de la madre, llega a ser un pedido


hacia el hijo, y en la medida en que el niño responda a esa demanda materna, se
comenzará a construir el fantasma materno, en este sentido el sujeto será un
objeto sin deseos propios cuyo único rol consiste en colmar la vida materna.

Por lo que el niño se convierte en el destinatario para colmar la falta de la madre,


él no tiene otra significación que la de existir para ella y no para él. El niño se
convierte en objeto a, del fantasma materno, saturando cualquier falta de la
madre, y el niño va estar destinado para desempeñar un papel muy preciso,
satisfaciendo de esta manera el voto materno inconsciente.

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