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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Educación
Didáctica de la Educación Artística
Profesor: Edmundo Vallejos
Ayudantes: Camilo Salinas, María Ignacia Gajardo.

¿Están preparados los profesores de enseñanza básica


para enseñar música?
Por: Camila González y Horacio Ruiz

Para que la enseñanza de la música sea significativa en la vida escolar, debe ser
“una experiencia activa en la cual los niños componen, interpretan y escuchan” (Mills, J.
1997, p: 2).

La música, como área de conocimiento y de desarrollo personal, “aumenta la


creatividad, mejora el autoestima propio del alumno, desarrolla habilidades sociales y
mejora el desarrollo de habilidades motoras perceptivas, así como el desarrollo
psicomotriz” (Casas, 2001), por lo tanto la clase de música debería “ser algo que hacemos
para sentirnos mejor, nunca un simple deber, ni para los profesores ni para los alumnos”.
(Mills, 1997),

Además de ser un área que cobra importancia por sí misma, la música contribuye de
manera considerable en la formación integral, ya que a través de ella se evidencian
conocimientos de diversas áreas, como por ejemplo de la matemática. Por otro lado, tiene
un carácter de auto crecimiento y autoconfianza personal, ya que favorece el trabajo del
alumno, pues lo eleva, lo hace experimentar y adentrarse en habilidades que no conocían;
todo esto potencia el autoestima, convirtiéndolo en una persona segura de sí misma que
quiere conocer más y extraer todo su potencial.

En todo este proceso es importante el rol del docente que esté a cargo de la
asignatura y es aquí donde nacen las disyuntivas sobre quién debe cumplir tal función y las
capacidades y preparación que debe poseer para llevarlo a cabo. Tal como lo señala
Garretson, “es responsabilidad fundamental de todos los maestros ayudar a los niños a
descubrir sus propias aptitudes, de modo que alcancen seguridad en sí mismos” (Garretson,
1976).
Esta cita de Garretson nos lleva al tema central de nuestro ensayo: ¿Están los
docentes capacitados para cumplir tales propósitos?

Actualmente la tendencia en las escuelas es contar con un docente que se dedique


exclusivamente a la enseñanza de la Educación Musical, el cual suele poseer habilidades
desarrolladas tanto en el ámbito de la lectura como de la interpretación musical. Tales
profesores especialistas, pese a su amplio conocimiento, suelen tener falencias en el ámbito
didáctico, pues no logran conocer lo suficiente a cada uno de los estudiantes de todos los
cursos en los que operan.

Dada esta realidad es que surge como una propuesta sugerente y válida la de Janet
Mills quien afirma que “la música es para todos los profesores” y que “el ideal sería que los
niños estudiaran música con su profesor habitual, y no con uno especializado” (Mills,
1997). Esto se atreve a plantearlo debido a que considera que el conocimiento más
relevante que requiere un profesor para implementar cualquier asignatura es el
conocimiento del contexto en el que interviene; es decir, conocer a los estudiantes, su
realidad, deficiencias, limitaciones y también habilidades y capacidades. El conocimiento
teórico conceptual -añade- se puede aprender e incluso obviar en algunas situaciones.

Bajo esta perspectiva, las limitantes con las que se encuentra un profesor generalista
en la actualidad chilena no serían factores, pues los 6 meses de formación teórico-práctica
que poseen (como máximo) de formación musical serían suficientes para abordar la
asignatura de manera adecuada. Esto se potencia en mayor medida si al docente se le
enseñan metodologías de trabajo fáciles y prácticas para el proceso de enseñanza –
aprendizaje, y es aquí donde el texto de Pascual (2002) aparece como relevante, ya que
presenta distintas metodologías donde el docente, más que ser un perito en el ámbito
musical, necesita ser un buen didacta y desarrollar clases lúdicas para facilitar y potenciar
el aprendizaje de sus educandos.

En su texto resumen, la autora señala que existen metodologías didácticas que


apuntan a desarrollar la comprensión y el aprendizaje en los estudiantes. Tal es el caso del
método Willems, en donde se da especial importancia a la educación auditiva, a la
formación del oído musical. Este método, más que la entretención, busca el goce y el amor
por la música. Por otro lado tenemos el método Orff, en donde se fomenta hacia la
composición de secuencias rítmicas por medio de la utilización ya sea del cuerpo, ya sea de
instrumentos básicos de percusión. También el de Kodály es un método sugerente, pues lo
que más desarrolla es el uso de la voz y el folclor popular (por lo que el docente no requiere
un amplio manejo conceptual o de interpretación de instrumentos); y por último el método
Dalcroze, el que mediante una actividad tan simple y aprendible, como el solfeo, logra
generar conocimientos acabados en sus estudiantes, sobre todo en el tema rítmico y del
pulso.

Entonces desde la perspectiva analizada, los docentes si estarían preparados para, al


menos, desarrollar clases productivas y eficientes para los niños, pues los métodos
recopilados por Pascual son válidos para desarrollar los 3 aspectos que aborda la Educación
musical en primaria: escuchar, componer e interpretar.

Los profesores disponen de una cantidad de opciones en cuanto a su estilo de


enseñanza y la ventaja de contar con innumerable material bibliográfico para poder
plantearse el planificar en música, pues “los niños aprenden con profesores sin
especialización, basándose en las ventajas que tiene el aprender con quienes los conocen en
vez de hacerlo con especialistas” (Mills, 1997).
Por ende, es labor del docente generalista el desarrollar buenas clases de Educación
Musical, pues posee un conocimiento del contexto y dispone de herramientas para suplir lo
teórico. Si bien hemos de investigar, observar y analizar nuestro contexto antes de
comenzar a trabajar en alguna asignatura, ¿por qué no hacerlo en música también? y así, de
las experiencias previas de nuestros alumnos, formular una propuesta de enseñanza que se
complemente y se rija por los Planes y Programas, se sustente en métodos que están
disponibles- que presentan orientaciones metodológicas que se pueden seguir- y que sólo
basta seguir la secuencia, adaptar al contexto y desarrollar las habilidades musicales que ahí
se estipulan.

A modo de sintetizar el valor de una buena enseñanza de la Educación Musical,


queremos compartir la siguiente cita:

“Se propone para la enseñanza de la música a los niños: en primer lugar, darles la
posibilidad de aprender a descubrir el paisaje sonoro de mundo y escuchar todos los
sonidos del entorno; en segundo lugar, permitirles descubrir el potencial creativo que
cada uno posee para hacer su propia música; en tercer lugar, propiciar el encuentro de
la música con todas las artes, haciendo de su aprendizaje una experiencia multisensorial
que supere la clásica fragmentación que caracteriza a la educación formal.” (Guerrero,
2009)

… Para lo cual, la figura idónea es el profesor que comparte día a día con los
estudiantes, es decir, el profesor generalista, Además de ser favorable para los estudiantes,
el proceso de la clase de música también es vitalizador para el propio docente, pues su
autoestima crece al verse capaz de realizar cualquier clase a sus estudiantes; y además,
dado el fuerte carácter social que posee la música, es en dicha clase en donde el docente
puede conocer aún más a sus alumnos, descubriendo y potenciando habilidades y destrezas
que desconoce en sus educandos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
 Casas, M. V. (2001). ¿Por qué los niños deben aprender música? Colombia
Médica.
 Garretson, R. (1976). La música en el plan de estudios de la escuela moderna, La
músicaen la educación infantil. Diana.
 Guerrero, L. (2009). Cómo y por qué enseñar música a los niños pequeños, La
revolución creativa propuesta por Murray Schafer. Lima.
 Jerez, M. (marzo de 2012). Planificaciones. (C. González, Entrevistador)
 Mills, J. (1997). La Música en la Enseñanza Básica.
 Pascual, P. (2002). Didáctica de la Educación Musical en Primaria. Editorial
Pearson, Madrid, España.

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