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Albert Beguin, recuerda la distinción que Albert Thibaudet hacía entre lector y
leedor, aquél que atesora la experiencia epifánica del encuentro con un libro, una
voz, y que recuerda siempre la conmoción de ese descubrimiento, leyendo por fatal
vocación:
Uno de esos destinos sustancialmente signados por la lectura y la tradición es el de
Quevedo, leedor de Petrarca. Ignacio Navarrete, hispanista con mirada
comparatista, estudia la presencia de Petrarca en la poesía española del S. XVI y
XVII (1997) y sostiene que Quevedo propone en Canta sola a Lisi y a la amorosa
pasión de su amante, una recuperación de la seriedad moral de Petrarca, pero no
para emularlo sino para leer la tradición intentando corregir la inferioridad española
ante los modelos italianizantes. Así Quevedo recupera el acto fundacional de
Petrarca de “leer lo que escribieron los primeros (y) escribir lo que leerán los
últimos”, que Marco Santagata reconoce como su gran innovación:
La tradizione è da lui (Petrarca) accolta non per essere esibita, ma al contrario,
per essere sminuzzata triturata rimpastata in un´amalgama che niente più
conserva degli ingrediente originari. Petrarca cioè si rifà al passato con un solo
scopo: produrre “il nuovo”. (Santagata, 2004: LIII ).
Siguiendo esta huella, Quevedo, inaugura una tradición española al elaborar una
poesía que no copia miméticamente el original petrarquesco sino elabora una
“retórica” palimpséstica, plena de ecos, imitaciones y citas de los predecesores,
españoles e italianos, desautomatizando y proponiendo una re-escritura de la
tradición” (Navarrete, 1997: 263). La vuelta de tuerca aportada por Quevedo es
jugar paródicamente con el texto petrarquesco y la tradición italianizante, para que
el lector se distancie y extrañe. Hacer visible operaciones retóricas que permiten
detectar la palabra de Petrarca inserta en su poesía. Estrategias de iniciación que
busca hacer visible en la polifonía del texto las citas petrarquescas, disfrazadas y
enmascaradas, a veces irreconocibles, en franca alteración del hipotexto.
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Publicado en (Ceballos Aybar comp.) Lectores y lecturas. Anábasis, Córdoba, 2012, pp.177-187
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concluye la redacción del primer Canzoniere y termina de retocar por última vez su
otro libro colateral, el Secretum. Así lo sentencia:
Tennemi Amor anni ventuno ardendo, L´ardente nodo ov´io fui d´ora in hora
lieto nel foco, et nel duol pien de speme, contando, anni ventuno interi preso,
poi che madonna e l´mio cor seco insieme Morte disciolse, nè già mai tal peso
saliro al ciel, dieci altri anni piangendo. (s. 364) provai, né credo ch´uom di dolor mora. (s. 271)
laureano. Pero las primeras dos estancias corresponden a la versión del códice
Vaticano1, mientras que las otras cuatro más el reenvío, a la c.2v del Códice
Vaticano 2.
En una apostilla del Códice Vaticano 2, 3196, escrita en latín, Perarca informa que
en la madrugada del viernes 13 de octubre de 1368 logró producir un “concubium”
entre la primera parte (inconclusa tres años antes) y la segunda, escrita entre el 19
de mayo y el 13 de octubre y conservada dentro de un folio correspondiente a la
c.2. (Cf. Santagata, 2004:1244-245)
Esta doble génesis queda demostrada por numerosos elementos internos: la
diversidad de lugar donde se ambientan las visiones (la ventana en las dos
primeras y el boschetto (Valchiusa) en las cuatro restantes), el diferente
comportamiento del narrador: espectador en las dos primeras y actor activo en el
paisaje boscoso. Mientras las dos primeras estancias se relacionan con textos que
cierran las dos secciones que concluye el 21 de abril de 1367, las otras cuatro
parecen depender de sonetos identificables con el motivo dell´aura, escritos
alrededor del 1368. Una diferencia sustancial reside en las especies de visiones
contenidas: sucesos naturales traumáticos pero posibles en las dos primeras y
hechos que subvierten las leyes naturales y divinas en las otras cuatro. Finalmente,
la repetición del verbo ver, videndi, vedea y los referentes bosco boschetto, selva,
fiori d´erba, garantizan unidad y cohesión.
En la primera estancia, el amante mira desde una ventana mental, sin saciar el
mirar, a una fiera, la cierva (Laura) perseguida por dos lebreles. La blancura y
negrura, simbolizan el día y la noche y el tiempo que todo lo devora. No es osada
tampoco pensar en una lectura intertextual con el infierno dantesco y la
transposición pictórica del Botticelli de la novella boccacciana de Anastasio degli
Onesti. La segunda visión corresponde a una nave (Laura) ricamente enjoyada que
navega por un mar tranquilo cuando una imprevista tormenta que viene del Oriente
la hace naufragar (la peste). La tercera se refiere al Lauro (laurel) fulminado por un
rayo en un bosquecito. Aquí se inician las imágenes de Valchiusa y la reflexión
sobre el valor de la poesía sometida a catástrofe y a un incomprensible acto contra
naturam de un Dios que no protege la integridad del divino laurel. La cuarta
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Contra toda imposibilidad, sostiene Santagata, Petrarca apostó a la vía del arte y
ganó, porque pudo imponer superioridad gracias a la modernidad que se escondía
en la mentira fabulatoria de su creación. Y la novelita congedo constituye, por ello,
una revisión iconoclasta y paródica de lo literario en revisitación a un Petrarca
auto-copista, travestido con las ropas de la escritura y sometido al desafío de
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inventarse un sistema poético en vulgar que le asegurara una fama más duradera
que la latina. Único sentido que debemos dar a las palabras que cierran la ficción:
Mancava ancora il congedo. Breve, solo tre versi, Giusto per dire che era finita.
Attaccò con leggerezza, segundo un modello sperimentato: Canzon, tu puoi ben dire:
E quí se bloccò. Cosa può dire la canzone?...”Sarà così difficile trovare una
cosetta da fargli dire?”. (ibidem, 132)
Los largos años de estudio y confrontaciones filologías con los textos de Petrarca,
permitieron al crítico llegar a la conclusión de que las correcciones y versiones que
ostentan todos los escritos del aretino hacen ya imposible sostener la tesis
canónica de lo “petrarquesco” como un deseo de muerte y encuentro con Laura.
La única interpretación válida es reconocer su moderna operación compositiva. La
de un escritor que conciente de su arte, busca nuevos modos resolutivos, no
semánticos, para concluir su poema.
Soluciones más novedosas que las espiritualizadas virtuosidades stilnovistas y que
figuran un poeta más mentiroso, pero más creíble, que el altivo “nodo” dantesco:
Un´ idea gli si era formata, ma riluttava a scriverla. Gli sembrava una mensogna
troppo grossa. Non voleva confessare che era proprio l’ idea in sé a farlo
inorridre. Rimase incerto a lungo e poi alla fine si decise. “Ma via, che t’ importa”
si disse. “È solo letteratura” e buttó giù: …àn fatto un dolce di morir disio.
BIBLIOGRAFÍA
Beguin, Albert (1986) “El encuentro con los libros” en Creación y destino, México, Tomo I.
Borges, J.L. (2001) “Credo de poeta” en Arte Poética, Ed. Crítica, Bs As.
Crolla, Adriana (2006) “Petrarca sueño de sueños en los paradigmas literarios del S.XX” en
(M. Lamberti, ed.) Petrarca y el petrarquismo en Europa y América, UNAM, Máxico,
pp.471-483.
Navarrete, Ignacio: (1997) Los huérfanos de Petrarca. Madrid, Gredos.
Petrarca, Francesco (2004) Canzonieri (a cura di Marco Santagata, nuova ed.aggiornata)
Mondadori, Milano
Santagata, Marco (2000) Il copista. Sellerio editore, Palermo.