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de la hermenéutica en México
Carlos Oliva
C
ontexto e interpretación
1
Algunas obras sobre el trabajo de Mauricio Beuchot son las siguientes: Enrique
Aguayo, Pensamiento e investigaciones filosóficas de Mauricio Beuchot. México, Uni-
versidad Iberoamericana, 1996, 230 pp.; J. H. Acosta Beltrán, Fundamentación filosófica
de los derechos humanos en Mauricio Beuchot. México, Universidad Pontificia, 1997,
68 pp., y José Rubén Sanabria, ed., Diálogos con Mauricio Beuchot. México, Universidad
Iberoamericana, 1998, 180 pp.
107
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2
Curiosamente, esto es algo que el mismo Mauricio Beuchot comenta respeto a la
obra de Derrida, cuando señala que el llamado filósofo de la diferencia “se da cuenta de
que sólo hay desconstrucción si hay metafísica, pues precisamente ella es lo que hay que
desconstruir; pero si se desconstruye por completo, se acabaría también la desconstruc-
ción. Y se acabaría, lo que es peor, la diferencia, pues sólo quedaría algo homogéneo que
sería la antimetafísica como vencedora” (Mauricio Beuchot, Interpretación y realidad
en la filosofía actual. México, unam, iif, ff yl, 1996, p. 106).
3
Ibid., pp. 9-10.
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4
Mariflor Aguilar Rivero, Diálogo y alteridad. Trazos de la hermenéutica de Ga-
damer. México, unam, ff yl, 2005, pp. 31-32.
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5
Ambrosio Velasco Gómez, Tradiciones naturalistas y hermenéuticas en la filosofía
de las ciencias sociales. México, unam, fes-Acatlán, 2000, pp. 165-166.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 111
Los tres casos sobre los que reflexionaré y criticaré nos pueden mostrar,
pese a sus grandes diferencias, lo que les permite unirse en una forma espe-
cífica de pensamiento.
En los tres esquemas, podremos observar que se reconoce a la hermenéutica
como una teoría holística y especulativa, por esta razón es que se centran en
la experiencia estética del tiempo y no del espacio. Ya sea en la perspectiva
progresiva de Velasco, en la idea histórica y subjetiva de Aguilar o en la dialé-
ctica metafísica entre infinitud y finitud que presupone Beuchot, ellos y ella
establecen una idea del tiempo para sus propias teorías.6
La tendencia universal de una propuesta hermenéutica, aunada al carácter
especular que tienen las teorías de la interpretación en el siglo x x, implica dar
prioridad a los fenómenos donde se desarrolla tal tendencia holística de espe-
culación. Se sabe que tales fenómenos son el lenguaje y la tradición. Respecto
al potencial lingüístico de la hermenéutica, Mariflor Aguilar lo señala de forma
precisa cuando interpreta al autor de Verdad y método:
6
En este punto, el de la prioridad del tiempo sobre el espacio, se ve la gran diferencia
entre las teorías hermenéuticas y las teorías analíticas donde siempre habrá prioridad
de la formalización del espacio.
7
M. Aguilar Rivero, op. cit., p. 91.
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conocerla a ella y conocerse uno mismo dentro de ella, para poder avanzar
en ella e incluso trascenderla; de otra forma será sólo un círculo vicioso en
el que se hunde todo”.8 Hay que anotar al respecto que el acto de trascender
a la tradición no se da jamás, se dan nuevas representaciones de la tradición,
algunas de las cuales pueden semejar el abandono de una tradición pero esto
sólo tiene sentido si se está inmediatamente dentro de otra tradición, lo cual
es virtualmente imposible en una vida finita. La tradición es similar al aire
para los hombres y las mujeres o al agua para los peces. No obstante, la idea
del movimiento especulativo de la tradición queda explicada de forma precisa
con la cita de Beuchot.
La misma prioridad que alcanzan los hechos especulativos y holísticos
implica lidiar con la herencia moderna y antihermenéutica de la filosofía oc-
cidental. Por esto, tanto Aguilar, como Velasco y, en menor medida, Beuchot,
enfrentan el problema de la subjetividad, la racionalidad, la fenomenología de
la conciencia y la verdad como concordancia entre la cosa y el pensamiento.
Todos coinciden en que la hermenéutica postula una racionalidad dialógica,
donde se presupone la reflexividad, la voluntad de acuerdos tanto como la
existencia fáctica de acuerdos y la formación de una racionalidad. De la misma
forma, los tres critican la racionalidad moderna en su vertiente instrumental.
Este punto es de singular importancia y de inmediata controversia.
Sin duda, quien lo dejó suficientemente claro fue Gadamer. En su obra
más importante, dice:
8
M. Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica. México, unam, ff yl, 1997,
p. 53.
9
Hans-Georg Gadamer, Verdad y método 1. Salamanca, Sígueme, 1996, p. 264.
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10
A. Velasco, op. cit., pp. 91-92.
11
M. Beuchot, Interpretación y realidad en la filosofía actual, p. 110.
12
Idem.
114 Carlos Oliva
13
M. Aguilar Rivero, op. cit., p. 122.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 115
Voy a detenerme en cada una de estas propuestas, sin dejar de señalar que
hay otras formas de hermenéutica en la filosofía mexicana (por ejemplo, la
teoría de la modernidad barroca de Bolívar Echeverría o del comunitarismo
de Luis Villoro), que no abordaré porque se tratan de teorías subyacentes en
sus obras y no teorías explícitas.
Alteridad y sujeto
14
Ibid., p. 19.
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15
Idem.
16
Ibid., pp. 19-20.
17
Ibid., p. 123.
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18
Ibid., p. 32.
19
Ibid., p. 41.
118 Carlos Oliva
20
A. Velasco, op. cit., p. 80.
21
Como bien lo señala Mariflor Aguilar, el problema de la encarnación está ligado
al problema de la especulación. Sin embargo, el mismo Gadamer es crítico contra la
tradición moderna cristiana, manifiesta en el problema del símbolo frente a la alegoría,
por su tendencia a reducir el movimiento especulativo de la comprensión. Dice Aguilar:
“Una de las categorías de las que echa mano para pensar estas cuestiones es la de ‘en-
carnación’, la que a su vez conduce a la de lo ‘especulativo’. Para Gadamer el ‘misterio’
de la encarnación representa una cima en la historia de la recuperación del lenguaje
en la cultura, quizá el momento que le sigue a los planteamientos helénicos y anterior,
tal vez, al momento viqueano. La ‘encarnación’ está presente en el pensamiento de la
trinidad elaborado por la patrística medieval a partir de la valoración de la palabra” (M.
Aguilar Rivero, op. cit., p. 90).
22
A. Velasco, op. cit., p. 80.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 119
23
“Para Derrida la buena voluntad es un axioma sobre el que se levanta la reflexión
de Gadamer; axioma, y como tal, indemostrable; axioma que constituye el punto de
inicio de la ética de toda comunidad lingüística, que confiere ‘dignidad’ en el sentido
kantiano a la ‘buena voluntad’ como lo que está detrás de todo interés particular; es un
axioma que pertenece a lo que Heidegger ha llamado ‘la determinación del ser de seres
como voluntad, o subjetividad volitiva’” (M. Aguilar Rivero, op. cit., p. 65).
24
Ibid., p. 60.
120 Carlos Oliva
Frente a esta brillante intuición de Aguilar Rivero habría que decir que no
la lleva a sus últimas consecuencias. Efectivamente, el sujeto no está ausente,
25
Ibid., p. 117.
26
“Cuando Gadamer responde a Derrida le aclara que cuando él dice que hay buena
voluntad en la búsqueda del entendimiento, no está pensando en el concepto kantiano
de buena voluntad. La buena voluntad de la que habla Gadamer tiene el sentido plató-
nico, según la cual los seres humanos libres y con alteza de ánimo no van buscando la
debilidad de lo que el otro dice para probar que tienen razón, sino buscan reforzar el
punto de vista del otro para que lo que él dice sea revelador” (ibid, p. 66).
27
Ibid., p. 72.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 121
ni es pasivo, ni indiferente, está atravesado, como ella observa, por una volun-
tad de incógnita, por un deseo de ignorar podríamos decir. El mismo diálogo
platónico y el sentido griego de la vida, piénsese en Ícaro, en Teseo o en Edi-
po, es el sentido de la renuncia a concretar la figura romántica, a dejar surgir
el interior de la subjetividad moderna. Como intuirán muchos pensadores y
pensadoras, el momento de la formación de la conciencia es el momento del
error, de la separación, del desprendimiento o de la caída, según la tradición
en que nos situemos. Es esto un dato de toda hermenéutica: la comprensión
y la interpretación son dos condenas inmarcesibles, escritas en el mismo mo-
vimiento del ser, no en la alteridad, no en la identidad humana.
De lo contrario, si pensamos que la apertura trágica que desata la com-
prensión está dialécticamente mediada por el juego entre la alteridad y la iden-
tidad, esto nos llevará, sin remedio, a la lucha de las autoconciencias, donde,
en última instancia, es la racionalidad intuida la que rompe el solipsismo. En
este sentido es que Aguilar narra el desarrollo de la interpretación desde la
otredad: “[...] precisamente lo que la condición de alteridad exige es que el
intérprete se ubique lo mejor posible en su horizonte de interpretación para
que pueda surgir la diferencia con el otro/la otra, siendo así que aunque el
intérprete tiene que escuchar lo que el texto tiene que decir, no deja de hacer
valer su propia perspectiva”.28 De una u otra forma, como se ve, hay un prin-
cipio reflexivo, crítico y hasta acechante, de buena voluntad que recae en la
subjetividad. Por esto mismo, la idea de bondad se reencauza, en las críticas
que se le hacen a Gadamer, hacia el problema del deber ser. Cuando, por el
contrario, la voluntad buena debe ser interpretada como la voluntad bella y
verdadera del acto de comprensión, al cual el ser humano está condenado.
Y su condena es el fracaso de la interpretación. No entender esto, desde un
principio, lleva a los y las hermeneutas a la construcción de arquitectónicas
ilustradas que hacen más radical el fracaso de la interpretación.
Tradiciones ficticias
28
Ibid., p. 101.
122 Carlos Oliva
El sólo lenguaje técnico que se usa para la aprehensión de las cosas, tan
manifiesto en esta cita, podría hacernos cerrar las páginas de esa corriente de
investigación, que es la filosofía de la ciencia, y declararla como inconmensu-
rable con la hermenéutica filosófica. De hecho es así como se han conducido,
en la mayoría de los casos, las tradiciones hermenéuticas y científicas, con
profundo desprecio de unas por las otras. O, en el mejor de los casos, con
la descalificación radical de una hacia otra. Un ejemplo más que pertinente
respecto a lo anterior es el discurso crítico sobre el arte contemporáneo, en
el que campean las teorías científicas donde la obra de arte es contemplada
como experimentación y las teorías hermenéuticas donde el mismo fenómeno
es entendido como representación trascendental de sentido.30
Sin embargo, pese al reconocimiento de la diversidad sustancial de ambas
propuestas, en
29
Roy Bhaskar en A. Velasco, op. cit., p. 61.
30
Véase al respecto: H.-G. Gadamer, Estética y hermenéutica. Trad. de Antonio
Gómez Ramos, introd. de Ángel Gabilondo. Madrid, Tecnos, 1996, p. 243.
31
A. Velasco, op. cit., p. 65.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 123
Tenemos que admitir, creo, que las nuevas historias que pusieron [los
griegos] en lugar de las viejas eran, fundamentalmente, mitos, al igual
que las viejas historias; pero hay dos cuestiones acerca de ellas que vale
la pena destacar. Primero, no eran nuevas repeticiones o reordenamien-
tos de las viejas historias, sino que contenían elementos nuevos. No se
trata de que esto sea en sí mismo una gran virtud. Pero lo segundo y más
importante es que los filósofos griegos inventaron una nueva tradición:
la de adoptar una actitud crítica frente a los mitos, la de discutirlos: la
tradición no sólo de contar un mito, sino también de ser desafiado por
la persona a quien se le relata.33
32
Ibid., p. 93.
33
Karl R. Popper, “Hacia una teoría racional de la tradición”, en Conjeturas y refu-
taciones. El desarrollo del conocimiento científico. Trad. de Néstor Míguez. Barcelona,
Paidós, 1979, p. 149.
124 Carlos Oliva
34
Alasdair MacIntyre, “La racionalidad de las tradiciones”, en Justicia y racionalidad.
Barcelona, Ediciones Internacionales Universitarias, 1994, p. 337.
35
A. Velasco, op. cit., p. 51.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 125
36
El problema respecto a Wittgenstein lo he tratado en relación con Mariflor Aguilar.
Ya señalaba que la diferencia entre Gadamer y Wittgenstein recae en la posibilidad clausa
de los juegos del lenguaje. Ambrosio Velasco lo señala también respecto a la importante
teoría de Winch criticada por Apel, un tema harto polémico que me limitaré a señalar.
Dice Apel en el libro de Ambrosio Velasco: “Desde el presupuesto wittgensteiniano de
que los juegos lingüísticos determinan los límites de la comprensión del mundo y de
que una cuestión sólo puede mantenerse con sentido dentro de un determinado juego
lingüístico llega Winch a establecer una suerte de monadología de los diferentes sistemas
culturales como formas de comprensión (y a un consecuente relativismo radical de la
filosofía traducida a ciencia social). Ibid., p. 76.
37
Ibid., p. 72.
126 Carlos Oliva
38
Ibid., p. 91.
39
Ibid., p. 89.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 127
44
Ibid., p. 159.
45
Ibid., p. 163.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 129
que subyacen a los fenómenos”.46 Sólo quedaría una pregunta por hacer: ¿y si
la universalidad de la comprensión y la interpretación fuera algo más terrible
que los “meros mecanismos causales que subyacen a los fenómenos”?
Metafísica y hermenéutica
46
Ibid., p. 59.
47
Esto se observa en su desarrollo de la hermenéutica analógica. “La analogía exige la
ontología. Porque la analogía es orden y la metafísica es la que tiene como propio ordenar.
A partir del orden del decir y del orden del conocer se desemboca necesariamente en
el orden del ser. Y es precisamente la analogía la que nos hace abordar no sólo el sen-
tido de un signo, o el sentido de un texto, sino el sentido del ser, sobre todo el sentido
del ser humano, i. e. la vida humana; se hace desde un punto de vista primeramente
antropológico, pero no se puede evitar —a nuestro modo de ver— una conexión con la
ontología” (M. Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica, p. 87).
48
M. Beuchot, Interpretación y realidad en la filosofía actual, p. 16.
130 Carlos Oliva
49
En este sentido, la hermenéutica de Beuchot es antiposmoderna o por lo menos
enfrentada a la corriente hegemónica de la posmodernidad. “Con la posmodernidad
se está frente a la crisis del progreso: se pone en cuestión el valor de lo nuevo, de la
novedad, de la innovación. En contra de la universalidad de la razón y de la unificación
de la cultura —que pretendía la modernidad—, se ha llegado más bien a formas de plura-
lismo que no apuntan hacia un sentido unitario (de racionalidad científico-técnica, de
salvación, o de felicidad; de progreso, en suma)” (ibid., p. 93).
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 131
mientras que aquélla pone énfasis, tal vez excesivo, en la razón, ésta lo
pone en la sinrazón, en lo relativo, en lo individual. En definitiva, en el
deseo y en el poder, y el poder es, así, violento. Más aún, ya empieza a
verse que los que se oponían a la violencia institucionalizada de la me-
tafísica racionalista, por ejemplo, en las universidades, en las facultades
de filosofía, ahora han accedido al poder, y mantienen una actitud peor.
Tanto la razón sola como la voluntad sola son despiadadas. Pero más
lo es la voluntad abandonada a la sinrazón, por eso la antimetafísica
es más violenta que la metafísica. La antimetafísica se pone a sí misma
una reductio ad absurdum.50
50
Ibid., p. 99.
51
Ibid., p. 92.
52
Ibid., p. 59.
132 Carlos Oliva
53
Ibid., p. 99.
54
Ibid., p. 106.
55
Ibid., p. 27.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 133
56
Ibid., pp. 34-35.
57
Hay una tríada implacable en las hermenéuticas utópicas y críticas como la de
Mauricio Beuchot. Se trata de la interacción del diálogo, la razón y la reflexión, inmersa
en la historia. Así, al seguir a Coreth nos dice que “Cada hombre tiene un mundo histó-
rico, condicionado por su tiempo y por su ambiente. Se comunican los hombres entres
sí por un horizonte mayor, en el que esos horizontes menores pueden entremezclarse.
Hay una comunidad de experiencias y de comprensiones. Si no se mantiene la conti-
nuidad humana a través del cambio histórico, ni siquiera sería posible la historia. Es,
podríamos decir, la ‘naturaleza humana’ que permanece a pesar de la situación ‘epocal’,
cambiante y huidiza. En la posibilidad de ese diálogo se da la posibilidad de la metafí-
sica. Pero hay que preguntar al horizonte empírico por su condición de posibilidad, y
esto ya está en el horizonte metafísico. (Inclusive se puede hablar del horizonte moral
—junto con el metafísico— previo al hermenéutico o que lo funda, pues hay todo un
cúmulo de valores que se suponen.) Todo lo condicionado del hombre se efectúa en el
ámbito de algo incondicionado, el ser, que, por eso, más que trascender al mundo, lo
invade. A pesar de estar en una situación espacio-temporal, el hombre puede vivir en
el horizonte abierto, del espacio y del tiempo, a la verdad, y sólo por ello es posible la
intelección histórica.
Mas la interpretación temática del horizonte del ser sólo es posible por una reflexión
trascendental, por la que el ser puede llevarse a la comprensión y al lenguaje. Eso se
da por el preguntar trascendental” (M. Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica,
pp. 79-80).
58
M. Beuchot, Interpretación y realidad en la filosofía actual, p. 101.
134 Carlos Oliva
en una razón cerrada y unívoca, sino que deje lugar a eso que, junto
al problema, podemos poner como el misterio; pero que no renuncie
a la razón, esto es, que recupere una razón menos pretenciosa, que se
haga acompañar de la intuición.59
El tema del misterio, que es sólo uno más de los que encierra el problema de
lo inefable, lo secreto, lo que no puede volverse acto racional y comunicativo
transparente, es esencial a la formulación metafísica. Simplemente, recordemos
cómo en los Diálogos platónicos, por más que la figura enigmática y retórica
de Sócrates fustigue en más de una ocasión el cuerpo, la corporalidad aparece,
aun de forma negativa, como el punto límite que nos hace tener una percepción
metafísica de la realidad. Es más, en un diálogo tan complejo como el Fedón,
sostener la tesis de que se abandona el cuerpo y se opta por la permanencia
del conocimiento en una idea incorpórea, el alma, es incorrecto. Una y otra
vez Sócrates señala que el alma regresa a las cosas, que no hay desaparición
radical del cuerpo, sino un tránsito a otro estado. La tesis central de ese diá-
logo es que el cuerpo no es la individualidad humana, el cuerpo permanece
en distintas formas, todo es corporalidad, todo es sentidos y, por esta razón,
el ser y su manifestación metafísica, —como belleza trágica, verdad develada
o voluntad de bondad— es inevitable. El ser se da de forma necesaria, no libre
como en la modernidad.
Así, la permanencia del misterio, es la permanencia del cuerpo y salir de
ella para, desde la conciencia histórica o metafísica de la razón, establecer un
sistema, siguiendo una tendencia kantiana, desvirtúa la verdadera potencia
ética de toda metafísica.60
Mauricio Beuchot tiene este problema tan presente que le dedica una
compleja y detallada reflexión, junto con Juan Pegueroles, para enfrentar
al filósofo emblemático, respecto a la falibilidad del método y del concepto
en la filosofía contemporánea, Gadamer. Nos dice Mauricio Beuchot que “la
fenomenología y la hermenéutica nos fuerzan a ir más allá de ellas mismas”.
Y Pegueroles señala sobre ese límite:
59
Ibid., p. 129.
60
Cuando Mauricio Beuchot señala que “La intelección, la comprensión, no se da
si no se mira hacia la cosa que designa, que afirma [...] Hay, pues, una mutua relación
de condición, una dialéctica fundante, entre mundo y ser” (Tratado de hermenéutica
analógica, p. 81.) Me pregunto si no es la reflexividad de la mirada lo que nos hace
creer que el mundo sólo puede comprenderse a través de esa “dialéctica fundante” que
es ya un ejercicio de la conciencia sobre la corporalidad ciega, táctil, que existe en los
seres humanos.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 135
61
Pegueroles apud M. Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica, p. 73.
136 Carlos Oliva
62
Ibid., pp. 73-74. Los subrayados son míos.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 137
lo que tenemos que creer, nos encontramos con que hemos llegado
demasiado tarde.63
63
H.-G. Gadamer, Verdad y método I, p. 585. Las cursivas son mías.
64
M. Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica, p. 72.
138 Carlos Oliva
65
Idem.
Nuevas perspectivas de la hermenéutica en México 139
66
Como bien señala Beuchot la hermenéutica debe de tener la sutileza para que el
sentido se muestre más allá de la formalización referencial: “En el acto hermenéutico hay
un texto, un autor y un intérprete. El texto puede ser de varias clases: escrito, hablado y
actuado (o plasmado en otros materiales, y aun se ha tomado como texto el puramente
pensado). Precisamente la sutileza interpretativa o hermenéutica consiste en captar la
intencionalidad significativa del autor, a pesar de la injerencia de la intencionalidad del
intérprete” (ibid., p. 26).