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RIESGOS Y RETOS PARA EL DESARROLLO EÓLICO EN YUCATÁN

Ezer R. May
CIESAS-Peninsular

Scott S. Robinson
UCCS

Agradecemos este espacio para exponer sobre algunos riesgos y retos asociados con las inversiones en
energía eólica hoy proyectadas en ejidos de Yucatán; claro, una charla más allá de los intereses
empresariales. Este es un diálogo obligado que no parte de cero, justo porque contamos con una amplia
bibliografía que ha producido el primer capítulo de la industria eólica construida y operada en el Istmo
de Tehuantepec (fuentes: 1,4,5,6,8,9,10,11,1,13,14,16,17,18,19,21,22,25). Esta documentación es una
plataforma para revisar los riesgos detectados en el desenlace de la estrategia del gobierno federal y de
las empresas al imponer parques eólicos en las comunidades de Oaxaca. El reto inicial es evitar
reproducir la misma política pública conflictiva, negligente, sesgada e injusta para los ejidos frente al
anunciado despegue eólico en Yucatán en enero de este año, en el que según “se busca beneficiar el
desarrollo de zonas urbanas y rurales” (24).
La antropología de los proyectos energéticos se enfoca sobre distintos aspectos del poder que la
misma energía concede a una empresa generadora, y al mismo tiempo sobre las relaciones de poder
manifestadas en los procesos de negociación entre los actores involucrados (2). Este es un enfoque
obligado para entender los conflictos impuestos hoy por la reglamentación de la Reforma Energética en
el país, reglas operativas un tanto improvisadas del Estado ante las empresas que llegan a territorios de
la propiedad social mexicana (7). Hay indicios que en el inicio de la industria eólica en Yucatán se está
dando prioridad a la rentabilidad de las empresas en menoscabo de los beneficios comunitarios que el
valor de la energía generada permite, aun cuando el territorio del ejido es uno de los recursos esenciales
para dicha actividad energética.
El más conocido en Yucatán es el de Dzilám Bravo en el que desde mediados de los 2000
permitió abrir espacios de discusión entre las ONG-ambientales y las estancias gubernamentales. No
obstante, las críticas y observaciones estaban enfocadas al ecosistema, a lo ambiental y en menor
medida a lo social. Es así que uno de los logros fue la elaboración del Programa Ordenamiento
Ecológico del Territorio Costero de Yucatán (POETCY) en 2005, la cual estaba o está “encaminada a
revertir el deterioro del litoral costero del estado” (25). Posteriormente, el gremio académico manifestó
su acuerdo con las modificaciones hechas por SEDUMA, muchas de ellas impulsadas por el sector
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empresarial. Esto dejó una brecha abierta de inconformidad, en el que las variables técnicas prevalecen.
Aun así, el proceso en Dzilám permitió pasar de la cuestión técnica a la ambiental. Pero ¿qué pasa con
la gente, con los ejidatarios? De lo ambiental toca pasar a lo social –claro, sin descuidar al primero. Y
es precisamente en este punto que nos encontramos con otro reto, ¿qué hacer con la llegada de
empresas eólicas a los ejidos y ejidatarios en condiciones de debilidad, abandono y de mala
administración?
Algunos datos etnográficos sobre las comunidades de Sinanché, Temax, Suma, San Antonio
Xiat, Baca y Kimbilá nos permiten dibujar un panorama sobre la interpelación de las empresas eólicas
a los ejidos. Comienzo con Kimbilá. La empresa española Elecnor contactó al comisario ejidal desde
mediados de 2015, y en los primeros meses de 2016 los ejidatarios y la población estaba poco
enterados al respecto, desconocían que ya estaba instalada una torre anemométrica dentro de un rancho
privado que se encuentra al interior del ejido. Fue hasta el 3 de marzo de 2016 que se realizó una
asamblea de “formalidades especiales” como primera convocatoria, en el que asistieron sólo 172
ejidatarios de los 575 del padrón. Entre los ejidatarios asistentes sólo se sabía que les darían dinero por
una empresa de energía eléctrica. Una mujer de la empresa dijo: “aquí apunto nombres”, y algunos
ejidatarios les decían en maya a sus compañeros que llegaban: “da tu nombre, van a pagar”; sin
preguntar la razón del pago enlistaban sus nombres “para asegurar el pago”. Mientras tanto, el
comisario ejidal platicaba con el empresario de manera aislada. En este escenario de desconocimiento,
fue sorprendente que en dicha asamblea asistiera el visitador agrario junto a un notario público para
tener las condiciones de la firma del contrato de arrendamiento de las tierras ejidales por el periodo de
30 años.
El quorum no se logró, y la empresa decidió realizar una junta informativa que constó de
proyectar un video promocional de las bondades de los parques eólicos, así como la magnificencia de
las construcciones de dicha empresa. Luego hablaron de los costos de renta:
 1ª Fase de diagnóstico de 3 años: $900 anuales por ejidatario (es decir 3 pagos anuales de
$517,500 al ejido). En esta fase arrendaran: 3,500 Has. Aproximadamente.
 2ª Fase de Construcción de 2 años: $1,000 ibid (2 pagos anuales de $575,000 al ejido).
 3ª Fase de Operación de 25 años: $8,000 Ibid aproximado (25 pagos anuales de $4, 600, 000 al
ejido).

La explicación era rápida en un lenguaje ininteligible para los ejidatarios, entre ellos murmuraban y se
preguntaban en maya: ¿cuánto van a pagar así? ¿No es un mismo pago? Y algunos contestaban: “quién
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sabe así cómo está”. Era evidente que no habían comprendido la mecánica del pago de la renta. No
obstante, hubo un ejidatario que dijo lo siguiente:
“ya nos dijiste a cuánto nos quieres rentar la tierra, pero normalmente aquí cuando vamos a
vender algo el dueño es el que pone el precio, falta que nosotros te digamos, y no sé qué piensen
mis compañeros pero creo que es poco lo que quieres darnos”.

Otro se levantó y dijo: “mejor el 20 de marzo que es la siguiente asamblea nos platicas tranquilamente,
no para firmar sino para una mejor explicación”.
A esto el empresario respondió: “pero es mejor aprovechar la asamblea siguiente para acordarlo
y firmar el contrato, si no nos llevará más tiempo y nos retrasaremos”. El paso apresurado de los
empresarios estaba claro. Y este proceder en Kimbilá no es aislado.
El caso de Sinanché también es ejemplo de esto. La empresa Fuerza y Energía Limpia de
Yucatán contactó al comisario ejidal a fines de 2013, organizando la primera asamblea el 27 de enero
de 2014, esta no fue de formalidades especiales, sino una general. No se reunió el quorum, por lo que
se realizó la segunda el 6 de febrero de 2014, y es en donde se firmó el contrato. El actual comisario
ejidal dice: “es una fallo de la ley que se acepte dos asambleas, porque la primera asamblea no se juntó
luego en la segunda y aunque no se junte es válido…porque creo que ni salió el 20%”.
Algo que resaltó en los documentos revisados es que el nombre de la compañía que aparece en
las asambleas es Fuerza y Energía Limpia de Yucatán y la que figura en el contrato del 8 de septiembre
de 2014 es Fuerza y Energía Limpia de Kukulcán. Y en el contrato no aparece el número de
aerogeneradores, el comisario no sabe. Dice el comisario: “el ingeniero no nos ha dicho nada de
cuántos piensan poner”.
Esta carencia de información refleja mucho cómo las empresas están estableciendo los contratos
en los pueblos. Por ejemplo, el líder ejidal de San Antonio Xiat dijo desconocer el nombre de la
empresa con la que el ejido firmó el contrato, y ante la pregunta si sabe escribir o leer dijo: “sólo sé
escribir mi nombre, leer… no sé”. Y así se firmó el contrato a fines de 2015.
A diferencia de Oaxaca en donde el conflicto está pululando; en Yucatán aún no se ha visto
indicios notorios de disensiones, a excepción de Kimbilá. Según los entrevistados de los demás ejidos,
señalan que al momento de realizar las asambleas no hubo oposición alguna, todos estuvieron de
acuerdo y firmaron. Dicho esto de la boca de los líderes ejidales sí trae ciertas dudas, pero al sondear
con ejidatarios en Temax unos decían: “yo no me meto mucho en eso, nos están pagando como a $300
[semestrales], ni sé si eso debe ser, pero bueno… hay algo”. Incluso en el poblado de Baca, expresa
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el comisario ejidal, los ejidatarios querían vender las tierras, no rentarlas. Según dice, que la mayoría de
ellos quieren vender porque sus hijos ya no están interesados en la tierra, sino trabajar en las
manufactureras.
Los entrevistados coincidieron en que el pago mínimo que ofrecen las empresas son una buena
ayuda a la economía familiar, en Temax decían: “ese dinero a veces se aprovecha para comprar ropa o
zapatos en los tianguis”.
Asimismo, los líderes ejidales y algunos ejidatarios dijeron que dado que el henequén ya no
deja y tampoco funciona para atraer apoyos del gobierno, la pequeña entrada de la renta de los eólicos
es un buen recurso. El comisario ejidal dijo: “los ejidatarios están contentos con esa ayudadita que está
llegando”. Y una frase entre los ejidatario de Temax es: “aquí, hasta los muertos cobran”; frase con
connotación positiva por no ser excluyente. En el poblado de Suma sucede algo parecido, pues asegura
el comisario ejidal que la mayoría de los ejidatarios quieren cobrar el monto de la renta sin esperar los
plazos; incluso con motivo de la fiesta patronal los ejidatarios pidieron al comisario solicitar un
adelanto, lo cual fue concedido por la empresa Aldesa.
Estas actitudes hacen recordar ciertas actividades gubernamentales de carácter paternalistas,
como el cobro de Oportunidades o del programa 60 y más. Incluso uno de los señores me dijo: “es un
programa del gobierno”, esta confusión es comprensible cuando vemos gorras de las empresas ser
regaladas a los ejidatarios, tal cual fuera una campaña política.
Sin embargo, una reacción distinta hubo en Kimbilá, en el que el monto de renta les pareció
bajo y exigían un mejor precio, para lo cual no accedió la empresa Elecnor. Hubo quienes dijeron que
algo era suficiente para los montes que se tienen sin trabajar –lógica que facilitó la firma de contrato en
los demás municipios–, pero otros dijeron, que aun así quieren tener seguridad de dejar una porción de
tierra a sus hijos al morir. Esta persistencia o resistencia en la no firma del contrato pudo continuar
gracias al involucramiento de jóvenes profesionistas de la misma localidad, quienes comentaban entre
sus padres y parientes los peligros ecológicos que pueden traer a largo plazo. Incluso los jóvenes
cuestionaron a algunos representantes de la empresa la poca claridad del proyecto y la razón de un pago
bajo siendo una empresa trasnacional.
Los ejidatarios por su parte, hicieron cuentas del monto fijado concluyendo que los $900
anuales por persona se traducirían a $18.75 semanales. Esta cantidad terminó por no convencerles. No
obstante, el comisario ejidal insistió en que se firmara el contrato y aseguraba que los que se oponían a
la firma eran por motivos partidarios. Estaba claro que algunos opositores esto los motivaba, pero lo
que sorprendió de este hecho es que conocidos ejidatarios del mismo partido del comisario ejidal
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también se opusieron debido a que eran apicultores temiendo el perjuicio a sus apiarios. Es así que en
el caso de Kimbilá salió a relucir el tufo político, revelando el papel que pudiera tener la política local
en la firma de los contratos. Evidentemente la relación entre el liderazgo ejidal y los ejidatarios de
Kimbilá estaba desgastada, pudiera no ser el caso de los demás municipios, donde el ejido siga siendo
una vía efectiva de control político. Pero, por otro lado levanta sospechas por el tipo de tratos que se
pueden estar tejiendo entre empresarios, comisariados ejidales y autoridades agrarias. En Kimbilá
alegaron contra los actos del visitador agrario del 20 de marzo del presente año, el cual contabilizó a
familiares de ejidatarios fallecidos y no radicados en la comunidad con fines de alcanzar el quorum en
la segunda convocatoria de la asamblea.
No obstante, el hecho de que en los municipios restantes se haya firmado el contrato sin trabas
no quiere decir que no haya incertidumbres por parte de los ejidatarios. Tanto ejidatarios y líderes
decían: “nos dijeron que va a subir el pago, pero a ver qué pasa”, el líder de Suma: “sepa si es cierto” y
el San Antonio Xiat “pues esperemos lo que tenga que venir luego”. El comisario de Baca dijo: “quién
sabe cómo será eso de subir precio, a ver si lo hacen”. No existe una seguridad por parte de los
ejidatarios, y a pesar de esto firmaron.
Cuando le pregunté al comisario de Baca si para él sería poco o suficiente, en el caso de que la
empresa interesada les diga pagar $600 o $900 anuales por ejidatario, respondió: “sería un precio
bajo, pero tampoco sé cuánto debería ser lo justo”. Creo que estas palabras describiría mucho la
situación de los demás municipios que ya han firmado. Puesto que, en la ausencia de una propuesta por
parte de los ejidatarios, los montos ofrecidos han tenido que ser aceptados; incluso en Kimbilá tampoco
sabían qué cantidad concreta solicitar a la empresa, sólo sabían que era poco lo que se ofrecía.
Los entrevistados no responden con facilidad cuando se les preguntó si han pensado qué hacer
con sus milpas, ranchos y apiarios si los metros cuadrados fueran ocupados por las respectivas zapatas
enterradas de los aerogeneradores, por los anchos caminos de acceso y por la subestación.
Este es un verdadero reto para la intervención de la sociedad civil, académica y especialmente
de los activistas, por qué surge la interrogante de cómo plantear dicha intervención en lugares donde la
entrada de empresas eólicas son consideradas como una ayuda y no como una amenaza en sí misma;
aunque queda claro que si los ejidatarios supieran qué proponer a la empresa estarían dispuestos a
exigirlo. Necesitan información, los ejidatarios piden información. En las partes finales de la entrevista
siempre preguntaban: ¿pero tú, cómo lo ves? ¿Si nos beneficia? O la pregunta ¿si nos afectará de
verdad?
Tenemos que recordar que la situación del ejido a la que llegan las empresas eólicas, es un tanto
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precaria con su paulatino declive desde las reformas estatales de finales de los 80, terminando con la
indemnización de los ejidatarios henequeneros implementada entre febrero y mayo de 1992 que
desmanteló el ejido colectivo y reprivatizó Cordemex. Aunado a esto, existen abandonos
administrativos como la no actualización de los padrones ejidales, en el que hay una cantidad
considerable de personas fallecidas o no radicadas en la misma comunidad. Así también de una
ausencia de actas de asambleas debidamente realizadas. En realidad, “el Estado no desea ver a los
ejidatarios constituidos en verdaderos productores autónomos y dinámicos. Ningún programa se ha
fijado como meta, capacitarlos técnica y políticamente como productores independientes, o tan sólo
cambiar su mentalidad peoneril, que justifica el tutelaje estatal” (26). Por tanto, existe una complejidad
en las relaciones que se establecen entre empresas y ejidos que debemos tener presente. Porque como
señala el sociólogo yucateco Othón Baños, el ejido es más que una porción de terreno o una forma de
tenencia es “una nueva forma de comunidad” (26). Desde este enfoque, el reto analítico está puesto
sobre la mesa, el cual también constituye un elemento para las negociaciones a futuro entre ejidos y
empresas; donde los reglamentos internos de los ejidos, los contratos firmados y sus propios
ordenamientos territoriales a nivel del pueblo que se vayan generando, sean también documentos
públicos.
Está claro, que hasta hoy las autoridades agrarias no han ofrecido una capacitación previa y
detallada sobre las opciones para recibir los beneficios que las empresas ofrecen en sus contratos, ni se
ha contemplado pagar regalías a los propietarios organizados en base a un porcentaje del ingreso bruto
de la empresa; solamente se han limitado a decir a los ejidatarios: “está buena la propuesta, sí les
beneficia”. Es hora de considerar un programa de orientación y capacitación sobre las opciones para la
compensación obligada que los mismos ejidatarios desearían saber.
Los riesgos son evidentes y giran alrededor de las reglas operativas pragmáticas de las agencias
federales en promoción de las empresas eólicas, muchas veces al contrario de su obligación de
salvaguardar los intereses y patrimonios de los ejidos y comunidades. Se requiere un sistema confiable
de monitoreo del proceso del desenlace de las energías renovables en Yucatán. La transparencia en el
manejo del negocio del viento es un aspecto imperativo durante el proceso del desarrollo de la energía
renovable que imaginamos.
Como punto de partida proponemos que se cree un mecanismo que permita el acceso público a
las Evaluaciones de Impacto Social (EVIS) y su posterior revisión por entidades académicas
capacitadas. Asimismo, la necesidad de incluir en estos EVIS un mapeo sobre los usos agrícolas del
territorio ejidal, en el que puedan incluirse la ubicación de las milpas, henequenales, apiarios, ranchos y
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zonas de cacería, las cuales permita evaluar de manera más claro los impactos socio-económicos
directos a la comunidad.
Así mismo, creemos que no sólo ahí queda el reto de la instituciones académicas. Se requiere un
esfuerzo por fomentar la interdisciplinariedad en las investigaciones en torno a la energía y cambio
climático. Este no puede ser un tema exclusivo de las ciencias duras, sino también de las ciencias
sociales que pueden ampliar la perspectiva sobre el consumo de la energía y su relación con la vida
cotidiana. La llamada Antropología de la Energía debe y puede ser forjada como rama de estudio en
Yucatán.
Entonces, junto con el evidente inicio del desarrollo de una industria eólica en Yucatán se
requiere de nuevas reglas del trato y de cumplimiento con el complejo marco legal y reglamentario,
entre ejidos, empresas y las instancias del poder público, lo cual incluye un proceso con un nivel de
información relevante difundida y una transparencia en los presupuestos e informes de acciones y más
una acción ciudadana anclada en los gremios y en los ejidos para monitorear el proceso. No podemos
confiar en las agencias del Estado para cumplir esta tarea. Recordemos que no sólo se trata de riesgos
en torno a posibles conflictos venideros, se está hablando también de un riesgo que los mismos
ejidatarios deciden tomar para con su familia frente a condiciones económicas precarias y sin un futuro
claro para ellos.

BIBLIOGRAFIA

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de Licenciatura, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México; 2011.

2 Clarke, M.H., Interrogating Power: Engaged Energy Anthropology, REVIEWS IN


ANTHROPOLOGY 44:202-224, 2015.

3 Consulta a comunidades zapotecas para proyecto Eólicas del Sur no cumplió con los requisitos de ley
Boletín de Prensa, 1 junio 2016.
http://us7.campaign-archive1.com/?u=300e7ac6c945b1cff1e9f93e5&id=576daa03d0

4 Consulta Indígena Juchitán, www.consultaindigenajuchitan.wordpress.com

5 Cordero-Torres J, González-Nolasco J, Hernández-Cortés N. Social responsibility, human rights


and wind energy: Oaxaca and Chiapas, Mexico. INTERNATIONAL JOURNAL HUMANITIES
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6 Correa Sánchez, N., DEFENSA DEL TERRITORIO FRENTE A PROYECTOS DEL SECTOR
ELÉCTRICO EN MÉXICO, FUNDAR, México, D.F., 2016. ISBN 978-607-7631-30-9
http://fundar.org.mx/defensa-del-territorio-frente-a-proyectos-del-sector-electrico-en-mexico/
8

7 Disposiciones Administrativas de Carácter General sobre la Evaluación de Impacto Social en el


Sector Energético, DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN, 16 marzo 2015.

8 Friede, Stephanie, ENTICED BY THE WIND: A Case study in the Social and Historical Context of
Wind Energy Development in Southern Mexico, Washington, D.C., Wilson Center, 2016.
https://www.wilsoncenter.org/publication/enticed-the-wind-case-study-the-social-and-
historical-context-wind-energy-development

9 Howe, C. Anthropocenic Ecoauthority: the Winds of Oaxaca, ANTHROPOLOGICAL QUARTERLY


87(2):381-404, 2014.

10 Howe, C., Boyer, D., Aeolian Politics, DISTINKTION: SCANDINAVIAN JOURNAL OF


SOCIAL THEORY 16(1):31-48, 2015.

11 Howe, C., Boyer, D., Aeolian Extractivism and Community Wind in Southern Mexico, PUBLIC
CULTURE 28(2):215-235, 2016.

12 Howe, C., Boyer D., Barrera, E., Los Márgenes del Estado al viento: autonomía y desarrollo de
energías renovables en el sur de México, THE JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND
CARIBBEAN ANTHROPOLOGY 20(2):285-307, 2015.

13 Huesca-Pérez, M.E., Sheinbaum-Pardo, C., Köppel, J., Social implications of siting wind energy in
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14 Juárez-Hernández S, León G., Energía Eólica en el Istmo de Tehuantepec: Desarrollo, actores y


oposición social. REVISTA PROBLEMAS DEL DESARROLLO 178(45):139-62, 2014.

15 Lima, F, Ferreira, P, Vieira, F., Strategic impact management of wind power projects,
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16 Nahmad, S., Editor, El impacto social del uso del recurso eólico; Informe Final para el Consejo
Oaxaqueño de Ciencia y Tecnología del CONACYT, CIESAS, Oaxaca, 2011.

17 Oceransky, S., Wind Conflicts in the Isthmus of Tehuantepec, THE COMMONER 13:203-222,
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18 Pasqualetti, M.J., Opposing Wind Energy Landscapes: A Search for Common Cause, ANNALS OF
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19 --------, Social Barriers to Renewable Energy Landscapes, THE GEOGRAPHICAL REVIEW


101(2):201-223.

20 Proceso Kimbilá Yucatán, www.procesokimbilayucatan.wordpress.com

21 Rueda, EC. Eólicos e inversión privada: El caso de San Mateo del Mar, en el Istmo de Tehuantepec
Oaxaca. JOURNAL OF LATIN AMERICAN AND CARIBBEAN ANTHROPOLOGY,
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16(2):257-77, 2011.

22 Sánchez, S., Grassroots Resistance: Contesting Wind Mill Construction in Oaxaca. NATIONAL
WIND WATCH, 8 noviembre 2007.
https://www.wind-watch.org/news/2007/11/08/grassroots-resistance-contesting-wind-mill-
construction-in-oaxaca/

23 Sauri, D.M., ¿De quién es el viento?, DIARIO DE YUCATAN, 18 de mayo 2016.


http://yucatan.com.mx/editoriales/de-quien-es-el-viento

24 Yucatán se suma al uso de energías renovables, Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente,
Gobierno del estado de Yucatán, 20 enero 2016.
http://www.seduma.yucatan.gob.mx/noticias/noticia-detalles.php?IdNoticia=481

25 Zárate T., E., Fraga, J., La Política Eólica Mexicana: Controversias Sociales y Ambientaes debido a
su Implantación Territorial - Estudios de caso en Oaxaca y Yucatán, TRACE 69:65-95, enero
2016.

26 Baños Ramírez, Othón, (1988). “Los nuevos campesinos de México. El caso de Yucatán” en
ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS, vol. 6, núm. 17, pp. 309-335

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