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Para tratar el tema del epígrafe, he considerado de medular significación hacer girar las
reflexiones jurídicas primeramente en torno al enriquecimiento que, con relación a nuestra
Carta Magna y al valor angular del "derecho a la vida", se ha producido con la
incorporación de numerosos Tratados y Convenciones Internacionales tal como consta en
el art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional [www.elderecho.com.ar] y, en segundo
término, enunciar, con la mayor concisión y precisión posible, las concretas violaciones a
derechos, principios y garantías constitucionales operadas por la praxis abortista
(específicamente) que se postula facilitar y promover en la Reforma al Código Penal en
ciernes.
Anticipamos, desde ya, que los Anteproyectos de Reformas al Código Penal, tal como se
han difundido ya por distintos "medios de información masiva", son crudamente
inconstitucionales y no deberían atravesar exitosamente un test de "constitucionalidad".
Los diversos Tratados Internacionales aludidos poseen, por virtud del expreso texto
constitucional una "jerarquía superior a las leyes" (art. 75, inc. 22, CN) cuya filosofía
política merece ser conocida, sobretodo hoy en que Jean Rostand, Premio Nobel de
Biología, ha manifestado que Existe un ser humano desde la fecundación del
óvulo…y (por lo tanto), todo aborto es, sin duda, un "pequeño asesinato".
En su art. 12, 1 se reconoce el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel
posible de salud física y mental, recomendándose a los Estados (art. 12, 2, a) ...La
reducción de la mortinatalidad y de la mortalidad infantil y el sano desarrollo de los niños,
serían postulaciones ilusorias si se convalidara el aborto. ?Cómo se proporcionaría a un
niño por nacer el más alto nivel posible de salud física y mental si lo eliminaran antes de
ver la luz?
La Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica)
(1969), reitera que "Toda persona tiene derecho a que se respete su vida... y, en general
a partir del momento de la concepción" (art. 4º), prohibiendo aplicar pena de muerte a
mujeres en estado de gravidez (art. 4º, inc. 5º).?Cómo se respetaría esta cláusula si se
abortaran los niños en el vientre materno después de concebidos y antes de nacer?
La Convención sobre los Derechos del Niño (ONU, Nueva York, 1989), remarca en su
Preámbulo que "el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y
cuidado especiales, incluso la debida protección legal, antes como después del
nacimiento". Por el art. 6º dicha Convención reconoce que todo niño tiene el derecho
intrínseco a la vida; y el art. 19.1 impone a los Estados el deber de adoptar todas las
medidas legislativas, administrativas... apropiadas para proteger al niño contra toda forma
de perjuicio o abuso físico o mental, (y) ...malos tratos...", consejo radicalmente marginado
si se despenaliza el aborto.
A la luz de estos Tratados constitucionalizados, (coherentes con los arts. 29 y 75, inc.
23, CN) cabe expresar grave preocupación ante la despiadada eliminación de niños
inermes, con magnitud de genocidio si fueran ciertas las estadísticas generalmente
invocadas, prácticas peligrosas aun para las madres atendidas en las mejores clínicas,
pues el daño es inherente al procedimiento mismo dada la interrupción intempestiva y
artificial del embarazo (Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, "La Nación", 4-
8-94).
Para poder ser "libre" (podríamos añadir: dentro de la ley y en el marco de la moral), es
necesario, como conditio sine qua non, "llegar a Ser", de suerte que cuando extinguimos
una vida, mutilamos, en su mismo umbral, la posibilidad de convertirnos (o de convertir al
niño asesinado) en una persona libre, atentando contra la misma substancia de la
República y de su Estado de Derecho, pues el concepto de "Estado" se integra con la
noción de "pueblo" y es obvio que, no puede predicarse la presencia de un "pueblo"
cuando se exterminan las personas que deben integrarlo.
Como lo ha enseñado el preclaro autor padre Domingo Basso, "sin vida no existe el
hombre, ni la libertad ni la dignidad que le garantiza el texto constitucional".
El que fuera Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, doctor
Decio Ulla, en los fundamentos de su voto en el caso señalado en el párrafo inmediato
precedente destacó que "el derecho a la vida... garantizado por la Constitución Nacional...
es comprensivo del derecho a la salud.
a la legítima defensa
He concluido en el sitio indicado que "el asesinato de los niños en el refugio maternal
viola flagrantemente las previsiones del art. 18 de la CN y, singularmente, las pautas que
hacen a un "debido proceso", así como el copioso y tupido haz de las "garantías
judiciales" congregadas en el art. 8º del Pacto de San José de Costa Rica (incorporado
ahora a nuestra CN)",estudiando individualizada y prolijamente los requerimientos del pto.
8,2, incs. a, b, c, d, e, f, g, h, del referido Pacto de San José de Costa Rica.
Un poco más abajo –y me parece substancial enfatizarlo y reiterarlo en este momento–
he coronado estas conclusiones sobre el avasallamiento del derecho de legítima defensa
por la praxis abortiva, aseverando que: "Es de una evidencia resplandeciente que el niño
eliminado en el seno maternal está imposibilitado, física y jurídicamente, de ejercer todos
y cada uno de los derechos que la Constitución Nacional y la Convención Americana
mencionada acuerdan a 'toda persona' (literalmente), y, por tanto, a todos y cada uno de
los pequeños ultimados con medios y modos aborrecibles en un recinto que debiera ser
sagrado e inabordable para fines tan ominosos, como es el ámbito de gestación materno".
"De la misma forma se contraría el principio de igualdad ante la ley cuando se eliminan
cigotos de probeta (personas no nacidas en etapa de desarrollo inicial), a quienes se les
da un trato discriminatorio respecto de los ya nacidos. He aquí concretamente una
prerrogativa dada por la circunstancia del nacimiento vedada por la Constitución"(1).
En lo concerniente a esta "igualdad esencial" entre las personas se ha escrito con eximia
brillantez que: "Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en
el derecho a la vida. Esta igualdad es la base de toda auténtica relación social que, para
ser verdadera, debe fundarse sobre la verdad y la justicia, reconociendo y tutelando a
cada hombre y a cada mujer como persona y no como una cosa de la que se puede
disponer. Ante la norma moral que prohíbe la eliminación directa de un ser humano
inocente "no hay privilegios ni excepciones para nadie". No hay ninguna diferencia entre
ser el dueño del mundo o el último de los miserables de la tierra: ante las exigencias
morales somos todos absolutamente iguales".
Marginación inconstitucional del derecho a gozar de la garantía protectora del "derecho a
la igualdad real de oportunidades"
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre, en su art. 7º, ha puesto bien en
claro que: "Todos somos iguales ante la ley, y tienen, sin distinción, derecho a igual
protección contra toda discriminación que infrinja esta declaración y contra toda
provocación a tal discriminación".
Convendría, asimismo, abocarse en este hito de la temática abordada, al examen del art.
1º de la ley 23.592 [EDLA, 1988-114] (BO, 5-9-88), que prohíbe los actos discriminatorios,
particularmente "los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales
como... condición social o caracteres físicos".
ni torturas
He efectuado en renglones precedentes una rápida mención al derecho a no sufrir
tormentos, que, como es sabido, son aplicados a los niños en el rescoldo maternal cada
vez que son abortados con procedimientos horrendos –muchos de ellos merecedores de
calificativos tales como "terroríficos", aterradores", truculentos" y "escalofriantes"–
destinados a darle muerte.
Considero de suma utilidad, a los fines de este ensayo, referir que un magistral experto
en Derecho Internacional Público(5), en sus Conclusiones (derramadas al escudriñar los
antecedentes del artículo pertinente de la Declaración Universal de Derechos Humanos)
sobre la disposición prohibitiva de la tortura, pena o tratos crueles, inhumanos o
degradantes, ha expresado que: "Teniendo en cuenta las discusiones preparatorias este
artículo puede entenderse así: Nadie será sometido en ningún caso, aun siendo culpable
de crimen a penas o prácticas crueles que, aun no siendo torturas en el sentido corriente
de la palabra, no dejan de ser en todo caso inhumanas, como lo fueron por ejemplo las
experiencias médicas realizadas sin consentimiento de los pacientes, en los campos
nazis". Es preciso reconocer que las palabras de este artículo no han sido, como tales, el
objeto de la discusión. Conviene, pues entenderlas en los amplios límites del sentido
común".
Es evidente que el agudo tratadista de Derecho Constitucional que termino de citar está
conduciendo los razonamientos hacia un punto semejante al que ya había señalado en su
profunda obra el Profesor de la Facultad Católica de Toulouse René Coste(8), quien llegó
a resumir con singular belleza literaria y hondura filosófica que: "Para una comunidad
política, como para todo ser humano, vale más perder la vida que las razones para vivir.
Non propter vitam vitae perdere causas. ?Qué objeto tiene pretender ser los campeones
de la civilización si se recurre a la misma barbarie que el adversario?
La dignidad de la persona, dentro de un orden objetivo de valores, condujo el 10 de
diciembre de 1948, en París, a que la Asamblea General de las Naciones Unidas,
aprobara y proclamara la "Declaración Universal de los Derechos del Hombre",
documento éste que instituye como "base de la libertad, de la justicia y de la ley,
precisamente: el reconocimiento de la dignidad intrínseca... "en todos los miembros de la
familia humana".
No hace falta un extenso desarrollo del tema puesto sobre el tapete para comprender
que el aborto lacera inadmisiblemente el derecho a la dignidad de la persona, (además de
su intrínseco derecho a la libertad, y otros derechos y garantías constitucionales, como
hemos manifestado anteriormente) singularmente del niño asesinado.
"Sentado que la ciencia política no puede ser neutral, aséptica ni indiferente ante el
problema de qué es o quién es el hombre, y acogido el principio de que es una persona o
un todo sustancial alrededor de cuyo ser giran las realidades accidentales –entre ellas, el
Estado–, viene la admisión de que la persona humana inviste una dignidad propia y
connatural. Este parece ser el punto de vista central en torno del cual es menester
coincidir en toda la ideología práctica democrática, cualesquiera sean las ideologías
especulativas que –cada cual con su propia explicación filosófica– sirvan de fundamento a
la misma ideología práctica. Es, entonces en el principio del "hombre-persona" con
dignidad propia donde la ideología democrática asienta su primera base imprescindible".
Y continúa la lección del distinguido tratadista, del siguiente modo: "Otras ideologías
especulativas proporcionarán razones disímiles, pero podrán coincidir en una ideología
práctica común: la que predica que el valor personalidad hace del hombre-persona, con
dignidad propia, el elemento primario, origen y fin de la comunidad política y, por ende, de
la democracia.
Conclusión
Pienso que todas las Reformas programadas al Código Penal Argentino que traten de
socavar el respeto a la vida de los seres más puros e indefensos de la Creación,
mediante permisiones abortivas que, en su fondo constituyen crímenes abominables, no
sólo son ilegítimos y antinaturales, sino genuinamente inconstitucionales y atentatorios de
la paz mundial, como lo ha anunciado y advertido la Madre Teresa de Calcuta, Premio
Nobel de la Paz, al proclamar que: "Si aceptáramos que una madre puede matar a su
propio hijo, ?cómo podemos decirle a otra gente que no se maten unos a otros?" (discurso
de la Madre Teresa de Calcuta, delante del Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en
una Jornada Nacional de Oración, año 1994). En el mismo Discurso fecha y oportunidad
la Madre Teresa de Calcuta advirtió que "La amenaza más grande que sufre la paz hoy en
día es el aborto, (porque) El país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a
amar sino a aplicar la violencia para conseguir lo que quiere".
de inocentes?
4) Todo ello sin perjuicio de intentar, dentro de todos los marcos legales, un juicio político
a los señores Ministros de la Corte Suprema que se hayan apartado, con su Fallo
convalidante de normas proaborto de las normas hoy vigentes en el país vigorizadas en la
defensa de la vida naciente en razón de la Reforma de la CN de 1994, "derecho a la vida"
consolidado y nutrido ahora (sobreabundantemente) por los numerosos Tratados
Internacionales ya enunciados y comentados en la forma, substancia y modo que he
tratado de detalla e inventariar en el aporte que se me ha solicitado.
5) En todos los estudios, exégesis legales, comentarios e interpretaciones vinculadas a
la temática del aborto, además de todo lo expuesto desde el punto de mira constitucional,
habrá de prestarse especial y solícita atención a lo dispuesto en el art. 2º y concordantes
de la reciente Ley Nacional 26.061 [EDLA 2005, Bol. 20-5], sobre "Protección Integral de
los Derechos de las Niñas, Ninños y Adolescentes" promulgada (de hecho) el 28-10-05,
cláusulas donde expresamente se manifiesta que: "Art. 2º. Aplicación obligatoria: La
Convención sobre los Derechos del Niño es de aplicación obligatoria en las condiciones
de su vigencia, en todo acto, decisión o medida administrativa, judicial o de cualquier
naturaleza que se adopte respecto de las personas hasta los dieciocho años de edad. Las
niñas, niños o adolescentes tienen derecho a ser oídos y atendidos cualquiera sea la
forma en que se manifiesten, en todos los ámbitos. Los derechos y las garantías de los
sujetos de esta ley son de orden público, irrenunciables, interdependientes, indisibles e
intransigibles. La Convención sobre los Derechos del Niño declara: el niño, por su falta de
madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales, tanto antes como
después de su nacimiento, estatuyendo que en todas las medidas... se atenderá al interés
superior del niño; que los Estados garantizarán... la supervivencia y el desarrollo del niño
y que los Estados deberán asegurar la atención sanitaria prenatal y postnatal apropiada a
las madres", texto que implica, notoria y notablemente, una impronta iusfilosófica
categórica e innegable no abortista pues no se concibe cómo pueda conciliarse el
mandato legal al Estado de brindar "protección legal, tanto antes, como después de su
nacimiento" y garantizando la "supervivencia y el desarrollo del niño" así como la atención
sanitaria prenatal y postnatal apropiada a las madres" con la promoción de la extinción ,
¡para colmo! legalizada (que eso es lo que encubre la expresión "despenalización"), del
niño en el seno de la madre embarazada.
* - Nota de Redacción: Sobre el tema ver además los siguientes trabajos publicados
El Derecho Política Criminal (sobre aborto), del 30 de diciembre de 2004 y 8 de
septiembre de 2005.
1 - Basso Domingo, y otros, Problemas éticos que plantean las Técnicas que actúan
sobre la Reproducción Humana, San Pablo, 1995, pág. 229.
5 - Verdoot, Albert, en Declaración Universal de los Derechos del Hombre, pág. 105.
8 - René Coste, Las Comunidades Políticas, Barcelona, España, 1971, págs. 79/80.