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Pero volvamos, por ahora, al tiempo de Planck, que de por sí es tan corto que
nadie, en ningún laboratorio del mundo, ha conseguido aún examinarlo
directamente. Y es que en Ciencia, y más en las ciencias básicas, la práctica va
siempre muy por detrás de la teoría. Las mediciones más precisas, en efecto,
apenas han logrado resultados con intervalos de cerca 10−17 de segundos, muy
lejos de los 10-43 del tiempo de Planck, y lograr avanzar una sola escala más de
magnitud puede suponer décadas de esfuerzo, investigación y desarrollo
tecnológico.
Sin embargo, a nivel teórico nada impide considerar el tiempo de Planck como algo
muy real, una magnitud que funciona muy bien en varios campos de estudio, como
la gravedad cuántica o la teoría de cuerdas. Y resulta que todas esas teorías
sugieren que no es posible medir una longitud menor que la longitud de Planck, y
por extensión un tiempo más breve que el tiempo de Planck. El tiempo de Planck
se define como el tiempo que tarda un fotón, en el vacío, en recorrer la longitud de
Planck a la velocidad de la luz.
Nieves, J. M. (2016) ¿Y si el paso del tiempo no fuera más que una ilusión? Madrid: ABC Ciencia.
¿Existe el conocimiento verdadero? Uno de los objetivos que ha buscado el hombre durante
toda su historia es, junto con la felicidad, la verdad. Todas las culturas han intentado explicar
qué es la verdad. Ya en el siglo V a.C., los sofistas griegos cuestionaron la posibilidad de que
hubiera un conocimiento fiable y objetivo y llegaron a afirmar que nada puede existir en
realidad, que si algo existe no se puede conocer, y que si su conocimiento fuera posible, no se
podría comunicar. Para los griegos es identidad y desvelamiento, para los hebreos es seguridad
y confianza, y para otros es una correspondencia entre el lenguaje y el intelecto. Sócrates y
después Platón daban por sentado la existencia de un mundo de formas o ideas, invariables e
invisibles, sobre las que es posible adquirir un conocimiento exacto y cierto. Entonces ¿existe
el conocimiento verdadero? Conocer la realidad es un objetivo fundamental en nuestras vidas,
porque lo que tomemos como verdad condicionará nuestra manera de pensar y de vivir. Por
ejemplo, si pensamos que es verdad que hay otra vida más allá de la muerte, la muerte no será
temida; pero, por otro lado, si nuestra verdad es que hay un destino establecido para cada
persona por una fuerza superior, viviremos con miedo y sin ilusión. En mi opinión, el
conocimiento verdadero absoluto no existe pues no podemos conocer la verdad en todas las
situaciones. Creo que el conocimiento verdadero depende del paradigma en un lugar y
momento concretos; el conocimiento es relativo según el paradigma, es decir, según el
pensamiento de la sociedad. Así, por ejemplo, en el siglo VI se pensaba que la Tierra era el
centro del universo y la sociedad de aquella época pensaba que esa teoría era verdadera; sin
embargo, con la aparición del modelo heliocéntrico el paradigma cambió y una teoría que
tenían como verdadera dejó de funcionar y entonces la verdad se encontraba en el Sol como
centro del universo. En contra de mi postura están los que opinan que el conocimiento
verdadero existe. Según ellos podemos conocer la verdad, pues la vemos y percibimos. Así yo
puedo saber que la casa de enfrente es verdad y existe porque la estoy viendo. Es decir, la
verdad existe en tanto en cuanto puedo percibirla con mis sentidos. También defienden que la
verdad existe y todos sabemos cuál es, porque todos sabemos mentir para ocultarla; por
ejemplo, si copiamos en un examen y nos preguntan si lo hemos hecho, la respuesta normal
sería decir que no, pero en realidad sabemos que estamos mintiendo. Si puedo negar la verdad,
sabiendo que estoy ocultándola, es que existe como verdad absoluta. Además, los defensores
de esta postura opinan que la verdad es verificable y demostrable científicamente, y que este
hecho no ofrece ninguna duda. Si puedo constatar de manera incuestionable un suceso, un
acontecimiento, es porque el conocimiento verdadero existe. Sin embargo, considero que el
conocimiento verdadero no existe, ya que: Aunque la ciencia pueda demostrar, explicar y
verificar determinados acontecimientos, lo estará haciendo teniendo como referencia una
realidad y un conocimiento limitados. Demostrará que algo que vemos, incluso algo que
sentimos, es cierto, pero es una certeza, una verdad referida a nuestro propio conocimiento.
No podremos saber con seguridad si los resultados que presenta son igualmente válidos en
otros contextos que puedan existir y que nos son desconocidos. Nuestro conocimiento del
mundo es limitado. Desde el punto de vista del “yo”, no puedo saber si lo que estoy viviendo o
viendo es real o imaginario. No puedo saber con total seguridad si estoy soñando o no, si todo
es una imaginación y nada existe o si vivo en un gran teatro en el que solo existen las cosas
cuando estoy presente y todo está planificado. Es decir, yo sólo puedo estar seguro de que
existo, pero no puedo comprobar que exista lo demás. Tanto cuando nos referimos al presente
como al pasado que ya hemos vivido, estamos interpretando la realidad desde nuestro punto
de vista, según nuestro propio universo de referencia. Un mismo acontecimiento o situación
pueden ser sentidos e interpretados de maneras diversas por diferentes individuos. Existen,
pues, tantas verdades como individuos. Aun contrastando mi experiencia con la de los que me
rodean, quizás pensemos que percibimos la realidad de la misma manera, pero nunca
podremos saber con plena certeza si las cosas que vemos, olemos, sentimos… las percibimos
de la misma manera, si son realidades idénticas o adaptadas al propio individuo. Nuestro
conocimiento deriva de nuestra experiencia; pero como nuestras experiencias pueden ser
divergentes, puede haber tantas verdades como experiencias. La experiencia es subjetiva.
Cada persona conoce la realidad de manera diferente incluso viviendo en una misma sociedad
o en una misma familia; por ejemplo, en una familia a unos les parecerá correcto una cosa y a
otros otra, por eso cada uno considerará bien o mal una verdad diferente. La verdad es relativa.
"Hay tantas realidades como puntos de vista. El punto de vista crea el panorama" Ortega y
Gasset Nunca vamos a poder estar en la mente de la otra persona y por eso no podemos saber
si ve el mundo de la misma manera que nosotros; es posible que yo considere que es verdad
que las fresas son rojas pero las vea en realidad azules y la otra persona las vea verdes pero
sepa que son rojas, así para los dos las fresas son rojas y podría parecer que vemos lo mismo
pero en realidad su conocimiento sobre la realidad es totalmente diferente al mío. Esto se
debe a que todo lo que utilizamos para conocer la verdad es totalmente inventado (el
lenguaje; las ciencias como las matemáticas, la física...). El lenguaje no es más que una manera
arbitraria de interpretar nuestra realidad. Yo pienso que sólo un sujeto fuera de todo
paradigma podría llegar a alcanzar la verdad absoluta, pero este pensamiento es imposible,
porque al intentar este sujeto conocer la realidad volcará sus propias categorías al sujeto y por
tanto conocerá la realidad según el paradigma que tenga como referencia, según su forma de
pensar. Desde mi punto de vista, buscar la verdad y el conocimiento verdadero significa buscar
lo más válido para todos los paradigmas, por lo tanto considero que el conocimiento
verdadero no existe. Incluso si hubiese un único paradigma mundial, no habría conocimiento
ni verdad absolutos, aunque pudiese parecerlo. El conocimiento es relativo a un paradigma
concreto porque se adecua a él, es útil en él, es coherente con él y es verdadero desde esa
perspectiva. Quizás por esto una de las cualidades de Dios es que conoce la verdadera verdad,
más allá de todo paradigma. Con esto surge el problema de qué paradigma es el más válido y
cierto y, por tanto, de qué verdad y de qué conocimiento es más válido y cierto. Por este
motivo, y dado que resulta prácticamente imposible encontrar un paradigma que englobe a
todos los paradigmas por la gran variedad de culturas que hay en el planeta, es imprescindible
que ante todo se imponga el respeto y la libertad personal en la interpretación de la verdad.
Aunque un único paradigma resultaría empobrecedor, ningún punto de vista, ninguna opinión
puede ni debe ser mejor o peor que la de otra persona. En conclusión, no creo en el
conocimiento verdadero absoluto, ni siquiera si fuera válido para todos los paradigmas,
porque los paradigmas no tienen por qué ser ciertos ni falsos, sólo puntos de vista, formas de
pensar que no se pueden demostrar. El conocimiento sí puede ser relativo a un paradigma que
sirva de referencia, y podrá ser más o menos cierto, pero eso nunca podrá saberse. La verdad
procede de nuestra experiencia, pero como nuestra experiencia es subjetiva e interpretable,
existirán tantas verdades como individuos. La verdad es, pues, relativa. “Sólo hay una verdad
absoluta: que la verdad es relativa.” André Maurois
Delgado, C
El conocimiento del cine y el cine como conocimiento: Una conferencia
de Román Gubern
"Había veinticuatro cámaras en los bordes de la pista, atadas con hilos que se
rompían, capturando instantáneas, a medida que los cascos del caballo los
pisaban". De esta manera fue como, en el Hipódromo de San Francisco, surgió
la primera transformación de una imagen aislada en una tira continua de
imágenes.