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Instituto de Educación Técnica y Profesional La Tecnología en la Historia

Profesorado en Tecnología

Etapas históricas de la tecnología

La tarea de ordenar en grupos los diversos Objetos Tecnológicos, en función de criterios generales, tiene
cierta importancia en la tarea de definir la Tecnología como área del conocimiento. Uno de tales criterios es
histórico, ya que es posible detectar ciertas etapas sucesivas en la evoluci6n de la Tecnología a lo largo de la
historia. Ortega y Gasset distingue cuatro etapas: la del dominio del azar, la artesanal, la técnica y la tecnológi-
ca, en el sentido "científista" del término. Al emplear esta clasificación, sin embargo, debemos observar que, sí
bien en un ámbito cultural determinado su aparición es secuencial, se trata de modos diferentes de produccí6n
que en ciertas ocasiones pueden coexistir, aunque generalmente en forma inestable.

La técnica del azar es la técnica propia del ser humano primitivo; se caracteriza porque: a) posee un re-
ducido repertorio de actividades (cazar, hacer fuego...); b) la mayor parte de las actividades técnicas se encuen-
tran al alcance de todos los miembros de la sociedad (casi todos hacen fuego, fabrican flechas o trampas...); c)
permanece profundamente adherida a las tradiciones y, en consecuencia, su evolución es enormemente lenta y
los nuevos hallazgos surgen por puro azar (por ejemplo, rozando un palo contra otro se encienden unas hojas
secas y se aprende a hacer fuego, etc.).

En la primera etapa, el número de técnicas al servicio del humano todavía es escasa, aunque seguramen-
te forman un corpus coherente que permite distinguir las acciones técnicas de otras acciones más o menos natu-
rales. No hay aún especialistas. La capacidad de cambio y la acción intelectual de la resignificación, principales
características del acto tecnológico, son inconscientes; el humano inventa, pero aún no sobe que puede inventar
y la lenta innovación surge, no como solución a nuevos problemas, sino por azar.

En esta etapa, la principal fuente de inspiración del humano probablemente fue la posibilidad de exten-
der sus propios miembros para ampliar su alcance. Sin embargo, el hombre usó elementos ajenos a su propia
estructura corporal y mental desde muy temprano: el fuego y la rueda no tienen equivalentes antropomorfos.

Estos dos elementos básicos de la civilización, sin embargo, tienen posiciones que difieren notablemen-
te entre sí. El fuego es un fenómeno natural y el logro técnico consiste en su control, aun anterior a la aparición
de la especie Homo Sapiens. La rueda, muy posterior, fue un invento "absoluto", porque el movimiento giratorio
es ajeno a la naturaleza viviente. Fue inventada en varias civilizaciones, pero no en todas; y en algunas incluso
fue abandonado su uso porque ya no respondía a las necesidades de los pueblos.

La técnica del artesano comienza en las civilizaciones mesopotámica y egipcia, y es la propia de Grecia,
Roma y de la Edad Media, aunque en grandes sectores de la población se ha mantenido hasta nuestros días. En
ella la actividad artesanal se encuentra totalmente alejada de la ciencia; el científico ignora al artesano y con
frecuencia le desprecia. Las principales características de dicha técnica serían las siguientes: a) la técnica se
convierte en una destreza adquirida mediante el aprendizaje, dando lugar a diferentes especialidades u oficios
(zapateros, herreros, etc...); b) el trabajador realiza sus piezas una a una; c) aunque la técnica que utiliza perte-
nece a una larga tradición, el artesano, de vez en cuando, introduce en ella ciertas modificaciones y mejoras; d)
el útil o herramienta constituye una prolongación (o un complemento) del brazo, y aunque potencie sus capaci-
dades, se encuentra siempre en dependencia de la habilidad y la fuerza del trabajador; e) el artesano es, al mis-
mo tiempo, técnico y obrero.

En esta segunda etapa surgen especialistas, los artesanos. Sólo existen técnicas -techné- que son también
artes, como lo señala la raíz común de las palabras "artista" y "artesano". La transmisión del conocimiento se
hace por tradición oral, por aprendizaje directo, y hay diversas escuelas y estilos. Los artesanos usan herramien-
tas, si bien no ha surgido aún el concepto de máquina.

La tercera etapa es la de la tecnología de los técnicos. Aparece la máquina, que rápidamente pasa al
primer plano, aunque coexistirá con los artesanos durante mucho tiempo. La máquina, por ejemplo, el telar
mecánico, que comparado con el telar manual aún es una herramienta, ya no está tan claramente al servicio del
artesano como lo estaba ésta. Es más, la tarea del artesano comienza a dividirse en dos funciones: la del técnico,

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que diseña y construye las máquinas, y las del operario que la atiende, con lo cual ya no es su dueño ni en el
sentido económico ni en el técnico del término.

En realidad, en esta etapa la evolución del sistema económico, que se encamina hacia el capitalismo,
hace que deba tenerse en cuenta un nuevo factor que hace que la unidad de función de los antiguos artesanos se
divida en tres funciones y no en dos: el operario, que atiende a la máquina y tiende a ser dominado por ella y por
sus dueños, cumpliendo las funciones que aquélla aún no puede realizar; el técnico-ingeniero, que construye las
máquinas y produce las innovaciones que las modifican a una velocidad cada vez más vertiginosa, y el propieta-
rio y financista, que ocupa una función cada vez más dominante. Esta etapa coincide además con la transforma-
ción del dinero, que pasa de ser un mero medio de intercambio a ocupar el centro de la escena.

Por fin, en la cuarta etapa, la actual, se produce la simbiosis de esta técnica maquinista con la ciencia. El
desarrollo se basa en los conocimientos obtenidos mediante la ciencia, que a su vez avanza con el apoyo de la
tecnología que inventa y construye sus instrumentos. El operario tiende a ser reemplazado por sistemas auto-
máticos que ya pueden imitar también gran parte de sus funciones mentales.

También es posible subdividir la historia de la Tecnología en fases caracterizadas de otras maneras. Dis-
tinguimos así una primera fase, en la cual el hombre usa medios artificiales para complementar y aumentar el
alcance de sus miembros y la intensidad de su fuerza muscular: de la técnica de plantar semillas mediante un
palo (que aún se emplea en nuestro tiempo) se pasa a un arado empujado por el labrador.

En una segunda fase, reemplazo esos miembros y esos músculos por el trabajo muscular de otros: de los
esclavos y de los animales, y más tarde, por el de dispositivos mecánicos. El arado es ahora arrastrado por un
buey y el labrador sólo cuida que no se aparte de la línea tazada.

En una tercera fase, comienza a predominar el desarrollo de los elementos de control. En esta etapa, el
trabajo físico ya es casi enteramente ejecutado por máquinas. El hombre se reserva sólo el control, con el consi-
guiente ahorro suplementario de esfuerzo muscular. El buey es guiado por una-vara y más tarde reemplazado
por un tractor.

En la cuarta fase, también el control es dejado a cargo de dispositivos artificiales. Es ésta la etapa "ci-
bernética", en la que nos encontramos actualmente y en la cual el trabajo humano ha sido desplazado por com-
pleto -o puede serlo- de todas las tareas, con excepción de las que requieren una toma de decisión que implique
juicios de valor de alto nivel. El desarrollo de la máquina de vapor por Watt ilustra muy bien esta transición;
Watt introduce el regulador de velocidad en una máquina que podía funcionar bastante bien sin él.

El desarrollo actual permite detectar el comienzo de una fase en la cual las decisiones de bajo nivel son
también tomadas por máquinas que son cada vez más inteligentes y conocen lo que su dueño quiere obtener con
suficiente exactitud y precisión como para decidir en virtud de esos deseos. Las decisiones de alto nivel aún son
tomadas por humanos.

Un concepto clasificador diferente de los anteriores es el de base técnica de civilización o una etapa tec-
nológica. Se trata de un concepto histórico que distingue entre soluciones análogas tomadas en diferentes mo-
mentos para encarar los mismos problemas. Esta base técnica fue tomada por los historiadores tempranos de las
técnicas, al distinguir una "edad de piedra”, “de bronce". etc. Esta serie se refiere a ciertos materiales empleados
en implementos característicos; pero también podemos distinguir una “edad de la mecánica", una “edad de la
electricidad”, "de la electrónica", “de la informática". En cada una de esas edades se buscaron soluciones aná-
logas, basadas en estas diferentes tecnologías, para problemas similares. En la breve lista que antecede, se ob-
serva de qué modo estas sucesivas "edades" son cada vez más breves y en buena medida se superponen.

Es interesante observar que en la época de predominio de cada una de estas bases técnicas surgieron di-
ferentes modelos y metáforas del funcionamiento del mundo en general. Así, en el siglo XVI, en el apogeo de la
mecánica, los seres vivos y el mundo entero eran visualizados como grandes mecanismos, y hasta la imagen de
Dios era la del "Gran Relojero". En el siglo XVIII se descubrió el concepto de "energía" y su puesta a nuestro
servicio mediante la máquina de vapor. Fueron entonces los conceptos termodinámicos los que predominaron en
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las consideraciones de los filósofos que se ocuparon de la naturaleza. En la actualidad ocurre lo propio con la
información y la imagen implícita de Dios es la un "Gran Programador".

Un hecho que vale la pena mencionar en este lugar es la coexistencia temporal de todas las etapas, fases
y bases tecnológicas aún en la actualidad. Aunque el sistema dominante esté claramente orientado por la etapa
en la que se impone la "alta tecnología" sobre todas las formas anteriores, el nivel de desarrollo de las diferentes
regiones no es parejo y existen lugares en los cuales se encuentran todas las etapas anteriores; incluso en algunas
regiones remotas de la Tierra, la neolítica. Como ya hemos mencionado, el choque entre estas diferentes cultu-
ras suele ser altamente disruptivo para las culturas premodernas. El concepto de subdesarrollo -y su tragedia-
nacen de este conflicto.

Actividades Nº 6:
1. Señala las características de la técnica del azar. ¿A qué época pertenece? ¿Por qué?

2. Expresa las notas distintivas de la técnica del artesano. ¿Puede dicha técnica considerarse un progreso
con respecto a la técnica del azar? ¿Por qué?

3. Indica las diferencias más significativas entre la actividad propia del artesano y la del ingeniero y entre
la del artesano y la del obrero.

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Evolución histórica de la tecnología


De aquí en adelante se traza un pantallazo de la evolución histórica de las tecnologías de las que se sir-
vió el hombre en el proceso de adaptación y de transformación de la naturaleza.
Lo haremos teniendo en cuenta la íntima relación que existe entre las tecnologías desarrolladas por los
hombres y la constitución de un determinado tipo de sociedad. Es decir, trataremos de dilucidar en qué medida
el instrumental tecnológico influye en la economía y en la conformación de un tipo de organización social; y,
por otra parte, en qué medida una determinada organización social favorece o entorpece, frena o desarrolla los
mecanismos generados por el hombre para poder dominar y transformar el medio ambiente.
La evolución de la tecnología y de la sociedad no mantiene un ritmo constante a través del tiempo, pues
a períodos de un progreso acelerado siguen largos períodos de estancamiento. A fin de comprobar este acierto,
analizaremos detenidamente el gráfico de la obra de Sam Lilley, “Hombres, máquinas e historia”.
En la década de los años cuarenta, el historiador británico Sam Lilley, de la Universidad de Cambridge,
se propuso graficar la evolución de la invención técnica a lo largo de los siglos en los centros de mayor desarro-
llo sociocultural de Oriente Medio y Europa. Para ello compiló una larga lista de invenciones fundamentales
(herramientas, máquinas, etc.) que tuvo a su disposición el hombre en distintos períodos históricos, y a cada una
de ellas le asignó un puntaje (el procedimiento de calificar numéricamente la importancia de una invención me-
rece reparos metodológicos)
Para ello tomó algunas precauciones:
a. El máximo puntaje se asigna a invenciones que afectan a todos los sectores de la producción, y pro-
vocan, por tanto, el mayor impacto social en la comunidad en la que se emplean. Un ejemplo ilustre: la máquina
de Watt.
b. No se asigna puntaje alguno a proyectos técnicos no llevados a la práctica, puesto que carecen de in-
cidencia social. Un ejemplo ilustre: los diseños de Leonardo da Vinci.

El crecimiento relativo de la invención. La ordenada de la curva representa para una fecha determinada, el aumento por-
centual que tiene lugar en el equipo técnico del hombre durante un año como promedio. Cuando la ordenada tiene un
valor alto, el progreso es rápido; cuando su valor es pequeño, el progreso es lento.

Con su planilla, Lilley construyó el gráfico de la figura, que abarca un período comprendido entre el
5500 a.C. y la actualidad. La ordenada (vertical) indica lo que el autor llama el "crecimiento relativo de la in-
vención técnica": es la rapidez del progreso técnico medida con relación al nivel ya alcanzado en ese momento
histórico. En los tiempos modernos, dicha rapidez se incrementa más y más, por el efecto multiplicador que se
produce cada vez que una nueva técnica se difunde en gran escala: es el tramo final, JK, del gráfico de Lilley, en
el que J corresponde a los comienzos de la Revolución Industrial.
Pero, ¿qué sucedió en períodos históricos anteriores? ¿Por qué existen períodos en los cuales el creci-
miento de la invención decrece, tales como AB o FG? ¿Y por qué, en otros, vuelve a crecer, como en CD o EF?
El punto I corresponde a la culminación de la revolución tecnológica medieval (época de la difusión de la im-
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prenta en Europa), pero a partir de allí, y hasta J, la curva decrece. ¿Por qué? ¿De qué modo los distintos mode-
los de sociedad que han acontecido en la historia inciden sobre el crecimiento de la invención técnica? Y a la
inversa: ¿de qué modo los desarrollos técnicos inciden sobre los modelos de sociedad? Finalmente: ¿existirá
alguna correlación entre la evolución del progreso técnico, como lo muestra el gráfico, y el devenir de las ideas
científicas? Es algo que se verá.
Hasta hace muy poco tiempo se concebía una relación directa entre el quehacer técnico y el pensamiento
científico. Por lo general, se pensaba que el progreso técnico era una derivación de la aplicación práctica de los
descubrimientos científicos. Sin embargo, podemos afirmar que hasta el siglo XIX existió cierta independencia
entre el saber científico y los avances técnicos. El dominio del vapor sin ayuda científica, como la ingeniosa
máquina construida por Herón de Alejandría, es un ejemplo de esta relativa autonomía.

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Tecnologías Prehistóricas

Prehistoria es el término empleado para definir el periodo de la historia transcurrido desde el inicio del
proceso de la evolución humana hasta la aparición de los testimonios escritos.
Cuando se hace referencia al origen de la humanidad se suelen tomar en cuenta los siguientes paráme-
tros: una capacidad craneal definida, postura bípeda, lenguaje, conductas sociales, construcción de artefactos,
etc.
En muchos tipos de explicaciones se suele privilegiar un parámetro sobre otro, conformándose cadenas
causales: hay quienes consideran que los comportamientos sociales y el lenguaje se producen después de haber-
se realizado las transformaciones anatómicas, hay quienes consideran que es al revés. En la evolución de la
humanidad, lo evidente es que hay un salto cualitativo entre los primates superiores y el hombre, el cual emerge
ya como un complejo biocultural que incluye tanto sus conformaciones anatómicas (capacidad craneana, desa-
rrollo cerebral, bipedismo, etc.) como sus características culturales (lenguaje, conducta social, etc.). La humani-
dad, con todos sus atributos, habría surgido en algún momento, en algún sitio, hace más de dos millones de
años.
Entre las numerosas particularidades que paulatinamente diferenciaron a los antepasados del hombre del
resto de los animales se destacan dos rasgos fundamentales: la capacidad que los salvajes primitivos tenían para
tomar y manejar objetos (en este aspecto es fundamental la posición del pulgar en oposición a los demás dedos,
que permite la prensión de objetos), y la excepcional posibilidad de aprender y transmitir esos usos.
La comunicación de generación en generación de los conocimientos necesarios para la confección y el
empleo de estos elementos primitivos, primeras prolongaciones de los miembros del hombre, es muy probable
que constituyese la mayor parte de las "tradiciones" de estas comunidades.
Discutir sobre los aspectos tecnológicos de los primeros homínidos implica no perder de vista esa situa-
ción de emergencia y globalidad que caracteriza al origen del hombre. Porque la Tecnología puede entenderse
(en el sentido causal) como el producto de la cultura, o bien puede entenderse (en el sentido de una propuesta
globalizadora) como un ingrediente más dentro de los aspectos que hacen al concepto mismo de Hombre.
Nosotros preferimos considerar al desarrollo tecnológico como parte y no como consecuencia de la evo-
lución humana. Esta preferencia tiene una base epistemológica y bioantropológica, ya que, en principio, el
avance tecnológico genera nuevas pautas culturales que generan nuevos avances tecnológicos, que generan nue-
vas pautas culturales, y así recursivamente; lo cual tiene sentido dentro de un proceso evolutivo global.
Hubo un tiempo anterior a la producción de instrumentos de trabajo en el que el hombre recogía piedras,
ramas, y otros objetos naturales, para defenderse y proveerse de alimentos cazando animales. Cuando algún
homínido temprano recogió una rama para usarla como garrote, resignificó el objeto natural que, de ser una cosa
dada, propia de la naturaleza, pasó a ser una herramienta. Esta resignificación es esencial y es una base para la
definición de Objeto Tecnológico. La conjunción de un humano, un objeto y una representación mental de un
propósito, transforma el objeto: detrás hay una idea de lo que el humano quiere hacer. También transforma la
acción: el simple acto de emplear un objeto se transforma en Acción Tecnológica.
Posteriormente es probable que los humanos aprendieran fortuitamente a obtener un mejor afilado de la
piedra. Luego ocurrió, paulatinamente, que esta mejora fue reconocida como tal. Y fue ella, poco a poco,
tornándose en un saber adquirido por la comunidad y capaz de ser transmitido: en una práctica social.
El hecho humano respecto del cual no existe analogía alguna con otros seres vivos es el trabajo. El em-
pleo de útiles de manera sistemática, útiles que luego de usarse no son abandonados como es el caso en los ani-
males, comenzó a ser eficaz al obedecer a una finalidad preconcebida. En algún momento el hombre fue capaz
de imaginarlos objetos y las acciones en forma diferenciada unos de otras y esto te permitió a su vez distinguir
las características comunes de los objetos; de clasificarlos. Las representaciones combinadas de percepciones de
objetos y acciones son, en definitiva, las nociones o conceptos. A partir del trabajo se formó el concepto de las
cosas.
Sin embargo, en el trabajo, aun en el más sencillo, el hombre no está en condiciones de prever todas las
circunstancias que lo rodean. Puede surgir de él algo diferente a lo que se ha propuesto inicialmente. Del traba-
jo, entendido como intento, como búsqueda abierta e incierta, podemos obtener un resultado que no es igual a la
primera representación que nos hicimos de él. Los intentos renovados y la reflexión acerca de los resultados
obtenidos conducen a un saber hacer mejor Y del saber hacer mejor adquirido por la sociedad resulta el saber
técnico en un momento histórico dado.

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En el curso de la socialización de la humanidad, en ése proceso en el que el trabajo que comenzó con
momentos simples -como el afilado y pulido de la piedra, el amarre de pieles, el encendido del fuego, el uncido
del arado a los bueyes, la medición de la parcela de tierra- las matemáticas, las ciencias y las técnicas en general
fueron convirtiéndose en lo que son hoy, un sistema autónomo en el que los caminos que llevan a dar cuenta de
las últimas decisiones prácticas son extremadamente largos. Es en este sentido que el trabajo es constituyente
del hombre.
Aquí consideraremos algunos hitos del desarrollo tecnológico, no a los fines de fragmentar la historia de
la humanidad, sino a los fines de resaltar ese aspecto de la misma, dentro del contexto global de la evolución hu-
mana.

La Edad de Piedra

La edad de piedra es el periodo prehistórico en el cual el instrumental empleado por el hombre estaba
construido principalmente con ese material, pero también con hueso, cornamentas de cérvidos o madera. En
1865, el naturalista y político británico John Lubbock acuñó los términos paleolítico (del griego paleo, ‘anti-
guo’, y lithos, ‘piedra’) y neolítico (de neo, ‘nuevo’) para designar los sucesivos periodos en los cuales la activi-
dad tecnológica humana estuvo fundamentada bien en el trabajo de la piedra tallada, bien en el de la pulimenta-
da, respectivamente. El paleolítico ha sido tradicionalmente subdividido en tres grandes fases sucesivas: paleolí-
tico inferior, medio y superior. El paleolítico inferior cubre un vasto periodo que se inicia con los primeros útiles
líticos reconocibles hallados en yacimientos de Etiopía, fechados hace unos 2,5 millones de años, si bien parece
demostrado que los primeros seres humanos debieron haber usado útiles mucho antes de esa fecha.
El paleolítico medio es un periodo que se extendió aproximadamente desde hace 180.000 hasta hace
40.000 años, y coincidió ampliamente con la presencia del hombre de Neandertal. El paleolítico superior se
corresponde con la presencia del hombre moderno (Homo sapiens) y, en el hemisferio norte, tuvo su final hace
unos 10.500 años, coincidiendo con la consumación de la glaciación.
El periodo de transición entre el final de la glaciación y el inicio del neolítico recibió la denominación
de mesolítico (‘edad de la piedra media’). Por lo general, los grupos mesolíticos siguieron siendo cazadores-
recolectores, como sus predecesores. Su utillaje lítico estuvo caracterizado por la presencia de los microlitos
geométricos.
Si bien el neolítico ha estado tradicionalmente asociado a los orígenes de la agricultura, a la vida seden-
taria y al uso de la cerámica y de instrumentos de piedra pulimentada, en la actualidad se sabe que algunos de
estos rasgos son anteriores a esta etapa. Sus inicios se suelen datar en el VII milenio en el Oriente Próximo y su
final en el II milenio en Europa septentrional, dependiendo de las fechas en que se comenzó a utilizar el cobre.
El periodo en que se produce la difusión de la metalurgia del bronce, posterior a la del cobre (calcolíti-
co), ha recibido el nombre de edad del bronce, en tanto que la etapa durante la cual el hierro reemplazó a aquél
como material de fabricación de instrumentos y armas es denominada edad del hierro. La primera área geográfi-
ca en la que se trabajó el hierro de forma predominante fue Oriente Próximo, hacia el siglo XIII a.C. En lo que
respecta al caso europeo, la edad del hierro transcurrió desde el final de la edad del bronce (c. 700 a.C.) hasta la
expansión de la República y el Imperio romanos (27 a.C.-68 d.C.).

LAS GLACIACIONES
La era cuaternaria, de muy corta duración comparada con las anteriores, posee sin embargo dos carac-
terísticas que la diferencian de las demás.
La primera de ellas es la aparición de la especie humana; por ello también se la denomina antropozoica.
La segunda característica está dada por la presencia de importantes cambios climáticos, que aceleran la apari-
ción y la extinción de las especies terrestres.
La mayoría de los geólogos admite que durante el período del Holoceno (desde unos dos millones de
años atrás hasta hace unos doce mil) hubo cuatro grandes glaciaciones, separadas cada una de ellas por períodos
más cálidos y de menor duración denominados interglaciares. Incluso se llegó a cuestionar que lo que hoy se
denomina Holoceno - nuestro presente geológico y climático - no sea otra cosa que un nuevo período intergla-
ciar.
Lo cierto es que durante las grandes glaciaciones los hielos ocupaban una porción cercana al 75 % de la
actual superficie europea. El inicio de la glaciación denominada Gunz, cronológicamente la primera, está calcu-
lado hace unos dos millones de años; el fin de la glaciación Wurm ocurrió hace aproximadamente unos doce mil
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años atrás y tuvo una duración total estimada en cien mil años. Con el inicio del Holoceno, la fusión de los ex-
tensos mantos de hielo que cubrían la superficie europea dejaron paso a la formación de selvas y bosques. Del
mismo modo las praderas existentes al sur del Mediterráneo se trocaron en los áridos desiertos que hoy conoce-
mos.
El cuadro siguiente permite visualizar la correlación existente entre los períodos de la era cuaternaria
con los restos fósiles de esqueletos humanos o de sus antecesores y con los vestigios de su actividad inteligente.

Las herramientas de piedra. Útiles e instrumentos.

Los primeros útiles que pueden atribuirse a la


técnica humana son unos guijarros tallados denominados
“golpes de puño”. Los más antiguos de ellos fueron halla-
dos en Etiopía y datan de hace dos millones y medio de
años. Los útiles son prolongación inmediata de nuestras
propias capacidades, son un puño más fuerte o un brazo
más largo.
Mediante el uso de los primeros útiles, el hombre
inicia el largo camino de adaptación y transformación de
la naturaleza. En este lento y constante andar de nuestros
antepasados podemos inicialmente diferenciar dos instan-
cias. La primera está referida al desarrollo gradual de la
capacidad de seleccionar, entre los diversos elementos al
alcance de la mano, el más apto para ejecutar una determi-
nada tarea. Imaginemos por un instante a un prehomínido
“Golpes de puño”
que selecciona un trozo de madera lo suficientemente
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flexible como para poder construir una trampa con él; o, al mismo tiempo, examinando qué clase de material es
el más apropiado para que, al colocarlo en el extremo de una vara, se pueda perforar con él la dura piel de un
animal. El útil más sencillo es, entonces, el fruto de una larga serie de ensayos y errores.
La segunda instancia está referida a la elaboración de instrumentos - útiles para hacer útiles - que le
permitirán construir nuevos elementos cada vez más complejos. Así, pues, veríamos ahora a nuestro remoto
ancestro utilizando una piedra de afilar con el fin de lograr un mejor filo para su arpón, o seleccionando un pe-
dernal para construir con él un hacha que le facilite la caza.
Estamos en presencia de las primeras modificaciones del hombre respecto del medio que lo rodea.
De aquí en más, a la “historia” de la naturaleza se le sumará la historia de la evolución de la sociedad humana y
de sus progresivos esfuerzos para dominarla.
Los estudiosos de estas épocas remotas coinciden en que los vestigios de útiles más antiguos serían ar-
mas que se habrían obtenido por la percusión de dos grandes piedras, originalmente trabajadas con la intención
de aprovechar su núcleo. No debemos pensar en herramientas especializadas para fines determinados como
existen en la actualidad. Es probable que el mismo objeto, toscamente logrado, sirviera para múltiples propósi-
tos: desde matar a un reno, arrancarle la piel o desenterrar raíces.
Tiempo después aparecen comunidades que van a aprovechar y trabajar sobre todo las astillas o partes
menores saltadas del núcleo por percusión. Estas herramientas, sin duda, son más finas y de posibilidades más
variadas que las anteriores. Vemos así que si los primeros instrumentos de piedra tenían por objeto romper al
golpear con ellos, ahora con este nuevo instrumental ya se puede partir, cortar, raspar, agujerear, aplastar y gra-
bar.
Es fácil concluir que el uso de estos elementos, fruto de nuevas necesidades, será aplicado gradualmente
en múltiples actividades. Podemos imaginarnos cómo se los empleará para hacer más eficiente la caza y más
aprovechables los productos obtenidos de la misma, tales como carne, hueso y piel. Y tanto el hueso como la
piel, así como la madera, van a poder ser preparados y trabajados con este nuevo instrumental, obteniendo así,
nuevos y más variados usos y nuevos instrumentos: anzuelos, empuñaduras de asta, espátulas.
De la unión y combinación de unos elementos con otros, nuestro antepasado comenzará a incursionar en
el trenzado, en la costura y en el entretejido. Al elaborar punzones y agujas aparece la posibilidad de amarrar,
por ejemplo, trozos de piel, es decir, valerse de la técnica de la costura. Por el 20000 aC utilizaba punzones de
hueso para hacer agujeros en las pieles que luego unían con tiras de cuero, tendones de animales o fibras vegeta-
les, proceso que llevará a la confección de recipientes para los alimentos y a las primeras manifestaciones del
vestido. Con ellos se inicia la posibilidad de ampliar su dominio a porciones más vastas de territorio, lo que
redundará en una mejor comprensión de los hábitos de los animales, de las propiedades de los vegetales y de las
regularidades de la naturaleza en general.
Gracias a los trabajos de diferentes arqueólogos y antropólogos se acepta actualmente que los primeros
"hombres" habrían surgido en África hace tres millones y medio de años. El nombre genérico adoptado para
estos primeros homínidos fue Australopithecus, del latín australis = meridional y pithecus = mono. A ellos se
les asocian los primeros útiles de piedra.
Luego de tres millones de años, una forma homínida más compleja que el Australopitecus, denominada
Homo erectus, se expandió por África, Asia y Europa. Sus útiles (hachas de mano) tenían ya puntas y bordes
muy afilados, obtenidos por raspado y no por golpes, y eran empleadas para fines diversos.
El Homo erectus cazaba animales de gran tamaño en grupos y también se tienen registros de que utilizó
el fuego.
Unos 250.000 años atrás, apareció en Europa el llamado "hombre de Neanderthal", con caracteres
morfológicos intermedios entre el Homo erectus y el Homo sapiens, la especie a la cual pertenecemos. Esta
forma se expandió por todo el mundo y poseía una organización social muy desarrollada. Diferentes parámetros
pueden considerarse como un "avance" en el camino de la civilización: uso de vestidos (pieles), enterramiento
de los muertos, etc. Los útiles de piedra que empleaban tenían un alto grado de sofisticación: hachas de mano
muy afiladas, cuchillos (piedras alargadas y cortantes), puntas de lanza, pequeñas sierras (muescas en el borde
cortante de los cuchillos de piedra), etc.
El "hombre de Neanderthal" desapareció hace unos 35.000 años, época en la que se expande una forma
de Homo sapiens más primitiva que la actual, denominada "hombre de Cro-Magnon".
Este tipo humano creó una gran variedad de instrumentos de piedra, de complejidad cada vez mayor.
Con la ayuda de punzones de madera o de hueso, golpeados por un martillo de piedra, elaboraba hojas de gran
longitud. Estas hojas servían para hacer cuchillos con mangos de madera, puntas de lanza, puntas de flechas,
arpones, etc.
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Además de la piedra, empleaban el hueso y el marfil transformados en puntas de lanza, anzuelos, agujas,
púas, etc. También aplicaron el principio de la palanca para arrojar sus lanzas, mediante un corto vástago de
hueso con una muesca practicada en un extremo en la que se alojaba la parte final de aquélla, con lo que era
impulsada a una distancia considerablemente mayor de la alcanzada por medio del brazo.
El "hombre de Cro-Magnon" enterraba vestidos a sus muertos vestidos, por lo cual se infiere el tipo de
indumentaria que utilizaba: pieles cosidas unas a otras mediante agujas de hueso e hilos obtenidos de tendones
de animales. En los puños de las mangas y en la parte inferior de las faldas colocaban festones de conchas o de
dientes perforados de animales. También usaban collares de caracoles, dientes de reno, discos de madréporas,
etc.

El fuego
Como instrumento tecnológico, el fuego fue un importante avance ya que permitía el abrigo en condi-
ciones desfavorables, la protección nocturna del grupo, comer carne cocida que es más fácil de digerir, etc. Va-
liéndose de elementos comunes en la naturaleza nuestro antepasado no sólo lo conoció sino que adquirió la ca-
pacidad de conservarlo primero y más tarde de producirlo. Allí radica quizá uno de los más importantes esfuer-
zos intelectuales de este período: la comprensión de la importancia de poder encenderlo a voluntad.
Las lámparas de aceite, que comenzaron a usarse alrededor del 50.000 aC según atestiguan las marcas
que dejaron en los techos y paredes de las viviendas, significaron una inmensa mejora en la iluminación y cam-
biaron muy poco en su diseño durante miles de años. Una lámpara de aceite podía obtenerse colgando el capa-
razón de un caracol por medio de una correa de cuero, colocando sebo en su interior y usando musgo como me-
cha. El fuego cambió tanto la vida, que el reconocimiento de su importancia perdura en los mitos de todas las
culturas.

El lenguaje
Útiles, instrumentos, vestidos, fuego, son hitos importantes en el proceso de aparición y desarrollo del
hombre, pero es imprescindible mencionar otro elemento para tener una idea más acabada, si bien por demás
simple, del proceso de hominización: el lenguaje. Es probable que éste sea un rasgo tan antiguo como la fabri-
cación de instrumentos. Elemento esencial en la transmisión de experiencias, las comunidades primitivas logra-
ron gradualmente crear mecanismos de comunicación entre los individuos del grupo.
La posibilidad de generar sonidos a los que se les asigna significados convencionales, junto con los ges-
tos y la mímica, constituye un hito de gran importancia en la consolidación de la sociedad tribal. Al respecto, E.
Gordon Childe, importante prehistoriador contemporáneo de origen australiano, afirma:
"El lenguaje transforma el proceso de la tradición social; el precepto aclara la educación. Con el ejemplo, una
madre puede enseñar a su hijo qué debe hacer cuando aparece un animal salvaje. ¡Pero para cuántos peque-
ñuelos resultan fatales esas lecciones concretas! Con el precepto, ella puede explicar por anticipado lo que
debe hacerse si aparece la bestia, método de instrucción que ahorra muchas más vidas. En general imitando a
nuestros semejantes, aprendemos a actuar en un caso concreto, presente. Con la ayuda del lenguaje, nos pue-
den enseñar a afrontar una emergencia eventual. El lenguaje es el vehículo por el cual se transmite la herencia
social de la experiencia, por su intermedio el resultado de los ensayos y errores lo que puede suceder y lo que
hay que hacer es recogido y transmitido. Merced a la herencia social los niños participan no sólo de la expe-
riencia obtenida por sus antecesores fisiológicos - la que tal vez podría concebirse como transmitida "en la
sangre" por herencia biológica -, sino también de la de todo su grupo. No sólo los padres pueden relatar a sus
descendientes las crisis de sus vidas y cómo las combatieron: todos los miembros de una sociedad que emplea
las mismas convenciones en el lenguaje pueden contar a sus semejantes lo que han visto, oído, sufrido y efec-
tuado. La experiencia humana puede ser mancomunada. Al aprender a hacer y a usar nuestro equipo, nos va-
mos iniciando en esta experiencia mancomunada”.
Los útiles más rudimentarios pueden ser piedras bien elegidas, pero a las herramientas talladas, bu-
meráns y boleadoras hay que producirlos. Y a todos los útiles hay que saber usarlos. Para que la adquisición de
conocimiento y las innovaciones realizadas por los padres sirvan a los hijos, el nivel de socialización debe ser
tal que contemple la enseñanza y el aprendizaje. En este sentido, el lenguaje puede considerarse como la técnica
fundamental, como una innovación que aumenta la productividad no sólo porque posibilita el trabajo comunita-
rio (por ejemplo, la caza colectiva que es inconcebible sin la existencia de gestos y palabras con los que los ca-
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zadores puedan comunicarse) sino también porque acrecienta la posibilidad de la educación. Y el lenguaje, tanto
hablado como gestual, permite la tradición. El hecho de que las criaturas humanas sean incapaces de valerse por
sí mismas durante un tiempo excepcionalmente largo comparado con el de otros mamíferos, posibilita una edu-
cación de más larga duración, sostenida a su vez por la estructura matrilineal abuela - madre - hija. De esta for-
ma, la educación se da a través de la transmisión oral de mitos y leyendas, y el adiestramiento en las técnicas del
saber hacer. El modelado de un útil de piedra es una actividad cultural institucional: pasa a formar parte del
acervo cultural de la civilización. Aun el hacha de piedra más simple requiere de un complicado proceso de
cincelamiento cuyo aprendizaje seguramente costaría mucho tiempo a un hombre con el nivel de educación
actual. La tradición técnica, y particularmente el lenguaje, es extremadamente estable. Cada grupo garantiza así,
gracias a la conservación del catálogo de útiles que es capaz de producir y de la posibilidad de aprendizaje, la
continuidad de la cultura.

El arte Paleolítico
Los primeros hombres dejaron una importante producción artística: esculturas en marfil o en arcilla
(Venus de Willendorf; Venus de Laussel, la muchacha de Brassempouy) y las pinturas rupestres, verdaderas
"galerías de arte prehistóricas" (Lascaux, La Madeleine, Altamira). Las pinturas eran de un solo color o de va-
rios. Los colores se obtenían de la tierra, ocres diferentes para el rojo, pardo y amarillo y óxido de manganeso o
carbón vegetal para el negro. Esas pinturas, mezcladas con grasa, adquirían impermeabilidad.

Cueva de Altamira
Los bisontes que se pueden observar en la imagen son sólo una pequeña muestra del conjunto de pinturas prehistóricas
que la cueva de Altamira alberga. Datadas en más de 15.000 años de antigüedad, sus representaciones animalísticas,
ejecutadas con un hábil estilo naturalista dominador del trazo y de la utilización de los colores, motivaron que esta gruta
cántabra, ubicada en el término de Santillana del Mar, recibiera el apelativo de 'Capilla Sixtina del arte paleolítico'.

Los grupos humanos eran esencialmente nómades, trasladándose de un sitio a otro, lo cual estaba relati-
vamente condicionado por las condiciones climáticas y por la abundancia de animales para la caza y pesca. To-
da su economía estaba basada en la caza y en la recolección de frutos.

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Las variables del progreso técnico


No hay dudas de que la obtención de alimentos fue durante siglos la principal ocupación de estas comu-
nidades, y que debieron afrontar su lucha por la supervivencia en condiciones climáticas muy diferentes a las
actuales. La recolección de semillas, frutos, raíces, pequeños animales e insectos, va dejando paso lentamente a
un estado ulterior en el que la caza de animales de mayores dimensiones aparece como el recurso central.
El paso de un estadio a otro nos muestra el cambio de una técnica por otra más apta y eficiente, que le
hace posible al hombre la modificación del medio ambiente y le permite extenderse por territorios más vastos,
aumentando la densidad de las poblaciones. Además, es necesario apuntar que el reemplazo del instrumental
técnico se presentó a veces como la única posibilidad de enfrentarse a desafíos impuestos por condiciones exter-
nas a su propia evolución, sobre todo a las variaciones climáticas.
Es importante, entonces, tener en cuenta que los cambios técnicos pudieron ser el fruto del desarrollo in-
terno de una determinada cultura o exigidos por condiciones externas a ella. Pero de lo que no existen dudas es
de que el equipo del hombre del final del paleolítico superior, cuya fecha de iniciación es muy difícil estimar
pero que termina hace aproximadamente unos doce mil años, consta de una vasta gama de instrumental técnico,
tales como habitaciones, cabañas, vestidos confeccionados con pieles, canastas, sacos, calderos, trampas y cano-
as.
Mencionamos que los primeros útiles no fueron más que una mera prolongación de los miembros del
hombre, como el caso de la vara usada para desprender un fruto que se presenta como inaccesible; y es impor-
tante aclarar que este lento proceso de adaptación alcanza al final de este período su culminación con el invento
del arco. A1 respecto creemos interesante transcribir un párrafo de J. D. Bernal, prestigioso investigador a quien
seguimos en esta exposición, quien hace la siguiente reflexión sobre la invención del arco:

“Para la historia de la ciencia, su interés es triple. El estudio de la trayectoria de la flecha estimulaba la diná-
mica. El taladro del arco, al sustituir la acción de las manos y liberar una de ellas al hacer girar un pedernal o
un taladro, es el primer ejemplo de movimiento de rotación sostenido. La vibración de la cuerda del arco es el
origen probable de los instrumentos de cuerda; de este modo el invento contribuyó tanto a la ciencia como al
arte de la música. El otro modo, probablemente más antiguo, de producir sonidos musicales fue el de los ins-
trumentos de viento, de los cuales el cuerno y el caramillo proceden del Paleolítico. El hombre primitivo sabía
bastante bien gracias a la experiencia que el aire y el viento son algo material”.
El arco para lanzar flechas fue una innovación que aumentó la efectividad de la caza, ya que permitía
matar animales que estaban lejos, fuera del alcance de la lanza, y evitaba acercarse a los más peligrosos.
El arco es una verdadera máquina, que permite usar la energía acumulada al tensar el arco y gastarla de
una sola vez al soltar la flecha. Comenzó a usarse probablemente por el 30000 aC, en las praderas que hoy se
han convertido en el desierto del Sahara.

La organización social
La organización social hacia fines de este largo período es esencialmente comunal y sin divisiones de
clases marcadas. Creemos interesante a esta altura advertir cómo el paso de un estadio al otro - de recolector a
cazador - conlleva gradualmente a una diferente organización de la sociedad. Es aceptado que originariamente
las tradiciones se transmitían de una generación a otra fundamentalmente por los individuos femeninos (socie-
dad matrilineal); también parece verosímil que fueran las mujeres las que dirigieran los asuntos de la comunidad
(sociedad matriarcal).
Esta originaria división por sexos tiene su explicación en que las tareas de recolección de semillas y fru-
tos es llevada a cabo por las mujeres, y que la función de los hombres se centraría a su vez en la caza menor.
Con el posterior desarrollo de la caza mayor, posibilitada gracias al gradual perfeccionamiento del instrumental
técnico la mayor habilidad y fortaleza física hará que el varón sea el centro de la actividad comunal. Así, pues,
las costumbres tribales se irán desplazando paulatinamente hacia el patriarcado y las costumbres familiares ten-
derán a convertirse en patrilineales. La caza de grandes animales como los mamuts, renos, bisontes, vacunos y
equinos salvajes se lleva a cabo con relativa facilidad, pero requiere la cooperación de un grupo mayor que la
familia natura1.
Tanto la sociedad del paleolítico medio y superior como sus técnicas se adaptan al logro de la obtención
de alimentos a través de la caza de grandes animales de llanura, pero, si bien se alcanza la subsistencia, parado-
jalmente su debilidad radica en ser dependientes de la existencia de dichos animales. Con el inicio del Holoceno
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se modifican las condiciones que permitían su abundancia, dado que al retirarse los glaciares, la selva irá inva-
diendo la tundra y las estepas. A la extinción de las manadas de los mamuts, bisontes y grandes renos, le corres-
ponderá la lenta desaparición de las comunidades cazadoras del paleolítico superior, que habían hecho de aque-
llos el centro de su economía. El alto grado de especialización logrado en la caza y su dependencia de los gran-
des animales serán los factores fundamentales que imposibilitarán una adaptación adecuada de las costumbres
tribales y de su instrumental tecnológico.

Herramientas de caza y recolección


Estas herramientas muestran los métodos empleados
por los cazadores-recolectores prehistóricos. A menudo
se usaban trozos de corteza para guardar nueces y
bayas, o como platos (arriba a la izquierda). Abajo a la
izquierda se muestran reproducciones de aparejos de
pesca y flechas empleados alrededor del 8000 a.C. Los
mangos de madera de las herramientas para cortar y
cavar (derecha) son reconstrucciones. Las azuelas y la
herramienta para encender fuego que se muestra deba-
jo son de sílex.

La Revolución del Neolítico


La agricultura

Con la irrupción del Holoceno - nuestro presente geológico - de clima más benigno que el del Pleistoce-
no, se inicia lo que los arqueólogos y prehistoriadores llaman el mesolítico. Predomina en este período la forma-
ción de pequeños grupos diseminados en las costas de los mares y lagunas que logran su subsistencia por medio
de la caza de animales salvajes, aves y peces. Poco a poco su instrumental de piedra alcanza nuevas posibilida-
des de uso y se comienza a practicar la técnica del pulimiento. Es así que el mesolítico deja paso al neolítico, la
"Edad de piedra nueva", pulida y trabajada
De estos grupos surgen aquellos que, teniendo una nueva actitud, más activa ante la naturaleza, inician
el proceso que culminará el evento tecnológico más importante de la humanidad desde el uso del fuego: las
prácticas agrícolas. Con su aparición se modificará substancialmente la existencia material y social de los hom-
bres.
El invento de la agricultura se denomina revolución neolítica, puesto que produjo cambios dramáticos
en el estilo de vida de la humanidad. La obtención sistemática de alimentos a partir del cultivo permitió, a gran-
des rasgos, el origen del sedentarismo, tiempo libre para el diseño de nuevas herramientas, el desarrollo de la
alfarería, la división de trabajo dentro de los primeros grupos sociales, la aparición de la figura del "gobernante",
más o menos ligada a los aspectos religiosos, etc. En definitiva, los asentamientos sedentarios dieron paso a la
formación de núcleos urbanos primero, estados después, y a las primeras pautas de desarrollo de la civilización,
cuando el alimento dejó de ser una primera necesidad.
Al sembrar intencionalmente semillas, el cultivar la tierra sembrada, el escarbar y realizar toda una serie
de operaciones conexas para poder así obtener alimentos en forma activa, es la condición suficiente para consi-
derar extinguido el estadio de salvajismo primitivo - como lo denomina L. H. Morgan para estas comunidades.
En aquel estadio nuestro antepasado dio principio a la producción de instrumentos; en este nuevo que comienza,
llamado generalmente de barbarie, inicia la producción de alimentos.
Se desconoce si la agricultura se inició en un único lugar a partir del cual se difundió hacia todo el mun-
do o si se originó en diferentes sitios a la vez. Lo cierto es que se pueden distinguir cinco grandes centros de

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origen de la agricultura: el del Mediterráneo-Oriente próximo, Este y sudeste asiático (China, Indochina), África
tropical y subtropical (Etiopía y zonas adyacentes), Mesoamérica (México y Centroamérica) y Sudamérica an-
dina (Colombia, Ecuador, Perú).
La agricultura, como proyecto tecnológico, requirió muchos estudios acerca del ciclo de vida de los ve-
getales: características del suelo, del clima, épocas de floración y de fructificación, tipos de frutos, tipos de se-
millas, épocas de siembra, tiempo de latencia y de desarrollo, modos de germinación, cuidado de las plántulas
(riego, temperatura, etc.). El dominio de estos principios básicos generó una nueva demanda: la de instrumentos
adecuados de labranza para aumento de la producción: azadas para cavar, hoces para segar, etc. Como los pro-
ductos de la agricultura generan excendentes, se requirió almacenarlos para seguir teniendo granos todo el año,
con lo cual se generó una "industria" paralela de cestería y de producción de vasijas de barro que dieron origen a
la alfarería y las técnicas especiales de este artesanato.
El mayor tiempo disponible permitió una selección más acabada de los pedernales a emplear, lo cual de-
rivó en las primeras obras de "in-
geniería minera". También la
necesidad de proteger las áreas
cultivadas condujo a la construc-
ción de muros de piedra, lo cual
requería un rudimentario desarro-
llo de prácticas de "arquitectura".
Así, la revolución neolíti-
ca constituyó otra encrucijada en
la historia de la humanidad, un
salto cualitativo donde, en cierto
momento, emerge la práctica
agrícola, la ganadería y domesti-
cación de animales, la alfarería,
los asentamientos humanos prote-
gidos, un esbozo de organización
social y un avance que, en compa-
ración con la tecnología de la
piedra duró poco tiempo y cambió
la fisonomía del mundo.

Herramientas agrícolas primitivas


El ser humano empezó a cultivar la tierra hace unos 10.000 años, con lo que abandonó el nomadismo y creó pueblos y
ciudades. Estas herramientas agrícolas primitivas datan del año 6000 a.C. El hacha (abajo) servía para desbrozar, las
hoces de pedernal (izquierda) para cosechar, una roca plana y una redondeada (centro) servían para moler el grano, y las
láminas de arcilla perforadas (arriba derecha) es probable que sirvieran para ventilar los hornos de pan.

De la aldea a la ciudad

Estamos en presencia de una economía agrícola mixta: la aldea es el centro económico y cultural; todos
los miembros cooperan en las tareas colectivas y se mantiene la originaria división del trabajo por sexos. Las
mujeres se encargan específicamente de las tareas agrícolas: labran el terreno y efectúan la molienda, también
cuecen los alimentos y son quienes hilan y tejen. Los hombres de la aldea, en cambio, desbrozan el terreno a
cultivar, construyen las habitaciones, cuidan del ganado domesticado - perteneciente a la comunidad - cazan y
construyen el variado instrumental técnico y las armas, que ocupan un lugar cada vez más prominente entre las
herramientas de estos pequeños poblados. Pero ningún indicio autoriza a creer que ya existe entre estos hombres
del neolítico algún tipo de especialización industrial más allá de la diferencia de tareas realizadas por los distin-
tos sexos. Es probable que cada casa o grupo familiar de la aldea se encargase de la preparación de sus alimen-
tos y de la confección de sus cacharros, ropas, utensilios y armas.
La proliferación de estas aldeas va en paulatino aumento, principalmente en las márgenes de los ríos,
para poder aprovechar la siembra en tierras fértiles. Así se inicia el riego, primero natural y luego a través de
canales hechos por el hombre. Pero estas construcciones no pueden ser llevadas a cabo por la mano de obra de
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una única comunidad aldeana y entonces se hace necesario que entre varios poblados conformen una unidad de
trabajo mayor, que luego se repartirá el uso del agua.
Por este proceso y en aras de la obtención de mayores excedentes, la aldea deja de ser la unidad de ex-
plotación económica natural que se abastece a sí misma. El aumento de la capacidad de producción que trae
aparejado posibilitará aumentar sensiblemente la capacidad de acumulación y esta acumulación permitirá un
aumento poblacional sobre un territorio mayor gobernado como una unidad administrativa. Esto modificará
sustancialmente la organización social de la aldea, dado que el aumento de la población hará posible y necesario
un proceso de especialización de las tareas.
El advenimiento de las ciudades está íntimamente vinculado también con las transformaciones técnicas
que se desarrollan a partir de este momento. Estamos en los albores de la civilización.
La domesticación de los ganados, por ejemplo, que tiene como principal objetivo el aprovechamiento de
la carne de los animales, permite en una instancia posterior extraer la leche y de tal modo aumentar y diversifi-
car la dieta; más adelante, algunas comunidades incursionan en la experimentación de trasladar a los bueyes
buena parte de las pesadas tareas cotidianas. El primer paso en este sentido fue uncirle a la yunta de bueyes una
especie de azada. Esta herramienta de trabajo, hasta entonces patrimonio femenino, dejará luego su lugar al
arado. A1 respecto nos dice Gordon Childe:
Este elemento transformó las labores rurales - del cultivo de parcelas se pasó a la agricultura (labranza de
campos) - y unió indisolublemente la labranza y la ganadería. Alivió a las mujeres de los trabajos más abruma-
dores, pero las privó de su monopolio sobre los cereales y de la condición social que ello les confería.
(. . .) Pero la innovación más decisiva fue la de enjaezar al buey; el hombre comenzó a dominar y emplear una
fuerza motriz distinta a la proporcionada por su propia energía muscular. El buey fue el primer paso hacia la
máquina de vapor y el motor de petróleo (. . .) Por lo tanto, antes que finalizar el cuarto milenio a.C. la energía
que bueyes, caballos y asnos, por un lado, y la rueda por otro, habían aportado a las sociedades orientales una
fuerza motriz y un equipo para el transporte por tierra que no fueron reemplazados hasta el siglo XIX.
En este período se produce la incorporación de la metalurgia. Se supone que en los comienzos de su uti-
lización el cobre era considerado una especie superior de piedra y que se lo trabajaba en frío. Al ser sometido a
temperaturas elevadas alcanza una plasticidad casi comparable a la de la arcilla, y al licuarlo se puede obtener,
por moldeado, una forma bastante similar a la del recipiente en el cual es vertido, recobrando su dureza original
al enfriarse. Un instrumento de cobre no es más cortante, ni más resistente, ni más fácil de trabajar que un ins-
trumento elaborado de pedernal: su valor radica en que, si se rompe, puede volver a fundirse el material y así
obtenerse un utensilio similar al anterior. Pero lo que nos interesa destacar es que esta técnica necesita de un
equipo sofisticado para la época, y que no todas las familias podían confeccionarlo y aprender su manejo. Fue
necesaria, entonces, no sólo una habilidad especial para descifrar los secretos propios de la fundición, sino tam-
bién una cuidadosa conservación y transmisión de sus secretos. La técnica de la metalurgia requiere de un espe-
cialista que ya no sólo satisfará las necesidades de la organización familiar, sino además la demanda de los otros
miembros de la comunidad. Estos especialistas viven de los excedentes producidos por quienes tienen a su cargo
la producción directa de alimentos.
Pero volvamos a la transición de las aldeas a las primitivas ciudades. Por lo general, estas últimas se
desarrollan a partir de una de las aldeas asociadas que logra subordinar a las demás, ya sea por su posición ge-
ográfica privilegiada o por la existencia en ella de una construcción significativa de orden religioso.
Estas poblaciones, que están en constante crecimiento, chocan en su expansión con tierras de otras co-
munidades, lo que origina interminables guerras de conquista. Además de la toma del territorio, los vencidos,
que resultan ser una fuente de energía barata, siempre que produzcan más de lo que consumen, son posibles de
ser cazados y domesticados como tiempo atrás lo habían sido los bueyes y otros animales. Así surge la esclavi-
tud.
Podemos afirmar que las innovaciones técnicas que dan origen al surgimiento de las ciudades en que se
basan las civilizaciones hidráulicas (Mesopotamia, India, Egipto, y más tardíamente China) tienen un período de
esplendor de poco menos de mil años, aproximadamente entre el 3500 y el 2800 a.C., seguido de un estanca-
miento progresivo en el cual no se producen cambios significativos en las relaciones sociales ni en los modos de
producción. A la preocupación inicial por mejorar las técnicas agrícolas de los primeros administradores de las
nacientes civilizaciones, le seguirá la dedicación al usufructo de la riqueza generada y a las posibilidades de
nuevas conquistas. La obtención de contingentes de esclavos cada vez mayores, usufructuados como fuente de
energía barata, incidirá en el estancamiento no sólo técnico sino también intelectual de estos imperios.

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Los metales
Para el hombre fue un gran triunfo tecnológico descubrir que los metales pueden aislarse de determina-
das rocas, y que pueden moldearse si se los calentaba a altas temperaturas. El uso del cobre, del bronce y del
hierro revolucionó nuevamente la vida de los hombres primitivos, constituyendo un hito novedoso en la historia
de su desarrollo tecnológico. El estudio de las minas, los procesos de fundición, los instrumentos de los forjado-
res y los artefactos producidos indican que el desarrollo de la metalurgia se logró en forma independiente en
diversas partes del mundo.
El cobre ya se usaba para fabricar herramientas y armas hace 9000 años. Con excepción de Australia,
donde no se conocieron los metales hasta la llegada de los europeos, la tecnología del metal se estableció en
todo el mundo habitado durante el primer milenio a.C. y se encuentran testimonios de su desarrollo en todas
partes. Los primeros metales que se utilizaron fueron el cobre y el oro, probablemente por su atractiva forma en
bruto y por su ductilidad para ser martillados con piedra hasta conseguir moldearlos y cortarlos. La limitada
existencia de yacimientos puros fue motivo para que el hombre creara los primeros atisbos de la metalurgia.
Experimentó cómo, mediante el calor, podían producirse cambios en los minerales metalíferos, separan-
do así el metal puro del mineral del mismo.
El calor también permitía moldear los metales una vez fundidos, siendo éste el principio de la verdadera
metalurgia. Al parecer, su origen tuvo lugar en forma separada en Asia occidental antes del 2000 a,C. y en el
Sudoeste europeo en el 7000-6000 a.C. Hacia e14000 y 200 a.C. se habían extendido esas prácticas a toda Asia,
Europa y norte de África. Las primeros trabajos en metal se dirigieron a las piezas de ornamento y como ele-
mento suntuario, ya que las armas y herramientas de cobre tuvieron en principio un uso muy limitado en el
"mercado" dominado por los útiles de piedra.
Otro hito en la llamada "Edad de los Metales" fue el empleo del bronce, combinación de cobre y estaño,
que es un metal más moldeable y que permite lograr un filo cortante más duro. El origen de la obtención del
bronce se sitúa en Asia occidental entre el 4000 y 3000 a.C., difundiéndose en Europa hacia el 2000 a.C. Un
factor que favoreció esta difusión es el desarrollo de las llamadas rutas de comercio de metales a larga distancia,
originadas de la escasez de yacimientos de oro y estaño. La aparición de elementos de bronce en tumbas anuncia
el principio de la Edad del bronce en Europa, hacia el 2300 a.C. Hacia el 1200 a.C. el uso de piedra para herra-
mientas ya estaba en desuso, reemplazado por el empleo de útiles de metal. El intercambio de artículos de metal
fue muy amplio, hallándose espadas húngaras en Dinamarca y hachas bretonas en Suiza, por ejemplo. El resul-
tado de estos intercambios fue, además del hecho comercial, una eficaz manera de unificar distintas culturas a
partir de la tecnología.
La habilidad de los forjadores permitió generar, allí donde el bronce era abundante, producir objetos de
labranza de metal, agregando nuevos avances al campo de la agricultura. Tal vez el ingrediente más relevante
sea la incorporación de la forja de hierro, puesto que se trata del metal más común. A1 añadir carbono se trans-
forma en acero, metal que permite el filo más cortante de todos. El acero fue el más tardío de 1os metales, ori-
ginándose en Asia occidental entre el 2000 y 1500 a.C. A partir de entonces, el uso del cobre fue paulatinamente
desplazado.
Cambios paralelos al desarrollo de la tecnología del metal: poblados defendidos por murallas (primeros
"castillos"), botones para las vestiduras, vasos de metal, artesanías ambulantes, el torno para alfareros y, sobre
su base, la rueda ligera como elemento indispensable en el transporte (la primera rueda conocida, hecha de ma-
dera, data del 3250 a.C.), construcción de armas en gran escala que permitió la formación de ejércitos, estratifi-
cación social, poder político-militar-religioso, etc.

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Actividades Nº 7:

1. Mencione productos que elaboraban los hombres del paleolítico y las herramientas que utilizaban
2. ¿Cuál es la importancia del lenguaje en el progreso de la tecnología?
3. ¿Cuáles son las principales variables del progreso técnico en el período prehistórico (qué cosas son las
que impulsan el progreso técnico en esta etapa)?
4. ¿Cuáles son los cambios socioculturales que trajo aparejada la agricultura?
5. ¿Qué conocimientos se requerían para encarar las prácticas agrícolas?
6. ¿Cuál fue el impacto de la agricultura sobre otras áreas de la alimentación: caza, pesca, ganadería, reco-
lección?
7. ¿Cuál fue la importancia del tiempo libre generado por el excedente de alimentos en la esfera creativa?
8. ¿Cuál fue el impacto de la metalurgia en la agricultura?
9. ¿Cuáles fueron los materiales y las fuentes de energía más utilizadas en la etapa prehistórica?
10. ¿Cuáles fueron otras innovaciones importantes en el período neolítico?

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