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La ética de Fernando Savater refractada por
sus obras juveniles
A rienda suelta y El gran laberinto
M.H. de Meijere
1 Introducción 3
La paradoja de la posmodernidad 3
Savater demócrata 4
Savater escritor 5
Savater filósofo 7
Estructura e hipótesis del presente trabajo 8
5 Conclusiones 44
El mensaje moral en los diferentes libros 44
El desarrollo de las ideas 47
Las técnicas de comunicar las ideas 48
Bibliografía 50
La paradoja de la posmodernidad
Vivimos una época curiosa en Occidente. Mientras los mass media nos
exponen a una corriente infinita de noticias, modas, tendencias e imágenes
y la nueva tecnología nos permite comunicarnos las 24 horas por día con
contactos conocidos y desconocidos en cualquier lugar del mundo, mientras
nuestro bienestar económico y político lleva a nuestro alcance la realización
de los proyectos más fantásticos como viajes a medida a la Antártida, y la
ciencia casi ha resuelto el misterio de la vida humana, o sea, en una época
en que hasta lo más absurdo se ha convertido en posibilidad, se habla de la
decadencia de la cultura occidental1. Y no sin razón, concluimos, tras hacer
una breve excursión mental por la esfera familiar en los domicilios donde
generaciones de niños crecen frente a la tele y donde padres no saben
enseñarles a sus hijos el significado de la palabra respeto. Añadimos que ‘el
40% de los progenitores reconoce no saber manejar los conflictos de
convivencia familiar’, como revela El País a partir de una encuesta de la
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, y que para colmo el planeta se
precipita hacia el ocaso por nuestro descuido y perturbación del sistema
ecológica de que formamos parte, y ya entendemos por qué el ensayista
Luis Racionero puso El progreso decadente como título a su libro sobre el
siglo veinte2.
Savater demócrata
Ya desde la transición surge el nombre de Fernando Savater en los debates
y polémicas de la vida pública española. Durante años contribuía en el País,
y nunca duda a opinar sobre cualquier asunto de interés general, siempre
con una buena dosis de humor y acompañado por su sonrisa. Gracias a su
autobiografía Mira por dónde. Autobiografía razonada 3 conocemos las
respuestas a numerosas preguntas en torno a quién es ese hombre alegre y
agudo. En San Sebastián, donde nació Fernando Fernández-Savater Martín
en 1947, se despliega su infancia feliz, entre las peripecias de aventuras
reales y sobre todo imaginarias, a través de los numerosos tebeos y libros
de aventuras que leía. ‘No podría contar mi vida sin hablar de lo que he
leído. La lectura ha sido mucho más importante que otras muchas cosas’,
afirma el autor (Pereda:25). Ya en el bachillerato soltó su mejor conclusión
filosófica: que veníamos al mundo para ser felices (López:67), y él mismo
interpreta este meta ganándose la vida con lo que más le apasiona, es decir
leer, escribir y hablar.
3
Madrid: Taurus, 2003.
Savater escritor
Desde la edición de su tesis doctoral sobre el filósofo rumano Cioran en
1974, quien ganó fama en España por las traducciones de Savater, Savater
ha publicado decenos de libros. Más conocidas son sus obras filosóficas
sobre la ética, como La tarea del héroe, Ética como amor propio, Invitación
4
Madrid: Ediciones El País, 2001
Para alguien que afirma la importancia impar que han tenido su infancia y
primera juventud en cuanto a su formación personal, y cuyos recuerdos
más felices están relacionados con la lectura en esa fase, parece inevitable
que se dedique más tarde o más temprano a la escritura para jóvenes. De
hecho, Savater ha publicado varios libros juveniles e infantiles, entre ellos A
rienda suelta y El gran laberinto. También cabe mencionar aquí dos libros
de tipo ensayo que dedicó a su joven hijo Amador, y con que dijo querer
estimular el desarrollo de ‘librepensadores’. Ética para Amador y Política
para Amador son destinados para lectores en la edad entre trece y
diecisiete años, y forman una especie de manual para aprender a pensar y
valorar independientemente.
Savater filósofo
El método que utilizaré para analizar los libros, será buscar en ellos, aparte
de una moraleja o un tema principal morales, los seis elementos de la ética
de Savater que explicaré en el siguiente capítulo.
5
En el forro de la edición de VE antes mencionada.
6
Título del ensayo que publicó en 1983 con el título original de L’ère du vide.
Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo
contemporáneo. Barcelona: Editorial Anagrama, 2002.
Surgen voces que advierten para los peligros de tal individualismo. Vicente
Verdú describe en su introducción de Síndromes modernos7 nuestra
sociedad como una que, ‘perdido su destino, se disgrega en un archipiélago
de individuos’ (Verdú, en Pérez:10). ‘¿Encontrar una razón que vuelva a
cohesionar la sociedad, que anime el porvenir, que conceda sentido a las
vidas? El autor [Pérez Jiménez] se inquieta ante la ausencia de ideas
capaces de sacar a la colectividad del armario, de dar vigor a la solidaridad
y la razón’ (Verdú, en Pérez:10). Parece que la sociedad actual ha perdido
la moral. Racionero afirma que en el siglo XX ‘hemos sufrido –o gozado-
ambas cosas simultáneamente: progreso en lo tecnológico, decadencia en lo
moral’ (Racionero:13).
8
Término de Lyotard. Lyotard, J.-F. La condition postmoderne. Paris: Les éditions
de minuit, 1979.
9
Savater, Fernando. El valor de elegir. Barcelona: Editorial Ariel, 2003. Todas las
referencias a esta obra, abreviada como VE, se refieren a esta misma edición.
Para poder vivir esa vida simbólica hace falta aprender un arte de vivir, o
sea una ética, que según Savater consiste en dos partes: el cuidado de
nuestro organismo, y el reconocimiento de la humanidad de nuestros
semejantes para que ellos confirmen la nuestra. Los humanos, como no
estamos completamente programados, tenemos que proponernos fórmulas,
estilos y planes de vida, y eso continuamente exige decisiones entre ‘los
proyectos del menú’ (VE:35). Por lo tanto hemos inventado la ética como
una especie de guía: elegimos (por lo menos hasta cierto punto) lo que nos
parece ‘ético’, o sea ‘bueno’ para nosotros mismos y para el prójimo, ya que
el premio más grande que la vida puede ofrecernos es la alegría que viene
de relaciones afectivas con nuestros semejantes. Queda claro que esa ética
no determina por completo cómo hay que vivir: ‘las pautas del arte de vivir,
como las de cualquier otro, ofrecen un esquema orientativo y evaluativo
que, sin embargo, nunca podrá sustituir la proairesis del sujeto y – por
llamarlo así – el ‘toque personal’ con que afronta en ese preciso instante la
irrepetible y frágil singularidad de su existencia.’ (VE:61)
Sin embargo, pese a la existencia de tal ética, los humanos hemos optado
en innumerables ocasiones por ‘lo malo’. Volvamos al término ‘la moral’ de
la definición de la ética en el diccionario. Según Savater la moral podría
definirse como el conjunto de comportamientos y normas que aceptamos
como válidos; la ética es la reflexión sobre por qué los consideramos
válidos. Como no existen un Bien y un Mal absolutos, pero quedan lo bueno
y lo malo según qué y según para qué, la ética exige aprender a valorar. Y
la incertidumbre respecto al resultado de nuestras decisiones, no hay otro
La verdad
10
Savater, Fernando. Ética para Amador. Barcelona: Ariel,1991. Todas las
referencias a esta obra, abreviada como EA, se refieren a esta misma edición.
El placer
Recomienda entregarse al placer, no para conseguir o huir de algo, sino
simplemente para disfrutar y así ahondar la vida. La noción del placer que
empleamos aquí es una muy amplia: Savater se refiere tanto a los placeres
‘intelectuales’ como el arte, el humor, la conversación, como a los placeres
‘corporales’11 como los efectos gozosos del alcohol, del tabaco, de las
drogas, del sexo, de la buena comida, etc. Incluso Séneca, dice,
recomendaba la ‘conveniencia ocasional del exceso’ (VE:128). Se opone con
fervor a los puritanos que temen el placer como algo inculto, culpable o
indecente, refiriéndose no sólo a la iglesia que, según el autor, hasta hace
poco prescribía y sancionaba los placeres respectivamente aceptados y
considerados groseros o perversos. También hoy en día, dice, existe la
tendencia de contrabalancear los goces con sus connotaciones negativas,
aunque vivimos ‘la institucionalización del hedonismo por vía del consumo’
(VE:132). Los ‘inquisidores’ de hoy son las instancias que promocionan las
dietas para siempre permanecer joven y delgado, las campañas contra el
tabaco, la guerra contra las drogas, y Savater menciona incluso algunos de
los remedios preventivos indicados contra el sida. Él, en cambio,
promociona el carpe diem, es decir la habilidad de encontrar todos los
placeres de hoy, sin olvidar que ‘lo placentero no es el huevo, ni la
hamburguesa, ni la salsa, sino lo bien que tú sepas disfrutar con lo que te
rodea.’ (EA:154)
11
Si es que se puede categorizar los diferentes placeres, ya que al final todo se
trata de péptidos.
La política
Recomienda elegir la política, para aprovechar lo máximo de nuestra
libertad activa y para aumentar la libertad de más gente posible. En cada
sociedad libre se defienden ideas políticas que podemos suscribir o
rechazar, y ambas opciones implican intervención. Si nos sometemos a la
situación sociocultural en que hemos llegado favorecemos su consolidación;
si no, tomamos parte en su renovación. Savater estimula despabilarse y
optar por ‘aumentar lo más posible el consenso sobre las instituciones
sociales’ (VE:144) con la meta de ‘ciudadanía’: integración social basada en
compartir los mismos derechos. Él antepone esta noción con lo que
considera una tendencia actual peligrosa, la ‘etnomanía’. Es de opinión que
los diferentes grupos sociales sólo pueden convivir si reconocen la
humanidad como vínculo social común más fuerte que él de los lazos de
sangre o de una tradición cultural. No cabe dudar que el caso vasco haya
influido en esa convicción. Con todo, aconseja optar por un sistema político
que se empeña por globalizar la humanidad.
La educación cívica
Para conseguir lo anterior, o sea para ser y crear reformadores de modo
más eficaz posible, recomienda elegir la educación cívica. En la sociedad
democrática, todos practicamos política, somos todos gobernantes, y por
eso es imprescindible una educación cívica que prepare al ciudadano para
vivir con los demás en una democracia y que le enseñe poder distinguir
entre lo justo y lo injusto y deliberar sobre el rumbo político a seguir. Así se
combate y resuelve la ignorancia, que Savater considera la amenaza más
peligrosa de la democracia. Los ignorantes son aquellos que no saben
argumentar ni comprender los argumentos o demandas sociales de otros;
aquellos que carecen de ‘un mínimo sentido de los derechos y deberes que
supone – e impone – la vida en sociedad más allá de las adhesiones
patológicas a la tribu o la etnia.’ (VE:153-154) El peligro reside en que
ellos, con su derecho a voto, se opondrán a renovaciones que secundaran
algunos intereses o deseos de su grupo a los derechos humanos. Tolerancia
es una palabra clave en la sociedad democrática, pero no debe significar
que todas las opiniones son igualmente respetables. Lo que precisamente
tendría que procurar la educación es conseguir que los ciudadanos tengan
‘la capacidad de elegir, preferir y desechar.’ (VE:162) El objetivo de la
educación es la ‘reproducción social consciente’ (VE:158), para establecer
sólo lo mejor de la cultura democrática.
La humanidad
En el párrafo anterior ya refería a la reciprocidad de las relaciones
humanas: Savater plantea que nos hacemos humanos los unos a los otros,
y por tanto recomienda elegir la humanidad. La noción de humanidad, que
en el siglo pasado ha llevado a la proclamación de los derechos humanos, a
finales del siglo parece encontrarse en crisis. Surgen objeciones contra el
concepto de humanidad. Algunos críticos le atribuyen una ‘fijación
tradicionalista’, indicando la tendencia de llamar humano aquello que se
consideraba humano antes. Según esta opinión la humanidad sería nada
más que un fósil cultural de tiempos pasados. Otros, digamos los
ecologistas radicales, tienen dificultad con el ‘antropocentrismo’ que implica
el término, y abogan por una visión más modesta de los humanos como
animales entre los demás. Savater no tiene demasiado respeto para esta
opinión, y destaca en varias ocasiones que precisamente la pequeña
diferencia genética entre los humanos y los animales, muestra cuánto dista
el hombre de ser un animal como los demás. Elegir la humanidad significa
para Savater optar por la solidaridad ante el sufrimiento de semejantes, el
respeto ante el enigma de lo humano y su libertad de elección, y tercero la
‘autolimitación’ en cuanto a la tecnología. No deberíamos querer construir
todo sólo porque podemos, ya que la técnica ‘debe estar al servicio de
nuestros valores, no dictarlos.’ (VE:175) La tecnología siempre nos ha ido
desplazando, pero nunca debería eso llevar a que nos consideramos ‘meros
remedos de nuestros propios simulacros’ (VE:167). Recomienda ‘que lo
Lo contingente
Recomienda, por fin, elegir lo contingente en vez de buscar lo absoluto.
Explica el afán por lo absoluto como una nostalgia, propia de nuestra época
posmoderna, a los grandes relatos de antes. ‘Despertamos de las religiones,
descreemos de los dogmas pero no perdemos su énfasis, la nostalgia
lacerante de su énfasis.’ (VE:179) Tendemos a hacer trascendental aquello
(el Amor, la Verdad, el Sentido etc.) cuyo encanto justamente reside en su
contingencia. Lo eterno no puede amarse, lo irremediable no puede
celebrarse. Si buscamos siempre el Sentido sin llegar a conocerlo nunca,
bloqueamos justamente la satisfacción de ‘las cosas que aportan sentido
limitado pero auténtico a la vida.’ (VE:183)
12
Marquard, O. Apología de lo contingente. Valencia: Institució Alfons el Magnànim,
2000.
A rienda suelta13 es un relato para niños desde los diez años, que se publicó
en 1987. Como suele ocurrir con libros infantiles, poca atención ha sido
prestada a su publicación y no existe material secundario. Sin embargo, el
relato nos interesa precisamente por su condición de libro infantil, dirigido a
un público abierto y receptivo. En este capítulo voy a investigar, tras dar un
breve resumen del contenido, si y cómo el cuento funciona como refractor
de la ética de Savater, a lo largo de su definición general de la ética y las
seis elecciones recomendadas.
El relato cuenta la historia del pueblo Nubelejos, cuyos habitantes viven sus
vidas tranquilamente sin preocuparse de lo que ocurre por el mundo.
Después de esbozar a dos personajes principales, el caballo perezoso
Alcornoque y su jinete Samuelín, Savater presenta al pueblo de Nubelejos
del Mar atendiendo su gran afición común, es decir unas carreras de
caballos. Virtuosamente dibuja en pocas páginas el ambiente entre los
espectadores y en los cuadros, presentando un par de neologismos típicos
del habla de los nubelejanos para poder citar mejor sus gritos de ánimo
durante la carrera. Todo esto se puede considerar como introducción de la
historia y los personajes. Luego viene otro capítulo de talante diferente, que
interrumpe un poco la trama, aunque ésta aún no haya empezado de
verdad. Se trata de una descripción del sistema político de Nubelejos, y
cuenta un incidente que ocurrió cuando el alcalde quería introducir un tipo
de nacionalismo entre los municipales. Volveré a este tema más adelante.
Y, tercero, la libertad del pueblo significa poder expresar sin miedo a castigo
una opinión, en vez de seguir órdenes. Aquí cabe mencionar el ejemplo de
la reacción del pueblo a la propuesta del alcalde de introducir una bandera
nubelejana. En vez de aceptar esa idea, que le parece equívoca, la gente
aparece el día siguiente con tantas diferentes banderas ‘como nubelejanos
hay en este mundo’ (RS:36). Este acontecimiento resulta en que se aceptan
todas las banderas como banderas de Nubelejos y por lo demás queda sin
consecuencias. Precisamente lo opuesto ocurre bajo el poder de los
Fantasmas. Un joven que expresa su disgusto sobre una decisión de éstos,
recibe el filo de una cimitarra bajo la barbilla y apenas se salva la vida. Por
medio de estas antítesis entre lo que se puede llamar una democracia y una
dictadura, A rienda suelta despierta en los jóvenes lectores una percepción
de lo que es la libertad.
Las enfermedades que los que sospechan ser nombrados para el cargo de
alcalde se inventan es otro ejemplo de la misma tendencia, y le parece
absolutamente comprensible al narrador que ‘la mayoría prefieran disfrutar
Más preciso, para este pueblo sin armas ni ejército el juego resulta ser el
arma adecuada contra el nacionalismo y la violencia. El acontecimiento con
las banderas, que ya he mencionado antes, es la respuesta jugosa al lema
propuesto ‘unidos bajo nuestra bandera’ (RS:34) del alcalde. En vez de
expresar seriamente su desaprobación, la gente se reúne en una especie de
fiesta, con bandoleras de todos los colores y formas imaginables ‘que se
agitaban como bailando, mientras la gente gritaba: ‘¡Viva, viva! ¡Bravo,
bravo!’’ (RS:36). Más adelante en el relato no es la violencia la que derrota
los intrusos, sino el juego libre del ingenio: una niña lista pretende
colaborar en el juego del enemigo antes de lograr dormirle por medio de la
tentación irresistible del disfrute de una buena comida. Al final de la
historia, ganar una carrera de caballos, que no es más que un juego, resulta
ser suficiente como para desconcentrar al enemigo, que pierde el control
sobre el caballo y se cae del acantilado. En efecto, el elemento de juego en
la vida cotidiana no sólo enriquece la vida de los personajes, sino que
también les sirve como herramienta defensiva.
Mensaje político
Aunque pueda que los lectores de este libro sean demasiado jóvenes como
para estimularles a través de la lectura a preocuparse por asuntos políticos,
A rienda suelta les explica un par de principios fundamentales. El mensaje
político que el libro dirige a los jóvenes lectores es, primero, que la
democracia es preferible sobre la dictadura, a juzgar por la manera en que
se describe el pueblo antes del desastre - es decir, con el acento sobre las
cosas alegres, ejemplos de las cuales hemos visto algunas en el párrafo
anterior - en comparación con la descripción de los desconocidos desde su
primera aparición. Véase por ejemplo la siguiente serie de palabras que
elige Savater para describir el acercamiento del OVNI: ‘una peligrosa
sombra en el cielo’ (RS:37) que hace aullar a los perros ‘con tristeza de
muerte’ (RS:40), ‘algo oscuro y amenazador’ (RS:41), la ‘hoja desprendida
de algún ciclópeo árbol siniestro’ (RS:42), ‘de color tan negro como la
desesperación de un condenado a muerte’ (RS:42), ‘el monstruoso
Eso será un toque irónico del autor, ya que por supuesto las cosas
mencionadas no son motivos válidos para ser alcalde. La sensación de
responsabilidad para llevar a cabo lo que el pueblo desea y para vigilar el
bienestar del pueblo, esta vocación sólo la tiene don Fructuoso, cuyos
amigos se burlan de él por esa razón… Con todo, un mensaje dudoso para
los niños lectores.
También cabe dudar de si los nubelejanos han aprendido una lección de los
acontecimientos, que les pillaban tan ‘desprevenidos e indefensos (…) como
la entrada de la zorra en el gallinero dormido’ (RS:53). Savater comenta
Cabe mencionar aquí que Savater mismo siempre ha sido gran aficionado
tanto de carreras de caballos como de corridas de toros, y por tanto
adversario de los que encuentran esos espectáculos bárbaros. ‘Keert
Savaters humanismo zich tegen de kneveling van de persoonlijke rechten
en vrijheid door de klinische staat,’ escribe Charo Crego, ‘evenveel bezwaar
tekent hij aan tegen de toekenning van deze rechten aan wezens die geen
rechtssubject zijn of kunnen zijn: de dieren’ (Crego:39). Según Savater, él
que quiere ver a un caballo ganar el Gran Premio Nacional, manifiesta más
amor hacia el animal que él que quiere ahorrarlo la carrera por miedo de
que rompa una pata (Crego:40).
14
En el momento de escribir esto, es decir marzo 2006.
15
Savater, Fernando. El gran laberinto. Barcelona: Editorial Ariel, 2005. Todas las
referencias a esta obra, abreviada como GL, se refieren a esta misma edición.
En cada cuento los chicos se ven enfrentados con un peligro que logran
superar con su propio ingenio y con la ayuda y los consejos de personajes
literarios e históricos. Conocen respectivamente a ‘un Don Quijote
modernizado que los salvará de los ogros; a Diderot y Sophie Volland
haciendo la Enciclopedia; a Simbad y Shanti Andía luchando contra la
esclavitud; a Leonardo da Vinci y César Borgia enfrentando la polémica de
la ciencia al servicio de la guerra; a Lao Zi y su parábola sobre la esencia de
la vida; a Otelo y su opresión de la mujer y al usurero Shylock; al Golem
combinado con Frankenstein y al filósofo-mártir Jan Patocka asesinado por
los comunistas en Checoslovaquia’ (Fuentes:1).16 Después de cada desafío
vuelven a la librería con la letra requerida, y con un trocito de sabiduría
vital.
El mensaje está claro: pese a que la gente misma, sea por ignorancia,
miedo o tedio, no se da cuenta del encierro y hasta se cree pasándolo bien,
lo único moralmente correcto que se puede hacer es oponerse a tal
dictadura. Porque según el autor, como hemos mencionado antes, el único
sistema político que merece apoyo es el que aumente las libertades de la
gente en vez de reducirlas: ‘el sentido de la política es la libertad humana’
(GL:288), y que además se basa en verdades. Precisamente por eso se
17
El ‘verdadero’ Oscar Wilde, casado y padre de dos hijos, fue condenado en 1895
por tener una relación amorosa con un adolescente.
18
Azurmendi, Mikel. ‘Savater te lleva de viaje.’ En: Claves de razón práctica. 2005,
154.
Humanizar y humanizarse
En la novela destacan claramente tres elementos de las reflexiones de
Savater sobre elegir la humanidad’: la noción de que los humanos nos
humanizamos a nosotros (o sea, que nos hacemos humanos unos a otros),
la necesidad de solidaridad ante el sufrimiento de semejantes, y el afán de
nunca ser ‘artificial manifactura de los otros’ (VE:177). La idea de la
humanidad recíproca la pone literalmente en boca de Pantaleón: ‘A mí me
parece que todas las relaciones humanas tienen siempre algo de recíproco.
Los adultos cuidan de los más pequeños, pero también los pequeños
protegen a sus protectores a su manera: además, nadie es adulto del
todo…’ (GL:24) La capitana del barco negrero, que durante su vida ha
tratado a hombres como si fuesen mercancías, se da cuenta en su lecho de
muerte que ha perdido su humanidad, al enterarse de que ya nadie conoce
su nombre de pila, sino que la llaman ‘la Leona Negra’.
La ética según Savater no es sólo el vivir bien con los demás, sino también
contigo mismo. Para cuidar el propio organismo, disfrutar y así vivir mejor,
optar por el placer es imprescindible. El disfrute es algo personal que tú
mismo valoras, y hay que vigilar esta libertad contra las instituciones que
procuran prescribir o sancionar placeres. En A rienda suelta el tema apenas
tiene puntos de contacto con esa idea; el placer no se elabora como algo
individual. De cierta manera lo que sí expresa el relato es el ‘carpe diem’.
‘Juguetizan’ lo que les rodea, para disfrutar más con lo que hay y además
como arma contra el mal. También en El gran laberinto el juego desempeña
el papel de herramienta contra el mal, sobretodo contra la incertidumbre y
el miedo. Además el libro retrata los hedonistas como mejores seres
humanos. No es ético impedir alma y cuerpo de disfrutar.
A pesar de que los dos libros juveniles obviamente reflejan las ideas del
autor, no podemos concluir que de tal modo también las concretizan. Eso no
se debe a que las ideas no estén inteligiblemente presentadas en las dos
obras juveniles, sino más bien a que Savater ya las explica tan
profundamente y de manera tan transparente en su ensayo, que no queda
nada que concretizar. Se puede incluso sostener que a un filósofo popular
como Savater no le hace falta escribir novelas si el fin de éstas es igual que
el de los ensayos: presentarle al lector su filosofía. Tanto el relato como la
novela, pues, ‘estripados’ del cargo moral, ya no son gran cosa. Las tramas
demasiadas inverosímiles de ambos libros son superficiales y no logran
despertar interés verdadero ni crear tensión. Los personajes no se desatan
de su representación plana, lo cual, sobre todo en El gran laberinto, es un
fallo. Ningún personaje de A rienda suelta logra resucitar o evocar cualquier
sentimiento, y en El gran laberinto los únicos personajes que sí superan la
condición dúo dimensional de las páginas, son los que no son creaciones de
Savater. Los cuatro protagonistas son tan obviamente herramientas para
transmitir el mensaje del libro, que su credibilidad como personajes
novelescos falla. Las escasas observaciones del autor o narrador sobre los
pensamientos o comportamientos de los cuatro, como el flechazo
adolescente de Jaiko y la preocupación maternal de Sara por los chicos,
resultan artificiosos.
Lopez, Oscar. ‘Fernando Savater: la sonrisa del filósofo.’ En: Qué leer día a
día. 2003, abril, 76, pp 64-67.