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En este vídeo vamos a hablar de los factores protectores y de riesgo para niños y

adolescentes en las emergencias masivas. Antes de poder empezar vamos a aclarar unos
conceptos. ¿Qué es un factor protector? El factor protector es una característica
detectable, es decir objetivable en una persona, en una familia o en una comunidad que
favorece el desarrollo humano en general, la salud y la respuesta a un incidente
crítico. Por contra un factor de riesgo es una característica detectable que puede darnos,
señalarnos una mayor probabilidad de tener o de sufrir cualquier tipo de daño. También
para la salud, para la recuperación tras una emergencia y en general en cualquier
situación de la vida. Es importante poder diferenciar los factores protectores y de riesgo de
otros dos conceptos similares pero que no son exactamente lo mismo, y son la
vulnerabilidad y la resiliencia. ¿Qué es la vulnerabilidad? Es la probabilidad de que se
produzca un riesgo o un daño. Esta vulnerabilidad puede ser de tres tipos. Genética,
puede ser familiar y puede ser psicosocial. Y se estará usted preguntando, ¿y cuál es
entonces la diferencia con el factor de riesgo? Bien, la vulnerabilidad que tenemos las
personas, las familias, las comunidades es independiente de la situación en la que
estamos inmersos. En cambio los factores protectores y los factores de riesgo tienen una
carga importantísima situacional y refuerzan o disminuyen nuestra vulnerabilidad. ¿Y la
resiliencia? Seguramente usted ha oído hablar de resiliencia. Bien, la resiliencia es un
concepto que proviene de la física. Y en la física designa la capacidad que tiene un cuerpo
de recuperar su forma original después de haber sido sometido a una presión muy
fuerte. Cojamos una esponja, una esponja de mar si la apretamos mucho se nos queda
planita, pero, si esa presión se quita la esponja vuelve a su forma original. En cambio una
piedra probablemente necesitemos más presión para que se deforme, pero, una vez la
hayamos presionada se romperá, y nunca más podrá recuperar su forma original. Con esa
analogía tomada de la física, en psicología y en respuesta a incidentes críticos y
avergencias nominamos resiliencia la capacidad de las personas, de las familias y las
comunidades a recuperarse de un incidente, de una crisis con las menos secuelas
posibles. Esta capacidad tiene una parte más o menos innata. Es decir las personas, las
familias, las comunidades tenemos una cantidad de resiliencia determinada. Pero nos
haya dotado la naturaleza de mayor o menor resiliencia siempre podemos potenciar
nuestra capacidad, nuestra respuesta resiliente. Y de eso se trata muchas veces en la
respuesta a emergencias y en la aplicación de primeros auxilios psicológicos. Vamos a ver
por tanto ahora y centrarnos, después de aclarar estos conceptos básicos, en los factores
protectores y de riesgo para la recuperación tras una emergencia. Vamos a tener una
mirada general a todos los factores y luego desgranarlos uno en uno. Los estudios más
recientes nos han demostrado que los principales factores protectores y de riesgo se
relacionan con cuatro ejes, con cuatro variables distintas. Por un lado las características
propias del niño y del adolescente y su contexto familiar. Por otro, las características del
suceso en sí. Es decir lo que ha ocurrido, lo que ha pasado y cómo ha sido, qué efectos
tienes o qué ha ocurrido para la vida de los niños, las familias afectadas. En tercer lugar la
gestión de la emergencia en sí. Y en cuarto lugar como un factor claramente protector o de
riesgo está la atención y seguimiento recibido tanto por los propios niños como sobre todo
por las familias durante los seis meses posteriores al impacto. Es muy importante que
usted vea que los factores protectores y los factores de riesgo en el fondo son las dos
caras de una misma moneda. Un mismo hecho puede en una situación actuar como
factor protector y en el otro como factor de riesgo. Por tanto cuando ahora los desvanemos
siempre tendremos pares de opuestos según actúen como protectores o
influencien negativamente en la respuesta a lo ocurrido.
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¿Qué sabemos sobre cómo modulan la respuesta a una emergencia en las características
propias de los niños o adolescentes? Sabemos que una estructura de personalidad de
base sana. Es decir un niño, un adolescente cuya estructura, cuya forma de conducirse,
de responder, su capacidad de gestionar las emociones es sana tiene una mejor
probabilidad de salir sin excesivas secuelas de una emergencia que un niño que tenga
problemas adaptativos o de conducta previos. Sabemos también que una variable muy
importante es el tipo de apego que un niño tiene. El apego es la forma en la que los niños
se vinculan con sus padres. Es el tipo de vínculo, la calidad del vínculo que los niños
tienen con sus padres o cuidadores principales. Si ese vínculo es seguro el pronóstico en
la respuesta al incidente crítico de los niños es mucho mejor que si el apego es
inseguro, ansioso o evitativo. Sabemos también que un nivel intelectual medio o alto
y sobre todo una buena capacidad de resolver problemas son un factor protector. Mientras
que tener dificultades para entender a nivel cognitivo cuáles son las cosas que
ocurren incluso tener una discapacidad intelectual será un factor de riesgo. Esta variable
que algunas veces se ha discutido tiene que ver con que, por contra de lo que se creía
antes, la madurez cognitiva no aumenta la percepción del riesgo. Muy al contrario, la
madurez cognitiva permite entender que el hecho que ha pasado la crisis, el incidente es
un hecho puntual y por tanto el niño se puede desangustiar. Mientras que una capacidad
intelectual más limitada le dificulta la niño y al adolescente entender si eso va a volver a
ocurrir, si no va a volver a ocurrir y por ahí elevar el nivel de ansiedad. Anteriormente se
creía que era al revés, que una capacidad intelectual un poco disminuida protegía porque
los niños no se daban cuenta del riesgo que habían corrido. Hemos dejado claro que esto
no es así y que hoy en día sabemos, los estudios han demostrado que es al
revés. Sabemos que una buena capacidad de resolver problemas y conflictos en los niños
protege y que una dificultad para encarar conflictos, un patrón evitativo de enfrentarse a
los problemas es un factor de riesgo. No porque haya ningún tipo de similitud entre un
incidente crítico y un conflicto normal por ejemplo en el patio. Pero sí porque los recursos
que los niños necesitan son similares. Otro factor es la cohesión, la ternura, la
comunicación en el seno de las familias. Cuanta más cohesión y mejor comunicación hay
en una familia, más capacidad tiene la familia conjuntamente de gestionar lo que
ha ocurrido y de protegerse a sí misma y por tanto a los niños de las secuelas. Sabemos
también que las niñas tienen una mejor respuesta, un mejor pronóstico frente a los
incidentes críticos que los niños. Parece ser que los niños, el hecho de ser varón es un
factor de vulnerabilidad, de mayor riesgo. Una explicación, una observación para la que
creo que en este momento no tenemos todavía una respuesta técnica, pero los análisis
estadísticos así lo, lo demuestran. Y por último está comprobado que haber padecido
previamente al incidente actual otros acontecimientos vitales estresantes como una
muerte, el divorcio de los padres, una enfermedad grave es claramente un factor factor de
riesgo. Parece que la acumulación de incidentes críticos dificulta la respuesta a los
mismos. Pasamos ahora a describir cuáles son los factores protectores y de riesgo
relativos a la incidente emergencia en sí mismo. Sabemos por los estudios que los
factores más potentes no sufrir, víctimas mortales en el contexto familiar directo y no
resultar el niño o el adolescente herido. Pero también, son factores protectores que se
preserve el propio hogar, es decir aunque se estropee o haya que renovarlo, los niños
puedan volver a lo que había sido su casa, que se conserven sus pertenencias, sus
juguetes, sus objetos personales, y esto es muy interesante, el hecho de que otros
compañeros de escuela o amigos también sean afectados. Quizás se pregunta por
qué, porque el hecho de que sea un comunidad, todo un bloque de vecinos, una calle que
resulte afectada hace que los niños se sientan menos raros. Vale, a mi me ha ocurrido
esto pero también le ha ocurrido a mis amiguitos y entonces yo puedo compartir y sentirme
que formo parte de un colectivo que nos ha ocurrido algo desagradable pero parece ser
que no soy el único al que me ha ocurrido. También sabemos que los mismos factores
pueden actuar como factores de riesgo, es decir si en el contexto familiar se produce una
muerte o el propio niño sufre heridas, esto posiblemente dificulte su respuesta, su
recuperación. El hecho de que la casa resulte destruida y no se pueda volver a ella,
evidentemente causará una daño importante, porque los niños vinculan mucho su
seguridad al sitio en el que viven, al sitio en el que duermen, y que esto se vea alterado les
dificulta su respuesta. Y perder objetos juguetes personales, quizás no es tan grave como
perder la casa pero también les afecta negativamente.
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En los primeros auxilios psicológicos en lo que más vamos a incidir es en los factores que
protegen en cuanto a la gestión del impacto en sí misma, por esto es el espacio en el que
los proveedores de primeros auxilios psicológicos como usted y como yo nos jugamos más
la efectividad de lo que vamos a hacer, a ese, en este sentido es muy importante conocer
cuáles son estos factores protectores. Lo mas importante es conseguir mediante la
aplicación de los primeros auxilios psicológicos y otras medidas que los niveles de
activación sean lo más bajo posibles. Para que usted me entienda mejor el nivel de
activación se refiere a los nervios, la cantidad de gritos, la cantidad de inquietud. Cuanto
más serena y tranquila sea la gestión del incidente, más estamos protegiendo a los
menores y a los adultos del impacto. Esto se reproduce en cuanto a la contención del
miedo y la ansiedad y los niveles de activación de los progenitores, de los cuidadores
principales. Si conseguimos que la familia, que los cuidadores que están con los
niños mantengan a su vez también bajos nivel de activación y que estén contenidos en
sus reacciones, estamos asegurando o estamos facilitando una buena respuesta del
menor. Un tercer factor es la capacidad de consuelo que la familia, que los cuidadores
tienen de caer a sus hijos. Y eso es importante que lo tengamos muy claros porque aquí
podemos incidir. Usted y yo en una gestión de una emergencia masiva podemos ayudar a
los progenitores y cuidadores principales a consolar, a informar, a aplicar primeros auxilios
psicológicos a los niños pero haciéndolo los padres, porque eso es mucho más
efectivo. De esa manera conseguiremos que los niños estén más protegidos y disminuya
el riesgo de secuelas. Es importantísimo que los menores permanezcan todo el tiempo o
todo el tiempo posible junto a su familia y sus cuidadores, sino todos al menos una
parte. Este es un claro factor protector que tiene que ver con la gestión del impacto y que
resulta relativamente fácil de cumplir. Pero también es importante recibir un buen nivel de
información para que los niños sepan lo que ocurran, y puedan a su nivel y con el
vocabulario que puedan entender a tener la visión de lo que ocurre y poder
comprender más o menos cómo eso que está ocurriendo les va a afectar, porque eso
disminuye sus fantasías. Muchas veces los niños imaginan cosas mucho peores de lo que
es la realidad. Por tanto, disponer de información es un amplio importante factor de
protección. También lo es ser llevado rápidamente a un lugar seguro tras el impacto. Poder
estar en un sitio donde más o menos se reproduzcan las características habituales que se
tienen en el domicilio, en un hogar normal ayuda a la respuesta de los niños. Así como el
siguiente factor reestablecer lo antes posible la rutina de la vida previa al impacto. Si el
niño iba a la guardería, que vuelva lo antes posible a la guardería, si va a la escuela, que
vuelva lo antes posible a la escuela.
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Y ahora en la siguiente diapositiva está usted viendo los factores de riesgo, es decir los
mismos factores que acabamos de ver como protectores en un momento determinado
pueden agravar y dificultad la recuperación de los niños. Así será si hay poco nivel de
contención y mucho nervio, mucha activación, así será si el menor no es contenido y se
activa demasiado y se pone muy nervioso. Será un factor de riesgo también que los
cuidadores principales o los progenitores no consiguen contener y consolar al menor o
nosotros no seamos capaces a hacerlo mejor, factor de riesgo es separado de los adultos
de referencia, no recibir información, permanecer cerca del lugar de impacto en un lugar
inseguro o demasiado provisional. Por ejemplo, existen estudios que demuestran que
tener los niños como ocurren en muchos campos de refugiados en tiendas, en un contexto
claramente provisional casi duplica el riesgo de sufrir secuelas tras una situación crítica
sobre el impacto de por ejemplo una catástrofe natural. Dificulta mucha la recuperación de
los niños mantener demasiado tiempo la excepcionalidad, es decir no poder ir a la
escuela, no poder jugar, no poder volver a las actividades previas las que fueran antes del
incidente y por supuesto eso incluye no poder volver a la escuela. Vamos a pasar ahora a
ver los factores protectores y de riesgo relativo al seguimiento que se ofrece alas familias
tras el momento de impacto. En cuanto a factores protectores parece ser que la parte más
importante, el factor mas importante es disponer de orientación para los
progenitores, orientación no quiere decir terapia, quiere decir que se dispone de un
profesional que incluso puede ser por atención telefónica al que las familias poder
preguntar lo que les angustie. Esta orientación disponible preferentemente 24 horas tiene
un efecto importantísimo, no solo por la respuesta concreta que se puede ofrecer a la
familia sino sobre todo porque reduce sus niveles de angustia. Y esto quiero recalcarlo
especialmente. En la mayoría de emergencias, si actuamos correctamente entregaremos a
las familias una hoja en la que se explican determinadas cosas. Pero los padres, los
cuidadores principales algunas cosas, también están afectados, algunas cosas las
entienden bien y otras les surgen dudas. Poder calmar estas dudas ayudará muchísimo a
que la familia esté tranquila, esté contenida y pueda controlar al niño y eso you hemos
visto que es la parte principal de la protección del menor frente al impacto de lo
ocurrido. También es un factor protector poder hablar, jugar o representar de diferentes
formas lo ocurrido. Y finalmente lo es si al cabo de tres o cuatro semanas no hemos
empezado a ver una mejoría en la respuesta. Todos los niños hacen una respuesta de
este sagudo, pero es este sagudo debe irse reconduciendo durante estas primeras tres o
cuatro semanas. Reconducir no quiere decir desaparecer, quiere decir disminuir, si no lo
hace es importante y un claro factor protector que se pueda recibir asistencia
especializada. Los mismos factores obviamente de no darse serán factores de riesgo,
es decir si los padres están desorientados, si los padres están ansiosos, si no saben qué
hacer, los niños no tienen un espacio donde pueden procesar lo ocurrido o no reciben
asistencia pasada estas cuatro semanas, su respuesta a la emergencia seguramente se
dificulte muchísimo.

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