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LA DIMENSIÓN TRIPARTITA DEL LENGUAJE

AFECCIÓN DEL SIGNIFICADO

POR MARTÍN CLETO GUTIÉRREZ

El significante es la manifestación del significado y posee el sentido de este.


Así el contenido formal se puede entender como idéntico así mismo, es una
autoindentificación, tanto con la subsistencia espiritual como con el mundo
material. El significado, en cuanto subsistencia, implica relación y acción. De
esta manera se llega a manifestar en sí mismo. Este conlleva el carácter pasivo,
el significante lo activo. El sentido guarda la intencionalidad entre ambos. El
sentido y significante son automanifestaciones del primero. La inteligibilidad
de este realiza su presencia en tres formas de ser diferentes. Este proceso es una
dialéctica entre enajenación y absolutez inteligible.

¿El significado, en cuanto inteligible, puede ser afectado? Parece ser que este
contenido formal en cuanto espiritual, absoluto, no podría recibir afección, pues
no sería inmaterial. El campo inteligible parece incapaz de sufrir modificación
a semejanza de las cosas materiales.

El significado parece ser el fundamento de la percepción de lo inmutable frente


a lo precario del mundo. De este modo pretende trascender la finitud de las
cosas.Pero ¿Qué nos puede decir el lenguaje frente a la historia del significante?
En la tradición oral, la escritura deja ver un cierto fenómeno de la ‘afección’ del
significado por el significante.

Esto se manifiesta específicamente en la interpretación relativa de los textos


surgidos en distintos tiempos epocales. Quien lee o escucha adquiere
conocimiento gracias a los significantes. Gracias a estos se conoce la
inteligibilidad del significado. Por lo tanto, también este último está inmerso en
la historia de la afección significante.

No obstante, sin esta afección material, no se podría recuperar tal inteligibilidad.


Pero ¿de qué modo se encuentra el significado en la historia del significante?
¿Cómo es posible que el sentido del significado considere el significante como
manifestación del él, si lo inteligible no puede ser afectado? ¿El significado hace
afectar el significante a causa de los sentidos, pues lo semejante conoce lo
semejante? ¿Es que el significado mismo recibe afección en el significante a
causa del hombre? o ¿sólo cabe afirmar la afección del significante y la
inmunidad del significado?

Es necesario afirmar que, en la medida en que se trate de afirmar la


impasibilidad del significado disminuye la capacidad de implicar a este en la
afección del significante. Pues si tal contenido formal no recibe afección, el
significante sería considerado una mera ‘letra muerta’ porque no tendría vuelta
a la inteligibilidad. Pero también, si se ve sólo en la afección del significante la
alteración de la materia, entonces se puede considerar al significado ajeno al
lenguaje. Y eso eliminaría a la hermenéutica.

Por ello, la ciencia del lenguaje se ve en la necesidad de implicar al contenido


inteligible en la afección del significante y a descubrir esta afección como
centro mismo del significado. Esta afección puede tener dos connotaciones, por
una parte alteración y por otra un afecto. De modo que la armonización de la
afección e inmutabilidad del significado puede afirmarse de la afección de un
significado afectivo. La consecuencia, es un afecto del significado a causa del
deseo de hacerse sensible. No hay temor a la alteración que se pueda recibir en
la relatividad material.
Aunque la ausencia de la afección en el significado se puede afirmar para hallar
la distinción entre lo inmutable, espiritual, inmaterial frente a lo caduco del
mundo; sin embargo, es necesario afirmar que si el significado otorga a los
hombres conocimiento haciéndoles participar de su contenido intelectual,
entonces este contenido debe ser inmaterial.

La ausencia de la afección parece una propiedad del significado y símbolo del


conocimiento con respecto al él. Pero no hay necesidad de hablar de una mera
escisión de realidades, sino de una conjugación de parámetros. Pues así como
el mismo hombre es una fusión de materia y espíritu, así también se puede
hablar de una afección activa, es decir, el significado puede estar dispuesto a
ser afectado por una realidad distinta. Así como no está sujeto a la alteración
del significante finito de modo absoluto, sin embargo, tampoco se excluye su
afección. Si el significado no fuera afectado sería imposible el conocimiento.
No sería más que un conocimiento encerrado en la conciencia del hombre. Pero
si este contenido inteligible es capaz de darse a conocer a otros, entonces se
expone a la alteración de la interpretación adquirida por los demás, pero gracias
a su absolutez, este conocimiento no le permite establecerse en la absoluta
relatividad material. No es afectado, como el significante, por carecer de su
sentido propio. De esta forma se afirma una cierta inalterabilidad. Es afectado
en razón del conocimiento por el cual desborda su propia esencia. De esta forma
el significado se torna inherente a la afección. Cuando se hable sobre tal
afección debe ser en razón del conocimiento que implica en el fondo la
reintelección. El que reintelige se deja afectar de modo sensible y, a la vez,
afecta de modo inteligible el significado recibido por otros.

La afección del significado sostiene la interpretación del mundo y soporta su


comprehensión. El afecto de esta realidad formal por entregar su contenido
intelectual, experimenta la afección de la futura reintelección del significado en
el significante. Es una afección que se realiza entre el significado y su contenido
formal. Esta afección no sólo se realiza en el campo material del significante
sino en la respectividad del significado, significante y su sentido. La afección
ad intra y ad extra se respectan de modo mutuo. Y es que la afección del
conocimiento ad extra por el significante es respecto a la afección del
conocimiento del significado ad intra.

El significado, en razón de la voluntad, sale fuera de sí para comunicarse al otro


mediante una convención significativa. En esta afección comunicativa, el
contenido inteligible va adquiriendo nuevas experiencias en la conciencia y
nuevas afecciones. El significado se ve afectado por las experiencias. La
existencia de este y la historia de los significantes se ven ligadas a afecciones
inteligibles de esta realidad formal. La afección del mismo da pie al nacimiento
del arte de la escritura, el convencionalismo, la historia y la hermenéutica.

Esta afección es sinónimo de reintelección con propiedad de absolutez frente a


la materia del significante. Es una respectividad absoluta y alienada del
significado con el significante. El primero considera al segundo algo necesario,
de modo que se deja exponer a la afección en afinidad con él.

El significado, en cierto modo, es absoluto y no está sometido a una mera


manifestación sensible-material en el significante. El primero, movido por el
deseo o afecto de comunicarse establece una convención significativa. Es
convenido mediante un significante. Mora de modo inmanente en la conciencia
y trascendentemente en la mundaneidad significante. La historia de este último
surge de la automaterialidad del significado, la artificialidad de la escritura y
del habla. La convención y la interpretación son consecuencia de esta
materialidad.
Pero estas automaterializaciones han de entenderse como adaptaciones del
significado al conocimiento sensible de los hombres, gracias al cual nace todo
lo que hay en la mente. Estas adaptaciones al conocimiento sensible
precomprenden el conocimiento inteligible del significado. Es una afinidad de
este en la finitud del significante y una precomprensión de la inteligibilidad del
aspecto formal en la mente.

La afección del significante implica la afección del significado y la


inteligibilidad del segundo en el primero va ligada a la misma intelección del
significante mismo. En este sentido, el significado se hace uno con el
significante y suscita en él la esperanza de una latente reintelección en potencia.

Esto deja ver también el autoresquebrajamiento del significado, su ruptura


interna diferencial. Si este se inclina a la afección por el significante, es afectado
con este último, esto muestra a autoescisión del mismo. La reintelección del
significante se puede distanciar del significado originario en el trascurso epocal
hasta hacerse ajeno a causa de la falta del horizonte de comprensión del lugar y
del uso del significante para retomar el significado preciso.

¿Por qué el significado se sumerge en lo óntico y cómo se produce la escisión


en el campo de la inteligibilidad?

La respuesta reside en la autoruptura del significado fundada en la


materialización inicial por la que este trasciende hospitalizándose en lo extraño
del significante donde solo descansa una cierta semejanza. El conocimiento es
absoluto a causa del desdoblamiento del significado en la bipolaridad inteligible
de la autoentrega del significado y de su autodesplazamiento. Lo más
impresionante de la hermenéutica es la posibilidad de reinterpretar la afección
del significante y la afección del significado en la historia.

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