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DE TESIS
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FRANCISCA REYES
DANIELA SILVA
19 DE MARZO DE 2018
En el presente documento, el equipo de tesistas conformado por las estudiantes
Francisca Reyes y Daniela Silva, esbozaran el tema de investigación a realizar el presente
año, denominado -de manera preliminar- “Cuerpo y moda en mujeres de talla grande en
Chile: Una aproximación a los significados que construyen colectivos, organizaciones o
comunidades virtuales respecto a ampliar y/o reivindicar la incorporación de mujeres de
talla grande en la moda en Chile”. A continuación, se expondrán planteamientos desde
diversos autores, lo cuales nos permitirán comprender la temática planteada en la teoría y
en la realidad chilena actual.
Por otra parte, desde los planteamientos de Foucault (2003) se considera el poder
como un elemento central, reconociendo que la sociedad con sus diversos dispositivos de
control e instituciones buscan la “normalización” de cuerpos y conductas, un
disciplinamiento social y por tanto relaciones de poder. De esta manera, el autor hace
referencia al cuerpo dócil, como aquel cuerpo manipulable, “que puede ser sometido, que
puede ser utilizado, que puede ser trasformado y perfeccionado” (Foucault, 2003, p. 125) y
por ende dominado, un cuerpo disciplinado producto de la cultura y de las fuerzas sociales
que ejercen presión sobre él, “a estos métodos que permiten el control minucioso de las
operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen
una relación de docilidad-utilidad, es a lo que se puede llamar las "disciplinas"” (Foucault,
2002, p. 126).
Sin embargo, es necesario considerar que, si bien se plantea la docilidad, este cuerpo
también tiene la capacidad de generar transformaciones en aquel espacio que lo coarta,
pues para Foucault el poder representa relaciones de fuerzas, “aquellos en quienes el poder
ha invertido en sus cuerpos pueden, por consiguiente, derrocar a ese mismo poder
ofreciéndole resistencia o derrocándolo. Por ende, arguye que donde haya poder habrá
resistencia al mismo” (Entwistle, 2002, p. 5).
Es por ello, que el cuerpo no puede ser visto como un pensamiento acabado, “no
es un dato evidente, sino el efecto de una elaboración social y cultural” (Le Breton, 2002,
p.28) considerando que habita e interactúa en contextos históricos, sociales y culturales
específicos. No obstante, esta ficción es culturalmente operante y viva, determina
etiquetas corporales, moldeados del cuerpo, inscripciones y apariencias corporales que
organizan la conformación del cuerpo y que pueden convertirse en índices para orientar
la mirada de un otro para ser clasificado bajo una etiqueta social, reconociendo el autor
que en la modernidad “únicamente el espesor de los otros suele ser el de su mirada: lo
que queda cuando las relaciones sociales se vuelven más distantes, más medidas” (Le
Breton, 2002, p. 83).
En este sentido, cabe comprender que la moda se presenta como una de las formas
culturales que moldea los cuerpos y que, por ende, contribuye a la normalización de los
mismos, “el actor individual y muy personal de vestirse es un acto de preparar el cuerpo
para el mundo social, hacerlo apropiado, aceptable, de hecho, hasta respetable y
posiblemente incluso deseable” (Entwistle, 2002, p.12). Sumado a ello, “las convenciones
del vestir pretenden transformar la carne en algo reconocible y significativo para una
cultura; es fácil que un cuerpo que no encaja, que transgrede dichos códigos culturales
provoque escándalo e indignación y que sea tratado con desprecio e incredulidad”
(Entwistle, 2002, p. 14).
Por otro lado, Lipovetsky (1990), postula que la moda no debería ser caracterizada
como una manifestación de deseos vanidosos y distintivos, “sino que se convierte en una
institución excepcional, altamente problemática, una realidad sociohistórica característica
de Occidente y de la propia modernidad” (p. 11). El autor plantea el concepto de “moda
plena”, como un proceso que se expande a amplias facetas de la vida social, “no es tanto
un sector específico y periférico como una forma general que actúa en el todo social. Nos
hallamos inmersos en la moda; un poco en todas partes y cada vez más, se ejerce la triple
operación que la define como tal: lo efímero, la seducción y la diferenciación
marginal” (Lipovetsky, 1990, p. 175).
La moda plena considera entre sus facetas no solo el vestido y la ornamentación del
cuerpo, sino también objetos industriales, la cultura mediática y la publicidad (Radrigán y
Orellana, 2016). De esta manera “se considera que la moda es definitoria en tanto regula,
genera estandarizaciones y referentes corporales, como elementos que están implicados
en las formas de mirar y presentar nuestros cuerpos” (Radrigán & Orellana, 2016, p. 112),
prometiendo, a su vez, a cada individuo la exclusividad y la reafirmación de su individualidad
en vínculos de sincronía y discrepancia con sus dinámicas.
Las investigadoras, en sintonía con los postulados de Foucault, afirman que “es por
medio de la ropa que nos enfrentamos directamente a la brutalidad y complejidad de la
estandarización y de los patrones normativos, no debiera resultarnos extraño el hecho de
que la ropa sea un fértil medio para el disciplinamiento social” (Citado en Radrigán &
Orellana, 2016, p.113)
Así mismo, en uno de los apartados referentes a la moda y tallaje en cuerpos
gordos, se concluye que el despliegue de los mismos en lo público (en el mundo de la
moda, del espectáculo y medios masivos de comunicación) es una invitación a relacionarse
con ellos no cuando estos sean flacos, sino aceptando su condición actual de manera
favorable e integrándose a una serie de ámbitos censurados directa o indirectamente a
los volúmenes extremos (bailar, hacer ejercicio, usar bikini en la playa, ser sexualmente
activas, etc.). Junto a lo anterior, pueden desestabilizarse el sentido común y las narrativas
que son efecto de una estructura de poder y de significación social de los cuerpos,
sostenidas en visiones de supremacía y coacción fuertemente arraigadas en la sociedad
(Radrigán & Orellana, 2016).
Por otro lado, se hizo una revisión de un estudio realizado por las investigadoras
Energici, Acostab, Huaiquimillaa & Bórqueza (2016), llamado Feminización de la gordura:
estudio cualitativo en Santiago de Chile, el cual sostiene que existen escasos estudios
asociados a la gordura en Latinoamérica y Chile, presentando su artículo como una
profundización del estudio de los cuerpos gordos, afirmando “que la discriminación por el
tamaño del cuerpo es una forma de reproducir las desigualdades de género” (p. 1).
Las autoras de este estudio, proponen trabajar con la noción de gordura, en lugar
de obesidad, “para estudiar los significados asociados al cuerpo grande, sin partir del
postulado que este se constituye como una condición médica” (Energici et al., 2016, p.4).
En base a ello, se plantea que en la condena al cuerpo femenino gordo, se reproduce “una
norma social que desplaza a la mujer a un lugar secundario en un espectro que va desde la
espacialidad que ocupa, en cuanto debe usar poco espacio, hasta la preocupación femenina
por asuntos frívolos y triviales, como son el interés por la moda y la apariencia” (Citado en
Energici et al., 2016, p.3).
Otra mirada respecto a los cuerpos se presenta en el artículo elaborado por Sossa
(2013), “Una aproximación desde la sociología del cuerpo a los movimientos social” para la
versión Nº 13 de la Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y
Sociedad, quien señala demandas y movimientos sociales respecto a la corporalidad.
Dicho autor comienza expresando que los movimientos sociales han experimentado
grandes cambios considerando que fenómenos como la globalización, la emergencia
nuevas estructuras sociales, uso de redes sociales, etc., han producido movimientos que
sobrepasan los límites “clásicos” con los que se entendía un movimiento social, pues éstos
nuevos movimientos no están necesariamente vinculados a sistemas sindicales o
corporaciones, sino que alzan su voz crítica respecto a demandas sociocultural y político,
compartiendo códigos, valores y creencias comunes con las cuales buscan ejercer focos de
resistencia y reivindicación hacia la normalización de cuerpos, género, raza y sexualidad. Es
decir, “los movimientos sociales de aquellos cuerpos-excluidos, cuerpos-ausentes, cuerpos-
discriminados, cuerpos constreñidos” (Sossa, 2013, p. 10) anhelan cambiar las relaciones de
poder y creencias dominantes sobre diferentes ámbitos de la vida social, reconociendo los
discursos patriarcales, ideológicos, homofóbicos, con violencia de género, etc., que están
presentes en el escenario social,
Alarcón, M. (16 de agosto de 2016). Reportaje: La evolución del cuerpo de las chilenas.
Economía y negocios. Recuperado de
http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=280363
Sossa, A. (diciembre 2013 - marzo 2014). Una aproximación desde la sociología del cuerpo
a los movimientos sociales. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones
y Sociedad, 13(5), pp. 9-20. Recuperado de http://www.relaces.com.ar/fullissue/RELACES-
N13.pdf
Urrejola, C. (06 de enero 2016). #CualEsMiTalla: La verdad sobre las medidas de la ropa
en Chile Canal 13. Recuperado de http://www.t13.cl/videos/tendencias/cualesmitalla-
verdad-tallaje-chile