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TRATADO

SQBRE
. r
, , 1/
ECONOMIA ,n~MESTICA
PARA EL USO DE 'LAS MADRES DE FAMII.IA,
DE LAil AMAS DE CASA 1 DE LAS ESCUEI.AS DE NIÑAS

POR LA 8EfioRA

JOSEFA ACEVEDO DE GOMEZ.


, ,,
..

Seguido de un importante cateeismo 50bl'C el


mismo objeto.

---~~._--

BOGOTÁ
IlIIPRENTA DE GAlTAN.

1869,
ESTA OBRITA TIEI'IE P .RlYILEJIO.


TRATADO
SOBRE

,
ECONO~IÍA DOMESTICA.

CAPÍTULO l.-DE LA ECONO~IÍA DEI. TIEMPO.

l:li VOUS aimez la vi(', ne prodiguez pas le temps;


car, comme dlt le bonhomme Richard, e' est l'
étoffe dont la vie est fait. Si le temps est la plus
précicuse de toutes les choses, prodiguer le
~' temps doit étre la plus grande des prodigali-
tés; puisque, le temps perdu ne se retrouve
jamais, et que ce que nous appelons aS8ec de
temps, se trouve toujonrs fort peu de temps.
Que ~ignifient done les désirs, les espérances de
temps plus heureux? Nous pouvons rendre le
temps meilleur si nous savons agir. L' activité
n' a pOillt besoin de former de voeux; celui
qui viL d' espérance mourra de faim.
FRANKLIN.

Para tratar de la economía con algun órden i


claridac, es necesario empezar por el ramo mas
descuidado, i tal vez el mas importante. N o pode-
mos adivinar ciertamente, cuánto Jinero, cuántos
bienes de todas clases, podrá concedernos la
mano de la Providencia. Empero, si sabemos
que la mas larga vida no alcanza ordinariamente
a la duracion de un siglo. Deduciendo de ella
la época de la infancia, en que no se prevee ni se
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compara, los dias empleados en la primer.a edu-
cacion que recibimos sin pensar en ello, i por
tlisposicion de otros, lo que nos quitan de la
existencia activa el sueño i las enfermedades,
¿ qué nos resta? Un breve espacio, un instante
imperceptible, si hemos de medirle comparándo-
le con la inmensidad de nuestros deseos, la esten-
sion de nuestras esperanzas, i la viveza ardiente
de nuestra imajinacion. Este instante, o si se
quiere, estos cuarenta o cincuenta años ue una
precaria e incierta duracion, son de la mayor
importancia, son nuestro tesoro, puesto que de
ellos se compone nuestra existencia. ¿ 1 qué uso
hacemos de ellos? Los prodigamos, los perde-
mos lentamente por horas, por minutos, por se-
gundos, dejando escapar, sin provecho de nadie,
el tiempo inestimable de la vida, como se verteria
en un lugar desierto un precioso perfume ence-
rrado ~n una redoma lijeramente hendida. j La-
. mentable ceguedad por cierto! Amar la vida
hasta el estremo de querer conservarla aun en
. medio de la enfermedad i la pobreza, soportarlo
todo a true'111e de alargar unos dias mas una ca-
rrera que infaliblemente debe terminarse; i no sa-
ber usar de estos dias, de estas hor-as contadas, que 1
pasan para no volver, i de cuyo uso ha de pedir-
nos cuenta el que no pasa ni se acaba jamas. Este
tiempo indefinible, este tiempo de que todos
hablamos sin comprenderle, este tiempo., nuestro
bien mas precioso, nuestra transitoria i querid3
Iwopiedad, es el objeto de nuestros uesve los i
cuidados, i por una contradiccion inconcebible
le prodigamos locamente, no solo sin sacar de d
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~ provecho alguno, sino comprando, a costa de su
uso imprudente, remordimientos, pesares, enfer-
.. medades i temores. Las conversaciones frívolas,
la disipacion, la ociosidad i la pereza, son otr~s
tantas fuentes por donde corre i se nos escapa SIll
cesar este tiempo inestimable que se nos ha con-
cedido con tan diverso objeto. Una mujer ins-
truida ha dicho: "Emplead vuestros días en
" culti\'ar vuestra intelijencia, practicar la virtud,
(. hacer todo el bien posible, no solo a vuestros
"semejantes sino a todo sé .. que tenga vida i
" sentimientos, en alabar i bendecir al dispensador
"de todos los bienes, i habreis e[llplea«o el
"tiempo con utilidad."
Todas- las edades, i todos los estados de la
vida, imponen deberes de que no podemos desen·
tendernos sin cometer una falta mas o ménos
grave. Haciendo un buen uso del tiempo, esta-
remos con lllas aptitud para cumplir estos debe-
res, i yo voi a hacer algunas lijeras indicaciones
sobre este uso de las horas del dia, i sobre el
modo de utilizarlas, advirtiendo a mis lectores,
que escribo para las mujerel', i especialmen.te·
para aquellas que no tienen una iumensa fortuna,
pero sí una casa que gobernar i una familia que
educar.
Todo el mundo sahe cuán importante es ma-
!
drugar, es cierto tan;bi~n que la salud, la alegría,
el despejO del entendImIento, i la belleza, adquie-
ren con este uso un aumento, un realce encan-
tador: tal vez su existencia depende de la loable
costumbre de levantarse de mañana. La mujer
que se levanta al aclarar el dia, puede emplear

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sin afan las dos primeras horas en el arr~glo de
su cama, cuarto, tocador, i aun la casa tolla;
otra hora en el aS1!o i adorno personal, i media
hora en su desayuno; i ya desembarazada de
estos indispensables quehaceres, tiene delante de
1'tí mas de ocho horas de cuyo buen uso podrá
sacar grande utilidad. Sea cual fuere su oficio, o
profesion, le sf'rá ventajosísimo no emprenderle
hasta que haya puesto órden en su casa, i que su
persona esté con el aseo i la compostura que
permitf'n sus circunstancias. Entónces se da
principio a la costura, al lIibujo, a la enseñanza
de los niños, a la fábrica de flores o a cualquiera
otra ocupacion, suponiendo sí, qUf' todos los in-
dividuos de la familia bajo su lIireccion i ejf'mplo,
habrán hecho Jo mismo. Para no perder tiempo
se habrá habituado desde luego a colocar los
instrumentos ue su oficio en un lugar fijo, i a no
uejar ni aun momentáneamente ninguna cosa
fuera del sitio que se le ha uestinado. El úrden
es la primera cualirlarl de una señora de casa, i
sin él no hai asen, economía, ni tranquilidad. He
visto casas donde el desayuno se tomaha a las
oncf', no porque tal fUf'se el uso de la familia,
sino porque, no teniendo lugar la llave d~ la
despensa, se pasaba la mitad de la mañana en
r¡ne la señora, los hijos, i los criados, buscasen
aquella llave por todos los rincones i sobre todos
los muebles de la casa. Otras señoras he visto
pararse siete u ocbo ocasiones en el instante de
empezar su labor, para buscar las tijeras en el
dormitorio a uonde se llevaron para preparar el
papel con que rizaron el pelo, el deual en el lugar
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donde se lavaron las manos, el ag uj etero en la
despensa a donde se llevó para arreglar e l vestid o
.. de \In niño , i así sucesivamente todos los uten-
silios de la costura esparcidos i diseminados por
una espaciosa casa. J~a re union de estos diversos
obj etos causa una p~rdida de tiempo, qu.e sumada
a l cabo dp. un año, da c,natre> o sei:,; semanas
e mpleadas en llar vueltas atolondradamente por
I,m a casa, como el que ju ega a la gallina ciega.
Oe aquí se infiere, qu,e el órden i bu en método
son indispensables para ahorra)· tiempo. Es mui
útil que la señora de casa, o la criada de con-
fianza, o la hija encargada del cuidaElo de la
d espensa, acostumbre disponer desd e la vísp.e,r a
e l almuerzo de la familia. Esto f.'lcilita el trabajo
a los criados, i po eau sa f'mbal'azo en el servicio
de 1a casa, si una mala noche, u otro accidente
imprevisto, obligase a la señora a permanecer por
la mañana una o dos horas llIas en la , cama.
D espues del almuerzo es preciso disponer i sacar
lo necesario para la comida; i aquj se presenta
Qt¡a ,ocasion para manifestar u esp.ejo j buen 6r-
<1e11. La sef,íora 1).0 deb e contentarse con abrir
la desr¡ens a i eel)tarse luego como una e statua,
miéntras la cocinera (que en este pai1':, por lo
c omun, ~s vicios~ e ignorante) dispone i saga a
1>\1 a n.toj o, disipando tal vez en una ,Sola comida
1,0 que habria bastado para mantenel' tres o cuatro
-<lias a toda la familia. Se orden;¡t lo que ha de
hacerse para la comiaa conforme ,l¡l. lasconvenien..
c ias dp, que se disfruta; se ye que la criada saque
<le todo con la debida pl'()porcion para que no
};tay a escasez ni desperdicio ; SP. observa cuántp

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puede necesitarse para guisar i preparar los pla-
tos que se han dispuesto, i se ve que todo vaya
en las cantidades suficientes, JXlrque los criados
desperdician ordinariamente el esceso de espe-
cias, cebolla, pan, legumbres, &,a o por Jo
ménos. estas cosas que sobran - les sirven para
mantener Ia eocina en perpetuo desarreglo i
desaseo, dejando un poco de cada cosa sobre los
fogones, las piedras de moler, los estantes, l"a
puerta del horno, el mortero, el almirez, i las
demas vasijas del servicio diario . Por otra parte,
l!Ina salida 'hasta la despensa pará sacar cada una
de las cOsas de que ha de componersp la comida
eausa un enorme desperdicio de tiempo. Si a las
horas de comer, se sirven platos de aque]]os qu e
solamente se prueban, o que por Sll naturaleza
pueden i deben reservarse para el dia siguiente, ,r '
la persona encargada de la despensa los guardará
al instante mismo de levantarse la mesa; porque
hacerlo despues de haber tomado oficio,es malgas-
tar el tiempo i dar lugar para que los criados, o
l,os niños,. prueben o manOSf'en cosas que debieron
conservarse con limpieza. Para que el tiempo
esté bien empleado, es necesario que se dé al-
guna hora al ejercicio corporal. Las personas que
°
piensan hacer mas, trabajando diez doce horas
seguidas sin levantar la cabeza, hacen cierta-
mente un mal cálculo,. porque anticipan con este
metodo homicida los achaques i las enfermedades
de la vejez. Las mujeres deben hacer ejercicio
diario, i recrear su espíritu para conservar el
vigor i la salud que han de asegurarles una larga
vida, i muchos años de ap~itud para trabajar eQ

-{¡-

los perpetuos i penosos quehaceres domésticos.


Esta consideracion para los que se hallan escasos
ue fortuna no debe ser indiferente, puesto que el
trabajo represer.ta un cuantioso capital, i le es
equivalente, Así, pues, conviene dar una hora al
paseo que proporciona placeres, ayuda al desa-
rrollo ue las fuerzas, mantiene en buen estado la
circulacion de la sangre, i conserva el equilibrio
en el calor natural quP, segun un sabio médico,
es el mas poderoso ausiliar de la salud. Este pa-
seo es mas conveniente hácia el campo en donde
se respira un aire libre i sal udable. El ejercicio
entra, pues~ en el buen empleo del tiempo.
Las visitas entre nosotl'OS consumen por lo
ménos la quinta parte de la semana, sin provecho,
sin placer, i sin necesidad. Se da parte de todo
i por todo, ¡con pretesto de cumplir con los de-
beres de la urbanidad, se pasan dias enteros en
las casas de los vecinos, conversando inutilidades,
i ad'luiriendo relaciones que, par Íntimas i afec-
tuosas que parezcan, se abandonan u olvidan al
mudar .1,e 'éalle o barrio. Las mujeres por su
propio interes deberian ser ménos inclinadas a
visitar, sobre todo cuando la curiosidad, las bufo-
nadas insulsas, las insufribles conversaciones so-
bre enfermedades i criado.3, las confidencias amo-
rosas, o la desapiadada maledicencia, forman el
fondo invariable de casi todas estas conversacio-
nes de visita. Seria mejor visitar ménos, i dedicar
para esto las tres primeras horas de la noche;
con lo cual se evitaria tambieu encontrar al paso
a los mas intolerables ladrones del tiempo, a los
perpetuos conversadores de las calles, que sin

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reflexionar sohre el perjuicio que causan dete- )
niendo a las personas que tienen deberes i ocu -
paciones, viven asechando en las esquinas a
cuantos pasan para cletenerlos a todo trance, sin
-.
querer notar la distraccion o la impaciencia con
que casi siempre se les escucha. "" Las visitas
de noche pueden prolongarse un poco ma~ sin
inconveniente, ¡serán mui agraqables si reina en
ellas una cordial urhanidad, i se establecen con-
versaciones francas i jenerales. Aquí, por lo
comun, la etiqueta, la murmuracion, las rivalida-
des, i la desconfianza, hacen poco frecuentes, j
aun peligrosas, estas reun'iones de individuos que
en otros paises sirven de recreacion a los espíri-
tus, i de descanso i solaz a los que han pasado el
día en ocupaciones indispensables i tal vez mo-
lestas. Estas reuniones íntimas, i casi familiares,
proporcionan un cambio de ideas, noticias, cono'
cimientos ¡placeres, i jeneralizan el espiritu de
sociabilidad que tanto dulcifica las costumbres,
l)acienclo a los hombres mas amables, tolerantes i
comunicativos. La conversacion e:; :;"'! placer de
primer ónlen, i puede ser útil si f>S científica,
amepa i variada, aun cuando se escluyan de ella
los asuntos del tema comun. Una noticia que
facilite el mouo de hacer alguna cosa con -mas
prontitud í perfeccíon, una receta sencilla para
trasmitirla a ~as jentes del campo, algun ~delanto
sobrt~ el cultIVO de las flores, la crítica i exúmen

~ ~stas J?ersonas ociosas son tambien las que promueven


enoJos 1 r~nClllas entre las familias; porque van a sus caeas i las
de sus. aml&os a contar que se les ha hecho mal modo, i atribuyen
a veleHiad 1 orgullo el aran con qUJl las jentes ocupadas procuran
~aC\lfJlrse de ellos, I hlj.ir de 811 impertinente cbRrl~tRl1ería.
..
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atento i razonado lle las producciones literarias,
el conocimiento de alguna desgracia o miseria
del prójimo que se pueda rempdiar o aliviar, en
fin, mil i mil puntos hai sobre que hacer rodar
conversaciones gratas e instructivas que jamas
cansen, ni dejen arrepentimiento en el fondo del
corazon. Había una señora que al volver a su
ca~a despues de haber hecho lIna larga visita,
recorria los distintos asuntos de que en ella se
habia tratado, i al recordar alguna noticia impor-
tante que habia oido, un suceso histórico que
habia rectificado o aprendido, una anécuota inte-
resante, o una receta útil que le habian comuni-
callo, decia alegremente: "i Gracias a Dios qu e
l ' no perdí mi tiempo!"
El ejercicio de las artes, como la música, el
haile, el canto, &.a &,a e~ mui agradable modo
ue emplear el tiempo, siempre que no se dé a
estas ocupaciones una atencion preferente i es-
elusiva j porque una mache de familia, por lo
comun, no puede s~r artista, i porque dpbe ha~
cerse una di~tincion entre lo que es indispensable
sabe!', i 10 que es únicamente agradable.
La moda ha introducido otra manera de perder
el tiempo trabajando, cosa que parece una para-
doja, ¡que, sinembargo, es una verdad evidente.
Las fajitas de abalorio, los bordauos de lomillo
en anjeo, las sortijas de pelo, i otras frioleras de
este jáéz, han tenido sus épocas, i las mujeres
(sobre todo, las que llaman de tono) no se han
avergonzado de pasar meses enteros trabajando
ociosamente en estas inutilidades, con perjuicio
<le la ecü,nomía dorn~stica, del cuillado de III

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familia, i de la eoucacion de los hijos. Pero esta
ha :>ido la moda, i la moda, como se sabe, es un
.t irano mui exijente. No es esto decir que aque-
llas cosas no deban aprenderse i practicarse en
algunas ocasiones, ni pretendo ~ostener que tales
habilidades no sean ¡hiles hasta cierto punto,
pue,!> que aun son el oficio que da a varias per-
sonas la subsililtencia; mas lo que me parece
incomprensible es que una madre de familia
abandone sus quehaceres, durante una larga
temporada, para dedicarse esclusivamente a se-
mejantes futilezas. El abuso en todas las cosas
es pernicioso, i este es el que creo reprobable.
Nada mas grato i provechoso que la lectura.
Empero, si de ella se hace la única ocupacion, si
no se elijen libros recomendables, i si por no
interrumpir una novela se deja de cumplir con
un deber, es preciso convenir en que la lectura
causará mas mal que bien.
Hai otro modo de perder el tiempo, proporcio-
nándose males físicos i morales que es necesario
evitar. Este consiste en el estremauo abuso de
las prácticas relijio&as; i pa ra e v ital' u ltraj antes
i malignas interpretaciones, repito que solamente
hablo del abuso, i que mis indicaciones se dirijen
a las madres de familia, i a las personas que, te-
niendo casa que gobernar, deben su tiempo i sus
cuidedos a obligaciones mui superiores i urj~ntes.
La mujer que, estando en este caso, deja sus
atenciones de madre por oir tres misas en la
Candelaria; que de allí sale a visitar a Nuestro
Amo, a quien s'e hace una velacion en San .T uan
de Dios; que por la tarde va a salve a San
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Dieao, i por la noche a cuaren ta horas al Cár-
me;; la que asiste a la nover¡a del Patriarca, que
.- 110 falta al mes de María, que está frecuentemen-
te en retiro espiritual o en Madre Antigua; la
mujer, en fin, que puede siempre entrar a ejer-
cicios, ya de penitente, ya de lectora, ya de
sirviente; i que comulga todos los diezinueves,
fuera de los dias de la Vírjen, los Evanjelistas,
los Apóstoles, el Córpus, la Semana Santa i el
dia de las ánimas; e~ta mujer, digo, sea cual
fuere la hermosa i respetable calificacion que
crea merecer, no es buena para esposa, para ma-
dre de familia, para preceptora, para jefe de un
establecimiento cualquiera, escepto un beaterio;
i por buena que sea la devocion, llevada a este ;..
estremo, perjudica a personas que, teniendo de-
beres sagrados que cumplir, deben a estos su
tiempo preferentemente.
Las mujeres para quienes escribo, tienen -el
deber de oir la misa en el templo maS inmedia-
to, de enseñar a los suyos la relijion del Evanje-
lio, de presidir las oracion-es diarias con que una
familia cristiana debe comenzar i concluir el dia,
de confesarse i comulgar cuando lo manua la
Iglesia, i de consagrarse de resto al esacto cum-
plimiento de los deberes de su estado, siguiendo
los admirables consejos de San Pablo i San
Francisco de Sáles. La persona que, con perjuicio
de sus obligaciones, da su tiempo a la devocion
consistente en prádicas esteriores,' i en paseos de
iglesia a iglesia, hace una c.osa nociva, imperti-
nente, ridícula, i que no le produce ni el corto .
placer de engañar momentáneamente al público;
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pDrque cada cual l:iabe a lo que ha de ateilel's€ ~
i Jesucristo pintó con tal maestría a los fariseos,
que con tlificultad dejan de conocerse los que él
llamó tan enérjicamente sepulc10S blanqueados.
i 1 qué Jiremos del modo de prodigar el tiempo
de las personas que presumen de alegres, chis-
tosas, fe.stivas, i de almas vivificantes de todas las
sociedades:l Para ellas no hai deberes, no hai
ocupaciones, no hai placeres, sino en medio del
bullicio i de la disipacion. El Carnaval, la Pascua,
la N oche-buella, Jos Reyes, Santa Rosa, Santa
Ana, i las once mIl Vírjenes, son dias de festejo
j francachela. Les nace un hijo; se les casa un
sobrino; cumple años un tio, postrado tal vez
de reumatismo o gota; llega un cuñado, que
cada año se va i vuelve; canta misa el ahijado
de un vecino; saca papas de su huerta una co-
madre: todos estos son acontecimientos de cele-
brar; por toJos hai baile, paseo, comilona, gui-
tarra, algazara i disipacion. Bsto llega a conver-
tirse en háhito, de tal suerte que cuando se mue-
re algun pariente allegado, se sale a pasar el
duelo fuera del poblado, con todos 1m; amigos
que es posible reunir, para rezar el novenario,
que siempre es terminado con sabrosas jícaras de
chocolate de pésame, (es decir, mui sustanciosa-
mente acompañado), con una prolongada tertu-
lia i a veces con un baile casero en que solo sue-
na una guitarra, j en el cual se baila sin dejar el
pañoJon negro, ni el pañuelito atado en la cabeza.
Entre esta clase de jentes el amor de la disipa-
cíon es una pasion irresistible, i Jos dias se les
°
pasan en divertirse, en hacer proyectos de di-
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version, sin recoroar que el escesO en todas 1as
cosas viene a ser culpable; que los placeres SO~l
mas intensos cuando no se loO"ran o con tanta
. facJ -
lidad; que la vida es corta, i que el mejor uso
que de ella podemos hacer, es emplearl.a con
utilidad para nosotros i para nuestros semejantes.
Estas jentes esencialmente alegres, i que solo
viven riendo i juO"ando,
~
forman un contraste . cho-
cante en la sociedad, qu e, atacada en la Jenera-
lidad por el infortunio, mira con malojo a estos
emblemas de fiesta, qu e casi siempre están de
mas en medio de los que piensan i los que su-
fren. Por otra parte, el corazon de estvs entes
alegres se endurece; i se hace egoísta, i aunque
no fuera otro e l fIlal resultado de este modo de
perder el tiempo, deberia b astar él solo para cu.,.
rarnos de semejante locura. En fin, para no per-
dér el tiem po es necesario que pensemos en
su brevedad, no para atormentarnos en esta vida
como si este fuera el único medio para lograr la
eterna; no para agotar locamente los goces too
Jos como si no esperásemos nada mejor, sino
alternaliLlo con utilidad entre el recreo i el trabajo,
la piedad i el estudio: todo con prudencia, calma,
meditacion i contento de espíritu. Se emplean
bien las horas trabajando, aprendienoo, pensan-
do i divirtiéndose. La intelijencia debe presidir
a. to~o, i .dirijidos por .ella no serémos holgazanes
III dlstraldos, no Jemuemos como animales de
carga, no nos reiremos como estúpidas cotorras
no haremos de la devocion la vida, ni de la Yid~
un perpétuo sarau. La mujer st'nsible razonable
comunicativa í piadosa, deLe combill~r estas co~
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sas de manera que todos s usdia~, todas s.us ~oras
i momentos sean empleados con ventaja, 1 quP.
por corta que sea su carrera, los que le sobrevi-
ven pueuan decir: "cumplió con sus deberes,
fué útil, i se hizo amar."
EPISODIO.-j Feliz el que se case con nuestra
vecina! decia Edmunuo a su paure. Esa jóven
es noble , rica bonita, tiene una madre mui ama-
ble, i dos hermanos escelentes, ue quienes se
puede hacer dos buenos amigos; su educacion es
esmerada, i su jenio admirable. Solamente dos
veces la he visto en el teatro; no es coqueta ni
devota, sus modales son atractivos, i siempre la
veo ocupada, sin salir a su balcon, sino un rato
a la un:\ del di-a, i otro a las cinco je la tarde.
¿ No piensa usted, papá, que el hombre que lo-
gre tal compañera será mui dich.oso ?-El señor
Maurlcio reflexionó un momento, i algo movido
por la inrlicacion ele Edmundo, sobre touo por el
~egundo capítulo de sus observaciones, se pro-
puso indagar i conducir las cosas a punto de
que su hijo fuera el esposo feliz. Para esto vió
su almanaque, i marcó en su cartera el dia de
san Justo i san Pastor, buscando ocasion de vi-
sitar a su vecina con el pretesto de darle los ellas.
Llegado el dia, él i Edmundo entraron, a las
doce dadas, el] una hermosa sala adornada con
elegancia, i ocupada por la amable madre, i la
hermosa hija que estaba, corno siempre, dedicada
a su labor. Despues de los primeros cumplimien-
tos, dijo el señor lVI a u ricio : ¿ En quó se ocupa
usteJ, señorita? ¿ N o es para usteu festivo el dia
riel santo de su mama ?-Sí, señor, i rara ella es
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.~t e estoi concluyendo esta obra -Era la obra
un perro de Terranova jugando con IIna niña ,
todo en un retazo de anjeo de media vara en cua-
dro. Las figuras de léjos parecían hermosas; pero
de cerca no tenian perfiles, gracia ni espresion .
Ya se ve , el lomillo no se presta . Sinembargo,
la ni ña recibió un lisonjero cumplimiento de los
dos caballeros . Habia en la f'ala un hermoso
piano, i el jóven rogó a la señorita que le hic!ese
oir alguna pieza nueva, que, ejecutada por ella ,
seria, sin uuda, admirable. Es ocioso instarle,
dijo doña Pastora; hace ya seis meses que no
toca .-¿ 1 por qué ?-Mire usted, dijo la niña :
en la primera semana de enero emprendí copiar
un Salomon que vino en unas mu estras de lomi '
110. Era mi primera obra, i me costó algun tra-
bajo. A los dos meses, cuando Jo estaba conclu -
yendo, me faltaron lanas; enyié a conseguirlas
donde todas mis amigas, i por fin, en marzo se
acabó. Era para cuelga del señor Arzobispo ;
pero no m~ atreví a regalárselo porque se habia
dañado un poco. Despues vino la Pascua, i era
preciso regalarle algo a mi tia. Copie para él un
cazador inglés con su escopeta, su perro, i tres
perdices. Al fin del mes, santa Catalina; hice
para una amiga de este nombre una canasta de
rosas. En mayo san Jerman; tuve un capricho
sin objeto para ese d-ia-,..-.Lpor consiguiente, tarea
nueva.-¿ Qué hizo usted? preguntó Edmundo
-Un corazon i dos palomitas. Me quedaron
linclísim~ s ; ¿ no es verdad, mamá ••• . ? El 2 3
de junin, san Guillermo, ~ra preciso qu e mi pri -
mo a su re greso de Paris, i el dia de su cumpl en-
2
·,
-1 8 -
ITos, enco1:ltra~e algo que le hiciese ver que las~~~ _
gota nas talTlbien tenemos habilidades . Despues \
el santo de Carmencita; le bordé unos zapatos;
i nhora~ mi mamá. Antes he hecho demasiado en
medio año.-¿ T por esto es que usted ha dejado
el piano ?-Sí, señor.-¿ Luego estas obras han
oC'upado todo su tiempo ?-Sin duda. ¿ 1 le pare-
ce a usted poco ?-N o, señori ta; pero la cons-
tancia de usted In" aumira.-Esto no es raro,
jnt~rrumpió doña Pastora; cnando se hacian cor-
dones de pelo, esta niña empl eó en esta ocupa-
cion nueve In p ses, sin que, durante este tiempo,
me ayudase ni aún a mandarles de refrescar a
Sus hermanos: es una muchacha incansable, i
cuanuo coje una cosa por su cuenta, i Jesus nos
~s;sta !-Esto es bueno, porque en todo se per-
feccionará-No, seiíor, porqu e si se presenta
algo nuevo, a es o se consagra, i lo dejado una
vez, se enterrú para siempre.--l (luando usted
se canse de dar dias en anjeo ¿qué hará?-No
me cansaré; la. constancia es mi fliertt>, i ademas
de eso, leo mucho.-¿ Usted lee mucho? ¿ 1 po-
tlrémos saber cual es !';u gusto en literatura ?
Creo adivina.' que es el teatro,-No, caballero;
me desagrada mucho esa inverosimilitud de ha-
blar todos en verRO i en voz alta.~Tiene usted
I"I\7.on; ¿ i las novelas?-Tampoco me gustan;
ya he leido muchas, i en todas encuentro qué
quitar o qué añadir.-¿ Los viajes, pues 1-Mé-
nos; yo prefiero ~' er el mundo en cosmorama.-
Pues la historia tal vez, o la física •••• (-No se
c~nse usted; leo medicina i cil'ujía-¿ Ha estu-
d,mdo usted los princi pios de In ciencia ?-,-.N o,
-19-
"-
sellar; pero deseo emplear el tiempo en cosas
útiles: tengo aquí los libros de mi hermano, ¡
usted ve que la medicina es necesaria p.n todo
tiempo, i en todo el munuo.-UsteJ receta, sin
duda.-No, tengo mala memoria, i los enfermos
me caus;an asco.-Pero la medicina, sobre todo
la parte patolójica, debe tener mucho de repug~
nante para una señorita.-Yo no hago caso de
eso; lo que me importa es no malgastar el tiempo,
Meditaba, al oir esto, el señor Mauricio, i la
madre miraba, sonriendo de orgullo, a aquella
muchacha singular que hacia todas sus delicias.
La visita concluyó pronto, i al yolver a caSa pre-
guntó el padre al hijo: "1 bien, Edmumlo, ¿ qué
uicps de Clarita ?"-No pensemos ya en ella,
papá. Lee libros que no entiende para emplear
bien su tiempo, i para manifestarse constante tra-
bajauora, e infatigable en los labores de su sexo,
copia caricaturas en anjeo con las cuales da diaM
a toda alma viviente. ¿ Qué uso hanl, pues. de
su intelijencia? i En qué obra mecanica, útil e
injeniosa, empleará. sus bonitas manos?
Mas de quince dias pasó Edmundo pensando I

en el cruel uesengaño que le babia dado la labo-


riosa Clara; pero la casualidad le condujo a
casa de la señorita X •••• Aquel fué otro mundo.
Trato franco, lenguaje correcto i sentimental, mú-
sica, baile, flores, boru:1do, paisajes, lectura de
novelas, periódicos, viajes ¡poesías: toda la cul-
tura de la buena sociedad, toda la confianza i ama-
ble intimidad de una reunion dp. finnilia. Bien
pronto fué Edmundo de la casa. Se le consultaban
los paisajes) se leia con él i para él, ~.a Nada fal ;
.
-20-
taba para completar el encanto, porque Sofl'a,
Adela i Berta, eran bellas i amables cuanto po-
dia desearse. Su casa, reunion escojida de ele- .-'
guntes ue ámbos sexos, presentaba una amen~
variedad de recreaciones i placeres. Se proyecto
un paseo al Salto, i Edmundo fué invitado. A
las cinco uc la marrana el palio estaba ll en o de
caballos, i la casa toua en aquel bulli c io de a.1e-
gría que precede siempre a una diversion apete-
ciJa.-¿ Tu galápago, Sofía? ¿ En dónd e está
tu galápago? preg untó su hp.rmano Eujenio. No
sé; creo que lo he prestado a doña Laura, o a
mi tia l\Iercedes.-Que vayan a buscarle.-l yo
no tengo fuete, dice Berta, ¿quién me da uno?-
Seis le fueron ofrecidos al punto por los jóvenes.
Entretanto, Adela salió dnndo ruidosas carcaja-
das: su sombrero i velillo, abandonados en un -
rincon uespu es de su último paseo a Chapinero,
se habían convertido en un fecundo nitlo de ra-
tones. El señor P •••• salió en busca de estos
objetos para la señorita. La mamá no tenia guan-
tes , el papá no pudo hallar sino una espuela .
Pero, por fin, el viaje se formaliza a fuerza de
suplementos i carreras. Llegan a Soacha, donde
han de pasar tres dias, segun el convenio de la
alegre caravana. Corren las horas, i el hambre
urje. ¿ Qué harémos? dice lloña Manuela; ni-
ñas ¿ no tienen ganas de comer?-Sí, mamá, pero
no hai qué. j Voto a tal! ese lama el padre, i yo
no tuve la ocurrencIa de traer en un bolsillo un
par ue salchichones i un pedazo de queso. Temo
que la uebiliuatl cause a Sofía un ataque ner-
,'ioso.-Edml.lndo salió a buscar a lguna cosa.
- ' 21-
Mal pan, manteca, cordero flaco i papas, todo
crudo, incluso el pan, rué cuanto trajo . 1 bien,
dijo entrando, esto es cuanto hai en el pueblo.-
Como si nada hubiera, replicaron las niñas, acos-
tándose tristemente en unos sucios escaños. Ro-,
berta i Luis se quitaron sus casacas, i pasaron
a la inmunda cocina de la posada a hacer · su
aprendizaje de cocineros. Por fin, un mal ajiaco
rué la comida i la cena de los convidado3 de
doña Manuela. Pero las niñas bulliciosas, calma-
da la necesidad de comer, entraron a una alcoba,
i con los vestidos del casero, las casacas de los
improvisados cocineros, i los sombreros i ruanas
de lo.:! mozos de labranza, "fectuaron l;O ~us per-
sonas el mas estraño i ridículo disfraz, con el cual
salierón a invitar a bailar a sus compañeros, ha-
ciendo tocar un panderete i Un mal violin a la
mamá i al papá, que reian de todo corazon al ver
la alegre travesura de las tres cl:icas. Termina-
do el baile siguieron algunos juegos) i despues
de media noche se trató ue dormir. Habiase trai-
uo un mal provisto almofrej, i por consiguiente,
las ruanas de los hombres fueron embargadas
para el abrigo de las señoritas; porque en 80a-
cha hace un frio que quiebra los huesos. Se dur-
mió mal, pero al fin se durmió porque el ejerci-
cio protluce sueño. Al dia siguiente, al Salto.
Llovió, i como era natural, los jóvenes cedieron
sus ruanas a las niñas j pero esto no fué bastante,
i todos se mojaron. Ocurrió, aunque tarde, que
en el almofrej potlia haber venido una muda a
prevencion. Este incidente, unido a la falta ue
víveres, acortó el paseo. Las niiias, mojadas ·i
-22-
embarradas hasta la rouiIla, rejan como locas.
Pel'dióse un rico prendedor, se desgarraron los
velillos, desapareció en la posada la cigarrera del
papá; pero estos son inconvenientes de todo paseo :
'l.se refl exionó con razon, qu e todas las cosas han
de acabarse algun tlia, lo cual es una ventaja
paN las fábricas i el comercio. De vuelta a la
c iudad resbaló en el rio de Fucha el caballo de
malllá la cual sufrió un murtal susto, i tuvo dis-
locado un brazo'-i Qué harémos ?-Que se qu e-
de atra ' con papá, dijo Sofía,-Sí, sí, r epitieron
las h er ma nas; una dislocacion no es mal de
muerte, i no la remediariamos con aflijirnos.-
Nada de be tu rbar nu ::;stro buen humor en este
delicioso pase o~ cuando sabemos qu e dentro de
tres o cuatro dias estará buena mamá. ¡Resuelto!
Se continuó la marcha con mayor algazara, ca-
rreras,juego i buen humor. Este era el lado fuer-
te, () mejor dicho, ellauo débil de aquella familia.
Edmundo volvió. triste a su casa , Habia per-
di J o en el paseo todas sus ilusiones, Las seño-
ritas X, ,', ,con todo el brillo de su educacion
superficial, habían malgastado su ti empo. Des-
cuiuadas, imprevisivas, inútiles, inmodestas e in-
sensiblf's, i todo esto son! decia Edmundo, re-
cordando con despecho todos los in ciuentes del ,
p.aseo. Apesar de !iU l'elleza, sus talentos, sus
amables mouales, i sus brillautes habilidaues,
i todo esto son! i :\li padre dice bien: " No ha-
"biendo aprenuido a hacer un bucn empleo del
~ ' tiempo, 10 cemas es inútil, i acaso perjudicial.»
Tre3 meses pasó Edmundo sin visitar mujerE:!s.
C ~slJaltr\ente en aquella época ll egó S4 t~a co~~
-23-
la amable Isabel. Esta muchacha habia aprenoi-
do baile, canto, música i dibujo casi en su infan-
cia; pero no cultivaba ya estos talentos agrada-
bles. Era sobresaliente en todas las labores de su
sexo; sabia hacer varios oficios, tenia un jenio
admirabll-', i la figura mas seductora. Edmundo
habia apénas contemplado su semblante pncnota-
dor, ¡las demas noticias relativas a su pr.ima, las
tenia por su tia i por el señor Mamicio . En vano
visitaba la casa con frecuencia, para ver i tratar
n aquella interesante persona. Rara vez tenia el
placer de encontrarse con la linoa Isabel, quien
~iempre le dil'ijia una frase afectuosa con un acen-
to celestial.
Entretanto, la tia se enfermó i Edmundo cre~
yó -aqu ella la mejor ocasion para acercarse a su
bella prima, i estuJiar su caráctpr. El mal de la
tia hizo grand"?s progresos. i eljóven no abando-
nó la cabecera de la enferma. Conlra todas sus
e$peranzas, Isabel no pa recia allí sino unos bre-
ves instantef.. Una noche a las siete hubo crÍsis
terrible, i pa~ ad ~ (~I peligro, Edlll~ndo se aven-
turó a preguntar ¿ e ~ dónde está Isabel ?-No
tpn!!as cuidado, le contestó la Illorihunoa madre.
Etliá en San Carlos. Hai esta noche l/na plática
del paure Fernández, i ella DO la perdonfl.-l flyt'r
tarde cuando le dió a usted la convulsion ¿ t1ónde
estaba ?-~n la Terct'ra; ella el> hermana, i no
puede faltal' n esos ejf'J'cicios.-¿ 1 el mártes qué
se hizo toda la ll1añana ? En el jubileo t1e la por- ,
ciúncula; desde que supo las lIIuchas induJjen-
cias que allí se g¡¡nan, no ~a oejauo de con-
~urrir.-t Luego ella ~s mUI devota ?-Tanlo,
-24-
Edmundo, que quizá no hai dos docenas de mu-
chachas de su clase, educacion i belleza, que si-
gan con tal asiduidad el camino de la salvacion.- J
Pero, segun veo, mi prima no tendrá lugar para
ayudar a usted en los quehaceres domésticos, ni
para C0ser su ropa, ni para enseñar a leer a Joa-
quinita.-No, ciertamente; ella ha dejado todo lo
transitorio i perecedero por lo único positivo i du-
rable, i no se puede negar que discurre bien. Si
tú la oyeras, Edmundo, te edificaria. "Mamá,"
"me dice frecuentemente, yo no puedo ya salir
" de la casa de Dios. Paréceme que una mano
"poderosa me detiene en ella. Fuera de sus
" puertas no veo sino vanidad de vanidades i aflic-
" cion de espíritu. Ahora, durante la enferme-
" dad de usted, suelo pasar cinco horas hincada
" delante de la imájen admirable de San Ignacio,
" i cuando me levanto no siento el cansancio de
" mi cuerpo, porque la oracion me ha espiritua-
u lizado. Pido por la salud de usted, i Dios me
"oye."-Pero apesar de eso, replicó Edmundo con
impaciencia, usted va de mal en peor.-Sí, dijo
la madre, creo que la cosa po conviene, cuando
Isabel no la ha obtenido, pues debe tener vali-
miento en el cielo. Es pura como un ánjel; ha
hecho a Dios el sacrificio de todo lo que halaga
la juventud; oye cuatro o seis misas cada dia;
cumulga frecuentemente; gana millares de in-
dulgencias; hace oracion mental; se da di5úi-
plina, i si no ayuna es pOlque su delicada cons-
titucion no se lo permite. ¿ No crees, Edmundo,
que Dios le perdonará esta única omision de los
.deberes de cristiana, cuando es tan puntual en
-25-
todo lo demas?- i Oh! i Señora! mi prima es
ya una santa; pero si aun le restan escrúpulos
sobre el ayuno, yo le aconsejaria que sustituyese
esta penitencia duplicando la disciplina. En mi
opinion, el azote no le iria mal.
Despues de la convalecencia d~ la tia, Edmun-
do se retiró de la casa, i sumerjido en sus medita-
ciones, esclamaba de cuando en cuando: j Dios
mio! cuántos diversos modos de perder tiempo!
No obstante, resuelto como estaba a continuar
sus indigaciones, porque era de aquellos hombres
que I:on dificultad se desalientan, se hizo presen-
tar en casa de Rosalía i Victorina, jóvenes recien
llegadas de una provincia, i hermanas mui que-
ridas de sus dos condiscípulos predilectos en la
época en que él hacia sus estudios de colejio.
Ambas muchachas eran lindas; parecian dos
sílfides cuando bailaban, cantaban como sirenas,
sus flore;; artificiales carecían solamente de per-
fumes í rocío; sus dibujos eran animados como
la naturaleza, i cuanto salia de sus manos se
distinguia por el prlmor, la elegancia i la perfec-
cion con que Bra hecho. Edmundo se complació
observando que no iban a la Tercera ni a la
Madre Antigua, que variaban sus quehaceres,
oeupándose muchas veces hasta en el cuidado
de barrer la escalera de su casa; i por último,
que no eran estremadamente alegres, ni gustaban
de disfraces i francachelas. Aquí, por fin, decia
Edmuudo, aquí tal vez. • .• Pero luego se dete-
nia con timidez, por no concluir un pensamiento
delicioso que acaso se trocaria en una nueva
ilusion que debia ser desvanecida por tristes
-26-
realidades. En sus primeras visitas él no habló
sino con la madre i los hermanos; pero, disipada
poco a poco la primera etiq ueta, las niñas em-
pezáron a hablar, i por consiguiente a dejar:se
conocer. Edmundo era asaltado por una infini-
uad de preguntas necias i estra vagantes . Ya
querian saber si el diablo se alumbra con pajuela,
o con candil de aceite; ya, si la brújula habla a
los marineros en los dias de peligro; ya, si el
profeta Elías comulga en el Paraiso, i si el Sumo
Pontífice de Roma está en buena ·armonía con
el ·Papa. Otras veces le referian un combate pre-
senciado por ellas entre la luna i un cometa;
otras, las palabras pwféticas proferidas por un
esqueleto de lechuga; otras, la maldicion de un
hechicero que convirti9 en piedras las gallinas
del cura de cierto pueblo. Sus relaciones <.le
brujas, vampiros, milagros i apariciones, eran
intprmin¡,bles i absurdas; i pensar en i¡:culcarlt:'s
I . ideas razonables, en darles algunas nociones de
astronumia, de física, ue ·historia, era pensar en
lo imposible. Edmundo trabajó en vanu por de.,.
sarraigar el error de aquellas cabezas viciadas,
i no podia comprender cómo era que los herma-
nos <.le aquellas hermosas s eñoritas habian mirado
la cultura de su entendimienlo con indifprencia,
tanto mas cuanto que ellos habian hecho unos
lucidos i dilatados estudios. * Pero aquellas ni-
ñas pasaban las tardes leyendo libros de n.ajica,
adi ,-¡nanzas, secretos estraordinarios, relaciones
.. Es mas ('omun de lo que se piensa, el desprecio con que
miran los hombres la intelijellcia de las mujeres. j Que Dios
b pndiga a los esposos, padres i hermanos que tratan de s.acarlas
4t1 111 estrecha esfera del fanatismo, 108 crrorcs i la i¡nOI'Il11Cia ¡
- 2'1-
llspantosas, i por la noche, llenas de terrores i
temblando al oir el mas lij~ro ruido, alternaban
, las horas de la velada rezando, temiendo ver áni-
mas, conversanuo necedades, o tal vez echando
varillas para descubrir tesoros ocultos. Era evi-
dente que estas niñas, para viciarse así, habian
malogrado todo el tiempo de su infancia i una
gran parte de su juventud, i que actualmente
hacian un detestable uso dt:: largas horas, ali-
menlnndo t::rrores perniciosos, i anulando, entre
ausurdos j puerilidades, la intclijencia que Dios
les dió. N o eran, ¡mes, Rosalía i Victorina las
jóvenes entre quienes Edmundo podia elejir una
compañera.
Desconsolado eOIl el mal éxito de todas sus
indagaciones, resolvió visitar a una célebre be-
lleza de moJa. Allí vió el- aseo i la elegancia
llevados a la mas grande perfecciono La corte-
sanía i dulzura dI-' los modales cautivaban las
voluntades, i mil hauiliJades i talentos cultivados
con esmero, daban realce a la Illas seductora
hermosura. Un lenguaje correcto i fino, i los
mas nobles sentimientl's de humanidad i filosofía,
hacian de Serafina una mujer hechicera. Ed-
mundo la veia con admilacion, i la oia con en-
tusiasmo. Cada vez que se abria aquella boca de
rosas, él esperaba oir una frase culta, un pensa-
llIiento sublime, o UII chistt: delicioso. Mas, bien
presto lIotó que Serafina pasaba la mayor parte
de la:. horas del día en el espeju para verse, o en
la ventana para ser vista; que los ra~gos admi-
rables de su talellto, nu eran sino muestras de
tlQll feliz memoria; que sus pondera.dos seqth
-28-
mientos filantrópicos ¡elevados, nu eran sino un
eco de lo que otros uecian o celebraban; que
sus movimientos, risa, miradas i acento eran obra
uel arte i ue la mas refinada afectacion; i en
fin, que nada poseia de cuanto la hacia admirar
por los espíritus superficiales, sino su belleza, i
que desgraciadamente ella sabia mas que las
otras que poseian esta peligrosa ventaja. Fuera
ue esto, se creia de un gran talento, i del enten-
dimiento mas despejado, a causa de que sus
adoradores con elojios exajerados habian estra-
viado el poco que realmente tenia. Este error la
inducia a hablar mas de 10 que permite la mo-
destia a una señorita. Sus amigas se veian fre-
cuentemente humilladas por ella, i los jóvenes
de pocos alcances, que no saben amar sino la
hermosura física, sacrificaban su dignidad en las
aras de la orgullosa Serafina. Pur consiguiente,
ella era caprichosa, maligna e imperiosa; finjia
padecer mal de nervios; tenia estravagantes an-
tojos; se guiaba por anti patías, i se mostraba
fatigada de todu conversacion que no estuviese
sembraua de encomios i lisonjas soLre su mérito
singular. En una palabra, era intolerable como
toda hermosa que sabe que lo es, e intolerante
como toda mujer que cree saber mas que las
otras. Habia malgastado una gran parte de su
tiempo, fomentando sin tino ni discrecion su in·
sensata vanidad, i ahora esta vanidad ciega vicia-
ba su carácter.
Edmundo se cansó de quemar incienso delante
ue esta divinidad ueslumbradora a quien no po-
dia adorar. Mas inclinado al deismo que a la
-29-
idolatría, no quiso tributar a una mujer hermosa,
pero no estimable, un mero culto esteríor, cll~n­
r do él anhelaba por poder consagrarle la adoraclOn
pura i profunda del entendimiento i el corazon.
Un nuevo amigo adquirido en un pequeño
viaje a Choachí le proporcionó la ocasion de
conocer i visitar a sus dos hermanas · Isidora i
Anastacia, la primera completamente hermosa, la
segunJa medianamente fea. Edmundo notó des-
pejo i buen lenguaje en ámbas hermanas; i re-
suelto por su parte a no perder mucho tiempo
en sus intligaciones, entabló un dia con ellas el
diálogo siguiente: -Edmunrlo: Señoritas, i uste-
des bordan en anjeo ?-Anastacia. Sí, señor,
cuando nos encargan espresamente alguna cosa.
-Edmllndo: i I les divierte a ustedes mucho esa
ocupacion ?-Isidora. j No! ese trabajo es casi
inútil i poco Iucido-Edmundo. ¿ Leen ustedes
algunos libros de medicina o ciwjía ?-Isidora.
¿ Nosotras? j qué estraña pregunta! t Para qué
habiamos de leer lo que no entendemos ?-Ed-
mundo. ya .... ! A ustedes les gustará mucho
el buen humor i la alegría-Isidora. Muchísimo . .
La jente de buen humor es amable, i la alegría
hermosea-Edmunáo. Entónces ustedes estarán
siempre alegres-Anastacia. No siempre, por-
que cuando hai alguna desgracia no es posible
alegr!lrse.-Edmundo. Pero la alegría embota el
dolor i una diversion hace reir aunque se atra-
viese al paso un entierro.-Anastacia. Perdone
usted, pero eso me parece absurdo. Las penas i
los placeres tienen su oportunidad que no puede
equlvocarse.-Edmll71do. Me figuro que deben
-30 ~

~stedes gozar mucho con los disfraces, el baile ¡


los juegos-Anaslada. A mi hermana poco le
gustan esas cosas; a mí me complacen casi
siempre; el baile, sobre todo, me encanta-Ed-
mundo. ¿ 1 baila usted aunque sea con mala mú-
sica ?-Anastacia. Tal vez sí, por condescen-
dencia; pero en ese caso creo que no me causa-
ria un gran placer el baile.-Edmundo. Creo que
su hermano de ustedes me ha dicho que ustede!l
son mui inclinadas fI. las cosas piauosas: que son
mui devotas-Anaslaría. ¿ Mi hermano dice
eso? No sé por qué. Cuando concurro a una so-
lemne funcion relijiosa, me siento devota, me
enternetco, amo i venero con totlo mi corazon,
pero al salir del templo, la grata impresion se
disipa poco a poco, i apesar mio me llaman In
atencion otras cosas. No sé en \"prdad por qu é
sucpde esto, pero no vaya usted a pensar que
dejo ue ser buena cristiana; es que fuera del
templo me distraigo i no soi devota; pero la fe,
el amor i la esperanza están siem pre en mi co-
razon-Edmundo. ¿ 1 no hacen ustedes mucha
penitencia ?-Anrtstacia. No, ¿ para qué? mamá
nos rt'prenderia por esto, i vale mllS no disgus-
tarla. Por otra parte, yo he oido decir a un huen
predicador, flue se puede ser buena cristiana j
cumplir con los preceptos del uecálogo sin ser
penitente, i esto lo apoyaba con el ejemplo de
muchos santos-Edmulldo. i J Ilstedes creen en
brujas, aparecidos i cOsas maravillosas ?-lsido-
?·a. ¿ Por qué nos juzga usted tan tontas? Emi-
lio, mi hermano, nos dice que solo debe creerse
Jo que comprende el entendimiento; i fuera de
-:11
los misterios de la ft', nos hace examinar tod rl
para que en nosotra~ obre siempre el entendi-
miento i no la preocu pacion, la rutina o la ciega
deferencia a ciertas autoridades-Edmundo. Yo
~upongo que ustedes saben que son hermosas i....
Isidora al oir esto hizo un ademan desdeñoso.
Anastacia, que era fea, se a\'ergonzó, i arrojando
sobre su interlocutor una mirada <le enojo i des-
pecho, le dijo con mal disimulada impaciencia :-
Esto no se lo estábamos preguntando a usted,
caballero. Somos como Dios nos hizo-Edmnn -
do. Perdon, señorita. Yo quisiera saber si uste-
des padecen de los nervios, si tal vez su delicada
constitucion les inspira antipatías, si ••• • -lsi-
doT((.. Son estrañas las preguntas de u ~ ted; aun
mas, son indiscretas. Descubro por ellas que
usted nos estudia, o que le han dado de nosotros
una mala opinion-Edmundo. No, señoritas; na-
die ha tenido la osadía de hablarme mal de las
hermanas de mi amado Emilio; pet·o confieso a
ustedes que es cierto que deseo conocerlas a fon-
do-lsidora. ¿ 1 que adelanta usted con esa im-
prudente i fatigante inquisicion? Si fuéramos ar-
tificiosas, fácil nos seria dar a usted respuestas
ambiguas; el trato i el tiempo facilitarán a usted
los medios de conocernos sin hacerse importuno,
ni herir nue¡;tro amor propio. Nos hallflrá usted
llenas de defectos i de errores, pero tambien con
buenas cualidades, i un deseo ardient.e de ser
caua dia mejores para merecer la estimacion je-
neral. Mi madre nos ua ejemplos de moralidad,
laboriosidad i atencion ; mi hermano nos instruye
i nos hace adquirir habilidades . .Mi carácter im-
-32-
perioso e intolerante se croma poco a poco COIl la
razon i el convencimiento; la vivaciJad i gustos
frívolos de Anastacia se modifican con el tiempo 1
i la esperiencia, con el trato, i con el ensanche
de sus conocimientos. Sobre esta-s bases está fun-
dada nuestra educacion. ¿ Quiere usted saber f: 19o
mas ?-Avergonzado Edmundo por el aire frio,
severo i firme de Isidora, se escusó humildemen-
te por su atrevida curiosidad, i obtuvo el perdon
de las dos muchachas . f>ero no por esto dejó de
observarlas i hacer de su jenio, sus modales, sus
gustos i su educacion el mas profundo estudio.
Aquella conversacion habia hecho en su alma un
pr'odijioso efecto. Mil pensamientos pasaban rá.-
pidamente por su ardiente imajinacion, i no podia
ménos de recordar con placer las injénuas i jui-
ciosas n~spllestas de aquellas amables hermanas.
Frecuentó la casa con mayor empeño, i tuvo la
satisfaccion de encontrar en la señora Adrialla
una madre prudente, vijilante, i económica del
tiempo, puesto que todo el suyo era empleade
en dar buen ejemplo, instruir a su familia, i ha-
cer bien t\ los ' infortunados. Edmundo conoció
mil defectos en las niñas; pero no descu brió vi-
Gio alguno en sus corazones, ni errores sustan-
ciales en sus entendimientos. Presenció frecuen-
temente las rabietas de la una, la desdeñosa
censura de la otra, i las severas reprimend.~s
de la madre. Pero siempre vió que esta cOJla
el fruto de sus lecciones, i qu'e trataba de que
para sus hijas fuesen igualmente útiles el.estu-
dio i el trabajo, el descanso i las recr~acJOn~s.
Por último, Edmundo conoció que pued<:'n eXIS-
- 33
tir en la sociedad mujeres que no prodiguen ne-
ciamente su tiempo; i es mas que probable que
r la hermosa i séria lsidora, o la siempre amable,
inJénua i festiva Anastasia, fijen por fin la e!ec-
cion de este jóven que y a ha pasado cuatro años
b uscando una mujer que haya sabido hac er buen
uso de su tiempo, i que dé garan tías de que
s abrá emplearle con provecho cuando se revista
con los títulos sagrados j preciosos de esposa ¡
madre.

OAPiTULO H .- ECONOllIÍA DEI, DINERO.

Vous n' avez besoin ni de trouver un trésor,


ni d' heriter d' un riche perent: le travail est le
pére du bonheur, et Dieu donne á ceux qui s'
ocupent.-
Si voulez étre riche, songez á menager ce que
vous acquérez.-
Beaucoup dc gens ont été ruioés pour avoir
fait de boos marches. e' est une folie d' em-
p loyer 500 argent á acheter un repentir.
FRANKLIN.

Hai una multitud de jentes que creen que la


economía del din ero consiste en no gastarle, o en
tener siempre un sobrante, i no se han tomado
la pena de examinar si el llso que hacen de él es
prudente i arrpglado. Debemos empezar por
decir, que es siempre cuerdo i acertado no gastar
todo lo que se gana, porque puede llegar una
época en que no haya entrada ninguna, i esta
falta la suplen los ahorros.
Es bueno clasificar los gastos, i luego medir
nuestro caudal segun la escala que lIa esta c1asi-
3
- ;:' 4 -
iicacion. Por ejemplo, pueden ponerse en primel'
fugar los necesarios; en spgundo, los útiles; en
te rcero , los de beneficencia; en cuarto, los de
placer i divertimiento. Fuera de estas cuatro
clases de gastos, cuyos objetos se mezclan i con-
funden fr ec·uen.temente, no creo que pu eda per-
mitirse otros una persona moral i sens ata. El
oin ero protligado p ara lograr una venganza,. para
fornentar un' vicin, para recomp ensar espionajes
j denllnciantes , para h'lc er ostent.acion de unas.
e.onvC'nien cias qu e no se ti enen por la necia v er -
güenza de confesarse poure, &, ~ &,<1. todo el
din ero qu e rl s í St~ invi e rt e es mal gastado, i vali e -
ra mas no h a berl e poseido nunca.
Los desembolses de' din ero h ecbos para ad -
q\lirir cosas de pritn~ ra ne cesidad, como ali-
mentos, vestirlos i babitacion: dehcn ser siempre
proporcionados a los m edios de subsistencia con
que se cu enta, i al rango de la persona; pero
por regla j encr al plJf~ de ncon ~ ejar s e a las madres
de familia, i II l<ls amas uc casa, qu e prefi eran en
to do la mod e raci on i los g ustos sencillos, i qu e
sacrifiquen si e mpre la vanirlad a la comodidad.
Pudiera acnso presentarse una ocasioB de com-
prar barato un objeto de lujo, i sinemh:ugo se
hará mal en adquirirle, sino se tiene el fondo
suficiente para proporcionar las aemas cosas que
deben estar cn armonía con aquelln. Por ejem-
plo, sentaría mni ma l un espejo de cuerpo entcro
j ricos flor eros c;n una saja sin estera, sin crista-
les, i amuehlada con taburetes i sofás viejos i
desgarrados. Un chal de f'cda i una elegante go·
Ha no harán buen ('f~cto acompañados de un
-35-
traje de zaraz a burdn , unas media s ord inaria s, i
unos zapato s de cordo ban gastad os i rotos. Com-
prar estos objetos aislad os, si pu ede decirs e así,
i adqui rir cosas que no han de neces itarse jamas ,
como una prens a de impre nta en casa de un al-
bañil, una biblia en latin en casa de una ig no-
rante costur era, i si n mas razon si no porqu e tajes
cosas se vendie ron a bajo precio , es peor que
arroja r el dinero por la venta na; porqu e, al fin,
en este caso podría recoje rle algun o que de é l se
utiliza se.
Hai otro modo de despe rdicia r dinero , que es
reunie ndo una cantid ad indeb ida e inn ecesa ria
de c.08as que, aunqu e útiles i buena s, no hacen
falta. Cuand o una casa está bien amue blada , es
una culpa ble prodig alidad comp rar sofás, alfol11-
bras, lámin a s i otros lujosos adorn os para los
corred ores interio res, el Zl'1g11nn, i otras piezas
ele la ca8a que no los neces itan. Lo mismo suced e
con la despe nsa. De~c estar provis ta, pero con
discre cion i pl'€vision. Si se comp ran dos pesos
de pan donde no se consu men sino dos o tres
reales , i en un lugar en donde la mlllti tuu ue pa-
nader ías hace fácil prove erse diaria mente de
este jénero , se ha hecho un gasto mal calcu lado,
porqu e el pan se endur ece , la famili a no le co-
me, i se va despe rdicia ndo poco a poco. Si en
lugar de comp rar una carga do arrOJl':, se comp ran
seis o siete para poner las en una pieza húme da
i plaga da de ratone s i gorgo jo, se habrá hecho
un dispa rate, aunqu e el arroz se haya pagad o por
lrt mitad del precio corrie nte. En toda espec ie
de comp ra debe teners e pl'cse nte la calida d de la
- 36 -
cosa, ~ I estado i la fortuna de la persona o fami -
lia para quien se destina, la época en que se ad -
quiere, i la armonía que debe reinar en el todo.
Muchas cosas dejan de ser necesarias por ciertas
circunstancias independientes de las mismas co-
sas, como los abanicos donde no se usan, o no
hace calor; las hamacas i mosquiteros en tierra
fria; el tabaco donde no se fuma; el coche donde
no hai caminos para hacerle rodar; las na vaj as
de afeitar en una casa de mujeres solas; &.1\ La
adquisicion de superfluidades indica siempre fal-
ta de economía i órden, i muchas veces da a
conocer la mas ridícula fatuidad, o una lastimosa
estupidez. El proverbio comun dice: "Quien
compra lo que no ha menester quiere empo-
brecer."
Por regla jeneral puede decirse, que cada in-
dividuo debe gastar su dinero en procurarse todos
los instrumentos i utensilios de su arte o profe-
sion, abundantes i de buena calidad, porque esto
ayudará a dar perfeccion a sus trabajos; i por-
que es ridículo que un pintor use ajenos pinceles,
que una costurera pida prestadas las agujas, o
que un abogado no tenga en su estudio los cuer-
pos de leyes que diariamente ha de necesitar.
Entre las cosas útiles en cuya adquisicion
debe emplearse con gusto el dinero, la mas impor-
tante es una buena educacion. Para lograrla no
deben omitirse gastos: es decir, aquellos que pue-
dan hacerse sin perjuicio del mantenimiento i
abrigo de la familia, que, como son cosas de
absoluta e imperiosa necesidad, no deben pos-
ponerse a nada. Mas, en los sacrificios que se
-37 -
hacen con el fin de obtener una buena euucacion,
conviene observar siempre el método i la discre-
cion ya aconsejados, para no perder el dinero, i
no hacer cosas discordantes, dispendiosas o estra-
vagantes. Por mui grato i útil que sea dar a la
familia una educacion escojida, me parece que
debemos limitarnus a los ramos que están en
consonancia con nuestra fortuna i con el lugar
que hemos de ocupar en la sociedad. Así es que
no convenGria que una familia medianamente
acomodada, emplease !lna parte considerahle de
su corto caudal en dar a sus hijos una educacion
brillante en que no se descuidase ninguno de los
ramos del saber humano; ni que los artesanos
honrados, a qui e nes apénus da su trabajo una
pasable subsistencia, haga n que sus hijos apren-
dan baile, música, canto, lenguas, astronomía,
agricultura, &.a ir..a Basta que se les enseñe la
moral, la relijion, leer, escribir, hablar bien su
idioma, la historia de su pais, el amor a las ins-
tituciones liberales, el conocimiento de su digni-
dad i sus derechos, i ciertos ramos de matemáti-
cas, como aritmética, j eometría i dibujo lineal,
porque estas tres cosas se neces itan mucho para
el desempeño de ciertas profesiones, i para la
práctica, el adelanto i los progresos de todas las
artes mecánicas.
En la profusion de enseñanza con que a lgunos
padres quieren adornar a sus hijos, enspñándoles
lo que probablemente nunca han de practicar ni
necesitar, se comelen dos graves e.r rores: prime-
ro, callsar la intelijencia en vez de desarrollarla j
i segundo, inspirar a los hijos hastío i desprecio
-38 -
por la profesion u oficio de sus padres. En suma,
la buena educacion indispensable, necesaria a
todos, de utiliJad para todas las clases, estados i
fortunas del hombre, estriba en tres puntos prin-
cipales, a saber: moralidad, hábitos de órden i
trabajo, i buenos modales. Para lograr esto s tres
puntos hai que cultivar varios ramos, como todo
el mundo lo sabe, pero estos no son complicados,
Jifíciles ni Jispendiosos, i para procurárselos
uo es necesario hacer grandes sacrificios. El
"Evanjelio de Jesucristo, es plicado con claridad i
buena fe, * dará todas las instrucciones de moral
que el hombre necesita para cumplir con sus
deberes hácia sí mismo, i con respecto a toda la
sociedad. El hábito del trabajo se comunica des-
de la infancia) acostumbrando a los niños a ocu-
parse en "urias horas del Jia, inspirándol es odio
i desprecio por la holgazanería, tributando en su
presencia la alabanza i respeto debidos a los que
con su industria i laboriosidad contribuyen a las
comodidades i bienestar de sus semejantes, i pro-
curando premiar en ellos el buen empleo del
tiempo, i su propension u estar útilmente ocupa-
dos. Los buenos modales se adquieren con unas
lijeras nociones de urbanidad, i poniendo el ma-
yor cuidadu en practicar cot! los demas lo que
gustamos que se haga con nosotros, i en evitar
todo aquello que nos ofende, o desagrada que los
otros hagan, o lo que frecuentemente oimos cri-
ticar por personas capaces de juzgar .
... Digo buena fe, porque ho oido a ~arios inJividuos hacer
,lo este santo libro el uso que hacen lo~ tinterillos <le las leyes, ~~
decir, acomodar un testo que favorezca sus caprichos, sus pre-
tensiones, sus errores, BUS pasiones, o sus culpables intereses.
-39-
Despues de medir cada jefe de familia su.s rne-
Jios j facultades, j examinada que sea la carrera
p robable que sus hijos han de seguir en la sDc ie -
dad, se deben emplear todos los recursos disponi-
b les en la educacion, atendiendo a que los cono-
cimien tos que se adquier<;'tl forman el único copi-
ta l permanente que la familia pueJe heredar, el
ún ico fondo inagotahle que ninguna vicisitud Pu€}-
de arrebatar, i que la sociedaJ entera gana cuan-
to mayor sea el número de sus miembros que
t engan buenos principios, cultura, profesion útil,
i amables modales. Este es, pues, el primero de
los gastos útiles en q.ue debe invertirse el dinero,
j conviene notar que nadie está dispensado ele
co ntribuir al bien i a la mejora de la .soóedad
dando su continjente en la euucacioll que pro-'
porcione a su familia, i en las virtudes que logre
inspirarle. Este es un fondo comun de que todos
sacamDS considerables prúvechos.
Los libros so.n tambien ,una adquisicion ven-
tajosa. Empero, si yo empleo en libros lo que
debia servirme para cúm prar el pan de mis hijos;
si yo acopio trataaos de .ciencias esactas, siendo
una persona de cortos meaios, j mas cortos al-
cane es ; si reuno obras escritas en griego o latin,
que ni entiendo ni hallaré quien me pueda ense-
ñar; si formo una bihlioteca de romances, versos,
cuentos ti obras dramáticas) cuando tal vez carez-
co de cama, vestidos i habitacion cómoda, seré
una persona justamente censurable, i habré ma-
nifestado mi necedad al hacer un acopio de co-
sas que en rigor no pueden calificarse de inútiles.
Todo se reduce; pues, al tino para eJejir, i a la
-40-
proporcion que Jebe guardarse, al comprar li-
bros, entre nuestra fortuna, nuestros gastos i
nuestra capacidatl.
Por rico que sea un individuo, hai desembol-
sos que debe omitir por cordura i racionalidad.
Un comerciante núltonario, pero radicado en el
interior i padre de hijas solamente, haria un so-
¡emne disparate en comprar brújulas, barómetros,
eartas de marear i otros instrumentos cuyo uso
J>.r¡'~lcipal es para Jos marineros. Semejante fami-
lia, como se ve, no está destinada a la Jlavega-
cion, i se establecerá, vivirá i morirá probable-
mente en el suelo que la vió nacer. Un hacendado
rico, pero e;;cluslvamenle consagrado a la agri-
eultura, i que solo tiene hijos varones, haria mal
en comprar un sUlttido de las cosas necesarias
para fabricar flore8, o para ejecutar otras labores
mujeriles. Lo útil es tambien relativo bajo otro
panto de vista; i un objeto dado que no solo
seria provechoso sino necesario a un individuo,
ven<hria a se}: supe>rfluo, i aun embarazoso para
otro. Un habitante de las l'iberas del Magdalena
Jlecesita una piragua, una red, un eun,aJ.ete: ¿ ¡.
de qué servirá todo esto al chantre de la cated.ra~
de Bogotá? La Recopilacion Granadina, tan ne-
cesaria en el estudj¡o de \,lO abog:¡do, ¿ no estaria
por <lemas en casa de una lavandE'ra o un dentis-
ta? Se deJuce de Jo dicho, que aunque mucha.s
~osas sean esencialmente titiles para ciertos ind1J-
vidu@s, ha-rian mal en adquirirlas tooos indistinta-
mente, i que el dinen que se emplea en comprar
objetos de que no podemos servirnos, ni sacar
provecho alguno, es un capita.l estancado, i que
-41-
habria sido mas comeniente invertirle de otra
manera. 1 no se me diga que es bien empleado
todo gasto hecho para satisfacer nuestros gustos
i antojos, con tal que a nauie ofendamos, ni dis-
pongamos para ello sino de nuestro propio cau-
dal. Este modo de discurrir encierra un error
fácil de refutar j mas me parece que haria un
grande agravio a la moralidad i al buen sentido
de mis lectores, si ocu pase en ello su tiempo i
mis razot'les.
Los gastos que hacemos en obras de benefi-
cencia son hasta cierto punto hechos en favor de
nuestros placeres j porque ciertamente pocos hai
mas dulces i profundos que los que proporcionan
las bendiciones i alabanzas que los infortunados
tributan a sus benefactores. Pero prescindiendo
de nuestro propio interes, de este interes deli-
cioso de gozarnos con el bien ajeno labrado por
nuestras propias manos, todos debemos procurar
dar alivio i socorro a cualquier sér que sufre
privaciones i penalidades. Lo que empleamos
en adquirir cosas superfluas no nos pertenece:
es un robo que hacemos a la clase necesitada e
infdiz. 1 si los hombres en jeneral fuesen mas
morales i mas humanos, desapareceria <le la tie-
rra una suma inmensa de m iserias i calamidades,
i mil rostros abatido;; que hoi bañan el suelo con
su llanto de amargura i desoJacion, se levantarían
radientes de alegría para bendecir la mano bené-
fica que hubiera enjug-ado sus lágrimas. ¿ Qué
digo yo? Millares de crímenes dejarian de man-
char a la humanidad desesperada, millares de
víctimas serian arrancadas al dolor i a la justicia
- 42-
humana, S1 los hombres, sensibles a las penas de
:sus semejantes, les tendieran una mano protec-
tora prestándoles jenerosamente de su superfluo 1
la ~orta cantidad suficiente para satisfacer las
primeras i mas urjentes necesidades ue la vida.
j Cuántas veces jime de frio i de hambre un infe-
liz a las puertas del rico satisfecho! ¡ Cuúntas se
comete un crím en atroz por la falta de metEos
para procurarse la satisfaccion de una im periosa
necesidad! i 1 cuántas, cosa triste, en el mis-
mo templo del Dios de la caridad ostenta el lujo
mas escandaloso una mujer mundana, al lado de
la madre indijente que pide en voz baja al Padre
de·los pobres el pan necesario para alimental' su
hamhrienta familia! i Ah! séame permititlo en
esta oca::ioll esclamar contra estos ricos insacia-
bles de goces, que no osan penetrar en la cabaña
uel infeliz temiendo que la compasion njite un
momento sus almas endul'eciJas, i arranque al-
gunos maravedises a su inhumano egoismo, i que
entran sin reboso ai almacen de un negociante
opulento para dejar allí centenares de pesos en
cambio ue esos lujosos juguetes, de esas pompo-
sas inutilidades con que se colman las mesas de
las señoras, i aun de lo ~ hombres mismos. Este
insulto atroz hecho a ia miseria de nuestros her-
manos, es defendido con especiosas razone,:; que
muchas veces deslumbran i atraen nuevos secta-
rios al lujo i a las fri\'olidades. Sin estos ricos,
se dice, la industria deEfal!eceria; las artes de
agrado carecerían de estímulo; el comercio per-
deria parte ele su vigor; los millares de bra:t.os
que se ocupan en aquellas producciones queda-
- 43-
l'ian ociosos, i la sociedad perderia multitud de
miembros útiles que, a causa de su desocupacion,
" , se convertirian o en limosneros o en bandidos.
¡Oh ! No marcheis tan de prisa, protectores de
la insensiuilidad, detractores de la caridad cristia·
na. Yo no pretendo que se cierren las fábricas de
muñecos, flores, cristales i costosas bagatelas;
yo no quiero que ei comerciante millonario tenga
su casa amueblada con esteras de junco i toscos
bancos de madera, ni que el lecho de una señora
rica esté reducido a una tarima, un jergon i una
manta. No; fabricad, traed, distribuid entre los
ricos todo lo que el lujo i la molicie han inventa-
do de mas ridículo, inútil i deslumbrante, t)ero de-
jad algo para el pobre, socorred al indijente, sacri-
ficad una vez siquit'ra cada semana los antojos de
vuestra ,"anidad, Jos caprichos de la moda, i tro·
cad estos goces superficiales i efímeros por el
placer profundo, durable i fecundísimo de dar
pan a una familia hambrienta, vestir a un ancia-
no desn uJo, aliviar a un énfermo desfallecido.
Si alguna vez lIegais a sabotear este placer ce-
lestial, yo no dudo que despues le buscareis con
empeño, i ljue os le procurareis mil i mil veces
mas; porque ¿ quién no desea disfrutar placert's ?
quién pudiendo gozarlos los dejará escapar con
fria indiferencia?
lVlas, el ejercicio oe la beneficencia no corres-
oe solamente a los ricos, aunque sean ellos quie-
nes mas digna i satisfactoriamente pueden desem-
peñarle. No hai quien no pueda, quien no deba
ser benéfico. Ningun mortal, por miserable que
sea, puede decir: "A mi no me obliga la cari-
-44-
dad; nadie es mas pobre e infeliz que yo." No
séres infortunados, jamas podreis señalar la últi~
ma grada en la escala de la miseria humana.
¡.Jamas! Es inmensa, ilimitada, asombrosa' i
siempre que lo intenteis descubrireis mas allá 'de
vosotros ot.ros de~graci~dos por q~ienes no que-
rrias cambIaros, ) a qUienes podrels tender vues-
tra mano diciendo: "Hermano, yo te socorreré
yo te aliviaré pues soi ménos miserable que tú.,l
Hace poco, mui poco tiempo, que en esta ca-
pital ha ocurrido el caso siguiente: U na madre
de f~milia, una señora pob~e que en ot:o tiempo
habla gozado de algun bienestar, vela un dia
llorar de hambre a sus hijos pequeños. Habien-
do agotado todos sUs recursos i los socorros de
las buenas jentes, se hallaba próxima a la deses-
peracion. Un mendigo andrajoso tocó a su puer-
ta, i pidió con su acostumbrada importunidad una
limosna por amor de Dios. La madre exaspera-
le dijo con tono áspero: " j Váyase usted! Yo
ne tengo que dar j mis hijos lloran de hambre.
i Váyase usted." El pobre se detuvo j la miró
compadecido, i desatando de un sucio i roto pa-
ñuelo medio real, se le alargó a la madre dicien-
do: "Mi señora, yo no sabia su necesidad; yo
no tengo hijos j ya me desayuné, i me acaban de
dar este medio. Compre usted con él pan para
los niños." La mad re rec i bió, i lloró. ¿ Pero el
nombre del mendigo? Se ignora j mas el hecho
se sabe, i todo sér sensible, al conocer este r8sgo,
pedirá al cielo que colme de bendiciones al po-
bre caritativo. Esta es de parte de los hombres
la recompensa de la virtud humilde i oscura.
- 45 -
... u galardon inmortal le vendrá de la justa mano
de Dios. Pero la beneficencia debe practicarse
con discrecion i cordura. No todo lo que a pri-
mera vista puede parecer supérfluo debe darse a
los pobre s, ni todo'S los pobres tienen igual dere-
cho a la jenerosidad de los que pu eden socorrer-
]os. Los niños, cuyo corazon tierno está siem-
pre dispuesto a recibir las impresi ones mas vivas,
se complacen tanto con el eje rcicio de la caridad ,
que suelen incurrir en pe.rniciosos escesos. Así
se necesita vijilar i dirijir sus limosnas, porque
con la misma facilidad dan un real que una onza
de oro, i lo mismo un vestido usado que la mas
preciosa joya. Las limosnas deben ser repartidas
por manos espertas, i no darse sino a los menes-
terosos honrados, o a aquellos que estén en im-
posibilidad de procurarse el sustento, aunque se
sospeche algo en contra de su conducta. En las
ciudades populosas hai multitud de vagos, de vi-
ciosos estafadores i ruines que piden por hábito,
por corrupcion, o por no gastar lo suyo. Soco-
rrer a estos tales es fomentar ]a holgazanería j el
vicio, es propender a la desmorarizacion, i arrai-
gar en los pueblos la mala fe, la mentira i ]a
ociosidad tan contrarias a las buenas costumbres.
Hai una porcion de pobres que a primera vista
pueden socorrerse sin duda i sin inconveniente;
como los ciegos, los ancianos, los estropeados e
inválidos, los enfermos que carecen de asilo, i
los que se ye que trabajan apesar de sus enfer-
medades. En cuanto a aquellos que tienen el
aspecto de la lozanía i la juventuu, o los que ha-
cen largas i minuciosas relaciones, o que andan
-46-
vestidos con decencia, i frecuentan las casas de
juego i las tabernas, no se oebe darles sin qu _
preceda un exámen sério obre su situncion i la::, - ~
causas que los obligan a pedir. Los socorros qu
se dan pueden tener por objeto, o satisfacer una
necesidad urjente del momento, o procurar nI
infeliz los medios para r¡ue trabaje i salga para
siempre oc los horrores de la inclijencia. En el
primer caso es tan insignificnnte In cnntidad que
suele darse, que no (Teo necesario encargar
mucha prudencia sobre esto. En el sPgunao, es
preciso que quien se resuelve a ser el prot ctor
ne un desgraciado, se informe oc sus circllnstnn:.
cías ¡procederes, i r¡ue siéndole estos info1'm s
favorables, dé, si es posibl(', 01 necesitado lo que
fuere suficiente pnra sacarle del npuro: i ahor¡-:1r-
]e la humillaciol1 de pedir ele puerta. en pu('rtn .
Mas nunca, en ningun caso debe burla1·se la espe-
ranza que inlclleiollafmcl1te se ha hecho concebÍ?" ([1
111e pide. Si no .~e le puede ausilia?", debe rlesenga-
ñá1"sele al punto, i con atentas palabTrts. Ifar:er e.s-
pe1"a1" lo que no se tiene rO .! vl1tad de dar, no sola-
mente es una c/'nelrlarl, sino tambien una burla. in-
digna en que se goza con orgul/.o de la lwmillacioll
(~jena" Por último diré, que siempre que pr sida
la prudencia. a los gnstos que Re hacen en obras
de beneficencia, estos son justos, i que en calidad
de tales no deben omitirse jamns.
Los gastos que hacemos para nuestro placer i
divertimiento debcn ser estrcmadamentc mode-
rados, pu stl) que Jo c¡nc invertimos en obras de
beneficencia. nos procura un dulcísimo (' intenso
placer i lo que empleamos en instruirnos nos da
-47-
un grato i útil divertimiento. A"í es qne en la:
clasificacion imperfecta que he hecho de Jos ob-
jetos de gastos, no he podido separar cOll~pleta­
mente el placer, la utilidad i la beneficen.clU, Se
tocan de tal manera estas cosas en varios puntos r
que yo no soi capaz de separarlas; ni comprendo
beneficencia sin goces, ni creo tampoco que sea
de absoluta i rigurosa nece8idarl esta distincion
en un pequeño tratado de economía doméstica .
Los paseos, los con vites, el baile, e l juego i el
teat.ro son los diver timi entos maS usados en la
sociedad culta. Para procurarse estos goc es es
necesario siempre qlle preceda un f'xá m en pru-
dente so hre los gastos que puedan ocaslonar,
para r echazur desde lu ego los qu e hayan de cau~
sarnes un desembolso que esceda a nuestras fa -
cultades. Si ha de contraerse una dellda para
~ buscar caballos i pa ga r (':;cote, se r enuncia al pa-
seo i la comida i si para asistir al baile, se ha
ue fiar el traje, es m ejor no ir al haile; si ha ue
arriesgarse al juego la subsistencia de la fam ilia,
debe ]¡uirse del juego (q ue en mi opioion, es
nocivo i perjudicial, sieJílp re que SA ju ega por
interes); si para ('onseguir un palco se ha de
petard ea r donde un amigo, o prestar dinero, o
ser importuno abusando ue alguH ofrecimiento -
hecho por urbanidad, es m ejo r no concurrir al
teatro. Cuando se pide, se presta, se empeña o
se arriesga para ocurrir a las necesiuades indis-
p ensables de la vida , no so lamente hai disculpa,
sino razon para e110. Empero, esponer la tran -.
quilidad, la fortuna i la honra por divertirse un
rato, es la mayor de las locuras; es la insensatez
-48-
mas vergonzosa en que pueda incurrirse: tanto
mas inescusable cuanto que los seres bien orga-
nizados i bien educados, hallan por todas partes
placeres fáciles i puros que no agotan ni debilitan
su salud, ni cansan sus fuerzas i su intelijencia.
Cuando el corazon no está viciado disfruta con
dulzura los encantos de la naturaleza, los desa-
hogos i placeres de la sociedad doméstica, las
confidencias íntimas de la anlistad, los consuelos
de la relijion, las delicias de la benefiGencia, los
atractivos upl estudio, las tiernas impresiones de
un amor honesto, i mil otros variados goces que
se escapan sin ser percibidos por los corazones
egoistas, por las almas gastadas de los sibaritas
que no saben usar, sino abusar de todo lo que
Dios crió para nuestro bienestar i felicidad.
EPISODIO.-El doctor Alejandro L •••• tenia
mucho adelantado para ser feliz. Su carácter
dulce i pacífico, sus amables moJa les, su vasta
instruccion i sus gustos moderados, le daban de-
recho para esperar una larga vida, una salud
cumplida, i una calma inalterable. Su familia
numerosa, rica i bien relacionada, le amaba i ve-
neraba porque conocia sus virtudes, i porque
sabia que en él encontraría siempre el buen jui-
cio de un prudente consejero, i ]a induljencia de
un afectuoso padre; por la misma razon sus
muchos amigos le trataban con respeto, deferen-
cia i confianza. Pero el doctor AlejanJro no era
rico, ni sabia ni qupria pedir, i estaba devorado
por la pasion de la beneficencia, por el ardiente
deseo de mejorar la suerte de una multitud de
indijentes cuyas necesidades conocia a fondo .
-49-
Un dia, en una concurrida sociedad de amigos i
parientes, se atrevió a proponerles que entre to-
dos formasen un fondo para socorrer a los pobres.
Observaré, vuestros gastos, les dijo, i siemp~e
que me parezca que habeis invertido una cantI-
dad de una manera indebida i contraria a una
pruuente economía, os lo haré notar. Sí despues
de una detenida e imparcial disctlsion, os conven-
zo de que habeis hecho mal, la partida gastada
se apuntará en un libro, i de estas cantidades os
obligareis a pagarme un medio por ciento para
emplearle en el alivio de los infelices. Todos los
presentes convinieron fácilmente en una idea
que comprometía a tan poco, i ya desde aquel
instante tuvo nuestro doctor una árdua i cons-
tante ocupacion. Su hermana fué la primera que
llamó su atencion i que ocupó sus cálculos.
Esta señora era rica, i tenia siete hijoll, cinco
criados, dos ahijados i una compañera honoraria,
que no era señora ní criada, que comia a la me-
sa, hacia mandados, recibia silenciosamente las /
visitas en ausencia del ama, conversaba con los
niños, re feria la crónica escandalosa de la capi-
tal, i pasaba la mayor parte de los dias cosiendo
i fumando en el hueco de una ventana. Con tan
numerosa familia se hacian crecidos gastos i la
~ermana de~ ,doctor, con la a~uda de su compa-
nera, resolYlo emprender vaflas economías. '
Empezó por comprar por junto los víveres
que habían de abastecer su despensa por mucho
tiempo. Cincuenta arrobas de azúcar, doce car-
gas de arroz, otras tantas de papas, veinticinco
anobas de garbanzos, lentejas i otros granos,
4
-50-
treinta arrobas de cacao, varios cajones de fideo s,
tallarines i macarrones, i en fin, otros efectos, por
valor de mas de trescientos pesos, fueron com-
prados de una vez por la señora. Mas, imprevi-
siva i lijera, no habia preparado elloeal en que
debian almacenarse tantas provisiones. Se pusie'
ron, por lo pronto, en una. pieza "baja contígua a
la alberca." La cañería no estaba corri ente; se
reventó e inundó el cuarto, sin que los habitan-
tes de la casa lo advirtiesen. A los trece dias,
cuando se abrió el almacen para surtir de nuevo
la despensa, todo se habia dañado completamen-
te. El doctor apuntó su primera partida.
El señor H .... su amigo, compró un palacio,
i -dejó su casa porque, con la manía dp. las cosas
aristocráticas, no podia resolverse a vivir sin
ostentacion i despilfarro. Aunqu e su familia no
se componia sino de su esposa, un despensero,
un paje, i dos criadas que cuidaban con esmero
dos graciosos gatitos, hizo a:mueblar con ostenta-
cion i magnificencia este palacio inmenso, i no
quedó pieza alguna por retirada e inútil que fue-
se, qüe no estuviera en estado de servir de aloja-
miento a un fastuoso príneipe europeo. En fin,
todo marchaba en aquella casa en proporcion"con
los suntuosos muebles i el grandioso edificio. La
vanidad del seíior H •••• se lisonjeaba i estimu-
laba locamente al oir los elojios que hacian de
su buen gusto i magnificencia los muchos deso-
cupados que concurrian a hacerse pasear por
aquel vasto i adornado palacio. El doctor Ale-
ja?dro halló que la cantidad alcanzaba a algunos
miles de pesos, aun cuando se diera por bien
-51-
hecho que aquellos dos individuos gozasen de
todo el lujo, ostentacion i comodidades de .ricos
• capital es. Hízose un cómputo razonable, 1 con
el beneplácito del mal aconsejado e incorrejible
señor H •••• , apuntó el doctor un respetable
guarismo en su libro. ,
Cárlos i Enrique, hijos de una íntima amIga
del doctor, gustaban de vestirse con esquisita
elegancia. Un sastre frances recien llegado, ofre-
ció a los dos jóvenes vestirlos como a los prín-
cipes de Joinville i D' Aumale. No se nec~sita­
ba sino de estos dos nombres para deci.dirlos.
Un abundante surtido de calzones, casaca!;', le-
vitas de cazador, chalecos, capas, corbatas &,a
&,a pasaron inmediatamente a la habitacion de
los petimetres, en cambio de algunas talegas de
fuertes que el estranjero recibió con mil cortesías
~ cumplimientos. Mas, ocurrió que ántes de Un
mes llegó a la capital un aventufero que hablaba
siete idiomas, habia viajado, segun decia, por
Siria, Etiopia, Rusia, las rejiones polares i la
China. Este caballero habia asistido a la exhu-
macion de Napoleon, a la coronac:on de la reina
Victoria, a la exaltacion del Pontífice actual,
al matrimonio de la hija primojénita de Nicolas
j a la reconciliacion de Isabel rr con su esposo,
j despues de haber conversildo familiarmente
con toJos los príncipes, los sabios i los diplomá-
ticos de Europa, venia a esplorar las rep{¡hlicas
sur-americanas vestido como f'l gran Duque, he-
redero del imperio Ruso. Esto pareció mas
eJegantf', mas ar istocrático, i hasta mas moderno
a Cárlos i a Enrique. Los hijos de S . M . Luis
(

-52-
Felipe casi son nuestros camaradas, i sus nom-
bres, sus acciones i ~us títulos se leen con dema-
siada- frecuencia en los periódicos, al paso que
teuo ]0 que pertenece a la, Rusia. nos es mas
desconocido, i apénas puede divisarse desde la
América meridional. En con:::ec1!lel~cia Uf: tan
poderosas consideraciones se aband01rarol'l los
trajes a la francesa, que desde luego fueron a
parar a una percha colocaua en un cuarto reti-
rado, que es lo mismo que decir, que quedaron
fuera de servicio. Adoptóse sin vacilar la vesti-
menta del gran Duqu e, i este triunfo de la Rusia
sobre la Francia, fué ventajoso al doctor Ale-
jandro.
Pocos dias Jespues, Slil amigo el célebre médi-
co H.... compró en su presencia dos bellos
cuadros que le aseguraron ser obras del famoso
Vásqu-ez. El doctor Alejandro ]e pregulltó:-
¿ Sabes positivamente que estas pintmas sean
tie aquel artista ?-No, ni me gustan los cua-
chos.-¿ 1 para qué los compras, .pues ?-Porque
quiero que de todo haya en mi gabinete. Deseo
que se venga a mi casa como a la de un conoce·
uor, de un anticuario, de un naturalista; i así es
que los bribones que saben cuál es mi manía,
me arrancan Jiariamente cuantiosas sumas en
cambio de libros, piedras, medallas, esqueletos,
manuscritos, retratos, caracoles, monedas, i mil
euriosiuades tan inútiles para mí como las leyes
de responsab-ilidad para los altos majistrados. To-
das estas baratijas me cuestan a veces mas de lo
que 1l1P. da el ejercicio de la profesion; pero,
amigo, esta es mi manía, i nosotros estamos en
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e·l mundo para darnos gt!sto. Yo aprendo o com-
pongo sobre cada uno de estos objetos Ilna his-
toria científica, que relato con gravedad a .los
curiosos que vienet;¡ a admirar mi museo . Espe-
ro q·ue esto me dará nombre i gloria, í tú COtl-
vendrás en qlle la glor.ia no~ podria pagarse jamas
demasiado cara.- Cierto, replicó e.l doctor., .pe.ro
como albricias de la hermosa adq.uisic.io;n que
vas a hacer, me debes afgllnas docenas de pes@s
para au~entar el capital de Jos pobres. Esto pa-
reció justo al señor H .•
De aní a algunos días, refirieado esta 1ocur.a a
su tia Sara, mujer de 67 años i que 1levaba una
vida mui sedentaria, esta le dijo :-N o cirtique-
rnos, sob.rinG mio; todos tenemos antojos i ma-
nías. Mira, yo acabo de comprar por cuatrocien-
tos pesos el hermoso caballo de don Isidoro. Sé
~ue no vafe tal'llo, pero es un animal soberbio,'¡
creo que pasan de mil personas las que en 'esta
eiudad me envidian esta propiedad.-¿ 1 usted
para qué le quiere ?'- Para aumi.rarle; i tú mis-
mo me has dicho que hacemos un buen uso
de la intelijeBcia admirando las bellas obras .de
Dios.-EL doclor se 'encoji6 de hombros al .oir
aq\Jella peregrina aplicacion de un pensam¡ent@
esacto,'¡ se contentó con pregunta-l' a su tia, si
podria .eonta·r con tm par de pesos para el foedo
de los pobres. La señora Sara los entregó C<JJ¡l
gusto, i pasó a la caballeriza a ejercitar djg.ua~
mente su intelijencia.
U 11 primo hermano del dGctGr, el respetable
eanónigG W .. ,le convidó a comer a su -casa..
Era este un hombre austero i penite.ntej per.())=
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no obstante, su mesa era servida con lujo í pro-
fusiono En ella se pusieron esquisitos vinos que,
probados apénas por el convidado, fueron entre-
gados al despensero de la casa que al punto los
repartió con los otros criados. No pudo mén?s
el moderado doctor de hacer notar aquel despIl-
farro a su PI imo, quien le Utjo: N o lo estrañes,
todos Jos dias se hace lo mismo, i rara vez suce-
ue que la botella que se descorcha hoi, vuelva a
servirse mañana. ¿ A cuánto ascenderá la suma
que usted gasta en vino semanalmente ? No lo.
sé con fijeza; pero no baja de cincuenta pesos
por mes·. Supongo, mi respetado primo, que d~
li:sta partida de seiscientos pesos anuales, querr ~
usted concederme e'l medio por ciento para m i
rondo de los pobres ,-En verdad que esto es jus-
to, Alejandro, i aNn algo mas, porque en mi mesa ~
hai un completo despilfarro que ya me parec-e
irremediable en casa .
Pocos djas des pues,. visitttndo el doctor a uno
de sus amigos íntimos, tavo lugar de hacer otras
observaeiones. En aquella casa se pagahaB ca-
torce maestros de idiomas, dibujo, bai~l', música "
lDotáni~a))eografía, matemáticas, i diversas labo-
res mUJerl}.es; todos estudiaban. La señora abue-
lía, ancian~ ya sexajenaria, apItendia botánica i
astronoIDla, apesar de que no podia soportar el
aire libre del campo, ni el sereno de la noche ::
u~~ señorita de 15 años estudiaba áljebl:a: los
l!l1~O~ se dedic.ab~n a t()d~ ; .i la cocinera, el por-
t~\o 1 ~emas SIrVIentes aSl~tl~n (aunque no sa-
luan IU leer), al aula de u.lIomas, por ser esta
!le tarde en horas bastante desocupadas. El ·ef.e
-55-
de aquella familia era decidiuo por la educacion,
i queria jeneralizarla sin tino ni reflexion, como
suelen promoverse las reformas e innovaciones
en los con<Yresos de mi patria. El tren de libros,
instrumen~s músicos, globos, esferas, herbarios
telescopios i demas cosas necesarias para el es-
tudio de tan diversos ramos, era inmenso i cos-
toso. No sabia el paure de familIa el proverbio
comun que dice: "El que mucho abarca poco
aprieta." Suponia equivocadamente que, ~l em-
prender muchos estudios a la vez, era seguro
adquirir mucha ciencia, i que el dinero gastado
de esta suerte, era el mas bien empleado que
hubiese salido de sus arcas. El E1octor Alejandro
tuvo la inmensa paciencia de llevar aquella
cuenta, i de asistir a la mayor parte de las leccio-
nes, i deducido lo necesario en el ramo de ense-
ñanza, i aquello de que él veia que sacaba o
podia sacar provecho la estudiosa familia, que-
daba .sinembargo un sobrante bastante conside-
rable de gastos su pérfluos e indebidos, sobre el
cual cobró mouestamente su contribucion que
su amigo no pudo r-ehusar.
¿ Pero cuál fué su asombro al formar el cál-
culo de los desembolsos inütiles hechos por su
prima Adela en los juguetes, trajes i joyas des-
tinaJas al recreo i adorno de su primojénita So-
fía! No habia objeto alguno nece¡;;ario o cómodo
para el servicio personal, de que no estuviese
provista la ¡;;eñorita, i que, ademas, no se ha-
llase remedado en miniatura para la casa de mu-
ñecas que tenia en el estremo del jardin. Los
trajes de la niña estaban val·iados segun todas
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las muestras de las modistas estranjeras; sus jo-
yas eran finas, lujosas, encargadas ex profeso a
París, Nápoles, Amsterdam o Lóndres. Para cada
hora del dia habia diverso traje, para cada va-
l'iacion de la atmósfera, distintos usos, distintas
n.ecesidades i diferentes alimentos. El médico se
liallaba siempre a su cabecera, i recetaba diaria-
mente cordiales, espíritus, sales, panaceas i todo
10 que la ciencia podia sujerirle ; porque la chi-
ca sabia ya sentir ataques nerviosos, jaqueca,
convulsiones, inflamaciones, gastritis, histérico, i
en fin, todo lo que padecen, o creen padecer las
señoras grandes. Fuera de esto, todos los dias i
todas las noches se trabajaba para dañar su tersa
i blanca piel, aplicándole cuantos cosméticos
anuncian en los diarios todos los charlatanes
conocidos o improvisados de Francia. Semana
habia de gastar treinta o mas pesos en juguetes
de porcelana, cristal i dorada plata; i la chica;
altiva í viciada, envidiosa i ridícula, queria todo
cuanto veia, i no podia sufrit· que otra mujer,
grande o pequeña, la eclipsase en adornos, lujo, i
elegancia de moda. Así, este sér casi impercepti-
ble, inútil i desagradable para cualquier otro que
no fuese su padre i su madre, hacia invertir en
la satisfaccion de sus pueriles caprichos, i en el
adorno de su insignificante personita, un inmeo-
so capital que habria bastado para dar conve-
niencias i bienestar a cuatro o seis familias pru-
dentes i modestas. El doctor sacó su cuenta, i
quedó sorprendido de aquel esceS0 de despilfarro.
j Cuán caro paga Adela, esclamaba él, la corrup-
cion e infelicidad futuras de Sofía! j Cuántos
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gastos i tra~aj.o para perv~rtir un buen .nat~raI,
i parl),multIphcar las penalidades de la vIda.
1," Hizo algunas observaciones. moderadas a su
prima, quien defendia cada partIda como empl~~­
da en objetos de primera necesidad para su hiJa
querida. Apeiar de que Adela era la fuente de
la fatuidad, el orgullo i la .necedad con que ha-
bia de nutrirse aquella niña, convino al fin en
que habia una suma harto crecida de gast~s inú-
tiles, por la cual pagó al doctor el medIO por
ciento convenido.
De la misma suerte, i analizando las limosnas
de su amigo Timoteo, encontró que daba una
cuantiosa suma a los holgazanes que pasan sus
dias en las esquinas, a las pobres vergonzantes
que lienen alegre tertulia, i trajes a la polka, a las
beatas i mojigatas ' que hormiguean en esta ciu-
dad, i que se emplean únicamente en rezar, co-
mer i charlar; i por último, que distribuia una
cantidad considerable de cuartillos i medios en-
tre ese enjambre inmundo de limosneros que
obstruyen las calles de esta ciudad, i que no tie-
nen otro oficio sino importun'a r al prójimo, otro
p}acer .s~no.la en.\briaguez, ni mas aspiraciones
SinO VIVir 1 monr entre SUS andrajos. Estas li-
mosnas mal dirijidas, i peor agradecidas, iban
consumiendo las cuantiosas rentas de Timoteo.
El doctor le hizo ver claramente, que procedia
ma~ i con sobra~a~ indiscrecion en un punto tan
del.lCado; le o?h~o a ser mas económico i equi-
tatIVO en la practica de sus obras de caridad i le
persuadió que no es justo distribuir el d¡'nero
entre holgazanes que ofrecen romerías, velacio-
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nes i misas, del bolsillo ajeno; i embusteras atre·
vidas que escriben diariamente seis u ocho cir-
culares, contando trájicas historias, i ponienuo a
contribucion los bolsillos de todas las jentes que
trabajan. Despues de haber manifestado a Timo-
teo muchas verdades sobre esta importante ma-
teria, cobró su derecho sobre las cantidades mal-
gastadas en el último año.
Pero en donde halló uno de los ramos mas
productivos para su fondo de caridad en favor de
los verdaderos pobres, fué en la sociedad de
jóvenes que se habia prestado a aquella idea.
Las diversiones con qu~ se recreaban eran
siempre costosas. Partidas de caza para las cua-
les se sostenian numerosas jaurías de perros, her·
mosos caballos, escopetas i demas enseres con-
cernientes a este pernicioso pasatiempo. Fuerte l
juego en que se perdian en una noche doscien-
tas o mas onzas de oro. Suntuosos bailes, en
los cuales bailar €fa la parte secundaria, siendo
el principal objeto, (como sucede ae¡ u í frecuente'
mente) embriagarse con licores fuertes i esqui-
sitos. Necias apuestas sobre corriJas de caballos,
riñas de gallos, i otras aun mas absurdas i estra-
vagantes; tales eran las diversiones en que aque-
llos jóvenes invertian su tiempo i su fortuna para
hacer un acopio de deshonor i miseria. El doc-
tor concurría a todos estos recreos de moda, i
llevaba la cuenta esacta i minuciosa de las sumas
desperdiciadas en tan culpable despilfarro. Su
fondo crecia rápidamente, como no podia dejar
de suceder teniendo su oríjen en los estrayíos i
las locuras de los hombres.
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A unque acostumbrado, a causa de estos gran-
des desórdenes, a apuntar gruesas partidas en
su libro, no por eso descuidaba los pequeños
~astos inútiles, hechos por personas que no po-
dian ser pródigas en cosas considerables.
En una casa se necesita un dedal para la cria-
da pequeña que está aprendiendo a coser. La
señora compra una docena, separa el que con-
viene, i da Jos sobrantes a las niñas para que
jueguen.-Un sujeto quiere obsequiar a un ami-
go con unos cigarros. Desde entónces se com-
pran cuantos cigarros se v\enen a ofrecer a la
puerta, para elejir los mejores, i como la señora
no los usa se dan a los criados.-Se recibe en
otra casa una bandeJa "de dulce de regalo: no
se toma sino un platito, i lo demas se abandona
a los gatos i loros, porque aquello fué regalo j . no
costó nada. -Es necesario vestir uua muñeca para
dar una recompensa a la niña que supo su lec-
cion j se corta el retazo precisamente de un traje
de lujo que está sin hacer, i que ya queda inutili-
zado, i por tanto el resto se reparte para pañuelos
i mangas de camisa a la mujer que carga el mer-
cado, a la aguadora, a la que vi ve en la tienda
inmediata.-Se necesita comprar cacao, azúcar,
maiz, legumbres j sale la señora i paga un peon
para que lleve a su casa un almud de maiz; des-
pues otra persona hace viaje espresamente a com-
prar el azúcar, otro individuo va "por el cacao, i
para cada tina de estas comisiones se pierde el
tiempo i se paga nuevo conductor.-En otra
parte se compran varias cargas de estera; mién-
tras buscan al esterero se colocan en el cuarto de
-60-
los cu.ries; el ar~es~no, como es costumbre en I
esta tIerra , engan a 1 se hace esper ar por espacio
de dos o tres seman as conse cutiva s i pntre tanto ~
los anima litos hacen de las estera s 'los átomos de
Desca rtes. -Hiz o falta un cedaz o en otra casa '
no lo hai por lo pront o, i se destin a para esto u~
pañue lo de linon; pero como un pañue lo no es
cedaz o, al termi nar la cosa para que se necesitó
se le regala a la criada . Cinco dias uespu es vuel-
ve a ocurr ir que hace falta el mism o mueble;
nuevo apuro ; se habili ta la mang a de un traje
que se está cosiend,o; para repon erla se busca jé-
nero en la calle real, pero desgr aciad amen te se
ha acaba do en las tienda s i almac enes. La seño-
rita dueña del traje se impac ienta, pues le queria
para el domin go próxi mo. Es neces ario conte~­
tarla, i mada ma Gautr on hace a la lijera un traje
caro, pero hermo so. Entón ces el que se ha da-
ñado se le acom oda a la hermanit:;t meno r, ha-
ciend o un notab le despe rdicio de tela. -Se pro-
yecta en otra parte semb rar flores, se c~mpran
con este objeto veinti cinco tazas no hal por el
mome nto ni buena tierra ni semil las. Van pa-
sanuo los dias, i la idea del jardin portat il se ol-
vida. Entre tanto el mico se suelta varias veces,
i de las veinti cinco tazas apéna s deja nueve en
estado de servir . La señor a orden a entón ces que
se regale n a algun aficionado a flores, pues seria
contra rio a la econo mía, dice ella grave mente ,
que el mico las rompi ese todas.
Estas i otras mil obser vacio nes sobre el mis-
mo asunto, pero de una infinita varied ad han
dado ocasion al docto r Aleja nuro para pon~r en
-' tll -
su libro los Ilolos IllI\ S l1I'iOSOR . El inlor s 1 ~ ha
h -ho dobJem I1to ot"n[o, i pO\' t dos porte ha-
lla Iluev os obj('los n qu é "pI; 'nI' An vijilon t i
útil ' 1lI'iOi~ idocl . Nado s I <:I:ICO pO, i trnbojand
nsiuuom nl ', ha visto '011 pln ' l' qu o ' 1 fl'ut d
sl trnhnj ha os '¡(itlo n AUS os p I'IIIIZO S . LI('gll,
))U S, I dia n <J1I s c umpl o un auo d< d
n<Ju len quo so formó e l ompro miso e ntro <' J,
IIUS omig'os i ont ' l'tulio s.

El do c tor los r 'UIl • a tod s, i I '8 di 'o: " O
"pros nto mi s u n[ns orrientllí/, j pronto os
"pr s ntar ' los illC·li cps qu h so orrid (\ o tn
"u vu stro dt'spilfill'l'o, poro 1lH', no con i neJo
" 1 oríjl'l) <l In r ' l1to t}u les 11\110i form do, OH
,. bondo 'il :in 'VIlIO n s us lwn Ji, ' ton·s. El api-
"tol paJ'll los pour R al nJl~n hoi a mil )1<'801.1 .
" E sto SUP0l1 0 el mal nso h . ' ho ti la ' uaJllio sn
"sunl a d • doscie ntos mil posos quo (' S 01 ('opilal
"quo hab is d('s pt'rdi indo en un nito, i dol quo
" yo h tomad o e l mNlio por cí 'nto ti nu stl'
"con v ·nio. Los contrilJUyc nt R COtnp l\ n voin-
"tidos Jiunilins, ; yo no pu ' uo pli sa r IjIJ In n-
"sual idnu haya l' ' unido :vlui pr cisnm enlo a la8
" In ' nos juic iosnH. As, pU OR, pod mas s upone
r
"que ntrc la -las ncom odada uo la AO 'iodad
"B Jl ti ntral1 . 'nte narcs d · indiviuuos qu ,
"proc di 'nuo como vosot ros,oo m t ti los mi s-
" mas <.l suc j rtos. Al l' In dinrRo stas , s infi-
"to el lJicn qu puc1i rn hu rso a la cias In •
"nes t rosa. ':,¡) cul ad cu(¡nln s son laHHumas qu Cl
" sn jnvi 1'ten Hi n tino, Bin conom iu, Rill ól'd n,
" ni huma nidad ; i 'wlnlll s son las miser ias I)u
« con (:110.8 pud;pr :lU nliyiante. J) VOfJotrOfl
-62-
H depende procuraros anualmente el inmens o
"placer de oir las bendiciones de los pobres, i
" de restituir a la sociedad una multitud de miem- "
" bros útiles que, a falta de oportunos socorros,
"perecerian en la indijencia, o se convertirian
"en criminales, impulsados ya por la miseria i
" la desesperacion, ya por el frio egoismo de las
" Jen
. t es rIcas.
.
" Todos vosotros anhelais ser felices, i yo os
:' aseguro que jamas lo lograreis haciendo tan
'mal uso de la fortuna con que el Eterno os ha
"favorecido. La justicia condena el abuso que
" hacemos de los dones de Dios; el ind ijente os
"pide un alivio, i la raza n debe sujeriros los
"medios prudentes i económicos que habeis de
(( emplear para dar este alivio acertada j oportu-
" namente; i Dios i vuestra conciencia os re-
"compensarán por el bien que hagais, i por el
el mal que eviteis. No olvideis jamas que el ór-
"den i la economía son fuentes inagotable s
"de goces, bienestar, honra i tranquilidad de
" espíritu."
....
CAPíTULO IlL-EcoNoMÍA DE JOYAS, VESTIDOS,
MUEBLES 1 PROVISIONES.
Il est plus aisé de réprimer la premiére Cantasle que
de satisfaire toutes ceJles qui la 8uivent.
L' orgueil, dit le bonhomme Richard, dinne de vani-
té, et soupe de mepris.-Mais aprés de tout a quoi sert
cette vanité de paroitre, ponr la quclle on se donne tan
de peine e l' on expose a de si granos dangers? Elle ne
peut ni nous couserver la san té, ni. adoucir nos souífran-
ces; et sans augmenter notre méri.te, elle nous rend l'
objet de l' envie, et accélere notre ruine.-FRANKLIN,
Es imposible escrihir sobre la economía sin
que haya mil repeticiones; mas nunca se repe -
-63-
tirá demasiado a las madres de familia, i a las
mujeres que gobiernan una casa, que deben ser
cuidadosas, aseadas, atentas a sus deberes, mi-
nuciosas en fin, en cuanto tiene relacion con el
órden i la economía doméstica. Cada uno de los
objetos l'l que debe estenderse la esmera<.la viji-
lancia de una ama de casa, está subdividido en
varios ramos pequeños, que aisladamente pare -
een insignificantes, pero que reunidos forman
un todo considerable que debe llamar la atencion
conservadora de una huena maure de familia .
Mujeres conozco que poseen joyas preciosas, i
que ni cuidan de guardarlas, ni tiE'nen un lugar
destinado para esto, sin atp.nde¡' a que un do-
méstico infiel, un tramposo desvergonzado que
se vende por amigo, o un ladran c¡ue se aprove-
cha de la primera oportunidad, puede arrebatar
estos objetos preciosos que representan una parte
considerable del caudal de la familia, i que pro-
bablemente se han adquirido con mucho trabajo
i fatiga . Por consiguiente, para guaruar las jo-
yas debe destinarse un escritorio, cofre, caja, o
c6moda con buena llave, la cual no andará en
mano de todos., Las alhajas <.le valor no han de
emplearse en adornar a los niños, sino en el caso
de poder colocar cerca de ellos un fiel vijilante ;
pues se sabe que los niños son traviesos, descui-
dados i fáciles de engañar, i es necedad entre-
garles lo que ellos no saben ni pueden apreciar.
Las señoras deberian abstenerse de usar sus
adornos preciosos en los viajes, pues mas de una
vez se ha visto que en las carreras a caballo, en
los peligros de un mal camino, o en las detesta-
-64-
bIes posadas de este pais, han desaparecido joyas
de considerable valor. Cuando una madre i sus
hijas entran a su casa de regreso de un espectá- .
culo público, no deben empezar a despojarse de
sus adornos en las piezas de la casa en que no
se acostumbra guardarlos, porque la menor ocu-
pacion o distraccioll produce olvido, i de este
resulta el desórden . Aquello que se quita de la
persona debe colocarse al punto en su lugar,
ya para evitar una pérdida o un daño causado
por un niño, ya para no perder el tiempo en bus-
car la cosa a la hora de guardarla, ya en fin,
para hacerse un hábito de órden que siempre es
útil i honroso. Parece una cosa impropia i necia
pedir prestadas joyas de valor para adornarse en
dias de Inocentes, Carnaval, o mojigangas pri-
vadas o públicas. Sinembargo, esto se practica
frecuentemente sin reflexionar que lo que ha
costado penas adquirir, lo que alguna vez puede
ser de inmensa utilidad, lo que se aprecia, no
debe arriesgarse sin motivos poderosos. Así, pues,
no temo acon sejar a toda clase de personas, que
ni pidan, ni den para estas fiestas bulliciosas las
alhajas que posean, porque un accidente cual-
quiera puede ocasionar un disgusto o una pér-
dida. No hace muchos años que para una novia
de campo solicitó su madre un collar i unos sar-
cilios de perlas de mucho valor. La jóven ostentó
con orgullo por todo el dia aquellos ricos i desu~
sados adornos, i por la lloche los dejó so bre un
taburete. Al dia siguiente tooo habia desapare-
cid? Sus padre~ .s,e arruinaron por pagar; el
reclen casado VIVIO largos años sospechado de
-65-
ladro n por sus suegros, j aun por su misma €s"
posa a qui en le c onstaba qu e so lamente é l habia
entrado en el d ormitorio; i la familia de la señora
que ció p res tad as las joyas la mortificó mil ve-
ces echánuole en ro stro su imprevis iva condes-
cendencia. A los tres años se trató d e r eedificar
la c as a e n g1l!! ba lli a s ur.:e dido ar¡ u(·lla r é rdida , i
se h a ll a ron las a llwj as en u na rato ne ra . Pero, no
s iemp re su o' de esto, po rq ue ra l a v cz . so n los
rat()nc ~ los q ue ro ban e t;(CJ ohj e tos . LI l'g:w ta m-
b icn c a so.' C l! qu e la p <,lJri:'za, o las PCl's t'cucio-
nes obl igan a un a familia que rué rica i ya solo
p osee sus joyas, a cm ) eüar o vend e r estas para
ocurrir a los ill di~pensables gas tos de subsiste n-
c ia i vesliuos. Entóllcés es una loc ura valerse de
c riad os ignorantes para que saquen a ve nd er
es tas cosas; i aun es peor depositarlas en casa
de personas d reputac ion duuosa, o de mal co-
fazon ; porq ue se ha visto frecuentemente en el
mundo, qu e a l llegar una familia arruinada al
punto de vender sus alh ajas , los mal os abu sa n, i
ceden muchas veces a la t e nt ac ion d e nega r un
depósito, o d e efe c tuar un cambio de piedras fal-
sas por finas, s ienuo comunes Jos casos en que
las personns de buen a fe han s ufriJo e l mi~mo
engaño qu e tanto aílijió a Jil Bias. En una paJa-
bra, se d ebe cuiJar de todo, pero d ob lem ente
de aquello cuya pérdida seria muí consi ,lera bJe,
i nos pr ivaria de un recurso para el uia de la
adve rsidad.
El cu idaJo Je la con se rvacjon ue los vestiJos
debe ser muí esmerado i minucioso, porque Slll
e llos no se puede vivir. Las personas ricas de -
5
- 6t)-
ben cuidar sus trajes de lujo, de la misma ma-
llero. i por los mismos motivos que he aconsejado
el cuidado de las alhajas preciosas. Un rico ves-
tido, como una joya de g ran precio, representa
un capital, i en los días tl e calamidad puede ser
un recurso. La señora que, estren a ndo un lujoso
traje, no evita el sentarse en el su elo, qu e se baña
las manos, o come alguna fruta sin cuidar de no
salpicar1\:' o man charle, qu e per mite al pe rrito i
al gato dormir sobre sus fa ldas, qu e al terminarse
la funcion, visita o ceremonia pa ra que lo hizo,
no se lo qui ta) sacude, dobla i guarda con esme-
ro , d eja conocer qu e no es aseada, económica
ni ~onsiderada con las personas qu e le han dado
aquel vestido, ni consigo misma, pues desfalca
así sus biene~ sin discr ecioll ni prudencia . Una
costosa saya no de be usars e para asistir a la misa
de si ete, que es la que ordinariamente oyeu las
señoras el! esta ciu ~ ad, ni para ir al mercado.
Nuestras igl esias son, en jeneral, poco aseadas,
i los lug i1 res en qu e se Ve nd en los víveres están
obstruiJos por una nubo de limosner0s, i por el
inmundo populachu que ll ena esta ciudad. Así
es que los vestidos que se lleven con fr ecuencia
a estos sitios u otros sem ejantes, serán tan mal·
tratados i sucios, que con dificultad podrán ser-
vir para concurrir cun decencia a reuniones mas
elegantes i escojidas. Los trajes qu e se <Tuardan
en perchas deben estar cuidauosamente t>cu bier-
tos con u~ gran lienzo para impedir que el polvo
los desmeJole. La menor arruga ha dl! destruirse
pronto para que no se haga imborrable i afee la
ropa. Las gorras, papalinas, flores i otros ador-
-67-
nos de esta especie deben ocupar un lugar desa-
hogado i limpio, como un armario o cómoda, i
nun ca ha de permitirse a las niñas, qu e al entrar
de la call e tiren descuidadamente estos objetos
sobre los asie ntos, o que arrojen su chal, som-
brilla i paño lon e ncima de l as gor ras~ plumas
i flores que hace n una parte tan vistosa de su
adorno. Es necesario no olvid a ¡' que cada cosa
debe ocupar un luga r fi jo , i que no alterando
este método, es mas fácil con se rvar las cosas
por medio del 6 rd en i el aseo. De lo contrario se
hall arán los encajes enreJados con las joyas, los
ramos ajados con la sombrilla, el traje sucio con
los z:\p atos, Orden i aseo debe ser la divisa de
la señora que gobierna una casa. Por 10 que
h ac e a las personas de m ed ian as conveniencias,
que no tien en cosas de lujo qu e cuidar, i a 138
pobres que apénas pueden procurarse 10 estric-
tamente necesario, creo que deben ten er pre ~ ente
que tes son dobl e mente obliga torios el aseo i el
órden, i que si no logran ser ricas VJr este me-
dio, lograrán a lo ménos conservar lo que poseen,
i presentarse en el mundo con ci erto aire de
bienestar i decencia que agrada a todos, i da
buena idea d e las person as, Siem pre q Ile a los
niños se les hace un vestido nuevo, debe cui-
darse de que no lo ensucien i manchen, a fin de
que pueda s(~rvjrles para ponérselo como nuevo
tres o cuatro di as festivos, o cuando se les lleva
a visita, j en aque ll as circunstancias en que se
acostumbra presentarse con mayor J ecencia. Es-
te cuidado no es difIcil, i frecuentemente basta
vencer la pereza que causa mudar de traje ántes
-68-
del fin del dia. Los vestidos cuyo lucimiento
se prolonga solo con no reducirlo s al uso diario
desde la primera vez, pu eden aun conservar-
se por much o ti em po e n bue n estado, aun
cuando sea n de colo re s poc o fi r mes , c on tal
de qu é se te nga el cui datlo de h ac e rl os lavar
con esmfll'O , sin qu e les dé el sol, ni los m a n-
che un mal jabo n o alg una c osa ác ida . Lo
mi sm o debe h acerse con las medias i paíl e los
de seda . Las lava nd<:'ras por lo jenNa l d up li ca n
los ga!>tus en ropa , pues mas sabe n destroza rla i
de&teñirla , q ue quitar le la m u ~re qu e es e l obj e to
con que la la ,-a n. P or consigu iente , es mui im-
portan te qu e las seDoras se pa n al g o s ob re el
arte de li mpiar i bl anq uea r la ropa, pa ra que
puedan dar c onse.ios e in :;lruccion es a s us la van-
d eras. Los niñ os acaban mucho ca lzado, porque
corri endo j brincantl o sin cesar, no puede du-
rarles la rgo tiempo •••• Es conv e ni e nte acOs-
tumbrarl os a ponerse dentro de s u casa el mas
usad o, para qne e n la !rora precisa de salir a
la call e, no r es ult e qu e todo e l qu e ti.en e n está
roto. La ropa de toda la familia, es peci alm ente
la de los chiquitos, J ebe componerse i r e men-
darse para que la nu e \'u dure por mas tiem-
po, r eg lJ lar i dec ente. Varias personas opinan
que es mas apreci a ble el tiempo que se invie r-
te en es te mo le:;t" tru,bajo, que la poquísima
economía que proporciona. Conv engo en que
hai cusas i personas que h ari an mal en emplear
el ti empo en r emendar, siéndol es fácil reponer
con nuevo, i habi endo tantos infelices a quienes
puede darse las ropas usadas. Pero, jeneralmente
-69-
hablando, es necesario dar algunas horas a esta
ocupacioll ; es bueno i útil que todas las niñas
aprendan a pedacear un par de medias con cu-
riosidad, a hacer un zurcido con esmero, a pegar
un remiendo con regularidad, en una palabra, a
saber presenta r una pieza de ropa vieja, com-
puesta de tal moJo, que nadi e conozca a primera
vista su estado. 1 dlgO que esto es prec iso, ya
porque a nadie le está g~rantida para siempre la
buen:-\ fortuna, i que la familia mas opulenta hoi
puede verse ii1tlijente mañana, ya porque un acci-
de nte casual puede hacer un roto, o \!na qUf>ma-
dura en un vestido nuevo, i la muj e r que sabe
manejar la aguja como se clehe, se halla en el
caso de remedi a r este daño de una manera sa tis-
factoria. POI' otra parte, de la clistribncion del
tiempo depende el hacer este trabajo sin invertir
en él largas horas, i sin quitarlas a ocupaciones
preferen tes. Cuando ha i var ias niñas pequeñas
qu e ya ap rendieron los pesp untes, Jcbladillos i
otrlls pUlltadas qne se u sa n para h ace r los yesti-
dos,!'e les d e be poner a coser en viejo par:¡, que
aprendan a componer sus trajes i los de los niños
peq ueños¡ i a acomodar rora para los pobres.
A(lemas del aseo i ht f'COnolllÍa , ret;ulta de esta
p ráct ica la ve lltaja de acostumbrarlas a Vf'nct'r In
pereza, tan comun en su edad, i a ser mas cuida-
dosas. Cuando saben que ellas nlismas hHn ue
pedacear sus medias, cojen sin r epugna n cia los
pequeños puntos, i evitan ciertos ju egos destruc-
tores, como el de COrrer sobre las esteras i los
patios i corredores empedrados o enladrillados
sin llevar puestos los zapatos. La muchacha qu~
-70-
remie nda sus trajes no retoza brusc amen te, ni
juega con el perro, ni hace.traves~ras. con fuego ,
ni se trepa a los árbole s, DI se olvIda .lamas de la
moder acion i compo stura que deben acom¡ 1añar
las accion es de una mu je r. Adem as, la aplica cion
a la costur a le propo~'('iona tambi en la ,-enta ja
de poder se presen tar en otra casa si 11 temor de
las crítica s de las niñas hábile s e instru idas en
las labore s de su sexo, i aun cuand o haya de qui-
tarse sus zapato s por la hum e dad o cualq uiera
otra causa , no tendrá que av~rgonzarse de que
le vean los dedos por los agujer os de la media ,
o qlle se noten los frunci dos o corcu sidus que
ha hecho , en vez de las costur as esme radas que
deben espera rse siemp re de mano de las mujer es.
En una palabr a, las niñas han de comp oner j
r emend ar sus vestid os de mane ra que cualq uiera i
pieza de pilos pueda sufrir e l exám en de una
hábil costur era, s in ¡¡tene rse jamas a que talo
cual pi eza es dpmas iatlo interio r para que pueda
pasar por ,otros 0jOS fuera de los de la madre i
la lavand era. Ell esto se padl'c e un error, i fre-
cuente mente circun sta ncias e inciue ntes cas,ua les
ponen de manifi es to la desidi a,· el desas eo, la
ne-:/i.i e ncia i el aband ono de las madre s i las hi-
jal'o De consig uiente , han de prosc ribirs e los cor-
cusido s provi~ionalt's, los hilach os en yez de
cordo nes o cintas , los agujer os en lugar de la
1
hembr a dpl broch e, i los frunci dos donde se han
desba ratauo los pliegu es de un traje. Con d Illis-
?1~ cuid~do se evitar án las manc has ue grasa ,
at.:ldo o .hc~res. Un traje manc hado equiv ale a
uno SUCIO, 1 de poco sirve almid onado i aplan -
-71-
charlo, porque siempre parecerá viejo ¡mugroso.
Conozco q ue es difícil enseñar a las niñas a
conservar ~us ropas con el aseo que pu eOf n tener
tas pers nas grandes; pero con pacie ncia, cons-
tanc:f\, buen ejemplq i vijilancia, por fin se logra
este objeto, ¡las rlluj eres es1án tan dispuestas
siempre para todos estos quehac eres, que es
¡odi culpab le la madre que deja prevalecer en
sus hijas 10S malos hábitos de abandono i negli-
3encia. C ont raidos estos en la n iñez, no se pue-
den vencer fácilmente en la j uventud, i )'0
conoz¡;o mllllituJ ¿e señoritas uecentes, presumi-
das, aseadas en apariencifl, i aun mui ricas, cu-
yos VE'Stidos están mal ísimamente cosidos, i cuya
ropa interior se halla atestacla de rf'mil'ndos mal
p\le ~to:) i de zurcidos L1ue no se atreverian a
dejar ver ni aun al hombre ménos atento a laR
obras de costura. Si a todo esto se agrega la con-
sideracion de que casi todas las mu jeres están
Hamadas a ser algun dia lsposns i madres, se
verá la neces idad que tirnen de aprender a ha-
cer con esmero toda suerte de costuras, CUClndo
se ve a un hombre con u na cam'sa mal cosida
i peo r rem en dada, cuando se ob~erva que su
cuello ('stá roto, su corbata sin dobladillar, su
chaleco sin botonl's, se le compadece po~que es
hombre solo, o po rq ue está auspnle de su familia.
j Qué vergüenza para las infinitas muj eres que
viven con sus esposos, sus hermanos, sus hijos,
quienes se presentan tan rotos i mal trazados
como los que no tienen mujer que cuide con
esmero dI) su ropa! 1 como para coser 110 se
necesita largo estudio, ni dispo¡:jci ones intelcc-
-72-
tuales, ni costosos ma estros, no hai mujer argona
que teniendo ojos i manos, esté dispen sada d~
:nber coser.
Aunque qlleda ya indicado que hai r eglas de
economía que observar para dar a lavar la ropa ,.
ail:'.! iré algunas observaciont's que pueden :,e~
útiles. En varias ca~as se da la ropa a lavar, 1
ll' q;o se almidona i aplancha sin haberla cosiJo
ánte,,:, lo que no es ac.'rtado, pues r esulta que aL
ponelse un yestido se le encuentra un r~ ~g o, o
Llt:~n broches, bolones, o cintas, por cuya e-ausa
es necesario repararle df'spuCS de haberle de!"do-
blado, i yo he yjsto mas de una vez df'scolg:ll~
de una percha seis o ~iete trajes, i por último
d eja r sin muda r a la niiia, por no hallarse uno
solo en estallo de servicio. En otras casas se u sa
mandar a una criada que cosa la ropa s u c ia, sin
coo.:iderar que ni aquello quedará bien hecho,.
ni es justo causal· esta mortificac io n a nadi e , ni
es dect'nte la operaeion. En otras parles se cose
la ropa despucs de almidnnada, i no creo necesa-
rio decir gue 110 l~ue , le quedar bien compuf'sta,
pues la dureza ¡las :Hl'ugas que fo rm a el nlIYii -
don no permiten arre;:l" l' un rerniendo, ni haCf'r
con 't'"mero una costura. Por último, l'oi casas
en gua [.e pPg'111 los bptone.: a los chalt>cos , i las
cintas a los trajes despuf's de aplanchados, i f' st a
prácticá ti en e el inconveniente de ajar la ropa .
El mejol· método es el de coserla cuando viene
del lavad ero, i así se sabrá que todo lo que está-
guardado en los baules , cómodas armarios i per-
chas se encuentra en comple to estado de servicio.
Para que touo esto se haga con facilidad i eco-
-73-
nomÍa de tiempo, es necesario que haya lugar
fijo para reunir la ropa sucia, otro para poner la
que viene rota del lavadero miéntras se le hacen
los repar os precisos, otro para acopiar la que se
vaya a lmid ona ndo, i finll lm ente que al entregarla
la aplanclladora, se distribuya i guarde con 6r-
den i as eo.
Para vestir a la familia se J ehe procurar que
Jos jénf:>fOS sean de buena ca lida d, porque no es
p reci:-:arnente e l poco precio el que hace la eco-
nomía de gastos. No han de comprarse piezas
enteras de tel as cuyo uso es pasajero, ni h ace rse
un acopio de ciertas cosas cnya forma varía se-
gun los caprichos de la moda, como gorras, som-
brerillos, }Jeinetas, pendientes, &.a Las telas de
lana guardadas con rJ oca prec aucion se apolillan.
L os trajes de lujo deben ser pocos, aun en tre las
fami lias ricas, porque como no se usan tod os Jos
día!", .<:e r¡ uedan mui pronto arrinconauos por su
forma i h echura, i e n un rico vestido no es so-
portable el atraso de la 1l10u a por las comodida-
des que hace suponer en quien lo ll eva. Se acos-
tumbra pagar a las modistas para que hagan es-
tos trajes, i yo no teml) aconsejar a l¡¡s señ ,.ras
que tt'nga n ti empo i hal>ilidaJ IJara pilo, que los
hagan por sí misrnal', pu es fu pra de la ventaja
d I" qUf' quedaHln trl c·jo!" arrpglados i cosidos, se
logrará la utiliuad de g uardar los sobrantes de
tela, forros, encaje, cintas i demas adornos que
pueden necesitarse i utiliz,a rse uespues, 1 si esto
digo con respecto a los trajes costosos, con ma-
yor razon cuando se trata de los vestidos de telas
,comunes, pues parece mal ocupar i pagar perao.
-74-
nas estrañas en coser jéneros 01 <linarios, hacien-
do mayor ¡:?;asto en pagar hech?ras, solamente
por la rl~ er il ostentacion de decir q~le t~do. 10
hace la maoista. M ucho mas poorla nnndJrse
sobre la economía j el órden relativo al solo
ram o de l vestiuo; pero n o creo nücesar io rlecir lo
todo, i su pongo que quien com ie nc e a pr oba r
las ventajas de la economia, no ha m e nester que
le s uji eran todo lo que puede i dehe hace r, pues
las cosas i circunstanci!ls se lo irán indicando
prog re.3i vamente.
El cuidado i la econom ía de los mu e bles es
tamuien in dispensable para ri cos i . pobres, i la
especie de d E:'spilfal'l'os que hai en este ramo
arruina a las fami lias mejor establf>cidas. En
ninguna casa debe hnber una acurnulacion de
muebles inútiles. Aun en las mas ri cas hahita-
ciones choca esta profusion de trastos que no
solamente es contrar ia a la f'('ono mí a , sino tam-
bien a la e legoneia. Pero no h ab lemos sino de
las per.>ünas i fam il ias que solo goza n una mo -
desta medianía, Estas harian un g asto im p ru-
dente alfombrando torlas las piezas de su casa ,
adornan do todas las habitac iones con láminas i
espejos ele cuerpo entero, i comprando mueoles
que ya no h ubiera donde colocat', o qu e se pu-
sieran si n di sce rnimiento e n lugarfs que no se
usa adornar con ellos . Sob re esto ya se ha indi-
cado algo en e l capitulo anterior. No debe per-
n.itirse a los niños, que jueguen en donde hai
cristales, uri!'el'os, arañas, láminas u otros objetos
que puede n quebrarse) i dañarse fácilmente. Es
desaseo dormito sobre los sofás, i ninguna persona
-75 -
urban a i bien educa da se permi te escup ir sobre
las alfom bras. SI se deja que los criado s sirvan
la comid a sobre una manc hada i sucia mesa,
dentro de poco ti empo no se sabrá cómo era su
superfici e, i será nec esario paga r al carpin tero
°
para que la limpie i barni ce, comp rar otra nue-
va. L a loza c¡u e no se fri ega con fl'ccuf'nci a i
esm ero, se perc u de, i no puede :wrvir se en dla
a pl-'rSOll aS asead as. Los canJe le roSl, cafete ras i
otros objeto s de metal que no se lim pia n diHria-
m e nte , pronto están empH ñados e inserv ibl es ; el
°
baul, cómo da, u otro mueb le c¡ue sin ser des-
tinado para ello, se emp lf'a en guard a r carne , o
cebol las, o cosas qu e dejan mal olor, se inutil iza
para su obj et o; i si se pierde la llave, o se des-
comp one la cerrad ura de algun o de eRtos mueb les,
no s irv e ya para lo que se hizo con tales sPgu-
ridad es, i las j entes a quien es perten ecpn es tos
trasto s dimin utos o dañad os, se espon p n a ser
roh adas por criado s infi eles, o por ladron es de
fuera, qu e siemp re están vijilan tes para aprov e-
char una ocasio no Por consig uiente , es econó mi-
co i prud ente hacer reparH r un daño cualq uiera
en l as cosas de nuest ro sérvic io diario , pues la
neg lije nci a sobre este punto suele ser causa de
grand es pérdi Jas. Yo he visto por la rgo tiemp o
en ci erta casa una m psa r üta, i dpst in ada para
coloc ar en ella la loza, babit>ndo suplid o el pié
con un punta l apoya do en la pared . U na cabra
hizo caer este punta l, i toda la loza se rompi ó,
despu es de lo cnal se llevó la mesa a casa del
carpin tero, que la comp uso por una peseta .
~n cuant o a las cosas de despe nsa que es-
-77-
de estos pequeños descuidos, de estos iqsignifi-
cantes desperdicios se orijinan al fin grantlcs pér-
diuas i es m ejo r evitar un ma l, que Ilorar lc cuan-
do y: es irrem ed iab le. N o falta rá ~ muje:e~.qu~
piensen qu e esta minuciosa atenclOn es Ill lllg na
de un ra ngo elevado, i quP ba!'ta saber l:1and~ r,
i teuer bu ellOS criados. Pero, ¿ con que eXlto
m and ará (Iui en no sabe uar un buen ejemp lo?
: Cómo i n~truirá a sus hijas i cr iaelas en e l a~eo,
la econom ía i los oficios caseros, quien no sabe
lo que posee, qui en ja mas h a c alculado e l va lor
ue las cosas, qui en no ha hi lvanau o un r emie nuo,
ni heoho nunca una ta za de :,jopa para un uesa-
yuno ? ¿ 1 cuales son los dorn ésti cos que puedan
inspirar tan ta confianza a la señora n eglijen te que
jam as se mo les ta en vi sitar su elespema i su
cocina ? Es c ierto que si por una semana so la
cayera una ele estas casas en manos de u na mu-
jer de buen gobierno , serian granu cs los abusos
qu e tendria que correj ir, mu chos los des órdenes
que habria de remediar, e inmensa la orgu llosa
ig norancia , la pereza vergo nzosa que tpndria
qu e compauece r. Gran parte de estos males se
evitarian ense ñando a las muj eres desde niñas
a llevar. la cuenta de su s gastos, a calcular, com-
para r i dirijir pur sí mis mas todo lo que tiene
relacion con e ll os . P n o esto no se practica casi
jamas, i aunque h a i varias que ll eva n sus libros,
es solamente por la for ma, i acaso por deslum·
brar a los maridos o a los padles, pu es en dichos
lib ros se apuntan las partiJas como las dictaron
el paj e i la cocinera, i cuando resulta un déficit
se remedia añadiendo un renglon de varios gas~
-76- . 77-
tán esclusivamente encomendadas a la señora de de estos pequeños descuidos, de estos iQsign~fi­
casa, exijen mayor órden i aseo que las demas, cantes desperdicios se orijinan al fin gramlcs per-
ya porque están mas es puestas a ensuciarse, ya >r;<> didas, i es mejor evitar un mal, qu~ llora.rle cuan-
porque tocando inmediatamente .con lo que nos do ya es irrem ediab.le. ~o faltara? mUJ e ~e~.qu~
sin'e de alimento, requieren una limpi eza esme- piens('n que esta rnmUClOsa aten c lOn es It1Ul g na
rada c¡ue agrada a tod os los se ntidos i conserva de un ran o' o ele vado i qUf' b asla sab er mandar,
C" " •
la f' alu d, El tlesóruen en est e r a mo l1ace perder i tener bu enos cria uos . Pc' ro, ¿ c o n que extto
mucho ti em po, i ocasi ona gastos es ces ivos, Si mandar á (Jui e n no ~ ab e uar u n bue n eje m p lo 1
la piedra de mol er chocolate no se ti t ne con el ; Cóm o ill ~t rLl i rá a sus hijas i cr iada s en e l a ::;e o,
a se ~) i ~e p a racion debida de los detnas usos, re- ia economía i los ofici os case ros , q uie n n o sabe
sulta q Uf' una coci ne ra descuid ada muele en e lla lo que pose e, qui en ja mas h a ca lculauo e l valor
la sal, pi maiz , s,',a i no solamente hnrá perder lle las cosa s , qui en no ha hi lv a nauo un r e miendo,
mucho tietr. po en calentar agua para lavarla cada ni heoho nunca una taza de ti opa para un llesa.
vez que ~e npcesita, sino que por fin la inutiliza. yuno? ¿ 1 cu ales son los dom ésticos que puedan
Lo mi smo sucede con un almi n~ z, un cedazo, inspirar tanta confianza a la señora neg lij e nte que
una artesa de fr egar loza, i \'arias otras cosas jamas se mol esta en vi sita r su despema i su
que ha n de tene r su lugar i destino invariables. •
cocina? Es cierto que si por una semana sola
Cuan do se dejan las vasijas sucia s, los ratones cayera una de estas casas en manos de una mu-
las qui .:! bran, i si se amontonan trastos desasea- jer de buen gobierno, serian grand es los abusos
do s, se atrae n a t:'1\os bichos i sabandi jas que todo que tendria que correjir, much os los desórdenes
lo destruy en i dañan, i se hace m al g astar pi tiem- que habria de remediar, e inmensa la orgullosa

po asea ndo C(l n may or dificultad caJa cosa en el ignorancia, la pereza vergonzosa que tpndria
prt'ciso mom ento pn que se necesita. El cuid ado que compadecer. Gran parte de estos males se
de una señüra de casa que se empl ea en hacp.r evitarian enseñando a las mujeres desde niñas
sacudir i cubrir los suntuosos muebles de un •
a llevar. la cuenta de sus gal'tos, a calcu lar com-
!:alon, debe esl(' nderse hasta a los mas h umildes parar. i dirijir por sí mismas todo lo qu~ tiene -
trastos destinados para el servicio dOllléstico; i ~elaclO~ con ellos ..Prro. eslo no se practica casi
la pa ' rj jla, Jos fuelle s, el mortero i la escoba es- Jamas, 1 aunque hal vanas que llevan sus libros,
tán encomendados a su cuidado de la misma • es solamente P?r la forma, i acaso por deslum-
,
manera que las cómodas, sofás i tocadores. La ,.,
"AJJ
~rar a los mandos o a los padies, pues en dichos
buena ama de casa no desdeña ninO'uno de sus }¡bro~ s~ apunt~n la:; partidas como las dictaron
deberes, i se ocupa con placer de todos los deta- el paJ e 1 ~a cocll1era, i cuando resulta un déficit
lles de la economía doméstica, porque sabe que se remedIa añadiendo un renglon de varios gas~
-78-
tos, u otra frase semejante c¡ue iguala los gastos
hechos con la cantidad recibida para ellos. Esto \
no es disculpable, i en cierto modo debe prefe-
rirse la que no supo o no quiso llevar su cuenta,
i encargarse de esta parte de sus déberes, aJa
que aparentando esactituu i vijilancia, d eja que
los sirvientes roben al padre, o al esposo, patro-
cinando la mala fe de ellos con su falsa vijilan-
cia. La ig norancia ue las c iencias no ha de estra-
ñarse en las muj eres; e l q ue dt:lsconozcall las
artes de agrado es comUll, j no causa deshonor,
ni es oríjen directo de necesid ades; pe ro la total
ignorancia de las labores mujeriles, dt'1 gobierno
de la casa, i de los quehaceres i minuciosa eco-
nomía doméstica, admira, choca i produce me-
nosprecio en quien observa, i deberia llenar de
1..\
amargura i vergüenza a la que se encuentre en
este caso.
Pouria darse ya por concluido este pequeño
tratado sobre la economía doméstica; pero he
creido que no serian mal recibidas varias indica-
ciones qu e me sujieren la obser·vacion i la espe-
riencia. Téngase présente que escribo para las
mujeres a quienes no puede parece r inútil nin~
gUl10 de los cuidados interiores de la casa, n1
degradante el cumplimiento de estos sagrados
deberes, sobre toJo en Bogotá, en donde, jeneral-
mente hablando, no hai buena fe, no hai ase01
ni hai criados que sirvan co~no se desea.
El bacer por junto compra de víveres en cir-
cunstancias i épocas de bajos precios, solo es
bueno, como ya queda dicho, cuando hai lugares
a propósito para depositar las cosa~, i cuando
-79-
han de ser manejadas por una persona e~0~6.
mica i esperimentada. De otra suerte lo umco
que se logrará será gas tar por junto .. Si se ac~­
pia, por ejemplo, mucho combust ibl e, I no se CUI-
da de su uistribucion, e n vez de lograr un aho-
rro, se habrá hecho un a pérJi Ja . Otros jéneros
no pu ede n comprarse en grandes cant id ades por-
que se dañan, como el jabon llamado comun-
mente de la ti erra. E l chocolate guarJa do donde
no se evapore I'U ar oma , puede durar largo tiem-
po, i se compone, a no se r que el clima sea cá-
lido i húmedo; pero e l que se muele con panela
en vez tle azúcar, se dalla pronto e n todas par-
tes. Los dulc es de almíbal' se conse rvan buenos
mas o méllos tiempo st-\gun la fruta de que están
hechos, i a cualquiera se le ocurre g ~~ta r prime-
ro los que están esp ues tos a agriarse. Los lico-
res espirituosos se guaruan años enteros, i su
calidad se mejora en proporcion del tiempo que
pasa ; i la leche apé nas puede soportarse al se-
gundo dia. Un acopio do huevos mui considera-
ble uonJ e no es mucho el consumo, seria des-
°
acertado porque s'e dañan, se van secanJo sin
podrirse, i entónces es necesario duplicar la can-
tidad ordinaria para cada cosa que va a h:1cerse.
Las fruta s i hortalizas son mejores frescas; i el
tabaco hecho cigarros es mas grato, segun dicen
los fum adores , cuando h a permanecido algun
tiempo guardado en donde no le dó el sol, ni el
aire, i cubierto con algunas hojas aromáticas Jel
gusto de los c,onsumiJores. De esta suelte se ve
que caJa cosa exije una ate ncion particular, i
que solo la esperiencia puede uarnos reglas para
-80-
esta clase de economías que están relacionaJas
frecuentemente con el clima en que se vive, con
los gustos de las personas, * j hasta c~n la for- l\
ma i situacion de la ca~a e n que se habita.
Es un ramo notable de econom ía el hacer
t od o CU <l nto se pueda df'ntro de la mi,.;rna C<lS~.
1\1. ,s e /1 Bogotá, donde no solnm ~.' ntc~ nu pueden
tenerse llJ u~h o .; cria dos, sin o que no h a i lo s pura-
m e nte l1t'cesariús para el c rv ici o de cada fami-
lia, es preciso que lllU ch>1s cosas se t ¡'aig:1 l1 de
otra parte , i en vil ria .· circu nstanc ias e s to e s 10
rna ' juicio n i económico, E l dJOcolatp, dulce,
alrni don i algunas otras cosas; ~e lograrán por lo
jell e ral lilas aseadas i baratas si se fulJ rican en la
casa; pe ro no 3 ,..¡ í e l pan, las vel s,lossalchicho'
n es, el jab nn &.a ; porque es tas cosas requi e ren
un tren, un director, brazos, tiempo ue que no \)
toJos pueden dispon er, i lo qlle es mas difícil,
una esperiencia i una práctica, que no s e aclq llie-
ren prontamente. Son pocas la s casas en que
~stas ocupaciones emprenJiJas por economía de-
Jen verdaderos ahorros i utilidades. Cuando tales
c?sas no hayan de hacerse pOtO una especulacion
bIen calculada, vale mas contentarse con vijilar
sobre el buen manejo) conserv ar con esmero lo
q~.e se tiene, i no permit ir que los criados, los
hIJOS, o los, t'straños destruyan o malgasten lo
que, proporc~ona comodidades a la familia. Una
~uJ:l' laborlO~a i cuida~losa, hace que su familia
Isfl ute de mil conven¡enCIUS, i evita millares
" lIai personas
leche agria i el pa~':t~r~US~~ de comer las carnes dnñadas, la
quieran. ' , ¡ S liS son cscepciones, i harán lo que
-81-
de disgustos a su marido. Por consiguiente, el
amor, este sentimiento dominante en el corazon
de una mujer que es madre i esposa, debe indu-
cirla a practicar virtudes que le son tan ven-
tajosas.
EplsonIO. -EI señor Albf'rto M, rico propie-
tari o i negociante, era padre de tle8 ~lijos, Adol-
fo, Luci a no .i Amelia. La natura leza habia dota-
do a estos tres séres de todas las perfecciones
físicas, de un claro entendimiento i de una índole
duke i dócil. Su madre, la señora Mariana, esta-
ba hechizada con aquellos preciosos frutos de sU
feliz matrimonio. Estaban aun en la infancia los
tres niños, cuando sus padres compraron una
hermosa casa i la adornaron con toda la profu-
sion i elegancia que permitia su inmenso caudal.
Se buscaron los maestros necesarios para la edu-
cacion de los niños, pero se les advirtió que
aquellas criaturas privilejiadas debian ser com-
placidas en todo, porque s us padres eran ri.
cos i podian hacerlo así. Adolfo manifestó de-
seo de aprender, i con efecto a los tres me-
ses sabia leer aunque mal, i relataba de memo-
ria cuanto el maestro íiueria que aprendiese.
Luciano, ménos aplicado i m HS pequeño, haci&.
perpetuas trav esuras, pero nadie SE> atrevia a
correjirlo. l"a niña mimada i caprichosa pasaba
los dias al lado de su madre pidiendo juguetes,
regando los enseres de la costura, i arrancando
con la punta de las tijeras .los pájaros i flores es-
tampados en la colgadura de la sala. Un dia que
Adolfo dió una larga i dificil leccion, su padre
le reg~ló en premio una primorosa pistola de
6
-82-
bolsillo . El nmo quiso probar su habilidad card

gándola con una pequeña bala; mas como su


madre le advirtió a tiempo que era una locura
ensayar su tiro en su hermanita a quien habia
dirijido la puntería, eliji ó por blanco su propia
persona representada en un soherbio espejo de
cuerpo entero que adornaba el salon princi pal.
Con efecto la bala desp euazó aqu el magnífico
cristal i los pedazos rompieron varios de los pri-
meros muñecos qu e habia sobre la mesa. N o era
posible que los padre.s reprendi esen al hijo por
una travesura tan propia del aturdimiento i lije-
reza de su edad: entre tanto se apuraba a Lu-
ciano para que aprendiese a leer. Esto le pare-
cia insoportable, i por consiguiente miraba I(lS
libros con odio, i díscurria sobre los medios para 1'!~
deshacerse de tan fatales enemigos. La oCflsion
se le prE"sf:'ntó bien pronto: sus padres fueron
convidados a una pequeña fiesta de familia que
debia durar tres dias. Se dejó a Luciano en casa
en castigo de su desaplicacion; pero la madre
advirtió privadamente a los criados que le com-
placiesen en todo para hacerle llevadera la pena.
Estos no podian apetecer una órden mas de su
gusto, pues los dejába en entera libertad. Como
sabian que su señora no tenia las cosas contadas,
i que la despensa era rara vez visitada por ella,
resolvieron divertirse tambien haciendo en la
casa un convite de amigos, i obsequiando a cos:
tn de sus amos ausentes a todos sus camaradas 1 ¡
conocidos del barrio. Esta comilona fué bastante
larga i bulliciosa para que por ella se olvidaran
de Luciano, que harto de golosinas se ocupaba
-83-
mul a su O'usto ue la manera siguiente: halló
abierta la p~erta uel cuarto de su padre, quiel)
habia olvidado cerrar, e introduciéndose en él se
abalanzó gozoso a la librería. Esta era abun-
dante i selecta, porque el señor Alberto, aunque
hombre de poca instruccion i de ningun gUtito,
habia cuidado de comprar las obras de mejor
fama, las mas preciosas i celebradas sobre todos
los ramOd. Este es un artículo de gasto quejamas
omiten los necios que poseen un gran caudal;
Luciano arrojaba UI1 gran número de volúmenes
por una ventana, i luego dando una vuelta hasta
d sitio donde se hailaban, cargaba con cuanto
sus fuerz<1s le permitian llevar, e iba a arrojarlos
en un grande estanque que habia en uno de los
patios interiores. ]{epitió esta operacion hasta
que, rendiJo de f¡}tiga, se durmió dentro de la
misma habitacion en que habia hecho tan fatal
destrozo. Ya era de noche cuando los criados
pensaron en buscar al niño para llevarle a la
cama. Despues del alarma consiguiente i de mil
pesquizas inútiies, lograron descubrir el paradero
de Luciano, mas sin notar el daño causado por
este pequeño enemigo de las letras. Se le sacó
dormido i rué colocadu en su cama, donde quedó
tranquilo hasta el dia siguiente, en que olvidado
de su travesura, Se ocupó de otras que si no
eran mui destructoras de 10$ objetos preciosos
que habia en la casa, eran sumamente peligrosas
para él. Cuan:.lo regresaron los padres fué im-
puesto el señor Alberto de que el niño habia pa- .
sáuo en su cuarto casi todo el dia i una pal·te de
la noche. Tomó este paso como un indicante de
-84 -
amor filial j colmó a Luciano de canclas. Pero,
al entrar en su cuarto conoció que era mui otro ..p
el moti\' o que habia conducido allí al niño. Mas
d e cincuenta volúmenes de s u h ermosa librería
h ab ian desaparecido . Lo peor era qu e se habian
m a ncado muchas ooras cl;ís icns, porque el ch ico
tomaba de aquí i de allí sin órdelJ, ni e lecci on.
Inter rogado sobre aquella tra ves ura destructora,
declaró fran camente su objeto, i pidió qu e se le
d ejase concluir 1 trabajo empezado. La pérdida
era conside rable; pero el padre re.olvió la impu-
nidad del niño e n favor de su veracidad, i con-
siderando que el dinero puede reparar esta clase
de pérdidas. Habia en ci erlo punto sobre una
ventana qne daha al patio de la casa un nido de
olondrinas, i Adolfo descubri ó, que trepán dose
por el lado de adentro se podria alcanzar. '*' La
pieza a que pertenecia la ventana era un grande
a]macen en el cual, entre otros objetos, se halla-
ba depositada una grande cantidad de loza es-
tranjera. Imajinó Adolfo que varios rimeros de
bandejas i platos colocados unos sobre otros de
cierta man era, podrian ofrecer una cómoda e sca-
l~r~ hasta. el punto deseado; mas, con suma pre-
VlSlon, eVItó el subir en persona temiendo que
s.u p.eso rompiese los platos; i dispuso que Ame-
ha ejecutase e18salto segun sus instrucciones. La
.. ¡Indigna i cruel propension que ti enen todos Jos mu chachos
a.destruir los nidos d~ Ins aves I Si los padres i maestros r efl e-
xi onaran sobre Jos danos que causan al corazou estos hábitos bár-
ba.ros . i d.estruC'toTe.s, tendri a n maypr cuidado en corrt'jir a sus
hlJO.B 1 dlsclpulos,.l ahoga.r desde tem prano tan culpables incli- \
nnCl on eR. Los RllImales tienen el mismo d er echo que los hom-
bres para conSC1,:var su vicia, i se engañan los que creen que el
hombre pu.ede dIsponer de una manera ilimitada de la exi!tcn-
~1I~ de todos loe l1éres.
- 85 -
niña subió en efecto, pero -al llegar al punto mas
elevado de aqu ella trampa, perdió el equilibrio i
cayó arrastrando tras sí unas cuantas docenas de
plalos que se hi c ieron ped azos con un ruido te-
rrible, i causa ron mucho mal a Amelia . Sus pa-
d res tembl¡¡ro n [JOt' su -vid a. La con valecencia
fu é h rb' r' , i d Ul'a:lte ella la niña vió sa isfe chos
todos ¡. 1 (;J prichos i fant asías. Se ria largo el
relatar toJu:! Jos gastos causados por es tos tres
niños h. ,"lS }"drl':J, i los inmensos desembolsos
qu e ocasio na ban sus traj es, sus ju g ue tes, i sus di-
versiones. Era obligatoria una fiesta el dia del
santo i otra el dia del cumpl ea ños de cada uno
de ellos, i en se mejante ocasio n nada se rehu saba
a estas criaturas vici adas e im prev isi Yas. Fuera de
esto, ell os haci an sus pase os, bailes i convites
particul ares i entónces en todo se pe nsa ba mé-
nos e n la eco nomía. J amas se pusieron los hijos
del señor Alberto u n vesti do nuevo que mereciera
usarse como tal la se9" un da vez. N un ca vieron
r eloj que no d esba r at~s e n, libro con pinturas que·
no descuadernasen, ni in strum ento músico cu y as
cu erJas i clavijas no fu ese n arr ebatadas por ellos
para convertidas un rato en jug uet es i despu es
tirarl as . Nin g un muebl e resistió a su desaseo i
brusq uedarl. Por dondequi era se ballaban las pei-
netas, g uantes, chal es, j sombrillas de Amelia.
Los sombreros Je los niños se quedaban en la
nuerta, sus casacas colgadas en los manzanos,
su s botines en la alberca, i los pañuelos i baston-
citos de petimetres sobre los tejados a donde ha-
bian sido arrojados para molestar a los O'atos en sus
propios dominios. Los criados por su bpart~, abu-
-8G-
salluo del descuido j neglijencia de su im!olente
ama, Jespprdiciaban las cosas que no robaban .
Ya era una tinaja, rota por la cocinera, que arro-.
jó sobre ella una sarten, i de paso dañaba una
caraa de harina que servia provisionalmente de
tra~ca a la tinaja . Ya una vasija de almíbar en
que por descuido cayeron unas libras de c~oco­
late, porque no teniendo éste un lugar fijo, se
habia colocado sobre la tapa de la taza puesta al
reveso Ya una cesta de huevos sobre la cual se
puso inadvertidamente un pilon de azúcar. No
hai fortuna que haga frente a est~ despilfarro
inmenso, ¡así fué que a los ocho años de esta-
blecido el señor Alberto en la capital, ya su cau-
dal habia !'ufrido una baja consid erable a fuerza
de renovar cada año el amueblado de la casa, de
festejar cumpleaños) comprar trajes, abastecer
su despensa i contentar dispendiosos caprichos .
Entretanto la familia iba educándose bien o mal,
i los tres herInanos adquirían poco a pOCG algunas
de estas habilidades, j este barniz de sociedad
que suplen por tantas cosas en el mundo. Ame-
lia habia cumplido ya sus catorce años, ¡por
consiguiente tenía mas necesidades de moda. Los
jóvenes de 16 i 18 años empezaban a pnsayar de
petimetres, i aunque no rom pian ya loza, espe-
jos i relojes, quisit'ron caballos, berlina, perros
d~ Terranova, i un paje para el sc>rvicio imne-
dlato de cada uno. La huerta i el jardin fueron
destrozados por las bestias· las camas sofás i
<1 emas mlle-bles eran destruidos
" por los perros;
las. cómodas i guardaropas, saqueados por los
pajes . La señorita tenia piano, guitarra, esferas,
-87-
cartillas de música ¡ de dibujo, i otros objetos
destinados a su enseñanza, que, por falta de lim-
pieza i órden, se des~ejoraban diariame~te .. Un~
criada la peinaba, 1 arreglaba su habltaclOn 1
cama; otra estaba perpetuamente ocu pada e~
frívolos mensajes a donue las amigas, trayendo 1
llevando velillos, cintas, felpas, flores i mil frus-
lerías de lujo o de moda; otra cuidaba de cua-
tro o seis jaulas de canarios i turpiales que Ame-
lia tenia por capricho, porque no gustaba de
ellos, lo que hacia que siempre estuviesen ham-
brientos i sus jaulas sucias, pues la encargada
en nada ménos p¡:!nsaba que en llenar Unos debe-
res cuya omision no seria notaua por nadie. Por
último, la modista causaba un cunsiuerable de-
:sembolso. Jamas se le mauuó la tela suficiente
para un traje. Piezas enteras de ricos jéneros
entraban en aquel taller de la vanidad femenina,
i nunca volvían los restos a la ca:sa del señor ~l­
berto. Cuando la hermosa niña cumplió 18 años,
habia tenido mil adoradores, pero ni una sola pro-
puellta ue matrimonio, porque a touos los arre-
draba aquel despilf:uro, j los gastos sin cuento' a
que se habia habituado Amelia. Los muchachos,
aunque de buen carácter, eran imprevisivos
¡botarates. J amas rehusaron dar prestada una
cantidad a un petardista, jamas se escusaron a
una apuesta, nunca dejaron ue contribuir con su
cuota a una rifa, aunque el objeto rifauo les fuese
inútil, i aun.q lle estuviesen con vencidos <.le que
este no es sIno uno ue tantos medios que inven-
tan los estafadores para comer del bolsillo ajeno'
jamas negaron su escote para baile, paseo, o ter~
- 88 -
1ulia de cualquiel'a clase que fuese, aunque no
hubieran de concurrir a ella. Sus mas bellos ves-
tidos les eran estafados por los holgaz anes; i sus
tabaqueras, galá pagos i reloj es, pedidos en cali-
dad de préstamo para no volv e r nunca a su s ma-
nos. E ste modo de viv ir produ jo al fi ll u na rui -
nosa q uiebr li , L os ac I'eedo res coj ier on los reslos
de aq uella inmensa fortun a . A pesa r de lo qu e
sucede en esta tien'a, en donde un indi viduo que
qui e bra queda siem pre lleno de co modidades i
libre de pagar sus cré ditos, el señor Albe rt0 qu e-
dó real j efectivam p. nte arruin ado. Luci ano , de
un carácter indomable i alti\'o, no pudo soportar
este g olpe te rr ible de la s uert p" i se sui cidó de
despecho . L a señora M ariana pe nsó por primera
vez en los inmensos males que nac e n de la fa lta
de órden i economía, i abrumada con los remor-
dimientos qu e le cau saba el recuerdo de la mala
educacion que habia d ad o a su familia, i con el
pesar inm p, nso de la pé rdida de su hijo, s uc um-
bió a los dos mes es, d ejando en el dolor i la po-
breza a su esposo, a Adolfo i a s u amada Am e-
lia. E ste nue vo desastre, i la miserj a con to dos
sus horrores cercaron al triste viudo i a s us in-
fort unados hijos. No h'niend o háb ilos de árd en
i de eco :lorn ía, no sabiendo ofi cio alg un o con
perfeC'cion, i f¡¡~ ~os <le esperi(' ncia i valor, ~o
acertaban es tos infelices a bu scar s u subs istPIH'la,
Adolfo, qu e h abia leido alg o, i sacado dp. sus 1i:
bros un poco de filo sofía, prop uso a su padr~ 1
a su h ermana qu e emprendi esen algun trabaJo. .¡
Con tul objeto tomaron una pequeña casa que
tenia un espacioso solar. · De este pensaban sa-
-89-
car utilidad el padre' i el hijo, haciéndole sem-
brar segun les pareciera mas convenie nte; pero
,tuvieron que buscar peones ; estos trabajaron len-
tam entp i cobraron jornales que no habian gana-
do; rirli~ron el noble del precio de las semi llas
em pleadas en la siembra, i se pusieron le acuer-
do r:on lo " futuros comprado:'e;,; para mar los
pastos i hortalizas por la mitad de s u valor, Ame-
lia quiso ser suct';,;i vamellte paliad l'a, confitera,
fabricante de almidon, velas i flores, Pero era
sola e ines perta; tenía que emplear personas
de fuera para que la pro eyesen de los trastos
i de las primeras materias de que debían resul-
tar estos diversos productos. Todos la engañaban
i robaban; su falta de conocimiento la hacia da-
ñar sus almíb are s, sus tortas, sus veias) &.a Las
, personas que sacaban a vender las cosas , des-
aparecían con el dinero, los compraJores critica-
ban, ofrecian un precio ínfimo, i tal vez insulta-
ban a quien habia trabajado tan mal; i Amelia
sufria fdtiga, vergüenza i pesa r, sin encontrar en
las ganancias que se habia prome tido, una in-
demnizacion de la s acerbas \'lenas qll e C'lllSa el
trabajo a los qu e han vivido e n medio del lujo,
la ig norancia, el orgullo i la holgaz anería, Seis
m e. es de pruebas i de mortales angustias b\\s ta-
ron para pon er a la triste familia n la última
estremitlad. Arrojados desa piadadamente por el
propietario de la casita que no podian p'a gar, i
obligados a dejar sus cortos muebles para satis-
facer los alquileres vf'ncidos, tomando cada uno
un lio de 'ropa bajo del brazo, salieron una noche
a la calle con todas las angustias de la desespera-
-90-
cion. Adolfo j su padre, cuyas capas acababan de
ser entregadas a sus acreedores, se cubrieron con
unas grandes ruanas del pais, i Amelia, envuelt ,
en un pañolon de lana, i vertiendo amargo llan-
to, marchaba tristemente en pos de ellos. Al vol-
ver una esquina encontraron con una señora ves-
tida con decencia, quien tocando lijeramente el
hombro de Adolfo, le dijo: ¿Podrá usted, amigo,
hacerme el favor de llevar esta canasta hasta mi
casa que no está léjos? Al propio tiempo le mos-
tró un cesto de provisiones -que estaba sobre el
mostrauor de una tienda a cuya puerta se halla-
ban. Sintió el jóven elevarse toda su sangre aris-
tocrática, e iba a responder fieramente Ulla ne-
gativa; pero al ver a su padre sin asilo, i a la
triste Amelia que lloraba, responuió a la señora:
Haré a usted este pequeño servicio si usted per-
mite que mi paure i mi hermana a quienes usted
ve aquí, se hospeden por esta noche en su casa.
La señora notó el tono cortés i suplicante del
jóven, echó una rápida ojeada de femenina pe-
netracion sobre los individuos que se le recO-
mendaban, i dió al punto su consentimiento.
Cargó Adolfo su cesto, i por primera vez hizo un
servicio de criado. Pronto llegaron a una babi-
tacion Jimpia i pobre, pero en la cual no se no-
taba ni indijencia ni desórden. Una sala pequeña
auornada con un sofá de zaraza, seis taburetes
de guadamaciJ, dos mesas de pino, i dos tapetes
quiteños, era la princir.al pieza de la casa. Habia
luego una alcoba con dos camas colgadas de
blanca muselina, dos baules, un lavatorio, u~ · J
pequeño tocador, una mesa de caoba con vário:.,.
-91-
libros, i dos o tres cuadros de Cristo, la Vírjen í
el Anjel de la guarda . El comedor solo tenia
una antigua mesa , un estante con poca i aseada
loza, una tinaja i cuatro taburetes mas usados
que los de la sala . La despensa no con tenia mue-
ble alguno, a escepcion de dos aseados estantes.
Pero habia en ella buenas provisiones colocadas
con órden i aseo en varias canastas, algunos tras-
tos limpios i útiles, i varios mante les , servilletas
i toallas colgados en una cuerda. La cocina, muí
pequ eña i la última pi eza de la casa, era estre-
madamente limpia; habia en e1Ja parrilla, sarten,
paila, asad or, fuelles, olleta, dos piedras de mo-
le r, i varias ollas i otras vasijas de barro. Hasta
allí ll ega ron los aflijidos huéspedes que seguian en
silencio i c?si maquinalme nte a la señora . Una
niña de diez i seis años, de mui bonita figura,
\ era la única pe rsona que se hallaba en aquella
casa, i se ocuraba en hacer chocolate. Al oir
ruido se vol vió apresu radamente, diciendo:
" Buenas noches, mamá;" pero se quedó cortada
al ver tanta jente. La madre le hizo una pequeña
caricia, i dijo:-Tienes que hacen nas chocolate,
Julia mio; esta noch e estaremos bien acompaña-
das - Al decir esto ella recibió el cesto, i le en-
tregó a la niña <lue saludó cortesmente a los recien
llegados, i añadió, dirijiéndose a la señora:-Bien,
mamá; pero cuando hai huéspedes se hace algo
en su obsequ!o . ¿ Quieri:; usted que saquemos el
asado que sobró al medio dia ?-Haz lo que te
parezca. Entónces la señora condujo a sus hués-
pedes a la sala . Hablóles del tiempo, de la lluvia
de mil jeneralidauE"s que tendian a distraerlos, i
-92-
concluyó manifestándoles el pesar que sentía al no
poder ofrecerles mejor alojamiento.-No hai sitw \
un comedor donde ustedes puedan dormir; por:
lo que hace a es ta señorita, tendrá la mitad de
la cama de mi /lIJa, o este sofá si lfl acomoda
ln ·'~ . -j Oh! fod" es ln;ello, replicó Adolfo SIlS -
pirando; no!'otros no 'stamo enseñados a mu-
clus comodidades.-Ya, ppro ('uan do una ti en e
el gnsto de dar la hospita lida d el personas de tan
buen esterior como usteúes, qu isiera po eer a l-
gunas comodidades para hacer úisfrutar de e llas
a sus huéspedes. Adolfo contestó con gratitud i
urbanidad, ¡la conversacion se sostuvo así por
algunos momentos hasta que Julia entró a a visar
que estaba servido el chocolate. U na sola vela de
sebo, colocada sobre un brillant~ candelero de
cobre, alumbraba la sala de aqu pl modesto festín.
Asado, pan, queso, mantequilla, chocolate, i dul-
ce de naranja componían todo fl l banqu ete . J u-
lia arrimó un asiento a su mudre, acercó otro
para Ame lía, otro al señor Alberto, i suplicó
atentam ente a Auolfo que pasase a la sala a bus-
car el q1le faltaba para él. Esta franqueza, esta
cordialidad calmaban un poco los dolores de la
desolada familia; i les da ban un poco de libertau.
Se cen6 con apetito j contento. La amabl e Ju-
lia retiró los platos j de ' apareció por média hora,
al cabo de la cual volvió manifes tando Jo largas
que le habian pa~'ccido aquella noche sus tareas
de cocina por el vivo deseo que tenia de conver-
sar con Amelia.-¡ 1 qué! dijo esta, ¿ no tienen 'f
ustedes criada?-No, señorita-¿ 1 por qué 1-
Porque mamá no podria pagarla, i siendo tan
-93-
poc o lo que hai 'lue hacer, para las dos solas yo
12uedo desempeñarlo fácilmente.-¿ 1 siempre han .
íviJo ustedes así ?-No; cuando y o estaba en
la infancia é ramos ricas; pero accid entes im-
previstos nos han conducido a este estado .-
Amelí a espe ró enco ntrar e n estos accidentes algo
qu e tuviese a nalojía con su s it1l 3ci on actual, i no
pudo p rescindi r de su curíosid ad, por lo cual
manift'stó tímidamente a Julia el deseo que tenia
de saber esta parte de su historia. La señorita .
satisfizo en pocas palabras los deseos de Ame-
lia.-Mis padres gozaban d e una gran fortuna, i
quisieron hacer un viaje a Europa. De regreso,
una violenta tempestad hizo naufragar el buque
en el mar de las Antillas, i felizmente pudimos
sah'ar la vida. :\1is padres se re~ignaron, i traba-
jaron de nuevo con tal empeño icon tan buen
éxito, que a los tres años habian reunido ya un
pequeño capital. Los conocimientos adquiridos
en su viaje les hicieron esperar que duplicarian
su fortuna haciendo otra correría. Pero, segun
sus arreglos i conveniencia, me dejaron al cuida-
do de una tia, a quien entregaron mas de dos-
cientos pesos para que pudiese ocurrir a todos
mis gastos durante su ausencia. El resto de su
corto capital fué conducido por ellos a Europa
esperando hacerle progresar a fuerza de econo-
mía e industria. Mi tia era una señora escelente.
pero no habia tenido lo que mi madre llamaba
una buena eJucacion de señora. Vivíamos en un
pequeño pueblo, Í allí gozábamos de calma i pla-
ceres inocentes. Algunos meses hacia que per-
maneciamos en este pacífico retiro, cuando.pasó
-94-
por él un batallon, entre cuyos oficiales habia un . ,
coronel amigo de mi tia, i dos tenientes que eran
de nuestra familia, i a quienes mi tia quiso obse-
quiar. Se gastó en este obsequio cuanto habia .
Vinos, pavos, jamones, dulces, pastas, cuanto
pudo ocurrí.' a mi huena tia, se I'eunió en nues-
tra espléndida mesa. FuÉ necesario mandar peo-
nes para aquí i para allí, alquilar caballos, pres-
tar vajilla. Yo estaba alegre como una loca.
Tres dias permanecieron en casa los militares, i
a mi tia i a mí nos parecieron tres instantes.
Cuando se fueron fué preciso pensar en el arre-
glo de las Cosas La despensa quedó, es verdad,
abastecida para mas de ocho dias, pero al devol-
ver los trastos prestados, mi tia notó que se ha-
bian perdido los manteles, varios cubiertos, i una ...
bandeja de plata. Fué necesario pagar estas co-
sas, i en consecuencia quedamos en la miseria.
Una comida habia consumido nuestro corto ca-
pital, i mi loca e imprevisiva tia lloraba amarga-
mente, Ella no había compren9ido que no es
con la ostentacion que se obsequia a los huéspe-
des, sino presentándoles ' lo poco que hai, con
aseo, franqueza i buena voluntad. Yo, aunquemui
tierna todavía, habia recibido dI" mi madre algu-
nas lecciones parl} los casos de mala fortuna, i
estas i el golpe que acabábamos de sufrir me hicie-
ron laboriosa i activa. Ayudé a mi tia en peque-
ñas obras de costura que yo sabia hacer; me
impuse mil privaciones, i procuré consolarla i
asistirla hasta donde me fué posihle. Entretanto
mamá regresó viuda i pobre. Su presencia me
colmó de alegría, apesar de que lloré mucho a
-95-
mi buen papá. Algunos meses despues murió
i tia de una caida de a caballo, i mi pobre mamá
j yo empezamos a trabajar asiduamente para re-
poner nuestra perdida fortuna. Mamá habia es-
tudiado el órden j la economía en el pais del
6rden, de la economía i del cálculo . En Ingla-
terra casi no se conoce la holgazan e ría, i la9
mUjeres de la clase media en aqu el pais, no son
una carga para sus esposos, sino un c onsu e lo ,
un ausi !iar de su illdustri a, i las administradoras
prudentes de lo que aqu e llos laboriosos isl eños
trahajan i ahorran . Mamá, pues, aprendió a vivir
con poco, i grabó profundam ente e n su memoria
tres máximas que oia rep etir con frecuencia a la
esposa de un respetahle artesano inglés, a saber:
" Ten tus cosas con órJen i aseo, i evitarás des-
perdicio de tiempo i dinero. N o dejes para ma-
ñana lo que puedes hacer hoi, i ahorrarás el
arrepentim ;ento i las molestias de la demora.
Siempre que puedas pásate sin el servicio ajeno;
sírvete a tí mismo, i ahorrarás disgustos, i la pena
de rl:'hacer la obra de otro." Conforme a estos
principios trabajamos i economizamos, hasta que
en el año pasado pudimos adquirir esta casa que
vamos proveyendo de lo mas preciso segun nues-
tros cortos medios. Mamá hizo escribir sobre su
puerta este verso del mas filósofo de los poetas.
* No es pobre quien tiene 10 preciso.
Hemos arreglado nuestros gastos a nuestras ren-
tas, es decir, que ellos son limitados . Mamá bor-
da, hace flores, pinta dibujos para bordado, i copi~
... Pauper enim non est,cui rerum 8uppetitu8uS.-HoRAOI~.
-96-
recetas i oraciones. Yo coso en blanco, hllgo
dulces, cordones, borlas i bolsillos. Todo esto nos (
produce algo. L a vida laboriosa i activa no nos
deja sentir la pobreza. Tenemos un bonito jardin
cuyas flores venuf'mos, i un huertecito que nos
prouilce hortalizas pa ra nu estra mesa , i 111111 para
hacer negocio. Un vec ino u qui e n pagamos
un peq ueño salario, ~s quien le cultiva, i s u bue-
na madre lava nuestra ropa, i muele el chocolate
dentro de la casa. - ¿ 1 quién aplancha 1-Yo;
esto es fáci l, i ocupo en ello poco tiempo.-Ame-
Jia s uspiró a l oir esto, i luego dijo:-Ustedes,
pues, viven para trabajar; no tienen placeres.-
jOh, sí los tenemos , se ñorita! La lectura, el pa-
seo, la beneficencia, la sociedad de algunas per-
sonas amables e instruidas, i la partici pacion de
algunas de las diversiones públicas que no son 1-
mui costosas, nos dan gocesmui variados i que yo
sé disfrutar completamente; ¡ Qué injusta seria la
Providencia si los pobres laboriosos no tuviéra-
mos placeres!- Amelia se quedó sumerjida
en una profunua meditacion. Julia la contempla-
ba con interes , i Adolfo miraba alternativamente
a las dos jóvenes sin poderse esplical' a sí mismo
las impresiones que sentia, miéntras que la seño-
ra Cecilia i el señor Alberto conversaban amiga-
blemente, sobre las vicisitudes de la fortuna, i los
azares uel comercio. Por último, Julia rompió el
silencio preguntanuo a Amelia si ya queria dor-
m ir.-No, le dijo esta; me seria imposible cerrar
los ojos en toda la noche. No puedo olvidar el
dia de ma~ana.-¿ El dia de mañana, señorita?
¿ 1 qué sucederá mañana? . - j Yo no lo sé ! es~la·
;!.:.. 97 - .
mó Amelia, derramando un torrente de lágrimas:
; Acaso tenemos nosotros un asilo, un solo pro':'
yecto, la mas líjera esperanza ?-Julia i su madre
asombradas al oir aquel acepto de profunda aflic-
cion, no se atrevían a preguntar, pero sus miradas
atisiósas interrogaron alternativamente al señor
Alberto i a su hijo. El padre enternecido i abru~
mado, no hallaba las palabras para pintar su ~i-:­
tuacion. Mas, Adolfo con toda la enerjía del
\:l.olor, con la franque~a de una alma noble i seIi~
slble, dijo: Sí, señoras, nosotros ' no tenemos
asilo, ni pan, ni espej anias, i s,e ria Un crímen de
nuestra parte hacer misterio de nuestra míserá
suerte a per~onas tar;¡ buenas, jenerosas i confia~
Uas como ustedes. Yo diré toda la triste verdad;
Nada poseemos sobre la tierra, somos completa-
mente infortunados; pero no son nuestras desgra'::'
cias el fruto de los viéíos; la pen~ del crímen, o
el resultado del fraude i la mala fe. No, señora;
~ omos infelices porque no hemos conocido ni
practicado las virtudes del órden i de la econo':'
)nía a que ustedes deben su presente bienestar;
í no teI:1iendo, por nuestra descuidada educacion,
los medios de que ustedes se han valido contr,~
la adversidad, está ljOS abruma con todos susho-
rrores . La falta de 6rdei:l i de economía ha arrui.:
bado nuestro inmenso caudal, i la falta de una
Elclrlcáclon previsiva nos pone en incllpacidl;l.q ap..:
soluta de hacer freute con la industria a 111 miseria~
Entónces refiri6 nienudamente los estraños desór'
denes de su casa, i cómo pbr el camino de la.
dilapidacion habian llegado a aquel lamentable
estremo. Contó, por último, los poco diestr.os i
7
"
- 98- ~
r¡n,atogrados ensayos de Amelia, i el mal éxito de'
los pasos dados por él i p0r s~ padre para logr~r
algunos medios de subsistencia. La señor~ Cecl-
lia '¡' su ' hija 'oian con interes aquel triste relato,
í"v~rias veces la sensihle J ulÍa 'esti-echó con afec-
fo la mano de Amelia, qué tenia entre 'las suyas.
Entretanto esta ' llorab"a silenciosame' nt~. ' Luego'
q,ue acab~de' hab~~r Adolfo, la señoni ' l«¡l, p,~egu~~
to :-¿ I tienen ustedes algun plan para lo futu-
ro?-~ Cuál seria este? replicó el señor' Alberto.
Nuestra incapaciuad 'e,s tá tan declarada' cOI1)O
nuestra d~sgracia: sabemo,s ya. q';l~ en todo nos va
mal, i confieso qu'e de mí se ha, apod"erado el mas
mprtal desalien~o.-:-:I yo' pie,t;lso;' ~ijo la se'n ora
Cecilia, que no están ustedes El¡n ' ca~o tan deses-
perado. La voluntad' de' traoaja"r, hi ' perseveran ~
cia ¡. la salúd ofrecEúl un' fundamento pÍl'r a grande~
esperan z'as. BO r lo 'pronto ' tienen' u~te'Jes : la' ID i~~
tad de mi casa, '1' de lo ROco' que 'poseo. Seguros
ya de uri ' asilo; podrán ~editrir 'con " c'~lma, i~ dis-
currir nuevos arbItrios' para aseO'ur'á'r su porvenir .
Esta amable 'Qi'ña ayuda"rá a J uUa en Sl,lS trabajos,
i, 'el producto " <Ie ¡;;lIc;>s 's;el:~ ' p.ar'tibl¡e ' en~re I~~'
dos,•••• ¿ El producto de, lo que haga? respondlo,
h';Jmillada la triste ~melia_ j ~h! yo ño se' nad~
i 'solamente aprendl a gastar. ' No merezco a&o-
cia'fll}e,' a ~ulia, i m,~s. bien quiero. moril' 9.~~.'ser
gravosa a una famlha pobre, estimable 1, blet:!-
hechora. Julül. 'suplic6a, su hermosá huéspeda s~,
calmara, &segurándole G,ue al dia siguiel1te todo, ~-<
quedaria arreglado de una manera satisfactorra.
En seguida se levantó a tomar varias disposicio-
~es ~ara que todos descansasen. Con ~arte d~ la,
- ü9-
cama de su hija ollsilió nI sefior Alber to 1 U ¡ ' u
y hijo, i f'lIa dividi ó 'j enero samen te su lecho con
aqyej la triste víctim a Jel despilt:1rro i de la mala
e~~fJ~cion. Antes de aman ecer, ya Julia i su ma-
dr~ estaba n en pi é . Los huésp edes madru garon ,
í no obstan te ya encon traron casi hecho el al-
tnu e rzo. Buetl choco late, huevo s fresco s, asado ,
mante quilla , bizco chos i pan forma ban aquel sen-
cillo i sucul ento desay uno. El señor Alber to de-
seaba retira rse, mas fué precis o acept ar lo que
le era ofreci do con tan franca cordia lidad. Mién-
!ras almor~~ ban, la senor a gecili a propu so a los
dos cabal leros, que sali~se !1 aq\le l' dia (dejan do
!l Amel ia en casa) , cop el intent o de busca r al-
gypa 98Ppa cion ~til, ofreci endo que ella hallar ia
él modo de hacer trabaj ar con pl'ove cho a la des-
conso lada Ainel ia . El señor Alber to nQ queria
~onsentir en '¡os arregl os propu estos por su pro-
t~ctora, pero Adolf o le dijo- ¿ 1 por qué no he~
m?s de admit ir el bien que :Qiós nos envía ? No-
sotros , arruin ados por la dilapi dacio n i el mal
inane jo de nuestr os intere se s, veni~os condu cidos
por la mano d!3 lfl ProviJen~in a un~ casa don<te
no ti-dta nada de lo neces ario, i que dobe sus co,
inoJid ades única mente al órden ' i a la econo mía.
Esta es una, Íec"ci"on que Dios nos ' da. La ceJes-
tial criatu ra que, llena de alegrí a, 'despejo i razon ,
se confo r'm a con su estado ; i 'hace la del icia de
su virtuo sa madre , será la maest ra i el model o de
A-melia. Si fuera méno s jóven i méno s hermo sa,
tal vez podri a ' pensa r mi herma na que de estas
circun stanci as nacia su resign acion ; pero Dios
~~ h¡fo di~na de u~ t~.Dno rara hacer resal\ ar ~~s
= 100 -= ,
• l' I
BUS mouestas vIrtudes. No es en vano, plipa rnlQ,
que la Providencia nos ha conducido a esta casa:
pues (;\1 ejemplo de estas respetables ~eñoras eS
el que debe inspirarnos valor para luchar contra •
la adversidad 1 i uíla vez resueltos a vencerla, no
lo dude usted, la venceremos. Solo imitando las
lecciones que aquí se nos dan podtemos manifes·
tarnos dignamente agradecidos por la hospitalidad
que recibimos. Sí, señoras, nosotros aprendere-
InOs a ser estimables, laboriosos, frugales i sufri ..
dos, i nuestras virtudes serán obra de ustedes.-"'
Touos apoyaron el discurso de Adolfo, i dejando
en la casa a las dos niñas, se separaron dándose
palabra de reunirse al medio dia. Julia, ayudada
de su compañera 1 arregl6 la casa que cón la
novedad de la víspera habia sufrido algun desór-
den; i penetrada desde luego de la necesidad de
hacer ménos penosa la suerte de Amelia, evit6
con el esquisito ti~o que es peculiar a las muje-
res delicadas i sensi bIes, cuanto pudiera herir el
amor propio de esta j6ven infortunda. Para de"
sempeñar sin ostentacion su importante papel dé
preceptora, dejó a un lado todos los cutnplimien-
tos, j con afectuosa familiaridad tom6 a Amelia
por ayudante en-todos sus quehaceres domésti-
cos. Forzoso le fué disimular a cada instante mil
neglijencias de la abatida i desmayada Amelia, i
rehacer fl'ecueñtemente, durante sus momentá-
neas ausencias, lo que aquella, apesar de su bue-
na voluntad, dejaba incompleto o mal hecho.
Los momentos mas p~nos9s para esta pobre nitú!
fueron cuando se trato de la costura. AmeTia sa-
bia poco i mal, porque siempre habia sido vestida
-10 1-
por costu reras I modis tas. No obsta nte, hizo por
comp lacer, i esto era cuant o Julia desea ba. A la
una del dia ya e~taba reunid a toJa la famili a.
Adolfo cijo que se le pagar la un corto sueld o
por enseñ ar a leer i a ese ribir a dos señor itas de
corta ednu qu e sus padre s queria n enseñ ar den ..
tro de su casa, i el señor Alber to anunc ió la
posibilidad de ser coloc ado en un destin o mui
subal terno en la casa de come rcio de un rico ne-
gocia nte inglés. Dolor oso era para el antigu o
capit! \lista verse reduc ido a la clase de pobre de-
penuit \nta ; pe¡:o la nect's idau imper iosa de ganal·
la sUb sisten cia, i las juicio sas reflex iones de sU
amiga , ahoga ron los gritos del orgul lo ajado. J~~
señor a habia hallatl o para Amel ia dos djscípula~
el e canto, put's esta era la única cosa que ella
habia ~pr e ntliJo por princi pios, i en que habia
sobre salido pn la é poca de su bue na fortun a . Solo
reMaba una Jiticul tatl, i era {ll alojam iento para
los hombr ~ s. La señor a Cecili a alquil ó un cuarto
en una casa inm etliata, i se convi no el~ que todos
come rian juntos hasta tanto queja famili a arrui ...
nada pudie se ocurr ir por sí sola a todas sus ne-
cflsida des, i que Amel ia hubie se apren dido Con
su buena comp añera el arte ~~'ln útil i necesal·io
de la cocina . El jóven Adolf o no sentia contra er
una deuda inmen sa de gratit ud. Su alma noble
se comp lacia con la dulce es:per anza de pagarl~
algun Jia cump lidam ent e. Estos arregl os, i ma~
que touo las conve rsacio nes i ej e mplos de estas
dQ~ lnujer es estim ables, volvie ron la calma ~
aquel los atribu lados corazo nes, e inspir aron h\
m~s cordia l fra~ern¡d&<l eptre las dos famili as. ¡.~~
-102 -
horas ue comGr eran d(~ liciosas. Adolfo i su padre
sentian que :t ulia trabajase para ellos; pero al
propio tieh1po i cu ún scib r('sos les parecian los
!nanjares pl:eparados por tan linuas IllOn os ! Al
fin del mes ya Am elía se l'ncoritró eii disposi ·
cion de alternar coh ~li ninlga en varios quehace-
res dbmésticos. Su semana de e ociHa e ra siem-
pre para el paure i ,el herhlano una semana de
criticas i de obset\' acion es; inas no pbt {'sto de-
jaLan de darle el parabien por sus :idelabtainieu-
tos . Adolfo i el sellur AluertH pusieron aum e n~
tar sus ganaticias emprendiendo otras oc upacio.
nes eh las horas que les restabari, i toJos adqul ...
rian diariamente valor, uestrl:Íza i es peraHza. ,
Mas d~ seis mesf'S se pasaron sin que rlatla
Rlterase el órden establtocido tm aquella casa. P erd
91 patrol1 del seihi' A lbeí" to, ri qüipil p:;:te hablaba
frecup.nlenwnte del carác.lc-r i de las "irludes de .,
\,11 protectora,quiso s e~' presentado a la faniilín, i lél
fué efeclivampl1le en compañía de su hijo i desu
sobririo, jóvenes ingles('s de basta rHe mérito. Es ':
tu primera visita produjo otrds í otras; ToJos pa-
recian contentos oe su rp.cÍprocó conocimielltd,
!nénos Adolfo que, silenc ioso i tris~e, cbrrespondia
friamente a hls !!tenciones oe l'os estranjeros.
Amaba a Julia, i creía df'~c~,b!'ir en ella algllná
preferencia por el jóvcn Ricardo, sobrino del
rico comerciante? que no hacia misterio del tier~
1~0 amur que profesaba a la inte¡:esalile seilorita.
Adolfo no se engañó, porque los ojos de Un aman:
te son siempre perspicaces para uescubrir bn ri-
yal feliz; i 10 que al principio el:a una sospecha
levl', pasó 11 ser pronto una desolante cettidurnbre;
,.
-108 -
~l comerciante pidió para ~u sobrino la mano de
'Julia. La señora Cecjli~ hizo pr~sente su po~re­
,za, pero el juicioso inglés le conttistó: N o!><?tro~
'tenemos caudal, i solamente nos falta poseer; ,el
'envidiable tesoro que usted guuúla. Una muj~!
modesta i la~oriosa, aseada i amable, es para !lD
una
:¡¡)O"lés adquísiciol1 inapreciable. Las rique-
'za~, por otra pa:;te, ~;ueden perderse el dia mé'-
'nos pensado, pero las vírtll~es siempre quedan, i
son e.l ganinte mas, p~sitivo de la djcha conyu-
gal. J uJia hará la felicidad de Ricardo, ¡este
Jó\'en, ,Uilido
, I a ' ella, no 's uspira¡'á 'ya por nuestra
1
amad,a ngla(en:a. '" _,' o'" " "
, ' V ~:rificó,se al fin este en lac1e ,~e~.i~. , El~orl,lzon
~e Ado(ro sufrió ~m tormento horrJbl~ ; pero supo
vencers~ , para nQ oscurecer 'ni 'con la 'mas lijera
'nube el 'dia mas helio de la ainable Julia. Entón-
~ ¡ces varió la suerte de 'toda la famili?, j volvieron
a go?,arse '~óil10Jida!]es 'cuyo uso estaba e'así 01-
'v idado. F"I triste Adolfo confló .sus 'Pesar~s a
f,nt:iqu{;, 'primo del felié ;Rícardo, del cuaJ se ha-
bia hecho ,'~:u'i 'üm'i'g<? Como Enrique debia re-
'g resar a L6ndres, PTOPUSO á. su amigo que le
acompañase, Este 'viaje proporc'jon~ba varias 'ven-
,tajas a toda la 'familia i fué aceptado como 'un
favor. Adolfo se despidió tiernamente de]a señora
Ceci~ia i de su hermana que vivia con ella, siendó
~ueflda con. maternal afecto; abraió a su padr,e ,
ya ,e stablecld? ~n cas~ del , comerciante; pidio
~rdenes a RIcardo, i betió respetuosainente lá
mano de su adorada ~ ulia. , Dos meses despues
·'ya estaLa en la populosa metrópoli de la 'más in:'
I(l usttiosa de las 'nacioriC$.
-. 104 ~
L()s neg.ocios de los viajeros prosperan en e!
dia,]a distancia es inmensa, el tiempo vuela rá~
pidamente, i mil objetos nuevos se ofrecen por \
,odas p,!\rtes a 1\1 vista curios~ i asombrada de ~
americano. La esperiencia i la necesidad han
borrado los defectos de una tnala educacion;
pero i podrá borrarse del co~azon un. amol' ver ~
dade~o, inspirado. P.O! la. virtud i la belleza, i sos~.
tenido por la gratih,ld? La co's a parece difícil ,
~erb no es imposi\>le. El trabajo, la industria j la
(lctividad de\>llitan las pas~ones tie},"n,as., i ~l ~ll ~
ejercita el comercio en Inglaterra, con dificultad
tendrá tiempo para pensar en sus amores. Sin
~rnbargo, esperamos sabe~ algUl:'l Qia ~I resul,\ad <>.
i particularidades del viaje de Adolfo.
No solamente debe estudiarse el modo de con-
s.e rvar lo que se tiene, sioo tambien el de utilizaJ;"' • J
~o que ya pa\'ece inseTvible. Los in gleses i los.
~olaodeses han llevado, es~e aI:te ~ la m~yQr }?e.t;-
:fece¡on. Entre ellos nada se bota ni se desperd r,"-
cia, i las cosas mas despreciables vienen a se r
útiles, 1, vuelven, a adquirir valor i aJ¡>reci,o ~egu ~
las diversas modificaciones i formas que adquie-
I'en por medio de tas industrias fabril i agrícola .
Hai tambien muchos objetos ql),e solamente son,
despreciables en u~, seJ,l..tidQ relativo, puesJo qu ~,
~n otras casas ~ paFa otras personas se halla Gü l
lo que despl'ecian i desechan las jentes acomoda,:
~as. Por consiguiente seria de la mayor utilidad!
un éstablecimi~nto donde pudiera cada uno ven,,"-
d~l. l~ que ya no quiere, bien. fuese!). mu~bles7,
v.estid()s, ]oza, &,R &,. i donde los que tienen p'J~
~as ~qJllodj_da.des, i ne~esitan cosas barafa~, l!un.,-
."... 1 O:S ...,...,
( flue no sean de moda, pudieran proveerse de ellas
a precios cómouos. Esto ahorraría dilijencias i
tiempo, i evitaría el indigno tráfico que hacen las
jentes de mala fe, <;ompl'ando a pr.ecios ínfimos.
segun la urjent.e necesidad de los que se van, o
están ejecutauos, i vendíenuo caro a los recien-
\legados que quieren proveerse pronto. Tal esta.
blecimiento serla utilísimo en esta capital, ida..,
ria a cada familia una pi~?:_a mas en su casa, por~
que dejaría de nec('sítal'~e el molesto cuarto de
trastos que ¡¡iempre encierra mil cosas útiles para
ciertas personas, aunque ya estén separadas de}
s.e~vi~io d~ los que las relegan al consabido cuar-
to. POI' Qltimo, yo creo que este establecimiento
podria dejar una grande ganancia a quien lo plan.
tase aqu\, i no se necesitaria uQa gran suma para
• darle principio . j Quiera Dios que esta lijera in,..
\li~aciún produzcl;\ algun efecto!
,

APÉNDICE.

CA'l'ECISMO DE ECONO~IlA DOnUSTICÁ¡

,~,

PAR't.L1 PRIMERA.

bEFINICION 1 UTILIDAD DE t:A kCclNOl\líA


DOMÉSTICA.

MA¡':STRA. Qui ent'i ende i.1 SlcI1 ; seít'orita, por


'eco nomía dUlllÉ'stica ~ - DIScIPUI.A. Es el arte
tle prli L\Urlr, ah orrar i eón's umir útilmenl~ la ri-
<1úeza de la familia. . . . .
M. Cuál es la \ÍliÍídiid matt>Ha\ (re lá 'eéoilo-
mía doméstica?-D. Aume'~1tur los recurSos de
la familia para evilarle empeño~, ¡proporcionarle
cOl:n.ocl idades i goce". . , ,
M. Cuál es su utilidad mdral ?-D: Lh (le pro-
pbrcionar inslrucciot) i colocucion a .la familia,
~um'éntar sd esiir\iaé+orl, I l11ahtener la i1UZ, la
Jecencia i el bienestar domésticos.
M. Cual es su utilidad social ?-D. FOIoen-
tal' hábitos de laboriosidad i 6rden, q\.ie del i;et1d
tie la familia salen a difundirse en la sociedad:
-l08~

M. Cómo fomenta esos hábitos ?-D. Facili.


tando a la familia capital para sus empresas, es-
citando el amor a las riquezas i la aplicacioll a
trabajo, que es el medio honroso de adquirirlas.

DE LA PRODUCCION.

M Qué entiende usteu por prouuccion ?-D.


Es la creacion de utilidad i valor de alguna rna-
teria.
M. Dame usted un ejemplo .-D. Ciertas flo-
res no tienen hol ninguna utilidad entre nosotros,
i por consiguiente no tienen valor; pero si las to-
mamos en capullo i las curtimos en vinagre, po.
demos ponerlas en uso i darles utilidad ¡valor.
M. No puede aumentarse de otro modo el
valor de la materia ?-D. Sí, señora, por e.iem~
plo! compro un pan de azúcar en dos pesos fúer",
tes i lo hago dulces, los cuales yendo en Guatro,
habré aumentado con. mi laboriosidad el valor de
]a materia.
¡W, Cómo s:e divi,le la prouuccion doméstica 1.. ,-
D. En directa e indirecta.
M. Comó se produce dire~tamentp.?--D. Em-
pleando el tiempo en fll trabajo, como costuras
u otras. manufaclurás qqe ~f' vet:luen ~on algunq
ganancIa,
M. Qué es producclon indirecta ?-D . . Es la
que re&u)ta ~e hacer las obras necesarias para la
familia, para no tener que pagarlas a estraños.
M. Luego el ahorro produce indirectamente?-:
p. Sí, señora, porque lo que QO se COnSuJll.~ aq ...
menta el capital, .
J:- 109 - -
bEi. ÁHORÍto.
M. Qu~ entiende usded por ahorro 1- - D. Nd
gastar ni consumir 10 que puede evitarse, ñi des-
p(!rdiciar las cosas útiles.
M. Cuál es el fin del ahorro 1-D. Gastar (j
consumir la ménos riqueza posible, formándonos
una rl'iserVa con qué poder proveer a nuestras
necesiJaJes en casos estraordinarios, como el de
Una enfermedad I un viaje necesatio, u otros tbn-
tratiempbs inevitables.
M. tiene usted conocimIento de alguna insti-
tucion pública destinada a . pr~mover, ~cumular
i adelantar nuestras economías ?- " D. Sí, señora,
las caj{i! de ahorros tienen ese behéfico objeto:
ellas no solo nos conservan las pequeñas sumas
lt<lue logramos economitar, sino que poniéndolas
en jiro las aumentan.
M. Segun eso, usted p~eferiria depositar sus
economías en una caja d~ ahorros, a tenerlas
guarUadas-D. Indudablemente, estando bien br.:;.
ganizada, administrada por personas hábiles i de
reconocida probiuad, i sobre todo, que diera ga-
rantías a los depositantes de no suftir fraude ni
menoscabo en sus haberes.
M. 1 cree usted que por ahorrar debe usted
privarse de los alimentos necesarios, no curarse
en sus enfermedades, &.a_D. No, st:ñora, por-
que eso seria confundir la economía con la deies-
table avarici¡l. ,
M. Qué entiende usted por anricia ?-D. El
afan de acumular riquezas, 11Q para consumir tú
producir, sino solo para atesorar.
-11
I. or qu e la ll ama u ~t e (l t1e test a ble?- D,
rque el Qyaro no 010 f' uje tn n pri vnciolH V

tncompat ible COD. u e tau de fort una , sin que


perj udica a la ~ oc: i eu ad ma teni mI ~i so un
~apital qu e pu die ra ap lica rse íl a lgl~ n trabaj) Q
t'mpre a út il, a la ~'ez q ue e in apa? dí! ha 'te'
el menor bi e n a u~ e mej antes .
1. Q!-I e piepsa u tel! de lo ~ 1 ob res qp e por
imitar 8 los ricos, co ~ en frecuentem e nte osto·
sos alimentos vIsten ri'o tela i u an mueble '
de gran valor?-D. Qu e proceden impru den te -
inente, pues para ello tien en qu e contraer de uda,
por lél ' cuales al fin e encuentran arru inado' i
per eguidos de u acreedores. .
f. Luego lo ga _tos de la fami lia debe n er
e!l 'pr~porcibfl a us renta 1-D. 1 señora e-t~
es la regla jenera!.
1\1. Los ricos deben ua tal' su renta, sin li mi-
tacion alguna ?-D. N o ,eñor::l deben pr ocu rar
reseryar una parte de ella para aumen tar su cn-
pital i estar prevenido contra pal1\l ie r caDlbill
de fortuna.
E ~LEo P:Er, TLE)IFO 1 DI\l 10 ' DEL TR .\R\ l),

M. Qpé h:lfá usted para emplear hien 1 tie l ·


po 1-"D. Tenér ocupaua la familia dh'idir I
trabajo, fijar las hora ti e te i las de d . caD,O,
comida, visitas, l:'.B • • •

:r.i. Qué efedos produce la ocio idad en In


familia?-D. La f~mili¡l que no tiene ocupaci n
no produce naCla i solo CODsume lo que om i
,-iste j por 10 que estara siempre pobr si n
liene appndaQtes re~ltas.
. i' .... ..
o
-111- ._~

M , QGé e fectos produce la ociosidad en el f{-:


ico del bello sexo?-D. Produce enfermedades
n e rvio~a~, gll,~ apé l1 as són cono~ iJas de las jentes:
del camp(.l i d ~ las personas laboriosas' i de esto
se sigue
mosura,
. ' u'n,a vida penosa
. ... . ., de' la her-
i la pérdida'

''''M. Qufi efef.to~ ~or~le.s pi<\~ uce la 9ciosi-


dad ?;-D. La ociosidau, como han dicho los sa-
bios; e.s'¡'a ¡nadre de todos los vicios, i 'por su
~au.sa s:e' yen ~u~has fa\t\ilia~ r~ducid~s a la ma-
yor pobreza, deshonradas i sin estimacion.
M. Luego el trabajO ~onduce a la virtud i, a la
~stimacion (-D. Sí, s ~ ñora, en el dia esa es una
ve'rdad' reconocida. ' 1 ' \ .J . " , .

1\'\. Qué en,tienue usted por divisioll del tr~ :


• bajo?-_D , No ocupar a una persona en muchos
oficios a ' ún mismo tiempo. ' , ., ,,
'Ilyj. Póng'a me u~te<\ un ejemplo-p. La r~Pl'\
de la familia necesita' de ser cortada, hecha, la.,.
vada i aplanchad'~ '; i si para 'cada un~ de estas:
~peb~a.?io?~s ocupo ~na pers9.11a ~a~r~ di~idi~o e~
tra aJO. .
M. vuál es la utilidad de la division del tra-
~~Jó ?-D~' ~~le se"de~.e~peñ~ ~a~ ' pro~t~ i COf\
mas perfecclOn, porque cada obrero atiende mas
a su ~fiS.io i ~p co~oce ~e.ior~, . .
~. SI las ~eqtas d~. la famJ!H~ no ~?n, sufiCien-
tes pára 'ocupar a una persona en cada oficio, ()
estos pueden 'hacerse por una sola, ¿qué hará
us\ed ?-D,. Cuidaré d~ que los ~~cios se hagan'
tino déspues de otro. '
" 1\[ Qué tiempo destinará usted al tocaoor, a
,a~ ~isit~s i raseos ~-D. El rn~nor posible i ~.~
~ Ji:) ...:.::.
tnén os ocupado, pues el t iempo empleado en esto
Í's dinero que Se! pierde.
l\I. Cuántas hor~s ba tarán para dormir la fa,
rriilia por la noche ?-' D. Si ete . u ocho a lo mas.
M. A que horas deberá rec ojerst' por la noch e
i levantarse por la mañana ?-D. En las ciudades
se podrán señalar las diez de la noch e i las cin o
de la mañana. En el camp"O es preciso recoj er e
por la noche lo mas temp rano posible.
M. Es necesario que usted ati e nda a qu l:! cada
sirviente cumpla con sus deberes e in!>peccione el
trabaj o doméstico ?-D. Sí, s ~fo ra: porque no
haciéndolo así, perderian el tiempo, no harian
nada bueno, ~a familia estaria mal servida i se
consumiría el dinero Sili provecho .

i>ivi stON DE LOS GAsTos.

M. Qué e~tiende ustp.d; sefiorita, por cohsutli d


tIe la familia ?-=-b. L lá mase consumo lb que se
emplea, por ejemplo, en comer vestir i otras co!.
sas en que se gasta el dinero i tie destruye sU
valdr.
M. De cuantas espf'cies son jos gaSlbs de uná
familiá ?-D. De dos: productivos e improduc-
tivos.
M. Cuáles son los gastos productivos ?-. D.
Los que se hacen en educar la familia, en ins-
trumentos máquinas i materiales para emplearlos
en el trabajo, i otroS.
M. Cuáles son los gastos improcluctivosr-D.
Los que se hacen en casa de habitacion, alimen-
tas, médico~, &.8.
11 0
M. Son necesarios es tos gastos -? -D. Sí, po r-o
que el hom bre ti ene el deber d e conservarse, í
no puede conseg uirlo sin alimentarse i curarse
de sus enfermedades; i aJemas, porque en el
estado actual de la sociedad no_ le es pe rmitido
estar desnudo i errante e n las selvas, como pud o
estar en el estado primitivo .
M. N o h,ai átt:os g astos improductIvos que sea tÍ
yoluntarios ?- D . Sí, son gastos improdu c tivos
voluntarios los de adórno i rlacer. _.
M. Cll á.les son los gastos de auorno i placer ?-
D. Los c¡u e se hacen, por ejemplo, erí prenda s
de oro o plata, e n piedras preciosas, en tra; es de
punto, seda" terciopelo u otros éostosos, en ricos
muebl es l: in strumentos, como grandes espejos ;
piano~ i otras cosas sin las cuales ruede vivir
.. Una rá rnília cómodamente, aunqu e con ménos'
goces i ostentacion .
1\1. Pq'r qué llamamos estos gastos de adorno'
i placer ?-D. Porque solo nos proporciona ll .Iu-
cimientp i satisfaccion.
M. Los pobres i los ricos deben' liace'r todos
estos gastos ?-D. No : los productivos i los im-
productivos necesarios deben hace rlos touas la s
familias en mayor () menor grado; pero los im-
productivos voluntarios, o de adorno i placer,
~olo les son posibles a los ricos que gozan de su -
ficientes rentas.

8
- H4 -,,:-

PARTE SE GtJND_<\ .

GO BIER J:'1 0 DE LA CASA .

1\1. Qué debe usted hacer, señorita, pa ra 8a-


er las rentas de la familia i en qué las invierte?
'D . Llevaré una cu enta de las e ntradas i sali das,
~on especificacion de los objet,Os el e los gas tos
.q ue haga.
lVI. Qué otra ventaja conseguirá usled CO? es ~e
m étodo ?-D . La de prúbar mi fidelidad , Il1 Spl-
far confianza, i ganar estimacion pul' el bue n uso
que haga de J:ls cantidades qu e se m e entreg uell.
M . Cómo llistribuil á usted las canlidau es que
deba gastar en las cosas necesarias para la fami
lia?-D. Las dividiré en doce partes, para gast,ar
una en cada mes; i arreglaré e n propol'c iog ,e l
alquiler de la casa, el núme ro i salario ue los
sirvientes, el g asto diario de la m esa, el de ropa,
~.. a &.a
M. En caso de no poder usted calcular la
suma de que haya de uispoQer anualmente por
ser la ren ta eventual, ¿qué hará usted? - D.
No gastaré nunca mas de lo que se gane o pro-
bablement e pueda ganurse, procurand.o siempre
economiza r algo.
M. Lu ego que haya usted calculado la renta
o ganancias de la familia, i destinado cada parte
a su objeto, ¿ qu é mas deberá usted hacer ?- C.
Principiaré a hacer los gastos productivos e i m-
productivos, ~egun sean ~~cesarios .
- 11 5 -

G ASTOS PRODUCTl VOS.

Educacloll..

M. Qué entiende usted por educar la familia ?-


D. Educar la familia es enseñarle buenas cos-
tumbres, finos modales e instruirla en las ciencias,
en las artes o en algun oficio.
M. Cómo se llama la enseñanza de las buenas
costumbres ?-D. Educacion moral.
M. Cómo la que se dirije al cuerpo ?-D. Edu-
cacion física .
M. Cómo la qu e ilustra el entendimiento ?-D.
Educacion intelectual o científica.
M . Qué materias comprende la euucacion mo-
ral ?-D. La relijion o los ueberes de la familia
para con Dios, para con sus padres, para con su
patria, para con sus prójimos en particular, para
consigo mismo Sj-.a
M. Cuáles comprend e la euucaeion física ?-
D. Las buenas reglas de aseo, vestido, comidas,
-ejercicios, mal1eras cultas, Sj-.a
M. Cuál es la educacion ci entífica ?-D. To-
dos los conocimientos humanos de un óruen su-
perior, como la filo sofía, la medicina, la jurispru-
dencia i otros.
M. Los niños i las niñas deben recibir una mis-
ma educacion ?-D. La educacion de los 'uos
sexos se dife rencia en mucha parte, porque la
mujer debe tener costumbres mas puras, moda-
les mas finos i ocupaciones mas suave-s que el
hombre.
- i1 6-
M. En qué se funua ' esta diferencia ?- D. En
él destino providencial de la mujer, i e n su con s-
titucion, que es naturalmen te mas dé bil i sensi ble
que la del hombre.
M. Todas las familias pued en recibir una mis-
ma educacion ?-D. Todas son susceptibl es d e
recibirla en mayor o menor grado; pero la cien-
tífica solo es posible a las que tienen con qué
costearla.
. M. Cuál es fa education que pueden adquiri r
J9s pobres con mas facilidad ?-D. La moral, la
física i la primaria, que comprende el arte de leer,
escribir i contar; tambien les es corriunmentc
fácil aprender algun arte u oficio.
M. No eS degradante a las familias honradas
dedicarse a las artes ?-D. No, señora, los arte -
sanos con hábitos de decencia i buena conducta ,
son dignos de estimacion en ros pueblos ilustrados.
M. Qué regla deberá usted observar para des-
tinar la fanJilia a las ciencias, artes u oficios?-
D. Procuraré conocer la capaciuad i vocacion de
cada persona, i la destinaré segun estas i los re-
cursos de la fa.milia. .
M. Debe el beJIo sexo entregarse al estudio
continuado de las ciencias ?-D. N o; porque su
principal fin es atenuer al gobierno de la casa i
educacion de la familia; i el estudio de las cien -'
das le absorberia todo el t1 empo, i ad emas le
pl'Ívai'ia de la belleza física, deteriorando su tem -
peramento.
~. Cuáles son los oficios mas propios para la&
l'nuJ.e~e~?-D. Aquellos en que se necesita mas
hab¡(J(lad que fuerza, que divierten i no fastidia n,
-111-
• e omo el dibujo, la Gostura i bord¡ul9 1 ºtrª-~ ~a­
n ufacturas.
N M. Qué hará usted para educar 8U familia conr
sumienoo lo ménos posible 1-Le ens.e ñaré tOQ~
aquellas materias que yo conozca con perfeccio~
permitiénoomelo mis ocupaciones preferentes.
M. Qué mas hará usted ?-D. Le proporcío..-
nar6 las escuelas mas acreditadas por 105 conocí,
mien tos de sus maestros, i por su .contraccion a
la enseñanza.
M. Teniendo usted regulares colejios en el
pueblo de 8U ,resid encia ¿ será preferente mandar
a los niños a educarse a otras partes distantes?-
- D. N o; porque los gastos serán mayores, i los
niños que se educan fuera de la familia carecen
de los cuidados inmediatos de S\,lS padres, i les
•. pierden en parte el amor.
M. Qué hará usted para que los niños no pier-
(lan el liem po en las escuelas ?-D. N o ponerlos
en ellas ántes de los seis a ocho años de edad, ni
co nse1!tir en que se distraigan en juegos u otras
cosas que no sean sus estudios, ni pe.rmitirles
fa ltas voluntarias de asistencia .
. M . De qu6 modo ev itará usted los gastos de
libros, papel i otro s, en mayor cantidad de la ne,.
cesaria ?- _ D. Tomaré de los maestros noticia de
lo que sea indispensable para el aprendizaje; i
celaré en que los niños no cometan desperdicios.
M. De qué manera son productivos los gastos
de instruccion ?-D. Son productivos directa e
,, . indir.ectamen te ..Pr?d.ucen en el prin:er caso prO'O
porclOnando al Il1dlVlduo los conoclOlientos ne-
cesarios para de~empeñar el trabajo caD UlciUd.ad
. ' . ,
-118-
mas eficacia i perfeccioD; i en el segundo evi-
tándole el tener que ~mplear a otros intelijentes,
que tendl'ia que pagar.
M. Qué efectos morales produce para la fa-
mili¡l la educacion esmerada ?-D. Por medio-
de la educacion se suavizan las costumbres, se
moderan las pasiones, se conserva la buena ar-
monía doméstica, i se gana el afecto i la estima-
cion jenera 1.
M. Cuáles son los efecto~ sociales de la ins-
truccion ?-D. Cuando se j~ neraliza la instruc-
cion de los individuos se hace mas productiva la
industria, i mas abundantes los artículos de con-
sumo, mejora la moral de los pueblos, i se ase-
gura la tranquilidad pública.

JSNTRUMENTOS, MUEBLES 1 MATERIALli:S DESTINA-


DOS AL TRABAJO.

M. E'on necesarios algunos instrumentos i


muebles para los trabajos Jomésticos ?-D. Sí,
en una casa bien dirijida debe haber muebles
e instrumentos para la costura ; bordado, arlan-
chado, i para todos los oficios que ellos sean
necesarios.
M. De qué modo son útiles i productivos los
instrumentos i muebles ?-D. A usiliando la in-
telijencia de las personas dedicadas al trabajo"
facilitándoles este i contribuyendo a que se haga
mas perfecto, i a que tenga mas valor.
M. Qué resulta cuando faltan los buenos ins-
trumen.tos ¡- muebles necesarios para el trabajo
doméstIco ?-D. Que los obreros trabajan mas i
-" -119-'-
• hacen ménos, i fa s obras resultan imperfecUls j'
de valor inferior .
.. M. No seria conye niente emplear algunas má-
íluinas en' los oficios dom ésticos ?-D. Sí, siem-
pre que esto sea posible debe preferirse; porque"
tas már¡uinas evit1\n algunos gastos i ayudan con-
siderablempnte a la prodllccion.
M . Son gastos pr0ductivos los <lue se hacen
en material es ?-D. Lo son siempre que las obras
que se hagan se vendan por una cantidad supe-
f ior al valor necesario.
M. Qué delw mos entender por valor necesa-
rio?-O. Todos los gastos que se hacen para
producir una <:OS1\.
M. Deme usted un eje mplo ?-D. Suponga-
mos que yo debi era hac er un boh;illo de punto
.. en o~o ~ en seda: cada un a .de estas mat~ri1\s m~
flabrla nnport a do una cantIdad determll1ada; 1
si, por ejempfo, to(]as juntas ascenciieran a dos"
pesos fuertes, este seria el valor necesario del
bolsillo.
M. Debiera usted venoPT su bolsillo solo por
él valor necesario ?-D. No, porque entónces no
ganaria nada i habria pe rdido mi trahajo.
M. Cómo se llama el valor de las cosas que
se venden ?-D. Valor pn cambio.
M" r la c::ltItidad qu P se gana despues de sa--
cado el valor necesari o ?-D. Ganancia o pro.;
ducto' neto.
M. En qué consiste la economía de Jos mate-
~ riales.-D. En comprarlos por mayor, i, cuando
es posible, al prim er productor, i en nq,. desperdí--
ciarlos.
-120 -
DE LO S SIRVIENTES.
M . S erá conve ni e nte tene r muchos sirvien -
t ps ?-D. E s m ejor lene r un pequeño núm t' ro
.Lien paga dos qu e muchos con pequ eños sueldos .
. ' .l\-!. Por qué razon ?-D. Porque muchos sir-
v ientes e n una casa e mb a razan el se rvicio, im·
piden e1 órdeo , i em pob rec e n la fumilj¡) si 110 es -
tá n m u i bi en oc u pado s. A de rn as, los si r vit! n tes
cuando esl ún IJi en pagos, sirve n con mas volun-
tad i tom an m as interes e n los o ficio s domésticos.
M. Qu é cond ic io nes son n ece~a rias para ad-
mitir si rv ie ntes e n la cas a ?-D. Qu e estos Sl'a n
fiel es i d'C bu e na s costumbres: que no se an de':'
masiado vi ejos: qu e se an bien co nstituidos i g o-
cen d e buena salud; i en fin , que tengan el ta lento
e instruccion i ndi s pe nsa ble pa ra 1.1 ese mp eñar S)J
ofi cio. .
.lV1. L OR sirvi e ntes que se ti e ne n oc iosos i solo
por ostentac ion, 80 11 pl'odu cti\' os ?-D . D e ningu-
na man enl: son cons umid ores q ue arcu inará q la
familia qlle no te nga cOII~ide r aL l es re nt as . ..
M. Cómo so n produr tivos 1o,.: sirvi e ntes?-
D. Ayuda ndo directa e inu irectament e a la pro-
duccion. .
M. Cóm o produc en d irec ta me nt e ?-D. Oc~ ~
pándolo s en tr a bajos prod uct ivos.
M. Cómo indirec ta men te ?-D. Destinándolos
n hacer los ofi cios que del;i e ra hac e r la señora
d e la casa, mi 611tras csta se oc upa en obras pro-
cluctivas.
M. Dem.e usted un ej emplo de los productores
clirectos.- -D. Los sirvi e ntes qu e yo tomara para
.....
- 121 - .
4 que hicieran por mi cueI\ta encajes, flor€'$ artifi-
ciales &.11. serian prqduc~ores directos .
~ M. Deme usted un ejemplo dt1 los productores
inuire~tos. -D. Los sirvientes que destinara a
los oficios de la cl).sa, comO al lavado, aplanchadQ
&.!I serian productores ipdirectos. '
M. Cuál de los sexos debe preferirse para el
servicio de la casa ?-D. El femenino, porque
sufre mejor la in s peceion de la señora; pero ha~
algunos oficios domésticos -que no p~ede~ ser
desempeñados sino por hombres.
M. Debe cada sirviente ten e r señalada su res-
pectiya ocupacion ?-D. Sí, señora; para man -
¡ener i conservar el órden en una casa es preciso
que no se confundan las ocupaC'ionés ' de los sir-
vientes o .c riados, i que cada uno tenga señalada
~u obligacion ; pero esto no debe imppdir que en
los casos necesarios se ayuden los unos a los
otros. .
M. Qué debe hacerse para que los sirvi~ntf:'~
d ese mpeñen bien i punt.ualmente sus oficios ?-D.
Instruirlos, dirijirlos, e inspeccionar su trabajo
co n frecuencia, i t.~ nerlos siemp re ocupados.
M. Cómo de ben ser tr'ataJos los sirv¡entes?-
D. Con benignidad e indl1ljencia.
M. Cómo deue reprendérseles ?-D. Con duk
z ura j bonJao, ¡dándoles Luenos consejos.
M. D6be la señura'¡ líiñf1s tratar a sus sirvien-
tes con mucha famili~ritlatl ?-D. N o, señora.,
porque la tlemasiada famiTial'iJad es opuesta al
. respeto, i es causa de "'lue los sirvientes pierJall
la consideracion que peben 'u la faluilia, i s~ ~a:
gan ~efjvergonzados . ,
--=- i22 -
. M. En qué caso es indispensable despeuir
los sirvientes? - D. Siempre que se note en
ellos falta de respeto o de honestidad, infideli-
dad, o vicios como el juego, la embriaguez &.á ;
{'uando tengan un jeniu violento incorrejible, i'
la facilidad -de exasperarse hasta Ill'gar a la
insolencia.
M. Debe despedirse Ufl sirviente por peqUl·ños
que sean sus defectos ?-D. No, señora, es pre-
ciso en este caso tener paciencia i procu rar corre-
jir i disminuir sus faltas con suaves reprensiones.

GASTOS IMPRODU CTIVOS

AliD1.ento8.
M. Q.ué hará usted para proveer la casa coi}
economía- de alimentos i oe otras cosas preci-
sas ?-D. Me impondré de los precios del mer':
cado, i si fuere posible escojeré un abastecedor
en cada artículo.
M . Qué utilidad sacará usted de eso ?-D.
Evitnré en parte el fraude de los sirvientes com-
pradores. .
M. No es cony<,niente hacer algunas proví".:
siones ?-D . En ciertos ca!:os es hueno hacer al-
gunas provisi.unes de efectos que se escasean i
encarecen en ci ertas estacione;l; o se compr¡¡n
mas baratos tomándolos por mayor; pero no de-
bemos tomar en gran cantidad los que están es-
puestos a corromperse.
Debe usted ponel' su despensa a disposicion
de la cocinp.ra u otros sirvientes de poca confian-
za ?-D. No, señora, porque entónces me espon-
-123 -
uria a que las cosas se consumieran en mayor
c~tidad de la ne!Je~ar;a.
M. Qué pspecie de alimentos preferirá usted
para la familia ?-D. Los de mejor calidad i mas
sanos, consultando siempre el gusto de Ta fumilia
¡sus fac u J tad es.
M. En qué proporcion suministrará usted los
alimentos-D. En cantidad s uficiente para el nú·
mero de personas de que se componga la familia;
pero no con tanta abundancia que haya des·
perdicio.
M. Cuántas comidas deberá hncer ordinaria-
mente la .familia ?-D. Bastan dos en el dia, i
una lijera cena.
M. Qué sucede a las personas que comen mu-
cho i frecuentemente ?-D. Qué se debilitan sus
*ijestiones, i al fin contraen enfermedades que
les causan considprables gastos .
. M. Cómo sabrá usted lo que necesita una co·
cinera para preparar los alimentos ?-D. Instru-
y endome en el arte de cocina.
M. N o es impropio de una sEñorita disponer
lo que haya de hacer la co<'Ítiera e ir;speccionar
la cocina ?-D. No, señora: una persona de mi
sexo debe dirijir los oficios domésticos i Sabel"
euándo están bien o mal hechos para correjir los
defectos. De otro modo los sirvientes serian su-
periores en sus oficios al ama de la casa.

• VESTrDo •

M. En qué consiste la principal economía del


vestido ?-D. En comprar solo la ropa necesaria ,
-124 -
pr.~rlendo las de tela de hilo, que son las de mas
Juracion, i las de color oscuro para los niños i
srrvientes; i en remendar las piezas que no esté_
clareauas.
M. Qué convE'ndl':l hacer para que la ropa
sirva con igualdad i evitar qu e se pierda ?-D.
Numerarla toJa; tener UDa lista o estado de la
ropa que contenga c a da armario, i no mandarlu.
allavadel'o sin apuntarla, distinguiendo cada pie-
za por su especie j color.
T\I. Si despues de vestida la familia variaren
las modas, ¿ deberá usted prov ee rla de nueva
l'oprr ?-D. No, señora, porque pocos caudales
bastarían para seguir todas las modas que inventa
el capricho i el interes in div idual, teniendo que
perder las ropas hech3s, lo cual s eria un desper-
dicio de mucha conside rac ion.
1',1. Deberá usted comprar para cada baile o vi·
sit a a donde usted haya de asistir un traje nuevo,
desechando los que tenga por IJab6rselos pnes-
to ya? -. D. No; porque eso seria un loco i
ridículo uesperdicio. Miélltras mis trajes est6n
decen.tes debo usarlos sin n ecesidad de otros
nuevos.
1\1. Cuól es el traje que aumenta los ntracti·
- vos de una E'eñorila, i disminuye las injurias de
la vejez ?-D. El' mas sencillo, aseado i elegante.
1\1. Qu é entiende usted por lujo ?-D. Lujo
Os el uso de aquellas cosas que no podemos ad-
quirir sin comprometer nuestro crédito, contraer
deudas i arruinarnos al fin.
M. Luego será lujo en una señorita el vestido
r e seda, punto u otro de tela costosa, s~ solo tiene
- - 1 25 -
medios para comprarlo de :m bsoltna ?--D. S i;
señora .
M. Cuáles son los efectos del lujo ?-D. El
lujo en el bello sexo causa su deshonra i envile-
cimiento, i con frecuencia es el motivo de la rui-
na i desesperacion de los padres de familia.
M, LOR vestidos deben cortarse i hacerse en la
casa ?-D, Es lo mejor siempre que sea posible.
M. Cómo deben reponerse las ropas ?-D. Ha- '
ciepdo todos los años algunas piezas .
. M. En cuanto al lavado i aplanchaJo qué deb e
tenerse presente ?-D. Que todas las ropas no
(leben lavarse i aplancharse de un mismo modo:
que estas operaciones deben modificarse segun
las clases de telas i sus colores, como igualmente
cuando haya muchas que quitar.
.... M. Qué destinos dará usted a las ropas Je las
personas mayores cuando ya sean inútiles p'ara
estas ?-D. Las arreglaré a los niños o a los sir-
vientes, i cuando estén totalmente inlÍtiles las
guardaré para una enfermedad.
M. Luego será indispensabte que el ama de
casa conozca el arte del lavado i aplanchado 1-
D. Conviene que conozca estos oficios para que
los dirija i enseñe a sus sirvientes.

ALOJAMIENTO 1 CONSERVACLOÑ DE::LOS M'VERLES;

M. Si la familia necesitaré de alquilar una


casa, de qué precio la tomará usted ?-D. En
., esta materia debe consultarse la renta disponible
i el número de personas de que se componga la
familia. La casa de habitacion debe ser cómoda'
- 12<3 -
i decente; pero no debemos por ostentacron to ~
mar una de mucho prp.cio, ni tan grande que una
parte de ella queue desocupada.
M. De qué otra cosa cuidará usted al tomar
una casa en arrendamiento ?-D. Procuraré que
.esté situada en el lugar mas sano, que sea bien
ventilada, í ue modo que los vientos reinantes no
dañen la salud de la familia.
M. De qué modo distribuirá usted las piezas
<le la casa? D. Destinaré la sala para el estrado,
otras piezas para dormitorios, para los criados o
sirvientes, para comedor, despensa i coeiaa, i para
algunos oficios que necesitan ue local esclusi-
yO, & ..a &.0.
M. Qué regla deLe usted observar en la colo-
eaeion i eonservacion de los muebles ?-D. Qué
cada uno tenga su lugar fijo, con la dehida sepa-
c íon; que todos los dias se limpien, i que sea
r eparados anualmente .
M. Qué debe hacer la persona encargaua del
asco i conservacion de los muebles?--D. Los
m edios de evitar que la polilla losdeslruya, ¡los
de limpiar las maderas, dorados, espejos meta-
Ics & .ll.
() Af:¡ TOS EN MÉDI COS .

M . En qué consiste la economía de los gastos


en méuico¡¡ ?--D. En hacer que la familia evite
laH nfcrm edad es observando algunas reglas d~
}¡jjienc , 'ntr las cuales es la primera e'l aseo, 1
Jla/nar al m '· tI ico al princ ipio de aquellas, ánt
(Juo (l hagan pelig rosas o crónicas.
M. S -rÚo convcni ntc que la familia mude con
-127 -
free uencia de lOédioo ?-D. N o, sefiora; porque
es una ventaja mui apreciable la de tener un me-
"dico esperimentado que conozca bien el tempe-
ramento, las costumbres i las enfermedades a que
está sujeta la familia.
M. Qué deberá usted hacer para economizar
algo en los gastos de medicamentos ?-D. Culti-
var en la casa, en los ratos de recreo, algunas
plantas medicinales, i comprar a los droguistas
illgunas medicinas de uso conocido i comun.

OASTOS IMPRODUCTIVOS VOLUNTARIOS, O DE


ADQRNO 1 PLACER.

M.. Son lícitos los gastos en conciertos, bailes,


en asistir a funciones teatrales &.a ?-D. Son
permitidos" cuando no son frecuentes i se hacen
con una parte del sobrante de la renta doméstica,
mas no cuando para hacerlos es preciso privarse
,de las cosas necesarias o contraer deudas.
M. Qué ventajas se sacan de tales gastos ?-
D. Que fomeQtan la cultura i civilidad sociales,
alejan. la juventud de vicios, i complementan su
,e ducacion.
M. Qué parecer tiene usted sobre los gastos
' en banqQetes, paseos lejanos i viajes de placer,
en caballos de rp.galo, en rifas i otro's de pura
vanidad ?-D. Que semejantes gastos son inmo-
rales en el pobre, ridículos i ruinosos en la me-
dianía, tolerables en las familias desahogadas, i
.. solo lejítimos en los ricos; pues las riquezas en
tanto son buenas, en cuanto sean (¡tiLes a sus
dueños i a la sociedad .

......
-128-
)1. Qué incon\enlente tienen los ga tos en
vajilla de plata u oro, diamante. i otras joyas 1
-D. Que la riqueza que se emplea en gasto
de o~tenlacion es improducti,a a í para el due-
ño como para la sociedad, pudiendo ser produc-
tiva para ámbos si e empleara en nn ramo de
indus ria.
l. Luego no deben hacerse esos gastos 1-
D. Pueden hacerlos al uu nas familias en pro por .
cion a su rentas, pagando de ese modo un tribu-
to a la cu:lura de la sociedad; pero las que ti e-
nen pequeños capitales procederan mejor e,¡":
tándolos.

FL

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