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Pero realmente es muy poco lo que se conoce a cerca del tema. Hace falta conocer los
beneficios que puede aportarnos, que alcances científicos tiene y las precauciones que
se debe tener con el manejo de la radiactividad, además es interesante informarse sobre
el por qué ocurren, más sabiendo que todos los seres vivos están involucrados, se quiera
o no con ella, no importando el lugar en donde se encuentren, ya sea en la casa, en
la oficina, en el campo, en la calle, o en el colegio.
Son muchas las clases de radiaciones que existen, por lo que se han clasificado en
ionizantes y no ionizantes. Entre las primeras están los rayos X, rayos alfa, beta y gama,
estas radiaciones son capaces de ionizar la materia por donde pasan, esto significa que
provocan desprendimiento de electrones de los átomos, y si éstos están formando
moléculas en células, afectará el comportamiento del organismo.
Planteamiento del problema
la radiactividad ha pasado de ser un regalo divino, a una de las mayores pesadillas para
el hombre. Esta acotación tiene mucho de cierto, ya que, si bien gracias a esto hemos
podido datar los fósiles y saber con bastante exactitud la edad de la tierra y de una
infinidad de objetos, también hemos podido salvar muchas vidas gracias al empleo del
fenómeno en aplicaciones médicas y hemos abastecido de energía nuestras fábricas y
muchas casas también debemos decir que el empleo de este conocimiento le ha traído al
hombre muchos dolores de cabeza. Todos estos problemas se deben al empleo
descontrolado y sin medir consecuencias. Para entender mejor esto deberíamos plantar
los efectos nocivos que nos acarrea el empleo de la radiactividad
El yodo-131, por ejemplo, sustituye al yodo no radiactivo que hay en el tiroides y nos
suministra información sobre su funcionamiento, en química nos proporciona datos
sobre el transcurso de las reacciones químicas.
La radiactividad es una propiedad de los isótopos que son "inestables", es decir, que se
mantienen en un estado excitado en sus capas electrónicas o nucleares, con lo que, para
alcanzar su estado fundamental, deben perder energía.
en uno mucho más ligero, como el uranio que, con el transcurrir de los siglos, acaba
convirtiéndose en plomo.
Radiactividad natural
En 1896, Henri Becquerel descubrió que ciertas sales de uranio emiten radiaciones
espontáneamente, al observar que, cuando colocaba placas fotográficas envueltas en
papel negro cerca de este mineral, los rayos-X velaban la placa a pesar de su envoltorio
opaco, descartando que se tratara de una propiedad de los materiales fosforescentes.
Pronto se vio que todas estas reacciones provienen del núcleo atómico que
describió Ernest Rutherford en 1911, quien también demostró que las radiaciones
emitidas por las sales de uranio pueden ionizar el aire y producir la descarga de cuerpos
cargados eléctricamente.
Con el uso del neutrón, partícula teorizada en 1920 por Ernest Rutherford, se consiguió
describir la radiación beta.
En 1932, James Chadwick descubrió la existencia del neutrón que Rutherford había
predicho en 1920, e inmediatamente después Enrico Fermi descubrió que ciertas
radiaciones emitidas en fenómenos no muy comunes de desintegración son en
realidad neutrones.
Símbolo utilizado tradicionalmente para indicar la presencia de radiactividad.
Nuevo símbolo de advertencia de radiactividad adoptado por la ISO en 2007 para fuentes
que puedan resultar peligrosas.
También en 1932, Mark Lawrence Erwin Oliphant2 teorizó sobre la fusión de núcleos
ligeros de hidrógeno, y poco después Bethe describió el funcionamiento de las estrellas
con base en este mecanismo.
Las partículas alfa núcleos de helio se detienen al interponer una hoja de papel, las
partículas beta electrones y positrones no pueden atravesar una capa de aluminio. Sin
embargo, los rayos gamma fotones de alta energía necesitan una barrera mucho más
gruesa, y los más energéticos pueden atravesar el plomo.
Desintegración beta: Son flujos de electrones beta negativas o positrones beta positivas
resultantes de la desintegración de los neutrones o protones del núcleo cuando este se
encuentra en un estado excitado. Es desviada por campos magnéticos, es más
penetrante, aunque su poder de ionización no es tan elevado como el de las partículas
alfa.
Por lo tanto, cuando un átomo expulsa una partícula beta, su número atómico aumenta o
disminuye una unidad debido al protón ganado o perdido.
Existen tres tipos de radiación beta: la radiación beta-, que consiste en la emisión
espontánea de electrones por parte de los núcleos; la radiación beta+, en la que un
protón del núcleo se desintegra y da lugar a un neutrón, a un positrón o partícula Beta+
y un neutrino, y por último la captura electrónica que se da en núcleos con exceso
de protones, en la cual el núcleo captura un electrón de la corteza electrónica, que se
unirá a un protón del núcleo para dar un neutrón.
Las leyes de desintegración radiactiva, descritas por Frederick Soddy y Kasimir Fajans,
son:
- Cuando un átomo radiactivo emite una partícula alfa, la masa del átomo A resultante
disminuye en 4 unidades y el número atómico Z en 2.
- Cuando un átomo radiactivo emite una partícula beta, el número atómico Z aumenta o
disminuye en una unidad y la masa atómica A se mantiene constante.
Las dos primeras leyes indican que, cuando un átomo emite una radiación alfa o beta, se
transforma en otro átomo de un elemento diferente. Este nuevo elemento puede ser
radiactivo y transformarse en otro, y así sucesivamente, con lo que se generan las
llamadas series radiactivas.
Objetivo general:
Proporcionar ideas para controlar los efectos nocivos sobre la salud en los
estudiantes del General Eloy Alfaro Delgado en el periodo 2017-2018
Objetivos específicos
La metáfora de las balas nos sirve también para explicar cómo protegernos de la
radiactividad: ponemos un escudo y la radiactividad se detiene. Pero recordemos que
hay muchos tipos de radiactividad, luego no hay un escudo perfecto que sirva para
todas: para algunos tipos basta una hoja de papel y para otros necesitamos un grueso
escudo de plomo, hormigón o algún material pesado.
Lo que ocurre es que cuanta más gruesa sea la pared, más partículas se detienen. Y este
efecto tiene un comportamiento exponencial: si una pared de 1 centímetro sólo deja
pasar una de cada 10 partículas, una de 2 centímetros sólo dejará pasar 1 de cada 100,
una de 3 centímetros solo 1 de cada 1000, etc. Es decir, que sí que es posible protegerse
de la radiación con un escudo: si en el caso anterior pusiéramos una pared de 10
centímetros, no llegaría prácticamente ninguna partícula muchas menos de las que
nuestro propio cuerpo le lanza a la pared.
https://sites.google.com/site/radiactividadrocio/introduccion
https://www.textoscientificos.com/fisica/radiactividad/riesgos-problemas
http://www.buenastareas.com/ensayos/Radiactividad/346945.html
http://www.aecat.net/el-cancer-de-tiroides/tratamiento-con-yodo-radioactivo/radiactividad-
y-medidas-de-radioproteccion/