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CURSO DE CONFIRMACIÓN 2018:

PARROQUIA SANTUARIO SEÑOR DE LOS MILAGROS


FICHA N° 1 El Creador (CEC.279-324)

"En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1). Con estas palabras solemnes comienza la
Sagrada Escritura. El Símbolo de la fe (el Credo) las recoge confesando a Dios Padre Todopoderoso como
"el Creador del cielo y de la tierra", "de todo lo visible y lo invisible".

La creación es el fundamento de "todos los designios salvíficos de Dios", "el comienzo de la historia de
la salvación" (DCG 51), que culmina en Cristo. De modo inverso (yendo del final al principio), el Misterio
de Cristo es la luz decisiva sobre el Misterio de la creación; revela el fin en vista del cual, "al principio,
Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): desde el principio Dios preveía la gloria de la nueva creación en
Cristo (cf. Rm 8,18-23):
«Jesucristo, es la imagen del Dios invisible, primogénito de toda creación,
porque en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, las
visibles y las invisibles… Todo ha sido creado por él y para él. Él es antes
que todas las cosas y todas subsisten en él.» Cf. Col 1, 15-17.

1. La catequesis sobre la Creación


La catequesis sobre la Creación es de una importancia capital ya que busca explicar la respuesta de la
fe cristiana a la pregunta básica que todos los hombres se han formulado: "¿De dónde venimos?" "¿A
dónde vamos?" "¿Cuál es nuestro origen?" "¿Cuál es nuestro fin?" "¿De dónde viene y a dónde va todo lo
que existe?" Son dos preguntas fundamentales e inseparables; la del origen (quien nos creó) y la del fin
(para qué nos creó). Su correcta respuesta es decisiva para el sentido y la orientación de nuestra vida y
nuestro obrar.
La cuestión sobre los orígenes del mundo y del hombre es objeto de numerosas investigaciones científicas.
Como resultado de estas investigaciones sobre los orígenes, podemos decir que está científicamente
comprobado: “A través de una investigación realizada por el científico Edwin Hubble, se comprobó que
la luz de las galaxias distantes más allá de nuestra vía láctea se alejan de nosotros a una velocidad
proporcional a su distancia de la tierra. Cuanto más lejana la galaxia, más rápido se está alejando. Esto
llevó a la siguiente conclusión comprobada por otros científicos; si el universo está en continua expansión
y retrocedemos el tiempo, entonces el universo se va haciendo cada vez más pequeño y más denso. Todo
el universo se contiene en un punto de infinita densidad de energía. Se puede hablar un inicio del universo.
Esto no es otra cosa que la FINITUD TEMPORAL DEL UNIVERSO. Que el universo tuvo un comienzo
absoluto en algún punto del pasado finito”. Otras investigaciones recientes, como la “Radiación de fondo”,
han confirmado esta propuesta. Así pues, podemos concluir que lo que comienza a existir tiene una causa
que es distinta a él, pues de la nada nada sale; El universo comenzó a existir y ello nos lo comprueban las
últimas investigaciones. Por tanto, el universo existe por una causa distinta de él. Esa causa se llama Dios.
Pero el gran interés que despiertan a estas investigaciones debe estar estimulado por una cuestión de
otro orden, y que supera el dominio propio de las ciencias naturales. No se trata sólo de saber cuándo y
cómo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando apareció el hombre, sino más bien de descubrir cuál
es el sentido de tal origen: si está gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima, o bien
por un Ser transcendente, inteligente y bueno, llamado Dios. Dios no ha creado el universo para ver
explotar estrellas o super novas. La razón de esos fenómenos es que se creen las condiciones necesarias

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CURSO DE CONFIRMACIÓN 2018:
PARROQUIA SANTUARIO SEÑOR DE LOS MILAGROS
FICHA N° 1 El Creador (CEC.279-324)
para que exista el hombre y Él puede entablar una relación con el hombre a través de Cristo, imagen de
Dios invisible.

2. La Creación: obra de la Santísima Trinidad


La creación es obra de la Santísima Trinidad porque Dios cuando obra en lo exterior, lo hace como
uno solo: "En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): tres cosas se afirman en estas primeras
palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de Él.
“En el principio existía el Verbo [...] y el Verbo era Dios [...] Todo fue hecho por él y sin él nada ha sido
hecho" (Jn 1,1-3). El Verbo de Dios encarnado es Jesucristo. La fe de la Iglesia afirma también la acción
creadora del Espíritu Santo: él es el "dador de vida", "el Espíritu Creador", la "Fuente de todo bien”.

3. “El mundo ha sido creado para la gloria de Dios”


Es una verdad fundamental que la Escritura y la Tradición no cesan de enseñar y de celebrar: “El
mundo ha sido creado para la gloria de Dios”. “Dios ha creado todas las cosas, explica san Buenaventura,
no para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla”. Porque Dios no tiene otra razón para
crear que su amor y su bondad: “Abierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas”.

4. El misterio de la Creación
Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La creación tampoco es
una emanación necesaria de la substancia divina. Dios crea libremente “de la nada”. La fe en la creación
“de la nada” está atestiguada en la Escritura como una verdad llena de promesa y de esperanza y también
es confirmada por la ciencia.

5. Dios realiza su designio: la divina providencia


La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos
del Creador. Fue creada “en estado de vía” hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios
la destinó: «La espera ansiosa de la creación anhela la manifestación de los hijos de Dios. Porque la
creación… será liberada de la esclavitud de la corrupción…» Rom 8, 19.
Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia
esta perfección: «Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó, “alcanzando con fuerza de
un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo suavemente” (Sb 8, 1). Porque “todo está desnudo y
patente a sus ojos” (Hb 4, 13), incluso cuando haya de suceder por libre decisión de las criaturas». El
testimonio de la Escritura es unánime: la solicitud de la divina providencia es concreta e inmediata; tiene
cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia.

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