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("Llerena".)
a. Admisibilidad del recurso de queja en función del recurso extraordinario
federal denegado.
En un primer momento, corresponde analizar la decisión de los jueces de la
CSJN de considerar a la sentencia dictada por la CNCP como "equiparable a
definitiva"[23], según el requisito de admisibilidad prescripto legalmente para
proceder a la revisión federal extraordinaria[24]. Tal como lo expone
Sancinetti, el punto bajo análisis expresa la tensión existente entre dos valores
en pugna: "restringir la intervención de la Corte Suprema a los casos para los
que está especialmente diseñada versus dejar de lado el presupuesto de la
sentencia definitiva si existe una especial razón de orden público para
proceder de ese modo"[25]. Siguiendo al autor citado, la Corte sólo debería
inclinarse por la segunda posibilidad cuando "haya querido decidir, de una vez
y para siempre, que las funciones de instrucción y juzgamiento deben estar
separadas"[26]; situación de excepción que la mayoría de la Corte ha
enfrentado sin cortapisas en el caso que comento.
De esta manera, el voto mayoritario afirmó que la resolución impugnada
producía un perjuicio de tardía e insuficiente reparación ulterior puesto que el
cuestionamiento relativo a la imparcialidad objetiva del juzgador, por su
naturaleza, exigía una consideración inmediata a fin de asegurar la eficacia de
la revisión por parte del CSJN[27]. Puesto que el planteo de la defensora
supone que el proceso no progrese ante la jueza sospechada de parcialidad, el
agravio reviste un carácter concreto y actual que tiende a evitar un dispendio
jurisdiccional innecesario, dado que, de resolverse favorablemente el planteo
de la defensa una vez que se haya pronunciado la sentencia definitiva, se
debería realizar un nuevo debate que salde la deficiencia apuntada[28].
Por su parte, el voto del juez Petracchi reconoce la estrecha vinculación
existente entre el instituto procesal de la recusación y el derecho a ser oído
por un juez imparcial, adelantando, así, su opinión favorable a la procedencia
del recurso a fin de tutelar el derecho alegado, en forma inmediata. El
fundamento básico de su decisión se sustenta en el "cariz que ha ido
adquiriendo la jurisprudencia internacional en materia de imparcialidad del
tribunal, en particular, la de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos"[29] que aconsejaría revisar el criterio restrictivo utilizado para
denegar el apartamiento de jueces que, en ejercicio de las funciones que le
son propias, dictasen la sentencia definitiva de la causa. Estas apreciaciones
(jueces Zaffaroni, Highton de Nolasco y Petracchi) parecen coincidir con la
opinión de Sancinetti en el sentido de que hacer caso omiso de un
presupuesto esencial de procedencia del recurso extraordinario federal "sólo
puede tener sentido si, al obrar de modo excepcional, se podrá evitar un
perjuicio considerable, una violación a una garantía cuya reparación ulterior
llegaría demasiado tarde o a costos (procesales o de otra clase) excesivamente
altos"[30].
En idéntico sentido al reseñado se pronunció el juez Maqueda quien hizo
hincapié en el severo cuestionamiento que el recurso manifiesta sobre el
ejercicio imparcial de la administración de justicia, cuestionamiento que
compromete el derecho de defensa del imputado y exige su consideración
inmediata por ser la única oportunidad con la que cuenta la CSJN para
proceder a su adecuada tutela[31]. Por último, el voto de los jueces Belluscio y
Argibay advierte que la cuestión planteada en la causa "excede los límites de
la recusación (…) puesto que se pone en tela de juicio la parcial
constitucionalidad de un sistema de juzgamiento, lo que reviste trascendencia
constitucional por exceder el interés de las partes en pugna"[32].
En cuanto a la existencia de cuestión federal suficiente, la CSJN entendió que
en la causa se cuestionaba el alcance de la garantía de juez imparcial
reconocida, en un primer momento, dentro de los derechos implícitos del art.
33 de la CN y, a su vez, como derivación de las garantías de debido proceso y
de la defensa en juicio consagradas, ambas, en el art. 18 de la CN.
Paralelamente, la CSJN reconoció que la garantía cuyo aseguramiento se
persigue ha sido consagrada, de modo expreso, en los diversos instrumentos
internacionales receptados por el art. 75, inc. 22 de la CN[33] y, en
consecuencia, omitir considerar el planteo bajo estudio podía comprometer "la
responsabilidad del Estado argentino frente al orden jurídico
supranacional"[34].
Caso “Rosza, C. A. y otro s/ recurso de Casación” (Resuelto el 23/05/07)
Hechos:
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 declaró la nulidad de diversas decisiones
judiciales adoptadas por un magistrado nombrado según el Régimen de
Subrogaciones de la resolución 76/2004 del Consejo de la Magistratura y no
por el Presidente de la Nación y dispuso la remisión de los autos a la Cámara
de Apelaciones en lo Criminal y Correccional para que sortease otro juez. No
obstante, con sustento en la acordada 7/2005 de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, decidió no efectivizar tal remisión y suspender las actuaciones
hasta que se decidiera en forma definitiva. Contra el fallo mencionado el
Ministerio Público Fiscal interpuso un recurso. La sala IV de la Cámara
Nacional de Casación Penal hizo lugar al recurso, declaró la
constitucionalidad del citado régimen y anuló la sentencia apelada. El
abogado defensor interpuso un recurso extraordinario argumentando que el
procedimiento establecido por el Consejo de la Magistratura para los
nombramientos transitorios afectaba las garantías del debido proceso y del
juez natural, porque los profesionales así designados carecían de inamovilidad
en sus cargos y de intangibilidad de sus remuneraciones.
Decisión de la Corte:
La Corte declaró la inconstitucionalidad del Régimen de Subrogaciones según
resolución 76/2004 del Consejo de la Magistratura de la Nación por autorizar
un método de nombramiento circunscripto a la intervención exclusiva de
organismos que operan en el ámbito del Poder Judicial, permitiendo el
reemplazo de jueces de Cámara por magistrados de primera instancia y, a su
vez, el de éstos por secretarios de ambas instancias, sin supeditarlo al
cumplimiento de los requisitos atinentes a la edad y a la experiencia
profesional fijados en el ordenamiento vigente.
Sin embargo, consideró que a fin de evitar el caos institucional o la
paralización del servicio de justicia, correspondía admitir la validez de las
designaciones efectuadas bajo dicho régimen y mantener en el ejercicio de sus
cargos a quienes habían sido designados para ejercer la función jurisdiccional
en los tribunales que se encontraban vacantes, hasta que cesen las razones
que originaron su nombramiento o hasta que sean reemplazados, o ratificados
mediante un procedimiento constitucionalmente válido que debía dictarse en
el plazo máximo de un año (voto de los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco,
Maqueda y Fayt — éste último hizo su propio voto. Los Dres. Zaffaroni y
Argibay votaron en disidencia. El magistrado Petracchi no votó).
Los jueces Zaffaroni y Argibay consideraron que era erróneo descalificar el
sistema de subrogancias por apartarse del procedimiento constitucional de
designación de jueces que venía a complementar si justamente tenía como fin
atenuar el impacto negativo que sobre el derecho de acceso a la justicia tenía
la duración de dicho procedimiento.
Asimismo, sostuvieron que en lugar de tachar de inconstitucional el sistema
de subrogancias, correspondía efectuar un escrutinio riguroso por parte de los
tribunales de alzada sobre el desempeño de los jueces subrogantes para
reforzar el control sobre sus decisiones en los casos en que pudieran
configurarse perturbaciones a la independencia con que debe funcionar el
Poder Judicial.