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Universidad Nacional de Colombia

Curso Historia de Colombia III


Ricardo Andrés Flórez Jiménez
Código 2532807
Archila, Mauricio. Cultura e Identidad Obrera: Colombia 1910-1945. Santafé de Bogotá: Cinep,
1991.

Este libro, editado por el CINEP, recopila y sintetiza, de alguna u otra manera, reflexiones e
investigaciones realizadas antes de la publicación de esta obra, respecto a ciertos temas tratados,
como lo son los obreros en Barrancabermeja, Bogotá y Medellín, sobre los cuales escribió Mauricio
Archila en 1986 y 1987. El autor de este texto, Archila, es un reconocido investigador en Colombia
centrado en temas como la historia social y los movimientos sociales. Es licenciado en Filosofía y
Letras de la Universidad Javeriana, realizó su maestría en Economía y Recursos Humanos en esta
misma universidad y un doctorado, de 1981 a 1991, en Historia de América Latina en la
Universidad del Estado de Nueva York, Stony Brook. Fue, además, candidato para integrar la
Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición.
El libro aquí reseñado, Cultura e Identidad Obrera, se encuentra dividido en 13 partes y el núcleo
de este consta de 9, desde la introducción hasta el capítulo octavo. Esta obra constituye un gran
esfuerzo de síntesis e investigación sobre el tema que el título sugiere, y el problema central de esta
es “(…) el de la construcción de identidad de clase que se elabora en la experiencia de los obreros
sin olvidar los condicionamientos estructurales”1. La especificidad de este problema se explica por
la manifiesta intención, expuesta en la introducción del libro, de dar cuenta de la construcción de
la identidad obrera no a partir de esquemas que privilegien lo “personalista/partidista”, ni lo
meramente “estructural”. Archila se propone alejarse de interpretaciones que ven a la clase obrera
como “meramente dirigida” por una serie de líderes o como un simple producto del capital sin
agencia en su propia realización. Así, se nos muestra, desde el principio de Cultura e Identidad
Obrera, que, para tal propósito de mostrar la construcción de identidad de clase desde la
experiencia de los obreros, se utilizarán fuentes distintas, como las orales, configurando esta obra
como innovadora en el uso de tales fuentes para el tema, en su época. Además de esto, y como se
puede leer en el problema central de la obra, esta trata de la construcción de identidad de clase y
no de “conciencia de clase”, lo cual implica una importante toma de distancia respecto a la matriz
explicativa leninista, al no hablar de “falsa” y “verdadera” conciencia”, junto con una valoración
de la especificidad de la cultura obrera en Colombia y Latinoamérica. Finalmente, y a manera de
abrebocas para lo que constituye la siguiente sección, el autor plantea una división distinta de su
obra a la que se encuentra al principio de la misma, esto es, “(…) un esquema más temático que
cronológico, aunque indudablemente, tratándose de un trabajo histórico, esta dimensión nunca va
a estar ausente”2. Así, Archila divide Cultura e Identidad Obrera en cuatro partes: la primera la
constituye el primer capítulo; la segunda los siguientes tres; la tercera los posteriores tres y la cuarta
el último capítulo.

1
Mauricio Archila, Cultura e Identidad Obrera: Colombia 1910-1945 (Santafé de Bogotá: Cinep, 1991), 23.
2
Ibidem. Pág. 37.
En la primera parte de la obra se ofrece un contexto general en el cual se generó la clase obrera.
Allí se hace una mirada panorámica a las principales reformas a nivel económico y político, junto
con los cambios a nivel social que ocurrieron de 1910 a 1945. Se empieza enunciando la metáfora
del “salto de la mula al avión” hecho por Colombia en la época, junto con la matización de tal frase.
Ahora bien, Archila nos presenta la Colombia de inicios del XX como una con características
similares, a nivel económico, social y político a la de finales del siglo XIX. Es decir, con una
economía principalmente exportadora con escasez de capitales, técnicas de producción muy
anticuadas y altísimos costos de transporte, y una élite política muy débil sin capacidad de integrar
intereses bajo un mismo proyecto, es decir, con “dominación fragmentada”. El autor enuncia, para
el transcurso de las primeras décadas del XX, el paso de una acérrima defensa del librecambismo
hacia una política más intervencionista luego de la crisis de legitimidad del Estado, crisis
aprovechada por los sectores liberales. Además, muestra la aceleración de la industrialización para
la década de los 30 y el clamor por una reforma en la estructura agraria que fue generando tensiones
cada vez más fuertes en las décadas de los 20 y los 30. A nivel político serán, como se mencionó
anteriormente, los liberales quienes canalicen tales demandas, para luego tener que asumir una
postura bastante moderada por las represalias y choques con otros sectores de la élite por los
cambios que se quisieron plantear en la época liberal. Finalmente, Archila hace un recuento de las
diferencias regionales en el proceso de urbanización y creación de espacios obreros entre las 4
ciudades planteadas para el estudio: Bogotá, Barranquilla, Medellín y Barrancabermeja. En
resumidas cuentas, Colombia sufrió profundas transformaciones. A nivel económico, se dio inicio
a un lento proceso de ampliación de los mercados nacionales y, posteriormente, las coyunturas
internacionales exigieron la sustitución de importaciones, a través de la industrialización.
Con este contexto en mente, la segunda parte de Cultura e Identidad Obrera, “(…) responde a la
necesidad de acercarnos a las experiencias obreras en la vida cotidiana”3. En esta sección, el autor
nos muestra, en primera instancia, las tradiciones heredadas de los artesanos y las características
de las primeras generaciones de obreros. Respecto a lo primero, las primeras generaciones obreras
heredarán tradiciones del radicalismo liberal, del socialismo y cierto catolicismo anticlerical. En
cuanto a lo último, enuncia que la clase obrera se caracterizaba por ser mayoritariamente
colombiana (a diferencia de otros países de Latinoamérica), tener orígenes rurales, ser en gran parte
mujeres y/o bastante jóvenes, con poco (aunque no tan poco) grado de calificación. Se explica el
gran contingente de mujeres debido a que sus salarios y las condiciones de trabajo eran mucho
menores a los de los hombres y a que ingresaron como una prolongación de la economía familiar.
Lentamente la composición de la clase obrera cambiará en tanto niños y adolescentes estarán menos
incluidos en esta y las mujeres quedarán otra vez relegadas al papel del hogar. En cuanto a la
especificidad de las experiencias obreras en la vida cotidiana resaltan, en los sitios de trabajo, las
relaciones paternalistas y la visión positiva por parte de los obreros de sus patrones, a pesar del
sistema de dominación subyacente a esta relación, caracterizado por toscas técnicas de extracción
de la plusvalía y métodos despóticos respecto al manejo de la mano de obra4. Los salarios bajo el
paternalismo inicial no eran suficientes para alcanzar el mínimo de nivel de subsistencia, pero los
obreros recordaban la época como una de gran abundancia debido a que sus salarios hacían parte
de un entramado de ingresos familiares, no individuales. Gradualmente se fueron desgastando las
relaciones paternalistas debido al ingreso de nuevas tecnologías y teorías de control del proceso

3
Ibidem.
4
“Resumen Archila,” Scribd, accessed March 18, 2018, https://www.scribd.com/document/98349435/resumen-
archila.
productivo, lo cual fue visto de manera nostálgica por los obreros. Sin embargo, Archila muestra
la inacción del Estado frente a las pésimas condiciones de trabajo de los obreros y cómo fueron las
iglesias, los sindicatos y, en algunos casos, los empresarios, quienes presionar por mejorar las
condiciones de vida de la fuerza productiva. Además, la otra experiencia obrera analizada es la del
tiempo libre y su, hasta cierto punto, “sujeción”. El autor señala que aquellos más relacionados con
formas tradicionales de producción se resistieron más a la imposición de una disciplina capitalista
del trabajo, a diferencia de quienes estaban ligados a actividades económicas más modernas. Una
de las luchas, por parte de las élites, fue contra el alcohol, en busca de un obrero que invirtiese su
tiempo libre en actividades modernas, como el cine o los deportes. Se empezó “condenando”
moralmente el alcohol, para luego ofrecer alternativas de entretenimiento como las anteriormente
mencionadas. Finalmente se enuncian otras actividades que fueron parte del tiempo libre de los
obreros, las cuales introducen al siguiente apartado, estas son, las luchas reivindicativas y formas
organizativas.
Y es que la tercera sección del libro “(…) busca reconstruir las principales etapas en las luchas de
la clase obrera en su proceso organizativo”5. Por este motivo, esta parte del libro tiene una
estructura de mayor carácter descriptivo y cronológico, en tanto se muestran en términos generales
los principales momentos de las etapas de 1910-1930, 1930-1938 y 1938-1945. En los capítulos
que conforman esta sección, los 5, 6 y 7, se estudian en mayor profundidad los fenómenos
sindicales y las relaciones del Estado con los movimientos sociales. Además, se estudia el impacto
de coyunturas internacionales, a nivel económico, en el objeto de estudio. En resumidas cuentas,
cada período se puede caracterizar así: el de 1910-1930 tuvo un especial carácter que generó
preocupación en las élites, esto es una especie de ímpetu más o menos revolucionario, que sin
embargo entró en crisis y, además, “demandó” un cambio a nivel político por la falta de legitimidad
del gobierno frente a sus luchas; el de 1930-1938, en el cual el gobierno Liberal impone cierta
institucionalidad en el conflicto laboral, es decir, se estrechan las relaciones entre el Estado y los
movimientos sociales, pero no cumple con las expectativas de reformismo que tenía la clase obrera;
el de 1938-1945, caracterizado por, como el título del séptimo capítulo dice, la “orfandad de la
clase obrera”, que no volverá a encontrar un factor aglutinante sino hasta Gaitán, quien sin embargo
no se “enfocará” en la clase obrera, sino en el cuerpo político del “pueblo”.
Todo lo anterior lleva a la última sección del libro, de vocación conclusiva, el cual busca dar cuenta
de la construcción de identidad de la clase obrera. Archila nos muestra que esta construcción fue
un proceso dinámico, el cual no se puede entender a la luz de solamente variables económicas o
explicaciones voluntaristas, sino que es producto de las condiciones de la época, la región, la
formación de las otras clases y la confrontación con estas, y, claramente, del espacio de acción de
la clase obrera misma. El resultado de este proceso, para 1945, no se acerca al tipo ideal de clase
obrera ni atiende a las categorías de “revolucionaria” o “sujeta al poder”, como explica el autor en
la misma introducción al libro. A fin de cuentas, la construcción de la identidad obrera dependió,
también, de las imágenes sobre ella construidas y cambiantes, como en los 20, por influencia de
ideas revolucionarias, cuando se proyectó la imagen de obreros como una especie de “pueblo
rebelde”.
Este texto constituye un valioso trabajo a nivel historiográfico y metodológico para la época. No
solamente ofrece y ofreció una perspectiva distinta a la comúnmente difundida en cuanto a este
objeto de estudio, sino que permitió que otras voces fueran oídas en la labor histórica. El texto no

5
Archila, Cultura e Identidad Obrera, 37.
peca de excesivos “términos complicados”, como tienen usualmente obras que tratan sobre este
tema y la lectura se realiza de manera llevadera. Sin embargo, un punto, en cuanto a la
forma/edición del libro, que se podría criticar es el de la organización de las notas. El hecho de que
no se encuentre ninguna nota al pie y se tenga que hacer una continua remisión al final del capítulo
para informarse más respecto a fuentes y el proceso argumentativo, genera una lectura bastante
entrecortada, una lectura que no permite llevar tan diáfanamente el hilo argumentativo. Además,
me parecen significativas las críticas que hace Daniel Pecaut en el prefacio al libro, sobre todo
cuando afirma que “Mauricio Archila sólo menciona de paso los modos de organización del trabajo
en las empresas (…) Permanece, entonces, una cierta dificultad para saber si los modos de acción
de los artesanos tuvieron algún impacto en las grandes fábricas”6.
Bibliografía
Archila, Mauricio. Cultura e Identidad Obrera: Colombia 1910-1945. Santafé de Bogotá: Cinep,
1991.
“Resumen Archila.” Scribd. Accessed March 18, 2018.
https://www.scribd.com/document/98349435/resumen-archila.

6
Ibidem, 11.

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