Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
GRACIA
Gracia en sentido estricto:
1. Autocomunicación de Dios al hombre; Dios mismo se da como persona (esto es característica del
cristianismo).
2. Esta autocomunicación es donación; entrega gratuita, regalo sin mérito alguno del hombre por bondad
misericordiosa.
3. La realidad de la gracia es realidad que realiza al hombre. El hombre se hace hombre (alcanza su
plenitud) en la experiencia de la gracia de Dios.
VIRTUDES TEOLOGALES
Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del
hombre a la participación de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren
directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen
como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino. CEC1812
Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y
vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos
capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción
del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y
la caridad (cf 1 Co 13, 13).CEC 1813
Las virtudes Teologales son hábitos operativos capacitativos (no facilitativos como las virtudes
naturales) sobrenaturales, infusos y que tienen por objeto a Dios.
FE: Virtud sobrenatural por la que, con inspiración y ayuda de la gracia de Dios, creemos ser verdadero
lo que por Él ha sido revelado, no por la intrínseca verdad de las cosas, percibida por la luz natural de la
razón, sino por la autoridad de Dios que revela, el cual no puede engañarse ni engañarnos.
ESPERANZA: Virtud sobrenatural, infundida por Dios en la voluntad, por la cual confiamos con plena
seguridad alcanzar la vida eterna y los medios necesarios para llegar a ella, apoyados en el auxilio
omnipotente de Dios.
CARIDAD: Virtud sobrenatural infundida por Dios en la voluntad, por la que amamos a Dios en si
mismo como sumo Bien, a nosotros mismos y al prójimo por Dios.
ESCRITURA
Dios se comunica al hombre y se entrega a él progresivamente de menor a mayor grado, es la más
plena y honda comunicación. Cristo es la autocomunicación más total de Dios al hombre.
a) El campo conceptual
El término teológico técnico de gracia no se encuentra con correspondencias inmediatas del A.T.
Debe precisarse su equivalente objetivo en un campo lingüístico más amplio: hen (gracia, inclinación-
benevolencia, simpatía); hesed significa la comunión salvifica con Yahvéh que debe renovarse
constantemente mediante la alianza con Dios; sedeq (justicia justificación) rahamum (compasión); hemet
o emet (fidelidad)
El sujeto de la gracia y de su benévola inclinación al hombre es siempre Dios. Mediante su palabra
y sus obras causa la salvación, la liberación, la bendición, la elección, el perdón, la promesa y la alianza
eterna. En los hechos salvíficos de Dios se revela su fidelidad, su amor y su providencia por el pueblo
elegido y por toda la creación.
b) Elección y alianza.
Dios establece con libertad soberana una relación de elección y de alianza con su pueblo que es
fruto de su amor, que se comunica libre y eficazmente (ex 3,14). La respuesta adecuada es el amor de
correspondencia de Israel (Dt 6,4-6). El pueblo está “a la altura de la alianza” cuando, mediante el
cumplimiento de los mandamientos, se somete obedientemente a la voluntad divina y se santifica, del
mismo modo que es santo Yahvéh (Cf Ex 19-24). Debe aquí tenerse presente la exacta significación de
los conceptos de justicia y santidad, justificación y perdón de los pecados. Todos ellos deben interpretarse
en el horizonte de la teología de la alianza. No se trata aquí de la justificación por las obras sino de
conducta -acorde con el don de la gracia antecedente- frente a Yahvéh y frente a las hermanas y los
hermanos del pueblo de la alianza de Dios.
EN LOS SINÓPTICOS gracia es término raro, lo que aparece es Reino de Dios, Reino de los cielos.
+ Reino es un don de Dios, regalo del que los hombres no tienen ningún tipo de merecimiento.
+ Regalo con características: modesto, despreciable para los hombres (Mt 13,31 grano de mostaza).
+ Reino en cuanto gracia es vida en comunión con Dios Padre (banquete, llegada, fiesta Mt 22,1)
+ Reino se identifica con Cristo. Cristo en su persona es la Encarnación del reino Cristo es modesto,
don, vida divina.
+ La realización del hombre está en la aceptación del reino, en vivir por él y para él (Mt 10,37; Lc 14,26-
27).
+ Las exigencias del Reino están en las Bienaventuranzas.
Pablo:
Gracia adquiere connotación técnica Xaris = designa la realidad de la gracia cristiana. Rm: como de
pecadores pasamos a justos por la gracia.
Justificación problema central: todos los hombres son pecadores pero el hombre ha sido justificado por
una gracia inicial = LA FE lo que justifica al hombre es la fe en Cristo (no las obras de la ley). Rom 1,17
"el justo vivirá por la fe"
4
Esquema de Rm:
1-3: Todos, gentiles y judíos son pecadores.
4 : Lo que justifica es la fe.
5 : Oposición, lucha entre pecado y gracia.
5, 1-10 : Hemos sido salvados por la Redención de Cristo.
5, 11-21 : El pecado de Adán es destruido por la gracia de Cristo.
6 : La gracia y la fe nos llegan por el BAUTISMO que es asumir la muerte de Cristo
para morir con él
y resucitar a la vida con él.
7 : Como la gracia y la fe son superiores a las obras de la ley
8 : Como es la vida del justificado: vida en el Espíritu Santo.
Lo que nos hace santos para Pablo es la justicia de Dios, no la justicia con la que da a cada uno lo
suyo sino la que es su misericordia. Esto es dikaiosine.
En Gálatas desarrolla el mismo tema: "la justificación se da por la fe y no por las obras de la ley".
+La justificación apunta a que en cada uno de nosotros viva Cristo Gá 2,20
+La justificación debe llevar a que muera el hombre viejo y nazca el hombre conformado a la imagen de
Cristo Ef 4,22-24 Col 3,9-10
NECESIDAD DE LA GRACIA
La gracia es Dios que se da a Sí mismo. El cristianismo es la religión de la gracia.
Dz 812 habla de: Trento, hubo un brote pelagiano, Erasmo de Rotterdam
contra la herejía de Pelagio = libre albedrío.
PELAGIO (s. V)
+ Monje bretón, asceta. Quiso ser opositor del pesimismo de tipo maniqueo, que denigra la naturaleza
humana, y también quiso oponerse al determinismo fatalista, propio de esta corriente.
+ Su aproximación supone un rescate de la libertad. La libertad es la gracia inicial con la cual el hombre
puede alcanzar la santidad. Para esto basta que el hombre quiera ser santo, y si pone todo de su parte, eso
se realizará.
+ La gracia no es necesaria para la salvación.
+ Su teoría brota de una antropología problemática = influencia estoica --- confianza en la capacidad
moral de la persona.
Sostiene: la creación del hombre implica una serie de dones naturales de los cuales el más elevado es la
libertad.
esse ser
hombre velle querer
posse poder el fundamento de estos 2 deviene de de la libertad
.+ Celestio siguió a Pelagio y Julián de Eclana es el que mantendrá una elevada discusión con
Agustín.
En el dialogo entre Dios y el hombre Pelagio sólo ve al hombre; Lutero sólo ve a Dios. Agustín pone a
los dos
+ su antropología no es cristiana, no tuvo presente la relación creatura = dependencia.
+ Pelagio identifica gracia con libertad. La libertad sería la gracia fundamental.
AGUSTÍN
Defiende con todas sus fuerzas la necesidad absoluta de la gracia para la salvación.
El pecado no es solamente la imitación del mal ejemplo sino una situación de desorden interior que se da
en todos los hombres (ha perdido la semejanza y la imagen ha quedado dañada). Por eso el hombre no
puede alcanzar la salvación por sí mismo. La gracia cura el libre albedrío(Potencia, capacidad de elegir
entre lo bueno y lo malo) que estaba herido.
adyuvante ayuda
medicinal cura g. actual
SEMIPELAGIANISMO
Hacia el 420, de residuos de la explicación agustiniana sobre la libertad y sobre la predestinación...
Monjes de Hadrumeto (Marsella) Juan Casiano y Fausto de Riese. Piensan: si la gracia de Dios es
lo más importante para la salvación, ¿dónde que da la gracia?
El nombre de semipelagianismo es del s. XVII. inicialmente participaron a favor de Agustín pero con la
postura de Agustín, sobre la predestinación se cambiaron.
Afirman:
a)- La gracia de Dios es absolutamente necesaria para alcanzar la salvación, es verdad. No son
pélagianos.
b)- Pero para que la gracia de Dios (necesaria) pueda ser efectiva en nosotros, ES NECESARIO QUE EL
HOMBRE DÉ EL PRIMER PASO hacia esa gracia. Initium fidei.
6
Initium fidei
Agustín: Dice, Dios elige a los que se salvan porque se le da la gana, por su misericordia.
semipelagianos: entonces la salvación no es universal porque Dios quiere que algunos se salven.
Es cierto que la gracia es necesaria absoluta e indispensablemente para la salvación, sin la gracia
nadie puede salvarse, sin embargo el ponerse a punto para recibir la gracia (o la preparación para la
recepción de la gracia) es sólo obra del hombre.
Ejemplo: Un enfermo, para curarse, llama al médico. Zaqueo (Lc 19), para encontrarse con Cristo,
PRIMERO subió al árbol.
Esa preparación es el INITIUM FIDEI
ERROR: Considerar una acción humana independientemente de la gracia de Dios. Quien toma la
iniciativa es el hombre y no Dios. Agustín dice que para prepararse es necesaria la gracia preveniente.
LUTERO
Mientras que Pelagio negaba la elevación sobre natural del hombre, Lutero, invocando en su favor
la doctrina de San Agustín, consideraba esa elevación como un constitutivo esencial de la naturaleza
humana. Por su perdida la naturaleza humana quedó totalmente corrompida, puesto que le fueron
sustraídos elementos esenciales, y además, desde ese momento comenzó a morar permanentemente en el
hombre la concupiscencia, en la cual Lutero hace consistir la esencia del pecado original. La naturaleza
del hombre caído es incapaz por sus propias fuerzas de llegar al conocimiento de la verdad religiosa y
realizar una acción moralmente buena. La voluntad del hombre carece de libertad y, por si misma no
puede hacer otra cosa que pecar. La gracia no puede sanar a esa naturaleza humana totalmente
corrompida, ni es capaz de renovarla o santificarla internamente. Ante la gracia, la voluntad se comporta
de modo puramente pasivo; la gracia es la única que obra. Por tanto la redención viene hacer obra de la
gracia sin participación del hombre, es obra de Dios sólo.
c) El hombre incluso justificado sigue siendo un pecador en su interior "simul justus et peccator"
d) Las obras no sirven para nada, no hay en el hombre la posibilidad de obra buena. Incluso con obras
negativas, si tienes fe te salvas. "Peca fuerte pero cree más fuerte aún".
ERROR: Exagera la necesidad absoluta de la gracia que reemplaza a lo que es la persona. identifica
gracia = naturaleza (Pelagio: gracia = libertad).
TRENTO (1545-1563)
Condena a Lutero y corrientes pelagianas.
1. Necesidad de la fe para la justificación; sin fe no hay salvación (Hb 11,6). La fe es principio, raíz y
medio de nuestra salvación pero la fe , mas las obras que brotan de la fe. Esta es la doble dinámica de la
salvación humana.
3. La justificación produce en el hombre una nueva realidad, es regenerado, convertido en Hijo de Dios,
templo del Sp.Sto., Hermano de Cristo, miembro de la Iglesia y la Trinidad habita en él.
INHABITACIÓN = gracia increada.
4. El hombre justificado puede cooperar a su propia salvación y a la de los demás pero teniendo presente
que siempre la gracia es la que realiza la salvación.
1. Dios creó al hombre para que viva en comunión con él y para ello es necesaria la gracia de Dios. Si el
hombre no tiene esta gracia entonces queda frustrado en su vocación y condenado, entonces la gracia es
una exigencia de la naturaleza humana.
2. auxilium sine quo non: gracia con la que Adán no podría pecar
auxilium quo: gracia con la que Adán podría alcanzar a Dios.
Después del pecado original el hombre pierde las dos realidades y se convierte en esclavo del mal. Lo
único que puede hacer es lo malo.
3. La redención supone el restablecimiento de esa doble gracia pero sin restaurar totalmente la naturaleza
humana y mientras el hombre no reciba esa gracia seguirá siendo esclavo del pecado.
ERROR: visión negativa del hombre. la gracia es la naturaleza. la Redención no fue completa.
condena de Bayo: san Pío V (1567) Dz 1001
8
condena de Jansenio: Inocencio X (1647) Dz 1092
Constitución "Autorem fidei" en 1794 que condena el sínodo de Pistoya (postura Jansenista que quiso
pasar por católica).
3. ESENCIA DE LA GRACIA CREADA
Gracia e Inhabitación.
La vida del cristiano es una cierta participación de la vida de Cristo, el mismo Señor lo ilustra
usando la alegoría de la vid y los sarmientos (Jn.15,4-5). esto no es sólo una imagen, sino que es una
realidad, cada cristiano en la medida en que se une y alimenta de la vida de Cristo, puede llegar a decir:
"Ya no soy yo quién vive es Cristo quién vive en Mí"(Gál. 2,20). Cristo mismo nos enseña también que
somos Hijos de Dios, porque hemos recibido el Espíritu Santo (Rom.8,14), así que somos convertidos en
hijos adoptivos de Dios y asimilados al hijo de Dios por la presencia en nosotros del Espíritu Santo que es
el mismo Espíritu de Cristo.
9
Con el bautismo recibimos el Espíritu Santo, comienza un proceso de identificación con Cristo,
esto nos lleva a un estado de Gracia, supone la presencia activa del Esp. Santo, la Gracia siempre va
acompañada de virtudes que perfeccionan nuestro obrar, de igual modo de los Dones y frutos del Espíritu
Santo.
La Inhabitación es la presencia de las tres personas divinas en el alma del cristiano, ahora bien los
textos revelados hacen notar que la inhabitación se expresa como una misión ad extra del Espíritu Santo,
en este sentido cabe la afirmación de San Agustín según el cual "la misión de una persona divina en la
historia prolonga en el tiempo su procesión eterna". Hay que considerar el papel de la Iglesia y de los
sacramentos a los que está ligada la gracia que trae consigo la inhabitación.
Según el CEC
|N2021 La gracia es el auxilio que Dios nos da para responder a nuestra vocación de llegar a ser sus
hijos adoptivos. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria.
|N2022 La iniciativa divina en la obra de la gracia previene, prepara y suscita la respuesta libre del
hombre. La gracia responde a las aspiraciones profundas de la libertad humana; y la llama a cooperar
con ella, y la perfecciona.
Maticemos, la noción semítica de justicia. En relación a las cosas, la justicia es ser como se debe ser.
Para un judío, un camino justo es una senda por la que se puede andar. Con respecto al mundo interpersonal,
ser justo es adecuarse a las exigencias de la comunidad: esta adecuación es FIDELIDAD, LEALTAD Y
SOLIDARIDAD.
b. Justicia de Dios como ATRIBUTO DE DIOS: la justicia no es algo del hombre sino de Dios como salvador
y liberador del hombre. Es el atributo por el que Dios es Justo. Se opone a la injusticia del hombre. Es un
atributo que Dios tiene (genitivo subjetivo): «nuestra justicia realza la justicia de Dios» (Rom 3,5).
c. Justicia de Dios como JUSTIFICACIÓN OBJETIVA1: Dios ha concedido gratuitamente una amnistía en
Cristo por medio de la redención en la Cruz para toda la humanidad. Se ha revelado públicamente en Cristo;
la novedad es que Dios ha actuado y es el primero en tender una mano al hombre, por pura gratuidad. La
Gracia de Dios es su justicia. Por medio de ella nos hace sus amigos y sus hijos. Es un Dios que salva y que
perdona (Cf. Rom 3,21-26; Salm 143; Dn 9, 7-18).
d. La Justicia de Dios como JUSTIFICACIÓN SUBJETIVA: primero está la obra de Dios y luego la obra del
hombre, no al contrario. Dios tiene la iniciativa. La oferta salvífica de Dios se presenta ante la libertad
1
Esta terminología aparecerá más de una vez. Hagamos una aclaración previa, en términos de teología actual. La Justificación es un momento
objetivo, es la gracia ofrecida, es decir, la gracia dad de antemano como existencial sobrenatural permanente, a todos los hombres. Se ha dado
siempre desde el comienzo de la historia de la salvación. La justificación desde su momento subjetivo es la gracia aceptada. Se da en el
hombre cuando ratifica esa situación existencial dada a él, (sin él) previamen te a su opción libre y se verifica por la fe y el bautismo (Cf. PR.
CARMELO GRANADO S.J., o. cit. 102). La teología católica usa el término REDENCIÓN/RECONCILIACIÓN para designar la justificación objetiva
en Cristo, mientras utiliza el de JUSTIFICACIÓN para señalar la justificación subjetiva.
11
humana y sólo ante ella y con ella puede alcanzar su plenitud. «Desconociendo la justicia de Dios y
empeñándose en conocer la propia suya, no se sometieron a la justicia de Dios» (Rom 10,3).
Pero lo genuino de Pablo, es que no se detiene sólo en la explicitación de lo que es la Justicia de Dios.
Describe lo que es esa Justificación.
La fe bíblica incluye dos aspectos importantes: uno que se refiere directamente a la confianza y
espera en la ayuda de Dios (Cf. Salm 7,22) y elemento intelectual, aceptar como verdaderos los hechos y
palabras de Jesús (Cf. Rom 10,9) y la traducción a la vida práctica (Cf. 2 Tes 1,11).
Lo primero de todo es la iniciativa de Dios, que es iniciativa de salvación y la fe como respuesta del
hombre a la misma (Cf. Rom 10,7; 1 Cor 8,3; Gal 4,9; Fil 1,6). Esto no significa en ningún momento una
manipulación por parte de Dios con respecto al hombre. Si se nos pide que creamos, ha de haber un
momento que respete la libertad del hombre, un acto personal que es lo contraria a una autoafirmación. La fe
no es obra del hombre sino DON DE DIOS. Y éste como respuesta la aceptación libre del hombre.
El justificado por la fe debe realizar las obras que proceden de la fe (Ef 3,17; Gal 5,6). Por la fe el
hombre ha sido justificado y Cristo habita en su corazón. Debe dar los frutos que dio Cristo. La gracia no
puede ser estéril. La «fides quae per caritatem operatur».
c. LAS OBRAS DE LA LEY no inducen a la justificación. Sin embargo, el hombre justificado por la
fe, debe realizar las obra que proceden de la fe. Por ésta el hombre ha sido justificado y Cristo habla en su
corazón (Cf Ef 3,17). La fe actúa por la caridad («fides quae per caritatem operatur») (Gal 5,6). La
contraposición entre la fe y las obras tiene sólo el sentido de eliminar la autocomplacencia de lo que uno
hace. LA creencia de que con esto podemos invocar un derecho ante Dios. Pero de ningún modo puede
pensarse que Pablo considera indiferente o de ningún valor, en relación con la salvación, la conducta del
hombre. En sus cartas se manifiesta claramente lo contrario. Nuestras buenas obras, desde el punto de vista
cristiano, son también don de Dios, manifestación de su presencia en nosotros.
b. El evangelio, trae consigo la liberación del castigo consiguiente que arrastrare consigo la
imposibilidad de acatar la ley. Mientras la ley nos dice «haz lo que debes», el evangelio nos dice «los
pecados te son perdonados». El evangelio trae consigo dos consecuencias: eliminar la función acusadora de
la ley y desterrar el valor justificador que pueda inducir el intento de su cumplimiento. El hombre adolece de
una incapacidad radical respecto de la salvación. Al justo se le imputa la justicia, no por la afirmación propia
de sus obras. Lo que ocurre es que por la satisfacción que Cristo lleva a cabo con el entero cumplimiento de
la voluntad de Dios Padre al pecador se le atribuye una justicia ajena, es decir, la justicia que viene de Cristo.
El anuncio del cumplimiento de la ley en Cristo es el «evangelio». Por tanto, con la ley, Dios produce una
desesperación ante la imposibilidad de autojustificarse para que así se aprecie el valor de la liberación
producida por el evangelio. La ley ejerce una función pedagógica respecto de Cristo, porque produce el
fracaso del intento de justificación por las obras propias y la necesidad de esperarlo todo de la gracia. La ley
ya no es camino de salvación pero sigue teniendo su sentido, porque el camino del pecado a la salvación, de
la acusación a la absolución... etc., es un proceso que nunca debe darse por concluido.
Con el evangelio el hombre cumple lo que la ley ordena, el mandamiento de amar a Dios sobre todas
las cosas; la fe equivale a este cumplimiento y a la destrucción de las propias obras.
Recuperemos después de lo anterior, el punto principal de discordia que catalizará toda la discusión
con la teología católica:«la cuestión clave de ésta es: O DIOS O EL HOMBRE. Para Lutero la alternativa no
ofrece duda: hay que apostar por Dios. Sola fides, sola gratia, solus Chistus, solus Deus. El catalizador de
esta revelación revolucionaria es el texto de Rom 3,28... al que Lutero añade el adjetivo «IUSTIFICATUS
SOLA FIDES» para expresar más categóricamente la exclusión de las buenas obras en la consecución de la
Justificación».
Antología-resumen de textos significativos del decreto que concentra las proposiciones claves de la
doctrina tridentina de la Justificación
1. Impotencia de la naturaleza humana y de la ley para justificar al hombre. El pecado de Adán ha sido
un punto de inflexión hacia un estado que ni la naturaleza, ni la ley judaica pueden superar(can. 1). Esta
postración no significa la eliminación del libre albedrío: no está extinguido «aunque sí atenuado en sus
fuerzas en inclinado» DZ 793.
can. 5: «Si alguno dijere que el libre albedrío del hombre se perdió y extinguió después del pecado de
Adán, o que es cosa de sólo título o más bien título sin cosa, invención, en fin, introducida por satanás en la
Iglesia s.a.».
2. Reconocimiento de la justificación objetiva: Dios tiene un plan salvífico. Dios interviene por ello
definitivamente en la historia: «...envió a los hombres a su Hijo Cristo-Jesús,... tanto para redimir a los
judíos que estaban bajo la ley, como para que las naciones que no seguían la justicia, aprendieran la justicia
y todos recibieran la adopción de hijos de Dios» DZ 794.
3. Centralidad de la redención operada en Cristo. «Más aun cuando Él murió por todos, no todos,
reciben el beneficio de su muerte, sino sólo aquellos a quienes se comunica el mérito de su pasión... así, si
no renacieran en Cristo, nunca serían Justificados(can. 2 y 10), como quiera que, con ese renacer se les da,
por el mérito de la pasión de aquél, la gracia que los hace justos» DZ 795.
4. La primera Justificación como paso al estadio de gracia por el bautismo. La primera Justificación es
«el paso de aquel estado en el que el hombre nace hijo del primer Adán, al estado de gracia y de adopción
de hijos de Dios por el segundo Adán que es Jesu-Cristo. Este paso «no puede darse sin el lavatorio de la
regeneración(can. 5 sobre el bautismo) o su deseo» DZ 796.
Can. 4: Si alguno dijere que el libre albedrío del hombre, movido y excitado por Dios no coopera en nada
asistiendo a Dios que le excita y llama para que se disponga y prepare para obtener la gracia de la
15
Justificación, y que no puede disentir, ni quiere, sino que, como un ser inánime, nada absolutamente hace, y
se comporta de un modo meramente pasivo s.a.».
6. La Justificación como tal, permite y exige una preparación. La conversión es un proceso cuya
dinámica fundamentalmente es así: «Se disponen para la justicia misma(Can. 7 y 9) al tiempo que (0.
GRACIA) excitados y ayudados de la divina gracia, concibiendo (1. EX AUDITU) la fe por el oído, (2.
MOMENTO DE LA LIBERTAD) se mueven libremente hacia Dios (3. ASENTIMIENTO DE FE) creyendo
que es verdad lo que ha sido divinamente revelado y prometido(Can. 12-14)».Este cuadro es amplificado y
pormenorizado a continuación en el mismo capítulo 6º: «...en primer lugar, por medio de su gracia, justifica
al impío, por medio de la redención, que está en Cristo Jesús; al tiempo que, entendiendo que son
pecadores, del temor de la justicia divina, del que son provechosamente sacudidos(Can 8), pasan a la
consideración de la divina misericordia, renacen a la esperanza, confiando que Dios ha de serles propicio
por causa de Cristo, u empiezan a amarle como fuente de toda justicia y, por ende, se mueven contra los
pecados por algún odio y detestación(Can. 9), esto es, por aquel arrepentimiento que es necesario tener
antes del bautismo; al tiempo, en fin, que se proponen recibir el bautismo, empezar nueva vida y guardar los
divinos mandamientos» DZ 798.
a- Las obras preparatorias no son pecado. «Si alguno dijere que las obras que se hacen antes de la
Justificación, por cualquier razón que se hagan, son verdaderos pecados, o se merecen el odio de Dios; o
que cuando con mayor vehemencia se esfuerza el hombre en prepararse para la gracia, tanto más
gravemente peca, s.a.» Can. 7
b- La «sola fides» es insuficiente. «Si alguno dijere que el impío se justifica por la sola fe, de modo
que entienda no requerirse nada más con que coopere a conseguir la gracia de la Justificación y que por
parte alguna es necesario que se prepare y disponga por el movimiento de su voluntad, s.a» Can. 9
7. La Justificación es una transformación real-interna del hombre, con una determinada estructura
ontológica. La Justificación no es sólo la remisión de los pecados(Can. 11), sino también la santificación y la
renovación del hombre interior, por la voluntaria recepción de la gracia y de los dones, de donde el hombre
de injusto se convierte en justo y de enemigo en amigo» DZ 799.
Can. 11: «Si alguno dijere que los hombres se justifican o por sola imputación de la Justicia de
Cristo, o por la sola remisión de los pecados, excluida la gracia y la caridad que se difunde en sus
corazones por el E.S. y les queda inherente; o también la gracia, por la que nos justificamos, es sólo el favor
de Dios, s.a.».
9. Imposibilidad de la certeza intelectual absoluta sobre el propio estado de Gracia. “No debe decirse
que se remiten o han sido remitidos los pecados a nadie que se jacte de la confianza y certeza de la remisión
de sus pecados y que en ella solo descanse...Más tampoco debe afirmarse aquello de que es necesario que
quienes están verdaderamente justificados establezcan en sí mismos sin duda alguna que están justificados,
y que nadie es absuelto de sus pecados y justificado sino el que cree con certeza que está absuelto y
justificado y que por esta sola fe se realiza la absolución y Justificación» DZ 802.
11. Posibilidad de la reparación del pecado: tercera Justificación. Can. 29: «Si alguno dijere que
después del bautismo, no puede por la gracia de Dios levantarse; o que si puede, pero por la sola fe,
recuperar la justicia perdida, sin el sacramento de la penitencia...s.a.». Ahora bien, «no solo por la
infidelidad, por la que también se pierde la fe, sino por cualquier otro pecado mortal, se pierde la gracia
recibida de la Justificación, aunque no se pierda la fe.» DZ 808.
2. Considerada en sí misma:
2.1. G. increada: Donación de Dios mismo a la persona. Dios se dona y está presente en la
persona: INHABITACIÓN (Jn 14,23; 1Cor 6,19), también la encarnación.
2.2. G. creada: Efecto transformante que produce la presencia de Dios en la persona (efecto de la
gracia increada). Ejm. La santificación, la gracia santificante.
3ª División:
3.1. gracia de iluminación: inteligencia
3.2 gracia democión: voluntad
5.2 G. habitual: permanencia de la gracia en el hombre que se mantiene hasta que el hombre
rompa su contrato por el pecado.
6ª División:
6.1. G. adyuvante: ayuda a hacer determinado acto bueno.
6.2. G. coadyuvante: acompaña en la realización del acto.
La Gracia Actual es una moción sobrenatural de Dios a manera de cualidad que dispone el alma
para obrar o recibir algo en orden a la vida eterna. se diferencia de la habitual o santificante porque es un
acto transitorio.
Este tema a la lo largo del pensamiento teológico trajo algunos problemas, el más significativo es
la controversia de auxilis entre los dominicos y los franciscanos. El tema central radica en la relación que
tiene la gracia actual con la libertad.
como punto de partida sirve hacer la distinción entre:
A esto hay que decir que el error de Jansenio y Bayo es que toda gracias es eficaz.
Conjuguemos dos elementos, que son:
a.- Dios Omnipotente lo causa todo.
b.- El hombre es libre, su libertad esta herida pero no aniquilada.
Hay que defender que la gracia actual es absolutamente necesaria en el orden sobrenatural, puesto
que el hombre no podrá tener actos sobrenaturales sin la previa moción de la gracia actual.
García del Haro. afirma que los principios intrínsecos del acto humano son: inteligencia y
voluntad, pasiones y gracia.
¿Cómo intervienen en el obrar humano?
a,- conocimiento intelectual.
b.- consentimiento de la voluntad.
c.- las pasiones ordenadas preparan y contribuyen al recto querer de la voluntad, los desórdenes la
dificultan.
18
d.- la gracia recrea la persona y su libertad, pero no obra en nosotros sin nosotros, señalaremos cuatro
puntos de cómo la gracia transforma el dinamismo de la libertad :
d.1. La vida de la gracia constituye una gratuita regeneración de la persona que no sólo le libera de
su esclavitud de las obras de la carne, sino que lo capacita a un obrar que excede todas las
pretensiones humanas.
d.2. Esta acción de sanación y transformación y divinización de la gracia, asume la libertad
humana, no la anula: es un nuevo principio vital, que no obra sin la correspondencia de la persona.
Según Santo Tomás la acción de la gracia obra en nosotros, lo que hacemos es al modo de la causa
primera, que actúa en las segundas y el agente principal en el instrumental.
d.3. La caridad asume el papel de principio motor de la nueva vida del hombre.
d.4. Bajo el imperio de la caridad toda vida humana se diviniza.
PROBLEMA: Si al hombre le es necesaria la gracia ¿no es entonces una exigencia del hombre?
+ Apareció para esto la teoría de la naturaleza pura o de los dos fines (Card. Cayetano s. XVII). El
hombre ha sido creado por Dios como naturaleza pura, perfecta en sí misma pero sin referencia a nada
sobrenatural, por misericordia y bondad Dios lo eleva al plano sobrenatural.
+ De esa manera se salvaba la gratuidad de la gracia pero se perdía de vista la necesidad de la gracia para
el hombre y, que sin gracia no puede realizarse. Nunca existió un hombre así, la gracia es un
sobreañadido.
+ Se han dado 2 posturas para explicar la necesidad de la gracia sin que se convierta en exigencia y
derecho:
1° Teoría del deseo natural de ver a Dios (Sto. Tomás, de Lubac)
2° Existencial sobrenatural de Rahner.
Sto. Tomás: En el hombre hay un deseo natural de ver a Dios. En lo más profundo de su ser hay un
deseo de la visión beatífica (Sal 42,1; Sal 62,1). Es un deseo natural que pertenece a la naturaleza del
hombre (no es la gracia), es como un impulso que acerca al hombre a Dios.
De Lubac: Este deseo natural se haya en la imagen de Dios y espera su realización por la gracia. El
hombre tiene ese deseo porque Dios lo ha hecho a su imagen para entregarse gratuitamente a él. Dios crea
al hombre abierto a él para poder comunicarse por medio de la gracia, entonces, gracia y naturaleza no
son opuestos sino complementarios.
Rahner: Parte de sus presupuestos (pertenece al tomismo trascendental que es una interpretación de
Sto. Tomás a partir de Kant y Heiddegger). El hombre en su existencia posee una serie de experiencias
muy particulares = experiencias trascendentales: realidades detrás de toda experiencia y fundamento de
toda experiencia (amor, libertad, finitud).
Existencial sobrenatural:
1° Determinación ontológica de todo ser humano en el orden sobrenatural.
2° A priori, elemento presente antes de la experiencia de Dios y fundamento de nuestra
experiencia de Dios.
3° Puesta en situación del hombre en un horizonte sobrenatural todo hombre desde que existe está
situado en un horizonte de sobre naturaleza.
Crítica: El dialogo aquí es entre gracia y gracia (Dios y Dios). Su existencial sobrenatural es bien
problemático.
Trento describe este mérito como una realidad dialéctica en el capítulo 16 del decreto sobre la
justificación:
1. «Y por tanto, a los que obran bien hasta el fin y esperan en Dios, ha de proponérseles la vida
eterna, no sólo como gracia misericordiosamente prometida por medio de Jesu-Cristo a los hijos de Dios,
sino también como retribución que por la promesa de Dios ha de darse fielmente a sus buenas obras y
méritos» (Dz 809).
2. «...lejos, sin embargo, del hombre cristiano, el confiar o el gloriarse en sí mismo y no en el Señor,
cuya bondad para con todos los hombres es tan grade, que quiere sean merecimientos de ellos lo que son
dones de él» (Dz 810)2.
Por tanto, todo nos viene de Dios a través de Cristo, al estar unidos a él (primacía de Dios en la
economía de la gracia). Pero nuestros actos meritorios son realmente nuestros, tienen valor ante Dios. La
base bíblica de esta dialéctica es amplia. Así tenemos: valoración de las obras (Mt 5,12; 25,21; Lc 18,29-30;
2 Tes 1,5; Rom 2,8; Col 3,25); sobre la relativización del mérito (1 Cor 3,7; Fil 1,6; 2,3).
No obstante la teología sigue matizando el significado de mérito. Karl Rahner busca un sentido
menos jurídico y más existencial:
«Mérito, en el sentido teológico de la palabra significa una característica de lo que nos da la gracia
de Dios, no un derecho autónomo que el hombre haya adquirido por sí mismo frente a Dios. Mérito significa
que Dios concede en su gracia que lo que hacemos en el tiempo, tenga una homogeneidad interna con lo
que es la vida eterna: comunidad con Dios en una verdadera participación íntima de la naturaleza divina
que nos ha sido realmente concedida. Mérito significa eternidad en el tiempo, llegada de la gracia de Dios y
de la vida eterna a nosotros...
Es un don de Dios porque él nos ha dado la posibilidad de realizar actos de vida eterna. Por eso el
mérito no nos glorifica a nosotros sino a él... El hombre es poseído con la vida de Dios cada vez más
profunda y existencialmente; que esta vida le llena cada vez más en todas las direcciones de su
existencia...»3.
Encontramos:
EL MÉRITO ( CEC)
Manifiestas tu gloria en la asamblea de los santos, y, al coronar sus méritos, coronas tu propia obra
(MI, prefacio de los santos, citando al "Doctor de la gracia", S. Agustín, Sal. 102, 7).
|N2006 El término "mérito" designa en general la retribución debida por parte de una comunidad o
una sociedad a la acción de uno de sus miembros, considerada como obra buena u obra mala, digna de
recompensa o de sanción. El mérito corresponde a la virtud de la justicia conforme al principio de
igualdad que la rige.
2
Cfr. cán. 26,32 y 33 como resumen de esta doctrina. Es interesante notar como Trento rehuye de usar expresamente el concepto de mérito
de condigno; lo sustituye por «vere mereri».
3
RAHNER, K., Consuelo en el tiempo: Selecciones de Teología 21 (1967) 92.
20
|N2007 Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito por parte del hombre. Entre
El y nosotros, la desigualdad no tiene medida, porque nosotros lo hemos recibido todo de El, nuestro
Creador.
|N2008 El mérito del hombre ante Dios en la vida cristiana proviene de que Dios ha dispuesto
libremente asociar al hombre a la obra de su gracia. La acción paternal de Dios es lo primero, en cuanto
que El impulsa, y el libre obrar del hombre es lo segundo en cuanto que éste colabora, de suerte que los
méritos de las obras buenas deben atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar, y al fiel, seguidamente.
Por otra parte, el mérito del hombre recae también en Dios, pues sus buenas acciones proceden, en
Cristo, de las gracias provenientes y de los auxilios del Espíritu Santo.
LA PREDESTINACIÓN
DEFINICIÓN.
Predestinación significa en sentido estricto:
"El designio dado por Dios desde toda la eternidad por el cual decreta que algunos hombres se
salven y alcanzan la gloria o visión beatifica".
a- La predestinación tiene como núcleo o esencia una verdad cristiana, es Dios quien salva y el hombre
no puede salvarse por sí mismo.
b- La predestinación como doctrina y verdad de fe tiene que ver con la libertad del hombre.
c- La cara negativa de la predestinación que es la condenación (reprobación) también tiene que ver con la
libertad humana pero se diferencia de la predestinación en que Dios no predestina a nadie a la condena.
El que se condena es por sí mismo, el que se salva es porque Dios lo ha predestinado.
PROBLEMA:
¿Cómo conciliar predestinación de Dios con libertad humana?
¿Si Dios me predestina a la salvación que pasa con mi libertad?
¿Que pasa con los condenados?
¿Si Dios crea es para que seamos salvos entonces porque existen condenados?
¿Con un condenado Dios fracasa?
APROXIMACIÓN BÍBLICA.
PADRES DE LA IGLESIA.
MAGISTERIO DE LA IGLESIA.
Trento
Condena el predestinacionismo contra Calvino que decía que Dios crea a unos para que vayan al
cielo y a otros para el infierno (Dz 805-806).
PROBLEMA ESPECULATIVO
¿Cómo conciliar predestinación con libertad humana?
1. Teoría de los dominicos: Domingo de Bañez
2. Teoría de los jesuitas: Luis de Molina.
Crítica :
+No se ve con claridad la voluntad salvífica de Dios; por que Dios sólo elige a algunos para que se
salven, los otros no son elegidos aunque no son predestinados al infierno.
+Visión antropológica donde el hombre es pura pasividad y no tiene libertad, la libertad no aparece como
elemento activo.
+Postura absolutamente teocéntrica (acusados de luteranos).
Crítica:
¿La elección de Dios esta condicionada a la libertad del hombre?
Molina responde que sí. Dios no tiene la iniciativa y si no la tiene entonces el hombre se salva a sí mismo
CRÍTICA A AMBOS.
No se habla ni de Cristo ni de la Iglesia (Barth busca hoy conjugar los dos elementos pero parece
que cae en la apocatástasis)
ALGUNAS OBSERVACIONES:
Dios conoce:
+los futuros: por ciencia de visión.
+futuros libres: po ciencia de simple inteligencia.
+futuribles: por ciencia media.
Dios quiere la salvación de todos: 1Tim.2, 3-4
a. predestinación incompleta: a la gracia por la fe (ad tantum gratia).
predestinación completa: a la gloria por la visión beatifica.
b. todo aquel que esta salvado es porque ha sido predestinado.
c. toda salvación es gratis y sin merito propio.
S. XIX- XX : continúa la misma discrepancia pero bajo otro aspecto, el de la teología espiritual y los
estados místicos.
1. hay gracias suficientes: que son verdaderamente suficientes, pero que no consiguen su fin. Son gracias
suficientes por parte de Dios, que nos concede la gracia suficiente pero que el hombre la puede rechazar
Aunque se pueden cumplir los mandamientos pues el hombre tiene la gracia para ello no siempre los cumple;
tenía gracia suficiente pero de hecho meramente suficiente, puesto que no los ha cumplido(Cf. p.e. Dt 30,15-
18).
2. hay gracias eficaces: cuya eficacia precede la decisión misma del hombre. Consigue el efecto a que está
destinada. Y significa también que lo consigue respetando la libertad del hombre. No simplemente nos da la
posibilidad de hacer el bien, sino también el hacerlo.
3. el hombre es libre cuando coopera con la gracia: bajo el influjo de la gracia eficaz la voluntad del
hombre permanece siempre libre.
Se admite un misterio: la coexistencia de la absoluta ordenación de Dios con la libertad auténtica del
hombre. Esta síntesis es posible si efectivamente se acepta que la libertad existe sólo en cuanto «viene de» y
«va hacia» Dios. La libertad sería así ese proceso dinámico sostenido por una decisión fundamental dirigida
«hacia» o «contra» Dios.
Destaquemos entonces lo que esto significa. Primero, el pecado, la muerte y la ley invalidan
históricamente la libertad. LA gracia se transforma por ello en una liberación de la libertad humana, el
trampolín desde la deshumanización que inflige el pecado hasta la humanización plena. Segundo, esta
actuación liberadora de la gracia no se presenta como un factor «externo a» y coercitivo de la voluntad del
hombre. «Dios no obra en nosotros desde fuera, imponiéndose violentamente sobre nosotros, obligándonos y
determinándonos a lo que es bueno. Está en nuestro interior, en la fuente misma de nuestra voluntad y sin
violentarla»7. Tercero, nuestra libertad acaba siendo participación en la libertad de Cristo.
4
Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo (Cf. 1 Cor 5,17); «la prueba de que sois hijos es que
Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡ABBA! (¡Padre!), de modo que ya no sois esclavos sino hijos; y si hijo
también heredero por voluntad de Dios» (Gal 4,6-7).
5
Ruiz de la Peña J.L., o.cit., 339.
6
Para Pelagio, la gracia es precisamente la libertad humana. Ahí reside la grandeza de la naturaleza humana, todavía incorrompida después
del pecado de adán. El hombre histórico es totalmente responsable de sus actos. La revelación, la ley, o el NT no son más que gracias
exteriores y modélicas. Pero, para Lutero, la síntesis es justamente la opuesta. La libertad es un mero nombre infundamenta do: la
concupiscencia supone un condicionamiento insalvable. En todo caso, el hombre tiene una libertad de coacción, no una libertad interior (a
necesitate interna). Calvino conduce este pesimismo al absurdo: el bien y el mal moral dependen exclusivamente de Dios.
7
Pr. Carmelo Granado, S.J., o.cit. tema 5.
24
8. VIRTUD TEOLOGAL DE LA FE
Naturaleza De La Fe Teologal
La fe es simultáneamente una virtud teologal y una virtud personal. En la estructura de la fe se
destacan dos aspectos: por una parte la fe es teologal; por otra, es personal. Es teologal porque tiene a
Dios por objeto y viene de arriba, del Dios que se comunica a sí mismo, y toda persona creyente si tiene
fe es porque en ella se ha producido como una nueva Pentecostés que le ha permitido ponerse en contacto
con todo ese mundo divino predicado por Jesucristo. Y es personal porque exige la colaboración
permanente de una decisión libre del hombre a quien Dios hace creyente; siendo pues una virtud,
demanda la libre intervención y la puesta en práctica de la voluntad humana. Nada está más lejos de la fe
que un sentimiento religioso, o una vaga aspiración religiosa de origen psicológico.
Con la palabra fe, pues, nos referimos al depósito de la Revelación o conjunto de verdades
comunicadas por Dios para nuestra salvación, que la Iglesia custodia e interpreta. Es la fe en sentido
objetivo. Son los dogmas o los artículos de fe, que están recogidos y profesamos en el Credo.
Más frecuentemente, sin embargo, usamos la palabra fe para designar el acto de fe, es decir el acto
del hombre y de la mujer creyentes que han aceptado la Revelación de Dios y tratan de vivir según la
voluntad divina. La fe es aquí la respuesta personal de la criatura humana a Dios que se revela y la llama.
Es el aspecto subjetivo de la fe.
Creer es un suceso personal, es decir, algo que ocurre entre dos seres personales. Dios se
autocomunica, se hace el encontradizo y llama, y el creyente responde a la llamada. Antes que creer algo,
el fiel cristiano cree en Alguien, a quien de alguna manera transfiere aspectos fundamentales de su
existencia, porque sabe bien que ese Alguien no puede engañarse ni engañarle. El creyente percibe en
grado suficiente que el Dios vivo y personal que le llama no es simplemente para él otro sino que es como
la vida de su vida y tiene que ver absolutamente con su destino último.
Las experiencias del pueblo elegido en la tierra prometida varían según su fidelidad a la Alianza
con Yahwéh. En la época de Josué hubo manifestaciones divinas como la caída de Jericó (Ios 6), pero
también castigos al pueblo por sus continuas faltas de confianza y por su idolatría (Idc 6,v.1; 10,v.6;
13,v.1). El juez Samuel muestra la delicadeza de la fe en su docilidad a la palabra de Yahwéh desde
pequeño (1v.Sam 3,v.10); es el que unge a David como rey de Israel, en el que se va a centrar la esperanza
mesiánica. David siguió a Yahwéh sinceramente a pesar de sus fallos personales, y un poco antes de morir
comunica a su hijo Salomón la sustancia de una vida de fe: "Sé fiel (wesamarta) a Yahwéh, tu Dios,
marchando por sus caminos, guardando sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos como están escritos
en la Ley de Moisés..." (1v.Reg 2,v.3). Después de Salomón, en los reinos de Israel y Judá habrá reyes
que hagan lo recto y otros que obren el mal, siendo juzgados individualmente por Yahwéh (2v.Reg
18,v.5).
La fuerza de los Profetas del Antiguo Testamento viene de su visión de fe, y su interpretación de
situaciones personales e históricas como procedentes de Dios. Su mensaje puede ser dirigido a los judíos
o a las naciones y normalmente comunica una señal o conocimiento. Este conocimiento (Os 2,v.11; Is
19,v.21), que es conversión a la vez, llega a una gran intimidad en el profeta Jeremías: "Les darás
conocerme" (Ier 24,v.7). Pero es un conocimiento dirigido a la vida y a las obras; Habacuc nos dice: "el
justo vivirá por la fe" (2,v.4).
En los Evangelios, la fe se desenvuelve con la revelación del Reino de Dios, cuyo fundamento es
Jesús mismo. Este revela la doctrina de su Reino como quien tiene autoridad (Mt 7,v.7; Mc 1,v.22; Lc
4,v.32), y sus milagros la confirman. Sin embargo, Cristo deja claro que hace falta la gracia del Padre para
tener esta fe en El (Mt 11,v.25.v.27par.). Esa gracia y correspondencia de la fe en Jesús, como Mesías, se
26
refleja perfectamente en la confesión de San Pedro (Mt 16,v.16-18). La fe del centurión está considerada
por el mismo Jesús como maravillosa (Mt 8,v.10; Lc 7,v.1-10), precisamente porque el centurión sabía lo
que era la autoridad del que revela, y sólo tuvo que oír la palabra de autoridad para creer firmemente en
su resultado: "Pero di sólo una palabra y mi siervo será sano" (Lc 7,v.7). El modelo de la fe es la Virgen
María: ella cree enseguida y deja obrar a Dios, según su palabra; Isabel le dirá "Dichosa la que ha creído
en la palabra de su Señor" (Lc 1,v.45). Si la Encarnación fue el comienzo, el hecho central y raíz de la fe
evangélica es la Resurrección de Cristo, que inspirará toda la presentación de Jesús en otros escritos
neotestamentarios (Hechos, Epístolas, Apocalipsis).
El libro de los Hechos proclama aquella realidad de Cristo resucitado, tanto con obras como con
palabras. En el discurso de San Pedro se manifiesta ese valor testimonial de la fe: "Nosotros somos
testigos de estas cosas, con el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que son dóciles" (Act 5,v.32). En
repetidas ocasiones los Apóstoles aparecen como 'martyres', testigos apoyados en la verdad de Cristo y su
Espíritu (Act 10,v.39-42; 13,v.31; 22,v.15; 23,v.11). La fe que proponen a judíos y gentiles se confirma
con signos y milagros (Act 2,v.22; 5,v.12; 14,v.3), entre los cuales se nota en primer plano la curación de
un cojo por Pedro "en nombre de Jesucristo Nazareno" (Act 3,v.6). La consecuencia sacramental de la fe
es el Bautismo. En el caso del Eunuco etíope se une el entendimiento de la Escritura, pero la exigencia
central es "Felipe dijo: si crees de todo corazón, bien puedes (bautizarte). Y respondiendo dijo: Creo que
Jesucristo es el Hijo de Dios" (Act 8,v.37). La fe en Jesús lleva a una transformación de la vida y una
comunión entre creyentes, viviendo juntos y compartiendo todo (Act 2,v.44). Su fidelidad se manifiesta
en su perseverancia en la enseñanza de los Apóstoles, en la unión, en la fractio panis, y en las oraciones
(Act 2,v.42).
En la epístola a los Hebreos (cap. 11) se da lo que podemos llamar una definición de la fe, junto
con una exégesis de cómo la vivían los protagonistas del Antiguo Testamento. "La fe (pistis) es la
garantía (hypostasis) de lo que se espera, la prueba de las cosas que no se ven" (11,v.1). Literalmente la
palabra griega hypostasis se traduce mejor por el término latino substancia. En este sentido la fe es lo que
está debajo de (o subyace a) toda nuestra esperanza; se refiere fundamentalmente a lo que no se posee,
pero que se espera. Siendo el principio de nuestra esperanza, nos capacita para saber que el mundo ha
sido creado por la Palabra de Dios (11,v.3), y que Dios remunera a quienes le buscan (11,v.6). También se
repite un tema implícito en todo el Antiguo Testamento, el cual fundamenta la misma justificación del
hombre: sin la fe es imposible agradar a Dios (11,v.6).
La fe divide a los hombres en función de su destino eterno: "el que crea y se bautice se salvará, el
que no crea se condenará" (Mc 16,v.15 ss.; Io 13,v.18); se trata pues, de una condición indispensable y
radicalmente necesaria para el estado de gracia: "Sin fe es imposible agradar a Dios" (Heb 11,v.6); "la fe
es fundamento de la salvación" (Heb 11,v.1).
En la enseñanza de San Pablo se ve cómo la justificación nace de la fe, se realiza por medio de la
fe, reposa en la fe (Rom 1,v.17; 3,v.22 ss.; 5,v.1; Gal 2,v.10; 3,v.11; Philp 3,v.9).
La fe es necesaria para la salvación y así lo ha expresado el Magisterio de la Iglesia. El Conc. de
Trento afirma que la fe es "inicio de la salvación humana, fundamento y raíz de toda justificación, sin la
cual es imposible agradar a Dios y llegar al consorcio de hijos de Dios" (Dz Sch -1532); y el Conc.
Vaticano I, recogiendo esas mismas palabras, añade: "de ahí que nadie obtuvo jamás la justificación sin
ella y nadie alcanzará la salvación eterna si no perseverase en ella hasta el fin" (Dz- Sch 3012).
La teología, distinguiendo un hábito de fe (fe habitual) concedido por la gracia santificante
(también a los niños, por medio del Bautismo), y un acto de fe (fe actual), necesario para aquellos que son
capaces de obrar moralmente (porque tienen uso de razón), expresa esa radicalidad de la fe en la vida
cristiana con esta tesis: la fe es necesaria con necesidad de medio para la justificación y para la salvación
27
eterna, de tal modo que sin ella nadie puede salvarse; en el caso de todos los hombres en general
(incluidos niños), se trata de la fe habitual, y en el caso de los que tienen uso de razón, de la fe actual. De
modo que los niños, para salvarse, necesitan de la fe habitual conferida por la gracia santificante (de ahí la
obligación de administrar el Bautismo cuanto antes sea posible), y los adultos necesitan el acto de fe para
entrar en el reino de los cielos.
Una dificultad se plantea, sin embargo, con los que ignoran invenciblemente, sin culpa, el
Evangelio, porque a ellos no ha llegado la predicación o por otras razones. Estos, ¿necesitan también la fe
para salvarse? Ciertamente; lo que ocurre es que no hay que identificar la necesidad de la fe con la
necesidad de aceptar explícitamente todo el Evangelio. Este tema ha sido afrontado repetidas veces por el
Magisterio, y resuelto: cfr. Dz 1645-1647; Dz- Sch 2865-2867; 2915-2917. El Conc. Vaticano II ha
recogido claramente la doctrina sobre este punto (Lumen gentium, nn. 14-16; Ad gentes, n. 7).
Supuesta la necesidad de la fe, la Moral se ha preguntado cuáles son las verdades que se deben
creer, como absolutamente indispensables, para la salvación. Explícitamente, hay que creer, al menos que
Dios existe y es remunerador (cfr. Heb 11,v.6) y a esas verdades se añaden, para los que quieren ser
admitidos en el cristianismo, la fe en la Trinidad y en la Encarnación de Cristo (cfr. Simbolo Quicumque:
Dz- Sch 75-76; 2164; 2380-81). Aunque esta segunda parte ha sido ocasión de disputas teológicas, es
obvio que tratándose de temas tan importantes en los que está en juego la propia salvación, hay que estar
por la opción más segura.
Pero aparte de las verdades necesarias mínimas, el cristiano tiene el grave deber de conocer todas
las verdades reveladas por Cristo y propuestas por la Iglesia; ésta, desde el principio, procuró expresar en
conceptos el contenido de la fe y así surgieron los Símbolos. Se considera deber grave el conocimiento
del Credo, del Decálogo, Sacramentos y oración dominical. Pero, implícitamente, se debe creer toda la
Revelación, es decir, lo que Dios ha manifestado a los hombres y ha sido propuesto por la Iglesia para
creer: "Deben creerse con fe divina y católica todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de
Dios escrita o tradicional y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas,
ora por solemne juicio, ora por su ordinario y universal Magisterio" Dz-Sch 3011).
La fe, además de la actitud personal de entrega a Dios, tiene un contenido objetivo, que reúne un
conjunto de verdades, que el hombre debe aceptar: es un cuerpo de doctrina (verdades sobrenaturales e
incluso naturales), que se deben conocer y vivir. Es lógico que el grado de conocimiento venga
determinado por la capacidad de cada cristiano, aunque la Iglesia, como se ha visto, considera necesarias
un mínimo de verdades, que deben conocerse para poder salvarse. Los laicos necesitan, dice el Conc.
Vaticano II, "una sólida preparación doctrinal, teológica, moral, filosófica, según la diversidad de edad,
condición y talento" (Apostolicam actuositatem, 29).
Pues bien, el cristiano, una vez aceptado globalmente todo el contenido de la fe, ha de procurar
conocer y estudiar, a la luz de la razón ilustrada por esa misma fe, lo que Dios ha revelado. De acuerdo
con su edad, nivel cultural, etc., tiene el deber de adquirir una sólida formación doctrinal-religiosa, de
llegar a un conocimiento cada vez más serio y hondo de las verdades de la fe.
El cristiano tiene el deber de dar testimonio de su fe, como se afirma frecuentemente en el Nuevo
Testamento: "el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre"
(Mt 10,v.32; cfr. Lc 9,v.6; Rom 10,v.10). La Iglesia siempre lo consideró un deber, y los mártires
(testigos) son demostración palpable de ese convencimiento.
Este deber tiene dos aspectos: uno negativo, que exige no renegar de la propia fe; y otro positivo,
que obliga a confesarla públicamente en determinadas circunstancias, concretamente, "siempre que el
silencio, la tergiversación o la manera de obrar lleven consigo la negación implícita de la fe, desprecio
de la religión o escándalo del prójimo" (CIC, c. 1325). La confesión pública es necesaria cuando se es
interrogado por pública autoridad (cfr. Dz-Sch 2118), o cuando se deben cumplir determinados deberes
religiosos (contraer matrimonio, por ejemplo); también cuando lo exige el bien de la propia alma o el bien
espiritual del prójimo, en aquellos casos, sobre todo, en los que el silencio podría poner en peligro la
propia fe o producir escándalo. Existe también ese deber cuando, por ley eclesiástica, se manda una
profesión de fe en ciertas circunstancias: conversión a la Iglesia católica, Bautismo, orden sacerdotal,
promoción a la Jerarquía eclesiástica, etc. (cfr. CIC, c. 1406, 2314). Sólo cuando haya graves motivos,
causa justa y proporcionada, se puede ocultar la propia fe o la pertenencia a la Iglesia (convertidos en
ambiente hostil, épocas de persecución, etc.). Y aun en esos casos, si se hace mediante negación implícita
o con escándalo para el prójimo, esa ocultación puede ser pecaminosa.
28
El cristiano debe dar constantemente testimonio de su fe: "Brille así vuestra luz delante de los
hombres para que vean vuestras obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en el cielo" (Mt 5,v.16). "Su
fe no sólo debe crecer, sino manifestarse; debe llegar a ser ejemplar, comunicativa, informada por la
expresión que muy justamente llamamos testimonio" (Pablo VI, aloc. 14-XII-1966).
Al cristiano nunca le es lícita la negación de la propia fe, ni directamente, por palabras, signos,
gestos, escritos, ni indirectamente, por aquellas acciones que, sin indicar en sí mismas oposición a la fe,
sin embargo, por las circunstancias en que se realizan, podrían interpretarse así; esto ocurre también
cuando un creyente niega con su conducta práctica la verdad en la que cree, o cuando con sus acciones
(indiferencia, pecados personales) está negando la fe que dice profesar.
C. Pecados contra la fe
Es éste un problema que en nuestra época adquiere vastas dimensiones, cuando "muchedumbres
cada vez más numerosas se alejan prácticamente de la religión" (G. S, 7) y el ateísmo se convierte en
fenómeno de masas. Ciertamente, el hombre por propia culpa puede perder la fe, don de Dios
condicionado a una actitud humana de aceptación, de respuesta, de modo que la falta de correspondencia
continuada puede llevar a la pérdida de la fe. En este proceso inciden diversas causas, entrecruzándose
muchas situaciones y actitudes: la exageración de la libertad, el relativismo histórico, el recelo frente al
Magisterio de la Iglesia, los desórdenes morales, las dudas de fe, la influencia del ambiente, etc., unidas
gran parte de las veces a la ignorancia religiosa.
Entre todas, tal vez la más importante sea el desorden moral. Al estar el acto de fe sostenido por la
voluntad y en última instancia por la gracia, es lógico que esté condicionado por las disposiciones morales
del sujeto.
La esperanza, que lleva a desear a Dios como suprema bondad, deriva de la fe (S.Th. II-II, q. 17, a.
17), y por esta razón, la fe se llama madre de la esperanza. La fe muestra a Dios como fin supremo del
hombre, su felicidad, por lo que nace en el corazón humano un fuerte deseo de poseerlo (Heb 11,v.1). Sin
la fe, la esperanza no se concibe (cfr. Conc. Vaticano II, L.G, 41). En el desarrollo de la vida sobrenatural,
la esperanza sigue a la fe y precede a la caridad; la esperanza puede existir sin caridad (Dz-Sch 2457). La
virtud de la esperanza, siendo teologal e infusa, está íntimamente unida a la gracia, con que el amor
divino nos envuelve, y a dones particulares del Espíritu Santo como el don de temor de Dios (Is 66,v.24).
La moral católica hace hincapié sobre el hecho que toda la vida cristiana está bajo el signo de la
esperanza. La experiencia de Israel se vive en la Iglesia, pueblo elegido, Israel espiritual, que lleno de
gratitud a Dios por la riqueza de gracias ya obtenidas, confía y espera en la posibilidad de perseverar y
cumplir el propio destino sobrenatural (cfr. Rom 8,v.37). La esperanza es necesaria para perseverar en la
vocación cristiana, ser justificados y obtener la salvación: "Porque la fe, si no se le añade la esperanza y
la caridad, ni une perfectamente con Cristo, ni hace miembro vivo de su cuerpo" (Dz-Sch 1530). La fe
muestra al hombre la meta y el camino de la vida sobrenatural; la esperanza orienta la voluntad humana
hacia Dios en cuanto fin último, le hace tender seriamente a la salvación mostrada por la fe, y le hace
apoyarse con confianza en el único medio para alcanzarla: la gracia auxiliadora. Por tanto, la esperanza, al
estar conectada con el fin último, es necesaria para la salvación. Es exigida sobre todo a la hora de la
tentación, para vencer la cual es necesaria la confianza en que la ayuda de Dios no faltará.
La desesperación es el pecado del hombre solo, espiritualmente aislado, que rechaza cualquier
ayuda y se deja llevar por tendencias destructoras. Algunos moralistas identifican la desesperación con el
pecado contra el Espíritu Santo, dado que la esperanza es indispensable para obtener la remisión de los
pecados. El apóstol Judas fue víctima de él.
Causas de la desesperación son, entre otras, la falta de fe, los pecados frecuentes que aumentan la
potencia del mal en la voluntad, la soberbia, la no aceptación de las dificultades que la vida lleva consigo,
etc. Santo Tomás las resume en la lujuria, que elimina la condición de bien del objeto de la esperanza, y la
pereza, que exagera la dificultad de la adquisición de ese bien (S.Th. II-II, q. 20, a. 4).
Finalmente, conviene señalar la distinción que existe entre la desesperación y el desánimo
(desesperación privativa), que procede de las dificultades no superadas, de la misma debilidad humana
(enfermedades, etc.) o del carácter pusilánime; en estos casos no se duda de la Omnipotencia y de la
Bondad divinas, sino que suele haber un cansancio físico o psíquico que produce el desaliento, que poco o
nada tiene que ver con el pecado de desesperación, sobre todo si se ponen los medios ascéticos
convenientes: humildad, descanso, etc.
Definición: Virtud teologal infundida por Dios en la voluntad, por la que amamos a Dios por sí mismo
sobre todas las cosas y a nosotros y al prójimo por Dios
Es una virtud en la que su objeto material está dividido (Dios, nosotros, prójimo) y el objeto
formal es único: la Bondad de Dios.
Si el motivo del amor no es Dios nos salimos del ámbito de la caridad (entramos en filantropía...).
Esta infundida por Dios y no puede ser alcanzada por las propias fuerzas naturales.
La voluntad del hombre es el sujeto donde reside la caridad, ya que es un movimiento del amor
hacia el Sumo Bien.
El amor a Dios a de ser el motivo de todos los demás amores, y a de prevalecer sobre ellos, a Dios
se le ama por sí mismo por ser nuestro último fin. A nosotros y a los demás deberá ser por Dios para que
haya autentica Caridad.
Antiguo Testamento:
Desde el mismo acto creador, toda la actuación de Dios a lo largo de la Sagrada Escritura es una
muestra de amor a los hombres en general, al pueblo escogido, o a personas concretas. La caridad es
presentada como amistad con Dios, correspondencia y participación en su amor.
Citas:
*Mandamiento del amor Deut 6,5: <<Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todo tu poder.>>
Lev 19,18: <<Amarás al prójimo como a tí mismo>>.
*Amor a los demás: Lev 19,17:<< No odies en tu corazón a tu hermano>>.
Prov 25,21:<< Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer>>.
*En el Decálogo se nos muestra el orden que hemos de mantener (los tres primeros preceptos se refieren a
Dios, y los siete restantes al prójimo).
A modo de conclusión hemos de decir que la caridad tal como la muestra el A.T. no es más que un
sombra de lo que será con la llegada de Cristo, ahora bien, esta centrada en el respeto a la ley, es allí
dónde encontramos la garantía de la eficacia en el amor en primer lugar a Dios y luego al prójimo, pero
centrada en la ley, que como sabemos se llevará a plenitud con Cristo.
Nuevo Testamento:
32
Se multiplican las enseñanzas sobre la caridad: 1 Jn. 4,18: Dios es amor.
*Deriva de la acción del Espíritu Santo en nuestras almas: Rom5,5: “El amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espiritu Santo que nos ha sido dado.”
*La gran prueba del amor de Dios por nosotros: Jn. 3,16: “Tanto amó Dios al mundo que le dió a su Hijo
unigénito...” Jn. 13,1:” Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo”.
*Mandamiento del amor: Mt 22,35-38: “ Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a este es
amarás al prójimo como a tí mismo”.
*Característica propia del cristiano: Jn13,34: “Un precepto nuevo os doy que os améis unos a otros como
yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos”.
*Supera en dignidad a cualquier otra virtud: 1Cor13:..... “Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la
esperanza y la caridad; pero la más excelente de todas es la caridad”.
En el nuevo testamento la caridad alcanza su plenitud, las enseñanzas del antiguo testamento han
sido superadas, la caridad es la manifestación más clara de la llegada de Cristo, brota de Dios mismo, su
fuente origen es fundamentalmente en amor de Dios, y produce en el hombre un nuevo estilo de vida, es
como dirían los paganos, la nota característica de los cristianos. “se aman y se preocupan los unos de los
otros, se ayudan y todo es de todos”.
TRADICIÓN: Los primeros Padres destacan la caridad sobre todas las demás virtudes.
San Ignacio: “Nada hay por encima de la caridad”.
San Juan Crisóstomo. es el gran doctor de la caridad, habla de esta virtdu en su sermón sobre la caridad
perfecta.
San Cirilo de Alejandría habla de este tema.
San Agustín: centra la caridad en la base de su doctrina espiritual y moral. “Caridad incipinete, es justicia
y santidad incipiente, caridad proficiente es Santidad Creciente” .
Para San Agsutín la caridad es el orden del amor.
San Gregorio Magno, díscipulo de San Agustín, se centra en la afirmación de que la caridad encierra en sí
y confirma todas la demás virtudes. es decir la caridad como forma de las virtudes.
MAGISTERIO:
Martín V, condena el error de Nicolás Serruier que afirmaba que el amor a uno mismo no es objeto
de la caridad,. junto al amor a Dios y al prójimo. ( Bula Ad hoc precipue 6-1-1420)
Luego los errores de Bayo y Jansenio que negaban la posibilidad del amor natural a Dios como
distinto de la caridad sobrenatural.
Concilio Vaticano II: retoma todas las enseñanzas anteriores y las manifiesta a lo largo de todos
los documentos del concilio, algunas ideas sobre este tema:
* el precepto de la caridad observado por la Iglesia.
* todos estamos llamados a la plenitud de la caridad.
* el sacerdocio de los fieles se ejerce con una caridad operante.
* es signo distintivo del seguidor de Cristo.
* los obispos han de tener una especial caridad para con los sacerdotes.
* caridad pastoral del sacerdote. el celibato signo y estímulo de la caridad pastoral.
* en los seminaristas va unida a la virtudes humanas.
* es el elemento común de unir entre los católicos y los hermanos separados.
Respecto al orden que debe presidir la caridad: Primero Dios, después nosotros mismos y luego el
prójimo. Dentro de este orden principal se puede distinguir:
a) Personas:
-en igualdad de condiciones estamos obligados a amarnos más a nosotros mismos que a los demás;
-no todos los demás han de ser amados en igual medida, más cuanto más cercanos a Dios o a nosotros se
encuentren.
b) Bienes, el orden es: espirituales, corporales y externos (honor y fama, salud, riqueza..).
c) Necesidad:
-en extrema necesidad espiritual debemos socorrer al prójimo, incluso con peligro para nuestra propia
vida corporal si:
+hay fundada esperanza de salvar al prójimo.
+y no exige lo contrario al bien común.
-fuera del caso de extrema necesidad espiritual del prójimo, no urge la obligación de ayudarle con
inminente peligro de la vida o con otro gran daño propio. Se exceptúan los casos en los que el bien común
o un cargo especial exigen auxilio, incluso con gran daño corporal.
-el prójimo que se encuentra en grave necesidad espiritual o corporal debe ser socorrido con mediano
incomodo.
-el prójimo en leve necesidad debe ser socorrido con leve incomodo.
-ayudas en la caridad para con el prójimo: Apostolado y corrección fraterna.
*Apostolado: es la mayor manifestación de amor al prójimo, pues consiste en darle el mayor bien
que se posee, a Dios mismo, procurando su santidad, y salvación.
*Corrección fraterna: es la advertencia hecha al prójimo en privado, por caridad , para apartarle
del pecado, no es por tanto corrección fraterna la que se hace por obligación de justicia( padres,
superiores) o la hecha públicamente.
- Su materia: Pecados mortales, veniales, ocasiones de pecado, y defectos aunque estos no sean
necesariamente pecaminosos, pero que conviene corregir por motivos sobrenaturales o humanos.
-Condiciones: certeza, utilidad, necesidad, posibilidad, oportunidad.
-Modo de hacerla: prudente, humilde, discreta, paciente, concreta.
Pecados Contra La Caridad
34
*Escándalo: Activo, directo si se busca el pecado ajeno ( mortal ex toto genere suo); indirecto si no se
busca directamente el pecado ajeno, pero se sabe que puede seguirse.(mortal ex genere suo)
Pasivo, es de quien recibe el escándalo y puede ser realmente o falsamente ocasionado
(farisaico [mortal ex genere suo] y de pusilánimes)
+ Cooperación al mal: concurrir en la mala acción del otro. Mediata e inmediata.
Formal: ayuda a la acción pecaminosa en sí. (mortal ex genere suo)
Material: ayuda a la acción física no al pecado.
Caridad: Virtud sobrenatural infundida por Dios en la voluntad, por la que amamos a Dios en si mismo
como sumo Bien, a nosotros mismos y al prójimo por Dios.
CEC N1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por El
mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
N1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos "hasta el fin"
(Jo 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el
amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: "Como el Padre me amó, yo también os
he amado a vosotros; permaneced en mi amor" (Jo 15, 9). Y también: "Este es el mandamiento mío: que
os améis unos a otros como yo os he amado" (Jo 1 5,1 2).