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SIDA

VIH significa virus de inmunodeficiencia humana, causante de la infección del mismo nombre. Las siglas “VIH” pueden
referirse al virus y a la infección que causa.
SIDA significa síndrome de inmunodeficiencia adquirida. El SIDA es la fase más avanzada de infección por el VIH.
El VIH ataca y destruye las células CD4 del sistema inmunitario que combaten las infecciones. La pérdida de células CD4
dificulta la lucha del cuerpo contra las infecciones y ciertas clases de cáncer. Sin tratamiento, el VIH puede gradualmente
destruir el sistema inmunitario y evolucionar al SIDA.

CONTAGIO
El VIH se propaga por medio de contacto con ciertos líquidos corporales de una persona que tiene el VIH. Esos líquidos
incluyen:
Sangre
Semen
Líquido preseminal
Secreciones vaginales
Secreciones rectales
Leche materna
La propagación del VIH de una persona a otra se llama transmisión del virus. La propagación del virus de una mujer
seropositiva a su hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia materna se llama transmisión maternoinfantil.

SINTOMAS
De 2 a 4 semanas después de que una persona contrae la infección por el VIH, puede presentar síntomas similares a los
de la influenza, como fiebre, escalofrío o erupción cutánea. Los síntomas pueden durar algunas semanas a partir del
momento de la infección.
Después de esta etapa inicial de infección por el VIH, el virus sigue multiplicándose en concentraciones muy bajas. Por lo
general, otros síntomas graves de la infección, como síntomas de infecciones oportunistas, no aparecen por varios años.
(Las infecciones oportunistas son infecciones y tipos de cáncer relacionados con estas últimas que se presentan con más
frecuencia o son más graves en las personas con inmunodeficiencia que en las personas con un sistema inmunitario
sano.)

TRATAMIENTO
El tratamiento antirretroviral (TAR) consiste en usar medicamentos para tratar la infección por el VIH. Las personas que
reciben el TAR toman a diario una combinación de medicamentos contra ese virus (llamado un régimen del VIH). (Estos
últimos suelen llamarse antirretrovirales o ARV.)
El TAR evita la multiplicación del VIH y reduce la concentración del VIH en el cuerpo. Una menor concentración del VIH
en el cuerpo protege el sistema inmunitario y evita que la infección por el VIH evolucione a SIDA.
El TAR no cura la infección por el VIH, pero puede ayudar a las personas seropositivas a tener una vida más larga y sana.
También disminuye el riesgo de transmisión del VIH.

PREVENCIÓN
No intercambiar jeringas o agujas con otras personas, porque la sangre infectada pasaría directamente al torrente
sanguíneo, y esta es la forma más rápida y eficaz de contagio.
Usar siempre instrumentos estériles o desechables para perforar la piel (tatuajes, análisis de sangre, inyecciones...). Por
el motivo explicado en el punto anterior.
Utilizar correctamente preservativos de látex (masculino o femenino) al mantener relaciones sexuales con penetración
(ya sea anal, vaginal u oral).
Evitar el sexo oral sin protección. Aunque parece que la boca es un entorno hostil para el VIH, se han dado casos de
transmisión del VIH por vía oral (boca-pene, boca-vagina y boca-ano), por lo que el contacto de semen, secreciones
vaginales o sangre infectados en la boca supone un riesgo.
CANCER
El cáncer comienza en las células, que constituyen los ladrillos del cuerpo. Normalmente, el cuerpo forma células nuevas
a medida que se necesitan para reemplazar a las células envejecidas que mueren. Algunas veces, este proceso no resulta
ser el esperado. Crecen células nuevas que no son necesarias y las células envejecidas no mueren cuando deberían.

SINTOMAS
El cáncer es una enfermedad genética— es decir, es causado por cambios en los genes que controlan la forma como
funcionan nuestras células, especialmente la forma como crecen y se dividen.
Los cambios genéticos que causan cáncer pueden heredarse de los padres. Pueden suceder también en la vida de una
persona como resultado de errores que ocurren al dividirse las células o por el daño del ADN causado por algunas
exposiciones del ambiente. Las exposiciones ambientales que causan cáncer son las sustancias, como los compuestos
químicos en el humo de tabaco y la radiación, como los rayos ultravioleta del sol. (Nuestra página de Causas y factores
de riesgo del cáncer tiene más información).

DIAGNÓSTICO
Para el diagnóstico del cáncer, el primer paso es una historia clínica realizada por el médico, para determinar si existe
algún síntoma sospechoso en el paciente. Los síntomas pueden ser muy variados, dependiendo del órgano afectado, por
ejemplo esputos con sangre en el cáncer de pulmón, hemorragia en las heces en el cáncer de colon, dificultad para
orinar en el cáncer de próstata o la aparición de un nódulo palpable en el cáncer de mama. El segundo paso consiste
generalmente en realizar una prueba complementaria, para confirmar la sospecha, puede consistir en radiografía de
pulmón, de mama (mamografía), endoscopia u otros estudios como análisis de sangre, ecografías, resonancia magnética
nuclear o tomografía axial computerizada. Para llegar al diagnóstico de certeza, suele ser necesario tomar una muestra
del tumor (biopsia), para realizar un estudio histológico del tejido. También se realizan algunos estudios especiales
moleculares o genéticos, algunos de los cuales se citan a continuación.

TRATAMIENTO
El tratamiento del cáncer se fundamenta en tres pilares: cirugía, quimioterapia y radioterapia. Otras posibilidades de
tratamiento incluyen la hormonoterapia, inmunoterapia, nuevas dianas terapéuticas no citotóxicas y el trasplante de
médula. El tratamiento debe ser multidisciplinario en todos los casos, pues exige la cooperación entre distintos
profesionales: médico de familia, cirujano, radioterapeuta, oncólogo, dermatólogo, neumólogo, ginecólogo,
imagenólogo, gastroenterólogo, etc.
La elección del tratamiento más adecuado puede consultarse con el médico si es que existe más de una opción
disponible. Si las decisiones sobre el tratamiento son complejas, el paciente podrá solicitar una segunda opinión, y en
algunas ocasiones puede participar en un estudio o investigación que se esté realizando en el hospital o sector sanitario
donde recibe atención, tales estudios, llamados ensayos clínicos, se diseñan para mejorar las terapias contra cáncer. La
respuesta al tratamiento puede ser completa, si se ha producido la desaparición de todos los signos y síntomas de la
enfermedad, o parcial, si existe una disminución significativa de todas las lesiones mensurables. En el plan de
tratamiento hay que definir si la intención es curativa o paliativa.

PREVENCIÓN
No fumar o dejarlo lo antes posible. Lo que incluye todo tipo de tabaco. Es la principal causa evitable de cáncer. Además
de tus pulmones, la laringe, el esófago, la cavidad oral o el estómago, entre otros muchos órganos, te lo agradecerán.
Evitar la obesidad (IMC superior a 30) y mantener un normopeso equilibrado y saludable (IMC entre 18,5 y 24,9). Un
exceso de grasa corporal se relaciona con más probabilidades de sufrir cáncer de riñón, colon y recto, páncreas, vesícula,
mama, ovarios y endometrio.
Realizar alguna actividad física de intensidad moderada todos los días, al menos durante 30 minutos. Da la espalda al
sedentarismo y reduce la probabilidad de tener tumores de mama o endometrio o cáncer colorrectal.
Aumentar el consumo de frutas, verduras y hortalizas variadas (cuatro o cinco raciones diarias), tomar dos o tres
raciones al día de proteínas, e ingerir 30 gr. de fibra.
Limitar el consumo de alimentos que contienen grasas saturadas de origen animal o mantequillas, la carne roja,
productos con exceso de sal, alimentos demasiado calóricos o bebidas con exceso de azúcar.
LEISHMANIASIS
La leishmaniasis es causada por un protozoo parásito del género Leishmania, que cuenta con más de 20 especies
diferentes y se transmite a los humanos por la picadura de flebótomos hembra infectados. Se conocen más de 90
especies de flebotominos transmisores de Leishmania. La enfermedad se presenta en tres formas principales:

Transmisión
La leishmaniasis se transmite por la picadura de flebótomos hembra infectados. Su epidemiología depende de las
características de la especie del parásito, las características ecológicas locales de los lugares donde se transmite, la
exposición previa y actual de la población humana al parásito y las pautas de comportamiento humano. Hay unas 70
especies animales, entre ellas el hombre, que son reservorios naturales de Leishmania.

Principales factores de riesgo


Condiciones socioeconómicas
La pobreza aumenta el riesgo de leishmaniasis. Las malas condiciones de vivienda y las deficiencias de saneamiento de
los hogares (por ejemplo, la ausencia de sistemas de gestión de residuos, alcantarillado abierto) pueden promover el
desarrollo de los lugares de cría y reposo de los flebótomos y aumentar su acceso a la población humana. Los
flebótomos se ven atraídos por el hacinamiento, ya que constituye una buena fuente de ingesta de sangre. Las pautas de
comportamiento humano (por ejemplo, dormir a la intemperie o en el suelo) también es probable que aumenten el
riesgo. El uso de mosquiteros tratados con insecticida reduce el riesgo.

Malnutrición
Las dietas bajas en proteínas, hierro, vitamina A y cinc aumentan el riesgo de que la infección progrese hacia el kala-azar.

Movilidad de la población
Las epidemias de las dos formas principales de leishmaniasis a menudo se asocian con la migración y el desplazamiento
de personas no inmunizadas a zonas donde ya existen ciclos de transmisión. La exposición en el trabajo y el aumento de
la deforestación siguen siendo factores importantes. Por ejemplo, asentarse en zonas previamente boscosas significa
acercarse al hábitat del flebótomo, lo que puede llevar a un aumento rápido del número de casos.

Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la leishmaniasis visceral se realiza mediante la combinación de un examen clínico con pruebas
parasitológicas o serológicas (pruebas de diagnóstico rápido y otras). Las pruebas serológicas tienen un valor limitado en
las leishmaniasis cutánea y mucocutánea. En el caso de la leishmaniasis cutánea, el diagnóstico se confirma cuando los
análisis parasitológicos corroboran las manifestaciones clínicas.
El tratamiento de la leishmaniasis depende de varios factores, como la forma de la enfermedad, las afecciones
comórbidas, la especie del parásito y la ubicación geográfica. La leishmaniasis es una enfermedad que se puede tratar y
curar, pero para ello es necesario un sistema inmunitario competente, dado que los medicamentos, por sí solos, no son
capaces de eliminar el parásito del organismo. De ahí el riesgo de recidiva en caso de inmunodepresión. Todos los
pacientes a quienes se haya diagnosticado leishmaniasis visceral requieren la administración inmediata de un
tratamiento completo. En el número 949 de la Serie de Informes Técnicos de la OMS, dedicado a la lucha contra las
leishmaniasis, se ofrece información detallada sobre el tratamiento de las diferentes formas de la enfermedad en
función de la zona geográfica.

Prevención y control
La prevención y el control de la leishmaniasis requieren una combinación de estrategias de intervención, ya que la
transmisión se produce en un sistema biológico complejo que engloba el huésped humano, el parásito, el flebótomo
vector, y, en algunos casos, un reservorio animal.
EL ZICA

El virus de Zika es un flavivirus transmitido por mosquitos que se identificó por vez primera en macacos (Uganda, 1947),
a través de una red de monitoreo de la fiebre amarilla. Posteriormente, en 1952, se identificó en el ser humano en
Uganda y la República Unida de Tanzanía. Se han registrado brotes de enfermedad por este virus en África, las Américas,
Asia y el Pacífico.

Signos y síntomas

El periodo de incubación (tiempo transcurrido entre la exposición y la aparición de los síntomas) de la enfermedad por el
virus de Zika no está claro, pero probablemente sea de pocos días. Los síntomas son similares a los de otras infecciones
por arbovirus, entre ellas el dengue, y consisten en fiebre, erupciones cutáneas, conjuntivitis, dolores musculares y
articulares, malestar y cefaleas; suelen ser leves y durar entre 2 y 7 días.

Complicaciones de la enfermedad

Tras un examen exhaustivo de los datos, se ha llegado a un consenso científico acerca de la relación causal entre el virus
de Zika y la microcefalia y el síndrome de Guillain-Barré. Prosiguen los intensos esfuerzos para investigar de forma
rigurosa las relaciones entre este virus y otros trastornos neurológicos.

Transmisión

El virus de Zika se transmite a las personas principalmente a través de la picadura de mosquitos infectados del género
Aedes, y sobre todo de Aedes aegypti en las regiones tropicales. Los mosquitos Aedes suelen picar durante el día, sobre
todo al amanecer y al anochecer, y son los mismos que transmiten el dengue, la fiebre chikungunya y la fiebre amarilla.

Asimismo, es posible la transmisión sexual, y se están investigando otros modos de transmisión, como las transfusiones
de sangre.

Diagnóstico

La infección por el virus de Zika puede sospecharse a partir de los síntomas y los antecedentes recientes (por ejemplo,
residencia o viaje a una zona donde haya transmisión activa del virus). Sin embargo, su confirmación requiere pruebas
de laboratorio en muestras de sangre o de otros líquidos corporales, como la orina, la saliva o el semen.

Tratamiento

La enfermedad por el virus de Zika suele ser relativamente leve y no necesita tratamiento específico. Los pacientes
deben estar en reposo, beber líquidos suficientes y tomar medicamentos comunes para el dolor y la fiebre. Si los
síntomas empeoran deben consultar al médico. En la actualidad no hay vacunas.

Prevención

La protección contra las picaduras de mosquitos es fundamental para prevenir la infección por el virus de Zika. Para ello
se puede usar ropa (preferiblemente de colores claros) que cubra al máximo el cuerpo, instalar barreras físicas
(mosquiteros) en los edificios, mantener puertas y ventanas cerradas, dormir bajo mosquiteros de cama durante el día y
utilizar repelentes de insectos que contengan DEET, IR3535 o icaridina, siguiendo las instrucciones de la ficha técnica del
producto. Es importante vaciar, limpiar o cubrir regularmente los sitios que puedan acumular agua, como cubos,
barriles, macetas, canalones y neumáticos usados. Las comunidades deben apoyar los esfuerzos de las autoridades
locales por reducir los mosquitos. Las autoridades sanitarias pueden aconsejar la fumigación de insecticidas.
LA CHIKUNGUNYA

La fiebre chikungunya es una enfermedad vírica transmitida al ser humano por mosquitos. Se describió por primera vez
durante un brote ocurrido en el sur de Tanzanía en 1952. Se trata de un virus ARN del género alfavirus, familia
Togaviridae. "Chikungunya" es una voz del idioma Kimakonde que significa "doblarse", en alusión al aspecto encorvado
de los pacientes debido a los dolores articulares.

Signos y síntomas

La fiebre chikungunya se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, generalmente acompañada de dolores articulares.
Otros signos y síntomas frecuentes son: dolores musculares, dolores de cabeza, náuseas, cansancio y erupciones
cutáneas. Los dolores articulares suelen ser muy debilitantes, pero generalmente desaparecen en pocos días, aunque
también pueden durar semanas. Así pues, el virus puede causar una enfermedad aguda, subaguda o crónica. La mayoría
de los pacientes se recuperan completamente, pero en algunos casos los dolores articulares pueden durar varios meses,
o incluso años.

Transmisión

El virus se transmite de una persona a otras por la picadura de mosquitos hembra infectados. Generalmente los
mosquitos implicados son Aedes aegypti y Aedes albopictus, dos especies que también pueden transmitir otros virus,
entre ellos el del dengue. Estos mosquitos suelen picar durante todo el periodo diurno, aunque su actividad puede ser
máxima al principio de la mañana y al final de la tarde. La enfermedad suele aparecer entre 4 y 8 días después de la
picadura de un mosquito infectado, aunque el intervalo puede oscilar entre 2 y 12 días.

Diagnóstico

Para establecer el diagnóstico se pueden utilizar varios métodos. Las pruebas serológicas, como la inmunoadsorción
enzimática (ELISA), pueden confirmar la presencia de anticuerpos IgM e IgG contra el virus chikungunya. Las mayores
concentraciones de IgM se registran entre 3 y 5 semanas después de la aparición de la enfermedad, y persisten unos 2
meses. Las muestras recogidas durante la primera semana tras la aparición de los síntomas deben analizarse con
métodos serológicos y virológicos (RT–PCR). El virus puede aislarse en la sangre en los primeros días de la infección.
Existen diversos métodos de reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa (RCP-RT), pero su sensibilidad
es variable.

Tratamiento

No existe ningún antivírico específico para tratar la fiebre chikungunya. El tratamiento consiste principalmente en aliviar
los síntomas, entre ellos el dolor articular, con antipiréticos, analgésicos óptimos y líquidos. No hay comercializada
ninguna vacuna contra el virus chikungunya.

Prevención y control

La proximidad de las viviendas a los lugares de cría de los mosquitos vectores es un importante factor de riesgo tanto
para la fiebre chikungunya como para otras enfermedades transmitidas por las especies en cuestión. La prevención y el
control se basan en gran medida en la reducción del número de depósitos de aguas naturales y artificiales que puedan
servir de criadero de los mosquitos. Para ello es necesario movilizar a las comunidades afectadas. Durante los brotes se
pueden aplicar insecticidas, sea por vaporización, para matar los moquitos en vuelo, o bien sobre las superficies de los
depósitos o alrededor de éstos, donde se posan los mosquitos; también se pueden utilizar insecticidas para tratar el
agua de los depósitos a fin de matar las larvas inmaduras.
LA OBESIDAD

La obesidad es una enfermedad crónica tratable que aparece cuando existe un exceso de tejido adiposo (grasa) en el
cuerpo. Los expertos advierten de que sus efectos más negativos se producen porque actúa como un agente que
acentúa y agrava a corto plazo y de forma muy evidente patologías graves como la diabetes, la hipertensión, las
complicaciones cardiovasculares (especialmente la cardiopatía isquémica), e incluso algunos tipos de cáncer, como los
gastrointestinales.

Causas

Hay muchas causas implicadas en la aparición del problema. Además de una mala alimentación o la falta de ejercicio
físico, también existen factores genéticos y orgánicos que inducen su aparición. También pueden influir los factores
socioeconómicos. En algunos países desarrollados, la frecuencia de la obesidad es más del doble entre las mujeres de
nivel socioeconómico bajo que entre las de nivel más alto.

Síntomas

La acumulación del exceso de grasa debajo del diafragma y en la pared torácica puede ejercer presión en los pulmones,
provocando dificultad para respirar y ahogo, incluso con un esfuerzo mínimo. La dificultad en la respiración puede
interferir gravemente en el sueño, provocando la parada momentánea de la respiración (apnea del sueño), lo que causa
somnolencia durante el día y otras complicaciones. La obesidad puede causar varios problemas ortopédicos, incluyendo
dolor en la zona inferior de la espalda (lumbalgia) y agravamiento de la artrosis, especialmente en las caderas, rodillas y
tobillos.

Diagnóstico

La forma más común de determinar si un paciente padece obesidad es calcular su índice de masa corporal, por el cual se
obtiene la cantidad de grasa corporal y, dependiendo de los resultados, cuáles son los posibles riesgos para la salud. A
partir de esto, el especialista podrá determinar si se ha producido algún daño colateral en el resto del organismo y
diagnosticarlo para su tratamiento.

Tratamientos

La mejor forma de tratar la enfermedad es previniéndola y para ello, debe detectarse precozmente en los pacientes en
los que a partir de los 20-25 años comienza a cambiar el peso. Los médicos consideran que una persona obesa debe ser
considerada como un enfermo crónico que requiere un tratamiento a largo plazo, con normas alimentarias,
modificación de los hábitos de conducta, ejercicio físico y terapia farmacológica. Los nuevos enfoques terapéuticos están
basados en promover una pérdida de peso con programas de control de las enfermedades y problemas asociados, que
dan lugar a problemas vasculares, cardiacos y metabólicos. El obeso no debe perder kilos sino masa grasa, con pérdidas
pequeñas y duraderas que impliquen una rentabilidad metabólica. Es necesario consolidar la pérdida de peso a largo
plazo, y además, reducir el riesgo de muerte prematura, de enfermedad cardiaca, metabólica y vascular.

Prevención

Llevar una dieta sana y equilibrada, junto con la práctica regular de ejercicio físico son claves para la prevención de la
obesidad. Los expertos aconsejan realizar un mínimo de cinco ingestas de alimentos al día en raciones reducidas, así
como seguir un patrón alimentario cercano a la dieta mediterránea, es decir, bajo en grasas y rico en frutas y verduras.

En cuanto al deporte, la constancia es fundamental. La recomendación es practicarlo de forma habitual al menos tres
veces por semana durante 45 minutos. La intensidad debe adecuarse a las necesidades y al estado físico de la persona.
EL DENGUE

Es una enfermedad vírica transmitida por mosquitos que se ha propagado rápidamente en todas las regiones de la OMS
en los últimos años. El virus del dengue se transmite por mosquitos hembra principalmente de la especie Aedes aegypti
y, en menor grado, de A. albopictus. Estos mosquitos también transmiten la fiebre chikungunya, la fiebre amarilla y la
infección por el virus de Zika. La enfermedad está muy extendida en los trópicos, con variaciones locales en el riesgo que
dependen en gran medida de las precipitaciones, la temperatura y la urbanización rápida sin planificar.

Transmisión

El vector principal del dengue es el mosquito Aedes aegypti. El virus se transmite a los seres humanos por la picadura de
mosquitos hembra infectadas. Tras un periodo de incubación del virus que dura entre 4 y 10 días, un mosquito infectado
puede transmitir el agente patógeno durante toda la vida.

Características

El dengue es una enfermedad de tipo gripal que afecta a bebés, niños pequeños y adultos, pero raras veces resulta
mortal. Se debe sospechar que una persona padece dengue cuando una fiebre elevada (40 °C) se acompaña de dos de
los síntomas siguientes: dolor de cabeza muy intenso, dolor detrás de los globos oculares, dolores musculares y
articulares, náuseas, vómitos, agrandamiento de ganglios linfáticos o salpullido. Los síntomas se presentan al cabo de un
periodo de incubación de 4 a 10 días después de la picadura de un mosquito infectado y por lo común duran entre 2 y 7
días.

Tratamiento

No hay tratamiento específico para el dengue. En caso de dengue grave, la asistencia prestada por médicos y enfermeras
que tienen experiencia con los efectos y la evolución de la enfermedad puede salvar vidas y reducir las tasas de
mortalidad de más del 20% a menos del 1%. Es decisivo mantener el volumen de los líquidos corporales.

Inmunización

Entre finales de 2015 y principios de 2016 se aprobó en varios países el uso de la primera vacuna contra el dengue —
Dengvaxia (CYD-TDV), de Sanofi Pasteur— en personas de 9 a 45 años residentes en zonas endémicas.

Prevención y control

Hoy por hoy, el único método para controlar o prevenir la transmisión del virus del dengue consiste en luchar contra los
mosquitos vectores:

- Evitar que los mosquitos encuentren lugares donde depositar sus huevecillos aplicando el ordenamiento y la
modificación del medio ambiente;
- Eliminar correctamente los desechos sólidos y los posibles hábitats artificiales;
- Cubrir, vaciar y limpiar cada semana los recipientes donde se almacena agua para uso doméstico:
- Aplicar insecticidas adecuados a los recipientes en que se almacena agua a la intemperie;
- Utilizar protección personal en el hogar, como mosquiteros en las ventanas, usar ropa de manga larga, materiales
tratados con insecticidas, espirales y vaporizadores;
- Mejorar la participación y movilización comunitarias para lograr el control constante del vector; durante los
brotes epidémicos, las medidas de lucha antivectorial de emergencia pueden incluir la aplicación de insecticidas
mediante el rociamiento.
- Se debe vigilar activamente los vectores para determinar la eficacia de las medidas de control.
LA DIABETES

La diabetes es una enfermedad crónica que se origina porque el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el
cuerpo humano necesita, la elabora de una calidad inferior o no es capaz de utilizarla con eficacia.

La insulina es una hormona producida por el páncreas. Su principal función es el mantenimiento de los valores
adecuados de glucosa en sangre. Permite que la glucosa entre en el organismo y sea transportada al interior de las
células, en donde se transforma en energía para que funcionen los músculos y los tejidos. Además, ayuda a que las
células almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria.

Síntomas

Entre los principales síntomas de la diabetes se incluyen:

- Frecuencia en orinar (fenómeno de la cama mojada en los niños).


- Sensación de hambre inusual.
- Sed excesiva.
- Debilidad y cansancio.
- Pérdida de peso.
- Irritabilidad y cambios del estado de ánimo.
- Sensación de malestar en el estómago y vómitos.
- Vista nublada.
- Cortaduras y rasguños que no se curan, o se curan lentamente.

Diagnóstico

El diagnóstico de la diabetes se produce cuando el paciente tiene valores anormalmente elevados de glucosa en la
sangre. Este análisis se suele controlar y medir durante un examen anual de rutina o en una exploración clínica que se
realiza antes de la incorporación a un nuevo empleo o de la práctica de un deporte.

Prevención
Para la diabetes tipo 1 no existe ningún método eficaz de prevención por el momento. En cambio, está comprobado que
la de tipo 2, que es la que aparece con más frecuencia, al estar relacionada con la obesidad se puede tratar de evitar en
gran medida adoptando unos hábitos de vida saludables.

Tratamientos

El tratamiento de la diabetes mellitus se basa en tres pilares: dieta, ejercicio físico y medicación. Tiene como objetivo
mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de la normalidad para minimizar el riesgo de complicaciones asociadas
a la enfermedad. En muchos pacientes con diabetes tipo 2 no sería necesaria la medicación si se controlase el exceso de
peso y se llevase a cabo un programa de ejercicio físico regularmente. Sin embargo, es necesario con frecuencia una
terapia sustitutiva con insulina o la toma de fármacos hipoglucemiantes por vía oral.

Complicaciones

“Existe una relación directa entre el cumplimiento y un adecuado control glucémico, que a su vez se relaciona con el
riesgo de desarrollar complicaciones crónicas asociadas a la diabetes. Por tanto, un cumplimiento inadecuado aumenta
el riesgo de desarrollar complicaciones”, advierte, Rebeca Reyes, coordinadora del Grupo de trabajo de Diabetes
Mellitus de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
PANDEMIA DE GRIPE A (H1N1)

Fue una pandemia causada por una variante del Influenzavirus A (subtipo H1N1), que surgió en el año 2009. Las
denominaciones gripe A (H1N1), usadas por numerosos medios de comunicación, pueden dar lugar a confusiones, ya
que ha habido otras pandemias de gripe A (H1N1) en épocas pasadas. Por esta razón, este virus fue conocido
oficialmente por la Organización Mundial de la Salud como Virus H1N1/09 Pandémico, haciendo referencia al año de su
aparición. Esta nueva cepa viral es conocida como gripe porcina (nombre dado inicialmente), gripe norteamericana
(propuesto por la Organización Mundial de la Salud Animal) y nueva gripe (propuesto por la Unión Europea), nombres
que han sido objeto de diversas controversias.

Síntomas

Los síntomas de este virus nuevo al lado de la influenza H1N1 en las personas son similares a los síntomas de la influenza
o gripe estacional. Incluyen fiebre muy alta (38 y 40º), tos seca recurrente, dolor de garganta, moqueo o secreción nasal,
dolores en el cuerpo, dolor de cabeza, escalofríos, fatiga, dolor en los ojos, pérdida del apetito, problemas para respirar
como falta de aliento.32 Una cantidad significativa de personas infectadas por este virus también ha informado tener
vómito y diarrea. En este momento no se conocen los grupos de personas que corren un alto riesgo de contraer la nueva
influenza A (H1N1), pero es posible que sean los mismos que sufren complicaciones por la influenza estacional.

Tratamiento

Durante gran parte del desarrollo y propagación del brote no se dispuso de una vacuna para esta cepa, hasta el 12 de
junio de 2009, cuando el grupo farmacéutico suizo Novartis, con el apoyo económico del gobierno de Estados Unidos,
anunció haber producido el primer lote de vacunas contra el virus. Los ensayos clínicos para la obtención de la licencia
de la vacuna se realizaron en julio de 2010, para poder iniciar la producción en masa de la vacuna y su posterior
distribución. En agosto de 2009 investigadores del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China realizaron
pruebas en seres humanos con resultados positivos, y que los exámenes muestran que la primera dosis de la vacuna
provoca una respuesta inmune en el cuerpo humano, lo que resulta suficiente para proteger contra la cepa del virus A
(H1N1), según Yin Weidong, director general de la farmacéutica Sinovac Biotech.

La OMS ratificó que la vacuna es segura y que los procedimientos establecidos para la concesión de licencias a las
diferentes compañías farmacéuticas son rigurosos, a pesar del procedimiento de aprobación.
Antivíricos

Respecto al tratamiento con antivíricos, la OMS ha indicado la utilidad de zanamivir (en inhalación) y oseltamivir
(tratamiento oral) como tratamiento efectivo, considerándose que el caso resistente a este último "es aislado" y "sin
implicaciones para la salud pública". Por otro lado, el virus se ha mostrado como resistente a los inhibidores como la
amantadina y rimantadina.

Prevención
Para prevenir esta gripe se recomendaron varias medidas:

Evitar el contacto directo con las personas enfermas o que tengan fiebre y tos.
Lavarse las manos con agua tibia y jabón entre 10 y 20 segundos de manera frecuente. Lavarse también entre los
dedos, y por último el pulso o la muñeca. Como alternativa, puede usar alcohol en gel o líquido para desinfectar.
Tratar de no tocarse la boca, nariz y ojos.
Ventilar los lugares habitados.
Taparse la boca y la nariz al estornudar o toser con un pañuelo descartable o, si no tuviera, con el pliegue del codo.
Usar mascarillas o barbijos (recomendable solamente en ambientes públicos o en cercanía a contagiados), recordando
que tienen un determinado tiempo de uso.
Evitar los besos y dar la mano al saludarse. Además, evitar contactos muy cercanos, tales como compartir vasos,
cubiertos y otros objetos que hayan podido estar en contacto con saliva o secreciones.
VIRUS DEL EBOLA
La enfermedad por el virus del Ebola (EVE) es un enfermedad grave, a menudo mortal en el ser humano. El virus se
detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Nzara (hoy Sudán del Sur) y Yambuku
(República Democrática del Congo). La aldea en que se produjo el segundo de ellos está situada cerca del río Ebola, que
da nombre al virus. El brote de ebola de 2014-2016 en África Occidental fue el más extenso y complejo desde que se
descubrió el virus en 1976. Hubo más casos y más muertes en este brote que en todos los demás juntos. Además, se
extendió a diferentes países: empezó en Guinea y después se propagó a través de las fronteras terrestres a Sierra Leona
y Liberia.

Transmisión
Se considera que los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la familia Pteropodidae. El virus del
Ebola se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos
corporales de animales infectados, de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines
infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva.

Síntomas de la enfermedad
El periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la aparición de los síntomas) oscila entre 2 y 21 días. Las
personas no son contagiosias hasta que aparecen los sintomas. Se caracterizan por la aparición súbita de fiebre,
debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones
cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. Los resultados de laboratorio
muestran disminución del número de leucocitos y plaquetas, así como elevación de las enzimas hepáticas.

Diagnóstico

Antes de establecer un diagnóstico clínico de EVE hay que descartar otras enfermedades infecciosias como el paludismo,
la fiebre tifoidea o la meningitis. Los métodos de diagnóstico detallados a continuación sirven para confirmar que los
síntomas son causados por la infección por el virus del Ebola:

- prueba de inmunoadsorción enzimática (ELISA);


- pruebas de detección de antígenos;
- prueba de seroneutralización;
- reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR); microscopía electrónica;
- aislamiento del virus mediante cultivo celular.

Tratamiento y vacunas

El tratamiento de apoyo —rehidratación con líquidos orales o intravenosos— y el tratamiento de determinados


síntomas mejoran la supervivencia. Todavía no hay ningún tratamiento de eficacia demostrada, pero se están evaluando
diversas formas de hemoterapia, inmunoterapia y farmacoterapia. Tampoco hay aún vacunas aprobadas para el ebola,
pero se están evaluando dos posibles vacunas candidatas. Una vacuna experimental, denominada rVSV-ZEBOV, ha
demostrado proporcionar una gran protección contra este virus mortal en un ensayo clínico a gran escala (11 841
sujetos) realizado en Guinea en 2015. Entre los 5837 sujetos que recibieron la vacuna no hubo casos de ebola 10 o más
días después de la vacunación, mientras que en los que no recibieron la vacuna hubo 23 casos.

Prevención y control

Un buen control de los brotes depende de la aplicación de diferentes intervenciones, como la atención a los casos, la
vigilancia y el rastreo de los casos, los entierros en condiciones de seguridad o la movilización social. La participación de
la comunidad es fundamental para el éxito del control de los brotes. La sensibilización sobre los factores de riesgo de la
infección por el virus del Ebola y sobre las medidas de protección (incluida la vacunación) constituye un medio eficaz
para reducir la transmisión en el ser humano.

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